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ISBN: 958 33 5829 0
Fecha de publicación: febrero 10 de 2004
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es una Tienda en Línea al servicio de la comunidad psicológica iberoamericana,
en donde se ofrecen publicaciones de alta calidad en formato digital.
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se ocupa de la divulgación científico académica de textos de interés profesional en
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Cubierta: Taller Creativo PsicologiaCientifica.com
Impresión Digital: PsicologiaCientifica.com
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María José Fuentes Pallas y María del Carmen Lorenzo Pontevedra
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Héctor Fernandéz Álvarez
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Elisardo Becoña Iglesias. Fernando L. Vázquez González
Luis A. Oblitas Guadalupe
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Jorge Sánchez Escárcega
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Elisardo Becoña Iglesias
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Luis Armando Oblitas Guadalupe
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Francisco J. Labrador y Cristina Larroy
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Juan Lafarga Corona
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Arturo Heman Contreras
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Ernesto Rage Atala
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María Cristina Riveros Reyna
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Xavier Serrano Hortelano
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Alfonso Martínez Taboas
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Manuel Francisco Massó Cantarero
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Roberto Llanos Zuloaga
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Ana C. Rivas Veray; José R. Rodríguez y Orlando Pedrosa
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José Gutiérrez Maldonado
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Mónica Teresa González Ramírez
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Nancy Bejarano Sarmiento
Juliana Echeverry González
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¿Cómo hacer psicoterapia exitosa?
Los 22 enfoques más importantes en la práctica psicoterapéutica
contemporánea y de vanguardia
Luis A. Oblitas Guadalupe Ph.D.
Autor y Compilador
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Realizó estudios de licenciatura
(1976),
maestría
(1981)
y
doctorado (1988) en psicología, en
la Universidad Nacional Mayor de
San Marcos (Perú), Universidad de
Santo Tomás de Aquino (Colombia),
y Universidad Nacional Autónoma
de México, respectivamente.
30 años de experiencia universitaria
en
forma
ininterrumpida
en
universidades de Perú, Colombia,
México, El Salvador y España,
realizando actividad docente en el
área de Investigación Psicológica
(Metodología
de
la
Ciencia,
Metodología de la Investigación, Diseños de Investigación, Seminarios de Tesis y
Seminarios de Titulación, a nivel de pregrado y posgrado.
Ha ocupado diferentes cargos en universidades de México y en el extranjero
(coordinador de licenciatura en psicología, jefe del departamento de psicología,
director de investigación, director de extensión universitaria y director de promoción
y difusión universitaria).
15 años de editor y fundador de cinco revistas de psicología con proyección nacional
e internacional, en universidades mexicanas (Universidad Intercontinental y
Universidad Iberoamericana) y casas editoriales reconocidas (Manual Moderno y
Thomson Learning Iberoamérica). Editor de 14 números monográficos en diferentes
temás de la psicología contemporánea (Tabaquismo, psicología instruccional, género
y pareja, adicciones, trastornos de la alimentación, psicología de la salud, etc.), y de
cuatro libros (Psicología política, Psicología de la salud, Técnicas psicoterapéuticas y
Psicología de la salud y calidad de vida).
10 años de haber dirigido diplomados universitarios en las áreas de las Ciencias
Sociales y Ciencias de la Salud; y haber organizado congresos y simposios nacionales
e internacionales en psicología, así como haber participado como coordinador de
simposios y realizar conferencias sobre temas de psicología y salud en los congresos
de psicología de Costa Rica, Puerto Rico, Chile, Brasil, Perú, Colombia y Cuba y
México.
Amplia experiencia en la promoción y difusión universitaria, campaña de medios,
estrategias de comunicación y telemarketing, convenios interinstitucionales con
universidades de México y del extranjero y alianzas estratégicas con diferentes
dependencias académicas.
Visitas académicas a la República Popular China con apoyo del CONACYT y del
Consejo Provincial de Ciencia y Tecnología de Beijing, y a universidades españolas
(Universidad Santiago de Compstela y Universidad de Salamanca), con el auspicio de
la Agencia Española de Coperación Internacional.
Becas académicas para realizar estudios de posgrado en psicología ofrecidos por la
Universidad Santo Tomás (Maestría, Colombia) y estudios de doctorado (Secretaría
de Relaciones Exteriores. México).
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Profesor de "Psicología preventiva" y "Metodología cualitativa" en la Escuela de
Psicología de la Universidad Latinoamericana, Campus Florida (2003 2004)
Responsable del seminario de "Metología de la Investigación" en la Maestría en
Terapia Cognitivo Conductual (Instituto Mexicano de Terapia Cognitivo Conductual) y
de la Maestría en Psicoterapia Gestalt (Instituto Mexicano de Psicoterapia), ambos
programas con reconocimiento de la SEP, desde el 2003 hasta la actualidad. Asesor
de tesis.
Catedrático del seminario "Problemas psicosociales I y II" y "Metodología de la
investigación cualitativa" en la Maestría en Psicología en la Universidad del Valle de
México, Campus Tlalpan y Campus Lomas Verdes (2003 2004).
Editor y fundador de la Revista Internacional Thomson Psicología, publicación
periódica de la editorial Thomson Learning Iberoamérica (México).
Actuamente imparte los seminarios profesionales "Psicología de la salud y
enfermedades crónicas terminales" (2004) y el seminario de "Psicología de la salud"
(2003), cada uno de 40 horas, en la UNAM Iztacala, el cual està dirigido a psicólogos
de carrera de dicha institución,
Durante el 2003 impartió conferencias, seminarios y talleres sobre Psicología de la
Salud en en la Ibero Puebla, Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, UVM
Aguascalientes, Universidad de Tijuana, Centro Hidalguense de Estudios Superiores,
Centro de Estudios Superiores de Tamaulipas y UNAM Iztacala.
Asesor de tesis de licenciatura y posgrado, en México y en el extranjero.
Consultor de programas de posgrado en Psicología de la salud en universidades
mexicanas y del extranjero.
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Servicio Electrónico de Información Psicológica PSERINFO (Colombia)
Revista Intercontinental de Psicología y Educación (UIC)
Revista IDEA (Universidad Nacional de San Luis, Argentina)
Psicología Conductual (Universidad de Granada, España)
Revista de Psicología (Pontificia Universidad Católica del Perú)
Psicología Iberoamericana (UIA)
Terapia Psicológica (Chile)
Revista Internacional de Psicología Clínica y de la Salud (España).
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:
La presente obra, ¿Cómo Hacer Psicoterapia Exitosa?, contiene un total de 22
trabajos originales preparados especialmente para este libro, a lo largo de los cuales
se presentan los principales modelos psicoterapéuticos, tanto clásicos, como
contemporáneos y de vanguardia, todos ellos vigentes y con gran aceptación por
parte de la comunidad psicológica de Hispanoamérica.
El texto ha sido organizado en cinco partes, teniendo en cuenta los antecedentes
históricos, el estado actual, las aplicaciones y perspectivas de las cuatro principales
fuerzas psicoterapéuticas contemporáneas: psicoanálisis, conductismo, humanismo y
transpersonal. Además, se describen otros enfoques psicoterapéuticos de amplia
aceptación en la actualidad: El enfoque humanista centrado en la persona, terapia
racional emotiva, logoterapia, psicoterapia breve, psicoterapia gestalt, análisis
transaccional, psicoterapia breve sistémica, terapia psicocorporal y la psicoterapia
integracionista.
Previamente, se inicia con tres capítulos básicos acerca del proceso psicoterapéutico,
el estilo personal del psicoterapeuta y la metodología de la investigación en
psicoterapia; se continúa con la descripción de las técnicas psicoterapéuticas, y
finaliza con cuatro tópicos especiales: la psicoterapia de grupo y las terapias de
familia, Terapéutica de las Adicciones, La Espiritualidad como Técnica
Psicoterapeútica y la Intervención Psicológica en Ansiedad y Estrés.
Los autores que provienen de México, son destacados psicólogos considerados como
líderes en los que enfoques que representan, tanto en el nivel personal como
institucional, y proceden de las siguientes instituciones académicas: Instituto
Mexicano de la Pareja, Asociación Mexicana de Psicoterapia Psicoanalítica, Instituto
Mexicano de Terapia Cognitivo Conductual, Escuela Mexicana de Análisis Existencial
y Logoterapia, Instituto Mexicano de Psicoterapia Gestalt, Centro de Psicoterapia
Breve de México así como autores nacionales que pertenecen a universidades de
prestigio: Universidad Nacional Autónoma de México, Universidad Iberoamericana y
Universidad Intercontinental.
Los colaboradores del
académicos, tales como
Complutense de Madrid
Centro de Desarrollo
Posgraduados (Puerto
Barcelona (España).
extranjero también provienen de reconocidos centros
la Universidad de Santiago de Compostela y la Universidad
(España); Escuela Española de Terapia Reichiana; AIGLE,
Humano (Argentina); Centro Caribeño de Estudios
Rico), Universidad Femenina (Perú) y Universidad de
Teniendo en cuenta que en América Latina no se cuenta con un libro de texto que
reúna en un solo volumen, no solo los enfoques psicoterapéuticos contemporáneos,
sino también la mayoría de los sistemas psicoterapéuticos de vanguardia y de
actualidad, creemos que la presente obra constituirá un aporte significativo a la
práctica psicológica, siendo un libro de utilidad para estudiantes y profesionales.
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Profesor Titular, Facultad de Psicología
Universidad de Santiago de Compostela, España
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María José Fuentes Pallas
María del Carmen Lorenzo Pontevedra
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En los últimos años, el estudio del proceso terapéutico ha tenido una gran relevancia
(Lambert y Hill, 1994; Marmar, 1990; Orlinsky, Grawe y Parks, 1994), con el
objetivo de conocer cómo mejoran nuestros clientes con los tratamientos
psicológicos.
El proceso terapéutico comienza cuando una persona se presenta delante del
terapeuta en busca de ayuda por un problema concreto que le ocasiona un trastorno
o malestar. A partir de este primer contacto con el cliente comienza la relación
terapéutica y la terapia sí procede.
En esta primera entrevista, el terapeuta deberá tener la suficiente habilidad para: a)
obtener la mayor cantidad de información relevante para evaluar, diagnosticar y
utilizar; b) en el más breve tiempo y, c) crear y mantener una buena relación de
trabajo con el paciente (Morrison, 1995). De estos tres componentes, obtener los
datos básicos y el rapport son cruciales.
Una vez acabada la primera entrevista, de una duración aproximada de una hora ,
deberíamos haber obtenido: a) información básica del cliente, y (b) establecido las
bases para una buena relación de trabajo.
Dentro del proceso terapéutico, la primera fase se dedicará a la evaluación que
comienza en la primera entrevista y se continua luego durante gran parte del mismo.
La información reunida ha de ser comprensiva al mismo tiempo que se ha de extraer
desde perspectivas diferentes como son: conductual, social, médica, etc. Es decir, la
información incluiría datos biográficos, familiares, de salud mental y física, así como
en el nivel conductual y de pensamiento.
Tanto en esta primera entrevista como a lo largo del tratamiento, entran en juego,
no solo el lugar y las dos personas que interactuan cliente y terapeuta, sino,
además, las variables del terapeuta y las variables del cliente.
Frank ( / # Frank y Frank, 1991) comparó varias psicoterapias, llegando a la
conclusión de que casi todos los enfoques ponen de manifiesto la importancia que
tiene la relación terapeuta cliente con vistas al cambio de éste. Cuanto mejor sea la
relación: a) más abierto estará el cliente, b) se mostrará más inclinado a explorar
sus sentimientos con el terapeuta, y c) prestará atención y actuará según la opinión
manifestada por el terapeuta. En resumen, el cliente será más susceptible al cambio.
Hemos de tener en cuenta que aunque es necesario que se de una relación positiva
entre terapeuta y cliente, entendiendo por tal que se establezcan sentimientos
mutuos de respeto y confianza, esto no es suficiente para el cambio del cliente. Con
una buena relación se establece una base o punto de partida para que las diversas
técnicas a aplicar surtan efecto, pero es necesario además que el cliente cumpla las
tareas encomendadas para el éxito de la terapia.
Aunque durante la primera entrevista se debería reunir la mayor cantidad de
información, es frecuente que para la evaluación se necesiten varias sesiones. Esto
es consecuencia principalmente de las variables del cliente y del tipo de problema
que tiene que contar. Es decir, si nos encontramos ante un cliente muy hablador,
impreciso, hostil, receloso o difícil de comprender, es necesario recurrir a aumentar
el número de sesiones o hacerlas más largas, aunque esto no siempre es posible
debido a que muchos clientes no soportan sesiones muy largas.
Si es necesario para la terapia de un determinado cliente entrevistar a otros
informantes (padres, hermanos, etc,), naturalmente se requerirán sesiones
adicionales. Algunos autores (ej., Morrison, 1995), proponen subdividir el tiempo de
entrevista en porcentajes para las distintas porciones de información.
Aunque la información relevante se debe obtener en las entrevistas iniciales, es
normal a lo largo del proceso ir añadiendo nuevos hechos y observaciones a los
datos originales. Aunque este hecho no afectará substancialmente ni al diagnóstico ni
al tratamiento, hay ocasiones en que sí puede afectar, al obtener información nueva
y relevante, como puede ser un cambio en las circunstancias que rodean al sujeto o
a la causa de su problema.
Durante todo el proceso terapéutico, el terapeuta ha de tener la habilidad necesaria
para que el cliente esté motivado, reconozca sus pequeños o grandes avances,
ponga en práctica las diversas técnicas que se le hayan podido enseñar o las
distintas habilidades que haya adquirido y no abandone la terapia antes de tener
totalmente solucionado el problema que motivó la consulta.
+ ? *
*
El proceso terapéutico hace referencia al conjunto de fases sucesivas implicadas en
el tratamiento psicológico, que abarcan desde la primera consulta por parte del
cliente hasta la finalización del tratamiento. Desde nuestro punto de vista de
terapeutas de conducta, establecemos las siguientes fases por las que pasa el
proceso terapéutico:
La primera hace referencia al
!
, donde se
ha de intentar establecer una buena relación con el cliente, puesto que de ella
dependerá en parte la aceptación y confianza entre ambos. Se ha de establecer un
buen
psicológico.
Al mismo tiempo que se entabla la relación terapéutica, se inicia lo que sería la
siguiente fase del proceso,
!
que consiste en la recogida de
datos lo más exhaustiva posible, haciendo referencia a las distintas áreas de la vida
del cliente, como las relaciones familiares, relaciones sociales, aspectos laborales y
ocupacionales, relaciones de pareja y sexualidad, aspectos fisiológicos (tipos de
enfermedades), etc., y centrándose especialmente en el motivo de consulta. Hacer
una buena entrevista es necesario para establecer los objetivos o la(s) área(s) de
intervención (Llavona, 1993).
Con los datos recogidos en la(s) entrevista(s) se hace un
+
que
consiste en la búsqueda de relaciones funcionales entre los distintos componentes de
la conducta del cliente. Es decir, establecemos que las conductas o respuestas "R"
guardan una relación funcional con los estímulos antecedentes "E" que componen el
entorno del cliente en un momento dado y con las consecuencias de la propia
respuesta "C" (Muñoz, 1993).
Una vez hecho el análisis conductual, se establecen unas ( !
, es
decir, se enmarcan los resultados del análisis conductual en un esquema teórico, se
formula una explicación de su problema, se plantea cuál ha podido ser el origen del
problema y lo que hace que el problema se mantenga.
Una vez que tenemos la información recogida, el análisis conductual y las hipótesis
explicativas,
0 1 +
0 1
! o, dicho de otro modo, las
conductas a modificar. En la mayoría de los casos suele suceder que no hay
solamente un área de intervención, sino más de una y en este caso hemos de
establecer prioridades.
Una vez seleccionada la(s) conducta(s) objeto de cambio, se establece un plan de
intervención, se pasa a
+
. Esta selección a
veces está mediada por el cliente, es decir, el terapeuta ha de explicarle al cliente
previamente en qué consisten las técnicas que se le van a aplicar, puesto que ha de
estar dispuesto a ponerlas en práctica y por lo tanto es necesario, que él esté de
acuerdo. Además es necesario tener en cuenta o analizar la situación del cliente,
entorno, recursos, etc., que puedan ayudar al proceso de cambio.
Una vez que hemos seleccionado las técnicas, ponemos en marcha el tratamiento, es
decir, empezamos a
. Es necesario evaluarlas continuamente para
asegurarnos que el cliente las entiende y las trabaja adecuadamente.
Es evidente que si un cliente no responde al tratamiento propuesto, se ha de pasar a
a aplicar, pasando previamente por un análisis del
por qué no responde al tratamiento ya que puede ser debido a que no se le han
explicado debidamente las técnicas o a que no es capaz de llevarlas a cabo por ser
complicadas para él.
Una vez aplicadas las distintas técnicas, y ya recuperado el cliente, solucionado el
trastorno, o simplemente conseguido el objetivo terapéutico, se
y se establece un
del cliente para asegurarnos de que los
resultados obtenidos al final del tratamiento se mantienen con el paso del tiempo, se
consolidan. Esta última fase, que casi todos los autores incluyen en el proceso
terapéutico, en el caso de la práctica clínica privada, no siempre se puede llevar a
cabo. Una vez terminado el tratamiento resulta difícil que acudan a sesiones de
seguimiento.
Respecto al número de fases en que se divide el proceso terapéutico, éstas varían
según los autores. Así Cautela y Upper (1975) dividen el proceso terapéutico
individual en seis fases fundamentales: a) comienzo de la relación; b) análisis
conductual y diagnóstico; c) elección terapéutica; d) evaluación de la eficacia del
tratamiento; e) modificación de la estrategia terapéutica; y, f) decisión de terminar
la terapia.
Kanfer y Grimm (1980), y posteriormente Kanfer y Schefft (1988), sugieren siete
fases, siguiendo el modelo de autorregulación y señalan en cada una de ellas sus
principales objetivos: a) estructuración de roles y creación de la alianza terapéutica;
b) desarrollo de compromiso para el cambio para el paciente; c) análisis conductual;
d) negociación del tratamiento; e) ejecución del tratamiento y mantenimiento de la
motivación; f) monitorización y evaluación de los progresos y resultados del
tratamiento; y, g) mantenimiento, generalización de los resultados y terminación del
tratamiento.
En esencia todos pasan por las mismas fases, la diferencia estriba en el énfasis que
ponen en unas partes más que en otras y por tanto lo que un autor puede considerar
primera fase como comienzo de la relación, otro autor la subdivide en dos fases. Por
ejemplo, en la práctica clínica no se siguen estrictamente todas las fases o el mismo
orden.
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Existe en el cliente una serie de variables y cualidades que hemos de tener en cuenta
en el proceso terapéutico, pues pueden afectar de algún modo a éste aunque no al
resultado final. Entre las variables del cliente hemos de tener en cuenta, por
ejemplo, la edad. Esto de algún modo nos marca para desarrollar el proceso
terapéutico, ya que si trabajamos con un niño, a diferencia de con un adulto, éstos
suelen resistir menos tiempo de sesión, hemos de hacer más descansos, intervalos
de juego, etc. Las fases de evaluación en algunos casos pueden resultarnos más
complicadas, encontrándonos con más problemas para analizar determinados tipos
de conductas. Esto sucede sobre todo en personas mayores, donde se necesita más
tiempo ya que sus historias son más largas.
Otra variable que puede influir en el proceso terapéutico es el sexo de cliente, esta
variable afecta especialmente en determinados tipos de problemas, por ejemplo, en
trastornos sexuales. Al cliente le puede resultar más difícil contarle algo muy íntimo
a un terapeuta de distinto sexo. En este caso el terapeuta ha de ser más habilidoso o
más ingenioso.
El nivel intelectual, es una variable del cliente que también puede influir en el
proceso terapéutico al tener que adaptarnos a la capacidad del cliente. Por ejemplo a
la hora de mandarle hacer autorregistros, podemos encontrarnos con un cliente de
avanzada edad que casi no sepa escribir, de modo que hemos de buscar una
alternativa al modelo de autorregistro que utilicemos habitualmente.
El estado civil del cliente puede en algún caso dificultar el proceso terapéutico,
pongamos por caso el de una cliente que acude al terapeuta por un problema sexual
pero no tiene una pareja estable.
El grado de sinceridad que presenta el cliente, es quizás la cualidad más relevante a
tener en cuenta en el proceso terapéutico. Es una cualidad muy apreciable en los
clientes y que les pedimos que lo sean desde el principio del proceso. Así como
también el hecho de adoptar un rol activo en el proceso terapéutico, ha de implicarse
en el tratamiento.
Este último aspecto es muy importante, pues muchos de los clientes que acuden a
consulta, aunque lo hagan por iniciativa propia, no saben en qué consiste la terapia,
qué tratamiento se les va a aplicar y cómo tienen que llevarlo a cabo, cuando no
están acostumbrados al tratamiento psicológico. Así, por ejemplo, a algunos clientes
les llama la atención tener que adoptar una actitud activa en el tratamiento.
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El terapeuta ha de tener prioritariamente una buena formación y un interés por las
personas y su bienestar.
La variable edad en un terapeuta no ha de afectar al resultado del proceso
terapéutico aunque sí puede afectar a la hora de establecer una relación de confianza
cliente terapeuta. Si el cliente percibe al terapeuta como muy joven puede no confiar
en su experiencia y no considerarlo adecuado para solucionar su problema. La
variable estado civil, tener hijos, etc., puede ayudar a que el cliente confíe más en lo
que el terapeuta le diga al considerarlo con una determinada experiencia de vida.
Hay además una serie de características que debería tener todo buen terapeuta de
las que numerosos autores han hablado. Éstas serían: aceptación que muestra el
terapeuta por el cliente; buena empatía; honestidad; credibilidad (fiabilidad respecto
de la información suministrada, experiencia y buena formación como terapeuta,
motivos e intenciones del terapeuta y dinamismo); flexibilidad; y buen conocimiento
de sí mismo.
%
! . Esta característica hace referencia al respeto, a la preocupación y al
interés que el terapeuta muestra por el cliente, siendo importante que el cliente
perciba esto. Es más interesante como dicen Beck, Rush, Shaw y Emery (1983) la
percepción de la aceptación, que el grado real de aceptación que muestre el
terapeuta.
De todos modos, como en casi todas las cosas, los extremos no son buenos y poco
deseables, que van desde una relación demasiado cordial, como muy fría y distante.
Ambas situaciones pueden ser mal interpretadas por el paciente.
El terapeuta, al prestarle atención al cliente, está trasmitiéndole su aceptación.
Además, ésta es expresada a través de sus gestos, su tono de voz, sus expresiones
verbales, etc. Sin embargo, la manifestación de la aceptación por parte del terapeuta
varía a lo largo del proceso terapéutico, siendo ésta más importante al principio de la
terapia, que a lo largo de ella. No queriendo con ello decir que no se le preste
atención a lo largo de todo el proceso.
%
) . Esta es una de las características que más tiene en cuenta la mayoría de
los autores que hablan de la relación terapeuta cliente (ej., Beck
., 1983). La
empatía hace referencia a la capacidad para comprender los sentimientos del otro.
Así por ejemplo, si un paciente dice "no se si seré merecedor de esta persona" una
respuesta empática sería "no te crees lo suficientemente bueno para ella". Si la
respuesta fuese "quizás no sea ella la persona que te conviene", el terapeuta estaría
dando una respuesta desde su punto de vista.
La empatía o comprensión empática, ayuda a establecer una buena relación
terapeuta cliente, a obtener más información mostrando que el terapeuta comprende
al paciente.
La comprensión empática hay que manejarla con cautela y variará a lo largo del
proceso terapéutico. No se puede establecer la misma relación empática con todos
los tipos de pacientes.
%
. Esta característica hace referencia a que el terapeuta ha de ser
honesto y legal con el cliente, expresando de manera abierta y clara sus opiniones
(Ruiz y Villalobos, 1994). De todos modos esta honestidad hay que manejarla con
cuidado, porque ser claro no significa decir todo lo que se piensa u opina sobre el
paciente. En algún caso llegar a asegurarle al cliente que se recuperará, puede hacer
que perciba al terapeuta como poco sincero o absurdo. En cambio, demostrar al
paciente que sus síntomas pueden eliminarse corrigiendo sus ideas poco realistas y
sus conductas, puede ser más adecuado. Ser ambiguo con el cliente puede hacer que
éste desconfíe del terapeuta, de su validez, y no exprese sus problemas
abiertamente, dificultando la relación y por lo tanto la terapia.
%
. Que un terapeuta tenga una buena credibilidad, es decir, que sus
palabras (sean creíbles, válidas) tengan crédito, que sean fiables como fuente de
información, es una de las características básicas de un buen terapeuta. A mayor
credibilidad, podríamos decir más crédito, mayor respecto del paciente hacia el
terapeuta (Johnson y Matross, 1977).
Esta credibilidad está determinada por varias características del terapeuta
(Goldstein, 1987): a) Experiencia: la experiencia del terapeuta es una de las
características que contribuyen a una buena relación terapéutica, ya que ésta le da al
terapeuta un bagaje que le permite interactuar de modo más adecuado con el
paciente. La experiencia y una buena formación, hacen que tenga un adecuado
manejo de las situaciones, comportamientos o emociones del cliente. Existen una
serie de actitudes del terapeuta que hacen que el paciente identifique al terapeuta
como un terapeuta experto, como por ejemplo: dar la mano y saludar llamando por
el nombre al paciente; apariencia cuidada; hablar a nivel del paciente, no usando un
lenguaje pedante; expresión cordial; pregunta directamente y va al centro de la
cuestión, sus preguntas siguen una programación lógica. b) Fiabilidad como fuente
de información: es decir, su formalidad, predictibilidad y consistencia. c) Motivos e
intenciones del terapeuta: cuanto más claro tenga el paciente que el terapeuta está
trabajando para el bienestar del paciente, mayor será su credibilidad. d) Dinamismo:
referido a su seguridad, potencia y nivel de actividad. Para muchos clientes será
importante tener un terapeuta dinámico y enérgico que inspire la seguridad y el
refuerzo suficiente a sus pacientes.
%,
. Es importante que el terapeuta sea flexible, para ajustar su estilo a las
necesidades de cada paciente (Cormier y Cormier, 1994). Los terapeutas flexibles
adaptan métodos y técnicas a sus pacientes en lugar de forzar a estos a adaptarse a
sus técnicas. Buscan el modo más adecuado para que cada paciente puede realizar
las tareas impuestas.
%
)
. El terapeuta es también una persona, al igual que su
cliente, con sentimientos, pensamientos e incluso con problemas, pero éstos debe
mantenerlos a un lado y no permitir que influyan en su relación con el cliente. Ha de
centrarse en la terapia y, sentirse válido, capaz y competente para ayudar a su
cliente. Si éste no es el caso podemos transmitir sensaciones de inseguridad,
fracaso, etc. al cliente.
El terapeuta debe tener un buen conocimiento de sí mismo en diversos aspectos de
su vida (Ruiz y Villalobos, 1994). Por una parte, saber cuáles son sus limitaciones en
el nivel teórico y práctico, es decir, saber lo que no sabe. También es importante que
sepa qué tipo de pensamientos y sentimientos tienen mayor influencia en los juicios
que realiza, así como conocer las propias dificultades emocionales. Evidentemente,
es aconsejable que el terapeuta tenga un buen equilibrio psicológico,
aunque no es imprescindible que éste sea total, siempre que su autoconocimiento le
permita poner en marcha mecanismos de autocontrol o estrategias cognitivas que
hagan que esto no interfiera con la objetividad que necesita para ayudar al cliente.
Cormier y Cormier (1994), hablan de tres áreas personales que la mayoría de los
terapeutas deberían examinar atentamente porque pueden tener un impacto
significativo sobre la calidad de la relación y en general el proceso terapéutico:
competencia, poder e intimidad.
'
% !
El lugar del tratamiento, puede ser desde una consulta privada hasta una habitación
de un hospital. Aunque conviene que el ambiente y la decoración sean adecuados, la
efectividad del tratamiento no dependerá de la habitación. El requisito fundamental
del lugar sería que fuese cómodo y privado. La decoración del despacho ha de ser
discreta, la pintura que no destaque mucho, con colores tales como blanco, ocre,
verde claro, etc.; el mobiliario debe ser sencillo y confortable. Es decir, que todo ello
genere un ambiente cómodo, tranquilo, agradable y relajante, propicio para que se
desarrolle todo el proceso terapéutico.
%
% !
Sobre la indumentaria del terapeuta no hay normas estrictas, como norma general
ha de estar bien arreglado, con ropa discreta y en algunos caso dependerá de la
edad de los clientes a tratar. Adecuada al rol. Si el cliente es un niño, usar un traje
chaqueta puede resultarle al niño demasiado serio, aunque esto no ocurrirá si el
cliente es una persona adulta. Es útil y de sentido común vestir de acuerdo con las
normas culturales y locales al uso de cada sitio.
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Como ya hemos comentado anteriormente, establecer una buena relación es
importante porque de ella dependen la aceptación, cooperación y confianza entre
terapeuta y cliente. Así, al comenzar la primera entrevista, es necesario presentarse,
dar la mano al cliente si procede, e indicarle el sitio donde se tienen que sentar.
Seguidamente, es conveniente indicar al cliente el tiempo aproximado que durará la
entrevista, así como manifestarle la confidencialidad de lo que se va a hablar, todo
ello dentro de un clima de confianza.
A continuación se deberá explicar el propósito de la entrevista, sobre qué versarán
las preguntas, lo que se espera de él (colaborador, diga la verdad, se ajuste a lo que
se le pregunta, etc.) y, si es el caso, la información que ya tiene del cliente.
Dependiendo del cliente, se puede empezar ya con el tema principal o dar un
pequeño rodeo, hablando de algo neutral unos instantes para que una vez se rompa
el hielo entrar en materia (Morrison, 1995).
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El
es el sentimiento de armonía y confianza que debería existir entre cliente
y terapeuta. Al poco tiempo de iniciada la sesión de tratamiento, el paciente debería
estar cómodo, relajado y dispuesto a hablar libremente, proporcionando así la
información necesaria. La confianza y confidencialidad que el terapeuta empieza a
desarrollar en la primera sesión puede aumentar su habilidad para manejar el curso
de la terapia. En realidad, cuanto más interés se tenga en ese factor (rapport) es
más probable que el cliente continúe en el tratamiento. Además el rapport es un
importante método para obtener buena información.
El rapport se desarrolla gradualmente, pero hay ciertas conductas del terapeuta que
aceleran su desarrollo, tales como una apariencia relajada, interesada y
comprensiva, es probable que el cliente se sienta seguro y confortable (Beck
.,
1983). También es importante cuidar la expresión facial y el contacto ocular. Puede
ser adecuado desde el primer momento demostrar que nos hemos molestado en
memorizar el nombre del cliente y hacer una presentación del tipo: "Buenas tardes,
¿Ud. es C.?... Yo seré su terapeuta, mi nombre es X."
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Lo primero que hemos de saber sobre el cliente que acude a consulta, es si acude
por iniciativa/motivación propia (por su propia voluntad) o bien, por iniciativa de los
padres, cónyuge, otros familiares o amigos. En el primer caso tendremos un
obstáculo menos que salvar de cara a establecer una buena interacción terapeuta
cliente (Morrison, 1995).
Puede ser interesante saber quién es el que realiza la petición de consulta; si el
propio cliente, si un familiar allegado, un amigo, etc. Porque de algún modo puede
darnos una pista sobre la motivación del cliente.
Otro aspecto importante de este primer contacto inicial es saber porqué se solicita la
consulta, (o cuál es el motivo de consulta) y, en algunos casos, qué pretende
conseguir el cliente, ya que en otros está claro.
Lo ideal es recoger los datos a través de distintas fuentes para contrastarlos, pero en
la situación clínica esto no siempre es posible.
También hemos de explicar al cliente que acude a consulta, en qué consiste la
terapia, qué es lo que se le va a hacer y, sobre todo, qué es lo que tiene que hacer.
Este último aspecto es importante, pues a algunos clientes acostumbrados a otros
modelos, les sorprende tener que adoptar una actitud activa en el tratamiento.
Finalizaremos la primera sesión dándole, si es posible, una estimación del tiempo
que durará la terapia.
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"
Al ser difícil recordar toda la información suministrada por el paciente, es necesario
tomar notas. Hemos de advertirle al cliente que deseamos tomar notas durante la
sesión. Si excepcionalmente algún cliente no quiere, se intentará explicarle que son
necesarias algunas notas para darle sentido a la información. Si insiste, deberemos
dejarlo.
La toma de notas deberá ser mínima, lo cual le permitirá al terapeuta observar a su
cliente. Añadir también, que tanto para la primera como para las restantes sesiones
puede ser de mucha ayuda utilizar medios audiovisuales, tales como magnetófono y
vídeo. Si se decide grabar la sesión, el cliente deberá dar su consentimiento, tanto
sea en vídeo como en magnetófono y ha de explicársele el propósito educacional. En
algunos casos esto puede ser de mucha ayuda para el tratamiento.
'
Para una mayor efectividad de la primera entrevista se deberían hacer preguntas
tanto directivas como no directivas. Al inicio de la entrevista las cuestiones deberían
ser no directivas. Esto ayuda a establecer el rapport y a conocer qué clase de
problemas y sentimientos están en la mente del cliente (Morrison, 1995).
Aunque la primera cuestión de la entrevista será específica. El paciente sabrá
exactamente sobre lo que se le pregunta; se referirá a la queja principal por la cual
el cliente busca ayuda: "¿Dime la razón o el problema que te trae por aquí?".
La queja principal es importante por dos razones: a) Porque suele ser el problema
principal que existe en la mente del cliente e indica el área a explorar en primer
lugar. b) Por el contrario, algunas veces la queja principal es una negación de algo
que le afecta y hace una valoración incorrecta sobre ello. Quejas de este tipo indican
patologías serias o resistencias que requieren un trato especial. Un ejemplo de este
tipo de quejas: "Hay una equivocación conmigo. Yo estoy aquí porque el juez lo
ordenó".
En términos generales podemos decir, que como no todos los pacientes expresan su
queja principal de forma precisa, deberíamos estar preparados los terapeutas para
tal eventualidad y en cualquier caso la queja declarada puede ser solo un "billete de
admisión" al tratamiento. Se deben escribir las quejas con las palabras exactas del
cliente, para poder contrastar más tarde con lo que se cree es el motivo real del
cliente para buscar ayuda.
Después de esta queja principal, al cliente debe dársele la oportunidad de hablar
libremente sobre las razones por las que busca tratamiento. Este momento de la
entrevista será "discurso libre" para distinguirlo del formato anterior de la entrevista
que será tipo pregunta y respuesta. Este periodo abarcará aproximadamente unos
10 minutos de la hora que durará la entrevista (Morrison, 1995).
La mayoría de los clientes responden rápido y adecuadamente ante la petición de
que hablen de sus problemas. En caso de que un determinado cliente no sea capaz
de dar una adecuada narración (retrasado mental, psicótico) entonces hay que
cambiar la estrategia y hacerle la entrevista en este punto mucho más estructurada.
Si el cliente es poco hablador, es mejor tener una buena entrevista estructurada/
directiva a nuestra disposición, para evitar poner en una situación incómoda al
cliente, facilitándole en la medida de lo posible la comunicación. Por el contrario, si el
cliente es tímido, podemos empezar mejor con un tipo de entrevista menos directiva,
que potencie la comodidad del cliente, pero no siendo muy estrictos a la hora de
seguir la entrevista, ya que si en un momento de la entrevista el cliente empieza a
abrirse podemos decidir pasar a una entrevista más directiva.
El terapeuta ha de tener cuidado a la hora de manejar las entrevistas tanto sean
directivas como no directivas (Rojí, 1986), pues en el primer caso el cliente puede
sentirse en un interrogatorio y en el segundo la conversación puede derivar hacia
temas triviales.
Por lo comentado anteriormente, es importante que el terapeuta recoja los datos de
una manera lógica y estructurada. Si empieza a hacer preguntas aisladas sin seguir
un desarrollo lógico, el cliente puede percibir al terapeuta como poco experimentado
(Goldstein, 1987), por lo menos en lo referente al tema de consulta, y además
pueden dejarse información relevante sin cubrir.
El terapeuta ha de dejar a un lado la curiosidad y centrarse en las preguntas
relevantes para el tema en cuestión, pues en algún momento determinado puede ser
tentador intentar sacar otro tipo de información.
Antes de seguir con la entrevista se debería preguntar al cliente si hay otros
problemas distintos a los que ya ha mencionado. De este modo se disminuirá el
riesgo de pasar por alto áreas de problemas vitales.
En este momento, el terapeuta ha de resumir al cliente lo que éste ha expresado
para demostrarle que ha sido comprendido.
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En algunos casos, una vez que hemos establecido contacto con el cliente y
transcurridos unos 10 minutos de la primera sesión, ya pasamos directamente a la
evaluación, aplicamos los cuestionarios y pruebas estandarizadas. En la parte final
de la primera sesión hacemos un análisis funcional, explicándole al cliente el motivo
por el que se inició su problema de conducta si es posible, cuáles son los
antecedentes y consecuentes de su conducta y por qué ésta se mantiene. Al
exponerle todo esto al cliente comprobamos si éste está de acuerdo con la
explicación que le hemos dado o si por el contrario hay discrepancias.
Hay que tener esto en cuenta, porque si el cliente no está de acuerdo con la
explicación puede que no se implique en la terapia. Hemos de asegurarnos que
entiende la explicación que le estamos dando. En algún caso, según como veamos al
cliente, hemos de proporcionarle esta información con sumo cuidado por la reacción
que ésta pueda causar en él. En otros casos es el propio cliente el que pide la
explicación "¿por qué me pasa esto a mí?" antes de que el terapeuta se la de.
Superado este punto finalizamos la sesión explicándole el tipo de intervención que
vamos a hacer, los objetivos que nos proponemos alcanzar, la(s) conducta(s) que
debería cambiar y normalmente le proponemos las tareas para casa, como por
ejemplo, cubrir autorregistros de pensamientos, registros de la conducta problema,
etc. Además, es importante iniciar algún tipo de intervención, para que el cliente se
anime a seguir la terapia. Por ejemplo, en el caso de un paciente con depresión, le
podemos sugerir que inicie desde este momento algunos cambios en su
comportamiento que le van a hacer sentirse mejor y aplicarle reestructuración
cognitiva sobre determinados pensamientos que vayan surgiendo durante la sesión.
A modo de resumen, en la mayoría de los casos el terapeuta ha de ser capaz de
establecer una buena relación terapéutica, hacer una evaluación y análisis funcional,
establecer unas hipótesis explicativas y seleccionar la(s) áreas de intervención, así
como iniciar distintas estrategias de intervención.
Todos estos pasos dependen en gran medida del cliente y del problema presentado
por éste. En la mayoría de los casos, que suelen ser complejos, hasta la tercera o
cuarta sesión no tenemos completa la evaluación conductual y, a partir de ahí,
diseñamos las distintas estrategias de intervención.
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Seleccionar las áreas de intervención o las conductas a modificar en principio podría
parecer fácil o incluso obvio, y en algunos casos así es, como por ejemplo un
problema de adicción a las máquinas tragamonedas, donde a pesar de que haya
solapados otros trastornos, como depresión, es claro el objetivo, o incluso un
problema todavía más sencillo como el de una fobia a los ascensores. Sin embargo
en otros casos, el área prioritaria de intervención no es tan clara y debemos tomar
una decisión con base en: los intereses o necesidades del cliente, la mayor
probabilidad de éxito en la eficacia del tratamiento, las circunstancias sociofamiliares
del cliente, etc.
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A medida que se va desarrollando el proceso terapéutico, es importante que el
terapeuta deje claro que el tipo de relación interpersonal será estrictamente
profesional. Aunque un comentario personal, o la expresión de una emoción en un
momento puntual no tiene por qué ser perjudicial, o incluso puede ser adecuado, el
intercambio sistemático de emociones y opiniones con la intención de ser cordial y
amable, puede influir negativamente en el proceso terapéutico. Con manifestaciones
personales nos referimos al hecho de hacer referencia a que en algún momento de la
relación terapeuta cliente, puede ser adecuado que el terapeuta exprese algo de sí
mismo, pero que no sea relevante a los problemas personales del propio cliente
(Goldstein, 1987).
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Llegado este punto hemos de tener presente que los tratamientos no son simples
recetas que se le dan al cliente, ni se pueden poner en práctica sin el previo
conocimiento de éste. El terapeuta ha de entrenar al cliente para que aprenda las
técnicas a utilizar. En la práctica clínica se suele comenzar este entrenamiento casi
desde la primera consulta.
Por lo expuesto hasta aquí, podemos deducir que en el proceso terapéutico en la
práctica clínica diaria, las fases no siempre están tan claramente diferenciadas o no
siguen el orden estrictamente como en el caso de los tratamientos en la
investigación. Si nos encontramos con un cliente muy tímido y reticente al
tratamiento, puede suceder que no descubramos los datos más importantes para el
tratamiento, el problema central, hasta la tercera o cuarta sesión, habiendo enfocado
hasta entonces el tratamiento para solventar otro aspecto o problema conductual no
tan relevante o prioritario; como ejemplo, el de un cliente que acude a consulta para
dejar de fumar y en la tercera sesión descubrimos que presenta un problema de
bulimia.
Por este motivo, es adecuado o necesario, estudiar sistemáticamente las distintas
áreas psicosociales del cliente, porque se van descubriendo aspectos que
inicialmente el cliente no se atrevió a contar. De ahí la importancia de establecer una
relación de confianza entre el cliente y el terapeuta.
Si en algún caso el cliente no cumple con las tareas, podemos establecer algún
contrato conductual, que consiste en un escrito en el que aparecen reflejados los
objetivos que se comprometen a cumplir el cliente y el terapeuta, y los premios,
refuerzos o contingencias que obtendrán por la realización de dichos objetivos.
Otro punto a tener en cuenta es que la intervención del terapeuta suele ser la
mayoría de las veces en casos mucho más complejos de los que aparecen
publicados; los clientes presentan problemas complejos, difícilmente reducibles a un
simple esquema. Por lo que de algún modo en la mayoría de los tratamientos se
manejan "paquetes de tratamiento", en lugar de limitarse a la aplicación de una
técnica puntual.
Como comentamos en su momento en las características del terapeuta, es muy
importante que éste sea flexible, es decir, ha de adaptar el tratamiento a cada
cliente según las circunstancias de éste y ha de reajustar el tratamiento según vaya
avanzando el proceso terapéutico.
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El terapeuta no se debe desesperar si los clientes tienen alguna recaída, puesto que
en algunos trastornos esto es muy frecuente. Debe mantener una actitud positiva,
ayudando al cliente a superar esa recaída, a analizarla, ya que algunos clientes
pueden pensar que el tratamiento no les ha servido para nada. El algunos tipos de
problemas, que sabemos de antemano que pueden darse las recaídas, por ejemplo,
problemas de juego patológico, tabaquismo, etc., podemos preparar al cliente desde
el principio de la terapia para que aprenda a hacer frente a esta situaciones.
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Normalmente, a medida que se va desarrollando el proceso terapéutico, el terapeuta
va analizando los progresos del cliente y estableciendo de algún modo el tiempo
que necesitará para finalizar las sesiones con el cliente. Por lo tanto, es deseable que
vaya preparando al cliente, distanciando las sesiones paulatinamente, aunque esto
no siempre es posible debido a que algunos clientes en cuanto se encuentran bien
abandonan el tratamiento o empiezan a cambiar las citas concertadas, rompiendo de
algún modo los objetivos que el terapeuta se había propuesto, con el resultado de
tener que alargar el tratamiento más tiempo. Esto es debido a que las conductas que
habían aprendido, eliminado o cambiado, aun no estaban bien consolidadas y se
produce la recaída del cliente al abandonar prematuramente la terapia.
En otros casos se debe a que el propio cliente cambia constantemente las sesiones,
produciéndose grandes intervalos de tiempo entre sesiones que llevan a que los
objetivos que se habían propuesto en la sesión anterior en ocasiones ya nada tienen
que ver con los que han de establecerse en la siguiente sesión, habida cuenta de
nuevos acontecimientos en la vida del cliente.
Dejando a un lado los contratiempos, lo ideal es terminar el tratamiento cuando se
han cumplido los objetivos terapéuticos, y terapeuta y cliente así lo deciden.
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El seguimiento establecido en la práctica clínica es a los 3, 6 y 12 meses. Es difícil
que los clientes, después de finalizado el tratamiento, acudan a estas sesiones de
seguimiento, por lo que es útil ponerse en contacto con ellos mediante teléfono o por
carta.
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Si el cliente no acude a las citas concertadas y las cambia continuamente, debemos
hablar con él para analizar los motivos del cambio continuado de citas. En algunos
casos está justificado, pero en otro tipo de clientes no es así, lo toman por
costumbre, sin pararse a pensar en el trastorno que ello pueda causar al terapeuta,
por lo que para algún cliente puede ser un buen remedio aclararle que si la sesión no
es cambiada con cierta antelación, estará obligado a pagarla. En otros casos, hemos
de comentarle al cliente que si con cierta frecuencia no acude a las citas, vamos a
suspender el tratamiento (o vamos a dejar de atenderle).
Si un paciente abandona prematuramente la terapia, es conveniente intentar
ponerse en contacto con él para conocer las razones que le han llevado a tomar esa
decisión y, en el caso de que el trastorno del cliente pueda ocasionarle graves
problemas si no es atendido, intentar que acuda a una sesión o a una cita para
discutir el tema o poder derivarlo a otro terapeuta.
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Una circunstancia que puede darse en el proceso terapéutico, es la resistencia del
cliente al cambio. Ésta puede ser debida a varias razones: temor a descubrir su
intimidad, a lo que el terapeuta pueda llegar a pensar de él; temor a asumir la
responsabilidad de su propia vida; a las diferencias entre los objetivos que establece
el terapeuta y los que realmente persigue el cliente. Por ejemplo, el cliente puede
pretender simplemente buscar alguien en quien apoyarse, una amistad, etc.
No siempre el origen de la resistencia al cambio se encuentra en el cliente, en otros
casos está en el terapeuta, por no haber establecido un adecuado
, por no
haber sabido encontrar el problema más importante del cliente, etc. Si nos
encontramos con algún cliente que no cumple las tareas encomendadas, que cambia
con frecuencia las sesiones, etc., en las anteriores causas puede estar el motivo de
esto. En estas circunstancias el terapeuta ha de estar alerta si detecta alguno de los
indicios antes comentados, plantearlos al cliente y probablemente tendrá que
trabajar las creencias irracionales que puedan estar asociadas al cambio.
Importante, respetar el ritmo del paciente, intentando ajustar las exigencias del
tratamiento, las habilidades de que dispone el cliente, hacer que el cliente maneje
algún tipo de recompensa, etc, pueden ser algunas estrategias adecuadas para
superar la resistencia del cliente durante el proceso terapéutico.
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Este es un hecho que se puede dar durante el proceso terapéutico, pero no siempre
las razones por las que llora el cliente son las mismas, por lo que el terapeuta ha de
comportarse de distinta manera. Así, si el cliente llora porque está intentando contar
algo que le resulta muy doloroso, el terapeuta ha de adoptar una buena empatía,
debería permanecer callado y en cuanto el cliente se calme, ayudarle a que se
exprese verbalmente. Otros clientes, llegado un momento de la sesión permanecen
en silencio para evitar llorar; en este caso puede ser adecuado que el terapeuta
indique lo bueno que puede resultar desahogarse. Algunos clientes pueden utilizar el
llanto de modo habitual, en este caso el terapeuta ha de intentar extinguir este
comportamiento.
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En este caso puede ser aconsejable que el terapeuta le comente que en la próxima
sesión tratarán esos temas. Una excepción a esta regla es si la información que
proporciona es de vital importancia, tratandose en ese momento, por ejemplo: ideas
de suicidio.
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En este caso el terapeuta ha de cortar al cliente con la máxima cordialidad posible y
redirigir la entrevista hacia la información que resulta relevante para el tratamiento o
hacia aquellos temas que permitan llevar a cabo los objetivos terapéuticos,
dejándole claro la importancia de esto para su progreso.
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En algún caso nos podemos encontrar con problemas para conseguir la colaboración
de un familiar o allegado. Con algunos clientes, puede ser adecuado, o incluso
necesario conseguir la colaboración de algún miembro relevante de la familia,
especialmente en el caso de problemas infantiles o de adicciones.
En el caso de personas adultas, es necesario que el cliente de permiso, por ello es
necesario que el terapeuta explique lo conveniente de esta colaboración para el
progreso terapéutico y asegurarle la confidencialidad en aquellos temas que el
cliente no quiere que se le comenten al familiar. En algunos casos, a pesar de esto el
cliente no quiere la colaboración de ningún allegado porque, por ejemplo, nadie sabe
que acude al psicólogo; en este caso el terapeuta ha de ver la posibilidad de buscar
otras alternativas. En otros casos son los propios allegados los que no quieren
colaborar, en este caso podemos intentar empezar solicitando su colaboración para
contrastar la información del cliente, ampliar datos, etc, y poco a poco ir
implicándolos más en el tratamiento.
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Con algunos pacientes puede ser adecuado ofrecerles la posibilidad de llamadas de
control, tanto una vez finalizado el tratamiento, como a lo largo de éste. Hay algunos
clientes que toman por costumbre hacer llamadas de petición de ayuda entre
sesiones. En estos casos hay que delimitar si la petición de ayuda es por una
necesidad real o si es un intento de manipulación y control por parte del cliente hacia
el terapeuta. Cuando esto último ocurre, hay que analizar detenidamente el tipo de
ayuda que solicitan y, en función del número de llamadas, extinguir esta conducta o
mantenerla a una tasa baja. Otros llaman porque quieren adelantar la siguiente
sesión. En este caso hay que analizar la gravedad del problema y decidir si precisan
o no sesiones adicionales. En la mayoría de los casos no es necesario; más bien la
ansiedad del cliente por mejorar o solucionar su problema, le impide entender que
un tratamiento psicológico se orienta a adquirir nuevas habilidades que llevan tiempo
y que no es posible conseguirlo en una o dos semanas.
*
C
*
Cuando un cliente acude a consulta para solucionar algún problema clínico,
relacionado con conductas desadaptativas, inadecuadas o problemáticas (ansiedad,
depresión, estrés, fobias, trastornos de personalidad, etc.) o bien, relacionadas con
la salud física y hábitos poco saludables (tabaquismo, juego patológico, etc.)
comienza el proceso terapéutico.
Este pasa por una serie de fases que se inician con el establecimiento de una
relación terapéutica, y siguen con la evaluación y análisis conductual, el
establecimiento de hipótesis explicativas y, llegado este punto, seleccionamos, de
acuerdo con el cliente, la(s) área(s) de intervención y le proponemos el plan de
intervención y las técnicas que vamos a aplicar. Finalmente, valoramos los
resultados y establecemos un seguimiento.
Uno de los aspectos importantes y presentes en todo el proceso terapéutico, a pesar
de que lo hemos nombrado como la primera fase del proceso, es la relación que se
establece entre el terapeuta y el cliente. El terapeuta ha de ser capaz de establecer
una buena relación, que ayudará a que el cliente siga la terapia y se
muestre dispuesto a facilitar toda la información necesaria y a colaborar en el
tratamiento. Aunque esto no siempre ocurre en las primeras sesiones (Becoña,
1986) en la amplitud que desearíamos, debemos ir estableciendo cada vez más
intensamente una relación de colaboración, para encarar más adecuadamente tanto
la evaluación como el posterior tratamiento.
Existen además una serie de variables tanto en el cliente como en el terapeuta que
pueden influir de algún modo en el proceso. Por parte del cliente son variables tales
como la edad, el sexo, estado civil, nivel económico, nivel intelectual y grado de
sinceridad. Por parte del terapeuta, además de las variables edad y estado civil, hay
una serie de características que debería tener todo buen terapeuta y de las que han
hablado autores como Beck
. (1983); Goldstein y Niggingotham (1991); Ruiz y
Villalobos (1994) y Cormier y Cormier (1994). Estas son: aceptación, empatía,
honestidad, credibilidad, flexibilidad y buen conocimiento de sí mismo.
Finalmente, el terapeuta ha de ser conocedor de todas las fases del proceso y
desarrollar todas las habilidades necesarias para que el proceso terapéutico se
desarrolle adecuadamente y se consigan los objetivos establecidos inicialmente con
el cliente, es decir, que éste consiga solucionar los problemas clínicos o los
trastornos de conducta que motivaron la consulta.
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9
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*
+
C
Héctor Fernández Álvarez
*
+C
*
La psicoterapia ha sido definida como un procedimiento destinado a promover
procesos de cambio ante ciertas experiencias de padecimiento, cuyos resultados
dependen de la acción conjunta de dos series de factores: los específicos y los
inespecíficos (Lambert, Shapiro y Bergin, 1986). La relación entre ambos factores
plantea algunos dilemas de gran interés (Karasu, 1986). Los primeros están
constituidos por las técnicas empleadas por el terapeuta. Responden a instructivos
relativamente precisos y sus efectos pueden anticiparse en mayor medida que los
otros. Los factores inespecíficos forman el conjunto de fenómenos relacionados con
las condiciones interpersonales y contextuales que componen el dispositivo
terapéutico.
Reciben su nombre debido a nuestra falta de conocimiento preciso sobre el alcance
de los mismos, aunque constituyen, en realidad, fenómenos tan específicos como los
primeros. Castonguay (1993) presentó una valiosa propuesta destinada a clarificar
este concepto. El ¨Estilo Personal del Terapeuta¨ (EPT) es uno de los elementos
importantes en la conformación de estos fenómenos.
Definimos al EPT como el conjunto de condiciones singulares que conducen a un
terapeuta a operar de un modo particular en su tarea. Aunque el concepto de estilo
tiene diferentes acepciones (Ducrot y Todorov, 1974), se refiere generalmente a la
pauta habitual que identifica un modo de acción individual. Van Dijk (1983) sostiene
que el estilo "alude a propiedades especiales, individualizadoras, dentro de contextos
sociales especiales, y a funciones/efectos especiales, dentro del proceso de
comunicación". La constancia y la singularidad son sus dos notas principales. ¿Cuál
es la estabilidad temporal de un estilo? Por el momento no resulta posible determinar
si los estilos personales pueden o no variar a través del tiempo, ni tampoco si los
posibles cambios pueden ser totales o parciales. La constancia de la que hablamos,
se refiere a su persistencia en períodos suficientemente extensos, pero delimitados
de tiempo.
El EPT se refiere, por consiguiente, a las características habituales que cada
terapeuta impone a su tarea como resultado de su peculiar manera de ser, más allá
del enfoque de trabajo que utilice y de los requerimientos específicos que le exija
cada intervención. Beutler, Machado y Alstetter Neufeldt (1994) presentaron una
amplia descripción sobre la composición de la variable del terapeuta. Parten de una
representación biaxial. Uno de los ejes divide las variables entre características
objetivas y subjetivas del terapeuta. El otro eje contrasta los rasgos transituaciones
y los estados específicos de la terapia.
La influencia de las condiciones personales de los psicoterapeutas sobre su actividad
ha sido motivo de estudio desde los comienzos de esta práctica (Etchegoyen, 1986),
aunque no siempre el tema recibió la misma dedicación. Han habido períodos de
descuido, especialmente en aquellas épocas en que las técnicas alcanzaron mayor
prestigio. En los últimos tiempos, este problema ha sido abordado nuevamente con
gran interés. Se lo ha estudiado, tanto desde la perspectiva global de la persona del
terapeuta, como formando parte de la relación terapéutica (Fuller Torrey, 1986; Guy,
1987; Kottler, 1993; Semerari, 1991). En la tradición psicodinámica ha estado
vinculado tradicionalmente al estudio de la contratransferencia (Holmqvist y
Armelius, 1996). No obstante, todavía hoy sabemos muy poco acerca de la manera
en que está conformado dicho estilo y el modo específico en que opera.
El EPT depende de tres factores: a) su posición socio profesional, b) su situación
vital y c) los modos dominantes de comunicación que utiliza.
*
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*
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C
Toda psicoterapia resulta de una cierta relación entre demanda y oferta (Orlinsky y
Howard, 1986; Orlinsky, Grawe y Parks, 1994). Esta última depende del circuito
socio profesional al que pertenece el terapeuta. Ello está determinado,
por el sistema asistencial dentro del cual se ejerce la práctica (liberal, público
comunitario, empresas de seguros de salud, etc.) y por el tipo de relación laboral
que liga al terapeuta con su actividad (independiente, contrato ocasional,
asalariado).
El estilo de un terapeuta puede variar en gran medida, si ejerce su tarea en un
ámbito público o privado, si contrata sus servicios directamente con un paciente o lo
recibe derivado por una organización, si trabaja solo o actúa como integrante de un
staff institucional. La posición que el terapeuta cree ocupar dentro de su campo
profesional sintetiza la manera con que operan estos factores.
, las
actitudes y los modos culturales de interacción habituales empleados por el
terapeuta en sus intercambios personales constituyen una impronta activa que incide
en toda su actividad profesional.
La distancia entre la posición socio profesional del terapeuta y la condición socio
económica del paciente es una de las situaciones de mayor incidencia sobre las
condiciones en que se establece el dispositivo terapéutico. Grandes distancias en
cualquier dirección suelen estar asociadas con fracasos terapéuticos. Por regla
general, puede afirmarse que las diversidades culturales acentuadas en el seno de la
relación terapéutica constituyen un obstáculo para el desarrollo de la tarea. Una
interesante gestión destinada a resolver los inconvenientes derivados de este
problema fue la creación del : / *
$(
*
, creado en
Londres, en 1983 (Kareem y Littlewood, 1992). Sin embargo, no debe deducirse que
deba existir homogeneidad socio cultural plena entre paciente y terapeuta. Ciertos
grados de diferencia pueden ser útiles para promover procesos de cambio.
C
*D
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C
Variables básicas como el sexo, las características físicas, intelectuales y
emocionales, el nivel de conocimiento general y otras dimensiones que hacen al
modo de ser de la persona del terapeuta contribuyen a la formación de su estilo
peculiar. Resulta muy importante la variable de su experiencia, tanto en lo que
respecto a su vida cotidiana como a su actividad profesional. Se ha discutido con
frecuencia sobre la conveniencia de que un terapeuta haya o no haya experimentado
personalmente de manera directa o indirecta con el tipo de problemas de los que se
ocupa. La opinión más extendida sostiene que dicha experiencia no es un requisito
necesario para cumplir adecuadamente con la tarea. Sin embargo, las situaciones
vitales por las que atravesó el terapeuta influyen decisivamente en la manera con
que afronta su trabajo y constituyen un crisol que facilita o dificulta su capacidad
para resolver los problemas específicos con que se enfrenta en su actividad.
La importancia de la experiencia profesional ha sido considerada en numerosos
trabajos. También aquí resulta difícil llegar a una conclusión uniforme sobre su
influencia en el curso de una terapia. Suele suponerse que la falta de experiencia
constituye un factor negativo en la administración de la psicoterapia. Sin embargo,
no siempre el aumento de la misma conduce a mejorar los resultados. Un elevado
nivel de experiencia en general, o en relación con un tipo de problema en particular,
puede incidir también negativamente sobre el terapeuta, favoreciendo en él la
propensión a generalizar situaciones, a sobreimponer casos precedentes sobre la
situación actual o a disminuir su motivación. Por el contrario, los terapeutas más
novatos suelen ser aquellos mejor dispuestos a arriesgar decisiones críticas o a
afrontar con mayor empeño el tratamiento de problemas severos.
De particular relevancia es el sistema de valores empleado por el terapeuta para
contextuar su tarea. Existen numerosas aproximaciones al tema (Beutler, 1983;
Hamblin, Beutler, Scogin y Corbishley, 1993; Walsh, 1995). Utilizando el "
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en la versión desarrollada por Schwartz y el
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de Jensen, Consoli (1994) realizó un minucioso estudio sobre
los valores de 161 psicoterapeutas pertenecientes a seis enfoques terapéuticos en
Argentina. Las conclusiones insisten en la conveniencia de considerar los valores de
los terapeutas a la hora de decidir sobre el inicio de una psicoterapia.
+
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C*
*
Se trata del factor más idiosincrásico y comprende las acciones estilísticas
primordiales con que el EPT moldea las aplicaciones de una técnica específica. Para
desempeñarse en el seno de un acto psicoterapéutico el terapeuta debe cumplir con
una serie de funciones. Para ello, cada profesional emplea modos de comunicación
específicos que operan integradamente imprimiendo su sello personal de ejercer la
práctica. Las funciones más significativas que hemos identificado son las siguientes:
instruccional, evaluativa, atencional, expresiva, operativa y de compromiso vincular.
Cada una de estas funciones puede manifestarse a través de varias dimensiones.
Hemos seleccionado para cada una de ellas, las dos dimensiones más relevantes e
ilustrativas para estudiar el modo en que opera el EPT. (La Tabla 1 representa el
conjunto de funciones y dimensiones identificadas). Ni las funciones enunciadas, ni
las dimensiones que las representan, pretenden ser exhaustivas de la complejidad
presente en un acto de psicoterapia.
Todas las dimensiones están representadas por continuos que tienen las siguientes
características: (a) La extensión total refleja los límites máximos de desempeño
favorable o positivo del terapeuta, quedando excluidas las acciones iatrogénicas, que
caen fuera de los límites establecidos. (b) La acción global de las funciones expresa
el conjunto de rasgos, actitudes y disposiciones que todo terapeuta pone en
evidencia durante el ejercicio de su práctica profesional.
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Se refiere al modo en que el terapeuta transmite las normas y prescripciones que
rigen durante el tratamiento. Está constituida por el conjunto de acciones que lleva a
cabo el terapeuta con el fin de instalar el dispositivo terapéutico y sirve para
determinar los alcances y los límites de la relación terapéutica, y, por consiguiente,
la distancia operativa que regirá entre paciente y terapeuta, así como los
intercambios entre ambos, considerados legítimos en esa relación.
Si bien cada técnica terapéutica establece principios generales sobre la forma en que
debe desarrollarse ese vínculo, el EPT cumplimenta esos principios de manera
singular.
Las dimensiones más significativas de esta función son las siguientes: rigidez vs.
flexibilidad y asimetría acentuada vs. asimetría moderada.
Tabla 1. Los modos de comunicacion del terapeuta
FUNCIONES
DIMENSIONES
Rigidez
Flexibilidad
INSTRUCCIONAL
Asimetría
Asimetría
acentuada
moderada
Optimismo
Criticismo
EVALUATIVA Centrada en los Centrada en
medios
los efectos
Actividad
Receptividad
ATENCIONAL
Apertura
Concentración
Directividad
Persuasión
OPERACIONAL
Lógica
Retórica
Baja Tonalidad Alta Tonalidad
EXPRESIVA
Corporal
Verbal
COMPROMISO
Proximidad
Distancia
VINCULAR
Focalización
Extensión
Algunos terapeutas se sienten inclinados a marcar límites muy rígidos, tanto en
relación con el cumplimiento de las acciones o tareas, como en lo referente a los
intercambios dentro del vínculo terapéutico. El establecimiento de límites rígidos
suele ser un índice de inseguridad y puede expresar la necesidad de un fuerte control
por parte del terapeuta respecto de los acontecimientos que pueden ocurrir durante
el tratamiento. Ello puede favorecer el trabajo con pacientes severos o con pacientes
que presentan dificultades manifiestas para respetar las consignas terapéuticas. El
mayor inconveniente de un estilo rígido suele ser la tendencia a uniformar
situaciones clínicas que requieren intervenciones matizadas. Por el contrario, cuando
prima la flexibilidad, el terapeuta tiende a ajustar dicho límite, de acuerdo con las
condiciones que le presenta cada contexto específico o cada relación en particular.
Sin embargo, no siempre la flexibilidad es la mejor opción. Los pacientes con
tendencias autodestructivas, por ejemplo, pueden beneficiarse de esquemas de
intervención más rígidos.
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Existe consenso de que, en el interior de una relación terapéutica, debe existir una
asimetría básica, una diferencia en el poder de decisión entre terapeuta y paciente
que permita tener a ambos, claramente identificados sus roles. Algunos terapeutas
manejan esta diferencia de modo acentuado, quedando situado, el rol del terapeuta,
a gran distancia del paciente. Otros, por el contrario, la suavizan, acortando esa
distancia en uno o varios aspectos. Suelen encontrarse ejemplos de lo primero entre
los terapeutas novatos que experimentan, con frecuencia, la necesidad de afirmarse
en su rol para poder llevar a cabo su tarea. Algo semejante ocurre cuando el
paciente es derivado al terapeuta por alguien muy significativo para él,
predisponiéndolo a sentirse exigido por encima de su nivel estándar.
La asimetría moderada suele ser una invitación a que el paciente participe de un
modo activo y comprometido con el tratamiento. Ello resulta muy favorable en
aquellos casos en que la psicoterapia está dirigida principalmente a favorecer el
crecimiento personal del paciente, pero puede constituir un riesgo en pacientes con
inclinaciones impulsivas o con comportamientos antisociales.
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Se trata de la función que opera de modo más permanente, desde el comienzo del
tratamiento y durante todo su curso. Consiste en el conjunto de estimaciones que
lleva a cabo el terapeuta para ponderar la marcha del tratamiento, tanto en lo que
respecta a su propio desempeño como al del paciente. Sirve como regulación de
todas las otras funciones, incluída la del establecimiento de las reglas que gobiernan
la tarea. Guidano (1994) considera que resulta casi imposible diferenciar la
evaluación de la intervención terapéutica. Para cumplir con esta función, el terapeuta
suele recurrir, más que en cualquiera de las otros casos, a otros expertos
(supervisores) para realizar los ajustes y las correcciones necesarias. Las
dimensiones más ilustrativas son las siguientes: optimismo vs. criticismo y centrada
en los medios vs. centrada en los efectos.
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Aunque existen ciertos criterios objetivos de evaluación, basados en la observación o
en el uso de instrumentos específicos, cada terapeuta realiza, permanentemente,
otras evaluaciones a lo largo del tratamiento. Esto se aplica tanto al resultado como
al proceso terapéutico, siendo especialmente importante en relación con esto último.
Una tendencia optimista suele favorecer aspectos relacionados con la contención
empática y con la posibilidad de infundir esperanza al paciente en situaciones
especialmente difíciles, pero puede ser perjudicial si conduce a subestimar los
problemas que debe enfrentar el paciente, generándole una exigencia negativa. La
tendencia a acentuar una actitud crítica tiene consecuencias complementarias.
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Aunque resulta obvio que todos los terapeutas están empeñados en lograr que sus
pacientes tengan éxito en sus tratamientos, existen modalidades evaluativas que
depositan mayor interés en el examen de los medios terapéuticos empleados,
suponiendo que ello garantizará el éxito ulterior del tratamiento. Otros, por el
contrario, focalizan su evaluación preferentemente sobre los efectos y, como
consecuencia, sobre el resultado final. En el primer grupo suelen encontrarse
aquellos terapeutas con mayor interés por la investigación, mientras que en el
segundo grupo sobresalen los que muestran el predominio de una actitud clínica.
Suelen encontrarse dentro de este último grupo, terapeutas con larga trayectoria
profesional.
Aunque parece razonable esperar que un proceso correcto debe conducir a un
resultado exitoso y viceversa, los estilos que enfatizan la evaluación de los medios
pueden distraerse atendiendo al modo en que se aplican los procedimientos en
detrimento del juicio clínico que supone atender a las variaciones particulares de
cada situación terapéutica. En el polo opuesto, los "clínicos", especialmente aquellos
con mucha experiencia y que no presentan mayores inquietudes teóricas, pueden
inclinarse hacia un exagerado utilitarismo. Algunos efectos de una psicoterapia
suelen hacerse manifiestos bastante tiempo después de terminado un tratamiento. A
veces, algunas situaciones negativas generadas a lo largo del proceso pueden
manifestarse tardíamente, después de haber quedado encubiertas en el análisis
inicial de los resultados.
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Está constituida por todas las operaciones que el terapeuta realiza con el fin de
acceder a la información aportada por el paciente en su búsqueda de ayuda.
Tradicionalmente fue denominada "función de escucha", particularmente cuando la
psicoterapia era considerada, casi con exclusividad, una curación por medio de la
palabra. La actual manera de concebir la psicoterapia como una conversación y la
importancia asignada a los estilos narrativos en este campo, ha reforzado esa
perspectiva. Sin embargo, a medida que se fueron agregando otros modos de
comunicación en el proceso terapéutico (signos corporales, dramatizaciones,
utilización de objetos intermediarios, etc.), esta función incluye operaciones más
diversificadas. Todas ellas orientadas a capturar los signos provistos por el paciente
que pueden ayudar al reconocimiento de su universo significativo. Sus dimensiones
principales son las siguientes: actividad vs. receptividad y concentración vs.
apertura.
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El terapeuta podrá orientar su atención de manera activa, realizando movimientos
que busquen provocar en el paciente su disposición a proveer nuevas informaciones
u orientar las informaciones presentadas en una dirección específica. Los terapeutas
interesados en lograr resultados a corto plazo tenderán a operar en esta dirección.
Otro tanto ocurre cuando se trabaja con pacientes en situaciones de emergencia o
necesitados de soluciones rápidas.
Cuando el terapeuta actúa de manera receptiva, su atención opera en el sentido de
un radar disponible para captar emisiones de signos producidos espontáneamente
por el paciente. La modalidad original del modelo psicoanalítico privilegió esta
modalidad a la que denominó atención flotante.
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Cuando el terapeuta se posiciona frente al paciente de manera concentrada, facilita
el registro de algunas informaciones bien definidas. Esto resulta especialmente útil
cuando se trabaja con un abordaje terapéutico muy estructurado. Suele encontrarse
representado en terapeutas que prefieren modelos ortodoxos o en los que
manifiestan un interés hacia problemas o trastornos bien delimitados. Por el
contrario, con el estilo abierto encontramos aquellos terapeutas que pueden preferir
modelos más eclécticos de trabajo. Suelen trabajar con distintos tipos de problemas
y están habituados a operar en múltiples niveles de intervención.
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Se trata de las acciones que el terapeuta desarrolla con el fin de cumplir con el plan
de tareas establecido. Está centrado en el manejo de las técnicas prescritas para
cada tratamiento. En la medida que el terapeuta esté correctamente entrenado, se
espera que aplique rigurosamente la técnica necesaria para cada caso. Sin embargo,
el estilo personal de cada terapeuta lo llevará a cumplir con esta función de maneras
muy diversas. Las dimensiones más destacadas en este caso son las siguientes:
directividad vs. persuación y lógica vs. retórica.
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Un terapeuta podrá aplicar la técnica correspondiente, dirigiéndose normativamente
al paciente para que cumpla con las indicaciones del caso. La directividad operativa
se verá facilitada cuando la terapia tenga instructivos definidos sobre las tareas a
cumplir por el paciente y existan objetivos muy detallados a lograr con el
tratamiento. Los manuales de tratamiento constituyen un ejemplo privilegiado de
técnicas que se benefician de un estilo directivo. En el extremo opuesto,
encontramos aquellos terapeutas que utilizan modos persuasivos para ejecutar sus
intervenciones. En ese caso predomina el interés por lograr una mayor participación
del paciente en el proceso terapéutico, propio de aquellos tratamientos que
involucran la personalidad global del paciente.
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Algunos terapeutas aplican las técnicas mediante indicaciones que siguen una
sucesión estrictamente lógica de pasos. Se proponen cumplir literalmente con las
instrucciones esperando que el paciente responda favorablemente a ese orden. Un
modo lógico de operar favorece la transferencia de los principios técnicos a
diferentes situaciones y su posterior comparación. Pero reduce la posibilidad de
innovar que se ve favorecida en la modalidad contraria, basada principalmente en el
uso de figuras retóricas (por ejemplo las metáforas), a las que el terapeuta recurre
como una manera de volver inteligible para el paciente, la marcha del proceso
terapéutico. Los terapeutas que operan con un estilo lógico consideran que el
paciente puede acceder a desentrañar los mecanismos que gobiernan los procesos
de cambio involucrados en su tratamiento. Los que utilizan una modalidad retórica
sostienen una concepción del cambio como un fenómeno más distanciado a la
comprensión del paciente.
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Se trata de la función sobre la que más, probablemente, se ha insistido en los
estudios sobre incidencia del factor personal del terapeuta. Se ha elaborado, incluso,
un cierto prototipo o modelo ideal de función expresiva, que describe al
psicoterapeuta como alguien "cálido", de gesto comprensivo, nunca muy elocuente,
capaz de transmitir confianza y seguridad para comunicarse con él. Alguien sereno y
preocupado por el otro, que invita a que uno le informe de sus problemas y pueda
esperar una solución frente a ello.
En la realidad, los terapeutas suelen variar mucho entre sí y su modo de
comunicación expresiva, y esta variación se distribuye en un amplio espectro. Por
otra parte, no debe esperarse que un mismo modo expresivo sirva para hacer
funcionar adecuadamente cualquier técnica, ni tampoco que existan modos genéricos
de infundir la seguridad y confianza a todos los pacientes por igual.
Aunque esta función está presente en todo momento de la psicoterapia, su mayor
peso está presente en los momentos iniciales, en ocasión de gestarse la alianza
terapéutica, así como en todas las fases críticas del tratamiento, especialmente
cuando dicha alianza enfrenta la posibilidad de alguna ruptura.
La función expresiva puede ejemplificarse por medio de dos dimensiones
primordiales: baja tonalidad emocional vs. alta tonalidad emocional y corporal vs.
verbal.
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Aunque conceptos como equilibrio, templanza y moderación parecen servir para
definir estilos expresivos ideales para un terapeuta, resulta evidente que en muchas
oportunidades, el modo de expresión emocional que puede contribuir al éxito de un
tratamiento puede exigir modalidades de muy baja o muy elevada intensidad de
transmisión. Ejemplos de ello suelen encontrarse frente a situaciones especiales de
logro o bien ante circunstancias traumáticas como la pérdida de un embarazo o la
muerte de un familiar. Suele considerarse que un estilo de mayor intensidad
emocional puede requerirse a medida que aumenta la complejidad de un proceso
terapéutico, ya sea en términos de la severidad del problema, de la profundidad de
los objetivos o de la duración total del tratamiento.
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Es la dimensión más característica y más idiosincrásica de la función expresiva.
Aunque la psicoterapia fue considerada como un procedimiento eminentemente
verbal durante muchos años, la expresión corporal ha sido incluida como un recurso
terapéutico de primordial importancia. En algunos casos (psicodrama, terapia
gestáltica), ello alcanza mayor preponderancia aún.
Existen terapeutas que utilizan habitualmente modalidades corporales en sus
comunicaciones expresivas. Entre las más significativas se encuentran: gestos
faciales, ademanes, miradas, tonos de voz y movimientos corporales. Por el
contrario, otros terapeutas sostienen su expresividad por medio de modulaciones
verbales como la fluidez verbal, la riqueza asociativa o los cambios de ritmo en la
comunicación.
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Esta función sintetiza la involucración con que se cumplen todas las modalidades de
comunicación utilizadas durante el acto terapéutico. No se refiere a una acción
específica. Cada terapeuta manifiesta, por medio de su compromiso vincular, su
disposición para ayudar al paciente. Tradicionalmente se consideró, como ocurre en
el caso de la expresividad, que el mejor modo con que un terapeuta podía cumplir
esta función, consistía en situarse, dentro de cualquiera de sus dimensiones, en un
punto equilibrado. En la práctica, los terapeutas se alejan mucho de ese punto
medio, lo que ha permitido en realidad, descubrir algunos interesantes fenómenos de
la práctica. Las dos principales dimensiones que representan esta función son: nivel
de compromiso interpersonal (involucración del terapeuta ante el paciente), y nivel
de compromiso intrapersonal (involucración del terapeuta ante sí mismo).
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Algunos terapeutas sólo se sienten cómodos para trabajar cuando logran que la
relación con el paciente no implique una fuerte involucración personal. Terapeutas
con ese perfil se encuentran entre quienes prefieren realizar tratamientos
individuales antes que grupales, con pacientes no muy severos y con alto grado de
autonomía personal, con programas terapéuticos focalizados y de corta duración.
La contrapartida la encontramos en aquellos terapeutas que trabajan a gusto cuando
existe un fuerte grado de involucración en la relación de ayuda que mantienen con
sus pacientes. Son terapeutas que prefieren tratamientos con pacientes más
perturbados, que eligen formas terapéuticas más abiertas y extendidas en el tiempo,
lo que los expone a desarrollar un vínculo más intenso y a participar de zonas de la
experiencia personal del paciente de mayor intimidad.
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Consiste en el grado de compromiso que el terapeuta experimenta con su trabajo, y
su relación con el resto de las áreas vitales. El modo focalizado describe a aquel
terapeuta que involucra pocos aspectos de su vida personal en el trabajo en
términos de tiempo, relaciones familiares y personales, expectativas económicas y
de prestigio social. El otro modelo describe al terapeuta que se siente comprometido
de forma más global con su tarea, lo que afecta y repercute sobre muchas áreas de
su vida personal.
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Cada uno de los grandes modelos de psicoterapia contribuyó con una propuesta
teórico clínica específica. Algunos han generado numerosas variables. Cada
modalidad particular incluye la prescripción de las condiciones en que debe realizarse
el tratamiento y las técnicas que deben utilizarse para cada situación. Durante un
largo período existió la creencia de que cada técnica sólo era aplicable dentro del
contexto modelístico en que fuera creada, pero los desarrollos posteriores de la
investigación permitieron observar que las técnicas admitían una transferencia
intermodelística, conservando su eficacia y favoreciendo los enfoques eclécticos e
integrativos.
Estos fenómenos plantean problemas de gran interés vinculados con la selección y
formación de recursos profesionales en esta práctica. Pueden ejemplificarse con
estas preguntas : a) ¿es posible establecer un perfil ideal de EPT para cada modelo
de psicoterapia?; b) de manera más circunscrita, ¿es posible establecer un perfil
ideal de EPT para cada procedimiento técnico en particular?, y c) ¿existe algún EPT
que caracteriza el modo de trabajo integrativo en psicoterapia?
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Cada uno de los modelos tradicionales de psicoterapia se basó en una concepción
teórica sobre tres cuestiones primordiales: la personalidad y sus dominios, la
psicopatalogía y la concepción sobre los procesos de cambio. La propuesta técnica
correspondiente prescribe las características del acto terapéutico: el dispositivo, la
modalidad de interacción entre paciente y terapeuta, las intervenciones terapéuticas
y los criterios de evaluación disponibles. Las formulaciones ortodoxas de cada
modelo representan las formas más estrictas. De ellas pueden desprenderse los
perfiles esperados más habituales de cada modelo. La Figura 1 representa los
perfiles que describen, a nuestro juicio, el ETP ideal correspondiente a los siguientes
modelos: psicoanálisis, terapia del comportamiento, terapia sistémica, terapia
gestáltica y terapia existencial.
Dado que han surgido diferentes variantes de estos modelos, podría utilizarse un
perfil específico para cada una de esas modalidades. Así, por ejemplo, podrían
emplearse perfiles diferenciales de la terapia sistémica: uno estructural, otro
estratégico. O para la terapia existencial: uno para el enfoque centrado en la
persona, otro para el enfoque logoterapéutico. Del mismo modo podría procederse
con los otros modelos.
¿En qué medida estos perfiles operan en la práctica? Aunque estos perfiles ayuden a
visualizar las características generales esperadas del estilo de un terapeuta, no es
seguro que los terapeutas que emplean esos modelos se ajusten de manera rígida a
dichas características. En la práctica se asumen significativas variaciones entre los
estilos con que puede emprenderse una modalidad terapéutica definida, debido al
hecho de que la variable del EPT es una condición de gran singularidad y que el
rango de variación con que pueden cumplirse los requerimientos de una técnica son
mucho más amplios. Los resultados esperados de una psicoterapia dependen, por lo
tanto, de la interacción entre una indicación técnica y el EPT que la lleva a cabo.
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Podrían intentarse diseñar perfiles más específicos, correspondientes a cada una de
las técnicas terapéuticas, referidos a cuestiones como: la amplitud de los objetivos,
la complejidad de los recursos, el tipo de intervenciones, etc. Por ejemplo, ¿cuál es el
perfil ideal del EPT correspondiente a la
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? Parece más probable encontrar modos definidos para los
estilos correspondientes a cada técnica, en la medida que la aplicación correcta de la
misma exige un experto que debe tener no solamente capacidad sino disponibilidad
para implementarla en las condiciones particulares en que opera.
Hemos estudiado en los últimos años la correspondencia entre EPT y aspectos
técnicos particulares, en el contexto institucional de nuestra labor clínica. De los
diferentes aspectos que llamaron nuestra atención, la variable de la extensión del
tratamiento es la que nos condujo a observaciones más interesantes y reveladoras.
Durante un período de tres años, estudiamos la actividad de un grupo de 30
terapeutas de nuestra institución. Utilizamos para ello, registros e informes escritos,
observaciones en vivo a través de una cámara de visión unidireccional y filmaciones
en vídeo de las sesiones.
La extensión de una psicoterapia es una de las variables técnicas más influyentes en
el diseño de un tratamiento y en el curso del mismo. Se refiere tanto a la frecuencia
como al tiempo de duración total y de ella dependen numerosos factores como:
amplitud de los objetivos, modalidad de la relación terapeuta paciente, grado de
exposición del terapeuta, grado de intimidad de los sentimientos expresados por el
paciente. La forma más habitual de clasificar a las psicoterapias de acuerdo con su
extensión, es en dos grandes grupos: breves y prolongadas. Últimamente, se han
ensayado formas más particulares de clasificación. Olfson y Pincus (1994) utilizan
cuatro categorías: muy breves, breves, intermedias y prolongadas.
En nuestro centro asistencial, utilizamos un criterio tripartito para clasificar la
extensión de los tratamientos: breves, intermedios y prolongados. Con los primeros
se abordan objetivos focalizados, generalmente unisintomáticos, de poca evolución
en la demanda. Suelen no exceder los seis meses de tratamiento. Tampoco suelen
sobrepasar las 50 sesiones, e incluso la mayoría se cumple en un número menor a
ése. Las formas intermedias suponen varios objetivos articulados entre sí, con menor
grado de focalización aunque abarcables desde el diseño inicial del tratamiento.
Suelen durar entre uno y tres años y su frecuencia más habitual es la de 2 sesiones
semanales. Corresponde con la expectativa más habitual encontrada en nuestras
investigaciones sobre representación de la psicoterapia en la población general
(Fernández Álvarez, Bregman, García y Scherb, 1996). Las formas prolongadas
corresponden a los objetivos abiertos, propios de la psicoterapia orientada a
favorecer el desarrollo personal y que operan sobre la dinámica global de la
personalidad del paciente. No tienen un tiempo definido de duración y puede tener
una frecuencia de varias sesiones semanales.
Los terapeutas observados habían recibido entrenamiento adecuado para llevar a
cabo tratamientos en cada una de esas tres formas. Los pacientes eran asignados a
cada terapeuta de acuerdo con criterios diagnósticos relativos al tipo de problema o
trastorno presentado y otras variables como la edad, el nivel sociocultural o el estilo
comunicacional dominante. Los terapeutas fueron juzgados por los supervisores, con
un nivel de eficiencia equivalente. Sin embargo, se observó un fenómeno de sumo
interés. El tiempo inicial de duración total estimado para cada tratamiento sufría
modificaciones en una cantidad respetable de casos. Ello estaba contemplado en
nuestro proyecto asistencial, ya que admite la posibilidad de modificar las
condiciones de un tratamiento en curso, cuando la evolución del mismo lo exija.
Existen ciertas pautas y condiciones a las que se debe ajustar el terapeuta en esos
casos. La prolijidad en el cumplimiento de estas reglas garantizaron un nivel
adecuado de eficiencia en el conjunto de los tratamientos.
¿Qué observamos al estudiar los cambios en la duración prevista? Hallamos un hecho
sorprendente: los terapeutas habían tendido a modificar la extensión en una cierta
dirección. Algunos habían inclinado la duración hacia formas más abreviadas,
mientras otros habían tendido a prolongar los tratamientos. Examinando esas
tendencias, encontramos que los terapeutas podían clasificarse según su disposición
e interés en llevar a cabo tratamientos de corta, mediana o larga duración, más allá
de la indicación previa asignada por el equipo de admisión.
Pasamos a considerarlos terapeutas "breves", "intermedios" y "prolongados", dada la
recurrencia evidenciada por cada uno para encontrar buenas razones que
justificaban llevar los tratamientos hacia una determinada extensión. Trabajando con
indicaciones de terapia prolongada, y en el curso de buenos procesos terapéuticos,
los terapeutas "intermedios" solían encontrar que, alrededor de los dos años y medio
o tres años, el paciente perdía motivación para continuar con su terapia. Los
terapeutas "breves" solían enfrentarse a mejorías bruscas e inesperadas que volvían
inútil continuar con una psicoterapia que inicialmente había sido programada para un
tiempo más dilatado. Los terapeutas "prolongados" informaban con frecuencia que
sus pacientes se sentían inclinados a extender los objetivos iniciales hacia propósitos
más abarcativos.
Es posible describir el EPT que cubre de manera más adecuada los requerimientos de
cada una de las formas extensivas de tratamiento. Ello queda representado en la
Tabla 2, con base en siete dimensiones pertenecientes a cinco de las funciones
comunicacionales descritas anteriormente.
Los terapeutas con un estilo personal correspondiente a la polaridad izquierda de la
figura tienen un perfil que funciona adecuadamente en los tratamientos breves. En el
extremo opuesto quedan representadas las características estilísticas de quienes se
manejan mejor con terapias prolongadas. Los terapeutas con valores medios en esas
dimensiones suelen actuar más eficientemente en nuestras indicaciones de terapia
intermedia. Las dimensiones excluidas de la figura no constituyen indicadores
significativos en relación con este fenómeno.
Esto tiene algunas interesantes implicaciones para la práctica. En primer lugar, sirve
para orientar a las personas que deciden comenzar a entrenarse como terapeutas
hacia un perfeccionamiento más afín con su estilo personal. De hecho, entre los
terapeutas con mayor experiencia, se observa una tendencia espontánea de los
mismos a especializarse en su trabajo acorde con estas características. Por otro lado,
también sirve para conocer aspectos de la técnica, especialmente cuando se busca
desarrollar alguna forma nueva de intervención o que supone modificaciones a
técnicas estándar de aplicación.
Fenómenos semejantes al descrito se encuentran al estudiar otras de las variables
técnicas de la psicoterapia. Para ilustrarlo, sirven estos ejemplos :
(a) Terapeutas que operan eficientemente en terapias individuales suelen tener
estilos que privilegian una asimetría acentuada, mientras que la asimetría moderada
es característica de quienes se desempañan con eficacia en las terapia grupales.
Tabla 2. Modos de comunicacion y extensión de la psicoterapéutico
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C*
*
*
*+
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Breve Intermedia
Prolongada
INSTRUCCIONAL
Rigidez
Flexibilidad
Actividad
Receptividad
Concentración
Apertura
ATENCIONAL
OPERACIONAL
Directividad
Persuación
Lógica
Retórica
EXPRESIVA
Baja tonalidad Alta
tonalidad
COMPROMISO
Distancia Proximidad
(b) Terapeutas interesados en ayudar a personas con enfermedades físicas y
terminales suelen mostrar estilos evaluativos optimistas; estilos más críticos se
suelen encontrar entre los terapeutas acostumbrados a trabajar con pacientes
adultos sin trastornos de gran severidad.
(c) Los terapeutas que trabajan en pequeñas localidades suelen presentar un estilo
interpersonal próximo, mientras que los que se desempeñan en grandes centros
urbanos (y especialmente cuando trabajan dentro de grandes organizaciones),
manifiestan predominio de un estilo interpersonal distante.
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¿Existe un EPT característico de quien trabaja con un modelo integrativo de
psicoterapia? La respuesta más adecuada es ambigua: por un lado sí, por otro lado
no. Veamos por qué.
No existe un EPT integrativo, en la medida en que no existe "un modelo integrativo"
de psicoterapia. La integración en este campo señala una tendencia necesaria, a
partir de cierto momento de la evolución, para facilitar la transferencia
intermodelística y la discusión sobre los aportes y resultados de las diferentes
propuestas terapéuticas. El interés por desarrollar modelos de integración en
psicoterapia supone elaborar gnoseológica y epistemológicamente una estructura
teórica susceptible de traducir en un nivel de mayor complejidad, las formulaciones
de base que se pretende integrar. Eso mismo admite innumerables propuestas
posibles, dependiendo de los aspectos particulares que se pretenden integrar y del
marco de referencia utilizado. Antes que "un" modelo integrativo, se observa una
"actitud o disposición integrativa" capaz de promover la gestación de diversas
alternativas posibles.
Pero, aunque no exista un EPT unificado y totalizador, correspondiente a un modelo
integrativo, es posible afirmar que existe un perfil de terapeuta que facilite dicha
actitud integrativa. ¿Qué características puede presentar dicho estilo? Se trata de un
terapeuta capaz, por sobre todas las cosas, de moldear sus intervenciones de
acuerdo con cada situación concreta que le toque enfrentar. Tendrá un estilo definido
en algunas dimensiones como alta flexibilidad y función atencional abierta. Y en
muchas dimensiones podrá variar a lo largo del continuo, pues el carácter integrativo
de su práctica lo volverá proclive a elegir, alternativamente, entre diferentes
opciones.
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Beutler, L.E. (1983).
Pergamon.
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(# New York:
Beutler, L.E., Machado, P.P. y Alstetter Neufeldt, S. (1994). Therapist variables. En
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Universidad de Santiago de Compostela, España
Luis Armando Oblitas Guadalupe
Universidad Intercontinental, México
*
+C
*
Hoy no hay ninguna duda de que la utilización del método científico es algo que va
unido a la propia definición de psicología. Entendida ésta como ciencia de la
conducta, con o sin conciencia, según las distintas posturas conceptuales que
conviven dentro de ella, la psicología ha logrado un lugar y un prestigio entre las
ciencias gracias a la experimentación, tanto de las conductas observables como de
las encubiertas o inobservables. Lo que pretendemos genéricamente como
psicólogos, y específicamente como psicólogos clínicos, es conocer, explicar, predecir
y resolver los problemas de la conducta humana o de la mente humana. La ciencia
se caracteriza (Mitchell y Jolley, 1992) por buscar reglas generales, recoger
evidencia objetiva, plantear afirmaciones verificables, adoptar una actitud escéptica,
estar abierta a nuevas ideas, creativa, explícita, pública y productiva, para hacer
descubrimientos y progresos. La psicología, como tal ciencia, tiene los mismos
objetivos que la ciencia en general y, específicamente, su punto de mira es conocer y
resolver los problemas humanos.
La investigación, por tanto, permite contestar a las cuestiones que nos planteamos
ante un hecho para el que no tenemos explicación adecuada. La metodología de
investigación nos guía en este objetivo y su adecuado conocimiento es uno de los
pilares básicos de la psicología y del psicólogo clínico, como es un claro ejemplo el
modelo de Boulder para los psicólogos clínicos norteamericanos, modelo que ha sido
seguido por muchos otros países, donde el psicólogo clínico es definido como un
científico profesional (Barlow, Hayes y Nelson, 1984). Este se caracterizaría por
tener una buena base de conocimientos clínicos para la evaluación, tratamiento y
prevención de los distintos problemas y trastornos psicológicos así como también
una buena base científica para mediante la investigación hacer progresar nuestra
ciencia.
+
*D
:
*
*
La investigación en psicoterapia sigue los mismos procedimientos generales de la
investigación científica y específicamente de la psicología. Sin embargo, su
especificidad radica en que se centra básicamente en evaluar la eficacia de
intervenciones terapéuticas psicológicas en uno o más sujetos que tienen un
problema o trastorno psicológico. La metodología de investigación en psicología
clínica estuvo estrechamente relacionada a la terapia de conducta desde sus inicios
( / # Kazdin, 1978). De hecho, varios de los procedimientos que vamos a revisar se
desarrollaron dentro de la terapia y modificación de conducta, tales como los diseños
de caso único. Por suerte ha habido en los últimos años un cambio importante por
parte de otras orientaciones terapéuticas que se han visto obligadas a utilizar el
método científico para comprobar o no su eficacia por obligaciones inherentes al
estado de los tiempos (primacía de la tecnología), costes del sistema de salud, fuerte
competencia de la farmacoterapia, necesidad de tener estatus científico, imperativos
legales, etc. Este hecho, por contra, ha facilitado en algunos casos la casi total
aceptación de conceptos relegados en otras épocas por su falta de carencia científica
o imposibilidad de evaluación objetiva (ej., pensamientos, sentimientos),
redenominación de conceptos muy discutidos (ej., inconsciente) con un nuevo modo
de investigarlos, comprobación de la eficacia de algunas terapias para trastornos
concretos cuando previamente estaban desechados del campo empírico por negarse
a evaluarlas (ej., terapia interpersonal), etc.
Todo ello, permite tener un mayor consenso hacia afuera, hacia las otras ciencias,
como en algunos casos, así, ha demandado la administración sanitaria de muchos
países, en donde sólo se financian aquellos tratamientos que han demostrado con la
metodología científica que son más efectivos que el no tratamiento, la remisión
espontánea, un grupo control, etc.
Cuando queremos evaluar una terapia psicológica se siguen varios pasos (Agras y
Berkowitz, 1980; Bayés, 1984). Primeramente, basándonos en el conocimiento
actual sobre el tema, un trastorno concreto en nuestro caso, tenemos dos
posibilidades inicialmente: observación clínica o investigación básica. En la
observación clínica lo que hacemos es analizar casos que, aunque no constituyen un
estudio controlado, es el primer paso para plantear problemas adecuados sobre el
trastorno y pasar a fases más complejas de la investigación. Igualmente, cuando es
posible hacer investigación básica, con animales o humanos, podemos más
fácilmente en el laboratorio que en la clínica, desarrollar modelos teóricos que
tendremos, posteriormente, que comprobar con grupos adecuados de sujetos
(Weisz, Weiss y Donenberg, 1992). La confluencia de los dos métodos anteriores, o
uno solo de ellos, nos llevaría a desarrollar nuevos procedimientos de intervención,
los cuales pasaríamos a comprobar de tres modos distintos: a) mediante estudios
sistemáticos de casos clínicos individuales, preferentemente con diseños de caso
único o N = 1; b) mediante estudios análogos con poblaciones no clínicas y grupos
control, si no es posible acceder a las poblaciones clínicas con ese trastorno; y, c)
mediante estudios clínicos con grupos controles.
Cuando nuestra investigación ha mostrado que un tratamiento es efectivo respecto a
un grupo de control, tenemos que comprobar que esa eficacia del final del
tratamiento se mantiene a largo plazo (habitualmente un año), es necesario replicar
en otros estudios que este hallazgo se mantiene además de aplicar las estrategias de
evaluación del tratamiento, como comparar qué elementos del mismo son los
responsables de la eficacia, si se incrementa la eficacia añadiendo nuevos
componentes, si variables del cliente o del terapeuta incide en la eficacia, etc.Tanto
para el clínico como para el investigador, las posibilidades de evaluar su trabajo, la
aplicación de un tratamiento, son hoy posibles, diversas y amplias. Los distintos
tipos de investigación lo hacen posible, como veremos, pudiendo tanto el clínico
como el científico investigador, contribuir de modo importante tanto a la mejora y
evaluación de su propio trabajo clínico, como a incrementar el bagaje técnico,
profesional y social de la psicología clínica como una ciencia aplicada que tiene como
objetivo central reducir el sufrimiento del ser humano.
Una nota final para el lector en este punto es que los métodos que vamos a describir
caen dentro del paradigma de investigación cuantitativa y positivista que domina la
investigación de la psicoterapia contemporánea (cfr. Bergin y Garfield, 1994; Kazdin,
1994). Esto implica definiciones operacionales, evaluaciones estandarizadas, prueba
de hipótesis y métodos cuantitativos de evaluación. Otro paradigma distinto es el de
la aproximación fenomenológica y hermenéutica, el cual se centra en la experiencia
de los pacientes individuales y en métodos cualitativos y descriptivos, y que ha
quedado relegado casi totalmente del campo de la psicología al optar ésta, ya hace
casi un siglo, por convertirse en una ciencia.
+
D
+ K
*
Tal y como hemos visto, podemos encontrarnos con distintos tipos de investigación
en psicoterapia. Sin embargo, todas persiguen el mismo objetivo: poder obtener
conclusiones válidas acerca de una determinada intervención. Para conseguir este
propósito es necesario separar las influencias de la variable que se manipula de otros
factores desconocidos, que pueden interferir con la extracción de inferencias válidas.
El investigador pretende atribuir los resultados conseguidos a los efectos del
tratamiento y, por tanto, minimizar las amenazas a la validez. La metodología, el
diseño de investigación y el cálculo estadístico son las herramientas fundamentales
con las que contamos para excluir o minimizar dichas amenazas. Dicho de otro
modo, cuando nos referimos a los distintos factores, diferentes de la variable
independiente, que pueden entorpecer nuestras inferencias, estamos haciendo
alusión a tipos de validez experimental, habiéndose identificado cuatro tipos: validez
interna, validez externa, validez de constructo y validez estadística (Cook y
Campbell, 1979; Kazdin, 1992).
La
tiene que ver con aquellas amenazas que podrían explicar los
resultados de la intervención. Se refiere a la medida en que una situación
experimental concreta es capaz de descartar las explicaciones alternativas a las
diferencias obtenidas. Las amenazas a la validez interna son todas aquellas
variables, distintas a la independiente3, que puedan provocar cambios y, por tanto,
confundir el proceso de inferencia (ej., historia, maduración, medición repetida). Esto
es, se refiere hasta qué punto un experimento demuestra claramente que la
intervención explica el cambio.
Aunque lo más importante y prioritario en investigación es demostrar las relaciones
entre la variable(s) independiente(s) y la(s) dependiente(s), no debemos dejar de
valorar la generalización de la(s) relación(es) a otras personas, situaciones, tiempos,
etc. Esto hace referencia a la
, la cual aborda la cuestión del alcance
al que se pueden generalizar o extender los resultados obtenidos en un estudio. Por
tanto, cuando se finaliza una investigación también debe preocuparnos qué sujetos,
situaciones, tiempos, características de la situación experimental, etc., podemos
generalizar los cambios que hemos constatado. En la tabla 1 aparecen los factores
más importantes que afectan a la validez interna y externa.
Tanto la
como la
!
)
se les ha
prestado menos atención, puesto que se dirigen a cuestiones más sutiles. La validez
de constructo surge una vez que se ha demostrado que un determinado tratamiento
fue el responsable del cambio. En concreto, la validez de constructo se refiere a los
factores relacionados con la base conceptual que subyace al efecto de la
intervención. Una de las tantas cuestiones que podemos plantearnos es el alcance al
que el constructo que subyace al efecto de la intervención sirve como base de
interpretación a dicho efecto y no a otros factores tales como la atención, el contacto
con el sujeto, expectativas de los sujetos y/o experimentadores, etc. Por último, nos
encontramos con la
)
, la cual está directamente relacionada con los
aspectos de la valoración cuantitativa que podrían afectar a la interpretación de los
hallazgos tales como una baja potencia estadística, variabilidad en los
procedimientos, falta de fiabilidad en la medición y pruebas estadísticas
inapropiadas. La cuestión de interés de la misma es hasta qué punto se ha logrado
un resultado y cómo puede la investigación detectar los efectos si los hay.
Tabla 1. Factores que atentan contra la validez interna y externa.
: Los acontecimientos específicos ocurridos durante la investigación entre la
medición pretratamiento y la postratamiento (ej., discusión conyugal).
! : Procesos internos de los sujetos que se producen como consecuencia del
paso del tiempo (ej., hacerse mayor).
mayor .
! : Cualquieambio que pueda ser atribuido a la administración de las pruebas
de evaluación.
! : Los cambios que se producen por los instrumentos de medida o en el
procedimiento evaluativo.
'
!
)
: Fenómeno que se produce como consecuencia de elegir sujetos
para formar los grupos en base a puntuaciones extremas.
! : Cualquier diferencia entre los grupos que sea debido a la
selección diferencial en el proceso de asignación a los grupos.
! : Pérdida de sujetos en el transcurso de la investigación.
./ !
: Ocurre cuando la intervención aplicada al grupo experimental
es inadvertidamente también proporcionada al grupo control.
- !
=
: El alcance con el que los resultados de nuestra
investigación pueden generalizarse a otros sujetos.
- !
: El alcance con el que los resultados
obtenidos se pueden generalizar a otras situaciones.
- !
: Hasta qué punto se puede extender nuestros resultados a otras
conductas distintas de las que hemos medido.
- !
: El alcance que pueden tener los efectos
conseguidos más allá del período que hemos utilizado en una investigación dada.
- !
: Hasta qué punto
pueden administrar el mismo tratamiento otras personas diferentes a las que lo
hicieron en una investigación particular.
'
!
: La posibilidad de que los sujetos puedan
manifestar determinadas reacciones fruto del conocimiento de estar participando en
una investigación.
!
: Las influencias derivadas del conocimiento de los sujetos de que
están siendo evaluados.
- !
: La posibilidad de que al evaluar los sujetos antes del
tratamiento, los sensibilice de cara a la intervención subsiguiente.
/
B
: Cuando los sujetos se exponen a más de un
tratamiento, las inferencias acerca de un tratamiento particular pueden estar limitadas
por el hecho de que no sabemos con precisión si el cambio observado se debe a ese o
a otro tratamiento.
:
: Posibilidad de que los efectos de una intervención puedan en
parte depender de la novedad de la misma, más que a la eficacia del tratamiento en
sí.
Como bien podemos observar, cada tipo de validez plantea determinadas cuestiones.
Aunque, no todas las amenazas a la validez pueden ser neutralizadas en un estudio
dado, ello no nos exime de intentar buscar la metodología, el diseño y la prueba
estadística más idónea para descartar el mayor número posible de amenazas.
CCCCCCCCCCCCCCCCCCCCC
3
D
B
0 =#
*
=
/
D
*
1#
:
+
D
C
*+
*
El objetivo básico de la investigación en psicoterapia es desarrollar y evaluar
tratamientos efectivos. Esto se lleva a cabo a través de varias estrategias de
evaluación del tratamiento, que se agrupan en ocho (Kazdin, 1980, 1983, 1986,
1992, 1994): paquete de tratamiento, estrategia de descomposición del tratamiento,
estrategia de construcción del tratamiento, estrategia de parámetros del
tratamiento, estrategia de comparación del tratamiento(s), estrategia de variación
del cliente y del terapeuta, estrategia de investigación del proceso, y estrategias
combinadas de las anteriores. En la tabla 2 presentamos las características
definitorias de cada una de ellas.
'
%
%
Esta estrategia se denomina "paquete de tratamiento" porque éste es examinado en
conjunto cuando incluye distintos componentes. En esta estrategia se evalúa el
efecto de un tratamiento particular para comprobar su efectividad en un problema
clínico concreto. En esta estrategia y, para excluir la posibilidad de que el cambio sea
una función de eventos históricos, madurativos, remisión espontánea, evaluación
repetida y otras amenazas a la validez interna, habitualmente se utiliza un grupo
control de no tratamiento o lista de espera. Esta estrategia implica básicamente
aplicar un tratamiento concreto a un trastorno específico y comprobar si con el
mismo se produce cambio terapéutico. Si demuestra otro que es eficaz, quedan otras
preguntas por responder, para las que es más adecuado otro tipo de estrategias.
Ejemplos de paquetes de tratamiento pueden verse para la depresión en Beck, Rush,
Shaw y Emery (1979), para la agorafobia en Pastor y Sevillá (1995) y para el
tabaquismo en Becoña (1993), entre otros muchos.
'
%
%
"
",
% !
En esta estrategia seanalizan los componentes de un tratamiento. Esto implica que
utilizamos un paquete de tratamiento que previamente ha mostrado su eficacia y
ahora nos interesa conocer a qué componentes del mismo se debe la misma. En esta
estrategia un grupo de sujetos recibe el tratamiento completo, otro grupo el
tratamiento menos un componente del mismo, otro sin dos componentes del mismo,
etc.
Tabla 2. Estrategias de valoración de los tratamientos para desarrollar e identificar
las intervenciones eficaces
Estrategia de tratamiento
Paquete de tratamiento
Estrategia de
desmantelamiento
Objetivo que persigue
Forma de proceder
Evaluar si un tratamiento Comparar una condición de
específico produce cambio tratamiento con una de no
terapéutico.
tratamiento o de lista de
espera.
Encontrar los
Comparar dos o más grupos
componentes básicos de de tratamiento a los que se
un paquete de
le hayan sacado
tratamiento que faciliten componentes.
el cambio terapéutico.
Estrategia constructiva
Estrategia paramétrica
Apresar aquellos
Comparar dos o más grupos
componentes que
de tratamiento, a los que se
añadidos a un tratamiento hayan añadido
optimizan la eficacia del componentes.
mismo.
Variar cuantitativa o
cualitativamente un
parámetro de un
tratamiento para
maximizar la efectividad
del mismo.
Comparar dos o más grupos
de tratamiento que varíen en
algún parámetro del
tratamiento.
Estrategia comparativa
Evaluar si un tratamiento Comparar dos o más grupos
es más eficaz que otro
con distintos tratamientos
para un problema clínico para un problema concreto.
dado.
Estrategia de variación
cliente y terapeuta
Averiguar hasta qué
punto la eficacia de una
intervención puede
deberse a las
características de los
clientes y/o terapeutas.
Estrategia de proceso
Comparar el mismo
tratamiento variando una o
más características de los
clientes y/o terapeutas.
Investigar los procesos
Comparar grupos de
que se produzcan durante tratamiento en los que se
el tratamiento y que
evalúan las interacciones
repercuten en el resultado paciente y terapeuta en las
del mismo.
sesiones.
Adaptado de Kazdin (1980, 1992, 1994).
En la práctica, suelen utilizarse dos o como máximo tres grupos de comparación con
esta estrategia, siendo conveniente utilizar también otro de control.
Esta estrategia permite conocer cuáles son los componentes específicos más
importantes del tratamiento. También permite corroborar o refutar las hipótesis
teóricas derivadas de la estrategia en su conjunto y del peso de cada uno de sus
componentes. Exige, por su parte, que el tratamiento que comparemos esté
claramente delimitado y sea divisible en varios componentes. Un ejemplo de esta
estrategia aplicada al trastorno de estrés postraumático puede verse en Renfrey y
Spates (1994) donde utilizaron la desensibilización sistemática del movimiento
ocular, utilizando dicho procedimiento de modo estándar, comparándolo con dos
variantes, una sin el componente terapéutico del movimiento ocular y, la otra, sólo
con tareas de rastreo visual.
'
%
"
"" ,
%
Al contrario que en la estrategia anterior de descomposición, en la de construcción
del tratamiento partimos de uno al que añadiremos componentes adicionales u otro
tratamiento, con el objetivo de mejorar el resultado del mismo. En esta estrategia se
plantea la cuestión de ED
=
F Un ejemplo claro de esta estrategia son los múltiples
estudios realizados en los últimos años, comparando tratamientos psicológicos con
tratamientos farmacológicos, en donde se utilizan el psicológico y el farmacológico,
separadamente, y la combinación de ambos. Un ejemplo de aplicación de
autoexposición, farmacoterapia (benzodiazepinas) y combinación de ambos aplicado
a la agorafobia puede verse en Echeburúa, Corral, García y Borda (1992). Esta
estrategia permite conocer la eficacia diferencial de dos tratamientos y si en conjunto
obtienen los mismos resultados que cada uno por separado o, por el contrario, hay
una mejora adicional en dicha combinación. Al igual que ocurre con las estrategias
anteriores, también en esta estrategia es conveniente incluir un grupo de control.
'
%
% !
En esta estrategia alteramos aspectos específicos de un tratamiento con el objetivo
de maximizar el cambio terapéutico. Normalmente lo que se hace es variar alguna
dimensión cuantitativa del tratamiento. De este modo, se pueden utilizar dos grupos
donde uno recibe el tratamiento y el otro el mismo tratamiento pero con una
variación cuantitativa en una dimensión particular del mismo. Por ejemplo, en el
tratamiento de exposición, utilizar distintos tiempos de exposición al estímulo que
provoca ansiedad, presentación imaginaria o en vivo, utilizar mayor número de
sesiones, modo de presentación del material, etc. Un ejemplo de la variación de un
parámetro, aplicado al tabaquismo, la variación del número de sesiones de
tratamiento, puede verse en García y Becoña (1995). Esta estrategia es muy
importante porque permite mejorar la técnica que ha mostrado ser con anterioridad
efectiva, investigando cuál es el modo de incrementar la eficacia de la misma.
'
%
"
",
% !
G H
En esta estrategia, dos o más tratamientos distintos son comparados para conocer
cuál es el más eficaz para un problema clínico. Esta estrategia es ampliamente
utilizada e incluso, en ocasiones, se utiliza como grupo control un tratamiento
efectivo que se compara con otro del que se espera sea claramente más efectivo. Un
ejemplo actual representativo es el estudio del
:
norteamericano sobre el tratamiento de la depresión, en donde se incluyeron grupos
de terapia cognitiva conductual, psicoterapia interpersonal, farmacoterapia
(imipramina) y medicación placebo como grupo control (Elkin, 1994). Cuando se
comparan dos estrategias de tratamiento distintas (ej., desensibilización sistemática
vs. psicoterapia breve) deben especificarse algunos parámetros del tratamiento que
tienen que ser homogéneos, como número de sesiones, duración de las sesiones,
visitas por semana, etc.; en caso contrario no serían comparables ambos
tratamientos porque estarían influyendo variables extrañas al tratamiento que
pueden ser la causa de los resultados obtenidos (ej., mayor o menor número de
sesiones). En esta estrategia debe utilizarse un grupo control porque si no hay
diferencias significativas entre los dos tratamientos, éstas no se atribuyen a los
factores inespecíficos del tratamiento.
'
%
&
",
% ! "!
$% !
Partimos de la base de que un tratamiento es efectivo por los componentes efectivos
que contiene. Sin embargo, también puede ser posible que la eficacia del tratamiento
pueda ser debida a las características de los clientes y a las características del
terapeuta. La estrategia de variación del cliente y terapeuta se orienta precisamente
a analizar si distintos atributos de éstos son los responsables de los resultados
obtenidos. Esta estrategia se lleva a cabo operativamente seleccionado una o más
variables del cliente, como sexo, edad, nivel socioeconómico, educación, estatus
marital, gravedad del trastorno, variables de personalidad, etc. Un ejemplo de esta
estrategia aplicada al alcoholismo puede verse en Kadden, Cooney, Getter y Litt
(1989). Dentro de las variables del terapeuta se han investigado los años de
experiencia, el entrenamiento, edad, interés, empatía, cordialidad (Navarro,
Schindler y Silva, 1987). También puede ser posible comparar clientes y terapeutas
sobre una variable, como por ejemplo sexo, edad, etc. Esta estrategia permite
conocer si el tratamiento es más o menos efectivo con unos u otros clientes, en
función de las variables analizadas (ver Becoña, 1995).
'
%
&
' ",
% !
"
En los últimos años ha cobrado gran relevancia esta estrategia que atañe a qué
ocurre a lo largo del tratamiento (proceso) y qué explica los cambios que ocurren al
final del mismo. Aunque los estudios iniciales sobre el proceso no se concebían
exactamente con este objetivo, hoy los estudios se orientan básicamente a conocer
qué técnicas son las más adecuadas y cómo podemos explicar esa eficacia o cuáles
son los antecedentes del cambio terapéutico. En este sentido, conocer el proceso, no
por el proceso en sí, sino cómo contribuye al resultado del tratamiento, es muy
relevante. Algunos de los procesos relevantes que se han estudiado han sido la
relación cliente terapeuta, interacciones entre ambos, percepción entre ambos,
cambios emocionales a lo largo de las sesiones, etc. (Orlinsky, Grawe y Parks,
1994). Cuestiones relevantes en la evaluación del proceso son actualmente (Kazdin,
1992) secuencia, etapas y progresión del afecto, cognición y conducta del cliente o
terapeuta a lo largo del tratamiento o dentro de las sesiones individuales. Esta
estrategia tiene su lugar preferente en el estudio de los procesos y resultados de un
tratamiento y de las bases teóricas que sustentan el mismo. En este caso podemos
evaluar no sólo el resultado sino qué factores podemos considerar responsables del
mismo, según el modelo teórico del que partimos. Sin embargo, a pesar de la
importancia de la investigación del proceso y de los múltiples estudios que se han
realizado (Hanna y Ritchie, 1995), sigue siendo una cuestión compleja tanto a nivel
teórico, como de investigación y de conclusiones respecto a la eficacia del
tratamiento.
'
"
(
%
%
!
En ocasiones, los investigadores utilizan las estrategias anteriores de modo
combinado, empleando más de una. Por ejemplo, podemos analizar la relación entre
el cliente, el terapeuta y la técnica. Para ello podemos utilizar varias de las
estrategias anteriores. Claramente un estudio que incluya estos tres componentes
proporciona mucha información a distintos niveles. Sin embargo, es difícil hacer
estudios de este tipo, como veremos más adelante, por el gran número de sujetos
que se precisarían. Estudios recientes realizados en distintos centros con distintos
terapeutas para un mismo trastorno, como es el ejemplo ya citado del estudio de la
depresión (Elkin, 1994), sí que permiten estrategias combinadas. Como hace ya años
apuntó Kiesler (1966), el "mito de la uniformidad" era una de las causas que en su
opinión impedía distinguir entre tipos de clientes, terapeutas y técnicas.
