TERCERA EDICION 2020
Primera Edición Digital 2012.
Segunda Edición Digital revisada 2013
Tercera Edición Digital ampliada 2020
Esta Tercera Edición, se realiza con
opinión del Centro de Altos Estudios
Masonicos de la Gran Logia Constitucional del Perú y La Comisión del Bicentenario de la Independencia del
Perú - GLC.
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LOS MASONES Y LA INDEPENDENCIA DEL PERU
Herbert Oré Belsuzarri 33°
TERCERA EDICION DIGITAL 2020
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LOS MASONES Y LA INDEPENDENCIA DEL PERU.
Primera Edición Digital 2012.
Segunda Edición Digital revisada 2013
Tercera Edición Digital ampliada 2020
Herbert Oré Belsuzarri
Un Masón Para el Mundo.
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Publicado en:
Fénix News
Dialogo Entre Masones
Gran Biblioteca Herbert Oré Belsuzarri
SCRIBD
Autorizado la reproducción total o parcial, solo debe citar la fuente.
Edición Digital en el Perú.
DEL AUTOR.
R.°.H.°. Herbert Oré Belsuzarri 33°. Iniciado en Luz del Oriente Nº 5
de la Gran Logia del Centro del Perú. Adelantado como Compañero
Franc Masón y Exaltado al Sublime Grado de Maestro Mason en P.°.F.°.
C.°.L.°.B.°.R.°.L.°.S.°. FENIX 137 – 1, de la Gran Logia Constitucional
del Perú.
Publica sus trabajos en Scribd y monografías.com, así como en las
revistas Fénix News, Hiram Abif , Retales de Masonería y Dialogo Entre Masones. Preside el Centro de Altos Estudios Masonicos de la Gran
Logia Constitucional del Perú y es miembro de la Comisión del Bicentenario de la Independencia del Perú de la GLCP.
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INDICE.
I.-
LOS PRECURSORES DE LA INDEPENDENCIA.
II.-
SITUACIÓN DEL EJÉRCITO ESPAÑOL.
III.-
LAS LOGIAS LAUTARINAS.
IV.- LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ, VENEZUELA, ARGENTINA, COLOMBIA Y OTROS PUEBLOS DE AMÉRICA
DEL SUR.
V.15 DE JULIO DE 1821: LOS MASONES PERUANOS REDACTAN Y FIRMAN EL ACTA DE LA INDEPENDENCIA DEL
CABILDO DE LIMA.
BIBLIOGRAFIA.
ANEXOS.
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LOS MASONES Y LA INDEPENDENCIA DEL PERU.
Herbert Oré Belsuzarri.
Resulta curioso que para la historiografía en general, los masones y la masonería sean prácticamente ignorados en hechos trascendentes de los últimos trescientos años. Así, por ejemplo, cuando se traza la historia de la Revolución Francesa, la Independencia
de Estados Unidos o la liberación de las naciones americanas de
la dominación española, nada se dice o solo se explica de manera
fragmentaria la filosofía masónica y/o la presencia de masones en
las filas que impulsaron esos cambios. (MASONES EXCLUIDOS
DEL ESTUDIO DE LA HISTORIA, SUPLEMENTO Masonería NET,
Mayo de 2011, Pág. 2).
Lo que acontecía en Europa y América, especialmente entre los ingleses y españoles, era que, en 1776 Inglaterra había
perdido las 13 colonias de Norteamérica, con la ayuda a los independentistas de parte de España. La ayuda española se da
en Yorktown, una de las batallas importantes para la revolución
americana. Para ello, España desembolso 1650000 pesos de
plata para pagar a las tropas continentales de Washington y de
Francia. Los franceses habían desplegado una flota de barcos
para aislar a las tropas inglesas, y para que los franceses pudieran hacer esto, barcos españoles hacían guardia en los puertos
franceses en el Caribe, evitando que puedan ser atacados por
los ingleses. Con la independencia de los EE.UU., Inglaterra necesitaba un mercado que supla los perdidos. Centro y Sur América estaba en manos de los españoles y el comercio se limitaba al contrabando, redituable, pero no era suficiente; y por otra
parte estaba la sed de venganza. Entonces Inglaterra, planifico
estrategias para ganar estos mercados y dentro de ello, utilizó a
la masonería para inculcar ideas independentistas en los jóvenes criollos que venían de las colonias españolas, para estudiar
en España y otros países europeos. Estos, al retornar a los virreinatos españoles fueron propagando las ideas de independen6
cia y también propiciaron la creación de logias, un ejemplo de
esto son las “Logias Lautaro”.
Éstas Logias, tenían una meta específica, en éste caso la
independencia de las colonias españolas, una vez logrado el
objetivo las Logias se disolvían.
Los principales patriotas sudamericanos eran Masones, influenciados por el ejemplo de los EE.UU y los ideales de la Revolución Francesa. Ellos hicieron suyo la predica de Libertad,
Igualdad, Fraternidad, un hombre igual a un voto, y la Declaración de los Derechos del Hombre y del ciudadano. Los escritos
de Voltaire y Rousseau, subvirtieron a las colonias, estos llegaban a través de ciudadanos europeos que vivían en las colonias,
y con los criollos que retornaban de Europa, para luchar por su
independencia. Masones fueron: Francisco de Miranda, Simón
Bolívar, Sucre, Bernardo O´Higgins Riquelme, José de San Martín, Manuel Belgrano, Juan Pablo Vizcardo y Guzmán, Pablo de
Olavide, Francisco de Zela, José Gabriel Condorcanqui, Mateo
Pumacahua, Alvear, Monteagudo y otros. Una vez lograda las
independencias, Inglaterra era el primer país en reconocerlas,
enviando embajadores para entablar relaciones comerciales
y diplomáticas bilaterales. No es casual que la mayoría de los
países latinoamericanos festejaron el mismo año el bicentenario de sus respectivas independencias 1810-2010, así tenemos
a Venezuela, Argentina, Colombia, Ecuador, Chile y México,
tampoco fue casual, el abrazo de Simón Bolívar y San Martín en
Guayaquil, que lucharon para independizar al Perú, el cual se
proclamó en 1821 y fue sellado con la batalla de Ayacucho el 8
de diciembre de 1824, dando por termino el dominio administrativo español en América del Sur con la firma de la Capitulación de Ayacucho. Resaltamos que El último virrey del Perú José
de la Serna herido en combate y el Jefe del Estado Mayor del
ejército Realista Gral. José Canterac, que firmo la Capitulación
de Ayacucho, junto al Gral. Antonio José de Sucre Comandante
en Jefe del ejército patriota, eran masones.
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“Don José Canterac, teniente general de los reales ejércitos de
S. M. C., encargado del mando superior del Perú por haber sido
herido y prisionero en la batalla de este día el excelentísimo señor virrey don José de La Serna, habiendo oído a los señores generales y jefes que se reunieron después que, el ejército español,
llenando en todos sentidos cuanto ha exigido la reputación de sus
armas en la sangrienta jornada de Ayacucho y en toda la guerra
del Perú, ha tenido que ceder el campo a las tropas independientes; y debiendo conciliar a un tiempo el honor a los restos de estas fuerzas, con la disminución de los males del país, he creído
conveniente proponer y ajustar con el señor general de división
de la República de Colombia, Antonio José de Sucre, comandante
en jefe del ejército unido libertador del Perú” (Capitulación de
Ayacucho).
Emilio Ocampo refiriendose a Europa decia: “A principios del
siglo XIX Europa se dividía en dos facciones opuestas: el “legitimismo” que defendía el derecho a gobernar de las monarquías
hereditarias y el republicanismo de la Revolución Francesa. Entre
ambas formas de gobierno existía la solución intermedia de la
monarquía constitucional, que sólo existía en Inglaterra. La lucha
entre estas dos ideologías definió la política europea durante décadas y también tuvo un impacto fundamental en la independencia de la América española. Aun hoy se debate el papel que jugó
la masonería en esa contienda ideológica” (Emilio Ocampo, Inglaterra, la Masonería y la Independencia de América, Pág. 3).
La masonería hizo su aparición pública y oficial en 1717, con
la fundación de la Gran Logia de Londres. A partir de entonces
se expandió rápidamente por el resto de Europa y también en
Norte América, ganando adeptos en la aristocracia, la alta burguesía y los intelectuales.
Continua Ocampo manifestando que: “Aunque se trataba de
una organización fraternal sin objetivos políticos pronto se la responsabilizaría por el evento político más trascendente de la edad
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moderna: la Revolución Francesa. Quien articuló de manera más
efectiva la teoría del gran complot masónico fue el Abate Agustín
de Barruel (1741-1820) en sus Memorias para servir a la Historia
del Jacobinismo. Según Barruel, el jacobinismo era una conspiración ente los masones franceses, los iluministas de Baviera, los
sofistas y enciclopedistas (de Voltaire a Diderot). Lo interesante
es que este autor, un devoto defensor del “legitimismo”, hacía
una clara distinción entre la masonería inglesa y la masonería
continental. En su opinión los masones ingleses eran “hombres
honrados, excelentes ciudadanos de todo estado y condición,
que tienen por honor ser masones y que no se distinguen de los
demás sino por unos vínculos que parecen estrechan más los de
la beneficencia y de la caridad fraternal.” La masonería inglesa
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era “simbólica” y contemplaba sólo tres grados –aprendiz, compañero y maestro– mientras que en el continente, especialmente
en Francia, se había popularizado un sistema masónico diferente conocido como el Rito Escocés, con treinta grados adicionales
y una mitología templaria. Barruel culpaba a esta variante de la
masonería, a la que llamaba tras-masonería, de haber provocado
y liderado la Revolución Francesa. Según el Abate, los masones ingleses no estaban “iniciados en los últimos misterios de la secta”
que consistían en los principios de igualdad, fraternidad y libertad (lema de la Revolución Francesa) y en un plan de guerra “a
Cristo y a su culto; guerra a los reyes y a todos los tronos.” Estos
secretos supuestamente sólo se adquirían en los grados superiores del Rito Escocés.
Algunas de las opiniones de Barruel quedaron desvirtuadas, ya
que en la misma Francia revolucionaria había masones con agendas diametralmente opuestas. Lo que si está claro, es que durante este período, los masones franceses, especialmente los de alto
grado, conspiraron activamente en contra de la monarquía, mientras que los masones ingleses se mantuvieron leales a la corona.
Con el tiempo la Revolución Francesa terminó en el Imperio Bonapartista y fue aquí donde la masonería adquirió su máximo poder político. En 1804, Napoleón se coronó Emperador de Francia y
su hermano José se convirtió en el Gran Maestre del Gran Oriente,
máxima autoridad de la masonería francesa. A pesar de que durante su exilio en Santa Elena, Napoleón se refirió a los masones
como un grupo de imbéciles, reconoció el importante papel que
jugaron durante la revolución y bajo su propia administración. Por
otra parte, todos sus hermanos eran masones y la mayoría de los
ministros de su gabinete y gran número de oficiales del ejército imperial ocupaban importantes cargos en el Gran Oriente de
Francia.Y aunque nadie ha podido confirmar que Napoleón fuera
masón “ningún otro régimen de Europa contribuyó tanto como el
suyo al desarrollo e implantación de la masonería.” En esa época,
el único otro país donde la masonería poseía una influencia política similar eran los Estados Unidos.
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A fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX, cuando estallan
los primeros movimientos emancipadores en América, la masonería verdaderamente política no era la inglesa sino la francesa, primero revolucionaria y luego bonapartista. Su influencia y
sus vínculos eran poderosos y se extendían fuera de Francia. De
hecho, los primeros movimientos revolucionarios en las colonias
españolas y portuguesas –la de Nariño en Bogotá en 1794, la de
Gual y España en Caracas en 1797 y la de Pernambuco en 1801–
fueron liderados por masones con fuertes vínculos con sus hermanos franceses. Los masones pernambucanos incluso llegaron a
solicitar la protección de Napoleón, quien ya era el Primer Cónsul
de Francia” (Emilio Ocampo, Inglaterra, la Masonería y la Independencia de América, Pág. 3 al 5).
I.- LOS PRECURSORES DE LA INDEPENDENCIA.
Juan Santos Atahualpa.
Uno de los primeros precursores de la independencia del Perú
con influencia masónica es Juan Santo Atahualpa: “Nadie a ciencia cierta sabe si Juan Santos Atahualpa era indio o mestizo, lo que
si está demostrado es que era quechua hablante, pues cuando el
virrey Superunda1 envió a dos jesuitas para entrevistarlo con el
engaño de que habían sido enviados por el Papa, estos informaron que el líder hablaba “quichua”. Se dice que hablaba también
el castellano, el latín y varios dialectos selváticos. Su vida es un
misterio, parece ser que nació en 1712, no se sabe si en el Cusco, Huamanga o Cajamarca, aunque Amich dice que era cusqueño y sirviente de algún jesuita. Él estudió o trabajó en el colegio
San Francisco de Borja del Cusco, colegio administrado por los
jesuitas para curacas y sus descendientes de Cusco, Huamanga y
1José Antonio Manso de Velasco y Sánchez de Samaniego (1688-1767), conde
de Superunda, fue un militar y político español, XLIII Virrey del Perú. Fue Gobernador de Chile entre 1737 y 1744. Virrey del Perú durante el reinado de Fernando VI, gobernó el Virreinato del Perú entre los años 1745 y 1761.
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Arequipa. Precisamente esta cercana relación con los jesuitas le
permitió viajar a España, África (Angola), Inglaterra, Francia e Italia. Incluso sus más osados investigadores como Francisco Loayza dicen que la rebelión estaba relacionada con el apoyo de los
ingleses, pues en el año en que esta se inició, fueron vistas en las
costas del virreinato peruano cinco naves del vicealmirante inglés
Jorge Anson” (Eduardo Ramos Laynes, Rebelión de Juan santos
Atahualpa Apu Inca Huayna Capac)
“Un día llegó al Gran Pajonal, un quechua del Cusco que decía
ser el Inca Atahualpa. Venía vestido de rojo y acompañado de un
apóstol llamado Bisabequi” (historiador: Pablo Macera).
Prédica y accionar
“Es muy probable que la predica del rebelde se haya iniciado
entre 1729 y 1730, declarando su voluntad de restaurar el reino de
los Incas. “El año de 1729 y 1730 vino Juan Santos Atahuallpa corriendo toda la sierra, desde el Cuzco hasta Cajamarca, reuniendo
a todos los caciques, que venía a restaurar su reino del poder de
los españoles. Posteriormente llegó hasta la montaña y la ceja de
la sierra con los indios infieles”.(Francisco Loayza A. “Juan Santos,
el invencible”,1942).Por aquellos tiempos fue capturado y enviado a “la Piedra”, por el virrey Castelfuerte, pero poco después, se
fugó y se internó en la selva, llegando a territorios de los campas
o asháninkas guiado por Bisabequi un curaca piro, radicándose
en Simaqui-Quisopango (Pangoa), un territorio fuera del control
político-militar español y de los misioneros franciscanos. Gracias
a su alianza con curacas o caciques como Mateo de Asia, la prédica anticolonial de Juan alcanzó la zona conocida como “el Gran
Pajonal”, en la selva central, en los valles de Chanchamayo, Perene, Ene, Pangoa y el Alto Ucayali, hábitat geográfico de grupos
selváticos o “chunchos” como: piros, conibos, amueshas, yaneshas,
asháninkas y grupos no selváticos como misioneros, terratenientes blancos, sirvientes, trabajadores mestizos, y negros esclavos,
cuya presencia se debía a que la selva central era una zona de
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constante intercambio de productos y de personas, principalmente coca, madera, sal, algodón y otros productos valiosos. Además
de estos grupos, hubo otro contingente de disidentes, provenientes principalmente de la sierra, aunque no exclusivamente indios,
que encontraron en la selva central una zona de refugio ideal para
esconderse de las autoridades. En esta zona llamada “el Gran Pajonal”, perteneciente a la jurisdicción de Tarma y que comprendía en términos modernos la selva de los actuales departamentos
de Huánuco, Junín, Pasco y Ayacucho, los franciscanos dedicados a
evangelizar a las etnias selváticas habían logrado establecer unas
32 misiones de trescientos habitantes cada una: en total unas nueve mil personas.
Sobre el programa político del rebelde, quien decía ser descendiente de los últimos Incas, mucho se ha escrito, algunas fuentes
sostienen que Juan Santos proponía el retorno al Imperio de los
Incas, pero sin dejar por completo algunos rasgos ya interiorizados por la población, como el cristianismo. Planteaba se dice, un
mundo de selváticos libres y cristianos, pero sin blancos y negros.
Esto último es difícil de sostener pues uno de los líderes rebeldes,
llamado Antonio Gática era africano y estaba casado con una mujer asháninka. Además el sacerdote franciscano que al igual que
los jesuitas logró también parlamentar con Juan, dice haber visto
grupos de blancos acompañando a los rebeldes. Las nuevas investigaciones precisan el carácter marcadamente multiétnico de
la rebelión, aunque con preponderancia de los grupos selváticos.
En el año de 1742, los rebeldes dan inicio a su rebelión destruyendo más de 25 misiones o reducciones establecidos por los
misioneros franciscanos del Convento de Ocopa, pues para ellos
las misiones no sólo significaban maltratos y reglas rígidas sino
también el sometimiento a trabajos forzados en haciendas, obrajes, panaderías y la mita de la sal (ya que en esta región se había descubierto grandes depósitos de sal, el historiador Orrego
Penagos sostiene que uno de los móviles de esta rebelión fue la
disputa por el control de la sal entre los grupos selváticos y los
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franciscanos); explotación de la cual se querían liberar. Otro factor de descontento fueron las enfermedades llevadas inconscientemente por los misioneros y que diezmaban a los selváticos. Los
franciscanos en su intento de borrar el evidente carácter anti franciscano de la rebelión argumentaban que los selváticos estaban
contentos con ellos, y que el alzamiento “chuncho” había sido provocado por el rebelde, sus allegados y chunchos, quienes querían
verlo coronado en Lima.
Es interesante observar que le grupo selvático que más apoyó a
Juan Santos, fue el grupo amuesha, cuyo centro ceremonial se encontraba en la localidad de Metraro, y quienes ejercían de modo
exclusivo el control sobre la sal que los demás grupos de la zona
necesitaban.
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Enterado el virrey Antonio de Mendoza Caamaño y Sotomayor,
”Marqués de Villagarcía” (1736-1745) de la rebelión, ordenó operaciones para apresar al rebelde:
Primera campaña (1742): El gobernador Benito de Troncoso
comandando un grupo de realistas se dirigió de Jauja hasta Quisopango (set. 1742-oct. 1742), mientras que Pedro Milla se dirigía desde Tarma hasta Nijandaris (set. 1742-nov.1742).Troncoso
estableció su cuartel general en Sonomoro, mientras Juan Santos
iniciaba una ofensiva sobre Eneno. El 17 de setiembre de 1742 las
tropas de Milla son cercadas sorpresivamente y liquidados por
los rebeldes a inmediaciones del río la Sal, mientras que Troncoso
que contó con el apoyo del curaca de Sonomoro (Bartolomé Quintimari) derrotó el 9 de octubre de 1742 a las tropas del curaca
Santabangori en Quisopango (cuartel general de los rebeldes).
Ante la falta de información del ejército de Milla y temeroso de
que Juan Santos retorne de Eneno a Quisopango, Troncoso se regresó a Sonomoro y luego retrocedió a Jauja.
Segunda campaña (1743-1744): A fines de 1743, el rebelde decidió atacar “Quimiri”, lugar donde los españoles habían levantado un fuerte dejando en el mando al capitán Fabricio Bartolí. Juan
Santos le propuso a Bartolí la rendición, pero al negarse, atacó el
fuerte matando a sus defensores (1° de enero de 1744). Las tropas
de Troncoso (300 españoles) salieron de Tarma, pero no pudieron reforzar a los sitiados pues los rebeldes habían cortado todos
los puentes que permitían el acceso al fuerte, retornando desde
Chanchamayo a Tarma. El fracaso de la ofensiva realista obligó al
rey español al reemplazo del virrey Marqués de Villagarcía por
el virrey Antonio Manso de Velasco(1745-1761), llamado después
Conde de Superunda (“Conde sobre las olas”) por el terremoto y
tsunami que afectó Callao y Lima en 1746.
