La guerra es uno de los recursos por los cuales los personajes y las tramas alcanzan un sentido magnífico. Algo de sinsabor ocurre cuando se dice algo como eso, pues es indignante que una de las plazas en la que mejor se concretan las historias es en la plaza de la batalla. Cómo desafía la vida, cómo cuestiona todos los valores, cómo boicotea lo que parecía tener un sentido y una esperanza definidas. Humanidad y deshumanización aparecen por parejo para plantearnos una reflexión sobre lo que tenemos y somos, sobre lo que la sociedad ha logrado y lo que no se valora, pues para llegar a ciertas épocas otros tuvieron que haber padecido la ignominia.
De todo ello va esta historia, que pide a gritos ser leída, ser revisitada. Los personajes oscilan en sus pasiones y principios y no logran evitar que el destino los una y separe porque sencillamente los campos de batalla así lo han exigido.

Un elemento recurrente en la forma en la que los padres ven a sus hijos es el de la brillantez. A poca edad se les considera brillantes porque hacen cosas que superan las expectativas de sus progenitores. Sin embargo, parece que el camino se pierde en medio de todo. Los niños resultan ser muy buenos, pero en el encuentro con los colegios se van malogrando. Esta película se puede ver como una indicación de ello. La crítica, de todas maneras, puede tener un sentido alternativo, pues el filme quiere contrastar ese elemento de genialidad con la vida cotidiana que tanto puede hacer falta. ¿Cómo conciliar este hecho? ¿Son los niños genios personas signadas para vivir un solo camino?
Más allá del tono sentimental de la película, lo cierto es que estas preguntas son cuestiones pendientes que todo espectador puede deleitarse en disfrutar con el desarrollo de estas vidas.

Las series latinoamericanas han venido creciendo. Sus resultados son habitualmente pobres, con historias que plantean un dramatismo bastante teatral y unos decorados en los que se hace muy poco creíble lo que se está contando. Pero es bueno ir hallando series en las que la historia y los escenarios dan muestras de que todo va creciendo.
Quedo un poco desencantado con el final de esta historia, pero el balance general es positivo. Cada capítulo se disfruta mucho y uno se logra enganchar con los padecimientos y los truculentos movimientos de la trama y los personajes.

Los pueblos latinoamericanos han vivido y padecido el cruce de miradas de las naciones más poderosas. Nada extraño se muestra como contexto de este filme. De hecho, ese recuerdo nos ayuda a reiterar a nuevas generaciones lo que también ocurre hoy en día.
La CIA mostraba sus mañas en toda América evidenciando la condición de tierra heredada que los poderosos tienen sobre las patrias del sur. Esta película es buena por ello, por el cinismo con el que muestra estas garras y cómo el valor del dinero iba trastocando todo lo que acontecía. Las luchas revolucionarias dejaban de ser una lucha del pueblo y para el pueblo; las condiciones de la pobreza y de la ambición se mezclaban para motivar todo tipo de negocio. Barry Seal, el personaje, muy bien interpretado por Tom Cruise, reúne los elementos que hicieron tan envidiable la excentricidad que traía el tráfico de drogas.
La producción es también muy buena, mostrando los escenarios de una Colombia que, aunque han pasado los años, se nota como si nada hubiera cambiado.

No hay voces, no hay diálogos, solo la desmedida naturaleza abanicando la vida del náufrago. Sueño o realidad, fantasía o verdad, surgen aquí, una vez más como motivos de una indagación sobre la esencia de la existencia. La tortue rouge es una mágica puesta en escena de un sueño, el mismo que ha orientado las más encumbradas especulaciones de la literatura y de la filosofía: ¿qué somos? Sin embargo, este relato no tiene el condimento muchas veces amargo del existencialismo, ni tampoco las sutilezas de la posmodernidad, lo que hay es una detallada elaboración de lo que es cada momento de una aventura a la que somos arrojados. Por medio de imágenes todo se va resolviendo para llevar a cada espectador a mirarse de nuevo como un náufrago que busca entender el misterio absoluto de la grandeza y de la pequeñez.