C+
+
El estudio de caso ha constituido en la historia de la psicología clínica uno de los
aspectos que la han caracterizado. Casos como los del pequeño Hans descrito por
Anna O Freud, el pequeño Alberto descrito por Watson y Rayner, y las tres caras de
Eva Eva Blanca, Eva Negra y Jane , descrito por Thigpen y Cleckley, como los más
famosos, citados o conocidos (cfr. Davison y Neale, 1994), nos muestra la relevancia
del estudio de caso. Sin embargo, a veces tanto los estudiantes como los clínicos
creen que lo que aporta datos relevantes que hacen avanzar a la psicología clínica
son siempre los estudios de investigaciones experimentales bien controlados. Como
ya hemos visto con anterioridad, la investigación en psicoterapia debe entenderse en
un orden jerárquico con distintos niveles, en uno de los cuales el estudio de caso
ocupa un lugar relevante, aunque cuando analizamos la investigación en su conjunto
pueda hacernos creer que es poco importante.
En la práctica, el estudio de caso es una de las bases principales de aportación de
conocimiento que permite luego pasar a realizar estudios más complejos y con todos
los requisitos de control experimental. Por ello, nos interesa especialmente insistir en
este punto, en que el estudio de caso es de gran utilidad para aportar conocimientos
y técnicas específicas a la psicología clínica y, al tiempo, en muchas ocasiones han
sido la antesala del diseño de estudios experimentales bien controlados, que son los
que permiten confirmar o rechazar las impresiones clínicas iniciales que
proporcionaron los estudios de casos. Sin duda, el estudio de caso, es una fuente
inagotable de nuevas ideas para la investigación (Kazdin, 1980).
El estudio de caso se utiliza, por tanto, en distintas ocasiones, como: a) para
proporcionar una descripción detallada de un fenómeno raro o inusual o de nuevos
métodos o procedimientos terapéuticos o de evaluación; b) para rechazar aspectos
sostenidos firmemente por un punto de vista teórico particular; y, c) para generar
hipótesis que puedan ser comprobadas a través de la investigación controlada
(Davison y Neale, 1994). En el estudio de caso estudiamos o presentamos las
observaciones pormenorizadamente, del tratamiento de un solo cliente. Constituye,
por tanto, el estudio minucioso de un cliente individual (Kazdin, 1980). Cuando se
presenta un estudio de caso, el objetivo básico es presentar la descrición con
muchos detalles para que permita conocer claramente los antecedentes del
problema, la evaluación realizada, el tratamiento y efectos del mismo así como las
distintas explicaciones que el autor considera que justifica la mejoría clínica del
cliente (ej., Graña, 1991). Un estudio de caso comprensivo incluirá probablemente
(Davison y Neale, 1994) la historia familiar y los antecedentes del problema, la
historia médica, historia escolar, historia laboral, historia marital y de pareja y otros
detalles relevantes sobre el desarrollo, ajuste, personalidad, curso de la vida y
estado actual en que se encuentra. Junto con este estudio detallado, centrado en la
historia y evaluación, el tratamiento se presenta minuciosamente por bloques,
sesiones, temas, etc. Aunque el marco teórico del clínico le lleva a dar más peso a
unos datos que a otros y, por tanto, a recogerlos de modos distintos, la presentación
del caso con datos objetivos y lo más operativo posible, ayuda a comprender y a
evaluar más fácilmente el mismo por parte de otro clínico cuando lo lee.
La psicología clínica básicamente lleva a cabo los tratamientos de modo individual en
la práctica cotidiana y parece "lógico" investigar esa forma de trabajar,
especialmente cuando aparecen nuevas patologías hasta ese momento inexistentes o
no descritas, tratamos un caso poco frecuente que tiene interés dar a conocer, la
persona tiene una reacción nueva al tratamiento, etc. En medicina, el estudio de
caso es muy importante y, por ello, revistas importantes de cada especialidad tienen
un apartado específico para el estudio de caso que aportan información para el
avance de la disciplina.
Erróneamente a veces no se ha entendido adecuadamente el objetivo del estudio de
caso, dado que, como es cierto, la metodología de investigación se ha orientado al
estudio con grupos experimentales, utilizando habitualmente un grupo experimental
y un grupo de control. En los últimos años ha habido un giro en lo que respecta al
reconocimiento de la importancia del estudio de caso y, como veremos en el punto
posterior, la posibilidad de un estudio de caso experimental hoy es posible, como
ocurre con los diseños de replicación intrasujeto o diseños de caso único (Arnau,
1984; Barlow y Hersen, 1984; Gelfand y Hartmann, 1989). Por otra parte, en toda la
historia de la psicología clínica ha habido una importante orientación recomendando
el estudio intensivo del caso individual, aproximación conocida como idiográfica, en
la denominación de Allport (1961) para el estudio individual de la personalidad, en
contraposición a la aproximación nomotética, referida al estudio de grupos.
Recordemos igualmente, cómo Skinner (1957) abogó siempre por el estudio
intensivo de un solo sujeto, rechazando la metodología de la investigación de grupos.
Cuando queremos desarrollar o mejorar un nuevo procedimiento terapéutico, el
mejor modo de empezar es por el estudio de caso. El ejemplo de Wolpe (1958) es
bien representativo a este respecto en su desarrollo y evaluación de la
desensibilización sistemática, presentando en su libro una serie de 210 casos
tratados con dicha técnica. Esto constituye lo que se denomina
. En
este caso, el autor presenta una serie de casos que ha tratado, individualmente, a lo
largo de un período de tiempo con una misma técnica, para un mismo trastorno, en
una situación específica, etc. La presentación de series de casos permite una
evaluación del grupo de casos tratados (ej., porcentaje de eficacia en 70 casos), al
tiempo que puede aportar información sumamente útil para los clínicos, al presentar
el terapeuta que los ha tratado, su visión global en función de sus resultados
"grupales" de sus casos tratados "individualmente".
Para Kazdin (1980, 1992) el estudio de caso tiene como valores principales: ser una
fuente de ideas e hipótesis sobre el desarrollo y ejecución de la conducta humana;
ser una fuente para el desarrollo de las técnicas de intervención y de aplicaciones de
técnicas únicas; posibilita estudiar fenómenos extraños o poco frecuentes;
proporcionar evidencia en contra de nociones que se consideran ser universalmente
aplicables; y, su valor persuasivo y motivacional para hacer inferencias y mantener
un particular punto de vista sobre el trastorno clínico. También el estudio de caso
tiene sus limitaciones, como: las distintas explicaciones alternativas que se pueden
dar del caso, distintas a las proporcionadas por el clínico; sesgos en la interpretación
y juicios del caso por parte del terapeuta, dada la dificultad a veces existente en los
mismos para diferenciar los datos de las inferencias; y problemas de generalización a
otros individuos y a otras situaciones distintas a las presentadas en el caso.
La principal limitación del estudio de caso surge al no tener un control o grupo
control. Esto impide controlar las distintas variables que pueden afectar a la validez
interna. También por ello el estudio de caso no utiliza la estadística, sólo se centra
en la descripción del mismo. Podemos mejorar lo anterior presentando una serie de
casos, incrementándose así la posibilidad de generalización. La calidad de la
recolección de información sobre el caso va a depender del clínico. Como ocurre en
los diseños experimentales, la calidad será mayor si utiliza varias medidas
pretratamiento, si se analiza meticulosamente el proceso de tratamiento con
medidas fiables y objetivas (ej., grabaciones en vídeo, cuestionarios estándar), si
personas distintas al clínico evalúan la mejoría clínica, etc. Mantener un equilibrio
entre la novedad del caso y la metodología es una cuestión que el clínico tiene que
tener clara y saber manejar adecuadamente. También tenemos que tener claro que
el estudio de caso constituye un punto en un continuo de la metodología de
investigación. De un estudio de caso o varios casos no podemos generalizar de modo
que elaboremos una teoría completa del cambio de conducta humana, tal como hizo
por ejemplo el psicoanálisis, sino que hay que dar varios pasos más, donde el último
es la comparación de grupos y la replicación de los hallazgos obtenidos para su
posterior generalización.
Una aproximación interesante que desarrolla el estudio de casos individual es la de
Ross (1981) con su análisis del caso desviante, consistente en el análisis intensivo de
aquellos individuos que habiendo participado en un estudio de grupo experimental
difieren marcadamente del promedio del grupo. De este modo, el estudio de grupos
se complementaría y ampliaría con análisis de casos individuales relevantes para
explicar la total remisión del trastorno, o el mantenimiento o empeoramiento del
sujeto.
Hay autores que ven poco útil el estudio de casos (ej., Barlow, Hayes y Nelson,
1984) mientras que otros insinúan la superioridad del estudio de casos clínicos a los
diseños experimentales (ej., Howard, 1993). En nuestra opinión, el estudio de caso
es un elemento esencial para hacer progresar a nuestra ciencia. Si es cierto que
tenemos un paso intermedio entre el estudio de caso y la investigación experimental
controlada, que se ha desarrollado ampliamente en los últimos años, como son los
denominados diseños experimentales de caso único. Estos permiten la
experimentación rigurosa con un solo caso. En el siguiente apartado analizamos este
tipo de diseños. Aún así, el estudio de casos ocupa un lugar en una primera fase
para aportar conocimiento que luego hay que refinar y comprobar con un diseño
experimental de grupos.
+
L
+
M*
Los diseño de caso único, también conocidos como diseños de N = 1, intrasujeto,
medidas repetidas y series temporales, se plantearon como una alternativa a los
diseños de comparación entre grupos, que impedían saber el efecto de las
intervenciones sobre cada uno de los sujetos. En realidad no hay solapamiento entre
los mismos, pues cada diseño ocupa un lugar y desempeña unas funciones
específicas (Barlow y Hersen, 1984). A través de ellos se persigue reducir el número
de alternativas a la hora de explicar la relación entre la variable independiente y la
dependiente, para observar algo a la máxima potencia. A pesar de su nombre, no
tienen por qué utilizar un único sujeto. De hecho puede incluir más sujetos que los
que aparecen en algunos diseños de grupos experimentales. Su conceptualización (N
= 1) apela a una determinada forma de proceder (Kazdin, 1992). Estos diseños
siempre han tenido una considerable importancia dentro de la psicología, pero
estuvieron restringidos a la experimentación. Con el surgimiento de la modificación
de conducta experimentaron un gran desarrollo, siendo utilizados dentro de la misma
con gran asiduidad (Arnau, 1984). En los años 50 y 60 era el método principal para
demostrar la eficacia de las técnicas de tratamiento innovadoras.
A la hora de trabajar con los diseños de caso único tenemos que ceñirnos a unos
determinados requisitos para descartar las amenazas a la validez interna (Kazdin,
1980). En primer lugar, se requiere una evaluación continua o empleo de medidas
repetidas. En la naturaleza humana existe multitud de variables, ambientales y
genéticas, implicadas en la conducta. Éstas afectan al inicio, al curso y al pronóstico
de los problemas. Para controlarlas hay que recurrir a la evaluación continua que nos
permite conocer el fondo de variabilidad sobre el que se van a plasmar los efectos de
la manipulación. En segundo lugar, es preciso establecer la línea base, que
representa el período anterior a la introducción de la variable independiente en que
se toman los registros de la conducta a modificar. Tenemos que determinar la fuerza
y la expresión de las variables ambientales sobre la conducta, además de servir
como condición de control. Esto es, la línea base nos permite describir la conducta
(rango de variabilidad) y hacer una predicción acerca del nivel de ejecución que
tendríamos en el futuro si no aplicáramos una intervención.
En tercer lugar, es imprescindible una relativa estabilidad en la ejecución. De este
modo nos aseguramos las mejores condiciones de observación posibles. Es un
requisito difícil de conseguir porque no sólo depende del experimentador. También
tiene que ver con la propia expresión de la conducta a manipular. Una fase (ej., línea
base) presenta estabilidad en la ejecución, entre dos puntos de observación, cuando
una conducta dada no presenta ninguna pendiente, tendencia a crecer o decrecer
sistemáticamente, y la variabilidad, fluctuación a través del tiempo, es mínima o no
existe. Y, en cuarto lugar, nos encontramos con la manipulación de la variable
independiente. La forma de manipular la variable independiente es el aspecto más
importante y que posibilita el control en este tipo de diseños.
Los distintos diseños de caso único lo son en función del tipo de manipulación que se
hace de la variable independiente, pues cada diseño la manipula de una determinada
forma. Un requisito formal de todos los diseños de caso único es que las variables
sólo se pueden cambiar de una en una. Ello significa que salvo circunstancias
excepcionales, en tres fase consecutivas sólo podemos cambiar una a la vez. Por
último, se necesita que la longitud de las fases sea similar. Al tener que esperar a
que se estabilice la ejecución en cualquier fase, es probable que tengamos fases con
distinta duración. Pues bien, estaríamos introduciendo un factor perturbador en la
interpretación de los resultados.
A continuación presentamos los diseños de caso único, de reversión y no reversión,
más importantes (Arnau, 1984, Barlow y Hersen, 1984; Barlow, Hayes y Nelson,
1984; Kazdin, 1980, 1982).
+
N
%
&
,
Los diseños de reversión son un grupo de procedimientos que sirven para poner a
prueba predicciones a través de la alternancia entre las condiciones de línea base, en
las que no está presente la intervención, con fases de intervención.
+
N
39
Este diseño, también llamado de
, es la más simple de las
estrategias experimentales y sólo permite conclusiones tentativas acerca de la
influencia del tratamiento. Consta de una fase en la que se realizan las evaluaciones
(fase A) y otra en la que se aplica el tratamiento (fase B). El sujeto tiene que
registrar una conducta hasta que la línea base se estabiliza y, posteriormente, y una
vez introducida la intervención, se siguen tomando medidas de modo continuo hasta
conseguir un determinado patrón de ejecución. La lógica que subyace a este diseño
es sencilla, pues cualquier cambio que se produzca durante la fase de intervención
con relación a la línea base se atribuye a la intervención, aunque con ciertas
reservas. El análisis no proporciona ninguna información de cuál hubiera sido el
curso natural de la conducta si no hubiéramos introducido el tratamiento. Este diseño
permite controlar algunas fuentes de amenaza a la validez interna (ej., maduración,
historia), aunque es víctima de la influencia de una gran cantidad de variables
perturbadoras. Por tanto, debe reducirse a aquellos casos que no hacen posible una
experimentación más extensa.
+
N
393
Esta modalidad de diseño es el más simple de las estrategias de análisis
experimental en la que la variable de tratamiento es introducida y posteriormente
retirada. Primero se introduce la línea base (fase A), luego se aplica el tratamiento
(fase B) y, por último, se retira el mismo para que la conducta vuelva al estado
inicial (fase A) (ej., Hersen, Eisler, Alford y Agras, 1973). Este diseño nos permite un
grado mayor de certeza de que la variable de tratamiento es la responsable de los
cambios observados en la conducta problema. No obstante, dicho diseño no está
exento de limitaciones. Presenta problemas éticos derivados de que el diseño acaba
en una fase de línea base, con lo que se le niega en parte al paciente los beneficios
del tratamiento. Además, este diseño está expuesto a problemas derivados de los
efectos del orden y de la combinación de variables que conlleva un cierta limitación
en la generalización al campo clínico.
+
N
393 39
También llamado
D
, es el diseño
experimental básico en la investigación de caso único. Es una prolongación del
diseño A B A, al que se le añade una nueva fase de intervención después de haber
retirado el tratamiento, por tanto, las fases A y B se repiten para completar las
cuatro fases. Esto es, proporcionan dos momentos, de A B y de A B, para demostrar
que el resultado se debe a la variable de tratamiento. Permite el control de las
deficiencias presentes en el diseño A B A, proporcionándonos más seguridad acerca
del papel de la intervención en el cambio de la conducta.
Existe una multitud de posibles variaciones en los diseños A B A B, derivadas de los
procedimientos que son llevados a cabo para invertir la conducta en la segunda fase
A, el orden de las fases, el número de fases y el número de diferentes intervenciones
incluidas en el diseño (Barlow y Hersen, 1984). No obstante, la lógica que subyace a
las variaciones es la misma que la del diseño A B. Se trata de elaborar y probar las
predicciones acerca de la ejecución bajo diferentes condiciones. Fundamentalmente,
las distintas fases nos reportan información de la ejecución actual del sujeto, de la
predicción del nivel de la misma en el futuro y nos muestran hasta qué punto eran
acertadas las predicciones de las fases previas (Kazdin, 1980). Sin embargo, aquí no
vamos a desarrollar las distintas variaciones dada la finalidad de este capítulo,
debiendo el lector consultar otras fuentes de la bibliografía cuando necesite
profundizar en algún aspecto concreto (ver Arnau, 1984; Barlow y Hersen, 1984).
+
N
%
&
,
Los diseños agrupados bajo esta modalidad no contemplan la retirada y la inversión
de la variable independiente o tratamiento. Surgen de la necesidad de paliar las
limitaciones prácticas (ej., efectos acumulativos, objetivos de cambio), éticas y de
cooperación ambiental a las que están sujetas los diseños de reversión (Barlow y
Hersen, 1984). Los diseños de no reversión más importantes son los de línea base
múltiple, programa concurrente y cambio de criterio.
+
N
%
!/
(
=!
!
Estos diseños funcionan igual que los de reversión, haciendo y poniendo a prueba a
las predicciones. La lógica inherente a los mismos es el comenzar simultáneamente
todas las líneas bases e introducir secuencialmente la intervención. Se evalúa un
determinado número de conductas en un período de tiempo para conseguir las líneas
base de cada una de ellas. Una vez establecidas las mismas, se le aplica la variable
tratamiento a una de las conductas, lo que posiblemente acarreará un cambio en la
misma, mientras que las otras seguirán con el patrón que tenían hasta ese momento
del tiempo. Posteriormente, se introduce la intervención a una segunda conducta y
se observa la misma respecto a las otras líneas base en las que todavía no se ha
introducido el tratamiento. Se continúa con el proceso de modo secuencial hasta que
lo apliquemos a todas las conductas de partida. La premisa de este tipo de diseños
nos obliga a contar con un mínimo de dos líneas de base. Es importante contar con
el mayor número posible para que los resultados que obtenemos al final del
tratamiento sean claros, pues se puede dar el caso en que en alguna de ellas no se
presentara ningún cambio con la aplicación de la intervención. De este modo
contribuimos a potenciar la solidez de las conclusiones.
El diseño de línea base múltiple admite variabilidad respecto a lo evaluado en las
distintas líneas de base. No sólo se manejan conductas de un sujeto particular o de
un grupo de personas, pues puede haber sujetos, situaciones o períodos de tiempo
diferentes. Esto da lugar a distintos tipos de diseños de línea base múltiple en
función de la variable independiente que se manipule, aunque la forma de proceder
es la ya descrita. Por tanto, tenemos el diseño de línea base múltiple entre
individuos, en el que se manipula una conducta particular ejecutada por dos o más
personas. Y, también contamos con diseños de línea base múltiples de sujetos,
situaciones y tiempos, en los que se recogen los datos para una conducta dada,
ejecutada por uno o más sujetos, en distintas situaciones o períodos de tiempo del
día en los que se hacen las observaciones. Cuando aplicamos un diseño de este tipo
pueden surgir diversos problemas que dificultan la extracción de inferencias. Así, nos
podemos encontrar con la posibilidad de que las diferentes líneas de base sean
interdependientes, que los efectos de la intervención sean inconsistentes, la
intervención logra cambiar algunas conductas pero no otras, y problemas de orden
práctico o metodológico, derivados de una prolongación excesiva de las líneas de
base, lo que puede traducirse en no poder aplicar el tratamiento durante períodos de
tiempo demasiado grandes.
!%
N
%
"
(
%
"
"
"
(
La premisa básica de este diseño es que la conducta mejore de acuerdo con unos
criterios especificados de antemano. Se comienza con el establecimiento de una línea
base para una conducta específica de uno o más sujetos, pasando a una fase B en la
que introducimos el tratamiento, que se administra a través de una serie sucesiva de
fases. Para avanzar de una fase a las siguiente se exige que la conducta alcance o
sobrepase el criterio fijado de antemano. Éste se pone cada vez más exigente
respecto a la fase anterior para aplicar el tratamiento. Si la ejecución se relaciona
directamente con los cambios de criterio, entonces, se considera que la intervención
es la responsable del cambio. Es un diseño útil para valorar el moldeamiento en los
programas que se utilizan para incrementar o disminuir la conducta. Se diferencia de
los demás diseños en la manipulación de la variable independiente pero, en este
caso, sólo sirve para un tipo muy específico de intervenciones. Se utiliza
exclusivamente para conductas que puedan evolucionar en pasos o bien surgiendo
poco a poco. Al igual que el resto de los diseños tiene como finalidad básica el hacer
predicciones y ponerlas a prueba.
+
N
%
'
"
"
%
N
%
!
Este tipo de diseño se caracteriza por someter a un sujeto a varias condiciones de
estímulo de modo simultáneo. Se utiliza con la finalidad de aplicar aquella
intervención que ha demostrado ser la más eficaz de un conjunto de intervenciones,
bajo unas condiciones determinadas, para un sujeto dado. O lo que es lo mismo, se
realiza un proceso de comparación de intervenciones para buscar la que produce un
mayor cambio de conducta. El diseño de programa concurrente consta de una
primera fase de observación de la conducta, que da lugar al establecimiento de la
línea base. A continuación se aplican dos o más intervenciones de modo simultáneo,
en las mismas condiciones (ej., lugar, tiempo, ausencia o no de otros sujetos) que
las utilizadas durante los registros realizados para confeccionar la línea base. La
cuestión fundamental del proceso radica en contrabalancear adecuadamente las
diferentes intervenciones, respetando los mismos parámetros de aplicación para
todas ellas, bajo las diferentes condiciones de estímulo o administración del
tratamiento. Posteriormente, tendría lugar una tercera fase, en la que se sigue con el
tratamiento que ha demostrado ser más efectivo.
+
L
*
Disponemos de varias alternativas para examinar la relación entre dos o más
variables. Entre ellas contamos con los diseños de comparación de grupos. Éstos nos
proporcionan un marco sistemático, al comparar grupos de sujetos que se exponen a
las condiciones experimentales con grupos control, para obtener inferencias válidas.
Cuando programamos una investigación de comparación de grupos lo hacemos con
el propósito de cuantificar las diferencias entre dos o más grupos, con la finalidad
última de encontrar diferencias estadísticamente significativas entre ellas. El papel
de la comparación también es cualitativamente distinto a otros métodos de diseñar
experimentos. El contribuir a la búsqueda de un conocimiento científico a gran escala
prima sobre cualquier otra cuestión (Beck, Andrasik y Arena, 1984).
Esta forma de proceder puede dar lugar a toda una diversidad de diseños de
comparación de grupos, aunque todos ellos requieren de la asignación al azar de los
sujetos a los grupos y algún tipo de condición control. La asignación aleatoria de los
sujetos a los grupos está relacionada con el proceso de formación de los grupos,
condición previa a la aplicación del diseño experimental programado. La asignación al
azar no es sinónimo de una selección hecha de cualquier modo. Por el contrario, más
bien significa un proceso de selección que da a todos los sujetos la misma
oportunidad de ser asignados a los grupos que van a participar en la investigación,
con lo que nos aseguramos que las variables perturbadoras se distribuyan de modo
uniforme entre los grupos. Una tabla de números aleatorios nos puede servir
perfectamente para garantizar un proceso de selección al azar (Fleiss, 1981). Los
sujetos serán asignados a los grupos siguiendo el orden cuyo número venga dado
por la tabla de números aleatorios. Esta forma de proceder nos puede llevar o no, a
obtener grupos del mismo tamaño. El formar grupos que contengan el mismo
número de sujetos es deseable porque algunas pruebas estadísticas, o no se pueden
aplicar, o pierden potencia. La solución está en agrupar los sujetos en bloques. Cada
bloque tiene que incluir tantos sujetos como el número de condiciones que haya. Una
vez formados los bloques, se asignan los sujetos de los mismos a los grupos de
modo aleatorio.
Sin embargo, hay que tener presente que la asignación aleatoria en determinadas
condiciones, como cuando el tamaño de la muestra es pequeño (ver Strube, 1991) o
cuando hay puntuaciones extremas en la muestra, puede no garantizarnos la
equivalencia de los grupos en cuestión. Habrá que utilizar otros procedimientos
alternativos para poder inferir que la presencia o no de cambios, que se han
producido en la variable dependiente, se deben probablemente a la manipulación de
la variable experimental y no a otros factores. Una de las estrategias alternativas a
la asignación aleatoria que se utiliza con más frecuencia para formar grupos
equivalentes es el
=
. Ésta nos permite agrupar a los sujetos en
función de la similitud de una dimensión o conjunto de dimensiones, que conocemos
o sospechamos que se relacionan con la ejecución en la medida(s) dependiente(s), y
posteriormente, procedemos a asignar aleatoriamente a los sujetos a los grupos. Si
no se neutralizan las diferencias que pueda haber antes de la intervención entre los
grupos en una variable que influye en la ejecución de la medida dependiente, puede
generar confusión en las conclusiones a las que se llegue al final del experimento. El
emparejamiento se puede realizar de diferentes maneras. Por ejemplo, formamos
bloques de sujetos con un tamaño igual al número de grupos que vamos a utilizar en
el experimento, que posean idénticas puntuaciones en una característica o patrón de
características pretratamiento. A continuación, asignamos al azar cada uno de los
sujetos de cada bloque a los grupos, utilizando la tabla de números aleatorios o
mediante una moneda lanzada al aire.
Normalmente, una investigación en la que se utilice alguna modalidad de diseños de
comparación de grupos, comienza con la selección del número de sujetos objeto de
estudio, le sigue la asignación aleatoria de los mismos a los grupos experimental y
control y finaliza con la evaluación de las diferencias entre los grupos al final del
tratamiento. A continuación vamos a exponer aquellos diseños que se utilizan con
mayor frecuencia en la evaluación de los tratamientos psicológicos. Para aportar una
mayor claridad a la exposición de las características distintivas de los diseños, nos
remitiremos a la nomenclatura acuñada por Campbell y Stanley (1966). Con ella
pretendemos presentar los diseños experimentales a través de un código y unos
símbolos gráficos uniformes que nos ayuden a identificar el diseño en cuestión. Una
G representará la exposición del grupo a la variable independiente que manipulamos
o
, la @ nos señalará que hay una evaluación de la ejecución o proceso
de
! y la ' indicará la
!
de los sujetos a los diferentes
grupos. Los símbolos X y O cuando aparecen de izquierda a derecha serán indicio de
orden temporal y cuando lo hacen de forma vertical representarán simultaneidad.
+
N
%
'
"
!
3
Este diseño, sin lugar a dudas, es el que más se utiliza en la investigación cuando
utilizamos un diseño experimental de comparación de grupos. Incluye un mínimo de
dos grupos, uno recibe tratamiento y el otro no. Los sujetos se asignan
aleatoriamente a las condiciones experimental y control, ya sea antes o después de
la aplicación del pretest. Ahora bien, lo peculiar del mismo es la evaluación que se
realiza antes y al final del tratamiento a los grupos experimental y control. Esto nos
permite averiguar el efecto de la intervención, que viene dado por la cantidad de
cambio que se ha producido desde la evaluación pretratamiento a la postratamiento.
Este tipo de diseño se representará gráficamente de la siguiente forma: asignación
aleatoria de los sujetos (R), observación o evaluación (0) e intervención
experimental o tratamiento (X).
Además de excluir explicaciones alternativas de los resultados debido a la
incorporación de grupos control, y siempre que el período de intervención entre la
evaluación pre y postest sea el mismo para todos los grupos, lo que nos permite un
control de las amenazas a la validez interna (ej., historia, maduración, medición,
instrumentación) , la utilización de un pretest reporta varias ventajas. Posibilita
evaluar la cantidad de cambio que se produjo con la intervención, cuántos sujetos
han cambiado en una dimensión particular, la posibilidad de equiparar a los sujetos
con base en alguna dimensión importante y asignar al azar a los grupos los sujetos
emparejados, la valoración de los efectos de diferentes niveles de ejecución en el
pretest, examinar los factores del pretest que predicen el abandono del tratamiento,
precisar pormenorizadamente en las explicaciones de los cambios observados a
consecuencia de la manipulación experimental, la valoración de la atracción de un
modo más riguroso y ventajas de orden estadístico a la hora de analizar los datos
porque la utilización de un pretest reduce la variabilidad intragrupo.
Ahora bien, este diseño presenta algunos inconvenientes. Sin duda el más acusado
es la imposibilidad de control sobre la sensibilización inherente a la utilización del
pretest. Existe la posibilidad de que al evaluar a los sujetos antes de que reciban
tratamiento, les conduzca a responder de un modo específico a la intervención
subsiguiente. O lo que es lo mismo, la posibilidad de que un tratamiento genere
algún cambio cuya explicación puede residir en la susodicha sensibilización de los
sujetos a la intervención. Esto no mengua la validez interna, pero sí supone coartar
la validez externa. Los resultados del estudio sólo se pueden generalizar a aquellos
sujetos que recibieron una evaluación pretest. Una solución "relativa" es espaciar la
manipulación experimental en el tiempo y en el contexto en que se realiza. La
solución es "relativa" porque cuanto más tiempo transcurra entre el pretest y la
intervención, aumenta la probabilidad de que aparezcan nuevas amenazas a la
validez interna (ej., historia, maduración).
Ahora bien, en la investigación de la eficacia de los tratamientos, el fenómeno de la
sensibilización es trivial, dada la importancia clínica que nos puede proporcionar el
pretest, ya que la sensibilización no siempre ocurre (no ha demostrado ser una
influencia generalizada en los resultados) y su efecto es similar a través de las
distintas condiciones de una investigación dada. La importancia clínica de los datos
del pretest hace referencia a que nos ayudan a comprender el funcionamiento del
cliente, identificar los problemas en los que tenemos que intervenir y es un
procedimiento útil para fijar los criterios de inclusión y exclusión para una
determinada investigación o tratamiento (ver Kazdin, 1992).
+
N
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Este tipo de diseño se utiliza mucho menos en la investigación clínica por no utilizar
un pretest. Necesita un mínimo de dos grupos y es similar al diseño de grupo control
pretest postest; sólo se diferencia en que no incluye pretest. A un grupo sólo se le
efectúa una medida después de la intervención y al otro también se le administra
una medida al final, sin que haya sido expuesto a un tratamiento previo. Su
representación gráfica es la siguiente: asignación aleatoria para formar ambos
grupos (R), se aplica la intervención al grupo experimental (X) y se evalúa el
resultado tanto para la condición experimental como para la control (0).
La ausencia de un pretest subsana los problemas de la sensibilización, que se puede
presentar en el diseño de grupo control pretest postest. Se gana en validez externa
porque el resultado final del tratamiento no se debería a que el pretest ha provocado
una sensibilización en los sujetos, con lo que la generalización ya no estaría limitada
sólo a sujetos que recibieron el pretest. Además, este diseño, permite controlar las
amenazas a la validez interna, siempre y cuando hayamos contado con un número
grande de sujetos que fueron asignados aleatoriamente a los distintos grupos de la
investigación. Con estas dos medidas la probabilidad de equivalencia de los grupos
es alta. Por tanto, minimizamos la posibilidad de que las diferencias de grupo
después de la intervención se deban a las diferencias entre las condiciones antes de
la intervención.
El diseño de grupo control con postest presenta varios problemas. En primer lugar, si
la muestra es pequeña, aunque se asignaran los sujetos al azar, estamos ante la
posibilidad de que los resultados obtenidos en la investigación se puedan achacar a
las diferencias entre los grupos antes del tratamiento.
Es más, utilizando una muestra adecuada y la asignación aleatoria no podemos ni
evaluar ni asegurar con total garantía la posibilidad de que las condiciones de partida
sean homogéneas. En segundo lugar, la ausencia de un pretest nos impide conocer
el nivel de funcionamiento de las personas antes del tratamiento, lo cual muchas
veces es determinante y necesario en algunos estudios (ej., estudios diseñados para
tratar o prevenir distintos trastornos) que se abordan en la investigación clínica. Y,
en tercer lugar, las ventajas enumeradas para el grupo control pretest postest pasan
a ser desventajas para el grupo control postest (Kazdin, 1994). Además de la
incapacidad para asegurar la posibilidad de grupos equivalentes y no poder
emparejar a los sujetos en el nivel de ejecución previamente al proceso de
asignación al azar, también encontramos otras tales como la ausencia de información
para valorar la atracción diferencial entre los grupos o una potencia estadística
reducida.
+
N
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!
Este diseño es una integración de los dos anteriores y la finalidad del mismo es
evaluar los efectos del pretest sobre los resultados obtenidos en una investigación
dada (Solomon, 1949). Incorpora cuatro grupos, dos grupos con pretest y los otros
dos sólo con postest. De esta forma se consigue evaluar directamente las influencias
pretest, comparando los resultados de los grupos en los que se ha administrado el
pretest con aquellos en los que no se ha utilizado. Este objetivo no está al alcance de
los diseños que se han expuesto anteriormente, ya que el diseño de grupo control
pretest postest está expuesto a una posible sensibilización pretest que pone
cortapisas a su validez externa, y en el diseño postest, se obvia esta amenaza a
dicha validez a costa de eliminar el pretest.
A continuación presentamos un esbozo del diseño de cuatro grupos de Solomon:
Tal y como podemos intuir este diseño aúna las ventajas del diseño de grupo control
pretest postest y de grupocontrol con sólo postest. Permite un control exhaustivo de
las amenazas validez interna y subsana la amenaza a la validez externa derivada de
lasensibilización pretest. Posibilita que se puedan evaluar los efectos derivados de la
medición pretest y de la interacción pretest x tratamiento, a través de la
comparación entre los grupos control con y sin pretest (O4 vs. O6) y las condiciones
experimentales con y sin pretest (O2 vs. O5), respectivamente. Además, la utilización
de este diseño conlleva una réplica del tratamiento y de las condiciones de control en
un único estudio. Como inconveniente natural se ha argüido el costo, derivado de la
necesidad de incluir el doble de sujetos que en otros diseños. No obstante, el costo
que pueda acarrear el diseño de cuatro grupos de Solomon se ve compensado con
creces en la robustez de las inferencias que se puedan extraer de una investigación
particular.
+
N
"
!
Al contrario que los diseño simples, los factoriales nos brindan la oportunidad de
estudiar dos o más variables (factores) en una sola investigación (Kazdin, 1980;
1992; McGuigan, 1983). En cada variable se administran dos o más condiciones
(niveles). El diseño factorial más simple incorpora dos variables, en donde a su vez,
cada una de ellas consta de dos niveles diferentes (diseño 2 x 2); dos variables A y B
con dos niveles, A1 y A2 vs. B1 y B2. Por tanto, tenemos cuatro grupos que
representan las posibles combinaciones de los niveles de las dos variables. El el
siguiente diagrama se ilustra este diseño.
El diseño factorial se considera como una familia de diseños que varía en el número
y tipo de variables, así como en el número de niveles para cada variable. La
complejidad de los diseños está en función del número de variables y de niveles que
incluyamos en un determinado estudio (ej., 2 x 3; 2 x 3 x 2; 2 x 5 x 3 x 6). En
algunas ocasiones, bajo determinadas condiciones, por ejemplo cuando todos los
sujetos reciben todas las condiciones experimentales, se utiliza un enfoque de
medidas repetidas. También podemos utilizar la evaluación como un factor, en
concreto, cuando utilizamos un pretest, para evaluar las influencias de la medición
repetida en una investigación particular. De tal forma que tenemos una variable
independiente, la evaluación con dos niveles, el pretest y el postest. La ventaja
principal que nos ofrecen estos diseños es la oportunidad de analizar los efectos
individuales y combinados (interacción) de las variables incluidas en un único
estudio. La interacción nos indica que el efecto de una variable depende de alguna
de las otras condiciones bajo la cual es administrada. La variable produce unos
determinados resultados sólo bajo ciertas condiciones. Ello significa que la
generalización de dicho efecto queda restringido a esas situaciones concretas.
Los diseños factoriales no suponen un menoscabo de la utilidad de los diseños
simples. Éstos últimos se deben utilizar cuando se plantean cuestiones relativamente
sencillas acerca de una variable de interés, lo que normalmente sucede cuando se
inician nuevas áreas de investigación, pues el estudio de estas cuestiones se hace
imprescindible en esas primeras fases. A medida que vamos acumulando información
a través de diseños simples, se pueden plantear cuestiones más complejas, pero
echando mano de otras estrategias. Precisamente, los diseños factoriales nos
permiten apresar estas cuestiones derivadas de la acumulación del conocimiento
sobre un aspecto concreto. De hecho, éstos se han utilizado con una mayor
asiduidad en la investigación clínica y psicológica en general. Además, posibilitan
llegar a las mismas conclusiones que las aportadas por diseños más simples,
utilizando un menor número de sujetos y observaciones, lo que se traduce en una
mayor prestación en cuanto a los costes.
Los inconvenientes que pueda presentar este diseño se relacionan directamente con
el número de factores y niveles que se incluyan en el estudio. Por ejemplo, un diseño
factorial de 2 x 3 x 2 implica doce grupos experimentales. Por tanto, a medida que
incrementamos ambos, se necesitan más sujetos y también se hace más difícil la
interpretación de los resultados.
+
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C
*
Los diseños que hemos visto constituyen los diseños experimentales entre grupos
más básicos y más utilizados en psicología clínica. Constituyen los "verdaderos
experimentos" porque el investigador ejerce un control sobre determinadas
dimensiones del estudio. De este modo, logra con ello eliminar las distintas
amenazas a la validez interna. Dichos diseños disponen de los mecanismos
necesarios (ej., asignación aleatoria) para mantener bajo control las variables que
puedan confundir los resultados de una investigación particular, por tanto, presentan
un control experimental "total".
A menudo, en nuestro ámbito profesional, clínico y académico, priman las
situaciones que distan mucho de ser las más idóneas para aplicar auténticos
experimentos, que nos garanticen un control experimental adecuado sobre las
amenazas potenciales a la validez interna. Una solución posible consiste en trabajar
con diseños cuasiexperimentales. En éstos el investigador no puede ejercer el control
de los verdaderos experimentos (ver Campbell y Stanley, 1966; Cook y Campbell,
1979). La utilización adecuada de los mismos supone conocer minuciosamente
cuáles son las variables específicas de cada diseño que están fuera de control. El
conocer los puntos débiles del diseño que estamos manejando en un momento dado,
nos ayudará a interpretar correctamente los datos que obtengamos. La característica
básica de estos diseños es la ausencia de la asignación al azar de los sujetos a los
distintos grupos que conforman el estudio. Todas las demás características son
equivalentes a las que aparecen en los diseños experimentales entre grupos.
Precisamente, la denominación de cuasiexperimentales se debe a que se aproximan
a las características de las que gozan los auténticos diseños experimentales.
Cuando vamos a llevar a cabo una investigación, y las características inherentes a la
misma no nos permite recurrir a los diseños experimentales, contamos con varias
alternativas de diseños cuasiexperimentales. Sin embargo, las más utilizados son las
formas paralelas de los diseños experimentales pretest postest y sólo postest
(Kazdin, 1992), denominados por Campbell y Stanley (1966) diseños de grupo
control no equivalentes.
El origen de tal denominación se debe a que estos diseños cuentan con grupos
control que obviamente no son equivalentes a sus homólogos experimentales. La
ausencia de la asignación al azar de los sujetos a los grupos del experimento es la
causa de que no ocurra tal equivalencia. Esto puede repercutir en que las
condiciones experimental y control difieran de antemano a la intervención y, a la
postre, sea esto lo que realmente produzca o no resultados significativos y no el
tratamiento que se administró al grupo experimental.
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3
Ha sido el más utilizado de los diseños de grupos de control no equivalentes.
Básicamente se forman dos grupos, uno recibe el tratamiento y otro no, sin una
asignación aleatoria previa de los sujetos (: '). Esto se representa del siguiente
modo:
La utilización del pretest nos permite averiguar hasta qué punto se parecen o difieren
ambos grupos. La similitud pretest en una dimensión dada no nos garantiza la
equivalencia de los grupos antes del tratamiento en el resto de las dimensiones
relevantes, aunque si bien es cierto que a mayor semejanza, más se incrementará
nuestra confianza en que lo sean. Esto es, la fuerza del diseño depende directamente
de la similitud de los grupos experimental y control (Kazdin, 1992). A medida que se
incrementa el grado de equivalencia entre ambas condiciones, se hace más difícil
atribuir los resultados obtenidos en el experimento a la historia, la maduración, la
medición, la regresión, la mortalidad y otros factores similares, que pueden surgir
como amenazas a la validez interna y externa, fruto de la disparidad entre las
características de los sujetos del grupo experimental y del grupo control.
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Otra versión muy utilizada de diseños de grupos control no equivalentes es la de
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. La filosofía de este diseño cuasiexperimental es la
misma que la del grupo control con pretest y postest. Al igual que en éste, la
asignación de los sujetos a las condiciones experimental y control no es aleatoria. A
uno de los grupos se le aplica el tratamiento, mientras que el otro nos sirve de
control, pero a diferencia del diseño anterior no se administra un pretest.
Esquemáticamente se representa del siguiente modo:
El principal problema de este diseño es la equivalencia pretratamiento de los grupos.
Al no haber sido asignados los sujetos al azar y/o no contar con un pretest, no
podemos evaluar dicha equivalencia. La ausencia de información acerca de la
similitud de las dimensiones de ambas condiciones antes del tratamiento pone en
entredicho los resultados que logremos en una investigación dada. Difícilmente se
pueden atribuir las diferencias obtenidas a una determinada variable, cuando en
realidad no podemos descartar otros factores por el desconocimiento de los mismos.
Aunque existen otros diseño cuasiexperimentales (ver Campbell y Stanley, 1966) son
menos utilizados que los anteriores.
: C
*
Las dos características fundamentales de los diseños experimentales, respecto de los
preexperimentales y cuasiexperimentales, estriba en que incorporan la asignación al
azar de los sujetos a los grupos y una o varias condiciones control (Campbell y
Stanley, 1966). La condición mínima en un diseño de comparación de grupos es la
inclusión de un grupo experimental que recibe la intervención y un grupo control que
no la recibe. La utilización de la condición control obedece al intento de evitar las
amenazas a la validez interna (ej., la historia pasada, la maduración) que pueden
interferir a la hora de obtener inferencias válidas. Los grupos control que se utilizan
en la investigación de la eficacia de los tratamientos son el grupo control de no
tratamiento, el grupo control de lista de espera, el grupo control de no contacto, el
grupo de control placebo o de tratamiento no específico, el grupo de control acoplado
y el grupo control no asignado aleatoriamente (Kazdin, 1980, 1986a, 1986b, 1992,
1994).
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Esta condición es la más básica y utilizada en los diseños experimentales. La
característica definitoria del mismo es que los sujetos asignados a este grupo no
reciben tratamiento. La inclusión de un grupo de no tratamiento nos permite
controlar los efectos de la historia y la maduración, así como otras amenazas a la
validez interna. Su utilización está indicada cuando queremos evaluar una técnica
concreta y queremos dar respuesta a la cuestión ED
)
=
F o, lo que es lo mismo, evaluar el impacto de una
intervención. Por tanto, nos permite ejercer un relativo control sobre la remisión
espontánea, esto es, la mejora del problema sin un tratamiento formal.
Ahora bien, esta modalidad de control cuenta con distintas limitaciones debido a las
múltiples influencias que pueden incidir en los clientes de los grupos de no
tratamiento. En primer lugar, los sujetos que no reciben tratamiento pueden
demandar otras formas de ayuda a profesionales fuera del estudio en el cual
participan, tales como médicos, curanderos, clérigos, etc (ej., Frank, 1982; Frank y
Frank, 1991). También pueden mejorar como resultado de recurrir a algunos de los
múltiples tratamientos "informales" existentes (ej., hablar con un amigo, leer un
manual de autoayuda). En segundo lugar, hay otros factores que pueden propiciar
mejoras en los sujetos. Entre ellos cabe destacar los cambios en la situación que
precipita el problema (ej., reconciliarse con la pareja), el paso del tiempo (ej.,
después de la muerte de un ser querido) u otro tipo de eventos similares que
experimentamos en nuestra vida, que nos pueden afectar a nivel cognitivo, afectivo,
motivacional o conductual. Por tanto, el paso del tiempo, competidor serio de
muchas técnicas terapéuticas, es la variable que presenta una menor susceptibilidad
de control para esta condición. Esto es, desde un punto de vista metodológico, la
cuestión principal radica en la dificultad de control de las mejoras que ocurren en
función de múltiples influencias a las que están expuestos los sujetos (Kazdin, 1980).
En tercer lugar, existen claros problemas de orden práctico en la utilización de
grupos control de no tratamiento. La dificultad fundamental reside en explicar a los
clientes de esta condición que no es posible administrarles un tratamiento. Esto
puede llevar a los sujetos a buscar otros tratamientos, dejar de cooperar y/o
abandonar el estudio. Por ello, la utilización de una condición con estas
características puede ser sólo factible para un período de tiempo relativamente corto
(ej., el intervalo entre la evaluación pre y postratamiento). Muchas de las diferencias
entre grupos de tratamiento y no tratamiento, sobre todo a largo plazo, pueden ser
más bien una función de la atracción y de la selección diferencial de los sujetos que
de la intervención (ej., Beneke y Harris, 1972). Por último, nos encontramos con
problemas éticos derivados de la negación de la intervención al cliente. A primera
vista parece difícil de justificar el no administrar un tratamiento a una persona que lo
demanda.
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El grupo control de lista de espera surge como una opción para paliar las dificultades
inherentes al grupo control de no tratamiento, aunque desde un punto de vista
metodológico puede que no haya sustituto para un grupo que no recibe tratamiento,
en concreto, si el objetivo de la investigación es evaluar los efectos a largo plazo de
una técnica de tratamiento (Kazdin, 1994). La característica fundamental de esta
condición es que los sujetos no reciben tratamiento durante un período determinado,
que no debe ser demasiado largo, seis meses habitualmente, pero inmediatamente
después de ese intervalo se les aplica el mismo. Por tanto, se retrasa el tratamiento
un período de tiempo especificado. Dicha condición tiene que cumplir dos requisitos
básicos (Kazdin, 1980): a) si incluimos un diseño de grupo control pretest postest no
se le puede proporcionar tratamiento a los sujetos del grupo control de lista de
espera entre el período de evaluación pretest y el postest; durante ese intervalo el
grupo es funcionalmente equivalente a un grupo control de no tratamiento; b) el
período de evaluación entre el pretest y el postest debe ser equivalente al de la
evaluación pre y postratamiento del grupo experimental. Es importante mantener
constante el intervalo de tiempo para controlar la historia y la maduración de los
sujetos a lo largo del proceso de evaluación.
La utilización de esta modalidad de comparación conlleva varias ventajas. Desde un
punto de vista práctico, es más fácil conseguir sujetos para participar en esta
condición, aunque ello depende del tiempo que tengan que esperar para recibir
tratamiento, la severidad del problema, la necesidad subjetiva de ayuda y la
disponibilidad de fuentes alternativas para solucionar el problema. Desde un punto
de vista metodológico, minimiza los problemas que surgen con un grupo control de
no tratamiento, lo que posibilita evaluar adecuadamente los distintos efectos del
tratamiento. Asimismo, los problemas éticos quedan reducidos a aquellos sujetos
que sienten una necesidad inmediata de tratamiento y a los que la demora del
mismo les pueda acarrear consecuencias claramente negativas (ej., paciente con
ideas de suicidio).
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El grupo control de no contacto está indicado cuando necesitamos evaluar el impacto
de la participación de los sujetos en una investigación. Para poder evaluar los efectos
de participar en un estudio necesitamos incluir sujetos que no tengan contacto con el
mismo. De este modo se consigue controlar las amenazas a la validez interna
producidas por la medición y la regresión estadística. Por ejemplo, el simple hecho
de administrar los instrumentos de evaluación en dos ocasiones, antes y después del
tratamiento, puede producir una mejoría en los sujetos (ver Campbell y Stanley,
1966). También se puede utilizar esta condición de control cuando se desea evitar
las influencias asociadas al conocimiento de estar participando en una investigación
(reactividad a la situación experimental).
La dificultad mayor reside precisamente en obtener un grupo de no contacto, porque
los sujetos además de no administrarles tratamiento se dan cuenta de ello. La
cuestión fundamental está en recoger información pretest para un gran número de
sujetos y que no la puedan asociar con ningún tipo de estudio de tratamiento. Esta
modalidad de control se ha utilizado relativamente poco (ej., Paul, 1966). Esto puede
ser debido a que en la mayoría de los estudios el investigador no está interesado en
separar los efectos de participar en un tratamiento (de contacto) con el tratamiento.
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El grupo control placebo permite al investigador separar los efectos específicos de la
intervención de los efectos "no específicos" (Becoña, 1989; Paul, 1966). Este nos
permite controlar factores como las expectativas del sujeto para el cambio, el
contacto con el terapeuta, la atención del terapeuta, acudir al tratamiento, la
justificación de la terapia y las respuestas de los clientes ante la demanda
terapéutica percibida (Beck, Andrasik y Arena, 1984). Por tanto, para asegurarnos
que las propiedades de la intervención son las que producen realmente los cambios
en el cliente, necesitamos incluir en el diseño un grupo de tratamiento no específico.
De este modo, cuando encontremos diferencias significativas entre el grupo
experimental y el control, podemos afirmar que el componente activo del
tratamiento que hemos administrado probablemente sea el responsable del cambio.
Un ejemplo de grupo control placebo lo tenemos en el estudio de Amigo, Buceta,
Becoña y Bueno (1991), en donde aplicaron un programa cognitivo conductual para
el control de la hipertensión en un grupo experimental que compararon con un grupo
de control placebo. A este grupo se le proporcionó el mismo número de sesiones que
al grupo de tratamiento (experimental). En las sesiones del grupo control placebo el
terapeuta discutía con el paciente hipertenso sus experiencias diarias de estrés y las
relacionadas con la enfermedad, animándole el terapeuta a que superara estas
situaciones, pero no se le daba ninguna estrategia específica para hacerlo. Los
grupos placebos no están libres de problemas metodológicos y éticos (O'Leary y
Borkovec, 1978). La mayoría de los efectos inespecíficos no son fáciles de controlar
(ej., creencias sobre los efectos del tratamiento). Es difícil asegurar que los
terapeutas de la condición placebo proporcionen el mismo grado de expectativas de
cambio a los clientes de dicha condición que a la experimental. Desde el punto de
vista ético, se les ofrece a los sujetos un tratamiento inútil con la apariencia de ser
potencialmente útil. Esto puede derivar en una desmoralización del cliente para
buscar otro tratamiento cuando lo necesite, junto con la disminución de las
expectativas de cambio del mismo, pudiendo repercutir negativamente en el
funcionamiento del sujeto.
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Otro tipo de grupo control que podemos utilizar en la investigación, aunque su uso
ha sido relativamente infrecuente, es el grupo control acoplado. Éste es un
procedimiento que nos permite excluir o evaluar los factores que pueden surgir
derivados de la implementación de una intervención. La finalidad del mismo es
asegurar que los grupos sean equivalentes con respecto a factores que son
potencialmente importantes pero conceptualmente y con relación al procedimiento
irrelevantes, que podrían dar cuenta de diferencias entre los grupos. En la
investigación clínica se suele utilizar la condición de grupo control acoplado cuando
se igualan los grupos en una variable particular que podría variar sistemáticamente a
través de las condiciones. Por ejemplo, emparejamos a los sujetos del grupo
experimental con los del grupo control, de tal forma que el número de sesiones para
cada sujeto control está determinado por su homólogo experimental, pues la
conducta del sujeto experimental determina la del control. Posiblemente, un grupo
experimental y control puedan ser acoplados en todo tipo de variables que puedan
diferir entre los grupos (Kazdin, 1980). No obstante, hay que considerar si las
variables que pueden diferir entre dichas condiciones podrían explicar o influir en los
resultados. Esto es, las diferencias que obtengamos pueden ser una función de la
implementación del estudio y no de la intervención a la que son expuestos los
sujetos, por tanto, hay que controlarlas para concluir que los resultados
probablemente se deban al tratamiento formal y no a otras variables extrañas. De lo
contrario, su utilización no está justificada.
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El grupo control no asignado aleatoriamente es una condición que se añade al diseño
de la investigación, que utiliza sujetos que no forman parte de la muestra original y
no son asignados al azar a los grupos. Esta modalidad de control se utiliza para
reducir la plausibilidad de algunas amenazas específicas a la validez interna (ej.,
historia, maduración, medición). En la investigación clínica se suele incorporar al
diseño experimental para proporcionar información adicional que pueda ser útil a las
conclusiones y a la validez del resultado de un estudio dado. En concreto, es de gran
utilidad cuando se comparan los resultados logrados por los sujetos en tratamiento
con sus iguales que no han llevado a cabo el tratamiento, y que aparentemente
tienen un funcionamiento normal en la dimensión que se compara (desempeñan la
función de datos normativos) (Kazdin, 1980, 1992). La limitación fundamental de los
grupos de comparación no asignados al azar radica en su propia naturaleza. Aunque
la finalidad de esta condición control es la misma que la del grupo control de no
tratamiento, pueden surgir problemas en la interpretación de los resultados como
consecuencia de la forma en que se constituyen los grupos control.
+
C*
*D
:
*
*
La investigación en psicoterapia sigue los mismos pasos que la investigación en
general, aunque tiene algunas características propias por el objeto de lo que
investiga, como tipos de tratamientos, sujetos con trastornos clínicos, lugar en
donde se lleva a cabo, etc. A continuación, exponemos los pasos de una
investigación en psicoterapia, cuyo resumen aparece en la tabla 3.
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% !
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Cuando un investigador se plantea hacer una investigación, el motivo esencial es que
tiene un problema para el que no tiene solución. Esto suele ser debido a que hay una
laguna en nuestro conocimiento acerca del mismo, resultados contradictorios o el
hecho requiere explicación en este momento (McGuigan, 1983). Una investigación
controlada probablemente pueda dar solución al mismo. Los psicólogos clínicos,
tanto por su formación, como por su contacto con la clínica, suelen centrarse en
problemas relevantes de evaluación y tratamiento de los distintos trastornos clínicos.
La utilización de la metodología científica permite poder contestar a las preguntas
que subyacen a nuestro problema.
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Actualmente es difícil tener una idea original sentado detrás de una mesa pensando
días y días. Dado que vivimos en una comunidad científica, con miles de psicólogos
clínicos investigando y dando a conocer lo que obtienen en sus investigaciones, tener
ideas originales (intuiciones), aunque es sumamente importante, se ve favorecido
por el análisis de la literatura científica sobre nuestro campo de investigación. Esto
facilita no caer en la creencia de que hemos tenido una idea original cuando ya otros
la han dado a conocer hace tiempo. No es extraño que distintas personas lleguen a
las mismas conclusiones sobre un mismo problema en el mismo momento temporal,
cuando ambos tienen la información suficiente para llegar a ellas. La revisión de la
literatura científica sobre un problema se suele abordar utilizando las bases de datos
informatizadas, básicamente el
*
, que cubre las revistas más importantes de
psicología, y el
que cubre las revistas más importantes del campo médico.
Pero existen muchas otras bases de datos para temas específicos que se pueden
consultar. La utilización de descriptores, palabras clave y autores permite de modo
rápido conocer qué existe publicado sobre un problema concreto y el resumen de los
artículos. También utilizar los libros de nuestra biblioteca o de las bibliotecas
especializadas ayuda a completar nuestra búsqueda. Una buena biblioteca
especializada permitirá obtener los artículos de las revistas científicas que son
relevantes para nuestra investigación.
Tabla 3. Pasos de una investigación en psicoterapia
______________________________________________________
1.
2.
3.
4.
Planteamiento del problema
Revisión de la literatura científica sobre el tema en cuestión
Formulación de las hipótesis
Definición de las variables
variables
variables
variables
variables
variables
dependientes e independientes
de evaluación
del tratamiento
de los sujetos
de los terapeutas
5. Control de las variables extrañas
validez interna
validez externa
6. Selección del diseño de investigación
7. Muestra: selección y asignación de los sujetos a los grupos de tratamiento y al control
8. El procedimiento experimental
Evaluación pretratamiento
Aplicación del tratamiento
Evaluación postratamiento
Evaluación de seguimiento
9. Resultados: tratamiento estadístico de los datos
10. Elaboración de inferencias desde las hipótesis en función de los resultados
11. La generalización de los resultados
12. Elaboración del informe de la investigación
____________________________________________________________
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,
Las intuiciones ayudan a desarrollar la ciencia pero éstas probablemente se hacen
más fluidas si al tiempo conocemos mucho sobre eso de lo que queremos tener
intuiciones. Al principio podemos plantear tantas intuiciones como creamos
necesarias, pero a continuación hay que plantearse si podemos comprobarlas, si son
relevantes o simples, si son originales, etc. (Mitchell y Jolley, 1992). Estamos en el
proceso de crear hipótesis intuitivas, o simplemente formular hipótesis, que ser;n
más o menos potentes si se basan en la literatura científica ya publicada, en nuestra
experiencia clínica, en una adecuada formulación, en su armonía con otras hipótesis
del campo de investigación, lógicamente simple, racional, cuantificable, que sea
relevante y que tenga consecuencias en caso de confirmarse (McGuigan, 1983).
Nuestro objetivo es convertir nuestras ideas e intuiciones en hipótesis de
investigación (Mitchell y Jolley, 1992). Una hipótesis siempre tiene que ser resoluble,
formular una proposición comprobable y dar solución a nuestro problema. En función
de nuestros resultados podremos decir que nuestra hipótesis es cierta o es falsa.
+
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Cuando ya hemos hecho la primera formulación de las hipótesis, o paralelamente a
la formulación de las mismas, hay que definir las variables que vamos a utilizar en el
estudio. Primeramente, hay que delimitar cuál va a ser la variable dependiente que
se va a evaluar y cuál la independiente que se va a manipular. Habitualmente el
tratamiento es en dos niveles (grupo experimental y control) o más (varios grupos
experimentales de tratamiento y un grupo control), o podemos seleccionar los
valores deseados de la variable de entre un número de valores que ya existen. Junto
al caso más simple de una variable podemos utilizar varias, tanto dependientes como
independientes, aunque con ello se hace más complejala investigación, las hipótesis,
el diseño de investigación, etc. En la evaluación de la psicoterapia es fundamental la
selección adecuada de la(s) variable(s) dependiente(s), de tal modo que pueda
evaluar fiablemente los cambios que esperamos se produzcan con la aplicación de un
tratamiento. A nivel operativo, éstas constituyen las variables de evaluación que
suelen utilizarse antes del tratamiento, al final y en los seguimientos. Entre las más
utilizadas están el diagnóstico psiquiátrico (DSM IV), sistemas estandarizados de
diagnóstico clínico (ej.,
.
), cuestionarios específicos para los
trastornos (ej., Inventario de la Depresión de Beck), medidas observacionales,
psicofisiológicas, analíticas, etc. Igualmente relevantes son las variables del
tratamiento, de los sujetos, de los terapeutas y del lugar en donde se lleva a cabo el
tratamiento. Dependiendo del tipo de investigación, del diseño y de la muestra es o
no posible tenerlas en cuenta, como ya hemos visto cuando hablamos de las
estrategias de evaluación del tratamiento.
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Uno de los aspectos esenciales de cualquier experimento o de una investigación
clínica es controlar las variables extrañas que pueden invalidar los resultados
obtenidos. Las variables más importantes que influyen en los resultados y que hay
que controlar son las que afectan a la validez interna y externa del experimento. La
validez interna es "la mínima imprescindible sin la cual es imposible interpretar el
modelo" y la externa se refiere a la "posibilidad de generalización" (Campbell y
Stanley, 1966). Una investigación tiene validez interna cuando queda claramente
demostrado sin dejar lugar a interpretaciones alternativas, que determinados
cambios que se observan en una variable obedecen a cambios en otra variable. Por
su parte, una investigación tiene una validez externa alta cuando sus resultados
siguen teniendo vigencia en poblaciones de sujetos y en situaciones distintas a la de
la investigación original.
Dentro de los factores que afectan a la validez interna, en su clásico libro Campbell y
Stanley (1966), como amplían en Cook y Campbell (1979) y sistematiza para la
investigación en psicoterapia Kazdin (1992), se consideran los expuestos ya en la
tabla 1. Para el clínico o experimentador el control de la validez interna es esencial y
es sobre la que puede ejercer un control adecuado. El control de la validez externa
puede ser ya más compleja y no siempre es posible, de ahí la importancia de la
replicación de los estudios cara a la generalización de los mismos. Un buen estudio
exige controlar el máximo posible de variables extrañas que puedan incidir en los
resultados. Conociendo las posible fuentes de error, es posible hacerle frente
mediante el adecuado diseño para eliminar el mayor número de ellas, seleccionar
una muestra y unos instrumentos de evaluación adecuados, junto con otras
características de la aplicación del tratamiento, como por ejemplo los terapeutas.
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La selección del diseño de investigación viene motivada por cuestiones
metodológicas y por cuestiones pragmáticas. Entre las metodológicas están las
anteriormente vistas para controlar la validez interna y externa, a las que hay que
añadir la muestra de que disponemos (N), si podemos o no aleatorizar a los sujetos
en función del problema clínico, institución donde aplicamos el tratamiento,
pretensiones del estudio, número de terapeutas, tipos de tratamientos, etc. Las
cuestiones pragmáticas atañe al tiempo que exige el estudio, disponibilidad humana,
material y económica, tamaño de la muestra, seguimiento, etc. En función de los
anteriores criterios, el terapeuta, clínico o investigador selecciona el diseño de
investigación más adecuado, como revisamos en los puntos anteriores.
Muestra: selección y asignación de los sujetos a los grupos de tratamiento y al
control
Uno de los puntos cruciales de cualquier investigación es disponer de un número
adecuado de sujetos que cumplan los requisitos para nuestra investigación. Como ya
apuntamos, en la clínica no siempre es posible adecuar la pretensión metodológica
con la realidad clínica, con suficientes sujetos para cada grupo de tratamiento. Por
suerte, los distintos diseños nos permiten seleccionar para la muestra disponible el
mejor diseño de investigación. Lo idóneo es disponer de una muestra suficiente para
hacer una asignación aleatoria de los sujetos a dos o más grupos: uno experimental
y otro control o varios experimentales y uno de control. Por lo ya expuesto
anteriormente sobre la validez interna, es esencial la inclusión de un grupo de
control, para de este modo poder superar varios de los factores que afectan a la
validez interna.
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Una vez que tenemos un adecuado número de sujetos con un problema clínico
concreto, los cuales vamos a asignar aleatoriamente a un grupo experimental y a
uno control, seguiremos los siguientes pasos:
1
!
. Hay que seleccionar un grupo de sujetos de los que
sospechamos tienen un trastorno clínico concreto para, con una evaluación adecuada
(ej., DSM IV, cuestionarios específicos para el trastorno, etc.), decidir qué sujetos se
incluyen y cuáles se excluyen del tratamiento. Para ello se suelen utilizar criterios de
inclusión y criterios de exclusión en el tratamiento. Éstos ayudan a conocer al que
lea el informe definitivo, las características de los sujetos y en posteriores estudios
ver más fácilmente el modo de replicar dicho estudio.
1
!
. Una vez seleccionados los sujetos y asignados al azar
a uno o más tratamientos, sólo resta aplicar el mismo. Es conveniente que el
tratamiento que se administra esté claramente descrito, de ahí la cada vez más
extendida costumbre de utilizar manuales de tratamiento o utilizar un manual
específico de tratamiento por parte del terapeuta (ej., Becoña, 1993). Ello facilita el
posterior análisis de los resultados por parte de otros terapeutas. Igualmente
recoger registros sonoros o en vídeo del proceso del tratamiento es útil para la
posterior evaluación. No menos importante es conocer el tipo de formación de los
terapeutas que aplican el tratamiento, años de experiencia, experiencia clínica,
actitudes hacia el tratamiento que aplica, etc. En los diseños de investigación, el
número de sesiones es fijo o se mueve en unos intervalos concretos (ej., de 8 a 12
sesiones).
1
!
. Finalizado el tratamiento evaluaremos si ha habido
cambios respecto a antes del tratamiento. Para hacerlo precisamos utilizar criterios
objetivos y operativos. Normalmente se utilizan los mismos que en el pretratamiento
(ej., DSM IV, cuestionarios específicos para el trastorno, etc.). Cuando disponemos
de las sesiones grabadas en vídeo, es también posible que "terapeutas ciegos" (que
no conocen si los sujetos están en las primeras sesiones o al final del tratamiento)
que no han participado en la investigación, evalúen clínicamente con un criterio
objetivo (ej., DSM IV) si los sujetos tienen o no el trastorno en cuestión.
1
!
. En un tratamiento no es suficiente obtener diferencias
entre antes y después del tratamiento, diferencia que no suele ocurrir en el grupo de
control. Dado que hay una serie de factores que afectan a la validez interna es
necesario comprobar si los resultados obtenidos con el tratamiento se mantienen o
son debidos a otros factores (ej., a reunirse semanalmente el cliente con el
terapeuta). Por ello es una norma hacer seguimientos no menores a seis meses,
siendo lo más adecuado hacerlos de un año. En ocasiones tenemos la suerte de tener
seguimientos de varios años (ej., Blanchard, Appelbaum, Guarnieri, Morrill y
Dentinger, 1987), lo que permite una mayor generalización de los resultados.
Tabla 4. Conceptos básicos
"
$
(
"
: Número de sujetos que incluimos en un estudio.
!
: Es una predicción específica que puede ser comprobada. Es una
proposición sometible a prueba que puede ser la solución a nuestro
problema.
!
0 1: La hipótesis que se desea contrastar. Postula que no
existen diferencias entre las condiciones que se comparan. El propósito
del investigador es rechazarla.
!
0 331. Es la proposición operacional de la hipótesis de
trabajo o hipótesis de investigación que desea contrastar el
investigador. Esto es, la predicción que ha sido deducida de la teoría
sometida a prueba de contrastación.
:
/
! 0 1. Es el margen de error que se concede el
investigador en el rechazo de la Ho. Se suelen manejar niveles a de .05
y .01.
0 1: Consiste en rechazar la hipótesis nula cuando de hecho es
verdadera. Para evitarlo hay que reducir al máximo la región de rechazo
incrementado el tamaño de la muestra o reduciendo el valor de alfa o
trabajando con hipótesis bilaterales.
0 1: Consiste en rechazar la hipótesis nula cuando de hecho
es falsa. Es siempre conocido y varía en relación inversa al valor alfa.
Los valores alfa y beta deben ser establecidos antes de la investigación.
La forma de reducir la posibilidad de cometer ambos errores es
aumentar el tamaño de la muestra.
"
03% 1: La probabilidad de rechazar la hipótesis nula cuando de
hecho es falsa. Esto es, es la probabilidad de hallazgo de diferencias
entre los tratamientos cuando en realidad los tratamientos son
verdaderamente diferentes en sus resultados. La potencia es una
función del criterio del nivel de significación alfa, el tamaño de la
muestra y la diferencia que exista entre los grupos (tamaño del efecto).
Cohen (1977) . Recomiendo la adopción de la convención de b=.20, por
tanto, una potencia de .80.
$
/
0$ 1: Es el cociente de la diferencia entre las medias
del grupo experimental y control y la desviación típica conjunta. Por
tanto, viene dado en unidades de puntuación típica. Cohen (1977)
distinguió tres niveles de tamaño del efecto pequeño=.20, medio=.50 y
grande=.80).
Como igualmente ocurría con la evaluación del pre y del postratamiento, en el
seguimiento debemos utilizar una medida equivalente a las anteriores para ser
comparables las distintas evaluaciones.
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0
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Finalizada la etapa de obtención de datos del estudio, hay que proceder al análisis
estadístico de los mismos. Lo que pretendemos con el análisis estadístico es conocer
si la diferencia entre los grupos se debe o no al azar. A veces podemos apreciar,
revisando las medias, que éstas son mejores en el grupo experimental que en el
control, pero al aplicar una prueba estadística nos indica que no hay diferencia entre
ambos grupos. De este modo, la estadística, utilizando la prueba adecuada según el
diseño de investigación y el tipo de datos obtenido, nos permite conocer si los
resultados se deben o no al azar. El tipo de análisis va a depender del diseño de
investigación y de las variables que hayamos incluido en nuestro análisis. Si los
grupos son equivalentes antes del tratamiento, mediante una asignación aleatoria, y
tenemos un grupo experimental y otro control, y la medida de evaluación utiliza una
escala de intervalo, realizaremos un análisis de varianza que será de medidas
repetidas si tenemos, por ejemplo, evaluaciones en la misma variable en el pre y
postratamiento y en los seguimientos de 6 y 12 meses. El análisis estadístico de los
datos nos permitirá aceptar la hipótesis experimental (la que predice que el
tratamiento causará un efecto) o la hipótesis nula (la que afirma que el tratamiento
no tendrá ningún efecto) y, consiguientemente, aceptar o rechazar la hipótesis que
hemos propuesto en función del problema que nos planteamos al principio. Es
importante para el análisis estadístico de los datos tener en cuenta el tamaño de la
muestra (N) y de cada grupo, el nivel de alfa, la fiabilidad de las medidas utilizadas,
la potencia, etc. (ver tabla 4).
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Cuando la hipótesis que hemos planteado a nuestro problema se cumple con los
resultados que hemos obtenido en el estudio nuestro esfuerzo ha valido la pena.
Significa que hemos ido por el camino correcto y que nuestro esfuerzo ha sido
recompensado. Al mismo tiempo es un claro
/
- para la persona o grupo de
investigación que ha llevado a cabo el estudio. Habitualmente un estudio se hace
dentro de un modelo teórico concreto, con un buen conocimiento de lo publicado
sobre el tema, con adecuada experiencia clínica del problema que se ha estudiado y
siendo consciente de las limitaciones y aspectos relevantes a solventar con el
objetivo central de mejorar el tratamiento para el problema clínico que estamos
estudiando. Por ello, cada nuevo resultado que obtenemos, en función de nuestras
hipótesis, ayudan no solo a incrementar el conocimiento sobre la cuestión planteada
sino a elaborar inferencias según los resultados, que mejoran la posterior
intervención clínica.
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El objetivo que pretende todo investigador es que aquello que ha obtenido en un
estudio se pueda generalizar. Esto no siempre es posible en la investigación en
psicoterapia por las características particulares de lo que investigamos (un problema
clínico concreto), la muestra de sujetos que utilizamos (habitualmente muestras
autoseleccionadas, que acuden voluntariamente para un estudio o que se extraen de
un centro específico de tratamiento), la diferencia entre terapeutas, etc. Por ello para
nosotros, como se suele reconocer (Kazdin, 1992), el proceso de replicación es
imprescindible para confirmar hallazgos previos, para hacer el conocimiento
acumulativo y para, finalmente, poder
generalizar los resultados (Becoña,
1994). A pesar de ello, se hacen pocas replicaciones
de estudios previos
porque éstas se ven como poco útiles, poco creativas y novedosas, difícil de publicar
los resultados por haberse publicado previamente los mismo, etc. Cuando tenemos
replicaciones de un mismo estudio, ganamos robustez y generalizabilidad de los
resultados. Si el estudio es realizado por investigadores distintos y en contextos
diferentes y se obtienen los mismos resultados, entonces sí que podemos generalizar
los resultados. Un modo de solventar la repetición exacta del estudio es refinar las
hipótesis o ampliar el estudio inicial con lo que podemos replicar el estudio inicial y
ampliarlo. A este último caso se le denomina
!
+
, mientras que
cuando replicamos el estudio exactamente hablamos de
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(Kazdin,
1992).
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Una vez que hemos finalizado el estudio, sólo nos falta redactar por escrito el
informe de la investigación. Aunque pueda parecer que el informe no se elabora
hasta este punto, en realidad éste se va elaborando a lo largo del proceso de la
investigación, que en muchos casos ha comenzado año y medio o dos antes del
informe definitivo de la investigación. En éste recogemos las anotaciones y
decisiones tomadas en cada momento y las agrupamos de un modo racional, para
presentar como tal informe, sin límite de páginas, como una comunicación para un
congreso o en forma de artículo para una revista. Para elaborar este informe
recomendamos seguir las normas del manual de publicación de la
" * (
(1994) en su cuarta edición. Los aspectos esenciales que
éste debe cubrir los mostramos en la tabla 5.
B
+
D
C
0
3 *O
Hace pocas décadas, la tarea de revisar cualquier área de investigación de psicología
clínica era relativamente sencilla, ya que el monto de estudios era más bien limitado.
Sin embargo, en la actualidad el panorama es completamente distinto. Podemos
encontrar cientos de estudios sobre una cuestión determinada, lo que hace muy
difícil que un revisor pueda tener acceso a toda la información disponible. Hasta hace
pocos años, la mayor parte de las revisiones eran de tipo narrativo, que consistía en
confeccionar resúmenes o síntesis de los estudios seleccionados e interpretar los
resultados de los mismos (Cooper y Rosenthal, 1980). Este quehacer conlleva un
importante grado de subjetividad, imprecisión y omisión de información relevante de
los estudios que se revisan (Cooper, 1984; Glass, McGaw y Smith, 1981). A finales
de la década de los 70, surgió una propuesta alternativa para integrar la
investigación, que permite realizar un análisis sistemático de las investigaciones
sobre un tema, el
+
, que Glass (1976) lo ha definido como el análisis de
los análisis "... el análisis estadístico de una gran colección de resultados de análisis
de trabajos individuales con el propósito de integrar los hallazgos obtenidos" (p. 3).
Como características definitorias del mismo podemos señalar que el metaanálisis es
cuantitativo, no prejuzga los resultados de la investigación en función de la calidad
del estudio y busca conclusiones generales (Glass et al., 1981). La finalidad de un
metaanálisis es averiguar el estado del conocimiento sobre un determinado ámbito
de investigación.
La realización del mismo está sujeto a una serie de etapas, aunque no hay un
acuerdo definitivo de cuáles son (Gómez, 1987; Rosenthal, 1984; Sánchez y Ato,
1989), se podrían seguir las siguientes : a) delimitar objetivos; b) formulación del
problema; c) búsqueda de la literatura; d) codificación de los estudios; e) medida de
los resultados; y, f) análisis e interpretación de los datos. La primera tarea de un
revisor es especificar detalladamente los objetivos que persigue con su revisión tales
como sistematizar un conjunto de literatura, probar una determinada hipótesis,
estimar el efecto de un tratamiento particular, etc. La formulación del problema se
refiere a la definición conceptual y operacional del mismo, esto es, definición de
variables y el razonamiento que subyace a su relación. La búsqueda de la literatura
es la fase crucial en un metaanálisis, ya que se expone uno a cometer el sesgo más
grave en todo el proceso. Por tanto, la decisión fundamental de una revisión
cuantitativa es elegir la población de estudios sobre la que se obtendrán las
conclusiones. Para asegurar la representatividad de una muestra de estudios de la
totalidad, hay que realizar una búsqueda exhaustiva de la literatura de un tópico
dado, además de describir minuciosamente todo lo relativo al proceso de búsqueda
de los mismos.
Tabla 5. Puntos que debe abarcar el informe de investigación o un artículo con el
resumen de la misma.
__________________________________________________________________
1. Título, nombre del autor(es), institución y agradecimientos
2. Resumen del estudio
3. Introducción:
Introducción
Desarrollo de los antecedentes existentes en la literatura.
Propósito y racionalidad del estudio que se va a realizar
4. Método
Sujetos
Materiales e instrumentos de evaluación
Procedimiento
Diseño experimental (opcional)
5. Resultados
Resumen de los datos obtenidos.
Tratamiento estadístico de los datos
Tablas y figuras
6. Discusión
Evaluar e interpretar los resultados en función de las hipótesis de que se ha partido
Plantear las siguientes cuestiones: ¿En que he contribuido con este estudio? ¿Este estudio ayuda a
resolver el problema original?, ¿Qué conclusiones e implicaciones teóricas puedo extraer de mi estudio?
7. Referencias bibliográficas
8. Apéndice
_____________________________________________________________________
:
9
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#
Una vez que se dispone de un conjunto de estudios hay que proceder a la
codificación de las características. La elaboración de un cuaderno de codificación
exige incluir las características sustantivas y metodológicas más relevantes. Las
características sustantivas son las específicas de un problema dado, mientras que las
metodológicas se refieren a las características del procedimiento de investigación
utilizado de modo general (Glass
., 1981). La codificación de las características
de los estudios debe evaluarse con las técnicas pertinentes para evaluar la fiabilidad
y la validez. Aunque no existe ningún criterio que pueda garantizar de modo absoluto
la fiabilidad y validez del proceso de medición o codificación de las características de
los estudios, sí se han propuesto algunas reglas que ayudarían a ello (Glass et al.,
1981; Hunter, Schmidt y Jacobson, 1982; Rosenthal, 1984).
En primer lugar, hay que proceder a elaborar un cuaderno de codificación que
incluya la formulación de normas, reglas y las definiciones detalladas acerca de los
aspectos que se pretenden codificar. En segundo lugar, hay que entrenar a varios
sujetos en el manejo adecuado del sistema de codificación empleado, con el
propósito de que evalúen una muestra aleatoria de los estudios que se han incluido
en el metaanálisis. En tercer lugar, hay que averiguar la fiabilidad entre
codificadores. El índice utilizado para calcular la misma va a depender del número de
codificadores que han intervenido en el estudio y de si la característica codificada es
cuantitativa (ej., coeficiente de correlación de Pearson, la fórmula de Spearman
Brown, análisis de varianza de medidas repetidas) o cualitativa (ej., el coeficiente
kappa de Cohen), siendo recomendable la combinación de varios índices de fiabilidad
(Orwin y Cordray, 1985). Y, por último, y con el objeto de salvaguardar la validez de
la codificación en lo que se refiere a la calidad de los estudios, es conveniente definir
la calidad de los datos obtenidos y buscar otras fuentes de información externas a
los informes para complementarlos.
El siguiente paso en el proceso de realización de un metaanálisis atañe a la medida
de los resultados. Ello tiene que ver con cuál es la unidad de análisis y la utilización
de una métrica común para integrar los resultados de los estudios que hemos
incluido. La unidad de análisis procede de los estadísticos ya analizados en los
estudios primarios. Unos autores abogan por incluir en el metaanálisis sólo una
medida global para cada estudio, de este modo se obvian los problemas de
dependencia que haya entre los datos (ej., Banger Drowns, 1986). Otros creen que
es más oportuno considerar distintos índices para cada estudio (ej., Smith, Glass y
Miller, 1980), pero esto acarrea problemas derivados de la dependencia de los datos.
Con el objeto de obviar los problemas inherentes a ambas formulaciones, Cooper
(1984) propuso utilizar una unidad de análisis variable, codificando cada prueba
estadística por separado como si fueran independientes entre sí. De este modo se
conservaría de cada estudio la máxima información y, además, se eludiría el
problema relativo a la independencia de los resultados.
El otro punto a tratar se refiere a la utilización de una escala de medida común para
integrar los resultados de los estudios que se han incluido para realizar el
metaanálisis. Habitualmente se acude al cálculo de los niveles de significación
(Rosenthal, 1978) y/o al tamaño del efecto (Glass, 1976) para cuantificar los
resultados de los estudios en una misma escala. Aunque ambas medidas están
relacionadas, proporcionan diferente información. El nivel de significación nos ayuda
a discriminar si los resultados han ocurrido por azar, con base al grado de
probabilidad de lograr un resultado como el obtenido para un estudio particular si la
hipótesis nula fuese cierta. Se ha utilizado profusamente en las investigaciones que
contrastaban una misma hipótesis. El inconveniente más importante de dicho índice
es que no nos informa la magnitud del efecto experimental, por lo que debe ir
acompañado de alguna medida del tamaño del efecto (Rosenthal, 1978, 1984).
El
/
(TE) nos indica el grado en que se manifiesta el fenómeno de
estudio. Contamos con numerosos índices para estimar el mismo. Sin embargo, los
más utilizados han sido la diferencia media tipificada y el coeficiente de correlación.
La diferencia media tipificada o índice de Cohen (1977) viene dado por el cociente
entre la diferencia de las medias del grupo experimental y control y la desviación
estándar conjunta de ambas condiciones:
Como índice alternativo a la diferencia media tipificada, para estimar el tamaño del
efecto se puede utilizar el cálculo del coeficiente de correlación. Algunos autores
(Rosenthal, 1984) recomiendan el uso del mismo debido a que es más fácil de
calcular, aparece con asiduidad en los estudios de investigación, especialmente en
los correlacionales, y es más fácil de interpretar.
Una vez que se han transformado a una métrica común los resultados del conjunto
de estudios, se procede a aplicar los métodos metaanalíticos pertinentes, ya sean
pruebas estadísticas específicas (ej., pruebas inferenciales convencionales) u otros
procedimientos (ej., técnicas de acumulación de niveles de probabilidad, técnicas de
integración de tamaños del efecto), dependiendo de los objetivos previos y de las
peculiaridades del área de investigación, para poder analizar e interpretar los
mismos de un modo global (ver Bargert Drowns, 1986).
El enfoque metaanalítico ha aportado una nueva forma de proceder en cuanto a la
revisión de la literatura. Una alternativa a las revisiones tradicionales, que no ha
podido soslayar la crítica (Eysenk, 1978; Gallo, 1978; Mullen, 1989). En primer
lugar, este método presenta tendencia a cometer errores derivados de la ausencia de
la especificación de los tamaños del efecto en la mayoría de los estudios que se
puedan utilizar para realizar un metaanálisis. En segundo lugar, se le ha achacado el
problema de la heterogeneidad. Esto es, cómo es posible mezclar resultados de
estudios que pueden presentar características diferentes. En tercer lugar, se
presenta el problema de la calidad de los estudios. La realización de un metaanálisis
no implica utilizar ese criterio en el proceso de selección de los estudios, lo que
podría repercutir negativamente en el proceso metaanalítico. En cuarto lugar, la
imposibilidad de localizar todos los estudios que traten el problema que ha dado
lugar a la aplicación de un metaanálisis, pone en entredicho la representatividad de
los que han sido localizados. En quinto lugar, las conclusiones que se obtienen están
relativamente limitadas por la elección previa que ha hecho el investigador de unas
características específicas del conjunto de estudios. En sexto lugar, no hay un
procedimiento totalmente seguro para garantizar la independencia de los distintos
tamaños del efecto o niveles de significación que podamos estimar de un estudio
dado. Para finalizar, en el análisis e interpretación de datos se pueden utilizar
métodos estadísticos inapropiados o que se violen los supuestos previos a la
aplicación de los mismos, lo cual merma considerablemente las conclusiones que se
infieren de los mismos.
En psicología (Lipsey y Wilson, 1993), psicología clínica y psicoterapia (ej., Shapiro y
Shapiro, 1983), el metaanálisis ha sido ampliamente utilizado y es hoy uno de los
procedimientos más importantes para conocer la eficacia o no de una terapia (ej.,
para el insomnio, Murtagh y Greenwood, 1995), habiendo revolucionado el campo de
la evaluación de la eficacia de las distintas psicoterapias o tratamientos psicológicos.
A pesar de sus críticas (ej., Eysenck, 1994) podemos augurarle al metaanálisis una
implantación cada vez mayor, dada la necesidad de proporcionar el tamaño del
efecto para cada estudio experimental realizado.
C
*I
*
C
*
Como afirmó claramente Paul (1967), nuestro objetivo esencial como clínicos es
contestar a la siguiente pregunta: "¿D
tratamiento y administrado por D
es
más efectivo para este individuo con ese problema específico y en tales
circunstancias?" (Paul, 1967, p. 111).
Para contestar a ello necesitamos acudir a la metodología de investigación, cuyos
procedimientos más importantes y útiles para la investigación en psicoterapia los
hemos revisado en este capítulo, como son el estudio de caso, los diseños
experimentales de caso único, los diseños cuasiexperimentales y los diseños
experimentales. No hemos incluido el método correlacional ni el método
epidemiológico (Alvira, Avia, Calvo y Morales, 1979), por no tener tanta relevancia
en la evaluación de la psicoterapia como lo tienen en la psicopatología.
En nuestra opinión, y en la línea de Kazdin (1980), el estudio de casos clínicos y la
investigación experimental deben ser interdependientes, más que separados entre sí.
Creemos que tener este aspecto claro posibilita aportar datos relevantes para la
clínica y facilita al clínico evaluar adecuadamente, dependiendo del nivel en el que se
mueva su trabajo clínico. Este aspecto es muy importante para el progreso de
nuestra ciencia, dado que como ya hace unos años indicaban Barlow
. (1994),
los clínicos no implantan los hallazgos de la investigación y, por ello, la investigación
clínica tenía poca influencia en la práctica clínica. La diseminación de conocimientos
se convierte así en un aspecto importante que muchos investigadores han olvidado y
que es conveniente planificar desde el principio de la investigación (Becoña, García,
Palomares y Vázquez, 1994). No hay que olvidar que la situación clínica es distinta a
la experimental y en ocasiones muy distinta una de otra (Persons, 1991), con la
rigidez del protocolo de tratamiento experimental y la flexibilidad de la intervención
clínica cotidiana.
La anterior opinión no es compartida por todos y así Prochaska (1993) propone que
en la investigación lo más adecuado son los programas sistemáticos de investigación,
más que el estudio de caso aislado o una investigación experimental aislada. Aunque
su propuesta es correcta para la investigación, no lo es para la clínica donde las
intervenciones son diversas, complejas, cambiantes y a veces ocasionales. Además,
es posible la combinación de ambos criterios, dependiendo de donde estemos
trabajando, si en un centro de investigación o en un centro clínico.
Un aspecto central en el estudio de la psicoterapia es cuál es más efectiva o si lo es
respecto a un grupo control. Pero, una vez demostrada la eficacia en un determinado
trastorno, cobra tanta relevancia el análisis de la eficacia como el análisis de aquellos
casos en donde no conseguimos resultados; esto es, en dónde y el por qué se
fracasa en un porcentaje de casos, en el sentido de que una parte de los clientes no
mejoran. El análisis de los fracasos ( / . Foa y Emmelkamp, 1983) es relevante,
facilitando la metodología del estudio experimental de caso único o el clásico estudio
de caso un modo útil de abordar esta cuestión, que es tan relevante para el progreso
de la ciencia, al analizar lo que desconocemos, aunque en la práctica se hace pocas
veces (Chorpita, 1995).
Cuando se hace investigación en comunidades minoritarias étnicamente, zonas
rurales aisladas, barrios marginales, o en grupos culturalmente distintos, hay que
tener en cuenta otros aspectos, especialmente el de la diversidad cultural, y saber
manejarlos adecuadamente para que nuestra pretensión de evaluación, tratamiento
o prevención no sea un fracaso, como muchas veces ha ocurrido en el pasado ( / .
Darou, Hum y Kurtness, 1993; Higginbottam, West y Forsyth, 1988).
En los últimos años se aprecia un interés creciente por nuevos desarrollos
metodológicos y estadísticos; un claro ejemplo es el metaanálisis como técnica de
análisis cuantitativo de la literatura que hemos revisado más atrás. Entre estos
aspectos podemos notar distintos modos de evaluar la eficacia del tratamiento con
métodos cuantitativos (ej., Páez, Echeburúa y Borda, 1993), la introducción de los
modelos causales (ej., Haynes, 1994), junto con la potenciación del análisis
exploratorio de datos (ver Guardia, 1994) y la crítica, como bien expone Cohen
(1994), de la utilización rígida del valor de probabilidad menor de 0.05, que en su
opinión, no ha permitido el avance de la psicología como una ciencia, sino que más
bien lo ha impedido, sugiriendo que se vaya sustituyendo por el tamaño del efecto,
del que hablamos en el apartado dedicado al metaanálisis.
Pero de lo que no hay duda es que un buen esquema de qué debemos hacer en
nuestro trabajo clínico con el apoyo de la metodología de investigación es una
garantía de que el trabajo que hacemos cotidianamente con nuestros clientes día a
día pueda mejorar. De este modo podemos contribuir al progreso de nuestra ciencia,
lo cual redundará, a su vez, en mejorar las técnicas de tratamiento psicológico para
nuestros clientes, dado que nuestro objetivo central como psicólogos y como
psicólogos clínicos es ayudar a las personas que tienen problemas para reducirles el
sufrimiento que les producen.
Aunque en la psicología conviven distintos modelos y filosofías (ver Bunge y Ardila,
1988), en muchas ocasiones contrapuestas, nunca debemos perder de vista nuestro
objetivo central como profesionales y la necesidad de un buen conocimiento y
manejo de la metodología de investigación para hacer progresar nuestra ciencia y
mejorar nuestro trabajo cotidiano. El antiexperimentalismo, cuando se sostiene, es
un error e implica un claro desconocimiento del objetivo central de la psicología,
impidiendo el progreso del conocimiento, de nuestra ciencia y quizás de nosotros
mismos. Por suerte, esto ha cambiado radicalmente en los últimos años y la
metodología científica se ha introducido con fuerza en todos los campos de la
psicología convirtiéndola día a día en una ciencia más útil, eficaz y respetada.
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Jorge Sánchez Escárcega
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)
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Probablemente ningún otro sistema teórico y terapéutico está tan ligado a la vida y
obra de su descubridor como el psicoanálisis a Sigmund Freud. Este médico judío
vienés nacido en 1856 conjunta en su persona toda la pasión, convicción y
honestidad del investigador original, del descubridor a contracorriente, del
D
(como alguna vez se refirió a sí mismo). Sus escritos son, quizás más
que en ninguna otra ciencia, referencia obligada, mitificada, y muy frecuentemente,
malinterpretada. Personaje contradictorio sin duda, es, paradójicamente, uno de los
ejemplos más claros de coherencia en el pensar, a veces rayando en la obstinación,
pero siempre, en el último momento, con capacidad para abandonar ideas sostenidas
durante lustros o décadas en favor de una teorización más congruente con el dato
clínico.
A Freud le cupo en ¿suerte? ser para el pensamiento científico del siglo XX el
personaje que a su vez ocupa el lugar central en la obra psicoanalítica: Edipo, el
develador del secreto de la Esfinge.1 Quizás nunca imaginó que acabaría siendo el
Layo para toda una generación de nuevos Edipos, deseosos de medir fuerzas con el
padre rival. No sólo tuvo que enfrentar el abandono de discípulos predilectos (Adler,
Rank, Jung), sino el rechazo de toda una sociedad burguesa, represivamente
victoriana, plagada de "buenas conciencias" que al final se sacudieron alarmadas por
vía del nazismo dando sus libros a la hoguera en mayo de 1933. Ni siquiera así
perdió el aplomo, comentando con una buena dosis de ironía y resignación judías
"¡Qué progresos hacemos! En la Edad Media me hubieran quemado a mí, hoy se
conforman con quemar mis libros" (Jones, 1961, p. 219).
Y hablando del judaísmo de Freud, ¿quién puede negar la estrecha vinculación que
se encuentra entre el carácter judío y el movimiento psicoanalítico? Hoy sabemos
que esta relación es más que meramente circunstancial. Es probablemente ese
sentido de la interioridad en el judío religión que carece de iconos externos y su
liga con la diáspora y las persecusiones, lo que determina un cierto grado de
proclividad a la introspección que, cuando se suma a las frecuentes migraciones y
exilios, crea el terreno más fértil para la labor del psicoanalista: la búsqueda de un
pasado perdido, conflictivo, olvidado, tormentoso, desplazado ahora desde lo
nacional a lo personal. Sólo así se puede explicar el gran desarrollo y
de
los bienes psicoanalíticos en países donde la inmigración judía ha sido más que
frecuente. Hacemos mención por supuesto de lo sucedido en una parte de
Latinoamérica y Estados Unidos.
Pero tal vez
= ) del psicoanálisis (y de Freud) no termina ahí. Con riesgo de caer
en sobresimplificaciones apuntaremos que en ese final del siglo XIX, marcado por el
positivismo científico a ultranza la Escuela de Viena precisamente , tradición en la
que Freud se desarrolló como médico, neurólogo e investigador, hace su aparición en
forma cada vez más creciente y desde el principio en los escritos freudianos, una
preocupación por el
, por el
/
, por el )
y por lo tanto por la
! , herencia segura de la exégesis y hermenéutica judías (Ricoer, 1970;
Sánchez Escárcega, 1994).
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Múltiples trabajos se han escrito sobre la vida de Freud. Destacan la biografía de su
discípulo Jones (1961), la excelente obra del historiador y psicoanalista Peter Gay
(1988), y por supuesto su propia autobiografía (1901a). En nuestro país se ha
publicado también un muy interesante trabajo colectivo (Consejo Nacional de Ciencia
y Tecnología, 1980). Pero por supuesto no son éstas las únicas obras que abordan al
personaje Sigmund Freud al hombre, al científico, al clínico : se han escrito novelas,
se han filmado películas, y en un sinfín de trabajos breves y extensos se han
estudiado sus sueños, su vida familiar, sus relaciones con colegas, etc. También se
ha publicado casi toda su correspondencia tan o más extensa que su obra teórica ,
incluso hasta su epistolario amoroso con la que fuera su esposa: Martha Bernays. Sin
temor a exagerar se puede decir que Freud ha sido el "paciente" más estudiado y
"psicoanalizado" de la historia. Tanta (pre)ocupación por él no es gratuita: con
frecuencia se ha señalado que si Copérnico estableció que el hombre no se encuentra
en reposo en el centro del universo, y Darwin, que el hombre no es nada diverso del
animal y es pariente próximo de algunas especies, Freud nos demostró que no es
soberano de su propia alma o su voluntad, y que los principales procesos anímicos
son en sí inconscientes: tres "afrentas psicológicas" que aniquilan su "ilusión
narcisista" (Freud, 1917, pp. 129 135). ¿Podrá soportar una cuarta, por ejemplo la
existencia de otros seres en el universo? ( /# Sagan, 1980).
¿Y, cómo presentar aquí en unos cuantos párrafos un esbozo biográfico, habiendo
tan extensísimos y extraordinarios trabajos sobre el tema? Intentémoslo a sabiendas
de que omitiremos hechos fundamentales de su vida.
Freud nació el 6 de mayo de 1856 en Freiberg (Moravia). Fue el primer hijo de la
tercera esposa de su padre2. Sus antepasados habían vivido en Colonia, pero debido
a las persecuciones emigraron hacia el Este. Su madre tenía veintiún años al nacer
él, y su padre cuarenta y uno. Del primer matrimonio del padre habían nacido dos
hijos: Emanuel (tan sólo un año mayor que la madre de Freud) y Philipp (dieciocho
años mayor que Freud). Tuvo siete hermanos. El segundo murió a los ocho meses de
nacido, cuando Freud no había cumplido siquiera el primer año de vida. Antes de
cumplir cuatro años la familia emigró a Viena. Fue un estudiante brillante, aprobado
generalmente con honores. Destaca ya desde su juventud el estilo y belleza de su
lenguaje escrito que habría de hacerlo postulante al Premio Nobel de Literatura en
1919. Gran lector desde su juventud, habrá de conservar la referencia de los clásicos
a lo largo de su vida. Consideró estudiar derecho, pero al oír en una conferencia el
ensayo
- , erróneamente atribuido a Goethe, decidió estudiar medicina.
Ocho años le tomó graduarse, no por pereza, ya que siempre fue un alumno
sobresaliente, sino por su afición a la investigación, que lo absorbía en los trabajos
que realizaba en el Instituto de Zoología. Llama la atención el que a los veinte años
planteó la idea de una intersexualidad en las anguilas, no determinada
genéticamente. Decepcionado de la investigación, pasó al Instituto de Fisiología,
recibiendo las enseñanzas de Ernst Wilhem von Brücke, "el hombre que más influyó
sobre mí".
Sus trabajos demuestran que se encontraba al inicio de una brillante carrera, la cual
abandonó cuando conoció a Martha Bernays en búsqueda de mayor solvencia
económica para casarse. Abrió un consultorio médico y trabajó por tres años en el
Hospital General de Viena. Aun así continuó con la investigación, y publicó un trabajo
sobre la cocaína. Experimentó en él, en sus amigos y en su novia el efecto
estimulante de dicha droga. Justo cuando preparaba una monografía "su acceso
rápido a la fama" sobre los efectos de la cocaína, visitó a su novia en Wandsbeck.
Un mes después, al regresar a Viena, se encontró con que su colega Koller había
descubierto la sensacional aplicación de la droga como anestésico sobre el ojo. Fama
internacional para Koller, mal disimulada amargura para Freud. No paró ahí la cosa:
la adicción a la cocaína entre ellas la de su amigo von Fleisch Marxow le ganaron la
acusación de haber desatado para la humanidad "un tercer flagelo", al lado del
alcohol y la morfina. Aun así obtuvo el cargo de docente en la universidad, y una
beca para viajar a París a la Salpêtrière, donde conoció al famoso especialista en
neurosis histéricas e hipnólogo, Jean Martin Charcot. Ahí descubrió el aspecto
psicológico de la neuropatología. Al regresar a Viena y presentar un trabajo sobre
(
(
, lejos de conseguir la fama, sólo obtuvo rechazo. Finalmente
pudo contraer matrimonio con Martha, mujer por cierto muy arriba de sus
pretensiones sociales. Especializado en neuropatología, su consultorio fue visitado
sobre todo por enfermos nerviosos. Utilizó los métodos clásicos: electroterapia,
masajes, baños curativos; también la hipnosis aprendida de Charcot. En realidad
nada de esto funcionó como él deseaba.
En estas circunstancias hace su aparición su buen amigo y protector Josef Breuer,
considerado entonces el mejor especialista en enfermedades internas y clínica
general de Viena. Breuer atendía a una paciente histérica llamada Bertha
Pappenheim, mejor conocida en la literatura como "Anna O.". Dicha mujer recordaba
y revivía con gran emoción , en estado de hipnosis, la situación original en la que se
habían manifestado por primera vez sus síntomas histéricos. Éstos desaparecían por
algún tiempo. A Freud le causaron honda impresión las comunicaciones que le hacía
su colega, e informó a Charcot, quien ciertamente no mostró un gran interés por el
caso. Sin embargo Freud decidió poner en práctica él mismo dicha técnica,
denominada "catarsis", con sus propios pacientes. Los resultados fueron publicados
en conjunto con Breuer en el famoso ensayo
(
(1893 95),
libro con el cual se origina el psicoanálisis, pero que ocasionó por esto un
distanciamiento entre los dos autores. Para Freud quedaba claro algo que para
Breuer no fue evidente: que los traumas originadores de síntomas psiconeuróticos
por lo general se relacionan con cuestiones de índole sexual.
Freud siempre buscó en la infancia y en las etapas iniciales de su carrera la amistad
(¿protección?) de un amigo, generalmente mayor que él. Al declinar la amistad con
Breuer, comienza a hacer su aparición el amigo correspondiente a la siguiente etapa:
Wilhem Fliess. Este otorrinolaringólogo berlinés había obtenido ya alguna fama
gracias a dos descubrimientos: la periodicidad de ciclos en los organismos y la teoría
de la bisexualidad (es decir, que en la constitución biológica y psíquica de los
organismos se encuentran presentes elementos del otro sexo). Esta amistad resultó
para Freud fascinante, aunque duró a lo sumo unos tres años. Le proporcionó
ciertamente "un escucha", el "auditorio" al que presentaba sus constantes y
titubeantes descubrimientos sobre la sexualidad y las psiconeurosis. Pero no sólo
eso. Fue como hoy se plantea lo más parecido a un analista, el testigo de sus
reflexiones, cuestionamientos e indagaciones dentro de él mismo: su autoanálisis.
Fliess fue el benevolente interlocutor, ocupado en otros campos de la investigación,
que sin prejuicios asistió al nacimiento de conceptos como "represión", "proyección",
etc. También Fliess fue testigo del abandono de la
!
o teoría de la
seducción, que consiste en suponer que el trauma original infantil había sido
ocasionado por algún acto de seducción erótica por parte de adultos. Al quedarle
claro que éstos no habían sido hechos reales, sino fantaseados, imaginados, y en
última instancia, deseados, Freud entra al terreno psicoanalítico por excelencia:
/
) *
.
La cosa no le iba bien a Freud por aquella época: Habían sido rechazados por la
Sociedad de Medicina sus descubrimientos sobre la histeria, Meynert le negó el
acceso al laboratorio de anatomía cerebral, y Scholz, al material clínico para sus
conferencias. Se le acusó de interrogar a sus pacientes sobre su vida sexual, y se le
dejaron de enviar. Este es el periodo al que después Freud se refirió como de
"espléndido aislamiento". Mejor para la ciencia: fue el periodo en el cual hizo uno de
sus más grandes descubrimientos: el complejo de Edipo, término utilizado para
señalar el momento del desarrollo (generalmente entre los 3 y 5 años de edad) en el
cual el niño (Freud se refirió inicialmente al niño varón), en actitud ambivalente hacia
sus progenitores e impulsado por sus instintos y fantasías, siente rivalidad hacia su
padre, al cual desea desplazar en el cariño de la madre.
¿Cómo llegó Freud a este descubrimiento? Básicamente a través de la interpretación
de los sueños que solían relatarle sus pacientes. Los resultados de sus indagaciones,
así como el planteamiento de una novedosísima teoría sobre el funcionamiento del
aparato psíquico, se encuentran en su obra
!
(1900).
Ahí se incluye la primera interpretación completa de un sueño del propio Freud ("el
sueño de la inyección de Irma").
Con el desarrollo de esta técnica interpretativa, Freud abandonó definitivamente la
técnica de la catarsis y cualquier otra, para concentrarse en la "asociación libre" la
base de todo psicoanálisis , en la cual se le pide al paciente, que permanece
consciente, que diga todo cuanto viene a su mente, sin ningún tipo de restricción.
Por cierto aquí comienza el uso del diván, que estimula una mayor espontaneidad de
las asociaciones. Estas asociaciones libres, aunadas a la interpretación de los sueños,
permitían acceder a pensamientos, recuerdos y fantasías de la época más temprana
del paciente, generalmente dolorosos y por lo tanto reprimidos. También reconoció
Freud por esta época el significado inconsciente de esos pequeños olvidos, lapsus,
actos fallidos, etc. que nos son tan familiares. Con estas bases, antes de 1905 se
publicaron otras dos obras cruciales: "
)
(1901b) y
$
*
)
(1905).
La época del aislamiento comenzó a ceder cuando a partir de 1902 se le unieron los
médicos Alfred Adler, Rudolf Reitler, Max Kahane y Wilhem Stekel. En 1903 lo hizo
Paul Federn, y en 1905, Eduard Hitschmann. Antes de 1910 también se habían
agregado Otto Rank, Hanns Sachs, Max Eitingon, Abraham A. Brill (Estados Unidos),
Ernest Jones (Inglaterra), Ludwig Jekels (Polonia), Karl Abraham (Berlín) y Sándor
Ferenczi (Budapest), entre otros. ¿Qué hizo que este pequeño grupo de
profesionistas en 1908 eran veintidos , generalmente bien establecidos en su
campo, se unieran a un hombre tan cuestionado en su momento? No lo sabemos,
pero esta pequeña "sociedad" atrajo tanto la atención, que entre 1907 y 1910 logró
despertar el interés de dos personalidades en el campo académico y científico: Eugen
Bleuer y C.G. Jung (ambos de Zurich). Tan prominente "cuadro" logró finalmente
que la universidad y la famosa clínica psiquiátrica de Burghölzli (Suiza) incorporaran
al psicoanálisis entre sus técnicas de tratamiento para trastornos graves, así como la
fundación, en Nuremberg, de la Asociación Psicoanalítica Internacional (1910). El
camino parecía estar allanado para recibir, en 1909, la invitación de la Universidad
de Clark de Worcester, Massachusetts, para participar en las celebraciones de su
vigésimo aniversario, donde se le otorgó a Freud el título de
(
.
También se unieron las primeras mujeres, entre ellas Lou Andreas Salomé, famosa
escritora germana ex amante de Nietzsche y Rainer Maria Rilke.
La fama mundial comenzaba para Freud, y con ella, las primeras crisis y deserciones
en el grupo original: las más importantes, la de Adler en 1911 y la de Jung en 1914.
Aunado a esto, el ascenso se vio interrumpido por la Primera Guerra Mundial (1914
1919). El grupo se disgregó, el contacto y la afluencia de analistas extranjeros se
interrumpió, amén de que la mayor parte de los médicos locales fueron llamados a
filas (así como los tres hijos varones de Freud). Las dos principales publicaciones
psicoanalíticas tuvieron que ser suspendidas, y la vida en Viena sin calefacción, casi
sin pacientes, sin dinero y sin ánimo se volvió prácticamente insoportable para
Freud. Con muy poco material clínico sobre el cual escribir, hizo lo que ya había
hecho en su época de aislamiento: explorar el interior de la mente humana. De este
periodo surgen los principales escritos teóricos, compilados bajo el título $
=
) (1915).
Con el final de la guerra no hubo una rápida mejoría de su situación: Austria se
encontraba sumida en la pobreza y la desesperanza. Freud sufrió además dos
pérdidas fundamentales: Anton von Freund (promotor y benefactor del psicoanálisis)
y su hija Sophie (muerta de pulmonía). Con este panorama no es de extrañar que en
1920 publicara +
+
donde se presentan los conceptos de
pulsión de muerte y compulsión a la repetición. Tampoco sorprende que el gran peso
de los eventos y fenómenos sociales lo llevaran a escribir "
)
*
+
* (1921).
La "salida" para Freud, en épocas de dolor, rechazo o enfermedad, siempre fue la
creatividad. Es por ello que en esta etapa reformula radicalmente la teoría con la que
durante casi veinticinco años había venido trabajando, al plantear en
* *
(1923a) la teoría estructural (ello, yo y superyo). La primera de estas instancias
psíquicas (el ello) que evidentemente, al igual que las otras, no tiene una
localización anatómica cerebral , comprende más o menos lo que anteriormente era
llamado "el inconsciente", y que abarca todo lo instintual, irracional y "animal" que
hay en el ser humano, así como todo lo reprimido. El superyo, por su parte, incluye
los preceptos morales, éticos y culturales
el "deber ser" , así como la
autoobservación, que por vía de la identificación nos ha sido transmitido a través de
la familia.
Por último, el yo está formado por una serie de funciones mentales como el
pensamiento, la memoria, la percepción, el juicio, la capacidad sintético integrativa,
los mecanismos de defensa, etc. que le permiten lidiar o "negociar" entre las
exigencias que se le presentan por tres "frentes" distintos: a) el ello y su urgencia de
descarga pulsional, b) el superyo y sus demandas y restricciones, y c) la realidad
externa, con su posibilidad o imposibilidad de lograr satisfacción. De hecho, se
acepta que toda conducta, pensamiento, síntoma, etc., implica el resultado final de
un trabajo realizado por el yo para tratar de conciliar de la mejor manera posible
estos tres frentes. Y no sólo en lo individual: aun en lo cultural se pueden observar
los resultados de estas negociaciones, sólo que de manera colectiva. El
descubrimiento planteado por Freud pretende tener un carácter
: se trata
de una ciencia general de los procesos anímicos.
Fumador empedernido la imagen típica de Freud lo representa siempre con un puro
en la mano , hubo de pagar las consecuencias de su adicción. A partir de febrero de
1923 se le detectó un tumor en la encía del lado derecho que le fue extirpado (ya
había presentado síntomas desde 1917). A esta operación siguió otra más radical,
que incluyó el vaciamiento del maxilar y la encía derecha. Tuvo que usar una
prótesis de gran tamaño que lacónicamente acabó llamando "el monstruo". Los
dolores eran insoportables, entorpeciendo tanto el habla como el comer y el fumar.
Treinta y un operaciones siguieron a estas dos, y aun cuando fue atendido por los
mejores especialistas, hasta el final de sus días hubo de lidiar con la enfermedad
para poder seguir trabajando. No deseaba perder la claridad de su pensamiento, por
lo que evitaba en lo posible recurrir a los analgésicos. Además, nunca cedió en su
ateísmo y en su actitud objetiva ante la muerte. Se consideraba un hombre de
ciencia y se negaba a recurrir a los sucedáneos que pudieran desviarlo de su camino.
Seguramente se sintió recompensado cuando en 1936 fue designado miembro
correspondiente de la Royal Society, la más alta distinción, después del Premio
Nobel, para un hombre de ciencia. Mantuvo regularmente correspondencia con los
grandes de su tiempo: Albert Einstein, Thomas Mann, Hermann Hesse, Romain
Rolland, Arthur Schnitzler, Arnold Zweig, Stefan Zweig, etc., algunos de los cuales
fueron sus amigos. Ya antes, en 1930, la ciudad de Franckfort le había otorgado el
Premio Goethe, y en 1931 se descubrió una placa conmemorativa en su casa natal.
El esplendor de la fama le sobrevenía cuando la enfermedad más lo minaba.
Si bien Freud ya no contaba con la misma fortaleza física de antes, en los últimos
quince años de su vida tuvo el apoyo de la que eventualmente se convertiría en una
gran psicoanalista de niños, con desarrollos teóricos propios: su hija Anna, quien
comenzó a representarlo en congresos, eventos científicos, etc. No se piense por ello
que Freud dejó de producir. Antes al contrario, sus trabajos de los últimos años si
bien más suscintos, y tal vez más espaciados denotan una excepcional claridad de
pensamiento a la vez que intereses más amplios y abarcativos. Además de revisar
sus primeros libros, explora a profundidad temas filosóficos, religiosos y culturales,
en los cuales de alguna manera ya se había interesado: $!
* $ B (1912 13),
(1930) y
*
!
)
(1939) son sólo
algunos ejemplos.
Al estudiar la vida de Freud, uno se queda con la impresión de que difícilmente tuvo
descanso: justo cuando nuevamente parece venir por delante una época de relativa
serenidad y triunfo en lo profesional, aparece en Alemania la sombra del nazismo. Y
no sólo por ser judío su fundador, sino básicamente por el carácter disruptivo y
revolucionario de su obra, en 1936 fueron confiscados los libros de la Editorial
Psicoanalítica Internacional, amén de que para colmo de males, Austria fue ocupada
por Alemania en 1938. La casa de Freud fue requisada por la S.S. el 15 de marzo, y
el 22, la Gestapo detuvo por varias horas a su hija Anna. Sólo entonces Freud aceptó
abandonar Austria. Después de haber vivido en Viena prácticamente toda su vida, el
4 de junio emigra a Inglaterra. Quedaron en el país sus cuatro hermanas, quienes
fueron asesinadas en Auschwitz tres años después de haber muerto Freud.
En Londres se le procuró un recibimiento triunfal. Lo visitaron, entre otros, Salvador
Dalí y H.G. Wells, su amigo íntimo, así como los secretarios de la Royal Society.
Todavía volvió a ser operado, y aun así continuó viendo pacientes y escribiendo. El
23 de septiembre de 1939, quince meses después de haber emigrado, murió poco
antes de la medianoche. Tal como lo había dispuesto, sus restos incinerados fueron
depositados en una de sus vasijas griegas favoritas.
_____________________________________
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*O
En el prólogo que los editores de las primeras traducciones al español hacían a las
@
,
( /. Germain y Rey Ardid, 1973), se incluía
junto a recomendaciones para una lectura cristiana de los textos la siguiente
definición:
Conviene hacer resaltar que el término psicoanálisis se aplica, en realidad, a tres
cosas diferentes: 1) A un método de investigación mediante el cual las regiones más
íntimas y ocultas del espíritu pueden ser puestas en evidencia y estudiadas. Esto
puede considerarse (...) como la disección de la mente y el estudio de su anatomía.
2) Una teoría que se elabora con los resultados de ese análisis, llevado a cabo en
muchos casos semejantes que se estudian comparativamente, para poner en
evidencia rasgos y reacciones características en cada uno. De esta suerte se elabora
una verdadera fisiología de la mente y se señalan las formas de su funcionamiento.
Es la teoría psicodinámica del desarrollo de la personalidad. 3) Una técnica de
aplicación que tiene por finalidad adoptar el método analítico conocida la estructura
de la mente y su funcionamiento al tratamiento de los desequilibrios del espíritu.
Esta acción terapéutica a través del inconsciente es la que verdaderamente ha de
llevar el nombre de técnica analítica o psicoanálisis" (p. xii).
Ya en esta primera definición resumen de aquellas propuestas por Freud
encontramos el doble carácter epistemológico del psicoanálisis: por un lado
conceptos mecanicistas de la más pura raigambre positivista tales como `disección
de la mente', `estudio de su anatomía', `fisiología de la mente' etc., y por el otro,
aseveraciones tales como que `las regiones
+ )
*
del espíritu
pueden ser
y estudiadas', que nos remiten enseguida a un
modelo interpretativo, un desenmascaramiento, un develamiento del sentido oculto y
diferente; todo ello, por supuesto, acorde con cualquier tradición hermenéutica.
Nada de esto sorprende. Freud, como hombre de su tiempo, fue formado en ambas
escuelas de pensamiento. La positivista herencia inglesa y alemana completamente
en boga en aquella época permea la teoría psicoanalítica de principio a fin con
conceptos más bien sacados de la física, la biología y la termodinámica. La
hermenéutica le viene por la línea de los clásicos, del romanticismo, del ambiente
filosófico del siglo XIX, de sus múltiples lecturas de juventud, aunque insistimos no
podemos dejar de mencionar la tradición y el carácter judíos de Freud3 (Sánchez
Escárcega, 1994).