Tercera campaña (marzo de1746): En una campaña proselitista Juan Santos abandona Quimiri y se dirige a Monobamba,
dejando a sus tropas en el camino para a través de emboscadas,
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golpes de mano y un mejor conocimiento del terreno, pudieran
diezmar a los realistas. Las tropas realistas enviadas por el virrey
Manso de Velasco (veterano de la guerra de indios en Chile), al
mando de José de Llamas, cuyo objetivo era retomar Quimiri, se
enfrentaron con los rebeldes en el combate de Cerro la Sal, mientras que las tropas de Benito Troncoso se enfrentaban a otro grupo rebelde en Nijandaris.
Cuarta campaña (verano de 1750): Debido al fracaso de las
expediciones militares, el gobierno virreinal envió al franciscano
fray Otanza para negociar con el rebelde y al cual hasta se le
dio permiso para evangelizar, pero luego lo expulsaron por su
proselitismo anti rebelde. Entonces los españoles deciden organizar una nueva campaña militar al mando del general José de
Llamas teniendo como base de operaciones Jauja y Tarma. En el
verano de 1750 los españoles logran recuperar Quimiri, mientras
que el capitán realista Espinal ocupa la región de Eneno. Ya por
entonces Juan Santos se había replegado atacando a los españoles en su eje de avanzada. Agobiados por las enfermedades, la falta de abastecimientos y el hostigamiento de los naturales, los expedicionarios luego de sufrir muchas bajas se regresaron a Jauja.
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Contraofensiva de Juan Santos Atahualpa (1751-1752): El rebelde ocupa Quisopango y ordena una ofensiva militar para capturar Sonomoro o Pangor (reducto realista), que luego de capturarla la convierte en su cuartel general. En 1752 (¿agosto?), el
caudillo inicia una incursión sobre Andamarca, pero al enterarse
de la cercanía de tropas virreinales salidas de Jauja se replegó
hasta Sonomoro. Con esta acción ofensiva de Andamarca dicen
los historiadores concluyó la contraofensiva del caudillo. En 1756
un destacamento realista al mando de Pablo Sáenz de Bustamante
penetró en Quimiri, pero ya entonces no se tenían noticias del rebelde, optando los españoles por una nueva estrategia defensiva
consistente en convertir a Jauja y a Tarma en bastiones militares
para evitar que el movimiento influyera en una zona articulada
con la capital y comprometiese el abastecimiento de alimentos a
Lima (Eduardo Ramos Laynes, Rebelión de Juan santos Atahualpa Apu Inca Huayna Capac)
¿Qué pasó con Juan Santos Atahualpa?
La misteriosa desaparición de Juan Santos después de 1752
provocó una serie de rumores populares acerca de una inminente liberación o de una invasión suya al corazón del poder
colonial. En Cajamarca en 1753 y en la sierra central en 1756 se
difundieron informaciones de la llegada del rebelde y de comunicaciones secretas entre las comunidades y la rebelión. Sin
embargo, nunca se volvió a ver a Juan Santos. Aunque algunos
dicen que fue envenenado o que murió de vejez, lo concreto parece ser que después de la toma de Andamarca, el movimiento
se diluyó muriendo el jefe rebelde en un enfrentamiento contra
un curaca local en Metraro, alrededor de 1756.
Objetivo y balance del levantamiento
La historia tradicional presenta la rebelión de Juan Santos como
una rebelión milenarista (propuesta de cambio del cosmos)
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y mesiánica (el líder salvador mítico y reorganizador del mundo), los últimos trabajos sobre el tema señalan un movimiento
político insurreccional que optó por una lucha armada orientada a la defensa de la selva como espacio económico y político,
y por la extensión del movimiento a otros espacios geográficos,
como las partes altas de la sierra, dicen que el objetivo histórico de la rebelión fue liberar a las masas selváticas del yugo
de las reducciones administradas por los franciscanos (entrega
de fuerza de trabajo), de los repartos de mercadería inservible
por parte de los corregidores y de la cobranza de tributos. Esta
rebelión multiétnica tuvo la adhesión de los grupos no selváticos(blancos, mestizos y en menor medida negros), porque estaban convencidos que la autonomía política regional de dicha
área, crearía bases más seguras para una integración económica con el sistema mercantilista colonial, pues los rebeldes de
una u otra clase conocían bien el antiguo y extendido comercio
con pueblos andinos o españoles de la sierra, como era el caso
del comercio de las hojas de coca.
“Entendemos que el movimiento no fracasó, pues militarmente aplicó una estrategia adecuada para el terreno del monte: la
guerra de guerrillas, y la toma efímera de algunas ciudades. Las
tropas realistas, vistas hasta ese momento como invencibles, no
pudieron derrotar a los rebeldes. Esto causó alarma en la administración virreinal como lo demuestra la militarización de Jauja y
Tarma, estrategia militar defensiva realista que lo único que buscaba era evitar la expansión del movimiento. Lo cierto es que las
repercusiones del movimiento fueron muchas más amplias que
sus victorias militares. Políticamente la rebelión también fue exitosa, pues a pesar de que un grupo de historiadores sostiene que
fracasó porque no se extendió y articuló a la sierra donde existían
grupos sociales explotados por el régimen colonial, el objetivo de
la rebelión no era ese, sino crear una zona geográfica, política y
económica libre del control estatal español, objetivo que se logró,
pues hasta muchas décadas después dicho territorio no pudo ser
controlado por los gobiernos de turno, estableciéndose a lo mu18
cho, pequeños grupos de colonos foráneos” (Blog del Historiador: Eduardo Ramos Laynes, Rebelión de Juan santos Atahualpa
Apu Inca Huayna Capac)
Muchos precursores tuvieron influencia de la masonería, así
el cusqueño Juan Santos Atahualpa, políglota muy instruido,
cercano a los jesuitas, fue enviado a Europa donde recibió la
influencia de la francmasonería inglesa. Algunos historiadores
creen que estuvo relacionado con los ingleses; sea como fuere,
lo cierto es que al desatar su lucha libertaria aparecieron en las
costas del virreinato las naves del marino inglés Jorge Anson.
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El Vicealmirante Jorge Anson, al mando de seis buques de
guerra: Centurion -buque insignia-, Gloucester, Severn, Pearl,
Wager y Tryal, y dos cargueros -Anna e Industry-, fue comisionado por su Gobierno, para entrar al Pacífico y perseguir todas
las naves, y bloquear todos los puertos subyugados a España...
(Anson, a la sazón era parte del equipo de marinos británicos
que sostenían la guerra con España en sus colonias, desde 1740.
Otro de sus principales líderes, además de Anson, era el Almirante Vernon quien disponía de 50 naves, 130 de transporte y/o
cerca de 13 mil hombres de desembarco, asolando las aguas
del Caribe). Anson pasando el Estrecho de Magallanes, fue a
fondear en la isla de Juan Fernández el día 7 de junio de 1741.
Desde allí atalayaba los mares de Chile, Perú y Ecuador. Y en
el mes de septiembre del mismo año apresó al navío español
“Monte Carmelo” que iba del Callao a Valparaíso, apoderándose de más de veinte mil pesos y muchas mercancías. Luego anduvo de correría en correría, de sur a norte, capturando y hundiendo navíos, asolando y saqueando diferentes pueblos de la
costa. Y agrega “No es improbable que Anson, después de estas
correrías, por más de medio año, al no tener noticia de levantamiento alguno en el Virreinato del Perú, decidió alejarse, como lo
hizo, rumbo al Asia. Cinco meses después (en mayo de 1742) no
habiéndose levantado los pueblos peruanos de la costa y de la
sierra, dan los indios de la montaña, con Juan Santos Atahualpa, el
grito de rebelión. Si este movimiento de los montañeses hubiera
estallado en su debido tiempo, la expedición del Vicealmirante
inglés Jorge Anson habría resultado eficiente y, quizá, definitiva...”
La presencia de Anson en el Pacifico no es casual. Los planes
ingleses de llevar a cabo una expedición al Mar del Sur, con
auspicio oficial y con propósitos comerciales y militares de largo alcance, se materializaron con la expedición marítima liderada por George Anson. En septiembre de 1739, dos antiguos
empleados de la Compañía del Mar del Sur, Hubert Tassell y
Henry Hutchinson, que tenían experiencia de primera mano en
tierra sudamericana le escribieron al primer ministro Robert
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Walpole sugiriéndole que un escuadrón 8 barcos de guerra con
1500 soldados, fuera enviado al Cabo de Hornos para atacar las
costas de Sudamérica. A fines de dicho mes, Tassell y Hutchinson expusieron este plan personalmente a los dos consejeros
mayores del gobierno, Sir Charles Wager, primer Lord del Almirantazgo y Sir John Norris, Almirante de la flota. En septiembre
de 1739 ante un pequeño grupo de ministros se expusieron dos
esquemas de acción separados. El primero consistía en enviar
barcos a las islas Filipinas para capturar el galeón proveniente de Asia a Acapulco -el legendario galeón de Manila, o de
Acapulco según su punto de origen. Mientras que el segundo
contemplaba operaciones a lo largo de las costas de Chile y
Perú por barcos enviados hacia el Pacífico y que cruzarían por
el Cabo de Hornos: “el escuadrón tomaría Chile con la ayuda
de sus habitantes descontentos con el gobierno peninsular y
saquearía la gran casa del tesoro en Lima y tal vez establecería
un gobierno favorable a los comerciantes ingleses. Desde ahí
se dirigirían a Panamá. Una parte de la expedición se desprendería para fortificar Juan Fernández.
Hacia mediados de Octubre de ese año, el plan conjunto se
redujo a uno solo, significativamente más modesto que consistía en una expedición de tres barcos a lo largo de las costas de
Perú y Chile. Distintos compromisos impidieron que se enviara
una expedición a Manila e hicieron imposible reclutar fuerzas
terrestres de cualquier tamaño para doblar el Cabo de Hornos.
Para comandar la expedición se designó a George Anson, un
experimentado oficial de 42 años, a quien se le comunicó una
versión simplificada del plan original que tenía como objetivo
capturar el puerto de El Callao y utilizarlo como base de futuras operaciones. “En las instrucciones se incluían cláusulas que
autorizaban a Anson instigar la rebelión criolla en el Perú y en el
caso de que los criollos ricos se negaran a rebelarse de las autoridades españolas, se le autorizaba a ganarse la voluntad de los
mulatos y esclavos negros oprimidos, ofreciéndoles la libertad. Se
trataba de una proposición incendiaria, y claramente contradicto21
ria con las prácticas inglesas tomando en cuenta que ellos controlaban buena parte del tráfico de esclavos. Este último punto no
tuvo el menor eco en las ordenes que se le impartieron a los oficiales, pero sin embargo, ilusorias o no, estas instrucciones, como
observó Glyn Williams, “manifestaban las primeras nociones en
círculos de gobierno de que la apertura más promisoria para los
comerciantes ingleses sería que el imperio hispano americano,
con o sin ayuda externa, se moviera hacia la independencia”. Si
las informaciones que habían proporcionado los consejeros y
propagandistas eran veraces, la llegada de estos barcos a las costas de Sudamérica llevaría al colapso de la autoridad española en
Chile y Perú” (Marcelo Somarriva, “Viajeros ingleses en el cono
sur 1819-1829”, pág. 257).
Las correrías de Anson estan documentadas, por ejemplo el
siguiente: Se recibió en Quito la sensible noticia de haber sido
saqueado el Puerto de Paita y convertido en cenizas, una escuadra inglesa del comando del Vicealmirante Jorge Anson, la cual
después se confirmó con todas sus circunstancias por las cartas
del corregidor y oficiales reales de Piura, que referían que el 24
de noviembre había entrado en aquel puerto el navío el Centurión, que montaba aquel vicealmirante, a las 2 de la mañana; que
habiendo enviado a tierra su lancha con 40 hombres (Antonio de
Ulloa, Viaje a la América Meridional, Pág. 126),
La gesta de Santos Atahualpa, se hizo con nativos de la selva,
quienes están ubicados lejos de la costa del océano pacifico, y
en ella está la explicación del porque los marinos ingleses tuvieron dificultades para enterarse sobre la marcha de esta.
Juan Pablo Vizcardo y Guzmán.
En el año 1767 a causa del decreto del rey Carlos II de España,
emitido el 27 de febrero, se expulsa inmediatamente sin autorización para regresar so pena de muerte, a todos los jesuitas que
se encontraban en los dominios españoles en hispano América,
22
igualmente los que se encontraban en Francia y Portugal, los
cuales sumaban unos cinco mil; de ellos cuatrocientos cuarenta
y dos se encontraban en el Perú.
Decreto de expulsión de los jesuitas de España despachado por Carlos III el 27 de febrero de 1767 (transcripción
original)
Habiéndome conformado con el parecer de los de mi Consejo
Real en el Extraordinario, que se celebra con motivo de las
ocurrencias pasadas, en consulta de veinte y nueve de Enero
próximo; y de lo que sobre ella me han expuesto personas del
más elevado carácter: estimulado de gravísimas causas, relativas
a la obligación en que me hallo constituido de mantener en
subordinación, tranquilidad, y justicia mis Pueblos, y otras
urgentes, justas, y necesarias, que reservo en mi Real ánimo:
usando de la suprema autoridad económica, que el Todo Poderoso
ha depositado en mis manos para la protección de mis Vasallos,
y respeto de mi Corona: he venido en mandar se estrañen de
todos mis Dominios de España, e Indias, Islas Filipinas, y demás
adyacentes, a los Religiosos de la Compañía, así Sacerdotes, como
Coadjutores o legos, que hayan hecho la primera Profesión, y a
los Novicios, que quisieren seguirles; y que se ocupen todas las
temporalidades de la Compañía en mis Dominios.
Y para su ejecución uniforme en todos ellos, os doy plena y
privativa autoridad; y para que forméis las instrucciones y
órdenes necesarias, según lo tenéis entendido, y estimareis para
el más efectivo, pronto, y tranquilo cumplimiento. Y quiero, que
no sólo las Justicias y Tribunales Superiores de estos Reynos
executen puntualmente vuestros mandatos; sino que lo mismo
se entienda con los que dirigiereis a los Virreyes, Presidentes,
Audiencias, Gobernadores, Corregidores, Alcaldes Mayores, y
otras qualesquiera Justicias de aquellos Reynos y Provincias; y
que en virtud de sus respectivos Requerimientos, qualesquiera
tropas, milicias, o paisanaje, den el auxilio necesario, sin retardo
ni tergiversación alguna, so pena de caer el que fuere omiso
23
en mi Real indignación. Y encargo a los Padres Provinciales,
Prepósitos, Rectores, y demás superiores de la Compañía de Jesús
se conformen de su parte a lo que se les prevenga, puntualmente,
y se les tratará en la ejecución con la mayor decencia, atención,
humanidad y asistencia: de modo que en todo se proceda
conforme a mis soberanas intenciones.
Tendréislo entendido para su exacto cumplimiento, como lo fío
y espero de vuestro zelo, actividad, y amor a mi Real servicio; y
daréis para ello las Órdenes, e Instrucciones necesarias, acompañando exemplares de este mi Real Decreto, a los quales, estando
firmados de Vos, se les dará la misma fe, y crédito que al original.
Rubricado de la Real Mano.
En el Pardo a veinte y siete de Febrero de mil setecientos sesenta
y siete.
Al Conde de Aranda, Presidente del Consejo.
Con la expulsión de los jesuitas, muchos novicios criollos
también fueron expulsados, entre ellos Juan Pablo Vizcardo y
Guzmán y su hermano, quienes se trasladan a la población de
Massa Carrara, cerca de Génova-Italia, donde completa sus
estudios religiosos; se hacía llamar el abate Paolo Rossi y su
hermano Antonio Valossi. El seminarista jesuita Juan Pablo Vizcardo y Guzmán, apoyado por la masonería italiana recorrió
Europa solicitando ayuda para la América sojuzgada. Desde el
exilio apoya pero sin éxito al movimiento independentista en el
Perú de Túpac Amaru (José Gabriel Condorcanqui), en 1780 y
1781 envió cartas a los ingleses solicitando ayuda para el cacique cusqueño. El año 1781 viajó a Londres para insistir el apoyo
inglés a la independencia americana. Sin medios económicos
por no poder recibir su herencia por la confiscación de sus bienes, se ve obligado a trasladarse en 1782 a Londres. En 1792
viaja a Francia que estaba en plena revolución y allí redactó su
famosa “Carta a los Españoles Americanos”, donde arengaba a
24
los criollos de Hispanoamérica a luchar contra la opresión española y construir una patria soberana, vuelve ese mismo año
a Londres, donde se relaciona con otros jesuitas expulsados de
los dominios españoles y portugueses, para residir protegido
y pensionado por el Gobierno inglés, al tiempo que toma contacto con los americanos que, como él, solicitan en Londres la
ayuda británica para la emancipación de la América española.
Pero el Gobierno del primer ministro inglés Pitt, en aparente
buena relación con España desde 1793, por la enemistad común contra Francia, dura hasta 1796, y no quería comprometerse a una abierta cooperación con los gestores de una posible
independencia. Ésta es la razón por la que la Carta a los españoles americanos, escrita por Vizcardo, en francés, no se publicara
entonces, por impedirlo el primer ministro Pitt.
El sacerdote Juan Pablo Viscardo Guzmán pasa a la posteridad
al escribir en esa ciudad en 1792 su famoso documento: “CARTA
A LOS ESPAÑOLES AMERICANOS POR UNO DE SUS COMPATRIOTAS”, con su lema “El amor a la Patria vencerá”. Considerado uno
de los primeros documentos políticos, que plantea abiertamente
la independencia total, se inspira en los libros del ginebrino Juan
Jacobo Rousseau y de los franceses Carlos Montesquieu y Francisco Voltaire; Viscardo becado con trescientos pesos en Londres
desde 1796, explica el principio de autodeterminación de los
pueblos, resume en cuatro palabras los tres siglos del coloniaje
español: “Ingratitud, Injusticia, Servidumbre y Desolación”. Este
valioso escrito que dejó honda huella en el proceso emancipador,
es denominado por muchos historiadores como: “La Primera clarinada de la libertad americana”, como “La Primera Proclama de
la Revolución Americana” y como “La Partida de Nacimiento de
la independencia Hispanoamericana”. La Carta de Viscardo es
una larga acusación contra España durante los tres siglos de colonización, se refiere igualmente al texto de Montesquieu, a la verdadera lucha contra la monarquía y la reivindicación del indio.
Este digno pensador y luchador, antes de fallecer en Londres el
10 de febrero de 1798, entregó el material en custodia a Rufus
25
King, diplomático norteamericano, con quien mantenía excelente
amistad, para que se los entregara a Francisco Miranda, que no lo
conocía, pero sabía de su afán emancipador. Los documentos llegan a manos de Miranda, quien a los dieciséis meses de la muerte
de Viscardo, emocionado por el contenido redentor, lo inmortaliza al escribir el prólogo, le coloca un falso pie de imprenta
de elaboración en Filadelfia y lo reparte clandestinamente a los
emancipadores y conspiradores hispanoamericanos. Este valioso
e histórico documento se traduce en 1801 al español y será el
gran texto de influencia de las futuras actas de independencias
en Sudamérica. Miranda inspirado en este documento, tomó nota
para la elaboración de su proclama leída y colocada en Coro en
agosto de 1806, igualmente le hizo llegar en Trinidad un ejemplar
al protomártir Manuel Gual, quien se hallaba desterrado luego
del fallido movimiento emancipador de 1797 conocido como de
Gual y España. Este documento sirvió de referencia en la Carta
visionaria sobre la América española, escrita por el Libertador
en Jamaica el 6 de septiembre de 1815. Don Andrés Bello, en su
“Alocución a la Poesía”, escrita en Londres y publicada en 1823,
menciona ideas de Viscardo.
Extracto de este valioso documento precursor CARTA A LOS
ESPAÑOLES AMERICANOS POR UNO DE SUS COMPATRIOTAS:
“Queridos Hermanos y compatriotas, puesto que España, siempre nos ha tratado y considerado de manera tan diferente a los
españoles europeos, y que esta diferencia solo nos ha aportado
una ignominiosa y esclavitud, decidamos ahora por nuestra parte, ser un pueblo diferente. Renunciemos al ridículo sistema de
unión y de igualdad con nuestros amos y tiranos, renunciemos a
un gobierno, que a una distancia tan enorme, no pueda darnos ni
siquiera en parte, los grandes beneficios que todo hombre puede
esperar de la sociedad a la que se encuentra unido. Descubramos nuevamente América para todos nuestros hermanos de toda
la tierra, y nuestra recompensa, no será inferior a la de todo el
resto del mundo, de donde la ingratitud, la injusticia y la codicia
más insensata nos han desterrado” (Eumenes Fuguet Borrega26
les; Historia y Tradición, Q.°.H.°. Sacerdote Juan Pablo Viscardo
Guzmán, “Inspirador de la Independencia Americana”, Blog Ni
vestido ni desnudo…)
Al morir Vizcardo en Londres, en 1798, sus papeles y documentos pasan a Rufus King, plenipotenciario norteamericano en
la capital británica, quien los entrega a Miranda, el cual publica
en Londres Carta a los españoles americanos (1799), en su original francés, con falso pie de imprenta, en el que figura como
lugar de edición la ciudad de Filadelfia. En 1801 se traduce la
Carta al español y comienza a circular entre los conspiradores
americanos.
