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La Habana

Americanía: Revista de Estudios Latinoamericanos

El artículo de investigación investiga las causas que influyeron en que La Habana se transformase en un enclave fundamental para el imperio colonial hispánico en América: concebido como uno de los ejes vertebradores entre el norte y el sur del continente, asegurar el control de esta plaza fuerte garantizaba una posición geoestratégica fundamental en el Caribe. La investigación plantea como objetivos la indagación sobre las causas internas que motivaron la creación del enclave; el proceso de conformación de la estructura urbana y cómo esta se fue adaptando a su importancia geoestratégica. Para la elaboración de la investigación se ha recurrido metodológicamente a una combinación interpretativo-contrastativa de trabajos clásicos que abordan temas como el proceso constitutivo de la ciudad en el siglo XVI y su evolución, o el conflicto y ocupación de la plaza por los ingleses, junto con fuentes primarias, integradas por mapas y planos de la plaza y su estructura defensiva e informes par...

Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 14, p. 63-91, jul-dic, 2021 LA HABANA: Fundación, evolución y papel político en el proceso de las independencias americanas (1514-1825) [email protected] Justo Cuño Bonito1 Universidad Pablo de Olavide Resumen El artículo de investigación investiga las causas que influyeron en que La Habana se transformase en un enclave fundamental para el imperio colonial hispánico en América: concebido como uno de los ejes vertebradores entre el norte y el sur del continente, asegurar el control de esta plaza fuerte garantizaba una posición geoestratégica fundamental en el Caribe. La investigación plantea como objetivos la indagación sobre las causas internas que motivaron la creación del enclave; el proceso de conformación de la estructura urbana y cómo esta se fue adaptando a su importancia geoestratégica. Para la elaboración de la investigación se ha recurrido metodológicamente a una combinación interpretativo-contrastativa de trabajos clásicos que abordan temas como el proceso constitutivo de la ciudad en el siglo XVI y su evolución, o el conflicto y ocupación de la plaza por los ingleses, junto con fuentes primarias, integradas por mapas y planos de la plaza y su estructura defensiva e informes particulares relativos al proceso de independencia americano. Palabras Clave La Habana – Historia – Urbanismo – Contrabando - Independencia 1 Profesor de Historia de América de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, España. Doctor en Historia de América. ResearcherID: E-8046-2017 / Scopus Author ID: 56105846000. Título del proyecto: CONNECTED WORLDS: THE CARIBBEAN, ORIGIN OF MODERN WORLD. Entidad financiadora: European Union´s Horizon 2020 research and innovation programme under the Maria Sklodowska Curie grant agreement Nº 823846. 63 Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 14, p. 63-91, jul-dic, 2021 LA HABANA: Foundation, Evolution and Political Role in the American Independences (1514-1825) [email protected] Justo Cuño Bonito Universidad Pablo de Olavide Abstract The research article investigates the causes that influenced La Habana to become a fundamental place for the Hispanic colonial empire in America: conceived as one of the backbones between the north and south of the continent, ensuring control of La Habana guaranteed a fundamental geostrategic position in the Caribbean. The research aims to investigate the internal causes that led to the creation of the city, the of shaping of its urban structure and how it adapted itself to its geostrategic importance. For the elaboration of the research, a methodological combination of interpretive-contrasting classical works has been used, addressing issues such as the constitutive process of the city in the 16th century and its evolution, or the conflict and occupation of the city by the English, together with primary sources, composed by maps and plans of the plaza and its defensive structure and particular reports on the American independence process. Key Words Havana – History – Urbanism – Smuggling – Independence 64 Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 14, p. 63-91, jul-dic, 2021 Conquista y Fundación de San Cristóbal de La Habana “…Dize que es aquella isla la más hermosa cosa que ojos hayan visto, llena de muy buenos puertos y ríos hondos, y la mar que parecía que nunca se devía de alçar, porque la yerva de la plaza llegaba hasta cuasi el agua, lo cual no suele llegar adonde la mar es brava…”2. Cuando el rey Fernando encomendó la conquista de la isla de Cuba, se concitaron en la expedición algunos de los nombres llamados a permanecer, para bien o para mal, en la memoria de la conquista americana: Hernán Cortés, Pedro de Alvarado, Diego de Ordaz, Bernal Díaz del Castillo, Pánfilo de Narváez, Francisco Hernández de Córdova, Juan de Grijalva y Bartolomé de las Casas, entre otros, se pusieron bajo las órdenes de un aguerrido Diego Velázquez de Cuéllar “tenaz en sus propósitos y perseverante en el empeño de realizarlos, sus facultades intelectuales distaban mucho de ser brillantes como las de un Hernán Cortés (…) de entendimiento grueso quizás más que por su falta de inteligencia, por su lentitud y parsimonia en concebir y resolver”3. La expedición que partió a principios de 1511 de Salvatierra de la Sabana, al norte de Santo Domingo, desembarcó cerca de Baracoa. Tras la ejecución en la hoguera del cacique Hatuey y el exterminio de los cacicazgos independientes o que habían estado bajo su mando, Velázquez ideó un triple avance para consolidar su posición en la isla sometiendo a todos los caciques que aún resistían: desde el este, un bergantín recorrió toda la costa septentrional desde Sagua de Tánamo con destino final en el puerto de La Habana, pero con la misión de tocar en los puntos más importantes de la costa y someter a los caciques que encontrase. Un segundo avance, desde Bayamo, se hizo bajo el mando de Pánfilo de Narváez asistido por el cura Las Casas y también con objetivo final en el puerto de La Habana; y un tercero, que partió desde Baracoa y avanzó por la costa meridional dirigido por Velázquez. Según Las Casas, la matanza perpetrada por Narváez en el poblado de Caonao fue “un acto inútil y de bárbara crueldad, imputable al hábito de derramar sangre humana adquirido por los colonos en La Española y a hallarse éstos regidos y guiados siempre por el diablo”. Esto le abrió el camino para llegar al puerto de La Habana, 2 3 Varela, Consuelo, “El descubrimiento de la tierra más hermosa”, en Navarro García, J.R. (Coord.), Cuba y Andalucía entre las dos orillas, CSIC/Escuela de Estudios Hispanoamericanos, Sevilla, 2002, 25. Guiteras, Pedro José, Historia de la conquista de La Habana por los ingleses, Ed. Cultural, La Habana, 1932, 145. 