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Análisis

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¿Es posible crear un ‘muro de Berlín’ para separar del todo a Colombia y Venezuela? La radical propuesta de Fernando Arias

La obra del artista colombiano toca las partes más sensibles de la relación de los dos países.

El muro que construyó Fernando Arias en el Museo Norte de Santander y ciudad de Cúcuta es la metáfora perfecta para hablar de las relaciones entre Venezuela y Colombia.

El muro que construyó Fernando Arias en el Museo Norte de Santander y ciudad de Cúcuta es la metáfora perfecta para hablar de las relaciones entre Venezuela y Colombia. Foto: Fernando Gómez

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DIRECTOR DE REVISTA BOCAS Y LECTURAS. EDITOR DE CULTURA DE EL TIEMPOActualizado:

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Son apenas unos pasos, una cuadra, o menos; atravesar el Puente Internacional Simón Bolívar y pisar San Antonio del Táchira no toma más de tres o cuatro minutos a buen paso. No hay ningún cambio notable. Es el mismo aire, la misma tierra, el mismo viento y las mismas caras de Cúcuta, “fue un cierre traumático”, me dice Alex Brahim, el curador y creador del programa Juntos Aparte.
Brahim es una extraña y desbocada fuerza de la naturaleza. Las exposiciones que ha montado en Cúcuta tienen la calidad que tienen las mejores salas de Bogotá, y con una terquedad admirable ha logrado que la capital de Norte de Santander haya tenido muestras de artistas de la talla de Antonio Caro, Teresa Margolles o Alexander Apóstol y que luego esas muestras terminen en los Estados Unidos, en España o en Buenos Aires. Y ahora tiene la exposición de Fernando Arias. Y por eso vamos y volvemos por el puente Simón Bolívar. Brahim me enseña el suelo naranja arcilloso de la ciudad, me enseña el edificio de La Bagatela, el Museo Santander y el lugar donde se firmó la Constitución de 1821 y, sobre todo, la distancia simbólica entre Venezuela y Colombia, “para los bogotanos, para la gente del interior, el cierre de la frontera no significa lo que significa para nosotros, todos tenemos amigos, familiares y una vida intensa al otro lado de la frontera; nuestros recuerdos están en un lado y otro”, me dice tras darle un sorbo a una Maltín Polar. “Y Cúcuta no es una ciudad pequeña: tiene cerca de un millón de habitantes”, insiste.
El curador Alex Brahim (derecha) afirma que la historia personal de Cúcuta y San Antonio del Táchira es totalmente íntima. Los habitantes de lado y lado tienen una historia en común.

El curador Alex Brahim (derecha) afirma que la historia personal de Cúcuta y San Antonio del Táchira es totalmente íntima. Los habitantes de lado y lado del puente tienen una historia en común. Foto:Jeimy Castillo

Fernando Arias –por invitación de Brahim– viajó a Cúcuta por primera vez en 2019; el cierre de frontera era una realidad e incluso tomar fotos era algo cercano al delito, “había unos contenedores pintados con la bandera de Venezuela impidiendo el paso de vehículos”, recuerda Arias, “tomé unas fotos y me quitaron la memoria de la cámara”. Arias tomó nota de todo; las trochas; el suelo; la relación histórica y afectiva de un lado a otro y –mientras desarrollaba la obra– llegó el Covid 19 y la pieza que tenía en mente tomó forma lentamente, “se cocinó”, dice.
Los visitantes del Museo no pueden evitar tocar el muro y revivir sus recuerdos de frontera.

Los visitantes del Museo no pueden evitar tocar el muro y revivir sus recuerdos de frontera. Foto:Fernando Gómez

La sala principal del Museo Norte de Santander y ciudad de Cúcuta tiene unos 10 metros de largo y es el escenario de una obra que resume todas las tensiones que han vivido en Cúcuta y San Antonio del Táchira en los últimos años: Arias levantó un muro de ladrillo del piso al techo en diagonal. El golpe es brutal. No hay que pensar demasiado ni leer ningún texto para entender la obra. Es la obviedad del dolor y del absurdo.
Arias recuerda los días de montaje de la obra, con artistas locales, amigos y gente de la región que, mientras ponía cada ladrillo, sentía o recordaba el peso de una historia. El ladrillo, más allá de la naturaleza del muro, tiene una historia detrás: la arcilla es un material local y los paramilitares –en su momento– ordenaron la construcción de hornos crematorios para desaparecer a sus víctimas y luego sacaron a la gente de sus pueblos.
Fernando Arias también hizo un video de la forma en que se hacen los ladrillos.

Fernando Arias también hizo un video de la forma en que se hacen los ladrillos. Foto:Fernando Gómez

Arias trabajó con chircaleros locales para la construcción de cada ladrillo de su muro y hay un video –en una sala aparte– que muestra el trabajo de los obreros. En otra sala alterna hay un video más con el fuego del horno que, cada tanto, según el incansable Brahim, deja ver el amarillo de la bandera de los dos países.
El museo tiene un patio interior y, desde ese patio, es posible ver el otro lado del muro que construyó Arias. En la inauguración, una pareja se separó por el otro lado, ambos trataban de hablar entre los ladrillos y no se oían, Fernando habló más tarde con ellos y le dijeron: “así nos sentíamos todo ese tiempo”. 
El muro puede verse del otro lado desde el patio del museo.

El muro puede verse del otro lado desde el patio del museo. Foto:Fernando Gómez

Los seis mil ladrillos del muro –que se desmonta el 20 de julio– tienen un fin que va más allá de los escombros: son para la casa de una de las mujeres que ha acompañado en diferentes oficios a los artistas de Cúcuta en los últimos años. Los ladrillos, finalmente, deberían ser solo para eso. 
FERNANDO GÓMEZ ECHEVERRI

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