José Gabriel Condorcanqui.
La insurrección más notable en esos tiempos es la que encabezó un indio cusqueño: José Gabriel Condorcanqui, quien
se convirtió en el adalid de la independencia americana. Era
descendiente directo de la nobleza cusqueña y de los incas de
Vilcabamba. José Gabriel Condorcanqui Túpac Amaru II nació
el 19 de marzo de 1738 en Surimana, perteneciente a la provincia cusqueña de Tinta. Sus padres fueron Miguel Condorcanqui, gobernador de Surimana, y Rosa Noguera Valenzuela. Era
descendiente directo de doña Juana Pilcowaco, hija de Túpac
Amaru I, el último de los Incas de Vilcabamba y que había sido
ajusticiado por los españoles en el año 1572.
José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II, fue educado en
las costumbres de sus ancestros por sus tíos, quienes desempeñaron las labores de tutoría al morir su madre y al formar su
padre una familia aparte.
Como hijo de nobles incas, estudió en el Colegio de Caciques
de San Francisco de Borja, una de las pocas instituciones educacionales que daba acceso a los indios de abolengo. Los comunes no tenían ese derecho y los indios de abolengo no podían
27
entrar en los colegios mayores y universidades dedicados únicamente a los españoles e hijos de ellos o criollos. José Gabriel
era alumno distinguido, muy inteligente y perspicaz y llegó a
dominar todas las materias que se enseñaban en aquel entonces, inclusive el latín. Se dice que en uno de sus viajes a Lima
por asuntos judiciales no tuvo reparo en asistir a algunas clases
de Artes en la Universidad de San Marcos. Se convirtió, pues, en
indio leído y culto para el gusto de los conquistadores.
En el año 1766 reclamó ante las autoridades coloniales el reconocimiento oficial como descendiente de Túpac Amaru y, por
consiguiente, su título de cacique o indio noble.
Ante las evidencias exigidas, los colonialistas tuvieron que acceder a su petición y como recompensa recibió 70 mulas. A partir de ese momento fue llamado Túpac Amaru II, pero despectivamente por los españoles como “arriero”.
Viaja a Lima entre los años 1776 y 1778. Se entrevistó con las
autoridades coloniales, entre ellas con los oidores de la Real
Audiencia y con los “protectores de los naturales”.
Como en esa fecha, el corregimiento de Potosí, perteneciente a la Intendencia de Charcas, del Alto Perú, había pasado al
Virreinato de Río de la Plata, pretendió convencer a los funcionarios del Virreinato del Perú que ya no tenían obligación de
enviar a los mitayos a dichas minas. Vano intento, porque para
ellos aquello era un pingüe negocio.
Desengañado de los chapetones, Túpac Amaru II decide preparar la insurrección armada en 1778. Hace los contactos necesarios con otros caciques libertarios, entre ellos con el de Chayanta, Tomás Katari, Julián Apaza (el futuro Túpac Katari), etc.
Compra unas cuantas armas y difunde la idea de liberar el Perú
para convertirla en reino, tal como fue en el pasado.
28
Túpac Amaru II, fue otro masón, que se sublevó contra la encomienda y el abuso. A su muerte, le sucedieron en su obra masónica y revolucionaria en el altiplano los tres hermanos Catarí.
En la obra del historiador masón Martín F. Lescano llamado “Las
Sociedades Secretas y Políticas en Buenos Aires” se anota que en
1776 el Cacique José Gabriel Condorcanqui y Noguera “Túpac
Amaru” tenía relación con los grupos masónicos aun cuando no
está determinado su fecha de iniciación para señalar que este lo
fuera, pero su esposa doña Micaela Bastidas afirma que su espo29
so se había iniciado y ya conocía “ La Verdadera Luz ” y porque
además en la sentencia de muerte de Túpac Amaru se le imputa
el cargo de sacrílego - nombre que le daban a los masones en su
calidad de propagador de ideas contrarias a la Religión y el Estado – y como mayor prueba, se le encuentra un collar de hierro
con dos platinas pesadas y rodeados de puntas que manifiestan
“La Orden del Paititi” y del que se dice fuera su Gran Maestro (La
Masonería en América y en el Perú, Blog Logia Simbólica Manco Capac 35).
Podemos decir que en relación de José Gabriel Condorcanqui y
Noguera o “Túpac Amaru II” habría mayores manifestaciones de
relación masónica y que incluso en su casa del Cuzco ubicado en
el sector de Mutachacca (Hoy Avenida del Sol) se han encontrado
ornamentos masónicos de segundo y tercer grado, los cuales hoy
se encuentran en poder de la R:. L:. S:. “Koricancha” No. 40 del
Vall.°. del Cuzco; y, respecto a Tomás Túpac Catarí sí estaría más
definido sobre su formación masónica (La Masonería en América
y en el Perú, Blog Logia Simbólica Manco Capac 35).
Sobre la obra y actuación masónica de Túpac Amaru existe
innumerables narraciones y pasajes históricos que no han sido
divulgados y entre ellos encontramos algunos aspectos sobre
su correspondencia. Una de estas correspondencias estuvo,
dirigido a Tomás Túpac Catarí quien en ese momento dirigía
la Revolución de Challanta, hoy región de Oruro - Bolivia. Esta
correspondencia jamás llego a manos de Tomás Túpac Catarí
quien había muerto semanas antes. La carta llega a las manos
de Julián Apaza indígena de la Paz - Bolivia y quien suplanta
la persona de Tomás Túpac Catarí auto titulándose “Virrey de
las Provincias del Sur” y quien inmediatamente se comunica con
Túpac Amaru, al cual, incluso, envía a un indio de emisario, llamado Tomás Calizaya con el cargo de Rey Fiscal, para la sublevación de Copacabana y quien se presenta con las alegorías de
un iniciado masón.
30
Estas fuentes tienen mayor relevancia para determinar su vínculo masónico, más aún, cuando se sabe de la existencia de un
Pasaporte Masónico otorgado a algún patriota innominado, que
laboraba por estas zonas. Por el documento en cuestión se conoce que fuera otorgado por el Soberano Capítulo de la Unión
del Sur -Arequipa- durante el año de 1822 y suscrito por un
Túpac Catarí, a sabiendas que la Revolución de éste data del
año 1780, por lo tanto es un seudónimo utilizado en honor de un
Gran Revolucionario Independentista.
Sobre la muerte de José Gabriel Condorcanqui se dice lo siguiente: El viernes 18 de mayo de 1781, después de haber cercado la plaza con las milicias de esta dudad del Cuzco... y cercado
la horca con el cuerpo de mulatos y huamanguinos, arreglados
todos con fusiles y bayonetas caladas, salieron de la Compañía
nueve sujetos que fueron: José Verdejo, Andrés Castelo, un zambo,
Antonio Oblitas (el verdugo que ahorcó al general Arriaga), Antonio Bastidas, Francisco Túpac Amaru; Tomasa Condemaita, cacica
de Arcos; Hipólito Túpac Amaru, hijo del traidor; Micaela Bastidas,
su mujer, y el insurgente, José Gabriel. Todos salieron a un tiempo,
uno tras otro. Venían con grillos y esposas, metidos en unos zurrones, de estos en que se trae la yerba del Paraguay, y arrastrados a
la cola de un caballo aparejado. Acompañados de los sacerdotes
que los auxiliaban, y custodiados de la correspondiente guardia,
llegaron al pie de la horca, y se les dieron por medio de dos verdugos, las siguientes muertes.
A Verdejo, Castelo, al zambo y a Bastidas se les ahorcó llanamente.
A Francisco Túpac Amaru, tío del insurgente, y a su hijo Hipólito, se
les cortó la lengua antes de arrojarlos de la escalera de la horca.
A la india Condemaita se le dio garrote en un tabladillo con un
torno de fierro... habiendo el indio y su mujer visto con sus ojos
ejecutar estos suplicios hasta en su hijo Hipólito, que fue el último
que subió a la horca. Luego subió la india Micaela al tablado,
donde asimismo en presencia del marido se le cortó la lengua
y se le dio garrote, en que padeció infinito, porque, teniendo el
31
pescuezo muy delgado, no podía el torno ahogarla, y fue menester
que los verdugos, echándole lazos al cuello, tirando de una a otra
parte, y dándole patadas en el estómago y pechos, la acabasen de
matar. Cerró la función el rebelde José Gabriel, a quien se le sacó
a media plaza: allí le cortó la lengua el verdugo, y despojado de
los grillos y esposas, lo pusieron en el suelo. Le ataron las manos y
pies a cuatro lazos, y asidos éstos a las cinchas de cuatro caballos,
tiraban cuatro mestizos a cuatro distintas partes: espectáculo que
jamás se ha visto en esta ciudad. No sé si porque los caballos no
fuesen muy fuertes, o porque el indio en realidad fuese de hierro,
no pudieron absolutamente dividirlo después que por un largo
rato lo estuvieron tironeando, de modo que lo tenían en el aire en
un estado que parecía una araña. Tanto que el Visitador, para que
no padeciese más aquel infeliz, despachó de la Compañía una
orden mandando le cortase el verdugo la cabeza, como se ejecutó.
Después se condujo el cuerpo debajo de la horca, donde se le
sacaron los brazos y pies. Esto mismo se ejecutó con las mujeres,
y a los demás les sacaron las cabezas para dirigirlas a diversos
pueblos. Los cuerpos del indio y su mujer se llevaron a Picchu,
donde estaba formada una hoguera, en la que fueron arrojados y
reducidos a cenizas que se arrojaron al aire y al riachuelo que allí
corre. De este modo acabaron con José Gabriel Túpac Amaru y
Micaela Bastidas, cuya soberbia y arrogancia llegó a tanto que se
nominaron reyes del Perú, Quito, Tucumán y otras partes...
Este día concurrió un crecido número de gente, pero nadie gritó
ni levantó la voz. Muchos hicieron reparo, yo entre ellos, de que
entre tanto concurso no se veían indios, a lo menos en el traje
que ellos usan, y si hubo alguno, estarían disfrazados con capas
o ponchos. [..] Habiendo hecho un tiempo muy seco y días muy
serenos, aquel día amaneció entoldado, que no se le vio la cara
al Sol, amenazando por todas partes a llover. Ya la hora de las 12,
en que estaban los caballos estirando al indio, se levantó un fuerte refregón de viento y tras éste un aguacero que hizo que toda
la gente, aun las guardias, se retirasen a toda prisa. Esto ha sido
causa de que los indios se hayan puesto a decir que el cielo y los
32
elementos sintieron la muerte del Inca, que los inhumanos e impíos españoles estaban matando con tanta crueldad.”
Ese día la naturaleza mostró ser más piadosa que los hombres.
Nunca en la historia de América los representantes de la Justicia obraron con tanta saña llegando, como en una maldición bíblica, hasta a arrojar sal en los pueblos donde tenía el inca sus
posesiones. Mucho temor debe haber tenido algunos españoles
del Cuzco, quienes, según un testimonio contemporáneo citado
por Ángelis, no sólo se refugiaban en las iglesias sino que ‘pedían
a los sacristanes les franqueasen las bóvedas para sepultarse vivos”. Sentir miedo y que sea público es algo que los soberbios
jamás perdonan. El miedo pasado y la repulsión a la idea de que
los “bárbaros” pudieran. (Lucia Gálvez, “Las Mil y Una Historias
de América”, Editorial Norma 1999).
Quemaron su cadáver y sus cenizas fueron esparcidas para
que de él no se tenga memoria. Pero el curaca que se había
levantado en busca de justicia no murió vanamente. Los corregidores y sus repartimientos fueron suprimidos, como él pedía,
y en su lugar se estableció el régimen de las intendencias. La
creación de la Audiencia del Cusco, otro de los postulados de la
rebelión, se hizo realidad años después.
“Pese a la apropiación de su imagen y al creciente número de
estudios, Túpac Amaru, Micaela Bastidas y el movimiento que lideraron no han conseguido entrar en el panteón de las revoluciones del Atlántico Norte. Los académicos y los textos escolares
han privilegiado la creación de los Estados Unidos y la Revolución
francesa, y han incorporado recientemente la Revolución de Haití
(1791-1804) en la gran narrativa de la Era de las Revoluciones,
Hay razones para considerar que la insurgencia andina se alinea
con las revoluciones más conocidas. La extensión territorial de las
rebeliones de Túpac Amaru y Túpac Catarí sobrepasó a la de las
guerras de independencia norteamericana, mientras que el nú33
mero de víctimas (100000) se aproxima a las 150000 de Haití, Los
rebeldes repensaron e intentaron reinventar el mundo colonial
andino, poniendo el control de los españoles en peligro. Lograron unir diversas ideologías, especialmente el revivalismo incaico,
el igualitarismo cristiano y el “buen gobierno” español, aunque
excluyeron elementos propios de la ilustración” (Charles Walker,
“La rebelión de Túpac Amaru”, pág. 289).
Pablo de Olavide.
El 25 de enero de 1725 nacía en la capital del Perú Pablo de
Olavide y Jáuregui. Antes de los diez años, el niño estudiaba en
el Real Colegio de San Martin, de Lima, dirigido por los jesuitas. A los quince años se graduó como Licenciado y Doctor en
Teología por la Universidad de San Marcos, en la que dos años
más tarde -después de alcanzar el doctorado en ambos Derechos- era catedrático, por oposición, en la Facultad de Teología.
Fue reconstructor del teatro Segura, desterrado y fundador en
España de la Junta de los Diputados de los Pueblos y Provincias
de la América Meridional, que funcionaba como logia francmasónica y que contó entre sus alumnos a los hermanos Lafayette
y a Francisco de Miranda.
Recibido como abogado en la Real Audiencia de Lima en
1741, llegó a ser nombrado Oidor en 1745, después de haber
jurado el cargo de asesor jurídico del Ayuntamiento limeño. Tal
encumbramiento antes de haber cumplido los veinte años de
edad, por fuerza había de responder a otros “méritos” que los
puramente intelectuales y académicos. Quizás pudiera explicarse por el alto cargo que ostentaba su padre, las indudables
influencias de la alta burguesía en cuyo seno se desenvolvía la
familia de Olavide, y la protección de los jesuitas a su antiguo
colegial. Pero también es cierta y conocida la venalidad de los
cargos, la corrupción administrativa y la arbitrariedad de la jerarquía civil, y aun eclesiástica, en los virreinatos americanos.
34
El primer motivo de recelo de la Inquisición hacia la persona
del peruano fue de orden intelectual. En 1768 llegaron al puerto de Bilbao 29 cajas de libros franceses, con un total de 2,400
volúmenes, entre los que figuraban muchos prohibidos, incluso
para quienes poseyeran licencia especial. El destinatario era de
Olavide, quien los hizo reexpedir a Sevilla, a su nuevo domicilio
del Alcázar. Con esta base inicial y las sucesivas compras en
el extranjero de novedades bibliográficas, más la suscripción a
las Gacetas más importantes de París, Leiden y Ámsterdam, el
Intendente, Asistente y colonizador se procuró una información
de primera calidad y continuó en la península su proceso de
afrancesamiento, tan pernicioso a los ojos del Santo Oficio.
La Iglesia y el clero que consideraban amenaza las iniciativas
“secularizantes”, obligaron a de Olavide a defender sus iniciativas, desde muy temprano, con documentos como el “Informe
sobre la deplorable situación de La Luisiana” de 1769 e incluso
otros aún anteriores. Se acumuló contra él, cargos que culminaron con su detención en Madrid en noviembre de 1776 y con el
tristemente famoso proceso al que lo sometió el Tribunal de la
Santa Inquisición en 1778.
En la cima de su nueva carrera política, la desgracia volvería
a aparecer en la vida de Olavide como una vez lo hiciera en su
juventud peruana. Esta vez estaría motivada por los celos de la
Santa Inquisición, cuyos miembros le atacaron por su particular
apoyo al teatro y los bailes, su afición a las lecturas y pinturas
amorales, sus críticas al celibato eclesiástico y por su revolucionario Plan de Estudios de la Universidad de Sevilla, que, entre
cosas, desterraba a los frailes de la enseñanza universitaria. Por
todo ello vieron razones para encarcelar y condenar por “hereje, infame y miembro podrido de la Religión” a Pablo de Olavide.
Su pena, un nuevo exilio. Esta vez se le prohibía acercarse a
menos de veinte leguas de Madrid, de las residencias del rey,
y de allí donde estuvo ejerciendo los últimos años: Andalucía y
35
Sierra Morena. Además, hubo de pasar ocho años recluido en
un monasterio, a fin de reconducir su conducta en los dogmas
de la fe católica. Para ello pasó temporadas en diferentes conventos de España hasta que, aprovechando una estancia junto a
capuchinos en un pueblecito de Gerona, escapó a Francia.
El Conde de Aranda, era un discípulo de Olavide, que propició
la verdadera campaña inicial, que buscaba mejorar las condiciones de vida de los colones americanos, equiparando su libertad e igualdad a las de los españoles peninsulares; el 24 de
Enero de 1780 fundó el primer Gran Oriente Español, fue por
consiguiente su Gran Maestre desde 1780 hasta el 7 de Enero
de 1789, fecha en que lo sucedió el Conde de Montijo, Aranda
tenía estrecho contacto con el Gran Maestre del Portugal, Marques de Pombal y durante el periodo de su maestría se fundaron más de cuatrocientos (400) logias en España, las que consiguieron infiltrarse en el ejército, la justicia y la administración
oficial de España y también de las colonias.
Así como ganaba amistades, también ganaba detractores, el
Arzobispo de Sevilla y el Obispo de Osma (quienes perdieron
tierras de pastoreo en la fundación de Sierra Morena, obra de
Olavide), que fueron sus principales acusadores ante la Inquisición, durante el proceso, mostrando su clara intención de castigar no solamente a de Olavide, sino a través de él, a todos los
masones que propugnaban las peligrosas ideas liberales; el
Obispo de Salamanca e Inquisidor General de España y sus colonias, dicta ignominiosa sentencia, que incluye su destierro de
Madrid y su reclusión en un convento durante un lapso no menor de ocho años, además de la confiscación de sus cuantiosos
bienes, la pérdida inmediata del empleo, etc., el cumplimiento
de esta sentencia se dio con humillantes ceremonias. Al fin se
habían cobrado su revancha pendiente con de Olavide.
Cuando de Olavide empezaba a cumplir su reclusión en un
convento; consigue huir a Francia y residir temporalmente en
36
Paris, con el título de “Conde De Pilo”, (ayudado por sus hermanos masones). En Francia es reconocido como el único enciclopedista viviente de la época; en Orleans y en particular en Paris
pone su inteligencia al servicio de la Orden Masónica y sigue el
destino de las figuras señeras de la Revolución Francesa.
En la caída del régimen de Maximilien Robespierre (en el
“Gobierno del Terror”- Comité de Salvación Pública) y antes de
37
huir a Suiza, consigue instruir a dos ilustres masones, a Francisco de Miranda y al Marqués de La Fayette, en ideas libertarias
y modernas que posteriormente permitirán la Independencia
de los Estados de América, no olvidemos que de Olavide es
principal gestor y fundador de la “Junta De Los Diputados De Los
Pueblos y Provincias De La América Meridional” de la que después derivaría la “Gran Reunión Americana”, Logia Madre de las
Logias Lautarinas.
La “Gran Reunión Americana” es la primera asociación política
de carácter secreto que se crea en la ciudad de Londres durante el Siglo XVIII, numerosos masones de origen sudamericano
pertenecieron a dicha asociación: O´Higgins, Mariño, Montufar, Rocafuerte, Caro, Francisco de Miranda y otros ilustres más,
inclusive los libertadores, Simón Bolívar y José de San Martin
prestaron juramento de hacer triunfar la causa emancipadora
en Sudamérica.