65 Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 14, p. 63-91, jul-dic, 2021 donde encontró al bergantín que le había precedido por el norte. Finalizó con ello el plan previsto por el Adelantado Velázquez en 1514, habiendo dejado dispuesta la fundación de Sancti Spíritus, Trinidad, Puerto Príncipe y de nuestra Habana. “En la ribera o costa del Norte hay buenos puertos, y el mejor (…) es el que llaman de Carenas y ahora de la Habana (…) capaz de muchas naos, y pocos en España y quizá ni en otras partes del mundo que se le iguale…”4. La Habana quedó fundada en un principio en la costa sur, cerca de la boca del río Mayabeque o de Batabanó, aunque posteriormente se reconocería la posición más ventajosa del puerto y se utilizó éste como base de operaciones. En ese momento, La Habana del sur, la de la Chorrera o Almendares y la actual, convivieron brevemente, produciéndose un desplazamiento progresivo hacia la nueva ubicación del norte5. Desde 1519, la villa de San Cristóbal de la Habana ya estaba establecida en su posición actual: frente a la corriente del golfo que transcurre hacia Europa, con una profundidad adecuada en su puerto para recibir navíos de gran tamaño y con espacio para el atraque simultáneo de numerosos barcos, el emplazamiento de la ciudad resultó idóneo para construir el eje fundamental de intercambio entre América y España. Correspondió el nombre de San Cristóbal por haber sido poblada el 25 de julio, día del patrón y el de Habana, por haber sido tomado el nombre de la sagrada escritura, haciendo referencia a la ciudad Aba, cercana al río Abana de Damasco o bien por hacer referencia al lugar de Habanilla, encomienda en España de la orden de Calatrava6. En 1555 La Habana, aun siendo capital de la Isla de Cuba, no disponía de guarnición y sólo el castillo de la Fuerza, servido por los propios vecinos, protegía el puerto. A mitad del siglo, la población de La Habana era aproximadamente de 70 vecinos y se configuraba como un núcleo de bohíos esparcidos a lo largo de la orilla de la bahía. En la plaza de armas, el centro de la fundación era donde se edificaron las casas de los principales vecinos7. El enclave, desamparado y desprotegido, cifró toda su protección a la labor de sus habitantes y a las esporádicas ayudas que 4 5 6 7 De las Casas, Bartolomé, Historia de las Indias. Tomo 3, Imprenta de Miguel Ginesta, Madrid, 1875, 210. Hernández Oliva, Carlos Alberto, Corsarios y piratas en La Habana. Siglo XVI, Renacimiento Colección Isla de la Tortuga, Sevilla, 2020, 12. De Arrate Félix, José Martín, Llave del nuevo mundo, antemural de las Indias occidentales. La Habana descrita: noticias de su fundación, aumentos y estado, Cabildo de San Cristóbal de la Habana, La Habana, 1830, 24. Wright, Irene Aloha, Historia documentada de San Cristóbal de La Habana. Siglo XVI, Editorial El Siglo XX, La Habana, 1927, 9. 66 Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 14, p. 63-91, jul-dic, 2021 pudieran recibirse desde Santo Domingo o desde España. Corsarios, filibusteros y aventureros franceses convirtieron el enclave habanero en uno de sus objetivos más codiciados y desde 1537 se documentan constantes ataques, saqueos e incendios en la ciudad, los más importantes, los de Roberto Baal en 1543 y los de Jacques Sores8. Ilustración 1. Francisco Calvillo. Plano de La Habana, en perspectiva, c. 1567 [Archivo General de Indias, MP-SANTO_DOMINGO, 4] El sistema de flotas, reglamentado por Real Cédula de 16 de junio de 1561, dio a la parte occidental de la isla una mayor preponderancia y La Habana quedó convertida en una de las principales plazas americanas durante los siguientes tres siglos. La flota de Indias quedaba concentrada cada dos años en La Habana, en donde permanecía durante seis meses para facilitar el encuentro de todos los barcos que regresaban a España. Su importante función como receptora de mercancías, precisó su reforzamiento militar y reconfigurar en torno al puerto un amplio espacio de almacenaje para las mercancías que se intercambiaban ambos mundos9. 8 9 Hernández Oliva, Carlos Alberto, Corsarios y piratas en La Habana. Siglo XVI, 2020, 42. Placer Cervera, Gustavo, El puerto de La Habana. Un recorrido por su historia militar hasta 1898, Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, España, 1000-1100. 67 Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 14, p. 63-91, jul-dic, 2021 Ilustración 2. Batista Antonelli: “Traza de la manera como se a de poner la cadena en la entrada del puerto de la Hauana. Es la 2ª” (159-06-21). Archivo General de Indias (AGI), MP-SANTO_DOMINGO, 12 Ya para el año 1569 el reparto de solares en el área urbana de la ciudad generaba disputas entre los vecinos. El gobernador Diego de Ribera ordenaría que, en adelante: “(…) no se dé ningún solar a ningún vecino (…) sin que primero lo vayan a ver (alcaldes y regidores) y le señalasen el lugar de largo y ancho que ha de tener e le pongan sus hitos e mojones para que cada uno sepa la merced que se le hace y edifique en su heredad”10. También con el objetivo de abastecer de agua a las flotas y a los castillos, se iniciaría en 1592 la construcción de la Zanja Real, que, partiendo de La Chorrera, recorrería 11 kilómetros con varios ramales hasta ramificarse en el interior de la ciudad. El agua también alentó una primitiva industrialización urbana y cerca de La Habana se ubicaron varios ingenios, molinos para rapé, caña, tabaco, trigo y maíz y sierras para cortar maderas11. En 1598 existían cuatro calles reales: la calle Real, la de las Redes, la del Sumidero y la del Basurero. Poco a poco la ciudad fue extendiéndose, estructurándose y engrandeciéndose: al poniente de la bahía se situaron sus muros y su fortaleza, templos, torres, edificios, miradores, plazas y calles y al oriente, tras la sierra de la Cabaña, se extendieron los llanos y verdes campiñas que servían de sementeras y 10 11 Marrero, Levi, Cuba, Economía y Sociedad. El siglo XVII. Vol. 2, Editorial Playor, S.A., La Habana, Cuba, 1975, 84. González Fernández, Alfredo, “Repercusiones espaciales de la fortificación colonial en La Habana”, Eria: Revista cuatrimestral de geografía, nº 35, 1994, 225-240. 68 Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 14, p. 63-91, jul-dic, 2021 recreo para los habitantes de la ciudad. Caseríos jalonaban el camino que llevaba al santuario de nuestra señora de Regla, cuyo templo y casas de hospedería se encontraban protegidos por un recinto de piedra coronado de almenas. En la ribera opuesta a la ciudad, cuatro embarcaderos permitían el transporte de personas y frutos (principalmente la corambre y el azúcar) entre ambas partes de la bahía, no sólo del fruto de los campos, sino también de los ingenios y habitantes de la villa de Asunción de Guanabacoa12. La ciudad fue estructurándose y arreglándose conforme a nuevos trazos que intentaban ordenar el caos de la trama urbana. Entre las ordenanzas municipales de 1641 del oidor Cáceres y los planes urbanísticos del ingeniero militar D. Juan de Síscara en 1690, se intentó organizar política y socialmente la ciudad: es en ese momento cuando la ciudad adquirió ese carácter policéntrico que aún hoy la caracteriza a partir del desarrollo de diferentes plazas y plazuelas que fueron adquiriendo diferentes funcionalidades13. Se contabilizaron unas catorce plazuelas, entre ellas, las de Santo Domingo, Santo Cristo del Buen Viaje14. Crear espacios más abiertos y organizados se había convertido en una necesidad tras el incendio que en 1622 consumió 15 cuadras enteras devastando 96 casas y después de la peste de fiebres pútridas que en 1648 acabó con la tercera parte de la guarnición, del vecindario y de los tripulantes y buques fondeados en el puerto15. La estructura de las viviendas que fueron engrandeciendo la ciudad se adecuaron a las mismas soluciones arquitectónicas experimentadas en la península: alrededor del patio central se reordenaron las diferentes funciones domésticas en edificaciones de planta baja con cubiertas inclinadas. Durante el siglo XVII y derivado de las necesidades del transporte, se incorporaría a las viviendas de la clase más pudiente, el zaguán junto con una serie de galerías alrededor del patio. El tipo de vivienda acabaría evolucionando a las llamadas ‘casas altas’ de dos niveles durante el siglo XVIII16. 