Pedro Pablo Rubens
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Pedro Pablo Rubens. Pintor flamenco. El mayor representante de la pintura barroca. El arte de Rubens está profundamente enraizado en la vida de su pueblo.
Datos biográficos
Nace el 28 de junio de 1577 y sería para sus contemporáneos “el pintor de Amberes”. Pero, justamente, resulta que Rubens no nació en Amberes, sino en Siegen, pequeña ciudad de Westfalia Alemania.
Jan Rubens, su padre, era abogado y funcionario municipal en Amberes. Cuando se convirtió del catolicismo al calvinismo tuvo que abandonar Flandes para exiliarse en Siegen Alemania, donde nació Pablo Rubens. A la muerte de su padre en 1587, su madre regresó con sus hijos a Amberes y volvieron a convertirse al catolicismo.
La escasez económica lo llevó a trabajar como paje para la corte hasta que decidió hacerse pintor. Tenía entonces Pedro Pablo doce años. Su primer aprendizaje artístico fue hacía 1591, con Tobias Verhaecht, un pintor flamenco de paisajes. Después, se formó en el taller de Adam van Noort y en el de Otto van Veen. Todos ellos eran pintores flamencos menores, influidos por el manierismo del siglo XVI de la escuela florentino-romana.
Pasa dos años con este primer maestro y otros tantos con Adam van Noort, para acabar en el taller de Otto Venius, antes de ser recibido en 1598 como miembro de rango superior en la guilda de San Lucas. Nadie podría decir lo que Rubens aprendió de sus maestros, todos ellos pintores honorables pero carentes de genio. Tobias Verhaecht es un paisajista vulgar que pinta también Torres de Babel y escenas del Apocalipsis; por desgracia para él, le toca pintar varias generaciones después de Brueghel el Viejo.
Por su parte, Adam van Noort, que tuvo su momento de gloria durante el siglo pasado cuando se le atribuyeron obras que no eran suyas, es un mediocre seguidor de la escuela romana. En cuando a Otto Venius, el más interesante de los tres, no pasa de ser un anodino imitador de los maestros italianos. Hombre culto y gran conocedor del arte transalpino, debió de acicatear la curiosidad de su alumno e incitarle a que emprendiera cuanto antes su viaje a Italia.
En 1598, a los 21 años, concluye su formación superando el examen de maestro ante la Guilda de San Lucas de Amberes y viaja a Italia para ampliar su formación artística estudiando las obras del Renacimiento. En Venecia se sintió atraído por las obras de Tiziano, Veronés y Tintoretto, que tendrán gran influencia en su producción. Allí conoció a un noble que le recomendó para trabajar en la corte del duque de Mantua, Vincenzo Gonzaga, quien lo contrató durante un periodo de nueve años.
Sólo Brueghel el Viejo saldrá vencedor de la prueba y sabrá resistir a los cantos de las sirenas transalpinas. Rubens hará lo contrario. Su hazaña consistirá en amalgamar los impulsos contradictorios del Norte y del Sur fundiéndolos en un estilo propio.
No parece que Rubens encontrara en Mantua el lugar ideal para su trabajo. Así, gracias a sus maniobras, consigue que le envíen a Roma con pretexto de completar sus estudios. La Ciudad Eterna es por entonces la capital de las artes. Desaparecidos los grandes maestros del Renacimiento, la pintura lanza allí sus últimos grandes destellos c
Con sus pasiones y sus disputas, la vida artística romana conserva aun todo su esplendor. En [[1603[[ el duque de Mantua encarga a Rubens que acompañe un cargamento de regalos que debe entregar al rey de España, Felipe III, y a unos cuantos personajes influyentes. Hay quienes ven en este viaje una misión diplomática. No es ésta la opinión de Rubens, quien se queja, con despecho, de no haber podido siquier a saludar al monarca. Aun así, le cabe la compensación de pintar el retrato ecuestre del primer ministro, el todopoderoso duque de Lerma.
En 1608, el delicado estado de salud de su madre le obligó a regresar a Amberes. Allí se casó con Isabella Brant en 1609, fue considerado el pintor más importante de Flandes y requerido como pintor de corte del archiduque austriaco Alberto y de su esposa, la infanta española Isabel, que gobernaban los Países Bajos como virreyes al servicio del rey de España. Para ellos realizó realizó muchas pinturas, algunas de las cuales eran convenientemente enviadas al rey español Felipe IV. Activo como pintor, pero también como cortesano y diplomático, Rubens realizó un segundo viaje a España entre 1628 y 29, en el marco de las negociaciones de paz con Inglaterra.
