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Críticas 1.160
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
9
7 de abril de 2008
663 de 746 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me gusta mucho ir al cine. No me refiero tan sólo a ir a ver las películas, sino también a toda la parafernalia, las palomitas, arrebujarme en el asiento, agarrarme del brazo del compañero de al lado cuando me asusto, sestear apaciblemente cuando la película es un tostón (nunca he dormido mejor que en una sala de cine) y por encima de todo –y ésta es la razón principal por la que continúo yendo al cine- esa sensación de inminencia maravillosa, cuando se apagan las luces y empiezan a desencadenarse los primeros títulos de crédito: la sensación de que, hoy, quizás, va a suceder algo extraordinario.
A pesar de que la inmensa mayoría de películas que voy viendo son perfectamente olvidables, nunca he debido perder la esperanza, porque, a día de hoy, sigo emocionándome cuando la sala de cine se queda totalmente a oscuras y en silencio y se ilumina la pantalla y entonces empieza la música, las palabras, las imágenes y me preparo para olvidarme del mundo durante un buen rato...y ¿quién sabe?. A veces, sucede algo más.
A veces, muy raras veces, sucede lo inimaginable. Que es ir a ver “Cadena Perpetua” al cine, por primera vez, catorce años, y permanecer 142 minutos con los ojos abiertos de par en par, completamente abducida, seducida, absorbida, emocionada. Llorar, reír, implicarte emocionalmente en todo lo que está ocurriendo en la pantalla, volcarte en unas vivencias ficticias que, en el transcurso de dos horas te parecerán más reales que las tuyas propias. Obtener las pautas a partir de las cuales empezarás a distinguir gran cine de cine mediocre.
Darse cuenta, en definitiva, que el día en que fuiste a ver “Cadena Perpetua” fue, sin lugar a dudas, un día extraordinario.
Neathara
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8
22 de diciembre de 2010
626 de 764 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Me encanta? ¿Me horroriza? ¿O ambas cosas?

Qué importa. "Cisne negro" no es clasificable: pertenece a la categoría de películas que sólo pueden denominarse como vorágines. Dejarse arrastrar no es una elección, es un imperativo, o cabe la posible desgracia de salir indemne del visionado: "Cisne negro" es droga dura y a partir de ahora, Darren, te nombro mi camello de confianza.

De "Carrie", a "Repulsión", de "Eva al desnudo", a "Perfect blue" y suma y sigue. Pero la suma no es un corregido y aumentado: es algo completamente nuevo y completamente familiar. En una escena, Vincent Cassel le dice a Natalie Portman algo así como: "La perfección no es control; es perderlo". Y vaya si Arofnosky pierde el control y se pasa tres pueblos, pero qué belleza, qué magnífico descontrol. El cuantioso delirio de "Cisne negro", su absoluta falta de miedo al ridículo, la convierten en una experiencia que hace malabares en el filo entre la maravilla y el despropósito, siendo un mucho de las dos cosas y precisamente en esto reside su avasalladora capacidad de retenerte ante la pantalla, deseando que aquello no se acabe nunca, pero por Dios, que se acabe antes de que mi cerebro se cortocircuite ante tanta locura de clímax.

El cisne blanco representa la pureza, la belleza y la perfección: la primera mitad de la película. El cisne negro es la lujuria, la compulsión y la autodestrucción: la segunda mitad de la película.

Habrá quienes elijan al cisne blanco y habrá quienes prefieran al cisne negro. Yo me quedo con los dos.
Neathara
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10
13 de noviembre de 2009
384 de 406 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas sobre las que no resulta fácil hablar porque de algún modo te han calado y a estas alturas de la vida que una simple película te cale ya da casi vergüenza reconocerlo, pero "Mary and Max" me ha dejado así. Casi sin palabras.

Se trata de la historia de una amistad entre un hombre maduro con síndrome de Asperger que vive en Nueva York y una cría australiana de familia y entorno poco amables. Entre estos dos dos seres, tan raros, tan feos, tan vulgares, en suma, tan poco peliculeros, se va construyendo una relación tan preciosa como atípica, basada en pequeños gestos, códigos, señales y detalles que conforman el cerrado mundo propio de una amistad de las de verdad y todo ello sin ninguna cursilería ni amaneramiento, sólo una relación profunda entre dos personas y que pasa por las fases de la ilusión, la esperanza, la alegría, la transición, el puteo y finalmente el perdón y la aceptación.

Creo que esta película es de las que dejan huella en la memoria. No sólo porque es una película elaborada con sentida autenticidad, sino por expresar tan sabiamente el puro horror de la soledad, la emoción que puede significar cualquier contacto humano por mínimo que sea, cuando se está tan absolutamente abandonado de todo y de todos. Porque existen muchos miedos entre nosotros, pero el miedo a estar solos es quizás uno de los más intoxicantes; "Mary and Max" es toda una lección de porqué algunas personas están dispuestas a todo por tener y conservar a un amigo.