De la misma manera que Pablo de Olavide supo influenciar
sobre el prócer Francisco de Miranda, este influenciaría en el
pensamiento y concepción de la gesta emancipadora de América sobre otros personajes notables de la época, dando así
cumplimiento a los planes trazados por la Logia Lautarina de
los “Caballeros Racionales”, en esa lid se proyectaron:
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En Buenos Aires: Rodríguez Peña White, San Martin, Alvear
y Zapiola,
En Chile: O´Higgins, Bello, Rozas, Egaña, Enríquez y Cortez
Madariaga,
En Venezuela: Ustariz, Rivas y Briceño,
En México: Servando, Teresa Mier, Caldas y Santander,
En Nueva Granada: Nariño y Bolívar,
En Ecuador, Baraya, Olmedo, Montufar y Rocafuerte,
En el Perú: Angulo, Melgar, Caro y Zerdañez,
En Caracas y Chuquisaca: Álvarez de Arenales y Monteagudo.
38
Las rivalidades entre la corona inglesa, francesa y española
también repercutía en sus logias masónicas. En aquella época la
Orden Francmasónica existente en España y Francia, apoyaron
a las Logias Norteamericanas con hombres, dinero, pertrechos
y otros medios durante la guerra de Independencia de los Estados Unidos y por reciprocidad las Logias Inglesas reunieron
a los hijos de la América Latina en la sede de la Gran Logia De
Inglaterra En Londres En Grafton Square N° 10 y fundaron desde antes de 1800 la “Gran Reunion Americana”, cuyos miembros
se llamaban por sí mismos “Los Caballeros Racionales”, quienes
después trasladaran su sede a Cádiz para a su vez subdividirse
en logias filiales que tomaron el nombre de “Sociedad De Lautaro”.
La “Sociedad De Lautaro” de Cádiz era atendida por su Venerable Maestro, José Gurruchaga y la filial en Madrid, también
conocida con el nombre “Conjuración De Patriotas” por su respectivo Venerable Maestro José Moldes, (ambos argentinos);
pero estas permanecían siempre bajo la dirección del peruano
Pablo de Olavide y posterior a él bajo la dirección de Francisco
de Miranda quien llegó a cohesionarlas y fortalecerlas no solo
por admitir en el seno de las logias a criollos, sino también a
españoles simpatizantes de la causa libertaria.
La interpretación del ideal de independencia de aquella época
era todo un paradigma ya que pretendía conservar de manera
más directa la línea de los reyes de España sobre estos países,
por lo que preconizaba una independencia parcial, con la dirección de los hijos del rey o príncipes de alguna casa reinante
europea, porque se les consideraba como los únicos capaces
de reinar (ocupación familiar y secular propia de su casta), sin
embargo el pensamiento innovador de los masones americanos
planteaba salir definitivamente del yugo colonial sugiriendo la
libre determinación de los pueblos de “autogobernarse”.
Las Logias Lautarinas tuvieron la responsabilidad de prepa39
rar a cada uno de sus miembros y posteriormente enviarlos a
las Américas, con los conocimientos y las facultades adecuadas,
estaban en completa capacidad para formar nuevas filiales.
De las que se tiene principal noticia son las siguientes:
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Sociedad de Lautaro-Londres llamada también “Gran Reunion Americana”.
Sociedad de Lautaro-Sevilla llamada también “Los Caballeros Racionales”.
Sociedad de Lautaro-Cádiz llamada también “La Agencia De
Cadiz”
Sociedad de Lautaro-Madrid llamada también “Conjuracion
De Patriotas”.
Sociedad de Lautaro-Jalapa-México llamada también “Los
Caballeros Racionales De Jalapa” y la “Logia Lautarina De
Mexico”.
Sociedad de Lautaro- Buenos Aires-Argentina, llamada también “Logia Lautarina Volante”.
Sociedad de Lautaro-en el Ejército Expedicionario a Chile.
Sociedad de Lautaro-Santiago-Chile, llamada también “Logia Lautarina De Chile”.
Sociedad de Lautaro-Lima-Perú, llamada también “La Logia
De Lima” o “La Lautarina De Lima”.
Sociedad de Lautaro-Arequipa-Perú, llamada también “Logia Lautarina Arequipeña”.
Sociedad de Lautaro-Trujillo-Perú, llamada también “Logia
Lautarina De Trujillo”.
Así mismo en el Perú llegaron a funcionar “Logias Ocasionales”, en Piura, Punchauca, Aznapuquio, Chiclayo, Huaura; así
como también existieron “Logias Ocasionales Militares” en todos los Ejércitos Patriotas de la América Hispana.
Tomas Catanzaro, en su obra “Las Sociedades Secretas en la
Independencia” confirma la formación de la primera sociedad
40
secreta político-masónica de carácter eminentemente patriótica denominada “La Gran Reunión Americana”, de ella y de sus
derivaciones afiliadas, militaron todos o casi todos los próceres
de la independencia.
Bajo la jefatura de Pablo de Olavide (peruano), se reunían:
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Manuel I. de Salas (Chileno),
José del Pozo, Bejarano y Baquijano (peruanos),
Los hermanos José y Francisco Gurruchaga y José Moldes
(argentinos),
José M Caro (mexicano),
P. P. Montufar y Rocafuerte (granadinos),
Mariño y Francisco de Miranda (venezolanos),
los sacerdotes Cortes y Fretes y otros menos conocidos.
Después bajo la misma presidencia de Olavide y por iniciativa
suya, formaron estos criollos lo que se llamó “Junta De Los Diputados De Los Pueblos Y Provincias De La América Meridional”,
que quedó formalmente constituida en 1795 bajo la presidencia
honoraria del limeño, fue tanta su influencia y su autoridad; que
en los dos años siguientes, en la fundación de la Logia Lautaro
en Londres y en las otras tres afiliadas, la de “Caballeros Racionales”, la “Gran Reunión Americanos Racionales” y la “Gran Reunión Americana”, es nombrado Presidente; estas mismas logias
funcionaron posteriormente bajo la dirección de Francisco de
Miranda.
Todo aquel que se incorporaba a estas logias desde su ingreso
se comprometía a involucrarse y a trabajar a favor de la independencia americana además de poder libremente profesar su
fe democrática en favor de estos nuevos ideales, conforme el
Francmasón crecía en su vida masónica, también era comisionado para influenciar en la administración pública a favor de
la causa; cuando alcanzaba cierto grado sublime en la orden
los trabajos fundamentalmente versaban sobre la acción mili41
tar revolucionaria, las instituciones que debían implantarse y
los ciudadanos a quienes convenía confiar el gobierno una vez
triunfara la causa; todos los afiliados juraban además los magnos principios de libertad, igualdad y fraternidad.
En Francia, pasó 18 años, desarrollo iniciativas filantrópicas
y culturales, participando en la vida política y en la Masonería.
En 1794 fue detenido, logrando salir de París, con el apoyo que
le había otorgado Catalina II de Rusia. Fijó su residencia en el
valle del Loira donde vivió un período en que, alejándose de los
vaivenes de la Revolución, se integró a valores religiosos más
tradicionales y escribió “El Evangelio en Triunfo” pudiendo así
regresar a España en 1798 hasta su muerte en Baeza en 1803.
Sobre su vida y trayectoria masónica podemos deducir que
fue “el primer masón que dio lustre a su patria fuera de ella”,
cuya concepción de la libertad fue la artífice en la conciencia
de los próximos precursores, próceres y libertadores. Pablo de
Olavide, hombre ilustre de la época, miembro de la Augusta
Orden Francmasónica, desde su destierro en España, forja los
supremos ideales de libertad e independencia, consigue simultáneamente crear instituciones masónicas para tales fines, y logra además ingresar a la masonería a personajes trascendentes
que van desde el propio Rey de las Españas (Carlos III) hasta su
Primer Ministro (El Conde de Aranda).
Otros masones.
Integraron la masonería los patriotas tacneños Francisco de
Zela y Enrique Pallardelli; el poeta Mariano Melgar; Manuel Pérez de Tudela redactor del Acta de la Independencia; el ideólogo de la libertad americana Manuel Lorenzo de Vidaurre; el
mártir cusqueño José Joaquín Ladrón; José Toribio de Luzuriaga
y José de Rivadeneira, gestores de la independencia de Argentina, Chile y el Perú; José Vásquez de Acuña, primer abanderado
de la naciente República peruana; y José Baquíjano y Carrillo.
42
Francisco de Miranda.
En 1797 en Londres el prócer venezolano Francisco de Miranda y Rodríguez, funda la Logia “Gran Reunión Americana” y de
la que en Madrid – España se denominó Junta de las Ciudades
y Provincias de la América Meridional, o la “Logia Mirandina”
en honor de su fundador, de la que pertenecerían entre otros
Bolívar y sobre todo el peruano Pablo Antonio José de Olavide y
Jáuregui cofundador de estas logias y de su gran participación
en las Cortes de Cádiz.
Emilio Ocampo dice: “Volviendo al tema de Miranda y su Gran
Reunión Americana, el primer problema con la “versión oficial”
es que no existe prueba documental alguna que confirme que
haya verdaderamente existido como una logia, ni tampoco existen pruebas de su vinculación con la Sociedad de los Caballeros
Racionales de Cádiz o la Logia Lautaro de Buenos Aires. Además,
investigaciones recientes en los archivos de la masonería inglesa
han demostrado que ninguna de estas organizaciones fue creada
bajo la protección de la Gran Logia de Londres. En cuanto a la
Sociedad de los Caballeros Racionales de Cádiz, no hay duda de
que existió y que fue organizada como una logia masónica aunque se aún se debate si verdaderamente lo fue. Lo poco que sabemos de ella surge principalmente de tres documentos, muchas
veces citados pero pocas veces leídos. El primero es una carta
dirigida desde Londres a fines de 1811 por el argentino Carlos
de Alvear (1789-1852), que era su Venerable, a su “hermano” venezolano Rafael Diego de Mérida (1762-1828). Este controvertido
personaje de la historia venezolana se había desempeñado como
escribano de la Real Audiencia de Caracas y aparentemente había participado en la llamada “Conspiración de los Mantuanos”
de 1808. Quizás fue con motivo de ello que al año siguiente viajó a
Cádiz, donde seguramente conoció a Alvear. A principios de 1810
Mérida partió a Filadelfia y a fines de ese año se encontraba de
vuelta en Caracas, donde fue elegido secretario de la “Sociedad
Patriótica” de esa ciudad. El segundo documento es una confesión
43
extraída a fines de 1817 por la Santa Inquisición a fray Servando
de Mier y Guerra (1765-1823), quien había sido iniciado como
miembro de la logia en Cádiz en 1811. La tercera prueba documental, y la menos fidedigna, es la respuesta del ya anciano José
Matías Zapiola (1780-1874), otro Caballero Racional, a un cuestionario sobre la Logia Lautaro preparado por Bartolomé Mitre.
¿Qué dicen estos documentos respecto a la Sociedad de los
Caballeros Racionales? Zapiola, su memoria algo frágil, primero
declaró ignorar quien era su fundador y luego que Simón Bolívar
había tenido algo que ver con su fundación. Por su parte, Mier
declaró que “Don Carlos Alvear, americano de Buenos Aires casado con una señorita andaluza, Teniente de Carabineros Reales
que se había portado muy bien en la guerra, fundó en su casa
[en Cádiz] una sociedad de americanos, diciendo que para ello
había recibido papeles de Santa Fe.” De ser así, la logia de Cádiz no pudo existir antes de fines de 1809, cuando Alvear llegó a
esa ciudad. Mier también afirmó que entre sus cofundadores se
encontraba un futuro presidente de Colombia, Domingo Caicedo
(1783-1843), otro neogranadino llamado Gracida, cuatro españoles “de que sólo se acuerda del nombre de un vizcaíno llamado
Murguiondo y tres americanos llamados Prada, de Santa Fe, Urriola, de La Habana y el otro Garza, de Caracas… Después fueron entrando varios, los más Guardias de Corps y Guardias Españoles, o
de La Habana, o de otra América.”
Por la carta de Alvear surge que la sociedad estaba organizada
como una logia masónica con cinco grados iniciación y los hermanos del quinto grado, entre los que obviamente se incluía el
Venerable, controlaban la logia. Los miembros de los grados inferiores ignoraban la existencia de los grados superiores. Alvear
confirma en su carta que la logia de Cádiz era la Nº3, es decir que
ya existía una logia matriz, que debía ser la Nº1. Mier declaró que
la logia de Cádiz no sólo se fundó por orden de la de Bogotá sino
que también estaba “subalternada” a ella. Otro miembro de la
Sociedad de los Caballeros Racionales también afirmó años más
44
tarde que su “fundación había sido hecha en Santa Fe de Bogotá.”
A pesar de estos testimonios, muchos historiadores aseguran que
la Sociedad fue fundada en Madrid en 1806 bajo el liderazgo del
salteño José Moldes (1785-1824), que al igual que Alvear revistaba como oficial de la Guardia Real, trasladada a Sevilla en 1809
y reorganizada en Cádiz a principios de 1811. No hay duda que
tanto en Madrid y en Sevilla existieron reuniones o sociedades
patrióticas de sudamericanos, pero ninguno de los que proponen
esta teoría han aportado pruebas de que hayan sido las predecesoras directas de la logia Nº3 de Cádiz. Si lo fueron, y si Moldes
fue su Venerable, éste demostró bastante poca iniciativa, ya que
aunque llegó a Buenos Aires en 1809, la “sucursal” porteña de los
Caballeros Racionales fue fundada por Alvear casi tres años más
tarde. Además, los porteños Tomás Guido y Manuel Moreno recién fueron iniciados en la Sociedad de los Caballeros Racionales
en Londres a fines de 1811.
Hasta ahora los historiadores no se han planteado la posibilidad
de que la logia matriz de los Caballeros Racionales se encontrara
en la capital del Virreinato de la Nueva Granada. Sin embargo,
es una hipótesis más que plausible. Recordemos que desde 1793
existía en Bogotá un círculo de intelectuales inspirados por los
ideales de la Revolución Francesa liderado por Antonio Nariño
y Álvarez (1765-1823), quien comparte con Miranda el título de
“Precursor” de la independencia americana. Nariño era un librepensador afrancesado y probablemente, también masón. En 1793,
tradujo al español la Declaración de los Derechos del Hombre.
Poco tiempo después, las autoridades españolas lo acusaron de
liderar una conspiración revolucionaria y lo condenaron a diez
años de prisión y exilio perpetuo. Enviado preso a Cádiz con su
amigo y correligionario, el botanista Francisco Antonio Zea (17701822), al poco tiempo consiguió escapar a Francia, donde probablemente conoció a Miranda, y en 1797 regresó a América donde
fue apresado nuevamente. Liberado en 1803, seis años más tarde
lideró una nueva revolución y luego de una turbulenta carrera revolucionaria, en 1815, Nariño regresó bajo grillos a Cádiz, donde
45
Miranda pasaba sus últimos días. En cuanto a Zea, fue liberado en
1798 y luego de una estadía de varios años en Francia, a partir de
1803 se estableció en Madrid. Al producirse la invasión napoleónica se convirtió en entusiasta partidario de José Bonaparte y fue
nombrado prefecto de Málaga. Es muy probable que Nariño y Zea
hayan tenido algo que ver con la fundación de la Sociedad de Caballeros Racionales. Es una hipótesis que merece ser investigada
con más detenimiento.
La carta de Alvear también refuta la hipótesis de que la logia
matriz se encontraba en Londres, ya que en ella afirma que “aquí
he establecido una logia para servir de comunicación con Cádiz,
Filadelfia y ésa [Caracas]”. Esta nueva logia fue fundada “por orden” de la Nº3 de Cádiz en septiembre de 1811 y tomó el nombre
de Nº7, de lo que se deduce que para entonces se habían fundado
otras tres logias, siendo la Nº4 la establecida bajo el liderazgo de
Mérida en Caracas. Lo interesante es que, para ese entonces, Miranda, supuesto fundador de la logia, se encontraba en esa ciudad
y estaba enemistado con Mérida. Otro dato interesante es que los
caraqueños Andrés Bello (1781-1865) y Luis López Méndez (17701840) fueron admitidos en la logia Nº7 por Alvear en septiembre
de 1811. Bello y López Méndez habían llegado a Londres en julio
de 1810 junto a Simón Bolívar y no sólo habían conocido a Miranda en esa ciudad sino que se habían quedado a vivir en su casa
luego de que éste y Bolívar partieran rumbo a Caracas. No hubiera tenido sentido que Alvear fundara la logia londinense, admitiera a Bello y López Méndez en ella y nombrara a este último como
su líder recién a fines de 1811, cuando Miranda o Bolívar pudieron
hacerlo un año antes. Todo esto contradice la tesis de que la Sociedad de los Caballeros Racionales fue fundada por Miranda en
Londres y que su matriz se encontraba en esta ciudad.
La carta de Alvear revela otros detalles de enorme interés sobre la Sociedad de los Caballeros Racionales, entre ellos una lista
parcial de algunos de sus miembros. No figuran en ella ni Bolívar
ni Miranda (lo cual no necesariamente los excluye) pero si el ya
46
citado Caicedo, los curas revolucionarios mexicanos José Herrera
y Miguel de Santa María, el militar colombiano José María Vergara
(1792-1857), que sirvió bajo las órdenes de Nariño y Bolívar, y el
cubano José Álvarez de Toledo (1779-1858), líder de la insurrección mexicana. En cuanto a San Martín, la hija de Zapiola declaró
años más tarde que el Libertador, inicialmente “escéptico y hasta
incrédulo” respecto a la propuesta revolucionaria de la Sociedad,
luego “concluyó por aceptarla y entusiasmarse el también a su
vez.” Más allá de este testimonio, lo cierto es que San Martín regresó a Cádiz luego de tres años de ausencia a principios de 1811,
y que, según el propio Zapiola, recién fue iniciado en el quinto
grado en Londres, lo que sugiere que no tuvo nada que ver con la
fundación de la logia gaditana y que tampoco era su Venerable.
Otro hermano de la Sociedad que rara vez ocupa la atención
de los historiadores es Román de la Luz, quien según la carta de
Alvear “ha salido del Castillo, tiene la ciudad por cárcel, y lo estoy
esperando de un momento a otro.” ¿Quién era Román de la Luz?
Se trataba de un acaudalado e ilustrado abogado de La Habana
que a fines de 1809 dirigió una fallida conspiración para establecer una república independiente en Cuba. Según un historiador cubano, de la Luz “urdió aquel proyecto de revolución con
algunos francmasones de La Habana que entonces tenían gran
prestigio y contaban con la influencia de las logias.” La rebelión
fracasó y a principios de 1811 de la Luz fue deportado a Cádiz,
donde lo conoció Alvear y “donde murió de abandono, miseria
y nostalgia. “¿Existía una Sociedad de Caballeros Racionales en
La Habana? ¿Sería quizás la Nº2? La conexión cubana parece haber sido bastante fuerte, ya que en 1822 resurgió en Cuba una
sociedad secreta con el mismo nombre que participó en la conspiración independentista de los “Soles y Rayos de Bolívar.” Esta
conexión, nos lleva nuevamente a Filadelfia, ya que los masones
cubanos mantenían una estrecha relación con sus “hermanos” de
esa ciudad. Es más, la Logia de las Virtudes Teologales Nº103 a
la que pertenecía Román de la Luz, había sido fundada en 1804
bajo la protección de la Gran Logia de Pensilvania, cuya sede se
47
encontraba en Filadelfia. Además, sabemos por la carta de Alvear
que en esta ciudad también existía una Sociedad de Caballeros
Racionales ya que dice que la logia de Londres fue fundada para
“servir de comunicación” con las logias de Cádiz, Filadelfia y Caracas. Aunque no sabemos si la logia de Filadelfia precedió a la
de Cádiz, debió forzosamente preceder a la de Londres.
La conexión con Filadelfia, cuna de la independencia de los Estados Unidos y núcleo masónico de poderosa influencia, ha sido
raramente explorada por los historiadores a pesar de que esta
ciudad era un centro de apoyo a la causa de la independencia tan
o más fuerte del que existía entonces en Londres. Como veremos
esta conexión abre interesantes avenidas para la investigación, ya
que en Filadelfia y otras ciudades del Este de los Estados Unidos
existía desde fines del siglo XVIII una sociedad patriótica denominada Sociedad de Tammany, que en ciertos aspectos era parecida a la Sociedad de los Caballeros Racionales” (Emilio Ocampo,
Inglaterra, la Masonería y la Independencia de América, Pág. 6
al 11).
