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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
10
23 de septiembre de 2011
30 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comentaba a la salida del cine con mi buen amigo Jorge el manchadito que se gasta Coronado; más de la mitad de ron Havana y, aunque solo sea para guardar las formas, un ligero toque de cola.

Un comienzo espectacular, digno del mejor cine de no se sabe que género, sensacional, magistral. Se nos presenta la tónica (más bien cubata) dominante a lo largo del filme. Una fotografía de tonos oscuros, una música intrigante y una presentación en apariencia pausada que pronto estalla en una acción frenética de los acontecimientos con muchos tiros y violencia precisos.

Por no hablar de Santos Trinidad. Un individuo solitario, de corte existencialista, y con un pasado incierto, cuanto menos tortuoso, a juzgar por su inclinación a la evasión y las emociones fuertes para olvidar. No es, desde luego, un policía al uso. Se hace indisociable su reminiscencia con el Harry Callahan de toda la vida: obra de acuerdo con sus propios juicios, se salta la cadena de mando para ejecutarlos y hasta mata para lograrlo. Y hasta se ensalza esta forma de proceder. No será la mas legal, pero sí la más lícita para lograr acabar con los malos.

Y si entre los malos está el propio Coronado, que mejor que acabar también con su vida. Si el descanso moral de la conciencia no se le permite, porque no hay paz para los malvados, solo queda acabar con el sufrimiento como solo un policía sabe hacerlo.

Todo ello equipado y armado de una sutil y sibilina crítica a la ignorancia de las autoridades al desconocer el operativo terrorista, una breve reflexión sobre la libertad (de cómo esta virtud mal entendida puede ser constitutiva de la esclavitud) y unas magníficas interpretaciones, cada una de ellas en su sitio, guiadas por tomas originales y certeras.

Sirva esta reseña como aperitivo para hacerse después, si le place, con un 38 o una recortada. No son una Magum 44, pero matan mucho y bien.
ferbovi
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8
17 de diciembre de 2010
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vale que el argumento ya era por todos conocido, que el final era más que previsible, pero atendamos a lo más importante de la película, centrémonos en su contenido.

Si algo queda claro en "Tron 2" es el respeto hacia el Creador, figura a la que el largometraje se dirige pensando tanto en el mundo informático como el real. La incapacidad del ser humano de crear una realidad perfecta le hace comprender su dependencia de otro ser superior que a otorgado vida a esos "isos" representantes de la humanidad. Esta creación escapa a la comprensión de Flynn, que ve en estos seres el misterio e inintegibilidad de su Creador. El mundo de la ficción creado por su voluntad no es comparable al de un Creador más grande que dota a la realidad de belleza, verdad y bondad, en el que los diferentes Clu son vencidos.

Quorra ha sabido valorar y apreciar este don sorprendiéndose por la realidad (el simple, pero suficiente Sol, otra alegoría al Creador) y amándola (Sam); Lisberger primero, y Kosinski después, también. Sigamos su ejemplo.

Sobre la forma: magnífico el 3D, nada forzado, incluso en la digitalización de Bridges joven (tal vez una pizca al final). Se nota que es una película creada y pensada para las tres dimensiones. Es satisfactorio comprobar la recuperación del estilo musical de su predecesora y aunque no sorprendan, se agradecen algunas incorporaciones, como las aeronaves y algunas armas nuevas. Buena la iterpretación de Olivia, llega a plasmar la inocencia del niño, de aquel que aun no ha descubierto la realidad, sus miradas dicen mucho sobre su aprecio por Sam. Bridges empieza a cansar con su rollo Zen de maestro ninja intelectual.
ferbovi
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7
27 de enero de 2012
13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por defender la verdad; por intentar liberar a su pueblo del yugo de la mentira; por frenar la explotación y violencia contra los trabajadores y sus familias; por luchar por la dignidad del ser humano... Por todo eso y por ser beato, por ser siervo de Dios y propagar su amor en Polonia, Jerzy Popieluszko fue asesinado, muerto y arrojado a las aguas del Vístula tras ser martirizado brutalmente por tres oficiales de la policía comunista.

Fue, sin duda, el más odiado y querido a un tiempo. El más amado por un pueblo que nunca temió expresar su religiosidad y se sintió orgulloso de ser católico. El más odiado por un Partido Socialista que nunca comprendió, dada la debilidad física del padre Jerzy, el origen de sus fuerzas, pues tampoco entendió que su poder de convocatoria y su carisma procedían del aliento de esperanza y Gracia que el Espíritu Santo le infundió.