12 13 14 15 16 De Arrate Félix, José Martín, Llave del nuevo mundo, antemural de las Indias occidentales, 1830, 33. Venegas Fornias, Carlos, Ciudad del Nuevo Mundo. La Habana, (1560-1640), Instituto de Investigación Cultural Juan Marinello, La Habana, Cuba, 2012, 119. Roig de Leuchsenring, Emilio, Los Monumentos Nacionales de la República de Cuba. La Plaza Armas Carlos Manuel Céspedes de La Habana, Publicaciones de la Junta Nacional de Arqueología y Etnología, La Habana, Cuba, 1957, 32. De la Pezuela, Joaquín, Diccionario Geográfico, Estadístico, Histórico de la Isla de Cuba. Tomos III y IV, Imprenta del Banco Industrial y Mercantil, Madrid, España, 1866, 5. Menéndez García, Madelene, “La vivienda en La Habana Vieja. Desarrollo histórico, problemática actual y programas en curso”, Arqueología de la Arquitectura, n.º 3, 2004, 112-113. 69 Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 14, p. 63-91, jul-dic, 2021 Ilustración 3. Joan Vinckeboons. La Habana en la isla de Cuba. 1639. Biblioteca del Congreso. Colección Henry Harrisse: https://hdl.loc.gov/loc.gmd/g4924h.lh000348 Ilustración 4: Un plan exacto de la ciudad, fortificaciones y puerto de La Habana en la isla de Cuba. Año de 1762. Biblioteca del Congreso División de Geografía y Mapas Washington, DC 20540-4650 EE.UU. dcu 70 Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 14, p. 63-91, jul-dic, 2021 La trama urbana quedó constreñida a un recinto amurallado de un kilómetro cuadrado de extensión y más de 50.000 habitantes de población17. Dentro de la trama urbana, las casas edificadas fueron adornándose con portales que además de ostentar funciones decorativas, otorgaban funcionalidad al espacio al permitir su utilización como puestos de comercio y su uso como corredor público. En esta época, además, fue mandada construir la plaza de San Francisco, donde se ubicó la casa del cabildo, la aduana, la cárcel y casas de vecinos de alta alcurnia. En acta de 2 de junio de 1628, se acordó aderezar la calle del convento de San Francisco y cerrar el causillo que hace una fuente que está enfrente de las casas de cabildo, hasta dar en el convento de San Francisco y hacer allí una plazoleta18. Asegurar la defensa de la plaza se convirtió en toda una prioridad durante un período marcado por los constates ataques a La Habana de escuadras holandesas y ataques al comercio por parte de filibusteros: tendrán lugar ataques en 1626, 1628 (la famosa escuadra de Cornelius Jolls, alias ‘Pie de Palo’, que apresó en la bahía de Matanzas la escuadra que iba desde Veracruz a La Habana), 1631 y 1638 (de nuevo ‘Pie de Palo’ hostigó, esta vez sin éxito, la flota de 7 galeones que había partido desde Cartagena de Indias hacia La Habana). Los filibusteros serán una amenaza constante para el comercio de la isla y fue rara la semana en que no se ahorcase en la plaza a alguno de los capturados: la expedición de dos buques y doscientos hombres que partiría en mayo de 1683 hacia la isla Siguatei, una de las Lucayas, concluirá con la momentánea pacificación de la zona. Los filibusteros capturados en esta y otras expediciones serán empleados en la ciudad como mano de obra en las obras de fortificación19. El siglo XVIII: entre el desorden interno y las invasiones externas La proclamación como rey de Felipe V permitiría que durante el siglo XVIII La Habana comenzase a recibir un mayor número de buques franceses, aunque también, como contrapartida, sufrirá la constante amenaza de las escuadras inglesas y un poderoso aumento del contrabando auspiciado por éstos. Los buques franceses 17 18 19 Roig, Emilio, La Habana. Apuntes Históricos. Vol. 2, Editorial Consejo Nacional de Cultura, La Habana, Cuba, 1963, 68. Romero Alfau, Fermín, La Noble Habana, Editorial Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, La Habana, Cuba, 1992, 105. Ullivarri, Saturnino, Piratas y Corsarios en Cuba, Renacimiento, Sevilla, España, 2004, 42-46. 71 Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 14, p. 63-91, jul-dic, 2021 comenzarán, como aliados, a servir los intereses de las autoridades españolas escoltando los caudales de Veracruz, apoyando en la lucha contra los corsarios ingleses y en el socorro a plazas cercanas como la de San Agustín de la Florida. Por otra parte, una nueva reorientación económica provocará el aumento del tráfico de esclavos y se incrementarán las hectáreas destinadas al cultivo del tabaco: de este modo, el tabaco se convertirá en uno de los cultivos más pujantes de la isla y origen de no pocos disturbios y motines que afectarán directamente a La Habana. La situación geopolítica surgida con la paz de Utrecht en 1713 dejó dañados los intereses de la corona y creó las condiciones para aumentar la influencia inglesa en el Caribe. El contrabando inglés inundó una parte importante de los mercados locales, y tanto fue así que en lugares como Puerto Príncipe, el tráfico clandestino fue casi la única fuente de ingresos para la ciudad. La amenaza de las flotas inglesas fue constante y a menudo, como demostración de fuerza, las poderosas escuadras inglesas se dejaban ver frente a la bahía de La Habana: en 1707, 22 buques ingleses y holandeses que pretendían que La Habana proclamase rey al archiduque de Austria y la de Hossier en 1727, compuesta por 6 navíos, otros 12 buques de guerra y 5.000 hombres de desembarco. Los peligros internos y externos no sólo llevaron a reforzar la guarnición de La Habana (creándose un batallón de 7 compañías, una de artillería y otra de caballería y adoptándose el fusil con bayoneta), sino que, además, se comenzó la reconstrucción del astillero y de un arsenal. El astillero de La Habana permanecía casi sin actividad desde finales del siglo XVII, ocupando un lugar que, situado al mismo nivel que el de Guayaquil, no le correspondía por su importante situación estratégica. Pese a todo, entre 1700 y 1702 fueron botados desde el astillero de La Habana los navíos Santa Rosa y Rubí20. Hasta la llegada de Orry y el nombramiento de Ambrosio Daubentón como intendente de marina, no se produjo el gran despegue del astillero habanero, que quedó convertido en el lugar más destacado de la construcción militar naval de la España del XVIII. Para ello fue fundamental la presencia en La Habana entre 1719 y 1725 de José del Campillo y Cossío, comisario de guerra y de marina y futuro ministro de guerra de marina. La construcción del astillero se inició en 1722 cerca del castillo de la Fuerza21. En los años siguientes se construirán en el recién inaugurado astillero, tres buques de guerra de 50 20 21 VV.AA., El buque en la Armada Española, Museo Naval, Madrid, España,1981, 245. Serrano, José Manuel, “El astillero militar de La Habana durante el siglo XVIII” en Marchena Fernández, Juan y Cuño Bonito, Justo, Vientos de Guerra. Apogeo y Crisis de la Real Armada (1750-1823), Editorial Doce Calles, Aranjuez, Madrid, 2018, 317-321. 