El propio Freud, en otro artículo (1923b), nos da una definición similar:
Psicoanálisis es el nombre de un procedimiento que sirve para indagar procesos
anímicos difícilmente accesibles por otras vías; de un método de tratamiento de
perturbaciones neuróticas, fundado en esa indagación y de una serie de intelecciones
psicológicas, ganadas por ese camino, que poco a poco se han ido coligando en una
nueva disciplina científica (p. 231).
Es interesante mencionar que en su definición de 1926 tan sólo se refiere a dos usos
del término; y aun en éstos se encuentran pequeñas pero significativas diferencias:
Psicoanálisis (...) hoy designa: 1) un método para el tratamiento de las neurosis, y
2) la ciencia de los procesos anímicos inconscientes, que con todo acierto es
denominada también `psicología de lo profundo'"4 (p. 252). Comúnmente, sin
embargo, se aceptan los tres usos del término:
!
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*
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9O
El psicoanálisis, como cualquier otra ciencia o método terapéutico, posee una serie
de postulados sobre los cuales fundamenta su quehacer. Santiago Ramírez (1983)
por cierto uno de los primeros y principales promotores del psicoanálisis en México
enlistó de forma admirable algunos de ellos:
1
+
. Esto significa que determinado tipo de experiencias
previas van a ser condicionantes de la conducta ulterior. Para ser más exactos,
podemos decir que todo tipo de conducta está motivada por la historia del sujeto.
Por supuesto que en esta historia intervienen tanto factores genético hereditarios,
como los que resultan de la interacción del individuo con su familia, sociedad, etc.
1
. De
hecho se asume que las motivaciones inconscientes sobrepasan a las conscientes, lo
cual significa que si bien una gran parte de lo que hace el ser humano está
motivado, normalmente desconoce el porqué. Las razones por las que una conducta
es inconsciente son variadas. Pueden ser interferencias de otros pensamientos, o
bloqueos (olvidos, represiones) de la raíz o el origen de un pensamiento. También
pueden deberse al rompimiento de una parte de la cadena de asociaciones que
integran un pensamiento o serie de pensamientos. Se han diseñado diversos
experimentos para probar esto. Por ejemplo, para tratar de demostrar que la
conducta es inconsciente, desde la época de Freud se hipnotizaba a un sujeto y se le
daba una orden que debía cumplir. Después, al ser inquirido, el sujeto siempre
intentaba dar una explicación de su conducta, sin saber que el motivo de la misma
había sido una orden hipnótica que había sido borrada de su conciencia.
De igual manera, muchas otras conductas se encuentran motivadas por "órdenes"
inconscientes tal vez sería mejor decir "por
inconscientes" , aunque éstas
no hayan sido dadas en estado hipnótico. La mayor parte de las maneras de ser de
cada quien conforma su personalidad, un juego complejo que se estructura con base
a identificaciones (normalmente poco conspicuas) con la familia, la lengua nativa, las
relaciones, el ambiente, etc. Es un juego de interacciones crónicamente presente
durante el proceso de desarrollo y que tiene como resultado el que cada persona sea
de un modo y no de otro, pero además, que este modo en sus aspectos más
profundos no le sea obvio ni claro a esa persona. Por otra parte, hay que hacer
notar que no porque las razones sean inconscientes, dejan de ser operantes y
dinámicas. Antes al contrario, buscan y exigen su satisfacción o descarga.
1
!
=
=
#
Las pautas de conducta, cualesquiera que ellas sean, son el resultado de la
interacción del sujeto con los objetos5 que entraron en contacto con sus necesidades
en la infancia: madre, ambiente, padre, hermanos. A veces la pauta de conducta es
la repetición fotográfica de las pautas de este suceder histórico, otras veces es lo
opuesto a lo que vivimos en la edad infantil, pero que de cualquier modo están
sometidas a ese aprendizaje determinado, producto de la interacción constante,
consistente y sistemática, a lo largo de años. Esto es lo que precisamente hace que
se mantengan relativamente inalteradas.
1
)
/
- # Esas pautas
de conducta que uno cuidadosa, dedicada y lentamente estructura, tienden a
automatizarse independientemente de que la pauta sea dolorosa, porque la pauta
que se adoptó en el momento necesario fue la más operativa entonces. Lo
importante aquí es que dicha conducta, con el paso del tiempo y al variar las
circunstancias, resulta inoperante, bizarra, contradictoria o conflictiva. Solo que para
la mente inconsciente, que no se rige por principios de lógica formal, la situación
actual no ha variado de la anterior, aquella en la cual se estructuró ese determinado
comportamiento defensivo o adaptativo.
1
/
(
# La conducta no es un trozo o
un fragmento de expresión desubicado o desvinculado del tiempo; sino un trozo
consistente de hechos, anclado a la historia del sujeto. Cada pequeño
comportamiento puede ser reconducido a una constelación dinámica anterior que
refleja sus vivencias infantiles una pequeña historia clínica encapsulada . El ejemplo
idóneo es el de las imágenes holográficas: a diferencia de una diapositiva, que al ser
recortada y proyectada de nuevo sólo reproduce la parte segmentada, una imagen
holográfica puede ser recortada todas las veces que se desee, representando
siempre en la proyección final al total de la imagen original.
/1
D
=
*
!
# Una
vez que un individuo estructuró su pauta, funcionará básicamente de modo repetitivo
ante cada circunstancia, sujeto, objeto o situación. Menninger (1962) afirma:
N
D
-
(
D
+
#
D
(
D
*
+
(
N#
/
+
!
1
D
)
)
# Una conducta neurótica, si no tuviera la alimentación que
propició su existencia, se extinguiría. Toda conducta necesita, para su persistencia,
fuentes de aprovisionamiento, de retroalimentación. $
=
- D
D
D
D
!
# El lugar en el que se expresa es
circunstancial sueño, síntomas, actividad creadora , pero la modalidad intrínseca
con que lo hace es definitivamente la misma. Se trata de un troquel originado en la
interacción del sujeto con su mundo infantil, con una dirección propositiva inicial, que
ahora busca su validación en la realidad actual (por ejemplo, en la situación
analítica).
CCCCCCCCCCCCC
5
N@ =
N
/
+
/
D
D
: * K
! #
*+
*
+ +
!
Así como la unidad básica de peso es el gramo, y de tiempo, el segundo, en
psicoanálisis se considera a la
! como la parte más esencial del funcionamiento
psíquico, sobre la cual descansa todo lo demás. Lo que denominamos pulsiones, a
menudo se menciona también en la literatura psicoanalítica como
, aunque
éste no parece ser el término más correcto por su vinculación con la respuesta
motora
de algunos animales inferiores (en el hombre la pulsión sólo
se refiere a la excitación central en respuesta al estímulo, y para su descarga
requiere normalmente del funcionamiento del yo).
Una pulsión, entonces, es un constituyente psíquico asociado a una energía ,
genéticamente determinado, que cuando actúa produce un estado de excitación
psíquica o tensión, la cual impele al individuo a una actividad que busca la descarga
o gratificación (y que también está determinada genéticamente en forma general,
pero que puede alterarse considerablemente por la experiencia individual).
Al resultado de la colocación o carga de un objeto por parte de una pulsión se le
6
y significa "la cantidad de energía psíquica que está orientada
llama
hacia o unida a la representación mental de una persona o cosa" (Cueli y Reidl,
1979). Es decir, que la pulsión y su energía se consideran como fenómenos
puramente intrapsíquicos. La energía no puede investir directamente al objeto
exterior; lo que se inviste son los recuerdos, pensamientos y fantasías acerca de éste
(su
!
). Cuanto mayor sea la investidura, más importante es el
objeto y viceversa.
La hipótesis de Freud acerca de los tipos de pulsión se modificó y evolucionó en el
curso de unas tres décadas; es decir, aproximadamente de 1890 hasta 1920. En
suprimera formulación propuso dividir las pulsiones en sexuales y del yo (o de
autoconservación). Pronto abandonó esta hipótesis, y por muchos años todas las
manifestaciones instintivas se tomaron como parte o derivado del impulso sexual. El
estudio de diversos fenómenos psíquicos, sin embargo, y en particular los del
sadismo y masoquismo, lo llevaron eventualmente a revisar una vez más sus teorías,
y en +
+
(Freud, 1920) planteó la existencia de dos
pulsiones: las de vida (que asimilan a las pulsiones sexuales) y las de muerte (a las
cuales asimila el concepto de pulsión agresiva, hasta entonces poco definido).
Podemos decir que un tipo de pulsión da origen al componente erótico de las
actividades mentales, mientras que el otro genera el componente puramente
destructor.
Para Freud, todas las manifestaciones que podemos observar normales o
patológicas , participan de las pulsiones sexual y agresiva, o sea que habitualmente
ambas se encuentran /
aunque no necesariamente en cantidades iguales
(Brenner, 1977).
En resumen, pues, distinguimos dos pulsiones: la sexual o erótica, y la agresiva o
destructora. De acuerdo con esta distinción, también suponemos que hay dos clases
de energías psíquicas: aquellas que están asociadas con la pulsión sexual y las que
están relacionadas con la de agresión. La primera tiene un nombre especial:
.A
la otra se le menciona a veces como
)
! o simplemente
! .
Este último término ("agresión"), así solo, introduce cierta confusión, ya que tanto la
energía agresiva como la pulsión agresiva no sólo se encuentran en la base de la
conducta externa conocida como
! .
Freud definió primero la pulsión como un estímulo de la mente proveniente del
organismo. Tal definición parecía ajustar muy bien a las pulsiones sexuales, ya que
la excitación y gratificación sexual tienen un componente hormonal obvio. Sin
embargo, en el caso de la pulsión agresiva la evidencia de una base somática no fue
tan clara, por lo que Freud planteó inicialmente que la musculatura aportaba ese
componente orgánico.
/
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/
"
El psicoanálisis concibe la vida psíquica como evolución incesante de fuerzas
elementales, antogónicas, compuestas o resultantes, con un concepto dinámico del
psiquismo. El primer sistema metapsicológico teórico con que trabajó Freud
representa una topografía hipotética del aparato psíquico dividida en tres planos
delimitados con mayor o menor rigurosidad:
,
y
(Tallaferro, 1983).
1
# El término "inconsciente" existía en la literatura filosófica
antes de los estudios de Freud, pero se le atribuía un sentido negativo, una carencia
(es decir, aquello que no era consciente). Para el psicoanálisis, en cambio, el término
inconsciente es psíquicamente positivo, es un sistema en constante evolución,
cargado de energía pulsional. De ninguna manera es lo contrario de lo consciente y,
de hecho, puede considerarse el verdadero psiquismo o la materia prima de los
procesos mentales, aunque sólo una porción mínima alcanza la superficie iluminada
de la conciencia.
El estudio de los contenidos del inconsciente permite explicar y demostrar que los
actos mentales y sociales tienen una causa definida, siguen un propósito y son
emocionalmente lógicos, aun cuando desde un punto de vista intelectual
aparentemente no sea así. A este sistema sólo puede accederse de un modo
indirecto, mediante los datos que nos suministran los sueños, los actos fallidos, los
tests proyectivos, y sobre todo la historia de los síntomas neuróticos y psicóticos. En
resumen, la existencia del inconsciente se puede establecer por el contenido y el
modo de actuar. Dentro de los
hay que considerar los D
(las modificaciones motoras y secretorias denominadas "emociones") y
las representaciones mentales de hechos, objetos y órganos.
Al modo de actuar del inconsciente se le denomina
, que será
explicado más adelante. Por lo pronto debe considerarse que los procesos psíquicos
son esencialmente inconscientes y que antes de llegar a conscientes deben sufrir un
complicado proceso. Algunos de los mecanismos utilizados por el inconsciente son
(Tallaferro, 1983):
.
9 consiste en la movilización y cambio de lugar de una carga
psíquica, un desplazamiento de la importancia de una unidad a otra. Así, en un
sueño puede aparecer un elemento que tiene una carga determinada que le ha sido
transferida desde otro. Un síntoma, por ejemplo histérico, frecuentemente
representa el desplazamiento de un conflicto sobre un órgano.
! 9 consiste en la unión de varios elementos separados que tienen
determinada afinidad entre sí; es decir, que los rasgos u objetos A, B, C, y D se
condensan en uno nuevo y único, compuesto por A + B + C + D. Esto es lo que
ocurre con los sueños, donde es posible que aparezcan en un solo sujeto
características de varios personajes distintos. Todo síntoma está plurideterminado
por diversos afectos que se expresan condensados a través de él.
" *
! 9 consiste en atribuir sentimientos, pensamientos o intenciones propias a
una persona ajena. Por ejemplo el paranoico, generalmente proyecta sus impulsos
agresivos sobre otro u otros, y luego se siente perseguido y acosado por esos
mismos impulsos que él proyectó.
/
! 9 consiste en el acto psíquico de tomar para uno características propias
de otro. Se encuentra, por ejemplo, en la base de la asimilación de parecidos entre
el hijo y el padre; pero también la identificación sustenta toda forma de comprensión
humana.
Tanto la identificación como la proyección son dos modos del desplazamiento: en el
primer caso se hace de un objeto al sujeto, mientras que en la proyección va del
sujeto al objeto.
El inconsciente tiene sus modos propios de actuar que constituyen en conjunto el
y son (Tallaferro, 1983): ausencia de cronología, ausencia del
concepto de contradicción, lenguaje simbólico, igualdad de valores para la realidad
interna y la externa o supremacía de la primera y predominio del principio del placer.
En el inconsciente pueden considerarse, en forma hipotética, a) una parte compuesta
por elementos que se hallan temporalmente en él y están por consiguiente
sometidos a sus leyes, pero que en cualquier momento pueden hacerse conscientes
(
), y por otra, b) elementos que no pueden aflorar al consciente, pero
aun así llegan a producir determinados efectos por vías indirectas, alcanzando la
conciencia en forma de síntomas o sueños (
). De acuerdo con
este sistema hipotético, el
en su totalidad, y parte del * y del
*
se
encuentran dentro del sistema inconsciente.
1
. En la topografía del aparato psíquico el sistema
preconsciente se halla ubicado entre el consciente y el inconsciente. Su contenido
está integrado, en parte, por elementos procedentes del inconsciente, en paso hacia
el consciente, y también del consciente hacia el inconsciente, adoptando la forma de
material preconsciente. Existen además impresiones del mundo exterior, radicadas
en él como representaciones fonéticas o verbales. A estas últimas representaciones
se asocian los elementos del preconsciente para poder acceder a la conciencia.
El preconsciente está relacionado con la realidad externa y con el inconsciente, y
ésta es la razón por la cual durante el trabajo onírico se usan sucesos reales, una
idea concebida en estado de vigilia, etc., para expresar un deseo inconsciente. El
preconsciente también tiene sus leyes y funciones: la elaboración de una sucesión
cronológica en las representaciones, el hallazgo de una correlación lógica, el
"llenado" de lagunas existentes entre ideas aisladas, y la introducción de una
relación causa efecto entre los fenómenos.
c)
. El consciente es un órgano de percepción para las
impresiones que nos absorben por el momento y debe ser considerado como un
órgano sensorial situado en el límite de lo interno y lo externo con capacidad para
percibir procesos de una u otra procedencia (por ejemplo, durante el sueño "vemos",
"oímos", "sentimos", etc., al igual que en la vigilia). La única diferencia es que la
superficie más sensible en el sujeto despierto es la externa, en contacto con la
realidad, mientras que en el sueño lo es la interna, más en contacto con el
inconsciente.
Para que un acto psíquico llegue a ser consciente, es necesario que recorra todos los
peldaños del sistema psíquico. En el sueño, por ejemplo, las representaciones de
objetos pertenecientes al inconsciente deben asociarse, ante todo, a las
representaciones preconscientes correspondientes. Sólo entonces, y después de
vencer la censura emplazada entre ambos campos, entran en contacto con este
sistema y llegan a al conocimiento del sujeto.
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"
Como ya se ha mencionado, en 1923 Freud introduce un cambio en su teoría del
aparato mental: la teoría estructural, la cual asimila mas no elimina a la anterior
teoría topográfica (Freud, 1923a). De acuerdo a esta nueva conceptualización, la
personalidad total está integrada por tres sistemas principales: el
, el * y el
* . Normalmente esos tres sistemas forman una organización unificada y
armónica que permite al individuo relacionarse de manera eficiente y satisfactoria
con su ambiente para satisfacer sus necesidades y deseos básicos. Por el contrario,
cuando los tres sistemas de la personalidad están en desacuerdo, se produce un
conflicto psíquico que reduce la eficacia operativa del sujeto, tanto para consigo
mismo como hacia su entorno. Señalaremos algunas características de estas tres
instancias (Hall, 1983).
1
. El ello tiene como función la descarga de cantidades de excitación (energía
o tensión) que se originan en el organismo a partir de estímulos internos o externos.
Esa función del ello cumple con el llamado
(evitar el dolor y
lograr el placer). La finalidad de este principio es desembarazar a la persona de la
tensión, o, si tal cosa es imposible como lo es por lo habitual , reducir la cantidad
de tensión a un nivel bajo y mantenerlo tan constante como sea posible (
). La tensión se experimenta como dolor o incomodidad, mientras que el
alivio de la tensión se experimenta como placer o satisfacción.
Si todas las tensiones que ocurren en el organismo pudieran ser descargadas
mediante acciones reflejas, no habría necesidad de ningún desarrollo psicológico que
trascendiera los límites del aparato reflejo primitivo. Sin embargo, esto es imposible
dado que hay tensiones para las que no hay una descarga refleja apropiada. Por
ejemplo, cuando aparecen las contracciones del hambre en el estómago del bebé,
ellas no producen automáticamente alimento, sino inquietud y llanto. Si la criatura
no es alimentada, las contracciones aumentan en intensidad hasta que la fatiga las
elimina; si continúa la falta de alimento, el bebé muere de inanición. Pero para que
esto no suceda, el bebé requiere la intervención de una persona mayor que le
proporcione la comida. Sin embargo, a pesar de la solicitud de los padres, no es
posible que éstos anticipen y satisfagan con rapidez todas las necesidades de la
criatura. De hecho, al establecer un horario, instituir un entrenamiento y aplicar una
disciplina, los padres crean tensiones al mismo tiempo que las reducen. El bebé
inevitablemente experimenta cierto grado de frustración y malestar.
El resultado de la frustración estimula lo que se conoce como
. Para
comprender este proceso debemos considerar que el aparato psicológico tiene una
extremidad motriz (compuesta por los músculos, que son los órganos de la acción y
del movimiento) y una sensorial (los órganos de los sentidos, que son estructuras
especializadas para recibir los estímulos). A través de los órganos sensoriales el
individuo forma un cuadro mental o representación del objeto que se presenta a los
órganos de los sentidos y que se conserva como (
en la memoria. La
percepción es una representación mental de un objeto, mientras la imagen mnémica
es una representación mental de una percepción. Cuando miramos algo se forma
una percepción; cuando recordamos lo que hemos visto una vez, se forma una
imagen mnémica.
Volviendo al caso del bebé con hambre, éste crea una serie de percepciones (luego
huellas mnémicas) del alimento asociado a la reducción de tensión. Cuando en otra
ocasión vuelve a experimentar hambre, se reactiva la imagen mnémica del alimento.
A esto se le conoce como
! , y es parte del proceso primario.
Esto significa que, para el ello, el recuerdo del alimento es exactamente lo mismo
que ingerir el alimento. En otras palabras, el ello no puede distinguir entre un
recuerdo
=
y una percepción
=
del objeto real. Otro ejemplo del
proceso primario es el sueño nocturno. Un sueño es una sucesión de imágenes,
generalmente visuales, cuya función es reducir la tensión al revivir recuerdos de
sucesos y objetos pasados que de alguna manera se asocian simbólicamente y
mediante mecanismos particulares con una satisfacción o
- !
.
Freud creía que todos los sueños eran realizaciones de deseos o trataban de serlo (la
principal de ellas: impedir que el durmiente se despierte).
Incluso en la vigilia el proceso primario es útil: si no fuera por las ensoñaciones y las
fantasías, una persona sólo podría satisfacer sus necesidades mediante un
comportamiento de ensayos y errores. Ahora bien, como el proceso primario de por
sí no reduce efectivamente las tensiones, se desarrolla un
. Pero
este proceso secundario pertenece al yo.
Por último diremos que para Freud, el ello es también la fuente primordial de la
energía psíquica y la sede de los instintos. Su energía es móvil, de manera que se
puede descargar con prontitud o desplazar de un objeto a otro. El ello no cambia con
el transcurso del tiempo; no puede ser modificado por la experiencia porque no está
en contacto con el mundo externo. Sin embargo, puede ser controlado y regulado
por el yo. Tampoco el ello está gobernado por las leyes de la razón o la lógica, y no
posee valores, ética o moralidad. Sólo lo impulsa una consideración: obtener
satisfacción para las necesidades instintivas, de acuerdo con el principio del placer.
Durante la vida de una persona se depositan nuevos contenidos en el ello como
resultado del mecanismo de la
! . El ello conserva su carácter infantil durante
toda la vida. Es exigente, impulsivo, irracional, asocial, egoísta y amante del placer.
Es omnipotente porque posee el poder mágico de realizar sus deseos mediante la
imaginación, la fantasía, las alucinaciones y los sueños.
)
* . Los dos procesos mediante los cuales el ello descarga la tensión, a saber, la
actividad motriz impulsiva y la formación de imágenes (realización de deseos), no
son suficientes para alcanzar los grandes fines evolutivos de la supervivencia y la
reproducción. Para cumplir con éxito esas misiones le es necesario tener en cuenta la
realidad exterior (el ambiente) y, ya sea acomodándose él mismo al mundo o
afirmando su predominio sobre él, obtener de éste lo que precisa. Tales
transacciones entre la persona y el mundo requieren la formación de un nuevo
sistema psicológico, el * .
En la persona bien adaptada el yo es el ejecutivo de la personalidad, que domina y
gobierna al ello y al superyo y mantiene un comercio con el mundo exterior en
interés de la personalidad total y sus vastas necesidades. Cuando el yo cumple
sabiamente sus funciones ejecutivas, prevalecen la armonía y la adapatación.
Cuando el yo abdica o entrega demasiado de su poder al ello, o al superyo, o al
mundo externo, se producen inadaptaciones y desarmonías.
El yo no está gobernado por el principio del placer, sino por el
. La finalidad del principio de la realidad es demorar la descarga de energía
hasta que haya sido descubierto o presentado el objeto real que satisfacerá tal
necesidad. El demorar la acción significa que el yo debe ser capaz de tolerar la
tensión hasta que ésta pueda ser descargada por una forma apropiada de
comportamiento. La institución del principio de la realidad no implica que el principio
del placer sea rechazado. Sólo se lo suspende temporalmente en interés de la
realidad. A su debido tiempo el principio de la realidad lleva al placer, aunque la
persona tenga que soportar cierta incomodidad mientras tanto. El principio de
realidad tiene a su servicio un proceso que Freud llamó
(porque
se desarrolla después y se superpone al proceso primario del ello), que consiste en
descubrir o producir la realidad mediante un plan de acción que se ha desarrollado
por el pensamiento y la razón (cognición).
El proceso secundario cumple lo que el proceso primario es incapaz de hacer, es
decir, separa el mundo subjetivo de la mente, del mundo objetivo de la realidad
física (
). El proceso secundario no comete el error del proceso
primario de considerar la imagen de un objeto como si fuera el objeto mismo.
La inauguración del principio de realidad, el funcionamiento del proceso secundario y
el papel más significativo que el mundo exterior viene a desempeñar en la vida de
una persona, estimulan el desarrollo y elaboración de los procesos psicológicos de la
percepción (hasta volverla fina y discriminada), la memoria (con su máxima
sofisticación: el lenguaje), el pensar (y la capacidad para resolver problemas) y la
acción (con mayor control de las descargas musculares), así como el examen de la
realidad y el juicio (discriminar entre lo que es real y lo que no), y la producción de
fantasías y ensueños que, a diferencia de las producidas por el principio de placer,
son reconocidas por el yo como subjetivas.
1
* . La tercera institución fundamental de la personalidad, el
* , es la
rama moral o judicial de la personalidad. Representa lo ideal más bien que lo real, y
pugna por la perfección antes que por el placer o la realidad. El superyo es el código
moral de la persona. Se desarrolla desde el yo como una consecuencia de la
asimilación, por parte del niño, de las normas paternas respecto de lo que es bueno
y virtuoso y lo que es malo y pecaminoso. Al internalizar la autoridad moral de sus
padres, el niño reemplaza la autoridad de ellos por su propia autoridad interior. Es
decir, el niño aprende que no sólo tiene que obedecer al principio de realidad para
obtener el placer y evitar el dolor, sino que también tiene que tratar de comportarse
de acuerdo con los dictados morales de sus padres, que en última instancia son los
de la sociedad. El periodo relativamente largo durante el cual el niño depende de sus
padres favorece la formación del superyo.
El superyo está compuesto de dos subsistemas, el
* *
#
El ideal del yo corresponde a los conceptos del niño acerca de lo que sus padres
consideran moralmente bueno y que le es transmitido a través de recompensas
físicas y psicológicas que le significan "amor" o "aprobación" (por lo mismo, privar al
niño de amor es la forma principal de castigo psicológico).
Para que el superyo tenga sobre el niño el mismo control que los padres, es
necesario que posea el poder de hacer cumplir sus reglas morales. Como los padres,
el superyo pone en vigencia sus recompensas y castigos. Estas recompensas y
castigos se otorgan al yo, porque el yo, a causa de su control sobre las acciones de
la persona, es considerado responsable de los actos morales e inmorales. Si la acción
está de acuerdo con las normas éticas del superyo, se recompensa al yo. Sin
embargo, no es necesario que el yo permita que ocurra una acción física real para
que sea recompensado o castigado por el superyo. Puede recompensarse o
castigarse al yo sólo por
en hacer algo. Un pensamiento vale lo mismo que un
hecho a los ojos del superyo. En esto, el superyo se parece al ello, que tampoco hace
distinciones entre lo subjetivo y lo objetivo, lo cual explica por qué una persona que
vive una vida virtuosa puede no obstante sufrir las torturas de la conciencia moral.
En términos generales puede decirse, entonces, que la recompensa que el superyo
otorga al yo es la autoestima (orgullo); y el castigo, el sentimiento de culpa,
vergüenza o inferioridad. Como todas las desgracias pueden implicar, en mayor o
menor grado, un autocastigo por haber hecho algo malo, Freud consideró que
muchas veces el sentimiento de culpa se encuentra detrás de algunas enfermedades,
accidentes o pérdidas de objetos significativos. Por supuesto, una persona por lo
habitual no se da cuenta de esta relación.
El superyo es el representante, dentro de la personalidad, de los valores e ideales
tradicionales de la sociedad, tal como se transmiten de padres a hijos. Al respecto
debe recordarse que el superyo del niño no es reflejo de la conducta de los padres
sino más bien de los superyos de los padres. Además, otros agentes sociales
participan en la formación del superyo del niño, por ejemplo los maestros y
cualquiera que posea sobre él alguna autoridad moral.
¿A qué finalidades sirve el superyo? En primer lugar controlar y regular aquellas
pulsiones cuya expresión no controlada pondrían en peligro la estabilidad de la
sociedad. Tales pulsiones son principalmente de índole sexual o agresiva. Si se
considera al ello el producto de la evolución y el representante psicológico de la
constitución biológica de la persona, y al yo como el resultante de la interacción de la
persona con la realidad objetiva y la esfera de los procesos mentales superiores,
puede decirse que el superyo es el producto de la socialización y el vehículo de la
tradición cultural.
________________
?
!
+
/
D
(
*
/
D
D )
-
#
()
#
C L
El estudio de los sueños ocupa una posición especial en el psicoanálisis. En ningún
otro fenómeno de la vida psíquica normal se revelan con tanta claridad y en forma
tan accesible para su estudio los procesos mentales inconscientes. Los sueños son el
camino regio hacia el inconsciente, en particular a aquellos contenidos mentales
reprimidos o excluidos en alguna forma de la conciencia y de su descarga debido a
las actividades defensivas del yo.
El soñar es sólo el resultado final de una actividad mental inconsciente que amenaza
con interferir el acto mismo de dormir. En vez de despertar, el que duerme sueña. A
la experiencia consciente durante el sueño, que el soñador puede o no recordar al
despertar, la denominamos
/
. Los pensamientos y deseos
inconscientes que amenazan con despertarlo los denominamos
#
Las operaciones mentales inconscientes por las que el contenido latente se
transforma en contenido manifiesto se denominan
=
.
La teoría psicoanalítica de los sueños puede formularse de la siguiente manera: los
pensamientos e ideas conectadas con las actividades y preocupaciones del durmiente
en su vida habitual de vigilia permanecen activas en su mente en forma inconsciente
mientras duerme, a la vez que el aparato perceptual continúa recibiendo cierto grado
de información por parte de los órganos de los sentidos. Todos estos pensamientos y
sensaciones reactivan contenidos y pulsiones infantiles provenientes del ello la parte
esencial del contenido latente que durante la vigilia normalmente ven negado su
acceso a la conciencia debido a la represión. A causa de su gran fuerza, y porque
amenazan con despertar al durmiente del mismo modo en que tienden a hacerlos los
estímulos sensoriales, el aparato psíquico activa el
=
con la intención
de lograr una descarga parcial por medio de la imagen de fantasía que satisface el
deseo y que constituye el sueño manifiesto. Por eso se dice que los sueños son
/
aun los sueños angustiosos, que elaboran
deseos punitivos del superyo . Es decir que en un sueño se alcanza una cierta
gratificación parcial o sustituta de un deseo inconsciente a través de la fantasía, ya
que la gratificación total la acción apropiada (que requeriría generalmente el uso de
movimientos) está imposibilitada por el hecho de dormir.
Sin embargo, las imágenes del sueño manifiesto no son representaciones "textuales"
de los contenidos del ello, sino complejas deformaciones que a pesar de todo siguen
ciertas leyes. Lo que sucede es que el contenido latente del sueño es censurado por
las operaciones defensivas del yo, por lo que la única manera que encuentra para
expresarse es deformar esos "pensamientos oníricos" a través de una fantasía
ejecutora del deseo, plásticamente representada, a fin de "engañar" al censor
onírico. Para ello utilizan imágenes "inocuas" de la vida diurna, a las cuales
transfiere, mediante los mecanismos del proceso primario, su contenido pulsional. La
fase final del sueño consiste en la
!
, que es el intento del yo
por dar al sueño manifiesto una apariencia lógica y coherente. Y si bien es cierto que
las defensas del yo no logran que el deseo sea totalmente reprimido, también es
verdad que gracias al trabajo del sueño este deseo no aparece tal cual, sino
disfrazado. Por eso también el sueño manifiesto puede ser considerado una
/
!
, ya que logra resolver la oposición entre las fuerzas del
contenido latente y las defensas del yo.
Ahora bien, el trabajo interpretativo del sueño realizado en una terapia psicoanalítica
consiste precisamente en recorrer de regreso el camino de la elaboración de un
sueño, yendo, a través de las asociaciones libres, desde el contenido manifiesto
hasta los pensamientos oníricos originales del contenido latente.
J
+
+
:
Una región del cuerpo en que los procesos excitantes e irritantes (tensiones) tienden
a concentrarse, y cuyas tensiones pueden ser eliminadas mediante alguna acción
sobre tal región, como puede ser chupar o acariciar, recibe el nombre de !
. Las tres principales son la boca, el ano y los órganos genitales, aunque
cualquier parte de la superficie del cuerpo puede convertirse en centro excitatorio
que demande alivio y proporcione placer. Cada una de las principales zonas se asocia
con la satisfacción de una necesidad vital: la boca con el comer, el ano con la
eliminación y los órganos sexuales con la reproducción. El placer proporcionado por
la zona erógena puede ser, y a menudo es, independiente del placer que se deriva
de la satisfacción de una necesidad vital. Por ejemplo, chuparse el pulgar o
masturbarse reducen la tensión, pero el primero no satisface el hambre y el segundo
no sirve para la reproducción. Las zonas erógenas tienen gran importancia para el
desarrollo de la personalidad porque son las primeras fuentes importantes de las
excitaciones y proporcionan las primeras experiencias placenteras importantes.
Además, las acciones que implican las zonas erógenas llevan al niño a conflictos con
los padres, y las frustraciones y ansiedades resultantes estimulan adaptaciones,
desplazamientos, defensas, transformaciones, transacciones y sublimaciones (Hall,
1983). Cada zona tiene predominancia durante una fase del desarrollo. Las
revisaremos a continuación.
1
/
. Corresponde aproximadamente al primer año de vida. Se caracteriza
por dos formas de placer: chupar (placer oral erótico) y morder (placer oral agresivo,
que normalmente tiene que esperar a la aparición de la dentición). La boca tiene por
lo menos cinco modos de funcionar: incorporar, retener, morder, escupir y cerrar.
Cada uno de esos modos es un
o modelo original de ciertos rasgos de
personalidad. Estos modos de reacción pueden observarse no sólo en las relaciones
interpersonales, sino también en las actitudes económicas, sociales, políticas y
religiosas, así como en los intereses culturales, estéticos, recreativos, atléticos y
vocacionales.
Ingerir por la boca es el prototipo de la adquisición; retener, el de la tenacidad y
determinación; morder, el de la destructividad; escupir, el del rechazo y desdén; el
cerrar, el del desaire y el negativismo. De la cantidad de frustración y angustia que
se experimente en relación con la expresión prototípica, depende que estos rasgos
se desarrollen y se conviertan en parte del carácter de la persona (/ = ! ).
Mediante desplazamientos y sublimaciones de diversa índole, la fijación en uno de
los modos orales prototípicos puede convertirse en una red completa de intereses,
actitudes y comportamientos. Por ejemplo, la actitud incorporativa puede abarcar
cosas abstractas y simbólicas, tales como la incorporación de amor, conocimiento,
dinero, poder y bienes materiales. La codicia y la voracidad se originan al no recibir
suficiente alimento o amor durante los primeros años de vida ( /# Hall, 1983). El
exceso de frustraciones en la alimentación puede crear una actitud de dependencia
en el bebé. Si este modo se mantiene en edades posteriores se dice que tal persona
ha desarrollado una estructura caracterológica de dependencia oral, pero, por el
mecanismo psicológico de /
!
, puede llegar a transformar su
dependencia en una dificultad para depender o confiar. Igualmente, si utiliza el
mecanismo de
*
! , la persona podría convertirse en un gran altruista o
servidor, colocando su propia dependencia en los demás. Las adicciones también se
originan aquí, al igual que el sarcasmo, la ironía y la actitud despectiva, que son
formas orales más agresivas (simbolizando el escupir o el morder). Modos
prototípicos de reacción como el cerrar la boca, cuando llegan a establecerse como
estilos de personalidad, crean formas de comportamiento marcadas por el
hermetismo, el ensimismamiento, la cautela, etc.
1
/
# Ocurre aproximadamente durante el segundo año de vida. La zona
erógena predominante es el ano. La expulsión de las heces proporciona alivio al niño
al eliminar la fuente de tensión. Como consecuencia de experimentar una placentera
reducción de tensión, puede emplearse tal modo de acción para deshacerse de
tensiones que surgen en otras partes del cuerpo. La eliminación expulsiva es el
prototipo de los estallidos emocionales, las pataletas, rabias y otras reacciones
primitivas de descarga ( /. Hall, 1983).
Durante esta etapa ocurre el
/)
. Por lo común esta educación
marca la primera experiencia seria de disciplina y autocontrol. La educación de
esfínteres representa un conflicto entre una necesidad pulsional (el deseo de
defecar) y una barrera externa (los padres). Las actitudes parentales respecto a la
defecación, la limpieza, el control y la responsabilidad dejan una huella inequívoca en
la personalidad y su desarrollo. Si la interferencia con el placer de defecar es muy
estricta y punitiva, el niño puede vengarse ensuciándose intencionalmente. A medida
que crezca, tal niño desplazará su rebeldía hacia los representantes externos de la
autoridad, volviéndose irresponsable, desordenado, manirroto, etc. Pero si el
mecanismo de formación reactiva predomina, podrá engendrar actitudes de excesiva
meticulosidad, pulcritud, orden compulsivo, frugalidad, miedo a la suciedad, estricta
administración del tiempo y dinero, así como otros comportamientos
supercontrolados.
Dado que para el niño sus heces representan objetos valiosos de hecho son sus
primeras "producciones" propias , su pérdida obligada puede generar un sentimiento
de vacío y angustia, el cual, si se establece como estilo de personalidad, puede crear
un desplazamiento hacia otros objetos concretos de la realidad. El carácter
ahorrativo tiene su origen en esta actitud.
Por otro lado, la retención de las heces también resulta placentera al infante.
Representa un logro en sí, además de proporcionarle una serie de estímulos
sensuales en su interior. Las personalidades fijadas en esta modalidad llegan a
desarrollar un gran interés en coleccionar, poseer y retener objetos de toda clase.
1
/
/+
. Se presenta aproximadamente entre los tres y cinco años de vida.
En ella adquieren importancia placentera los órganos sexuales. Al mismo tiempo hay
una intensificación del anhelo sexual del niño por sus padres, que inicia una serie de
cambios y conflictos importantes. Sin embargo, dado que los órganos reproductivos
masculinos y femeninos son estructuralmente diferentes, es necesario examinar los
acontecimientos de la etapa fálica por separado:
/
/+
9 Antes de la aparición del período fálico, el niño ama a su
madre y se identifica con su padre. Cuando el impulso sexual aumenta, el amor del
niño por su madre se hace más incestuoso y en consecuencia se pone celoso de su
rival, el padre. A este estado de cosas se le conoce como
=
. El
desarrollo del complejo de Edipo crea un peligro imaginario para el niño: que su
padre dañe su órgano sexual por el amor erótico que siente hacia su madre
(angustia de castración). Como resultado de esta angustia el niño reprime su deseo
incestuoso por la madre y se identifica masculinamente con su padre. Es como si el
niño dijera: "Siendo como mi padre puedo acercarme a una mujer (mi madre) sin
entrar en conflicto con mi padre, que ahora me aceptará porque soy como él". Sin
embargo, el complejo de Edipo puede resolverse negativamente, creando una
identificación femenina con la madre, lo que significaría la formación de una actitud
homosexual hacia el padre. Estas identificaciones también dan lugar a la formación
del superyo, por lo cual se dice que el superyo es el heredero del complejo de Edipo.
/
/+
/
: Al igual que en el niño, el primer objeto amoroso de la niña
es la madre. Pero a diferencia de lo que ocurre con el niño, no hay muchas
probabilidades de una temprana identificación con el padre. Cuando la niña descubre
que no posee los genitales externos del varón, se siente castrada. Culpa a su madre
por tal condición y por lo tanto se debilita la investidura libidinal hacia la madre. La
niña comienza a preferir al padre, que posee el órgano que a ella le falta. El amor de
la niña por su padre se mezcla con envidia porque él posee algo de lo que ella
carece. Esto se conoce como
. Es el equivalente femenino de la
angustia de castración del niño. Se supone que eventualmente la niña cambia su
deseo de poseer el pene del padre por el deseo de tener un hijo de él, estableciendo
con esto parte de su actitud femenina, la maternidad, lo cual la lleva a conciliarse
con su madre.
El surgimiento del complejo de castración en el niño es la razón principal del
abandono del complejo de Edipo, mientras que en la niña el complejo de castración
(envidia del pene) es el responsable del inicio del complejo de Edipo. Tomadas en
conjunto, las tres etapas del desarrollo (la oral, la anal y la fálica) reciben el nombre
de
. Este periodo abarca los cinco primeros años de vida
1
/
. La fuerza de las pulsiones sexuales declina durante este
periodo debido fundamentalmente a que el superyo ha adquirido un predominio
marcado y parece mantener dominadas las presiones pulsionales. Al mismo tiempo
el yo se desarrolla más ante la realidad externa. Se consolida el lenguaje (lo cual da
solidez a la función anticipatoria, puesto que se puede planear con palabras), se
incrementa la gratificación intelectual a través de una mayor capacidad para la
identificación, se adquieren intereses e ideales, etc.
Bertha Bornstein (citada por Guarner, 1978), sostiene que el periodo de latencia
puede dividirse en dos etapas: en la primera, que abarca de los seis a los ocho años,
el yo se encuentra todavía fuertemente arrastrado por pulsiones sexuales, por lo que
la represión inhibe la conducta sexual. En este proceso puede presentarse una
marcada rebelión, que es seguida habitualmente por autoreproches. En el segundo
periodo, que abarca desde los ocho años hasta el comienzo de la pubertad, se da
una consolidación de las defensas. El niño presenta un mayor equilibrio y por lo tanto
menos sufrimiento. Durante la latencia las experiencias escolares adquieren una gran
significación dado que muestran el nivel de ajuste a la figura de la autoridad.
También adquiere importancia el contacto con los amigos y la forma en que esta
relación se establece. El niño aprende al mismo tiempo el dolor de la competencia y
el placer de la cooperación con los compañeros.
1
/
. Con el despertar de la pubertad, las pulsiones
sexuales reviven y ocasionan las tensiones y vehemencias típicas de esta etapa.
Durante esos años adolescentes ocurren nuevas adaptaciones y transformaciones
que finalmente culminan en la estabilización de la personalidad. La pulsión sexual
comienza su evolución hacia el fin biológico de la reproducción. El adolescente
comienza a sentirse atraído hacia miembros del sexo opuesto. Es un periodo de
socialización, actividades colectivas, matrimonio, establecimiento de un hogar y una
familia, desarrollo de un interés serio en la profesión y otras responsabilidades. No
se debe suponer, empero, que la etapa genital desplaza a las etapas pregenitales,
más bien puede decirse que las pulsiones pregenitales quedan bajo la supremacía de
lo genital. En la adolescencia se establece un yo aparentemente más fuerte y
consolidado, pero que tiende a sufrir frecuentes regresiones ante los embates
pulsionales. Lo mismo puede decirse del superyo, que aunque por una parte ha
logrado establecer sus fundamentos, por otra tiene que abandonar muchas de las
normas morales inculcadas por los padres. De ahí que las respuestas suelen ser
extremas. A veces el ello invade de demandas al yo buscando una gratificación
desinhibida; otras veces éste sale victorioso y logra moderar las necesidades más
infantiles. Esto da lugar a la diversidad de conductas que se han descrito en los
jóvenes, como egoísmo o altruismo y generosidad; espíritu gregario o timidez y
aislamiento; indulgencia y ascetismo; ignorancia o intelectualización.
Por consideraciones de espacio no continuaremos describiendo las siguientes etapas
del desarrollo, en las que se supone ya no se producen tantos cambios y variaciones
pulsionales, aunque es probable que en realidad no hayan sido suficientemente
estudiadas. Diremos, para terminar este apartado, que en las primeras etapas del
desarrollo es donde se establecen los puntos de / = ! , a los cuales regresará la
libido (
! ) al presentarse conflictos pulsionales más tarde. Una fijación, tanto
a un objeto como a un modo de gratificación, suele ser inconsciente, total o
parcialmente. La regresión instintiva está muy relacionada con la fijación, pues de
hecho, cuando se produce la regresión, suele ser a un objeto o modo de gratificación
al cual el individuo ya está fijado. Si un placer nuevo resulta insatisfactorio y se
abandona, el individuo tiende naturalmente a volverse a aquel que ya ha sido
probado y aceptado.
B *
BC
Como se ha mencionado ya, en psicoanálisis la técnica surgió de la mano de la
teoría, e incluso la precedió. La famosa imagen del paciente recostado en el diván,
hablando "al aire", mientras el analista se sitúa a su cabeza guardando un
respetuoso silencio, parece carecer de algún método y hasta de un fin, o
sencillamente parece muy fácil de realizar (lo cual por supuesto ha animado el
surgimiento de una gran cantidad de inexpertos y codiciosos "analistas silvestres").
Sin embargo la formación de un psicoanalista es difícil y compleja. Lo común es que
tome entre cuatro y seis años después de la licenciatura o maestría (o especialidad
en psiquiatría) en alguna de las diversas áreas de la salud (medicina, psicología,
trabajo social, etc.), en los cuales además de seminarios teóricos se someten a
supervisión regular varios tratamientos de pacientes propios. Aparte, el candidato
debe someterse él mismo a un tratamiento psicoanalítico, tres o cuatro veces a la
semana, por lo menos durante el tiempo que duren sus estudios.
Terapéuticamente hablando, ¿en qué se ha capacitado este profesional?, ¿cuál es su
labor? En congruencia con lo postulado anteriormente acerca de la doble óptica
desde la que se puede enfocar al psicoanálisis (desde la hermenéutica y los
significados; y desde la mecánica y la dinámica de las fuerzas inconscientes),
podemos decir que la labor del psicoanalista consiste en a) develar el sentido oculto
o el significado inconsciente de ciertos comportamientos, manifestaciones o
síntomas; b) identificando el tipo, constelación y dinámica de las fuerzas (conflicto)
que dieron origen en el pasado a dichos ocultamientos, y que de hecho aún hoy
siguen sustentándolos casi sin modificación; c) todo ello por medio de una técnica
que además de
esos significados y fuerzas del pasado, intenta
o
en la relación que se da entre el paciente y el analista (
/
), con la finalidad tanto de explicitarlos o exponerlos, como de
resolverlos
, dándoles un nuevo sentido o solución. En resumen, pues, la
finalidad de un psicoanálisis consiste en (
!
/
( /# Sánchez
Escárcega y Brown, 1992b).
Aun cuando el tratamiento psicoanalítico se aplica hoy con modificaciones o sin
ellas a casi todos los cuadros psicopatológicos (neurosis, psicosis, trastornos
fronterizos, trastornos del carácter y de la personalidad, etc.), la técnica fue
originalmente diseñada y aplicada con éxito en el tratamiento de las neurosis.
Veamos a continuación cómo entiende un psicoanalista la formación de uno de estos
cuadros (Coderch, 1979).
! /
, "
Una neurosis implica la existencia de un conflicto psíquico inconsciente que se
expresa a través de las distintas combinaciones de signos y síntomas (ideas,
ansiedades, inhibiciones, temores, conductas, emociones, pensamientos, impulsos a
realizar actos que el individuo no desea, amnesias, alteraciones del nivel de
conciencia, dificultades en las relaciones interpersonales, en el ejercicio de la
sexualidad, etc.) de cada cuadro particular. Incluso cuando el conflicto psíquico se
expresa a través de modificaciones físicas (sensaciones de ahogo, vómitos,
contracturas, parálisis), no se halla ninguna alteración somática en su origen. Dada
la naturaleza inconsciente de dicho conflicto, los síntomas son experimentados como
inexplicables e irracionales. Sin embargo, esto sólo es aparente. Cuando a través de
la técnica psicoanalítica puede profundizarse en el inconsciente del individuo y
revivir, gracias a la transferencia, sus primeras relaciones de objeto, lo que parecía
incomprensible, irracional e inconexo, se muestra claro, comprensible y vinculado
con el conjunto de la personalidad.
Las reacciones neuróticas son la forma de responder a las tensiones internas que
derivan de las relaciones insatisfactorias con los demás, ya sea como consecuencia
de un defectuoso desarrollo psíquico en los primeros años de la infancia o como
resultado de las frustraciones y luchas presentes alrededor de los temas esenciales
de la existencia humana: sexualidad, ambición, celos, envidia, etc. El factor
constitucional parece facilitar el desarrollo de las tensiones que conducen a la
neurosis. Sin embargo, ni el factor constitucional ni las dificultades reales de la vida
bastan por sí mismas para producir una neurosis. Es necesario que previamente a
ellas exista un factor psíquico interno. Éste surge de la ansiedad que originan las
pulsiones instintivas peligrosas, y que el yo infantil no pudo manejar
adecuadamente, teniendo que recurrir a todos los mecanismos de defensa posibles.
Las principales fuentes de ansiedad pulsional en la infancia surgen en las diversas
etapas del desarrollo que ya han sido estudiadas: a)
D
! correspondiente al momento del nacimiento; b)
=
, que es la propia del primer periodo de la vida, con total impotencia por
parte del niño; c)
=
, que pertenece al
periodo en que el niño ya reconoce a los objetos como una totalidad y experimenta
la necesidad del amor y el cuidado de éstos; d)
! ,
predominante en la fase edípica, en la cual el niño teme ser agredido por los objetos
convertidos en malos y vengativos a causa de sus impulsos destructivos e
incestuosos, y e)
fundamental postedípica.
*
(culpa), que es la ansiedad
Cuando el yo fracasa en llevar a cabo su labor de síntesis e integración en los tres
distintos frentes en que ésta debe realizarse (los impulsos instintivos que provienen
del ello, las exigencias normativas y prohibitivas del superyo y las presiones de la
realidad externa), aparece el
/
!
, y el yo se ve forzado a elaborar
algún tipo de síntoma neurótico (por lo tanto, una neurosis es una creación del yo),
mediante el cual intenta dar una satisfacción simbólica y sustitutiva a las presiones
instintuales, a la vez que evitar la descarga directa de ellas. Ya se ha dicho que esto
se conoce como /
!
, y en el caso de la neurosis, a este logro
se le conoce como
)
porque lo que logra es evitar que el
yo se vea invadido de angustia al no poder lidiar adecuadamente entre las diversas
demandas a las que se ve sometido. El yo une en un solo fenómeno dos tendencias
opuestas: las que buscan su descarga, y las que se oponen a ésta. El sufrimiento del
enfermo se halla en relación con el hecho de que experimenta el síntoma a la vez
como cuerpo extraño y como parte de sí mismo: una parte del yo rechaza el
síntoma, la otra lo necesita. Puede decirse también, con base en lo anterior, que el
síntoma es un intento de autocuración por parte del yo, que a fin de cuentas prefiere
lidiar con las consecuencias externas de la enfermedad y el sufrimiento que por
cierto representa también una satisfacción al superyo , que con las internas que le
dieron origen. Por último agregaremos que el yo también tiene una
cuando logra resolver el nuevo conflicto que le representa el necesitar y
el rechazar la enfermedad, al poder conciliar y armonizar el síntoma con el resto de
la personalidad (
) ), o dicho en otras palabras, al obtener una satisfacción
narcisista en el síntoma.
'!
%
!
La primera labor del analista consiste en crear un ambiente que permita la expresión
más libre posible de las fuerzas inconscientes reprimidas. A ello contribuye, como ya
se dijo, la utilización del diván, que aísla al paciente de la mirada del analista y de
cualquier otro estímulo del consultorio, pero también el hecho de que el terapeuta
mantenga una actitud de neutralidad, sin emitir juicios de valor, consejos o
indicaciones, y sin hacer referencia a sus propias experiencias o maneras de
enfrentar determinadas situaciones. Pero lo que más contribuye a esta expresión
relajada de su inconsciente es la
/
del psicoanálisis. Siempre es
grato recordar cómo la formulaba Freud:
Una cosa todavía, antes que usted comience. En un aspecto su relato tiene que
diferenciarse de una conversación ordinaria. Mientras que en esta usted procura
mantener el hilo de la trama mientras expone, y rechaza todas las ocurrencias
perturbadoras y pensamientos colaterales, a fin de no irse por las ramas, como suele
decirse, aquí debe proceder de otro modo. Usted observará que en el curso de su
relato le acudirán pensamientos diversos que preferiría rechazar con ciertas
objeciones críticas. Tendrá la tentación de decirse: esto o esto otro no viene al caso,
o no tiene ninguna importancia, o es disparatado y por ende no hace falta decirlo.
Nunca ceda usted a esa crítica; dígalo a pesar de ella, y aun justamente por haber
registrado una repugnancia a hacerlo. Más adelante sabrá y comprenderá la razón de
este precepto el único, en verdad, a que debe obedecer . Diga, pues, todo cuanto
se le pase por la mente. Compórtese como lo haría, por ejemplo, un viajero sentado
en el tren del lado de la ventanilla que describiera para su vecino del pasillo cómo
cambia el paisaje ante su vista. Por último, no olvide que ha prometido absoluta
sinceridad, y nunca omita algo so pretexto de que por alguna razón le resulta
desagradable comunicarlo (Freud, 1913, pp. 135 136).
Cuando la regla fundamental ha logrado eliminar la direccionalidad del pensamiento,
aquello que se expresa está determinado, sobre todo, por las tensiones pulsionales
internas del sujeto que esperan la oportunidad de expresarse. Sin embargo, "decirlo
todo" es más difícil de lo que parece, y muy frecuentemente hay que desandar un
trecho del camino para descubrir que el paciente, en uno u otro punto, hizo a un lado
algún pensamiento o asociación.
Por otro lado, la regla fundamental no elimina los más profundos mecanismos
defensivos del yo, justamente aquellos que llevaron a reprimir recuerdos y
experiencias, porque tanto unos como otros, son inconscientes. Esto significa que
aun cuando un paciente pudiera cumplir cabalmente con la regla fundamental, de
todos modos no tendríamos acceso directo a lo reprimido de la mente. Para ello hace
falta una
! de lo que el paciente nos expresa lo más libremente posible.
",
Fenichel (1982) nos dice que el analista a) ayuda al paciente a eliminar sus
resistencias lo más posible llamando su atención sobre los efectos de las mismas, y
b) trata de deducir lo que hay detrás de sus comunicaciones, suministrándole esa
información. Sólo que esto no puede hacerse en cualquier momento, sino cuando los
contenidos inconscientes están tan cerca de la conciencia que la interpretación
meramente los "empuja" en el último tramo. Así que la interpretación tiene que
tener un
o
para serle presentada al paciente. De otra forma las
resistencias se incrementarán y no producirán el efecto emocional introspectivo
deseado. Esto explica por qué el tratamiento psicoanalítico, hasta hoy, sigue siendo
un procedimiento largo y desgastante.
El psicoanálisis es la cura por la palabra, y su herramienta por excelencia, la
interpretación. Aun cuando el analista se valga de otros medios verbales de
intervención (señalamientos, esclarecimientos, confrontaciones, etc.; /. Etchegoyen,
1986), la interpretación se privilegia porque une la descripción y explicación de una
conducta a un
D
( !
( /. Sánchez Escárcega, 1993). Ese elemento causal
muy frecuentemente se relaciona con dolor, angustia, miedo, culpa o vergüenza. El
analista sabe que estos afectos se encuentran detrás de un elemento asociativo
cuando observa ciertas incongruencias en los sentimientos, contradicciones en los
comportamientos, actitudes defensivas, olvidos significativos, conductas que se
desvían de lo que podría ser esperado, lapsus, actos fallidos, sueños, fantasías, etc.
"
Decía Freud que "nadie puede ser ajusticiado
o
//
" (1912, p. 105).
Esta famosa y afortunada frase hace alusión a que en el tratamiento psicoanalítico es
necesario revivir el conflicto neurótico original, traerlo al presente, reeditarlo. El
mejor sitio para hacerlo es la relación analista paciente. A esto se le conoce como
!
/
o simplemente
/
. $
/
, en psicoanálisis,
significa que el paciente experimenta hacia el terapeuta sentimientos y fantasías que
en realidad corresponden a figuras de su pasado, por lo tanto son incongruentes con
la realidad actual, por más que al paciente le parezca que esto no es así. Por cierto
que la transferencia no sólo ocurre dentro del tratamiento sino que de ordinario se
presenta en cualquier situación y con muy diversas personas, pero es en la relación
analítica donde se le fomenta y donde adquiere significado. Puede decirse que todo o
casi todo en un tratamiento está encaminado a fomentar esa situación transferencial,
para luego interpretarla y deshacerla. De hecho se pretende que el paciente cambie
su neurosis habitual por una
/
siempre más manejable
porque ocurre dentro de los límites de la terapia. La frase "siempre más manejable"
nos parece que debe ser matizada: a veces, o más bien frecuentemente, lo que se
transfiere son sentimientos negativos, dándose lugar a una
/
,
que pone en peligro la continuidad del tratamiento y que obliga al terapeuta a
intervenir con gran habilidad a fin de reconducirla a sus causas pasadas, con los
objetos originales con los que se experimentaron esos sentimientos. Se puede
suponer que esto no siempre es posible, con la consecuencia de que el tratamiento
fracasa.
Puede decirse que la transferencia es una suerte de /
!
: al
revivir sus conflictos infantiles en la terapia, el paciente se defiende del dolor que le
causa recordarlos y discutirlos. Los actos transferenciales le sirven para falsear
defensivamente el sentido de las situaciones originales, a la vez que le permiten una
cierta descarga o expresión de las pulsiones reprimidas.
El analista se cuida de no reaccionar a los sentimientos o comportamientos que el
paciente le transfiere, ya que de hacerlo, repetiría la historia del paciente, con
consecuencias funestas para él y para su tratamiento. Lo único que tiene a su
alcance es la interpretación de estas transferencias, de las fantasías que se
encuentran detrás de ellas, de las reacciones que intentan provocar, y de los hechos
que les dieron origen.
D *
*
Es difícil resumir los avances que se han logrado en la terapia psicoanalítica en los
últimos años, ya que son tantos y tan diversos que muchas veces han llegado a
constituir sistemas teóricos y terapéuticos por sí mismos. No nos estamos refiriendo
a aquellos que desde un principio rechazaron los postulados básicos del psicoanálisis
freudiano (Jung, Adler, Rank), o incluso los que lo hicieron después (Fromm, por
ejemplo), y que formaron escuelas que deben ser estudiadas completamente aparte.
Explícitamente se acepta hoy que el término "psicoanálisis" se reserva para aquellos
modelos que se fundamentan en los descubrimientos de Sigmund Freud. Con esta
consideración en mente, puede intentarse una cierta clasificación (bastante
arbitraria) de los avances y ampliaciones que el psicoanálisis ha tenido, dependiendo
de:
1
*
) : En cuanto a la primera, el psicoanálisis
hoy se aplica a prácticamente todo el rango de edades del ser humano: niños (A.
Freud, Klein), adolescentes (Blos), adultos jóvenes (que siempre ha sido el grupo
principal), e incluso ancianos. En cuanto al tipo de patología, ya se ha dicho que hoy
por hoy se hace psicoanálisis con la mayor parte de los cuadros psicopatológicos,
aparte de las neurosis: psicóticos (Rosenfeld, Searles), trastornos fronterizos de la
personalidad (Kernberg), trastornos narcisistas (Kohut, Kernberg), personalidades
psicopáticas, disfunciones sexuales, trastornos psicosomáticos, e incluso algunas
adicciones (como complemento de otros tratamientos), etc.
1
: Además de la terapia individual, el psicoanálisis se
aplica hoy a parejas (Dicks, Willi, Lemaire), grupos (Bion, Foulkes, Anzieu, Kaës,
Yalom), familias, sistemas educativos (Pichón Rivière, Bleger), instituciones
(Schvarstein), etc.
1
) D
/ - : la psicología del yo (Hartmann, Lowenstein,
Kris), la teoría de las relaciones objetales (Klein, Fairbairn, Balint, Kernberg), el
narcisismo (Kohut), el proceso de separación individuación (Mahler), el lenguaje y el
significante (Lacan), etc.
La clasificación y la lista de autores no pretende ser exhaustiva. Para un estudio más
profundo remitimos al lector a la excelente obra de Bleichmar y Leiberman de
Bleichmar (1989).
Por último mencionaremos que el psicoanálisis, que siempre ha sido un tratamiento
largo, doloroso y generalmente caro, fue relativamente desplazado durante el final
de los años setenta y la década de los ochenta por tratamientos que ofrecían curas
más rápidas y frecuentemente espectaculares . Hoy tiene un nuevo auge en el
mundo principalmente debido a los descubrimientos que se han realizado, y al hecho
de que muchos de aquellos otros tratamientos resultaron ineficaces al final del
camino.
9 9
:
?
Aberbach, D. (1984). Loss and dreams.
283 297.
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D 3
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C
Elisardo Becoña Iglesias
Luis Oblitas Guadalupe
*
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D 3
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C
La psicología de nuestro siglo se ha caracterizado por ser multifacética, en tensión
dinámica entre tres poderosas fuerzas de la experiencia humana: hacer, pensar y
sentir (Mahoney, 1991). Para los conductistas, la conducta o acción y sus
consecuencias determina la cognición y el afecto; para los cognitivistas el papel
central se le da a la cognición, de tal modo que su afirmación esencial es que "como
tú piensas, tú sientes y actúas". Finalmente, para los teóricos emotivos, el
sentimiento es primario y es lo más poderoso.
El estudio de las experiencias privadas de la personas fue uno de los temas centrales
de los orígenes de la psicología científica, desde Wundt. Sin embargo, dependiendo
de la concepción de la ciencia y de la psicología ha estado inicialmente considerado
como objeto de investigación científica, luego apartado por el conductismo y, a partir
de la segunda mitad de este siglo, se produce lo que muchos han denominado la
revolución cognitiva, con el reconocimiento de los procesos internos y la posibilidad
de su estudio científico.
En nuestra consideración los elementos más relevantes que han catalizado el
surgimiento y expansión de la terapia cognitivo conductual en los años 60 han sido:
la filosofía griega, especialmente la socrática y epicúrea; el conductismo mediacional,
con autores como Tolman y su conducta propositiva; Cautela con sus operantes
encubiertas y Bandura con su aprendizaje social; los estudios de la psicología
experimental y social sobre atención, memoria, percepción, etc., los cuales
mostraron cómo estos procesos psicológicos median la conducta humana y, por
tanto, es necesario no sólo investigarlos sino aplicarlos para el cambio de la conducta
humana; el desarrollo de la psicología clínica, con la ampliación de su campo de
intervención, el surgimiento de nuevos problemas, y la necesidad sentida por
muchos autores, como son representativos los ejemplos de Ellis y Beck, de desechar
modelos inadecuados de la conducta anormal, pero sin renunciar a los procesos
mediacionales, como hacía el conductismo tradicional, ni renunciar a la verificación
empírica de las técnicas de tratamiento.
Al mismo tiempo, podemos considerar varios hechos que facilitan la aparición y
rápida implantación de las terapias cognitivo conductuales. Primeramente, la
complejidad de los problemas de los clientes y la aparición de nuevos trastornos
clínicos como consecuencia de una sociedad más compleja. Esto es una de las
consecuencias de la adquisición del rol del psicólogo clínico como terapeuta, ampliar
su campo de intervención (clínico, comunitario, salud mental, psicología de la salud,
infanto juvenil, vejez, etc.) y solicitarle a otros profesionales soluciones a distintos
problemas. En segundo lugar, la dificultad de eliminar de las intervenciones clínicas,
a pesar de la dificultad de su validación empírica, aspectos como valores, creencias,
verbalizaciones, cogniciones, pensamientos, sentimientos, etc. Un clínico puede
considerar la posibilidad empírica de tomar o no en consideración estos constructos,
la gran mayoría inobservables, pero la realidad nos enseña que están presentes en la
intervención, que se usan y que se trabaja con ellos a lo largo de cualquier
intervención terapéutica, insistiendo la terapia cognitiva en que estos elementos
encubiertos, las cogniciones por ejemplo, son elementos causales de la conducta
manifiesta. En tercer lugar, la psicología experimental ha mostrado que muchos de
estos constructos, que a partir de Watson (1913) y su famosa declaración sobre el
objeto y método de estudio de la psicología fueron eliminados como objeto de
estudio de la psicología, también pueden estudiarse a través de distintas tareas o de
las verbalizaciones del sujeto. Con ello se abre la posibilidad de estudiar junto a la
conducta manifiesta la conducta encubierta, la mente en sentido popular, aunque
esta dicotomía se ha mantenido y se mantendrá durante mucho tiempo al tener una
fuerte carga filosófica (Rachlin, 1994). Y, en cuarto lugar, la mayor comodidad del
clínico de trabajar en un modelo teórico que reconozca la viabilidad de utilizar al
mismo nivel, o en distintos niveles, tanto la conducta manifiesta como la encubierta
y, dentro de ésta, reconocer la utilidad de los pensamientos, sentimientos, creencias,
etc., como causales de la conducta en todas o en alguna ocasión. Esta última razón,
quizás, es la que mejor explica el gran auge de las terapias cognitivo conductuales,
dado que la psicología es todavía una ciencia joven, de solo 100 años, y aún no tiene
claramente establecidos sus pilares esenciales, aunque una parte de los mismos hoy
ya están claros (ej., procesos de aprendizaje; procesos de atención, retención y
memoria; proceso de socialización y desarrollo evolutivo; etc.). Esto explica que
haya habido un cambio de la consideración de ser terapeuta conductual a terapeuta
cognitivo conductual en casi todo, hecho que explica que en la actualidad, siguiendo
la encuesta más reciente de los miembros de la
!
"
$
(AABT), el 67.4% se consideran de la orientación
cognitivo conductual, el 19.9% conductuales, el 8.7% otros y un 4% cognitivos 0$(
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$(
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Uno de los hechos iniciales más importantes en el surgimiento de las terapias
cognitivo conductuales fue la publicación tanto del libro de Ellis (1962) titulado ' -!
*
!
, como del artículo de Beck (1963) $( 5
, que es otro hito precursor del surgimiento de la terapia cognitiva. Años
después, a mediados de los 70, se publican los primeros manuales sobre las terapias
cognitivo conductuales (Kendall y Hollon, 1979, Mahoney, 1974, Meichenbaum,
1977), el manual de tratamiento de Beck, Rush, Shaw y Emery (1979) aplicando la
terapia cognitiva a la depresión, produciéndose a partir de ahí su paulatina
consolidación. Hoy asistimos a una eclosión de las terapias cognitivo conductuales.
Los antecedentes cercanos de las terapias cognitivo conductuales se asientan en el
descontento con el psicoanálisis, la limitación del modelo conductual E R, la
extensión de la psicología clínica en la aplicación de tratamientos psicológicos a
problemas cada vez más complejos, y una base filosófica en la que se hace una
consideración global del ser humano en la que la conducta, sus pensamientos y
sentimientos se consideran al mismo nivel.
Aunque no todos estarían totalmente de acuerdo, Ingram y Scott (1990) indican que
todas las terapias cognitivo conductuales se basan en siete supuestos: 1) Los
individuos responden a las representaciones cognitivas de los eventos ambientales
más que a los eventos
# 2) El aprendizaje está mediado cognitivamente. 3) La
cognición media la disfunción emocional y conductual. Debe ser notado que esta
asunción no implica una focalización lineal donde la cognición es primaria, sino más
bien que las variables cognitivas están interrelacionadas con variables afectivas y
conductuales y entonces afecta a estas variables (y viceversa). 4) Al menos algunas
formas de cognición pueden ser monitorizadas. 5) Al menos algunas formas de
cognición pueden ser alteradas. 6) Como un corolario de los números 3), 4) y 5),
alterando la cognición podemos cambiar patrones disfuncionales emocionales y
conductuales. 7) Ambos métodos de cambio terapéutico, cognitivo y conductual, son
deseables y deben ser integrados en la intervención.
A su vez éstos tienen como rasgos o características las siguientes: 1) Las variables
cognitivas son importantes mecanismos causales. Esto no implica que no haya
también otros mecanismos causales significativos, pero las variables cognitivas son
importantes en la constelación de los procesos que elicitan el comienzo y curso de un
trastorno. 2) A partir de la asunción de que las variables cognitivas se presumen
agentes causales, al menos alguno de los métodos y técnicas de la intervención se
dirigen específicamente a objetivos cognitivos. 3) Se realiza un análisis funcional de
las variables que mantienen el trastorno, particularmente las variables cognitivas. 4)
Las aproximaciones cognitivo conductuales emplean tácticas terapéuticas tanto
cognitivas como conductuales. Típicamente, sin embargo, cada táctica conductual es
dirigida a objetivos cognitivos, tal como es el caso de la aproximación de Beck
#
(1979) a la depresión, en donde emplea la asignación de tareas para casa (elemento
conductual) para ayudar a modificar los pensamientos y creencias disfuncionales. 5)
Hay
un
importante
énfasis
en
la
verificación
empírica.
Este énfasis está manifestado en dos dominios distintos. El primero es la
investigación empírica diseñada para establecer la eficacia de los procedimientos
terapéuticos y ayudar a determinar los procesos por los que estos procedimientos
funcionan. El segundo es un énfasis dentro de la actual terapia empleando
evaluación objetiva para examinar el progreso terapéutico. Así, en el tratamiento de
la depresión de Beck se recomienda la utilización del BDI (Inventario de la Depresión
de Beck) para ayudar a evaluar objetivamente el rango y grado de los síntomas
depresivos del cliente. 6) Las aproximaciones cognitivo conductuales son
habitualmente de tiempo limitado, o al menos no se consideran terapias a largo
plazo en el sentido clásico. 7) Las aproximaciones cognitivo conductuales son
empresas colaborativas "empirismo colaborativo" donde el cliente y el terapeuta
forman una alianza de trabajo para aliviar el pensamiento y la conducta disfuncional.
8) Los terapeutas cognitivo conductuales son activos y directivos más que pasivos y
no directivos. 9) Las aproximaciones cognitivo conductuales son educacionales en su
naturaleza. Esto es, los clientes deben aceptar la validez del modelo cognitivo
conductul de su trastorno para modificar su conducta y cognición disfuncional.
Un concepto central para la terapia cognitiva es el de
! . Para Beck
.
(1979) una cognición es cualquier idea o evento con contenido verbal o gráfico en la
corriente de conciencia del sujeto. Las cogniciones se basan en los esquemas
desarrollados en experiencias anteriores. Los esquemas serían las actitudes,
supuestos o creencias que tiene el sujeto. Por tanto, las cogniciones están
supeditadas a estos esquemas. Sin embargo, ha sido Marzillier (1980) quien ha
distinguido tres elementos de la cognición: los eventos cognitivos, los procesos
cognitivos y las estructuras cognitivas. Los
son los pensamientos
e imágenes que ocurren en la corriente de conciencia (Marzillier, 1980), que son
identificables, conscientes. Incluiría, por tanto, pensamientos, imágenes y
sentimientos. Los
atañen al modo como transformamos y
procesamos los estímulos ambientales (Marzillier, 1980), lo que supone el modo en
que nosotros automática o inconscientemente procesamos la información, incluyendo
la atención, abstracción y codificación de la información, mecanismos de búsqueda y
almacenamiento, procesos inferenciales y de recuperación. Estos procesos forman
las representaciones mentales y los esquemas. Finalmente, las
son características cognitivas generales, como las creencias y actitudes, asunciones
tácitas, compromisos y significados, que influyen en la manera habitual de
construirse a uno mismo y al mundo (Meichenbaum, 1985). Las estructuras
cognitivas pueden estimarse de un esquema que esté implícito u operando en un
nivel inconsciente, siendo altamente interdependiente, estando probablemente las
estructuras ordenadas jerárquicamente. Los esquemas son organizaciones mentales
de experiencia que influencian el modo como la información es procesada y el modo
como la conducta está organizada.
Para la terapia cognitiva es necesario conocer y evaluar primeramente los
pensamientos y los tipos de procesos cognitivos que utiliza la persona. Éstos, y su
modificación, cuando son disfuncionales, van a constituir el objetivo de la terapia,
aunque la misma pretende que se den tanto cambios cognitivos como cambios
conductuales en el funcionamiento cotidiano del sujeto.
Recientemente, Meichenbaum (1993) analiza las tres metáforas que se han utilizado
para explicar el rol que las cogniciones juegan para el cambio de conducta, como son
la cognición como una forma de condicionamiento, procesamiento de información y
construccción narrativa. Esto explica la conceptualización de la cognición desde una
perspectiva de condicionamiento, como propuso Homme (1965) o Cautela (1973), a
una perspectiva donde se hace el símil de la mente como un computador y, la
perspectiva más reciente, la constructivista, en la que se entiende que el cliente es
un arquitecto y constructor de su ambiente y, por tanto, de su realidad personal y de
sus modelos representacionales del mundo.
Existe un gran número de terapias cognitivo conductuales ( / # Dobson, 1988;
McMullin, 1986) que se han visto reflejadas en una importante aplicación de las
mismas a distintos problemas comportamentales. Se han hecho varias clasificaciones
de las terapias cognitivo conductuales. Una de las más influyentes ha sido la de
Mahoney y Arknoff (1978) quienes las dividieron en tres grandes grupos: terapias de
reestructuración cognitiva, terapias de habilidades de afrontamiento para manejar
situaciones y terapias de solución de problemas. Dentro de las primeras incluyeron la
terapia racional emotiva de Ellis, el entrenamiento autoinstruccional de
Meichenbaum, la terapia cognitiva de Beck y la reestructuración racional sistemática
de Goldfried. Dentro de la terapias de afrontamiento para manejar situaciones el
modelado encubierto de Cautela, el entrenamiento en habilidades para afrontar
situaciones de Goldfried, el entrenamiento en manejo de la ansiedad de Suinn y el
entrenamiento en inoculación de estrés de Meichenbaum. Finalmente, dentro de las
terapias de solución de problemas incluyeron tres: la terapia de solución de
problemas de D'Zurilla y Goldfried, la terapia de solución de problemas
interpersonales de Spivack y Shure y la ciencia personal de Mahoney.
Posteriormente, Hollon y Beck (1986) han sugerido tres categorías para clasificar las
terapias cognitivo conductuales: las que enfatizan la racionalidad, como la terapia
racional emotiva de Ellis; las que enfatizan el empirismo, como la terapia cognitiva
de Beck, y los procedimientos que enfatizan la repetición, como el entrenamiento en
inoculación de estrés. Más recientemente, Hollon y Beck (1994) apuntan como las
más relevantes la terapia racional emotiva de Ellis, la terapia cognitiva de Beck, el
entrenamiento en inoculación de estrés de Meichenbaum y la terapia de solución de
problemas de D´Zurilla.
:*
D 3
*+C
C
De las terapias cognitivas existentes en la actualidad existe un acuerdo generalizado
de que las más relevantes, por su utilidad y aplicabilidad clínica (ej., Haaga y
Davison, 1991; Dobson y Beck, 1994; Mahoney, 1993) son la terapia racional
emotiva de Ellis, la terapia cognitiva de Beck, el entrenamiento en inoculación de
estrés de Meichenbaum y el entrenamiento en solución de problemas de D´Zurilla. A
continuación presentamos la descripción y características más relevantes de cada
una de ellas.
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!!
% "" ,
Le cabe el honor a Albert Ellis de ser uno de los padres de la actual terapia cognitiva;
él prefiere decir el padre de la terapia racional emotiva y el abuelo de la terapia
cognitiva conductual (Ellis, 1992), o el más destacado de los precursores de la
terapia cognitiva. Su libro publicado en 1962 ' -! *
!
(Ellis,
1962) muestra las líneas fundamentales de su pensamiento que ha ido expandiendo
en innumerales libros y artículos hasta la actualidad. Aunque la terapia racional
emotiva, según el propio Ellis (1993b), ya en el año 1955 era altamente cognitiva,
positivista y muy activa directiva, su relevancia no fue clara hasta los años 70,
coincidiendo con el
de la terapia cognitiva y, especialmente, a partir de las
aplicaciones más sistematizadas de Beck a distintos trastornos emocionales como
veremos posteriormente. De modo semejante a otros autores cognitivos, esta
terapia surge por la insatisfacción con el psicoanálisis como técnica de intervención.
#"
"
La terapia racional emotiva se basa en el esquema ABC, el cual constituye la teoría
de Ellis sobre cómo las personas tienen trastornos. A es cualquier evento activante
que, según las creencias (B) racionales o irracionales que se tengan sobre A
producirá consecuencias (C) conductuales y emocionales. Las creencias, racionales o
irracionales, están en la base de las consecuencias que va a percibir la persona. La
terapia se va a centrar, mediante la disputa (D), en cambiar dichas creencias
irracionales. Subyacente a lo anterior está una de las ideas centrales de Ellis:
muchos, por no decir todos, de los problemas emocionales que tienen las personas,
se deben a su modo erróneo e irracional de pensar.
Ellis fue uno de los primeros en apuntar que el pensamiento, la emoción y la
conducta están íntimamente interrelacionados entre sí y que el cambio en uno de
ellos influye en los otros, enfatizando la importancia del cambio cognitivo, de las
creencias y pensamientos irracionales, como necesarios para cambiar los
componentes emocionales y conductuales.
Las ideas irracionales más comunes que tienen las personas son las siguientes: 1) La
idea de que uno debe ser amado y aceptado por cualquier persona significativa y
relevante de su vida. 2) La idea de que uno tiene que ser muy competente y eficaz
para poderse considerar útil y válido. 3) La idea de que hay un cierto tipo de gente
indeseable y despreciable que debería ser severamente castigada. 4) La idea de que
es terrible y catastrófico que las cosas no sucedan como a uno le gustaría. 5) La idea
de que la desgracia humana se origina por causas externas y que la gente no tiene
ninguna posibilidad de controlarlas. 6) La idea de que si algo puede llegar a ser
peligroso o terrible, uno debe estar muy preocupado y deberá estar pensando
constantemente en la posibilidad de que esto ocurra. 7) La idea de que es más fácil
evitar que afrontar ciertas responsabilidades y dificultades en la vida. 8) La idea de
que se debe depender de los demás y que se necesita a alguien más fuerte en quien
confiar. 9) La idea de que uno deberá sentirse muy preocupado por los problemas y
las perturbaciones de los demás; y, 10) La idea de que existe invariablemente una
solución precisa y correcta para los problemas y que es terrible si uno no da con esa
solución maravillosa.
Estas ideas irracionales pueden sintetizarse en tres: a) la de que debo ser
competente, adecuado, eficaz y que tengo que ganar la aprobación y aceptación de
cualquier persona relevante de mi vida; b) la de que los demás me deberían tratar
con cariño, bondadosamente, cuando yo lo quisiera; y c) de que necesito y tengo
que poseer aquellas cosas que realmente quiero.
Las técnicas que utiliza Ellis son básicamente cognitivas en sus inicios, aunque en los
últimos años ha incluido igualmente componentes conductuales ( / # Carrasco, 1993;
Dryden, 1995; Ellis y Dryden, 1987; Lega, 1991) y, curiosamente, como le gusta
hacer de modo provocativo a Ellis, recientemente (Ellis, 1993a) ha publicado un
artículo en $( & (
$(
, redenominando a su terapia con el nombre de
. Este último hecho refleja muy bien la fuerza,
convicción y dominio terapéutico que ha tenido Ellis a lo largo de su vida (Lega,
1991), lo que le hace a sus 82 años uno de los terapeutas más famosos de Estados
Unidos y de medio mundo.
Entre las técnicas cognitivas destaca su debate filosófico, la detección de las
creencias irrracionales y las técnicas de persuasión verbal y diálogo socrático, como
análisis y evaluación lógica, reducción al absurdo, análisis y evaluación empírica,
reacción incrédula del terapeuta, analogías, fantasía racional emotiva, etc. Junto a
ellas se complementa con técnicas conductuales, técnicas emocionales (ej., ataque a
la vergüenza) y las tareas para casa. Debemos indicar que Ellis da una gran
importancia al contacto terapéutico, a la empatía con los clientes y a mostrarse
activo directivo con ellos con un buen uso de la dialéctica y del sentido del humor. Lo
que se pretende finalmente es que el cliente adquiera una nueva filosofía de la vida,
donde cambie sus creencias o pensamientos irracionales, que le crean su problema,
por creencias y pensamientos racionales, lo que lleva en muchos casos
necesariamente a una nueva filosofía de la vida fruto del cambio emocional y
conductual correlativo.
Sin embargo, una crítica que es necesario indicar ( / # Haaga y Davison, 1993) es
que en muchas ocasiones no queda claro qué se aplica dentro de la terapia racional
emotiva y la evolución del propio Ellis en sus publicaciones es fiel reflejo de eso. Al
tener esta terapia un fuerte componente clínico a veces pierde los rasgos esenciales
de las características que hemos expuesto anteriormente. Y, para la evaluación de la
terapia racional emotiva, esto a veces es un grave problema o, incluso, se puede
llegar a concluir que la TRE no es posible de evaluar por los sistemas de evaluación
de resultado científicos.
!" "
La terapia racional emotiva ha sido aplicada a distintos trastornos emocionales
(Dryden, 1995; Ellis y Dryden, 1987; Ellis y Grieger, 1976, 1986), aunque su eficacia
no ha sido claramente demostrada ( / # Carrasco, 1993). Su planteamiento filosófico
y teórico es fácilmente asumible y sus principios esenciales han sido asumidos o
ampliados por otros terapeutas cognitivos, especialmente en la terapia cognitiva de
Beck. O, como afirma Haaga y Davison (1993) y su impacto profesional excede su
estatus científico, siendo visto por los clínicos norteamericanos como uno de los
principales, o el principal, influyente psicoterapeuta.
Es muy difícil evaluar las asunciones de la terapia racional emotiva (Haaga y
Davison, 1993). Ellis llega a afirmar que su terapia responde adecuadamente bien en
la fase inicial de disputa con el 30% de sus pacientes (Ellis, Young y Lockwood,
1987), al tiempo que afirma que si la terapia racional emotiva "no parece trabajar
adecuadamente en casos individuales, yo añado otras modalidades terapéuticas"
(Ellis, 1989, p. 219), en la línea de las técnicas que hemos apuntado en sus últimas
versiones de la terapia racional emotiva.
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9 "P
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De modo semejante a Ellis, Aaron T. Beck fue formado en el campo psicoanalítico y
ante las limitaciones y baja efectividad de éste se planteó la validación empírica de
distintas formulaciones sobre la depresión lo que le condujo a desechar
paulatinamente el psicoanálisis, realizar estudios que han aportado un conocimiento
esencial sobre la depresión y los estados emocionales, proponer un modelo cognitivo
de la depresión y un tratamiento sumamente efectivo, y combinar las técnicas
conductuales como elemento unido a las técnicas cognitivas en el trabajo práctico.
Beck es hoy conocido por su aportación esencial al tratamiento de la depresión
(Beck, 1967, 1976; Beck, Rush, Rush, Shaw y Emery, 1979). Dada la alta
prevalencia de este trastorno, las miles de consultas anuales que se realizan a
psiquiatras y psicólogos clínicos cada año, y la necesidad de contar con técnicas
efectivas, hacen de Beck, y sus aportaciones al tratamiento de la depresión, uno de
los autores más relevantes de la psicología clínica de las últimas décadas, al
proponer su terapia cognitiva que se basa en su modelo de la depresión (Beck
.,
1979), dentro del cual considera la tríada cognitiva, los esquemas y los errores
cognitivos.
La tríada cognitiva atañe a tres patrones cognitivos inadecuados presentes en el
paciente depresivo: visión negativa del paciente acerca de sí mismo, tendencia del
depresivo a interpretar sus experiencias de una manera negativa y visión negativa
acerca de su futuro. Los esquemas, definidos como las actitudes, supuestos o
creencias que tiene el sujeto, son los que le permiten transformar los datos que
percibe el sujeto en cogniciones. Dependiendo de los esquemas el sujeto desarrollará
cogniciones o pensamientos adecuados o inadecuados (pensamientos automáticos
negativos en el caso de la depresión).
El tercer componente de su modelo cognitivo de la depresión son los errores
cognitivos o errores en el procesamiento de la información. Estos son los que
mantienen su creencia de la validez de los conceptos negativos y van a constituir un
elemento esencial en la terapia su cambio. Son seis: (a)
/
: sacar
una determinada conclusión en ausencia de evidencia que la apoye o cuando la
evidencia es contraria a la conclusión; (b)
!
: centrarse en un
detalle extraído fuera de su contexto, ignorando otras características más relevantes
de la situación, conceptualizando toda la experiencia con base en ese fragmento de
la realidad; (c)
- !
: elaborar una regla general o una conclusión
a partir de uno o varios hechos aislados y de aplicar el concepto tanto a situaciones
relacionadas como inconexas; (d)
- ! *
- ! : incrementar o
disminuir el grado de significación de un suceso o una conducta hasta el punto de
distorsionarlo; (e) "
- ! : tendencia y facilidad del cliente para atribuirse a
si mismo fenómenos externos cuando no existe una base firme para hacer tal
conexión; y, (f) "
*
!
: tendencia a clasificar todas
las experiencias según una o dos categorías opuestas sin tener en cuenta los puntos
intermedios.
El tratamiento, por tanto, va a centrarse en detectar las cogniciones erróneas y
cambiar las mismas para procesar más adecuadamente la realidad, lo que facilitará y
permitirá cambiar la triada cognitiva de visión negativa de sí mismo, de sus
experiencias y de su futuro. Como terapeuta cognitivo, y como una de las
aportaciones relevantes de la terapia cognitiva en general, al ser aplicada a la
depresión, Beck da un papel destacado a la emoción y, junto con ésta, un papel
relevante a la relación terapéutica.
#"
"
Aunque la terapia cognitiva de Beck se conoce por este nombre, realmente sus
técnicas incluyen técnicas cognitivas y técnicas conductuales. La diferencia que
subyace es de enfoque para denominarla terapia cognitiva. Esto es, lo que se
pretende es cambiar las cogniciones del sujeto, que son elemento causal de la
conducta, a diferencia de las técnicas conductuales tradicionales que sostienen que
cambiando la conducta cambian igualmente otros procesos del sujeto como
creencias, cogniciones, etc. Por ello cualquier técnica que se utiliza, bien sea
cognitiva o conductual, se orienta a cambiar inicialmente los pensamientos
distorsionados (cogniciones) para luego cambiar el núcleo más profundo y arraigado,
los esquemas del sujeto, que son los que le permiten transformar los datos de la
realidad en elementos para él interpretables.
Las técnicas cognitivas que se incluyen en la terapia cognitiva de la depresión son
(Dobson y Franche, 1991): el registro diario de pensamientos disfuncionales, la
comprobación de la realidad, las técnicas de reatribución, las técnicas de solución de
problemas, el diseño de experimentos, la refutación con respuestas racionales y la
modificación de las suposiciones disfuncionales. Para conseguir esto o para reducir al
principio la grave sintomatología depresiva se utiliza otro amplio conjunto de
técnicas conductuales como las siguientes: programación de actividades, evaluación
de la destreza y del placer, ensayo cognitivo, entrenamiento asertivo y
representación de papeles. Igualmente se pueden incluir otras técnicas que sean
necesarias para el sujeto, especialmente si tiene otros problemas asociados, aunque,
como ya hemos indicado, el modelo cognitivo de la depresión supone que son las
cogniciones las que causan y mantienen el problema depresivo. Por ello la
combinación de unas y otras técnicas consiguen el resultado adecuado.
Sería muy extenso describir cada una de las técnicas anteriores, pero para
ejemplificar el proceso de tratamiento vamos a analizar, siguiendo el manual de
tratamiento de la depresión de Beck
. (1979), claramente especificado y
estructurado sesión a sesión, qué pasos y técnicas tenemos que llevar a cabo en una
sesión, en nuestro caso, en la quinta. La terapia cognitiva de la depresión tiene una
duración entre 12 y 15 sesiones, con un máximo de 20. Se sugiere que en las
primeras tres semanas se tengan dos sesiones y luego una por semana, cada una de
50 minutos de duración. En la quinta sesión se siguen básicamente siete pasos:
1) Seguir el mismo formato general que en la sesión anterior. Esto es, preparar la
agenda de la sesión sobre lo que se va a tratar en la misma; comentar los problemas
y progresos desde la sesión anterior; revisar otros aspectos relevantes para el
tratamiento entre esta sesión y la anterior.
2) Revisar el registro de actividades, con especial énfasis en las evaluaciones de
dominio y agrado. El registro de actividades constituye un elemento importante en
las primeras fases del tratamiento. En él el sujeto indica todas las actividades que
realiza durante el día (ej., levantarse, lavarse, desayunar, coger el coche para ir al
trabajo,...). De cada una de ellas debe puntuar de 0 a 10 o de 0 a 100 cuál es el
dominio de cada una de ellas y cuál es el agrado. El dominio atañe al grado en que
uno puede realizar la tarea (ej., llamar por teléfono) y el agrado a los sentimientos
de placer, diversión o alegría derivados de esa actividad. Claramente, en un paciente
depresivo, el dominio es importante en las tareas cotidianas pero el agrado suele ser
bajo o muy bajo. En esta fase, el registro de actividades y, a partir de aquí, la
programación de actividades y la evaluación de cada una de ellas en las dimensiones
de agrado, proporciona datos para identificar y corregir las distorsiones cognitivas.
3) Revisar y discutir los pensamientos automáticos negativos. Gracias al registro de
pensamientos y sentimientos que va el paciente cubriendo desde que entra en
tratamiento, podemos fácilmente detectar los pensamientos automáticos negativos.
Este registro incluye hasta esta sesión tres apartados: la situación (acontecimiento
que motivó la emoción desagradable, la corriente de pensamiento o el recuerdo que
motivó la emoción desagradable); la emoción (donde debe especificar la emoción
ej., triste, enfadado, ansioso, deprimido, etc. y la intensidad de la emoción en una
escala de 0 a 100; y el pensamiento o pensamientos automáticos, debiendo anotar
tanto el pensamiento automático que precede a la emoción o emociones como el
grado de creencia en el mismo, en una escala del 0% al 100%. A partir de las
anotaciones el terapeuta puede con su cliente revisar, discutir y cambiar los
pensamientos automáticos negativos con las técnicas cognitivas (ej., reatribución,
prueba de realidad, etc.) para que el sujeto corrija sus distorsiones.
4) Enseñar al paciente modos de evaluar y corregir las distorsiones cognitivas
(pensamientos automáticos). A esta altura del tratamiento el paciente ya conoce
aspectos importantes de sus pensamientos, especialmente de sus pensamientos
automáticos negativos. El objetivo es que el paciente pueda identificarlos claramente
y corregirlos con las técnicas que el terapeuta le ha ido entrenando (ej.,
experimentos personales, prueba de realidad, reatribución, etc.), como con el
siguiente paso de dar respuestas racionales a los mismos.
5) Explicar la forma de empleo del registro diario de pensamientos distorsionados
para que ante los pensamientos automático dé una respuesta racional. En este caso,
el registro que hemos descrito anteriormente se amplia a partir de esta sesión con
dos apartados más: la respuesta racional y el resultado. Esto es, cuando surge, ante
una situación, una emoción que produce un determinado pensamiento automático,
hay que proporcionar una respuesta racional que lleve a un resultado distinto al
habitual. En el registro debe anotar en el apartado de la respuesta racional una
respuesta racional a los pensamientos automáticos junto con el grado de creencia
(0 100%) en la respuesta racional. En el resultado debe reevaluar el grado de
creencia en los pensamientos automáticos de 0 100 y evaluar las emociones
subsiguientes (0 100). Un ejemplo de ello es cuando una persona se imagina
deprimida para siempre (situación: corriente de pensamiento), que produce la
emoción de tristeza y ansiedad (intensidad = 90), con el pensamiento automático
"nunca me curaré". La respuesta racional en este caso es "No estoy tan mal, he
estado peor otras veces", con un nivel de creencia del 70%. El resultado lleva a
reevaluar la inicial intensidad de 90 del pensamiento automático en 40,
manteniéndose la emoción inicial de tristeza y ansiedad en 50.
6) Emplear el contador de pulsera para registrar y llevar un control de los
pensamientos automáticos. Este es un instrumento opcional que permite tener una
información más objetiva de los pensamientos automáticos y como van
descendiendo conforme se aplica el tratamiento.
7) Asignar tareas para casa. Hay que indicar que para la evaluación de los progresos
entre sesiones suele ser habitual aplicar el Inventario de la Depresión de Beck sesión
a sesión para apreciar de un modo objetivo los cambios que se van produciendo en
la sintomatología depresiva.
!" "
En el campo del tratamiento de la depresión es indudable la importancia de la terapia
cognitiva de la depresión, la cual ha mostrado ser en muchos estudios el tratamiento
de elección para esta patología (Beck, 1991). Distintas revisiones han mostrado
claramente que la terapia cognitiva es igual o más efectiva que la farmacoterapia
(ej., Hollon y Beck, 1994; Robins y Hayes, 1993). Dos de cada tres pacientes
depresivos pueden ser tratados eficazmente a corto plazo (Craighead, Evans y
Robins, 1992). De especial relevancia es el reciente estudio del Instituto de Salud
Mental norteamericano (NIMH) para evaluar tratamientos efectivos para la depresión
(Elkin, 1994), en donde compararon la terapia cognitiva de Beck, la psicoterapia
interpersonal y la farmacoterapia (imipramina), incluyendo también un grupo
control. Entre las conclusiones de este bien diseñado estudio en el que han
participado 250 pacientes depresivos está que, mientras que a corto plazo no hay
diferencias significativas entre los cuatro grupos, a largo plazo, en el seguimiento de
18 meses, es la terapia cognitiva la que obtiene los mejores resultados, confirmando
así otros anteriores estudios en donde se demuestra que a largo plazo hay menos
recaída con la terapia cognitiva de Beck que con otros tratamientos para la
depresión.
En los últimos años la terapia cognitiva de Beck se ha expandido a otros campos
distintos al de la depresión, como trastornos de ansiedad y pánico (Beck y Emery,
1985), trastornos de personalidad (Beck, Freeman, Pretzer, Davis, Fleming,
Ottaviani, Beck, Simon, Padesky, Meyer, y Trexler, 1990), conductas adictivas (Beck,
Wright, Newman y Liese, 1993) y otras como trastornos de la alimentación y
obesidad, trastornos infantiles y de la adolescencia, medicina conductual y
problemas maritales ( / . Beck, 1993; Hollon y Beck, 1994).
Mientras que en el campo de la depresión su utilidad es clara, no siempre su
aplicación a otros trastornos ha recibido total apoyo ( / . Robins y Hayes, 1993),
aunque las técnicas que incluye en sus últimas aplicaciones son ya paquetes de
tratamiento que incluye tanto componentes cognitivos como conductuales y un
amplio abanico de técnicas.
!
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#
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Donald Meichenbaum hace su incursión en el campo clínico cuando en 1969 junto
con Goodman (Meichenbaum y Goodman, 1969) propone la técnica autoinstruccional
aplicada a niños impulsivos para, cambiando el diálogo interno de los mismos,
conseguir incrementar su autocontrol sobre esa conducta. Con posterioridad
Meichenbaum elaboró el entrenamiento en inoculación de estrés junto a Cameron en
1973, describiéndolo claramente en el capítulo 5 de su libro de 1977 (Meichenbaum,
1977), que fue uno de los primeros libros sobre terapias cognitivas y que ha tenido
una gran influencia entre los clínicos, dado que exponía las técnicas cognitivas
disponibles en aquel momento. Posteriormente el entrenamiento en inoculación de
estrés es ampliado y reelaborado respecto a la formulación de 1977 en el artículo de
Meichenbaum y Cameron (1983) y especialmente en el libro de Meichenbaum (1985)
dedicado específicamente al entrenamiento en inoculación de estrés.
La formulación de Meichenbaum se ha centrado, a diferencia de los otros autores, en
la aplicación de tratamientos psicológicos al estrés y a los problemas asociados al
estrés, que constituye una de las principales consecuencias de nuestro sistema
social. El objetivo del entrenamiento en inoculación de estrés es que el cliente reciba
una inoculación de tensión, de modo paralelo a lo que ocurre cuando nos ponen una
vacuna, para que esta inoculación cree anticuerpos psicológicos, estrategias y
habilidades psicológicas que puedan ser utilizadas en situaciones de ansiedad y
miedo. Meichembaum (1985) conceptúa el estrés como una transacción entre el
individuo y el ambiente mediado cognitivamente. Esto es, enfatiza el contexto
cognitivo interpersonal del estrés. En la actualidad el entrenamiento en inoculación
de estrés es una terapia para abordar distintos problemas relacionados con el estrés,
incluyendo tanto técnicas cognitivas como técnicas conductuales.
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"
El entrenamiento en inoculación de estrés consta de tres fases (Meichenbaum, 1985;
Meichenbaum y Cameron, 1983): conceptualización, adquisición y ensayo de
habilidades, aplicación y seguimiento. La primera fase, la de conceptualización, tiene
como objetivos: establecer una adecuada relación terapéutica y de colaboración
entre el terapeuta y el cliente; identificar los problemas y síntomas relacionados con
el estrés con una perspectiva situacional; recoger información sobre ello con
entrevistas, cuestionarios, autorregistros, técnicas basadas en la imaginación, etc.;
evaluar las expectativas del cliente; planificar el tratamiento; explicarle la
conceptualización transaccional del estrés, junto con el papel de las cogniciones y las
emociones en generar y mantener el estrés; y, analizar las posibles resistencias del
cliente y la adherencia al tratamiento.
En la segunda fase, la de adquisición y ensayo de habilidades, se entrena al sujeto
en una serie de técnicas para afrontar las situaciones de estrés. Estas son
(Meichenbaum, 1985): relajación, estrategias cognitivas, entrenamiento en solución
de problemas, entrenamiento autoinstruccional y negación. De las estrategias
anteriores, destacaremos el apartado dedicado a las estrategias cognitivas, a pesar
de que también incluye el entrenamiento autoinstruccional y la solución de
problemas, que son otras estrategias cognitivas. En las estrategias cognitivas incluye
la reestructuración cognitiva, tal como plantea Beck
# (1979), que ya hemos
visto en el apartado anterior, y que posteriormente Beck desarrolló para problemas
de ansiedad (Beck y Emery, 1985). Otra innovación es el papel que le da a la
negación que, en la línea de Lazarus y Folkman (1984), sugiere su valor en casos en
donde el sujeto ve imposible ejercer control sobre la situación de estrés. En este
caso serviría como un medio de autoprotección al tiempo que facilitaría el gradual
acercamiento al estresor.
En la tercera fase, la de aplicación y seguimiento, tiene que poner en práctica las
distintas estrategias que ha aprendido en la fase anterior. Aunque el paso de una a
otra fase no es tan clara en la clínica como en el nivel conceptual, lo que se va es
pasando de situaciones más "in vitro", como la denomina Meichenbaum (1985) a
situaciones más en vivo, en donde finalmente el sujeto tiene que enfrentarse con el
estrés real. Se utilizan para ello estrategias, en orden de aproximación a la vida real,
de ensayo imaginativo, ensayo conductual, juego de roles y modelado para,
finalmente, llevar a cabo la exposición graduada en vivo.
Junto al paso paulatino de la situación "in vitro" a la situación en vivo, cobra también
importancia entrenar en esta fase al sujeto en la prevención de la recaída. Este
aspecto, importante especialmente desde la conceptualización y sugerencia de
técnicas para su prevención en las conductas adictivas por parte de Marlatt y Gordon
(1985), facilita que el éxito conseguido a corto plazo se mantenga a largo plazo si,
como se pretende, evitamos las recaídas que existen en casi todas las conductas
conforme transcurre el tiempo. Por ello también incide en la necesidad, en esta
última fase, de hacer el seguimiento al sujeto, normalmente de un año, para
comprobar y facilitar el mantenimiento de los cambios no sólo a corto sino también a
largo plazo.
!" "
El entrenamiento en inoculación de estrés se aplicó inicialmente a fobias múltiples
( / . Meichembaum, 1977), siendo extendido en los siguientes años a múltiples
trastornos, como aparece ejemplificado en los capítulos del libro de Meichenbaum y
Jaremko (1983), tal como problemas de hospitalización, dolor crónico, distintos
trastornos psicofisiológicos, afrontamiento en niños ante situaciones de estrés,
víctimas de violaciones, reclutas, ansiedad social, ira, etc. La utilidad conceptual del
entrenamiento en inoculación de estrés podemos verla igualmente reflejada en
muchos libros de casos, como se aprecia en varios de los capítulos del libro de Maciá
y Méndez (1988).
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De las tres terapias de solución de problemas (SP) indicadas por Mahoney y Arknoff
(1978): la terapia de solución de problemas de D'Zurilla y Goldfried (1971), la
terapia de solución de problemas interpersonales de Spivack y Shure (1974) y la
ciencia personal de Mahoney (1974, 1977), la que más atención ha recibido, mayor
aceptación y utilización tiene es la terapia de solución de problemas de D'Zurilla, que
en los últimos años ha sido redenominada como terapia de solución de problemas
sociales (D'Zurilla y Nezu, 1982), dado que los problemas con los que se enfrenta
una persona pueden ser tanto personales como interpersonales.
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D´Zurilla y Goldfried (1971) parten de que los seres humanos se caracterizan por ser
solucionadores de problemas, y de que de unas a otras personas existen diferencias
en esta habilidad. El entrenamiento en SP se orienta a que la persona adquiera
adecuadas habilidades de SP.
La formulación inicial de la SP de D'Zurilla y Goldfried (1971) constaba de cinco
etapas: a) orientación general; b) definición y formulación del problema; c)
generación de alternativas; d) toma de decisiones; y e) verificación. Estas fases han
sido revisadas por D'Zurilla y Nezu (1982) y por D'Zurilla (1986, 1988), re
etiquetando dos de las anteriores con los nombres de orientación hacia el problema y
ejecución de la solución y verificación. Cada componente, o fase, del proceso tiene
un determinado propósito o función. Conjuntamente, se espera que cuando se
apliquen los cinco componentes de una forma eficaz a un problema, incrementen la
probabilidad de descubrir y llevar a cabo la solución más eficaz. El orden de las cinco
etapas representa una secuencia lógica y práctica para el entrenamiento, y para una
aplicación sistemática y adecuada. Este orden no significa que la SP se desarrolle
siempre en una secuencia unidireccional comenzando en la primera fase y
terminando en la última, sino que una buena SP conlleva que el sujeto pase de una
fase a otra y pueda retroceder a etapas previas antes de que complete el proceso.
Hay una serie de términos que ha diferenciado para que no se confundan entre si
(D'Zurilla, 1986, 1988; D'Zurilla y Goldfried, 1971; D'Zurilla y Nezu, 1982, Nezu y
Nezu, 1991):
!
: proceso cognitivo afectivo conductual a través del cual un
individuo, o un grupo, identifica o descubre medios efectivos para enfrentarse con los
problemas que se encuentra en la vida de cada día. Este proceso incluye la
generación de soluciones alternativas y la toma de decisiones o elección conductual.
Entiende que la SP sociales es al mismo tiempo un proceso de aprendizaje social,
una técnica de automanejo y una estrategia general de afrontamiento.
"
: es una situación de la vida que demanda una respuesta para el
funcionamiento efectivo, pero para el cual ninguna respuesta efectiva está
inmediatamente aparente o disponible en ese momento para el individuo o para el
grupo enfrentado con la situación. En esta situación el individuo o el grupo percibe
una discrepancia entre "lo que es" (circunstancias actuales o anticipadas) y "lo que
debería ser" (circunstancias que se demandan o se desean).
! : es una respuesta de afrontamiento o un patrón de respuesta que es
efectivo en alterar la situación problemática y/o las reacciones personales propias
para que no sea percibida a partir de ahí como un problema, mientras que al mismo
tiempo maximiza otras consecuencias positivas (beneficios) y minimiza otras
consecuencias negativas .
La efectividad de cualquier solución particular puede variar para diferentes individuos
o diferentes ambientes, dependiendo de las normas, valores y niveles del
solucionador del problema o de otras personas significativas que son responsables de
juzgar la ejecución del que ha solucionado el problema.
"
+
! : ejecución de la respuesta de solución, que no es
solo una función de la SP, sino también de otros factores relacionados con la historia
de aprendizaje del individuo, tales como déficits de habilidades de ejecución,
inhibiciones emocionales, y déficits motivacionales (reforzamiento).
: es un amplio rango de habilidades sociales, competencias
conductuales y conductas de afrontamiento que capacita a un individuo para
enfrentarse efectivamente con las demandas de cada día. En este contexto la
ejecución de la SP efectiva es solo uno de los componentes de la competencia social,
aunque uno muy significativo.
En la primera fase del entrenamiento en SP,
!
(
,
se prentende que el sujeto (D'Zurilla y Goldfried, 1971) acepte el hecho de que las
situaciones problemáticas forman parte de la vida diaria y de que es posible hacerles
frente de forma eficaz, reconozca las situaciones problemáticas cuando ocurren e
inhiba la tendencia a responder de forma impulsiva o sin hacer nada. Por ello, el
sujeto debe reducir o al menos distraer la atención de los pensamientos negativos
que puedan interrumpir el pensamiento de SP sociales y centrarse en aquellos
estímulos que puedan facilitar una buena conducta de SP en lugar de los estímulos
determinantes de las respuestas negativas (D'Zurilla y Nezu, 1982). Lo anterior se
consigue adoptando una actitud de SP.
Los objetivos y pasos de esta fase son (D'Zurilla, 1986): a) incrementar la
sensibilidad hacia los problemas y decidir la ocasión para la actividad de SP, b)
centrar la atención sobre expectativas de SP positivas y evitar preocupaciones
improductivas y pensamientos autopreocupantes, c) maximizar los esfuerzos y la
persistencia en vista de los obstáculos y del estrés emocional y, d) minimizar la
angustia emocional perjudicial mientras intenta maximizar la probabilidad de estados
emocionales positivos facilitadores.
Las variables más importantes de la orientación hacia el problema son: la percepción
del problema (reconocimiento y etiquetaje del mismo), atribución del problema
(atribución causal que la persona tiene de los problema en su vida), valoración del
problema (significado que tiene un problema para su bienestar personal y social) y
compromiso tiempo y esfuerzo (probabilidad de que quiera dedicarle tiempo y
esfuerzo para solucionar el problema).
La segunda fase, la de
/
! */
!
, es una parte básica del
proceso de SP, ya que como afirma D'Zurilla (1986) no es exagerado decir que si
tenemos un problema bien definido tenemos ya la mitad del mismo resuelto. Si el
problema está bien definido, los otros elementos (ej., generación de alternativas)
son mucho más fáciles.
Dado que es común que los problemas no estén claramente definidos y más bien
sean vagos, ambiguos, irrelevantes, con información inadecuada o metas poco
claras, con esta fase se pretende: obtener información relevante sobre el problema,
clarificar la naturaleza del problema, establecer una meta realista de solución del
problema, y reevaluar la importancia del problema para el bienestar personal y social
de esa persona. Si no se tiene suficiente información sobre el problema es necesario
buscarla, para poseer toda la información necesaria para poder llegar posteriormente
a una alternativa para solucionarlo.
Establecer la meta es una parte importante de la formulación del problema que luego
va a posibilitar generar soluciones alternativas así como el modo de evaluar la
solución. Es por ello importante concretar la meta en términos específicos y
concretos y evitar afirmaciones no realistas o metas inalcanzables. Hay que ver si el
problema es un problema real, si el problema es tal o es la causa de un problema
antecedente, y si el problema es parte de un problema mucho más amplio. Esto debe
llevar a pensar en la utilidad de empezar por el problema general o por uno
específico. Si este es el caso será necesario dividir el problema general en
subproblemas.
Cuando ya se ha definido y formulado el problema lo que falta es reevaluar el
significado del problema para su bienestar personal y social.
El propósito de la tercera fase, la de
!
, es tener
tantas soluciones alternativas como sea posible, para que así maximicemos la
probabilidad de que la mejor solución esté entre ellas. Para la generación de
soluciones alternativas se utilizan tres principios: el principio de cantidad, el principio
de aplazamiento del juicio y el principio de variedad. En esta parte del proceso hay
que considerar que la angustia emocional, el hábito de llegar siempre a la misma
solución y la falta de información, son los factores más importantes que interfieren o
impiden llegar a formular adecuadas alternativas de solución. Si este fuese el caso,
sería preciso echar mano de otras técnicas como son las reestructuración cognitiva,
las autoinstrucciones o el entrenamiento en relajación (Nezu et al., 1989).
Una vez que se ha generado una lista de soluciones alternativas con las reglas
anteriores, la cantidad y variedad de las soluciones disponibles puede incrementarse
generando combinaciones, modificaciones y elaboraciones a partir de esas soluciones
o bien imaginando cómo otra persona afrontaría el problema (D'Zurilla, 1986; Nezu
# 1989).
El objetivo de la cuarta fase, la de
, es evaluar (comparar y
juzgar) las alternativas de solución disponibles y seleccionar la mejor (o mejores)
para ponerla en práctica en la situación problemática. En esta fase, para cada
solución alternativa, se indican los costos y beneficios, a corto y a largo plazo, y se
juzga el resultado esperado o la utilidad de cada alternativa, se comparan
alternativas, y se selecciona la solución o combinaciones de soluciones, con la mejor
utilidad esperada. El juicio de la utilidad esperada se basa principalmente sobre
cuatro criterios costo/beneficio: (a) resolución del problema (probabilidad de
alcanzar la meta de solución del problema), (b) bienestar emocional (calidad del
resultado emocional esperado), (c) tiempo/esfuerzo (cantidad de tiempo y esfuerzo
esperado a ser requerido), y (d) bienestar personal y social en conjunto (razón
coste/beneficio esperado total). Aún utilizando los anteriores criterios, la persona que
toma la decisión puede variar en sus evaluaciones de los resultados de la solución a
causa de diferencias en normas, valores y compromisos personales.
Basado sobre su evaluación de los resultados estimados de las alternativas de
solución disponibles, la persona debe responder a estas tres cuestiones: a) ¿es el
problema resoluble?, b) ¿necesito más información antes de que pueda seleccionar e
implantar una solución?, y c) ¿qué solución o combinación de soluciones debería
elegir para poner en práctica? Si la respuesta a la primera pregunta es afirmativa, a
la segunda negativa y podemos contestar la tercera, entonces ya tenemos una
solución para el problema. En caso de que no sea así hay que volver a fases previas
del proceso de SP para que con su cambio o reformulación nos permita llegar a
conseguir una solución satisfactoria. Si las respuestas a a) y b) son afirmativas debe
entonces preparar un plan de solución que debe caracterizarse por tener la mejor
probabilidad de maximizar la utilidad esperada. El plan puede ser simple o complejo.
Uno simple implicaría un solo curso de acción; uno complejo consistiría en combinar
varias soluciones alternativas.
En la última fase, la
+
*
/
!
! , se evalúa el
resultado de la solución y se verifica la efectividad de la estrategia de solución
elegida en la situación problemática. Esto se hace primero simbólicamente y luego
en la situación de la vida real.
La ejecución se refiere a la implementación de la solución. Es importante tener en
cuenta que la ejecución de una solución elegida en la vida real puede estar
influenciada significativamente por otros factores que la capacidad de SP. Ej., tener
déficits en otra habilidad (aptitud académica), déficits en la habilidad de ejecución
(habilidades sociales), inhibición emocional y déficits motivacionales (reforzamiento).
A continuación la persona debe autoobservarse; esto es, la observación de la propia
conducta de solución y/o sus productos (resultados). La ejecución de la solución hay
que evaluarla de modo objetivo. Y, en la autoevaluación, se compara el resultado de
la solución observada con el resultado predicho o esperado para la solución, basado
en el proceso de toma de decisiones. Si la solución ha sido satisfactoria entonces
solo queda el último paso del auto reforzamiento, en donde se refuerza a si mismo
por "un trabajo bien hecho". Este refuerzo puede ser tanto una autoafirmación
positiva o un refuerzo más tangible como comprarse un objeto o realizar una
actividad. Pero no cabe duda que la resolución del problema en sí mismo es un
importante reforzador.
Si hay discrepancias entre el resultado de la solución observada y el resultado
esperado se debe buscar la fuente de dicha discrepancia, especialmente si está en el
proceso de SP o en la ejecución de la solución (ej., déficit de habilidades, inhibición
emocional). Si después de realizar todas las evaluaciones y todas las correcciones se
realiza adecuadamente la solución al problema, el proceso habrá finalizado; si no se
encuentra una salida al problema y no puede exitosamente aplicar las estrategias
habría que ayudarle a concluir que el problema es irresoluble y centrarse en otro tipo
de técnicas. El perfeccionismo en la SP y la incapacidad de aceptar que algunos
problemas son irresolubles tal como están formulados son a veces características de
personas con el patrón tipo A y trastornos relacionados con el estrés, que llevan a no
resolver los problemas.
Como ya hemos comentado con anterioridad, el entrenamiento específico en SP es
una parte básica de una intervención cuando aplicamos esta técnica, pero no hay
que olvidarse de la fase previa de evaluación y de la posterior de mantenimiento y
generalización. Para ésta resulta de gran ayuda las distintas tareas que el cliente ha
llevado a cabo en las sesiones de terapia y en las tareas para casa. Otro
modo de favorecer la generalización es proporcionar al cliente distinto material en las
sesiones que luego puede seguir utilizando una vez que finaliza el tratamiento, como
el manual para el cliente (Becoña, 1993) o los que habitualmente se incluyen en los
manuales sobre esta terapia.
En el nivel práctico la aplicación del entrenamiento en SP se puede hacer de dos
modos: 1) con entrenamiento secuencial en las distintas fases a lo largo de las
sucesivas sesiones del tratamiento, y 2) entrenando en todas las fases de SP al
individuo desde las primeras sesiones e ir profundizando en la SP empezando por
problemas hipotéticos, solucionando los problemas del sujeto simbólicamente y
finalmente solucionando sus problemas en las situaciones reales. El número de
sesiones para el tratamiento de SP oscila de 4 a 6 sesiones (Hawton y Kirk, 1989), 6
a 10 sesiones (Heppner y Killerbrand, 1991), 10 (Nezu
., 1989) y entre 14 y 16
(D'Zurilla, 1986).
!" "
El entrenamiento en solución de problemas sociales de D´Zurilla ha sido utilizado en
un amplio conjunto de conductas, como (Becoña, 1993; Becoña y Gutiérrez Moyano,
1987; D´Zurilla, 1986; Nezu y Nezu, 1991): intervención en crisis, sustancias
adictivas (alcohol, drogas, tabaquismo, obesidad, juego patológico), trastornos de
ansiedad y estrés, depresión, problemas de pareja, malos tratos, problemas
comunitarios, bajo rendimiento académico e indecisión vocacional, control de la ira y
de la agresividad en niños normales y retrasados, pacientes con esquizofrenia, etc.
