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Voto de Maldito Bastardo:
7
7,9
117.471
Animación. Fantástico. Aventuras. Comedia. Infantil
Cuando su dueño Andy se prepara para ir a la universidad, el vaquero Woody, el astronauta Buzz y el resto de sus amigos juguetes comienzan a preocuparse por su incierto futuro. Efectivamente todos acaban en una guardería, donde por ejemplo la muñeca Barbie conocerá al guapo Ken. Esta reunión de nuestros amigos con otros nuevos juguetes no será sino el principio de una serie de trepidantes y divertidas aventuras. (FILMAFFINITY)
24 de julio de 2010
130 de 181 usuarios han encontrado esta crítica útil
Odio la saga “Toy Story” pero un mensaje, con un escueto texto «CINE PROYECCIONES 11:30», me confirmaba que me habían invitado a verla en su preestreno.
¿Quién podría decirme que en la recta final de “Toy Story 3” tendría los ojos al borde del vómito de lágrimas y mi labio inferior tembloroso por la emoción contenida? Unos juguetes inertes estaban atravesando mi bastardo corazón pero en esa sala los únicos que nos reíamos, gritábamos y nos emocionábamos éramos los mayores. Auque el drama real era provocado por el pegajoso suelo. ¡Al parecer la sala no había sido limpiada! Desconozco qué se derramó la noche anterior pero su contacto provocaba una adhesión repulsiva y puedo aseverar que “Toy Story 3” ha sido la primera película que me ‘elevó’ del suelo durante todo su metraje.
El filme de Lee Unkrich es lo más emocionante, en formato largo, que he visto de Pixar junto a “Up”. No es que sea original porque simplemente traslada, como hizo anteriormente, el universo humano al entorno de los juguetes… pero se forman, en esa desbordante eternidad de los mismos y su miedo a la extinción, los elementos básicos para captar mi atención y admiración.
La creación de Pixar se convierte en una utopía digi-plástica-fordiana. Desde el western inicial con retazos y explosiones de imaginación hiperbólica, pasando a un drama crepuscular y una revisión descacharrante desde “Frankenstein” a “Prison Break” en una guardería que parece un cruce de Pleasant Valley y Guantánamo.
Incluye la historia de amor más imposible del cine contemporáneo: él lleva fular y es un fashion victim afeminado; ella lleva calentadores y no ha salido todavía de una depresión provocada por una ruptura con su anterior pareja, una niña de doce años que le dejó tirada por la ávida lectura del Super Pop. Ambos son asexuales (y castrados de fábrica al ser juguetes infantiles) y esperan un taladro o un apéndice plástico que dote de otro tipo de vida a sus caderas.
Todos sus personajes se enfrentan a un terrible punto de giro en su aparente eternidad. Su destino, al no envejecer, supone un contrapunto para el objeto de su creación y pasa por ser objeto de subasta en eBay, guardados en un polvoriento baúl a modo de sepulcro eterno o ser las estrellas de una orgía infantil que les despiece y les arrebate su plástica vida. Todo su despliegue conforma una perversa genialidad de puras fragancias aterradoras para un engañado público infantil que se verá adherido por sus multitudinarios colores. Porque “Toy Story 3” confirma la madurez de Pixar y el ascenso de ese suelo pegajoso llamado Disney. Pienso en esos instantes tan dramáticos y aterradores, donde los juguetes se enfrentan a una salpicadura de emociones que desconocían, y se aferran a una vida donde lo inerte da paso a lo perenne.
Me pregunto si alguien hablará de nosotros cuando hayamos muerto. De los protagonistas de “Toy Story 3” seguro. Cómo odio la saga “Toy Story”.
¿Quién podría decirme que en la recta final de “Toy Story 3” tendría los ojos al borde del vómito de lágrimas y mi labio inferior tembloroso por la emoción contenida? Unos juguetes inertes estaban atravesando mi bastardo corazón pero en esa sala los únicos que nos reíamos, gritábamos y nos emocionábamos éramos los mayores. Auque el drama real era provocado por el pegajoso suelo. ¡Al parecer la sala no había sido limpiada! Desconozco qué se derramó la noche anterior pero su contacto provocaba una adhesión repulsiva y puedo aseverar que “Toy Story 3” ha sido la primera película que me ‘elevó’ del suelo durante todo su metraje.
El filme de Lee Unkrich es lo más emocionante, en formato largo, que he visto de Pixar junto a “Up”. No es que sea original porque simplemente traslada, como hizo anteriormente, el universo humano al entorno de los juguetes… pero se forman, en esa desbordante eternidad de los mismos y su miedo a la extinción, los elementos básicos para captar mi atención y admiración.
La creación de Pixar se convierte en una utopía digi-plástica-fordiana. Desde el western inicial con retazos y explosiones de imaginación hiperbólica, pasando a un drama crepuscular y una revisión descacharrante desde “Frankenstein” a “Prison Break” en una guardería que parece un cruce de Pleasant Valley y Guantánamo.
Incluye la historia de amor más imposible del cine contemporáneo: él lleva fular y es un fashion victim afeminado; ella lleva calentadores y no ha salido todavía de una depresión provocada por una ruptura con su anterior pareja, una niña de doce años que le dejó tirada por la ávida lectura del Super Pop. Ambos son asexuales (y castrados de fábrica al ser juguetes infantiles) y esperan un taladro o un apéndice plástico que dote de otro tipo de vida a sus caderas.
Todos sus personajes se enfrentan a un terrible punto de giro en su aparente eternidad. Su destino, al no envejecer, supone un contrapunto para el objeto de su creación y pasa por ser objeto de subasta en eBay, guardados en un polvoriento baúl a modo de sepulcro eterno o ser las estrellas de una orgía infantil que les despiece y les arrebate su plástica vida. Todo su despliegue conforma una perversa genialidad de puras fragancias aterradoras para un engañado público infantil que se verá adherido por sus multitudinarios colores. Porque “Toy Story 3” confirma la madurez de Pixar y el ascenso de ese suelo pegajoso llamado Disney. Pienso en esos instantes tan dramáticos y aterradores, donde los juguetes se enfrentan a una salpicadura de emociones que desconocían, y se aferran a una vida donde lo inerte da paso a lo perenne.
Me pregunto si alguien hablará de nosotros cuando hayamos muerto. De los protagonistas de “Toy Story 3” seguro. Cómo odio la saga “Toy Story”.