72 Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 14, p. 63-91, jul-dic, 2021 cañones: el San Juan, el San Lorenzo y el Retiro22. Además, dentro de un plan de reestructuración integral de la ciudad, se fundaría el primer colegio jesuita en La Habana en 1725, lugar que se convertiría en el centro educativo preferido de las élites habaneras23. En esas mismas fechas se aprobó la creación de la Universidad de San Jerónimo, que quedó bajo la autoridad de la orden dominica24. Ilustración 5. Plano de la ciudad, puerto y castillos de San Cristóbal de La Habana. Mariscal de campo e ingeniero director don Silvestre Abarca, 1776. AGI: MP-SANTO DOMINGO, 412 El eterno conflicto con los ingleses se dejó sentir constantemente en la ciudad. Al tiempo que, en 1738, siendo capitán general Juan Francisco Güemes Horcasitas, se finalizaba la construcción de las murallas de mar del recinto de la ciudad y se continúan las obras del astillero con la fabricación de un edificio para alojamiento de los generales y dependencias de marina. Durante este siglo se abrirán puertas en la muralla para la entrada y salida de carruajes, caballerías, pasajeros o simplemente para comunicar de manera más eficiente el arsenal con el recinto amurallado. De este modo, a lo largo del siglo se irían abriendo la Puerta de la Tierra (1721), la Puerta de la Luz (1742), la Puerta de la Tenaza (1745) y finalmente, la Puerta Nueva del Arsenal 22 23 24 Marrero, Levi, Cuba, Economía y Sociedad. El siglo XVII. Vol. 2, Editorial Playor, S.A., La Habana, Cuba, 1975, 84. Guevara Erra, María Victoria, “Antecedentes de una controvertida fundación jesuítica en La Habana del siglo XVII”, Temas americanistas, n.º 24, 2010, 40-62. Amores Carredano, Juan Bosco, “La Constitución gaditana en Cuba: diputaciones provinciales y ayuntamientos constitucionales (1812-1814)”, Revista Complutense de Historia de América, nº 40, 2014, 233-254. 73 Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 14, p. 63-91, jul-dic, 2021 (1775)25. La Plazuela de la Ciénaga (posteriormente Plaza de la Catedral) fue, de igual modo, modificando su estructura para pasar de ser un solar vinculado con el abastecimiento de agua para el puerto, paradas militares y actividades vinculadas a la actividad de los buques que fondeaban en la ciudad, a convertirse en uno de los centros más importantes de la ciudad: portales y grandes columnatas fueron erigidas para hermosear la plaza y su función de suministro de aguada para los navíos quedó definitivamente cancelada26. El tratado de paz firmado por Fernando VI en Aix-la-Chapelle el 30 de abril de 1748 otorgaría un período de tranquilidad que fue aprovechado para incrementar poderosamente el contrabando ejercido por los franceses desde Haití y por los ingleses desde Jamaica. El estado de los asuntos de Cuba fue descrito en un informe remitido al ministerio de hacienda en 1753, indicándose como información complementaria, los establecimientos comerciales donde se vendía públicamente: “No obstante las providencias que el gobernador de La Habana ha dado contra el ilícito comercio, no ha conseguido extinguirlo, porque abusan de ellas sus adláteres y confidentes y no tiene de quien fiarse. Y se experimenta en esta ciudad y en toda la isla una relajación absoluta en la introducción de ropas y todos géneros, del trato que mantienen los vecinos con el Guarico y demás colonias francesas y con los ingleses de Jamaica, tan sin moderación ni recato, que por los puertos, costas y surgideros de ellas, por la bahía, aduana y puertas de tierra de esta ciudad, entran sin embarazo en tanta abundancia, que de estos géneros hay distintos almacenes en que se venden a mercaderes y vecinos, y aún por las calles públicamente, en carretillas, por precios tan baratos como permite su adquisición, en que no se pagan derechos ni corren riesgos”27. Los conflictos y necesidades defensivas derivadas supusieron graves inconvenientes y disfuncionalidades entre los planes diseñados por los ingenieros para consolidar la defensa de una ciudad cada vez más amenazada, y el incremento de la riqueza de la ciudad y de los puestos de comercio. Se remodeló la Plaza de Armas, se creó un nuevo espacio para la catedral, se diseñó en 1777 la Alameda de Paula y 25 26 27 Urbino, S., “Las murallas de La Habana”, Arquitectura, Cuba, 1943, 23-25. Roig de Leuchsenring, Emilio, Los Monumentos Nacionales de la República de Cuba, 1957, 32. Guerra y Sánchez, Ramiro, Manual de Historia de Cuba (Económica, Social y Política). Tomo I, Habana Cultural, S. A., Habana, Cuba, 1938, 21. 74 Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 14, p. 63-91, jul-dic, 2021 nuevos paseos que transformaron la imagen de la ciudad28. La ciudad se transformó en una compleja mezcolanza de lugares aún vinculados al pasado remoto de la ciudad, nuevos complejos urbanísticos que nacían con los nuevos tiempos y una heterogénea mezcla social que compartía espacios a lo largo de la trama urbana: en las mismas cuadras convivían señores de las clases más pudientes con trabajadores y con negros horros, mezclándose bohíos con viviendas de teja y tapia y efímeras construcciones de las clases menos pudientes29. En la década de 1770 se produjo el nacimiento del primer teatro de La Habana, el Coliseo30. En 1750 la ciudad ya llegaba a los 5.000 habitantes y ocupaba una extensión de 1,50 kilómetros cuadrados31. El espacio intramuros comenzará a escasear y las casas de las familias más pudientes, enriquecidas por el contrabando, el tabaco y el crecimiento de la producción azucarera, irán ganando altura y extensión, hasta llegar a transformares en casas palaciegas. Estas residencias irán configurándose funcionalmente según las alturas: el espacio de almacenaje y caballerizas en la planta baja, la servidumbre y oficinas en el entresuelo y la residencia familiar en el piso alto. El esquema se mantendrá en el siglo XIX, sin mayores novedades salvo por la introducción de nuevos materiales, técnicas constructivas y el influjo del neoclasicismo de moda. Las clases menos pudientes irán ocupando poco a poco los espacios más estrechos y alejados de los centros de influencia32. Desde 1761 La Habana iniciará un nuevo proceso de refuerzo de su capacidad defensiva, sabedoras las autoridades locales y peninsulares de lo próxima que estaba una nueva guerra contra Gran Bretaña. En junio llegarían desde Cádiz al mando del nuevo capitán general de Cuba, Juan de Prado Portocarrero, nueve navíos de guerra con unos dos mil hombres de refuerzo, pero un brote de vómito negro acabó con más de tres mil personas, la mayor parte, tripulación de los buques recién llegados y guarnición de la plaza. 