En los últimos años destaca su aplicación a la depresión por parte, especialmente,
del grupo de Nezu (Nezu, Nezu y Perri, 1989).
La terapia de SP ha sido considerada desde su aparición como una de las terapias
con mayor futuro en el campo del tratamiento. Los años parecen haber confirmado
esta predicción. Hoy se aplica a gran número de problemas y tiene para los
terapeutas una gran aceptación. Esto ha sido debido, tal como más de un autor ha
indicado, a que "tiene la ventaja de basarse en principios de sentido común, y es por
ello, atractiva tanto a los pacientes como a los terapeutas. La solución de problemas
es a veces el único tratamiento que se necesita utilizar. Sin embargo, puede ser un
adjunto a otros tratamientos psicológicos o físicos" (Hawton y Kirk, 1989, p. 425).
Su rango de aplicación a distintos problemas es amplio. Pero junto a ese importante
rango de aplicaciones va cobrando más y más importancia conocer para qué
problemas comportamentales es más efectiva, bien utilizada sola o dentro de un
paquete de tratamiento, junto con aquellos factores que impiden una adecuada
aplicación de esta terapia. Distintos autores se han detenido en el análisis de
aquellos factores que impiden a los sujetos "funcionar" adecuadamente en el
entrenamiento en SP (ej., Chiauzzi, 1991).
Un aspecto en el que debe profundizarse en los próximos años con las terapias de SP
es demostrar su mayor eficacia que otras terapias que tienen buenos resultados en
trastornos específicos, como es un buen ejemplo aplicada al tratamiento de la
depresión, donde el entrenamiento en SP es superior a un grupo de no tratamiento o
lista de espera pero debe dar un paso más para demostrar que utilizada sola obtiene
resultados semejantes a la terapia cognitiva de Beck.
No cabe duda que la facilidad y racionalidad de este entrenamiento continuará
teniendo adeptos en el futuro. Ello redundará en un mayor análisis y validación de la
eficacia de este entrenamiento para solucionar problemas humanos.
D *
*
*
:*
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Son muchos los que podríamos apuntar como avances y desarrollos recientes en las
terapias cognitivas, como tipos de terapias, de las que se contabilizan veinte,
características, etc. Sin embargo, en nuestra consideración, los aspectos más
relevantes en el momento actual y para los próximos años son los siguientes: la
aparición con fuerza del constructivismo; la expansión de las intervenciones con
terapias cognitivas a todo el campo clínico; la reaparición del inconsciente; las
nuevas perspectivas del
/ y las propuestas de integracionismo con otras
orientaciones teóricas.
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El constructivismo se apoya en una concepción activa de la mente humana (Reda y
Mahoney, 1984), basándose en tres principios básicos (Craighead, Craighead, Kazdin
y Mahoney, 1994): 1) la afirmación de que el conocimiento es proactivo y
participativo; 2) el reconocimiento de procesos tácitos (inconscientes) de todo
aprendizaje y conocimiento; y 3) el reconocimiento de que el aprendizaje y el
conocimiento se componen de procesos autoorganizacionales complejos, en
desarrollo y dinámicos.
La afirmación más relevante en el nivel teórico, como por sus consecuencias para el
tratamiento, es la de que las personas "crean" activamente sus propias realidades y
que los modelos de realidad que cada persona crea determinan a su vez el modo en
que la realidad pueda ser percibida (Botella, 1991). Esto implica que la realidad no
es estática e invariable, sino que es creada cada vez y de forma única según las
estructuras cognitivas de cada persona. Su fundamentación conceptual es compleja,
se basa en modelos dispares y muy probablemente como afirma Anderson (1990) "la
terapia constructiva no es tanto una técnica como un contexto filosófico dentro del
que se hace la terapia, y más un producto del que el invento de un teórico"
(p. 137).
La epistemología constructivista es claramente diferente del objetivismo (Neimeyer,
1993), que es en lo que se basan casi todas las terapias, en el sentido de que para
éstas el conocimiento es una representación directa del mundo real, a diferencia del
constructivismo en el que el sujeto construye ese mundo y lo interpreta. Esto implica
toda una serie de cambios en la conceptualización de la evaluación, de ahí el papel
dado a la metáfora, a la exploración, a la narración, a la historia, a las imágenes.
Igualmente, el tratamiento se caracteriza por ser reflexivo, elaborativo e
intensamente personal más que los tradicionales cognitivo conductuales
caracterizados por ser persuasivos, analíticos y técnicamente instructivos.
El constructivismo no constituye en la actualidad un tratamiento o un modelo
homogéneo, básicamente por su novedad y por su salto cualitativo sobre las previas
terapias cognitivo conductuales y por las implicaciones filosóficas que lo sustentan.
El futuro nos dirá si el constructivismo queda como una base filosófica dentro de la
que trabajar o si evoluciona con la aportación de nuevas técnicas de intervención.
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En los últimos años se aprecia un vuelco en el interés de los clínicos, teóricos e
investigadores sobre el campo cognitivo, y especialmente en el campo clínico. Esto
ha traído como consecuencia un mayor énfasis en la aplicación de las terapias
cognitivas a múltiples trastornos clínicos. En el momento actual uno de los objetivos
centrales de las terapias cognitivas en general, y de algunas en particular, como la
de Beck, es ampliar su campo de intervención a todos los trastornos, evaluando la
eficacia de las mismas en ellos. Como ya hemos analizado previamente cuando
expusimos la terapia cognitiva de Beck, el interés por ampliar la misma a otros
trastornos es hoy claro ( / . Hollon y Beck, 1994). Junto a las aplicaciones de ésta a
trastornos de ansiedad y fóbicos, trastornos de personalidad, conductas adictivas,
etc., otros desarrollos relevantes de expansión de aplicaciones pueden ser a jóvenes
(Kendall, 1993), trastornos de ansiedad, en donde junto a las aplicaciones al
trastorno de ansiedad generalizada, cobra gran relevancia por su eficacia su
aplicación a los trastornos de pánico (Chambless y Gillis, 1993); y trastornos de la
alimentación, especialmente a la bulimia (Wilson y Fairburn, 1993). Igual que ocurre
con la terapia cognitiva de Beck, año a año, con las distintas terapias cognitivo
conductuales van apareciendo estudios analizando su utilidad y eficacia en distintos
trastornos.
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Como afirma bien expresivamente Mahoney (1993) "uno de los desarrollos teóricos
más sorprendentes en la psicoterapia cognitiva ha sido el relativo reconocimiento
reciente de la importancia y amplio rol jugado por los procesos inconscientes en la
experiencia humana" (p. 190). Y así es. En los últimos años se aprecia un mayor
interés por el estudio del inconsciente con una perspectiva distinta a la freudiana.
En la reciente conceptualización del inconsciente de Greenwald (1992), éste es
formulado bajo la denominación de "cognición inconsciente", considerando que la
suya es la tercera nueva visión del inconsciente, después de la clásica formulación de
Freud. La primera nueva versión está representada por Bruner y Postman y sus
estudios en el campo de la psicología de la percepción, la segunda por Erdelyi con la
conexión teórica entre psicología cognitiva y las concepciones psicoanalíticas de las
cogniciones inconscientes y, la tercera, la propuesta por Greenwald (1992). Esta se
basa en la cognición inconsciente, proponiendo un modelo en donde integra los
procesos de atención y memoria, basados en una entrada (estimulación) y en una
salida (acción) y donde habría tanto procesos conscientes como inconscientes. Su
trabajo aporta evidencia empírica a su modelo, a veces más directa que indirecta.
Sin embargo, su visión basada en el procesamiento de la información humana,
significa el abandono de la teoría psicodinámica, recobrándose para la psicología el
inconsciente, como afirman Kihlstrom, Barnhardt y Tataryn (1992), ya que el
inconsciente se ha estudiado tanto antes de Freud como con posterioridad bajo otras
perspectivas, como la de la percepción subliminal. El "inconsciente cognitivo" difiere
de modo importante del "inconsciente psicoanalítico" (Kihlstrom, 1987) dado que
"después de más de 100 años los psicólogos han pasado de la interpretación
psicodinámica [del inconsciente] al experimento controlado" (p. 790).
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El estudio del self, o
como le denominó Allport, como concepto sinónimo de
Persona en sentido global y abarcante, se ha entendido de diversos modos en la
historia de la psicología por parte de varios autores. Realmente, cuando hablamos
del self como tal, nos estamos refiriendo a los conceptos que los individuos utilizan
para definirse a sí mismos o a un grupo de características únicas dentro del individuo
(Caire, 1995). En la clínica el concepto del self, aceptado o no, operacionalizado o
inferido, es un concepto relevante por su implicación en distintos trastornos, (ej., en
la anorexia). Dado que un objetivo central de la terapia es redefinir cómo el cliente
se acepta a sí mismo o lo que quiere ser (Hayes, 1987), el reconocimiento del self
cobra, en este contexto, gran relevancia. Esto se aprecia en los últimos años con la
conceptualización del mismo como procesos cognitivos autorreferentes (Williams,
1995), donde la autoeficacia jugaría un papel central en este proceso; o, en la
aplicación de este concepto, a nuevas terapias conductuales como la de aceptación y
afirmación o dialéctica ( / . Korn, 1995).
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Una consecuencia clara de la evolución que han tenido muchas terapias cognitivo
conductuales, el actual constructivismo, y la distinta procedencia de muchos de los
actualmente denominados terapeutas cognitivo conductuales, tenía que ser el
intentar integrar distintos modelos y sistemas de terapia incluyendo o partiendo de
las terapias cognitivo conductuales. Esta pretensión es vieja en la psicología clínica,
desde Dollar y Miller hasta nuestros días, aunque ha cobrado de nuevo gran auge en
los últimos veinte años.
Cada clínico opera dentro de un marco teórico conceptual concreto, desechando
habitualmente otras perspectivas (Goldfried, 1980). Hoy sabemos, por otra parte,
que la conceptualización y naturaleza del cambio terapéutico no es simple sino
compleja y depende de factores múltiples. Esto, entre otros motivos, ha favorecido el
incremento del interés por la integración de las corrientes psicoterapéuticas.
Conocido con los nombres de eclecticismo o integracionismo, actualmente se prefiere
esta última denominación por ser más concreta que la anterior, que es abstracta y
subjetiva cuando queremos saber con exactitud a qué se refiere un terapeuta cuando
utiliza y practica eso que dice. Este movimiento ha aflorado en los últimos veinte
años, motivado por (Norcross y Newman, 1992): la proliferación de nuevas terapias;
la inadecuación de teorías simples para explicar los problemas; las contingencias
socioeconómicas externas; el incremento de las psicoterapias breves centradas en
problemas específicos; las oportunidades de observar y experimentar con varios
tratamientos; la insuficiencia de la eficacia diferencial entre terapias; el
reconocimiento de que las comunidades terapéuticas contribuyen de modo
importante a la varianza del resultado; y, al desarrollo de una tendencia profesional
hacia la integración.
De los aspectos anteriores destacaríamos el fuerte incremento en los últimos años de
las psicoterapias breves, partiendo del psicoanálisis, motivado por el pago de
servicios psicológicos sólo para terapias breves y la necesidad de demostrar que no
sólo son cortas sino eficaces para cada problema particular en muchos países. Esto
ha exigido técnicas eficaces para cada trastorno concreto y no modelos globales de
tratamiento. También se ha visto favorecido por la aparición de clínicas para un
trastorno específico (ej. depresión, trastornos alimentarios, ansiedad, problemas
maritales, etc.); la aparición de manuales de tratamiento de distintas orientaciones
terapéuticas, lo que permite conocer y aplicar tales procedimientos al tener una
descripción clara de la terapia y de su proceso de aplicación; la asunción de la
importancia de los factores comunes al tratamiento (ej., características del cliente,
relación terapéutica, etc.) para explicar una parte de la eficacia de la terapia, etc.
Dicho proceso de integración se ha realizado a través de tres modos principales. El
primero, el eclecticismo técnico de Lazarus con su propuesta de la terapia
multimodal (Lazarus, 1983). En ésta se evalúa el &
., iniciales de las palabras
conducta, afecto, sensaciones, imaginación, cognición, relaciones interpersonales y
abuso de drogas. Al sujeto se le evalúa en todos estos aspectos y se le aplican
técnicas específicas para las alteraciones en cada uno de ellos. El segundo atañe a la
integración teórica, en donde destaca el modelo transteórico de Prochaska
(Prochaska, Diclemente y Norcross, 1992), que distingue estadios, procesos y niveles
de cambio. Dicho modelo permite una integración de todos los modelos teóricos, en
el nivel explicativo del cambio y del proceso de dicho cambio. Finalmente, en tercer
lugar, la explicación basada en los factores comunes. Aquí destaca Frank (ej., Frank
y Frank, 1991), para quien el objetivo de cualquier tratamiento es conseguir que el
sujeto supere la
- ! , causa de su problema, y para la que se ponen en
marcha todas las técnicas de intervención de cada distinto proceso terapéutico.
Cuando el cliente, con esas técnicas de intervención, es capaz de llevar a cabo las
conductas que le permiten una mejora de su situación, se produce el proceso de
mejoría. A esto ayudan factores comunes como la relación cliente terapeuta, la
seguridad que proporciona el contexto de la terapia donde el terapeuta tiene la
sanción social de "curar", la reconceptualización que el terapeuta le ofrece al cliente
de sus problemas y de las soluciones a los mismos, y la prescripción de tareas o
recomendaciones que son coherentes con la conceptualización ofrecida.
La terapia cognitivo conductual ha sido un claro ejemplo de integración teórica y
práctica, en un sentido histórico, siendo actualmente esta orientación la más
importante y relevante en los psicólogos clínicos de los países líderes en la psicología
contemporánea.
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En la actualidad los terapeutas genéricamente denominados cognitivo conductuales
se autoasignan a uno de estos tres grupos: conductuales, cognitivo conductuales y
cognitivos. De un estudio hecho en 1985 por Mahoney (1989) con 42 influyentes
terapeutas conductuales o cognitivos, los conductuales aceptaban más el modelo de
condicionamiento de aprendizaje, daban más peso al ambiente que al organismo y
eran menos tolerantes en aceptar las ciencias cognitivas. En cambio, los cognitivistas
eran más críticos de los modelos de condicionamiento, más inclinados a darle
importancia al organismo y más optimistas sobre el porvenir de los estudios
cognitivos. Finalmente, aquellos que se identificaban como cognitivo conductuales se
posicionaban en el punto medio de las cuestiones anteriores. Curiosamente, los que
se posicionaban como cognitivos eran sustancialmente menos escépticos de los
procesos inconscientes. Es interesante apuntar el dato de que el 69% de los
miembros de la Asociación Americana para el Avance de la Terapia de Conducta
(A.A.B.T.) se consideran cognitivo conductuales (Craighead, 1990).
Hoy es indudable la aportación de la psicología cognitiva al desarrollo de la psicología
clínica. La posición cognitiva da importancia al proceso mediacional en el
aprendizaje, los procesos cognitivos y simbólicos que influencian la conducta, la
biología, la emoción y el ambiente. Todos estos elementos los evalúa según los
requisitos de la investigación científica (Craighead, Craighead, Kazdin y Mahoney,
1994).
Hoy podemos afirmar que las terapias cognitivo conductuales constituyen un
conjunto de terapias de gran vitalidad, algunas en actual desarrollo, que se aplican a
un gran número de problemas clínicos. Además, su aceptación por parte de los
clínicos ha sido muy importante en las dos últimas décadas, siendo en este momento
la orientación teórica más importante de todas las existentes.
Desde el modelo conductual o cognitivo conductual cada vez hay más acuerdo de la
necesidad de la intervención de los componentes cognitivos junto a los observables,
pero siempre que científicamente se pueda evaluar o haya sido científicamente
derivado. Sin embargo, metodológicamente, han surgido más problemas para
evaluar los componentes cognitivos que los motrices de la conducta. Skinner (1990)
en su último artículo publicado afirmaba que "no hay lugar en un análisis científico
de la conducta para una mente o un self" (p. 1209). Esto ya lo había afirmado
muchos años atrás cuando decía que "no se puede negar ninguna entidad o proceso
que tenga alguna fuerza explicativa útil con base en que es subjetiva o mental. Los
datos que la han hecho importante se deben, sin embargo, estudiar y formular de
manera efectiva. La tarea se enmarcará también dentro de los objetivos de un
análisis experimental de la conducta" (Skinner, 1963, p. 958). En el otro lado, como
indicó Mahoney hace más de 20 años (Mahoney, 1974), en la etapa inicial de la
modificación de conducta, en los años 50 y 60, términos como "mental" e
"inobservable" tenían connotaciones negativas y se asociaban con términos como
débil, poco científico o no parsimonioso, y ha vuelto a insistir recientemente (ej.
Mahoney, 1991), que es necesario introducir los componentes cognitivos,
especialmente para el tratamiento, aunque sí es cierto que el nivel de "potencia" de
los datos es siempre mucho menor cuando son cognitivos o verbales que observables
directamente.
Sin embargo, a veces hay que ser cautos y no perder el norte. Aunque el clínico se
mueve más cómodamente en un modelo cognitivo conductual, muchas de las
terapias cognitivo conductuales funcionan por sus componentes conductuales, sin
aportar nada a la eficacia los componentes cognitivos, como han indicado distintas
revisiones de la literatura y meta análisis ( / . Becoña, 1991). En otras, como la
terapia cognitiva aplicada a la depresión, trastornos de pánico, etc., sí es claro que
los componentes cognitivos incrementan la eficacia de utilizar solo los componentes
conductuales. Esto exige aplicar la mejor técnica para cada problema, más que una
técnica para todos los problemas. En la terapia de solución de problemas esto es
claro, ya que de ellas, unas van mejor para unos problemas y otras para otros
(Becoña y Gutiérrez Moyano, 1987).
El mayor riesgo que corre la terapia cognitivo conductual es su fraccionamiento,
como en parte ya ocurre, al existir un amplio conjunto de terapias distintas, en torno
a veinte, y su posible desmembramiento por los distintos planteamientos
metodológicos, científicos, filosóficos y aplicados que subyacen a las distintas
terapias que en ella conviven. Por otra parte, desde el campo conductual más
estricto a veces se nota el riesgo de pérdida de identidad por los límites tan dispares
que conviven en las terapias cognitivo conductuales, que pueden ir desde el más
cercano, al estricto y tradicional conductismo metodológico o radical, al ineficaz
psicoanálisis clásico, a las psicoterapias breves, o a posturas más filosóficas que
científicas, como pueden ser algunas orientaciones constructivistas. La inclusión de
conceptos desterrados en el pasado en la psicología científica, como es el caso del
inconsciente, puede ser fuente de divisiones si no es posible conceptualizarlo
"científicamente" o se aplica su conceptualización más allá de lo científico.
Recordemos cómo los padres de la terapia cognitiva, como son Ellis, Beck o
Goldfried, han propuesto sus terapias cognitivas precisamente como rechazo al
psicoanálisis o, lo que es lo mismo, a sus conceptos y teorías inadecuadas y a la
ineficacia del tratamiento con el mismo.
Aunque estamos convencidos de que en los próximos años se va a mantener e
incrementar el auge e interés por las terapias cognitivo conductuales, creemos que
no debemos perder de vista cuál es el objeto de estudio de la psicología, cuál es
nuestra metodología, a quién debemos ayudar como psicólogos clínicos y tener bien
presente que uno de nuestros "pecados" como miembros de una ciencia joven y
dinámica como es la psicología es nuestra permanente "tentación" y "búsqueda" de
lo nuevo, reflejo de nuestra falta de identidad o media identidad, y de tener pocas
cosas asentadas en nuestra ciencia. Reconociendo esta realidad hay que lanzar el
claro mensaje a los futuros psicólogos clínicos de que, a pesar de todo, nunca
debemos perder el norte y tener presente cuál es el objetivo de nuestra ciencia y no
caer en el lado oscuro de la palabrería, narcisismos, y pseudopsicología.
Finalmente, hay un aspecto que no debemos pasar por alto: la diversidad cultural. Si
hablamos de creencias, valores, expectativas, cogniciones, pensamientos,
emociones, etc., éstos varían claramente del mundo anglosajón, donde se originan
estas terapias, del nuestro. Aunque cada vez vamos más hacia una cultura
homogénea entre las naciones desarrolladas en los parámetros esenciales,
básicamente económicos y de incidencia de los medios de comunicación, nunca
debemos, como clínicos, perder de vista la cultura y la socialización particular que
implica, así como el enorme papel que el lenguaje (idioma, dialecto, etc.) tiene en
nuestra concepción del mundo. Además, muchos terapeutas cognitivo conductuales
parten del carácter único de cada individuo, como lo representan especialmente los
movimientos constructivistas.
Al manejar creencias, tener en cuenta la diversidad cultural es especialmente
relevante cuando hay o puede haber discrepancias entre las creencias y valores
culturales del terapeuta y del cliente (Hays, 1995). Las concepciones del terapeuta y
del tipo de terapia por parte del cliente/paciente, lo que espera del terapeuta, lo que
dice y cómo lo dice el terapeuta, especialmente su inmersión en el mundo conceptual
y creencial del cliente, lo que es adaptativo y funcional para uno y otro, son algunos
de los aspectos que hay que cuidar para que la terapia llegue a buen puerto (Becoña,
1994).
Para unos, la terapia cognitiva representa una evolución dentro de la actual terapia
de conducta, mientras que para otros es vista como una revolución que lleva a
cambiar el punto de vista (Sobell, 1994). Pero, lo cierto es que la relación entre la
terapia de conducta y la terapia cognitiva o cognitivo conductual es muy fluida. Un
claro ejemplo se da en la asociación más importante de terapia de conducta, la
Asociación para el Avance de la Terapia de Conducta norteamericana. Los que en ella
se consideran terapeutas cognitivos no han abandonado la asociación y actualmente
"trabajan para ganar la aceptación en esta área" (Sobell, 1994, p. 180), como son
fiel reflejo las discusiones en un buen tono en $( & (
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, o la reciente
aparición (1994) de la nueva revista
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, publicada por
dicha asociación.
De todo lo expuesto en este capítulo es claro que las terapias cognitivo
conductuales, y los desarrollos teóricos emparejados con ellas, representan uno de
los aspectos más relevantes de la psicología clínica de los últimos años, reflejado en
desarrollos teóricos, investigación y aparición de nuevas técnicas de tratamiento. Es
previsible que en los próximos años esta situación se mantenga o incluso se
incremente aún más. En esta línea, en una reciente entrevista a David Barlow, uno
de los más relevantes psicólogos clínicos actuales y Presidente de la división 12 de
Psicología Clínica de la Sociedad Americana de Psicología, cuando le preguntan si se
considera un terapeuta conductual, cognitivo o cognitivo conductual, contesta
afirmando que esa no es una distinción afortunada dado que "pienso que lo
importante es de lo que nosotros confiamos tanto del lado de la ciencia conductual
como cognitiva de la psicología para desarrollar nuestros procedimientos en la
ciencia psicológica aplicada" (The Behavior Therapist, 1995).
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+
*+C
Francisco J. Labrador y Cristina Larroy
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*
+C
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La
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o $
(ambos términos se utilizarán
como sinónimos) surge hacia la mitad del presente siglo como una alternativa
revolucionaria en el ámbito de la "salud mental". En sus primeros momentos aparece
como una revolución frente a los modelos explicativos y procedimientos de
intervención en este ámbito, a la vez que como movimiento científico con respuestas
más eficaces a las demandas sociales existentes al respecto. Desde sus comienzos se
configura como una alternativa innovadora, válida y eficaz, no sólo para explicar los
problemas planteados, sino también para aportar soluciones más eficaces a estos
problemas.
Las concepciones psicopatológicas y terapéuticas reinantes en esos momentos,
tratan de explicar las conductas anormales de las personas aduciendo como causas
supuestos aspectos internos a las personas; biológicos o psíquicos según las
escuelas. La terapia de conducta supone un cambio radical. En primer lugar,
abandona el concepto de "salud mental" (residuo del dualismo cartesiano), por el de
"conducta anormal", entendiendo anormal en función de su adaptación al medio
ambiente. No se considera que las personas sean "anormales" (o faltas de salud
mental), sino que realizan alguna o algunas conductas anormales (en ese sentido de
no adaptativas). El objetivo, en consecuencia, se va a centrar en promover el cambio
de las posibles conductas desadaptativas, bien reduciéndolas o eliminándolas, bien
desarrollando otras alternativas. Este cambio se trata de conseguir mediante
técnicas de intervención psicológicas, teniendo en cuenta las características del
medio en el que las personas deben llevar esas conductas, pues el objetivo final será
que la persona aprenda a adaptarse al medio, físico, social y cultural.
En otros textos se ha abordado con detenimiento y profundidad el surgimiento,
desarrollo y consolidación de la terapia de conducta (Kazdin, 1978, 1982; Labrador,
1986, 1990; Cruzado, Labrador y Muñoz, 1993). En el presente texto se tratará de
señalar las características básicas de la terapia de conducta, las técnicas de
intervención, las áreas de aplicación y, por último, se apuntarán los desarrollos
recientes y algunos de los retos actuales de la terapia de conducta.
K
*+
+
*+C
# Las conductas de las personas,
lo mismo que las de cualquier otro organismo, se llevan a cabo siguiendo
determinadas leyes o reglas, no por azar. Estas leyes vienen determinadas por la
adaptación de los organismos al medio. Por tanto no puede haber diferencias
"cualitativas" entre las conductas, pues todas están regidas por la adaptación al
medio, y el organismo que no realiza conductas que le adapten al medio no
sobrevivirá.
Pero aunque todas las conductas están regidas por las mismas leyes, las condiciones
del sujeto que las emite o del medio en que se emiten (físico o social), hacen que
determinadas conductas resulten menos adaptativas que otras, aunque no por ello
escapan a las leyes generales que determinan las conductas. En consecuencia, todas
las conductas se aprenden, se mantienen y se modifican de acuerdo con los mismos
principios o leyes generales. Esto implica que cualquier categorización diagnóstica
(ej., esquizofrenia, autismo, etc.) es incorrecta, dado que supone diferencias
"cualitativas" y no "cuantitativas" en las conductas de las personas.
Esta concepción supone un cambio radical con respecto a los modelos alternativos de
conducta anormal. Ya no se habla de "enfermo mental" sino de un "sujeto normal"
(en cuanto que sigue las mismas normas para emitir sus conductas), que presenta
una o varias "conductas desadaptativas" (incluyendo el término de conducta en un
sentido no restrictivo donde pueden colocarse pensamientos, emociones, respuestas
cognitivas en general, etc. ). En consecuencia, la intervención debe ir dirigida a
modificar esas conductas desadaptativas de las personas.
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Las características básicas de este modelo pueden resumirse en las siguientes:
1. Las conductas anormales se adquieren, mantienen y extinguen de acuerdo con las
leyes generales que también rigen a las demás conductas consideradas normales.
Por la misma razón pueden modificarse de idéntica forma que las conductas
normales. También se tiene en cuenta la importancia de factores biológicos,
constitucionales o de predisposición, y cuando se constata su valor, se les considera
como una base estructural sobre la que operan las leyes que rigen la aparición de las
conductas.
2. La labor del terapeuta de conducta se centra en el análisis, evaluación y
tratamiento de conductas específicas y sus determinantes, y no en constructos
internos o en hipotéticas causas subyacentes no objetivables ni operativizables. Esta
labor debe realizarse considerando así mismo las características específicas del
sujeto y del medio físico, social y cultural.
3. Se subraya la importancia de la conducta mensurable y se toma ésta como el
objeto de referencia. El término mensurable no siempre significa conducta
manifiesta, de hecho algunos de los seguidores de este modelo se han interesado
por constructos internos o respuestas encubiertas tales como por ejemplo la
ansiedad o los procesos cognitivos. Casi cualquier conducta puede ser el objeto de
estudio siempre y cuando exista una manera aceptable de medición.
4. El proceso de diagnóstico consiste en la evaluación continua de los repertorios
conductuales (alterados y no alterados) del sujeto. Dicha evaluación implica el
estudio de las conductas y las variables específicas o determinantes que controlan su
aparición. Se desestima el uso de etiquetas globales o categorías diagnósticas al no
precisar
información sobre las
características específicas
(conductas y
determinantes) que el problema alcanza en un determinado individuo.
5. El objetivo de la intervención será instalar una(s) conducta(s) que el sujeto no
tiene o sustituir la(s) que tiene por otra(s) más adecuada(s). Se trata de producir un
cambio conductual observable y medible, directa o indirectamente, en cualquiera de
las tres modalidades de respuesta: motoras, fisiológicas y cognitivas. Para lograrlo
se hace necesario especificar de manera clara, precisa y estructurada los objetivos
específicos de cada intervención, el tipo de ésta, las condiciones en que se va a
llevar a cabo y la forma en que se investigará y evaluará su eficacia.
6. La intervención puede dirigirse no sólo a modificar de forma directa las conductas
del sujeto, sino también el medio físico o social de éste como forma de modificar sus
conductas.
7. Es un enfoque centrado en el aquí y ahora, el énfasis se coloca en los
determinantes actuales del comportamiento. La historia pasada es relevante en la
medida en que informa de variables que influyen en la conducta presente.
8. Partiendo de esta base teórica común, el terapeuta de conducta debe adaptar su
actuación a las características individuales del cliente y su medio, diseñando y
aplicando en cada caso un programa de intervención específico para modificar las
conductas específicas o las condiciones del medio objeto de intervención. El objetivo
no es modificar al "sujeto en sí" sino sus conductas, sea una o varias, de manera
secuencial o simultánea.
9. Los procedimientos de intervención han de ser evaluados de forma experimental y
demostrar su eficacia. Es necesario establecer tanto la eficacia de técnicas o
programas de intervención, como de cada uno de los componentes incluidos. Dicha
eficacia se evaluará en función de los cambios objetivos producidos en la(s)
conducta(s) de la persona, tanto a corto como a medio y largo plazo, haciendo
especial hincapié en su generalización a la vida ordinaria.
10. Los conocimientos, métodos y procedimientos de la psicología experimental se
emplean como base fundamental para ampliar el conocimiento acerca de la etiología
de la conducta, su evaluación, desarrollo y modificación. Se hace especial énfasis en
el uso del método experimental tanto para el desarrollo de modelos explicativos
como de procedimientos de intervención.
Estas características comunes han permitido, no obstante, diferentes desarrollos en
función tanto de los tipos de conductas "anormales" abordadas como de las técnicas
o procedimientos de intervención utilizados. Tradicionalmente se han tratado de
señalar orientaciones o líneas diferenciales de actuación dentro de la terapia de
conducta, considerándose cuatro orientaciones básicas: análisis conductual aplicado,
orientación conductista mediacional, orientación basada en el aprendizaje social y
terapia cognitiva conductual (Labrador, 1990). En la actualidad parece difícil
distinguir estas cuatro orientaciones, dándose más bien una cierta confluencia de
esfuerzos, recursos y procedimientos en los problemas establecidos, a la vez que una
gran dispersión en los procedimientos conforme se abordan nuevos campos o
problemas.
Como definición de terapia de conducta se recoge la presentada por Labrador (1986
y 1990): "Aquella orientación teórica y metodológica, dirigida a la intervención que,
basándose en los conocimientos de la psicología experimental, considera que las
conductas normales y anormales están regidas por los mismos principios, que trata
de desarrollar estos principios y aplicarlos a explicar conductas específicas, y que
utiliza procedimientos y técnicas que somete a evaluación objetiva y verificación
empírica, para disminuir o eliminar conductas desadaptadas e instaurar o
incrementar conductas adaptadas" (Labrador, 1990, p. 30).
Esta definición pone de relieve las características más fundamentales del enfoque:
a) la fundamentación en la psicología experimental, b) la aplicación tanto al campo
clínico como no clínico (por la similaridad de principios que gobiernan la conducta
normal y anormal), c) la insistencia en la evaluación objetiva y d) el énfasis en la
instauración de repertorios conductuales.
B *
+
*
D *
*
*
+
*+C
Uno de los aspectos más destacados y destacables de la terapia de conducta ha sido
el desarrollo de procedimientos de intervención sistematizados y breves (al menos
en comparación con los propuestos desde acercamientos alternativos), que además
han demostrados de forma reiterada su eficacia, tanto en general, como de forma
específica en los diferentes ámbitos de aplicación.
La aparición de estas técnicas y su presentación sistematiza en "Manuales de
técnicas", ya desde finales de los sesenta (Wolpe y Lazarus, 1966; Franks, 1969;
Wolpe, 1969; Bandura, 1969; Rimm y Master, 1974; Ladouceur, Bouchard y
Granger, 1977; Wilson y O´Leary, 1980; Mayor y Labrador, 1984; Dobson, 1988;
Caballo, 1991; Kanfer y Goldstein, 1991; Labrador, Cruzado y Muñoz, 1993), supone
un nuevo hito en la psicología clínica. Es la primera vez que se presenta un conjunto
amplio y sistematizado de técnicas de intervención, explicitándose además de
manera pormenorizada la forma de actuación. Esta forma de abordar el aprendizaje
del quehacer profesional de los psicólogos clínicos desde una perspectiva científica es
así mismo revolucionaria frente al desarrollado por acercamientos alternativos, en
los que este aprendizaje se aproxima a ritos iniciáticos o noviciados. El resultado,
treinta años después, puede resumirse señalando que en la actualidad, cualquier
psicólogo, con independencia de sus orientaciones teóricas o escuela de adscripción,
dispone al menos de un manual de técnicas de modificación o terapia de conducta.
Más aún, utiliza en alguna ocasión (o habitualmente) estas técnicas, aunque, como
se ha indicado, su orientación teórica o modelo de referencia sea muy diferente al
modelo conductual que las ha desarrollado.
Quizá este éxito tan espectacular de las técnicas haya conllevado así mismo algunos
problemas. Entre ellos es de destacar el uso de estas técnicas desde una perspectiva
tecnológica y no científica. Es decir, se considera que lo fundamental para abordar y
solucionar un problema es aplicarle una técnica, y con frecuencia se ha establecido
como objetivo tratar de establecer cuál es la técnica adecuada para cada problema
concreto. Algo necesario si se aborda el uso de estas técnicas fuera del contexto
teórico de referencia.
Obviamente esta forma de actuación es completamente contraria al quehacer propio
de la terapia de conducta, cuyo punto de partida fundamental para realizar una
intervención es una evaluación que permita identificar no sólo las conductas
problemas y recursos de la persona, sino también los determinantes específicos de
estas conductas. A partir de aquí, como ya se ha expuesto, habrá que diseñar un
procedimiento de intervención así mismo específico para ese caso concreto.
No obstante, y aun teniendo en cuenta éste y otros problemas, no cabe duda de que
el desarrollo de las técnicas de intervención en terapia y modificación de conducta ha
supuesto un importante paso adelante en este ámbito. Treinta años después no sólo
se mantienen en uso las técnicas inicialmente desarrolladas sino que además el
número de técnicas disponibles se ha incrementado de forma significativa.
Las primeras técnicas (técnicas operantes, desensibilización sistemática, técnicas
aversivas, etc.) se desarrollaron a partir de la teoría del aprendizaje. Pero,
posteriormente, conforme se han ido abordando otros problemas y ámbitos de
intervención y allí donde la teoría del aprendizaje no era capaz de dar explicación o
aportar soluciones a éstos, se han ido necesitando y desarrollando nuevas técnicas al
margen de esta teoría. Así han ido apareciendo técnicas de biofeedback, técnicas de
autocontrol, psicoterapias racionales, terapias de solución de problemas, etc.
Algunas de estas nuevas técnicas se han generado dentro de la propia terapia de
conducta, pero otras han sido técnicas desarrolladas de forma colateral, que
posteriormente se han ido agregando a ésta. De estas técnicas, algunas presentan
una sólida justificación y fundamentación teórica, en otras este apoyo teórico es más
escaso, echándose de menos con frecuencia un modelo teórico claro de referencia
que permita explicar el por qué funcionan dichas técnicas, ofreciéndose en su lugar
explicaciones a posteriori sobre los mecanismos implicados en la eficacia de las
mismas, con frecuencia muy cuestionables. Pero sea cual sea la forma en que se
generaron las técnicas, todas ellas han de cumplir el requisito de haber demostrado
experimentalmente la eficacia real de su actuación. Este requisito metodológico
parece, al cabo de los años, el único relevante para la inclusión de una técnica entre
las denominadas técnicas de modificación de conducta: haber demostrado
experimentalmente su efecto sobre las conductas de las personas.
Resumiendo estos aspectos puede resaltarse que el avance en el desarrollo de las
técnicas de modificación de conducta ha sido un avance eminentemente empírico,
como por otro lado es habitual en una ciencia aplicada. Los profesionales han tenido
que solucionar problemas cotidianos, problemas que no podían ser explicados aún
por las teorías científicas existentes. Había que hacer algo para solucionar el
problema concreto, y se han puesto a desarrollar procedimientos, a veces con cierto
apoyo científico o a veces de forma intuitiva. Ha habido fracasos, pero los éxitos han
permitido la aparición y consolidación de técnicas eficaces para lidiar con algunos
problemas, aunque las explicaciones científicas del por qué de su eficacia no
estuvieran claras en ese momento. Afortunadamente, el sometimiento a una
metodología experimental para demostrar la eficacia de las técnicas ha permitido
que este avance sea consistente y acumulativo. Es difícil recoger la gran cantidad de
técnicas que se incluyen dentro de la terapia de conducta, y mucho menos tratar a
todas ellas de forma pormenorizada. Por eso ha parecido más adecuado, para la
características de este capítulo, establecer una clasificación o agrupación de técnicas,
aun a sabiendas de que sólo se hará referencia a una parte de ellas, las consideradas
más importantes. Se ha distinguido entre técnicas generales, o de uso en diferentes
problemas, de técnicas específicas para un problema concreto o grupo reducido de
éstos.
-)
#"
"
'
!
a) $
! 9 Relajación diferencial o progresiva.
Entrenamiento autógeno. Técnicas de control de la respiración. Técnicas de
biofeedback. Hipnosis. Terapia de autorregulación. Otras técnicas: control mental,
yoga, meditación trascendental, etc. b) $
! 9 Desensibilización
sistemática. Inundación. Exposición guiada. Autoexposición. c) Técnicas basadas en
el condicionamiento operante: Reforzamiento positivo y negativo. Moldeamiento.
Encadenamiento. Control de estimulo. Desvanecimiento. Extinción operante. Tiempo
fuera de reforzamiento. Costo de respuesta. Saciedad. Sobrecorrección. Refuerzo
diferencial de otras conductas. Programas de economía de fichas. Contratos
conductuales. d) $
9 Castigo. Procedimientos de escape.
Procedimientos de evitación. Condicionamiento clásico con estímulos aversivos. e)
Técnicas de autocontrol f) Técnicas de condicionamiento encubierto o imaginario:
Sensibilización encubierta o imaginaria. Modelado encubierto o imaginario. Otras
técnicas: refuerzo positivo encubierto, extinción encubierta, etc. g) Psicoterapias
racionales: Terapia racional emotiva. Reestructuración cognitiva. h) Terapia cognitiva
de Beck. i) Ciencia personal. j) Técnicas de afrontamiento: Inoculación del estrés.
Entrenamiento en manejo de la ansiedad. Detención de pensamiento. Administración
de tiempo. Técnicas de autoinstrucción. Intención paradójica. Técnicas de
focalización de la atención. k) Técnicas de solución de problemas. l) Terapia
cognitivo estructural. m) Entrenamiento en habilidades sociales.
)
#"
"
"/ "
Entrenamiento en cama seca. Condicionamiento con "pipi stop". Práctica masiva.
Fumar rápido. Técnica de retención del humo. Focalización sensorial y sexual.
Técnica de parada y arranque. Técnicas de compresión y compresión basilar.
Recondicionamiento del orgasmo. Técnicas de autoestimulación. Técnica de
sombreado vocal. Técnica de lectura rítmica. Programación de actividades. Terapia
de burla o ridículo. Técnicas de entrenamiento en aserción.
Como puede verse el número de técnicas es elevado, lo que ha facilitado de forma
importante el quehacer y las disponibilidades del terapeuta de conducta. No
obstante, conviene insistir en que las técnicas son sólo instrumentos auxiliares y que
el aspecto central de terapeuta de conducta es el diseño de un programa de acción
individualizado a partir de la adecuada evaluación y formulación del problema.
Tabla 1. Principales técnicas operantes y sus efectos
#"
"
+
",
"
(
!
% " $" %"
%
!" ",
Incremento inicial de la
tasa e intensidad de la
respuesta
"
Extinción
Consiste en dejar de
dispensar reforzamiento
a una conducta
Posteriormente,
previamente reforzada. reducción gradual de la
(Por ej., dejar de prestar
atención cuando un niño conducta
grita)
Al cabo de un tiempo la
conducta puede volver a
aparecer (recuperación
espontánea)
Reducción gradual de la
conducta indeseable e
Consiste en reforzar una incremento de la deseable
Reforzamiento conducta que es
diferencial de incompatible o
A veces hay problemas
conductas
alternativa a la que se
en la selección de la
incompatibles o desea eliminar. (Por ej., conducta incompatible o
alternativas reforzar cuando en lugar alternativa
de garabatear la hoja el
niño realiza problemas
Si ésta no existe es
de matemáticas en su
necesario instaurarla
cuaderno)
previamente
Reducción efectiva y
Consiste en retirar el
relativamente rápida de la
acceso a las fuentes de conducta
reforzamiento durante
un período de tiempo,
El período de tiempo
de forma contingente a fuera debe ser breve
la emisión la conducta. (máximo 15 minutos)
Se aplica cuando
Tiempo fuera sabemos lo que controla Es necesario preparar el
de
la conducta pero no
lugar donde el sujeto va a
reforzamiento podemos eliminarlo. (Por estar, cuidando
ej., las gracias de Juan
en clase se mantienen
de que no haya
por las risas de sus
reforzadores a mano
compañeros. En este
caso el tiempo fuera de
reforzamiento consistiría No se debe aplicar en
en hacer salir a Juan de conductas
autoestimulatorias ni
la clase durante un
autolesivas.
período de tiempo, de
forma contingente a
Hay que cuidar que no
decir una gracia).
sirva para que el sujeto
evite situaciones aversivas
Produce una reducción
rápida y eficaz de la
conducta.
Costo de
Respuesta
Consiste en retirar
Al ser un procedimiento
cantidades específicas
aversivo produce algunos
de reforzadores de
efectos secundarios
forma contingente con la
emisión de la conducta indeseables
que se desea reducir.
(Por ej., una multa de
tráfico).
Para aplicarlo no es
necesario
conocer qué es lo que
refuerza la conducta
Su aplicación resulta muy
útil cuando hay en marcha
un programa de economía
de fichas para aumentar
conductas.
Consiste en que el
sujeto realice un
esfuerzo que remedie
(en exceso) las
consecuencias negativas
de la conducta
desadaptada
(sobrecorregir).
Dos componentes
básicos:
Restitución: exige que
el cliente restituya el
daño ocasionado y
sobrecorrija o mejore el
Sobrecorrección estado original de las
cosas. (Por ej., si la
conducta es escupir la
comida, la restitución
consistiría en limpiar lo
que se ha manchado y
además otras partes de
la cocina que no han
sido manchadas.)
Produce una eliminación
relativamente rápida
Es útil para conductas
que producen una
alteración importante del
medio
Facilita el aprendizaje de
conductas adecuadas
alternativas a las que se
quiere eliminar
Práctica positiva:
consiste en la ejecución
repetida de conductas
apropiadas físicamente
incompatibles con las
indeseables (Por ej., en
el caso de
autoestimulaciones, la
practica positiva puede
ser obligar a realizar
ejercicios físicos
incompatibles).
Produce una reducción
rápida pero poco duradera
Implica la presentación
Saciación
repetida de un estímulo
muy reforzador para el
cliente, en un lapso de
tiempo pequeño, hasta
que el estímulo pierda
su valor reforzante.
de la conducta
La conducta se mantiene
por refuerzo identificable
material o es una actividad
claramente especificada
La conducta no es
peligrosa
La extinción y los
enfoques positivos no son
aplicables
Produce una reducción
rápida y completa de la
conducta.
Provoca reacciones
negativas en el sujeto
castigado (agresividad,
reacción de escape, etc..)
Castigo
Consiste en la
presentación de un
estímulo aversivo de
Debe aplicarse durante
forma contingente a una períodos
conducta. (Por ej., dar
una bofetada cuando el
breves de tiempo para que
niño insulta)
no se
produzca adaptación.
Debe ser intenso
Debe aplicarse cuando
otros procedimientos
menos aversivos han
fracasado
Tabla 2. Principales técnicas de biofeedback y sus aplicaciones.
(
%
%( "P
%
!
Informa de la actividad del
músculo o grupo muscular
Biofeedback EMK sobre el que están colocados
los electrodos (siempre 3
!
!"
Trastornos que
implican exceso
de tensión
muscular:
cefaleas,
lumbalgias,
espasticidad,
tortícolis,
electrodos de superficie que se tartamudeo,
colocan a lo largo del
calambre del
músculo).
escribiente,
escoliosis,
bruxismo, tics,
hipertonías
musculares,
nivel de
activación
elevado, etc,
Trastornos que
implican déficit
en la tensión
muscular:
parálisis
cerebral,
hipotonías
musculares,
hemiplejías,
parálisis faciales,
pie caído y pie
equinovaro,
escoliosis, ...
Biofeedback de
temperatura
Informa de la temperatura
periférica de la zona del
cuerpo en la que esté ubicado
el sensor. Dado que la
temperatura de la piel
depende en gran parte del
riego sanguíneo de la zona
subyacente, con frecuencia se
ha utilizado esta medida como
estimación indirecta de la
circulación periférica.
Trastornos
vasomotores:
cefaleas
migrañosas,
impotencia,
Raynaud,
dermatitis, asma
(cambios en
temperatura del
aire en la nariz)
Como ayuda al
entrenamiento
en relajación
(entrenando en
incrementar la
temperatura
periférica).
Biofedback de
respuesta
Trastornos
Informa de la respuesta de
conductancia de la zona de la asociados a una
piel en la que están colocados elevada
los electrodos
activación
simpática, o
(habitualmente las falanges 1ª aquellos en los
que una
ó 2ª de los dedos índice y
corazón). Dado que los valores reducción de
de la conductancia dependen ésta se supone
que tendrá
del nivel de activación del
Sisitema Nervioso Simpático, efectos
electrodérmica
(RED)
es un buen índice del nivel
general de activación.
beneficiosos
Es indicado en
la mayoría de los
trastornos
psicofisiológicos
(asma,
insomnio,
disfunciones
sexuales,
cefaleas,
taquicardias...),
si bien han sido
especialmente
utilizados
en
trastornos
de
hipertensión
y
ansiedad.
Cómo ayuda al
entrenamiento
en relajación
(entrenando a
reducir el nivel
de
conductancia).
Trastornos en
los que se
supone que una
modificación de
Informa sobre la actividad
determinado
eléctrica de la corteza cerebral
patrón o ritmo
Biofeedback EEG situada bajo los electrodos.
eléctrico cortical
será beneficioso:
a) BF EEG de
ritmos alfa:
insomnio,
ansiedad, dolor
crónico
b) BF EEG de
ritmos theta:
insomnio
c) BF EEG de
ritmo
sensoriomotor:
epilepsia
Trastornos en
los que se
Informa del número de latidos
cardíacos por unidad de
Biofeedback de tiempo, permitiendo identificar
frecuencia cardiaca tanto la frecuencia como la
regularidad del latido cardíaco.
supone que una
modificación del
ritmo cardíaco
tendrá efectos
beneficiosos (de
forma directa o
indirecta):
taquicardias,
bradicardias,
arritmias,
contracciones
ventriculares
prematuras,
Wolf Partkinson
White,
hipertensión,
ansiedad.
Es el procedimiento más
tradicional. Para ello se utiliza
el manguito de presión hasta
una presión que sólo deja
pasar la sangre en el 50% de
BF de presión
las fases sistólicas. El sujeto
sanguínea: Existen
debe entrenarse en disminuir
varios
la presión arterial consiguiendo Hipertensión
procedimientos
que disminuya ese índice del
alternativos: BF de
50% (rara vez el
presión sistólica
entrenamiento se dirige a
aumentar la presión).
Informa del tiempo que tarda
en recorrer cada pulso
BF de velocidad de sanguíneo el espacio entre dos
onda de pulso
sensores de presión colocados
habitualmente en la arteria
humeral el primero y en la
radial el segundo. Es una
medida indirecta de la presión
(a mayor presión menor
velocidad)
Informa también de la
BF de tiempo de velocidad del pulso sanguíneo,
transito del pulso si bien en este caso la primera
medida es la onda R del
lectrocardiograma y la
segunda la presión del pulso
en la arteria radial.
Informa de la cantidad de
sangre que pasa por un
determinado vaso sobre el que Trastornos
está colocado el sensor o,
vasculares:
alternativamente, de la
Raynaud,
BF de volumen
dilatación que alcanza éste.
migrañas,
sanguíneo
(bien mediante pletismografía hipertensión,
volumétrica, bien, más
impotencia...
usualmente,fotopletismografía)
Informa acerca de un
Trastornos en
determinado movimiento. Por los que se ve
ejemplo, puede dar
afectado algún
BF
información
sobre
el
grado
de
movimiento (con
electrokinesiológico
apertura que se alcanza con la frecuencia una
extensión de un determinada alternativa al BF
articulación.
EMG): pie caído
y pie
equinovaro,
rehabilitación
muscular de los
miembros....
BF de presión:
Informa de la presión que se
ejerce por parte de
determinada zona del cuerpo
del sujeto sobre un artilugio
preparado al efecto.
Esfínteres
anales:
incontinencia
fecal
Músculos del
cuello del útero:
dismenorrea,
recuperación
posparto.
En el ámbito
deportivo se ha
utilizado para la
mejora de
movimientos.
Como complemento de esta enumeración de técnicas y a modo de ejemplo, se
incluyen dos tablas en las que se desarrollan, en la primera, las principales técnicas
operantes, indicando en qué consisten y qué efectos producen sobre las conductas.
En la segunda se exponen las principales técnicas de biofeedback y los trastornos a
los que se han aplicado.
O 9
+
*+
+
*+C
Aunque tradicionalmente el ámbito más relevante de la terapia de conducta ha sido,
y es, el ámbito clínico, la expansión teórica y técnica que la ha caracterizado en los
últimos años ha propiciado la diversificación de sus aplicaciones a ámbitos no
estrictamente clínicos (organizaciones industriales, colegios, instituciones de distinto
tipo, etc.) y el abordaje de áreas apenas tratadas anteriormente, como el campo
deportivo o la psicología ambiental. A continuación, se comentan estas áreas
organizándolas en apartados.
O
"!/
"
$%
!
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Dentro de esta área, la más importante por las investigaciones, publicaciones y
consultas que genera, se incluyen los trastornos tradicionalmente abordados por la
psicología clínica y las nuevas aportaciones desarrolladas por la "
)
. La psicología de la salud abarca las conductas y determinantes conductuales
implicados en la salud, considerada ésta como una dimensión que abarca desde la
falta total a su máximo valor. Supone un modelo de salud en el que la etiología de
los problemas orgánicos (sin separación físicos psíquicos) es multifactorial y requiere
soluciones interdisciplinares, e incide en la prevención y en la promoción de la salud
(Echeburúa, 1993). Para algunos es un término que comprende y amplía al de
"Psicología Clínica" tradicional, pues abarca el estudio no sólo de los factores que
inciden negativamente en la salud, sino también de los factores que son positivos y
que la promueven (Maciá y Méndez, 1988; Buceta y Bueno, 1990).
Lo característico de esta área es el tratamiento de problemas de conducta cada vez
más complejos. Se perfeccionan las intervenciones iniciales de la terapia de conducta
con objeto de dotar al sujeto de una gama más amplia de habilidades para
enfrentarse al medio en el presente y en el futuro. Las intervenciones, por tanto,
adquieren un carácter tanto paliativo como preventivo, y se generaliza la utilización
de personas próximas al cliente como coterapeutas, facilitándose así la intervención
en el propio medio del sujeto.
Evidentemente, los trastornos clínicos considerados "tradicionales" (obsesiones,
ansiedad, fobias, depresión y disfunciones sexuales) siguen siendo los trastornos que
generan mayor número de trabajos científicos (y de consultas clínicas), pero
paulatinamente cobran relevancia las conductas esquizofrénicas, la rehabilitación de
los enfermos mentales crónicos (Liberman, 1993), conductas autistas y psicosis
infantiles (Lovaas
., 1990), los trastornos de la alimentación (Chiodo, 1985;
Note, 1991; Saldaña, 1994) o la pediatría conductual (Lutzker y Lamazor, 1985;
Elder
., 1989).
También en los últimos años hay que destacar el incremento en las intervenciones
sobre conductas adictivas, tanto por lo que se refiere a las drogas legales (alcohol,
tabaco, juego), como a las ilegales (opiáceos, cocaína), así como el juego patológico
(adicción sin sustancia química). Con respecto a las adicciones a opiáceos, y dentro
de nuestro país (Graña, 1990; Graña, 1994), se han descrito y revisado las teorías
explicativas; se ha planteado, desde una perspectiva aplicada, cómo realizar la
evaluación de las drogodependencias; se han propuesto modelos de intervención
psicosocial; se han desarrollado tratamientos individualizados, grupales y dirigidos a
la familia; y, por último, se han diseñado procedimientos de intervención en
prevención de recaídas. Respecto al juego patológico es de señalar el monográfico de
la revista "
)
(Vol. 1, No. 3, 1993), en el que se recogen
aportaciones de los principales investigadores en este campo.
El estudio, evaluación e intervención en las conductas de adicción al alcohol han
seguido derroteros similares (García, 1994a,b), amén de diseñarse y llevarse a cabo
programas de consumo controlado (Echeburúa, 1990). Los programas basados en el
condicionamiento operante (que comprenden consejo marital, planificación de
actividades y tiempo libre, entrenamiento en resistencia a la presión social de beber,
etc.) y el entrenamiento en habilidades sociales, han mostrado su efectividad en el
tratamiento del alcoholismo.
También se han revisado las teorías explicativas del tabaquismo, y se ha abordado
su evaluación y tratamiento (Becoña, 1994a,b,c). Los programas multicomponentes
que incluyen técnicas operantes (contratos de contingencias, saciedad y técnicas de
fumar rápido) y entrenamiento en habilidades para afrontar situaciones o apoyo
social, se han mostrado como la elección terapéutica con mayor probabilidad de
éxito. Por último, el desarrollo de programas comunitarios, supone una opción
interesante por su buena relación coste eficacia (Becoña, 1994c).
El abordaje de los trastornos más "tradicionales" por parte de la terapia de conducta
ha dado como resultado el establecimiento de unas bases teóricas y conceptuales y
unas estrategias de evaluación y tratamiento realmente eficaces.
La intervención en la depresión se ha desarrollado en el marco de los enfoques
cognitivos y conductuales. La evaluación ha ido dirigida a establecer los síntomas
depresivos, los desórdenes cognitivos relacionados (distorsiones cognitivas, ideas
irracionales, expectativas negativas, atribuciones causales), y los correlatos
conductuales (en especial, el número de actividades agradables y desagradables que
se llevan a cabo), que son esenciales para la planificación del tratamiento. El proceso
se completa, si es necesario, con la evaluación de síntomas maníacos (Vázquez,
1995). El tratamiento sigue las líneas de la evaluación y suele consistir en una
combinación calibrada individualmente de estrategias cognitivas y conductuales para
afrontar los síntomas detectados en la evaluación (Thase, 1993). Entre las primeras,
suelen utilizarse la reestructuración cognitiva y la terapia racional emotiva; entre las
segundas, la planificación de actividades agradables y los programas operantes para
incrementar el nivel de actividad general del paciente. La intervención cognitivo
conductual se ha mostrado más efectiva que otros enfoques terapéuticos (dos tercios
de los sujetos tratados se benefician de ella) y obtiene resultados similares al
tratamiento farmacológico (Persons, 1993). Este autor señala que, posiblemente, el
tratamiento más efectivo sería la combinación de medicación y terapia cognitivo
conductual.
También los trastornos de ansiedad (fobias específicas, agorafobia, ansiedad
generalizada y trastornos obsesivos y compulsivos), han sido abordados por la
terapia de conducta, que se ha mostrado como el acercamiento más eficaz para su
evaluación y tratamiento, tanto en adultos (Marks, 1991; Cruzado, 1993) como en
niños (Echeburúa, 1993; Bragado, 1994). La aportación de la terapia de conducta al
estudio de estos trastornos incluye la formulación de numerosos modelos
explicativos, el desarrollo de instrumentos específicos de evaluación de los trastornos
de ansiedad (Miguel, 1995) y el establecimiento de diversos programas de
tratamiento (basados, fundamentalmente, en distintas técnicas de exposición, en
vivo o en imaginación, con o sin prevención de respuesta; modelado participativo y
técnicas cognitivas como la parada de pensamiento). El interés actual de la
investigación en este campo se centra en: a) determinar los mecanismos de
actuación de las terapias de exposición y prevención de respuesta; b) identificar
variables de pronóstico; c) delimitar la aplicación de la exposición y prevención de
respuesta en pacientes con obsesión sin compulsión; y, d) precisar en qué medida
factores interpersonales, como el apoyo familiar, participan en el curso de la terapia
(Vázquez, 1995).
Otro ámbito abordado tradicionalmente por la terapia de conducta es el de las
disfunciones sexuales. A partir de los programas de Masters y Johnson, se han
desarrollado numerosas intervenciones cuya efectividad (una media del 80% de las
parejas tratadas, en intervenciones de duración breve y mantenimiento de las
ganancias terapéuticas durante, al menos, dos años) señalan a las terapias sexuales
(en realidad un conjunto de procedimientos que podrían identificarse como cognitivo
conductuales) como el tratamiento de elección para las disfunciones sexuales. Estas
pueden hacer referencia a problemas tales como la impotencia, la eyaculación
precoz, la retardada, la dispareunia o el vaginismo. Las intervenciones, muy
variadas, en función de la evaluación, pueden incluir ejercicios de focalización
sensorial, técnicas de biofeedback, desensibilización sistemática, recondicionamiento
al orgasmo, técnicas de autosugestión, etc. (Labrador, 1994). La excepción es el
problema de la falta de deseo sexual; para él no se han dearrollado aún soluciones ni
tan breves ni tan eficaces.
El área clínica ha experimentado importantes modificaciones en los últimos años. Así,
por ejemplo, se retoma el interés, por las habilidades del terapeuta (Vallis y cols.,
1988; Zaslav, 1988; Ruiz y Villalobos, 1994); y, sobre todo, comienzan a ser muy
importantes otros nuevos ámbitos de aplicación: la medicina conductual (incluida en
el nuevo constructo de la psicología de la salud) y, vinculada al anterior, la psicología
comunitaria. Relacionada con estos dos, se expande también con fuerza otra área de
la psicología clínica: el ámbito del bienestar personal. De acuerdo con la definición
del término "salud" establecida por la O.M.S. (estado de bienestar físico, psíquico y
social) este ámbito de trabajo hace referencia a las conductas asociadas con el
desarrollo de las posibilidades de los individuos, a fin de que se sientan saludables y
que gocen de un determinado nivel de bienestar (Labrador, 1990).
La subárea más importante, tanto por la cantidad de conductas que abarca como por
la diversidad de ambientes en que se ha de poner en práctica y el elenco de trabajos
que ha generado es la de habilidades sociales. Además, existe una estrecha relación
entre los déficits en estas habilidades y las posibilidades de sufrir un trastorno
psicopatológico (Gil, 1993). Conductas como hablar en público, negarse a demandas
poco razonables, concertar citas o ser capaz de mantener una conversación, son
cada vez socialmente más importantes y generan cada vez un mayor número de
consultas. Su importancia queda reflejada en el extenso número de publicaciones
que tratan sobre estos problemas, tanto en poblaciones normales (Badós, 1990; Gil,
1993) como en grupos "especiales": delincuentes, pacientes psiquiátricos, etc.
(Puente # ., 1991; Puente y Crespo, 1995).
En general, el campo de intervención, muy amplio, tiene como característica el
objetivo terapéutico de lograr que el individuo se "sienta bien", desarrolle sus
posibilidades y disfrute. La falta de estructuración del área y los problemas
metodológicos de muchos de los trabajos son los ángulos débiles de esta área que,
por otro lado, posiblemente sea una de las de mayor expansión de la modificación de
conducta en los próximos años en las sociedades avanzadas (Labrador, 1990).
Dentro del área de la salud, la medicina conductual ha experimentado un rápido
desarrollo durante estos años debido a distintas causas, entre las que se señalan: el
reconocimiento de que los factores psicológicos influyen en todas las ramas de la
medicina; la aceptación de que el psicólogo clínico no tiene que reducir
necesariamente su actividad a los problemas psicopatológicos; el reconocimiento de
que la psicología puede suministrar concepciones propias sobre la salud y sus
problemas; el éxito de las técnicas operantes en el tratamiento de problemas
relacionados con la salud; la eficacia de los métodos de biofeedback en determinados
trastornos (como las cefaleas); el papel, constatado por los médicos, de factores
psicológicos en el agravamiento y mejoría de enfermedades graves y/o crónicas; el
interés por una ciencia que puede abaratar considerablemente los costos sanitarios y
farmacológicos que supone el tratamiento de determinadas enfermedades; y el
creciente compromiso de los ciudadanos, interesados en asumir un papel activo y
responsable en el control de los factores que afectan a su salud (Rachman, 1980;
Agras, 1982).
Un área en creciente expansión dentro de la medicina conductual es la de los
"trastornos asociados o producidos por el estrés" (Labrador y Crespo, 1993), que en
el DSM IV se recogen dentro de "factores psicológicos que afectan al estado físico".
La conceptualización de la etiología de estos trastornos ha variado y actualmente, se
consideran éstos consecuencia del estilo de vida del sujeto, por lo que los objetivos
de intervención se centran en la modificación de los patrones conductuales con los
que el sujeto hace frente a su medio habitual.
Este cambio conceptual ha permitido el acercamiento de la modificación de conducta
a un elevado número de trastornos de enorme importancia sanitaria y social. Este
movimiento ha sido ampliamente recogido en nuestro país. Algunos de los trastornos
estudiados son los siguientes: el estrés (Labrador, 1988, 1989, 1992; Labrador y
Crespo, 1993; Labrador, Crespo y Cruzado, 1995); las cefaleas (Vallejo y Labrador,
1984; Vallejo y Larroy, 1987; Labrador y Puente, 1988, 1996; Comeche
.,
1995); la dismenorrea primaria (Iglesias
.., 1987; Larroy, 1991, 1993; 1995), el
asma (Cluss, 1986; Vázquez y Buceta, 1990); la hipertensión esencial (Fernández
Abascal, 1987, 1993; Amigo y Buceta, 1990); los trastornos cardiovasculares (Vila
., 1988; Bueno y Buceta, 1990); los trastornos de la alimentación (Saldaña y
Rosell, 1988; Toro y Vilardell, 1987; Raich, 1994); trastornos gastrointestinales
(Vera y Fernández, 1990); el insomnio (Buceta, 1987; Morin, 199; Buela y Sierra,
1994), la odontología conductual (adquisición de higiene bucal, por ejemplo; Rugh y
Leuske, 1984; Melamed y Bennet, 1986); problemas oncológicos (Bayés, 1985;
Ibañez, 1989; Polaino y Pozo, 1990; Cruzado y Olivares, 1996); SIDA (Calvo, 1990);
psiconeuroinmunología (Kielcot Glaser y Glaser, 1992), diabetes (Cox y Gonder
Frederick, 1992; Polaino y Gil, 1994) y un largo etcétera.
También se han desarrollado programas dirigidos a facilitar el trabajo de otros
profesionales de la salud: por ejemplo, programas para ayudar al paciente a
enfrentarse a intervenciones quirúrgicas y hospitalizaciones prolongadas (Kendall,
1983; Polaino y Lizasoain, 1990), para contrarrestar los efectos aversivos de algunas
intervenciones médicas (Lyles
., 1982; Blasco y Bayés, 1990; Hegel y Alhes,
1992); o para facilitar el cumplimiento de los tratamientos médicos prescritos
(Labrador y Castro, 1987; Hegel
., 1992). Asimismo, se han desarrollado
programas de prevención, como son los destinados a la prevención del cáncer de
mama (Pennypacker
., 1982; Ibañez, 1991), la de la dismenorrea primaria
(Larroy, 1991) o la de enfermedades coronarias (Sánchez Elvira y Bermúdez, 1990).
Así, puede decirse que en muchas ocasiones las técnicas de la medicina conductual
sustituyen un medicamento; en otras, hacen más segura su administración, y en
otras, evitan que éste se haga necesario.
Una limitación que presentan los trabajos de medicina conductual, quizá debido a su
rápido crecimiento, es la carencia de investigación adecuada (Agras, 1982). Gran
parte de los trabajos publicados en esta área incumplen uno o varios requisitos
metodológicos, carecen de replicaciones y no obtienen o no informan de datos sobre
generalización y mantenimiento de los cambios conductuales obtenidos. Se pone de
manifiesto la masiva utilización de estudios de caso lo que se justifica por tratarse de
trastornos consolidados, cuyo tratamiento psicológico, en muchos casos, se
encuentra en una fase temprana de exploración.
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"
Estrechamente relacionada con el área anterior, cobra cada vez mayor relevancia por
la importancia progresiva que se concede al medio como causante o determinante de
la conducta humana. La consideración de que el estilo de vida está implicado en
numerosos trastornos, que figura en la mitad de las diez primeras causas de muerte
de la población (Hamburg, 1982), y que comporta factores de riesgo identificados
para diversas patologías (consumo de tabaco, alcohol o drogas, dietas
desequilibradas, ejercicio insuficiente, etc.) ha puesto de manifiesto la necesidad de
la evaluación ambiental y de la delimitación de los factores de riesgo para la salud
individual y comunitaria .
Para Fernández Ballesteros y Carrobles (1988), la comunidad es el marco donde
debe desarrollarse la salud, porque: a) es en la comunidad donde se aprenden los
hábitos sanos e insanos y el control de los mismos; y b) las redes de apoyo sociales
son, de hecho, factores protectores de la salud. De acuerdo con esto, y siguiendo el
modelo de competencia de Costa y López (1986), el profesional debe dotar al
ciudadano de las técnicas necesarias para convertirlo en agente activo de su propia
salud (incluso en el nivel preventivo) y conseguir que promocione la salud en su
propia comunidad o sector (Fernández, 1991). Asimismo, la labor del profesional
requiere el entrenamiento de paraprofesionales (familia, educadores, etc.) y el
asesoramiento y la participación de las instituciones que promuevan un mejor medio
social y una mayor calidad de vida comunitaria.
Utilizando el sentido amplio del término "comunitaria", se incluye aquí el estudio del
área ambiental, cuyas intervenciones se dirigen a la modificación de las relaciones
entre las personas y su medio ambiente físico y social y cuyo campo abarca desde la
construcción de mapas cognitivos hasta el estudio de la influencia de los diseños
urbanos sobre los comportamientos, la seguridad vial y, sobre todo, las conductas
relacionadas con la ecología: control de basuras, ahorro de energía, control del
tráfico urbano, etc. (Caballo, 1991).
La información, los cambios en las respuestas afectivas mediante procedimientos de
condicionamiento clásico y vicario, y los cambios en las conductas mediante
condicionamiento operante han sido las técnicas más utilizadas, con desigual
fortuna, por la psicología ambiental (Labrador, 1990).
Un problema importante que presentan los trabajos desarrollados en esta área es la
complejidad de variables, factores e interrelaciones determinantes de las conductas
de individuos y colectividades, lo que supone un serio obstáculo para superar las
dificultades metodológicas que ello implica, y para generalizar los resultados
obtenidos a pequeña escala al campo más amplio de la comunidad o medio natural
(Franks, 1984).
Bermúdez (1993), además de problemas logísticos (financiación, medios para
acceder a sectores amplios de la población, infraestructura material y humana),
señala como principales debilidades de los programas ambientales las dificultades
para establecer un control y seguimiento rigurosos de las fases de ejecución de los
programas, así como los problemas asociados al empleo de estrategias de
intervención generalizadas.
O
! (
!
Es el área de más reciente aparición, lo que justifica el aún no muy abundante
número de publicaciones, que comenzaron a principios de los ochenta (Andrasik y
McNamara, 1981). La diversidad de conductas y situaciones consideradas en esta
área es muy amplia y así como el desarrollo de programas de intervención,
extraordinariamente rápido, en las distintas subáreas o líneas de desarrollo, de las
que se pueden destacar las siguientes (Labrador, 1990): a) la modificación de
conductas laborales relacionadas con trastornos o problemas de salud; b) el
desarrollo de conductas relacionadas con aspectos propiamente laborales (búsqueda
de empleo, mejora del rendimiento, incremento de la motivación de los trabajadores,
entrenamiento y desarrollo de recursos personales, control de hurtos, prevención de
accidentes, control del absentismo laboral, etc.); y c) el desarrollo de programas
para la reconversión de las personas a tareas distintas de las que realizan.
El mejor aprovechamiento de los recursos humanos, el estudio y la estructuración de
la organización, la solución de conflictos, la aplicación de las teorías del aprendizaje
gobernado por leyes, el entrenamiento del personal laboral con técnicas
conductuales, etc., son también campos de interés para los modificadores de
conducta, como lo demuestra el creciente número de publicaciones dedicados a estos
temas en los últimos años (Agnew y Redmon, 1992; Lee y Early, 1992; Malott,
1992; Malott
., 1992; Sulzer Azaroff
., 1992; Merwin
., 1990; Andrasik,
1989; Harchin
., 1989).
Las aplicaciones de este campo (y las posibles que se están generando ya y puedan
generarse en un futuro próximo, como los programas de preparación de los
trabajadores para el retiro) son muy amplias y variadas, por lo que, unido al hecho
de que muy pocos modificadores se dedican a él, constituye un magnífico campo de
investigación y trabajo y tiene, por tanto, una gran importancia para el futuro de la
modificación de conducta.
O
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Iniciada en los años 70, ha ido cobrando mayor relevancia en la década siguiente,
sobre todo por lo que se refiere en su aplicación a deportistas profesionales (Smith,
1980; Silva, 1984; Buceta, 1985; Williams, 1986; Buceta y Bueno 1995; Buceta
., 1995; Labrador y Crespo, 1991; López Pérez
# 1992; Gil y Delgado, 1994).
Ahora bien, no sólo los deportistas de élite han sido protagonistas de estos estudios,
también se han desarrollado trabajos para el cumplimiento del ejercicio físico diario,
para educar para el deporte, etc. (Mace, 1990; Goldstein y Krasner, 1991; Whelan
., 1991; Leith y Taylor, 1992).
La mayoría de los programas están dirigidos al individuo: a que el deportista logre el
control adecuado de los niveles de activación emocional antes y durante la
competición; a mejorar el rendimiento en momentos decisivos de la competición; a
organizar los entrenamientos en adquisición de habilidades para conseguir un
aprendizaje más rápido y adecuado de la técnica requerida; a entrenar a los
entrenadores para mejorar su comunicación con los jugadores, a modificar aspectos
colaterales: autoestima, comunicación con el entrenador, etc. El objetivo es lograr el
establecimiento de planes y un desarrollo adecuado del trabajo necesario, coordinar
las realizaciones de cada uno, de modo que se complementen con relación a los
objetivos comunes (Orlick, 1986; Labrador y Crespo, 1991).
Un último punto de trabajo en esta área ha sido el estudio de las características de
los deportistas y el desarrollo de las habilidades personales necesarias para
conseguir el máximo rendimiento y las relaciones de éstas con otras variables, tales
como la ansiedad (López Pérez
., 1992).
Las aplicaciones a equipos deportivos ha sido más bien escasa, quizá por la
complejidad de las relaciones que entran en juego en un equipo.
El problema más grave que presentan los trabajos desarrollados en esta área es,
probablemente, la falta de una metodología adecuada y el hecho de que el
entrenamiento psicológico no entra a formar parte del entrenamiento habitual del
deportista, lo que disminuye la motivación de éste por el aprendizaje de las nuevas
técnicas (Labrador y Crespo, 1991).
O
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Después de la clínica, es posiblemente el área más importante para la terapia de
conducta, tanto por el número de comportamientos y contextos estudiados como por
el número de publicaciones que ha generado. No hay que olvidar que fue en el
ambiente educativo en el que se desarrollaron los primeros trabajos con sujetos
humanos del condicionamiento operante (Bijou, 1959, 1963), aplicándolos a
problemas evolutivos y de retraso mental. Desde entonces, se han desarrollado
numerosos programas y aplicaciones, aunque las directrices básicas dentro del área
no han cambiado substancialmente. De hecho, el retraso mental ha sido
probablemente el ámbito a que se ha dedicado un mayor esfuerzo desde el análisis
conductual aplicado, y es uno de los campos en los que la terapia de conducta se ha
mostrado más eficaz (Hamilton y Matson, 1992; Lutzker, 1993).
Unas fuentes importantísimas de consultas e investigaciones son el fracaso escolar
(de hecho, los problemas de rendimiento académico son los que más consultas
generan en el ámbito infantil), la demanda de aprendizaje de técnicas de estudio y
las fobias escolares (Méndez y Maciá, 1990). Normalmente, en estos casos las
demandas y el tratamiento tienen carácter individualizado.
Generalmente, los trabajos aplicados a grupos de escolares se centran en el
desarrollo de programas operantes (para lograr la mejora de los rendimientos en una
asignatura determinada, el control de conductas perturbadoras en clase, el
ausentismo escolar, etc.). En los últimos años se ha desarrollado un notable interés
por la evaluación conductual de los problemas que aparecen en las aulas, tanto en el
nivel individual como de grupo (Shapiro y Walker, 1988; Vallés, 1988). Asimismo,
empiezan a cobrar relevancia los intentos de someter a una elaboración psicométrica
los instrumentos de evaluación conductual que se utilizan en el área (Silva, 1994).
Por otro lado, cada vez se tienen más en consideración aspectos evolutivos y de
control del medio, dado que la población infantil está especialmente influida por el
medio social (padres, maestros, condiscípulos, etc.). Algunas de las variables
estudiadas a este respecto son: actividades en el aula (individuales vs. grupales),
tamaño del aula, tipo de lenguajes, expresiones de los adultos al dirigirse al niño,
etc. (Mash y Terdal, 1988). También se han investigado, dentro del área, aspectos
relacionados con el control de estrés en los profesores (Forman, 1986) y las
necesidades psicosociales de las escuelas
Para finalizar, hay que indicar que en los últimos años se ha dado una expansión en
la intervención en este ámbito que trasciende el área meramente escolar, de modo
que se amplía al contexto familiar y social, estudiando variables como apoyo social y
relaciones con los padres (Frankel y Simmons, 1992; Doll y Kratochwill, 1992).
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*+
*+C
Se intentará a continuación señalar algunas de las características más destacables de
las directrices de desarrollo actual de la terapia de conducta.
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&
",
Se constata una evolución progresiva desde el tratamiento de conductas más bien
simples y/o aisladas, incluso reducibles a paradigmas E R (por ejemplo: conductas
fóbicas), a conductas o, mejor, conjuntos de conductas más complejas,
interrelacionadas y difícilmente reducibles a paradigmas básicos de aprendizaje (por
ejemplo: conductas depresivas, problemas de habilidades sociales, trastornos
asociados al estrés, etc.). Además no sólo se abordan conductas individuales, sino
también los patrones de comportamiento de un grupo o colectivo (control del
consumo de tabaco en una oficina, control de las acciones coordinadas en un equipo
deportivo, etc.).
&
"
%
!
%
&
",
Se ha avanzado desde objetivos exclusivamente terapéuticos, reducir los problemas
que ya han aparecido o se han cronificado, a incluir aspectos de prevención y
profilaxis para evitar la aparición o cronificación de esos problemas, o su reaparición
(recaídas). De hecho en muchos ámbitos de aplicación, la intervención preventiva
(primaria, secundaria y terciaria), es el objetivo central y en algunos casos la única
(véase problemas de SIDA).
&
"
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!
(A
&
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!
&
",
Frente al objetivo más tradicional de dirigir las intervenciones a personas con
problemas o riesgo de desarrollarlos, con el propósito de que la persona vuelva a las
condiciones anteriores a la aparición de éste, lo que a veces se ha llamado
"intervención restaurativa", se consideran nuevos objetivos como el de mejorar la
calidad o las condiciones de vida. Una persona no sólo puede volver a su estado de
salud anterior, sino que, aunque fuera aceptable o incluso buena, puede mejorarla.
En esta dirección se han desarrollado múltiples programas de intervención dirigidos
al desarrollo de nuevas habilidades para afrontar los retos cotidianos o simplemente
mejorar la propia calidad de vida.
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%
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",
Frente al tratamiento casi exclusivo de sujetos individuales, típico de épocas
anteriores, progresivamente se han ido desarrollando programas de intervención
dirigidos a grupos, colectividades, instituciones e incluso comunidades urbanas
(programas de control de la hipertensión en una comunidad, programas de
desarrollo de higiene bucodental a los niños en el colegio). Es más, no sólo se ha
dirigido la intervención a modificar directamente las conductas de las personas,
aisladas o en grupo, sino que se han desarrollado programas importantes para
modificar directamente el medio y las condiciones de éste que determinan la
conducta de las personas.
&
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" ! (
",
"
!
Se ha comenzado a superar el aislamiento tradicional de los modificadores de
conducta, producto en parte de los momentos iniciales de ruptura y oposición al
estado de la cuestión y a la acción de los profesionales con los que había que
competir. Aislamiento que llegó incluso a la falta de comunicación con otros
profesionales de la psicología. En su lugar se comienza a desarrollar y potenciar de
forma importante la labor de coordinación y trabajo en equipo con otros
profesionales. El desarrollo de la Medicina Conductual en los años ochenta, y su
filosofía de punto de encuentro entre distintos profesionales de la salud, supuso un
importante paso adelante en esta dirección. Por otro lado el abordaje de nuevos
campos de intervención (deporte, ambientes laborales, instituciones penitenciarias,
etc.), ha obligado a trabajar en la colaboración con otros profesionales de esos
campos que aportaban perspectivas y procedimientos complementarios. Incluso en
el campo específico de la denominada "salud mental", la coordinación y cooperación
entre intervenciones farmacológicas y conductas comienza a sustituir a la radical
oposición tradicional.
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",
Se ha producido un incremento importante en el número de técnicas de modificación
de conducta disponibles a la hora de la intervención, como ya se ha señalado. Este
incremento en parte es fruto del desarrollo de nuevas soluciones a problemas
tradicionales (técnicas de exposición más variadas y flexibles, técnicas paradójicas,
terapia contextual), en parte producto de que el hecho de tratar de intervenir sobre
nuevos ámbitos y nuevos problemas ha obligado a desarrollar nuevas soluciones. Los
manuales de técnicas de modificación de conducta cada vez incluyen un mayor
número de éstas, que además están perfiladas con mayor precisión, tanto en su
forma de aplicación como en las posibilidades de acción y los campos a los que
pueden aplicarse.
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No sólo se ha incrementado el número de técnicas de intervención, sino que también
se ha modificado la forma de actuación. Frente a modelos tradicionales en los que se
mimetizaba en exceso la actuación de otros profesionales de la salud, en especial de
los médicos (relación entre un "profesional" y un "paciente", básicamente verbal, en
un despacho o clínica, buscando identificar "el problema" para el que se seleccionaría
"una técnica", etc.), se ha pasado a modelos de intervención más completos. Los
problemas rara vez son simples ("el problema"), suelen ser complejos e implicar
diferentes conductas, situaciones y personas, por consiguiente las soluciones rara
vez pueden consistir en la aplicación de una técnica. Se ha progresado al diseño de
programas de intervención más complejos, pero a la vez más específicos, que traten
de abordar los diferentes aspectos implicados en cada caso.
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Quizá lo más espectacular en los avances de la modificación de conducta sea el
extraordinario incremento de las áreas de aplicación a las que se han dirigido las
intervenciones. En el apartado anterior se ha hecho una revisión al respecto.
*C D
+
*+C
Apenas han pasado cincuenta años desde que se dio inicio la terapia o modificación
de conducta; de hecho fue en 1953 cuando Skinner utilizó por primera vez el término
de & (
$(
*. En tan corto espacio de tiempo se ha pasado desde el
desconocimiento total o las catacumbas (es decir, estar encerrada en los
laboratorios), a su implantación en la sociedad como una de las alternativas de
intervención más eficaces en el ámbito de la psicología clínica y de la salud. Más aún,
se ha convertido en "la alternativa" de referencia. El avance ha sido constante,
nuevas técnicas, nuevos campos de aplicación, nuevos desarrollos teóricos y
conceptuales, nuevos desarrollos metodológicos. Pero así mismo es lógico que hayan
aparecido nuevos problemas, nuevas limitaciones y nuevos retos que requieren
soluciones eficaces. De la capacidad de afrontar estos retos y encontrar soluciones
adecuadas dependerá el desarrollo futuro de la modificación de conducta. Sentarse a
admirar y disfrutar de los logros pasados no será de especial utilidad. Parece
necesario identificar las necesidades actuales, pues sólo a partir de su identificación
será posible el desarrollo de soluciones adecuadas.
En la parte final de este capítulo se intentarán perfilar algunos de los problemas o
retos actuales. Más difícil es señalar las soluciones, pero identificar adecuadamente y
a tiempo los problemas ya supone un avance importante hacia su solución, pues
permite perfilar la dirección en la que se ha de trabajar.
Con este objetivo se intentarán señalar algunos de los retos actuales más
importantes de la modificación de conducta, considerándolos de manera parcelada
para facilitar su exposición. Debe quedar claro que no se intenta, ni se puede,
realizar un trabajo exhaustivo sin llamar la atención sobre determinados aspectos de
importancia en el quehacer del modificador de conducta.
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Tiene que ver con el problema de la clasificación psicopatológica en terapia de
conducta. La historia de la psicopatología está salpicada de intentos de clasificar el
comportamiento anómalo, pero la terapia de conducta por definición ha sido
renuente en este sentido. En algunos casos se ha intentado una clasificación
siguiendo las orientaciones conductuales con escaso éxito, en otros se ha criticado
incluso el propio intento de crear una clasificación. Pero son innegables las ventajas
de los sistemas de clasificación pues son el centro de cualquier esfuerzo científico por
organizar un campo de conocimiento y la psicopatología no es una excepción.
Así un sistema clasificatorio puede permitir:
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grupando y clasificando la ingente cantidad de
conductas posibles (síntomas) en categorías más reducidas y con características
comunes.
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investigadores y clínicos.
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y tratamiento a seguir.
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que
facilita
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comunicación
entre
sobre la etiología, pronóstico
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investigación, y
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*
la
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Pero la modificación de conducta siempre se ha opuesto a los sistemas clasificatorios
psicopatológicos denunciando los problemas de fiabilidad y validez que presentaban,
además de los supuestos teóricos subyacentes a muchos de éstos, contrarios a los
defendidos por ella.
Sin embargo, la aparición del DSM III (1980) y posteriormente del DSM III R (1987)
y DSM IV (1994) ha supuesto un cambio sustancial con respecto a clasificaciones
psicopatológicas anteriores, tanto referido a la fiabilidad como a la validez del
diagnóstico, homogeneidad interna en cada categoría y heterogeneidad entre
categorías. La terapia de conducta ha sido muy sensible al respecto y cada vez son
más habituales las referencias a estas clasificaciones DSM.
Pero, ¿hasta qué punto es adecuado o útil el uso de estos sistemas de clasificación
en modificación de conducta?¿Pueden ayudar al desarrollo de la psicopatología
conductual?¿Puede sustituir o modificar el diagnóstico conductual? Son preguntas
habituales que se formulan los investigadores de ésta area.
Algunos autores, como Klerman (1986) defienden el uso de estos sistemas
nosológicos DSM destacando que:
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/
!
*
(
para la mayoría de las orientaciones o teorías psicopatológicas.
diagnóstico.
*
aceptables
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.
de 5 ejes que posibilita una evaluación más
completa del estado de una persona.
*
0basta con cumplir algunos de los criterios para
que un sujeto sea asignado a una categoría, no es necesario que cumpla todos) lo
que aporta flexibilidad al reconocer variantes dentro de un mismo trastorno.
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.
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+ D
*
según la importancia de los trastornos.
(Spitzer, Forman y Nee, 1979).
Se han desarrollado instrumentos de recogida de información que facilitan la
clasificación diagnóstica: las entrevistas estructuradas (por ejemplo: & / " * (
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0&"' 1 (Lukoff
., 1986); .
8
(
0. 19
Robins y cols (1981);
8 /
.
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0
.1: Spitzer y
Williams (1987)).
Pero también se han señalado serias críticas desde la perspectiva conductual a los
sistemas clasificatorios DSM III, al DSM III R y DSM IV:
La utilización de un
!
y no dimensional (Eysenck, 1986;
Eysenck
., 1983; Haynes y O'Brien, 1988), que implica: a) diferencias
cualitativas entre las conductas normales y anormales; b) escasa o nula
especificación cuantitativa referida a probabilidad de aparición, intensidad, frecuencia
o duración de las conductas (síntomas).
:
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que permita conocer qué conductas concretas
están alteradas (es un sistema politético) ni que variables las controlan.
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.
! utilizados para obtener este diagnóstico se reducen
básicamente a entrevistas estructuradas (Cone, 1986; Hersen, 1988).
/
!
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/
(
(Adams y Haber, 1984; Haynes y O'Brien, 1988).
(
0Schact y Nathan,
1977).
)
a la hora de tomar decisiones sobre
las categorías diagnósticas, criterios de clasificación, etc..
Pero a pesar de todas estas críticas cada vez es más frecuente la referencia de los
terapeutas de conducta a estos sistemas clasificatorios. De hecho, en múltiples
publicaciones la única descripción de los problemas se reduce a la ubicación en
categorías DSM, sin referencia alguna al análisis funcional. Parece que se vuelve a
tratar síndromes o categorías nosológicas y no conductas.
Desde nuestro punto de vista, que coincide con otros muchos autores (First
.,
1992; Follette y Hayes, 1992; Follette
., 1992), aún cuando los diagnósticos
DSM (a partir del III), pueden ser útiles al proporcionar un acercamiento molar que
permite guiar la investigación del terapeuta de conducta, es necesario que sean
seguidos por un análisis conductual que permita un acercamiento molecular más fino
y preciso, en el que se valoren los tipos de respuestas, sus determinantes, las
relaciones funcionales entre estos, etc. Sólo este análisis conductual orientará de
forma precisa y específica una intervención eficaz. Desde esta perspectiva, ambos
tipos de evaluación no deberían considerarse como contrapuestos sino como
complementarios, pues proporcionan información en distintos niveles de análisis.
Tras la aplicación del diagnóstico categorial, proceder a concretar más precisamente
el análisis conductual.
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La terapia de conducta surge como un desarrollo aplicado de la ciencia de la
conducta, por lo que en los momentos iniciales hay una gran conexión entre teoría e
investigación de la conducta por un lado y aplicaciones en la práctica clínica por otro.
Posteriormente ha ido disminuyendo esta conexión, al señalarse las "limitaciones" de
un "modelo simple" de condicionamiento para explicar los problemas y dar
soluciones a los retos clínicos. La investigación conductual centrada en sujetos
infrahumanos y en un reducido número de problemas, tenía dificultades para explicar
y manejar aspectos como el lenguaje o los procesos cognitivos, en términos útiles
para la práctica clínica, o a la hora de cambiar controlar emociones.
Estas limitaciones percibidas en el modelo no han generado desarrollos posteriores
del mismo, sino el rechazo de los avances anteriores y la búsqueda de modelos
alternativos. Por ejemplo los "cantos de sirena" de múltiples desarrollos "cognitivos",
aparentemente más flexibles, ricos, humanos, pero con el abandono del rigor y la
investigación, así como el rechazo al marco de referencia anterior y el desprecio de
las leyes de la psicología de la conducta. En cualquier caso no es difícil reconocer en
la actualidad esta desconexión entre teoría investigación conductual y práctica
clínica. La práctica conductual ha dejado de estar orientada en muchos casos por un
marco teórico consistente.
En lugar de desarrollos científicos a partir de modelos de condicionamiento (clásico u
operante), en muchos casos se ha pasado a modelos alternativos "cognitivos", que
en realidad no tienen ninguna conexión con la psicología conductual, pero tampoco
con la psicología cognitiva experimental. Además, ¿Dónde se demuestra que el papel
de las influencias ambientales y las contingencias haya sido asumido u obviado por
los procesos cognitivos? Esta preocupación, exclusivista, por los "aspectos internos"
debilitará a la terapia de conducta, a menos que las teorías sobre los eventos
privados puedan integrarse y relacionarse con los conceptos conductuales básicos y
los resultados de la investigación.
Para ello se hace necesario un desarrollado teórico más completo, que permita
restablecer el vínculo entre teoría investigación y terapia de conducta. Es necesario
el desarrollo de un marco teórico, que teniendo en cuenta los desarrollos anteriores
(por ej., procesos de condicionamiento y leyes de conducta), permita integrar
nuevos avances de la psicología científica, entre ellos por supuesto los de la
psicología cognitiva experimental. Esto posibilitará un marco de referencia que
oriente el quehacer clínico de forma más científica y permita superar los problemas
actuales, en especial el tecnicismo y el eclecticismo.
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Es evidente que la modificación de conducta se ha desarrollado y ha alcanzado un
gran auge debido a que ha aportado soluciones importantes, en especial en el
ámbito de la psicología clínica y de la salud. Las intervenciones son eficaces y salen
exitosas en la mayoría de las comparaciones. Pero por otro lado se puede ser ciego a
sus limitaciones. Son, en líneas generales intervenciones que exigen amplios
períodos de tiempo (aunque sean más breves que las de otras alternativas) y en
consecuencia costosas y menos competitivas de lo que sería de desear, en especial
en el marco de la asistencia pública. También su eficacia, en algunos casos es
elevada, pero en otros no supera porcentajes de mejorías del 50% al cabo del año.
Para complicar más el panorama, con demasiada frecuencia se desconocen, o no se
conocen con precisión, los procesos que subyacen a las intervenciones, ni siquiera
cuáles son realmente las variables activas de éstas. No es infrecuente el recurso a
programas de tratamiento "ómnibus", en los que se mete de todo un poco, sin
mayor motivo que el suponer que cuanto más se introduzca en la intervención mejor
hará ésta. De hecho en muchos casos la intervención se lleva a cabo sin un
adecuado análisis conductual, procediendo con acercamientos tecnológicos más que
científicos al tratamiento y adoptándose formas de proceder eclécticas.
Las soluciones no están claras, si bien pueden apuntarse múltiples direcciones en su
búsqueda, entre ellas:
Desarrollos de aplicaciones con una mejor relación costo/eficacia, lo que puede
lograrse de múltiples formas como intervenciones más breves, incremento de las
intervenciones en grupo, aumento de las tareas a realizar por los clientes en su
medio (por ejemplo, autoexposicion versus exposición con terapeuta en
agorafóbicos).
En muchos casos hay que modificar el modelo de intervención básico terapeuta
cliente en la clínica, desarrollando nuevas formas de intervención. Para múltiples
problemas e intervenciones puede ser eficaz el desarrollo de procedimientos de
autoayuda (como programas asistidos por ordenador, manuales de "Hágalo Ud.
mismo", etc.). En otros casos, labores de orientación y consejo pueden ser
suficientes, o líneas de consulta abierta (teléfono, fax, correo electrónico).
Necesidad de una evaluación más adecuada de la eficacia de las intervenciones que
permita aislar o precisar los elementos activos y colabore al desarrollo de
intervenciones más específicas.
También será de utilidad el desarrollo de paquetes de tratamiento estándar por
problemas o por objetivos, aplicables a partir de que se detecten determinadas
condiciones en el análisis conductual, o incluso a partir de sistemas de diagnóstico
estandarizado. Incluso paquetes terapéuticos que puedan ser aplicables por
paraprofesionales.
En ese sentido se observa un auge especial de procedimientos estándares y breves,
que aportan soluciones eficaces en cortos períodos de tiempo y tras un breve análisis
conductual: a) entrenamiento en cama seca, b) programas de dejar de fumar, c)
procedimientos para control de activación, y d) paquetes terapéuticos como la
terapias sexuales (en especial algunos problemas como eyaculación precoz o
vaginismo).
Posibilidad de construir las intervenciones como programas de solución de
problemas, en especial en casos como intervenciones en crisis. Por ejemplo en el
caso de los problemas mixtos ansiedad/depresión tan habituales en la clínica. El
esquema del programa podría ser el siguiente: escuchar al paciente, ayudarle a
perfilar precisar su problema, establecer objetivos precisos para reducirlos, señalar
tareas o técnicas par utilizar en su medio y autorregistro diario de su eficacia.
Introducción más decisiva de los sistemas informáticos en la actuación del
modificador de conducta tanto para tareas de evaluación y registro como para el
diseño de la intervención o aplicación de programas de intervención.
Siempre quedará el reto de ampliar los sujetos de intervención (personas, grupos,
colectivos, comunidades, ambientes, etc), como la ampliación de los aspectos de la
intervención (restaurativos, preventivos, de mejorar de calidad de vida), la
colaboración con otros profesionales, etc.
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Inicialmente la conexión entre investigación y práctica clínica en terapia de conducta
era total, pues eran los mismos investigadores los que realizaban la práctica clínica,
casi siempre de forma experimental. Pero el desarrollo de la terapia de conducta ha
ido diferenciando ambos grupos, y lo que es peor, a estos dos aspectos que
necesariamente han de ir unidos.
La realidad actual con frecuencia pone de relieve la existencia de dos grupos, o quizá
dos mundos, separados. La investigación se suele llevar a cabo en las Universidades,
y los trabajos desarrollados con frecuencia tienen un escaso parecido con los que se
realizan en el ámbito aplicado. Suelen llevarse a cabo intervenciones sin la
correspondiente evaluación conductual, asignando a los sujetos en función de
categorías psicopatológicas estándares, los tratamientos suelen ser así mismo
estandarizados, buscándose más el porcentaje de éxito en el grupo tratado que las
variables individuales que determinan su eficacia, por último es frecuente la
utilización de sujetos análogos en lugar de pacientes reales. Este tipo de
investigación es el que suele recogerse en la mayoría de las revistas científicas de
terapia de conducta.
Por otro lado los terapeutas dedicados a la práctica clínica, de la que dependen
profesionalmente, apenas si desarrollan trabajos de investigación, cuando lo hacen
con frecuencia presentan problemas metodológicos y en cualquier caso es poco
habitual su colaboración en la literatura científica.
Es lógico que la literatura científica sobre terapia de conducta responda más a los
intereses de los investigadores (universitarios) que a la de los profesionales
aplicados, por lo que no es infrecuente así mismo que éstos no encuentren ahí las
soluciones que buscan y desgraciadamente busquen estas soluciones fuera del
ámbito de la investigación científica y del marco teórico conceptual de referencia. De
aquí a defender el eclecticismo hay poco trecho. El resultado final es una divergencia
progresiva entre estos dos aspectos que deberían avanzar de forma conjunta.
Se pueden señalar algunas líneas de desarrollo para superar este problema y no
agudizar esta divergencia, entre ellas la primera sería la de centrar los trabajos de
investigación en temas más relacionados con la práctica aplicada de la terapia de
conducta, y hacer una investigación más implicada en orientar esta práctica. El uso
de una metodología más específica para la terapia de conducta, como son los
diseños de N = 1, ayudaría en esta convergencia, pues por un lado facilitaría una
investigación más próxima y orientadora de la práctica aplicada y por otro facilitaría
más la labor investigadora de los profesionales. La recuperación de la evaluación
conductual como punto de partida para los trabajos de intervención o el uso de
pacientes en lugar de análogos también colaboraría en esta dirección.
El reto es importante, pues si lo que caracteriza a la terapia de conducta es su apoyo
en la investigación experimental y ésta se realiza de espaldas a la práctica y
viceversa, una señal de identidad fundamental acabará por perderse.
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Como se ha señalado ya hace algunos años (Labrador, 1984, 1990) un reto
específico de la terapia de conducta en los países de habla hispana, es sacudirse la
excesiva dependencia cultural y tecnológica con respecto a países de lengua inglesa
y en especial de los Estados Unidos de Norteamérica (E.U.A). Es difícil encontrar un
artículo en español en el que las tres cuartas partes de las referencias, por lo menos,
no correspondan a trabajos en inglés. Así mismo es raro conseguir instrumentos de
medida, tanto fisiológicas (polígrafos, biolaboratorios, aparatos de biofeeedback,
etc.) como comportamentales y de autoinforme (escalas, cuestionarios, registros de
identificación, etc.), que no sean extranjeros. La labor de los propios terapeutas de
conducta en estos países con mucha frecuencia mimetiza o trata de hacerse eco de
los últimos desarrollos en E.U.A. Es cierto que en la mayoría de los casos no hay
alternativas al no poder encontrarse los desarrollos adecuados en los países de habla
hispana, pero conviene ponerse en guardia respecto a algunos problemas obvios que
conlleva esta postura.
La generalización de técnicas específicas de un ambiente a otro diferente puede no
ser directa. Los problemas que en un país conllevan y son producto de unos hábitos
de vida determinados, pueden ser muy diferentes en otros con hábitos de vida
diferentes. Así se pone de relieve lo inadecuado de la orientación propiciada para
algunos tipos de conductas problemas, por ejemplo el caso de las habilidades
sociales, cómo iniciar conversaciones o concertar citas. Dadas las diferencias tan
importantes en gestos, distancias personales, modelos de conductas aceptadas
socialmente o, incluso, formas de vestir; problemas de obesidad (con los diferentes
patrones alimenticios), problemas de consumo de alcohol (con los diferentes
patrones de adquisición de alcohol y los horarios y ambientes de consumo de
bebidas), problemas de pareja, etc. Es evidente que existen características
específicas, que si realmente se llevara a cabo la adecuada evaluación conductual, en
especial teniendo en cuenta los aspectos socio culturales, pondrían en evidencia lo
inapropiado de estas generalizaciones indiscriminadas de una cultura a otra.
Esta dependencia en muchos casos se ha amplificado al haberse establecido como
norma más o menos implícita, en especial en los ambientes académicos, el no
considerar los trabajos que sobre terapia de conducta se están desarrollando en
nuestro país, descalificando de antemano el valor de éstos. En otros casos
simplemente se han ignorado, y los esfuerzos por acceder a la información y
conocimientos provenientes de profesionales de otros países no se han aplicado a la
información más próxima, lo que así mismo se habría traducido en el desarrollo de
un movimiento más coordinado que posibilitara no sólo una puesta al día más
importante de una modificación de conducta más ajustada a nuestra realidad sino
también un avance más coordinado y probablemente más potente.
Afortunadamente, se puede constatar desde hace ya algunos años un cambio
importante en esta situación, y aunque aún son escasas las ocasiones en que se
establecen posibilidades para estos contactos entre terapeutas de habla hispana y así
mismo las publicaciones no son muy abundantes ni todavía han adquirido un
reconocimiento similar a las realizadas en E.U.A, con independencia de su calidad
real, se pone de manifiesto un creciente interés por los trabajos realizados por los
distintos profesionales en nuestro ámbito y, lo que es tan importante como eso, se
valora tan positivamente la labor desarrollada por éstos como pueda serlo la de lo
profesionales antes indicados. Quizá un aspecto renovador en esta dirección venga
ayudado por la importancia que los terapeutas conductuales de habla hispana están
adquiriendo en los E.U.A., en su intervención sobre los grupos hispanos con
problemas propios. Bienvenida sea toda la participación en esta dirección.
*
C
*
Es evidente que la modificación de conducta, por lo visto hasta aquí, no solamente
ha surgido con fuerza y se ha implantado sólidamente en el área de la salud y así
mismo se ha extendido a otras áreas con una eficacia, al menos aparentemente muy
grande. Pero ¿no pasará algo similar a lo que ya ha sucedido con otros tipos de
acercamientos terapéuticos, como por ejemplo el mismo psicoanálisis, que tras un
auge realmente importante parece ir extinguiéndose de manera paulatina?
Alternativamente, ¿seguirá existiendo como alternativa de intervención específica o
será indistinguible de otros acercamientos que actualmente se consideran muy
dispares?, ¿será verdad que conforme se avanza en la práctica se disipan de forma
fundamental las diferencias teóricas y conceptuales? En última instancia, ¿qué será
de la terapia de conducta dentro de otros 30 ó 50 años? Afortunadamente la
respuesta está en manos de los propios terapeutas de conducta, será lo que
hayamos fabricado. Los autores de este trabajo desearíamos que las consideraciones
e interrogantes vertidos en él ayudaran a un mejor desarrollo futuro de la terapia y
modificación de conducta.
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Juan Lafarga Corona
Al igual que en otros países de América Latina y en España, la psicoterapia
tradicional en México ha sido el psicoanálisis o los procesos individuales o de grupo,
orientados psicoanalíticamente. La influencia de esta corriente psicológica ha sido tan
acentuada que a la misma psicología, como disciplina y como ciencia, se la ha
identificado con el psicoanálisis. Aún en la actualidad, en muchos ambientes
cultivados, las diferencias entre una corriente psicológica como el psicoanálisis y las
ciencias psicológicas con su avanzado desarrollo propio, no son advertidas con
claridad.
No hace mucho tiempo, un profesor universitario de psicología, propuso para la
carrera un curso sobre "Teoría de la motivación" refiriéndose a la teoría
psicodinámica de la corriente psicoanalítica. Con extrañeza y admiración tuvo que
admitir que el curso debía titularse "Teorías de la motivación", puesto que existían
otras corrientes psicológicas con sus respectivas formulaciones teóricas.
En las universidades de habla española, todavía durante la década de 1950 casi
todos los maestros en las carreras de psicología eran filósofos o médicos. Sólo muy
lentamente la psicología, en tanto disciplina científica con una metodología propia, se
ha ido abriendo camino en las mismas escuelas de psicología de estos países.
Las aportaciones de las distintas formulaciones psicoanalíticas a la ciencia psicológica
son innegables. Es muy marcada también la repercusión que dichas aportaciones han
tenido en el arte, la literatura, el análisis antropológico, histórico y político, así como
en otras disciplinas. Asimismo durante mucho tiempo las hipótesis psicoanalíticas
fueron las únicas opciones para una práctica psicoterapéutica seria y profesional.
Todo esto explica la identificación de psicoanálisis y psicología en la mentalidad de
muchos grupos, pero no la justifica.
Ya en la década de 1990, seguir identificando la psicología con las corrientes
psicoanalíticas resulta inadmisible en el ámbito universitario. Desafortunadamente,
es una realidad cultural en los países de habla española, a pesar de la dedicación y
los esfuerzos de un número creciente de jóvenes psicólogos que han conseguido que
la psicología, como disciplina científica, haya empezado a crecer y a desarrollarse
con mayor independencia de modelos filosóficos y médicos. Poco a poco la psicología
está siendo reconocida como la ciencia del comportamiento y de la experiencia
humana, más que como la disciplina que estudia la psicopatología.
Gran parte del reconocimiento que la psicología ha recibido en los países de América
Latina como una ciencia independiente se debe a los esfuerzos de muchos psicólogos
que, poniendo mayor énfasis en la objetividad de los datos, en el diseño
experimental estricto y en la formulación operacional de los fenómenos sujetos a
estudio, han rescatado a la psicología de los consultorios psiquiátricos y las
bibliotecas filosóficas para llevarla a todos los campos de la actividad humana.
Si la psicología como disciplina científica es todavía desconocida y, lo que es más
lamentable, muy poco utilizada en nuestros países, ¿qué podría decirse de los
enfoques psicoterapéuticos emanados de modelos psicológicos como el enfoque
centrado en la persona?
Es pues explicable la desconfianza. Sin embargo, los psicólogos creemos que
paulatinamente estos nuevos enfoques irán abriéndose paso y traerán como
consecuencia no sólo una revitalización de la psicología, sino el que muchas personas
que no poseen ni la capacidad verbal y conceptual ni el dinero para ser clientes
adecuados de los psicoanalistas, tengan acceso a los servicios psicoterapéuticos.
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El objetivo de las investigaciones sobre el proceso psicoterapéutico centrado en la
persona fue desde un principio aislar aquellas variables que, al margen de
consideraciones puramente teóricas, suscitaran un cambio favorable en las personas
que buscaban ayuda psicoterapéutica. Al aislar estas variables, se observó que
operaban independientemente de la orientación teórica e inclusive, de las técnicas
utilizadas por el psicoterapeuta. Es decir, todos aquellos psicoterapeutas que en su
práctica profesional mostraban los más altos niveles de empatía, aceptación
incondicional y autenticidad, fueron capaces de producir los cambios más estables y
benéficos en el proceso psicoterapéutico (Carkhuff y Berenson, 1967; Truax y
Carkhuff, 1964 a 1966; Lafarga, 1986).
Las pruebas científicas en apoyo de este núcleo objetivo de reforzadores básicos
explica en parte la cantidad de estudios experimentales que confrontan la validez de
otras variables en la relación psicoterapéutica como agentes efectivos de cambio
favorable (Eysenck, 1952, 1960, 1965; Levitt, 1957, 1963).
La evidencia relativa a la eficacia de este núcleo de facilitadores no se ha obtenido
únicamente del estudio de los procesos psicoterapéuticos, sino también de las
relaciones entre maestros y estudiantes, padres e hijos, así como de otras relaciones
entre personas mutuamente significativas, pero sin carácter profesional (Carkhuff y
Truax, 1966). Es importante destacar que estos cambios favorables no sólo se
reflejan en las escalas diseñadas para medir cambios psicológicamente favorables,
sino también en escalas de inteligencia y aprovechamiento (Aspy, 1967). A este
respecto, Carkhuff y Beresnon, 1967 (1967) afirma:
La implicación directa de estos resultados (...) es que las mismas variables que son
efectivas en otro tipo de relaciones humanas lo son también en el proceso
psicoterapéutico. Sin embargo, aun cuando las variables primarias son las mismas,
sus niveles de aplicación pueden variar con las personas y con el tipo de relación que
establecen. Por ejemplo, podría suceder que la comprensión empática de un maestro
hacia su estudiante no fuera tan significativa en resultados como la de un padre en
relación con su propio hijo (...) Una inferencia plenamente válida que podría
derivarse de la eficiencia psicoterapéutica de las condiciones enumeradas, sería que
dichas condiciones son operativas precisamente porque son las opuestas a aquellas
otras que generaron la problemática y el mal funcionamiento físico en la persona. Es
decir, que la problemática individual pudo haberse generado y evolucionado por la
ausencia de compresión afectuosa; respeto, aceptación, autenticidad y suficiente
estimulación por parte de las personas significativas en el ambiente social del niño...
Así como la gran contribución de la hipótesis de Freud y de las distintas corrientes
psicoanalíticas que emanaron de la formulación original, ha sido ahondar
notablemente la comprensión diagnóstica de los desajustes emocionales,
especialmente de la neurosis, estas hipótesis no han tenido un éxito comparable en
la generación del cambio en la dirección de la salud y el crecimiento. Con amplitud y
coherencia, las hipótesis diagnósticas emanadas de las distintas corrientes
psicoanalíticas han iluminado los orígenes y la gestación de los trastornos
emocionales al remontarse, a través de los síntomas, a las condiciones originales en
el medio familiar y social; y en este sentido han hecho aportaciones básicas al
estudio de la psicopatología. Sin embargo, la misma duración de los procesos
psicoanalíticos es sólo un indicio de su bajo nivel de eficiencia para estimular
transformaciones favorables.
Para cualquier persona y especialmente para la que está afligida con trastornos
emocionales es importante comprender los orígenes y la gestación de su
problemática, pero lo fundamental es encontrar formas adecuadas de tratamiento y
optimización de sus recursos con la mayor brevedad posible.
Algunos psicólogos del aprendizaje prescinden, en cambio, de cualquier variable
subjetiva o intrapsíquica que no tenga manifestaciones concretas en la conducta
externa para explicar el cambio terapéutico. Centran su atención en la modificación
de la conducta y para ello diseñan técnicamente el cambio, realizando en primer
término un estudio de las contingencias condicionantes, en la historia de la persona,
para generar el plan o el programa apropiado que conducirá a los objetivos de
modificación conductual. Formulan hipótesis, y explican el aprendizaje y el cambio
con base en el paradigma clásico de estímulo reforzamiento respuesta.
La aplicación de la metodología experimental a la modificación de la conducta para
inducir cambios favorables, se ha demostrado muy efectiva en la remisión de
síntomas y otros trastornos de la conducta como problemas de aprendizaje, autismos
y adicciones, pero tal vez debido a prescindir sistemáticamente de los fenómenos
subjetivos tan reales para cualquier persona como su misma conducta externa , no
han podido generar la sensación de bienestar interno ni garantizar el establecimiento
consistente de pautas favorables de crecimiento a través de prolongados períodos,
después de la programación y la modificación conductual (Carkhuff y Beresnon,
1967, 1967).
Más allá del proceso psicoterapéutico que considera al análisis del psicodiagnóstico
como la esencia de los fenómenos de cambio favorable; más allá de la técnica e
ingeniería del cambio, que ignoran la realidad del fenómeno interno y de los
significados de la experiencia subjetiva, es necesario buscar las condiciones
necesarias y suficientes para el cambio favorable y prolongado, a través del proceso
psicoterapéutico, sugeridas por la evidencia de la investigación a partir de hipótesis
emanadas de la práctica (Lafarga, 1986).
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C
*
+
*
Como modelo psicoterapéutico, el enfoque centrado en la persona ha tenido el
propósito empírico de identificar aquellos factores que facilitan el cambio favorable y
duradero tanto en la persona que busca ayuda como en el terapeuta. Los
explicitadores de este enfoque, sin negar las valiosas aportaciones de otras
corrientes psicoterapéuticas, han prescindido de marcos de referencia puramente
teóricos, así como de lealtades reduccionistas al mitificado "método científico". Y no
por desdén, sino para no ser obstaculizados por consideraciones de ortodoxia,
teóricas o metodológicas, en la identificación y formulación operacional de aquellas
variables que, según la evidencia de largos años de investigación (Lafarga, 1986),
facilitan de hecho el cambio favorable y persistente.
Entre los profesionales de la ayuda psicológica es cada vez más aceptado que la
eficacia psicoterapéutica no depende de la orientación ideológica o de la técnica del
psicoterapeuta, y que la distinción entre terapeutas efectivos, medianamente
efectivos y poco efectivos no puede establecerse tomando como criterios la
orientación teórica y la técnica específica (Lafarga, 1986). Al parecer, los
psicoterapeutas creativos y más eficientes recurren a aquellos elementos teóricos,
metodológicos y prácticos que contribuyan al crecimiento o cambio favorable y
duradero de la persona con quien están comprometidos en una relación de ayuda.
También es fácilmente observable que las mismas "corrientes" psicoterapéuticas se
van enriqueciendo unas con otras, independientemente de prejuicios teóricos o
metodológicos. Ya Alfred Adler, a raíz de sus primeras disidencias con la corriente
psicoanalítica ortodoxa, sugería que el proceso psicoterapéutico efectivo era en
realidad uno solo, con distintas variaciones (Ansbacher, 1956).
/
La actitud empática en el psicoterapeuta, que se manifiesta en un intento de éste por
comprender a fondo la experiencia de la persona en búsqueda y por transmitir
verbalmente esta comprensión esclarecedora, es compartida por todas las corrientes
psicoterapéuticas contemporáneas. Las diferentes formas de psicoanálisis tienen
como objetivo en el psicoanalizado una comprensión exhaustiva de sí mismo. Los
modificadores de la conducta, para poder diseñar un programa adecuado a la
persona que recibe ayuda, necesitan la empatía para explorar los factores
condicionantes con la mayor precisión posible. En general podría decirse que la
actitud empática, en este sentido general, es actualmente reconocida por todas las
corrientes como un elemento indispensable del proceso psicoterapéutico.
La aportación del enfoque centrado en la persona consistió en la identificación y
análisis de esta actitud y en el énfasis que puso en ella como un factor terapéutico
de primer orden en el proceso. Con este enfoque, la actitud empática puede ser
descrita como un captar la experiencia de la otra persona en la interacción
psicoterapéutica del presente con todos los matices de sentimiento, superficial o
profundo; y con todos los significados simples o complejos que esta experiencia tiene
para dicha persona. Es una captación no evaluatoria de la experiencia de esa
persona tal como ella la vive y la describe, comunicada con nitidez y con afecto.
Tiene como objetivo inmediato comunicar la comprensión de la experiencia, con
claridad en la formulación por una parte; y con interés y afecto, por la otra.
Todos los sistemas psicoterapéuticos, pero principalmente los derivados de
corrientes psicoanalíticas, tienen como objetivo práctico revertir el proceso represivo
producto de la confrontación de las necesidades del individuo con exigencias sociales
de muy distinta índole. La interacción empática genuina, como sabemos gracias a la
investigación (Lafarga, 1986), facilita con mayor rapidez el proceso "depresivo" o
sea la exploración consciente de la experiencia en amplitud y profundidad que las
interpretaciones psicodinámicas o las preguntas encaminadas a formular un plan de
cambio.