En 1807, Miranda instituyó un organismo superior en la Jerarquía Masónica política para independizar definitivamente a las
logias americanas de los Grandes Orientes Europeos a la que
denominó la “Gran Logia Regional Americana”, al que estaban
afiliadas las sociedades secretas patrióticas de la independencia, de la que dependía su principal “agencia” en Cádiz; en esta
época se afilian O´Higgins, San Martín, Bolívar, Monteagudo,
Riva Agüero, Moreno, Carrera, Alvear, Belgrano, Mariño y otros.
Tras una activa labor quedan establecidas las conexiones de la
“Gran Logia Regional Americana” con las naciones que enumeramos a continuación, y sus respectivos iniciados, responsables
principales de las ideas emancipadoras:
•
Buenos Aires: Rodríguez Peña, G Whit, J. De San Martin, A.
Bello, J. M. De Rozas, J. Egaña, Fray Camilo Enríquez, José
48
•
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•
•
•
•
Cortés, Madariaga.
Venezuela: Fray F. J. Ustariz, J. F. Rivas, E. Briceño.
México: S. Teresa Mier, F. J. Caldas, F. P. Santander;
Nueva Granada: Antonio Nariño;
Ecuador: Coronel A. Baraya, J. L. Olmedo, J. Pío Montufar y M
Rocafuerte;
Perú: José Angulo, Mariano Melgar, José Caro, Dr., Zerdañez.
Caracas y Chuquisaca: Coronel J. Álvarez De Arenales, Dr.
Bernardo Monteagudo.
De esta Gran Logia Regional Americana se derivó la organización de las sociedades patrióticas en América.
Eugenio Orrego Vicuña en su obra “O´Higgins” (1946): “No
ha dado la historia todavía, su exacta importancia al movimiento
revolucionario secreto que cumplió la tarea fundamental de preparar los cimientos de la independencia americana y de guiar su
marcha en las etapas principales. Un surco hondo dejó, revelado
en los hechos, en las consecuencias, pues los participantes de capitán a paje, procuraron borrar toda huella aparente. Nada o casi
nada se refleja en las escasas memorias de la época; muy poco
dicen los grandes historiadores, y los protagonistas creyeron llevarse el secreto a la tumba. Ninguno habló, O´Higgins algo dejó
olvidado en su paneles, pero San Martin rehuía a todo dato, aún
en los años viejos, cuando la distancia y el sepulcro entreabierto
invitaban a la confidencia”.
Fue Miranda el precursor quién echó las raíces del movimiento secreto revolucionario en el último tercio del siglo XIX y a su
labor se debe gran parte del éxito, el que perteneciera Miranda
a la Francmasonería. Ello explica, en parte, las influencias de
que gozó en Inglaterra y el apoyo y favor de la Corte de Catalina de Rusia.
En general el movimiento secreto revolucionario, estuvo encauzado a través de las logias argentinas y de la Lautarina de
49
Chile, desarrollando su accionar por medio de directivas espirituales, sociales y políticas propias, eran completamente autónomas, actuaban a manera de hermandad y estaba bien relacionada con la masonería internacional (pero mantenían sus
principios y objetivos americanista); fue precisamente la masonería internacional que posibilitó su nacimiento, organización, y
le brindó el apoyo requerido. La masonería se hallaba a finales
del siglo XVIII y en los primeros lustros del XIX, en todo su apogeo espiritual e idealista.
Las dos figuras emblemáticas del movimiento secreto revolucionario en la América Meridional fueron San Martin fundador
de la Gran Logia De Buenos Aires y O´Higgins, cofundador de
la Logia Lautarina de Santiago, filiales o derivaciones todas ellas
de las Logias Mirandistas; Antonio R. Zúñiga, ex -Director de la
Biblioteca de la Masonería Argentina autor de “La Logia Lautaro Y La Independencia De America”, afirma que Francisco de
Miranda fue iniciado en el “Rito Moderno Francés” en Francia y
presentado personalmente por el Marqués La Fayette (uno de
los discípulos personales de Pablo de Olavide, quien ya estaba
desterrado en aquel país). Miranda fue iniciado en Francia, obedecía al interés de obtener las mayores facilidades para el desenvolvimiento de sus aspiraciones revolucionarias. Fue seguido
por Sucre, Saturnino Rodríguez Peña, Lord Melville, el Conde de
Fife y otros masones ingleses, franceses, españoles y americanos amigos de la Independencia Americana, con los que funda
tres logias: La de los “Caballeros Racionales”, “La Sociedad De
Lautaro” y la “Gran Reunion Americana”. Esta última posiblemente fue la primera de las establecidas en Londres, con sede
en Grafton Streed, Fitz-Roy N° 26.
II.- SITUACIÓN DEL EJÉRCITO ESPAÑOL.
Desde la llegada de San Martín, el ejército del virreinato español se defendía acorralado en las inhóspitas cumbres de los
50
Andes. Argentina, Chile, Ecuador, Colombia y Venezuela, no podían consolidar su independencia sin acabar con la amenaza
del ejército realista del Perú. Es más, España misma les había
dado la espalda disgustada por el derrocamiento del virrey Pezuela en enero de 1821 y por las ideas liberales de sus principales jefes, La Serna, Canterac y Valdés.
Los tiempos en la península eran revueltos, Fernando VII, el
“rey felón” -como lo llamaban sus súbditos por su crueldad y
carencia de principios-, se defendía a duras penas en su trono.
La invasión de Francia había dejado al descubierto la fragilidad
del antiguo imperio español. En 1824 España no era más que un
tigre de papel frente a las potencias mundiales.
Existía un factor clave que exigía la desaparición del virreinato español, este era el interés geopolítico que tenía Inglaterra.
Tanto ella como Francia -Inglaterra con más recursos- deseaban establecer una hegemonía en Sur América para comercializar sus productos y tener acceso a la riqueza de esa región.
Durante 14 años, los españoles habían defendido exitosamente el virreinato del Perú, pero en 1824 habían perdido contacto
con España. Las dificultades que tenían los barcos españoles
eran enormes, los mares del sur estaban fuertemente protegidos por la armada argentina, chilena, la incipiente armada peruana, y la cooperación de los barcos ingleses y franceses, muchos de ellos corsarios.
El virreinato del Perú estaba perdido, sólo la tozudez de las autoridades españolas, la ambigüedad de la poderosa élite criolla de Lima y la mezquindad de los terratenientes provincianos,
mantenía un ejército realista todavía activo.
Las masas indígenas desconfiaban de los criollos y de los mestizos. Los mestizos por su parte se hicieron a un lado para dejar
que ganase el mejor, pero sin arriesgar en la apuesta.
51
La independencia fue impuesta por extranjeros. Primero, por
la expedición libertadora de San Martín, y luego por Bolívar,
ambos vistos con buenos ojos por Inglaterra y ayudados por
ella, con eficientes súbditos reclutados por los patriotas y préstamos para financiar las campañas. Sin embargo la participación de los peruanos se hizo “espontaneo” luego del desembarco de San Martín en Pisco y su posterior traslado a Huara. En
ese lapso numeroso contingente de “negros” se enrolaron espontaneamente en el ejercito de San Martín, “formar un ejército
patriota no fue una misión sencilla, no era fácil concertar muchas
voluntades e intereses. Se necesitaba la coordinación y unión de
criollos, mestizos, indios, nativos y negros. En los primeros momentos se alineaban indistintamente en ambos bandos, patriota
y realista, pero conforme pasaban los años y se extendía la causa
patriota, ya no podían reclutarlos compulsivamente los realistas,
ese fue el momento en que se abrió campo la posibilidad real de
la independencia.” (Herbert Oré. “El Libertador Don José de San
Martín”, pág. 84).
“Luego de dos meses en Pisco, José de San Martín busca un
lugar más estratégico, decide trasladarse a Huaura y ordena a Álvarez que se interne en la sierra central para insurreccionar a los
pobladores y tender un cerco sobre Lima. Álvarez, comandante y
estratega de la expedición libertadora de la Sierra Central, partió
de Pisco el 5 de octubre de 1820 y cubrió Ica, Cangallo, Huamanga, Huanta, Huancayo, Jauja, Tarma hasta Cerro de Pasco con 1242
hombres, y llegó a Huaura el 8 de enero de 1821. Pudo conocer la
situación real de los realistas, soliviantar a las poblaciones contra
los godos, hacer una gran propaganda y hacer que los pueblos
proclamen su independencia y elijan sus propias autoridades y
desconozcan al virrey Pezuela”.(Herbert Oré. “El Libertador
Don José de San Martín”, pág. 88).
En efecto antes que en Lima se proclamaron independientes
los peruanos de Huancayo (20 de noviembre 1820), en Jauja (22
de noviembre 1820), Tarma (28 de noviembre 1820), Cerro de
52
Pasco (8 de diciembre de 1820), Huánuco (15 de diciembre de
1820), todas estas ciudades están en la sierra del Centro del
Perú, lugares en donde lucharon sus guerrillas constituidos por
criollos, mestizos e indios, que también estuvieron en las batallas de Junín y Ayacucho.
El lector se podrá sorprender de estas afirmaciones ya que
los libros de texto escolar y universitario nos han enseñado una
historia de héroes, y de precursores, soslayando la participación de los masones, clérigos, negros, mestizos, cholos e indios,
en la independencia; pues bien, esa contribución fue la determinante y esperan que la historia los revindique.
El estadounidense David P. Werlich dice que los peruanos fueron “revolucionarios a regañadientes” y añade:
El papel que el Perú jugó en el drama de la independencia Latinoamericana fue el de un espectador interesado en el Acto Final.
Las guerras por la independencia en todas las colonias españolas
fueron guerras civiles entre los criollos independentistas contra
criollos pro realistas. Y en ninguna parte el sentimiento pro realista fue más fuerte que en el Perú. A pesar de las desventajas del
sistema colonial, en Lima se concentraba una desproporcionada
fuente de beneficios que seguía existiendo del antiguo régimen.
Había dentro de los peruanos más de 100 nobles y muchos burócratas imperiales. Aún más, la rebelión de Túpac Amaru II asustó
a la clase alta criolla y desalentó cualquier discrepancia dentro
de las élites que podrían haber llevado a las clases oprimidas a
rebelarse nuevamente.
El polémico político e historiador peruano Enrique Chirinos
Soto es más audaz en su apreciación cuando escribe con cierto
cinismo:
“Historiadores de los países vecinos suelen reprocharnos a los
peruanos que no nos batiésemos en las guerras de la indepen53
dencia al modo de los patriotas de Caracas o Buenos Aires. La
verdad es todo lo contrario. La verdad es que el Perú se batió más
que ninguno, porque se batió al mismo tiempo a favor y en contra
de la independencia”.
No es arriesgado estimar que las fuerzas realistas podrían haber sobrevivido cinco años más, exagerando diez, ya que pocas
veces se han dado tantas circunstancias para predecir la derrota de un ejército, y las tropas del virrey La Serna, a pesar del valor y experiencia de sus jefes, no podían ser la excepción. Todo
jugaba en contra de ellos: el desgaste de las campañas en la
sierra central, su aislamiento y el acoso incesante de las valientes montoneras y guerrillas indígenas -sucesoras de continuas
rebeliones como las de Túpac Amaru y Pumacahua- a las que
pocos historiadores han dado suficiente relevancia a la hora de
relatar las campañas finales por la independencia.
El Gral. Jerónimo Valdés, su más laureado militar, en su exposición al rey Fernando VII sobre “Las causas que motivaron la
independencia del Perú” dice que, desde los tiempos del virrey
Pezuela, España había “perdido el poder naval del Pacífico, y sin
el mar es imposible salvar estas posesiones. En cuatro años La
Serna no recibió el menor auxilio, ni material ni de otro género”.
El descuido de América por parte de España no era reciente,
décadas antes el conde de Aranda, un importante ministro tanto
de Carlos III como de su hijo, Carlos IV, ya había advertido la
situación: “me temo que no podamos sostener el peso de nuestras
colonias, ni por su extensión, ni por su disposición de alguna parte
de ellas, como el Perú y Chile, tan distantes de nuestras fuerzas”.
Aranda llegó a proponer un plan para impedir lo que estaba
claro que iba a suceder. Recomendó al rey la creación de tres
reinos americanos, México, Perú y Tierra firme, con un príncipe
español a la cabeza, y el rey de España como emperador. De
esta manera, creía él, los americanos tendrían la soñada independencia y no se destruiría la influencia española.
54
“Junto a las razones ya dadas, había, cómo no, una necesidad
económica perentoria para acabar con la guerra, y esto era la dificultad que tenían las minas peruanas y sobre todo las del Alto
Perú para exportar sus productos a Europa, ya sea desde los puertos peruanos o argentinos. Serían los mismos mineros españoles
y criollos los que hubieran conspirado junto con los comerciantes
de la costa para terminar con el aislamiento regional y restablecer
las rutas tradicionales de exportación”. (Herbert Morote, Bolívar
Libertador y Enemigo Nº 1 del Perú, Jaime Campodónico Editor,
Lima Perú, Cuarta Edición digitalizada, octubre 2009, Pág. 23).
III.- LAS LOGIAS LAUTARINAS.
Algunos historiadores masones dicen: Las logias americanas
eran en su mayoría hijas de la logia francesa, de carácter liberal llamada Gran Oriente de Francia. Tuvo entre sus objetivos la
caída de las monarquías, descolonización e independencia de
América, establecimiento de la República (la res-pública o cosa
pública) y práctica de la Democracia.
La masonería llegó a nuestro continente por obra de Francisco de Miranda, militar y político de extraordinaria trayectoria
en los hechos más importantes de aquellos años. Gracias a él
Simón Bolívar, Bernardo de O´Higgins y José Francisco de San
Martín se iniciaron en la masonería. Francisco de Miranda a su
vez habría sido iniciado en ella por el revolucionario marqués
de La Fayette.
“El papel de Miranda se vio reforzado por su experiencia militar
en la guerra de Independencia de Estados Unidos y en la Revolución Francesa. De ambas experiencias obtuvieron además los
independentistas hispanoamericanos los principios políticos y la
bandera de la “Libertad, Igualdad y Fraternidad”, alzada por primera vez en la lucha independentista de Estados Unidos y, posteriormente, en la Francia revolucionaria”. (Julio Roberto Galindo
Hoyos, miembro de la Academia Colombiana de la Historia).
55
En 1797, en París, Miranda presidió una reunión de partidarios de la independencia de las colonias españolas de América.
En Londres, ese mismo año, fundó La Gran Reunión Americana, también conocida como Logia de los Caballeros Racionales.
En su afán por recibir el apoyo británico, no vaciló en tentar a
varios funcionarios con la posibilidad de la hegemonía comercial inglesa, en los vastísimos territorios desde el Mississippi
a la Patagonia. Aspiraba a un único Estado hispanoamericano
independiente, para el cual había proyectado una constitución
e ideado un nombre: Colombia.
En cuanto a si la Sociedad de los Caballeros Racionales era
una logia masónica, las opiniones son encontradas. Según Mitre a
pesar de que utilizaba “todas las fórmulas de las logias masónicas” sólo tenía de ellas “los signos, las fórmulas, los grados y los
juramentos.” El historiador de la masonería José Ferrer Benimeli
coincide con esta opinión, mientras que otros autores como Enrique de Gandía no dudan que era una logia masónica. En realidad,
strictu sensu no lo era, ya que pertenencia a la masonería no era
condición necesaria ni suficiente para ser admitido. Por otra parte,
tanto Alvear como otros de sus miembros de mayor jerarquía eran
masones. La confesión de Mier aporta detalles interesantes sobre
este punto. Según Mier, la Sociedad de los Caballeros Racionales “no era, ni contra la religión ni contra el Rey... Tampoco era
de Masones.” Recordemos que para entonces no sólo el Vaticano
había condenado la masonería sino que Fernando VII la había criminalizado, describiéndola como “uno de los más graves males
que afligen a la Iglesia y a los Estados.” Aunque Mier negó la filiación masónica de los Caballeros Racionales aclaró que “como
Alvear era masón,” tal vez “imitase algunas fórmulas” y “pensase
en amalgamarse con ellos.” Para reforzar su inocencia, Fray Servando afirmó que en una reunión de la Sociedad en Cádiz, Alvear
propuso “que si algún socio quisiese entrar Masón para saber lo
que trataban en ellas [logias masónicas] contra América, se le podía permitir,” pero que él advirtió a los hermanos presentes que
la Sociedad no era “de Masones.” Aparentemente Alvear se mo56
lestó ante la insistencia de Mier “en que no eran Masones” y éste
respondió que “en realidad [la Sociedad] no lo era, y porque él
no quería serlo, pues además de tenerlo prohibido Su Santidad.”
Mier aclaró que “si Alvear tuvo esa intención, mudó después enteramente de plan.”
Lo interesante de esta declaración es que Mier sabía que la carta
de Alvear a Mérida había sido interceptada y estaba en posesión
de sus interrogadores. También sabía que su “hermano” José Álvarez de Toledo había desertado a la causa patriótica a fines de
1816 y seguramente había aportado más detalles sobre la operatoria de la Sociedad a las autoridades españolas. Mier se justificó
diciendo que “tal vez Alvear, que era Masón, escribió a sus emisarios como Masón, pero la Sociedad no lo era, y él sabe que Alvear
lo era, es porque él mismo se lo dijo.” Luego agregó que “esto es
lo único que sabe en cuanto a francmasones, pues no sabe que ni
en Cádiz ni en otra alguna parte de los Estados Unidos haya determinadamente tal o cual logia que el confesante haya visto.” También es interesante notar que Mier no hizo referencia alguna a una
logia Londres, donde había vivido por más de un año, ni tampoco
a Miranda, que había muerto en Cádiz a mediados de 1816 y por
lo tanto era candidato ideal para ser el “chivo expiatorio” (Emilio
Ocampo, Inglaterra, la Masonería y la Independencia de América, Pág. 12 al 13).
El Gral. argentino Matías Zapiola, contó al historiador Bartolomé Mitre, que fue Francisco de Miranda quien fundó en Cádiz una filial de la Logia Lautarina a la que perteneció también
O´Higgins, estas Logias poseían afiliados de los tres grados
fundamentales de la Masonería; a pesar de haber sido la Gran
Reunión Americana la más importante durante algún tiempo, su
heredera la Logia Lautarina con sus filiales:
•
•
En Jalapa, Mexico,
Tucumán, Córdova, Buenos Aires, Mendoza y el Ejército Expedicionario o Lautarina Volante en Argentina,
57
•
Santiago y Lautarina Volante en Chile. Su extensión llegó
hasta Arequipa y Lima (en el Perú).
“En Lima los patriotas José Riva Agüero, Francisco de Paula Quiroz y Fernando López Aldana fueron lo que iniciaron la primera
asociación masónica, ese taller se puso en comunicación con la
Logia Lautaro de Santiago de Chile”.
En Argentina la primera logia funcionó, a fines del siglo XVIII,
en el Rio de la Plata, con el nombre de Logia Independencia, con
los rituales y autorización de la Gran Logia General Escocesa de
Francia. Con objetivos obviamente independentistas funcionaba en una vieja casona junto a la Capilla de San Miguel. En el
año de 1810 había aparecido otra logia homónima cuyo Venerable Maestro fue el abogado rioplatense Julián Álvarez.
Es esta logia -que se reunía en el Café de los Catalanes- la que
habría sido la génesis de la posterior Logia Lautaro de Buenos
Aires -fundada en Cádiz en 1811-, que sería la de mayor gravitación en la independencia de todo el continente.
Entre la época virreinal y la época republicana del Perú, aparecen las famosas sociedades Lautarianas, Logias de apariencia
masónica, pero de esencia militar, cuyo objetivo era lograr la independencia del Perú. Una de las más recordadas Logias Lautarianas es la Respetable Logia Simbólica Unión y Orden, fundado
por el Hermano José de San Martín y oficiales expedicionarios
de nacionalidad chilena y argentina.
En nuestro continente, mucho se habla de las logias Lautarinas
formadas en América del Sur y que tuvieron intervención en
la causa de la Independencia de sus países. Pues bien, estas
logias llamadas así en homenaje al Cacique araucano Lautaro,
que lucho contra los conquistadores españoles en el siglo XVI,
fueron desarrolladas en América del Sur a partir de 1811, siendo su fundador entre otros el Argentino don Matías Zapiola.
58
Las Logias de Lautaro o Lautarinas por su extensión, son una
derivación de las Logias de Cádiz, que en primer momento fueron creadas como Sociedad de Caballeros Racionales, llevadas
a Cádiz por Hermanos formados en la Logia de Londres, y por
quien fuera también fundador de la Logia de Londres, el argentino Carlos de Alvear. Estas logias lautarinas se desarrollaron
no sólo en esta parte de América sino también en México.