28 29 30 31 32 Sorhegui D´Mares, Arturo, La Habana en el Mediterráneo Americano, Editorial Imagen Contemporánea, La Habana, Cuba, 2007, 24. Oliva Suárez, Rosalía, “Los Espacios Domésticos Habaneros entre 1650 y 1750”, Tesis Doctoral, Universidad de Granada, 2014, 142. Hernández González, Manuel, El primer teatro de La Habana. El Coliseo (1775-1793), Ediciones Idea Tenerife, España, 2008, 18. Keri, András, “Desarrollo funcional de la ciudad de La Habana”, Revista de Geografía, vol. XVIII, 1984, 112. Menéndez García, Madelene, “La vivienda en La Habana Vieja...”, 112-113. 75 Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 14, p. 63-91, jul-dic, 2021 El 16 de enero de 1762, Carlos III declaraba la guerra a Gran Bretaña en reciprocidad a la declaración de guerra británica del día 4 y Don Juan de Prado conformaba una junta de guerra ante la previsión de un ataque inglés a la isla. Los preparativos ingleses en el puerto de Portmouth fueron planificados por el jefe del almirantazgo Lord Anson y contaron con la dirección de operaciones de Sir Jorge Pockoc, que, habiendo sido llamado con urgencia, acudió desde las Indias Orientales. El almirante Knowles, quien había participado en la guerra entre 1739 y 1748 y visitado La Habana siendo gobernador de Jamaica invitado por Cajigal, informó de todo lo relacionado con la invasión por tierra: estado de las fortalezas y defensas de la ciudad; estado general de la ciudad; topografía de los alrededores; fuerza de la guarnición; número de vecinos y lugares más adecuados para un desembarco33. El día 6 de junio de 1762 una escuadra inglesa compuesta de unas 145 embarcaciones de transporte y 28 buques de guerra apareció a la vista de la plaza y fue colocándose en línea para iniciar hostilidades, lo que provocó la completa movilización de la tropa, escuadra y milicias (blancos, pardos y morenos) destinadas a repeler un posible desembarco. Demolida la torre de Cojímar por el fuego enemigo, los ingleses pudieron desembarcar y se plantearon como siguiente objetivo la toma de la Cabaña, para desde allí dominar la ciudad y el castillo del Morro. La entrada al puerto fue cerrada con los navíos Neptuno, Asia y Europa que se calaron a pique, y se atravesó desde la Punta al Morro una cadena de maderos y clavos que debían dificultar el avance enemigo34. Ante el progreso inglés, La Cabaña fue abandonada y su artillería clavada o lanzada al mar. El 30 de junio, con la pérdida del castillo del Morro, la plaza quedó sentenciada: los fuegos realizados por los ingleses sobre la ciudad y el castillo de la Punta fueron incesantes. Con muy poca pólvora y sin esperanzas de que la plaza fuera socorrida desde el exterior, el día 11 se izaron banderas de tregua a las dos y media de la tarde y el sargento mayor de la plaza, Don Antonio Ramírez de Estenoz, pasó al campo enemigo para entregar una carta al conde de Albermarle. Esa misma noche regresó Ramírez de Estenoz con el acuerdo de la tregua, estableciéndose al día siguiente, 12 de agosto, la capitulación. El 30 de agosto partiría el almirante Pockoc 33 34 Guerra y Sánchez, Ramiro, Manual de Historia de Cuba, 21. Marchena Fernández, Juan y Cuño Bonito, Justo, Vientos de Guerra, Tomo II, 2018, 86. 76 Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 14, p. 63-91, jul-dic, 2021 para Inglaterra con la mayor parte de la escuadra inglesa y un convoy de 28 embarcaciones para Cádiz llevando a los capitulados. Ilustración 6. Canot, Peter, Engraver y Elias Walker Durnford. Una vista de la entrada del puerto de la Habana, tomada desde el interior de los pecios, 1764. Biblioteca del Congreso: https://www.loc.gov/item/92514334/ Los ingleses abrirían de inmediato el puerto a todos los buques ingleses e introdujeron en la ciudad un gran número de esclavos de Jamaica y otras islas inglesas, reactivando con ello poderosamente el comercio de la ciudad. Albermale autorizó el comercio con todos los buques de bandera inglesa a cambio de un impuesto muy moderado: de las colonias inglesas y de la propia Gran Bretaña acudieron en tropel barcos y agentes comerciales a una plaza considerada rica, que siempre les había estado negada y que ahora presentaba un cuantioso botín para repartir entre todos los interesados. En el puerto entraron más de 700 barcos mercantes, cuando en todo un año sólo habían entrado 15. La ciudad se llenó de cargamentos venidos de diversas partes a unos precios considerablemente más bajos que los ofrecidos por la Real Compañía de Comercio y, de igual forma, la exportación 77 Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 14, p. 63-91, jul-dic, 2021 de productos, sin las limitaciones de precios impuestas por las autoridades peninsulares, enriqueció a los comerciantes habaneros35. El 22 de febrero de 1763 se publicaría la paz general acordada en Versalles que obligaba a los ingleses a restituir a España la plaza de La Habana, y el 30 de junio arribaría a la isla una escuadra española de 4 navíos de guerra y 2.000 hombres de tropa a cargo del teniente general Ambrosio de Funes, conde de Ricla, que finalmente entraría en la ciudad el 6 de julio para hacerse cargo de su mando y gobierno36. Durante varios días el vecindario estuvo de fiesta: las calles engalanadas, procesiones y otros festejos celebraron el retorno de la ciudad a la monarquía hispánica, pero la alegría del momento no ocultó el disgusto y reparto de culpas por la responsabilidad en la lamentable defensa de la plaza: cien señoras de La Habana firmaron un manifiesto remitido a la reina en la que exponían quejas contra las autoridades por su falta de decisión y habilidad, responsabilizándoles de la entrega de la plaza. La ocupación inglesa dio la oportunidad, además, de comenzar a diferenciar de manera clara entre españoles peninsulares y españoles americanos, sus intereses y visiones contrapuestas37. Era necesario restablecer las murallas y fortalezas, dotar de defensas marítimas la desguarnecida costa y para ello, los situados mexicanos fueron absolutamente fundamentales: de inmediato, con los engrandecidos fondos llegados de Veracruz, se comenzarían las obras de reconstrucción de la muralla y los castillos con más de 4.000 hombres entre peones voluntarios y esclavos traídos a jornal. El mariscal Don Alejandro O´Reilly, subinspector de tropas y segundo cabo de la isla, se encargaría no sólo de la reorganización militar sino también, acorde con los nuevos tiempos, de impulsar la vida económica y cultural de la ciudad a través de proyectos como el de publicación del primer periódico que vio la luz en la isla, el Papel Periódico de la Havana. Francisco Seguí fue el impresor del Papel Periódico de la Havana, publicación que apareció por primera vez el 24 de octubre de 1790. El inicio de la publicación se correspondía con el aperturismo social, político y económico emprendido por el gobernador Luis de las Casas tras la conquista y dominación 35 36 37 Vázquez Cienfuegos, Sigfrido, “La Habana Británica: Once meses claves en la historia de Cuba”, en VV.AA., Metodología y nuevas líneas de investigación de la Historia de América, Universidad de Burgos, Burgos, España, 2001, 131-147. De la Pezuela, Joaquín, Diccionario Geográfico, Estadístico, Histórico de la Isla de Cuba, 5. Guerra y Sánchez, Ramiro, Manual de Historia de Cuba, 21. 