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Batalla de Lagunillas

Batalla de Lagunillas
Guerra de Arauco
Parte de Guerra de Arauco

Españoles guerreando con los mapuches.
Fecha 8 de noviembre de 1557
Lugar Lagunillas, en la ribera sur del río Biobío cerca de su desembocadura
Coordenadas 36°50′50″S 73°05′41″O / -36.8472, -73.0947
Resultado Victoria española táctica
Beligerantes
Imperio español Mapuches
Comandantes
García Hurtado de Mendoza Turcupichun [1]
Fuerzas en combate
600 españoles[2][3]
4.000 yanaconas[4]
5 piezas de artillería[3]
Estimación antigua:
8.000-12.000[5]
Estimación moderna:
5.000[2]
Bajas
Dos españoles muertos,[6]​ muchos españoles heridos, más algunos caballos lesionados, pérdida de muchos auxiliares.[7] 300 muertos y 150 prisioneros[8]

La Batalla de Lagunillas fue una batalla enmarcada en la guerra de Arauco, acaecida el 8 de noviembre de 1557 en las cercanías de Concepción.

Desarrollo

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Este encuentro bélico se realizó en Lagunillas,[9]​ cuando 600 soldados españoles al mando de García Hurtado de Mendoza se aprontaban a acampar en este lugar caracterizado por ser pantanoso. El tener cubierto los flancos con accidentes naturales era una efectiva defensa natural, ante cualquier ataque indígena. De pronto aparecieron los araucanos en grandes cantidades al mando del toqui Galvarino, gritando ¡aina!, ¡aina! (mapudungún: ¡rápido!,¡rápido!) iniciando un arrollador ataque, que en un primer momento les fue favorable dada la confusión del ataque y la extrema violencia del combate. Particular valentía demostró el toqui Rengo que a mazazos derribaba españoles y yanaconas. Su ímpetu lo llevó a adelantarse demasiado y cuando los hispanos se recuperaron, lo arrinconaron haciéndole retroceder y meterse en el pantano, donde el barro le llegaba a la cintura, seguía luchando con gran bravura y malherido, salvó de morir gracias a la oportuna llegada de sus hombres a socorrerlo. La arremetida tuvo tal estruendo entre mazos, lanzas y espadas, que don Alonso de Ercilla que se encontraba combatiendo, lo describió más tarde en la Araucana:

Jamás los alemanes combatieron así de firme a firme y frente a frente. Ni mano a mano dando y recibiendo golpes sin descanzare manteniente. Un bando dando y otro que vinieron a estar así en el cieno estrechamente. Que echar un paso atrás no podían y dando a prisa a prisa recibían.

Finaliza el Combate

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Gracias a la inmensa asimetría del armamento defensivo (corazas y armaduras), ofensivo (arcabuces) los españoles lograron rehacerse, aunque las repetidas cargas de caballería no lograron desalojar de sus posiciones a los mapuches, encontrándose éstos, en un bosque protegido por ciénagas y pantanos.

El combate terminó indeciso, aunque se tomaron numerosos prisioneros, entre ellos, numerosos jefes mapuches.

Cae prisionero Galvarino

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Aquí cayó prisionero el toqui Galvarino a quien Hurtado de Mendoza ordenó mutilarlo. Salvaje costumbre de la época, que el toqui aceptó y en un acto de soberbia valentía, inclinó su cabeza sobre el tronco del suplicio, para que se decapitara. Impresionado Hurtado de Mendoza ordenó perdonarle la vida y enviarlo a su tribu como escarmiento que atenuara los ímpetus bélicos de su pueblo. Cual no sería el desencanto del Gobernador, cuando Galvarino agredió violentamente al verdugo y lanzando insultos y amenazas a los huincas, se alejó. No para intimidar a sus conas, si no para arengarles en las futuras batallas.

"No hay datos que permitan estimar las pérdidas de los mapuches. Se sabe que los españoles hicieron a algunos prisioneros. Fray Gil González de San Nicolás, en una carta al concejo de indias, refiere las atrocidades que don García cometió con ellos. Sin embargo el suplicio de Galvarino esta confirmado por otros documentos. En vista del fracaso de las medidas humanitarias, don García quiso escarmentar a los mapuches por el terror. Alonso de Ercilla ha contado el inhumano suplicio en las 10 estrofas últimas del canto XXII de La Araucana. Lo hemos referido, al bosquejar el estoicismo heroico del alma Araucana. Ordenó don García cortarle las dos manos. Galvarino soporto el suplicio sin proferir una queja y conservando en su rostro inmutable serenidad. Pidió, en seguida, que se le matará, sabiéndose ya inútil como guerrero, y en vista que ya no se le oía su ruego, estallo su cólera en insultos a sus verdugos, y cambiando de resolución, corrió a los suyos para exhortarlos a la lucha y a la venganza.
"El suplicio de Galvarino, Historia de Chile de Francisco Encina.

Véase también

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Referencias y notas de pie

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  1. Diego de Rosales, “Historia General del Reino de Chile”, Flandes Indiano , Tomo II, Capitulo XII, XIII, XIV.
  2. a b Francisco Antonio Encina & Leopoldo Castedo (2006). Historia de Chile. Descubrimiento y Conquista. Tomo I. Santiago de Chile: Editorial Santiago, pp. 41. ISBN 956-8402-69-1.
  3. a b Vivar, Crónica y relación ..., Capítulo CXXXII; Lobera,Historia de Chile, Libro 2 Capítulo III, 600 soldados españoles
  4. Arana,Historia general de Chile, Tomo II, Parte II, Capítulo XVII. Incluyendo tanto a incas, picunches como renohueleños sometidos.
  5. Vivar, Crónica y relación ..., Capítulo CXXXII, "doce mil indios" ; Marmolejo, Historia... , Capítulo XXV, "ocho mil indios"
  6. de Lobera, Cap. VI:"entre tanta multitud de difuntos solos dos eran españoles"
  7. Goyeneche, Tomo I, Cap. I
  8. Vivar, Crónica y relación ..., Capítulo CXXXII
  9. Entre la laguna de San Pedro y el río Biobío

Bibliografía

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Enlaces externos

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