Se conoce que grandes pensadores e intelectuales americanos como Andrés Bello, Villa Urrutia, incluso el prócer boliviano
Murillo, pertenecían a la Gran Logia de Londres, y luego miembros de las Logias de Cádiz o de los Caballeros Racionales
En 1812, en Buenos Aires, Alvaer, Zapiola y San Martín fundan
la Logia Lautaro, donde se incorporan O´Higgins, Blanco Encalada, Las Heras y otros grandes próceres de la Independencia.
Las Logias Lautarinas desplazaron su sede principal de Europa a Buenos Aires y fue precisamente San Martin quien fundó la
Logia Lautaro (en una casa de la calle de Barranca de Buenos
Aires en el mes de mayo de 1812); Le sucedió en la Veneratura
Julián Alvares y le acompañaron las tareas iniciales: Manuel Belgrano, Carlos Alverar, Cornelio Saavedra, Bernardo Monteagudo, Tomas Guido, etc.
Iniciados todos los preparativos para la independencia de
América, San Martin, funda la Logia Lautarina en Mendoza - Argentina (sus gestores principales, Luzuriaga, Alvarez Thomas,
O´Higgins) de la que deviene, la Lautarina Volante De Los Ejércitos Expedicionarios. La Logia Lautaro de Santiago de Chile,
mantuvo estrecha relaciones con la Logia Lautaro De Lima–Peru;
una vez que quedaron establecidos los fundamentos de su acción secreta, San Martin se separó del mando de la Logia para
dedicarse por completo a su acción militar.
Como se puede apreciar las Logias Lautarinas tuvieron actua59
ción considerable en los preparativos del Ejército de los Andes
y en la concepción de la conciencia e ideales de independencia
y libertad en Sudamérica, la importancia de estas Logias (y por
medio de ellas a la Orden Francmasónica en sí), demuestra su
verdadera influencia y participación en la Gesta Emancipadora
de América, su rol protagónico se va abriendo paso cada día
más, en la historia de los países hispano-americanos. En la actualidad su participación se empieza a mencionar en los textos
oficiales, referencias que muestran que la Masonería fue la verdadera cuna de la revolución americana.
Las logias lautarinas son el punto de partida para las Logias
Independentistas. Pero como se dijo antes, en América del Sur
ya se habían desarrollado logias masónicas secretas, pero hasta
la fecha no se ha podido encontrar la documentación, debido a
que la Santa Inquisición, desapareció los documentos existentes. Una prueba de ello, es una Carta de fecha 20 de Diciembre
del año 1753, por el que, los Inquisidores de Lima remiten a los
Inquisidores de España el decomiso de unas estampas masónicas, sobre la iniciación a un comerciante, cuyo nombre no se
conoce.
Hay un interesante apunte sobre la logia lautariana de Cádiz
publicado el: sábado, 04 de abril de 2009
IZQUIERDA SOCIALISTA PSOE CADIZ. LA LOGIA LAUTARO
Según los historiadores Julio Mancini el Marqués de Villa Urrutia
y Américo Carnicelli, el Libertador Bolívar, se inició en la masonería en 1803, en la Logia “Lautaro”, que funcionaba en Cádiz,
España, donde también se iniciaron José de San Martín, Bernardo
O’Higgins, José Miguel Carrera, Juan Martínez de Rosas, Gregorio
Argomedo, Juan Antonio Rojas, José Marra Zapiola, Carlos Marra
de Alvear, Bernardo Monteagudo y Mariano Moreno, todos ellos
próceres de la Independencia.
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Estos tres historiadores coinciden en afirmar que el año de la
iniciación masónica del Libertador Bolívar, fue 1803. Otro historiador, el español Urrutia, señala la misma fecha, pero sostiene que
la Logia no se llamaba “Lautaro”, sino “Caballeros Racionales”.
En Cádiz, había en 1803, dos logias masónicas: “Lautaro” y “Caballeros Racionales”. La confusión viene por las visitas que solÍa
hacer Bolívar a la segunda de las nombradas.
La Logia “Lautaro”, fue fundada en 1800 por inspiración de Francisco de Miranda, quien residía en Londres, haciendo planes para
una expedición libertadora a Venezuela. Dicen que sugirió ese
nombre en homenaje al caudillo araucano, que venció al conquistador Valdivia en 1554, en Tucapel (Chile).
A pesar de que Miranda nunca estuvo en la Logia “Lautaro” de
Cádiz, porque su cabeza fue puesta a precio por los españoles,
desde Londres a través de amigos que viajaban a la Península
Ibérica, mandaba cartas y de ese modo mantenía contacto con
dicho centro masónico.
61
Más tarde, José de San Martín, fundó en Buenos Aires, Argentina,
otra Logia “Lautaro”, en recuerdo de la sociedad secreta de Cádiz. Después hizo lo mismo en Santiago de Chile y Lima, donde las
Logias “Lautaro” fueron semillero de patriotas en la lucha por la
independencia. Tags: CADIZ 2012, LIBERTAD, IZQUIERDA, SOCIALISTA.
“En Lima los patriotas José Riva Agüero, Francisco de Paula Quiroz y Fernando López Aldana fueron lo que iniciaron la primera
asociación masónica, ese taller se puso en comunicación con la
Logia Lautaro de Santiago de Chile”.
En 1817, los masones trabajaban en forma clandestina en Lima,
bajo la denominada “Logia de Lima”, cuyo V.°.M.°. era José de la
Riva Agüero, lograron tener comunicación con los hermanos de
la nueva logia, y el 26 de Junio de 1817, acuerdan la unión de
ambas logias, bajo la denominación de: “Paz y Perfecta Unión”,
cuyos miembros fundadores de esta primigenia logia son los
hermanos:
VENERABLE MAESTRO: José de la Riva Agüero
MIEMBROS
José Antonio Álvarez de Arenales.
Dr. Álvarez Jonte.
Mariano José Arce.
José Baquijano y Carrillo, Conde de Vista Florida.
Coronel Brandsen.
Manuel Blanco Encalada.
José García.
Tomás Guido.
Faustino Sánchez Carrión.
Tomás Iriarte.
José La Mar.
Juan Gregorio de Las Heras.
Melchor Lavín.
Fernando López Aldana.
62
Francisco Javier Luna Pizarro.
Juan Miller.
Bernardo Monteagudo.
Francisco Javier Mariátegui.
Bernardo O´Higgins (miembro honorario).
José Joaquín Olmedo.
Manuel Pérez Tudela.
Francisco de Paula Quiroz.
Toribio Rodríguez de Mendoza.
José de San Martín (miembro honorario).
Gregorio Tagle.
Hipólito Unánue
Matías Vásquez de Acuña, Conde de la Vega del REN
Márquez de Goyoneche
Márquez de San Miguel
José de Torre Tagle
Vizconde de San Donal, Beringoaga
La “Sociedad Lautaro o Logia Lautarina De Trujillo”.
VENERABLE MAESTRO: José de la Riva Agüero (Marqués de
Riva Agüero delegado de la Sociedad de Lautaro de Cádiz)
MIEMBROS:
José Antonio Andueza.
Pedro García Coronel.
Nicolás de Herrera, Marqués de Valle Hermoso.
Dionisio Inca Yupanqui, Diputado del Perú en las cortes de Cádiz.
Juan Alejo Martínez de Pinillos.
José María Monzón.
Luis José de Orbegozo, Conde Orbegozo.
Jacinto María Rebazza.
José de Tagle y Portocarrero, Marqués de Torre Tagle.
“Logia Lautarina o Lautaro De Arequipa”.
VENERABLE MAESTRO: José María Corbacho y Abril
MIEMBROS
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Manuel Arce.
José Angulo.
Manuel Angulo.
Córdova Párroco de Salamanca.
Manuel Cuadros.
Fernando López Aldana.
Mariano Melgar.
Manuel Jesús Rivero.
Mariano Rivero.
Zenteno Párroco de California.
Francisco Antonio de Zela.
En Lambayeque, se registra la existencia del “Club Patriótico”,
presidido por el notable José Manuel Iturregui, quien sostenía
correspondencia directa con Don José de San Martín, este aparente Club era en realidad una Logia, que funcionaba en un local denominado como “Casa Montjoy” o “Casa de los Masones”,
dicha Logia fue un efervescente centro de actividades a favor
de la Independencia, partiendo de allí instrucciones en pro de
la obra emancipadora.
Su Venerable Maestro Juan Manuel Iturregui, por asuntos comerciales, viaja a Jamaica, por los años 1817-1818, donde llega a
conocer a patriotas colombianos que luchaban por la Independencia de Nueva Granada y consigue conferenciar con otros
en Panamá, como resultado de aquella “interacción”, decide
emplear dinero de sus negocios para invertirlo en armas, que
consigue introducirlas al país de contrabando, las que sirvieron
para armar al pueblo lambayecano y a los vecinos de Chiclayo,
quienes en la famosa noche del 27 de Diciembre de 1820 consiguen proclamar la Independencia de esa zona siguiendo la del
4 de Enero de 1821 en la ciudad de Piura.
Cuando don José de San Martín y Matorras, ingresa a Lima, al
tener comunicación con los HH:. Se incorpora a la Log.°. “Paz y
Perfecta Unión” con los patriotas que vinculados a la Log.°. “Lau64
taro”, trabajaban por la independencia americana:
Mariano José de Arce
Martín George Guisse
Hipólito Unánue
Francisco de Zela
León La Chica
Francisco López Aldana
Miguel Tafur
José de la Mar
Francisco de Paula Quiroz
Francisco Javier de Luna Pizarro
Toribio Rodríguez de Mendoza
Bartolomé de las Heras
José Faustino Sánchez Carrión
Francisco Javier Mariátegui y Telleria
Bernardo Monteagudo
Mariscal Juan Millar
Manuel Péres de Tudela
José Joaquín Olmedo
Cecilio Tagle
(La Franc Masonería en el Antiguo Perú: https://www.ls88.org.pe/masoneria_en_peru.html).
IV.- LA INDEPENDENCIA DE VENEZUELA, ARGENTINA, COLOMBIA Y OTROS PUEBLOS DE
AMÉRICA DEL SUR.
La participación de masones en la lucha por la independencia
de los países de América del Sur esta evidenciado a través de:
Francisco de Miranda, Militar y Político; Gustavo Córdova Valenzuela, Docente Universitario y Periodista; el Gral. José Francisco
De San Martín, Masón y Estadista; El Gral. Simón Bolívar, Masón y
Libertador; El Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre
y Alcala, Triunfador en la Batalla de Junín y Ayacucho; Bernardo
O´Higgins Riquelme, Político y Militar. La independencia de los
65
Pueblos de América Latina, ha sido una de las grandes contribuciones de los masones para la vida democrática y por tanto civilizada de nuestro tiempo, a pesar de que en esta misma América
Morena, de tanto en tanto, se haya retrocedido a períodos de Tiranía y Opresión.
El Precursor Francisco de Miranda inspiró la fundación de la
benemérita Logia “Lautaro”, que funcionaba en Cádiz, España,
donde se iniciaron San Martín y Bernardo O’Higgins, mientras
que Simón Bolívar pertenecía a la Logia “Caballeros Racionales”,
ambas funcionaban en Cádiz.
Más tarde José de San Martín fundó en Buenos Aires, Argentina,
otra logia “Lautaro”, en recuerdo de la sociedad secreta de Cádiz. Después hizo lo mismo en Santiago de Chile y Lima, donde
las logias “Lautaro” fueron semillero de patriotas en la lucha por
la independencia. (Historiadores: Julio Manzini, Villa Urrutia y
Américo Carcinelli)
Los masones que participan en la Independencia de los países
de Sudamérica, constituyen una pléyade a los que sumamos: José
Gabriel Condorcanqui “Túpac Amaru”, Mateo Pumacahua, Francisco de Zela, los hermanos Catarí, Julián Apaza “Túpac Catarí”,
Mariano Moreno, Santiago Nariño, Andrés Bello, Luís Méndez, José
Miguel Carrera, Tomas Guido y Manuel Belgrano, que bebieron
del fuego idealista de Miranda y fue sellada en la Batalla de Ayacucho. Estos héroes de mil batallas o combates, llevaban junto a la
espada, lanza o fusil, el Mandil, la Escuadra y el Compás. (Herbert
Oré Belsuzarri, El Origen de la Masonería, Pág. 80)
4.1. La masonería venezolana antes de la independencia de Venezuela.
Los ideales reformistas concentrados en los postulados de la
Ilustración y el Enciclopedismo, y encabezados por los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad se propagaron de Europa a América, y Venezuela no fue la excepción. Fue así como
66
las ideas masónicas comenzaron a ser introducidas en la entonces Capitanía General de Venezuela a partir de 1797, de la mano
de los líderes de la Conspiración de San Blas (movimiento que
fraguó la instauración de la república en España), quienes al ser
descubiertos fueron encarcelados y remitidos a La Guaira.
Entre los conspiradores se hallaban cuatro masones: Juan Bautista Picornell, José Laz, y Sebastián Andrés, pertenecientes a la Logia “España” de Madrid. Éstos entraron en contacto con José María España y Manuel Gual, quienes los ayudan a escapar, huyendo
juntos a Curazao. Allí, Gual y España son iniciados en la masonería
por Picornell, Laz y Andrés preparan con ellos, la Conspiración de
1797 para independizar a Venezuela, pero el movimiento fracasa
por delación.
Mientras tanto, en 1798 Francisco de Miranda funda en Londres
la “Gran Reunión Americana”, logia que constituyó el génesis de
la llamada Masonería Mirandina, donde se iniciaron varios revolucionarios de Hispanoamérica, entre ellos el clérigo José Cortés de
Madariaga, quien dirigiéndose a su natal Chile optó por quedarse
en Caracas.
Igualmente, el resto de los iniciados volvió a América propagando exitosamente los ideales de libertad, por lo cual enviaron a comisionados para reunirse con Miranda, resolviendo colocar bajo
sus órdenes a todos los jóvenes entusiastas por la independencia
y crear logias en el continente para favorecer la transmisión de
esas ideas. Es así como en 1800 son fundadas en Cádiz, Madrid,
París, Caracas, Buenos Aires, Mendoza y Santiago de Chile logias
filiales de la Gran Reunión Americana, las cuales recibieron el
nombre de Logias “Lautaro” o “Logias de Caballeros Racionales”,
conocidas también como las logias lautarinas. En dichas logias,
cuyo propósito era la emancipación de las colonias hispanoamericanas y la instauración de gobiernos republicanos se iniciaron
la mayor parte de los próceres de la independencia (entre ellos,
los venezolanos Simón Bolívar, Andrés Bello y Luis López Méndez).
67
En Caracas, tras el movimiento revolucionario del 19 de abril de
1810, la Junta Suprema decretó la creación de la “Sociedad Patriótica” el 14 de agosto de aquel año. Este grupo, creado para “…
favorecer el progreso de la agricultura y la literatura” , constituyó
realmente una logia lautarina fundada por José Cortés de
Madariaga (su líder), Juan Germán Roscio y Francisco Javier
Ustáriz, y en la cual se integraron luego Carlos Soublette, Simón
Bolívar y Francisco de Miranda, siendo estos dos últimos sus
máximos impulsores. Esta sociedad promovió intensamente la
declaración de independencia de Venezuela, la cual se cristalizó
el 5 de julio de 1811 (Pierre Cubique, La Masonería y la Independencia de Venezuela cristalizada el 5 de julio de 1811).
4.2. La masonería argentina antes de la independencia de Argentina.
Viajeros, comerciantes, militares, intelectuales procedentes de
Inglaterra, España, Francia y Portugal, difundieron las logias en
América del Sur. En Buenos Aires, las primeras noticias de la
hermandad se remontan a fines del siglo XVIII.
La primera logia en territorio argentino fue la “Logia Independencia”, con protocolos de autorización otorgados por la Gran
Logia General Escocesa de Francia. Dicha autorización data aproximadamente de 1795 y su sola denominación acusaba en sus integrantes una concepción autonomista para las tierras americanas.
Según refirió Francisco Guilló en su libro Episodios patrios, la logia funcionaba en un semi arruinado caserón, donde tiempo atrás
el presbítero Juan Gutiérrez González y Aragón había levantado la
Capilla de San Miguel, que posteriormente fue abandonada ante
las dificultades que los grandes zanjones oponían para que los
feligreses pudieran llegar a ella durante y después de las lluvias.
Por lo que toca a la “Logia Independencia”, con ese nombre
apareció otra logia, presidida por Julián B. Álvarez, en 1810, y es
68
probable que no haya tenido continuidad con la homónima anterior. Esta logia dirigida por Álvarez es la que suministró los elementos básicos para la constitución de la Logia Lautaro, con la
cual se inició el historial más importante de la masonería en la
Emancipación.
El historiador Juan Canter negó la existencia de la “Logia Independencia”, pero el coronel inglés Santiago Florencio Burke masón confesó, contó que cuando se fue de Buenos Aires, en 1809,
fueron a despedirlo “un número de las principales personas del
lugar, mis viejos amigos de Independencia”, refiriéndose indudablemente a la logia.
Lappas refutó a Canter sosteniendo que “contrariamente a las
afirmaciones contundentes de eruditos historiadores, hemos podido comprobar como cierta la existencia en Buenos Aires de una
Logia denominada “Independencia”, fundada a fines del siglo
XVIII y que obtuvo Carta Constitutiva de la Gran de Loge Generale Ecossaise de France, cuerpo este que fue absorbido el 8 de
enero de 1805 por el Gran Oriente de Francia, quedando la antes
mencionada Logia en libertad de acción sobre su futuro” (Nahuel
Pérez, Masonería Argentina, monografías.com).
Las Logias Lautarinas desplazaron su sede principal a Buenos
Aires y fue San Martin quien fundó la Logia Lautaro (en una casa
de la calle de Barranca de Buenos Aires en el mes de mayo de
1821); Le sucedió en la Veneratura Julián Alvares y le acompañaron las tareas iniciales: Manuel Belgrano, Carlos Alverar, Cornelio
Saavedra, Bernardo Monteagudo, Tomas Guido, etc.
Iniciados los preparativos para la independencia de América,
San Martin, funda la Logia Lautarina en Mendoza-Argentina, (sus
gestores principales: Luzuriaga, Alvarez Thomas, O´Higgins)de las
que devinieron posteriormente, la Lautarina Volante De Los Ejércitos Expedicionarios.
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La Declaración de Independencia en Argentina, fue una decisión del Congreso de Tucumán, que sesionó en la ciudad de San
Miguel de Tucumán de las entonces Provincias de Unidas del
Rio de la Plata. Fue proclamada el martes 9 de julio de 1816 en
la casa de Francisca Bazán de Laguna.
4.3. La masonería colombiana antes de la independencia de Colombia.
La masonería es promovida en el Virreinato de la Nueva Granada por el francés Luis de Rieux iniciado en la Logia francesa,
el cual entabló amistad con Antonio Nariño y otros distinguidos
criollos neogranadinos, a los cuales enseño en el mundo de la masonería y el papel jugado por las Logias en la Revolución Francesa. Para el historiador Américo Carnicelli fueron estos personajes
quienes en 1793 fundaron en Santafé la primera sociedad secreta
el “Arcano Sublime de la Filantropía” con el fin de difundir en el
Nuevo Reino de Granada las ideas de libertad y justicia social que
proclamaba la confraternidad masónica universal. Las reuniones
se realizaban en casa de Nariño encubiertas como tertulias literarias. Entre sus grandes logros se encuentra la traducción de la
declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, proclamados por la Asamblea Nacional de Francia en agosto de 1789.
De igual forma en 1808 se establece en Cartagena de Indias La
Logia de “Las Tres Virtudes Teologales”, la cual contaba con la
Carta Patente expedida por la Gran Logia Provincial de Jamaica
con sede en Kingston (Jamaica) y además fue el seno de la conspiración revolucionaria de los comerciantes cartageneros para
independizarse de la monarquía española y además fue el lugar
donde se expusieron las ideas que llevaron al primer grito de independencia de lo que hoy conocemos como Colombia el 11 de
noviembre de 1811.
La participación de la masonería en la independencia de la
Nueva Granda es innegable, figuras tales como Simón Bolívar, Antonio Nariño, Francisco de Miranda, entre otros impulsadores del
70
primer grito de independencias en 1811, fueron destacados masones que alcanzaron altos grados dentro de sus logias.