78 Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 14, p. 63-91, jul-dic, 2021 inglesa de La Habana. La dominación inglesa cambió la percepción que tenían los habaneros del mundo e hizo que entendieran que había que buscar relaciones económicas y culturales que fueran más allá de la metrópoli38. En 1793, el periódico fue tomado a cargo de la recién erigida Sociedad Patriótica de Amigos del País de la Habana a través de una diputación compuesta por Agustín de Ibarra, Joaquín Santa Cruz, Antonio Robredo y Tomás Romay. Dicha diputación presentó un plan para el desarrollo de la publicación periódica en la que se perfilaban las directrices que tendría según el público al que iría dirigida: “El deseo de que nuestros compatriotas disfruten quantas puedan proporcionarse nos mueve á tomarnos el trabajo de escribir todas las semanas medio pliego de papel en que se recojan las explicadas noticias. A imitación de otros que se publican en la Europa comenzarán también otros papeles con algunos retazos de literatura, que procuraremos escoger con el mayor esmero (…) Los aficionados que quisieren adornarla con sus producciones se servirán ponerlas en la Librería de D. Franco Seguí que ofrece imprimirlas (…) Todo el que deseare vender ó comprar algunas casas, estancia, esclavo, hacienda, ó cualquier cosa, avíselo á la mencionada Librería de D. Franco Seguí, y sin que le cueste cosa ninguna se participará al público en uno de estos papeles”39. Franco Seguí fue el responsable de la imprenta de la Capitanía General durante el gobierno de Las Casas. El espíritu reformista de Las Casas amparó escritos aparecidos en el periódico que atacaron en tono irónico irrefutables episodios históricos bíblicos como el del diluvio universal. Las quejas del obispo Font (artículo impío, pernicioso y que ofendía “a las cosas pertenecientes a la fe, buenas costumbres y propagación de la Doctrina Católica”) fueron contestadas por Las Casas argumentando el anonimato de los autores, que le hacían llegar a él “por medio de criados desconocidos”, los papeles dirigidos a Seguí, el impresor40. 38 39 40 Roig de Leuchsenring, Emilio, El sesquicentenario del Papel Periódico de la Havana 1700 – 24 de octubre – 1940, Municipio de La Habana, La Habana, 1940, 17. Llaverias, Joaquín (dir.), Boletín del Archivo Nacional. Publicación Bimestral. Tomo XXII, Imp. La Filosofía, La Habana, Cuba, 1923, 31. VV.AA., La literatura en el Papel Periódico de la Havana. 1790-1805, Letras Cubanas, La Habana, Cuba, 1990, 329340. 79 Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 14, p. 63-91, jul-dic, 2021 Ilustración 7. Proyecto para la construcción y disposición de dos lanchas cañoneras en la Bahía de la Habana para su defensa de navíos ingleses. 11 de agosto de 1798. El mapa, inédito, fue descubierto en junio de 2020 por un investigador dentro del legajo referenciado en el AGI. AGI, Papeles de Cuba, 1516B. Ilustración 8. Vista de la plaza del mercado en la Ciudad de la Habana en 1768. Dibujado por Elias Durnford Engineer. Biblioteca del Congreso: https://www.loc.gov/item/2009633664/ 80 Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 14, p. 63-91, jul-dic, 2021 La Habana en la primera mitad del siglo XIX y su papel estratégico en el conflicto de independencia En este contexto, la isla de Cuba41 registrará un impresionante crecimiento de habitantes en toda la isla: pasará de 172 mil habitantes en 1774 a más de 700 mil en 1827 y la ciudad de La Habana se convertirá en una de las ciudades americanas más pobladas: los habitantes crecerán hasta los 51.307 en 1792, alcanzando los 83.598 habitantes en 181742. Una ciudad en efervescencia y constante cambio donde emergieron las Sociedades Patrióticas, la Sociedad Económica de La Habana (1792) y el Real Consulado de Agricultura y Comercio de La Habana (1794)43. Una ciudad “que es, y no puede ser otra cosa que meramente agricultora”44, que se ofrecía protegida por su bahía a la que se accedía a través de un puerto (en palabras de Humboldt, “uno de los puertos de la América, cuya posición astronómica está mejor determinada”45) custodiado por los fuertes de la Punta, el Morro y la Cabaña y por una muralla que recorría todo el perímetro costero de la ciudad. En la zona intramuros se articulaba una ciudad irregular, pese a que sus calles habían sido trazadas a cordel y en divisiones iguales. La colonia más rica del mundo que sostenía principalmente su economía en la esclavitud masiva y el contrabando humano procedente de África46. La tolerancia manifestada por el capitán general Apodaca (nombrado virrey de México al año siguiente, siendo sustituido como capitán general de Cuba por José Cienfuegos) desde 1815 con respecto a la admisión de buques extranjeros; el incremento e incentivo de las patentes de corso contra los corsarios insurgentes y el real decreto de 1818 que concedía al puerto la libre admisión de buques extranjeros, incrementaron poderosamente la riqueza de la isla: el mismo año el censo de población contabilizó 84.075 individuos47. Recordemos que bajo el gobierno de Apodaca se organizó en 1812 la junta preparatoria de La Habana, con jurisdicción sobre toda la isla y las dos Floridas con el objetivo de organizar el nuevo régimen 41 42 43 44 45 46 47 VV.AA., La Población de Cuba, Centro de Estudios Demográficos, La Habana, Cuba, 1974, 21. Sanz Rozalén, Vicent, “La ciudad de La Habana y el tabaco a comienzos del siglo XIX”, Anuario de Estudios Atlánticos, Nº 64, 2018, 064-009. 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Nueva Época (Sevilla), n. 14, p. 63-91, jul-dic, 2021 político emanado de la constitución de 1812 en lo referido a la creación de las diputaciones provinciales y establecimiento de los límites y demarcaciones provinciales48. La supresión del estanco del tabaco, el derecho de comercio libre dado el 23 de julio de 1818 y el privilegio dado a los plantadores de azúcar sobre los vegueros respecto a las concesiones de tierras municipales, convertirían a la provincia de La Habana en una gran plantación, menoscabando los derechos e influjo económico de los cultivadores de tabaco49. El relevo de Cienfuegos por Juan Manuel de Cajigal en 1819 coincidiría con la llegada a La Habana de Mariano Renovales. Renovales, mariscal de campo, liberal convencido que había intervenido en la lucha contra la primera invasión inglesa en el Río de la Plata y contra los franceses en la guerra de independencia, había asumido una comisión para pasar a Nueva Orleans como doble agente al servicio del gobierno español. Las primeras noticias sobre el levantamiento del general Riego en España para proclamar la constitución liberal de 1812 en 1820 condujeron a Renovales a La Habana, donde presenció la proclamación de dicha constitución. A las dos de la tarde del día 15 de abril de 1820 entró en el puerto de La Habana el bergantín del Comercio Montserrate procedente de la Coruña con sólo treinta y un días de navegación. Al llegar el ayudante de reconocimiento del puerto de La Habana a su inmediación, todos los marineros del buque gritaron ¡Viva el Rey y viva la constitución!, de un modo que los navegantes de la falúa quedaron realmente sorprendidos. Al llegar a bordo, el capitán del Montserrate presentó al oficial del puerto un impreso hecho en la Coruña por una Junta Provincial en que se hallaba inserto un decreto de su majestad del 8 de marzo. En él se decía que para evitar las dudas que pudiesen ocasionar su decreto de 7 de marzo sobre convocatoria inmediata de las Cortes del reino, se había decidido a jurar la constitución promulgada en 1812 por las Cortes Generales y Extraordinarias del Reino50. 