La actitud empática en el enfoque centrado en la persona supone que toda persona
es capaz, en condiciones favorables, de explorar su propia experiencia y, debido a su
impulso natural al crecimiento, efectuar los cambios que considera más apropiados
para sí. Tiene como objetivo inmediato facilitar y estimular esta exploración y estos
cambios. El entrenamiento clínico del psicoterapeuta centrado en la persona está
enfocado a captar, con la mayor precisión posible, los matices del sentimiento y del
significado en la experiencia de la persona que recibe ayuda. No necesita ésta hacer
una regresión para ir integrando a su experiencia consciente elementos que habían
quedado fuera de ella; a medida que la exploración de la propia experiencia va
siendo más fácil, más amplia y más profunda, los elementos inhibidos o
desintegrados van siendo asimilados otra vez.
En las corrientes psicoanalíticas, el modelo psicoterapéutico es un modelo médico. El
analista en realidad no se comunica con la persona, sino que interactúa con ella
analizando el discurso. El analista, como el médico, diagnostica a su "paciente",
decide cuáles son los elementos importantes en la génesis de la "enfermedad", fija
los objetivos del "tratamiento" y prescribe los procedimientos para la "curación". En
muchos casos este tipo de intervención, en la experiencia del "paciente", no es más
que un revivir, con otro lenguaje y en otras circunstancias, la misma experiencia
patogénica de ser inapropiado en la conducta, en la manifestación de los
sentimientos y en la forma de comunicarlos. Es un revivir la impotencia y la
dependencia, no por introyecciones sociales o morales, sino por la realidad del
presente, aquí y ahora, frente a los criterios y a la autoridad del médico
psicoanalista.
Ya Adler había apuntado que la relación psicoterapéutica es más eficiente cuando el
analista asume una actitud amistosa "como entre iguales" (Ansbacher, 1956); y
Sullivan, Horney y Fromm habían propuesto métodos tendientes a mejorar la
interacción con el "paciente" para facilitar el análisis. Sin embargo, no consideraron
que estas modalidades de interacción tuvieran por ellas mismas una eficacia
psicoterapéutica mayor que el aprendizaje y la asimilación progresiva del
psicodiagnóstico por parte del "paciente".
En la psicología conductual, el modelo médico de los enfoques psicoanalíticos ha sido
sustituido por el modelo técnico ingenieril. El técnico pregunta, indaga, formula y
reformula las condiciones que produjeron el trastorno; la persona cuya conducta
debe ser modificada es un mero colaborador de aquél. Puesto que los intentos de
iniciativa que muestran los pacientes que no cuadran con los marcos de referencia
del médico psicoanalista son calificados de "resistencias" al tratamiento, las
discrepancias de la persona cuya conducta está siendo modificada, y que no son
compatibles con los repertorios "científicos" del modificador, son descartadas como
poco objetivas, mentalistas e irrelevantes para conseguir los objetivos del cambio.
En el planteamiento de la relación psicoterapéutica, tanto en los modelos
psicoanalíticos como los conductuales y lo mismo se podría decir de los gestaltistas
y de otros , el psicoterapeuta en un aspecto muy importante; sabotea sus propios
objetivos cuando actúa como director, planificador y maestro en el proceso, puesto
que refuerza precisamente, de forma abierta o sutil, la dependencia y la pasividad de
la persona que recibe ayuda. El simple aprendizaje y el restablecimiento de pautas
constructivas de reaccionar hacia sí mismo y hacia los demás no bastan para
garantizar cambios favorables y persistentes, si la persona que recibe ayuda no se
siente capaz y responsable por sí misma de tomar la iniciativa y asumir las
decisiones al integrar su experiencia, al encontrar los propios significados y al
orientar y planificar la propia conducta, en congruencia con los propios recursos y las
circunstancias del medio que lo rodea.
En el mejor de los casos, fueron individuos autoritarios que "sabían más" o que
"podían más" quienes generaron la desintegración de la experiencia y de la conducta
en las personas que buscan ayuda. Únicamente personas expertas, capaces de
facilitar y estimular el aprendizaje compartiendo iniciativas y responsabilidades, y
que se consideren ellas mismas en continuo aprendizaje y no "maestras", podrán
facilitar el proceso de reintegración.
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En mayor o menor grado, los diversos sistemas psicoterapéuticos conceden gran
importancia a la expresión libre y espontánea de la persona que recibe ayuda, pero
divergen en la metodología para estimular dicha expresión. La permisividad del
psicoterapeuta para facilitar la manifestación de la experiencia implica de su parte no
emitir juicios de valor, explícitos o implícitos, sobre la persona o sobre su conducta.
Esta permisividad ha sido una de las características del proceso psicoterapéutico en
las distintas corrientes analíticas.
En los procesos de modificación de la conducta, la permisividad queda circunscrita
por los límites que impone con toda claridad y según su criterio el ingeniero o
modificador, quien desde un principio refuerza los repertorios de conductas
apropiadas y procura inhibir las que no lo son, de acuerdo con objetivos establecidos.
A la persona se le permiten exclusivamente conductas que contribuyan a la
formulación y aplicación del programa (Frank, 1961).
En el enfoque centrado en la persona, la actitud positiva incondicional puede ser
descrita no sólo como permisividad, sino más aún como una actitud de manifiesto
interés y aprecio por todo lo que la persona es, por todas sus conductas y por su
comunicación. No es aprobación ya que ésta puede ser tan rechazante como la
desaprobación , sino un interés genuino y manifiesto por todo lo que constituye la
realidad interior y la exterior de la persona. Las mismas conductas y actitudes
"destructivas" o "enfermas" son tan merecedoras de comprensión y aprecio como
cualquier otra experiencia, ya que estas reacciones seudoadaptativas, defensivas o
claramente autodestructivas o antisociales son producto de condiciones adversas que
bloquean de algún modo el impulso básico hacia el crecimiento y desarrollo inherente
a todos los organismos vivos.
Las contraposiciones estructurales que Freud introdujo entre las fuerzas impulsivas
del organismo, por una parte, y las depresiones del ambiente por la otra, así como
las fuerzas adaptativas del mismo organismo, son constructos conceptuales que
ayudan a comprender el aparato psíquico, pero oscurecen la realidad comprobable
del impulso básico hacia el crecimiento, hacia la satisfacción y hacia el goce de la
vida en todos los niveles de la conciencia. Impulso objetivo y evidente en los
organismos vivos y sus distintas especies, consciente en el hombre, y que subyace a
todas las estructuras y procesos en la evolución de la vida (Teilhard de Chardin,
1959).
Cuando el impulso es obstaculizado por circunstancias adversas, internas o
ambientales, puede hacerse destructivo si no encuentra cauces para promover la
adaptación y el crecimiento. Desde este enfoque, la patología es entendida como un
producto del mismo impulso hacia el crecimiento, cuando este impulso no encuentra
los canales adecuados para propiciar la adaptación y el crecimiento. Como el vapor
de una caldera cuya función es mover una turbina, puede quemar o destruir la
caldera
si
no
encuentra
los
canales
adecuados
de
salida.
Freud explicó, en función de las fuerzas instintivas básicas del organismo, las
estructuras adaptativas del "yo". Hartman, en cambio, atribuyó un origen autónomo
a tales estructuras. El hecho es que ni las fuerzas instintivas ni las estructuras
adaptativas ni las presiones ambientales pueden ser bien comprendidas si se les
considera de forma separada y no como integrantes de un solo impulso hacia el
crecimiento y evolución en los organismos y en sus especies, cuya manifestación
más importante fue la aparición y el desarrollo de la vida consciente (Teilhard de
Chardin, 1951).
La aceptación incondicional de este impulso hacia el crecimiento en toda conducta de
la persona que busca ayuda psicoterapéutica, facilita que la experiencia subjetiva de
ésta resulte comprensible y manejable. Cuando la persona descubre que todo en
ella, aún su llamada patología, es producto de dicho impulso y se la recibe con una
actitud positiva incondicional; en tanto que su experiencia, su comunicación y su
conducta no sólo merecen sino que reciben genuino aprecio por parte del
psicoterapeuta, los recursos de esta persona, en el presente, se van movilizando
para hacerla crecer en autoestima, ampliar el ámbito de su conciencia, establecer
pautas más constructivas de funcionamiento y, lo que es más importante, para sentir
hacia sí misma y hacia los demás la actitud positiva incondicional que está
experimentando en la relación terapéutica. Introyecta o internaliza esta actitud
positiva y aprende a quererse a sí misma, no como "debería ser", sino como
realmente es.
En la persona que recibe ayuda, el reforzamiento de esta actitud de aceptación,
aprecio y afecto hacia sí misma por lo que realmente es, constituye el núcleo de la
psicoterapia. Tener como objetivo el establecimiento de repertorios de conducta
"apropiados", y descuidar el reforzamiento de esta actitud de estima de la persona
hacia sí misma, equivale a curar las hojas de un árbol descuidando el tronco, cuya
médula es causa de la enfermedad del follaje.
Los sistemas de ayuda, de orientación o de psicoterapia que privan a la persona de
experimentar aprecio por sí misma, por su "patología" como una reacción
seudoadaptativa, por sus descubrimientos e inclusive por sus propias equivocaciones
aunque proporcionen
( sobre las causales de los síntomas, o propongan y
refuercen pautas de conducta o modelos de acción más adecuados y satisfactorios ,
sabotean sus esfuerzos al retacearle la satisfacción de la necesidad de autoestima,
tan importante para subsistir psicológicamente sana, como el aire que respira para
mantener la vida.
Resulta difícil, en verdad, mantener una genuina actitud positiva incondicional hacia
el comportamiento global de otra persona, cuando no se acepta que ésta tiene la
capacidad para orientar su propia existencia; y se cree que son únicamente
circunstancias fisiológicas o del ambiente las determinantes de la conducta. Si se
asume que la persona que está obviamente condicionada por el medio no es
responsable de alguna forma de sus propias acciones, entonces lo único importante
sí es manipular las circunstancias, sean biológicas o ambientales, para producir
los cambios apropiados. Sin embargo, la conciencia de libertad, en toda persona, a
pesar de los condicionamientos determinantes conscientes o inconscientes, es algo
ineludible. Los sistemas psicoterapéuticos que no aceptan la existencia de la opción
libre en el organismo humano, por lo menos se verán forzados a aceptarla como si
fuera un hecho real, del cual no se podrá prescindir en la práctica (Skinner, 1970),
para que el proceso psicoterapéutico pueda tener resultados favorables y
persistentes.
Tanto la permisividad como la actitud positiva incondicional parecen tener sus límites
en todas las corrientes psicoterapéuticas. Así, la palabra incondicional puede ser la
más adecuada para calificar esta actitud desde el enfoque centrado en la persona.
Más adelante analizaré, sin embargo, la conveniencia de mantener este calificativo.
En la práctica psicoterapéutica emanada de las orientaciones analíticas, la
permisividad tiene límites muy claros. Se permite y se estimula la expresión catártica
de sentimientos y emociones y cualquier forma de expresión o manifestación verbal
de la experiencia. Sin embargo, no se tolera la actuación de los sentimientos como
tampoco otras conductas que, en la sala de consulta, parezcan inapropiadas al
analista conforme a criterios teóricos, profesionales o éticos. Los modificadores de la
conducta, desde la misma formulación del contrato profesional de ayuda, marcan los
límites apropiados a la conducta de la persona en la sala de trabajo.
Estos límites varían considerablemente según los criterios de las muy distintas
corrientes conductuales (Eysenck, 1960; Wolpe, 1958; Bandura, 1961; Ullmann y
Krasner, 1965).
En el sistema centrado en la persona, la actitud positiva incondicional del
psicoterapeuta no tiene más límites que aquellos que la misma actitud positiva
incondicional hacia sí mismo impone a la otra persona. Los límites no derivan de
modelos teóricos o de la convivencia de imponer a otro normas éticas o profesionales
que el psicoterapeuta considera convenientes para sí mismo y para los demás, sino
de un llano, claro y personal reconocimiento del propio derecho a actuar en
congruencia con las propias convicciones.
Los límites no se fijan conforme a verdades o principios preestablecidos, sino
conforme a convicciones personales de las cuales el psicoterapeuta asume la
responsabilidad completa. En este sentido, la relación psicoterapéutica adquiere las
características de la más sana convivencia entre los hombres. Los límites de la
libertad individual están marcados por el derecho que tienen los demás miembros del
grupo a su propia libertad. En casos de conflicto entre las libertades individuales, el
criterio del bien común o mayor bien alcanzable para todos los miembros del grupo,
base de toda sociedad, prevalece sobre la conveniencia individual. En otras palabras:
la persona que busca ayuda experimenta de inmediato la vivencia de ser aceptada
incondicionalmente en todas las dimensiones de su propia experiencia, pero también
experimenta que su conducta tiene límites al convivir armoniosamente con otro ser
libre.
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En la práctica psicoterapéutica generalmente se acepta que la mayor autenticidad o
correspondencia entre lo que una persona percibe y lo que dice de sí misma es índice
de buen funcionamiento psíquico. En realidad, el que llegue a existir un alto grado de
esta correspondencia en la comunicación de las personas es uno de los objetivos
importantes del proceso psicoterapéutico que está enfocado a que la persona que
recibe ayuda, en la misma relación con el psicoterapeuta, se vaya liberando del
conflicto y de la inconsistencia entre lo que experimenta y lo que expresa de sí
misma.
¿Cómo se genera o se impulsa esta autenticidad o esta congruencia? Las distintas
corrientes y orientaciones psicoterapéuticas parecen diferir notablemente en la
respuesta, no sólo por sus afiliaciones teóricas o metodológicas, sino por su técnica y
práctica profesionales que, además, difieren considerablemente de un psicoterapeuta
a otro.
La participación del analista en el proceso es muy variada según las diversas
corrientes emanadas de la teoría psicodinámica. Sin embargo, puede decirse que
para que un psicoanálisis sea considerado como tal es necesario que el analista no
interactúe, sino que analice la comunicación de la persona que está recibiendo la
ayuda psicoterapéutica. Más aún, la involucración interactual del analista con su
paciente durante el proceso es considerada como manifestación de reacciones
"contratransferenciales" que interfieren con dicho proceso si no son también
analizadas. El analista debe ser un agente neutro, no involucrado en interacciones
personales con su "paciente", para que este último pueda proyectar en él la
conflictiva de sus relaciones interpersonales y su experiencia interna. No involucrarse
personalmente, si esto es posible, facilita estas proyecciones y garantiza la
objetividad del análisis. El control emocional del analista debe además propiciar en él
una expresión objetiva e intelectual de sus puntos de vista, de tal suerte que el
permitirse reacciones emocionales o comunicaciones de tipo personal es considerado
como signo de que su propio análisis no ha sido terminado.
En los distintos tipos de modificación o ingeniería de la conducta se toma en general
la actitud del técnico frente al problema concreto. La tarea de éste consiste en
identificar con claridad los distintos sistemas de reforzamiento que han generado y
mantenido los deterioros en la conducta. Una vez identificados, se diseñan los
nuevos sistemas reforzadores de conductas nuevas que reviertan el proceso
deteriorante y establezcan y consoliden repertorios conductuales apropiados y
consistentes. El técnico modificador tampoco interactúa de forma personal con la
persona que solicita sus servicios profesionales, como no lo harían el arquitecto o el
asesor en administración con su clientela.
El analista antes de llegar a serlo, se somete él mismo a un análisis riguroso. El
modificador de la conducta, que yo sepa, no se somete a sí mismo a un proceso de
modificación de sus propias pautas conductuales para llegar a ser un modificador. La
preparación de este último es en parte académica y universitaria para familiarizarse
con las diversas teorías del aprendizaje; y en la parte práctica, en los laboratorios, a
fin de dominar la metodología experimental. Obtiene la práctica como modificador
profesional de la conducta, en consultorios o clínicas en que la metodología del
trabajo es muy semejante a la del laboratorio.
Desde hace tiempo hemos sentido la curiosidad de saber cómo manejan los
ingenieros de la conducta sus propios procesos internos, los cuales teóricamente son
considerados como inexistentes; qué valor adjudican a sus propias convicciones y a
las decisiones que constantemente toman; con qué criterios evalúan sus propios
repertorios conductuales. Estimo personalmente a los modificadores de la conducta
que conozco, como profesionales serios y dedicados, pero estas preguntas que me
intrigan han obtenido sólo respuestas evasivas y poco claras.
Creer que las actitudes y conductas personales del analista y del técnico modificador
no tienen influencia directa de modelamiento en el proceso psicoterapéutico; o que
es posible en la práctica porque lo es en la teoría funcionar como un agente neutro
de aprendizaje en la relación de ayuda, es cerrar los ojos, no sólo a la investigación
que se ha hecho en este campo (Carkhuff, 1967), sino a la experiencia de muchos
"pacientes" y "clientes", que han podido captar y asimilar la diversidad y multitud de
mensajes supuestamente neutros, verbales y no verbales, transmitidos a través de
la conducta de sus terapeutas o modificadores.
Tanto los sistemas psicoterapéuticos analíticos como los programas de modificación
de conducta se han hecho invulnerables a la crítica que proviene de su clientela.
Tienen perfectamente racionalizada su defensa, con argumentos de gran
respetabilidad. Los analistas "interpretan" estas críticas como "resistencias al
tratamiento" o al análisis, como reacciones transferenciales hacia otras personas en
el pasado de sus pacientes. Los modificadores de la conducta consideran que las
críticas provenientes de su clientela tienen como origen principal el desconocimiento
de la técnica o de la "metodología científica" y el rechazo a nuevos aprendizajes.
La investigación reciente (Rogers) ha demostrado que la relación psicoterapéutica es,
ante todo, una relación de comunicación entre dos personas. Y como el objeto de
esta relación, desde el punto de vista de la persona que recibe ayuda, no es llegar a
ser un técnico ni un analista sino llegar a funcionar mejor como persona humana,
únicamente aquellos aspectos de la conducta del psicoterapeuta que lo manifiestan
como persona tendrán influencia directa y predominante en la otra persona. Sólo
como tal servirá de modelo y será fundamentalmente evaluada por quien recibe la
ayuda psicoterapéutica.
Según el enfoque centrado en la persona, el psicoterapeuta es consciente de estas
percepciones en su clientela y del influjo que tienen en el mismo proceso
psicoterapéutico. En efecto, como persona humana el psicoterapeuta es un modelo
de identificación para quien recibe ayuda, tan importante como los padres o como los
seres más significativos en la vida de su clientela. De aquí que la transmisión de
valores a través de mensajes verbales y no verbales que se intercambian en la
relación psicoterapéutica se convierta en realidad ineludible.
La honradez en la comunicación de la propia experiencia se aprende mejor de una
persona que transmite y comunica la suya de forma honesta, que de la mejor técnica
de condicionamiento o de la interpretación de los mecanismos sociales que
produjeron la falta o el deterioro de la comunicación. Así también la aceptación de
uno mismo y la estima de los propios recursos y de la propia conducta, se aprende
más a través de la relación con una persona que puede aceptarse a sí misma y
estimar sus propios recursos y su propia conducta, de una manera honrada y no
defensiva.
El psicoterapeuta que es capaz de escuchar con atención no dividida, de mostrar
genuino aprecio por todos y por cada uno de los elementos en la comunicación que
recibe, de clarificar y ordenar esta comunicación sin distorsionarla; al mismo tiempo
que facilita una amplia y profunda expresión de la experiencia de su cliente, favorece
que dichas actitudes sean poco a poco introyectadas y se conviertan así en el
elemento básico del proceso de reconstrucción.
Así, cuando responde clara y honestamente a las preguntas de tipo personal, está
transmitiendo un mensaje no verbal de que para mantener la propia estima no es
necesario ser defensivo y de que, inclusive cuando se es defensivo, es posible
reconocerlo y no perder la autoestima.
Si es capaz de expresar sus propios sentimientos y reacciones emocionales,
manteniendo el respeto y la estima por sí mismo y por su cliente, está al mismo
tiempo mostrando que es posible expresar y manejar los sentimientos sin tener que
justificarlos o racionalizarlos.
¿Requiere todo esto que el psicoterapeuta sea un modelo de buen funcionamiento
psíquico por la integración y manejo de su experiencia y por sus pautas de conducta
en todos los ámbitos de su actividad personal y profesional? Si así fuera, nadie
podría practicar la psicoterapia. Más aun, sería imposible la ayuda a través de la
relación interpersonal. La condición indispensable para que el psicoterapeuta pueda
ser un agente facilitador del cambio favorable y permanente es que él mismo esté
genuinamente en búsqueda de su propio crecimiento. Que conozca las áreas de su
propia problemática personal y el efecto que éstas producen en sus relaciones de
ayuda, y que esté trabajando por encontrar sus propias soluciones constructivas.
Que esté procurando crecer en honestidad y autoestima, que vaya asumiendo
creciente responsabilidad por las decisiones de su vida y esté intelectual y
visceralmente persuadido de que lo que es bueno para él mismo no necesariamente
lo es para los demás.
En el enfoque centrado en la persona, el psicoterapeuta emerge en la relación
psicoterapéutica con toda la vulnerabilidad de su ser real. Esta vulnerabilidad se ha
demostrado más efectiva para obtener resultados favorables a través del proceso,
que la imagen del terapeuta profesional inalcanzable, capaz de situarse por encima
de la problemática humana y evaluarla y explicarla desde su sillón de cuero, detrás
del escritorio o a la cabecera del diván.
Existen
psicoterapeutas
que
manejan
excepcionalmente
las
técnicas
psicodiagnósticas y, consecuentemente, son maestros en la interpretación aguda y
perspicaz. Esto no necesariamente los hace mejores psicoterapeutas, ni más
expertos en las relaciones interpersonales, tanto familiares como sociales y, aunque
hayan sido psicoanalizados, no necesariamente han tenido la vivencia compartida de
una relación interpersonal cercana y profunda. Llegar a ser capaz de representar el
papel del analista, especialmente por la continencia de la expresión emocional ante
la comunicación de los demás sin interactuar con ellos, ha demostrado ser
antiterapéutico. La experiencia y la investigación han comprobado que a veces la
torpe y muchas veces distorsionante percepción de los "pacientes" sobre un
analista, lejos de manifestar resistencias da un profundo sentido de realidad al
proceso psicoterapéutico.
La técnica en manos de un profesional, auténtico y genuino en la relación
interpersonal psicoterapéutica, es un instrumento de valor incalculable para facilitar
el desarrollo del proceso. En cambio, esa misma técnica en manos de un
psicoterapeuta no acostumbrado a manifestarse como persona real, en la relación de
ayuda obtiene resultados muy parciales y a muy largo plazo.
El psicoterapeuta como agente neutro en el proceso psicoterapéutico, no puede
darse. La persona humana se manifiesta a través de los más insignificantes matices
de su comportamiento: la forma de saludar, el tono de voz, la ropa, el mobiliario de
la oficina, la forma y el estilo de intervenir o de interpretar y muchos otros
elementos no verbales, transmiten innumerables mensajes implícitos o explícitos
acerca de la persona que realmente es el psicoterapeuta.
¿Para qué, entonces, pretender actuar como un agente neutro, si esto, en el mejor
de los casos, no es más que una ficción teórica?
La autenticidad no sólo no opaca la seriedad y el profesionalismo de la relación, sino
que coloca a estos atributos en sus perspectivas más reales. Todo proceso
psicoterapéutico tiene como objetivo elevar el nivel de autenticidad en las personas
que se benefician de él. Tanto la práctica como la investigación sugieren que el
mejor reforzador de la comunicación auténtica es la conducta del propio terapeuta
(Carkhuff, 1974). La autenticidad en la relación interpersonal quita al terapeuta
tonos dogmáticos y autoritarios al manifestar sus puntos de vista, lo hace más
humilde y modesto al emitir sus hipótesis o hacer interpretaciones. Consciente de
que en la comunicación siempre hay elementos que desconoce, tendrá que
manifestar sus percepciones de forma tentativa, abierto a entender más. Tendrá que
bajarse del sillón del maestro a la arena de la vida y aceptarse como un compañero
de búsqueda.
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Las corrientes psicoterapéuticas existenciales (May, 1969, 1975) tuvieron su origen
en la filosofía existencial europea (Jaspers, 1953; Sartre, 1955; Kierkegaard, 1944),
en la metodología fenomenológica (Heidegger, 1962; Strauss, 1963), así como en
los esfuerzos integradores de ambos sistemas filosóficos y sus aplicaciones a la
psicoterapia (Binswanger, 1963; Boss, 1963).
Los presupuestos filosóficos de las corrientes psicoterapéuticas existenciales son tan
similares a los postulados empíricos del enfoque centrado en la persona, que este
último podría considerarse una nueva corriente psicoterapéutica existencial.
Es común a los sistemas psicoterapéuticos existenciales considerar la experiencia
subjetiva del individuo, continuamente cambiante, como la "realidad"; y la
percepción de esta realidad influyendo en la organización e integración de la
experiencia interna.
Cuando la percepción de la propia experiencia se modifica, la misma experiencia del
organismo cambia también. Es decir, cuando la percepción de la realidad interna
produce satisfacción y agrado, la experiencia interna tiende a enriquecerse y a
integrarse; cuando, en cambio, la percepción de la experiencia interna genera
disgusto, ansiedad o temor, la misma experiencia interna se empobrece y se hace
rígida. Se establece así una cadena retroalimentadora de reacciones que puede ser
influida tanto en un sentido positivo como en uno negativo, al modificarse la
percepción que la persona tiene de su propia experiencia.
"El organismo reacciona como una totalidad organizada ante el campo fenoménico de
su percepción y manifiesta una tendencia o impulso básico a actualizar, mantener y
desarrollar el organismo experienciante" (Rogers, 1951). En lugar de hablar de
numerosas necesidades y motivos, es posible describir los impulsos orgánicos y
psicológicos como tendencias a la satisfacción de la necesidad fundamental de
crecimiento. Snygg y Combs (1949) describen esta fuerza direccional, que biólogos,
antropólogos y psicólogos observan en la vida orgánica, en el fenómeno psíquico y
en el desarrollo cultural, como una exigencia del organismo individual y colectivo a
avanzar en la dirección del crecimiento, acomodándose o superando las dificultades
del ambiente. El organismo no se mueve suavemente hacia la autorrealización y el
crecimiento y, sin embargo, en la totalidad de los individuos, el esfuerzo que supone
mantener una dirección progresiva en el crecimiento, genera mayor satisfacción que
los goces efímeros, aunque reales, de no avanzar en esta dirección o caminar hacia
atrás.
Así, la conducta humana puede ser descrita como el esfuerzo intencional del
organismo por satisfacer sus necesidades, tal como las experimenta ahora, en el
campo fenoménico de su experiencia o realidad, y como ésta es percibida por él. La
conducta no es propiamente "causada" por algo que sucedió en el pasado, sino por
las tensiones fisiológicas y psicológicas experimentadas en el presente, que son las
únicas que el organismo puede reducir. Así como experiencias anteriores generaron
los hábitos emocionales y la conducta del organismo en el pasado, las tensiones del
presente y la experiencia actual, percibida y simbolizada "aquí y ahora",
proporcionan los elementos del cambio actual. La experiencia pasada incide en la
experiencia total del organismo por su realidad contemporánea, y no por su realidad
conceptual histórica.
En el organismo humano, una parte del campo perceptual se va diferenciando
gradualmente constituyendo la autoimagen (self). Snygg y Combs (1949) y Angyal
(1941) han contribuido notablemente al estudio de la formulación de la imagen de
uno mismo como resultado de la interacción con el ambiente, y particularmente en la
interacción con otros seres humanos.
A medida que se suceden las experiencias en la vida, éstas van siendo percibidas,
simbolizadas y organizadas en relación con la imagen que el individuo se va
formando de sí mismo. Si estas experiencias son satisfactorias y compatibles con
una imagen aceptable de sí mismo, van siendo integradas; si, por el contrario, son
percibidas como amenazadoras y destructivas, pueden llegar a ser distorsionadas o
totalmente ignoradas. A una de estas tres pautas de percepción de la experiencia
pueden obedecer todas las modalidades de la conducta en el organismo humano.
A medida que experiencias distorsionadas o negadas en el pasado empiezan a ser
vividas en el presente sin amenazas para la imagen de uno mismo, es decir, cuando
son asociadas con experiencias favorables a esta imagen, van pasando a formar
parte de la experiencia total y a ser aprovechadas por el organismo de forma
consciente.
Toda experiencia visceral, sensorial o cognoscitiva que es percibida como amenaza a
la imagen de uno mismo, genera un estado de ansiedad que pone en movimiento
todos los recursos del individuo para transformar dicha experiencia en favorable a la
propia imagen. Si los esfuerzos resultan inútiles, la propia imagen se deteriora. Si la
amenaza resulta intolerable, la experiencia es distorsionada o negada.
Cuando en el proceso psicoterapéutico el análisis conceptual de las experiencias del
pasado o del presente tiene más importancia que la experiencia concreta del "aquí y
ahora", se están perdiendo y desaprovechando los elementos más valiosos para la
reconstrucción y el cambio. Los trastornos emocionales no fueron generados por
procesos conceptuales, sino por experiencias vividas en un momento dado, en un
"aquí y ahora" en el pasado de la persona. De tal suerte que si la comprensión
racional y conceptual sustituye a la experiencia actual, el proceso psicoterapéutico se
estanca o se prolonga indefinidamente.
¿Qué importa que la persona, en un momento dado no tenga una comprensión
profunda de la génesis de su problemática emocional? Lo verdaderamente
importante para ella es sentirse mejor consigo misma, ampliar el ámbito de su
experiencia interna y externa, sentirse menos dependiente de los demás, más
responsable de sus propias decisiones en la vida y establecer pautas de conducta
más favorables al propio crecimiento y al de las otras personas con quienes se
relaciona.
Con el esfuerzo psicoterapéutico se concentra en la experiencia del "aquí y ahora"
es decir, en establecer las condiciones que impliquen una ausencia total de
amenazas para la estructura de la imagen que de sí misma tiene la persona, de tal
suerte que pueda explorar y expresar con creciente libertad lo que para ella tenga
importancia y significado , el proceso tiene resultados inmediatos, no tanto por los
contenidos conceptuales que hayan sido manejados o aclarados durante la sesión,
sino por la experiencia de bienestar, la disminución de la ansiedad, la amplitud y la
profundidad de la experiencia vivida, y la mejor imagen que de sí misma se lleva la
persona.
Una comprensión cognoscitiva y conceptual de la experiencia tanto presente como
pasada es casi irrelevante en el proceso psicoterapéutico (Lafarga, 1986). En
cambio, sentirse en contacto directo con la propia experiencia del "aquí y ahora",
asociada ésta con sentimientos de autoestima, producen en la persona reacciones
psicoterapéuticas inmediatas. Un buen análisis conceptual de la experiencia y
mejores aproximaciones de la realidad externa, son más bien consecuencia de un
sano proceso psicoterapéutico, que su causa.
El objetivo inmediato, operacionalmente formulado, del proceso psicoterapéutico
podría, en consecuencia, ser: modificar la percepción que la persona en busca de
ayuda tiene de sí misma, a través de la experiencia "aquí y ahora" de la relación
terapéutica, más bien que alcanzar una comprensión intelectual de la dinámica que
generó las distorsiones perceptuales. Esta modificación es posible cuando las
reacciones de rechazo, ansiedad y temor, asociadas con la autoimagen son
sustituidas por reacciones de aceptación y aprecio, en una relación interpersonal.
Independientemente de variaciones de matiz, los sistemas psicoterapéuticos
existenciales consideran que el hombre únicamente es capaz de aprender sobre sí
mismo a través de sus relaciones con otros seres humanos. Así como las relaciones
con otros seres humanos generaron un aprendizaje defectuoso sobre uno mismo y
deformaciones perceptuales que se encuentran en la base de todo trastorno psíquico,
de igual manera una percepción satisfactoria y un aprendizaje creativo y constructivo
sobre la propia experiencia sólo pueden llevarse a cabo a través de relaciones
interpersonales que refuercen consistentemente la estima por ese yo único, distinto
e irrepetible, a través de otro ser humano.
En un proceso psicoterapéutico no dirigido ni manipulado, en el cual la persona
puede expresarse con creciente libertad, muy pronto se enfrenta con la experiencia
de estar sola en el momento de tomar decisiones y de asumir responsabilidad por
ellas. Los sistemas psicoterapéuticos existenciales coinciden en no perder de vista,
en la interacción presente de cada una de las sesiones, el objetivo final del proceso
psicoterapéutico: facilitar en la persona que busca ayuda la libertad para actuar en
congruencia consigo misma y para asumir una creciente responsabilidad por sus
acciones. Otros sistemas, que al menos en teoría presuponen que el hombre no es
capaz de tomar decisiones libres, deberían contemplar, como término del proceso
psicoterapéutico, a un individuo capaz de explicar su conducta en términos de
factores externos, pero sin asumir responsabilidad por ninguno de sus actos.
Los enfoques existenciales ofrecen a las personas en busca de ayuda un encuentro
personal con el terapeuta, en el que la experiencia de una buena relación es más
importante que el aprendizaje conceptual acerca de ellas mismas; en que se
manejan el presente y el futuro, y en que las memorias y condicionamientos del
pasado, vividos necesariamente en el presente, son uno de tantos ingredientes del
"aquí y ahora".
La aportación especial del enfoque centrado en la persona a las corrientes
existenciales ha sido la introducción de una metodología más sistemática para la
observación del fenómeno psicoterapéutico y la verificación de las hipótesis
emanadas de esta observación. El formulador original y los innovadores
subsecuentes, al estar manejando procesos internos y datos subjetivos, diseñaron
una metodología propia que representa un paso adelante respecto del método
filosófico inductivo de los psicoterapeutas existenciales.
No han sido únicamente los psicólogos del enfoque centrado en la persona quienes
han diseñado y utilizado esta nueva metodología, aunque sí los que han hecho una
contribución más significativa a esta metodología. Aquí no sería oportuno volver a
tocarla, puesto que ha sido ampliamente descrita en el volumen tercero del
.
"
(Lafarga, 1986), al analizar el origen y verificación
de las hipótesis del enfoque centrado en la persona. Sin embargo, es importante
señalar, en primer término, que dicha metodología no es exclusiva de este enfoque
(Arnold, 1960); y en segundo término, que los datos subjetivos de la experiencia
interna han sido también considerados por la generalidad de los psicólogos, como
objeto de la psicología. Las conductas observables son más bien medios para llegar a
estos datos, no el único objeto del conocimiento psicológico.
Quiero terminar este capítulo con una descripción del psicoterapeuta efectivo que
emerge de la investigación, de la práctica psicoterapéutica de mis maestros y
colegas y de mi propia experiencia. Es más un investigador que un maestro, es decir,
está dispuesto a aprender continuamente y a facilitar así el aprendizaje de los demás
sobre ellos mismos, más bien que a enseñarles; y moviliza todos sus recursos para
facilitar este aprendizaje en común.
Experimenta un genuino interés por todo lo que pertenece al campo de la
experiencia propia y de los demás, y lo transmite con claridad y con llaneza.
Es capaz de escuchar con atención no dividida y de transmitir de forma clara, directa
y personal la comprensión de lo captado; no evalúa la comunicación ni la conducta
de los demás, sino más bien ayuda a que las evaluaciones hechas por ellos mismos
sean más precisas y congruentes.
Es acogedor y cálido, y espontáneo en la manifestación de su afecto. Capta los
sentimientos, los significados y los matices de comunicación de forma concreta sin
reducirlos a abstracciones conceptuales. Manifiesta sus sentimientos sin ambages y
ofrece sus puntos de vista como hipótesis tentativas para estimular y facilitar el
aprendizaje, y no para ajustarlo a cuadros diagnósticos preelaborados.
No es defensivo ni se justifica, y es capaz de analizar sus propias reacciones. Acepta
la crítica dirigida a él, como uno de tantos elementos del aprendizaje en común. Es
explícito en sus manifestaciones de confianza, pero no da apoyo ni echa mano de
recursos paliativos.
Experto en psicología clínica, es decir, en salud y disfuncionalidad, es capaz no sólo
de formular cuadros diagnósticos tentativos a medida, sino de identificar e integrar
los recursos de la persona en todo momento como ingredientes básicos del proceso
de crecimiento.
Conoce los límites de su actividad profesional y sabe referir a otros especialistas
cuando las tareas rebasan su competencia. Vive generalmente satisfecho con su
trabajo y está abierto a nuevas hipótesis y hallazgos para enriquecerlo.
Descripciones como éstas pueden también contribuir a que algunos terapeutas
tiendan más a "representar el papel" que a vivirlo. Sin embargo, son útiles para
entender los elementos modeladores del proceso psicoterapéutico.
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Las teorías cognoscitivistas y los terapeutas e investigadores que han surgido de
esta línea han impactado sustancialmente las aproximaciones contemporáneas del
desarrollo personal y los procesos de cambio humano. Las terapias cognitivas, son
un conjunto de procedimientos activo directivos, estructurados y de tiempo limitado,
que se utilizan para tratar distintas alteraciones de orden neurótico y psiquiátrico. Se
basan en el supuesto teórico subyacente de que los efectos emocionales y de
conducta de un individuo están determinados, en gran medida, por el modo que
tiene dicho individuo de estructurar el mundo.
Una fuerza significativa que ha ayudado a establecer las terapias cognitivas como
una aproximación viable a la prestación de servicios psicológicos, además de que
supuso un nuevo impulso en el desarrollo histórico de las terapias cognitivo
conductuales, ha sido la $
'
0$' 1 desarrollada por el Dr.
Albert Ellis.
Desde su surgimiento formal en 1955, la TRE ha sido una de las formas de
consejería y de psicoterapia con mayor influencia dentro del campo clínico,
comprobada por los cientos de profesionales de la salud mental en el mundo
(Estados Unidos, Italia, Alemania, Holanda, Australia, Inglaterra, Francia y México),
dedicados a la teoría y práctica de esta línea terapéutica, haciéndose manifiesta
también a través de las docenas de libros que sobre el tema han sido publicados
(Ellis, 1957a, 1957b, 1957c, 1958a, 1962, 1973, 1985a, 1985b, 1985c, 1985d; Ellis
y Abrahms, 1978; Ellis y Becker, 1982; Ellis y Bernard, 1983a, 1985a; Ellis y
Whitely, 1979; Bernard y Joyce, 1984; Grieger y Boyd, 1980; Hauck, 1980; Walen,
DiGiuseppe, y Wessler, 1980; R. A. Wessler y Wessler, 1980).
La literatura sobre tópicos de investigación y del área clínica sobre la TRE, es
inmensa; cientos de nuevos artículos y estudios aparecen cada año. Smith (1982)
reportó, que al preguntar a 800 psicólogos clínicos a quién consideraban el autor que
más contribuciones había hecho al campo de la psicoterapia, Ellis ocupó el segundo
lugar junto con Carl Rogers y antes de Freud. Smith también señaló, que la TRE fue,
predominantemente, la más representativa entre las 10 teorías de mayor influencia
en el campo clínico.
Heesackeer, Heppner y Rogers (1982), llevaron a cabo un estudio de análisis de
frecuencia de aproximadamente 14,000 referencias de tres grandes revistas de
psicología durante dos años y encontraron que de los artículos publicados después de
1957, Ellis fue el que obtuvo la mayor frecuencia en ser citado junto con otros
autores cognitivo conductuales (Meichenbaum, Bandura, Mahoney y Thorensen).
Sprenkle, Keeney y Sutton (1982), entrevistaron a 600 terapeutas clínicos y
miembros de la Asociación Americana de Terapia Familiar y encontraron que de los
teóricos que más influencia han tenido sobre ellos fueron, en orden descendente,
Virginia Satir, Sigmund Freud, Carl Rogers y Albert Ellis. Lo que muestra la gran
influencia de la TRE en los terapeutas de América en los años recientes.
Los inicios de la TRE, pueden ser delineados a partir de la vida personal de niño y
adolescente de Ellis, entre 1920 y 1930, cuando comenzó a enfrentar serios
problemas físicos (nefritis aguda) y problemas de personalidad (timidez en general,
miedo de hablar en público y de relacionarse con el sexo femenino). Motivado por lo
que pasaba en su vida en esos momentos, Ellis llegó a estar interesado en la filosofía
de la felicidad y el bienestar, y se dedicó a leer cientos de libros y artículos de
filosofía y de psicología (escritos de Epicteto, Marcus Aurelio, Emerson, Coué, Dewey,
Freud, Bertrand Russell y Watson), tratando de encontrar explicación y significado a
lo que él consideraba como su problema emocional y así, dejar de vivir la ansiedad
que sentía y que le provocaba dificultades en el área social (Ellis, 1972a).
En 1939, Ellis inicia sus investigaciones abordando temas como el sexo, amor,
matrimonio y pareja, y en el proceso descubre su capacidad de que al hablar con sus
amigos podía ayudarlos cuando éstos estaban ansiosos y/o deprimidos en alguna
área de su vida. Posteriormente, en 1943, obtiene el grado de Maestro en Psicología
Clínica de la Universidad de Columbia y comienza formalmente como psicoterapeuta
dentro de la línea de Terapía Sexual y Matrimonial. Para 1947, obtiene su grado de
Doctorado.
Al principio le gustaba trabajar como psicoanalista, en parte por que le permitía
exteriorizar sus intereses en el terreno de la ayuda y solución de problemas. Sin
embargo, a pesar de sus dudas sobre la manera no científica en la cual se practicaba
el psicoanálisis, él continuaba creyendo que era la forma mas profunda de terapia e
inició su análisis y entrenamiento como analista, en el Instituto de Karen Horney en
1947, aplicándolo en su práctica clínica hasta 1953, cuando comenzó a
desilusionarse de la teoría y la eficacia de la orientación psicoanalítica. Así es como
comenzó a llamarse psicoterapeuta en lugar de psicoanalista abandonando la
orientación tradicional psicodinámica (Ellis, 1949a, b, 1950, 1956a; Dryden y Ellis,
1989; Dryden y Golden, 1986).
Para 1955, surge la TRE, que al principio fue llamada terapia racional porque
enfatizaba los aspectos cognitivos y filosóficos, queriendo diferenciarla claramente de
las otras terapias de los años 50's (Ellis, 1958), y junto con su primer colega y
asociado en su nueva forma de tratamiento, el Dr. Robert A. Harper, deciden en los
principios de los 60's cambiar el nombre a TRE (Ellis y Bernard, 1985).
El desarrollo de la TRE se debe, en parte, a su esencial orientación optimista y
humanista; optimista porque provee a las personas la posibilidad de obtener los
medios para lograr un cambio; humanista porque ayuda al desarrollo del potencial
humano, ayudándolo a que logre su bienestar personal y trabaje para conseguir sus
metas planteadas.
De los comienzos de la TRE se puede decir, que ha sido filosófica y controvertida
debido a que Ellis, desde la edad de 16 años, se tomó como hobby la tarea de
estudiar a los filósofos, sosteniendo que si una persona adquiere o tiene una filosofía
de vida sana, esto le ayudará a no tener perturbaciones emocionales. La TRE se vio
influenciada por muchos escritores de diversas escuelas filosóficas, pero
especialmente por Epictetus, Marcus Aurelius, Baruch Spinoza, John Dewey, Bertrand
Russell, A.J. Ayer, Hans Reichenbach, Karl Popper, e incorporó algunos puntos de
vista de terapeutas tales como Adler (1927, 1929), Coué (1923), Dubois (1907),
Frankl (1959), Herzbeerg (1945), Horney (1939), Johnson (1946), Kelly (1955), Low
(1952), Rotter (1954), no obstante que algunos de estos autores cognitivos los leyó
Ellis después de haber originado lo básico de la TRE.
La filosofía TRE puede ser abreviada y sintetizada en los siguientes puntos: a) La
razón y la lógica por sí mismas no son elementos suficientes para llegar a una
verdad, sino sólo son herramientas necesarias que permiten filtrar la verdad vs. la
falsedad. b) La ciencia es estrictamente empírica y el conocimiento científico debe en
principio, ser confirmado por alguna forma de experiencia humana. c) El
racionalismo es una posición filosófica opuesta a otras formas de explicación
anticientífica del conocimiento, tales como el espiritismo, dogmatismo, autoritarismo
y revelaciones. d) El hombre no vive sólo de la razón, pero si puede ayudarse de ella
para dirigir su existencia y disminuir su perturbación emocional, usandola para
pensar con claridad, con lógica, con consistencia y con realismo, (Ellis, 1962).
La filosofía racional emotiva se plantea sobre "¿cómo el ser humano adquiere su
conocimiento?", y esto tiene que ver, claramente, con la
) # La TRE
plantea que el conocimiento que adquirimos está influenciado por las
interpretaciones que imponemos a nuestras percepciones. Estas interpretaciones son
consideradas en la TRE, como las concepciones que del mundo tiene una persona, es
la filosofía personal, el sistema de creencias del individuo. Ellis coloca este punto de
vista "constructivista", en una perspectiva histórica cuando cita a Epicteto, el filósofo
estoico romano quien en los primeros cien años antes de Cristo, escribió su famosa
frase: "no son las cosas del mundo las que perturban emocionalmente a los seres
humanos, sino la forma de percibir y pensar sobre ellas".
El conocimiento y la verdad, no son absolutos en la mente de la persona que lo
piensa. La TRE rechaza la idea de que existan "absolutos" (no hay verdades
terminadas, leyes del universo para la conducta) y sí acepta una posición
"relativista". La TRE plantea que las ideas que tenemos y en las cuales creemos
como verdades absolutas, hay que considerarlas como hipótesis susceptibles de ser
rechazadas y desconfirmadas.
Esta posición epistemológica de relativismo es central en la TRE, porque se plantea
que la perturbación psicológica es el resultado de nuestras interpretaciones
idiosincráticas. La filosofía personal disfuncional y el sistema de creencias de las
personas, son considerados por la teoría como el objetivo básico, la meta de la
intenvención terapéutica. El conocimiento y el entendimiento que las personas han
adquirido de su experiencia personal y del contacto con sus padres, maestros y otras
instituciones culturales, son susceptibles de ser escudriñados y modificados en
terapia, a través de la enseñanza de un método científico.
La base filosófica de la TRE, es una versión del
!
, el cual se refiere a
una tradición filosófica que ve la ciencia como un método ejemplar de todas las
formas de actividad intelectual. La adhesión de Ellis al positivismo se manifiesta a
través de sus artículos en los que afirma que la TRE: "... está muy cercana y unida al
empirismo científico, a la objetividad y a la experimentación controlada ... La TRE
depende de la evidencia empírica y de la deducción lógica de las hipótesis que se
basan en hechos" (Ellis, 1973).
Debe subrayarse que no obstante la posición de Ellis va más allá de la categoría
genérica del positivismo, su filosofía de la ciencia es más parecida o semejante al
modelo hipotético deductivo fundado por Hempel (1966) y elaborado por Kuhn
(1970) y Lakatos (1970), que al modelo inductivo de Bacon.
El papel de la razón y la lógica en el ser humano son elementos cognitivos que son
usados por la TRE, porque determinan la forma en la cual las personas adquieren su
filosofía y creencias personales de autoderrota, así como también considerados como
mediadores entre los estímulos de entrada y la adquisición del conocimiento.
La TRE en su práctica clínica busca no sólo embuirse en los ideales de la ciencia, sino
también se interesa por entrenar a los pacientes a utilizar un método científico en su
vida diaria. La TRE se aboca al pensamiento científico que lleva a conclusiones
objetivas. Por cada creencia expresada por un paciente, la pregunta de la TRE
apropiada es ¿cuál es la evidencia que tienes para creer que eso es verdad? La TRE
busca hacer buenos científicos de los pacientes para que así, ellos puedan adquirir la
información correcta, usando la evidencia lógica y construyendo creencias de
autoayuda. Se pretende que el paciente identifique qué de lo que percibe es verdad,
ya que cuenta con su pensamiento para obtener la evidencia exacta y para pensar
con lógica. De tales evidencias, se espera que construya una imagen más realista de
sí mismo y del mundo en el cual vive.
La TRE enfatiza la importancia de los valores humanos. Las personas tienden a
funcionar sanamente cuando poseen valores racionales, pero cuando poseen ideas
absolutistas, metas perfeccionistas y propósitos matizados de excelencia, tienden a
experimentar perturbación emocional.
Un concepto humanista, que juega un papel importante en la práctica TRE, es el
(
(Ellis, l965, l972). Ellis señala que muchas perturbaciones humanas se
basan en el principio de que las personas se califican a sí mismas y a otros como
"buenos" o "malos". Este tipo de evaluaciones que las personas hacen, es pernicioso,
ya que dedican sus vidas a comportarse en función de la aprobación de los otros, y
cuando no la obtienen, inevitablemente, se devalúan a sí mismos percibiendo que
han fracasado. La autodevaluación es la esencia de la miseria humana. Cuando las
personas se devalúan encuentran muy difícil pensar en forma objetiva y racional en
situaciones problemáticas.
La meta principal de la TRE consiste en ayudar a las personas a pensar de forma
racional (científica, clara y flexible); tener emociones apropiadas y a actuar de una
forma funcional y adaptativa (eficiencia), con el objetivo de lograr sus metas y ser
más feliz. Por lo que la TRE define a la racionalidad, a las emociones adaptativas y a
la conducta funcional en términos de sus metas básicas. La TRE hipotetiza que si la
meta principal de las personas es vivir lo mejor de la vida, evitando el dolor
innecesario y enriquecerse como personas, tendrían que adquirir e internalizar los
siguientes valores y metas, muchos de los cuales pueden ser pensamientos propios
de actitudes racionales (Ellis y Bernard, 1985).
Interés en sí mismo. Las personas sensatas y sanas emocionalmente suelen
interesarse en primer lugar por sí mismas, y colocan sus propios intereses, al menos,
un poco por encima de los intereses de los demás. Se sacrifican hasta cierto punto
por aquellos a quienes quieren, pero sin que esto les anule.
Interés social. El interés social es racional y positivo, porque la mayoría de las
personas optan por vivir y divertirse en una comunidad y grupo social. Tienden a
proteger los derechos de los demás y favorecer la vida en sociedad, y tienen muy
claro que es poco probable que lleguen a crear un mundo en el que ellos mismos
puedan
vivir
cómoda
y
felizmente.
Autodirección. Las personas asumen la responsabilidad de su vida, a la vez que
cooperan con los demás. Este tipo de personas no piden ni necesitan demasiada
ayuda de los otros.
Alta tolerancia a la frustración. Los individuos racionales se otorgan a sí mismos y a
los demás, el derecho a equivocarse. Se abstienen de condenarse o de condenar a
los otros como personas, por un comportamiento inaceptable u ofensivo, incluso
aunque les desagrade mucho tal conducta. Las personas no se atormentan cuando
están en una perturbación emocional, sino tratan de cambiar las condiciones que
sean susceptibles de modificarse, aceptando las que no pueden cambiarse y teniendo
la sabiduría para diferenciar entre ambas.
Flexibilidad. La gente sana y madura suele ser de ideas flexibles, abierta al cambio,
pluralista y no fanática cuando emite opiniones sobre los otros. No dictan reglas fijas
y rígidas para sí mismos ni para los demás.
Aceptación de la incertidumbre. Las personas sanas aceptan la idea de que vivimos
en un mundo de probabilidades y de continuo cambio, donde no existe la certeza
absoluta y probablemente nunca existirá. Se han dado cuenta de que vivir en este
mundo de incertidumbre no es horrible, y a menudo resulta fascinante. Les gusta
que haya un orden pero no exigen saber con exactitud qué le deparará el futuro.
Involucrarse en ocupaciones creativas. Para la mayoría de las personas resulta
saludable y satisfactorio involucrarse de forma vital en algo fuera de sí mismos, y
poder ser, teniendo al menos algún interés creativo. En ciertos individuos este
interés es de tipo humanitario y lo consideran tan importante, que organizan buena
parte de sus vidas alrededor de esta clase de interés.
Pensamiento científico. Los sujetos tienden a ser más objetivos, científicos y
racionales que aquellos que tienen alguna alteración. Tienen la capacidad de
experimentar sentimientos profundos y de actuar correctamente, pero también
pueden regular sus acciones y emociones reflexionando sobre ellas y evaluando sus
consecuencias según les lleven a conseguir metas a corto o largo plazo.
Autoaceptación. Las personas simplemente se alegran de estar vivas y se aceptan
a sí mismas, por el hecho de vivir y tener capacidad para divertirse. Rechazan la idea
de evaluarse en función de sus logros o de lo que opinen los demás. Prefieren
divertirse más que ponerse a prueba.
Arriesgarse. La gente tiende a arriesgarse, a intentar hacer lo que pretende, incluso
cuando hay muchas probabilidades de fracasar. Son aventureros, pero no
temerarios.
Hedonismo a largo plazo. Las personas bien adaptadas aspiran a conseguir los
placeres del presente y del futuro, pero no sacrifican el mañana por el bienestar
pasajero de un momento. Son hedonistas, buscan la felicidad y evitan el dolor, pero
asumen que no van a vivir eternamente y que es mejor pensar en el hoy y en el
mañana sin obsesionarse con gratificaciones inmediatas.
Antiutopía. La gente acepta el hecho de que las utopías son inalcanzables y que
nunca conseguirán todo lo que quieren, ni podrán evitar el dolor. Piensan que es
poco sensato esforzarse por alcanzar el placer, la felicidad y perfección total, o la
falta total de ansiedad, depresión, descontento y hostilidad.
La propia responsabilidad de sus alteraciones emocionales. Los individuos aceptan
la gran parte de responsabilidad que tienen en sus propias alteraciones, en lugar de
echar la culpa de forma defensiva a los demás o a las condiciones sociales, por sus
conductas, pensamientos, y sentimientos auto destructores.
Las metas de la filosofía racional emotiva han sido señaladas por Walen (l980) como
el establecimiento de creencias y hábitos que sean congruentes con: a)
supervivencia, b) logros de la satisfacción en el vivir, c) afiliación con otros en una
forma positiva, d) logro en el desenvolvimiento íntimo con los otros, y (e) desarrollo
y mantenimiento de nuestras experiencias positivas y adaptativas como parte de
nuestra personalidad.
Quizás uno de los grandes problemas de la historia de la filosofía ha sido el de la
libertad y el determinismo. La TRE sostiene que la conducta del hombre, no obstante
estar determinada en cierto grado y limitada por su naturaleza biológica y su
historia, está considerablemente menos determinada de lo que los ortodoxos
freudianos o conductistas afirman. Esto implica que las personas pueden entender o
ampliar sus elecciones de acción y significativamente cambiar su personalidad a
través de: a) entender cómo ellos se limitan a sí mismos, b) desarraigar y modificar
sus rígidas filosofías de vida, y c) trabajar activamente en contra de sus
pensamientos habituales de autoderrota hasta que se rompan las cadenas que los
restringen (Ellis, l973).
Al establecer esto, Ellis adjudica un papel de suma importancia a la responsabilidad
del paciente en su propio sistema. La TRE propone o coloca al hombre en el centro
del universo y de sus propios estados emocionales y le da casi la total
responsabilidad de elección para hacer o no, de sí mismo, una persona perturbada.
No obstante, la carga biológica y los factores medio ambientales, que sí son
importantes en la cadena de eventos que llevan al ser humano a la desorganización
y al desorden, Ellis insiste en que el individuo por sí mismo puede intervenir de
forma significativa entre los estímulos medio ambientales de entrada y su salida
como expresión emocional; y por lo tanto, tiene una enorme cantidad de control
humano sobre lo que él siente y quiere hacer. La persona, equivocadamente, se
provoca perturbaciones por mantener pensamientos irracionales sobre sí mismo y los
otros, que no son objetivos ni válidos, pero también puede, por sí mismo, dejar de
perturbarse si utiliza un procedimiento racional emotivo (Ellis, l973).
Filosóficamente, Ellis coloca al ser humano entre aquellos que creen que ni la libertad
ni el determinismo pueden dar una completa explicación de la conducta humana y
que es necesario reconocer las restricciones, en la elección humana, impuestas tanto
por la biología como por la historia, pero también subrayar las posibilidades humanas
de elegir la autodeterminación.
Ellis, constante y consistentemente, ha señalado que la TRE está basada en una
filosofía de vida humanista. Algunas veces, este punto ha sido mal entendido por
psicólogos que identifican al humanismo con los trabajos de Maslow, Perls y Rogers.
La confusión es por el hecho de que hay dos formas de humanismo que sirven como
fundamentos para los sistemas contemporáneos de psicoterapia. Los autores
anteriores, estarían con el humanismo romántico de los años l900 que surge como
oposición a la glorificación de la razón y la ciencia. El humanismo romántico intenta
promover la sensibilidad emotiva y activa y cultivar las pasiones. Considera como
elementos importantes la intensidad de la experiencia, la espontaneidad, la
creatividad, la emocionalidad y la pasión.
La otra forma de humanismo que precede al romántico y con el cual se suscribe la
TRE, es el (
+
, el cual se basa en los valores, acepta la superioridad
de la ciencia sobre los otros sistemas de pensamiento y su punto de vista de la
=
)/ , es la actividad humana más deseable. El humanismo clásico
confía en la primacía y superioridad de la razón como una guía de la conducta
opuesta a todas las autoridades irracionales y arbitrarias.
Ellis y la TRE son básicamente éticos (Ellis, l973). La TRE plantea que un principio
humanista es que la autoridad última y máxima para evaluar la conducta es la razón
humana. Las decisiones que tomamos sobre cómo nos relacionamos con los otros no
se basan en un principio moral de lo correcto o incorrecto, sino en términos de cómo
nuestras acciones afectan a nuestras propias metas personales y cómo se ven
afectadas nuestras relaciones con los otros.
+
)9) )
Albert Ellis ha elaborado como uno de los principios esenciales de la TRE, una teoría
acerca de los trastornos emocionales, que por sus siglas es conocida como el A.B.C.
de la racionalidad, y en la cual describe cómo una persona llega a trastornarse.
La TRE comienza contemplando una consecuencia emocional y conductual (que se
denomina "C") y se dedica a identificar el evento activador (llamado "A") que
aparece como el precipitador de dicha consecuencia emocional y conductual.
Mientras que el punto de vista más comúnmente aceptado es que "A" provoca "C", la
TRE sostiene que las creencias del individuo (denominadas "B"), que en realidad son
evaluaciones acerca de lo que pasó en "A", son las que determinan la aparición de
"C". Esquematizando esta información, se contemplaría así:
Concepción popular
A————— >———————C
Concecuencias
Evento
emocionales y
activador
conductuales.
Concepción racional emotiva
A— >———B——— >———C
Creencias
Consecuencias
Evento
racionales e
emotiva y
activador
irracionales
conductuales
De este modo, el punto central está en que la gente, literalmente, crea sus propios
sentimientos. Los eventos y las situaciones no pueden, por sí mismos, causar un
sentimiento. Las emociones son creadas en la mente, a través de la evaluación que
se hace de la realidad. Cuando las evaluaciones se basan en premisas y creencias
irracionales, las emociones resultantes son tensionantes y surgen conductas
desadaptativas. La ruta más directa para aliviar las perturbaciones emocionales y
para habilitar el comportamiento, es a través de una técnica de debate empírico, la
cual, ayuda a la persona a deshacerse de sus creencias irracionales.
Cuando consideramos, desde la perspectiva de la TRE, cómo se expresa la
personalidad en conducta y en emoción, lo que hacemos es, concretamente,
examinar cómo las interpreta y qué evaluación hace el individuo del mundo que le
rodea, su conducta y sus consecuencias emocionales. Esas interpretaciones,
evaluaciones y sistemas de creencias que le subyacen, son las responsables de la
creación y mantenimiento de la conducta y emoción humanas.
Ellis ha señalado que hay tres formas de expresión humana que son inseparables y
que interactúan de manera recíproca una con la otra: a) la cognición, b) la emoción,
y c) la conducta.
Ciertos escritores del movimiento cognitivo conductual, han examinado el problema
de la relación entre pensamiento y emoción y argumentan que la emoción no es
activada directamente por los procesos cognitivos (Zajonc, l980). Estos argumentos
se basan en la noción de que las respuestas afectivas son respuestas filogenética y
ontogenéticamente primarias. También datos de investigación sobre el cerebro,
plantean que la emoción puede dispararse por el hemisferio izquierdo o por los
procesos no verbales (Davidson, l978).
Por lo tanto, Ellis (l962) reconoce tres orígenes separados de la emoción: a)
procesos sensoriales, b) estimulación biológica mediada a través del tejido del
sistema nervioso autónomo (áreas subcorticales), y c) procesos de pensamiento o
procesos cognitivos.
Queda claro, por los escritos de Ellis, que la cognición es el elemento más importante
y dominante en la creación y mantenimiento de la perturbación humana. Un ejemplo
de una simple ilustración podría darse cuando alguien permanece constantemente
trastornado después de experimentar un evento perturbador; esto es debido a que la
persona continúa pensando y rumiando sobre este evento traumático.
Ellis también arguye, así como lo hacen otras teorías de la personalidad (Kelly, l955),
que en la terapia los cambios en los pacientes van acompañados por cambios en la
percepción y la cognición. Ellis cree que el papel de la cognición es de suma
importancia, ya que los cambios en la filosofía de una persona, permiten hacer un
cambio tanto en la emoción como en la conducta (Ellis, l979c).
De acuerdo con Ellis, el paquete cognitivo del sujeto llega a resultar una desventaja
por la propensión biológica y hereditaria hacia la irracionalidad, la cual actúa en
contra de los logros, de los valores básicos de la persona, sus propósitos, metas e
ideas. Esta propensión es vista tanto como una tendencia a los errores en la
representación de la realidad, como también en los procesos de razonamiento. La
capacidad de pensar es influenciada por el sistema de creencias del individuo y
viceversa. Estas distorsiones cognitivas y el sistema de creencias de las personas
pueden ser vistos como rasgos de personalidad consistentes y generalizados, los
cuales gobiernan y explican la psicología de la emoción y la conducta humana. Dicho
de otra forma, la TRE describe y explica el rango completo de la emoción y la
conducta en términos de algunas características estables y duraderas de la
personalidad.
El término "creencias" es usado para referirse a una variedad de características de la
actividad del pensar del ser humano y es vista, también, como la causa de las
emociones disfuncionales y de los patrones de conducta desadaptativos. Las
propiedades de las creencias pueden resumirse como sigue (Bernard, 1981, en
Bernard y Joyce, 1984):
* Las creencias pueden ser definidas como un constructo hipotético que abarca tres
clases distintas de fenómenos cognitivos: a) pensamientos que un individuo está
elaborando y de las que está consciente en un determinado momento, b)
pensamientos en los que el individuo no está consciente de ellos, y c) creencias
abstractas que el individuo mantiene en general.
* Las creencias que las personas mantienen no se expresan, pero constituyen el
marco de referencia que usan para evaluar o juzgar, y así llegar a conclusiones sobre
lo que se esperaba de ellos, de los otros y del mundo (esquema cognitivo).
* Las creencias se pueden diferenciar basándose en si reflejan cualidades absolutas e
imperativas (irracionales) o cualidades relativas y condicionales (racionales).
* Las principales creencias que las personas mantienen pueden ser clasificadas en
tres grandes categorías: a) Debo hacer todo bien... b) Los otros deben tratarme
bien... y c) Las condiciones bajo...
* Existen cuatro formas comunes de pensamiento autoderrotista que derivan de
ideas irracionales y que llevan a perturbaciones psicológicas: a) es espantoso,
horrible... b) no puedo soportarlo... c) es catastrófico... y d) todo... nada...
siempre... nunca.
* Las creencias, frecuentemente, son una expresión de los valores de la gente y
como tales, juegan un importante papel en la explicación de las metas y propósitos
básicos de la conducta de la persona.
* Las creencias se refieren a las evaluaciones y juicios que los individuos hacen de
sus interpretaciones, expectativas e inferencias sobre la realidad.
* Las creencias irracionales se diferencian de las expectativas, inferencias y
conclusiones, en cuanto que las últimas pueden considerarse una hipótesis tentativa
sobre la realidad que puede ser verdadera o falsa vs. las irracionalidades que
expresan demandas absolutistas y dogmáticas que no ayudan o impiden que el
individuo sea feliz y consiga sus metas.
Waleen (l980) ha descrito una de las diferenciaciones más claras entre las creencias
racionales y las irracionales:
R
'
. a) Es verdadera y lógica, consistente con la realidad ya que
puede ser respaldada con evidencia, y por ello es verificable y consistente en sí
misma. b) No es absolutista, es relativa. Usualmente se expresa como un deseo,
esperanza, preferencia y en general refleja un deseo y no una demanda. c) Da como
resultado una emoción moderada, que puede ser tenue o fuerte, pero nunca
perturbar al individuo. d) Ayuda a alcanzar las metas de experimentar la satisfacción
de vivir, y reduce conflictos intrapsíquicos y con el medio externo. Permite la
relación, el involucrarse con otros y el crecimiento personal.
R
. a) Es falsa: no se sigue de la realidad, comienza con premisa
incorrectas y/o deriva en conclusiones equivocadas. b) Es una demanda: se expresa
como tal en vez de deseo, como "debería" en vez de preferencias, como "necesidad"
en vez de querer. c) Deriva en perturbación emocional: apatía y ansiedad que
debilitan a la persona y su capacidad productiva. d) Obstaculiza la obtención de
metas, pues la persona se maneja con emociones absolutas, reduciendo el
experimentar placer e incrementando el displacer.
En términos del modelo ABC, las creencias racionales generalmente conducen a
experimentar consecuencias emocionales moderadas, que permiten al individuo
lograr sus metas futuras al facilitar una conducta constructiva. No obstante,
diferimos de lo que plantea Wallen, ya que creemos que ocasionalmente las
creencias racionales pueden llevar a un paciente a niveles extremos de alguna
emoción que puede ser apropiada, tales como una extrema tristeza y rechazo. Las
creencias irracionales llevan a consecuentes estados emocionales extremos de
tensión (ansiedad intensa, enojo, depresión), y reacciones conductuales (agresión,
aislamiento), que hacen difícil al paciente mejorar su situación.
Albert Ellis sostiene que, mientras la distorsión de la realidad y las fallas de lógica de
pensamiento pueden provocar respuestas emocionales displacenteras, las creencias
irracionales son las que predisponen al individuo a distorsionar la realidad y a tener
un pensamiento ilógico. De este modo, las evaluaciones y apreciaciones que el
individuo hace de sus percepciones subjetivas y de su interpretación de la realidad,
es lo que conduce a la perturbación emocional y conductual, siendo entonces la tarea
de la TRE, encontrar cuáles son las creencias irracionales que están operando para
provocar esto.
Existen, literalmente, cientos de creencias irracionales diferentes que subyacen a la
perturbación emocional humana y, por ello, resulta imposible enumerar todas ellas.
Debido a esto, Ellis ha identificado un número específico de creencias irracionales
que parecen compartir gran cantidad de personas con problemas emotivo
conductuales (Ellis, 1977a; Ellis y Harper, 1975; Bard, 1980; Walen et al., 1980), las
cuales son especificadas a continuación: Existe una necesidad absoluta de ser amado
y aprobado por personas significativas en mi vida. Hay que ser totalmente
competente y casi perfecto en todo lo que se emprende. Ciertas personas son malas,
viles, perversas y deberían ser castigadas. Es horrible cuando las personas y las
cosas no son como uno quisiera que fueran. Los acontecimientos externos son la
causa de la mayoría de las desgracias de la humanidad; la gente simplemente
reacciona según como los acontecimientos inciden sobre sus emociones. Hay que
sentir miedo o ansiedad ante cualquier cosa desconocida, incierta o potencialmente
peligrosa. Es más fácil evitar los problemas y responsabilidades de la vida, que
hacerles frente. Se necesita contar con algo más grande y más fuerte que uno
mismo. El pasado tiene mucho que ver en la determinación del presente. La felicidad
aumenta con la inactividad, la pasividad y el ocio indefinido.
La teoría básica de la TRE plantea que cuando las personas están perturbadas, es
casi seguro que implícita o explícitamente contienen creencias irracionales de tipo
absolutistas, dogmáticas y rígidas. Uno de los mejores métodos para ayudar a
disminuir o eliminar su perturbación emocional, es el de mostrarles cómo debatir
activamente esas ideas y motivarlos a continuar haciéndolo consigo mismos durante
las sesiones terapéuticas o fuera de ellas, hasta que puedan llegar a una nueva
filosofía, que les permita pensar y comportarse de forma racional .
Lo inaccesible de los pensamientos del paciente lo ha ilustrado Beck (l976), quien
reporta que muchos de sus clientes no estaban totalmente conscientes de su
autolenguaje, hasta que no los ayudaban a enfocarlos. Beck etiqueta estas
ideaciones como
+
y los describe, en términos de los cinco
atributos: a) Los pensamientos automáticos, generalmente, no son vagos, sino más
bien específicos y discretos. Ocurren en forma taquigráfica, esto es, solamente
aparece la palabra clave en una oración, como si fuera un estilo telegráfico. b) Los
pensamientos automáticos parecen ser relativamente autónomos, en términos de
que el paciente no hace un esfuerzo en iniciarlos. c) El paciente relaciona esos
pensamientos automáticos como posibles y razonables. El paciente acepta la validez
de estos pensamientos, sin cuestionarlos y sin probar su realidad y su lógica. d) El
contenido de los pensamientos automáticos, particularmente de aquellos que son
repetitivos y por lo tanto, los más poderosos, es idiosincrático. e) Estos
pensamientos, generalmente, incluyen mayor distorsión de la realidad, que otros
tipos de pensamiento.
Las implicaciones de este modelo teórico para la práctica TRE se resumen en los
siguientes puntos: a) Muchos pensamientos que contribuyen a desórdenes emotivos
y conductuales, no están accesibles ni para el cliente ni para el terapeuta. b) La falta
de habilidad para hacer una introspección, deriva de las limitaciones inherentes de la
forma en que el ser humano experimenta sus pensamientos. c) El paciente puede
requerir entrenamiento sistemático y una práctica para facilitar el proceso de
descubrimiento del contenido ideacional de sus pensamientos privados. d) La TRE
que se emplea con adultos, puede ser también dirigida a asegurar el nivel suficiente
de autodescubrimiento en población joven. (e) Para facilitar el mantenimiento y la
generalización del cambio del paciente, la instrucción terapéutica debe ser
expresada, de forma que sea compatible con él y que pueda ser incorporada dentro
del sistema de lenguaje idiosincrático del paciente y también dentro de su estructura
cognitiva (Bernard, l981).
Una vez que el terapeuta ha ayudado al paciente a que descubra y clarifique las
suposiciones filosóficas que le crean trastornos, ayuda de una forma persistente a
que sean anuladas, desafiándole a pensar en la validez de dichas suposiciones y le
ayuda también a que piense por sí mismo en vez de repetir reiteradamente frases
irracionales.
B *
La técnica básica del terapeuta racional emotivo, consiste en preguntar y discutir;
existen estilos típicos que utiliza el clínico: a) Es activo y directivo con la mayor parte
de los pacientes. b) Es, excepcionalmente, activo con la palabra, en especial durante
las primeras sesiones de terapia. c) El enfoque racional emotivo es
extraordinariamente didáctico. El terapeuta puede desde el inicio enfrentar a la
persona contando con pruebas evidentes de su forma irracional de pensar y de
comportarse e intentar, con firmeza, persuadir y discutir para que la persona
abandone sus creencias irracionales e ilógicas y así entienda cómo éstas provocan
irracionalidad. d) Enseña a la persona que puede vivir bien sin, necesariamente, ser
aceptado ni amado por los demás. (e) Enseña que las verdaderas razones de la
conducta autodestructiva no radican en sus experiencias tempranas o en su historia
pasada, sino en las actitudes filosóficas y suposiciones que las personas mantienen
en torno a la experiencia de que se trate. f) Enseña que es posible aceptarse como
seres valiosos y felices en la vida, por el mero hecho de que existen y de que están
viviendo. Ataca, con firmeza, la idea de que la valía intrínseca de la persona depende
de los criterios normalmente reconocidos en la sociedad, tales como el éxito, los
logros materiales adquiridos, la popularidad, el servicio a los demás, etc. Por el
contrario, le demuestra al paciente qué le convendría hacer, si realmente quiere
superar sus perturbaciones emocionales.
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La meta principal del insight racional emotivo es ayudar a los pacientes a ver con
claridad y a reconocer abiertamente los procesos ideacionales importantes que no
sólo lo conducen, sino que perpetúan su perturbación; e identificar aquellos que
requieren cambio, si se quiere lograr una forma distinta de funcionamiento
psicológico. El terapeuta racional emotivo ayuda a los pacientes a: a) conocer sus
emociones y conductas desadaptativas o sintomáticas; b) asumir la responsabilidad
total de que éstas son autocreadas y autosustentadas; c) aceptarse con sus
síntomas; y d) buscar y reconocer genuinamente las fuentes filosóficas de sus
síntomas. Al alcanzar estas metas, el terapeuta racional emotivo enseña cinco tipos
de insight: a) Toda conducta tiene causas y antecedentes. Enseña a los pacientes
que los eventos en el mundo operan sobre la base de una causa científica y de
relaciones causa efecto y que los eventos conductuales humanos lo hacen de manera
similar. b) Enfatiza el rol extremadamente importante que desempeñan las ideas,
creencias y filosofía de los individuos en la creación de sus reacciones emocionales y
conductuales. Son las creencias actuales que se mantienen, al pensar
repetitivamente con relación a ellas, las que causan las reacciones humanas. c)
Tomar conciencia y tener conocimiento personal de la dinámica de la propia
psicopatología. Consiste en reconocer claramente las propias ideas irracionales y
apreciar el rol que desempeñan como causante de los síntomas en cuestión. Les
enseña que no son víctimas desahuciadas de fuerzas exteriores ni de procesos
inconscientes, sino que tienen control sobre éstos. d) Cualquier pensamiento,
particularmente los que se están cuestionando, pueden ser válidos y de hecho
pueden ser desafiados. e) Los pensamientos y creencias pueden ser eliminados si se
prueban sus falacias o son autoderrotistas, y se pueden adoptar otros más
adaptativos para reemplazarlos.
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El método socrático juega un papel importante en la terapia cognitiva (Beck, Rush,
Shaw y Emery 1979; Beck y Emery, 1985), en la TRE (Ellis, 1962) y en las terapias
psicodinámicas (Rychlak, 1968; Stein, 1991). El método socrático se caracteriza por
usar una serie de preguntas sistemáticas que guía el continuo de la línea de
razonamiento inductivo en las sesiones terapéuticas. La meta del método socrático
es cuidar y cultivar las habilidades del pensamiento conceptual y abstracto. Su
atención se dirige a ayudar a las personas para que por derivación lógica o por
razonamiento, lleguen a una definición o conclusión que sea factible de ser aplicable,
a partir de un concepto abstracto que haya sido relevante en la sesión (ejemplo:
amor, verdad, éxito, amistad).
A través de este proceso, el terapeuta y el paciente trabajan en forma conjunta en la
búsqueda de información y de la definición, intentan minimizar el efecto de sus ya
previas y establecidas creencias, con el objetivo de ser cautelosos y escépticos sobre
la información que procesaron. En lugar de preguntar hechos y detalles, la pregunta
socrática permite que el paciente analice, sintetice y evalúe las diferentes fuentes de
información. El contenido de la pregunta socrática se dirige al desarrollo de las
habilidades para resolver problemas del paciente. La pregunta socrática podrá ser
usada para facilitar el autodescubrimiento ayudando al paciente a ampliar una
respuesta que ya posee. También estimula la autonomía (Overholser, 1987) y reduce
la resistencia (Overholser, 1991). Los pacientes aprenden a identificar y a corregir
razonamientos de tipo ilógicos (Seekin, 1987) así como a encontrar respuestas de
forma independiente . La descripción actual del método socrático es una adaptación
de la aproximación inductiva dada por Sócrates. Como una aproximación racional y
científica, enfatiza el manejo de los procesos cognitivos en psicoterapia.
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En la TRE el método principal para reemplazar una creencia irracional por una
racional es el debate filosófico (Ellis y Harper, 1961; 1975) que consiste en una
adaptación del método científico a la vida cotidiana. Phadke (1982) ha mostrado que
la refutación de las creencias irracionales comprende los siguientes tres pasos.
Primero, los terapeutas ayudan al paciente a descubrir las creencias irracionales que
subyacen a sus conductas y emociones autodevaluatorias.
En segundo lugar, debaten con sus pacientes la verdad o la falsedad de sus creencias
irracionales. El propósito del debate filosófico, en general, es determinar la validez de
hipótesis y teorías que, en este caso, equivaldrían a las tres inferencias irracionales y
al pensamiento absolutista y dogmático del cual se derivan. Durante este proceso,
ayudan a sus pacientes a discriminar entre creencias racionales e irracionales. Si el
debate filosófico ataca únicamente a las inferencias irracionales, constituye un
debate empírico. El debate filosófico (Ellis, 1987) va más allá de estas inferencias y
ataca los "debo de" dogmáticos implícitos, de los cuales se derivan. En tercer lugar,
un estilo terapéutico bastante eficaz, al utilizar el debate filosófico, es el diálogo
socrático, ya que ayuda al paciente a generar conocimiento, en lugar de
simplemente memorizar, creencias racionales y apropiadas.
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Para comprender por qué la imaginación racional emotiva es una técnica tan efectiva
para autoinstruirse, debe recordar que su cerebro funciona como una cámara. No ve
y no reacciona a "lo que está justo ante sus ojos"; ve y reacciona a la imagen que su
cerebro reproduce de eso, en su neocorteza. La imaginación racional emotiva implica
que se debe tener en mente que la misma no es un juego. Es un entrenamiento
efectivo y un ejercicio de reentrenamiento para su cerebro. La imaginación racional
emotiva es la práctica de "como sï", o el ensayo mental del hábito racional que está
intentando aprender. Tiene todas las ventajas de la práctica de la vida real, con
ninguno de los peligros. Esto hace que la imaginación racional emotiva sea una de
las formas más seguras y rápidas para aprender cualquier hábito nuevo. Al practicar
la imaginación racional emotiva diariamente, se obtienen otras cuatro ventajas: a)
corrige errores pasados; b) obtiene práctica en el manejo de las viejas situaciones
reales de la vida, con más habilidades racionales y muchos menos errores en el
futuro; c) sus progresos en la reeducación emocional se aceleran mucho más con la
imaginación racional emotiva que sin ella; y d) empieza a sentir más confianza en sí
mismo en cuanto a su habilidad para enfrentarse a las nuevas experiencias de la
vida.
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El autoanálisis racional es el procedimiento principal de la TRE. El autoanálisis
racional es una forma estructurada en la cual los pacientes descubren las relaciones
causa efecto entre los componentes cognitivos, emocionales y físicos de sus
problemas personales y también los cambios racionales que tienen que hacer y
pueden hacer para empezar a ayudarse a ser felices inmediatamente. La secuencia
de la técnica es: a) Hacer que los pacientes describan el acontecimiento activante
(A). b) Después, los pacientes tienen que escribir sus creencias (B). Se puede
enumerar cada una de éstas y comprobar si tienen una actitud positiva, negativa o
neutra. c) En el apartado C, se hace que los pacientes escriban las consecuencias
conductuales de sus ideas B. La sección C tiene dos apartados: emociones y
acciones. Aquí se describe o se manifiesta cómo se sintieron y qué hicieron. d) Los
pacientes esciben las cinco preguntas racionales. e) Frente al apartado C, el paciente
escribe la sección E; ésta contiene las nuevas emociones y acciones que quieren
tener en acontecimientos futuros. f) En Da, es la comprobación por parte de la
cámara de A. Los pacientes se preguntan a sí mismos "¿Una cámara de video habría
grabado los acontecimientos de A tal y como yo los describo?". Si la respuesta es
"sí", los pacientes tienen que escribir "todos los hechos" en la sección Da . Si no,
quiere decir que hay de por medio opciones personales y, entonces, tiene que
describir los hechos tal como los grabaría una cámara de video. g) El séptimo paso
es Db, es decir, la comprobación y el cuestionamiento racional de cada idea del
apartado B, empleando las cinco preguntas racionales. Luego, tienen que reemplazar
las ideas B, irracionales por ideas racionales en la sección Db.
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El Dr. Maulstby ha desarrollado una técnica llamada imaginación racional emotiva
que acelera el proceso de autocambio. Existen dos modalidades de la técnica:
imaginación terapéutica e imaginación autoaversiva.
La imaginación terapéutica es útil especialmente para extinguir temores y fobias
específicas y también para facilitar el desarrollo de las áreas del comportamiento que
el paciente aún no ha probado (ni intentado) debido a las creencias irracionales de
que él nunca logrará tener éxito. El primer paso en la imaginación terapéutica es
hacer autoanálisis racional repetido con respecto a las conductas irracionales. Por
ejemplo, si una persona tiene temores irracionales al subirse a un elevador, debe
hacer repetidos autoanálisis racionales respecto a ese temor para que pueda
determinar su autolenguaje y aprender a desafiar completamente sus ideas que
subyacen al temor. Posteriormente se instruye al paciente a imaginarse a sí mismo
en una situación en la que ordinariamente se comportaría y se emocionaría de forma
desadaptativa. Se le pide que se describa a sí mismo en esa misma situación
comportándose de la manera en que le gustaría conducirse, mientras que
simultáneamente y en forma repetida, revisa los desafíos racionales de sus
autoanálisis racionales escritos.
Es conveniente que la imaginación se realice en un estado de tranquilidad y de
mínima ansiedad, para que el paciente empiece a aparear (asociar) una sensación de
calma con una situación dada, en lugar de su temor o ansiedad usual. El siguiente
paso sería participar en el evento ansiógeno. En nuestro ejemplo el paciente ahora
se
subirá
al
elevador
mientras
que
se
concentra
en
su
ensayo
mental. Por lo regular, en los primeros intentos, aún responderá con temor o
ansiedad. No obstante, con la práctica persistente el temor puede ser reducido y
finalmente eliminado. Existen ciertas conductas o comportamientos compulsivos muy
aprendidos tales como el beber, comer o fumar en forma excesiva, los cuales es
mejor tratar de extingirlos con otro tipo de imaginación: imaginación autoaversiva,
con esta técnica el paciente debe practicar el aparear una imagen especialmente
nociva con el objeto que desea. Por ejemplo, si el paciente come compulsivamente,
se entrena a sí mismo para que se imagine vomitándose sobre la comida que desea
con una cantidad preescrita o en las variedades de alimentos que ha decidido
eliminar. Los pacientes que se comportan compulsivamente no consiguen privarse de
una gratificación inmediata en favor de su propio interés a largo plazo. Es por esto
que el condicionamiento autoaversivo es de tanta ayuda para extinguir esa variedad
de hábito. Cuando habitualmente se aparea la imagen nociva y la emoción negativa
resultante (todo bajo control racional) con el objeto deseado, las consecuencias
negativas de su deseo llegan a ser inmediatas. Por lo tanto, es más probable que
persista en cambiar su comportamiento para evitar las consecuencias negativas
inmediatas.
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Las imágenes racional emotivas constituyen la segunda técnica terapéutica de le
TRE. Su base descansa en el hecho neuropsicológico de que las imágenes producen
el mismo aprendizaje rápido que las experiencias de la vida real. En consecuencia,
cada vez que la gente se imagina a sí misma pensando, sintiendo emociones y
actuando físicamente de la manera en que quiere hacerlo, está empleando imágenes
racionales emotivas, la forma más eficaz de práctica emocional. Cuando los
pacientes practican diariamente esta técnica, se enseñan a sí mismos nuevos hábitos
emocionales de manera más rápida y segura posible.
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Los pacientes no siempre se dan cuenta de cómo construyen distintas situaciones
ansiógenas. Aunque muchos individuos pueden ser capaces de informar sobre lo que
se dicen a sí mismos en distintas situaciones ansiógenas, no siempre se dan cuenta
de las razones "subyacentes" por las que eso les perturba. El objetivo de la
reestructuración racional sistemática no es solo obtener una persectiva diferente de
los aspectos problemáticos de sus vidas, sino enseñar a los pacientes un
procedimiento para que ellos mismos lo puedan hacer. En este sentido, el objetivo
terapéutico consiste en proporcionar a los individuos habilidades de enfrentamiento,
de modo que en último término aprendan a funcionar como sus propios terapeutas.
La reestructuración racional sistemática se basa en la TRE, intenta ser más
estructurada y resaltar más el empleo de este procedimiento para proporcionar al
paciente habilidades de enfrentamiento. Las directrices clínicas del procedimiento
son: a) Presentar la suposición de que los pensamientos median las emociones. b)
Establecer una perspectiva realista en el paciente. c) Identificar las suposiciones
poco realistas que median la conducta desadaptativa del paciente, y d) Ayudar al
paciente a cambiar sus cogniciones poco realistas.
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Entre los métodos cognitivos más poderosos figura la técnica de debatir las creencias
irracionales. El debate consiste en cuestionar y desafiar la validez de las ideas o
hipótesis que los pacientes sostienen acerca de ellos mismos, de otros y del mundo.
El terapeuta racional emotivo plantea preguntas retóricas o aseveraciones
desafiantes acerca de las creencias del paciente. Estas preguntas se hacen para
enseñar o ayudar a los pacientes a detectar que sus creencias, teóricamente son
insostenibles, irreales o imposibles. El terapeuta actúa como un formulador de
preguntas provocativo y un proveedor de información y respuestas autorizado; hasta
que los pacientes comprendan claramente la lógica de la respuesta "correcta", el
terapeuta lleva al paciente a crear las preguntas "correctas" y por ende, a responder
en formas nuevas, diferentes y más sanas. El resultado final del debate, en términos
cognitivos, es que los pacientes están funcionando en un nivel mucho más pleno de
su potencial de pensamientos. Los pacientes han cuestionado esas ideas, las han
encontrado ilógicas e irreales y entonces empiezan a formular creencias más
racionales. Creemos que este pensamiento racional autogenerado es la meta más
alta de la terapia, y el debatir ayuda a esta meta.
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"
!
Es el análisis racional con el cual el paciente dirige su pensamiento para controlar sus
reacciones emocionales ante los hecho o eventos. Dado que el autoexamen racional
analiza sus emociones, el formato de la técnica está basado en las tres etapas que
forman una emoción completa: su percepción de los hechos o eventos específicos,
sus pensamientos evaluativos o calificativos sobre esos hechos o eventos específicos
y sus sensaciones viscerales acerca de ellos. Una vez que se domine el autoexamen
racional de una emoción completa, las emociones son más fáciles de entender y de
manejar racionalmente. Se puede entonces, sistemáticamente, deshacerse de viejos
hábitos de enojo inútil, culpa, depresión y miedos autoderrotistas, celos, etc.
Al aplicar la técnica cuando uno se siente más desdichado de lo que quisiera o
necesitara estar, es el primer paso hacia la reeducación racional emocional. Las dos
formas de beneficiarse del autoexamen racional en menos tiempo son: a) aprender
bien cada una de las seis partes y b) escribir en orden el ABC. Las partes del
autoexamen racional son: "A" Los hechos y eventos. Escribir los enunciados de los
hechos o eventos tal como los ha visto. "B" Su autolenguaje o pensamientos
evaluatorios. Escribir pensamientos, actitudes o creencias acerca de "A". Escriba la
palabra "bueno", "malo" o "neutral" que mejor describa su pensamiento sobre ese
planteamiento. "C" Las consecuencias emocionales de "B". Escribir enunciados
simples de cómo se siente. "Da" Su chequeo de cámara de "A". Corrige opiniones.
Ayuda a ver la diferencia entre hechos objetivos y sus opiniones subjetivas y
acusaciones falsas. Reconocer esa diferencia es esencial para el control racional
emocional. "Db" Debates racionales. Escribir su modo más racional de pensar sobre
"B". Cumpliendo con la mayoría de las 5 reglas para el pensamiento racional. "E" Su
meta emocional para futuras "As". Se describen las emociones que quiere sentir en
situaciones similares del futuro, en lugar de lo que siente actualmente.
El ser más racional en su control emocional no le puede quitar su habilidad de sentir.
Se sentirán más las emociones que quiere sentir y menos las emociones que no
quiere sentir.
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Los terapeutas racional emotivos se benefician de forma personal como resultado de
la práctica de la TRE. El terapeuta asume el rol de paciente ingenuo, y el paciente de
terapeuta racional, y le explica al "paciente" los conceptos racionales en cuestión. El
terapeuta permanece en el rol "ingenuo" pero continúa monitoreando y utilizando la
ejecución del paciente a fin de verificar el pensamiento racional. Después de realizar
exitosamente la inversión de rol racional, el terapeuta puede realizar con el paciente
el proselitismo racional.
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!
Es una técnica de reestructuración que le sigue a la inversión de rol racional. A
menudo es útil en la TRE asignar a los pacientes la tarea de ejercer el proselitismo
con sus amigos acerca de los conceptos TRE en cuestión. Al ejercer el proselitismo
hay tres precauciones: a) Asignar proselitismo racional únicamente cuando se está
seguro de que el paciente entiende la idea racional. b) Estimular a los pacientes a ser
selectivos con las personas con quienes van a ejercer el proselitismo. c) Continuar en
foma intermitente el desempeño del rol con esos pacientes para refrescar su
pensamiento racional y reforzar sus continuos esfuerzos de reeducación cognitiva
emotiva conductual.
E
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Su objetivo es utilizar una variedad de reforzadores concretos sociales y de actividad
para premiar al paciente por pensar racionalmente. La forma más sencilla y más
obvia es premiar al paciente socialmente en la sesión de terapia. Menos controlado
pero igual de efectivo, es que el paciente se premie a sí mismo por el pensamiento y
la conducta racionales.
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Se utiliza para inocular ideas racionales a pacientes que, por las razones que sean,
no tienen o no pueden evocar todos los detalles para pensar elegantemente a través
de sus ideas o filosofías. Se alienta a los pacientes básicamente a adoptar y a usar
las ideas racionales que les ayudarán a llevar una vida más sana y más feliz.
*
En la actualidad, la TRE ha sido aplicada a una gran cantidad de problemas
personales y de todo tipo: adicciones y abuso de substancias (Drake, 1964; Ellis,
1974a; 1982; Maultsby, 1978; Wolfe, 1979; Di Giuseppe y McInerney, 1990);
adolescencia y problemas infantiles (Bernard y Joyce, 1948; Ellis y Bernard, 1983;
Gossette y O´Brien, 1993; Morris, 1993); enojo y cólera (Ellis, 1977a; Hauck, 1974;
Hart, Turner, Hittner, Cardozo
#
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Emmons, 1982; Jakubowsky y Lange, 1978; Wolfe, 1977); comunicación (Crawford,
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Johnson, 1992; Ellis, 1992; Sazar y Kassinove, 1991); autodisciplina y alta tolerancia
a la frustración (Ellis y Knaus, 1977; Hauck, 1975; Knaus, 1979, 1982, 1983);
psicología del deporte (Bell, 1980; Ellis, 1982c; Wessler, 1980; Simek y O Brien,
1981); stress (Abrams y Ellis, 1994; Kushnir y Malkinson, 1993).
La TRE es una psicoterapia activa directiva en donde los terapeutas van llevando a
sus pacientes a identificar el origen filosófico de sus problemas psicológicos,
buscando ellos mismos alternativas de cambio de sus creencias irracionales
perturbadoras. La TRE se ha aplicado en sesiones individuales, de pareja, de familia
y de grupo.
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La TRE hace énfasis en la importancia que tienen las creencias irracionales de una
persona, al igual que sus preferencias, por lo que la mayoría tiende a buscar la
terapia individual. La TRE individual es confidencial. Está indicada para personas que
tienen dificultad en hablar enfrente de personas ajenas por sentir miedo a que la
información la usen en su perjuicio. La TRE individual propicia una relación más
cercana entre terapeuta y paciente de la que existiría si hubiera más personas. La
terapia individual puede ser la mejor forma de que avance una persona. Es
importante para los pacientes que están muy confusos y que pueden distraerse con
otras personas dentro de la terapia. Se recomienda la TRE individual cuando los
problemas que tiene la persona son "consigo misma", más que con los demás. La
terapia individual resulta ser flexible en cuanto al estilo terapéutico, más que otras
modalidades terapéuticas en donde podría tener efectos negativos con otros
pacientes.
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A
La TRE afirma que las parejas pueden resolver sus problemas de insatisfacción por
ellos mismos si consiguen lo que necesitan: una comunicación constructiva,
resolución de problemas, y habilidades de negociación. Cuando hay un déficit en
esas habilidades, el objetivo de la terapia de pareja es entrenarles para que las
desarrollen y utilicen.
!
La terapia familiar racional emotiva es efectiva cuando ayuda a los miembros menos
perturbados de una familia a aceptar plenamente y conformarse con las personas de
la familia más perturbadas. La TRE enseña a los padres que, aunque ellos pueden
haber contribuido significativamente a las perturbaciones de sus hijos, no son la
causa directa de ellas. En la TRE familiar cada miembro se hace responsable de su
propio cambio y de intentar modificar los aspectos prácticos de los problemas
familiares. También se enseña a los adultos de la familia a tomar la responsabilidad
de sus propias actividades, incluso cuando otros miembros de la familia estén
actuando mal y contribuyendo a las dificultades.
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En la terapia de grupo se enseña a todos los participantes a emplear el método
científico consigo mismo y con los demás, para expresarse con lógica, estar al tanto
de las cosas, y contradecir empíricamente las cogniciones perturbadoras de los otros
miembros. Los objetivos principales de los asistentes a la terapia de grupo son:
comprender las raíces de sus síntomas y funcionar mejor en sus relaciones
interpersonales; entender las dificultades de otros miembros del grupo y ayudarles a
minimizar sus perturbaciones para que se sientan bien emocionalmente y se
trastornen menos llegando así a un cambio no sólo conductual, sino filosófico,
abandonando cualquier forma de autodestrucción, y aprender a aceptarse a sí
mismos y a otros como personas humanas que pueden fallar y cometer errores. Uno
de los principales propósitos de las sesiones de grupo en TRE es ofrecer a sus
miembros una serie de alternativas de solución a sus problemas prácticos y
neuróticos a la que normalmente se da en sesiones individuales.
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La TRE ha sido usada en población de estudiantes, tanto en el nivel de educación
básica como de educación media (Wagner, 1965; Maultsby, 1971, 1975; Ellis, 1971;
Knaus, 1974). Durante la década pasada se ha aplicado a niños con problemas de
salud mental y a niños con problemas psiquiátricos recluidos en hospitales (Bernard
y Joyce, 1984). En el contexto escolar generalmente quien aplica la técnica son los
psicólogos educativos, los consejeros o los trabajadores sociales, quienes enseñan al
personal de la escuela, así como a los padres de los niños, los principios básicos de la
TRE.
Cuando la TRE se aplica a la población escolar, se pretenden dos objetivos
principales: a) Permitirle al adulto que interactúa con el niño de edad escolar a que
le ayude a resolver sus propios problemas para que éstos no interfieran con su
desarrollo académico. b) Como consecuencia del punto anterior, el niño está
preparado para aplicar los principios de la TRE cuando experimente un estado
emotivo perturbador y sus conductas no sean las adaptativas. Estos principios le
permiten a los niños ejercitar su autocontrol y enfrentarse de forma independiente a
resolver sus propios problemas a futuro. Maestros y padres que han aplicado los
principios de la TRE a niños con problemas académicos, reportan cambios
significativos y benéficos en el 85% (Brown, 1977; Glicken ,1976).
Una de las razones de aplicar la TRE en un contexto escolar es que el principal
propósito de la terapia es educacional, por lo que se enfoca en enseñar y modelar a
los estudiantes a resolver sus propios problemas. Las técnicas que se usan en el
entrenamiento son educativas e incluyen: descubrimiento guiado, presentaciones
didácticas, asignación de tareas, juego de roles, entrenamiento en autoafirmación,
ensayo conductual, ejercicios de enfrentamiento de riesgos y estados emotivos,
entre otros. Todas estas técnicas son compatibles y bajo un contexto educativo.
(Ellis, 1975a; Protinsky, 1976; Wagner, 1966; Kinney, 1991).
D *
*
A partir de 1980 y en la actualidad, sigue siendo la TRE una de las formas de
consejería y psicoterapia más practicas a nivel mundial (Heesackler, Heppner y
Rogers, 1982; Smith ,1982; Sprenkle, Keeney y Sulton, 1982). La popularidad de la
TRE con el público en general es, en parte, debido al talento literario de Ellis, quien
ha escrito y editado más de 50 libros, algunos de los cuales son conocidos por ser
libros de autoayuda. Por otro lado, su reputación se basa en su profesionalismo
como terapeuta y en sus logros científicos en el campo de la psicoterapia.
En sus inicios (1955) la TRE era cognitiva, empírica y activo directiva. Mantenía un
matiz humanístico existencialista y holístico, estando lejos de ser racionalista (Ellis,
1962). A medida que pasaban los años, la revolución cognitiva dentro de la
psicoterapia progresó y ésta se volvió más marcadamente cognitivo conductual.
Más adelante se comenzó a distinguir entre la "TRE General" que es sinónimo de
terapia cognitivo conductual y la "TRE Preferencial", considerada esta última como
un tipo único de terapia cognitiva que se superpone, parcialmente, a la terapia
cognitivo conductual general, diferenciándose de ella en varios aspectos
significativos. La TRE preferencial practicada durante los últimos 15 años, es
claramente constructiva y humanista.
Mucho se ha escrito con respecto a el estatus científico de la TRE (Haaga y Davison,
1989,1993; Haaga, Dryden y Dancy, 1991; Hajzler y Bernard, 1989; Lyons y Woods,
1991); sin embargo, todavía quedan algunas ambigüedades en áreas como la
evaluación, la teoría de la psicopatología y la práctica de la terapia, las cuales
señalaremos como parte de lo que se está estudiando en esta línea.
1. El desarrrollo de instrumentos de medición estandarizados. Tradicionalmente las
creencias irracionales se identificaban a través de las entrevistas estructuradas. Sin
embargo, el desarrollo de investigación psicométrica que permita el surgimiento de
instrumentos válidos y confiables para evaluar las creencias irracionales cada vez es
más imperante, ya que sería mas eficiente el estudiar las funciones que juegan las
ideas irracionales en diferentes desórdenes emotivos.
2. Evaluación de cómo las creencias irracionales son mantenidas por las personas. La
mayoría de los estudios evalúa el grado de acuerdo de un individuo con una idea
irracional. Ellis plantea que la frecuencia de aparición de las mismas también refleja
la fuerza de convicción con esa idea y que así es como se mantiene.
3. Investigar la relación entre creencias irracionales y los tipos de desórdenes
emocionales. Identificar si existe un tipo específico de creencias irracionales
asociadas con un tipo específico de desorden. Esta línea de investigación surge ya
que la teoría de la TRE desarrolló una explicación general de las perturbaciones
emocionales humanas y no sobre los desórdenes específicos.
4. Las ideas irracionales son características o rasgos de personalidad. La TRE sugiere
que las ideas irracionales que presenta una persona operan de forma individual, pero
no se sabe si las aplican en todas las áreas de su vida, o sólo en contextos o áreas
específicas. (Burgess, 1990).
5. La efectividad de la TRE como método de intervención clínica necesita ser
investigada usando procedimientos empíricos mas controlados. No hay duda acerca
de la efectividad de la TRE en situaciones clínicas, los estudios de investigación dan
evidencia de su efecto (Hajzler y Bernard, 1989; Smith y Glass, 1977; Lyons
y Woods, 1991). Sin embargo, en los últimos años el criterio científico se ha vuelto
más riguroso en la validez de los resultados de investigación, por lo que se requiere
mayor rigor metodológico en áreas como: a) el uso de métodos estandarizados para
medir el efecto de la TRE durante el proceso terapéutico, b) evaluación de la
competencia, habilidad y experiencia con la que son usadas las técnicas por los
terapeutas que las aplican, c) evaluación estadística de los efectos del tratamiento en
situaciones clínicas, d) evaluación de la relación de los cambios en ideas irracionales
como consecuencia de la TRE y los cambios en conducta y estados emotivos, e)
investigar qué componentes de la TRE (cognitivo, emotivo, conductual) son los
responsables de los cambios en un individuo.
6. Investigación empírica de la educación racional emotiva. Es sabido que la TRE ha
sido aplicada en una variedad de problemas con niños, pero no hay estudios que
confirmen la efectividad de la TRE como un método preventivo de los desórdenes
emocionales.
7. Creencias irracionales e investigación transcultural. En la actualidad existe dentro
de los investigadores de TRE un fuerte interés en saber si las creencias irracionales
son propias de una cultura y/o religión, más que una tendencia biológica de los
individuos.
8. En la actualidad uno de los cuestionamientos que están en el tintero de discusión
es el de determinar si la TRE podrá subsistir como técnica independiente o será
integrada como un paradigma más de las aproximaciones cognitivo conductuales y
llegar así a formar parte de la escuela de Terapias Cognitivo Conductuales, ya que
cada vez es más frecuente que los teóricos cognitivo conductuales estén
incorporando elementos de la TRE en su trabajo clínico (Weinrach, 1995). Sin
embargo , Ellis al respecto ha comentado de forma tácita que "50 años después de
mi muerte, puedo predecirles que la TRE seguirá en pie" (Bernard, 1995). La
perspectiva que tiene la TRE en un futuro está encaminada hacia varios campos
como son los negocios, la industria, la política, la economía, la vida familiar, el
matrimonio, lo educativo, etc. En este último abarca desde las edades primarias
hasta la universidad, en donde se considera ayudar a mucha gente a ver de qué
forma se altera innecesariamente y que busque las alternativas para superar los
problemas autogenerados emotivos, cognitivos, conductuales y obtener una forma
de vida más plena.
*
C
*
De todo lo expuesto anteriormente, podemos resumir la teoría en seis principios
básicos:
1. El principio fundamental de la TRE es que la cognición es el determinante más
importante y directo de la emoción humana. De forma sencilla: "sentimos lo que
pensamos". Los eventos o la gente no hacen que nos sintamos "bien" o "mal", sino
que nosotros mismos provocamos eso, de una manera cognitiva. Es como si
estuviéramos escribiendo el "guión" para nuestras reacciones emocionales, aunque
normalmente no somos conscientes de ello. Por lo tanto, los eventos externos
pasados o presentes "contribuyen a", pero no inducen de manera directa o "causan"
nuestras emociones; sino que nuestros procesos internos (la percepción y en
especial las evaluaciones de tales percepciones), son las causas más directas y
poderosas de nuestras respuestas emocionales.
2. El segundo principio sugiere que el pensamiento disfuncional es el principal
determinante de una emoción desadaptativa. Los estados emotivos disfuncionales y
algunos otros aspectos de la psicopatología, son fruto de procesos de pensamientos
erráticos que pueden estar caracterizados por la exageración, sobresimplificación,
generalización excesiva, falta de lógica (paralógica), supuestas deducciones erróneas
y nociones absolutistas.
3. Debido a que la noción básica de la TRE es que sentimos en función de como
pensamos, entonces, para resolver un problema emocional hay que analizar nuestro
pensamiento. Si la emoción intensa (distress) es el producto del pensamiento
irracional, la mejor manera de superarlo es cambiando el pensamiento. Clínicamente,
este acercamiento es a veces el único (o al menos el más práctico) aspecto de la
experiencia emocional que podemos incitar a cambiar en los pacientes.
4. Factores múltiples, en los cuales podemos incluir a las influencias genéticas y
ambientales, son antecedentes etiológicos del pensamiento irracional y la
psicopatología. Ellis, de manera repetida, ha subrayado que los seres humanos
parecen estar dotados de una predisposición natural a pensar irracionalmente (Ellis,
l976a, l985). No obstante que podríamos presentar una tendencia a aprender
fácilmente creencias irracionales, la prueba de la predisposición natural está en que
la cultura en que vivimos es la que nos proporciona el contenido específico de tales
creencias.
5. Al igual que muchas teorías de la psicología contemporánea, la TRE subraya las
influencias presentes sobre la conducta, más que las históricas. Otra implicación de
la TRE, por tanto, es que a pesar de que las condiciones hereditarias o ambientales
son importantes para el desarrollo de la psicopatología, no son el foco de atención
para entender su persistencia. La gente mantiene su trastorno debido a un
autoadoctrinamiento repetitivo. La adhesión a creencias irracionales, más que como
las hemos adquirido, es la causa de la alteración emocional. Así, si el individuo
reevaluara su pensamiento previo y lo abandonara en el presente, su funcionamiento
cotidiano sería bastante diferente.
6. Y otro principio más de la TRE es que las creencias pueden cambiarse a pesar de
que dicho cambio no se efectúa de manera sencilla. Las creencias irracionales son
substituidas, mediante esfuerzos persistentes y activos para reconocer, debatir y
revisar el propio pensamiento, logrando reducir la emoción disfuncional.
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( A 125
:
Ernesto Rage Atala
*
+ *
Viktor Emil Frankl nació en Viena, Austria, el 26 de marzo de 1905. La infancia y
adolescencia de Frankl se desenvolvieron en un ambiente familiar rico en calor
humano. Fue el mayor de tres hermanos (Walter y Estela). Hijo de una familia judía,
profundamente religiosa, cuyos ascendientes maternos eran rabinos. Durante su
juventud, la comunidad judía creció fuertemente hasta llegar a constituir el 8% de la
población austriaca. Esta comunidad era culta, ya que había grandes representantes
judíovieneses que eran importantes pensadores, como Sigmund Freud, Alfred Adler,
en el campo de la psicología; escritores, como Stefan Zwieg, músicos como Gustav
Mahler. Además había un gran números de profesionistas, especialmente médicos y
abogados.1
Al igual que Freud, realizó sus primeros estudios en el '
*
(1916 1924).
Cuando Frankl tenía 16 años empezó a sentir interés por la medicina. Su padre lo
alentó en su proyecto, ya que él mismo estudió medicina, pero no pudo terminar sus
estudios. El señor Gabriel Frankl desempeñó diversos trabajos para la monarquía
austriaca, y se puede decir que su vida la dedicó a cuidar de los problemas de la
juventud austriaca. En 1924, Viktor Frankl publicó en la '
"
+
un artículo titulado @
)
/
! *
! ,
bajo la dirección de Sigmund Freud. En esa misma fecha, a los 19 años, ingresó a la
;
para realizar sus estudios de medicina.
Era un joven inquieto quien tenía, además, otras actividades: escribió numerosos
artículos dirigidos a buscar respuestas a los problemas de los jóvenes vieneses que
resentían los estragos de la primera guerra mundial.
De 1924 a 1930 hizo sus estudios de medicina. Durante ese tiempo aquilató los
alcances y las limitaciones del análisis freudiano. Se sentía incómodo ante la poca
flexibilidad de las proposiciones conceptuales, que no permitían una imagen unitaria
del ser humano, sino más bien la reducían. La reducción incidía especialmente en los
temas que él iba a desarrollar posteriormente.
Frankl comenta cómo se distanció de Freud. "En aquel tiempo nosotros terminamos
nuestra relación porque yo me afilié al círculo íntimo de los adlerianos... Yo guardé
todas mis cartas y tarjetas postales de Freud, e inclusive algunos casos clínicos
escritos por el joven Freud... pero todos estos papeles fueron confiscados por los
nazis".
A pesar de haberse unido a Adler, Frankl nunca se consideró un ortodoxo adleriano.
Sin embargo, aceptó con entusiasmo ciertos postulados de la Psicología Individual.
Estuvo poco tiempo con ellos, pero él consideró que fue sustancioso. Cuando tenía
22 años publicó una revista cuyos propósitos fundamentales eran la divulgación del
pensamiento adleriano y la promoción de centros de consulta. Estos centros
estuvieron dirigidos a jóvenes que padecían las consecuencias de la situación social
que se desprendía de la primera guerra mundial.
Tuvo una estrecha amistad con dos de sus maestros: Oswald Schwarz y Rudolf
Allers. Las consecuencias no sólo fueron en aspectos científico y académicos, sino
existía una gran inquietud en hacer llegar sus investigaciones y servicios médicos a
las personas más necesitadas. Este programa se extendió pronto a diversas ciudades
de Europa. Frankl expresó sus ideas en el
"
)
, en Düsseldorf, Alemania, y ratificadas en un manuscrito posterior. Al Dr.
Adler no le gustaron, y después de una sesión "borrascosa" se expulsó en 1927 del
círculo adleriano a Frankl, Allers y Schwarz.
En 1936 Frankl recibe la especialidad de neuropsiquitría por la facultad de medicina
de la Universidad de Viena. En 1940 asumió la dirección de la clínica neurológica,
dependiente del Rothchildspital de Viena, que era una institución médica patrocinada
por la comunidad judía.
La segunda guerra mundial se inició el primero de septiembre de 1939 con la
invasión alemana a Polonia. Austria había sido anexada a Alemania en 1938. Desde
esa fecha empezó a darse en Austria leyes discriminatorias contra los judíos,
tratamientos brutales en público, arrestos masivos, en especial con el grupo culto,
sin ningún respeto por la dignidad humana.
Frankl se casó en diciembre de 1941, y en septiembre de 1942 él y su familia fueron
enviados a los campos de concentración, en donde murieron su esposa y sus padres.
Su hermano Walter intentó escapar a Italia con su esposa Elsa, pero fueron
apresados por los alemanes y conducidos a un campo de concentración, y murieron
en Auschwitz. Su hermana Estela logró escapar a través de los Alpes, y
posteriormente partió a Australia. Frankl fue destinado al campo de concentración de
Theresienstadt, en donde ofreció sus servicios como médico y psiquiatra, trabajando
en terapia individual y de grupo, en colaboración con otros de sus colegas
deportados. Estuvo prisionero en campos de concentración alemanes, en Auschwitz y
en Dachau, de 1942 a 1945.
Comenta Frankl que han pasado más de 50 años desde el inicio de este infierno,
pero lo que continúa en la historia humana es la necesidad de dar respuestas
concretas a las preguntas que nos están esperando al voltear la esquina.
Frankl escribió varios libros en alemán que se han traducido a 18 idiomas. Ha dado
numerosas conferencias en diferentes países del continente americano, en la India,
Australia, Japón, así como en la mayoría de los países de Europa.
En los primeros meses después de su liberación se dedicó a organizar su vida, buscó
información sobre el paradero de su esposa y demás familiares, quienes habían sido
enviados a otros campos de concentración. En febrero de 1946 fue nombrado jefe
del Departamento de Neuropsiquiatría de la Policlínica de Viena.
Para noviembre de 1945 había rehecho su manuscrito que le fue arrebatado por los
nazis. Este libro es el que conocemos en español con el título de "
+
*
J
. Antes de navidad de 1945 dictó "entre lágrimas" a tres secretarias,
durante nueve días, el testimonio de sus experiencias en los campos de
concentración, que sería el libro "Un psicólogo en el campo de concentración";
actualmente se le conoce como
(
#
La actividad de Frankl se incrementó progresivamente. Empezó a dar conferencias y
a escribir sobre temas más especializados, v.gr., psicoterapia, análisis existencial,
logoterapia...
En la Policlínica del Estado de Viena conoció a Elly Schwindt, enfermera odontóloga,
y en 1947 contrajeron matrimonio (18 de julio). En 1947 fue nombrado profesor
asociado de neurología y psiquiatría de la facultad de medicina, y en 1955 fue
profesor principal. En 1948 dio una conferencia sobre el "Inconsciente espiritual",
que posteriormente fue tema para su tesis doctoral en filosofía. Su tesis central es
que todo ser humano tiene un sentido religioso fuertemente arraigado en el
inconsciente.
Frankl tiene tres fuertes preocupaciones en esta época, que lo van a llevar a escribir
varias obras: a) Uno de los temas desarrollado por Frankl en su obra es el de la
"unidad en la diversidad" del ser humano, que se manifiesta en una triple dimensión:
la somática, la psicológica y la noológica.
Esta temática está enlazada con la de la "libertad y la finitud humanas". (b) El otro,
es el intento de establecer las bases de una
i.e., el estudio del significado
y lugar que ocupa el sufrimiento humano en nuestra cultura contemporánea, y
específicamente en la práctica terapéutica. Realiza, para este efecto, un análisis
crítico del fenómeno del psicologismo y el sociologismo, y establece, finalmente, un
camino hacia el humanismo y la trascendencia que supere las formas nihilistas. (c)
Asimismo, Frankl, en un libro sobre las neurosis, sostiene que la etiología de éstas
puede ser somatógena, psicógena y noógena. Sin embargo, los casos mixtos son los
más frecuentes.
Frankl dio una serie de conferencias por radio, auspiciadas por el gobierno austriaco,
que posteriormente se convirtieron en el libro
#4
En 1950 Frankl y otro de sus compañeros fundaron la
"
. Frankl se dedicó a dar conferencias por todo el mundo.
Para 1954, Frankl había destacado la importancia de la logoterapia en el tratamiento
de las
!
ya que la considera como la terapéutica específica, y hace
énfasis en su relación con
+
como una explicación antropológica
de la existencia personal. Ese mismo año visitó Argentina y desde entonces se ha
difundido el enfoque logoterapéutico en Latinoamérica. En Porto Alegre tuvo lugar
(en 1984) el primer
, y en ese seno nació la
!
"
En 1961, Gordon Allport invitó a Frankl a la
como profesor
visitante. Allí se inició el largo período americano de docencia, investigación y
difusión. Los viajes de Frankl a los cinco continentes han sido frecuentes y ha llevado
a las diversas naciones mensajes de esperanza. A México ha venido en varias
ocasiones.