Según Mario Arango Jaramillo en su libro MASONERIA y Partido
Liberal “Bajo, el periodo de la Primera República (1810-1816) los
personajes centrales en el campo de las armas y en la política serian dos masones: Bolívar y Antonio Nariño. Bolívar, a partir de su
desembarco en Cartagena en noviembre de 1812, proveniente de
Venezuela, adelantaría exitosas campañas militares en la Nueva
Granada y en Venezuela, hasta su partida para Jamaica en 1815.
Antonio Nariño seria la figura política más destacada, con epicentro en Bogotá” (Diana Cristiana Montoya Ocampo y Manuel
Valoyes Olier, La Masonería en Colombia).
En 1797, Francisco de Miranda fundó en Londres la “Gran Logia de la Reunión Americana”, de la cual fue nombrado Gran
Maestro, y posteriormente tendría filiales en París, Madrid, Cádiz, Caracas y Buenos Aires. Esta Gran Logia fue luego disuelta por Miranda y reorganizada con el nombre de “Gran Logia
Regional Americana de Londres”, con sede en su casa de Grafton Street. En esta logia se iniciaron los principales próceres y
colaboradores de la independencia americana: Bernardo O’Higgins, José Manuel Carrera, Juan Martínez de Rosas, Gregorio
Argomedo, Juan Antonio Rojas, José de San Martín, José María
Zapiola, Carlos María Alvear, Bernardo Monteagudo y Mariano
Moreno, (fundadores de la logia “Lautaro” en 1811, en Buenos
Aires); además, Andrés Bello, Luis López Méndez, Simón Bolívar,
José María Vergara Lozano, Vicente Rocafuerte, Carlos de Montúfar, entre otros.
En Colombia, la revolución no tuvo entonces las proyecciones
que eran de esperarse porque gran parte de los que intervenían eran indios y habitantes de las poblaciones de la Sabana,
que debían regresar a sus pueblos. Cosa que indujo a Acevedo
Gómez, uno de los jefes de la oligarquía criolla, a reunir a algunos del Cabildo y declararse investido como el “tribuno del
71
pueblo”. Construyó la famosa Junta de Gobierno con la cual sustituiría el virreinato, firmando el Acta de Independencia.
La llamada “Acta de Independencia” de San Fe no era realmente una declaración propiamente de independencia, pues como
lo afirma el mismo documento, esta no pretendía (en nombre
de la Nueva Granada) “abdicar los derechos imprescriptibles de
la soberanía del pueblo a otra persona que a la de su augusto
y desgraciado Monarca don Fernando VII”. En contraposición,
otras “actas de independencia”, como la que se promulgó en la
ciudad de Mompos (del 6 de agosto de 1810) sí buscaron una
real independencia de España.
Según el historiador colombiano Germán Mejía, “El 20 de julio
es un movimiento bogotano, local, y genera un problema inmediato que además tiene pretensiones sobre las otras juntas que
se estaban dando en el país. La pretensión consistía en definir lo
que iba a ser el territorio de la Nueva Granada. Es el triunfo del
centralismo sobre la realidad de las provincias de principios del
siglo XIX. Los criollos tuvieron el papel de construir la primera
República. El 20 de julio que nosotros entendemos hoy en día es el
fabricado a finales del siglo XIX y no lo que sucedió a comienzos
de este siglo”.
El episodio ocurrido el 20 de julio sintetizó las contradicciones del imperio español: corona- reinos, criollos-peninsulares
y finalmente metrópoli-colonias. La independencia de Nueva
Granada y sus proyectos estado nación serían supuestamente el
resultado y la solución de estas tensiones. El 20 de julio de 1810
fue el inicio de unos sucesos determinantes que cambiaron la
historia de lo que hoy conocemos como Colombia.
4.4. La masonería ecuatoriana antes de la independencia de Ecuador,
La francmasonería, al menos en su concepto especulativo,
se presentó en el Ecuador hacia el final del período colonial y
72
como un antecedente inmediato de los procesos emancipadores.
Aunque no se descarta que antes del siglo XVIII hayan existido
otro tipo logias de tipo u orden Masónico, existe acuerdo entre
los historiadores que uno de los principales artífices del proceso emancipador Eugenio Espejo (iniciado en la Logia “El Arcano
sublime de la Filantropía” de Bogotá) participó de manera activa
en la creación de este tipo de agrupaciones y talleres en el territorio de Quito.
Según el historiador Jorge Núñez, las raíces masónicas del
Ecuador se remontan a la época colonial en Quito, en el año
de 1792: “Eugenio Espejo fundó la primera (logia): La Escuela de
la Concordia, que tuvo una activa participación en el movimiento
de Independencia de 1809”.
Tras la muerte de Espejo, sería Juan Pío Montúfar quien quedaría a cargo, para posteriormente convertirse en la primera logia
masónica fundada en el territorio del Ecuador, como una logia
Lautarina, de nombre “Ley Natural” que funcionó bajo los auspicios de la Potencia Masónica de Nueva Granada. Participando
en ella varios ilustres quiteños como Manuel Quiroga, José de
Ascázubi, José Jerez, Manuel Rodríguez, José Vélez, entre otros.
Al vincularse operativamente con el proceso de emancipación
política, el crecimiento de las Logias fue impetuoso, y la orden
desarrollo de manera sin igual, los miembros pudieron desarrollar las formas extremas de fraternidad que se producen durante una guerra, como lo fue la guerra de liberación comandada
por Simón Bolívar, él y otros masones en sus luchas libertarias
irían fundando las ya denominadas “logias lautarinas”.
En 1809 comienzan los primeros movimientos de cara a la Independencia de Ecuador, es muy conocida como Primer Grito
de Independencia Americana. Estos formaron parte de una Jun73
ta de Gobierno provisional el 10 de agosto de 1809 en Quito,
pero todos acabaron asesinados en la matanza del 2 de agosto
de 1810 donde murieron varios masones ecuatorianos.
En el año de 1820 en Guayaquil se forma la Logia Estrella de
Guayaquil, cuyos miembros entre los que se encontraban José
Joaquín de Olmedo, José de Villamil, Miguel de Letamendi, Luis
Urdaneta, León de Febres Cordero, etc., en la gesta denominada
“la Fragua de Vulcano”, consiguieron el 9 de octubre la libertad
de Guayaquil de manera incruenta, conforme al plan trazado
en logia. Gracias al trabajo de dichos masones, por primera vez
en lo que hoy es suelo ecuatoriano se logró una verdadera y
efectiva libertad, organizándose la División Protectora de Quito
que, luego de casi dos años de dura lucha, logró hacer ondear
triunfante la bandera albiceleste en Pichincha.
El segundo movimiento independentista se inició el 9 de octubre de 1820, cuando los criollos e individuos de la guarnición
de Guayaquil dirigidos por José Joaquín de Olmedo se rebelaron y expulsaron a las autoridades fieles al rey, creando una
nueva nación llamada Provincia Libre de Guayaquil. La junta revolucionaria que se formó en seguida pidió ayuda a Simón Bolívar, quien envió a Antonio José de Sucre y algunos centenares
de soldados; la campaña sobre la Sierra avanzó trabajosamente
hasta que Sucre se impuso en la batalla de Pichincha, librada
sobre las estribaciones de este volcán, hacia la parte occidental
de Quito, el 24 de mayo de 1822, fecha que es reconocida por
los ecuatorianos como la de su independencia de España.
4.4. La masonería chilena antes de la independencia de Chile.
En el año 1800, dependiendo de la Gran Logia de Inglaterra,
se consagra en Londres la logia “Gran Reunión Americana”, autodenominándose sus miembros “Caballeros Racionales”.
Entre sus organizadores se encuentran Francisco de Miranda
74
y Bernardo O’Higgins. Su ideario se expandiría en Sudamérica
a través de las logias llamadas “Lautaro”.
A mediados de 1812 se instala la logia “Lautaro” de Buenos
Aires; un tiempo después, aparecen la de Mendoza y Santiago
(ésta en 1817). En 1822 las logias lautarinas se disuelven, una
vez cumplidos sus objetivos independentistas.
Oficialmente, la independencia de Chile fue declarada a través del Acta de Independencia de Chile, jurada el 12 de febrero de 1818. Esta declaración sería reconocida por España el 24
de abril de 1844.
4.4. La masonería peruana antes de la independencia del Perú.
La participación de la masonería en el movimiento independista data desde el año de 1742 , fecha en que se subleva Juan
Santos Atahualpa en el Gran Pajonal; a partir del año 1780 los
masones estuvieron a la cabeza de los siguientes movimientos:
en la ciudad de Cusco, con José Gabriel Condorcanqui o Túpac
Amaru II; el levantamiento de Oruro en el año 1781, sus cabecillas Tomás Catarí y Túpac Catarí; en el año de 1805 en la ciudad
de Cusco con Gabriel Aguilar y Manuel Ubalde; en el año de
1811 en la ciudad de Tacna, el levantamiento de Francisco de
Zela; en el año de 1812 en la ciudad de Lima, la conspiración del
masón José Baquijano y Carrillo; en ese mismo año se dieron los
movimientos de Huánuco, Panatahuas y Huamalíes, cuyos caudillos fueron Juan José Crespo y Castillo, Domingo Berrospi y Juan
Antonio Navarro; en el año de 1813 en las ciudades de Arequipa
Tacna y Tarapacá con la insurrección de Juan Francisco Pallardelli y Pedro José Calderón de la Barca; en el año de 1814 en la
ciudades de Cuzco y Arequipa, de los hermanos Angulo Torres,
Mariano Melgar y Matías Pumacahua; en el año de 1818 en el
Callao, de José Gómez, Nicolás Alcázar y Casimiro Espejo; en
el año de 1819 en la ciudad de Lima, de José de la Riva Agüero,
Mateo y Remigio Silva.
75
La actividad masónica que se desarrollaba en diversas ciudades del país fue de espionaje, luego fue de adoctrinamiento,
finalmente cuando San Martín llegó a Huaura fue la de engrosar las filas del ejército emancipador, proveerlos de animales,
carretas, alimentos y pertrechos. En Arequipa sus principales
miembros eran: José Corbacho y Abril, Fernando López Aldana, Mariano Melgar, Manuel Arce, los curas Córdova y Zenteno
Párrocos de Salamanca y Cailloma; en Trujillo Luís José de Orbegoso, José Tagle y Portocarrero, José María Monzón, Inca Yupanqui y Jacinto Rebaza; en Lambayeque: Juan Manuel Iturregui,
Pascual Saco Oliveros, Juan del Carmen Casos y Antonio López
y Vidaurre.
En Lambayeque, Don Juan Manuel lturregui y Aguilarte, mediante informe dirigido al Excmo. Don José de San Martin, da
cuenta de la fervorosa pasión con que los Lambayecanos ansiaban la emancipación de América y que a través de la sociedad
secreta denominada “Club Patriota” promovieron la revolución
y sembraron las ideas de Libertad en todo Lambayeque y en dicho club se planeó la insurrección de la Intendencia de Trujillo,
así como Lambayeque fue el primero en dar el grito libertario
en el Norte del Perú. El “Club Patriotico” estaba constituido por
Don Juan Manuel Iturregui y Aguiarte (Coronel de las Reales
Milicias de Ferreñafe), Don. Pascual Saco Olíveros (Capitán de
las Reales Milicias Lambayecanas), Don. José del Carmen Casos
(Coronel del Batallón Cívico de Lambayeque), Don Pedro Antonio López Vidaurre (Alcalde del Cabildo de Lambayeque), Don.
Melchor Sevilla (Alcalde de Segunda Denominación), Don. Mariano Quesada y Valiente, Don. José lgnacio lturregui y Aguilarte, Don Juan José Fanning (Marino), Don. Santiago Leguía, Don.
Romualdo Leguía y Don José Leguía. (Ordenanza Municipal N°
027/2019-MPL pág. 2).
En la labor masónica de los lambayecanos destacan: Juan Manuel Iturregui y Aguilarte, que fue el ideólogo y propulsor del
movimiento libertador, cuya actividad comercial que desempe76
ñaba, le permitía viajar tanto a Lima como a diferentes países
de América, allí conoció a patriotas que compartían sus ideas,
comprometiéndose a preparar la venida del ejército libertador.
Existe documentación que confirma que era un masón regular
de la Logia “Gran Obediencia del Oriente Nacional Colombiano”, con sede en Caracas. Primer Venerable Maestro de la Logia
“White Star” o “Unión Justa” de su ciudad natal. Alcanzó el Grado
33º, y el Estado lo nombró por su meritoria actuación en los momentos de la Independencia, “Precursor de la República”. Los
masones trujillanos levantaron columnas de la R.°.L.°.S.°. “Juan
Manuel Iturregui y Aguilarte”, que trabajar con el Nº 94. Otro
masón fue Pascual Saco Oliveros, que secundo a Iturregui en la
lucha, antes y después del 27 de diciembre de 1820, fecha en
que Lambayeque proclamó su Independencia, alcanzó el grado de Coronel y ocupo el cargo de Diputado Gran Maestro en
1864, Teniente Comendador del Supremo Consejo del Grado
33º en 1868. Por estos méritos en la ciudad de Lambayeque funciona la R.°.L.°.S.°. “Pascual Saco Oliveros” Nº 67. Otro insigne
masón lambayecano es José Rivadeneyra y Tejada, encargado
por los patriotas argentinos a gestionar ante la Corte española
el cambio de Gobierno español en las colonias americanas. Se
afilió a la “Sociedad Lautaro” de Cádiz y lo nombraron tesorero
de la causa masónica de la “Libertad de América”, se le entrego
un capital al que le añadió otro de su propio peculio para poder
comprar armas y enviarlas al nuevo continente. Fue detenido
por sus actividades y acusado de subversivo, sentenciado por
el Consejo de Guerra de Cádiz a prisión perpetua a cumplirla en el Castillo de la Carraca, donde también purgaba igual
condena el precursor Masón Francisco de Miranda. Trasladado
luego de 4 años al Castillo de Las Canaletas de Barcelona, cuando se de la Constitución Liberal de 1820 y una de las primeras
acciones fue la excarcelación de los prisioneros políticos, Rivadeneyra fue liberado. De regreso al Perú contribuyó con los dos
libertadores a sentar las bases de una nueva nación, alcanzó el
grado de general de división en nuestro ejército.
77
El final de la lucha por la emancipación no terminó con la
proclamación de la Independencia, había aún mucho camino
por recorrer y muchas batallas que pelear, lo que iniciaron los
masones José de San Martín, Bernardo O’Higgins y muchos peruanos. Lo terminaron los masones José de la Riva Agüero, Simón Bolívar y José Antonio de Sucre, varios de estos preclaros
hombres estuvieron en el grupo de los conocidos como fundadores de la República, y por su trabajo y dedicación, la historia
los reconocerá como los “Padres de la patria”.
V.- 15 DE JULIO DE 1821: LOS MASONES PERUANOS REDACTAN Y FIRMAN EL ACTA DE LA
INDEPENDENCIA DEL CABILDO DE LIMA.
José de San Martín ingresó a Lima el 12 de julio de 1821, venía
como un verdadero libertador, no para conquistar por las armas
el Perú sino para ganar una guerra de ideas. Por ello, alguna vez
se preguntó: ¿Cuánto puede avanzar la causa de la independencia
si me apodero de Lima, o incluso del país entero, militarmente?…
Quisiera que todos los hombres pensaran conmigo, y no quisiera
avanzar un paso más allá de la marcha gradual de la opinión
pública. ¿Estaba en lo cierto? Lamentablemente, el tiempo no
le daría la razón. El 14 de julio San Martín remite un oficio al
Ayuntamiento de Lima para que convoque a una junta de vecinos honrados, que representando al común de los habitantes
“expresen si la opinión general se halla decidida por la independencia.” El ayuntamiento en respuesta envía un documento cuyo
texto histórico de dicha fecha dice a la letra:
En la ciudad de Los Reyes, el quince de Julio de mil ochocientos veintiuno. Reunidos en este Excmo. Ayuntamiento los señores
que lo componen, con el Excmo. e Ilmo. Señor Arzobispo de esta
santa Iglesia Metropolitana, prelados de los conventos religiosos,
títulos de Castilla y varios vecinos de esta Capital, con el objeto
de dar cumplimiento a lo prevenido en el oficio del Excmo. Señor General en jefe del ejército Libertador del Perú, Don José de
78
San Martín, el día de ayer, cuyo tenor se ha leído, he impuesto de
su contenido reducido a que las personas de conocida probidad,
luces y patriotismo que habita en esta Capital, expresen si la opinión general se halla decidida por la Independencia, cuyo voto
le sirviese de norte al expresado Sr. General para proceder a la
79
jura de ella. Todos los Sres. concurrentes, por sí y satisfechos, de
la opinión de los habitantes de la Capital, dijeron: Que la voluntad
general está decidida por la Independencia del Perú de la dominación Española y de cualquiera otra extrajera y que para que se
proceda a la sanción por medio del correspondiente juramento,
se conteste con copia certificada de esta acta al mismo Excmo. y
firmaron los Sres. El Conde de San Isidro- Bartolomé, Arzobispo
de Lima, Francisco Javier de Zárate- El Conde de la Vega de RenEl Conde de las Lagunas-Toribio Rodríguez-Javier de Luna Pizarro-José de la Riva Agüero-El marqués de Villa fuerte…”
San Martín, el 28 de Julio de 1821 reúne el Cabildo Abierto
en Lima, declarando junto con el pueblo la Independencia del
Perú de la dominación española y de cualquier otra dominación
extranjera. Don José de San Martín proclama y jura la Independencia del Perú en la Plaza Mayor de Lima con las siguientes
palabras:
EL PERU DESDE ESTE MOMENTO ES LIBRE E INDEPENDIENTE
80
POR LA VOLUNTAD GENERAL DE LOS PUEBLOS Y POR LA JUSTICIA DE SU CAUSA QUE DIOS DEFIENDE.
¡VIVA LA PATRIA!
¡VIVA LA LIBERTAD!
¡VIVA LA INDEPENDENCIA!”
Esta misma proclama es repetida en varias plazas de Lima, a
fin de que la población limeña pueda darse por enterada, así
una testigo de este acto trascendental dirá: “...El 28 del mes anterior se juró en esta capital la Independencia del Perú. No he
visto en América un concurso ni más lúcido ni más numeroso. Las
aclamaciones eran un eco continuado de todo el pueblo... Yo fui
uno de los que pasearon ese día el estandarte del Perú independiente... Jamás podría premio alguno ser más lisonjero para mí,
que ver enarbolado el estandarte de la libertad en el centro de
la ciudad más importante de esta parte de América, cumpliendo
el objeto de nuestros trabajos en la campaña (...). En esa misma
noche se dio refresco y baile en el cabildo. Ninguna tropa logró
contener la aglomeración de gente y no pudo lucir el ambiguo
que se preparó para los convidados (...). En la noche siguiente se
dio en el palacio del general un baile, al que asistieron todas las
señoras, esto requeriría una descripción particular para lo que no
tengo tiempo. La compostura con que se presentaron aquellas era
elegante(...).Yo bailé mi contradanza de etiqueta con una señora y
me separé con mis amigos a analizar los efectos de la política del
gobierno antiguo” (Carta de Tomás Guido - amigo de San Martín
- del 6 de agosto de 1821, a su esposa Pilar Spano).
La independencia del Perú y las Logias estuvieron muy ligadas
y sobre todo con las llamadas sociedades secretas conectadas
con las Logias Lautarinas y con las Junta de las Ciudades y Provincias de la América Meridional.
En el Perú las ciudades donde se desarrollaron estas Logias
fueron: Lima, Trujillo, Tacna, Lambayeque y Arequipa.
81
El R:.H:. Javier Agüero Vega de la Gran Logia Mixta de San Juan
– Oriente del Perú “Masonería Oficiosa y Masonería Histórica del
Perú” anota lo siguiente.
En la primera mitad del siglo XIX la masonería en el Perú fue
oficiosa y conspirativa. Hay una larga lista de actos que narrados
o ilustrados por HH:. De la época, asumen un marcado perfil masónico.
Se dice por ejemplo que Don José de San Martín perteneció a
la Logia Lautarina de ascendencia inglesa y es así como en su
vestimenta de militar se le remarca el color azul de los ribetes
de los mandiles masónicos en las polacas de su uso. Sólo algunas
ilustraciones lucen el color negro como color simbólico asociado
a los grados filosóficos del Real Arco (7º). Igual sucede con Simón
Bolívar quien perteneciendo al R:.E:.A: y A:. es mostrado con polacas rojas, propias del rito, o negras del filosófico (30º).