48 49 50 Santos Fuentes, Alain J., “La constitución de Cádiz y la división del territorio cubano en provincias”, Iberoamérica Social-Red de Estudios Sociales, Número Especial Vol. 2, 2018, 81-98. Hernández González, Manuel, Liberalismo criollo y sacarocracia en Cuba. José Arango y Núñez del Castillo (17651851), Idea, Madrid, 2014, 127-128. Cajigal, Juan Manuel, “Números 1 y 4: gobernador de la Habana sobre la jura de la constitución en 1820”. Archivo General de Indias (AGI), Estado, 12. 82 Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 14, p. 63-91, jul-dic, 2021 El día 16 en la tarde se reunió el pueblo y la mayor parte de la guarnición presente, todos alegres y jubilosos, según relato del capitán general, y gritando que se jurase la constitución. En los días 17 y 18, la constitución fue jurada con toda la solemnidad posible y en toda la isla fueron circuladas órdenes para que se hiciera lo mismo. A los ojos de los contemporáneos, en el siglo XIX, la isla de Cuba en general y la plaza de La Habana, en particular, siguió siendo un punto neurálgico para las comunicaciones entre la península ibérica y América y un bastión fundamental para el mantenimiento de lo que aún quedaba del imperio español. Después de proclamadas las independencias en la mayor parte de América, rebeldes y potencias extranjeras tenían en tanta importancia la posesión de la isla que basaban en ella, en su independencia, el reconocimiento de toda la independencia americana, estimando que su pérdida conllevaría la pérdida completa del continente americano51. Será bajo la capitanía general de Mahy cuando la isla, y particularmente su capital, acentuará un peligroso proceso de inestabilidad política alentado por los sucesos que afectaban a todo el continente americano: la cesión de Florida a la Unión americana; la llegada de los ejércitos de Costa Firme, tras la entrega de las últimas plazas en posesión realista y la derrota de Carabobo y la pérdida de México, convertirán La Habana en el punto de encuentro de todos los militares y familias emigrados. La efervescencia política de la capital coincidirá con las actividades de las sociedades patrióticas (masones, comuneros…), que Mahy tratará de controlar a duras penas, evitando los enfrentamientos ideológicos en el interior de la milicia nacional. El ideólogo de la guarnición peninsular habanera será el sacerdote Tomás Gutiérrez de Piñeres, liberal exaltado y opuesto al poder político de la oligarquía criolla52. Pero será durante el gobierno del general de Dionisio Vives y bajo el influjo en la península de la llegada del ejército del duque de Angulema y la consecuente restitución absolutista de Fernando VII, cuando la situación política en La Habana adquirirá una agitación extrema: algunos criollos habaneros adscritos a la facción de 51 52 García de Castillo y Tejada Juan Manuel, “Relación de los Grados Literarios, Méritos y Servicios del Doctor D. Juan Manuel García de Castillo y Tejada, Cura Vicario en propiedad del pueblo de Tocancipá, en el Arzobispado de Santa Fe de Bogotá”. AGI, Estado 19 N. 122. Ibid. 83 Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 14, p. 63-91, jul-dic, 2021 los liberales exaltados, comandados por don Francisco Lemus, conformarán la logia secreta los ‘Soles de Bolívar’ intentando conseguir la independencia de la isla. Otras logias, como la de los Caballeros Racionales de Matanzas y la Cadena Triangular de Puerto Príncipe también participarían en la acción junto a jueces, sacerdotes, oficiales de la milicia y labradores, menestrales y gentes de color. Otros americanos del sur radicados en la isla, como el comerciante venezolano Juan Jorge Peoli, también participarían en la conjuración. La restitución del absolutismo y las órdenes dadas a Vives para la abolición de la constitución, harán que el capitán general adoptase medidas enérgicas entre las que estuvo el cierre de más de veinte periódicos, la disolución de la diputación provincial y la entrega de armas por parte de la milicia nacional. Más de 600 personas fueron acusadas de conspiración. La pérdida definitiva de Costa Firme tras la derrota final del lago de Maracaibo y la entrega del castillo de San Juan de Ulúa, conllevará la reorganización del ejército de la isla, que llegará a contar con más de 12.000 veteranos de todas las armas, llegando La Habana a contar entonces con 94.023 habitantes53. Ilustración 9. Panorama de la Habana / daguerreotypado por GB Haase, Habana, 1854. Biblioteca del Congreso. https://lccn.loc.gov/2013646652 53 De la Pezuela, Joaquín, Diccionario Geográfico, Estadístico, Histórico de la Isla de Cuba, 5. 84 Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 14, p. 63-91, jul-dic, 2021 “Nueva y opulenta Tiro, ve llegar cada año a sus puertos, y especialmente al de la Habana su capital, 1300 buques algunos nacionales y los demás extranjeros, conduciendo a sus almacenes los más útiles géneros y preciosas manufacturas de todos los pueblos, para exportar en el mismo período aún 300.000 cajas de azúcar de a 16:20@hasta peso cada una, 800.000@ de café, 16.000 de cera, 27.000 bocoyes de miel de purga, 5000 pipas de aguardiente de caña, entrando en sus cajas por derechos de importación y exportación la cantidad de 3.700.000 drs. Que pudieran ser sin dificultad 6 millones, sino fuera por el contrabando escandaloso, y descarados latrocinios que allí se hacen en todo género, viéndose elevados en muy breve tiempo ha inmensa riqueza, empleados cuyo sueldo sólo puede sufragar allí para sostener honestamente la vida, y no falta alguno, según tengo entendido, que castigado por el robo de una resma papel en una oficina, ha logrado hacer un capital de 2 millones de duros sólo en cinco años posteriores a su delito”54. A principios de 1823 la situación política en la isla era de una inestabilidad evidente y La Habana se convirtió en el centro de todo tipo de confabulaciones y conjeturas sobre la independencia americana. En la ciudad circulaban impresos en los que se anunciaba la idea de una alianza americana contra la Santa Alianza europea y en los círculos de exiliados colombianos se rumoreaba que había ido a Bogotá un comisionado de Haití para entablar relaciones de comercio y tratados de mutua defensa entre una y otra república. Se sospechaba incluso que quizá con motivo de esas conversaciones se estaría concertando un ataque sobre Cuba, a partir de los datos suministrados por el patriota don Antonio Miralla, que había permanecido largo tiempo en La Habana al frente de una casa inglesa de comercio. Miralla y Fernández Madrid, último presidente del congreso neogranadino a la entrada del ejército expedicionario en Santa Fe en 1816, eran vistos por algunos absolutistas como agentes de los independentistas para informar sobre el estado de fuerza que 54 García de Castillo y Tejada Juan Manuel, “Relación de los Grados Literarios...” 