Las publicaciones de Frankl han sido muy prolíficas. Sus obras han sido traducidas a
18 idiomas. Ha sido profesor invitado en varias universidades y ha impartido
conferencias en todos los continentes. Tiene grabaciones magnetofónicas,
videocintas y películas. En otras palabras, ha usado todos los medios masivos de
comunicación para llevar su mensaje sobre el sentido de la vida, con su enfoque
profundamente humano y científico.
Gordon Allport escribió el prefacio del libro de Frankl
(
(19461O y comenta que el autor solía preguntar a sus pacientes aquejados de
múltiples padecimientos más o menos importantes, la siguiente pregunta: ¿Por qué
no se suicida usted? Y muchas veces, de las respuestas que se le daban extraía una
orientación para ser aplicada en la psicoterapia. Así, encontró que: a) a una persona
lo ataba a la vida sus hijos. (b) a otro un talento, una habilidad sin explotar; y, c) a
un tercero, algunos recuerdos que merece la pena rescatar del olvido...
La idea de Frankl era tejer estas tenues hebras de vida rotas en una urdimbre firme,
coherente, significativa y responsable, que es el objeto con que se enfrenta la
logoterapia, que es la versión original de Frankl acerca del moderno análisis
existencial.
Como ya se vio en los párrafos anteriores, la experiencia de Frankl en el campo de
concentración lo llevó al descubrimiento de la logoterapia. Sintió en su propio ser lo
que significaba una existencia desnuda. La vida de Frankl en los campos de
concentración fue terrible. Padeció hambre, frío, brutalidades... en muchas ocasiones
pensó que era el fin de su existencia. Sin embargo, a pesar de todo, él pensó que la
vida era digna de vivirla. Esos tres años que pasó en los campos los dedicó, en la
medida de sus posibilidades, a ayudar a sus hermanos de dolor, a curar sus
padecimientos como médico, y no sólo eso, sino que curó a sus propios verdugos.
________________________________
3
,
5
+
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N
J
4
,
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5 ;# 03H7?1
*
&
(
03H731
,# # # 03H7I1
#
#
B *
*
C
*
+
:
La logoterapia da gran importancia a la relación del paciente y el terapeuta. Frankl
(1987) dice en su libro "
+
*
, que esta relación entre las dos
personas es el aspecto más significativo del proceso terapéutico, un factor más
importante que cualquier método o técnica. El proceso terapéutico consiste en una
cadena continua de improvisaciones. Esta relación debe contrapesar los extremos de
la familiaridad humana y la separación científica. Esto quiere decir que el terapeuta
no debe guiarse por la nueva simpatía en su deseo de ayudar al paciente, ni a la
inversa, reprimir su interés humano por la otra persona, reduciéndose a la pura
técnica. Frankl (1987) expresa que el logoterapeuta puede entablar un
+
*
al estilo de Sócrates. Sin embargo, no es necesario llegar a debates
sofisticados con los pacientes.
Los problemas existenciales o espirituales son complicados, por lo que es necesario
que el clínico tome una postura determinada con respecto a los valores. El
logoterapeuta debe estar alerta para no imponer al paciente su propia filosofía. Tiene
que impedir la contratransferencia al paciente, respecto de su filosofía personal, de
su personal concepto de sus valores, ya que el concepto de responsabilidad implica
que el paciente debe ser responsable de sí mismo. El logoterapeuta sólo tiene que
proporcionarle la experiencia de su responsabilidad.
Frankl acepta las otras técnicas psicoterapéuticas, pero dice que existen dos
logoterapéuticas, que están diseñadas para el tratamiento de neurosis de angustia y
las neurosis obsesivo compulsivas:
",
%,A "
La neurosis de angustia y las condiciones fóbicas se caracterizan por la ansiedad
anticipatoria, que produce una situación a la que el paciente tiene miedo. Esto queda
reforzado si ocurre la situación temida. De esta manera se crea un círculo vicioso que
persistirá hasta que el paciente no evite o se retire de las situaciones en las que
espera tener miedo. A esto, Frankl le llama "pasividad errónea". Cuando el
logoterapeuta aplica la intención paradójica, no le interesan los síntomas en sí
mismos, sino la
del paciente frente a su neurosis y a sus manifestaciones
sintomáticas.
Esta técnica es especialmente efectiva en el tratamiento breve de fobias
acompañadas de ansiedad anticipatoria. No es un método superficial, ya que afecta a
las capas más profundas de la persona. Es una
!
# En el
verdadero sentido de la palabra, la logoterapia se basa en el principio
logoterapéutico del
que se refiere a la capacidad
específicamente humana de separarse, no sólo del mundo, sino también de uno
mismo.
%
! >,
En las neurosis obsesivo compulsivas, los pacientes exhiben respuestas de "actividad
errónea" en sus ideas obsesivo compulsivas. Esta actividad errónea también está
presente en las neurosis sexuales, en las que el paciente al esforzarse por ser
competente en la relación sexual, que cree que se le exige, responde
inapropiadamente a la situación. Las intenciones desbordadas hacen imposible el
funcionamiento deseado. En estos casos es frecuente el exceso de atención y la
observación compulsiva de uno mismo.
La ansiedad anticipatoria: En estos casos la técnica logoterapéutica que se aplica es
la "intención paradójica". Esta consiste esencialmente en "ignorar el problema".
Sin embargo, esta técnica sólo puede lograrse en la medida en que la conciencia del
paciente se oriente directamente hacia los aspectos positivos.
La derreflexión en sí misma contiene aspectos positivos y negativos. El paciente
ignorará su ansiedad anticipatoria; pero la cambiará por alguna otra cosa. Mediante
la derreflexión, el paciente es capaz de ignorar su neurosis y localizar su atención
fuera de sí mismo. Se dirigirá hacia una vida llena de potenciales significados y
valores que tienen un especial atractivo para sus potencialidades personales.
Busca, asimismo, animar al paciente a que reviva al menos por un momento la
situación con miedo, esto es, animarle a que haga lo contrario de lo que le dicta su
actitud hacia esa situación. Todo esto se deberá llevar a cabo en una atmósfera lo
más humorísticamente posible. El resultado es
(
)
# El paciente es ahora capaz de ponerse a cierta distancia de sus síntomas,
de alejarse de su neurosis... Si se tiene éxito, y el paciente deja de huir y luchar
contra sus síntomas, y aún más, si los exagera, entonces observaremos que los
síntomas disminuyen y dejan de obsesionar al paciente.
La intención paradójica cambia la "pasividad errónea" por una "correcta pasividad".
La derreflexión cambia la "actividad errónea" por una "correcta actividad".
*
?
%
!
, "
$"
"
(
"
Uno de los mayores problemas del ser humano de fines del siglo XX es encontrarse
carente de significado. Es un momento en que la tecnología se ha desarrollado
enormemente, como nunca en la historia del hombre y que lo empequeñece; pero al
mismo tiempo es una época de angustia o de aburrimiento. Algunos autores han
hablado de esta época como la era de oro y de la angustia. Se vive una fuerte
"crisis de identidad o pérdida del sentido de significación". Algunas personas han
estado hablando de que, aun cuando supieran quiénes eran, no importarían como
individuo.
Estamos viviendo un período de transición en el que los antiguos valores están
vacíos para muchas personas y las costumbres tradicionales han perdido viabilidad.
Es un momento en el que la persona encuentra una enorme dificultad para
encontrarse a sí misma en su mundo, que resulta difícil de superar.
Cuando el individuo pierde su significación, aparece una sensación de apatía como
expresión de su estado de aminoramiento de la conciencia. Obviamente existe un
fuerte peligro de que el individuo se desplace en dirección al hombre que espera, que
las drogas lo hagan sentirse más cómodo y que las máquinas no sólo satisfagan
todas sus necesidades, sino que bajo la forma de mecanismos psicoanalíticos lo
hagan feliz y capaz de amar.
El empleo autodestructivo de la tecnología consiste en utilizarla para llenar el vacío
de nuestra propia conciencia disminuida. Por otro lado, el desafío que enfrenta el
hombre moderno, es la posibilidad de ampliar y profundizar su propia conciencia
para llenar el vacío creado por el fantástico crecimiento de su poder tecnológico.
Existe una nueva neurosis propia de la segunda mitad del siglo XX, a la que Frankl
llama
# Esta puede formularse de diferentes maneras. Algunas de ellas
son: ¿Cuál es el significado de mi vida? ¿Qué sentido tiene mi vida? ¿Por qué
vivimos? ¿Por qué nos ponen en este mundo? ¿Para qué vivimos? ¿De acuerdo con
qué principios tenemos que vivir? Si tenemos que morir y nada es perdurable, ¿qué
2
sentido tiene vivir? Frankl (1988), en su obra
comentó que
el 20% de las neurosis que encontró en su práctica clínica tenían un origen
noogénico, esto quiere decir que se derivaban de que carecían de un sentido vital.
Agrega el autor que las crisis de falta de sentido vital que aún no han configurado
una neurosis, son todavía más comunes y que abarcan a la mitad de sus pacientes
en un hospital de Viena. Más aún, dice Frankl, la falta de sentido vital es la tensión
existencial fundamental. Para él, la neurosis existencial es equivalente a la crisis de
falta de sentido vital.
*
! E
% !;
(
A
En Europa existen diversos movimientos analítico existenciales. Frankl presenta el
propio. Tiene elementos de Heidegger, de Marcel, de Sartre, de Binswanger y Boss...
pero no se pueden identificar plenamente, ya que existen fuertes discrepancias,
especialmente con Sartre.
Para Frankl6, el análisis existencial y la logoterapia son dos aspectos de una misma
realidad: El análisis existencial hace referencia a un método de análisis. El análisis
existencial se considera, asimismo, como un análisis antropológico. Es un análisis
sobre la existencia humana.
! '
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Aunque estos términos se pueden usar indistintamente, en este momento, por
mayor claridad, se tratarán en forma separada. La dimensión existencial se
caracteriza por tres notas específicamente humanas: la libertad y responsabilidad de
esa libertad, que surgen como manifestaciones de la espiritualidad de la persona. La
dimensión existencial se considera como la específicamente humana, porque hace
que nos podamos referir a este ser como humano.
La dimensión existencial en cuanto que es la manifiestación de la persona es una
dimensión que no está afectada ni sujeta a las otras dos, en el momento de la
muerte, ya que la existencial es sinónimo de espíritu humano, el cual es inmortal y
responde en sus raíces a lo más profundo del pensamiento occidental judeocristiano.
El análisis existencial
es un análisis
la existencia, ya que ésta en sí misma no
puede ser analizada. Se trata, por tanto, de un análisis
la existencia humana.
La existencia humana es facultativa, esto quiere decir que el hombre siempre puede
ser también
%
%
y no tiene que ser siempre así. 5
significa salir de sí
y enfrentarse consigo mismo, esto lleva al hombre a salir del plano de lo
corpóreoanímico, y llegar a través del espacio de lo espiritual.
Los animales, en cambio, son fácticos, lo que significa
%
% ) de manera
determinista. No es raro encontrar personas con conflictos neuróticos que vean de
este modo la vida.
El análisis existencial considera que
sólo hay una "impulsividad inconsciente", sino
también una "espiritualidad inconsciente o irreflexionada, (en cierto sentido,
necesariamente irreflexionable) y en ella se arraiga el logos (sentido). Este es para el
análisis existencial "el punto de partida y de llegada". Si se toma como lo espiritual,
tiene poco que ver con la pura inteligencia y razón.
De acuerdo con el análisis existencial, la autorreflexión humana no se da perfecta ni
tampoco es deseable, ya que el espíritu humano
está dirigido a contemplarse a sí
mismo, sino encaminado hacia alguien o algo que está más allá de él o junto a él. De
esta manera se comprende que el ser humano es más plenamente humano, en
cuanto es intencional (este término hace referencia a "trascendente"), y en cuanto
más intencional, tanto más existencial.
El autor habla de tres tipos de análisis: somático, psicológico y existencial. A
continuación se describen estos tres tipos:
Análisis somático: este tipo de análisis tiene como objeto la comprensión de las
alteraciones orgánicas funcionales. Sus formas más frecuentes son los análisis
clínicos de sangre, orina, heces, etc.
Análisis psicológico: en nuestro siglo revistió una forma importante y específica,
conocida como psicoanálisis, el cual se asocia con Freud, y en sus variantes
significativas con Jung y Adler y otros más. Aquí la atención está puesta en los
procesos dinámicos de tipo inconsciente. La finalidad última es el restablecimiento
del equilibrio psicológico (homeostasis) entre las diversas instancias psíquicas.
Análisis existencial: este tipo de análisis del cual nos ocupamos en este estudio
presupone las aportaciones de los dos tipos de análisis anteriormente señalados;
pero da un paso integrador hacia adelante. Lo importante, aquí, es tomar al ser
humano como una unidad antropológica, que se convierte en persona, precisamente
en el ámbito de la dimensión espiritual. Lo específicamente propio del ser humano es
su libertad y responsabilidad. Libertad y responsabilidad de la libertad son la esencia
de la existencia auténticamente humana.
Ahora se puede intentar una descripción más concreta de qué se entiende por
análisis existencial. En un primer paso se puede reafirmar el concepto del ser
humano. Entendemos que el ser humano es el ser libre y responsable y que ha de
ser consciente de esa responsabilidad y libertad. Análisis existencial será, por tanto,
una forma psicoterapéutica que arranca del espíritu de la conciencia de
responsabilidad y libertad. En esa medida, el objetivo fundamental del análisis
existencial ha de ser "la facilitación del proceso en el que el ser humano se hace
consciente de que la esencia de su existencia es la conciencia de su libertad y la
responsabilidad de su libertad (como ser único e irrepetible, llamado a buscar el
sentido de su vida y a realizar los valores, como ser finito, i.e., confrotado con la
facticidad radical y con la apertura a la trascendencia).
El objetivo fundamental se concreta en un "objetivo práctico", que consiste en que el
ser humano descubra por sí mismo el "sentido de su existencia", el para qué o por
quién vivir, el sentido de su
% % %
, y el sentido de todo aquello que es
componente o parte de nuestra condición humana. Por tanto, nada le es ajeno al
análisis existencial: amor, sufrimiento, trabajo, la comunidad humana, la muerte,
etc. El análisis existencial cuenta con los datos ofrecidos por el análisis somático y
psicológico, que traducen los llamados
(
+
!
*
# Con todos estos datos
reunidos, que conforman el marco de referencia histórico social de la persona, el
análisis existencial procede a ver cuál es la ubicación del ser humano ante la
situación concreta que vive.
!
(!
% !
'
" %
El ser humano necesita de un significado. Cuando vivimos sin él, sin metas, valores o
ideales, parece provocarnos trastornos considerables, que pueden culminar en un
suicidio. Sin embargo, los individuos que se
/
como Frankl en el
campo de concentración, pueden vivir mejor su vida, esto es, vivirla con plenitud y
entusiasmo, si están dotados de un propósito.
El concepto de libertad nos dice que lo único absoluto verdadero es que no hay
absoluto. Según la teoría existencial el mundo es contingente, esto es, que todo lo
que es pudo haber sido de otra manera. Que los seres humanos constituyen su
propio yo, su mundo y sus situaciones dentro de ese mundo. Más aún, no existe
ningún significado universal, ni un gran diseño en el mundo, ni alguna guía para vivir
que no sean las que crean los individuos. En otras palabras, cómo puede un ser que
necesita un significado encontrarlo en un mundo que no lo tiene.
El significado de la vida. El N
/
N *
N
!
N tienen connotaciones
diferentes7. a) Significado: se refiere al sentido, a la coherencia. Es un término
general para indicar lo que se desea expresar por medio de algo. La búsqueda de
significado quiere decir la búsqueda de la coherencia. b) Propósito: se refiere a la
intención, la meta, la función. Cuando preguntamos cuál es el propósito de algo
estamos inquiriendo sobre su papel o su función. ¿Qué cumple? ¿Cuál es su
finalidad? No obstante lo anterior, en el uso convencional se suelen emplear
indistintamente ambos términos. Por otro lado, significado tiene, asimismo,
connotación de "importancia" o "consecuencia".
Ahora bien, ¿cuál es el significado de la vida? Se puede decir que se trata de una
indagación acerca del significado cósmico, acerca de si la vida en general o la vida en
particular encaja dentro de un patrón global y coherente.
Frankl, en su artículo
/ !
(
(1966), dice:
"El aburrimiento y la apatía son cada día mayores. Lo que he denominado Vacío
Existencial puede señalarse como la neurosis masiva de nuestro tiempo"...
"Lamentablemente continúa el Vacío Existencial se refuerza en la vida académica
actual, dado el reduccionismo predominante que prevalece en la misma". El autor se
hace las siguientes preguntas: ¿Cómo pueden los jóvenes hallar una vida que valga
la pena ser vivida y que tenga sentido, si se les adoctrina de acuerdo con el
reduccionismo? ¿cómo pueden preocuparse por ideales y valores si se les interpreta
como simples mecanismos de defensa ? Agrega el autor: "Se puede asumir que una
sólida filosofía de la vida es lo que se necesita para superar el vacío existencial".
Frankl, en su libro
)
habla del "sufrimiento de la vida sin
sentido". Dice el autor que cada época tiene sus neurosis y cada tiempo necesita su
psicoterapia. Freud hablaba de una /
!
# Adler de un
=
/
y más recientemente de un vacío existencial, el cual se observa a nivel
mundial. El hombre ha perdido en gran parte sus instintos que lo guien (como lo
hace el oso al invernar), y al mismo tiempo los valores tradicionales han perdido su
fuerza. De este modo ha perdido muchas de las posibilidades de elección: no sabe lo
que quiere y puede hacer. De aquí que en muchos casos quiere lo que quieren los
demás (conformismo) o hace lo que otros quieren (totalitarismo).
Esta frustración existencial puede desembocar en una sintomatología neurótica, que
entonces se llama, como ya se ha dicho, neurosis noogénica. El hombre tiende
"genuinamente" a descubrir un sentido en su vida y a llenarlo de contenido, a lo cual
llama Frankl "voluntad de sentido". Esta es una motivación que no se deduce ni
deriva de otras necesidades.
El autor discrepa de Maslow, respecto a que la voluntad de sentido pertenece a las
necesidades superiores, que sólo pueden cubrirse si las necesidades inferiores han
sido satisfechas. Frankl sostiene, como resultado de sus investigaciones, que tanto
personas que están en extrema pobreza como en la opulencia se preguntan por el
sentido de su vida.
El cumplimiento del sentido de vida hace feliz a las personas. Cuando esto no
sucede, se intenta conseguir el sentimiento de felicidad por medio de un rodeo, v.gr.,
substancias químicas, drogas, alcohol, etc. Cuando se busca la felicidad por la
felicidad, se pierde, dado que el ser humano está siempre orientado a algo que no es
él mismo (de manera egocéntrica). Lo que busca realmente no es la felicidad en sí,
sino un fundamento para ser feliz.
Frankl habla dentro de esta sólida filosofía de la vida de la necesidad que existe de
vivir esta realidad a través de tres caminos que tiene el ser humano para lograrlo.
Son
!
*
# Por medio de estos
senderos el hombre puede encontrar y descubrir el sentido de su vida.
Al tratar sobre los valores de creación se está hablando de la posibilidad de dar, no
se trata de dar "algo externo", sino ofrecer algo interno, mío, producto de mi
creación y trabajo, como lo dice su nombre. Sin embargo, este es sólo un primer
paso.
Existen, además, los valores de existencia, llamados también de recibir. A través de
ellos tengo la capacidad de recibir lo que me ofrece la naturaleza y el mundo:
vivencias estéticas naturales, que son imágenes de Dios, o creadas por el hombre.
Sin embargo, quizá la experiencia más plena es la del amor de Dios y de los demás.
El encuentro * % , que nos habla de la unicidad e irrepetibilidad del ser humano, del
desarrollo de sus potencialidades cada vez mayores, que nos enriquecen
gratuitamente.
Los valores de actitud, el saber y poder dar y recibir es uno de los grandes sentidos
de todo ser humano. En gran parte, está allí el proceso de madurez. Lo que importa
aquí es la actitud que la persona adopte ante un destino irremisible. La posibilidad de
llegar a realizar esta clase de valores se da, por tanto, siempre que un hombre se
enfrenta con un destino que no le deja otra opción que la de afrontarlo. Lo que
importa es "cómo lo soporta, como carga con él como con una cruz." Se trata de
actitudes humanas, como el sufrimiento, como la dignidad frente a la ruina o el
fracaso. En la medida que estos valores de actitud se incorporan al campo de las
posibles categorías de valores, se ve que en rigor, la existencia humana no puede
carecer nunca de sentido: "la vida del hombre conserva su sentido hasta el aliento
final".
Actualmente se está hablando de los fundamentos elpidológicos de la terapia. Esto es
una
)
- # Se ha abierto un nuevo camino que se llama
. En una forma poética, se habla de la esperanza como un impulso que
orienta al ser humano hacia el equivalente del sol, en su búsqueda de sentido y
propósito total e integral, como persona humana que vive en íntimas relaciones con
los demás. Es el meollo de la autoestima y confianza que lleva al hombre a vivir cada
día con más plenitud su proceso de hacerse persona, en un mundo de personas.
& ",
A diferencia del psicoanálisis de Freud o la psicología individual de Adler, para Frankl
la motivación primaria no es ni el principio del placer (Freud) ni el deseo de poder
(Adler), sino el deseo de significación, ya que éste es el que inspira más
profundamente al hombre, porque es el fenómeno más humano de todos y es
exclusivo de él.
Frankl dice que el hombre no inventa el sentido, sino que lo descubre. De esta
manera, como ya se había indicado antes, el ser humano puede dar significado a su
vida a través de los valores de
(valores creativos), de
(al
experimentar la bondad, la verdad, la belleza... El otro tipo de valores es el
a través de las actitudes a lo largo de su vida. En ellos juega un papel
muy especial la triada trágica (sufrimiento, culpa y muerte) y su conversión a lo que
Frankl llamará "óptimismo trágico". Esto significa convertir el sufrimiento en servicio,
la culpa en cambio, y la muerte en acicate para la acción responsable.
!
'
" %
% !
( A
La responsabilidad ante la vida se asume respondiendo a las situaciones que se
presentan día a día. La respuesta no sólo debe ser verbal, sino que hay que
responder actuando (Frankl, 1965). El sentido de la responsabilidad se hace
consciente cuando la persona se da cuenta de que tiene que cumplir una "misión". La
realización de un valor creativo suele coincidir con la realización de un trabajo, que
generalmente representa el área vital en que la unicidad de la persona se puede
poner en relación con la sociedad.
El trabajo personal como contribución a la sociedad es la fuente que da sentido y
valor a la unicidad de la persona. Sin embargo, la realización personal no depende de
la particular ocupación que se lleve al cabo. El trabajo que una persona realiza no es
lo que verdaderamente cuenta, sino el
como cumple ese trabajo (Frankl,
1965).
El individuo neurótico que dice que si tuviera un trabajo diferente se sentiría más
realizado, sirve para ejemplificar esta diferencia. No es el trabajo en sí mismo lo que
da sentido, sino la expresión de la unicidad de la persona y su singularidad en el
trabajo. En otras palabras, el significado del trabajo hay que buscarlo más allá de la
ocupación.
Para algunos, el trabajo sólo es un medio de obtener dinero, y la vida empieza en el
ocio. Asimismo, hay otros cuyo trabajo es tan exhaustivo, que no tienen tiempo de
dedicarse al ocio, sólo trabajan y duermen. Otros dedican todo su tiempo a aumentar
sus riquezas, ya que consideran eso como un fin en sí mismo.
El trabajo se puede usar también como medio para un fin neurótico. Otras veces el
neurótico se refugia en el trabajo para escapar de la vida en general. Cuando estas
personas no están trabajando se sienten perdidas, y se revela entonces el pobre
significado de sus vidas. Pasan corriendo por la vida a la mayor brevedad posible, de
manera que nunca se llegan a dar cuenta de su deficiencia. Al mismo tiempo están
tratando de alejarse de sí mismos lo más posible, pero todos sus esfuerzos son
vanos, ya que los domingos, cuando su frenética carrera se detiene por 24 horas, su
falta de objetivos, de significados y todo el vacío de su existencia, se plantan delante
de ellos una vez más (Frankl, 1965).
Frankl (1965) habla, asimismo, de la "neurosis del desempleo". Dice que el síntoma
más notable de la persona desempleada es la apatía, la sensación de no servir para
nada, el vacío. En esas situaciones, comenta, la persona se siente inútil porque está
sin trabajo. Piensa que sin el trabajo la vida no tiene sentido. Para los neuróticos, el
desempleo llega a ser el alivio de todos sus fracasos y además les exime de toda
responsabilidad ante los demás, ante sí mismos y ante la vida. El desempleo puede
ser muchas veces la consecuencia de la neurosis, más que la neurosis ser la del
desempleo. El desempleo no es condición fatal a la que una persona deba someterse
desarrollando una neurosis de desempleo. Existen otros modos de entregarse
físicamente a las fuerzas del destino social; v.gr., empezar nuevas actividades, usar
el tiempo constructivamente, tomar una actitud positiva ante la vida, etc. El trabajo
no es lo único que puede dar sentido a la vida. El individuo es el que va a decidir cuál
va a ser su actitud en la vida: positiva y optimista o negativa o apática.
La logoterapia es, al parecer, la que trata con más éxito la neurosis de desempleo,
porque muestra el camino de la libertad interior hasta en su desafortunada situación.
Le enseña a ser consciente de su responsabilidad, con lo que puede darle algo de
contenido a su difícil vida y encontrarle cierto significado.
!
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" %
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La comunidad íntima de uno mismo con otra persona, es el área en la que los
valores experienciales son especialmente realizables. Sería interesante profundizar
un poco acerca del amor.
Es experimentar a otra persona en toda su unicidad y singularidad. El amor hace que
comprendamos a la otra persona en toda su esencia, como el ser único y distinto que
es. En la otra persona vemos al tú tal y como es incorporado al yo. Como ser
humano, la persona amada se hace indispensable e irremplazable, aunque no haya
ninguna razón lógica para ello.
El amor no es algo que uno deba merecer, es inmerecido: es simplemente una
gracia... es también un "hechizo" que se refleja sobre el mundo y sobre los valores
del hombre. El amor es más amor cuando incluye todo lo que somos, ya que todo es
parte de lo humano. El amor se relaciona con todas las dimensiones humanas: gozo,
frustración coraje, desaliento, amargura, y así, con toda la humanidad, el ser
humano responde dentro de sí, a la vida en otros y a Dios. El amor, como concreción
de los valores, es un valor de "Experiencia o vivencia", ya que permite a la persona
acercarse a un tú en todo lo que tiene de peculiar y singular, o en lo que tiene de
único, irrepetible, libre, responsable y finito.
El amor, como relación personal de mi yo con un tú, tiene la posibilidad de
experimentar
!
B# Sin embargo, al
mismo tiempo, esta relación amorosa puede ofrecer el amplísimo mundo de los
"valores de experiencia o de dar". Estos valores se pueden experimentar cuando se
abre todo el espacio interior propio, para captar lo único e irrepetible, así como lo
libre del ser a quien se ama. El amor que el Yo siente por el Tú, tiene una fuerza y
energía capaces de sensibilizar a la persona para captar profundamente la riqueza
del cosmos y de los valores; sobretodo, el amor humano que se convierte en un
nosotros.
La antropología frankliana afirma la
% % %
del ser humano, que
implica una unidad antropológica, a pesar de la diversidad de dimensiones
ontológicas, como son la somática, psíquica y espiritual o noética.
El hombre, como amante, puede reaccionar de distinta manera en las tres capas de
su persona: la física, la psíquica y la espiritual:
La actitud más primitiva es la sexual. Esta se circunscribe a la capa física. Moviliza
al ser humano para que responda corporalmente al tú, en función del atractivo
sexual. Hay que distinguir lo sexual de lo genital. Somos seres sexuados, masculino
y femenino, y en este sentido ser y quehacer son sexuales. La plenitud del amor pide
una plenitud del desarrollo de la propia sexualidad. Asimismo, la plenitud de la
sexualidad pide una plenitud amorosa.
La actitud erótica (llamada comúnmente pasión), se asienta en la capa psíquica. Lo
erótico permite al ser humano la captación e integración de la tendencia sexual. Se
trata de integrar la corporalidad para encontrar el fondo anímico del tú. En otras
palabras, la corporalidad del tú mas sus cualidades anímicas, permiten que el ser
humano se enamore. Los rasgos del tú permiten y movilizan vivencias psíquicas
específicas.
La tercera actitud es el amor de ágape (el amor que da sin esperar nada). Esta se
localiza en la capa espiritual y está dirigida hacia esa misma capa en el ser amado.
Esta capa contiene la unicidad y la singularidad de la persona amada y, a diferencia
de la parte física y psicológica, es irremplazable y permanente. Es el amor que llega
a ser verdadera y genuinamente humano. El tú objeto se convierte en el tú sujeto.
Ahora bien, éste no sólo se da en la tercera etapa, sino que se extiende a toda la
dimensión humana y en cada momento de su existencia. Lo que valoriza a la
sexualidad es la conciencia que se tiene de ella y sus diversos grados.
Frankl considera que en la experiencia del amor humano el yo se acerca a lo más
propio del tú. No es su sola corporalidad aislada lo que le atrae y orienta, ni algún
rasgo de carácter o una cualidad anímica. En otras palabras: el yo no ama algo que
el tú tiene, sino lo que
como incomparable e insustituible para él. El acercamiento
al amor sólo puede darse amorosamente. El amor, para darse en plenitud, supone
un largo proceso de integración, de maduración y desarrollo de la sexualidad
humana (en el sentido arriba explicado), y es genuino para mí, en la medida en que
lo vivo en mí, en el tú, y no afuera. Se trata de un tú insustituible e irremplazable.
Más aún, puede sobrevivir y mantenerse con una fuerza mayor que la fuerza del
tiempo y de la muerte.
El amor, como fenómeno específicamente humano, tiene un proceso de formación.
Sin hacer a un lado la dimensión de la sexualidad infantil, el análisis existencial
frankliano parte inicialmente de la premisa de que la pubertad es el comienzo de la
maduración sexual. Ya que la pubertad es el momento de "la irrupción de lo orgánico
en lo psíquico".
Las características de las vivencias de la sexualidad en este momento evolutivo,
pueden resumirse de la siguiente manera: Lo sexual no se vive tan claramente como
psicológico, sino como el impacto somático endocrino que se refleja psíquicamente.
Esta sexualidad está todavía sin forma, es amorfa. Le es necesaria la fase de la
"integración".
La fase de integración supone que la sexualidad va organizándose y logrando una
orientación enmarcada en lo personal del individuo. De una tendencia pulsional, sin
meta ni dirección concretas, se pasa poco a poco a la tendencia personal, concreta, o
al encuentro completo con el Tú, con la intencionalidad.
La "intencionalidad" es la maravillosa capacidad humana que permite que la pulsión
sexual, que dejada a sus propias fuerzas no ve ni se dirige a alguien concreto, tenga
una orientación hacia una determinada persona. La intencionalidad no reside en la
pulsión misma, sino en la tendencia erótica inmanente que, a su vez, no es fruto de
una sublimación.
Frankl señala que la tendencia "erótica" está presente en muchos momentos de la
relación humana que
son aspectos genitales, como es la amistad entre los seres
humanos. La tendencia de lo erótico de tipo "inmanente", canaliza la sexualidad a
partir de las pulsiones genitales hacia el plano de lo psíquico (anímico), hasta llegar
al plano o dimensión de lo espiritual (lo autotrascendente) y permite que se oriente
hacia otra persona diferente de uno mismo, con quien se puede entablar una relación
Yo Tú, y a quien se puede amar. Frankl habla de la "construcción de la
humanización", que es algo que se va construyendo día a día, y que es parte del
"sentido de la vida".
El amor es uno de los posibles caminos para encontrar un significado a la vida. No
obstante lo expuesto arriba, dice el autor que no es necesariamente el mejor camino,
y da las siguientes razones: Nuestra existencia terminaría en un triste pasado y
nuestra vida sería realmente pobre si dependiésemos de la necesidad de
experimentar o no la felicidad en el amor... Más aún, dice Frankl, el individuo que ni
ama ni es amado puede planear su vida con un alto nivel de significación. Sin
embargo, añade, cuando falta el amor, es más probable que se deba a un rasgo
neurótico que simplemente al destino.
El atractivo físico tiene relativamente poca importancia, y su falta no es, desde
luego, una razón para resignarse y renunciar al amor. Renunciar al amor engendra
resentimiento, ya que siempre es indicativo de una sobrevaloración o infravaloración
del amor.
Poner excesivo interés en la apariencia o en la belleza exterior, conduce a la
desvalorización de la persona, como tal. El atractivo sexual 0
1 es
impersonal. Las relaciones basadas en el sexo son superficiales, no son amor. Las
personas que mantienen una relación de este tipo, no desean el amor, ya que éste
implica responsabilidad.
Cuando el amor es verdadero se experimenta como un valor eterno. El hombre
puede confundir la atracción con el amor, pero tarde o temprano se da cuenta de su
error. El neurótico teme las tensiones de la infidelidad del amor no correspondido y,
por lo tanto, evita las oportunidades que se le presentan de amor. Este tipo de
personas necesitan una reeducación para hacerse más abiertos y receptivos, para
esperar todo lo necesario hasta encontrar el único y verdadero amor feliz, que puede
aparecer después de muchos amores desafortunados. Con psicoterapia, esta
tendencia a salir huyendo debe cambiarse por una actitud abierta.
La madurez psicosexual, que comienza a desarrollarse con la pubertad, puede sufrir
tres clases de trastornos, con lo que se producen tres tipos diferentes de neurosis
sexuales:
El tipo "resentimiento": se produce en la última etapa del desarrollo sexual, cuando
el deseo sexual se transforma en tendencia erótica hacia una persona. Puede ocurrir
después de una desilusión amorosa; v.gr., un joven que piensa que nunca
encontrará a alguien a quien respete y al mismo tiempo desee sexualmente. Se
sumerge entonces en la sexualidad sin emoción alguna, sin amor, volviendo de esta
manera, a una etapa inferior del desarrollo psicosexual.
Tipo "resignación": este segundo tipo lo constituyen las personas que nunca han
pasado de la sexualidad a la actitud erótica, y no esperan poder experimentar el
amor. Creen que el amor es una ilusión, por ejemplo, el caso del "Don Juan".
Tipo "inactivo": evita completamente al sexo contrario. El instinto sexual se
expresa sólo en forma de masturbación. Dentro de este grupo estarían, asimismo,
los jóvenes que se encuentran reprimidos sexualmente, aunque esto sólo es la
expresión de un trastorno psicológico más general. Esta frustración sexual en una
persona joven es un indicio de que el instinto sexual no está todavía (o no
suficientemente) subordinado a la tendencia erótica y, por lo tanto, no está
integrado en el sistema total de sus esfuerzos.
La llamada "frustración sexual del joven" no se resuelve con la actitud sexual, sino
con la madurez del amor. Frankl dice que "la terapia apropiada al caso no puede ser
más sencilla: basta con introducir al joven en cuestión en un grupo de chicos y
chicas de su edad. El muchacho tarde o temprano se enamorará, i.e., encontrará su
pareja en el sentido erótico, no en el sexual. De esta manera alcanzará la fase
erótica del desarrollo. La cruda sexualidad y la frustración desaparecerán. Mientras
tanto la persona irá madurando, de modo que cuando se desarrolle una relación
sexual seria, su sexualidad tomará la forma apropiada, como expresión de amor.
Ahora, bajo el dominio de la tendencia erótica, el joven puede establecer una
relación erótica dentro de un contexto en que las relaciones sexuales son posibles...
Su sentido de la responsabilidad habrá madurado mientras tanto hasta el punto de
saber actuar, en consecuencia, cuando él y su compañera decidan si deben o no,
comenzar una relación seria y en qué momento comenzar".
La postura del terapeuta respecto a las relaciones sexuales entre jóvenes debe ser la
de dar su veto siempre y cuando no sean expresión de un verdadero amor. En
ningún caso, sin embargo, debe recomendarlas, ya que es un problema moral y es
responsabilidad de la persona tomar tal decisión. La tarea del terapeuta es enseñarle
a ser responsable.
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Podemos comprender mejor el significado del universo si lo imaginamos como un
"supersignificado", esto quiere decir que el
/
va más allá de lo
comprensible. Dice Frankl (op.cit) "La creencia de un supersignificado ya sea como
concepto metafísico o como sentido religioso de providencia tiene una importancia
singular para la psicoterapia y la psicohigiene... con esta fe no hay nada que carezca
de sentido".
%
'"
Cuando Frankl habla de la
del ser humano, se refiere
le toca inevitablemente vivir, a las que llama también
sufrimiento, la culpa y la muerte. Estos son la encarnación de
de la misma manera que el trabajo y el amor encarnan los
vivencia, respectivamente.
a tres situaciones que
el triple desafío: el
los valores de actitud,
valores de creación y
Estos valores son importantes porque se trata de las propias actitudes frente a lo
inevitable. Son lo que le da sentido a la vida en N
)
N ante las que el
hombre se confronta verdaderamente con él mismo, ya que son la dignificación del
esfuerzo al margen de los resultados. Son expresión de la capacidad de la dimensión
espiritual. Por ser éticamente superiores, movilizan lo más valioso del ser humano en
su crecimiento a través del dolor y sufrimiento que llevan consigo.
Frankl (1988) dice que cada hombre tiene un destino único que, al igual que la
muerte, es una parte de su vida. El llama destino a lo que esencialmente "limita la
libertad del hombre", ya que ni está dentro del área de poder del hombre ni de su
responsabilidad.
El destino tiene un sentido, y desprestigiarlo significa olvidar ese sentido. Sin las
restricciones impuestas por el destino, la libertad no tendría significado. La libertad
no existiría sin el destino. La libertad sólo puede ser libertad en contraposición con el
destino. La logoterapia ve en el destino la prueba definitiva de que existe la libertad
humana.
La libertad supone ciertas restricciones, y está condicionada por ellas. Si quisiéramos
definir al hombre tendríamos que decir de él que es un ente que se ha liberado a sí
mismo de las condiciones que actúan sobre él determinándole (condiciones de tipo
biológico psicológico social). En otras palabras, es un ser que transciende a todos
estos condicionamientos, ya sea dominándolos y modificándolos, o bien
sometiéndose deliberadamente a ellos. No se puede permitir a los pacientes que
culpen a su educación infantil o a las influencias del ambiente por lo que ellos son o
por haber determinado su destino.
El pasado forma parte del destino del hombre, ya que es inalterable. Sin embargo, el
futuro
tiene que estar necesariamente determinado por el pasado. Los errores del
pasado pueden servirnos de lección para el futuro. Los factores constitucionales de
una persona, su dotación biológica, es parte de su destino, así como su situación o
ambiente externo, o incluso su actitud psíquica, en la medida en que no es del todo
libre. La constante lucha del hombre entre su aceptación y rechazo del destino, por
un lado, y su libertad por el otro, caracteriza profundamente la vida humana.
Al hablar del sufrimiento, Frankl se refiere
D
D
ya que
no se trataría de un masoquismo, lo que sería patología. Afortunada o
desafortunadamente el sufrimiento es algo intrínseco a la vida humana. Todos en
algún momento lo hemos vivido. Somos conscientes de él y tenemos que enfrentarlo
con una actitud digna y responsable. En realidad no sabemos el momento en que
llega. Simplemente reconocemos su presencia. Además del dolor que pudiera existir,
se da un sufrimiento psicológico más fuerte. Nos enfrentamos con nuestra debilidad
y vulnerabilidad. Cuando lo vivimos sin sentido, se torna estéril, sordo y destructivo.
Sin embargo, cuando se le encuentra un sentido, trasciende a la persona y se
convierte en una ocasión para crecer.
(!
"
%
!
Las posibles actitudes frente al sufrimiento son: a) Escapismo: es lo mismo que el
!
con aquello que nos pasa. b) Apatía: Frankl la
define como
/
/
# Cuando estamos
apáticos, nos encontramos insensibles a lo que ocurre. Lo único que percibimos es el
desinterés. c) La autocompasión: es
/
=
que nos
está ocurriendo; como si fuera dirigido específicamente contra nosotros. Puede
conducir a la depresión, entendida como un gran enojo contra la persona misma,
porque no ha podido descargarlo hacia afuera de ella. d) Contacto con el dolor: es
asumir lo que nos está ocurriendo, dejándonos sentir el dolor que, inevitablemente,
+ D )
# Desde allí se tienen que buscar las respuestas del espíritu.
Frankl dice respecto a asumir abiertamente el sufrimiento: "Cuando un hombre
descubre que su destino es sufrir, ha de aceptar dicho sufrimiento, pues esa es su
sola y única tarea. Ha de reconocer el hecho de que de que él está sólo en el
universo, (que) nadie puede redimirle... ni sufrir en su lugar (y que) su única
oportunidad reside en la actitud que adopte al soportar su carga. La actitud más
enriquecedora no necesariamente la más fácil es descubrirle un sentido al
sufrimiento".
¿Qué significa descubrir un "sentido" al sufrimiento? Para descubrir un sentido al
sufrimiento inevitable, pasamos por un proceso similar al del duelo por pérdida, esto
es, las cinco etapas señaladas por Ross: no aceptación, coraje y protesta iniciales,
depresión, encuentro de un sentido, y aceptación del mismo.
Este proceso se puede ver a través de tres preguntas: ¿Por qué? Por qué esto, por
qué a mí (dimensión del ego). ¿Para qué? Qué sentido tiene esto para mí (dimensión
del alma). ¿Qué hago? Qué hago con esto en mí, en mi vida, cómo lo encarno.
(
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" !
G
%
>
, H
%
.
Inconscientemente es preferible seguir sintiendo culpa y recibir un castigo que
asumir la responsabilidad por lo que verdaderamente siento. La culpa es la forma
que tiene mi espíritu de decirme "te sigues traicionando. No asumes tu
responsabilidad por lo que verdaderamente sientes y quieres. No te escuchas a ti,
sino sólo oyes las voz de tus introyectos".
%
!
)
# La culpa y la traición a mí mismo están
relacionadas. Cuando traiciono lo que soy sea o no consciente de ello me alejo de
mí mismo y siento culpa. Sin embargo, surge la pregunta, ¿por qué me traiciono a
mí mismo? La respuesta puede ser que generalmente no me doy cuenta de ello y lo
hago automática e inconscientemente, para protegerme de alguna amenaza que no
percibo. La culpa puede llegar a generar en el ser humano la autoseparación y la
autodestrucción al confinarle a un aislamiento, porque en el fondo lleva una verdad
no confesada de la que posiblemente no se da cuenta.
*
!
*
. Otra forma de decir
esto es que la culpa es una evasión de la realidad, una evasión que tiene un alto
costo, porque mantiene a la persona paralizada, detenida, fijada en una posición de
la que es imposible salir.
%
. Para Frankl el arrepentimiento honesto es la forma de aceptar
la responsabilidad para salir del estado de culpa. Cuando nos enfrentamos a hechos
irreversibles que ya no podemos modificar, se pueden asumir dos actitudes:
# Aturdirnos es
la responsabilidad;
arrepentirnos, es
#
(
!
El pensar en el hecho de la muerte puede ser amenazante para muchas personas,
pero es algo de lo cual no nos podemos librar. A todos nos tiene que suceder en
algún momento de nuestra existencia. Se trata de la aceptación de nuestra finitud y
termino de la vida terrenal. Es necesario procesar lo inevitable. A través ello, se
puede valorar más la existencia. Si tuviéramos una vida que durara cientos de años
o fuera inmortal, es muy posible que habría muchas cosas que iríamos posponiendo,
ante el pensamiento de que hay mucho tiempo para realizar lo que deseamos.
Frankl dice que la muerte le da pleno sentido a la vida. Tiene la experiencia del
campo de concentración para avalarlo. Sin embargo, es obvio que no todos tenemos
vivencias parecidas. No obstante, sugiere vivir con la actitud más digna o con el
mejor esfuerzo. La presencia de la muerte se nos presenta como un límite
infranqueable de nuestro futuro y como una limitación de todas nuestras
posibilidades. Por estas razones nos vemos obligados a aprovechar el tiempo de vida
y a no desperdiciar las ocasiones que sólo se nos brindan una vez.
El hombre normal puede eludir su responsabilidad en determinadas circunstancias,
v.gr., festividades, epidemias... Pero el neurótico busca
un refugio
que lo aisle de la vida normal de todos los días. El melancólico también quiere esto,
pero lo busca a través del suicidio.
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La muerte, dice Frankl, nos debería hacer más conscientes de nuestra
responsabilidad frente a la vida, ya que únicamente se vive una vez. El peso no es
ligero y no es fácil admitirlo. Existe una fantasía en el neurótico, y es que nunca se
va a morir y siente que cuenta con todo el tiempo del mundo. Por tanto, desperdicia
mucho del tiempo que la vida le ofrece. Uno de los aspectos más importantes en la
labor terapéutica de la logoterapia es "hacer consciente al paciente de su
responsabilidad ante la vida en virtud de la inevitabilidad de su muerte".
"
'
%
%
+
Este libro se basa en una conferencia que dictó Frankl un poco después de la
segunda guerra mundial. En 1948 fue publicada como libro con el nombre de
. . En esta obra Frankl propone que ante la neurosis de las
masas, que cada vez es mayor en nuestros días, la psicoterapia responsable no
puede excluir a la teología en su confrontación. Esto lo entiende el autor como el
estudio de la religiosidad o espiritualidad, pero no visto como una religión en
específico.
En esta obra, Frankl desarrolla las conclusiones de su experiencia personal y de su
investigación "científica" acerca de Dios. El autor dice que se puede hablar de una
"presencia ignorada de Dios cuando comprobamos que existe en el ser humano un
tipo de "fe" inconsciente (como parte del inconsciente espiritual trascendental), que
revelaría una orientación inconsciente, pero intencional hacia Dios. Este concepto se
debe entender de la siguiente manera: que Dios en sí y por sí mismo no es
inconsciente; que Dios, en ciertas ocasiones, nos es inconsciente; que la relación ser
humano y Dios puede ser inconsciente; que la relación ser humano y Dios puede ser
reprimida y quedar oculta para el ser humano mismo; que la relación ser humano y
Dios puede estar escondida; y que Dios, a su vez, puede estar escondido.
Frankl dice que el concepto "presencia ignorada de Dios" puede ser entendido
en tres formas: a) el término no hace referencia alguna al
panteísmo; b) el término no tiene ninguna relación con el sentido ocultista que
vendría a indicar que el inconsciente tendría una característica o atributo divino,
como pudiera ser la omnisciencia que le permitiera saber más que el Ego; y, c) el
inconsciente no tiene características o atributos divinos, como podrían ser la
omnisciencia y la omnipotencia.
Frankl comenta que Jung ha tenido el gran mérito de mostrar el elemento religioso
como parte importante del inconsciente. Su límite está en identificar a la religiosidad
inconsciente defecto de la ubicación de la presencia ignorada de Dios . En
consecuencia, no sería el Ego el responsable de lo religioso y el que
%
%
%
%
.
Ciertamente no es lo mismo decir que hay algo (Ello) religioso en mí, a decir que * %
*%
. No es lo mismo decir que yo me sienta impulsado hacia Dios, a que * %
%
%
%. . Si bien es cierto que hay decisiones personales que cuajan en
el nivel inconsciente, no se puede deducir que ellas provengan sólo de la dimensión
impulsiva. Lo valioso de la dimensión religiosa es su carácter
*
# El inconsciente espiritual está ligado a la existencia espiritual y no al
"psicofisicum", i.e., la facticidad de lo somático y lo psíquico. La persona humana es
el
de
donde
brota
la
religiosidad
inconsciente.
Esta no se queda reprimida o latente en el inconsciente espiritual, aunque pueden
darse casos en que se dé esta situación.
La religiosidad
es algo innato, ya que su carácter es existencial (decisivo) y no
psicofísico (facticidad). La afirmación de fondo es que la religiosidad se mueve dentro
de un contexto histórico social, que puede corresponder a la forma concreta ya
existente en la que se vierte esta religiosidad (Esta forma puede ser en algunos
casos una confesión o credo religioso, que hace también referencia a otra dimensión
conexa, que es la institución). Desde este punto de vista, la dimensión confesional e
institucional concretas, no son de
pero sí son medios que ponen en
contacto al ser humano con Dios. (Pareja, p. 218).
*
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Aunque se pueden dar conflictos existenciales sin neurosis, toda neurosis tiene un
aspecto existencial. Las neurosis están asentadas en las tres dimensiones básicas del
ser humano: la física, la psíquica y la existencial o espiritual. Las neurosis que se
pueden dar dependen de la preponderancia de una de las tres dimensiones sobre las
demás. Es obvio que las fases fisiológicas no pueden alterarse con la psicoterapia,
sino con fármacos, y en caso de que el componente fisiológico sea grande, poco
podrá hacer la psicoterapia (cfr. $(
(
, 1965).
% :
# Viene de noesis y se refiere a la dimensión espiritual. : se
produce por conflictos entre los instintos y los impulsos, sino por conflictos entre
distintos valores (conflictos morales o problemas espirituales). Uno de estos
problemas, la frustración existencial, es el que suele tener mayores efectos. El
trastorno no se manifiesta en la misma dimensión espiritual, sino en la psicofísica.
Así, dice Frankl, (op.cit) las neurosis noogénicas son "enfermedades del espíritu"
0
), pero no son enfermedades "en el espíritu" 0
1#
% :
# A nuestra era se la ha llamado la era de la angustia. Sin
embargo, el hombre actual tiene ciertas características que "se parecen a las
neurosis". A éstas se les puede catalogar como neurosis colectivas. Los principales
síntomas son los siguientes: El primero, la vida de hoy carece de planificación,
impera la actitud del "día a día". No se hacen planes a largo plazo, y esto podría ser
consecuencia de la incertidumbre que ha dado a la vida las continuas amenazas de
guerras nucleares. La segunda es la actitud fatalista ante la vida. Y esto puede ser
un efecto más de las guerras pasadas y de las continuas amenazas de nuevas
guerras. Esta actitud corresponde a la creencia de que es imposible planear la propia
vida. El tercer síntoma es el pensamiento colectivo. Al hombre le gustaría sumergirse
en la masa. Actualmente él solo se ha ahogado en el interior de las masas; ha
renegado de su libertad y su responsabilidad. El cuarto síntoma es el fanatismo.
Mientras que el colectivismo ignora su propia personalidad, el fanático ignora a los
otros
hombres.
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,
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8
Tanto la neurosis noogénica como la colectiva, pueden incluirse en el sentido general
del término. Sin embargo, en el sentido más restringido, las neurosis afectan
principalmente a la dimensión psíquica del hombre. Por tanto, se puede decir que la
neurosis:
es un enfermedad noética o espiritual. : es una enfermedad que el
hombre tenga en su espiritualidad.
más bien es una enfermedad en la unidad e
integridad del hombre.
No obstante lo anterior, los complejos psicológicos, los conflictos y las experiencias
traumáticas son los efectos más que las causas de la neurosis, la cual es ante todo
un defecto del desarrollo de la estructura de la personalidad. La angustia es un factor
común, pero no la causa de la neurosis. Ahora bien, es la misma angustia la que
mantiene el ciclo neurótico.
Un elemento fundamental es la ansiedad anticipatoria. Se desarrolla cuando un
síntoma fugaz o un fracaso momentáneo se convierte en foco de atención y después
de desaparecer surge el miedo a que este vuelva a aparecer, lo cual refuerza el
síntoma, y comienza así el ciclo neurótico con la participación de la ansiedad
anticipatoria.
%
# Lleva consigo una disfunción del sistema vasomotor o una
perturbación del sistema endocrino, o cualquier otro elemento del sistema
constitucional. Las experiencias traumáticas son los factores precipitantes de este
tipo de neurosis. Estas experiencias son las que determinan los síntomas. Sin
embargo, detrás de una neurosis de angustia, hay una angustia existencial. Esta
ansiedad existencial es un miedo a la muerte y simuladamente a la vida. Es la
consecuencia de una conciencia culpable ante la vida por no haber actualizado los
propios valores potenciales. Este miedo se puede localizar en un determinado órgano
del cuerpo: una somatización, o bien se centra en una situación simbólica concreta,
formándose una /
.
% :
# Contiene un factor constitucional y otro psicogénico. Pero
también contiene un factor existencial, representado por la elección o decisión
particular de llevar hasta el final el desarrollo de la neurosis obsesiva. De aquí que el
paciente
es responsable de sus ideas obsesivas, pero sin duda es responsable de
hacia estas ideas. El obsesivo
es capaz de tolerar la incertidumbre. No
puede soportar la tensión entre lo que es y lo que debería ser. Percibe el mundo en
"tantos por cientos", busca lo absoluto y trata de tener
*
# No obstante, como le es imposible encontrar satisfacción
a todas sus demandas vitales, se termina concentrando en una sola área. Puede
alcanzar en ella el éxito, pero !
... y pagando por ello el precio de su
espontaneidad y de su creatividad. Por eso, todos sus esfuerzos llevan el sello de lo
inhumano.
"
En las neurosis, tanto los síntomas como la etiología, son psicológicos. En la psicosis,
la etiología es física, y los síntomas psíquicos.
%
) # La melancolía o psicosis endógena, tiene también aspectos psicógenos
y existenciales, i.e., contiene un factor patoplástico, que se refiere a la libertad de
modelar el propio destino y de determinar la propia actitud mental hacia la
enfermedad. Por todo lo anterior, se puede decir que las psicosis sería
del ser humano, de la humanidad del paciente psicótico.
La libertad de formar la propia actitud mental implica la responsabilidad. Aunque es
sabido que la angustia propia de la melancolía es de origen psicológico, no por eso se
puede explicar la naturaleza de esa angustia o el sentimiento de culpabilidad. Estos
parecen estar producidos, en principio, por el miedo a la muerte y a la conciencia, y
representan un particular modo de existir y de experimentar.
La "angustia consciente" sólo se puede entender ..."como la angustia de un ser
humano como tal:
, nunca en términos fisiológicos.
También los animales pueden sufrir angustia, pero en el hombre psicótico existe un
elemento crucial de humanidad de existencia que es superior y va más allá de la
simple condición orgánica. La base fisiológica de la melancolía o "insuficiencia
psicofísica" es vivida por el hombre de manera típicamente humana, i.e., la
experimenta como una
!
D
*
D
)
*
#
El hombre siente esta insuficiencia como "inadecuación", y se manifiesta de varias
maneras, v.gr:, sintiendo miedo ante la posibilidad de ser incapaz de ganar
suficiente dinero, miedo de no poder alcanzar los objetivos que se ha propuesto en la
vida, miedo al día del juicio...
La persona melancólica se vuelve ciega e incapaz de ver los valores inherentes a su
propio ser. Más aún, al final tampoco es capaz de distinguir ningún valor fuera de él.
Se da el siguiente proceso: se siente indigno de sí mismo y a su propia vida le falta
sentido; después ve al mundo de la misma manera. La culpa brota del sentimiento
de insuficiencia del mismo individuo, y como consecuencia de su enorme tensión
existencial, puede llegar al punto de creer que jamás podrá liberarse de su culpa, y
entonces la vida adquiere proporciones colosales.
D - /
# La sensación de estar influenciado, observado o perseguido es una
forma de experimentarse como un puro objeto.
D - /
)
=
D
+
. Se vive a sí mismo como si
se hubiese transformado de sujeto en objeto. Este sentimiento de "pasividad
experimental" se pone de manifiesto en el lenguaje de los esquizofrénicos por su
tendencia a usar la "voz pasiva". El ezquizofrénico se experimenta a sí mismo tan
limitado en su completa humanidad, que no puede sentirse como "ente real". Su
conciencia y su responsabilidad se altera por esta experiencia.
'
$
'#
"
La logoterapia, como ya se dijo, es la terapia específica de la "frustración existencial,
del vacío existencial, o de la frustración del deseo de significación. Cuando estas
condiciones se acompañan de una sintomatología neurótica se llaman
#
La logoterapia pretende que el hombre se haga consciente de sus responsabilidades,
ya que ser responsable es el fundamento esencial de la existencia humana. La
responsabilidad lleva siempre consigo una obligación, y ésta puede entenderse en
términos de significado (de la vida humana). La cuestión del significado es
intrínsecamente humana, y aparece siempre que tratamos a pacientes con
frustración o conflictos existenciales (Frankl, 1965).
CCCCCCCCCCCCCCCCCCCCC
7
)
=
*
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*
/
#
(
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#
D *
*
Frankl ha seguido desarrollando su pensamiento. A pesar de su avanzada edad y una
gran falta del sentido de la vista, sigue dando conferencias y publicando algunos
artículos. Su último libro
*
+
03HHK1 es una
recopilación de su pensamiento. Elisabeth Lukas, una de sus alumnas más
representativas, ha publicado varias obras, con algunos aspectos de su propia
investigación, como el
que es una prueba elaborada por ellas para medir el
sentido de vida. En Estados Unidos se ha desarrollado su pensamiento. Se ha
validado y estandarizado el test " 0"
/ ) de Crumbaugh y Maholick , en
distintas poblaciones.
En México se han trabajado algunos temas complementarios a la logoterapia, tales
como el sentido de ser pareja, la tanatología, el perdón, etc. Además, en la
se han hecho investigaciones acerca del sentido de vida
de los alumnos y profesores, y en la
se desarrollan
eventos (cursos, conferencias y talleres) donde se aborda aspectos centrales de la
logoterapia.
Existen distintos Institutos y Sociedades de logoterapia en el mundo que han
encontrado una gran aceptación por lo positivo del pensamiento del Dr. Frankl. Es
una época en la que el mundo necesita tener una voluntad de sentido para poder
vivir como humanos.
*
C
*
1. La logoterapia es un enfoque existencial que ayuda al individuo a solucionar
problemas filosóficos o espirituales. Estos problemas se refieren al significado de la
vida, de la muerte, del sufrimiento, del trabajo y del amor.
2. El sentido de la vida
descubre el propósito de la existencia. Más bien surge de
las respuestas que el hombre da a la vida, a las situaciones y a las tareas con que la
vida le enfrenta.
3. A pesar de los factores biológicos, psicológicos y sociales que influyen en las
respuestas del hombre, siempre hay en ellas un elemento de libertad y elección. A
pesar de que el hombre no pueda controlar siempre las condiciones con las cuales
tiene que enfrentarse, sí puede controlar sus propias respuestas a éstas. Por lo
tanto,
(
*
#
4. La frustración existencial puede darse sin ir acompañada necesariamente de
neurosis o psicosis. Sin embargo, puede crear una neurosis; y tanto neurosis como
psicosis tienen aspectos existenciales.
a) La logoterapia va dirigida al tratamiento de la frustración existencial, y a los
aspectos existenciales de las neurosis y las psicosis.
b) No se trata, por tanto, de un sustitutivo de la psicoterapia, sino más bien un
complemento. Al logoterapeuta
le interesan los procesos psicodinámicos ni la
psicogénesis. Su principal interés está en los problemas filosóficos y espirituales de
sus pacientes.
c) Su objetivo es darle al paciente las mayores posibilidades para actualizar sus
valores latentes y no descubrir sus secretos más profundos.
d) La autorrealización no se acepta como un fin en sí mismo, ya que ésta sólo es
posible en la medida en que el hombre encuentre el significado concreto de su
existencia personal. En otras palabras,
- !
#
?
Frankl, V. (1964). $
) *
. Madrid: Gredos.
Frankl, V. (1965). $(
(
Frankl, V. (1979).
Frankl, V. (1981).
*
)
. New York: Knopf.
. Barcelona: Herder.
(
. Barcelona: Herder.
Frankl, V. (1986).
Frankl, V. (1987). "
. Barcelona: Herder.
+
*
Frankl, V. (1988).
Pareja, G. (1987). ; 5
Yalom, I.. (1984). "
. México: F.C.E.
. Barcelona: Herder.
#,
59
! *
. Barcelona: Herder.
. México: Premia.
9
D
B
María Cristina Riveros Reyna
*
+C
*
Cuando supe por primera vez acerca de la
, experimenté un gran
interés por el tema puesto que siempre me había inquietado la idea de conocer una
alternativa terapéutica efectiva que ofreciera, en poco tiempo, solución a los
problemas con los que habitualmente la gente llega a terapia. En realidad tenía claro
que la gente acude a terapia no necesariamente para esclarecer un pasado
inmodificable, sino a causa de una insatisfacción con el presente y el deseo de
mejorar el futuro, lo cual implica generar cambios. Resultaba preocupante la idea de
que se tuviese que hacer un análisis profundo y en tiempo tan largo para poder
cambiar y que aún así, a veces, los cambios no se daban. Este hecho es
representado con agudeza por los conflictivos personajes de las películas de Woody
Allen que llevan muchos años de psicoanálisis y sin embargo no han solucionado sus
conflictos, aun teniendo un claro entendimiento de los mismos
Sin embargo, mi interés por el tema fue mayor al saber que se trataba de un
enfoque, que en el campo de la psicoterapia introdujo un cambio en la imagen del
hombre, la naturaleza de sus problemas y por consiguiente, en la forma como éstos
deben tratarse. Este cambio se puede conceptualizar como un cambio epistemológico
en el que se hace una transición de un paradigma de conocimiento atomista, lineal,
determinista, anticontextual, a otro totalista, circular, sistémico.
El foco de interés se desplaza del individuo, hacia la relación entre individuos como
un fenómeno
. En este sentido, la naturaleza de los problemas es
considerada de índole interaccional y no puramente intrapsíquica; existen relaciones
perturbadas, más que individuos perturbados o dicho más exactamente, los
trastornos del comportamiento son una función de las relaciones humanas y no de
psiques enfermas (Watzlawick, 1992). Se destaca que los problemas no están
desligados del contexto en el que se desarrollan ni de las relaciones de las que el
individuo forma parte. Ahora bien, entender el comportamiento humano desde esta
perspectiva nos permite hacer una lectura más congruente con la naturaleza social
del hombre.
Con ello no quiero decir que otros enfoques no sean igualmente válidos; de hecho,
muchas teorías y enfoques diferentes producen cambios y resultados positivos. En
este sentido, lo que quiero subrayar es que la
es una
alternativa terapéutica más, y no simplemente, como algunos la pueden ver, una
forma de terapia corta, que se diferencia de otras que son prolongadas, y que por
ello, visto desde esta óptica particular, sólo sea algo "menos de lo mismo": menos
tiempo, menos profundidad, menos duración del efecto, menos eficacia. Esta falsa
creencia ha llevado a considerar a la psicoterapia breve como una forma de
tratamiento de segundo orden, cuyos efectos son paliativos y secundarios. No
obstante, numerosos estudios han comprobado la efectividad de la terapia breve, la
permanencia del cambio y una mejoría adicional en lugar del deterioro que podría
esperarse si ésta fuera un paliativo (De Shazer, 1991).
En este capítulo presentaré algunas ideas generales acerca de la psicoterapia breve
sistémica, iniciando para ello una revisión histórica de la misma y de su vinculación
con la terapia familiar; posteriormente, se analizan aspectos de importancia en su
fundamentación epistemológica, esbozando sintéticamente los principios de la teoría
general de los sistemas, la cibernética y el constructivismo, así como los aportes de
la teoría de la comunicación humana y de la hipnosis ericksoniana. Finalmente
conviene revisar algunas técnicas de las diferentes escuelas y modelos, que se
identifican con los lineamientos de la psicoterapia breve y que desde diferentes
ángulos aportan al trabajo en la solución de conflictos, ya sea en el nivel individual,
de pareja, de grupo y/o familiar.
*
+ *
Si bien es cierto que la práctica de la psicoterapia es tan antigua como la humanidad
misma, la aparición de la psicoterapia profesional tal como se le conoce en nuestros
días, señala Kris (1984) no se sitúa antes del siglo XIX, tomando como referencia la
obra freudiana que alcanza su mayor repercusión en el siglo XX con el psicoanálisis
, hasta el punto que se ha llegado a homologar psicoterapia con psicoanálisis,
fundiéndose en el lenguaje común ambas terminologías.
Sin embargo, a partir de entonces, se
fundamentales en psicoterapia agrupadas en:
han
desarrollado
varias
corrientes
1
=
)
/
9 comprendiendo aquí el psicoanálisis, y otras
corrientes psicoterapéuticas inspiradas en la teoría psicoanalítica pero diferenciadas
por un representante específico, como son los jungnianos, los frommnianos, los
lacanianos y otros.
b1
=
9 conformados por los fundados en la teoría del
aprendizaje, los cognitivos, la terapia racional emotiva.
c)
=
9 incluyendo aquí la terapia gestalt, la psicoterapia
rogeriana, la logoterapia, el psicodrama entre otros.
d)
=
9 que incluyen a la psicoterapia familiar, la psicoterapia breve
y las diferentes escuelas de Milán, de Milwaukee, de Roma, la Australiana, y los
modelos estratégico y estructural entre otros.
D
C
*+
9
D
La psicoterapia breve sistémica tiene su origen hacia 1950, época en que la
postguerra abría un campo de estudio a modelos de acción rápida y eficaz en el
tratamiento de urgencia en situaciones traumáticas así como de diferentes
problemas psicológicos que habían quedado como secuela. Colateral a ello, existía un
clima de incorformidad entre psiquiatras y otros investigadores de la "salud mental",
con relación a la formación tradicional psicoanalítica que recibían y que desde una
postura crítica representaba una limitante en el proceso de cambio y solución de los
problemas actuales de la persona.
Esta inconformidad básicamente estaba orientada a cuestionar el carácter individual
de los síntomas, la naturaleza intrapsíquica de los problemas, la idea de causas
subyacentes y la necesidad de ir al pasado, para buscar en la infancia los factores
determinantes, las raíces de los síntomas actuales que eran vistos como la
manifestación de una enfermedad o de algo que está oculto. Se fue generando un
cambio de mentalidad, en el que la naturaleza de los problemas y el mismo proceso
terapéutico comenzaron a considerarse de índole interpersonal. Haley (1991)
destaca la influencia de algunos personajes que dentro de la corriente psicoanalítica
estaban experimentando este proceso de transformación, como por ejemplo, la
influencia que tuvo Harry Stack Sullivan sobre Don Jackson y de éste sobre Haley
entre otros muchos terapeutas iniciadores de la psicoterapia Breve.
Desplazar el interés del individuo hacia la relación entre individuos requiere una
sustentación epistemológica, que para entonces fue encontrada en los principios que
aportan a la ciencia, la T.G.S., la cibernética y el constructivismo. No obstante, estos
principios llegan a generarse a partir del cuestionamiento hecho al modelo
mecanicista, imperante en el campo de la ciencia a comienzos de siglo, que para
explicar los fenómenos biológicos, psicológicos y sociales, recurría a los principios de
la física y de la mecánica, lo cual resultaba insuficiente e inadecuado. Este modelo es
conocido principalmente en términos de la visión newtoniana del mundo, en el que
las partículas materiales establecen un mundo mecánico y totalmente determinado.
La única meta de la ciencia en este modelo parecía ser analítica: la división de la
realidad en unidades cada vez menores, unidades aislables actuantes según
esquemas de causalidad lineal.
Dicho cuestionamiento se hace en primera instancia desde la biología, postulándose
el modelo organicista, que señala como necesario estudiar no sólo partes y procesos
aislados, sino también resolver problemas decisivos hallados en la organización y el
orden que los unifican, resultantes de la interacción dinámica de las partes y que
hacen diferente el comportamiento de éstas cuando se estudian aisladas o dentro del
todo. El organismo como sistema abierto que es, debe ser tomado en su conjunto,
como un todo en el que existen relaciones complejas, múltiples, circulares; el énfasis
es dado en este modelo a la relación y a la organización de los elementos que
integran un organismo y los mecanismos propios para mantenerse en equilibrio
dinámico; estos primeros enunciados datan de 1925 con la obra de White Head y la
formulación hecha por Cannon en 1929 del concepto de homeostásis como un
fenómeno interactivo. Coherente con esta concepción organicista, Von Bertalanffy
expuso la T.G.S. en 1937 y más adelante, Wiener, en 1948 publicó sus trabajos en
torno a los mecanismos de retroalimentación, en su magistral obra sobre cibernética
(Bertalanffy, 1986; Lilienfeld, 1991).
Posteriormente, y ahora desde la sociología, surgió el modelo procesal sosteniendo
que el modelo organicista resultaba insuficiente para explicar los mecanismos
presentes en los sistemas socioculturales, donde el nivel de complejidad es mucho
mayor, y donde los organismos no sólo intentan mantener un equilibrio dinámico,
sino que a veces buscan romper la homeostasis y desarrollar mecanismos
morfogénicos en aras de cambiar o generar una nueva estructura y desarrollarse a lo
largo de su ciclo vital. Este modelo sugiere dar mucho más énfasis a estos últimos
mecanismos y en esa medida, interesarnos por el cambio y los procesos que natural
o deliberadamente tienen que ver con el mismo.
Las premisas planteadas por estos modelos tomaron fuerza en esa época y los
conceptos derivados de las mismas fueron trasladados al entendimiento de las
relaciones humanas, generando así una nueva corriente epistemológica en la que
varios personajes tienen que ver. Uno de ellos es Gregory Bateson, antropólogo,
quien toma contacto con estas ideas a partir de las conferencias interdisciplinarias
organizadas por la Fundación Macy´s, en el año de 1942, con el objetivo de
encontrar una "ciencia del control" de donde emergió la cibernética. Estas
conferencias, señala Shalanger y Watzlawick (manuscrito inédito), se realizaron
desde 1942 hasta 1949 y en ellas participaron generalmente los mismos personajes,
entre los que vale la pena destacar a Milton Erickson, quien presentó sus trabajos
sobre hipnosis, y el cibernético constructivista, Heinz Von Foerester.
El primer contacto de Bateson con la psiquiatría fue en 1948 cuando comenzó a
trabajar en San Francisco, en un estudio sobre la comunicación en psicoterapia, en el
que integró sus conocimientos acerca de lo sistémico. En 1952, recibió una beca para
estudiar comunicación, en particular el tema de las paradojas y su relación con los
distintos niveles de abstracción y clasificación. Más tarde, en 1954, el Centro de
Estudios Avanzados de las Ciencias del Comportamiento en Palo Alto, California ,
decidió apoyar la investigación relacionada a la T.S.G., para lo cual el mismo
Bertalanffy fue convocado. La irrupción de estos conceptos introdujo un cambio en el
que, en el mundo de los sistemas abiertos, la información y la relación era lo más
importante, y por tanto, el objeto de estudio.
No es difícil comprender entonces el poderoso atractivo que la investigación de la
familia ejerció sobre todo aquel ávido por explorar los problemas humanos desde la
perspectiva sistémica. Los pioneros en esta área fueron los del grupo de
Investigaciones Mentales de Palo Alto que, en 1959, con Don Jackson como director
y fundador, Gregory Bateson y un grupo de psiquiatras pioneros del enfoque
interaccional, como Jay Haley, John Weakland, Lyman C. Wynne y Theodore Lidz,
entre otros, iniciaron sus estudios sobre algunas pautas de interacción familiar que
de manera estable se asociaban con la enfermedad mental, adscribiendo a la
interacción familiar y la comunicación, un papel fundamental en el desarrollo de la
esquizofrenia (Bateson, et al., 1974)
Estas primeras investigaciones dieron origen al movimiento de terapia familiar
sistémica, que ha proliferado desde entonces no solamente en el grupo de Palo Alto,
donde en 1967 se creó el Centro de Terapias Breves, con la presencia de Paul
Watzlawick, Richard Fish y John Weakland, quienes han desarrollado el modelo
estratégico; también surgieron otras escuelas como el grupo de Filadelfia, cuyo
principal representante, Salvador Minuchin, desarrolló el modelo estructural; la
escuela de Milán con Mara Selvini Palazzoli y su equipo; la escuela de Roma
representada entre otros por Mauricio Andolfi y Claudio Angelo; la Escuela de
Milwaukee dirigida por Steve de Shazer, el Instituto Ackerman de Terapia Familiar
con Peggy Papp, Olga Silverstein y otros especialistas en la materia; la escuela
Australiana con Michael White y David Epson, entre otros.
Ahora bien, la pauta que conecta estas diferentes escuelas es la forma de
conceptualizar la problemática. Nardone (1992) lo resume como un paso en el
campo de la psicoterapia de lo intrapsíquico a lo relacional, del análisis del pasado al
estudio de las reglas que gobiernan la interacción en el aquí y el ahora, de la
pregunta relativa al porqué del problema, al qué, cómo, cuando y dónde el problema
es problema; de la extrema pasividad del terapeuta al activismo y el empleo del
influjo personal en la práctica clínica para promover el cambio de la situación
problemática. Este cambio presupone un cambio epistemológico fundamental.
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#
"
Hacer la transición desde una epistemología lineal progresiva1 que es atomista,
reduccionista, anticontextual y se atiene a una lógica analítica de procesos aislados,
a una recurrente, circular o sistémica, no resulta nada fácil puesto que implica para
el terapeuta un cambio en su propia concepción del mundo, de la naturaleza de los
problemas, de la terapia y de su participación en ella. Para ello, el clínico debe en
primer lugar, reconocer las premisas que subyacen en su manera de actuar, es decir,
como señala Keeney (1991), su particular "epistemología", que no es otra cosa que
el estudio de la manera en que las personas o sistemas conocen cosas y de la
manera que ellos piensan que conocen cosas.
Una idea básica para comprender la epistemología es que lo que cada cual percibe y
conoce se deriva en gran medida de las distinciones que traza; de esta manera, el
acto básico de la epistemología es la creación de una diferencia, ya que sólo al
distinguir una pauta de otra, somos capaces de conocer nuestro mundo. Para
conocer, debemos hacer una distinción y el acto de hacer esta distinción en sí mismo
sugiere una opción o preferencia de quien la hace (Bateson, 1993). Por tal razón,
para comprender cualquier fenómeno, debemos empezar por apreciar cómo fue
construido, o sea qué distinciones están en la base de su creación. ¿Qué
construcciones de la realidad tiene el observador, que distingue esto de aquello?
Los planteamientos hechos por Maturana (1992) proporcionan una guía en cuanto
que afirman que nuestra percepción más que depender de la agudeza de nuestros
sentidos, descansa en la comprensión de nuestros conceptos. las distinciones que el
observador hace, surgen como producto de sus propias distinciones en la repercusión
de que éstas distinguen al que distingue.
Desde esta perspectiva, el terapeuta, en la medida en que se enfoca al estudio de la
totalidad y no de procesos aislados, realiza un procedimiento sistémico; en la medida
en que estudia el comportamiento recíproco, la regularidad, la pauta y la
organización, tiene un método cibernético.
En razón a la importancia que los conceptos de la Teoría General de Sistemas (TGS)
y de la cibernética tienen para la comprensión de este cambio epistemológico, se
exponen algunos de ellos, recomendando al lector recurrir a las fuentes originales
para ampliar sus conocimientos acerca del mismo.
El sistema es definido por Buckley (1982) como un complejo de elementos o
componentes directa o indirectamente relacionados en una red causal, de modo que
cada componente está relacionado por lo menos con varios otros, de modo más o
menos estable, en un lapso dado.
Un sistema no se comporta como un compuesto simple de elementos
independientes, sino como un todo coherente e inseparable. Cada una de sus partes
está relacionada con las demás de tal modo que un cambio en una de ellas provoca
un cambio en las demás y en el sistema total. Como corolario de la noción de
totalidad se desprende la premisa de la "no sumatividad", refiriéndose al sistema
como mucho más que la suma de sus partes, donde el "más que" señala la
organización que confiere al agregado características no solo diferentes de los
componentes considerados en forma individual sino, a menudo, que no aparecen en
estos últimos.
En un sistema, los elementos están interactuando y ello implica que se están
afectando mutuamente; por tal hecho, resulta imposible contemplar que existen
relaciones unilaterales entre elementos, del tipo A afecta a B pero no a la inversa. El
concepto básico que se inserta en este principio, es el de retroalimentación,
mecanismo por el cual la información retorna al punto de partida, cerrando el
círculo2.
Si bien en las cadenas progresivas de causalidad lineal tiene sentido hablar del
comienzo y del fin, tales términos carecen de sentido en los circuitos de
retroalimentación. En un círculo no hay comienzo ni fin.
Sin embargo, este tipo de puntuación es frecuentemente utilizado por los
participantes de cualquier interacción, cuando tanto la persona A como la B, afirman
que sólo reaccionan a la conducta del otro, sin comprender que a la vez influyen
sobre él a través de su propia reacción.
En un sistema circular los resultados, en el sentido de alteración del estado al cabo
de un periodo de tiempo , no están determinados tanto por las condiciones iniciales
como por la naturaleza de las relaciones, del proceso o de los parámetros del
sistema. En este sentido, el principio de la equifinalidad señala que idénticos
resultados pueden tener orígenes distintos, mientras que la multifinalidad se refiere
a que condiciones iniciales similares pueden llevar a estados finales diferentes. En
ambos casos se destaca la independencia entre estados iniciales y finales, lo cual en
el campo de la psicoterapia, replantea el acento dado a las causas iniciales, para
ponerlo mejor en lo que sucede en el aquí y el ahora, en términos del patrón de
relación que el sujeto vive con su entorno y de las atribuciones que otorga en
términos de valor, sentido y significado.
A medida que los sistemas abiertos cobran complejidad, desarrollan procesos
mediadores de complejidad también crecientes que posibilitan al sistema
autoregularse. El primero de ellos hace referencia a aquellos procesos de los
intercambios complejos entre el sistema y el ambiente que tienden a mantener o
preservar una forma, una organización o un estado del sistema, en tanto que el
segundo se refiere a aquellos procesos que tienden a elaborar o modificar la
estructura. Este doble proceso de continuidad y crecimiento ocurre a través de un
intercambio dinámico entre dos funciones: la capacidad homeostática y la capacidad
de transformación que son el resultado, entre otras, de los mecanismos de
retroalimentación negativa y retroalimentación positiva, respectivamente. Cabe
señalar, que en cuanto caracteres funcionales del sistema no son uno mejor que el
otro sino que, estabilidad y cambio, son dos caras de la misma moneda. Caras con
las que se enfrenta el terapeuta al evaluar tanto el sistema consultante, como el
nuevo sistema que se forma, es decir, el sistema terapéutico, justamente, cuando su
tema central es encontrar los mecanismos que bloquean el cambio y también
aquellos que lo generan para entonces promoverlo.
Ahora bien, en la medida que el terapeuta presupone que las partes de un sistema
están interrelacionadas, es decir, que se comunican entre sí, y se afectan
mutuamente, su interés cae en el ámbito de la pragmática de la comunicación,
ampliamente desarrollada por Watzlawick (1989) en la Teoría de la Comunicación
Humana. En esta teoría se aplican los principios de la TGS y la cibernética al estudio
de las relaciones humanas y se plantea que en una relación todo comportamiento
activo o pasivo, intencionado o no, tiene carácter comunicativo y es por tanto
comunicación. Puesto que es imposible no comportarse, también es imposible no
comunicar.
En toda comunicación se pueden distinguir, por una parte, el aspecto referencial del
mensaje que trasmite básicamente información y que corresponde al nivel de
contenido y por el otro, el aspecto conativo que se refiere a qué tipo de mensaje
debe entenderse que es (por ejemplo, es una orden, es un chiste, es una burla) y
que como información acerca de la información misma, define la relación entre los
comunicantes: Este es el nivel de relación de la comunicación, que en últimas, es el
que interesa principalmente al terapeuta. En las relaciones humanas, el contenido a
veces sólo es el pretexto para definir la relación y en esa definición nos constituimos,
desde antes de nacer, como personas. Somos en relación con un otro que nos define
y se define a sí mismo en la relación. En esa definición se dan procesos continuos de
aceptación, rechazo, descalificación y reafirmación, cuya importancia es fundamental
para la salud y el bienestar emocional.
Por último, en la medida en que el terapeuta contempla que sus observaciones de la
realidad como las de cualquier observador, incluido el consultante , tienen como
base sus propias construcciones y que, en este sentido, la realidad no existe como
un hecho objetivo, su pensamiento es constructivista.
El constructivismo es una corriente epistemológica que analiza aquellos procesos de
percepción, de comportamiento y de comunicación, a través de los cuales las
personas forjan sus propias realidades individuales, sociales, científicas e ideológicas.
El ser humano, en el transcurso de su vida y como parte de su proceso de
adaptación, intenta edificar una estructura mental que le permita ordenar su
experiencia; en este proceso, construye para sí mismo y conforma con otros un
mundo al cual llama realidad. Todo este bagaje es el que se pone en juego en el
momento de la observación, haciendo que la mirada esté revestida de todos estos
engramas individuales y socio culturales que generan un determinado mapa o
recorte de eso que llamamos realidad.
El constructivismo como corriente epistemológica fue desarrollada en su forma más
radical por Ernest Von Glasersfeld quien plantea que no se necesita penetrar muy
profundamente en el pensamiento constructivista para comprender que el mundo en
que parecemos vivir lo debemos sólo a nosotros mismos, puesto que el hombre es el
único responsable de su pensamiento, de su conocimiento y de su conducta. Es esto
lo que en última instancia quiere afirmar el constructivismo y en su intento de
hacerlo pone de manifiesto aspectos de la teoría del conocimiento que de otra
manera pasarían inadvertidos.
La tesis fundamental es que el mundo que experimentamos lo construimos nosotros
mismos, de manera que nuestro conocimiento ha de interpretarse no como imagen
del mundo real, sino tan sólo como una llave que abre caminos posibles. Esta idea
plantea una diferencia en la relación entre saber y realidad. La concepción tradicional
de la teoría del conocimiento considera esta relación como un acuerdo o
correspondencia gráfica; el constructivismo radical ve dicha relación como una
adaptación o ajuste en el sentido funcional. No busca que este conocimiento
corresponda con la realidad sino más bien que encaje en la misma. Una llave
"encaja" en la cerradura cuando la abre. Ese "encajar" describe una capacidad de la
llave, pero no de la cerradura.
En este sentido, se opone a la idea ampliamente difundida entre la ciencia de que el
saber sólo es saber si permite conocer al mundo tal como éste es y de que sólo
tenemos derecho a llamar "verdad" a lo que corresponde con una realidad
independiente y "objetiva". Para los constructivistas toda concepción, todo saber y
toda comprensión es siempre construcción e interpretación del sujeto viviente. Y
aunque no podemos valorar a una como más verdadera o real que otra, estas
construcciones tienen consecuencias y producen resultados concretos de naturaleza
personal y social.
Parece oportuno retomar la distinción hecha por Watzlawick (1992) entre realidad de
primer orden, que se refiere a los hechos tal cual son y la realidad de segundo orden
que es construida por medio de la atribución de sentido, de valor y de significado
que se da a la realidad en cuestión de primer orden. La distinción hecha entre estas
dos realidades se expresa en la historia acerca de la diferencia entre un optimista y
un pesimista: mientas que el optimista dice que una botella está medio llena el
pesimista dice que está medio vacía. La misma realidad de primer orden, pero dos
realidades diametralmente opuestas de segundo orden, que tienen consecuencias
concretas en el vivir de cada uno.
En el campo de la psicoterapia, asumir que una realidad se construye y no se
descubre (ya que este postulado presupondrá que exista una realidad
) nos
invita a reflexionar acerca de la comprensión de la situación como prerrequisito nodal
del cambio, y por tanto confirmar que el "insight" no asegura la transformación de la
situación conflictiva. En la psicoterapia tenemos que ver principalmente con
realidades de segundo orden, orientando la intervención para que construya nuevos
aspectos de la realidad que le permitan vivir más placenteramente.
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La influencia clínica de Milton Erickson puede considerarse como fundamental para la
psicoterapia breve. Durante su asombrosa carrera como psicoterapeuta especialista
en hipnosis, preparó una gran cantidad de estrategias y técnicas de intervención
para la resolución en breve tiempo de problemas de orden emocional y conductual.
Su particular modo de hacer terapia, representó para el grupo fundador de la
perspectiva sistémica, un material clínico fundamental. De manera intuitiva y
empírica había utilizado estrategias terapéuticas que venían a ser la aplicación
directa y antecedente de muchas de las formulaciones teórico prácticas que el grupo
de Bateson y Jackson habían formulado como modelos.
Es oportuno señalar, que dentro del proyecto de investigación de Bateson sobre
comunicación, él, junto con Haley y Weakland, estudiaron extensamente el tipo de
comunicación terapéutica de Erickson, impactante por los cambios verdaderamente
sorprendentes que provocaba. Con un estilo indirecto y poco convencional,
asignando tareas, formulando sugestiones o contando cuentos y metáforas, Erickson
se orientaba a aflojar las rigideces de la persona en la medida suficiente como para
que ella descubriera otros modos de pensar y comportarse, capaces de eliminar el
síntoma.
Las bases de la concepción ericksoniana constituyen en esencia, supuestos
determinantes para la psicoterapia breve. Erickson, señala O´Hanlon (1989), se
caracterizó por tener una orientación naturalista centrándose: en los recursos de las
personas más que en sus carencias, en sus posibilidades más que en sus
limitaciones, en la búsqueda de soluciones más que en los problemas. Una
orientación de presente y futuro considerando que la vida se vive en el presente,
para el mañana; el pasado no puede cambiarse y sólo se cambia la interpretación y
el modo que tenemos de verlo. Una orientación de utilización en la que el terapeuta
hace uso de todo, inclusive de las limitaciones, para promover el cambio. Erickson
utilizaba todo lo que los consultantes presentaban como síntomas, resistencias,
creencias, pautas de comportamiento , y con su ejemplo propuso la utilización cabal
de todos los recursos y limitaciones del terapeuta en la promoción del cambio.
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Un aspecto central en la Psicoterapia Breve Sistémica es el cambio, la forma como
tiene lugar espontáneamente y la manera de promoverse. Además, comparte las
siguientes premisas:
Se enfoca en el aquí y el ahora y no en el allá y el entonces.
No busca causas subyacentes que implican que aquello de lo que se quejan las
personas al iniciar la terapia no es el verdadero problema, sino siempre la
manifestación de algún problema más profundo. Se considera que los problemas en
su mayoría son de naturaleza interaccional.
Es focalizada, centrada en los problemas y la búsqueda de soluciones, intentando
con ello aliviar las quejas específicas que los consultantes llevan a la terapia.
Se considera que no es necesario para resolver los problemas hacer conciencia de
su naturaleza o de su origen, por lo que no se hace ningún intento deliberado por
promover el insight o entendimiento.
Los consultantes definen los objetivos de la terapia por lo que debe formularse para
satisfacer la unicidad de las necesidades del individuo; dicho de otra manera, la
terapia debe ser cortada a la medida y envuelta como regalo para cada persona.
El cambio es constante e inevitable. Una vez que se hace un pequeño cambio
positivo, la gente se siente optimista y con algo de confianza para abordar nuevos
cambios. Un cambio en una parte del sistema produce cambios en otras partes del
mismo, por lo que el cometido del terapeuta es identificar y ampliar el cambio.
Las personas tienen los recursos y capacidades para superar sus dificultades y
resolver sus quejas; es tarea del terapeuta acceder a esas capacidades y lograr que
sean utilizadas.
La manera en que se etiqueta un dilema humano puede cristalizar un problema y
hacerlo crónico. Catalogar a un niño como autista o etiquetar a un adulto como
border line sólo ayuda a participar en la creación de un problema mucho más difícil
de solucionar.
No hay una única forma "correcta" de ver las cosas; puntos de vista diferentes
pueden ser igualmente válidos y ajustarse igual de bien a los hechos.
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A veces un sistema, sea éste un individuo, una pareja o una familia, no puede
propiciar desde su interior las condiciones para su propio cambio, aún teniendo los
recursos necesarios para ello. Desde este punto de vista, los problemas se
desarrollan cuando se manejan mal las dificultades de la vida cotidiana. Una
dificultad se convierte en problema, como lo señala Watzlawick (1986), en la medida
en que las soluciones intentadas no logran resolverlo, y conducen a círculos viciosos,
a juegos sin fin, que como su nombre lo indica, son interminables en el sentido de
que no contienen en sí condiciones para su propia terminación; en estos casos, el
problema ya no es el problema sino que éste viene a ser la solución intentada para
resolverlo.
Se acude entonces al terapeuta quien, para contribuir a la solución del mismo, tiene
que hacerse una idea clara acerca de la naturaleza del problema, la forma como se
ha enfrentado y las soluciones intentadas, la postura del consultante, las
expectativas respecto al cambio, los objetivos de la terapia, así como las tácticas y
estrategias que ha de seguir para que ésta cumpla con su cometido.
Esto supone para el terapeuta hacer una planificación del caso, lo cual resulta
imprescindible para aplicar con eficiencia su capacidad terapéutica y resolver los
problemas con rapidez. Si no se le dedica a la planificación el tiempo necesario,
disminuyen notablemente las posibilidades del éxito y el tratamiento se convierte a
menudo en una aventura prolongada y errática, que termina porque el paciente
pierde el interés y abandona el tratamiento, o bien, porque el terapeuta termina
renunciando.
Planificar implica no preparar los temas de la sesión en la sesión misma, sino con
anterioridad, teniendo en cuenta el objetivo final de la terapia y los pasos que deben
seguirse para lograrlo. Esta no es una práctica común, no sólo porque planificar es
una tarea ardua, sino también porque buena parte de la terapia tradicional induce al
terapeuta a esperar la reacción del paciente, y sólo entonces responder a ella, debido
en parte al hecho de considerar que cada sesión constituye una entidad separada y
no un segmento dentro de un proceso que se da en el tratamiento global.
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9 El terapeuta se centra en el aquí y el ahora, buscando
hacerse una idea clara acerca de cuál es el problema, y de cómo éste es un
problema para quien o quienes consultan. Si por ejemplo, el consultante afirma que
su problema es una "mala comunicación", el terapeuta tendrá que clarificar qué
entiende por "mala comunicación" y definir así un problema que sea tratable, en la
medida en que se determinan ciertos comportamientos sobre los cuales se espera el
cambio.
De igual manera, cabe recordar que la manera en que se etiqueta un dilema humano
puede cristalizar un problema y hacerlo crónico. Todo empeño por descubrir una
patología, contribuirá a crear esa patología, de forma que podemos terminar
perpetuando lo que queremos cambiar. Por eso, al formular un problema, es de
suma utilidad hacer preguntas relacionadas al qué sucede, cómo, cuándo, dónde,
con quién, preguntas que nos permitan describir pautas de comportamiento así como
las secuencias repetidas de interacción en las que se inserta. Se evita utilizar con ello
rótulos o etiquetas que sólo contribuyen a hacer del problema algo menos
solucionable. En este sentido, puesto que participamos en la co creación de la
realidad de los consultantes, el objetivo es reducir el tamaño del problema
haciéndolo parecer así mucho más manejable.
Ahora bien, así como podemos centrar la atención en las circunstancias en que
aparece el problema y detallar nuestra información sobre el mismo, también
podemos centrarnos en las circunstancias de "no problema"; es decir, en lo que
sucede cuando éste no aparece, lo cual muchas veces nos ilumina la solución de
manera asombrosa.
Para definir el problema es de gran utilidad la técnica de la externalización expuesta
por White (1993, 1994), que insta a las personas a cosificar y a veces, a personificar
los problemas, de manera que una vez que el problema es puesto fuera, como una
entidad separada del sujeto, se puede hablar más claramente de su relación con el
mismo. Para ello se hacen preguntas acerca de la influencia relativa del problema
sobre sus vidas y sus relaciones, la manera como los ha afectado , así como
también preguntas acerca de la influencia relativa que tienen él y otros con los que
se relaciona sobre la persistencia del problema.
9 Una vez que una dificultad se vive como "problema," el
problema es mantenido o empeorado por los intentos ineficaces de las personas para
resolverlo. En otras palabras, el problema es el intento de solución que se ha dado y
que en la mayoría de los casos constituye acciones de la misma clase, que pueden
diferir en la forma pero que en esencia son lo mismo. Este patrón de "más de lo
mismo" es entonces un objetivo de la intervención terapéutica.
El terapeuta debe examinar muy bien las soluciones intentadas, con el fin de que no
proponga "más de lo mismo", y así evitar colaborar con el mantenimiento del
problema. Por otra parte, esta información permite conocer la realidad construida
por la persona en cuestión, en la que esos intentos de solución son los únicos
posibles, significativos, lógicos o permitidos.
Ahora bien, así como se presta atención a las soluciones intentadas y que no han
sido exitosas, también es de gran utilidad preguntar si alguna vez ha logrado vencer
al problema o manejarlo de manera satisfactoria. Inclusive, haciendo alusión a éxitos
pasados que aunque aparentemente no tengan relación alguna con el problema en
cuestión, el terapeuta pueda crear un lazo de unión entre las dos situaciones y
generar información muy importante acerca de los lados fuertes, las capacidades y
los recursos que tiene la persona y que puede utilizar ahora para resolver el
problema.
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9 En la psicoterapia breve sistémica se ha dado un particular
énfasis al conocimiento del vivir cotidiano, los valores y las creencias, las
peculiaridades y circunstancias singulares del individuo. En otras palabras, la postura
del individuo en relación con su problema, con la terapia, con el terapeuta y con las
demás facetas de su vida. La psicoterapia convencional concede importancia a
escuchar el significado subyacente de lo que dice el paciente. Aquí la importancia
radica en escuchar la exacta formulación de las frases de los consultantes, puesto
que es ahí donde éstos expresan sus posturas.
El hecho de conocer la postura del consultante nos permite estimular la colaboración
del paciente y eliminar resistencias al "cortar la terapia a la medida". Esta idea es
desarrollada por Jefrey Zeig quien propone la utilización de algunas categorías
diagnósticas relacionadas con la forma como el individuo percibe y elabora la
"realidad", encontrando las directrices necesarias para encuadrar una sugerencia,
formular una tarea o simplemente presentar las ideas y motivar acciones concretas
que puedan posibilitar el cambio (Robles, 1991). Una de las piedras angulares del
enfoque ericksoniano que ha influido en la psicoterapia breve es la aceptación y
utilización del lenguaje del paciente, de sus intereses y motivaciones, de sus
creencias y marcos referenciales, de su conducta, de sus síntomas y aún de su
"resistencia".
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9 En términos generales se puede decir que el objetivo de la
terapia es encontrar la solución del problema que aqueja al consultante ya sea
porque la conducta problema haya cambiado o porque cambia su evaluación de tal
problema de manera que considera que ya no lo es; para que este objetivo se
cumpla es necesario evaluar las expectativas de cambio que tiene el consultante
respecto de la terapia, tratando de concretar los resultados que espera obtener una
vez éste haya concluido la misma. Los terapeutas dificultan su propio trabajo cuando
al principio aceptan objetivos ambiguos y luego siguen adelante, asumiendo que
saben lo que los clientes quisieron decir.
Para ello es necesario que el terapeuta pregunte acerca dichas expectativas y se
haga una idea clara de las mismas; si por ejemplo, una persona nos expresa que
quiere tener "más comunicación" o "mejor autoestima" o "sentirse más feliz", la
pregunta estará orientada a determinar cuáles acciones concretas y observables le
indicaran que lo ha logrado. La técnica de la bola de cristal desarrollada por Erickson
es muy útil en tanto que proyecta a la persona a un futuro, visualizando la solución
del problema o la forma en que actuaría una vez que la terapia haya terminado
exitosamente. Preguntas acerca de cómo se daría cuenta de que el problema se ha
solucionado, qué cosas serían diferentes, quién sería el primero en darse cuenta,
ayudan a concretar los objetivos de la terapia pero además presuponen que ésta
será exitosa, lo cual aumenta la posibilidad de que lo sea.
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9 En la psicoterapia breve sistémica la idea heredada del
modelo médico que diferencia entre evaluación e intervención ha sido dejada de lado
puesto que desde el mismo momento en que el terapeuta toma contacto con el
consultante comienza su intervención. Como terapeutas influimos desde el primer
momento sobre las percepciones y la experiencia que los consultantes tienen de su
situación; en esa medida, qué mejor que nuestra influencia sea optimista, positiva,
alentadora, buscando que se proyecte a la solución. Como dice O´Hanlon, somos co
creadores de realidades con nuestros consultantes y en ese sentido, qué mejor que
co crear la idea de un problema solucionable.
Siempre buscamos indicadores que nos ayuden a sentir o a pensar acerca de una
situación; el niño cuando se cae, mira a su alrededor para tener un indicio de cómo
tratar ese incidente. Si oye gran preocupación en su entorno es bien probable que se
ponga a llorar. Si lo ayudan a levantarse y lo alientan a seguir haciendo lo que está
haciendo es probable que lo haga sin quejarse para nada. De la misma manera en la
psicoterapia, desde el primer momento el terapeuta emite mensajes verbales y no
verbales que le harán pensar al consultante de tal o cual manera. Entonces, como es
inevitable que influya, mejor que lo haga propositivamente y ofrezca un marco en el
que piense que dispone de todas las capacidades y recursos para resolver el
problema y que con éstos va a tomar contacto en el proceso.
En la psicoterapia breve la intervención terapéutica se orienta a:
Cambiar la "forma de actuar" en la situación percibida como problemática,
buscando pautas de comportamiento nuevas o diferentes.
Cambiar la "forma de ver" la situación percibida como problemática, ofreciendo
otros marcos de referencia.
Evocar los recursos y capacidades de la persona que se puedan aplicar a la
situación percibida como problemática.
A continuación se enuncian algunos de los medios utilizados en la psicoterapia breve
para promover el cambio, recalcando que como en cualquier arte, estos medios
requieren de la habilidad y la creatividad del terapeuta, especialista en el uso de los
mismos.
Habitualmente los consultantes reciben alguna variante de la sugerencia de dejar de
intentar de resolver el problema de la forma que lo han estado haciendo, lo que a
menudo se consigue utilizando su sistema de creencias, o también, ofreciendo un
nuevo marco de referencia dentro de ese sistema de creencias, técnica conocida
como reestructuración. Watzlawick (1986) señala como esta intervención construye
un nuevo aspecto de la realidad en lugar del anterior, de manera que otorga a la
situación un nuevo sentido y significado, más conveniente del que le han venido
dando hasta ahora. Un ejemplo tomado de la literatura que ilustra esta técnica, es
aquella escena en la que Tom Sawyer está castigado a pintar una pared la tarde del
sábado, mientras que sus amigos tienen vacaciones y van a nadar; ¿cómo preservar
su imagen y afrontar la burla de sus amigos? Lo hizo cambiando radicalmente el
sentido de la situación, al plantear que lo que hace no es un castigo sino diversión,
puesto que no todos los niños tienen oportunidad de pintar una pared todos los días.
Al poco rato, un chico tras otro le habían comprado el privilegio de poder pintar una
parte de la pared.
De ello se desprende que una forma valiosa de contribuir a la solución de los
problemas sea ofrecer construcciones alternativas que conduzcan a una visión de la
realidad más flexible y pluralista; es contemplar que no hay una sola manera de ver
un hecho, de hacer una lectura de la situación, de entender una determinada actitud
o comportamiento, sino que también hay otras, igualmente válidas, que pueden
conducir a un mayor bienestar y desarrollo.
La prescripción del comportamiento es otra técnica utilizada para promover el
cambio que como indica su nombre, se trata de la ejecución de acciones muy
determinadas que el terapeuta propone a su consultante. Estas prescripciones
pueden ser paradojales, en la medida en que alientan a ejecutar deliberadamente el
síntoma; si la queja es que no puede dormir, la prescripción podría ser entonces que
no duerma; si teme cometer errores se le pedirá que cometa uno, si teme hablar en
público, se le pedirá que advierta a su público acerca de lo que esta situación le
produce. A veces, todo lo que se necesita es que la persona envuelta en la situación
haga algo diferente, aunque esa conducta sea aparentemente irracional, inapropiada,
extravagante o humorística (De Shazer, 1991).
El terapeuta puede alentar a emprender determinadas acciones, abrir nuevos
caminos, probar otras formas de interacción, verificar creencias, a través de tareas o
directivas que imparte abiertamente de manera clara y precisa para que se realicen
entre sesión y sesión (Haley, 1985). Se le puede pedir por ejemplo que haga una
lista de los pros y de los contras de continuar con el problema, que determine
cuándo no ocurre el problema, que observe lo quiere que siga ocurriendo en su vida,
que ante un determinado hecho, por ejemplo la aparente indiferencia del esposo,
responda de forma distinta a como habitualmente lo ha hecho.
Algunas de estas intervenciones han sido presentadas por Steve de Shazer como
"tareas de fórmula" puesto que han resultado útiles en el manejo de una amplia
gama de situaciones disfuncionales, iniciando cambios aún sin que medie una
comprensión detallada del terapeuta respecto a lo que está sucediendo. Por ejemplo,
la tarea de fórmula de la primera sesión en la que se solicita que desde ese
momento hasta el próximo encuentro observe lo que quiera que siga ocurriendo en
su vida en cuanto a un aspecto determinado relacionado a la queja. Parecida está la
tarea de ponerse los "lentes de buscar cosas positivas" o la tarea genérica en la que
se pide al consultante que, una vez ha fijado su objetivo, observe las cosas que hace
en la semana y que lo acercan a esa meta. Las tres tareas se centran en lo positivo,
en los recursos y en las soluciones más que en los problemas, favoreciendo de
manera sorprendente el cambio. La tarea de la sorpresa introduce en las relaciones
un poco de azar y por tanto rompe con rigideces preexistentes. En esta tarea se pide
a la persona que haga algo que sorprenda a un otro (hijo, esposo, padre), que se
comporte de manera distinta respecto del problema o queja y que no lo advierta,
puesto que el otro tiene que percatarse de qué hizo. Sin duda, la tarea de "haga algo
diferente" en la que se pide que desde ahora y hasta la próxima sesión haga algo
diferente, es aplicable a una gran variedad de situaciones y al igual que la anterior,
posibilita alterar las secuencias conductuales en las que se inserta el problema.
La creatividad del terapeuta y la comunicación que establece con su consultante le
permitirá diseñar diversas tareas que no sólo le aportarán información relevante sino
que también le permitirán modificar pautas existentes o establecer pautas nuevas de
comportamiento.
Para modificar pautas existentes, la descripción de la secuencia repetida en la que se
inserta el "síntoma" o de las circunstancias del problema, proporcionan una fórmula
que indica dónde y cómo formular la tarea. Algunas modalidades ericksonianas
descritas por O´Hanlon (1989) para intervenir en la pauta y modificarla son:
Cambiar la frecuencia/velocidad del síntoma o de la pauta síntoma.
Cambiar la duración del síntoma o de la pauta síntoma.
Cambiar el momento (del día, de la semana, del mes, del año).
Cambiar la ubicación (en el cuerpo o en el mundo) del síntoma o de la pauta
síntoma.
Cambiar la intensidad del síntoma o de la pauta síntoma.
Cambiar alguna otra cualidad o circunstancia del síntoma.
Cambiar la secuencia (el orden) de los acontecimientos que rodean al síntoma.
Crear corto circuito en la secuencia.
Interrumpir o de alguna manera impedir que se produzca toda la secuencia o parte
de ella (descarrilamiento).
Agregar o suprimir (por lo menos) un elemento en la secuencia.
Fragmentar algún elemento completo, en elementos más pequeños. Hacer que se
presente el síntoma sin la pauta síntoma.
Hacer que se presente la pauta síntoma, excluyendo el síntoma.
Invertir la pauta.
Vincular la aparición de la pauta síntoma con otra pauta, habitualmente una
experiencia indeseada o meta deseable pero difícil de obtener.
La utilización de rituales terapéuticos es otra práctica común en la Psicoterapia
Breve, ampliamente descrita por Imber Black (1991). El ritual puede definirse como
un acto simbólico prescrito, que debe ejecutarse de un modo determinado (lugar,
tiempo, orden) y con una buena dosis de compromiso . El ritual, al utilizar un
lenguaje simbólico, tiene la capacidad de acarrear múltiples significados, unir
fenómenos muy dispares que no pueden unirse por la lógica formal o asociarse por
su complejidad, por ejemplo, separación unión, vida muerte, salida entrada,
comienzo fin. En el proceso de cambio, muchas de estas transiciones se dan, y para
ellas el ritual ofrece la posibilidad de integrar cognición, afecto y conducta en un acto
simbólico.
Algunos de estos rituales pueden implicar acciones como quemar, arrojar al agua,
botar, enterrar recuerdos, cartas, u otros elementos simbólicos. También pueden ser
acciones de dar, recibir, exhibir o mostrar algunos objetos significativos o hacer una
ceremonia para celebrar o conmemorar algo. Los rituales terapéuticos resultan
especialmente eficaces para la elaboración de duelos que se dan como un proceso de
aceptación ante la pérdida, no sólo la pérdida por la separación o muerte de un ser
querido, sino también la pérdida ocasionada por cualquier otra situación en la que
tenemos que dejar, desprendernos de algo que queremos y que forma parte de
nosotros. No en vano se habla por ejemplo de la elaboración de duelo en la
adolescencia, en los procesos de migración, o en el mismo proceso terapéutico en el
que se van dejado recuerdos, expectativas fantasiadas, modos de actuar, integrando
pasado, con presente y futuro.
Estas y otras técnicas son muchas de las que el terapeuta puede hacer uso para
facilitar el proceso de cambio creativo, haciendo de la terapia un arte, como
acertadamente lo señala Keeney (1992) donde el psicoterapeuta como artista que
es, utiliza cabalmente sus recursos y sus limitaciones personales, con el objeto de
crear un estilo único, propio, que es el retrato estético de su ser en el contexto. Un
estilo personal, en el que seguramente reflejará su propia concepción del mundo, de
los problemas, de la terapia y de su participación en ella; en últimas, su particular
epistemología que dentro de esta propuesta terapéutica debería acercarse cada vez
más a una epistemología cibernética, y alejarse cada vez más de la epistemología
lineal, lo que representa una etapa de transición nada fácil.
Sin embargo, sea cual fuere el estilo particular del terapeuta, inclusive la escuela y
teoría a la que se adscriba, existe acuerdo en que hay algo en común que hace que
unos terapeutas sean más efectivos que otros y tiene que ver con el desarrollo de
una capacidad para la conversación profesional, la retórica estratégica, el lenguaje
del cambio. Dentro de este marco, gran parte de la formación del terapeuta se
centraría en el desarrollo de una capacidad artística para la comunicación, para lo
cual Milton Erickson fue un maestro genial. A través de su método, la hipnosis
ericksoniana, proporciona una serie de elementos para utilizar consciente y
creativamente el lenguaje para crear contextos en los que se perciba el cambio como
inevitable. Por ello Jefrey Zeig, quien fue su alumno y que ahora promueve estas
ideas, afirma que la hipnosis es un modelo de comunicación más que otra cosa. Un
modelo de cómo presentar ideas con un máximo valor terapéutico sin necesidad de
usar un trance formal; es una forma de tomar las ideas, envolverlas como regalo y
presentarlas al paciente en forma muy atractiva para ayudarlo a hacer surgir las
potencialidades y recursos necesarios para resolver los conflictos (Robles, 1991).
Para hacer de la comunicación terapéutica un arte y hacer uso deliberado de la
misma para promover el cambio, podemos partir del supuesto de que no podemos
conocer la realidad tal cual es, pero sí interactuamos con ella, y al entrar en contacto
con esa realidad construimos adentro de nosotros dos realidades con el lenguaje
propio de cada uno de nuestros dos cerebros. Vale la pena señalar que con la
expresión "dos cerebros", Robles (1990) destaca que existen dos formas de registro,
dos formas de aprehender el mundo dependiendo de cada hemisferio cerebral, y no
el funcionamiento independiente de los mismos.
Nos enfrentamos, pues, con dos lenguajes. Uno de ellos, correspondiente al
hemisferio cerebral izquierdo, que es verbal, digital, objetivo, definido, lógico,
analítico; es el lenguaje de la razón, de la ciencia, de la interpretación y de la
explicación, y por consiguiente el lenguaje de la mayoría de las terapias. El otro,
correspondiente al hemisferio cerebral derecho, es el lenguaje no verbal, analógico,
el lenguaje de la imagen, de la metáfora, del símbolo, de los aspectos emocionales y
sensitivos; es el lenguaje de la totalidad y no de la descomposición analítica, y por
tanto es el lenguaje preferencial de la psicoterapia breve sistémica.
Todos hemos tenido la experiencia de no poder explicar con palabras, en un
determinado momento, una apreciación, un recuerdo desagradable o un sentimiento
y de cómo naturalmente recurrimos a un símbolo o a una metáfora para
expresarnos. Seguramente también hemos tenido la experiencia de cambiar nuestra
opinión acerca de algo o de influir en la percepción de alguien a través de un cuento,
una anécdota o un chiste; a lo mejor, después de salir de una conferencia no
recordemos muy bien los principios teóricos expuestos pero sí las historias que
usaron para ejemplificarlos.
Esta riqueza del lenguaje es aprovechada por la psicoterapia breve. Para alguien por
ejemplo, puede ser difícil hablar de sus temores más profundos, pero puede
simbolizarlos y puede también simbolizar los recursos internos que tiene para
eliminarlos o transformarlos, reafirmando lo positivo que hay en él. Puede también ir
hacia atrás y reconstruir historias, dando un nuevo valor y significado a sus
vivencias; puede ir hacia adelante, futurizando, e imaginarse libre de esos temores,
sintiéndose tan bien como se quiera sentir, actuando como quiere actuar, logrando
sus objetivos.
Alguien puede estar renuente a aceptar que con su comportamiento está provocando
determinadas reacciones, pero si escucha una historia similar es probable que vea
reflejada allí su propia realidad y pueda cambiar en consecuencia; las anécdotas
refiere Zeig (1985), son útiles para: ayudar a las personas a reconocerse tal cual
son, formular una opinión, sugerir soluciones, sembrar ideas e intensificar
motivaciones, reencuadrar o redefinir un problema, y reducir las resistencias puesto
que al ser un lenguaje indirecto no implican amenaza; además, captan el interés del
oyente y fomentan el sentimiento de que el cambio proviene de su decisión y no de
la directiva del terapeuta.
Existen algunas cuantas cosas sencillas que se pueden hacer para que nuestra
conversación favorezca el cambio; una de ellas consiste en utilizar las mismas
palabras, expresiones idiomáticas o metáforas que usa el consultante; si por ejemplo
nos habla del libro negro para referirse a algo que considera debe estar oculto en su
vida, retomamos esta expresión para señalar esto que él quiere expresar; si habla de
discusión y no de pelea utilizamos entonces el término discusión; si habla de un
"problema de actitud" nos referimos a esa conducta con sus palabras y detallamos
qué entendería por actitud con preguntas como por ejemplo, ¿cómo notaría que su
actitud ha cambiado?
De hecho, esta pregunta representa otra forma sencilla de promover el cambio y
consiste en presuponer. En ella se da por hecho que va a ver un cambio de actitud y
lo que se pregunta es cómo lo notará. La presuposición es una forma de lenguaje en
el que ciertas ideas o experiencias se dan por sentadas sin que se las enuncie
directamente. Así, si el terapeuta pregunta, ¿qué será diferente en tu vida cuando la
terapia termine exitosamente?, no sólo esta pidiendo información sino que también
está introduciendo implícitamente la idea de que la terapia tendrá éxito (O´Hanlon,
1990).
Igual que es imposible no comunicar, es igualmente imposible hablar sin revelar las
presuposiciones que tenemos en la vida. Expresiones como "No voy a encontrar a
alguien que me quiera", "me va a ir mal", "soy un tipo de malas", son construcciones
de la realidad cotidiana que presuponen que las cosas siempre van a salir mal y que
terminan siendo profecías que se autocumplen. Se trata del poder creador de
realidad que tienen los temores, las expectativas, las suposiciones o las convicciones
sobre acontecimientos futuros, que se cumplen solo porque su cumplimiento es
fuertemente creído o esperado.
En estos casos vale la pena introducir la duda sobre tales afirmaciones; al fin y al
cabo todo no es blanco o negro, sino que existen muchas gamas de grises. La
búsqueda de excepciones es una técnica muy apropiada para ello, que en términos
sencillos se basa en la idea de que nada ocurre siempre ni nada es siempre lo
mismo. Así, por ejemplo, a alguien que enuncia que "nada le sale bien", podemos
orientarle para que busque hechos en los que las cosas le han salido bien y por tanto
contradigan esta premisa, o ayudarle a encontrar algún éxito pasado. Si argumenta
que el hijo siempre se porta mal, podemos proponerle que observe en el transcurso
de la semana algunos comportamientos positivos que ocasionalmente pueda hacer o
preguntar si siempre es siempre y si acaso no haya una que otra excepción,
centrándonos en todo caso en atender a lo que sucede cuando existe esa excepción.
Es un tanto como buscar relatos alternativos para las historias que respaldan nuestra
vida y que han sido construidos a lo largo del tiempo, a través de la experiencia
vivida, sobre la base de un relato dominante. Sin embargo, gran parte de nuestro
bagaje de experiencias queda sin relatar y nunca es contado o expresado. Estos
aspectos de la experiencia vivida que quedan fuera del relato dominante, constituyen
una fuente llena de riqueza y fertilidad, para la generación o regeneración de relatos
alternativos. Son los llamados por White (1994), acontecimientos extraordinarios y
que incluyen una gama de sucesos, sentimientos, intenciones, pensamientos,
acciones etc., los que son dejados de lado y que pueden cambiar totalmente el
significado y valor de un acontecimiento.