“Popieluszko” es una película que, pese a las faltas técnicas que se le puedan achacar, cumple perfectamente con el reflejo manifiesto que se halla presente en cada acto del beato: la intención de hacernos partícipes de la Verdad, de convertirnos en apóstoles de Cristo. Un largometraje de plena actualidad, no solo por su analogía presente con Cuba o China, sino porque el peor enemigo de la autenticidad que podremos hallar, ahora y siempre, no es el Estado opresor ni la coacción política, sino nuestro propio miedo. Superarlo es nuestra meta como hijos de Dios, y sacrificarnos por Él y por la patria es, en palabras de Popieluszko, el mayor orgullo de un católico.
ferbovi
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7
18 de septiembre de 2013
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay algo que, por exceso o por defecto, acaba con el amor. Más bien nos hace pensar que lo experimentamos, si bien no es más que un engaño y una ilusión (a veces ni eso). El deseo, tanto como sed insaciable sin ápice de entrega, como extirpado de nuestra raíz por pretenderse un amor puro (imposible de lograr), es inhumano. El exceso y el defecto de deseo son las dos caras de un mismo amor truncado, doblado sobre sí mismo, y la clave interpretativa de Thérèse Desqueyroux.

Es también la clave interpretativa de todo un periodo de pudrimiento de la conciencia y de las relaciones humanas, nacido a finales del siglo XIX e inmortalizado de forma inigualable por Proust en su monumental obra, y que vuelve a ser recuperada por François Mauriac (con todas las vinculaciones que guarda este libro con su atribulada obra y su sufrimiento vital –a pesar, o a causa, de ser católico, pero también hijo de su tiempo) en la obra homónima en la que se basa el filme.

El director, Claude Miller, vuelve a recuperar de manera póstuma para la gran pantalla (falleció en abril de 2012), tras aquella primera adaptación de 1962 del también francés George Franju, esta dramática sustitución del amor por el deseo y sus consecuencias, sentidas sobremanera en la triste y ya apagada burguesía del siglo XX en adelante, y que hoy padecemos con verdadero nihilismo vital todos los que, como los protagonistas de esta obra, guardamos silencio para refugiarnos en nuestro yo y complacerlo (sin importar los demás, excepto para mostrarles un falso amor).

No es apto para todos los públicos este remake, no solo por la densa trama intelectual, sino también por su ritmo lento, aunque, en cualquier caso, no agotador. Thérèse Desqueyroux cuenta con un reparto impecable y una fotografía más que correcta. Una Audrey Tautou que nada tiene que ver con la, creo que no muy justamente aclamada, Amelie, con un registro expresivo magistral; y un Gilles Lellouche perfecto para el papel desempeñado. Interiores geniales, marinas realmente evocadoras, y paisajes correctos en una cinta desoladora por asistir al nacimiento de la destrucción del hombre.

https://www.hombreencamino.com/category/cine/estrenos/
ferbovi
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9
10 de mayo de 2011
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un regalo de los que ya no se hacen. La atracción hacia este intrigante thriller va aumentando conforme se desarrolla la trama, con un comisario cada vez más interesante que acompañado por magníficas y originales tomas nos atrapa en sus cavilaciones criminales y sobre todo sociales y morales.

El crimen es tan solo una excusa para una brillante exposición de los postulados posmodernos, mientras se dispone a su exploración y solución. El primero de ellos, la archiconocida ausencia del padre. Ninguna de las figuras paternas en el largometraje conoce realmente a sus hijos. Ni el padre de la fallecida Ana conocía sus secretos y afectos más íntimos, ni los progenitores de Angelo no lograban comprender a su difícil y complejo hijo más allá que la anterior y, lo que es más importante, el propio comisario descubre la gran distancia que lo separa de su hija y el peligro que corre de que se repita la historia (genial la epifanía de los sucesivos acercamientos y alejamientos que se muestran en la escena doméstica con abrazos y enfados, respectivamente).

El problema ético es perfectamente resuelto. La redención del padre se lleva a cabo a través de la figura del comisario, descubriendo la justa verdad que encierra el caso, arrepintiéndose del alejamiento al que ha condenado a la hija (muy bien retratado al final de la película en un brillante e ingenioso diálogo con la fiscal en el que se arrepiente simbólicamente de no haber estado presente en el parto de su hija) y defendiendo en todo momento lo que desde el principio entendió como la verdad cuando pronuncia la frase lapidaria de "todos tenemos un padre".

La otra gran figura de la película es Ana, quien será la protagonista junto con el comisario a pesar de estar muerta la casi totalidad del film. Es el icono que nos propone la pureza de espíritu y por eso la persona incomprendida dentro de un mundo que no entiende que se pueda ser fiel a la verdad. Su propio novio se refiere al tema sexual indicando que haber dicho que no mantenía relaciones con Ana hubiera sido ser condenado al calificativo de loco. Un ángel de la guarda de la inocencia, que cuidará de Angelo sacrificándose por él hasta darlo todo: la vida. Otorga su bien más preciado para que el relevo, otro defensor de la bondad, el comisario, termine por hacer justicia.

Fantástico el tono humorístico de ciertas escenas, siempre elegante y sutil. Muy buenas actuaciones en un entorno que a pesar de su profundidad social no pierde su esencia policial, con una música un tanto original con ciertas reminiscencias detectivescas muy acordes con la estética del largometraje. Además, un contraste magnífico entre la belleza de Ana y la crudeza de su muerte; serena como lo fue su vida, en paz por haber cumplido con su ser.

Y esa sonrisa final...
ferbovi
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