Y como no todo va a ser emoción a flor de piel, aún encima redondean la jugada con un trabajo de animación en plastilina increíble (no hay suficientes ojos para captar toda la minuciosidad de los detalles plasmados) y unos toques de humor negro, negrísimo, supongo que a juego con las tristes existencias de sus personajes.

Como ya nos queda poco para pasar al 2010, ya voy diciendo que "Mary and Max" se sitúa entre lo mejor del cine visto en el año que nos ocupa. También se convierte en una cita imprescindible para cualquier devoto del género, porque hablamos de la que quizás vaya a ser la gran obra maestra de animación adulta de los últimos tiempos. Recomendable no: imprescindible.
Neathara
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6
3 de enero de 2012
450 de 607 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con tantas notazas y esas credenciales aplastantes que la acompañan, me siento como una Scrooge de la vida al no poder sentir el entusiasmo y la felicidad que parece haber suscitado esta película a lo largo y ancho del mundo cinéfilo.

Acudí con mucha ilusión al cine, con cierto hype -me temo- agrandado por las magníficas críticas y el aplauso de mis amigos. Realmente mi deseo era destilar el apreciado néctar del sense of wonder, tan inusitado en el cine, ya sea el antiguo o el nuevo. Si soy honesta, tengo que confesar que me ACOJONABA salir de la película y que me preguntasen qué tal y tener que contestar: "PUES...PSÉ" y verme objeto del odio y la desaprobación de la entusiasmada platea.

Así que puse toda mi voluntad, aunque reconozco que una importuna sensación de aburrimiento insistió en colarse por las ventanas de mi recia predisposición favorable. Al poco, se sumaron sendos sentimientos de apatía e impaciencia que -presa del pánico- traté de ahogar en mi cubo de palomitas. Osé mirar el reloj, lo que me ganó un reojo indignado de una pareja de ancianos y un codazo virulento del lado de mi pareja. Me entraron ganas de ir al baño, para lo cual debía atravesar una fila completa de personas absortas en la película (y el puto cine estaba lleno).

Volví a mirar el reloj, calculando si podría aguantar la media hora que quedaba del invento. Nuevas miradas indignadas. Salí, me odiaron, me perdí cinco minutos en los cuales el perrito según me dicen había hecho alguna monería. Aliviada por la visita y por haberme ahorrado el rato Timón y Pumba, sigo ascendiendo -contra mi voluntad- hasta el temido "PUES...PSÉ".

Después de la película, entablo una animada discusión conmigo misma y trato de razonar los motivos de mi indiferencia hacia "The Artist". En general, me parece que es simplona, superficialmente bonita y está demasiado pendiente de ser un homenaje. No la siento como una película personal en ningún sentido. Asimismo, si uno ha visto algo de mudo, entenderá que esta película da una imagen muy esquemática y chorra. Hay muchas películas de los años 20 que revisadas hoy, son mil veces más rompedoras que The Artist. Ah, y esto no es un defecto: ¿pero de verdad es tan arriesgada en su propuesta? ¿No ofrece una historia visualmente golosa, apta para público de 8 a 88 años, gente guapa, vestuario bonito, banda sonora emotiva y un perrito monísimo haciendo cabriolas? Vamos, que es muda, pero que no hay nada que no hagan para compensarlo. Para lo que hay que tener huevos es para colar "La cinta blanca" en los Oscar y con 300 críticas en esta página, cuando es un espesito drama dreyeriano sin final cerrado, lento como el discurrir de un caracol y ambientado en un pueblo lleno de gente con cara de conejo.

Me preguntan ¿qué te pareció "The Artist"? Contesto: "Pues...psé". Su impecable realización (sin alma, empero) y alguna escena resuelta con imaginación bien merecen el aprobado, pero tampoco mucho más.
Neathara
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8
3 de febrero de 2009
444 de 597 usuarios han encontrado esta crítica útil
Oskar tiene doce años y se siente completamente solo. Eli aparenta doce años y está completamente sola.

(Noche blanca)

Oskar colecciona recortes sobre asesinatos en la prensa. Eli los provoca.

(Sangre negra)

Los ojos de Oskar han vivido doce años. Los ojos de Eli han visto transcurrir las centurias.

(Nieve roja)

Oskar es tímido. Eli es terrorífica. Oskar es humano. Eli es un vampiro. Oskar ama a Eli. Eli ama a Oskar.

Ellos os enseñarán que no hay que tener miedo a la naturaleza de lo que se ama.

Sólo a su ausencia.
Neathara
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