La particular privacidad de a puerta cerrada de la reunión en
Guayaquil entre San Martín y Bolívar es una manera discreta de
decir que fue a cubierto de toda indiscreción profana.
Fue por esta calidad de reunión masónica que primó en la decisión acordada por los asistentes el más alto grado masónico de
Bolívar sobre el de San Martín y no precisamente las razones ni los
argumentos presentados.
En la selección de relatos con matiz masónico, destaca el famoso abrazo de Maquinguayo, celebrado antes de la batalla de Ayacucho y donde los HH.°. Masones de ambos bandos se reconocen
entre sí para evitar herirse durante el combate. Los cronistas no
iniciados asumen que ese abrazo fue para que las familias se reunieran antes de la batalla en atención a que algunos miembros
eran realistas y otros independentistas. Sin dejar de ser posible
la propuesta de los historiadores profanos, lo que parece es el
hecho: “la batalla de Ayacucho, el combate decisivo para la inde82
pendencia o la continuación del virreinato, fue la que menos bajas
y heridos produjo”.
En ese mismo sentido, se afirma que la capitulación fue firmada la noche anterior en un trabajo logial conjunto donde se
acordó además que los HH.°. se reconocieran con los signos que
le son comunes. La versión de la firma previa de la capitulación
adquiere visos de autenticidad porque La Serna fue herido precisamente en la mano derecha quedando imposibilitado de firmar
en el campo de batalla.
Otro aspecto masónico importante se origina cuando en 1730
se reimprimieron en Londres las Constituciones de Anderson, y
se corrigió el asunto vinculado al concepto Dios y se recortó su
alcance declarándose que todo constructor como verdadero noaquita conviene en aceptar el concepto de Dios común a nos. Esta
propuesta particular andersoniana en la concepción de Dios fue
extendida por la masonería en todas sus empresas y es así que
cuando San Martín proclama la Independencia del Perú concluye
diciendo: … por la justicia de su causa que Dios defiende.
¿A qué concepto de Dios se refiere San Marín como masón?
La respuesta está dada en el himno nacional que el libertador
seleccionó, entre siete melodías, la noche del 18 de Septiembre
de 1821 aplaudiendo y exclamando: sin disputa, éste es el Himno Nacional del Perú. San Martín optó por la música del maestro
José Bernardo Alcedo y los versos del poeta iqueño José de la Torre Ugarte cuya sexta estrofa, entonada por primera vez en la voz
de la señora Rosa Merino la noche del 23 de septiembre de ese
mismo año en el Teatro de Lima, concluye diciendo en referencia
a Dios: “renovemos el gran juramento que rendimos al Dios de
Jacob”.
El gobierno de Simón Bolívar en el Perú (1824-1826) no fue
bien visto ni por las elites políticas recién conformadas, ni por
la antigua elite criolla, quienes vieron en el libertador a un dic83
tador y usurpador napoleónico que quiso establecer un gobierno absoluto basado sólo en su figura.
La inestabilidad de Bolívar en su condición de extranjero que
amenazaba los privilegios de la antigua elite criolla que conspiró
en favor de la independencia del Perú de la corona de España, lo
llevó a suscribir un Decreto de Gobierno en 1825 prohibiendo las
reuniones de los masones. Fue recién con el gobierno de Agustín Gamarra que la masonería peruana se recompone y se instala el Supremo Consejo Grado 33° para la República del Perú
el 2 de Noviembre de 1830. La inestabilidad de la incipiente república peruana no permitió el desarrollo progresivo de la masonería y abate columnas hasta después del primer gobierno
del Mariscal Ramón Castilla quien establece el orden en la República. Fue el 13 de Julio de 1852 cuando se constituye el Gran
Oriente Nacional siendo su primer Serenísimo Gran Maestro el
M:.R:.H:. Matías León. Desde esta fecha se puede considerar a
la masonería peruana como histórica, porque puede seguirse de
una manera testimonial todo su quehacer, con sus idas y venidas,
con sus cismas y renacimientos, con las vanidades, intrigas y más
conspiraciones de sus miembros.
Los escritores e intelectuales Argentinos cuando tratan sobre
la reunión de San Martín y Simón Bolívar en Guayaquil y sobre
lo que trataron en ella dicen:
-En la entrevista hubo algo público y algo secreto.
-Hubo acuerdo completo. San Martín no podía dominar a la anarquía ni terminar la guerra en Perú sin destruir al partido nacionalista, que era su partido, pero Bolívar sí podía hacerlo. El libertador argentino no iba a emplear mano de hierro contra sus propios
paisanos: 1). La permanencia de San Martín era incompatible con
ese objeto. 2). En su momento, Colombia auxilió a Perú. 3). Bolívar
eliminó al grupo que había ejercido el poder con San Martín. 4).
San Martín permanece en América hasta que se aseguró la he84
gemonía de Bolívar. 5). Las tratativas con los realistas fueron para
que retiren las tropas éstos y se reconozca la independencia. 6).
San Martín, en Europa, trabajó para que se reconozca la independencia por Inglaterra. 7). El distanciamiento fue aparente, para
facilitar el plan entre miembros de una misma logia.
Hacen conjeturas, y sostienen que el plan común fue impuesto
por la masonería.
José Carlos Mariátegui, anota en su más popular libro lo siguiente: Tuvo el Perú un clero liberal y patriota desde las primeras jornadas de la revolución. Y el liberalismo civil, en muy pocos
casos individuales se mostró intransigentemente jacobinos y, en
menos casos aún, netamente antirreligiosos. Procedían nuestros
liberales, en su mayor parte, de las logias masónicas, que tan activa función tuvieron en la preparación de la independencia, de
modo que profesaban casi todos el deísmo que hizo de la masonería, en los países latinos, algo así como un sucedáneo espiritual
y político de la reforma. (José Carlos Mariátegui, Siete Ensayos
85
de Interpretación de la Realidad Peruana, Pág. 155). Lo que no
dice es que José Carlos Mariátegui, era familiar directo de Francisco Javier Mariátegui y Tellería, destacado miembro del “Club
Carolino”, patriotas partidarios del separatismo con España, y
colaborador de las tareas de conspiración y propaganda desde
los días del virrey Abascal, que firmó el acta de la declaración
de Independencia aprobada por el pueblo de Lima en cabildo
abierto el 15 de julio de 1821, y uno de los fundadores de la
francmasonería en el Perú, cuyos escritos son anticlericales, sin
embargo, durante la emancipación (1820 - 1825) el joven Mariátegui y Tellería era miembro de la cofradía republicana que
lideraban clérigos y seminaristas (Rodriguez de Mendoza, Sánchez Carrión, Luna Pizarro, Mendez La Chica, entre otros, que no
fueron masones y que legislaron contra la masonería).
Durante el periodo de Independencia surgieron masones peruanos que participaron en la independencia de los pueblos
de América: Ignacio Álvarez Thomas, que fué Director Supremo
de las Provincias Unidas del Río de la Plata; Toribio de Luzuriaga,
Gobernador de la Provincia de Corrientes-Argentina; José Darragueira diputado en el Congreso de Tucumán-Argentina; Juan
Egaña en Chile quien llego a ser Ministro y Diputado; y el cura
Melchor de Talamantes miembro de la Junta de Gobierno de México durante 1808. (Ponencia II Convención Nacional de Grandes Logias Masónicas del Perú Octubre 2005, del R:.H:. Juan Velásquez Calderón)
En otro interesante trabajo del Mason Francisco José Del Solar:
Las Cortes De Cadiz Y La Masoneria, anota: El ilustre hermano
masón, jurista, político y poeta peruano José Gálvez Barrenechea
(Tarma 1885-Lima 1957) escribió: “La independencia fue labor de
masones y los fueron todos y casi todos los que conoces y veneras
por Padres de tu Patria, y entre ellos, como descubrirás, más tarde,
hasta sacerdotes hubo” (...) “La masonería sirvió maravillosamente a la labor de la libertad.”
86
Esta absoluta verdad siempre ha sido soslayada por los historiadores oficiales, oficialistas y, máxime, por los católicos dogmáticos que dueños de sus propios temores no han querido tratar
científicamente este tema, al margen de que favorezca o no a la
masonería. (José GÁLVEZ BARRENECHEA, “Estos terribles masones”).
Los masones limeños así como los masones de las provincias
participaron activamente en la independencia del Perú:
También integraron la masonería los patriotas tacneños Francisco de Zela y Enrique Pallardelli; el poeta y mártir Mariano Melgar;
Manuel Pérez de Tudela –redactor del Acta de la Independencia–;
el ideólogo de la libertad americana Manuel Lorenzo de Vidaurre;
el mártir cusqueño José Joaquín Ladrón; José Toribio de Luzuriaga
y José de Rivadeneira, gestores de la independencia de Argentina, Chile y el Perú; José Vásquez de Acuña, primer abanderado de la naciente República peruana; y José Baquíjano y Carrillo.
Asimismo, Francisco Javier de Luna Pizarro, presidente del Primer
Congreso Constituyente del Perú; José de la Riva Agüero, líder de
la emancipación americana; Francisco Javier Mariátegui, Antonio
José de Sucre,Vicente Morales Duárez y Gregorio Escobedo, entre
otros.
Algunos miembros de la orden participarían en la confección
de los símbolos patrios. José Gregorio Paredes, diseñador del Escudo Nacional; José de San Martín, José de Torre Tagle, Bernardo
Monteagudo, Francisco Javier Mariátegui, Tomás Guido, Hipólito
Unanue, Simón Bolívar y Andrés de Santa Cruz participaron en su
oportunidad en los decretos referidos a la Bandera. El Himno Nacional fue cantado por primera vez por Rosa Merino, madre del
que fue primer gran maestro de masones, Antonio Arenas Merino.
Por otra parte los siguientes francmasones se alzaron en el Perú:
•
1805. Cusco: Gabriel Aguilar y Manuel Ubalde.
87
•
•
•
•
•
1811. Tacna: Francisco Antonio de Zela.
1812. Huánuco, Panatahuas y Huamalíes: Juan José Crespo y
Castillo, Domingo Berrospi y Juan Antonio Navarro.
1813. Tacna: Enrique Paillardelle y Pedro Calderón de la Barca.
1814. Cusco, Arequipa: José, Vicente y Mariano Angulo, Mariano Melgar y Matías Pumacahua.
1818. Callao: José Gómez, Nicolás Alcázar y Casimiro Espejo.
1819. Lima: José de la Riva Agüero, Mateo y Remigio Silva.
Entre 1821 y 1825, los masones “1. Informaron a San Martín
todo lo relacionado con su avance de Paracas-Pisco. Luego le dieron personal y logística en su avance por los valles de Ica, Chincha y Cañete”; 2. Facilitaron, a través del francmasón José Faustino
Sánchez Carrión, la llegada y las posteriores victorias de Bolívar”
(Información masónica del Perú editada por la R.°.L.°.S.°. Fénix
No. 137-1 Jurisdicción de la Gran Logia Constitucional del Perú.
“Protagonistas de la Independencia Peruana Pertenecieron a
Logias Francmasónicas”, julio 28, 2007, Mensajes al Curador).
Sin embargo, otros estudiosos dicen: “Si bien es cierto, la masonería existió en el Perú antes de 1820, no se le puede atribuir un
rol que no le cupo, aunque los historiadores masónicos hablen de
ello sin aportar datos. En ese sentido, nos parece esencial, desvirtuar las afirmaciones que se han venido y vienen aun difundiendo.
Podemos concluir entonces que esta sociedad secreta –Se refiere a las Logias Lautaro del Perú, Argentina y Chile-, acaso la más
célebre pero quizá no la única que se constituyó, fue la expresión
política de sectores de la sociedad criolla, que viéndose desplazados de los puestos de mando, vieron en las logias la oportunidad de asociarse para apoderarse del poder político, procurando
retenerlo todo el tiempo que les fue posible. Empeño vano, pues
Lautaro, sociedad que se proyectó a Argentina, Chile y el Perú, se
disolvió prontamente por la disparidad de intereses y opiniones
que representaba, ante el beneplácito de la aristocracia que vio
en Lautaro a un grupo que despreciaba sus ideales y la alejaba
88
del poder político. (Frías 1950: 276)” (Jorge Luis Castro Olivas,
Sociedades Secretas y Masonería en el Proceso de Emancipación Peruano, La Logia Lautaro en el Perú, Pág. 142).
Emilio Ocampo dice: “En conclusión, la tan mentada influencia
de la masonería inglesa sobre los próceres de la independencia
de Sudamérica ha sido completamente exagerada. Esto no quiere
decir que Inglaterra no haya ejercido ninguna influencia. La ejerció y fue poderosísima. Pero los intereses de la corona británica
en Sudamérica fueron dirigidos directamente por Lord Castlereagh, Secretario de Relaciones Exteriores, y no por la Gran Logia de
Londres, que era presidida por el Duque de Sussex, la “oveja negra” de la familia real inglesa. La masonería en la Inglaterra tory
nunca tuvo la importancia que tuvo en Francia bajo la revolución
y el imperio napoleónico. Sin duda hubo masones ingleses, tal el
caso de Sussex o el general Sir Robert Wilson, que apoyaron la independencia americana, pero lo hicieron desde la oposición y sus
esfuerzos fueron neutralizados por el gobierno. Al elegir a Inglaterra como la aliada natural de la causa independentista, Bolívar y
San Martín no obedecían órdenes de la logia de Londres sino sus
propias convicciones. En cuanto a su apoyo al sistema monárquico, éste quizás fue producto de cierto pragmatismo. Más de uno
pensaba entonces que la independencia de la América española
era “una quimera” bajo cualquier otra forma de gobierno. Recordemos que días antes de la declaración de la independencia, el
propio Manuel Belgrano declaró en una sesión secreta del Congreso de Tucumán, “que había acaecido una mutación completa
de ideas en la Europa en lo respectivo a la forma de Gobierno.
Que como el espíritu general de las naciones en años anteriores
era republicano todo, en el día se trataba de monarquizarlo todo.
“Sea cual haya sido la verdadera causa de su monarquismo, como
observó un distinguido historiador, Bolívar y San Martín “quedaron burlados en sus planes y los dos llevaron a la tumba, como
justo castigo de su error, el pesar de un triste desengaño.”
Si hubo influencia de la masonería en la independencia de Amé89
rica, ésta provino de la masonería francesa, primero revolucionaria y luego bonapartista, que se extendió no sólo en España sino
también por todo el continente americano. Su ideología estaba
inspirada por la Revolución Francesa y su influencia disminuyó,
pero no cesó, luego de Waterloo. Recordemos que José Bonaparte
vivió en Estados Unidos cerca de quince años, y contrariamente a
lo afirmado por algunos de sus biógrafos, no se dedicó solamente a diseñar los jardines de su palacete en Trenton, Nueva Jersey,
como lo prueban sus frecuentes contactos con José Miguel Carrera durante 1816. Su influencia y la de su hermano más famoso
sobre los eventos políticos que sacudieron a Europa y América a
partir de 1815 es poco conocida, aún entre los historiadores.
El debate, a veces tan agitado, respecto a si tal o cual prócer fue
masón, ha contribuido a soslayar una discusión mucho más interesante sobre las verdaderas causas del cisma que se produjo entre
las dos facciones que propugnaban la independencia de las colonias españolas. Además de un choque de personalidades, este
cisma fue causado principalmente por dos factores externos: en
primer lugar, la lucha ideológica que se desató en Europa entre
el “legitimismo” y los principios de la Revolución Francesa, y en
segundo lugar, y no menos importante, las intrigas del gabinete
inglés para mantener su supremacía marítima y comercial en ambos lados del Atlántico. El establecimiento de varias monarquías
constitucionales en la América española era la solución preferida
por Castlereagh si Fernando VII rechazaba la mediación inglesa y
no conseguía someter a sus súbditos americanos. El ascenso del
partido liberal francés al poder en 1819 y la revolución liberal en
España al año siguiente complicaron sus planes. Quizás la historia hubiera sido distinta si Castlereagh no se hubiera suicidado a
mediados de 1822. Su muerte produjo el advenimiento de una política exterior inglesa más liberal bajo George Canning. En parte
gracias a Canning, eventualmente la solución republicana triunfó
en todo el continente. La excepción fue Brasil, donde los liberales
que apoyaron la independencia bajo una monarquía constitucional al poco tiempo se llevaron la desagradable sorpresa de que
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Pedro I era tan despótico como sus parientes europeos” (Emilio
Ocampo, Inglaterra, la Masonería y la Independencia de América, Pág. 23 al 25).
Quiza nada grafica mejor lo que ocurrio por entonces en el
Perú, como los hechos de José Bernado de Tagle y Portocarrero
nobiliariamente IV Marques de Torre Tagle, de quién Basadre
dira: “En el ánimo de Torre Tagle pesaba la “desilusión de la aristocracia frente a una guerra que representaba exacciones sin fin”.
Bien indicó Alberto Flores Galindo que esta guerra de independencia representó la “aniquilación de la aristocracia colonial” a
la que Torre Tagle pertenecía (2010, p. 188). Agotado moral y físicamente, víctima del escorbuto, Tagle murió la madrugada del 23
de setiembre de 1825 (Morales, 2008, p. 171) conservando los uniformes de gran mariscal de la Patria, y la banda de la Orden del
Sol pero también los uniformes de brigadier de los Reales Ejércitos, y señalando como “contraseña para su testamento” el nombre
de Santa Rosa, conocida advocación del Ejército patriota, en una
aparente contradicción solo explicada por lo que le tocó vivir”
(Jorge Luís Castro, El Marqués Bernardo de Torre Tagle: ¿Patriota o traidor?, pág, 264). Como recordamos se dice de el que fue
un traidor a la patria, mientras otros dicen que no. “Proclamó
la independencia de la intendencia de trujillo y luego promovió
las de Piura, Cajamarca y Moyobamba”, ejerció el gobierno de
la República en cuatro peródos y fue el segundo Presidente del
Perú. Lamentablemente negocio con los españoles a espaldas
de Bolivar, quién mando apresarlo y el busco amparo del Gral.
Juan Antonio Monet, que se fortifico en la fortaleza del Real Felipe en el Callao, donde murió al igual que su esposa y uno de
sus hijos
Como se podrá percibir la historia se puede haber redactado
de diferentes formas, pero la realidad es única. Es innegable la
participación de los masones y la importancia de ella ha quedado perennizada en sus diferentes actos que la historia no ha
podido soslayar, aunque aún le cuesta reconocer.
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El reconocimiento oficial más significativo a la masonería peruana en la lucha por la independencia lo dio el Presidente
Constitucional de la República Alan García Pérez, mediante el
Decreto Supremo N° 064-2011-PCM del 25 de julio del año 2011,
que Declaran el 27 de julio de cada año como “Día de la Masonería en el Perú”, documento histórico cuyo considerando dice:
Que, la historia de la masonería peruana está llena de notables
episodios de lucha, sacrificio y entrega de aquellos que juraron
defender los principios y valores universales de la libertad, igualdad y fraternidad, los cuales han iluminado el camino de muchos
hombres y mujeres que a lo largo de la historia del Perú, han preferido entregar sus vidas con el fin de construir una sociedad más
fraterna y solidaria;
Que, masones peruanos tales como Pablo de Olavide, reconocido como el ilustrado más grande de su época, junto con José
de Baquijano y Carrillo, pertenecieron a la Logia Gran Reunión
Americana, con sede en Londres, que es considerada la Logia Madre de todas las Logias Lautarinas, y de donde surgiera la gesta
libertaria que culminó con nuestra independencia del reino de
España, siendo una muestra de la influencia que la masonería peruana tuvo en la gesta libertaria americana;
Que, en la etapa republicana los Masones han estado fuertemente involucrados en el desarrollo del país, preocupados por la
educación de la juventud; prueba de ello es el Colegio «Concordia Universal» que fuera fundado en el Callao;
Que, nuestro país ha tenido veinte gobernantes peruanos que
han sido masones, entre los que debemos destacar a Felipe Santiago Salaverry del Solar (el Presidente más joven en el Perú),
José Rufino Echenique Benavente (en cuyo gobierno se promulgó
el primer Código Civil peruano), Antonio Arenas Merino (Gran
Maestro de Masones), Andrés Avelino Cáceres Dorregaray (el héroe de la Breña, durante la resistencia contra el invasor chileno),
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entre otros;
Que, a lo largo de nuestra historia, la participación de los masones también ha sido destacada tanto en el ámbito político, así
como en las artes y en las letras;
Que, en tal sentido, resulta conveniente resaltar tal contribución
a nuestro país declarando el día 27 de julio de cada año como el
«Día de la Masonería en el Perú»;
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