85 Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 14, p. 63-91, jul-dic, 2021 guarnecía la isla, y el estado ideológico en que se hallaban los que ostentaban el mando en diferentes puntos de la plaza. La independencia de Cuba fue vista por los colombianos y mexicanos como fundamental para consolidar todo el proceso emancipatorio en el continente. Según informes del cura García de Castillo y Tejada, los independentistas contaban con una escuadra de 11 o 12 poderosos navíos, incluyendo dos fragatas construidas en Nueva York sufragadas por los mexicanos, y la corbeta Ceres, el mejor buque español que había en La Habana y que había sido apresado por corsarios colombianos en 1824 a la vista del mismo puerto55. En ese mismo puerto era diaria la llegada de buques de guerra ingleses americanos y europeos. Tal y como había hecho el comodoro Knowles anteriormente, Eduard Owen, comodoro del navío Gloucester que estaba fondeado en el mismo puerto, se dedicó a observar atentamente todo lo que allí sucedía. Además, Owen, encargó a Mr. Tomás Eduardo Wood que también espiase y tomase nota de los movimientos de embarcaciones, tropas y mercancías con el fin de reunir toda la información posible. Ilustración 10. La Habana al mediar el siglo XIX. Reproducción de Cuba: Economía y Sociedad de Levi Marrero, 1977. Universidad de Miami. Biblioteca. Colección Herencia Cubana. En https://merrick.library.miami.edu/cdm/singleitem/collection/chc0468/id/106/rec/48 55 Marchena Fernández, Juan y Cuño Bonito, Justo, Vientos de Guerra..., Tomo III, 2018, 431. 86 Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 14, p. 63-91, jul-dic, 2021 Y dentro de todos los peligros internos, los liberales representaban uno de los mayores para mantener la posesión sobre la isla. En la proclamación de la constitución liberal habían intervenido individuos y cuerpos que aún permanecían en La Habana sin que, a juicio de Tejada, hubiesen pagado el precio debido a sus acciones: los individuos adscritos a los regimientos de Málaga y Cataluña, que forzaron al capitán general Manuel de Cajigal a proclamar la constitución, se pluriempleaban en ingenios o plantaciones de café como mayorales o mayordomos, consiguiendo licencia de sus jefes a cambio de las convenidas onzas de oro. Connotados liberales que habían demostrado su afición a ese régimen proclamando la constitución de 1812 en la Nueva Granada, sublevando con dinero, según el cura Tejada, al regimiento de León expedicionario y expulsaron al virrey Sámano y al comandante de artillería Antonio Cano, permanecían en Cuba: Miguel Valbuena en Puerto Príncipe al mando del regimiento de León; Ignacio Romero que fuera comandante de la brigada de artillería; Mariano Sixto, intendente constitucional de Caracas, según Tejada, declarado por falsario en sentencia del supremo tribunal de la guerra aprobada por real orden de 13 agosto de 1822 pero que, a pesar de todo, permanecía aún en Santiago de Cuba con su sueldo íntegro de 8.000 duros anuales; y Vicente Sánchez Lima, capitán graduado y en ese momento brigadier, mandado detener por Pablo Morillo y que había escapado a su arresto. En el castillo de la Punta, uno de los que estaban a la boca de la Bahía, era comandante don Juan Campos, de quien se decía en un libro impreso en Madrid, que “fue comandante de la plaza de Puerto Cabello antes de la insurrección, en la insurrección y después de ella”56. En la misma Habana, a la vista de todo el público en la casa del pintor Escobar, cerca de la plazuela de Belén, se mostraba el retrato de Simón Bolívar al lado de los generales Apodaca, Cienfuegos y Cajigal. Allí podían mirarlo y admirarlo no sólo los habaneros, sino los militares recién llegados tras las derrotas de Maracaibo y Puerto Cabello. Éstos fueron uno de los principales peligros detectados por Tejada para la isla: si tropas de Colombia desembarcasen en algún punto de la costa y quisiesen emprender la venganza hacia aquellos jefes que les habían maltratado, era muy posible que sucumbieran a la tentación de entregarse al pillaje, y que ello les hiciera olvidar su subordinación y obligaciones. La misma presencia de compatriotas ‘de las mismas razas’ supondría un atractivo para emprender el despojo de la isla. Ultrajados y maltratados ahora como estaban, eran 56 García de Castillo y Tejada Juan Manuel, “Relación de los Grados Literarios...” 87 Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 14, p. 63-91, jul-dic, 2021 un peligro cierto, evidente, igual los 300 miembros del Batallón Ligero de Leales Corianos llegados a La Habana en 1822: insultados y despreciados que no sólo fueron rechazados en su deseo de ser agregados a los cuerpos existentes en La Habana, sino que además fueron embarcados y devueltos a Costa Firme “¿Qué harían allí estos soldados sino aumentar las filas enemigas?”57. Conclusión Durante los casi cuatrocientos años de presencia española en el Caribe, la isla de Cuba ocupó una posición geoestratégica fundamental dentro del conjunto de las posiciones españolas en América. Su capital, La Habana, fue un enclave esencial para asegurar el control de la isla y la evolución de su traza urbana nos informa sobre cómo el poder español tuvo que ir progresivamente adoptando una posición ultradefensiva ante el avance hegemónico en el Caribe de otras potencias. Al tiempo, La Habana se convirtió en un centro redistribuidor de mercancías e ideas entre África, Europa, América y Asia, y en el consecuente núcleo difusor hacia los territorios americanos del cambio de mentalidades que avivaron los nuevos paradigmas de la ilustración y de las revoluciones triunfantes. Si bien su insularidad la mantuvo a distancia de los procesos de independencia, su centralidad mantuvo a la isla y a su capital como uno de los focos desde donde los revolucionarios americanos intercambiaron ideas y prepararon el asalto final a la isla. Fecha de recepción: 26/10/21 Aceptado para publicación: 10/12/21 57 García de Castillo y Tejada Juan Manuel, “Relación de los Grados Literarios...” 88 Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 14, p. 63-91, jul-dic, 2021 Referencias Bibliográficas Amores Carredano, Juan Bosco, “La Constitución gaditana en Cuba: diputaciones provinciales y ayuntamientos constitucionales (1812-1814)”, Revista Complutense de Historia de América, nº 40, 2014, 233-254. Böttcher, Nikolaus, “Comerciantes británicos y el comercio interior de Cuba, 1762-1808”, en: Böttcher, Nikolaus; Hausberger, Bernd; Ibarra, Antonio (eds.), Redes imperiales y negocios globales en el mundo ibérico, siglos XVI-XVIII, Iberoamericana/México: El Colegio de México, Madrid/ Franfurt am Main, 2011, 207-238. De Arrate Félix, José Martín, Llave del nuevo mundo, antemural de las Indias occidentales. 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