Oña, Pedro de. Angol (Chile), 1570 – Lima (Perú), c. 1650. Poeta, corregidor.
Nació en Angol, también llamada Ciudad de los Confines, y fue hijo del capitán Gregorio de Oña, natural de Burgos, quien fue muerto con otros siete soldados el año 1570 entre Angol y La Imperial, en el valle de Termallén, en una sorpresa que le dieron los indios. Fue su madre Isabel de Acurcio y tuvo dos hermanos mayores, Gregorio, que murió muy joven, y Baltasara, que fue monja.
De los primeros años de Pedro de Oña no hay noticias. Sólo en 1590, cuando ya cumplió los veinte años, es posible encontrar algún dato suyo. La única referencia a estos años oscuros está en un verso de su pluma, en que dice que vivió en la frontera, muy inmediato a los indígenas, donde pudo aprender su lengua y costumbres.
En 1590 era colegial del Real Colegio Mayor de San Felipe y San Marcos de Lima. Dice Medina que al ingresar a las aulas de la Universidad limeña “era ya bastante adelantado en otros conocimientos y aún no de mayor edad”. En una nota asentada en el primer libro de matrícula de la Universidad de San Marcos (fs. 11) se lee: “En los Reyes, en ocho días del mes de agosto de mil quinientos noventa años, se matricularon para el primer curso de Artes, Pedro de Oña e Francisco Rodríguez, etc., los cuales juraron la obediencia al rector, e trajeron cédulas de examen”. De esta frase parece desprenderse que Oña había rendido en esa fecha todas las pruebas que se exigían para poder inscribirse en los cursos superiores.
En el Catálogo de los Colegiales que hubo en el Real de San Martín desde el día 1 de agosto de 1582 en que se fundó, hasta el 12 de enero de 1771, volumen en folio que existe en el Archivo Histórico Nacional (Madrid), se lee que (n.º 28) Pedro de Oña, de Angol, en Chile, entró en 1 de junio de 1590, de veinte años. Fue muy erudito y escribió los poemas intitulados El Ignacio de Cantabria, El Arauco Domado y El Vasauro.
Desde aquí puede seguirse, casi paso a paso, la carrera literaria de Pedro de Oña. En 1591 se matriculó para el segundo curso de Artes, y al año siguiente para el tercer curso de Artes. Dice Medina que, con certeza, el joven estudiante debió de pasearse por las calles de la Ciudad de los Reyes luciendo el manteo y bonete que los bachilleres de la Facultad de Artes debían cargar, según disposiciones vigentes.
Pero, no eran sólo las letras las que atraían su atención. También inició los estudios de Teología, que eran complemento indispensable del buen saber y de la ilustración de aquella época. No se sabe si continuó estos estudios. Sí se sabe que debió de graduarse de licenciado en Artes antes de 1596. Su aspecto físico era el de un joven de veinticinco años, de facciones correctas, con un mostacho que le cubría la boca demasiado pequeña y con una prematura calvicie que le daba cierta gravedad.
En 1596 salió a la luz en Lima su Arauco Domado, escrito a razón de veinte octavas al día, conforme a un nuevo estilo, y dedicado al hijo primogénito del virrey marqués de Cañete, García Hurtado de Mendoza. Parece que Oña tuvo la intención de publicar una segunda parte de su Arauco Domado, pero jamás ella salió de las prensas.
Oña era un hombre religioso y no comprendía que en la vida humana hubiese más anhelo que el de servir al Rey y sacrificarse por sus intereses. Cuando aún trabajaba en su poema citado, tuvo una violenta controversia literaria con un tal Sampayo que pretendía ser de los pocos poetas destinados al Parnaso. El licenciado Oña se irritó ante semejante atentado y dirigió al audaz Sampayo un soneto satírico, ocultando su nombre. Respondió el aludido y se armó la disputa, pero Oña llevó la peor parte, pues su contradictor lo obligó a aceptar que ambos merecían igual honor. Esta contienda vino a demostrar que la musa del poeta de Arauco estaba muy distante del género satírico, al que no volvería.