En Madrid, entró en contacto con Velázquez, en quien influyó notablemente y logró el reconocimiento pleno del mundo artístico hispano.Tras su partida recibió numerosos encargos de pinturas y series decorativas destinados a los palacios del rey. El Alcázar de Madrid, el Buen Retiro y la Torre de la Parada se llenaron de las pinturas que Rubens y sus discípulos realizaban en Amberes, influyendo notablemente en los artistas españoles. Felipe IV se convirtió en el mayo aficionado a Rubens de su época. El Museo del parado posee la mayor y una de las mejores colecciones de pintura de Rubens debido a las relaciones históricas del pintor con la monarquía hispánica.
La fama de Rubens se extendió a todas las cortes europeas y recibió tantos encargos que tuvo que crear en su casa un gran taller, en el que él sólo realizaba el boceto inicial y los toques finales, mientras que sus aprendices se encargaban de las fases intermedias.
Inicios
Deben citarse Adán y Eva en el Paraíso terrestre (Casa de Rubens, Amberes), cuadro convencionalmente clasicista a la manera de Otto -Venius, y el retrato de un hombre “de veintiséis años” (sorprendente detalle) pintado en cobre y perteneciente a una colección particular de Nueva York. Es una imagen llena de vida que parece anunciar la evolución futura del género.
Obra Artística
La exuberancia sensual y la explosiva vitalidad de la obra de quien fuera tal vez el mayor representante de la pintura barroca que producen en quienes la admiran un gozo incomparable. Rara vez en la historia del arte se ha expresado con tanta fuerza y elocuencia como en los cuadros del pintor flamenco todo cuanto realza el valor y la belleza de la vida.
Gracias al genio de Rubens, las grandes tradiciones plásticas del Norte y del Sur de Europa —las de la pintura holandesa y flamenca, por una parte, y las de la italiana, por otra— se combinaron en obras maestras sin parangón.
El arte de Rubens está profundamente enraizado en la vida del pueblo flamenco, al que conoció y amó desde su infancia, y gracias a él las virtudes de ese pueblo son hoy apreciadas por los amantes del arte en el mundo entero. Sin cortar jamás esas raíces, Rubens pasó largos años estudiando el arte italiano, primero en la corte de los Gonzagas en Mantua, y más tarde en Roma; allí aprendió las nuevas técnicas plásticas y se familiarizó con las nuevas concepciones de los Carracci y de Caravaggio.
Fue así como pudo conciliar en su obra el Ars Nova de la Europa septentrional con la Buona Pratica de Florencia, expresando con igual vigor las tendencias más tradicionales y las más modernas de la pintura de su tiempo. En Mantua, Génova y Roma no sólo conoció Rubens las nuevas formas, tendencias y perspectivas del arte sino que pudo completar sus vastos conocimientos en diferentes ramas del saber y familiarizarse, en las seis lenguas que dominaba, con toda la cultura occidental de su época.
La casa que el artista poseía en su querida ciudad de Amberes se convirtiera en una de las más grandes escuelas de pintura de todos los tiempos. Hombre de genio y hombre de cultura, Rubens fue también un hombre de paz. Gran parte de su vida activa la dedicó a servir la causa de la comprensión internacional. Su inteligencia, su simpatía, su excepcional conocimiento de las cuestiones políticas y su dominio de las principales lenguas europeas hicieron de él un diplomático de primer orden.
Servidor de diferentes Cortes, actuó siempre como mensajero de la paz, al mismo tiempo que luchaba por proteger los intereses de su país en medio de las tensiones entre las grandes potencias de la época. Tanto en Madrid como en París o en Londres, se opuso constantemente a la guerra, propugnando en su lugar una política de negociaciones y de comprensión mutua.
Las “consecuencias de la guerra” están expresadas con un desgarrador realismo en la magnífica obra maestra que se conserva en el Palacio Pitti de Florencia, y los “beneficios de la paz” han quedado inmortalizados, con igual elocuencia, en su gran cuadro de la National Gallery de Londres. Genio del arte, erudito, luchador por la paz: estas cualidades hacen de Pedro Pablo Rubens una de las personalidades más apreciadas por todos los hombres amantes de la paz y de la comprensión internacionales.
Colecciones por el mundo
Se han conservado algunas de las obras que Rubens ejecutó durante sus ocho años de estancia en Italia. Del gran tríptico La Santa Trinidad adorada por Vicente de Gonzaga y su familia quedan El bautismo de Cristo, La Transfiguración y dos fragmentos del lienzo central, mutilado en el siglo XVIII (uno en la Academia de Mantua, el otro en la de Viena).
Se conservan también el tríptico pintado en pizarra para la iglesia Santa María de Vallicella, La Virgen adorada por los santos, Lucha de San Jorge con el dragón (Museo del Prado) y varios retratos: el de La marquesa Brigida Spinola Doria (National Gallery, Washington) y los de otras nobles damas, así como de algunos hombres, como el curioso Mulay Ahmed del museo de Boston.
Fuentes
- El Correo de la UNESCO junio de 1977
- www.alipso.com
- es.wikipedia.org
- www.biografiasyvidas.com
- www.arteespana.com
- www.biografica.info