Resulta útil encausar el lenguaje, alejándolo de la jerga que emplea etiquetas fijas y
negativas para llevarlo hacia descripciones de comportamientos que se encuentran
en el lenguaje cotidiano. Es mucho más fácil tratar a una persona si sabemos qué es
lo que hace a que si la rotulamos como esquizofrénica, obsesiva compulsiva, fóbica o
hiperactiva. Es más fácil manejar acciones que características fijas. De igual manera
es más fácil que se propicie el cambio si en lugar de hablar de que "soy un
depresivo" se hable de que "estoy pasando por un mal momento y estoy triste".
La técnica de la externalización por medio de la cual el problema es puesto fuera del
individuo como entidad aparte y separada, es de gran utilidad en estos casos. Se
manejan preguntas que marcan esta idea, como por ejemplo, si plantea que es
miedosa, se le puede preguntar desde cuándo se le ha metido ese miedo, manejando
de paso la idea implícita de que si es algo que se le ha metido, se puede salir o si
alguien dice que es un fracaso, se le puede preguntar desde cuándo ha comprado
ese rótulo, y quién se lo ha vendido, buscando después acontecimientos
extraordinarios que den prueba de que no ha sido siempre miedosa o un fracaso,
que han habido momentos de valentía o exitosos y que por tanto contradicen esa
historia que nos trae.
Aquí no sólo podemos hacer uso del lenguaje oral sino también del lenguaje escrito
que tiene grandes ventajas y posibilidades terapéuticas; por ejemplo, se le puede
pedir que busque y nombre testigos que den fe acerca de esos momentos en los que
fue exitosa o valiente y pedirle entonces que se escriba una carta a sí misma desde
esa persona destacando esos recursos que tiene, que ellos vieron y que le
permitieron en ese entonces salir adelante. Alguien que está muy enojado con la
madre por todo lo que siempre le ha hecho, se le puede pedir que le escriba una
carta expresándole su coraje y luego podemos pedirle que se conteste a sí mismo
esa carta desde el lugar de la madre. Las cartas, entre otros medios narrativos,
ofrecen la posibilidad de reescribir historias y por tanto ofrecer nuevas
construcciones que alienten al cambio (White, 1993).
La utilización consciente y creativa del lenguaje es la principal herramienta del
terapeuta interesado en promover cambios, haciendo de la terapia un ejercicio
breve, creativo, agradable y divertido.
*
La psicoterapia breve sistémica ha sido aplicada con gran efectividad en la resolución
de problemas emocionales y de conducta tanto en individuos como en parejas y
familias. Es extensa la bibliografía que señala la aplicación de esta propuesta
terapéutica en el tratamiento de depresión, trastornos obsesivos compulsivos,
trastornos psicosomáticos, fobias, trastornos sexuales, ansiedad, agresividad,
enuresis, encopresis y reacciones esquizofrenicas entre muchos otros exitosamente
tratados.
Ahora bien, el trabajo realizado por Nardone (1992), evaluando los resultados
obtenidos mediante intervenciones basadas en la Psicoterapia Breve, en 132 casos,
presenta de forma clara y sistemática la eficacia de los mismos, tomando como
criterio la valoración del resultado final de la terapia, evaluada por medio de
categorías como casos resueltos, casos muy mejorados, casos poco mejorados,
casos sin cambio alguno y casos empeorados, así como la permanencia de los
resultados en el tiempo, en un año de seguimiento. Los resultados pueden verse en
la tabla 1.
En la tabla 1 queda claramente demostrada la eficacia del tratamiento con un alto
porcentaje de éxito obtenido en la completa resolución del problema al final de la
terapia y la ausencia de recaídas en el espacio de un año de seguimiento, lo cual
desmiente la suposición compartida por muchos terapeutas, de que las terapias
breves son superficiales y sintomáticas y que, por ello, suponen inevitablemente
recaídas en el problema originario o desplazamientos del síntoma a cierto tiempo de
distancia.
Tabla 1. Eficacia del tratamiento y porcentajes de éxito
Eficacia del tratamiento. Seguimiento a un año
Casos
Casos
Casos
Casos
Casos
Casos
muy
poco
sin
empeorados tratados
Tipo de problema resueltos
No. % mejorados mejorados modificar
No. %
No.%
No. %
No. %
No. %
Trastorno fóbico
32
7
2
—
—
41
78
17
5
—
—
100
Trastorno obsesivo
17
—
6
1
—
24
71
—
25
4
—
100
Trastorno sexual
10
2
3
—
—
15
67
13
20
—
—
100
Problemas de pareja
9
—
—
—
—
9
—
—
—
—
100
Problemas de
8
3
3
—
—
14
identidad y relación
57
21
21
—
—
100
Trastorno depresivo
8
—
2
—
—
10
80
—
20
—
—
100
Desórdenes
4
—
1
1
—
6
alimentarios
67
—
17
17
—
100
Psicosis o presuntas
2
7
2
2
—
13
psicosis
15
54
15
15
—
100
Total
90
19
19
4
—
132
69
14
14
3
—
100
A continuación presento dos casos que ejemplifican la aplicación de las diferentes
técnicas y estrategias presentadas en este capítulo.
3C
N
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Q
(
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Q
Marina es una niña de cinco años que acude con su familia, el padre, la madre y dos
hermanos a terapia, una vez que la psicóloga del colegio la remite a terapia familiar,
bajo el diagnóstico de fobia escolar. A la primera sesión acude toda la familia y
narran el problema de Marina, quien desde hace tres meses se niega a ir al colegio,
haciendo berrinches, enfermándose, llorando desesperadamente cuando logran
dejarla y permaneciendo aislada de los otros niños. Al preguntarle acerca de esto
que le pasa dice que es una niña muy miedosa y no como su hermano. Se señala
que ahora está pasando por un mal momento y que por eso está miedosa; se
pregunta entonces a la familia que desde cuándo y cómo se le metió el miedo a
Marina; respondieron que desde hace cinco meses en que asaltaron al padre y que,
comenta la niña, que en la delegación a la que fueron habían muchos casos de niños
robados. En esta sesión se reforzó la idea de que ese miedo se había metido desde
entonces y como la hacía sufrir, había que sacarlo. Se exploró la dinámica familiar
encontrándola flexible, con límites claros y funcional.
A la siguiente sesión llegó Marina cargando un osito con listón rosa, que siempre
llevaba a la escuela y con una cara muy sonriente. Los padres informaron que la niña
había ido tranquilamente al colegio y que esperaban que la situación continuara de la
misma manera. Se afirmó la idea de que el miedo ya no estaba haciendo énfasis, en
la diferencia que había para toda la familia entre antes, cuando estaba el miedo, y
ahora que no estaba. Se les pidió entonces que hablaran al mes y medio para
informarnos al respecto. Para ese entonces, habló la madre para comunicar a la
terapeuta que Marina continuaba asistiendo sin ningún problema al colegio y
comentó al finalizar la llamada, en forma jocosa, que el listón ya se había perdido.
3C
A
"
Q%
(
&
"
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Q
Martha es una mujer de 26 años que acude a consulta acompañada de su madre,
quien es la que toma la palabra para explicar el caso, mientras M. permanece
callada, con la mirada hacia abajo. La madre señala que M. ha descuidado
considerablemente su arreglo personal y que tiene unas ideas muy raras que no se
explica de dónde han salido. Estas ideas son frases que acuden a la mente sin que
ella quiera y que le dicen "pido sida", "quiero sida", "dame sida" "necesito sida". Al
preguntar cómo la ha afectado este problema y cómo ha afectado a los demás, habla
acerca de que su matrimonio se ha destruido por esto y que ahora vive en casa de
los padres, que han asumido una actitud extremadamente protectora con ella. De
hecho, ahora giran en torno a lo que le está pasando.
Se establece un límite con la familia pidiéndole que estimulen la idea de asistir sola a
la terapia para ayudarla a sentirse más segura de sí misma. Así, ella acude sola y al
preguntar desde cuándo ha sucedido, hace referencia a una infidelidad que tuvo
antes de casarse y a la culpa que experimentaba por haberse casado de blanco,
engañando a su familia y a su esposo. Poco tiempo después comenzaron las ideas,
de las que no hablaba a nadie y que se quitaban si deshacía lo que en ese momento
estaba haciendo; si por ejemplo, se estaba vistiendo, entonces tenía que desvestirse
y volver a hacerlo de otra manera. Se establece entonces una atmósfera de contacto
y aceptación personal, aceptando sin cuestionar sus ideas obsesivas.
Se comenzaron a revisar las construcciones que otorgaban a ese hecho tal sentido,
valor y significado, ofreciendo nuevas alternativas de lectura de los hechos y
pidiendo como tarea que diera libertad a esos pensamientos y que no tratara de
frenarlos para que así pudiera saber cuándo sucedían, a qué horas, en qué contexto.
Fue así como detecté que éstos surgían principalmente en momentos relacionados
con el cuidado y el arreglo personal y que, detrás de ello, estaba la premisa de temer
ser atractiva y provocar a otros hombres. Esta creencia había traído una
consecuencia concreta para su vida: había dejado de ser atractiva para el hombre
que amaba, para su esposo. Hablo de su deseo de ser atractiva para él y de su
interés de rehacer la pareja.
Basada en la idea de que una modalidad para modificar un síntoma es cambiar la
intensidad del síntoma, así como hacer que éste se presente sin la pauta síntoma,
hice una inducción hipnótica y le pedí que tomara una de las frases, la que menos le
molestara, y escuchara como se oía esa voz en su cabeza; le pedí que imaginara
cómo a esa voz, ella le iba subiendo el volumen haciéndose más fuerte, mucho más
fuerte y más molesta. Luego le sugerí que fuera bajándole el volumen, cada vez más
hasta hacerse imperceptible. Este ejercicio se hizo con las cuatro frases y fue a partir
de él que pudo expresar en voz alta las frases, sin temor a que, por expresarlas, se
cumplieran.
Al preguntar acerca de cómo otros contribuían a que permaneciera este problema,
tomó contacto con la intromisión de la familia, que consideraba lo que estaba
pasando como resultado de su mala elección. Se preguntó a sí misma cómo había
permitido que sus padres interfirieran tanto en su vida de pareja, siempre
protegiéndola y condenando al esposo por el comportamiento raro de ella. Esto la
llevó más tarde a poner límites con su familia, regresando a su departamento, hecho
considerado por los padres como indecente, aún más cuando el esposo no había
regresado. Para entonces ella comprendió que unas creencias podría compartir con
su familia pero que otras no, y que esto era parte de ese proceso de individuación.
Las ideas para ese momento ya habían desaparecido totalmente. Seis meses
después aún persistía el cambio, reportando la paciente haber comenzado a disfrutar
su relación de pareja.
D
Si bien es cierto que el desarrollo de la Psicoterapia Breve Sistémica es reciente,
también es cierto que en los últimos años ha tomado gran fuerza y se proyecta al
futuro como la alternativa más viable, no solamente porque una realidad que ha
obtenido reconocimiento en los últimos años es que la terapia no necesita ser
prolongada para ser eficaz, sino también porque el tiempo en que vivimos exige
soluciones rápidas, accesibles a un mayor número de personas, no sólo por la
inversión en tiempo que representa para el consultante, sino también por la
inversión económica derivada de ello.
Los tiempos han cambiado. La concepción de la naturaleza del problema ha
cambiado. La postura del terapeuta ha cambiado. Las demandas de los consultantes
han cambiado y en ese cambio la Psicoterapia Breve Sistémica está dando y
continuará dando respuestas, una vez que la psicoterapia breve es práctica, ofrece
soluciones, alienta al cambio, promueve la independencia del consultante y lo alienta
a seguir en la lucha confiando en sí mismo, en sus capacidades y recursos.
*
C
*
Son muchos los casos que pudiera seguir enunciando y que se han constituído en
tratamientos exitosos. También han habido casos en los que el éxito no se ha
logrado por diferentes factores que aún debo comprender; sin embargo, de lo que
estoy segura, es que las probabilidades de éxito han aumentado para mí, en relación
directa con la utilización creativa de las diferentes técnicas que aportan las diferentes
escuelas y modelos derivados de la psicoterapia breve sistémica, que parten de la
idea de que la resolución de los problemas requiere la ruptura del sistema circular de
retroacción que mantiene la situación problemática, la definición de la situación, y la
consecuente modificación de las percepciones y de las concepciones del mundo que
constriñen a la persona a respuestas disfuncionales.
El terapeuta, desde esta perspectiva, se centra en la idea del cambio como objeto
terapéutico y contemplando la naturaleza interaccional de los problemas, orienta su
interés y valoración en: a) lo que sucede en el interior de las tres clases de
interacciones interdependientes que el sujeto vive consigo mismo, con los demás y
con el mundo; b) cómo funciona el problema que se presenta en el interior de este
sistema relacional; c) cómo el sujeto ha intentado resolver el problema; d) cuáles
son los marcos de referencia en los que se inserta el problema y las soluciones
intentadas; y cómo es posible cambiar esta situación problemática de la manera más
rápida y eficaz.
En este sentido, la psicoterapia breve sistémica nos proporciona un método, un
sistema para realizar la intervención ordenadamente y lograr con ello el objetivo
terapéutico: posibilitar al que lo solicita, la solución del problema que le aqueja, lo
cual redunda en su bienestar, desarrollo y crecimiento.
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Héctor Salama Penhos
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*
+ *
El mundo actual es un mundo en crisis que cada vez tiene más retos que demandan
gente con mayor preparación para poder hacer frente a la vida moderna; por ello, en
este artículo se enfatizará el enfoque gestáltico como uno de los más adecuados al
desarrollo del potencial humano abanderado por Maslow.
Puede verse así que el campo del conocimiento humano va conformando nuevas
necesidades, y un flujo constante de un conocimiento a otro y que en ese ir y venir,
es el hombre quien transforma y se transforma en relación dialéctica con el mundo y
para hacerlo de manera óptima, necesita sentir, vivenciar, descubrir, explorar. Sólo
después de vivir estos procesos psicológicos, cobran importancia otros como pensar,
conceptualizar y comprender.
La
se centró en el estudio de la percepción visual. Los
gestaltistas descubrieron que el ser humano percibía
organizadas como
/
que aparecían en la experiencia directa del individuo. Werthaimer
(1880 1943), Köhler (1887 1967) y Koffka (1886 1941) fueron los precursores de
esta escuela, la cual se presentaba como una reacción contra el punto de vista
tradicional de la psicología antigua representada tanto por el /
como por
el
.
También la
, que creció con la influencia del trabajo
fenomenológico de la percepción en la psicología de la gestalt, se opuso al
estructuralismo y a su análisis del consciente en elementos y la exclusión de valores
y al
(
por su exclusión del consciente.
Mientras que los behavioristas objetaban al estructuralismo como resultado de la
subjetividad de los datos con los que trabajaban, los psicólogos de la gestalt se
oponían a que pudiera estudiarse algo tan complejo como la conducta humana
analizándola en forma de elementos; según la teoría de la gestalt, cuando se hace
esto se destruye la unidad de los fenómenos que están siendo estudiados. El carácter
atomístico de la psicología antigua fue la objeción principal de la psicología de la
gestalt .
Al principio, la psicología de la gestalt centró gran parte de sus estudios en
investigaciones sobre la percepción, luego se extendió a otros campos como el
aprendizaje, la conducta social y el pensamiento.
El nacimiento de la psicología de la gestalt se sitúa en 1912 con los anteriormente
citados Werthaimer, Köhler y Koffka y sus experimentos sobre la percepción del
movimiento. Werthaimer y sus alumnos idearon el fenómeno ( el cual consiste en
presentar visualmente dos focos en serie, algo distantes entre sí y al darse un inter
estímulo los hace aparecer como si estuvieran en movimiento.
Köhler determinó que el proceso de aprendizaje es secundario a la percepción, para
aprender es necesario descubrir la respuesta adecuada, la cual depende de la
estructuración del campo y del surgimiento de una gestalt. Cuando nace una gestalt
o figura por medio de un insight surge el
de dicho momento, el cual
aparece como si fuera un "flash". El verdadero insight se caracteriza por la
producción de una nueva conducta, la cual podrá repetirse y aplicarse a una
situación semejante a la original donde surgió el aprendizaje.
+
La palabra gestalt se refiere a una entidad específica concreta, existente y
organizada que posee un modelo o forma definida. Gestalt significa cómo se perciben
en la mente los objetos conocidos en la vida diaria. A la
)
se le
conoce también como $
)
(Lewin), debido a que la Gestalt considera
que la conducta tiene lugar en un medio ambiente que consiste en un sistema
organizado de tensiones y fuerzas, análogas a las que se dan en un campo
gravitacional o magnético. Las necesidades están determinadas por la naturaleza del
organismo, su esencia, que se actualiza a través de los cambios en el ambiente que
actúan sobre él, distinguiendo lo que para el individuo permanece en primer término
(/
) sobre lo que estaría en último término (/
).
La figura destaca del fondo, siendo más substancial y más estructurada, suele ser el
foco de atención. El fondo sirve de marco donde se halla suspendida la figura, carece
de detalles y puede ser ajeno a la atención. Perls (1893 1970) junto con Posner
(1905 1990) en 1942 añadieron a las percepciones externas estudiadas por los
psicólogos de la Gestalt las Percepciones Internas, las gestalten o necesidades que
se forman en el organismo.
Fritz Perls y Laura Perls fueron cofundadores de la $
y cada uno
imprimió su sello característico; mientras que para Laura era muy importante
, para Fritz era la
)
del cuerpo. Ellos utilizan la palabra
! y
%
! por ser fuerzas kinestésicas con las cuales
crece evitando utilizar la palabra destrucción.
le
el
%
se
En términos generales se puede hablar de tres corrientes de la psicología que han
ido conformándose históricamente. Así, el psicoanálisis freudiano y otras
psicoterapias dinámicas nacieron en su época para responder y hacer frente al
momento histórico de gran represión sexual. Más adelante, en los comienzos del
siglo XX, la tecnología reemplazó al hombre por las máquinas, lo que generó la "edad
de la ansiedad", con su respectivo surgimiento de las terapias de modificación de
conducta. Finalmente, en la última parte de este siglo aparecieron los enfoques
humanístico existenciales de psicoterapia, debido a la despersonalización que sufría
el ser humano en ese período de la historia, en que tanto se hablaba de la edad de la
alienación o de despersonalización o aburrimiento por el ocio.
Tomando en cuenta el orden en que aparecieron, las teorías se clasifican en: a)
teoría psicoanalítica freudiana (primera fuerza), b) teoría conductista positivista
(segunda fuerza), y c) teoría humanista o existencial (tercera fuerza).
Esta última fue fundada por Abraham Maslow, quien la clasifica como una
)
y no una
)
. A este mismo grupo pertenecen la psicología
organísmica de Goldstein, el psicodrama de Moreno, la terapia racional emotiva de
Ellis, el análisis transaccional de Berne, la logoterapia de Frankl, la psicoterapia
centrada en el cliente de Rogers, la bioenergética de Lowen y la psicoterapia gestalt
de Perls.
La terapia gestalt es un modelo de psicoterapia que percibe los conflictos y la
conducta social inadecuada como señales dolorosas creadas por polaridades.
Conflicto que puede ser de naturaleza interna al individuo (intrapsíquico) o puede
manifestarse en la relación inter personal entre dos individuos (inter psíquico). Este
enfoque centra la atención en la conducta presente y exige la participación activa del
terapeuta para facilitar en el paciente el proceso de
de sí mismo, como
un organismo total que es, aprendiendo así a confiar en él obtiene el desarrollo
óptimo de todo su potencial.
Lo innovador de esta corriente es que se ocupa tanto del síntoma como de la
existencia total del individuo. Es un concepto holístico que incluye también al
ambiente con el que interactúa afectándolo y siendo afectado por el mismo.
La gestalt hace énfasis en la toma de consciencia de lo que ocurre en el momento
inmediato, se centra en la importancia del proceso del "darse cuenta", la observación
de la conducta en el D ) * (
y el estudio de la /
) (
.
La terapia gestalt trasciende las técnicas psicoterapéuticas y se convierte en una
filosofía de vida tomada del existencialismo donde pueden desprenderse algunos
principios básicos:
La existencia humana es considerada como una "actualidad absoluta", no es algo
estático, sino que se está creando a sí misma en un constante proceso de re
creación.
El hombre se halla esencial e íntimamente vinculado con el mundo y en especial
con los demás seres humanos.
Rechaza la distinción entre "sujeto y objeto" y los visualiza en un
la gestalt se atribuye su carácter holístico.
. De ahí que
No da importancia al aspecto intelectual dentro del campo de la filosofía. Menciona
que no es la inteligencia la que logra el conocimiento verdadero, sino que es
necesario vivir la realidad.
Es la experiencia
del momento inmediato la que sirve para el aprendizaje.
En el concepto de "contínuo de conciencia, manejado en la terapia gestalt, se hace
obvia la importancia del aquí y ahora.
Lo importante del encuentro existencial es el yo tú buberiano. La terapia gestalt
consiste en atender a otro ser humano en tal forma que le permita
D
con fundamento en el poder que lo constituye como lo menciona
Kierkegaard.
Para la terapia gestalt es esencial la experiencia, el vivenciar para que se dé así un
aprendizaje efectivo.
Se evita, en la medida de lo posible, hablar "Acerca de".
De las filosofías orientales como el
y el
principios que se detallan a continuación:
-
, la terapia gestalt toma los
Destaca la experiencia sobre la filosofía abstracta.
Para comprender la realidad es importante verla tal como es, sin analizarla ni
dividirla en fragmentos, captándola en su unidad y en nuestra totalidad con ella.
La existencia presenta tres características principales: (a) inestabilidad, (b)
deseintegración
y
(c)
insatisfacción.
Todo el universo está compuesto de
, lo mismo se aplica a la existencia.
Lo obvio. Es la atención y el darse cuenta en el aquí y ahora.
El aquí y ahora. Se refiere a estar en el momento presente. La angustia y la
ansiedad surgen cuando se pasa del ahora al futuro.
El arse cuenta o 8
formación de una gestalt.
. Se caracteriza por el contacto, el sentir la excitación y la
Equilibrio. No es el punto medio estático, se trata de un ir y venir dinámico.
Permitir el fluir natural de las cosas.
La terapia gestalt ha incluido diversos conceptos de la existencia, tanto de oriente
como de occidente, en un intento de unir polaridades con el conocimiento de que en
la comprensión de las mismas estriba el crecimiento del individuo en lo personal y de
la sociedad en lo general.
Las relaciones entre los seres humanos se basan en satisfacer las necesidades, tanto
biológicas, como psicológicas y sociales. El
es la puerta de entrada para la
resolución de dichas necesidades.
Martín Buber menciona que el contacto es el encuentro existencial compartido entre
dos personas. La calidad del contacto, en su forma más desarrollada corresponde a
la relación * % , incluye el reconocimiento y la aceptación de ambas personas que
participan en el encuentro, sus diferencias y sus semejanzas, sin que una de ellas
necesite a la otra para ser diferente a como es.
El contacto del terapeuta se obtiene con la empatía y la habilidad que el profesional
tenga para imaginarse la experiencia de la otra persona, mientras conserva la propia
identidad. El contacto aparece en el encuentro terapéutico cuando el terapeuta
comparte empatía, interés y acepta la vivencia del paciente como ésta es, sin
juzgarla.
Buber atribuye a la relación * % todo lo que ocurre entre dos personas cuando se
inter relacionan la una con la otra y analiza incluso los silencios o cuando entre ellas
se comunican en silencio.
Fritz Perls tomó de Reich el concepto de
+
como un mecanismo de defensa, el
carácter es una gestalt compuesta o arreglada señala Laura Perls, quien habla de las
como / =
en donde éstas sirven para algo, cualquier resistencia es
originalmente adquirida como una ayuda para algo, es decir, un sistema de soporte
al carácter.
Es conveniente distinguir las tensiones y trabajar con ellas, tener fijaciones que se
experimentaron en el pasado y traerlas a la actividad actual involucra a todos los
músculos del cuerpo
Martín Buber menciona que el contacto es el encuentro existencial compartido entre
dos personas. La calidad del contacto, en su forma más desarrollada corresponde a
la relación * % B, incluye el reconocimiento y la aceptación de ambas personas que
participan en el encuentro, sus diferencias y sus semejanzas, sin que una de ellas
necesite a la otra para ser diferente a como es.
La terapia gestalt toma al individuo como un
toen relación a otros
que lo
engloban por lo que, es fácil suponer que el ser humano afecta y es afectado por el
ambiente. Los introyectos tragados desde la infancia son los que crean la neurosis en
tanto la persona cree como verdadero lo que no fue asimilado.
En gestalt se trata de poner a prueba las creencias del individuo con el objetivo de
que elija lo que realmente es sintónico con su * y deseche lo que le es distónico.
Para Perls no existen dos instintos básicos sino múltiples y el organismo tiende a
responder en la vida en forma similar a cómo aprendió a comer.
Todos nosotros crecemos mediante el ejercicio de la capacidad de discriminar, la que
en sí misma, en función del límite de contacto entre
*
. Se crece
cuando en el proceso de tomar, digerimos y asimilamos plenamente, después de lo
cual, lo que realmente hemos asimilado pasa a ser nuestro.
El libro
*
! escrito entre Fritz Perls y Laura en 1942 puede ser
considerado como el precedente de la psicoterapia gestalt. Sin embargo ésta nace
como tal en New York hacia 1950 con los Perls, Goodman y Hefferline al crearse el
primer instituto de gestalt en el mundo con formación para terapeutas..
En 1952 se funda el
/
dirigido por Laura Perls el cual
puede ser considerado como la matriz creativa de la gestalt por la difusión de
maestros como Zinker, Polster, Simkin e Isadore Fromm entre otros.
Entre 1955 y la actualidad se crean decenas de institutos gestálticos en los cinco
continentes siendo el
"
el primero en llevar a la
gestalt a la academia al crear la primera Maestría en Psicoterapia Guestalt (1991) en
el mundo y tener en trámites de validez oficial doce especializaciones y un doctorado
de investigación en guestalt.
*
9O
Además de los conceptos tomados de las filosofías anteriormente citadas, podemos
mencionar los siguientes:
' ! ",
'
/
"
Se refiere al proceso que se lleva a cabo para lograr el equilibrio homeostático. Este
se da a un nivel no consciente por lo que no implica una tarea para el organismo.
Para Fritz coexistía además la
!
)
, basada en la satisfacción parcial
de las necesidades del y dividuo de acuerdo con lo que debería o no debería ser
(1976). Todo control, incluso el control externo interiorizado (Tú Debes), interfiere
con el funcionamiento sano del organismo.
%
!
Para vivir plenamente, el neurótico tiene que romper las capas que se ha construído
por encima de él mismo. Este tema abarca dos aspectos de la personalidad:
En cuanto a la manera de ser: a) El lugar común o
9 Se refiere al intercambio
de formalidades, palabras sin contenido afectivo con el fin de no establecer un
contacto real y b) Representación de un papel o un como sí, que es el conducirse de
tal manera que la persona no asume lo que verdaderamente siente.
En cuanto al momento existencial: a)
=!
o
/!
, es donde se
encuentran los roles de opresor ($
. ) y oprimido (
. ). También están
las resistencias a ser lo que se es realmente. Es un sentimiento de pánico de estar
perdido y no saber qué hacer. b)
!
# Aquí se da el
temor a la
y a la muerte los sentimientos se encuentran contraídos y c)
!
que es cuando se resuelve el conflicto entre las fuerzas opuestas de la
misma magnitud por medio de un sentimiento espontáneo. Se distinguen cuatro
tipos esenciales de explosión: estallidos de ira, alegría, aflicción y orgasmo. Cuando
se logra lo anterior se llega al sentimiento de confianza donde se afirma la
creatividad y se es auténtico. A este estrato se le conoce como:
.
"
En gestalt se le toma como un arse cuenta sensorial aunado a una conducta motora.
Al concepto más importante dentro de este apartado se le llama )
! /
que es aquello que enmarca lo que ocurre entre el individuo y su ambiente.
Fritz propone que podemos entrar en contacto a través de tres zonas de relación: a)
La zona externa que es todo lo que existe de la piel para afuera, b) La zona interna
que es todo lo que existe de la piel para adentro y c) La zona de la fantasía que
incluye los pensamientos, conceptos, imágenes, sueños, etc. .
El contacto es básicamente un darse cuenta de una conducta hacia lo nuevo y
asimilable. Lo que permanece siempre igual es indiferente para el organismo con lo
que se concluye que el contacto es creativo y dinámico.
?'
3
%
Para la psicoterapia gestalt es figura todo aquello que es foco de atención y que
ocupa un lugar predominante en su necesidad de resolución. El fondo es donde
destaca la figura y cuanto más discriminado se halle éste más fácil será resolver la
necesidad. Esto significa que cuando la figura y el fondo no conforman una gestalt
clara o cuando los impulsos no pueden ser expresados aparece la patología.
!
Este concepto para Perls implica ver al ser humano como un organismo unificado
donde el todo es diferente a la suma de las partes y que alterada cualquier parte se
altera el todo.
!
Puede ser tomado como la frontera del organismo. Es una entidad dinámica. Se le
conoce como el complejo sistema de contactos necesario a para la adaptación del
organismo.
+ '$C %
+ '
Se definen como los opuestos que sirven a innumerables papeles específicos. Los
roles básicos son: "tú debes" y "no puedo".
D "/
Surge de una oposición al darse cuenta.
B *
Perls adaptó, combinó, utilizó y nunca cesó de crear técnicas retomando lo mejor de
otras corrientes y así convertir a la gestalt en una terapia integrativa.
De la
!
/
retomó la idea de apoyar el
, a través de
cambiar la atención del contenido a la forma; de Reich tomó lo que éste entendía
sobre las
como un suceso motriz y el reconocimiento de la importancia
de la expresión; de Karen Horney extrajo la
)
, que
probablemente a través del tiempo Fritz derivó en el
o
; del
psicodrama de Moreno, la actuación de los conflictos; de la dianética, la
/
!
de episodios traumáticos y las técnicas de repetición de frases; del budismo zen
tomó la regla de minimizar el intelecto; de Berne obtuvo los diferentes =
que
todos jugamos.
El sello característico de la gestalt, no obstante, es el cariz vivencial de sus técnicas,
las que fueron copiadas por diversas corrientes humanistas. Lo básico en gestalt es
el experimento, es decir, el proceso que enfatizado en la experiencia interna del
paciente facilita el modificar la conducta de la persona en el aquí y ahora de la sesión
terapéutica, de manera sistemática y nutriente.
Las técnicas aplicadas en la psicoterapia gestalt pueden dividirse en dos grandes
áreas interdependientes entre sí que son: supresivas y expresivas, las cuales se
definirán a continuación:
&
Sirven para dejar de hacer lo que sea necesario, para descubrir la experiencia que se
oculta detrás de una determinada actividad y son las que se mencionan a
continuación: Experimentar el
) , no hablar
..., descubrir los
encontrar las formas de
! , saber formular
y
cuando se pide
! , darse cuenta de cuando se está
#
>
)
,
, captar
o
&
Reúne la energía suficiente para hacer frente al contenido del darse cuenta del
paciente, ya sea intensificando la atención o exagerando la acción deliberadamente y
son las que se nombran en seguida: expresar lo
, terminar o
! , buscar la dirección y hacer la
!
.
+
:J
En gestalt es indispensable trabajar con una metodología en base al
como el que se describe a continuación:
En donde, mediante estrategias terapéuticas específicas, se localizan los bloqueos o
resistencias gracias al $
"
!
O su objetivo es
llegar a que el individuo se libere de la energía interrumpida y fluya libremente.
Las fases del ciclo son las siguientes: reposo, sensación, formación de la figura,
energetización, acción, pre contacto, contacto y postcontacto.
%
'
: Representa el equilibrio y punto de inicio de una nueva experiencia. Tiene
el mismo valor la necesidad fisiológica como la psicológica, por lo que el inicio de
esta fase está conectada a la necesidad emergente, sea cual fuere.
%
! : Determina la identificación en la zona interna al sentir físicamente una
tensión de algo que aun no se conoce.
% ,
!
/
: En esta fase el organismo ha diferenciado lo que le
pertenece y necesita satisfacer. Se concientiza la sensación. Se establece el contacto
con la zona de la fantasía ó intermedia.
%
- ! : En esta Fase se reúne la energía indispensable para llevar a cabo lo
que la necesidad demanda. Se potencia la energía hacia la acción.
%
! : En esta etapa ocurre el paso a la parte activa movilizando la energía del
organismo hacia el objeto relacional. Se actúa ya en la zona externa.
%" %
: Es cuando se identifica el objeto relacional para contactar. El
organismo localiza la fuente de satisfacción y se dirige hacia ella.
%
: En esta fase se establece el contacto pleno con el satisfactor y se
experimenta la unión con el mismo. El organismo experimenta placer ante la
necesidad que está satisfaciendo.
%"
: En esta etapa da comienzo la des energetización hacia el Reposo
junto con los procesos de asimilación y de alienación de la experiencia, todo esto
dentro del contínuo de conciencia.
Al ciclo de la experiencia gestalt se le ha dividido en dos hemiciclos:
%"
: Se llama así debido a que no hay acción del organismo hacia
la parte externa; sólo se conecta con la zona interna.
%"
/
: La energía organísmica se pone en acción con su campo
dentro de un contexto único e irrepetible, es decir, se relaciona con la zona externa.
W
'
! : Son tres y se definen de acuerdo al contacto del organismo tanto
consigo mismo como con el ambiente que lo rodea. a) zona interna: Se determina de
la piel hacia adentro y representa el enlace entre sentimientos y sensaciones; b)
zona externa: se la define como la unión con todo lo que ocurre desde la piel hacia
afuera, y c) zona intermedia o de la fantasía: se relaciona con los procesos
psicológicos (ideas, pensamientos, visualizaciones, etc.).
*
+
C
*
C
*+
*
:J
En Gestalt se toman en cuenta ocho bloqueos que son los siguientes:
desensibilización, proyección, introyección, retroflexión, deflexión, confluencia,
fijación y retención.
%.
- ! : Es la negación del contacto sensorial entre el organismo y la
necesidad emergente.
%"
*
! : Es atribuir a algo externo lo que le pertenece a sí mismo.
%
*
! : Implica la incorporación de actitudes, ideas o creencias que no fueron
asimiladas por el organismo y son distónicas con el yo.
%'
/
! : La persona se hace a sí misma lo que le gustaría hacerle a los demás.
%. /
! : El organismo evita enfrentar al objeto relacional dirigiendo su energía a
objetos alternativos y no significativos.
%
/
: El sujeto no distingue límite alguno entre su sí mismo y el medio.
Confunde sus fronteras de contacto con las del ambiente que lo rodea.
% , = ! : Consiste en la necesidad de no retirarse del contacto establecido, lo que lo
lleva a rigidizar sus patrones de conducta.
% '
! : Sirve para impedir la continuidad natural de cada momento evitando el
proceso de asimilación alienación de la experiencia e impidiendo el reposo.
*
+
C
+
*
C
*+
*
:
*
:J
*
'
Dentro de las estrategias terapéuticas desarrolladas a través de los años, el
Departamento de Investigación del
va a la vanguardia en el
desarrollo específico de estrategias de acuerdo a la fase del ciclo de la experiencia
gestalt que está bloqueado.
Las estrategias terapéuticas sirven como apoyo a la labor del terapeuta dentro del
proceso de relación persona a persona. Se deben tomar en cuenta diferentes
variables como por ejemplo: Número de sesiones, edad, cultura, sexo, conocimiento
de los bloqueos de acuerdo a las cifras obtenidas en el Test de Psicodiagnóstico
Gestalt, tipos de pacientes, etc.
Estas son algunas de las estrategias: la silla vacía, manejo de polaridades, fantasías
guiadas, sensibilización, descarga en objetos neutros, cambio de roles,
confrontación, anclaje, manejo de refranes y metáforas, cuentos de proyección,
psicodrama fenomenológico, manejo de introyectos, manejo de sueños, duelos y
fantasías, proverbios, trabajo con ciclos interactivos, etc. Cabe mencionar que para
el manejo de estas estrategias se requiere un entrenamiento profesional previo.
*
La psicoterapia gestalt es tan amplia que es utilizada en diferentes campos de las
relaciones humanas como por ejemplo en: educación, deporte, familia, pareja,
empresa, reclusorios, enfermedades terminales, enfermedades psicosomáticas,
adicciones, abuso sexual, violaciones, niñez. adolescencia, adultez, senectud, etc.
Todo ello debido a que se inserta en una filosofía de vida humanista existencial y sus
técnicas son eminentemente vivenciales.
D *
*
En los últimos congresos de terapia gestalt se ha vislumbrado un aumento creciente
en unir la parte científica con la creativa dando como resultado un interesante
balance en el aterrizaje de los conceptos teóricos aplicados a la vida diaria. La gestalt
actual ha dejado de ser una terapia únicamente de confrontación para ir
convirtiéndose paulatinamente en una filosofía de vida al pasar de un trabajo con el
* a una tarea de integración holística desde el )
.
En el Centro Gestalt de México se ha desarrollado un instrumento de medición con
validez y confiabilidad elevada al que se denominó Test de Psicodiagnóstico Gestalt
(TPG) que sirve para detectar los bloqueos que pueden existir en cada fase del ciclo.
Este instrumento fue aprobado por la Secretaría de Educación Pública de México para
ser aplicado en trabajos de investigación y Tesis de Maestría en Psicoterapia Guestalt
que ofrece el Instituto de Psicoterapia Guestalt el cual tiene el privilegio de ser el
primer Instituto en el mundo que presenta dicho grado académico con validez oficial
de estudios.
El TPG ha sido traducido y aplicado en varios países como Australia, Estados Unidos,
España, Italia , Alemania y México.
Harm Siemens, de Holanda ha desarrollado investigaciones con pacientes
seropositivos aplicando técnicas gestálticas con singular éxito (Gestalt Journal Spring
1993).
Leticia Peña Sánchez del Centro Gestalt de México junto con el autor del presente
artículo han diseñado el Psicodrama Fenomenológico Gestalt tomando como base el
psicodrama de Moreno, la fenomenología de Husserl y las técnicas vivenciales de
gestalt.
Yolanda Coggiola Suárez también del Centro Gestalt de México ha investigado sobre
los conflictos de pareja aplicando el TPG (pre y postest) en el proceso terapéutico
obteniendo excelentes resultados al trabajar directamente sobre los bloqueos en las
fases del ciclo gestalt con un manejo de ciclos interactivos.
Cabe mencionar que son innumerables los avances que se obtienen alrededor del
mundo al aplicar técnicas gestálticas que, al ser vivenciales, ofrecen alternativas
dinámicas y palpables en corto tiempo ya que, como decía Laura Perls, la gestalt va
del apoyo al auto apoyo con lo que se fortalece la teoría de que el enfoque gestalt
también puede ser considerado como una terapia de aprendizaje.
*
C
*
La terapia gestalt, practicada hace 45 años únicamente por un pequeño grupo de
terapeutas, es hoy un importante enfoque de psicoterapia reconocido por su estilo
existencial, que tiene como meta el crecimiento personal del ser humano. El
desarrollo de la terapia gestalt ha sido tan progresivo que en Estados Unidos existen
unos 800 terapeutas y 40 centros de formación; también hay en Australia, Canadá,
Japón, Europa, Israel y América Latina. En México, existe el IMPG desde el año de
1983. (The Gestalt Directory, Highland, N.Y.: The Gestalt Journal, Joe Wysong,
Editor, 1985).
Sin embargo la terapia gestalt no se enarbola como la única ni siquiera como la más
eficiente de las terapias, en la inteligencia de que todas las disciplinas que tienen que
ver con la salud mental tienen como fin común el bien del ser humano, como diría el
Dr. Juan Lafarga, un eminente humanista mexicano.
Creemos firmemente en el desarrollo del potencial humano y al mismo tiempo
estamos abiertos a incluir en el armamentarium del terapeuta más técnicas
vivenciales y creativas que favorezcan el crecimiento personal de los profesionales
de la salud.
Hoy no es dable cerrarse a la vorágine que engloba los nuevos descubrimientos de
miles de colegas en el mundo que desean contribuir al bienestar de la sociedad
humana, por lo que es indispensable incluirnos en una red internacional de
colaboración científica, mediante congresos multidisiplinarios y artículos afines en la
creencia de que el desarrollo del individuo está vinculado estrechamente al
crecimiento y mejoramiento de la sociedad total de nuestro planeta.
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La psicoterapia corporal se desarrolla en los años 30 dentro del movimiento
psicoanalítico con aportaciones de Groddeck, Ferenczi y Reich, quien, a partir de su
práctica analítica, observó que junto a lo que decía la persona en el proceso
terapéutico (sueños, recuerdos históricos, etc.), era muy significativo el cómo lo
decía; los gestos, la mirada, la expresión afectiva que acompañaba al discurso
verbal, entrando así en el análisis de la forma. Posteriormente fue observando que la
expresión emocional y la emergencia de recuerdos, es decir la catarsis (que era uno
de los objetivos del psicoanálisis), era mayor si se analizaba tanto la forma como las
conductas corporales específicas de cada persona, observando que el disturbio
neurótico iba siempre acompañado de una respiración inhibida, de tensiones
musculares cronificadas y de trastornos neurovegetativos, consecuencia de un
disturbio libidinal afectivo emocional, entrando así, poco a poco, en una praxis
terapéutica psicocorporal que iba enriqueciendo una teoría, la cual daría paso a un
nuevo paradigma científico en la psicología, y en la salud en general.
La base de la enfermedad estaba en el disturbio de la expresión y de la satisfacción
de los afectos y del desarrollo sexual libidinal (fases sexuales) del niño, que
generaba un éxtasis energético y un monto de angustia inhibiendo las pulsiones y
los recuerdos, relegándolos al inconsciente , y una respuesta visceral,
neurovegetativa, de contracción, de miedo, que se plasmaba en tensiones
musculares crónicas que producían a la larga trastornos funcionales (cefaleas,
lordosis, disneas, úlceras gástricas, impotencia o eyaculación precoz). Cuando se
rompía el equilibrio de esta coraza muscular y caracterial, aparecían los síntomas
clínicos (depresiones, fobias, etc.). Se ponían así las bases teórico prácticas para una
psicoterapia corporal específica, introduciendo conceptos revolucionarios en el
terreno de la salud, que cuestionaban no sólo la visión y aplicación mecanicista de la
medicina y la psiquiatría de la época, sino también la forma de las relaciones
personales dentro de la familia, que es un reflejo de la dinámica del sistema social,
cada vez más separada de la natura. Muchos de estos principios se aplicarían
después en el campo de la medicina psicosomática, la psicología humanista, la
psicología social, y daría paso al movimiento y a la especialidad de la psicoterapia
corporal.
El cuerpo aparece pues, en la psicoterapia corporal, como mucho más que un simple
portavoz o un simple portador de signos; es el archivo vivo de la biografía de la
persona. Cualquier persona habla a través de su cuerpo y de sus palabras. El verbo
articulado es el mediador entre el cuerpo (la experiencia vivida) y el código (el
campo simbólico y social del lenguaje). Hablar es una expresión corporal, un acto
expresivo. El verbo se origina en el cuerpo. El organismo se expresa globalmente en
forma verbal y no verbal. La palabra da sentido a lo experimentado, a los
pensamientos, a las emociones. El análisis verbal de las experiencias es capital para
la comprensión e integración y su procesamiento a la luz de la conciencia. Las
terapias psicocorporales consideran que cuerpo y mente son dos vías de acceso a lo
reprimido, a lo escondido, a lo estancado; y que, a partir de la expresión de los
afectos es como se recupera en gran medida la unidad psicosomática y el equilibrio.
Y los afectos se expresan a través de las emociones, del lenguaje corporal expresivo,
y se integran en lo cortical, por los procesos cognitivos (Guasch, 1987).
Que el "cuerpo somático y energético" se convierta en objeto de diagnóstico y en
medio terapéutico, junto al "cuerpo verbo" y a la elaboración de la relación
terapéutica, es la base principal para el desarrollo de la psicoterapia corporal, junto
al hecho histórico del surgimiento del movimiento
que facilitó la funcionalidad
del cuerpo desnudo, la desinhibición sexual, el retomar las pulsiones reprimidas y
cambios educativos y comunicativos en la vida cotidiana. Reich, que fue silenciado
por coincidir sus ideas revolucionarias y progresistas en un momento histórico
represor (la caza de brujas de MacCarthy), es resucitado en 1968 y con él una
cantidad de técnicas y psicoterapias corporales, muchas de ellas sin bases científicas
y utilizadas por terapeutas oportunistas y con poco rigor profesional.
+
",
%
!
"
"
!
Cuando hablamos de psicoterapias hablamos de algo diferente a técnicas como el
yoga, el aerobic o la reeducación corporal, pues estamos hablando de proceso
psicosomático de cambio, de transformación consciente y activa por parte del/la
paciente; donde existe un diagnóstico específico y una sistemática clínica en la que
lo neuromuscular y lo somático forman parte del proceso analítico, dentro de unas
coordenadas espaciales donde la función del psicoterapeuta está muy determinada.
Una característica diferencial de las técnicas corporales es el manejo adecuado de
todo lo que tiene que ver con la relación terapéutica. Y si bien, las bases teóricas de
la psicoterapia corporal provienen fundamentalmente de Reich, confirmadas algunas
de ellas en la actualidad por neurofisiólogos como Laborit y Selye, se han visto
enriquecidas por autores más actuales, lo cual ha generado también diversos
modelos de psicoterapia corporal que se definen como postreichianos o
neoreichianos; según se aproxime más o menos a la ortodoxia histórica.
% !
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Actualmente, los principales modelos de psicoterapia corporal son : a) Dentro de la
línea postreichiana: La vegetoterapia caracteroanalítica, metodología clínica de la
orgonterapia (Reich, Raknes y Navarro); la vegetoterapia en grupo (sistemática de
Serrano, dentro de la vegetoterapia individual); la psicoterapia breve
caracteroanalítica (aplicación que hace Serrano de la vegetoterapia en el campo de
las psicoterapias breves); y la psicoterapia funcional (Rispoli). b) En una línea
neoreichiana: El análisis bioenergético (Lowen y Keleman); la biosíntesis (Boadella);
la biodinámica (Boyesen); la integración psicocorporal (Costa); el somatoanálisis
(Meyer); la integración postural (Painter); y la corenergética ( Pierrakos).
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La psicoterapia corporal tiene puntos en común con otras especialidades o
paradigmas: Con el psicoanálisis y la psicodinámica: Al provenir de esta teoría,
mantiene muchas de sus bases fundamentales; el estudio de las relaciones objetales
hasta los seis años, período donde se asienta la base del carácter y la personalidad
adulta; la existencia de una sexualidad infantil y de unas fases sexuales que modulan
la vida afectiva y el psiquismo; la existencia de una energía sexual que es expresión
de la energía vital; la existencia del inconsciente que condiciona nuestra percepción y
nuestros procesos cognitivos conductuales corticales; la transferencia, el análisis de
las resistencias, la catarsis y la libre asociación como elementos técnicos principales
en el proceso de psicoterapia.
Con la fenomenología y el existencialismo: la importancia del análisis del narcisismo,
que permite el contacto con la temporalidad humana, con el "dasein"; las percepción
como fenómeno subjetivo; la idea de que no hay Yo sino hay Otro. La incorporación
de técnicas específicas de este modelo como la intención paradójica (Frank) con el
modelo sistémico# La tesis de que la parte forma parte de un todo, por tanto,
cualquier proceso humano está repercutiendo en la globalidad del sistema de salud
de esa persona, y asimismo el abordaje de la enfermedad debe ser global, contando
con el ecosistema más próximo (familia, estructura social y ecosistema natural).
También se incorporan técnicas propias del modelo basadas en la teoría de la
comunicación, diferenciando la comunicación analógica de la digital, el doble
mensaje.
Con la gestalterapia, la necesidad de integrar la experiencia emocional en el "aquí y
ahora". Con el modelo cognitivo conductual y el constructivismo, la necesidad de una
elaboración cortical y cognitiva de la experiencia emocional y del darse cuenta
existencial, y la modificación cognitiva y consciente de aquellos elementos que
impiden el equilibrio de la persona y que forman parte de su propia forma de ser,
influyendo en las construcciones del psiquismo condicionada por la cultura o el medio
familiar.
Con la medicina holística, la premisa de que el la etiología patológica funcional se
debe a un disturbio basal en la regulación energética del biosistema , que repercute
en el funcionamiento estructural del organismo: sistema neurohormonal, sistema
neurovegetativo, sistema cortical. Por ello cualquier síntoma debe ser curado desde
dentro y con procesos activos y globales, y no mecanicistamente y de forma parcial y
pasiva.
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Wilhelm Reich (1897 1957), ex psicoanalista didacta, pionero de la sexología, de la
psiquiatría social y de la medicina psicosomática, desarrolló a lo largo de su vida una
labor clínica específica que, sin separarse de algunas de sus bases principales, le
distancia progresivamente de la ortodoxia freudiana.
Definiéndola en principio como "economía sexual" (1927), posteriormente
"vegetoterapia
caracteroanalítica"
(1936),
para
denominarla
finalmente
"orgonterapia"(1945). La metodología de la vegetoterapia se inicia, pues, partiendo
del psicoanálisis, y en la acepción freudiana se construye desde una práctica
clínica. Reich no partió de un paradigma, sino que lo fue creando a partir de lo que
escuchaba y observaba en sus pacientes, es decir, creó los presupuestos de la nueva
disciplina mientras la estaba desarrollando, para dar posibles respuestas a los
problemas técnicos que dificultaban el proceso terapéutico y para que los límites de
la propia técnica no impidieran que se beneficiasen del proceso personas que, con
base en su diagnóstico, se excluían del psicoanálisis. Con esta posición, a partir de la
lógica de la investigación misma efectuada con un rigor científico admirable, se abre
una posibilidad de acceso metodológico a la dimensión de la subjetividad de la
persona, dimensión oculta por el empirismo experimentalismo de las ciencias
positivas que se centran exclusivamente en la dimensión objetiva de la misma.
Reich, desde su posición de responsable didacta en Viena, contribuyó a la
construcción del corpus técnico psicoanalítico, aportando especialmente el "análisis
del carácter" como elaboración técnica del análisis de las resistencias y de la
resistencia transferencial que puede dar lugar a la denominación "reacción
terapéutica negativa", al no tenerse en cuenta la "transferencia negativa latente".
Introdujo el trabajo con el "cuerpo real" de la persona como vía de acceso al
inconsciente, a diferencia de los psicoanalistas que contemplaban el cuerpo como
representación o contenido ideacional (cuerpo imaginario). Encontró en el sistema
nervioso neurovegetativo el substrato somático del "ello" psicoanalítico. La
articulación del inconsciente no se debería al efecto de la represión de la
representación sino al de la represión de los afectos (García, 1990).
Así, junto a sus aportaciones a la teoría analítica y su introducción del concepto
"capacidad orgástica", en 1927, que modificó las bases de la reciente sexología, fue
introduciendo paulatinamente variables neurovegetativas y del cuerpo somático y
energético en la elaboración analítica del psiquismo. Siendo en unos experimentos,
realizados en 1936 en Noruega, sobre
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(Reich, 1936), junto a la observación del
movimiento interno de la substancia viva con un equipo de biólogos y fisiólogos de
Oslo en contacto con Roger Du Teil de París, como descubrió una nueva radiación
que definió como "orgón" (Reich, 1938). A partir del descubrimiento de algunas de
sus leyes básicas, la identificó como la energía vital, diferenciándola de la energía
metabólica, siendo la energía sexual su máxima expresión y medio regulador de la
misma en el organismo vivo (Raknes, 1970). Esta evolución profesional supuso un
cambio estructural en su forma de abordaje clínico al observar cómo la persona
enferma sufre un desequilibrio energético, fruto de su incapacidad de adecuada
pulsación y regulación energética, producido por la coraza caracteromuscular por sus
tensiones crónicas musculares, por la tendencia a la inspiración crónica y la
incapacidad de abandono orgástico (Reich, 1942). Todo esto origina una estructura
de carácter que busca mecanismos de regulación secundarios para mantener un
equilibrio dentro del desequilibrio. De ahí que Reich distinguiera entre la neurosis
caracterial, en la cual el síntoma es el propio carácter y la neurosis clínica, donde los
síntomas patológicos son señales de un desbordamiento del equilibrio caracterial.
Dándose en ambas una limitación en la capacidad de placer y en la regulación
energética del animal humano. Puso los cimientos para el desarrollo de la
psicoterapia corporal con una sistemática clínica que definió como vegetoterapia
caracteroanalítica y que, junto a algunas técnicas médicas energéticas formaron un
modelo terapéutico que definió como orgonterapia.
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La vegetoterapia caracteroanalítica, psicoterapia profunda psicocorporal creada por
Reich en 1936, parte de una concepción biopsicosocial de la enfermedad y la salud,
teniendo en su punto de mira tres factores en constante interrelación: predisposición
constitucional genético bioenergética, relaciones objetales (historia infantil) y
factores socioeconómicos (historia actual). La salud como objetivo a alcanzar,
contando con los límites sociales, se dará cuando se produzca la adecuada
integración de las funciones corporales en un sistema unitario y, en cuanto que es la
pulsación bioenergética (contracción expansión) protoplasmática lo que facilita la
vida, va a existir un funcionamiento metabólico específico de energía vital
(orgónica), con un intercambio continuo con el exterior. Este facilita, desde el
momento de la concepción, el proceso y estructuración de funciones organísmicas en
continua relación con el ecosistema más próximo. Si no hay disturbio, desarrolla su
estructuración de forma unitaria, de las funciones menos complejas a las más
especializadas (de la motricidad al lenguaje); bajo una dinámica evolutiva
cefalocaudal de las funciones del primer segmento (telerreceptores) a las funciones
del séptimo y último segmento (bipedestación y sexualidad genital) a través de la
maduración de la función sexual (fases sexuales), utilizando diversos medios
(relaciones objetales) hasta alcanzar la capacidad orgástica genital (Serrano, 1984).
Siendo mediador de esta pulsación el sistema nervioso vegetativo y el sistema
diencefálico hipofisario puente entre éste y el sistema nervioso central con las
correlaciones neurohormonales consiguientes.
Conocedores también de que el sistema hipotalámico hipofisario pineal es quien
modula el mundo afectivo y emocional, podemos evidenciar la siguiente secuencia:
El disturbio aparece con la alteración en el metabolismo de orgón que se produce
cuándo el biosistema en proceso de estructuración y desarrollo siente miedo
(angustia visceral) que es la emoción primaria que está en el origen de todos los
trastornos porque su ecosistema (útero materno organismo materno núcleo
familiar núcleo social), o bien por falta de respuesta emocional bioenergética o por
represión de la expansión consecuencia de la búsqueda de la satisfacción libidinal
emocional no satisface las demandas afectivas sexuales necesarias, teniendo, según
el momento histórico en que se produce, unas consecuencias diferentes. Esto
ocasiona la creación de una coraza defensiva caracteromuscular que se manifiesta,
tanto por las tensiones musculares crónicas mantenidas por la influencia del sistema
nervioso simpático para contener la angustia y las emociones reprimidas con la
consiguiente pérdida de contacto con los propios deseos y necesidades , como por
rasgos caracteriales que facilitan la imposición del rol sobre la función. La coraza se
va formando siguiendo la lógica histórica del segmento ocular (ojos, oídos, nariz)
hacia el segmento pélvico (genitales, piernas), de lo preedípico a lo edípico. Esta
coraza caracteromuscular ocasiona, con el tiempo, o por determinadas circunstancias
según la estructura de carácter de la persona enfermedades, síntomas, dolencias
que se manifiestan tanto a niveles psíquicos como en manifestaciones somáticas. No
puede darse un estado de salud completo en una sociedad antisexual, represora y
desconocedora de las necesidades reales del embrión, del feto, del neonato, del
niño a o del la adolescente. Por tanto, la enfermedad que es el estado crónico de
las personas que vivimos en esa sociedad será lo habitual, si bien, en momentos, no
se manifiesta en forma de síntoma, aunque sí en forma de sensación de vacío
existencial, de insatisfacción e incapacidad de placer. Una eficaz labor para evitar
este estado de cosas es la dedicación a la profilaxis infantil y a la información y la
toma de contacto de la persona adulta con la realidad y con el funcionamiento de los
procesos libres de la natura.
En nuestra labor clínica, al trabajar con funciones psicosomáticas tanto nucleares
como periféricas, tenemos que seguir una metodología adecuada que potencie las
posibilidades vitales del individuo sin perturbar su precario equilibrio. Porque, en el
fondo, todo organismo enfermo intenta la evitación de un desequilibrio todavía
mayor. Por eso, la visión mecanicista de anular focalmente el síntoma es en
ocasiones nociva. Porque, al no partir de una concepción holística, en ocasiones la
evitación de una fobia puede conducir a un estado depresivo o la curación de un
eczema puede provocar un asma, por citar algún ejemplo. Tampoco somos
partidarios de atacar directamente la coraza caracteromuscular o de provocar
violencia corporal en el sujeto forzando su ritmo biológico con hiperventilaciones
fortuitas en pro de no sabemos qué experiencias vivenciales, siendo de nuevo el
sujeto agredido por algo externo que viene de fuera, como observamos en alguna
terapia corporal.
La vegetoterapia orgonterapia busca el cambio desde el núcleo, recuperando el ritmo
biológico; por ello se parte de dos premisas básicas: a) Al trabajar con el cuerpo
como vibración energética con funciones psicosomáticas, si la capacidad perceptiva
del terapeuta está limitada por su propia coraza caracteromuscular, no podrá
contactar suficientemente con los movimientos expresivos, con el significado real de
lo que muestra ese cuerpo, esos gestos, esos sonidos, esas emociones, etc. Por eso,
durante su formación, el candidato debe realizar un análisis (vegetoterapia) personal
que le permite recuperar suficientemente su capacidad perceptiva y la posibilidad de
receptividad y de empatía. Esta necesidad es cada vez más evidente en la práctica
clínica. En el fondo supone el cuestionamiento de la importancia que tiene el
experimentador para el resultado del experimento, que desde hace años maneja la
física cuántica. b) Abordar la enfermedad desde una óptica pluridisciplinaria que se
concreta en equipos funcionales interdisciplinarios, donde diversos especialistas con
una base teórica y una metodología común, unifican los distintos abordajes
terapéuticos para que favorezcan, y no alteren, el encuadre clínico analítico de la
vegetoterapia caracteroanalítica, al emplear las herramientas convergentes ya
descritas como: la homeopatía; la dieta, en ocasiones; focalmente, el psicofármaco;
la acupuntura; la audiopsicofonología, y realizando una aplicación específica con cada
paciente.
Teniendo en cuenta estas premisas, los objetivos terapéuticos que se tienen, como
referencia clínica, serán: la recuperación del equilibrio neurovegetativo y de la
capacidad orgástica; la libre pulsación y circulación bioenergética; el
reblandecimiento de la coraza caracteromuscular; la maduración del yo con un
carácter flexible que Reich denominó carácter genital (personalidad madura) y la
integración unitaria de las funciones psicosomaticas a través de una adecuada
interacción entre las funciones neocorticales, las emocionales o límbicas y las
viscerales (pulsionales).
Siendo profesionales de la salud, nos definimos como orgonterapeutas, reconociendo
así el intento de Reich de desarrollar una metodología pluridisciplinaria holística que
facilitara la salud, recuperando el adecuado funcionamiento bioenergético. Sin olvidar
los límites sociales y culturales que marcan el estigma y la impronta caracterial que
limita la potencialidad individual de su capacidad de placer, de expansión, de
creatividad, de crecimiento. Es por ello que en nuestro trabajo clínico, comprometido
con el momento actual, somos sujetos de cambio al facilitar unos medios que ponen
a la persona en contacto con su realidad y con la realidad que le circunda siendo más
consciente de aquello que le ha llevado a enfermar, de lo que limita su alegría de
vivir, lo aboca al vacío existencial y de los elementos sociales, educativos, culturales,
económicos que limitan nuestra existencia y llevan a la resignación y a la depresión
enmascarada. Pero tengamos en cuenta que la responsabilidad de nuestro trabajo es
tal, que pensamos debe de ir acompañada de una continua revisión personal, de un
permanente reciclaje didáctico, de una labor de crítica en equipo, constructiva y
reflexiva, y de la aceptación y cumplimiento del Código Deontológico. Elementos
todos ellos que facilitan una tranquilidad a la persona que se abandona en nuestro
diván porque le dan una mínima garantía de que buscamos su bienestar, no la
satisfacción de interés o necesidades individuales no conscientes o camufladas bajo
discursos ideológicos. Acompañado todo esto de una labor preventiva de la patología
emocional que comienza en la vida intrauterina.
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El lugar donde se realiza el proceso terapéutico pasa a tener un significado,
inconsciente para el paciente, es donde se reactiva su historia infantil a través del
desplazamiento de afectos hacia el terapeuta. Es a partir de la posibilidad progresiva
de la creación de una relación terapéutica dicotómica y funcional que el paciente va
a estar activamente receptivo a los medios técnicos que el terapeuta le posibilite.
Siendo la propia relación, un medio transformador, teniendo presente el terapeuta la
estructura del paciente a partir de un diagnóstico adecuado, realizando a partir de
éste el contrato terapéutico; favoreciendo el asentamiento y mantenimiento de la
alianza terapéutica (Greenson, 1967), y elaborando analíticamente la neurosis de
transferencia (Freud, 1912), el vínculo transferencial y la contratransferencia (Freud,
1912, Reich , 1934).
Es a través de la relación terapeútica analítica en sesiones individuales, donde el
paciente permanece tumbado en un diván a la vista del terapeuta, como el
orgonterapeuta respetando en todo momento el ritmo biológico del paciente ,
asumiendo su función profesional, deontológicamente empleará los medios
adecuados para cada caso en particular. El encuadre clínico suele ser de una a dos
sesiones semanales, con una media de 350 sesiones individuales, acompañadas a
partir de un momento del análisis de una sesión mensual de 4 horas de
vegetoterapia en grupo durante dos años.
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Reich analiza en su obra cómo a partir de los problemas y de la dinámica relacional
objetal disfuncional en la que se desarrolla el recién nacido en sus etapas
psicoafectivas de maduración humana, se va estructurando una coraza muscular
defensiva que reduce la percepción de la angustia creada por la disfunción e intenta
evitar el sufrimiento, y como consecuencia se va perdiendo progresivamente
contacto con nuestras necesidades, nuestro ritmo vital y nuestras potencialidades.
Reich afirmó la existencia de siete segmentos en el cuerpo. Estos son, a saber:
El primer segmento (Reich, 1942, 1949) muscular comprende los telerreceptores, es
decir, los ojos, oídos, nariz que hace de puente con el segmento oral y la piel en
general, siendo por tanto donde se producen los mecanismos perceptivos en
vinculación con el diafragma, el núcleo existencial y la correlación entre los tres
encéfalos, a saber: cerebro cortical, límbico y visceral. Es el más primitivo junto con
el diafragma, y empieza a hacerse notar a partir de posibles fenómenos traumáticos
producidos durante la vida intrauterina, fetal, el parto y los primeros días de vida. En
continua interrelación con el primero, está el segundo segmento (boca, labios,
lengua, órganos de fonación, base occipital), vinculado a la fase oral, con una fuerte
conexión con la pelvis, en cuanto segmento sexual por antonomasia. Se tensiona y
estructura fundamentalmente durante los dos primeros años de vida. El tercer
segmento, el cuello, con su musculatura, puente entre la boca y el tórax es el
bloqueo clásico en esta sociedad, base del factor narcisista y de control, de primer
censor o autocontrol, cuna de la ambivalencia, por lo que está tan vinculado al tórax.
Tiene su origen durante la etapa anal, como reactividad a la insatisfacción y
frustración de la fase oral, desde el primero al tercer año de vida. El cuarto
segmento es el torácico, que agrupa toda la musculatura vinculada al pecho anterior
y posterior, puente entre el cervical y el diafragmático y base de la ambivalencia en
conexión con el masoquismo. Se inhibe la respiración torácica como forma de
autocontrol y por tanto de evitación del castigo ante el abandono de los impulsos.
Tiene su origen alrededor del segundo año y se va estructurando del tercero en
adelante. Está vinculado a los fenómenos de contacto con el propio cuerpo, con el
mundo y con el @ . El quinto segmento o diafragmático, es el núcleo vital más
importante, pues es el canalizador de la pulsación vital de la circulación energética,
al regular los fenómenos principales neurovegetativos y estar vinculado a los
principales órganos vitales, así como ser regulador de la respiración. Si el bloqueo es
hiperorgónico (exceso de carga energética) se remonta al momento edípico, y a toda
la angustia de castración, alrededor de los tres a cinco años y se estructura en la
adolescencia. El sexto segmento o abdominal, constituye el puente entre el
diafragma y la pelvis, siendo fundamentalmente su función la de reductor de las
sensaciones pélvicas genitales. El séptimo segmento o pélvico, aglutina toda la
musculatura de la pelvis, así como las piernas y los pies, con todo el problema de
asentamiento y contacto al suelo, vinculado al tema de la propia identidad sexual y a
la capacidad de definición o seguridad ontológica. Impide la descarga energética y
por tanto el desarrollo del ciclo vital, que vendría favorecida por la función del
orgasmo. La tensión y el bloqueo hacen su aparición en el momento edípico
(masturbación, juegos sexuales) y se estructura en la adolescencia si está impedida
dicha capacidad de placer, para evitar la angustia consiguiente.
Para facilitar el desbloqueo de estos segmentos y facilitar la maduración humana
Reich trabajaba con el masaje y con el uso de los actings o ejercicios
neuromusculares.
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Toda excitación mecánica de la piel provoca una reacción protoplasmática local que
pone en libertad el ácido carbónico y los deshechos celulares, y es capaz asimismo
de provocar la vasodilatación. La sustancia activa liberada bajo al influencia del
masaje es muy semejante a la colina, que estimularía muy particularmente el
parasimpático. Estos dos fenómenos nos hablan de la expansión, del favorecimiento
de la luminación y ampliación de la carga energética del sujeto. Por otra parte,
citando a Reich:
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O hay que afirmar que este autor nunca sistematizó una forma de masaje, ni
hizo de él una técnica con objetivo concreto. Reich empleaba el masaje como forma
de entrar en contacto con las tensiones del cuerpo, con los haces y nódulos
musculares, sirviéndole de referencia en el momento del diagnóstico, al mismo
tiempo que lo utilizó como factor terapéutico al conocer las respuestas vegetativas
que se producen cuando se favorece el acercamiento y la interrelación de campos
energéticos; actuando en momentos puntuales para facilitar la abreacción
neuromuscular y teniendo muy en cuenta lo delicado de la actuación sobre el cuerpo
de la persona. En este sentido la vegetoterapia se distingue de las técnicas
neoreichianas por el respeto en no invadir el cuerpo del paciente. Más que trabajar
sobre el cuerpo, trabajamos con el cuerpo.
Por ejemplo, si observamos un nódulo como una bolita de garbanzo, que se da
mucho en la zona cervical y en la base del cráneo, esto responde a una problemática
de interrelación del primer y segundo segmento. Ya sabéis que usamos la palpación
al principio como medio de diagnóstico. Palpamos determinados puntos, el tono
muscular del sujeto y determinadas zonas que permiten que la persona tenga una
respuesta a esa palpación. Al palpar la zona cervical encontramos estos nódulos que
nos indican que existe una zona de tensión. Si esto tiene correlación con la tensión
de la mandíbula o con la forma de gesticular o de hablar; si además vemos que en
su historia personal hay una base oral más o menos importante con carencia
materna; si observamos en su forma estereotipada de comportarse una tendencia a
la bulimia o a la anorexia, etc.., diremos que en el segmento oral hay tensiones o un
bloqueo hiperorgonótico. Desde el momento en que establecemos este diagnóstico
podemos tener unas conclusiones a la hora de trabajar con esta persona.
Y en el resto de los segmentos corporales también podemos obtener nuevos datos
con este uso del masaje y la palpación.
Al cabo de un numero de sesiones el terapeuta puede volver a hacer un masaje
general o parcial de estas características, que sirve para observar si esos nodulitos
están ahí todavía. Llega un momento en que no tienen que estar y eso es indicativo
de que la tensión en la zona ha disminuido. O nos encontramos con que de repente,
trabajando la pelvis, tocamos el cuello y reaparecen esos nódulos. Si después de
varias sesiones trabajando los primeros segmentos esos nódulos desaparecen se
trataba de una hipertensión superficial fruto de una tensión reactiva en los primeros
segmentos al trabajar en la pelvis. Entonces en este caso el masaje nos ha servido
de ayuda para saber que esa persona estaba reactivando una zona defensiva para no
abordar
la
situación
edípica.
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Reich escribía: "La disposición segmentada en el acorazado, es la manifestación de la
rigidez de partes concretas en el espacio de la onda .... Se debe disolver la coraza,
siempre partiendo de la extremidad de la punta o cabeza, continuando hacia la
extremidad de la cola o pelvis, desarrollándose en el propio sentido bioenergético"
(Reich, 1945). Siguiendo esta máxima clínica, empleamos la sistemática realizada
por Navarro (1992), que continúa el trabajo de Reich, utilizando la ejecución de
actings o movimientos neuromusculares, que tienen una funcionalidad
neurovegetativa e histórica en los siete segmentos descritos de la coraza
caracteromuscular. La memoria muscular retiene el impacto emocional. Según el
momento histórico de dicho impacto se fijará en el segmento cuya funcionalidad
histórica prevalezca (así, la frustración o carencia oral segmento oral). Al activar la
memoria muscular emergerán efectos reprimidos y recuerdos olvidados favoreciendo
la abreacción.
Con estos movimientos que favorecen la emergencia del material y la libre
asociación, respetamos el ritmo biológico del paciente al seguir una lógica
neurofisiológica que permite la aparición ordenada de los afectos desde la vida
intrauterina hasta la fase genital, contando siempre con las particularidades de cada
individuo y con el aquí y ahora del mismo. Así, la manipulación corporal sobre el
cuerpo del sujeto es mínima y se realiza sólo en ciertos momentos como forma de
contacto o de ayuda a la expresión de una emoción ya manifiesta. A nosotros nos
interesa facilitar el libre movimiento plasmático y a partir de la reproducción de los
actings, el trabajar con el sujeto y no sobre el sujeto, obtendremos la siguiente
secuencia: movimiento muscular emocional
estimulación del campo energético
córtex
formación reticular
tálamo
hipotálamo
centros vegetativos
movimiento expresivo vagotónico
hiperrespiración espontánea
aparición del
recuerdo olvidado acompañado, en ocasiones, a la vivencia del recuerdo conocido o
abreacción emocional espontánea consciente, conectando la experiencia histórica con
el aquí y ahora del espacio terapéutico.
Es esta abreacción terapéutica emocional y ordenada (Serrano, 1984b) la que va
permitiendo la movilización energética, cambiando la lógica que mantiene la tensión
muscular con las consiguientes repercusiones positivas neurovegetativas y
neurohormonales. Facilitando la recuperación de la respiración completa, base
fisiológica de la pulsación celular.
Así, por ejemplo, en el primer segmento indicamos al paciente que siga atenta y
activamente el movimiento de una linternita de bolsillo que el terapeuta sitúa detrás,
a 20 cm de la altura de los ojos del paciente. Mirar la luz fija y seguirla, en un
movimiento que termina a la altura de la punta de la nariz, permite la reproducción
de una acción que en el período posnatal fue decisiva: la exploración focalizada del
objeto en el proceso de diferenciación del objeto parcial al total, y el pasaje del yo al
no yo. Además, estamos estimulando directamente la glándula pineal, ayudando a la
regulación del ritmo biológico, junto a los efectos fotónicos propios de la estimulación
luminosa.
Por
otra
parte,
hacemos
un
trabajo
neuromuscular
al
participar activamente el paciente en la focalización (músculos oculares). A este
acting que es el más simple y a lo largo del proceso, sigue una secuencia que
continúa hasta la reproducción del acting más complejo, tal como ocurre en la
formación y estructuración de funciones organísmicas. Así, el más complejo es el
acting de la Medusa donde participa todo el cuerpo, y que reproduce la expresión de
abandono al placer sexual con un movimiento respiratorio acompañado de
vocalización. En el segmento oral indicaremos al paciente, entre otros actings, la
reproducción del gesto de succión que en la fase oral tuvo una función afectivo
sexual básica. En el segmento torácico le indicaremos al paciente que verbalice la
palabra YO acompañada del gesto de bajar los brazos rectos contra el diván,
reproduciendo una función autoafirmativa. Y así sucesivamente. Estos movimientos
se desarrollan a lo largo de los siete segmentos. Pero denotando una fuerte
interrelación entre los anillos de la coraza, pues en el fondo quien se retrae, quien se
contrae, es la función plasmática, es decir, el núcleo del biosistema y por tanto todas
las funciones se ven más o menos alteradas.
El acting es, por tanto, un tiempo que se ofrece al paciente para encontrarse con su
ritmo biológico, para redescubrirlo en base a tener su propio espacio tiempo en un
lugar concreto. No hay una indicación de cómo se debe hacer ese movimiento. Por
tanto estamos en el marco de la espontaneidad; pues la respuesta, el cómo lo hace
entra dentro de la propia identidad de la persona, de su estructura de carácter; ya
que a medida que se va analizando el acting analizamos la resistencia muscular. El
ritmo del acting y el ritmo biológico son lo mismo, al estar trabajando con lo
vegetativo. Por ejemplo, podemos indicar al paciente que haga el movimiento del
pez y en un determinado momento el terapeuta puede marcar sin darse cuenta el
ritmo que ha de llevar dicho paciente. Si esto sucede, automáticamente estamos
produciendo en el paciente un fenómeno de desplazamiento de ciertos elementos
contratransferenciales porque le estamos marcando el modelo de referencia de
nuestro ritmo. Esto último no es lo mismo que analizar el acting, es decir, ¿qué
significado tiene para el paciente hacerlo de esa forma?, ¿con qué se asocia ese
movimiento? El terapeuta puede exagerarlo con la imitación o reproducir la forma en
la que lo hace el paciente. De esta manera la persona va entrando en una dinámica
perceptiva de su propia acción vegetativa, lo que nos lleva al tema de la asociación
de ideas y de la relación terapéutica.
¿Cómo profundiza el paciente en el acting? Tomando el mismo ejemplo del acting del
pez, en un ansioso puede haber una forma; en otro puede haber otra forma reactiva,
defensiva, y en el caso de que le preguntemos puede contestar: "lo hago así porque
como tú lo has hecho así...." Pero no hay un modelo. Bueno, cuando el paciente
empieza a realizar el acting, primero entramos en el reflejo de su estructura estamos
en una situación resistencial inicial. ¿Por qué? Porque incluso trabajando el acting del
cuello fuera puede suceder que el paciente diga "esto es padrísimo...", pero a la
quinta vez que lo tiene que hacer ya le empieza a doler.... y a la octava ya dice "¡me
ahogo, por favor ayúdeme!" Si el acting fuera algo gimnástico, cuanto más se hiciera
la postura más se acostumbrará el cuerpo y se tendría que estar más cómodo.
Cuando empieza a entrar el ahogo, la asfixia, todas esas cosas que nosotros
suponíamos por la estructura que era lo que había ahí, entramos en contacto con el
propio ritmo alterado, con su estrato secundario; y lógicamente aparecerán impulsos
secundarios, aparecerá la rabia, el sadismo, la destructividad, las emociones
vinculadas a los impulsos secundarios. A partir de ahí se producirá la abreacción.
Conforme se vaya ahondando en el acting llegará un momento en que aparecerán
impulsos primarios parciales vinculados al momento psicoevolutivo al que
corresponde ese acting. En el caso de la succión aparecerá un aumento de la
respiración, cosquilleo en la boca, sensación erótica e incluso sensaciones genitales.
La forma del acting viene influida muchas veces por los objetivos que el terapeuta
quiere conseguir o que el paciente cree que tiene que conseguir. Por ejemplo, en un
intento de seducción del terapeuta, o de intento de alianza o de acting out con el
terapeuta se puede producir una situación de catarsis, es decir, de aparente
expresión de emociones en la que más bien se da una descarga de afectos que anula
la energía necesaria para que la emoción logre estructurarse y surja. Para que
aparezca la emoción tiene que haber una respuesta vegetativa que lleve implícita un
movimiento central diencefálico hipotalámico que vuelve a repercutir en la formación
reticular; y ésta en la respiración que a su vez favorece el disparador neuromuscular
y entonces aparece una situación vagotónica, acompañada de un movimiento
expansivo neuromuscular que provoca la emoción en la persona con la consiguiente
invasión de recuerdos y de emociones ante ese hecho. Pero si en vez de dejar que
eso sea así nos adelantamos y forzamos el ritmo sin darnos cuenta, entonces
aparece la respuesta catártica forzada y de esta forma estamos evitando,
impidiendo, ese proceso energético en cuanto que esa energía la gastamos en gritar,
en moverse, en patalear sin funcionalidad. Después, como el cuerpo del paciente ya
está agotado, pues ya no hay recursos ni respuestas neurovegetativas. Estas son las
implicaciones y la complejidad del trabajo con los actings.
Hay ocasiones en que la gente se inventa sensaciones porque piensa que es lo que
quiere el terapeuta. Por eso hay que contar con el tema de la transferencia. Por
ejemplo: si el paciente piensa que el terapeuta quiere que sienta rabia haciendo el
NO con los puños, y el terapeuta habla del padre del paciente con cara enojada,
entonces... Y, si además, si luego el terapeuta aplaude y le dice: "muy bien oye, muy
bien...", pues la ha fastidiado, porque ahí se produce una transferencia
contratransferencia que hace que parezca que todo está muy bien pero realmente no
haya nada bien. Por lo tanto, suponiendo que en ese momento estemos con una
expresión de enfado en la cara y hayamos podido influir en el acting del paciente,
entonces canalizaremos la resistencia y le preguntaremos: ¿por qué has hecho esto?,
¿qué estabas asociando a esta manera de hacer el acting?, ¿qué te indica el hecho
de que te ahogaras? Y de esta forma vamos cuestionando la contradicción entre la
aparente catarsis y la falta de ritmo patente en el acting.
Existen unos tiempos de duración del acting que dependen del segmento trabajado,
pero generalmente son entre 10 y 15 minutos de media por acting. El tiempo
siempre está vinculado al ritmo biológico porque eso va a marcar una impronta
vegetativa en la persona. El paciente tiene un tiempo suyo, siempre el mismo, que le
facilitamos al cuerpo para tomar conciencia de cuál es la dimensión en la cual puede
permitirse ese encuentro con su dinámica interna. Dentro de esta dinámica se le da
el tiempo suficiente como para que puede haber dicho encuentro sin caer en el
hastío o en el aturdimiento de lo neuromuscular y sin cortar tampoco el proceso. Hay
actings que son de más tiempo, otros de menos. Así el acting del gato (respiración
por la nariz y mostrar los dientes al sacar el aire) es un acting diafragmático que no
se debe usar más de 5 minutos porque provoca una reacción alcalina importante, por
tanto vagotónica, por la propia oxigenación; y puede repercutir mucho en el proceso
de catarsis del que hemos hablado antes. Por eso los trabajos respiratorios son tan
traicioneros, porque lo más fácil del mundo es provocar emociones mediante la
hiperventilación y ciertas posturas musculares; lo que en el fondo representa un
estrés para el organismo. Cuando hay hiperoxigenación se produce automáticamente
una alcalinización y cambio del
importante; eso repercute automáticamente en la
situación vagotónica y entonces aparece un cierto freno de la actividad cortical
mientras se da un aumento de la permisividad de la actividad límbica, lo que hace
que las emociones surjan más fácilmente. Pero estas emociones están fuera del
ritmo biológico y de la dinámica de abreacción neuromuscular ordenada. Cuando la
persona está capacitada para vivir esa emoción de forma espontanea, sin que haya
necesidad de meter oxigeno al organismo, aparece la abreacción ligada al momento
evolutivo y transferencial de la persona. Los peligros de esas resistencias se
subsanan con el buen análisis de la forma del acting y con la sutileza en el empleo
del mismo. Por lo tanto hacemos un análisis del acting como resistencia, ya que en el
análisis de las resistencias de la vegetoterapia es imposible separar lo verbal de lo
corporal.
En un principio el paciente va a realizar el acting con la impronta histórica: porque
para lo inconsciente y lo vegetativo, como dice Reich, el espacio y el tiempo no
tienen lugar. Lo que vincula esa dimensión espacio temporal es el movimiento y nos
encontramos con la misma situación, con la misma experiencia de entonces. Pero la
persona no lo sabe, no se va a acordar de aquello. Para eso está el terapeuta, para
decírselo:
"oye,
mira, ahora
estás
como cuando
tenías
4
meses".
Esto puede ser un riesgo, una tentación del terapeuta, el situar temporalmente a la
persona. No se trata de eso en vegetoterapia porque, precisamente, se supone que
la persona, a partir del acting, debe ir haciendo la asociación de ideas y a partir de
esto la elaboración. Así, progresivamente, observamos en esa persona que, además
de vivir una situación de estancamiento en el cuello, que vive la angustia y vive el
miedo ante la expresión de ese "NO", poco a poco van apareciendo los impulsos
secundarios de ese "NO"; va sacando la rabia, va sacando la angustia, vomita un
poquito, escupe otro poquito... En ese momento se está recuperando una parte del
ritmo biológico de esa persona que es un paso para conquistar la capacidad de
encontrar el propio ritmo a medida que vaya habiendo una mayor funcionalidad del
resto de los segmentos en dirección céfalo caudal.
Al principio, el ritmo que surge está vinculado a la estructura de la persona. Por
ejemplo, con el reflejo de succión el ansioso necesita airearse continuamente porque
tiene una oralidad insatisfecha importante. Mientras que el depresivo se olvida de
respirar. El ritmo, lógicamente, al principio será un ritmo distresante neurótico.
Progresivamente el sujeto va encontrando el ritmo vinculado a los impulsos
primarios, es decir, el ritmo real, nuclear propio, con capacidad de contacto. A partir
de ahí ya se rompe la lógica de la estructura. Pero cada persona debe encontrar su
ritmo, su individualidad, no hay modelos. Hay un modelo individual que está basado
en que realmente se consiga esa capacidad de placer y se recuperen ciertas
pulsiones
de
tipo
primario.
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( !$ ! (
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Paralelamente al empleo de los actings, el analista va elaborando la dinámica
transferencial y reblandeciendo resistencias a través del análisis del carácter (Reich,
1933). Así mismo, en cuanto que todas las variables corporales se pueden utilizar
como elementos que faciliten dicha elaboración y análisis, a partir del uso del acting,
es importante desarrollar la libre asociación de lo vivido, de lo experimentado o
incluso de las producciones síquicas obtenidas durante la realización del mismo.
Siendo también una herramienta muy útil al no haber un modelo específico de
realización, como hemos ya visto, la forma que cada persona utiliza en la ejecución
del acting, que indica a su vez posibles resistencias o inhibición del contacto con
situaciones inconscientes. Todos estos elementos se utilizan a través de la palabra y
del análisis y elaboración de la relación terapéutica, teniendo también muy presentes
las circunstancias de la vida actual de la persona a todos los niveles, incluido el
onírico. Permitiendo, con la integración y elaboración de todos estos factores a
través de la palabra, de lo cortical, la evolución del proceso psicoterapéutico.
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En momentos concretos del proceso psicoterapéutico, el analista puede creer
conveniente insertar alguna técnica específica, proveniente generalmente del terreno
más médico, aunque también se pueden usar técnicas psicológicas de otros modelos
psicoterapéuticos (como técnicas de la logoterapia, cuando se abordan problemáticas
ligadas a la muerte; sistémicas, en ciertas situaciones psicóticas; o gestálticas, para
elaborar el "aquí y ahora"). Así, con las personas con una estructura psicótica, en
cuanto existe un terreno biológico débil, será importante combinar la vegetoterapia
(utilizada contando con las particularidades de esta estructura) con los
psicofármacos, en períodos puntuales de crisis aplicados de forma funcional para que
ayuden a mantener un mínimo contacto con la realidad y se reduzca el sufrimiento,
pero sin evitar el contacto con su sustrato emocional ni con la pulsionalidad que
acompaña a la crisis, que es sobre la que se va a trabajar. Cuando se haya
establecido ya el vínculo transferencial que le permite introyectar lo que el terapeuta
le sugiere, como una continuidad de la relación terapéutica, y por tanto interiorizarlo
como "objeto bueno", el proceso psicoterapéutico se combinará con las herramientas
orgnómicas médicas, la audiopsicofonología, la homeopatía, el cobre oro plata en
oligoelementos, el selenio y una dieta acompañada de vitaminas antioxidantes.
Siempre que sea posible es conveniente que sea el propio terapeuta quien lleva la
responsabilidad global del tratamiento, por una mayor eficacia y para no debilitar el
vinculo transferencial.
Con las personas con una estructura borderline, que también desarrollan trastornos
psicosomáticos, combinaremos la vegetoterapia con las herramientas convergentes
antes descritas, según la cobertura caracterial y la fase de la terapéutica. También
dependerá de estos factores el que sea el propio terapeuta quien lleva las distintas
técnicas o que las realice con diversos profesionales del equipo y que éstas sean
utilizadas para cargar el núcleo energético del biosistema o para rebajar el nivel de la
energía estancada periférica de algunas zonas neuromusculares.
Por último con las personas con una estructura de carcter neurótica, sólo en casos
de somatizaciones o crisis psicopatológicas muy intensas se puede combinar la
vegetoterapia caracteroanalítica con el psicofármaco, o herramientas convergentes
que faciliten la reducción del éxtasis energético de ciertos segmentos, movilizando el
nivel de la energía estancada superficial. Y siempre delegando en otros profesionales
del equipo estas tareas. Separando claramente la labor del profesional con quien
está realizando la vegetoterapia y el resto, con el fin de que el orgonterapeuta se
mantenga en un plano histórico que facilite la regresión y por tanto el asentamiento
de la neurosis transferencial, al no implicarse directamente en aspectos actuales de
su enfermedad, manteniendo un nivel de comunicación en un plano más lineal y
donde el paciente tiene una función activa. Evitando así el nivel de comunicación
medica, que es más jerárquico, por la función que cumple, y donde, por tanto, el
paciente está más pasivo
Esta praxis clínica implica una constante interrelación entre los profesionales que
llevan un mismo caso, siendo fundamental la referencia del orgonterapeuta que está
realizando la vegetoterapia con el paciente, pues a partir de ésta se utilizarán los
otros medios. Aunque también será muy importante que se tengan en cuenta los
puntos de vista del resto de miembros del equipo, porque es lo que puede evitar que
el proceso psicoterapéutico esté condicionado por algún punto ciego del
terapeuta, y que sólo desde fuera, en muchas ocasiones, se puede descubrir.
Asimismo, por las características del trabajo, será muy importante que los
profesionales mantengan un nivel de regulación energética adecuado, utilizando para
ello técnicas que le permitan metabolizar con mayor rapidez el nivel de energía
acumulado durante las sesiones, a partir del intercambio con los pacientes (Serrano,
1992), y llevando una vida sexoafectiva suficientemente satisfactoria. Por todo lo
anterior es, para nosotros fundamental las reuniones clínicas y los seminarios de
casos permanentes, así como las sesiones de vegetoterapia periódicas de los
terapeutas. Todo ello estando en contacto con la actualidad clínica, científica y social
que puede permitirnos el crecimiento permanente de nuestra labor y de su difusión a
la comunidad social y científica. La experiencia adquirida con esta forma de trabajo
profundo ha permitido, junto al asentamiento y la constatación de las hipótesis
clínicas reichianas, el desarrollo de un diagnóstico estructural y la aplicación de la
vegetoterapia al trabajo en grupo y la creación de un encuadre breve. Veremos esto
con más detalle.
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! G+ + H
En la práctica clínica desde nuestra perspectiva postreichiana (Serrano, 1989), es
fundamental el diagnóstico inicial diferencial, pues nos permitirá planificar la
terapéutica de forma adecuada. Si bien esto es común a otros procesos terapéuticos,
los particulares objetivos de la orgonterapia, "la movilización de las corrientes
plasmáticas del paciente recuperando la capacidad de pulsación biológica y la
potencia orgástica" (Reich, 1948), han hecho necesario desarrollar una sistemática
de diagnóstico diferente a las realizadas en las terapias psicológicas, psiquiátricas o
médicas. Reich en el estudio de la psicopatología dio un paso decisivo, con su
descripción de la estructura de carácter, de la neurosis caracterial, rompiendo el
esquema freudiano entre neurosis actuales y psiconeurosis, a partir de tomar como
referencia fundamental del desequilibrio el punto de vista económico, esto es, la
perturbación libidinal que se produce a lo largo del proceso de maduración sexual
dentro del sistema familiar y por tanto en base al modelo de ideología social
imperante. Modelo que, en la sociedad actual desarrolla fuertes disturbios libidinales
a lo largo de toda la infancia y la adolescencia. Esta definición de estructura de
carácter, "cristalización del proceso sociológico de una determinada época" (Reich,
1933) incluía a todos los miembros de esta sociedad. Pues esos disturbios libidinales
ponen en funcionamiento mecanismos narcisistas defensivos que facilitan una
adaptación, una normalidad psicosocial en la mayoría de los casos, pero a costa de
una impotencia orgástica, es decir, una imposibilidad de vivir la genitalidad sana,
debido a los límites y las constricciones libidinales a las que se ha visto sometido el
aparato psíquico.
Todo ello cuestionaba seriamente el concepto de salud y enfermedad (ver Raknes,
1971) y el de normalidad, y vinculaba la capacidad de goce con los modelos sociales
imperantes, diferenciando Reich el carácter genital del neurótico. Era la época en que
Reich empleaba una terminología psicoanalítica presentando una descripción
psicológica de las neurosis (Reich, 1945). Posteriormente su práctica clínica le
mostró, cómo en realidad esta coraza del yo así definía Reich al carácter estaba
condicionada por las características biofísicas del individuo. Los disturbios libidinales,
es decir, bioenergéticos, provocaban tal o cual modo de percibir el mundo y por
tanto de "estar" en él. Esto suponía que el psiquismo estaba totalmente vinculado a
los procesos organísmicos somáticos, pasando a tener un sentido más amplio y
globalizante el término de estructura caracterológica, presentándose a la luz de la
biofísica orgonómica como "la sumatoria de las relaciones entre el sistema
energético orgonótico y el sistema sensorio motriz que debe percibir las descargas
de energía y coordinar todas las funciones energéticas en un sistema ordenado,
total, unitario y funcional, el sistema orgonótico" (Reich, 1950).
Así la coraza narcisística pasaba a ser caracteromuscular, con una clara vinculación
entre disturbio libidinal y el disturbio emocional neurovegetativo neuromuscular,
desarrollándose una estructura particular en cada individuo y por tanto con una
atención clínica diferenciada. De ahí que no nos sirvan los síntomas como referencia
aislada, sino al interior de la comprensión de la lógica que juegan en tal o cual
estructura de carácter, teniendo en cuenta que Reich fundamentalmente hacía
referencia en sus escritos a la estructura de carácter neurótica.
Cada nuevo modelo necesita de nuevas herramientas. Por ello he presentado las
correlaciones existentes entre las dispares conductas humanas y los síntomas
psicopatológicos con las estructuras de carácter, en base a que, si bien cada
organismo tiene una ordenación diferente, la impronta de la estructura marca la
forma de estar, actuar y percibir, siendo por tanto condicionante de los rasgos
caracteriológicos, pero siempre en relación dialéctica con la realidad concreta y
actual de la persona (Serrano, 1987, 1988, 1989); intentando desarrollar una
sistemática que permite vincular de manera funcional una batería de pruebas
interdisciplinarias para acercarnos desde una perspectiva epistemológica a la
comprensión del funcionamiento global y estructural de la persona, de la conexión
entre sus constructos psíquicos, sus procesos cognitivos, perceptivos, somáticos,
neurofisiológicos, neurovegetativos y neurohormonales, con sus procesos afectivos
sexuales y la forma caracterial que adopta para desarrollar una conducta propia, a
sabiendas de que nunca se puede desligar el análisis individual, de la realidad social
y cultural, del ecosistema, del que participa esa persona. A dicha sistemática la he
denominado Diagnóstico Inicial Diferencial Estructural (DIDE). Sus resultados clínicos
se han ido contrastando permanentemente desde 1980 en las reuniones clínicas de
los equipos de salud de la Escuela Española de Terapia Reichiana (Es.Te.R.),
perfilando y perfeccionando el manejo del mismo en base a los resultados de
evaluación obtenidos, permitiéndonos en la actualidad la confirmación de la validez
del DIDE dentro del marco clínico como en otras áreas humanas y sociales.
Al hablar de estructura de carácter nos situamos en una concepción energética
donde la identidad funcional psicosomática está determinada por la capacidad de
pulsación bioenergética, mediatizada a su vez por el sistema social dominante.
Esta realidad social familiar normalmente obliga al organismo a acorazarse, a limitar
su capacidad expansiva, constreñido por el miedo (Navarro, 1988) que día a día,
desde su concepción influido ya por el componente constitucional configura una
estructura organísmica que tendrá que abandonar progresivamente su funcionalidad
global, dando paso al desarrollo de la especialidad parcial de ciertas funciones de
forma separada (separación entre discurso intelectual y emotividad; entre acción y
sentimiento), utilizando mecanismos compensatorios entre las distintas funciones del
organismo (así se compensa la imposibilidad de abandono al otro con la constante
conquista sexual, el sentimiento de soledad con la bulimia). Así, el yo biológico se ve
envestido de una estructura caracterológica que es expresión de ese yo, teniendo
presente que existe la posibilidad de que ni tan siquiera se pueda formar un carácter,
donde el yo biológico no encuentra medios para expresarse, con la consiguiente
imposibilidad de identificación y ausencia de identidad, desarrollando mecanismos
miméticos dependientes del objeto externo. Es este el caso de la estructura
psicótica, que no del psicótico o del síntoma psicótico, porque con esta terminología
parcializamos al sujeto y describimos cosas distintas. Así una estructura neurótica
puede tener un episodio psicótico, pero eso no significa que sea un episodio
degenerativo vinculado a una carencia caracterial, defensiva, reflejo de un sistema
hipoorgonótico, como sería el caso de la estructura psicótica. Con lo cual los motivos,
la finalidad y el significado y la actuación terapéutica serán distintos teniendo en
cuenta este punto de vista.
Por ello sólo hablamos de estructura, sin el término carácter, en lo psicótico, donde
el disturbio rompe la unidad somatopsíquica (Navarro, 1988), impidiendo, por lo
primitivo de la defensa estructurante neuromuscular y psíquica, siendo una
estructura débil, maleable y mimética. En el resto de los casos hablaremos de
estructura borderline (cobertura caracterial) y estructura de caracter neurotica. Son
estas tres estructuras las que nos interesa diagnosticar desde el inicio del análisis,
pues nos permite situarnos, sistemática y funcionalmente ante la persona que nos
solicita ayuda. Para ello utilizamos los siguientes referentes:
La predisposición constitucional9 Hace referencia a la mayor o menor influencia que
tienen los antecedentes biológicos y familiares directos, así como a la impronta
biológica, epigenética, en términos de Carballo, en el biosistema humano fetal,
durante el proceso de íntima interacción con el biosistema materno. Tiene una
similitud con el concepto de
tal y como se utiliza en la teoría homeopática.
Mayor o menor capacidad de pulsación nuclear bioenergética: Este concepto nos
habla tanto de la distribución energética superficial como del campo energético
áurico de la persona que son consecuencia del grado de pulsación nuclear del
biosistema en constante interacción con el campo energético externo creándose lo
que Reich describía como fenómeno de
! (Reich, 1948).
Relaciones objetales y rasgos de carácter: Con estos conceptos se hace referencia al
tipo de vinculación, comunicación e interrelación afectiva que se ha dado entre la
persona y el resto de los miembros de la estructura familiar o personas sustitutas,
durante el período de desarrollo ontogénico.
Bloqueos y tensiones musculares: Como consecuencia de lo anterior se describe los
mecanismos de defensa neuromusculares que la persona ha desarrollado para
reducir el contacto con sus impulsos, con su sufrimiento y angustia y para tener una
base somática donde apoyar un constructo psíquico adaptativo al medio social.
Funcionamiento neurovegetativo y somático: La interacción entre el metabolismo
orgonótico y la configuración neuromuscular dan como consecuencia un
funcionamiento basal que intenta mantener un equilibrio dentro del desequilibrio
existente y donde a veces los cuadros patológicos son la consecuencia del intento de
evitar un mal mayor al organismo.
Realidad actual, familiar, laboral, afectivo sexual, sintomatología, insight,
motivación: Suma de variables que hay que saber interpretar insertándolas dentro
del resto de referentes de evaluación ya descritos.
%
"
1
!
. Pueden ser personas con una normalidad social de
funcionamiento, pero con un yo débil que no ha podido estructurar un sistema
defensivo y se vincula a elementos parentales o familiares de forma mimética,
sustituyendo el vacío primitivo por un objeto actual (estructura psicótica
compensada). En su vertiente clínica desarrollarían las psicosis o las biopatías
primarias (psicosis somática) (Navarro, 1988) y el estado depresivo psicótico
(Serrano, 1987).
Predisposición constitucional: Las variables que se pueden dar, con mayor o menor
influencia e interrelacionándose de distintas formas, son: Madres con una estructura
psicótica. Organismo materno hipoorgonótico (Serrano, 1988), con un útero con
carga pulsátil bioenergética débil, donde el embrión vive el miedo a la muerte
(Navarro, 1886) repercutiendo ese miedo en la misma célula, produciéndose así una
perturbación en la cadena de ADN cuyos iones metálicos rompen las estructuras
evolutivas embrionarias con la contracción irreversible y crónica de la actina y
miosina de las células, impidiendo la función normal del tejido conjuntivo (Navarro,
1986), produciéndose en su biosistema un funcionamiento metabólico basal ínfimo.
Madres con procesos degenerativos, como el cáncer, que predispone a que por vía
sanguínea infecte la sangre del organismo intrauterino (Serrano, 1988) de bacilos T,
con una clara predisposición a la degeneración tisular (Reich, 1948). Padres, abuelos
y abuelas con procesos biopáticos. Situaciones familiares estresantes durante la
época intrauterina de la persona con fuerte impacto en el organismo materno,
produciendo un miedo fetal y creando una condición simpaticotónica muy intensa
que ocasiona una contracción del sistema nervioso autónomo, con tendencia a la
cronicidad (Navarro, 1988). Así como la influencia de radiaciones nocivas en la etapa
intrauterina (influencia ordenadores, fluorescentes) y de tóxicos en abundancia
(alcohol, tabaco, cocaína, heroína, tratamientos. etc.).
Metabolismo orgonótico (Bioenergía). Nivel bajo de absorción energética y de
capacidad de pulsación, con una baja densidad energética y una "hiporgonía" (miedo
embrionario), o si el impacto fue fetal, una "hiporgonía disorgonótica" (mala
distribución de la poca energía presente) (Navarro, 1988). Esto supone que el
biosistema necesita para mantener un cierto equilibrio un desgaste emocional y
energético mínimo. Con una gran predisposición a perder dicho equilibrio y
producirse el caos (perceptivo delirante, psicosomático...).
Relaciones objetales. Al vivir una escisión intrauterina preobjetal con un impacto
suficiente para fijar al biosistema en una posición que impida la adecuada
coordinación de funciones básicas organísmicas (Reich, 1945), los procesos psíquicos
están escindidos del núcleo afectivo emocional, desarrollándose en base al
mimetismo y a la adaptación simbiótica. Serán conductas de otros, hechas propias,
sin una identidad caracterial, con una tendencia a ciertos mecanismos de defensa
puntuales como la identificación primaria oral, la proyección primaria, el aislamiento,
el desdoblamiento del yo, la idealización, la omnipotencia, la fragmentación
(utilizando la terminología de Millon). Manteniendo una compensación caracterial con
rasgos variopintos (histéricos, compulsivos, masoquistas y fálicos), pero sin ligazón y
sin reconocimiento identificativo de los mismos, pues son puntuales y miméticos.
Perdiendo, en momentos, los límites yoicos caracteriales (falta de identidad y de
imagen corporal estructurada). Relación carencial oral con madre autoritaria, padre
presente ausente.
Bloqueos y tensiones musculares. Existe un bloqueo primitivo diafragmático
hipoorgonótico (Ferri, 1985), un bloqueo principal ocular hipoorgonótico y un
bloqueo secundario hipoorgonótico con tensiones musculares (que no bloqueo) en la
zona cérvico torácica. Por lo tanto, sus puntos de bloqueo y tensión se van a
localizar precisamente en dos niveles, dos zonas corporales que tienen que ver
precisamente con ese estrés primario. Por una parte la base del cerebro encefálica,
en cuanto conexión con los fenómenos perceptivos primarios de tipo audiovisual que
van a repercutir constantemente en la desconexión de exceso de carga en toda la
base hipotálamo hipofisiaria produciendo una irritación en esa zona a niveles reales,
con lo que todo el problema de percepción que tiene el sujeto en grado extremo está
correlacionado en gran medida con ese factor. No hay lesión anatómica, pero sí una
influencia de irritación muscular, a nivel del polígono de Willis de toda la zona de la
base encefálica. Esta situación de bloqueo de la base del cerebro, va ligada también
a un fuerte bloqueo diafragmático, fruto del impacto que se produce a niveles
primarios e incluso intrauterinos, la conexión de la angustia de la madre con el feto,
se mantiene por vía no solo fisiológica sino a nivel emocional por vía del cordón
umbilical, dándose el impacto directamente a nivel del plexo solar y diafragma del
feto. En este sentido la incapacidad de desarrollar una posición diafragmática
adecuada, viene marcada por ese impacto, que supone el comienzo (en el sentido de
que no es lo único) de la futura estructura del psicótico.
Funcionamiento neurovegetativo y somático. Nivel metabólico basal reducido
(Hoskins, 1946, Konia, 1971) respiración ínfima con una clara tendencia
simpaticotónica o parasimpaticotónica reactiva. Debido al bloqueo de los
telerreceptores (primer segmento) se impide generalmente la percepción del placer
sexual, pero en ocasiones puede haber episodios y experiencias sexuales apoteósicas
fruto del disturbio hipotalámico hipofisario que repercute en la alteración de la
melatonina segregada por la pineal con episodios de satiriasis y ninfomanía con la
base dinámica de la sustitución compulsiva de la relación pene vagina con la boca
pezón o incluso, siguiendo a Ferenczi, con el anhelo del útero materno (Serrano,
1989). Debido a esta disfunción también se observan episodios particulares respecto
al sueño, comida, etc., con una prevalencia funcional del R cortex sobre el límbico y
el neocortex (Ferri, 1986). Asimismo se observan cambios marcados de temperatura
en la piel, sudoración ácida, piel seca, y deshidratada. Tendencia a las biopatías
primarias y trastornos psicosomáticos. El cuerpo, adquiere un aspecto mórbido frío,
de piel fría, blanquecina, sudorosa. Tiene el reflejo vulgar de un cuerpo sin formación
energética, ni una estructuración muscular. Aparentemente no existen tensiones,
pero lo que no existe es una carga o una pulsación bioenergética en su organismo,
que le permita desarrollar una circulación energética adecuada, y como consecuencia
de esto, el tener un contacto suficiente consigo mismo y con su núcleo energético.
De ahí que constantemente están confundiendo la realidad con el sí mismo.
Realidad actual. Campo orgonótico energético (aura) extenso y difuso, que provoca
el hecho de no sentirse con los límites de la piel, produciéndose en ocasiones
fenómenos de percepción extrasensorial en relación con el proceso glándula pineal
melatonina percepción, a través de la excitación del campo orgonótico difuso, así
como fenómenos místicos y de alta acción de la conciencia (recordemos el
paralelismo entre los procesos neuroquímicos de la psicosis y el triptófano). Fuerte
mimetismo con los hermanos madre padre o con su pareja. En ocasiones viven con
una figura parental hasta la muerte de ésta, o si tienen familia la relación con la
esposa es de útero materno, en el caso del hombre. Trabajo estandar con hobbis
paralelos o trabajos de entrega y alternativos donde proyectan sus propias carencias.
Estos factores facilitan el mantenimiento de la crisis. Cuando se desestabilizan o
caen los puntos de referencia actuales miméticos, nos encontramos con cuadros
clínicos de mayor o menor gravedad, pudiendo desencadenarse un melanoma
maligno en pocas semanas o una crisis psicótica delirante en un momento
imprevisto, producida por el proceso degenerativo progresivo al que se ven
afectadas estas estructuras, repercutiendo en primer lugar en el bloqueo principal,
con un debilitamiento tisular. La sensación que nos transmitirá en el espacio
terapéutico, es de necesidad de envolvimiento, de acogimiento, de debilidad, de
protección a pesar de su posible copertura distante o de sus posibles episodios
violentos en situaciones de crisis. Al mismo tiempo, al abrir el campo del analista nos
encontramos cansados y más agotados de lo normal (Serrano, 1988). Posibilidad de
desarrollo de una psicosis transferencial o vínculo transferencial si hay disponibilidad
energética emocional por parte del analista
1
. Hace referencia a las personas que han vivido una situación
disturbante durante el período neonatal, concretamente en la fase oral primaria
(Serrano, 1989), que abarca desde las tres primeras semanas hasta los 10 12
meses, proceso de sensorialidad, de auténtico nacimiento del feto humano y de
estructuración organísmica fundamental "caracterizado por el paso de la prevalencia
neurovegetativa a la neuromuscular y donde comienza la adquisición de la identidad
biológica..." (Navarro, 1987). Esta situación de miedo neonatal provoca
enfermedades somatopsíquicas o biopatías secundarias, teniendo en cuenta que
durante dicho período el patrimonio inmunitario está en curso de constitución. El
estar "entre dos patrias" que caracteriza esta estructura como indica su semántica,
provoca diferencias sustanciales entre distintas personas con esta misma estructura,
aunque hay unos parámetros fijos. Así coexisten desde personas con un miedo
neonatal primitivo (primeros días, 2 ó 3 primeros meses), donde aún no hay una
distinción del * %
* , y por tanto una mínima consciencia, pero que han podido
compensar esta alteración con un maternaje posterior, o una permisividad
importante en el pasaje a lo muscular, existiendo una copertura caracterial con un
núcleo psicótico; hasta personas cuyo miedo neonatal está producido en meses
posteriores con mecanismos psíquicos primitivos y con posibilidad de envestirse
progresivamente de rasgos caracteriales y musculares, pero con una clara situación
de ambivalencia oral manteniendo un núcleo depresivo del que se defienden
continuamente con la copertura caracterial.
Las variaciones también dependen de las relaciones objetales durante la etapa anal y
el conflicto edípico, pues aunque permanece el núcleo psicótico o depresivo que es el
que marca todo su funcionamiento esencial, la apariencia social viene determinada
por la combinación caracterial: Copertura masoquista narcisista; histero masoquista;
narcisista histérica;
masoquista compulsiva;
paranoide narcisista;
histero
narcisista... En la copertura lo que cambia principalmente es la forma de
instrumentalizar el carácter para ocultar y tener paralizada la percepción de su
núcleo depresivo o psicótico. Así unos utilizan la hiperactividad, otros la seducción,
otros la distancia, la postura de víctima, pero estas actitudes en vez de ser fruto de
una catexis edípica, tienen que ver con una catexis oral.
Predisposición constitucional. Existirán casos con antecedentes biopáticos en
padres, abuelos. Vida intrauterina con cierta predisposición al estrés y por tanto a la
simpaticotonía.
Metabolismo orgonótico (bionergía) ("Hiperorgonía disorgonótica" (Navarro, 1988).
Mala distribución energética que se encuentra en exceso en ciertas zonas musculares
creando una fuerte situación de .
* @
* 0.@'1, o energía estancada.
Su capacidad de pulsación es mayor que la estructura psicótica, pero su circulación
energética se ve alterada por los bloqueos superiores, por lo que necesita de toda su
energía para mantener la crisis psicótica (primer segmento) o depresiva (segundo
segmento). Por ello el desgaste bioenergético constante pone al sujeto en los
estados definidos por Selye como síndrome de estrés y por Laborit como inhibición
de la acción, con todas las repercusiones neurovegetativas y neurohormonales
consiguientes. Es un estrés no consciente, siendo esa la trampa de la estructura
borderline, pues para no caer en la percepción de su núcleo primitivo buscando
sobrevivir van muriendo lentamente, siendo típicas las enfermedades agudas
(infartos,
hipertensión,
diabetes...).
En
ese
estado
de
cosas
influye
determinantemente el DOR superficial. Hay un agujero energético que necesita ser
cubierto continuamente haciendo uso de la acción social (caracterial) para
conseguirlo.
Relación objetal y rasgos de carácter. La ambivalencia durante la relación objetal
oral, o la posesividad que impide la separación individuación provoca una fijación en
ese estadio que impide en muchos casos el acceso a la dinámica libidinal edípica,
desarrollando una base caracterial reactiva anal para salvar su depresión y su núcleo
oral. De ahí que los distintos rasgos de carácter sean copertura y están en función
del miedo neonatal al que se han visto sometidos en relación con la figura del padre
y su acción estructurante. Fundamentalmente el carácter es instrumentalizado por el
núcleo psicótico o depresivo, desarrollando personajes, papeles, pues no hay una
identificación caracterial. Así nos encontramos con personas con un fuerte miedo al
porvenir, una fuerte falta de contacto con sus necesidades reales; siendo mentirosos
consigo mismos para ocultar su falta de definición y de identidad, justificando esta
ausencia con el discurso ideológico dogmático; pobre yo y pobre superyo con fuerte
carga de destructividad, dispersión; buscan estar bien por encima de todo; envidia y
difamación normalizada o sumisión idealizada. Siendo típico el uso de ciertos
mecanismos de defensa, según el carácter imperante, a saber: intelectualización,
identificación proyectiva, supresión, introyección internalización, denegación,
negación, evitación, reinversión, desdoblamiento de los imagos, omnipotencia e
idealización.
Bloqueos y tensiones musculares. Bloqueo primitivo ocular, hiperorgonótico. Son
típico los trastornos oculares, fruto de la hipertensión superficial a diferencia
generalmente del psicótico, que por su bloqueo hiporgonótico no tiene suficiente
carga como para la tensión ocular superficial, observándose la mirada lejana,
estática, pero sin trastorno mecánico. Un bloqueo principal oral (generalmente
hiperorgonótico) pero en ocasiones puede ser hipo (casos primitivos). El bloqueo
secundario dependiendo de la copertura caracterial, normalmente se da en el tercer
segmento (cervical) y en el quinto (diafragmático) siempre hiperorgonóticos.
Aparentemente su estructura corporal es de rigidez y de tono muscular, pero
observamos más en detalle las compensaciones de los bloqueos y la disarmonía
consiguiente, siendo en determinadas zonas, como el tórax, una tensión superficial
compensatoria.
Funcionamiento neurovegetativo y somático. "Simpaticotonía aguda o
parasimpaticotonía reactiva con posibles biopatías secundarias y trastornos
somatospicológicos" (Navarro, 1988). Sudoración ácida y olorosa con cambios
térmicos bruscos en la sesiones. Prevalencia del cerebro límbico sobre el neocortex,
aunque éste ejercita, de nuevo, la función compensatoria y aparentemente
predominante.
Realidad actual. Si no hay crisis suelen mantener una relación afectiva vinculante
fruto del desplazamiento del objeto primitivo materno a esta figura actual; o, en el
otro extremo se encuentran los que llevan una promiscua vida afectiva y sexual para
no vincularse a nadie. Estos contrastes extremos son típicos en esta estructura, pero
el hilo rojo, en términos de Reich, es decir la funcionalidad común de ambos
comportamientos es el mismo: el vincularse a personas que no les causen conflicto o
hasta que les pueden hacer entrar en crisis. Suelen estar bien integrados
socialmente con puestos de responsabilidad, o por el contrario nos encontramos con
fuertes situaciones marginales, fruto de momentos puntuales reactivos
(drogadicción, delincuencia, criminalidad, etc.). En la mayoría de los casos que
acuden a la consulta o vienen en situación de crisis con una búsqueda de ayuda
puntual o intentarán a toda cosa desimplicarse y buscar factores externos más o
menos justificables para su dolencia o enfermedad. Es difícil de favorecer una alianza
terapéutica. Existe la impotencia orgástica, y la dinámica sexual estará de nuevo
vinculada a la copertura, aunque siempre con base oral. La sensación del analista
durante el tiempo de las sesiones con personas de esta estructura, se vinculan a la
confusión, dispersión, irritación, señales que están al interior de la
contratransferencia con una estructura de carácter borderline, la cual, debido a su
campo orgonótico limitado, al metabolizar el DOR, en el encuentro de los dos campos
energéticos, altera el metabolismo orgonótico del terapeuta. Por supuesto, esto es
siempre involuntario en el paciente, siendo del orden de la respuesta inconsciente,
desde una óptica reichiana.
1
# En las personas con esta estructura que cada
vez es menor en nuestra sociedad aumentando las otras dos estructuras anteriores
impera la organización caracterial, en cuanto que el yo se expresa a través del
carácter de una forma acorazada, limitada y con filtros, según el modelo imperante
de familia y el orden social establecido. Por eso para Reich, si bien el carácter
protege al yo, no lo deja crecer, siendo su trampa la estructura caracterial (Reich,
1954). Se observa una normalidad y una adaptación al medio, perturbada por
somatizaciones o episodios psicopatológicos diversos, no sólo neuróticos según la
descripción clínica. Siendo el propio carácter un síntoma más, aunque sintónico, no
reconocido, que mantiene una perturbación libidinal genital con prevalencias de
períodos pregenitales según cada tipo de carácter. El término neurosis caracterial de
Reich estaría implícito a esta estructura.