En marzo de 1596 se hallaba ya casado y se embarcaba con su mujer para ir a servir como corregidor de Jaén, cargo que le había conseguido la munificencia del marqués de Cañete, seguramente agradecido por sus alabanzas. No se sabe cuánto tiempo permaneció Oña en España, pero en 1606 estaba de regreso, viajando entre Santiago del Estero y Córdoba del Tucumán.
En un libro aparecido en Lima el año de 1602, titulado Constituciones y Ordenanzas de la Real Universidad de San Marcos, se registra una composición del poeta chileno, que es un Soneto en honor de la florentísima Universidad de los Reyes, dedicada al glorioso evangelista San Marcos. También fue autor Oña de un poema laudatorio, de pobre calidad, publicado en los preliminares de la obra de Diego Mejía titulada Primera Parte del Parnaso Antártico de Obras Amatorias, publicada en Sevilla en 1609. Ese mismo año hubo un terremoto que sacudió a la ciudad de los Reyes, y Pedro de Oña compuso un poema titulado El temblor de tierra de Lima que aunque no ha llegado hasta nosotros, se sabe que se componía de un solo canto y estaba dividido en octavas, según dice Cayetano Rosell.
Oña se ocupó, después, en la redacción de su poema religioso El Ignacio de Cantabria, composición poética de alto estilo.
Circulaba un libro impreso en Lima en 1629 titulado Vida, virtudes y milagros del santo padre Fr. Francisco Solano. Era su autor el padre fray Alonso Mendieta, quien deseaba sacar una segunda muestra de la obra, con nuevas adiciones, y quien pidió a Pedro de Oña una pieza poética para la introducción. Pronto se vieron adornadas las primeras páginas de la edición proyectada, con una Canción Real del Licenciado Pedro de Oña, en que se recogen las excelencias del santo. El autor hace hablar al río Rimac con el Tíber de Roma. Tenía Oña en ese instante setenta y tres años.
Fue Oña, sin duda, el poeta más grande que tuvo Chile durante la época de su dependencia de España, Fue, además, un hombre de carácter bondadoso, honrado, sencillo, amante de su patria y de su familia.
Varios son los autores que han escrito sobre la vida de Oña, todos ellos mencionados por Medina en su Historia de la Literatura Colonial de Chile. El mismo autor dice que, con posterioridad a la publicación de esa obra, se ha descubierto otro poema manuscrito de Pedro de Oña, titulado El Vasauro, cuyo manuscrito pertenece al Museo Bibliográfico de la Biblioteca Nacional de Chile, y que fue publicado en 1941.
Es autor de la Primera Parte de El Arauco Domado [...], impreso en la Ciudad de los Reyes (Lima) en 1596; Arauco Domado (1605); El Temblor de Lima, poema en octavas (1609); El Ignacio de Cantabria, cuya primera parte fue publicada en Sevilla en 1639, y en fecha más reciente en Chile en 1992. Otra obra de Pedro de Oña fue El Vasauro, cuyo manuscrito se conservaba en el Museo Bibliográfico de la Biblioteca Nacional de Chile y que fue publicado por primera vez, con introducción y notas del doctor Rodolfo Oroz, en Chile en 1941.
Obras de ~: Primera Parte de El Arauco Domado [...], Lima, A. Ricardo, 1596; Arauco Domado, Madrid, Imprenta Juan de la Cuesta, 1605; El Temblor de Lima, Lima, Imprenta Francisco del Canto, 1609; El Ignacio de Cantabria, ed. crítica de M. Ferreccio, G. Muñoz y M. Rodríguez, Santiago, Chile, Biblioteca Antigua Chilena n.° 3, por la Biblioteca Nacional, Universidad de Concepción, Fundación Andes y Seminario de Filología Hispánica, Editorial Universitaria, 1992; El Vasauro, Santiago de Chile, Prensas de la Universidad de Chile, 1941.
Bibl.: J. T. Medina, Diccionario Biográfico Colonial de Chile, Santiago, Imprenta Elzeviriana, 1905, pág. 605; Biblioteca Hispano-Chilena, 1523-1817, Santiago de Chile, Fondo Histórico y Bibliográfico J. T. Medina, 1963 (ed. facs.); R. Gullón (dir.), Diccionario de Literatura Española e Hispanoamericana, Madrid, Alianza Editorial, 1993.
Sergio Martínez Baeza