Predisposición constitucional. No existen antecedentes biopáticos en la madre,
pueden darse en el padre o abuelos/as. No existe disturbio estresante en la vida
intrauterina.
Metabolismo orgonótico (Bioenergía). Al verse limitada su capacidad de pulsación
por la falta de circulación energética cefalo caudal por la coraza muscular, se ve
impedida la descarga del excedente bioenergético, con lo cual hay un éxtasis que va
vinculado a una disorgonía en el metabolismo orgonótico que favorecen la catexis
caracterial y las somatizaciones o trastornos psicopatológicos puntuales. Dicho
éxtasis energético provoca un estado de ansiedad diafragmática que impulsa al
pseudocontacto y a las estereotipias sociales, mantenido por la impotencia orgástica
(Reich, 1927).
Relaciones objetales y rasgos de carácter. "El factor patológico en la estructura de
carácter neurótica no es el conflicto sexual infantil y el complejo de edipo como tal,
sino la manera en que se resolvieron" (Reich, 1933). Esa necesidad de adaptación y
resolución a los límites del desarrollo libidinal, de forma constante y estratificada
desde la fase oral secundaria (10 12 meses) hasta los 5 6 años, va formando los
rasgos de carácter, estructurándose con la resolución edípica. Favorecido por la
defensa de la racionalización psíquica y sin dañar de forma vital el biosistema, va
estratificando la coraza compensando ciertos momentos disfuncionales primarios con
la relación objetal posterior. Su capacidad de contacto y de reconocer sus
necesidades biológicas energéticas se ve limitado, y pasan a dominar las
necesidades sociales. Existe una identificación caracterial, con los rasgos de carácter,
que de forma combinada se dan en las personas de esta estructura: "el compulsivo,
el masoquista, el pasivo femenino, el histérico, el fálico narcisista" (Reich, 1934).
Los mecanismos de defensa que imperan serán: la formación reactiva, la represión,
la condenación, la proyección secundaria, el narcisismo secundario, el
desplazamiento, la sublimación y la racionalización.
Bloqueos y tensiones musculares. Tensión muscular generalizada con bloqueos
según los casos
en la zona cervical, torácica, diafragmática y pélvica
hiperorgonóticos, que reflejan la imposibilidad de abandonarse al conflicto amor odio
objetal edípico y a las sensaciones orgásticas. Con un fuerte conflicto subyacente con
la autoridad y con seudocontacto relacional.
Funcionamiento neurovegetativo y somático: Distonía neurovegetativa con más o
menos síntomas. Respiración inhibida y superficial, para favorecer el seudocontacto y
su limitación perceptiva: "no sufrir mucho, pero tampoco gozar mucho". Prevalencia
del neocórtex, sin integración con el límbico y el R complex. Su funcionamiento
sexual se basa en la potencia erectiva y funcionamiento mecánico genital, pero con
capacidad de placer limitada y con impotencia orgástica. También puede haber
disfunciones sexuales puntuales de tipo reactivo. Tendencia a mantener los roles
sexuales, vigentes de acuerdo a la ideología imperante. Somatizaciones
Realidad actual. Tenderá a una estabilidad laboral, afectiva y relacional, a no ser
que se esté pasando por un período reactivo puntual que hay que saber situar.
Pueden venir a la consulta por problemas relacionales, laborales, de comunicación,
sexuales. por sintomatología somática neurovegetativa, insomnio, acidez,
taquicardia, ansiedad; o por síntomas psíquicos: obsesión, fobia, incluso por
episodios psicóticos o depresivos. Pero el hilo rojo, lo esencial, será su capacidad
biofísica de contención de los conflictos, que junto a los datos anteriores nos hará
pronunciarnos por un diagnóstico diferencial en esta estructura. En cuanto que
aparentes síntomas neuróticos pueden ser manifiestos en personas con una
estructura de carácter borderline o psicótica, con lo cual el abordaje es muy distinto.
Se dará la neurosis de transferencia y la alianza terapéutica (Greenson, 1976) que
facilita el trabajo sistemático con la vegetoterapia caracteroanalítica. El analista
puede sentir la distancia que mantiene el paciente con el "otro", producida por la
continuada pulsación del campo orgonótico, pero de escasa expansión, a no ser en
momentos de brecha de la coraza (Reich, 1954).
*
B *
De las técnicas que expongo a continuación para acercarnos a localizar los datos que
necesitamos, no necesariamente tendrán que realizarse todas. Sólo las necesarias
para que cada terapeuta llegue a una hipótesis inicial de trabajo con base firme,
aunque con el proceso analítico pueda ir limándose el diagnóstico y profundizando en
el mismo. Es conveniente empezar por el contacto verbal, excepto, repito, en
situaciones de crisis o de estados emocionales particulares del paciente.
%
. Entablamos una charla con el paciente, sin estructurar, pero con un
hilo conductor. Dejamos hablar, indicamos momentos de silencio espontáneo o por
sugerencia nuestra y vamos recopilando datos que nos acercan a la realidad
constitucional, relaciones objetales, trastornos o disfunciones psíquicas, somáticas,
afectivas, desarrollo sexual, traumas físicos, amistades, relaciones familiares,
relaciones laborales, vida amorosa, vida cotidiana, frustraciones, sueños que se
repiten, forma de dormir, forma de comer, dietas, deportes, manías, motivaciones
para empezar la terapéutica. Todo ello buscando cubrir los objetivos previos, pero
sobre todo fijándonos en el cómo, en su expresividad, en sus temores, en su
emotividad. Asimismo recopilaremos datos de otros miembros de la familia si se cree
oportuno, acompañado de análisis clínicos si los hay o los datos de otros
especialistas.
Ficha de referencia para la entrevista. Datos personales : nombre y apellidos, edad,
género, profesión, dirección y teléfono, estado civil, nacionalidad, idioma que habla y
trabajo que realiza. Motivo de la consulta: posible derivación, especificando
terapeuta y observando el grado de implicación. Evaluación actual: laboral, familiar,
afectiva, sexual, social. Existencia de tratamientos químicos en la actualidad y los
que se han tomado anteriormente. Familia: padres y abuelos enfermedades
(biopatías). Número de hermanos y el orden de nacimiento, edades y géneros.
Evaluación Somática: repaso de disfunciones en los siete segmentos. Valoración de
posible estructura biopática, en vistas a aconsejar el Test. T. de Reich. Evaluación
psíquica y caracterial: capacidad y particularidades oníricas, variables perceptivas,
sensitivas, corticales y límbicas. Evaluación afectivo sexual: relaciones objetales y
forma de vincularse. Forma de vivir la sexualidad; nivel de implicación afectiva;
vinculación entre ciertas drogas, si las tomara y su vida sexual; potencia sexual,
posibles disfunciones sexuales.
Desde la entrevista se tiene ya que favorecer la relación terapéutica y si hay relación
eso implica que es más de uno. No cosificamos al paciente exprimiéndole datos, sino
que estamos con él y con su historia. Junto a la anamnesis podemos pasar alguna
prueba o test proyectivo o solicitarlo de algún especialista, como el test de
frustraciones de Rosenberg, el de relaciones objetales de Philipson, el T.A.T., el
Roscharch, o el test de orientación del diagnóstico de la estructura caracterial de
Navarro, 1989, así como el test de escucha de audiopsicofonología. Pruebas
diferenciales biopáticas a través de analítica química, de proteínas y de
oligoelementos, el test hemático de Vicennes y el test hemático T de Reich (1948).
Dentro de las variables neurovegetativas observaremos los cambios de temperatura
corporal; en las pulsaciones; y en las sensaciones subjetivas de sofoco, irritación,
calor, frío... con el uso del Or.Ac. o acumulador de energía orgónica. Así como los
cambios térmicos de la piel al tacto nuestro, la presión arterial, las pulsaciones, la
sudoración, la salivación, la respuesta de la pupila a los cambios luminosos con la
lamparita y la respuesta al reflejo óculo motor donde a través del pulso radial y
oprimiendo los globos oculares cerrados podemos probar el predominio simpático o
parasimpático, usado en acupuntura.
El uso del masaje reichiano, técnica desarrollada por Reich, donde en estado de
decúbito supino y prono, se localizan las tensiones musculares crónicas y defensivas
que estructuran la coraza muscular. A sabiendas de que hay que distinguir de forma
adecuada tensión muscular de bloqueo del segmento, y saber diferenciar la tensión
actual de la tensión crónica. Así por ejemplo, en la cabeza, comprimimos la frente e
indicamos hacer muecas al sujeto para observar la movilidad de la misma;
comprimimos en las sienes el hueco o grasa de Bichat, en los músculos que mueven
la inserción de la mandíbula inferior, la base occipital. Siempre manteniendo la
presión uniforme en relación al tono muscular general de cada paciente y a la masa
en particular. Palpamos las apófisis mastoides, la musculatura posterior del cuello;
en ocasiones pueden aparecer al contacto nódulos fibrosos fruto de la propia tensión
del haz muscular, que observamos va desapareciendo conforme se va realizando el
proceso analítico. Palpamos los esternocleidomastoideos desde la inserción
mastoidea hacia la clavícula y el hombro, los trapecios; los músculos pectorales,
observamos la movilidad respiratoria, superficial y profunda forzando el tórax,
comprimiendo el diafragma y abdomen; compresión de las fosas ilíacas, presión en
muslos internos, gemelos, nivel inguinal, musculatura posterolateral de la columna
vertebral, sintiendo la resistencia que hay para acceder a la musculatura
paravertebral; la tensión diafragmática , los glúteos... Realización de ciertos actings
movimientos neuromusculares con funciones estructurantes históricamente
hablando con el fin de profundizar en la capacidad de ejecución de la función o el
grado de alteración de la misma, según la respuesta neuromuscular. Esto también
nos sirve para observar las compensaciones musculares y por tanto caracteriales,
pues "cada segmento de los siete de la coraza tiene correlación con un tiempo
histórico y con una situación psicodinámica básica" (Navarro, 1987).
Los actings más significativos son: Para el primer segmento u ocular, seguir el
movimiento de la parte luminosa de una linterna subiéndola, siguiendo la línea
frontal y aproximándola al descender hacia la punta de la nariz. Se pueden observar
problemas de convergencia ocular y de predominio de un ojo sobre otro, así como la
diferencia entre ver y mirar, elementos todos ellos vinculados al período pre y
neonatal primitivo. Para el segundo, el oral indicamos al sujeto que muestre los
dientes teniendo éstos cerrados, con los labios abiertos focalizando un punto.
También podemos combinarlo realizando el giro de 360 grados con los ojos, donde
se denota la función de la agresividad retención de la rabia oral y el conflicto social.
Para el tercer segmento cervical, indico al sujeto que deje caer la cabeza fuera del
diván, sacando todo el cuello. Para el cuarto segmento torácico, indicamos al sujeto
que al mismo tiempo que golpea el diván con los puños cerrados teniendo los brazos
rectos y estirados, diga la palabra ¡YO! con el tono de voz y la fuerza con que se
identifique. En el quinto segmento o diafragmático invitamos a espirar sacando la
vocal A, abriendo la garganta y al mismo tiempo adelantando los hombros. Con este
movimiento involucramos desde el primer al sexto segmento, pues cada segmento
posterior se apoya en las funciones de los segmentos anteriores. Por eso en la
metodología de la vegetoterapia, siguiendo la enseñanza de Reich y de Navarro,
realizamos la sistemática desde la zona cefálica a la caudal. Para el séptimo
segmento el pélvico, indicamos que levantando la zona pélvica y apoyándose en las
piernas dobladas en contacto los pies con el colchón, muevan la pelvis de derecha
izquierda.
El tiempo para cada acting es de 5 a 10 minutos, pero nos interesa ver, repito, los
mecanismos superficiales, la impronta masoquista o narcisista de cada persona, la
forma de ocultación de sus límites su necesidad de quedar bien, su «no puedo» y
tantas otras cosas que se observan estando con el cuerpo del paciente o de la
paciente, teniendo en cuenta que tanto los actings de diagnóstico como la
vegetoterapia individual se realiza estando el paciente en postura de decúbito en el
diván reichiano#
Por último, todas estas pruebas deben ir unidas, como decía anteriormente, a la
observación de la propia respuesta energética emocional y neurovegetativa del
orgonterapeuta, conduciendo la empatía y la contratransferencia al terreno del
contacto orgonómico. No hay una prueba definitoria de una estructura, es la
respuesta multifactorial coherente y sistemática lo que permite el diagnóstico
diferencial adecuado. Teniendo presente que en dicho diagnóstico sólo hay un
objetivo: el de la búsqueda de la eficacia del proceso analítico, y no va unido ni a
cuestiones morales o valorativas, ni de juicio, solo a "la funcionalidad analítica para
preparar el viaje", reconociendo la particularidad de cada uno y donde el propio
terapeuta también está inmerso. A sabiendas, para finalizar, de que sólo con una
adecuada supervisión individual y en grupo, conscientes de la capacidad que da al
analista reichiano su propia orgonterapia personal, se puede llegar a tener un control
cada vez más amplio y seguro del diagnóstico diferencial y de su función terapéutica.
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Reich en su trabajo clínico no utilizó el grupo. Tampoco hizo mención de esta
modalidad terapéutica en sus escritos, si bien es cierto que la terapia de grupo
comienza a conocerse y extenderse en EE.UU. por los años 50, década en la que
Reich estaba centrado fundamentalmente en su trabajo de profilaxis y de
investigación orgonÛmica. Teniendo en cuenta el recorrido de las terapias
neoreichianas, y con la influencia también de la terapia grupoanalítica de Foulkes y
de Grotjhan, he desarrollado una sistemática de trabajo grupal que sea coherente
con los objetivos y con la sistemática de la vegetoterapia individual, siéndome de
gran ayuda laboral Maite S. Pinuaga y la del resto de colegas de la Es.TE.r. que han
ido integrando este trabajo en su praxis clínica y que ha sido la conclusión de años
de evaluaciones y seguimientos clínicos grupales.
Objetivos: Sin poder separar el trabajo de la vegetoterapia de grupo con el de la
vegetoterapia individual, podemos con su praxis, alcanzar mayor eficacia y mejores
resultados en ciertos aspectos desarrollados durante el proceso analítico, así:
Reactiva la experiencia histórica reprimida vinculada al grupo social, como entidad
(institución familiar, escuela, pandillas...). Siguiendo a Borrelli, «facilita el
afianzamiento del individuo en el encuentro con el círculo social más amplio,
resolviendo los episodios de sociosis (Borrelli. 1979). También, según Borrelli, facilita
"la disponibilidad al contacto, a la humanización del sujeto, reinsertándose en el
mundo que rechazaba y del cual se sentía rechazado" (Borrelli, 1979). Sin que esto
suponga una adaptación neurótica y sumisa al medio social, sino que al tener una
identidad propia y poder estar con el otro, puede contactar y comprender aquello
que impide la funcionalidad en el sistema grupal o social. Así, facilita un encuentro
con el Otro, distinto al terapeuta, pero dentro del espacio terapéutico: éste se amplía
al grupo con todas sus consecuencias, evidenciando situaciones clave en un
determinado momento con la interiorización de que «hay otras formas de vivir la
terapia distinta a la mía». Dinamiza conflictos internos vinculados sobre todo al
superyo social. Permite elaborar con mayor fluidez conflictos de identidad sexual e
intersexual. Permite una mayor elaboración de la comunicación receptor emisor; yo
otro, en su vertiente existencial, fenomenológica y se abre el posible círculo cerrado
del paciente terapeuta. Sobre todo cuando se trabaja con dos terapeutas. Al
terapeuta le sirve como otra referencia de diagnóstico y de evolución del paciente.
Se dinamiza el trabajo neuromuscular, emocional y de motilidad energética con el
trabajo ordenado en los siete segmentos, combinados con técnicas de otras terapias
de grupo (psicodrama, análisis sistémico, guestalterapia, bioenergética), pero con
una dinámica integradora propia.
Encuadre clínico: Pensamos que es preferible el trabajo de coterapeutas mixtos. Se
puede realizar en sesiones de 2 horas semanales o una sesión mensual de 4 5 horas
según las posibilidades infraestructurales. Preferiblemente los participantes del grupo
deben ser pacientes en vegetoterapia individual de los terapeutas de grupo. En caso
de que haya pacientes de otros terapeutas debe existir una gran sincronía entre los
terapeutas individual y de grupo para evitar dispersiones y acting out que se
escapen al análisis y siempre con pacientes que han realizado ya un trabajo
individual importante. La participación en el grupo se produce cuando en su terapia
individual se ha elaborado favorablemente el material analítico surgido durante el
trabajo con los dos o tres primeros segmentos, excepto casos excepcionales
controlados por el terapeuta individual. Su participación es voluntaria y por
indicación del terapeuta individual, favoreciendo la alianza terapéutica con los
terapeutas de grupo y con los participantes del mismo.
El número ideal de participantes para dos coterapeutas es de un mínimo de 8 y un
máximo de 14, de ambos sexos. Existiendo la posibilidad de que participe
eventualmente alguna persona en una, dos o varias sesiones del grupo, pero
conociendo previamente los participantes, que dicha persona no tiene un
compromiso grupal. No existe la regla de abstinencia entre los pacientes respecto a
posibles encuentros fuera del grupo. Pero sí debe ser un material analítico sobre todo
en relación a posibles acting out. Es preferible que en el contrato grupal, la duración
del mismo, tenga un comienzo y un final marcado. Tiempo durante el cual se trabaja
para conseguir unos objetivos grupales, según el ritmo de cada cual. Pues la
elaboración individual, con objetivos individuales se realiza en el eje central y básico
de su proceso analítico, la vegetoterapia individual. La medida indicada como ideal es
de dos años. Posteriormente si el análisis continúa se puede integrar en otro grupo
de terapia. El alargar mucho o indefinidamente la vegetoterapia de grupo supone un
encuadre que lo separa de sus objetivos. Existe un compromiso de cada participante
con el grupo, tanto de secreto profesional como en la asistencia, en respetar el
tiempo de duración del grupo.
Fases terapéuticas: Un primer período donde impera un sistema con subsistemas
cerrados, con poca circulación energética intersistémica, siendo la base emocional el
miedo al otro y la respuesta individualista narcisista paranoide. Así el objetivo
terapéutico durante este primer período, que ocupa 6 7 meses, se centrará en poner
medios que faciliten el acceso y la receptividad al otro, con la ruptura narcisista
cuestionando al fantasma. Es lo que Borrelli describe como «los encuentros iniciales
con estructuras cerradas, dentro de las cuales está un individuo frustrado, incapaz
de transmitir y recibir, inmovilizado en el miedo de ver el propio cuerpo y el de los
otros, cerrado en el propio egoísmo y en la propia incapacidad de contactar (Borrelli,
1979). Por eso, siguiendo a Borrelli los primeros movimientos que se indican al
grupo son «con los ojos y las manos, enseñando al sujeto a mirar a los otros seres
humanos que le rodean, dándose cuenta de que existen otras entidades humanas
que viven y sufren como él» (Borrelli, 79). En esta etapa existe la tendencia
defensiva a buscar la alianza individual con el terapeuta (regresión a la madre) o la
alianza del grupo contra el terapeuta (reactividad contra la autoridad persecutoria).
Coincide con el trabajo con los dos primeros segmentos de la coraza
caracteromuscular.
Una segunda etapa con una mayor motilidad energética y una mayor situación
expansiva y de abandono emocional, con un aumento de la interrelación grupal,
produciéndose desplazamientos de afectos, proyecciones, actuaciones narcisistas,
sadomasoquistas, remarcando los roles, entre los miembros del grupo. Coincide con
el trabajo neuromuscular del tercer y cuarto segmento. Se debe hacer hincapié en la
elaboración diferencial entre rol y función; el respeto al ritmo individual; la diferencia
entre crítica y censura o juicio y la posibilidad de reconocer al otro sin dejar de
sentirme, teniendo presentes las reacciones transferenciales. Coincide con los
momentos de expresar con la voz mirando al otro y con las palabras ¡no! y ¡yo!,
como luego veremos. Fase de autonomía grupal, con movilidad energética
intergrupal, capacidad de contacto y expresión de sentimientos en una atmósfera de
respeto y colaboración constructiva. Hay un aumento del deseo de relacionarse con
el exterior, de ampliar amistades. Se vive la participación en el grupo con placer.
Coincidiendo todo ello con el trabajo neuromuscular del segmento diafragmático
abdomen pelvis (quinto a séptimo). Durante este período surge la elaboración de la
censura y la culpa y la integración de funciones. Aparecen frecuentes actings out
como medio de resistencia para vivir fuera del grupo lo que no se atreve a realizar
en el deseo sexual, situaciones agresivas.
Facilitando la posibilidad de proceder primero al interior del espacio terapéutico y a
partir de ahí potenciar la acción fuera del grupo y "llevar fuera de éste tales
conquistas, para unificar los momentos de crecimiento en el grupo y en la vida
cotidiana. Sólo entonces estaremos seguros de que se ha iniciado la fase final de la
terapia: cuando él sepa mirar y ser mirado, acariciar y ser capaz de abandonarse a la
caricia... (Borrelli, 1979). Todo ello se resume en el reconocimiento del otro sin dejar
de sentirse y sin perder la realidad del sistema grupal, que es lo que facilita una
circulación energética sistémica: así, por ejemplo, puedo desear al otro y sentir que
el otro también me desea, pero al mismo tiempo, siento y tomo conciencia del lugar
donde estoy para proceder de la mejor forma esa situación. Por último tiene que
darse un reconocimiento de los propios límites y de los límites de los otros. La
consecución de estos objetivos y el proceso de estas tres fases no se produce en
todos los miembros del grupo, lógicamente, pues ello está en función del ritmo
individual en base al proceso individual. Pero la experiencia grupal enriquece el
crecimiento de cada sistema individual y quien no haya concluido su trabajo puede
integrarse o comenzar otro compromiso grupal, siendo siempre esta segunda
experiencia distinta y entre otras cosas un comprobante tanto para el terapeuta
como para el sujeto de la evolución.
Actings y elaboración analítica: A partir de la reproducción de los actings que se
indican, la mayoría de ellos similares a los realizados en la vegetoterapia
caracteroanalítica individual (Navarro, 1990), realizándose, individualmente en el
grupo: en pareja en el grupo; o entre todo el grupo, se facilita el sentir el «aquí y
ahora», y la elaboración con la palabra permite integrar la vivencia con los
elementos del entonces (carácter resistencias), pero teniendo presente que, más que
en ningún otro sitio en el grupo, puede ser una resistencia a la emoción, al contacto
del aquí y ahora grupal. Debemos dar el paso a lo vivido (influencia histórica de
Reich), pero sin banalizar la vivencia y con la adecuada integración analítica
posterior. Tanto en el grupo com en el análisis individual. Teniendo clara la diferencia
entre catarsis histeriforme y la abreacción neuromuscular (Serrano, 1986). La
reproducción de los actings se realiza estando tumbados, sentados y en ocasiones de
pie. El estar de pie nos puede recordar a la postura de
de Lowen, pero hay
dos diferencias considerables: La persona se sitúa de pie frente al otro, en el grupo
solamente, siguiendo la lógica funcional de adoptar una actitud corporal social, sin
buscar el stress postural, estando simplemente de pie y no en grounding. Se sitúa
dentro de un encuadre clínico distinto al emplear una sistemática cefalo caudal y
situar el tiempo grupal al interior de la vegetoterapia individual en el diván reichiano.
El acting supone un medio indicativo para el o la paciente, pero la forma de realizarlo
es subjetiva y estará condicionado por su carácter, sus tensiones y la fluctuación del
movimiento en base a lo que la realización del mismo le sugiera a niveles efectivos.
Todo esto es material analítico. Generalmente, se combina, un primer tiempo de
trabajo individual en el grupo, donde todos hacen el mismo acting, pero
permaneciendo en sus sensaciones, posteriormente hay un pasaje a lo grupal, a
continuación un tiempo de estar en pareja, vuelve el pasaje a lo grupal, a
continuación un tiempo individual en el grupo, combinando un tiempo dedicado a los
actings con un tiempo para verbalizar e integrar lo vivido. También se realizan
trabajos con técnicas psicodramáticas. Todo ello llevando una dinámica cefalocaudal
del segmento ocular al pélvico e integrando la experiencia con la elaboración
analítica en el grupo intentando que sea el propio grupo quien va asumiendo una
función activa y relegando la función de los terapeutas, e integrando todo ello en la
propia vegetoterapia individual.
Para finalizar, insisto en que la vegetoterapia de grupo es una herramienta muy útil
situándola al interior del proceso terapéutico de la vegetoterapia individual y con esa
relación terapéutica como eje central de todo posible cambio. Estando de acuerdo
con Borrelli en que una forma de finalizar una persona su vegetoterapia es
permaneciendo en un grupo de vegetoterapia hasta su término, habiendo realizado
previamente su última sesión individual. A sabiendas de que para trabajar como
orgonterapeuta con la vegetoterapia de grupo, junto a las condiciones a las que he
hecho referencia en el artículo, será necesario nuestra propia experiencia personal
como paciente grupal y una adecuada supervisión posterior, junto al proceso de
formación del orgonterapeuta.
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Freud en el año 1937 tal vez influido por Ferenczi, Rank y la experiencia de la
policlínica psicoanalítica de Viena , señala la necesidad de abreviar el análisis,
aunque también es cierto que un año después, en una de sus obras clave, escribe
que el psicoanálisis debe ser prolongado y que los intentos por abreviarlo
constituirían la desnaturalización de sus principios fundamentales (Freud, 1938). Hay
psicoanalistas que continúan investigando y trabajando con tratamientos breves. En
1946 Alexander y French intentando mantener los esquemas teóricos psicoanalíticos
clásicos y retomando, entre otras (aunque sin reconocerlo en su obra) algunas
aportaciones de Reich (principio de identidad psicosomática y la importancia de la
expresión emocional de las experiencias traumáticas en el espacio terapéutico)
publican su obra Psychoanalytic Therapy donde se refleja la experiencia de varios
años de práctica de terapia breve en el Instituto de Chicago. También en Estados
Unidos junto con Lindemann, Kardiner y Wolberg (1965), destaca la labor de Bellak y
Small (1970), que en la década de los 50 investigan aspectos básicos en terapia
breve como son: el foco, la forma de interpretación para favorecer el insight y el
encuadre específico para esta forma de trabajo clínico y para el abordaje de las
crisis.
Es en la Tavistock clinic de Londres donde en l950 se ponen los cimientos sólidos
para la práctica clínica de la psicoterapia breve, a través de las investigaciones y
seguimientos clínicos realizados por Balint (1957) y Malan (1963). La inclusión del
diagnóstico y selección de pacientes, la identificación del focus terapéutico y la
interacción emotiva que se produce en la relación terapéutica son algunas de sus
aportaciones fundamentales. Gillieron (1983) ha profundizado en esta línea, en el
Policlínico Universitario de Lausana (Suiza). En Argentina, destaca la obra de
Kesselman (1970) y de Braier (1984). Ya más actual es la obra de Sifneos (1992), y
la de Davanloo (1992), que organiza en 1975 el I Simposium Internacional de
Psicoterapia Breve en Montreal. Sin poder olvidar las importantes aportaciones que
desde una óptica sistémica relacional, realiza la escuela de Palo Alto a través de la
obra de Bateson, Weakland y Watzlawick. En España, Coderch (1987), sin utilizar el
término "breve" mantiene la diferencia técnica entre la psicoterapia psicoanalítica y
el psicoanálisis propiamente dicho, existiendo otros profesionales que continúan la
labor de los llamados "grupos Balint", sobre todo en su aplicación hospitalaria.
Es importante señalar que algunos de los autores antes reseñados resaltan la
importancia que tiene la experiencia emocional en el transcurso del análisis,
manteniendo la idea de Freud (1905) cuando escribía: "En numerosos estados
anímicos que se denominan afectos, la participación del cuerpo es tan notable y
espectacular, que muchos psicólogos han llegado a aceptar que la esencia de los
afectos residiría únicamente en esas extraordinarias manifestaciones corporales. Son
de todos conocidas las alteraciones de la expresión facial, de la circulación
sanguínea, de las secreciones, del estado excitativo, de la musculatura voluntaria,
que pueden producirse bajo la influencia del miedo, de la ira, del dolor anímico, del
éxtasis sexual y de otras emociones.
Los afectos, en sentido estricto, se caracterizan por una muy particular vinculación
con los procesos corporales; pero en realidad, todos los estados anímicos, incluso
aquellos que solemos considerar como procesos intelectivos, también son, en cierto
modo, afectivos y a ninguno le falta la expresión somática y la capacidad de alterar
procesos corporales". Así, por ejemplo Malan escribe:"¡Cuantos enfermos se
presentan en clínicas o consultorios psiquiátricos y se les diagnostica depresión (con
tratamiento de antidepresivos) o ansiedad (con tranquilizantes), cuando el verdadero
diagnóstico sería el de sentimiento penoso no exteriorizado, para lo cual el
tratamiento indicado es expresarlo y que no reclama más capacidad que la poseída
por cualquier ser humano reflexivo!"(Malan, 1979). Sin duda encontraremos alguna
similitud con esta frase de Reich (1942): "La psicología analítica prestaba sólo
atención a aquello que los niños suprimían y a las razones que tenían para hacerlo,
sin preocuparse por la forma en la que luchaban contra sus emociones". Sin
embargo, es justamente ese aspecto fisiológico del proceso de represión el que
merece nuestra mayor atención.
Es sorprendente encontrar, una y otra vez, cómo la disolución de la rigidez muscular,
no sólo libera la energía vegetativa, sino que vuelve a traer a la memoria el recuerdo
de la misma situación infantil en que se había efectuado la represión.
Cabe afirmar que cada rigidez muscular contiene la historia y el significado de su
origen. La neurosis no es en modo alguno, únicamente, la expresión de un equilibrio
psíquico perturbado: es mucho más correcto y significativo considerarla como la
expresión de una perturbación crónica del equilibrio vegetativo y de la motilidad
natural.
También Davanloo (1992), utiliza el análisis de las resistencias con el intento de
desbloquear el inconsciente, facilitando la emergencia de las pulsiones destructivas a
través de la elaboración de la transferencia negativa, continuando, en este sentido
los pasos de Reich. Si bien Reich lo utilizaba dentro de un contexto psicoanalítico, y
desde mi punto de vista, utilizarlo en un encuadre breve como hace Davanloo solo
beneficia a algunas personas con una estructura de carácter neurótica, siendo incluso
perjudicial y peligroso para las otras. Sifneos (1992), también habla de resistencias
caracteriales y de facilitar la emergencia de las pulsiones y de las emocione. En su
exposición, ni Davanloo ni Sifneos reconocen la similitud con los planteamientos
caracteroanalíticos de Reich, pero es evidente la semejanza de algunos de sus
aspectos teóricos y técnicos.
Dentro de la línea postreichiana, Raknes (1950) intenta aplicar el modelo de la
orgonterapia en algunos tratamientos que por necesidades coyunturales tuvieron que
ser breves y con buenos resultados: "Este año he hecho algunos intentos con la
orgonterapia cuando por circunstancias particulares un tratamiento completo no
podía ser planteado y en los que yo pensaba se podría obtener una mejoría en el
poco tiempo disponible. Estos tratamientos breves han durado de 3 a 4 meses (12 a
15 h.), hasta 3 horas.". Personalmente mi práctica clínica como orgonterapeuta
postreichiano, especializado en vegetoterapia caracteroanalítica de adultos, me ha
permitido profundizar en el inconsciente, en los procesos emocionales y en la
comprehensión de algunas de las claves profundas de la estructura humana, pero es
una realidad que los objetivos de la vegetoterapia, dentro de las denominadas
terapias profundas, son amplios y por tanto, costosos en tiempo, en compromiso y
en economía. Y en muchas ocasiones estos factores coyunturales limitan los
procesos terapéuticos.
Conocedor de la psicoterapia breve de orientación psicoanalítica y de los autores
contemporáneos antes señalados, de las aportaciones que Raknes realizó en este
campo e identificado con el pensamiento social de Reich, no he dudado nunca en
atender desde l980, empezando a trabajar como especialista, casos con encuadres
clínicos breves o a personas en crisis, buscando otras alternativas al psicofármaco, y
aplicando el marco clínico de la vegetoterapia orgonterapia teniéndolo que adaptarla
este nuevo encuadre. Desarrollando, con el tiempo, y a través del intercambio
profesional con otros colegas de la Es.Te.R. y retomando las enseñanzas y
conclusiones de varios años supervisando seminarios de casos a profesionales que
empezaron a practicar este modelo terapéutico , una sistemática con identidad
propia dentro de las psicoterapias breves dinámicas y dentro de la psicoterapia
corporal. A esta sistemática la he definido como Psicoterapia Breve
Caracteroanalítica (PBC), en cuanto que el foco terapéutico está íntimamente ligado
al concepto de carácter desde la perspectiva reichiana. Si en el caso de la
psicoterapia breve de orientación psicoanalítica el referente es el psicoanálisis, en el
caso de la PBC el referente ha sido y es la vegetoterapia caracteroanalítica,, teniendo
presente las importantes aportaciones clínicas de Navarro en la elaboración de una
sistemática de trabajo clínico con la vegetoterapia caracteroanalítica (Navarro 1990)
y su aplicación, partiendo de un diagnóstico y una concepción epistemológica
estructural (Serrano, 1990, 1991). Teniendo en cuenta que al hablar de carácter ya
estamos hablando, siguiendo a Reich, de su función de defensa psíquica y somática.
Objetivos: La PBC se puede aplicar en medios tan diversos como los centros de
salud, hospitales, ambulatorios y en clínicas privadas, para que con un coste menor
para el paciente, puedan obtener los beneficios que dicho abordaje supone.
Fundamentalmente, reducir el estado de alienación a que se ve sometida la persona
en este sistema social, y fomentar el nivel de conciencia de la realidad que le rodea y
de sus procesos intrapsíquicos y corporales, es decir, de su propia realidad
caracterial estructural y de sus potencialidades yoicas, permitiendo así que la
persona sea más dueña de su vida y como consecuencia tenga una mayor capacidad
de compromiso con lo social como elemento causante a través de la estructura
familiar , del disturbio de la enfermedad. Se trata de facilitar a nivel social, una
medida de cambio y de profilaxis indirecta a través de un abordaje psicoterapéutico
y del empleo de unas herramientas por unos profesionales de la salud que sienten
que el combate con la enfermedad implica un claro compromiso social y de cambio
(Serrano, 1991). Esta reducción del sufrimiento, siguiendo la concepción de la salud
y de la enfermedad, de Reich y del paradigma reichiano, facilita, asimismo, un
cambio en la percepción y autopercepción de su imagen corporal y un conocimiento
de sus funciones vegetativas emocionales y psíquicas, que le hacen ser más
consciente de la lógica funcional que acompaña su sintomatología, reduciendo así su
nivel de resistencias caracteromusculares, grado de contracción vegetativo y miedo
nuclear. Favoreciendo en general, la emotividad y la expresión de sus afectos en una
atmósfera de integración analítica de la experiencia emocional y del insight,
utilizando dentro del setting terapéutico tanto herramientas verbales como
corporales, aplicadas en función de las estructuras de carácter (Serrano, 1990), la
fase de la terapéutica y los objetivos individuales a alcanzar.
Como consecuencia de lo anterior, habrá un reblandecimiento del carácter, el cual, a
partir de que el paciente vaya viviéndolo como un factor sintomático y nocivo (Reich,
1936), se facilitará la comprehensión de la diferencia entre su yo como potencialidad
y su carácter como comportamiento defensivo. Es por tanto, importante la idea de
retomar el síntoma y buscar su lógica a partir del principal rasgo de carácter, en
cuanto que dicho rasgo caracterial facilita su asentamiento. Así, por ejemplo, una
situación de estrés laboral no será abordada directamente con el consejo de: "tienes
que dejar alguno de los trabajos", sino analizando sistemáticamente el beneficio
secundario, las consecuencias de ese estrés favorecido por una impronta caracterial,
generalmente de tipo fálico narcisista o compulsivo masoquista , que le lleva a vivir
con una determinada concepción del poder y/o del deber, manteniéndose latente su
situación depresiva de base. Es importante señalar que los objetivos generales que
he descrito estarán siempre vinculados a la lógica que subyace en cada estructura de
carácter (Serrano, 1990). Con importantes diferencias, en cuanto que lo descrito
anteriormente respecto al análisis del carácter será muy útil en la estructura del
carácter neurótico y en ocasiones en la estructura borderline, pero nunca en una
persona con una estructura psicótica, pues ésta al caracterizarse por una ausencia
de defensas (rasgos de carácter) estructuradas, nuestro abordaje clínico se basará
en facilitar elementos que le permitan desarrollar un carácter flexible (Federn
hablaba de "reforzamiento yoico"), pero necesario para hacer frente a la fuerza de
los impulsos desbordantes de sus pulsiones y necesidades en una realidad rígida y
normalizada. Es por ello característico de la PBC, y elemento fundamental, asumir las
diferencias estructurales para un buen abordaje clínico.
El diagnóstico: Siguiendo el esquema clínico de la vegetoterapia en cuanto
sistemática profunda y siendo coherentes con la base social del encuadre de la PBC
nuestros criterios de analisis son muy amplios desde el punto de vista clínico, pues,
según la Evaluación Estructural del Diagnóstico empleado (DIDE) aplicaremos la
sistemática diferencialmente, intentando obtener los beneficios terapéuticos que la
sistemática se plantea con cada estructura de carácter. Lo que nos hará plantear al
paciente la posibilidad de elegir entre la vegetoterapia orgonterapia (sistemática
profunda) o la PBC (sistemática breve), dentro de nuestro marco clínico, una vez
descartada la posibilidad de realizar la derivación a algún profesional de otro modelo
terapéutico , será fundamentalmente el mayor o menor nivel de implicación
personal, de motivación, de la posición existencial y la mayor o menor posibilidad de
afrontar el compromiso económico. En cuanto que es importante que la terapéutica
se interiorice como algo positivo al principio precisamente para que si va ocurriendo
lo contrario pueda deberse a dinámicas inconscientes y transferenciales, las
condiciones coyunturales deben ser cómodas y favorables para el paciente , esta
última variable será básica para asumir un encuadre u otro. Por esto, como inicio de
la relación terapéutica y antes del encuadre y del contrato terapéutico realizamos el
DIDE (Serrano, 1990), que permite tanto conocer la estructura de carácter antes
descrita como la forma de realizar el contrato en base a esta estructura y por tanto
el encuadre clínico a desarrollar.
Una vez realizado el DIDE, efectuaremos el contrato terapéutico, creando un
compromiso con el paciente en base al número de sesiones, generalmente una a la
semana de 50 minutos, durante un tiempo que no excederá de 9 meses y con los
honorarios que se acuerden, que por pequeña que sea la cantidad es conveniente la
abone el paciente directamente. Todos estos elementos facilitan la alianza
terapéutica (Greenson, 1967), que se debe favorecer ya desde el inicio del contrato.
Actualmente, dentro de la Es.Te.R estamos validando experimentalmente la figura
del evaluador (Sifneos, 1992), separando el diagnóstico de la terapéutica. Es
evidente que en los casos con una estructura psicótica esto no es factible pues el
vínculo se crea, o no, desde el principio y en función de esto el caso lo deberá asumir
el terapeuta que hace el diagnóstico o derivarlo Este aspecto, como otros tiene que
ver con la mayor o menor analizabilidad del paciente y de los criterios de selección.
En este sentido tanto Sifneos como Davanloo siguen criterios muy exigentes y por
tanto, elitistas, diferentes a los usados en PBC, tal como hemos descrito
anteriormente.
El foco: El foco terapéutico que sería para Malan (1963) "la interpretación esencial
sobre la cual se funda toda la terapia", habría que diferenciarlo siempre del objetivo
terapéutico y sería el pilar fundamental sobre el que desarrollar el proceso
terapéutico junto con la elaboración de la relación terapéutica y la confirmación de la
"hipótesis psicodinámica mínima" (Malan, 1963). Esta última para Braier (1984)
sería inicial y la define como: "Un esbozo reconstructivo de la historia dinámica del
paciente, un intento de comprensión global de su psicopatología que tiende a incluir
todas las perturbaciones de aquél que nos sean conocidas (entre las que se
encuentran las correspondientes al foco) y que se constituye a partir de los datos
que aportan las primeras entrevistas y el psicodiagnóstico". Estoy de acuerdo con
este autor en presentar la paciente, como elemento de encuadre y favorecedor del
asentamiento de la alianza de trabajo, los objetivos del tratamiento junto a la
hipótesis psicodinámica inicial. Pero diferenciándolo del foco pues éste estaría
vinculado desde mi punto de vista, al "hilo rojo caracterial" (Reich, 1936), es decir,
aquel rasgo que caracteriza la estructura. Es, por tanto, un concepto diferente al
utilizado por Malan y por el resto de autores de la psicoterapia breve.
Al ser el foco el rasgo de carácter predominante, es por tanto aquello que el paciente
percibe como su YO, con lo que más se identifica y lo que precisamente más le está
separando de su YO, su mayor defensa, su mayor coraza, y por regla general,
aquello que, o por excesiva debilidad de ese rasgo caracterial o por excesiva
hegemonía respecto al resto de las variables estructurales, provoca la disfunción y la
sintomatología. Siendo por tanto aquello que debe de ser el punto de mira
permamente del terapeuta, y por tanto, no será comunicado al paciente sino que
será elaborado desde la referencia técnica del análisis del carácter, según el modelo
postreichiano estructural (Serrano, 1994). Otra variable fundamental, como veíamos
antes, es el manejo de la relación terapéutica. Existiendo tres aspectos básicos y
característicos de la psicoterapia breve, en general, y que contemplamos con alguna
particularidad en la PBC, a saber: La alianza de trabajo o terapéutica, la elaboración
permanente
de
las
reacciones
transferenciales,
y
el
manejo
de
la
contratransferencia.
Siguiendo a Wolberg, serán muy importantes a diferencia de las terapias profundas
, las expresiones terapéuticas del analista, comunicando en ocasiones nuestro sentir
para facilitar el desmembramiento de una resistencia o como facilitador de la alianza
de trabajo, pero no como herramienta de elaboración ni como insight. Es
fundamental el que la alianza de trabajo o terapéutica (Greenson, 1967) se
mantenga, porque, por una parte la implicación y la postura activa del paciente es
permanente, y por otra al estar manteniendo la presencia de lo real y de lo actual en
la relación terapéutica, es más simple la elaboración de las reacciones
transferenciales, es decir de los emergentes históricos afectivos que se desplazan
hacia el terapeuta reproduciendo actitudes similares a la de los objetos parentales en
el espacio terapéutico, sin dejar que se asiente la neurosis transferencial. Así en las
estructuras borderline y neurótica, analizaremos las reacciones transferenciales
negativas latentes que se reflejan a través de los discursos oníricos verbales o
corporales. Esto implica que el análisis inmediato de la reacción transferencial impide
el asentamiento de la neurosis transferencial y por tanto de la regresión. En el caso
de la estructura psicótica, la alianza terapéutica favorecerá el vínculo que permite la
referencia mimética de la que antes hablábamos, pero sin utilizar una función de
objeto primitivo, y por tanto, tampoco el "maternage". En general, facilitaremos la
proximidad afectiva, pero respetando una distancia y un espacio que,
simbólicamente, está marcado por la "mesa", siendo un elemento más para alcanzar
los objetivos que nos marcamos.
Tomando como punto de partida la reacción transferencial (Coderch, 1987), durante
la interpretación y el análisis de resistencias, encontraremos algunas actitudes que
debemos tener en cuenta: no sentir ganas de hablar, el expresar las cosas sin afecto
(no hay una emoción vinculada a dicho discurso), las posturas del paciente, la
repetición de un tema que está indicando que está ocultando otros más importantes
ocupando un tiempo de éstos, la hostilidad encubierta (retraso a las sesiones, el
olvido de pagar, etc); todos estos hechos se analizarán puntualmente in situ, en
tanto que lo que buscamos es el análisis de dichas reacciones transferenciales.
Buscando siempre la conexión caracterial, y por lo tanto el sentido histórico que
subyace a ese comportamiento actual que se repite en el análisis. Creando como
consecuencia un reblandecimiento del carácter y una mayor flexibilidad en la coraza.
En la estructura psicótica se mantiene un vínculo que permite ir comprehendiendo,
su sensación de desconfianza visceral, de pánico al abandono la lógica histórica que
subyace a esa forma irracional de sentir la relación con el terapeuta, utilizando, en
estos casos, más un abordaje pedagógico que analítico y con un lenguaje simbólico
arquetípico que sintonice con el discurso psicótico.
Veamos, por ejemplo, qué hacemos cuando hay una negación de la interpretación.
Esta sería una forma de respuesta transferencial que Reich llama de transferencia
narcisista que se da en las estructuras borderline. Por eso, la forma de resolución de
esta situación terapéutica va a permitir o impedir que estas personas se abandonen
al proceso terapéutico, ya que en el momento en que el terapeuta le cuestiona, el
paciente se sitúa por encima del terapeuta y le cuestiona. Diríamos dinámicamente,
que se sitúa por encima de la madre, entrando dentro de una dinámica paranoica.
Hay que analizar rápida pero delicada y sutilmente esta acción, su mecanismo de
defensa, el elemento caracterial que conlleva su mecanismo de desprecio y de
rechazo, y el fondo de necesidad que existe aunque, con una aparente
autosuficiencia. Al mismo tiempo, es importante abordar este punto sin crear una
herida narcisista básica situando un punto de realidad e intentando que la persona
comprenda el porqué de su actuación, para cubrir el objetivo de dinamizar el
proceso.
Algunas de las resistencias están claramente vinculadas a rasgos de carácter
específicos. Así en el rasgo de carácter histérico, encontraremos una fuerte
emocionalidad o dramatización que tenderemos también a analizar %
, siguiendo
el sistema ya mencionado, siempre buscando situar en el punto de realidad a la
persona, haciéndole ver, de nuevo, que "esa forma de actuación tuya no te favorece
y que, en el fondo, no la necesitas y que, como terapeuta, tampoco te la requiero ni
te la pido". En el carácter compulsivo y también en algunos rasgos de la estructura
borderline, aparece la intelectualización constante, que se interpretaría en el
siguiente sentido: Ncon tus procesos de pensamiento intentas ocupar el lugar de
todos, sin permitir el acceso directo "al otro", por el propio conflicto que te produce
la relación real". En el fondo se trataría, siempre, de dinamizar elementos
existenciales vinculados al carácter que le impiden aproximarse al principio de
placer. Es evidente que al ser un encuadre breve, la actuación del terapeuta es más
activa y esto ocasiona que su actuación provoque una experiencia emocional
correctiva (Alexander y French, 1946). Al llevar un comportamiento diferente al que
sus padres llevaron con él de pequeño, o bien reforzar los rasgos caracteriales del al
paciente al reproducir, inconscientemente el terapeuta, la misma actuación que
llevaron sus padres con el paciente. Si bien esta estrategia no será consciente ni
provocada, precisamente para que puedan darse las reacciones transferenciales al no
tener el terapeuta una posición prefijada. La experiencia emocional correctiva se
dará precisamente porque se tiene la posibilidad de vivir lo no vivido (y en esto entra
también el aspecto destructivo consecuencia de la frustración y de la insatisfacción)
en un espacio permisivo (el terapéutico), descondicionándolo de esa influencia
emocional histórica. Y en este sentido, al trabajar con lo somático, con lo
neuromuscular, la PBC puede ser más efectiva que utilizando sólo un contexto
verbal.
Por último, el manejo de la contratransferencia, en el sentido reichiano, sigue siendo
un elemento fundamental también en la PBC Porque en momentos, como veíamos
antes lo que sentimos del paciente puede sernos útil como resblandecimiento de una
resistencia como porque la empatía o sentido orgonótico nos dan la posibilidad de
utilizar la técnica del yo auxiliar certeramente. Pues realmente verbalizaremos o nos
expresaremos en base a lo que el paciente realmente sienten o piensen.
Desbloqueando situaciones muy duras, sobre todo en la estructura borderline
(herramienta usada también por Kernberg en estos casos).
En la estructura psicótica hablar de nuestro sentir respecto a lo que ocurre facilita el
sentimiento de ser reconocido en el paciente, mejorando la estructuración de su
imagen corporal. Asimismo, tal como ocurre en la sistemática profunda, al tener en
cuenta esta variable como un factor que actúa en la resultante final del trabajo
terapéutico, cuando éste vaya mal, podremos ver solos o con la ayuda del supervisor
si se debe a que ciertos límites o problemas personales se han puesto en
funcionamiento inconscientemente a través del contacto con ese paciente creando un
punto ciego que perturba el proceso terapéutico. Un peligro que existe en la
psicoterapia breve en relación a este punto es que sin darnos cuenta, podemos
tender hacia una relación amical con el paciente al existir un mayor grado de
verbalización, de comentarios sobre temas y hechos actuales. Esto es un riesgo que
se debe subsanar, no confundiendo lo que es proximidad con lo que es relación
coloquial. El terapeuta debe mantener siempre una diferencia de plano, por la propia
función que cumple.
La circulación triangular analítica: Siguiendo a Reich (1927), para no facilitar la
catexis libidinal en la relación terapéutica, y por tanto, canalizar este aspecto hacia
aspectos actuales, ya que no podemos asentar la regresión ni la neurosis
transferencial, es fundamental el que la vida cotidiana de la persona, su mundo
presente y actual se convierta en un objetivo terapéutico. Cerrando así el triangulo
básico sobre el que gira el proceso terapéutico de la PBC. A saber: el análisis de lo
actual nos habla del foco, y por lo tanto de las constantes caracteriales, que a su vez
nos hablan de la historia del paciente que es donde se fue formando y estructurando
el carácter, y conociendo su historia conocemos y entendemos su actuación en el
espacio terapéutico y su forma de percibirnos y de interiorizar nuestras actuaciones,
permitiéndonos esto, a su vez, la elaboración de la reacción transferencial, la cual al
vincularla a su rasgo de carácter, la estamos vinculando a su historia y a su
cotidianidad, al mismo tiempo, dinamizando activamente el proceso y por tanto el
insight terapéutico que nos permite seguir estirando el hilo del proceso, hasta su
finalización. Por esto será importante tener en cuenta todas las variables que giran
alrededor del mundo de la persona: familia, trabajo, amigos, pareja, hijos, etc.
También para controlar posibles acting out (Greenson, 1967), sobre todo en eso que
se refiere a los afectos que deberían ser vividos en el espacio terapéutico y que al no
vivirse enturbian las relaciones de pareja. Por ejemplo, desestabilizando
iatrogénicamente, su situación afectiva actual, siendo esto contraproducente dentro
de un contexto breve.
En el caso de la estructura psicótica, siempre que sea posible tendremos que
introducir la familia dentro del proceso terapéutico, fundamentalmente, buscando
algún auxiliar coterapéutico que refuerce la dinámica del proceso (hermano, novio, o
incluso algún amigo), y en ocasiones para que la familia permita la independencia
del proceso terapéutico. Esta misma actuación familiar es desarrollada con ciertos
cuadros como las anorexias, y con los adolescentes. Respecto a los sueños y a
cualquier otro material onírico, como pueden ser las fantasías o las ensoñaciones, se
tendrá en cuenta la narración en cada sesión, prestando especial atención a su
actitud a la manera en que relata sus sueños, se cometen actos fallidos, producen
asociaciones y hacen sus comunicaciones (Reich, 1928). También servirán de
refuerzo a ciertos momentos de elaboración del material analítico y formarán parte
de la transelaboración" (Greenson, 1967), en cuanto que los sueños deberán de
confirmar dichos avances viéndose así facilitado el insight terapéutico al reforzar el
proceso con la devolución analítica, en estos casos.
Encuadre clínico: Las sesiones se desarrollan teniendo en cuenta siempre la
diferencia estructural con una mesa entre el paciente y el terapeuta, que puede
modificarse, según los casos, por dos sillones, uno en frente del otro.
Preferiblemente en la segunda parte de la sesión, la persona se tumba en el diván
para la realización de ciertos medios que tienen que ver con lo neurovegetativo, lo
neuromuscular. La relación terapéutica viene marcada por la alianza terapéutica, que
supone, fundamentalmente, una conjunción de dos humanidades terapeuta paciente,
pero con funciones distintas, donde debe de haber una aproximación existencial, un
"poder estar", una aceptación, pero reconociendo esta diferencia de funciones que
permitan el desarrollo de los desplazamientos afectivos, base fundamental del
proceso analítico, que en este encuadre no deben pasar de las reacciones
transferenciales. Después de estar 15 20 minutos verbalizando es conveniente pasar
al diván y realizar las técnica que convengan (actings, visualización, sentirse en su
silencio, etc.). Para terminar con otros 15 minutos elaborando lo vivido durante el
tiempo del diván, a través de la palabra en la mesa o sillón, para terminar haciendo
una síntesis aclaratoria de la sesión y predisponiendo al paciente para que adopte
una postura activa durante el tiempo que exista hasta la siguiente sesión. Durante la
verbalización se debe ir asentando el foco terapéutico y debe de reforzarse la
"circulación triangular clínica". En el diván, excepto en la sesión de diagnóstico donde
puede ser necesario que la persona se quede en ropa interior para el masaje y otras
técnicas de diagnóstico corporal, la persona se coloca en decúbito supino quitándose
las cosas que le incomoden (cinturón, reloj, corbata) y animándole a la relajación y
al abandono psíquico y corporal. En síntesis, el proceso sería el siguiente: Material
del paciente (sueños, asociaciones), focalización basada en la atención selectiva del
terapeuta en base al análisis de resistencias análisis del carácter elaboración
analítica empleo de movimientos neuromusculares (actings) focales reforzante y
vinculanteatención flotante del terapeuta gestación de la interpretacióninterpretación
previo asentamiento y elaboración adecuada de las reacciones transferenciales y del
material abordable de nuevo material del paciente... Es importante realizar sesiones
de seguimiento (Sifneos, 1993), manteniendo un contacto terapéutico cada 3 4
meses, para ir conociendo objetivamente la eficacia del tratamiento.
Medios clínicos: Durante el proceso con la vegetoterapia caracteroanalítica,
sistemática profunda , la repetición ordenada del acting a lo largo de las sesiones va
dinamizando vías neurovegetativas facilitando la emergencia de emociones puras con
el tiempo después de reblandecer las capas superficiales de la musculatura, allí
donde se asienta la tensión y las resistencias caracteriales, trabajando por tanto con
el núcleo del biosistema. La duración de cada acting es de 15 20 minutos, tiempo
necesario y suficiente para producir los efectos neuromusculares y abreactorios que
se buscan.
En la PBC, en cuanto los objetivos son diferentes, si bien se van a utilizar algunos
actings de la vegetoterapia, siempre utilizados de forma cefalo caudal (del primer al
séptimo segmento), el tiempo de reproducción de cada acting es de 5 8 minutos y
no se repite su reproducción con tanta insistencia. Esta forma de utilización estimula
y dinamiza las vías sensitivas y por tanto corticales, favoreciendo la sensación, el
recuerdo próximo, la asociación y la apertura de la receptividad sensorial, pero sin
llegar a movilizar las vías neurovegetativas viscero límbicas (nucleares), ayudando,
en definitiva, a la consecución de los objetivos terapéuticos focales de la PBC Es por
ello que el acting está a disposición de la dinámica analítica que se sigue y según
ésta se hará uno u otro, reforzando y favoreciendo el insight y el setting terapéutico.
Asimismo la forma de hacer los actings del paciente es utilizada como material
analítico y en muchas ocasiones permite desvelar o reblandecer una resistencia
caracterial, pues esa forma es el reflejo de otras que utiliza en situaciones de su vida
real y que, en muchas ocasiones no es consciente de ello. Por ejemplo, una persona
ejecutando el acting de decir "¡yo!" bajando los puños hacia el diván tiene la
percepción de que lo dice con mucha fuerza y realmente para esa persona es muy
fuerte, pero nosotros casi no lo oímos. Esto es muy importante, pues al hacerle
entender las consecuencias que en su vida real tiene vivir este contraste entre lo que
los demás perciben y lo que él cree que perciben en base a su percepción de la
realidad le permitirá comprehender muchos procesos sociales y afectivos, pudiendo
cambiarlos en una mínima y necesaria medida. Y al mismo tiempo puede ir
entendiendo cómo eso forma parte de una lógica histórica causal, pudiendo elaborar
adecuadamente lo que he descrito antes como "circulación triangular". Otro
elemento muy importante, que frena la regresión, es que la reproducción de los
actings siempre se hace vestido en la PBC. Mientras que en vegetoterapia para
favorecer la regresión entre otros motivos , el paciente está con el cuerpo
visible(ropa interior, de playa o bikini). Una vez más vemos cómo tiene que existir
una coherencia entre los medios usados y los objetivos que se quieren alcanzar.
La formación: Siguiendo a Wolberg (1965), considero que para trabajar en
psicoterapia breve hace falta una preparación y una experiencia muy alta, en
ocasiones mayor incluso que en la sistemática profunda. Matizando, diría, que lo
importante es que el profesional se sienta cómodo ontológicamente hablando, en el
buen hacer de su especialidad. Es por ello que junto a la propia vegetoterapia
orgonterapia personal con un orgonterapeuta cualificado, los profesionales de la
salud que se especializan en PBC, deben realizar un mínimo de dos años de
seminarios de casos acompañado de sesiones individuales de supervisión clínica,
participar en un grupo como observador presentando la memoria grupal y mantener
la supervisión en grupo de manera permanente. Todo ello junto a seminarios
teóricos, generales y especializados que ocupan más de trescientas horas didácticas.
Pero, lo que realmente determina el reconocimiento como especialista en PBC son las
capacidades personales que permiten interaccionar funcionalmente los propios
conocimientos personales con esa comodidad existencial a la que hacíamos antes
referencia. En cuanto que la actuación debe ser más directiva y más activa en el
abordaje breve, el terapeuta necesita tener un grado importante de flexibilidad y de
rapidez en la devolución del material, con una necesaria capacidad de contacto, de
verbalización y de socialización. Sobre todo en la psicoterapia de urgencia o
emergencia, el terapeuta debe tener una fuerte capacidad de acogimiento, de
envolvimiento, reduciendo al máximo la actuación de tipo farmacológico pasivo. De
hecho, se pueden resolver situaciones agudas solamente por la propia impronta
personal del terapeuta al producirse realmente una situación espática puntual y con
mucha fuerza con el paciente.
En momentos puntuales, el factor contratransferencial negativo, puede llevar a
tomar medidas terapéuticas concretas, buscando siempre la continuidad del proceso
terapéutico como la derivación a otro terapeuta respetando el período de tiempo
necesario para vivir el proceso de duelo separación, y con mutuo acuerdo, siempre
esto menos problemático que en la vegetoterapia caracteroanalítica en cuanto
terapia profunda.
Coincidiendo con otros autores, es necesario, también para el terapeuta, la
capacidad de manejar pulsiones, teniendo la posibilidad de movimiento suficiente
para manejar elementos agresivos o sexuales que provengan del paciente. Y para
ello, es importante, que el terapeuta desarrolle una vida personal y sexual
satisfactoria. Es difícil admitir que un profesional con graves conflictos personales
pueda asumir su función de terapeuta, cuando, a lo mejor, en base a esto, lo que
está asumiendo es una compensación de sus carencias o dificultades vitales. Sentir
que la gente va a él, y que tiene un poder con esas personas le impide conectar con
su propia problemática cotidiana y por tanto, recrea su narcisismo que no tiene nada
que ver con la autoestima. De ahí la necesidad de la realización de su propio análisis
personal al que hacíamos antes referencia. Esto junto los cursos teóricos y la
supervisión clínica permite el desarrollo profesional coherente de un trabajo duro por
la permanencia con el sufrimiento de la gente, pero muy estimulante y satisfactorio
porque los cambios se ven en un margen de tiempo corto y observar la reducción del
sufrimiento y la asunción y desarrollo de facultades humanas que amplían la
posibilidad de vivir satisfactoriamente, da un sentido objetivo a nuestra labor.
Teniendo en cuenta que muchas de esas personas no tendrían medios económicos ni
otras posibilidades para conseguir esos cambios.
*
I
*
C
*
Una de las particularidades de la clínica postreichiana es que al tener una visión
estructural de la personalidad humana y contar con un diagnóstico que permite al
profesional comprehender a la persona que sufre desde una perspectiva holística, las
posibilidades de aplicación de esta modalidad son muy grandes. Así, básicamente
atendería a los trastornos psicopatológicos en general (fobias, neurosis, psicosis,
depresión, alteraciones del carácter, etc.), a los trastornos funcionales
psicosomáticos (cefaleas, úlceras, asma, colón irritables, distonías neurovegetativas,
como herramienta convergente dentro de los síndromes de inmunodeficiencia y en
los procesos oncológicos) y a las disfunciones sexuales (impotencia, eyaculación
precoz, anorgasmia, etc.) dentro de la atención a adultos. Este abordaje clínico se
realiza generalmente en equipos de salud donde profesionales de diversas disciplinas
ponen en común su saber para atender interdisciplinariamente al paciente.
Diferenciando, obviamente, si se está trabajando en un encuadre profundo
(vegetoterapia caracteroanalítica) o breve (PBC), pues si bien la atención se realizará
igualmente, como ya hemos visto, los objetivos y la forma, por tanto, de emplear los
medios serán diferentes.
Asimismo concedemos una importancia fundamental a la prevención de la
enfermedad. A sabiendas de que por nuestra experiencia clínica somos conocedores
de las causas que provocan el sufrimiento y la enfermedad, es una necesidad
humana y una consecuencia ética el trabajar poniendo los medios que faciliten el
desarrollo de la salud; el cambio de leyes políticas y sociales que mejoren la calidad
de vida y faciliten la maduración psicoafectiva humana favoreciendo embarazos,
partos y dinámicas familiares que protejan la integridad del potencial de cada ser
humano; y divulgando ciertos conocimientos que pueden permitir que la gente sea
más dueña de sus vidas, más feliz y más solidaria.
Es por ello muy importante salir de nuestra concepción mecanicista de la enfermedad
y la salud, de nuestro individualismo y narcisismo profesional y empezar a trabajar
colectiva y modestamente por el bienestar social, somático y psicológico de las
personas que componen nuestra sociedad, participando, a nuestro nivel, en el
desarrollo ecológico y humano de nuestro planeta tierra. En el siglo XXI el
profesional de la salud tiene que estar a la vanguardia del ecologismo,
salvaguardando así las vidas de nuestros sucesores.
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se constituye formalmente como corriente psicológica en
los Estados Unidos de Norteamérica en la década de los años sesenta. Abraham
Maslow y Anthony Sutich son quienes a lo largo de diez años de estudio e
investigación proponen, sistematizan y originan lo que hoy se conoce como la cuarta
fuerza de la psicología contemporánea. Sin embargo, los planteamientos iniciales de
esta nueva corriente psicológica datan de principios de siglo. Richard Bucke en 1901
escribe sobre la conciencia cósmica concepto que trasciende los principios y
propuestas de la psicología de su época y William James, en su obra "Las
Variedades de la Experiencia Religiosa" editada en 1913, plantea por primera vez en
la historia de la psicología, la existencia de estados de conciencia que van más allá
de los que entonces se consideraban normales (1) y por lo tanto, dentro de los
parámetros de la salud mental. C.G. Jung y Roberto Assagioli merecen una especial
consideración no sólo como pioneros de la corriente transpersonal, sino como figuras
controversiales en la historia de la psicología y la psicoterapia contemporánea son
Carl G. Jung y Roberto Assagioli.
Carl G. Jung, psiquiatra suizo, trasciende su tiempo y espacio al plantear nuevas
propuestas que van más allá de la biología y de la psicología de su época. La
dimensión supraindividual o transpersonal desempeña un papel determinante en la
psicología junguiana, al considerarse ésta no sólo como un impulso biológico, sino
como una energía que incluye lo corporal, lo psicológico y lo espiritual. La energía así
considerada, "trasciende al hombre, porque lo introduce en un proceso
de maduración (2) que perdura a lo largo de toda la vida". (Wehr, 1991). Jung
introduce el concepto del inconsciente colectivo (3); descubre que la psique humana
tiene acceso a motivos e imágenes universales a los que llama arquetipos y plantea
la importancia de la integración de los opuestos o "suprema unión de los contrarios"
en el proceso de individuación. A través de su interés y su experiencia directa con las
tradiciones espirituales de oriente Jung descubre, en las religiones comparadas y en
la mitología, fuentes sumamente valiosas de información que se ligan estrechamente
con los aspectos colectivos del inconsciente. Es el primer psicólogo que se atreve a
cuestionar los dominios del modelo médico en el ámbito de la psicología y de la
psicoterapia al enfatizar y preocuparse por los aspectos religiosos y espirituales del
ser humano. Por esta razón es rechazado y acusado por sus colegas, de místico (4)
oscurantista y esotérico. Sus ideas son dejadas a un lado por muchas décadas y es
hasta los años sesenta cuando se inicia el renacimiento del interés por los alcances
remotos de la conciencia humana que su obra cobra un especial significado.
Roberto Assagioli, psiquiatra italiano que al igual que Jung había sido entrenado en el
análisis freudiano, cuestiona este sistema considerándolo limitado tanto por
encontrarse basado únicamente en la biología, como por ignorar y malinterpretar la
dimensión espiritual de la naturaleza humana. A partir de 1911 se convierte en un
severo crítico de las enseñanzas de Freud, no juzgándolas como incorrectas, sino
como limitadas y reduccionistas. Su contribución más importante hacia la
comprensión del complejo fenómeno humano es la Psicosíntesis, un enfoque
psicológico que combina una teoría convincente de la psique humana y de la
autorrealización y la expansión de la conciencia, con una propuesta psicoterapéutica
práctica que conduce a la plena realización del potencial humano. Su propuesta, en
contraste con la freudiana, enfatiza los aspectos creativos, positivos, espirituales y
gozosos del ser del hombre y de la mujer, así como el papel relevante que juega la
voluntad en los procesos de autorrealización y de trascendencia. La "
)
,
como sistema psicoterapéutico, se interesa especialmente en la relación existente
entre los desórdenes mentales y la espiritualidad. Incluye una propuesta
antropofilosófica, una teoría de la personalidad y un planteamiento metodológico
enriquecido por un sinnúmero de técnicas. Assagioli describe a la Psicosíntesis como
la "psicología del espíritu", pero consciente de que el término espiritual se confunde
fácilmente con la religión, elige treinta años antes que Maslow la expresión
transpersonal para referirse a la dimensión espiritual que él vislumbra como la cuarta
dimensión que conforma la naturaleza humana.
Aunque no se cuenta con datos fehacientes de que Maslow y Sutich hayan basado su
propuesta transpersonal en los planteamientos, hipótesis y esquemas de estos
pioneros de la corriente transpersonal, no podemos negar la importante contribución
que hacen al desarrollo de esta corriente psicológica. Hoy por hoy, todos ellos son
considerados como una fuente de información, de influencia y de inspiración para
todo aquel interesado en el estudio y comprensión profunda de la naturaleza
humana.
La psicología transpersonal se caracteriza por un especial interés y una consideración
muy particular por el estudio y la expansión del campo de la investigación empírica
y científica de los estados de salud y bienestar psicológico, así como una profunda
inquietud encaminada a promover el desarrollo integral de la conciencia en sus
dimensiones biopsicosocialespiritual o transpersonal. Reconoce la capacidad humana
de experimentar una amplia gama de estados de conciencia que trascienden los
límites naturales del ego y de la personalidad, y se ocupa y preocupa por alcanzar
una comprensión más profunda del llamado impulso trascendental. Su objetivo
central incluye tanto las áreas de interés tradicionales en el campo de la psicología,
como uno muy especialmente dirigido a promover y facilitar el crecimiento y la toma
de conciencia que trasciende los niveles de salud tradicionalmente reconocidos.
Es importante señalar que la corriente transpersonal no surge como una reacción en
contra de las escuelas psicológicas que le preceden sino que, reconociendo sus
semejanzas y celebrando sus diferencias, pretende lograr una integración o, como lo
expresa Wilber (1994, p. 8), "una visión global que permita determinar el enfoque
más adecuado para cada cliente en cada caso concreto". Así mismo cabe destacar
que al igual que la psicología humanista, este enfoque no forma una escuela
psicológica específica, sino que se encuentra conformada por un número
considerable de exponentes de diversas disciplinas que plantean sus propias teorías
y métodos, enfatizan distintos elementos del desarrollo de la dimensión espiritual y
dirigen su atención y su acción a diferentes aspectos del ser, el existir y el quehacer
de la persona humana. A pesar de sus diferencias, todos coinciden en dos principios
fundamentales que son: el concepto de la naturaleza humana en que se basa este
enfoque y el origen, desarrollo y trascendencia de la conciencia hasta sus últimas
instancias.
La propuesta antropofilosófica de la que parte la psicología transpersonal contempla
al ser humano como una unidad integral armónica que no sólo abarca las
dimensiones biológica, psicológica y social de los individuos, sino que incluye otras
dos dimensiones más elevadas: la transpersonal y la trascendente. La primera
permite a la persona salir de sí misma para convertirse en testigo y observador de
toda la creación incluyéndose a sí mismo en ésta y de la realidad última. La
segunda, es la que la impulsa naturalmente a despertar a la conciencia unitaria (5),
en la cual se realiza el misterio de la unidad en la multiplicidad del que nos habla
Teilhard de Chardin (1971). Cada una de estas dimensiones posee sus propios
elementos, funciones correspondientes, necesidades, motivaciones y valores
específicos, así como un principio rector particular.
%
!
"
"
"
Con el objeto de clarificar el concepto de salud enfermedad y de los modelos
psicoterapéuticos de la Psicología Transpersonal, se considera conveniente conocer
las estructuras de la conciencia y el proceso de desarrollo que de ésta plantea el
enfoque que nos ocupa. Para ello, a continuación presentamos una visión
panorámica o mapa de la conciencia (6) en la cual puede observarse la integración
de los modelos estructurales planteados por Freud, Jung, Piaget, Rogers, Maslow,
Lonergan, Loevinger, Erickson y Wilber, entre otros.
La conciencia se encuentra estructurada en niveles que se relacionan estrechamente
con las dimensiones que conforman la naturaleza humana, mismas que se
consideran estructuras básicas que permanecen a lo largo de todo el proceso de
desarrollo al que hemos llamado Espiral de la Conciencia (7). Estos niveles son: pre
egóico, egóico biológico, prepersonal, personal, organásmico social y transpersonal.
1 :
% ! . Comprende los primeros cuatro o cinco meses de vida y se
caracteriza por ser una etapa en la cual la conciencia no se diferencia aún de todo lo
creado. Por esta razón es que también se le ha llamado nivel pleronómico, primitivo
o autista, por tratarse de aquel en el que la conciencia no se distingue aun del
pleroma (8). Existe en un estado de confusión, en la que el ego en su etapa
embrionaria lucha incansablemente por recuperar el equilibrio homeostático. Este
estadio de la conciencia ha sido ampliamente descrito por pedagogos y psicólogos
contemporáneos, entre los que se encuentran: Bertalanffy (1964), Feldman González
(1982), González Garza (1989, 1995), Loevinger (1976), Mahler (1975), Neumann
(1973), Piaget (1977), Villanueva (1985) y Wilber (1989), entre otros. "Durante las
primeras etapas el mundo y el yo son uno sólo; un término es indistinguible del
otro... el yo es material, por así decirlo" (Piaget, 1977). "No podemos considerar que
el niño al nacer tenga un ego. Su primera función consiste en aprender a
diferenciarse de lo que le rodea" (Loevinger, 1976). "Aparentemente, la etapa más
primitiva es tal que en ella no se experimenta la diferencia entre el mundo exterior y
el ego... El niño no distingue todavía su yo de las cosas externas; sólo aprende a
discernirlas lentamente" ( Bertalanffy, 1964).
1 :
! . Es el más simple y reducido nivel de autoconciencia en el que el
proceso de diferenciación sujeto objeto es aun muy primitivo. Siguiendo a Mahler
(@ # ) en su teoría sobre el desarrollo de la estructura del self encontramos que,
en su primera fase (5 a 9 meses) el bebé comienza a diferenciar su cuerpo del de su
madre, en la segunda (9 a 15 meses), cruza por una etapa narcisista exhibicionista,
en la tercera (15 a 24 meses) se realiza la diferenciación entre el self y las
representaciones objetales, lográndose entonces el nacimiento psicológico del niño y
la cuarta y última (24 a 36 meses), se caracteriza por la consolidación y la
constancia del objeto emocional al que Erikson se refiere como la etapa de
satisfacción vs. insatisfacción. Este nivel de conciencia se rige por el principio del
placer (Sullivan, 1973) y actúa motivado por las necesidades básicas fisiológicas que
propone Maslow, (1970). Corresponde a la etapa sensoriomotriz que describe Piaget
y el desarrollo afectivo emocional depende, en gran medida, de la satisfacción de las
necesidades fisiológicas y psicológicas básicas, como lo plantean Rogers y Erikson.
La conciencia se encuentra identificada con el cuerpo y se sitúa principalmente en la
dimensión biológica, aunque al finalizar esta fase, empieza a penetrar dentro de los
confines de la dimensión psicológica.
1 :
. Conforma una nueva etapa de transformación en la cual la
mente inicia su camino de desidentificación (9) del cuerpo y pasa de ser una
conciencia (ego) corporal a una conciencia (ego) mental racional, en la cual, como
Wilber (1989) lo expresa a través de la mente verbal, el "yo deja de estar atado y
encadenado al presente, perdiendo su miopía y la dependencia exclusiva de su
percepción. Este proceso comprende tres fases: la diferenciación entre cuerpo y
mente, la trascendencia del cuerpo y la tercera que es consecuencia de las
anteriores es la capacidad de operar, controlar y dirigir el cuerpo. Esto implica una
expansión de la conciencia, que en esta etapa se realiza gracias al vehículo del
lenguaje simbólico, que crea para la mente un espacio perceptual que se extiende
mucho más allá de la simple recepción sensorial". La conciencia pasa del mundo de
las operaciones físicas, al mundo conceptual de las operaciones psicológicas.
Corresponde a la etapa preoperacional de Piaget que se distingue por la
unidireccionalidad, cuya lógica se dirige hacia la actividad, sin posibilidad de revertir
los pasos y se sitúa en un período que va de los dos a los siete años. El desarrollo
cognoscitivo tiene en esta etapa una influencia decisiva en el proceso afectivo
emocional. Arieti (1967) expresa esta idea diciendo: "...los conceptos penetran la
imagen del yo y, en gran medida lo constituyen".
Esta fase comprende el área psicosocial a la que Erikson se refiere como "iniciativa
vs. culpa", en la que las necesidades psicológicas básicas de seguridad, aceptación,
reconocimiento y sentido de pertenencia juegan un papel importante en el desarrollo
de la personalidad. Rogers (1966) sostiene que el desarrollo natural del potencial
humano puede verse seriamente distorsionado cuando la valoración externa que
proviene de las figuras de autoridad circundantes transmite mensajes de rechazo y
de devaloración a través de críticas destructivas, de castigos y de humillaciones. Es
importante señalar que en esta etapa del desarrollo, el individuo reacciona no sólo
ante los objetos, personas y sucesos, sino también ante las imágenes. Por lo tanto,
como lo afirman Fenichel (1945) y Fairbairn (1952), una imagen es capaz de evocar
los mismos tipos de emociones y sentimientos que el propio objeto, persona o
situación provocan.
1 :
. Regido por el principio de realidad, este nivel abarca dos etapas
del desarrollo evolutivo; la primera que va de los 7 a los 12 años (preadolescencia) y
la segunda que comprende la fase conocida como la adolescencia. Esta a su vez
atraviesa por tres períodos distintos: la temprana que corresponde a la pubertad, la
primaria en la que el individuo se vive dividido entre el narcisismo y el encuentro con
el otro y los otros, y la tardía (17 a 21 años aproximadamente), en la que estas
dicotomías se van resolviendo positiva o negativamente y las polaridades van
encontrando puntos de convergencia y de síntesis.
La primera etapa preadolescente se caracteriza por el desarrollo del pensamiento
lógico al que Piaget denomina etapa operacional concreta y cuyas principales
características son: el reconocimiento de la estabilidad lógica del mundo físico, la
consciencia de que los elementos pueden modificarse o transformarse y aun así
conservan sus características originales, y la comprensión del principio de
reversibilidad que consiste en la capacidad para manejar el pensamiento
bidireccional. Esto implica que la resolución de problemas que en la etapa anterior se
realizaba a través del ensayo y error, ahora se aborda por medio de la lógica.
En la esfera de lo afectivo emocional, a la que Erikson se refiere como "aplicación vs.
inferioridad", se experimentan necesidades de logro, de autoestima, autovaloración,
de pertenencia y afiliación, así como de seguridad y confianza en sí mismo. Los retos
a los que se enfrenta la persona en esta fase de su desarrollo es la conquista del
mundo que se encuentra más allá de los horizontes familiares y el ir logrando un
sentido de independencia que lo capacita para enfrentar la crisis (10) de la
adolescencia.
La fase de la adolescencia corresponde al pensamiento operacional formal propuesto
por Piaget, en la que el pensamiento que ha cruzado por el mundo de los conceptos
y las teorías se encuentra ya capacitado para abordar el campo de la abstracción y
de la ciencia. El estilo cognoscitivo es sintético creativo social y el pensamiento
verbal dialogante e interrelacional. La tendencia altamente integradora del dominio
personal, propia de esta fase, se encuentra motivada por un fuerte impulso hacia la
formación del autoconcepto, o constelación de autoconceptos que incluyen
imágenes, fantasías, motivaciones, recuerdos, ideas, información individual, en una
palabra, el extenso mundo de identificaciones parciales a las que Assagioli (1974)
denomina subpersonalidades, y Loevinger (1976), identidades diferentes. Este
proceso integrador puede ser obstaculizado o favorecido por el medio ambiente, que
si bien ejerce una fuerte influencia en la formación del self o sí mismo, no por ello lo
determina. El proceso al cual nos referimos ha sido analizado por diversos estudiosos
de la psique humana, recibiendo distintos nombres, entre los que destacan:
individuación (Jung, 1972), humanización (Freire, 1973), autoactualización (Rogers,
1961), autorrealización (Maslow, 1982), estructura reflexivo formal (Wilber, 1994) o
estructura convencional (Loevinger, @ # .). Todos ellos, desde su propia visión, se
refieren coincidentemente a la importancia que la emergencia de un yo o ego
corporal, de un ego psicológico y de un sí mismo emocional, tienen en el desarrollo
de la personalidad sana.
Cuando el desarrollo no ha sido seriamente distorsionado por el medio ambiente, el
concepto de sí mismo (conciencia individual) se amplía al integrarse las polaridades
cuerpo mente, objtividad subjetividad, lógica intuición, sombra persona, niño
adulto, individuo sociedad, eros thanatos (11), contempladas como tendencias
polares naturales en el ser humano. Esta síntesis capacita a la persona para pasar al
siguiente nivel de conciencia que integra y trasciende los niveles precedentes.
1 :
)
(12). Se rige por los principios de la relación y de la
voluntad. Esta es una fase en la que se realiza la integración de todos los niveles de
conciencia anteriores, como lo describen Sullivan, Grant y Grant (1957). Fromm
(1991) se refiere a ésta como la etapa de la autonomía, Wilber (1989) la llama la
etapa de los reinos centáuricos y González Garza (1989) la denomina la etapa
organísmico social.
Durante esta etapa que no es posible ubicar en alguna edad específica ya que
implica el haber alcanzado un grado considerable de madurez la persona cruza por
diversas esferas de autoexploración, de autoaceptación y autovaloración, así como
de profundos cuestionamientos de índole existencial y filosófico que tiende
naturalmente a buscar el significado y el sentido de la existencia. Lonergan (1988, p.
35) afirma que "es solamente en el proceso de su desarrollo como el sujeto llega a
hacerse consciente de sí mismo y de la distinción que existe entre él y su mundo".
Como resultado del cuestionamiento que implica el preguntar hacia afuera, así como
de reflexionar y cuestionarse a sí mismo por sí mismo, la conciencia de ser y de
existir conquista, a través de la voluntad y de la intencionalidad, al mundo interno de
sentimientos que se abre y se refleja en relaciones interpersonales significativas y
comprometidas. Éstas dejan de tener el carácter egocéntrico deficitario de las etapas
anteriores, para transformarse en relaciones libres, comprometidas y promotoras del
desarrollo no sólo personal, sino comunitario y social.
El desarrollo de la libertad responsable, característico de este nivel de conciencia, así
como de la voluntad de sentido a la que Frankl (1982) hace referencia, conduce al
despertar existencial social en el cual la interacción con el mundo cobra un nuevo
significado y trasciende el deseo egocéntrico de poder, de control y de dominio.
Como resultado de la desaparición de las fronteras sociales, culturales, políticas,
ideológicas y económicas, emerge un marcado interés por la justicia social y se
descubre el milagro del encuentro en el cual compartir es causa de alegría.
La emergencia de un self o sí mismo integral, al que Rogers (1971) se refiere como
la persona que funciona óptimamente, da lugar a una nueva etapa de transformación
y de expansión de la conciencia.
/1 :
. Se rige con base en los principios de la intencionalidad y de la
trascendencia. En este nivel se encuentra la residencia de los valores universales, de
las aspiraciones más elevadas y de las causas más nobles, precisamente porque es
la dimensión que penetra en los dominios espirituales de la naturaleza humana. Los
horizontes de cada nivel de conciencia y de cada dimensión humana se han venido
relacionando e integrando en etapas sucesivas de un mismo proceso. A este respecto
Lonergan se expresa de la siguiente manera: "Cada etapa ulterior presupone etapas
anteriores, en parte para incluirlas y en parte para transformarlas. Precisamente
porque las etapas son anteriores y posteriores, no hay dos que sean simultáneas.
Son partes, no de un único mundo colectivo, sino de una única biografía o de una
única historia... Todo aprendizaje es, no una mera adición que se hace a lo
anteriormente aprendido, sino más bien el crecimiento orgánico de lo que habíamos
aprendido" (1988, p. 230)
Son muchos los teóricos de las ciencias humanas que describen las características de
la conciencia transpersonal. Entre ellos destacan: Lonergan, con su propuesta sobre
los proceso de conversión que el ser consciente sufre a lo largo de las tres etapas o
esferas: las esferas restringidas del ser, la esfera real y la esfera trascendente del
ser; Freire, para quien el nivel transpersonal de conciencia surge en el momento en
el que el proceso de humanización concluye y la persona se encamina hacia la
humanización que sólo es posible a través de los actos de la voluntad y de un
ejercicio responsable de la libertad, y que opera en el momento en que la conciencia
gana la dimensión de la trascendentalidad; Maslow, con su teoría que sostiene que
en este nivel de conciencia las personas experimentan las metanecesidades y las
metamotivaciones que incluyen no sólo los valores intrínsecos o instintivos de su
naturaleza biopsicosocial, sino los valores supremos o mas elevados a los que este
autor se refiere como Valores del Ser; Fromm, en este mismo sentido, habla del
hombre nuevo como aquel que renuncia a todas las formas de tener, para poder
llegar a ser realmente; Rogers, quien describe las características de la persona del
año 2000; Assagioli describe al ser transpersonal como el testigo y González Garza
se refiere a éste como el núcleo del sí mismo, que alcanza su plena realización en el
momento en que despierta a la conciencia unitaria en la cual se resuelve el misterio
de la unidad en la multiplicidad.
El nivel transpersonal de conciencia, contemplada desde esta óptica, se constituye
como el nivel más elevado de desarrollo del potencial humano. Sus características
principales son: la percepción global u holística, la trascendencia de lo temporal y lo
espacial, así como el desapego del egocentrismo que se manifiesta a través de las
metanecesidades y metamotivaciones. Se constituye como el testigo, observador y
participante del ser y del Ser. La plena realización del potencial propio de la
naturaleza del hombre y de la mujer llega a su máxima expresión en el momento en
que al despertar a la Conciencia Unitaria (González Garza, 1989) se funde, sin
confundirse, con el ser esencial que es su origen.
Desde la perspectiva transpersonal, el desarrollo integral de la conciencia consiste en
la actualización del potencial innato que se encuentra latente en cada una de las
dimensiones que conforman la naturaleza humana. Este proceso se realiza en la
medida en que el individuo en cada etapa de su desarrollo va logrando reconocer,
aceptar, simbolizar, organizar e integrar en su conciencia individual, todos los
elementos, características, polaridades y subpersonalidades (13) que corresponden a
cada estadio de conciencia.
Una vez que se lleva al cabo esta integración, el sujeto es capaz de desidentificarse o
desapegarse de esta identidad parcial frecuentemente distorsionada para entonces
ampliarse hacia un nivel más inclusivo y elevado de conciencia. A medida que la
conciencia evoluciona, la sombra o mundo del no ser se disminuye y la conciencia se
expande alcanzando mayor grado de madurez y conscuentemente, de salud.
El enfoque transpersonal sostiene que el ser humano naturalmente tiende hacia la
autorrealización y la trascendencia. Sin embargo, no niega que este proceso natural
puede verse obstaculizado y distorsionado por el medio ambiente que si bien no es
un factor determinante, sí influye en el desarrollo del self o sí mismo. El ser humano
se encuentra entre dos fuerzas o polaridades que son: la experiencia interna del ser,
a la cual Rogers (1966) llama la "sabiduría organísmica o valoración organísmica", y
la influencia del medio ambiente, la "valoración externa". Esta polaridad, unida a las
necesidades que cada una de las dimensiones humanas experimenta, es el origen de
la llamada sombra, que resulta de las identificaciones parciales, así como de los
mecanismos de defensa que reducen a la conciencia en la medida en que la hacen
más y más exclusiva.
Cuando a lo largo del proceso de desarrollo al que llamamos vida, la persona va
siendo capaz de desidentificarse o desapegarse de las identidades o identificaciones
parciales, su conciencia se amplía hacia niveles más inclusivos y elevados de
conciencia. Es decir, a medida que la conciencia evoluciona, la sombra (14) mundo
del no/ser disminuye, alcanzándose así un grado mayor de autoconocimiento, de
salud y de madurez.
De esta tesis se deduce que al separar, negar y/o proyectar aspectos y elementos
del self o sí mismo al mundo externo, el individuo se identifica sólo con aquellas
facetas que acepta como propias. Por lo tanto, la sombra aparece en cada uno de los
niveles y etapas de desarrollo de la conciencia, adquiriendo distintas formas que
responden al conjunto de características, funciones, necesidades y valores propios de
cada dimensión, con los que el individuo a partir de la subjetividad se identifica.
Por lo tanto, desde esta perspectiva, se considera que el desarrollo deficiente de la
conciencia es producto de las crisis de identidad no resueltas en los diferentes
estadios por los que la conciencia atraviesa a lo largo de su proceso de
autorrealización y de trascendencia. Esto significa que cuando el individuo no ha sido
capaz de completar el ciclo de identificación desidentificación propio de cada nivel de
conciencia, permanece aferrado a identidades o conceptos limitados de sí mismo que
impiden el desarrollo natural hacia la autorrealización y la trascendencia. Surge
entonces un desfasamiento entre las etapas cronológicas de crecimiento infancia,
niñez, adolescencia y adultez y la expansión de los niveles de conciencia que
corresponde a cada una de estas fases. Esta alteración en el proceso natural de
desarrollo por lo general es la responsable de las disfunciones, perturbaciones,
trastornos y/o patologías que presentan diversos grados de complejidad.
"
!
Entre las definiciones que se han propuesto a lo largo de más de 25 años se
encuentran las planteadas por Sutich (1968), Walsh y Vaugham (1980), Hendricks y
Weinhold (1982), Hutton (1988), Scotton (1985) y González Garza (1995). A
continuación se presenta una síntesis de éstas, a manera de definición general.
La psicoterapia transpersonal está directa o indirectamente interesada por el
reconocimiento, la aceptación y la realización de los estados últimos: unidad,
totalidad, verdad última, realidad absoluta, percepción de lo sagrado, experiencia
oceánica o experiencia de Dios, así como por descubrir y superar los obstáculos y
barreras que impiden este despertar. Es una práctica que va más allá de los límites
del ego, formando un puente entre los reinos psicológicos y los espirituales. Centra
su atención en las alteraciones psíquicas relacionadas con las crisis espirituales que
se presentan como resultado de: el desarrollo deficiente de la conciencia, el fracaso
en los procesos de diferenciación integración, el hedonismo espiritual, el narcisismo
espiritual, la depresión causada por la noche oscura del alma y los problemas que
surgen ante un despertar espiritual prematuro, así como por las fases de
transformación por las que el ser humano atraviesa a lo largo del proceso de
despertar a su verdadera esencia.
Como puede observarse, la naturaleza y los objetivos centrales de la psicoterapia
transpersonal trascienden los reinos egóico y personal de la conciencia al adentrarse
en las profundidades de la dimensión espiritual. Su interés por los aspectos de la
personalidad y de la conducta relacionados con las regiones superiores de la
naturaleza humana, así como la convicción de que el camino hacia la salud integral
exige cada vez más la interrelación de las disciplinas personales con las
transpersonales, le conducen a introducirse dentro del campo de las enseñanzas y
propuestas psicológicas de las tradiciones espirituales. Esta interacción ha traído
consigo grandes ventajas, así como algunas desventajas y peligros a la práctica
psicoterapéutica. Entre las ventajas cabe destacar: una extensión significativa de
miras en cuanto a lo que se refiere a conceptos antropofilosóficos y psicológicos que
abren un horizonte más amplio hacia la comprensión del complejo fenómeno
humano; la creación de un puente entre la dimensión temporal de la ciencia y la
dimensión atemporal e infinita de la mística, que permite la integración del
conocimiento y de la sabiduría y una aproximación distinta a la concepción,
valoración e intervención en las crisis de transformación que pueden llegar a
presentarse como resultado de prácticas espirituales y experiencias no ordinarias de
conciencia.
Las desventajas que esta interrelación trae consigo se derivan de la confusión que en
muchas ocasiones existe entre la psicoterapia transpersonal y el quehacer también
de carácter terapéutico o curativo propio de las tradiciones espirituales, al que se ha
llamado "sanación espiritual" o "cura del alma". Skynner (1990, pp. 46 64) presenta
una detallada descripción de las similitudes entre las propuestas psicoterapéuticas de
la psicología transpersonal y aquellas de las tradiciones espirituales, que explican
cómo las aparentes coincidencias parciales entre los dos enfoques son en gran parte
las responsables de la confusión a la que se hace referencia.
Por último, los peligros que pueden resultar de esta confusión son, entre otros: la
introducción de prácticas espirituales indiscriminadas en el contexto de la
psicoterapia, la tentación en la que el psicoterapeuta puede caer de aspirar a
convertirse en maestro o gurú y dejar a un lado la responsabilidad que su quehacer
profesional específico le exige y el pretender que a través del modelo transpersonal
pueden tratarse todas las disfunciones, alteraciones y patologías, sin tomar en
cuenta su etiología y el nivel de conciencia en el que éstas se generan y se
desarrollan. Esta falsa pretensión conduce a ignorar que distintas manifestaciones
patológicas requieren de enfoques psicológicos y de modelos de intervención
psicoterapéutica diferentes.
Es muy importante señalar que si bien la psicoterapia transpersonal pretende
integrar los aspectos y los fenómenos físicos (biológicos y materiales), los
psicológicos (mentales y anímicos) y los espirituales (trascendentes y místicos), su
campo de acción difiere importantemente de aquel que corresponde a las tradiciones
espirituales. La finalidad y los objetivos de la práctica psicoterapéutica se centran en
la atención de las alteraciones, disfunciones y patologías que pueden presentarse
como resultado del despertar de las energías e impulsos espirituales. Por lo tanto,
pretender invadir o usurpar el terreno de las tradiciones espirituales, es un error
categorial que puede llegar a tener consecuencias lamentables. El enfoque
transpersonal no es una tradición espiritual, ni un camino contemplativo a través del
cual se tiene acceso a las realidades trascendentes y al descubrimiento de la Esencia
Divina, sino una corriente psicológica fundamentada en un enfoque comprehensivo
de los alcances remotos de la naturaleza humana, que devela los problemas,
dificultades y las crisis de transformación espiritual y facilita los procesos de
identificación integración consolidación desidentificación, que permiten la expansión
de la conciencia.
B *
Grof (1989) sostiene que la terapia transpersonal no debe abocarse a la atención y el
tratamiento de condiciones de naturaleza claramente psicótica, cuyos rasgos
característicos son: a) la desintegración severa de la personalidad, b) la incapacidad
para la introspección y el insight, c) las alucinaciones y delusiones paranoides y d)
las formas de comportamiento extravagante o francamente anómalo. Esto significa
que individuos con un largo historial de tratamiento institucional y farmacológico, así
como aquellos que presentan padecimientos crónicos relacionados con las psicosis
autistas, las psicosis simbióticas infantiles, las esquizofrenias adultas, las psicosis
depresivas, los trastornos narcisistas primarios, los trastornos
de la
personalidad, las neurosis
de alto nivel o las psiconeurosis cuya etiología
más perturbadora tiene sus raíces en las etapas prepersonales del desarrollo , no
encajan dentro del campo de la psicoterapia transpersonal debido a que requieren de
una intervención médico psiquiátrica. Este mismo planteamiento, como veremos
más adelante, es compartido por Wilber y por Assagioli, quienes definen claramente
la patología que corresponde a niveles de conciencia menos evolucionados, de
aquella que se refiere al ámbito de lo transpersonal.
Antes de pasar a tratar el tema sobre las técnicas, cabe señalar que uno de los
principios más importantes en la aplicación de éstas en los procesos
psicoterapéuticos, es que toda técnica y toda estrategia no son más que simples
instrumentos para producir un efecto determinado sobre la psique, por lo que nunca
deberán ser consideradas como fines en sí mismas. Otros elementos importantes a
tomar en cuenta son: 1) las actitudes y los valores del terapeuta juegan un papel
mucho más importante que las técnicas, 2) los ejercicios, los métodos y las técnicas,
se van determinando conjuntamente entre terapeuta y cliente para alcanzar los fines
que se pretenden y 3) la aplicación de las técnicas, los ejercicios y los métodos
siempre se verán encausados y manejados a través de la voluntad y de la libertad
responsable.
La psicoterapia transpersonal combina diversas técnicas con el objeto de provocar un
efecto más amplio. Al conjunto de técnicas que se estructuran con base en los
objetivos que se pretende, se le conoce como ejercicios. Éstos por lo general
incluyen técnicas de respiración, de relajación, de visualización, de concentración
mental y de imaginación creativa, entre otras. El término método corresponde al
conjunto de técnicas y ejercicios que se emplean en la práctica psicoterapéutica.
#"
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La psicosíntesis divide la práctica psicoterapéutica en dos grandes grupos. El primero
se aboca a atender los conflictos, disfunciones y alteraciones del nivel personal de
desarrollo, en cuyo caso el objetivo es la estructuración o reestructuración del self
personal, y el segundo que corresponde al nivel transpersonal, se centra en el
desarrollo de una estructura armónica que permita y favorezca la asimilación y la
integración de las tendencias y las energías espirituales.
La amplitud del repertorio de técnicas que Assagioli desarrolla y compila, hace
prácticamente imposible la presentación y la descripción de cada una de éstas. Por lo
tanto, nos limitamos a mencionar algunas de las técnicas más utilizadas por los
psicoterapéutas de la psicosíntes, no sin antes sugerir al lector interesado en este
tema, consulte las fuentes originales (15).
Para las fases iniciales de la psicoterapia se emplean: biografía, autobiografía, diario,
cuestionarios diversos, análisis de los sueños, técnicas proyectivas, dibujo libre y
ejercicios en los que se utiliza música, movimiento rítmico y expresión creativa. Más
adelante, y con base en el proceso individual del que se trate, se van utilizando las
siguientes
técnicas:
identificación desidentificación,
trabajo
con
las
subpersonalidades, fantasías guiadas, evocaciones visuales, olfativas, gustativas,
motrices, auditivas y simbólicas, expresión del ser a través del arte, transformación
de las energías psicocorporales, entrenamiento imaginativo, meditación reflexiva y
contemplativa, diálogo interior, biblioterapia, modelo ideal del yo, descubrimiento de
las energías y las dimensiones del amor, de las relaciones interpersonales, del
encuentro y del compromiso social, entre otras.
Entre los ejercicios más recomendados se encuentran aquellos que favorecen el
manejo del humorismo, la transformación de las energías sexuales, las agresivas, las
combativas y las emotivas, entre otras, el trabajo con los miedos que experimenta el
cliente, la síntesis de polaridades, así como aquellos que se dirigen a la purificación
del cuerpo, de la mente y del espíritu, a lograr la comunión con la naturaleza y a
fortalecer la voluntad, la libertad y la responsabilidad. Tanto las técnicas, como los
ejercicios que aquí se presentan, favorecen el desarrollo de la biopsicosíntesis.
Además de las técnicas y de los ejercicios, Assagioli diseña estrategias de
intervención tanto individuales como grupales, encaminadas a facilitar el desarrollo
de las habilidades de pensamiento y de la mente consciente, así como del manejo de
las emociones y los sentimientos.
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El sistema de emergencia espiritual es una forma de intervención diseñada y
desarrollada por Grof (1989b), después de más de dos décadas de investigación y
práctica psicoterapéutica. Se dirige a la atención de las crisis que se presentan ante
el despertar de las energías espirituales, a las que Grof se refiere como crisis de
transformación.
Grof desarrolla lo que él ha llamado la terapia holotrópica con la intención de activar
el inconsciente y desbloquear la energía positiva, que es la que permite a la persona
superar la fragmentación interior y el sentido del aislamiento del mundo, para lograr
así la integración total. Esta terapia experiencial consiste en presentar estímulos al
paciente que le conduzcan a experimentar con plenitud las sensaciones y emociones
emergentes, así como en ayudarle a descubrir formas apropiadas para expresarlas.
Para ello se invita a la persona a utilizar sonidos, posturas, movimientos, dibujos, los
mándalas y otras formas de expresión simbólica y/o metafórica. Grof combina la
técnica de la respiración holotrópica con otros ejercicios y técnicas que favorecen la
retrospección y liberan al individuo de su coraza muscular. Estos conducen al
individuo a experimentar estados no ordinarios de conciencia en los que se reviven
situaciones y/o episodios perinatales, biográficos, estéticos o transpersonales. La
utilización de música evocativa cuidadosamente programada, de técnicas de
regresión y de hiperventilación abren la puerta de sabiduría organísmica que es la
que en última instancia conduce a la experiencia transpersonal; aquella que va más
allá del mundo del intelecto racional, selectivo, verbal y limitado.
Se ha planteado ya la importancia que tiene para la psicoterapia transpersonal el que
técnicas y estrategias que se emplean en el proceso respondan específicamente a
cada caso particular. En algunas ocasiones las técnicas deberán dirigirse a acelerar el
proceso de transformación, en cuyo caso se sugiere el uso de la meditación, el canto
de mantras en grupo, las prácticas contemplativas y los rituales propios de la
práctica espiritual que la persona profese, o en otros términos, lo que Wilber llama
"el camino del santo". La utilización de la música, la danza, la pintura y otros medios
de expresión de los sentimientos, es lo adecuado en estos casos.
Sin embargo se presentan ocasiones en que el ritmo del proceso interfiere con la
vida cotidiana del paciente y lo que ésta le demanda, por lo que se hace necesario
disminuir este ritmo. Para ello, lo recomendable es que la persona suspenda toda
forma de práctica espiritual, cambie la dieta alimenticia (a una más proteínica y rica
en calorías), se de baños calientes y realice trabajos y ejercicios físicos ligeros.
Debido a los componentes psicosomáticos que suelen presentar estas alteraciones, la
acupuntura puede ser un tratamiento alternativo recomendable. Esta práctica tiene
resultados excelentes en el desbloqueo de la energía y la armonización de las
energías psicológicas. Asimismo el empleo de las técnicas y estrategias propias de
las terapias humanistas y de la psicosíntesis son especialmente adecuadas.
Grof recomienda a los psicoterapeutas que hacen uso de la terapia holotrópica, que
el proceso no se limite a la comunicación verbal, sino que permita y promueva la
experiencia integral y se dirija a la liberación de las emociones reprimidas. Asimismo,
sugiere que en casos muy severos, cuando el individuo presenta comportamientos
autodestructivos o se encuentra sumamente agitado, lo ideal es ofrecer a esta
persona un cuidado intensivo las 24 horas del día o, en su defecto, utilizar el uso de
tranquilizantes u otros fármacos, mismos que siempre deberán ser administrados por
un médico psiquiatra que conozca el caso en particular.
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Entre las técnicas que la psicología transpersonal ha retomado para enriquecer su
práctica se encuentran: la técnica de la imaginación activa dirigida a acceder al
inconsciente colectivo y otras encaminadas a facilitar el descubrimiento de la
sombra, de Jung, la fantasía guiada desarrollada por Desoille en la década de los
años treinta, la visualización simbólica que expone Rowan, el sistema terapéutico
desarrollado por Walsh al que se le conoce como "Diez perfecciones", cuya principal
característica es que se centra en la iluminación y no en la patología, y el método de
la autoobservación que Needleman descubre en la meditación.
Otra referencia importante en cuanto a técnicas nos la ofrece Tart en su libro
Psicologías Transpersonales. En sus dos volúmenes, Tart presenta los caminos del
budismo zen, el yoga, el cuarto camino de Gurdjieff, el entrenamiento de Arica, el
sufismo contemporáneo y la psicología de la tradición mística cristiana, que ofrecen
distintas técnicas y herramientas para promover el despertar de las energías
espirituales y la salud integral.
Dass, Coleman, Kornfield, Graf Durckheim, LeShan, Trungpa, Walsh y Varela, entre
otros, proponen a la meditación como un camino que conduce a una profunda
transformación, a un cambio radical de conciencia y a la integración de las
polaridades. Sin embargo, a este respecto consideramos importante mencionar los
alcances y los peligros que la meditación, como técnica y/o práctica psicoterapéutica,
pueden traer consigo.
El objetivo central de la meditación es armonizar la energía psíquica, favorecer el
desarrollo del potencial espiritual y capitalizarlo de tal forma que se integre en
niveles superiores de organización. Durante las primeras etapas de la práctica
meditativa, suelen irrumpir violentamente en la conciencia algunos elementos
reprimidos de las estructuras inferiores, provocando un enfrentamiento con la
sombra. Este hecho ha llevado a algunos a creer que la meditación se limita a ser
una herramienta útil para facilitar la eliminación de los aspectos sombríos de la
personalidad, en cuyo caso se recomienda como una técnica de autoconocimiento,
sin comprender que este fenómeno no es otra cosa más que un subproducto de la
práctica meditativa. Si la meditación se limitara a ser solamente un medio para
alcanzar el propio conocimiento, ésta no sería sino un mero instrumento al servicio
del ego, y no una disciplina que mueve y canaliza las energías espirituales.
En las últimas décadas se han puesto de moda las prácticas meditativas, por lo que
es frecuente que orientadores y terapeutas las recomienden como un instrumento
para promover el desarrollo personal o bien las incluyan en su práctica
psicoterapéutica. Cuando el terapeuta no está familiarizado con los distintos caminos
de meditación que existen, así como con las consecuencias que esta práctica tiene en
la psique, su acción no solamente es irresponsable, sino muy riesgosa. El camino del
yogui puede llegar a causar trastornos emocionales y sexuales serios en individuos
que se encuentran en niveles de desarrollo anteriores al personal. En este mismo
caso se encuentra la meditación koan del Zen que resulta contraindicada debido a
que provoca una ansiedad profunda que afecta seriamente a personas con problemas
de ansiedad psiconeurótica. Aún en el nivel personal de conciencia, cuando las
patologías correspondientes se caracterizan por la confusión de roles, el gregarismo
patológico y el fracaso de una identidad personal, la meditación se convierte en un
instrumento de racionalización, de satisfacción de necesidades deficitarias y del
.
Frecuentemente, las crisis de transformación se generan precisamente por prácticas
meditativas equivocadas en las cuales la irrupción violenta de la sombra en la
conciencia, o bien la movilización intensa y prematura de las energías espirituales,
provocan estados de confusión que presentan distintos grados de complejidad y de
severidad. Los episodios psicóticos o pseudopsicóticos que se desprenden de una
práctica equivocada, se deben generalmente a que la persona no ha alcanzado aún
una estructura estable y fuerte del self. Dado a que el propósito de la meditación
tiende a la disolución de las estructuras egóicas para así llegar a trascenderlas, el
individuo que presenta características borderline o psicóticas sufre una
desintegración mayor que dispara y activa su patología. En general, la práctica
meditativa es contraindicada para toda aquella persona que presenta
manifestaciones patológicas propias de los niveles prepersonal y egóico de
conciencia, aunque algunas técnicas dirigidas al desarrollo de la concentración que
anteceden a la práctica meditativa propiamente dicha, resultan indicadas. Entre
éstas se encuentran: los ejercicios de relajación, el seguir con atención a la
respiración, el contar una y otra vez del uno al diez las inspiraciones y expiraciones,
el tai chi chuan, así como ciertas prácticas de la meditación mantrayana que pueden
ser una alternativa de apoyo a la psicoterapia.
Es frecuente, que por falta de información, se confunda a la meditación con las
prácticas de relajación. En el caso de la meditación, la conciencia entra en un estado
alterno en el que el ego se disuelve, el meditador trasciende los conceptos, así como
la ubicación en un tiempo y un espacio específico. Las prácticas de relajación y de
concentración, abren la conciencia a los bloqueos energéticos o puntos de tensión y
favorecen su eliminación, permiten a la persona entrar en contacto con su cuerpo, su
mente y sus emociones y la mantienen en un nivel de conciencia alerta o de vigilia
equilibrada o armónica. A través de estas prácticas la persona aprende a manejar
adecuada y positivamente sus emociones, canalizando la energía de tal forma que no
provoca el desequilibrio biopsicológico, ni las manifestaciones psicosomáticas que
son causadas por la acumulación de tensión negativa (distress).
En el caso de la patología propia del nivel personal existencial la práctica de la
meditación es un instrumento que promueve y beneficia el proceso terapéutico. La
ansiedad y la depresión existencial si bien pueden tener características similares a la
psiconeurosis, no se ven afectadas negativamente por la meditación, aunque en
estos casos la reflexión filosófica resulta más indicada. El método de la logoterapia,
desarrollado por Frankl es altamente recomendado para tratar las disfunciones
propias del nivel personal existencial de desarrollo de la conciencia.
La patología propia del nivel transpersonal encuentra, en general, un apoyo en las
prácticas meditativas, salvo en los casos que como lo apunta Grof (1989b) resulte
conveniente detener el ritmo de transformación.
*
Desde la óptica transpersonal se considera que cuando el proceso de identificación
integración desidentificación consolidación no se realiza, se presentan patologías
cualitativamente diferentes que requieren de una modalidad de tratamiento
particular. Wilber (1994, p. 111). sostiene que algunas terapias "...han sido
diseñadas específicamente para tratar un determinado tipo de psicopatología y
suelen, por tanto, ser contraindicadas para tratar otros síntomas".
Con el objeto de tener una visión panorámica de la patología que corresponde a los
niveles prepersonal y personal de conciencia, por ser estos los que no caen dentro
del ámbito de la psicoterapia transpersonal, se presentan a continuación dos cuadros
que indican: el nivel de conciencia, la meta del proceso de desarrollo que en éste ha
de lograrse, la patología que emerge cuando la meta no se alcanza, la sintomatología
correspondiente y el tipo de psicoterapia indicada.
Cuando el proceso de desarrollo entra en sus últimas fases, en las que la conciencia
pasa del nivel personal al nivel transpersonal, con frecuencia la persona atraviesa
por momentos críticos que anuncian una transformación. En estas crisis pueden
llegar a presentarse experiencias abrumadoras como: el resquebrajamiento del
sentido de identidad, cambios inesperados en la jerarquía valoral personal, cambios
significativos en la percepción y estados visionarios y estados oceánicos, así como
alteraciones de carácter fisiológico entre los cuales son frecuentes los trastornos en
el ritmo respiratorio, las sensaciones de sofoco, los temblores, los espasmos, los
dolores de cabeza y los mareos, que provocan confusión, miedo y en ocasiones una
tremenda ansiedad en la persona que las experimenta. Estas manifestaciones en
muchas ocasiones son contempladas como episodios de naturaleza psicótica, por lo
que resulta muy importante llegar a diferenciar con claridad los fenómenos que caen
dentro de los umbrales de los procesos críticos de transformación espiritual, de los
episodios de índole psicótica. El peligro de no llevar al cabo esta diferenciación tiene
dos vertientes: la primera es la de confundir un episodio psicótico con un proceso de
transformación espiritual y no dar a la persona la atención y el tratamiento médico
que requiere y la segunda, considerar que las crisis de transformación son
manifestaciones psicóticas y por lo tanto, tratarlas por medio de prácticas
psiquiátricas rutinarias que incluyen desde el tratamiento farmacológico, hasta la
internación del "paciente" en hospitales psiquiátricos. En estos casos, la atención
psiquiátrica resulta contraproducente debido a que los procedimientos terapéuticos
que se utilizan detienen el proceso evolutivo y autocurativo de estas crisis,
provocando la involución de la conciencia hacia estadios menos evolucionados e
impidiendo con ello la expansión de ésta hasta sus últimas expresiones.
Como ha sido ya mencionado, la psicología transpersonal se interesa por el
reconocimiento, la aceptación y la realización de los estados últimos. Este interés ha
conducido, en las últimas décadas, a la realización de investigaciones científicas
relacionadas con la neurología y la psicología que han llegado a descubrir que la
psique humana tiene acceso a un amplio espectro de estados de conciencia a los que
se ha clasificado como estados alterados por no encontrarse dentro de los
parámetros de la conciencia lineal verbal racional u ordinaria. Krippner (1982, pp.
23 28) describe al menos una veintena de ellos entre los que se encuentran, tanto
los inducidos por agentes externos (16), como aquellos otros que se experimentan
ya sea de manera espontánea, o bien como resultado de prácticas espirituales
disciplinadas que conducen al despertar del místico que todo ser humano lleva
dentro. A estos últimos, he preferido llamarles estados alternos de conciencia, ya
que el término alterado en ocasiones se entiende como perturbado, anormal o
enfermo.
Tanto los estados alterados como los alternos, conducen al individuo a vivir
experiencias no ordinarias, a las que Wilber (1989, p. 241) ha dividido en dos
grandes grupos: las prepersonales o preracionales y las transpersonales o
transracionales. Grof (1989), por su parte, las clasifica en tres grandes grupos:
perinatales, biográficas y transpersonales. Las primeras corresponden a los estadio
pleronómico, arcaico o pre egóico de conciencia. Las experiencias biográficas
incluyen los niveles de conciencia egóico y personal, y las transpersonales son
aquellas que corresponden al ámbito de lo espiritual en sus diversas
manifestaciones. Estas últimas se refieren a toda experiencia que trasciende las
fronteras de lo personal e incluyen: las experiencias de naturaleza estética, las
experiencias cumbre o meseta descritas por Maslow (1982), las experiencias de
rapto y éxtasis y aquellas de carácter religioso espiritual entre las que se encuentran
las experiencias místicas.
Las experiencias que los estados alternos o alterados provocan, presentan las
siguientes características: no se ubican en el tiempo y en el espacio, son alógicas y
arracionales (no ilógicos e irracionales), la conciencia del ego se disuelve, son
inefables debido a que las palabras siempre se quedan cortas cuando se trata de
expresar la experiencia vivida y frecuentemente presentan imágenes arquetípicas,
visión de figuras geométricas y/o de colores del arco iris.
Debido a la similitud aparente que estas experiencias pueden llegar a tener con
algunos de los síntomas propios de la psicosis, es frecuente que quienes las viven
experimenten temor de estar perdiendo la razón. Sin embargo, existen diferencias
claras que permiten distinguir cuando las experiencias son manifestaciones de la
expansión de la conciencia y cuando éstas tienen rasgos de naturaleza patológica. En
el primer caso, la experiencia vivida es siempre una experiencia integradora que
persigue la evolución progresiva, la persona tiene la sensación de haber alcanzado
un conocimiento que le permite la comprensión de fenómenos que no podía
comprender a través de las operaciones mentales concretas y formales de
pensamiento, y se experimentan cambios significativos de integración tanto en la
percepción, como en la conducta. En estas vivencias el individuo no establece
contacto con experiencias arcaicas infantiles o de un pasado biográfico
(prepersonales), sino con realidades trascendentes de unidad (transpersonales).
Durante la experiencia, escribe Wilber (1994 p. 251), se "...mantiene un acceso
potencial al ego, la lógica, el contacto social, la sintaxis, etc.".
En el caso de experiencias de naturaleza patológica, el suceso precipitante es por lo
general una situación de tensión y ansiedad extrema provocada por un ego débil con
tendencias hacia el aislamiento. Presentan síntomas claros de regresión causados por
una profunda angustia y la desintegración del yo es manifiesta. Existe confusión al
mezclarse el ego con el sí mismo, el interior con el exterior, lo natural con lo
sobrenatural, así como una franca incapacidad para lograr coordinar lógicamente las
introspecciones frecuentemente autistas y las intuiciones que un episodio psicótico
trae consigo. Las experiencias patológicas se caracterizan por la incapacidad del
sujeto para reconocer secuencias temporales, así como de adecuarse a la vida
cotidiana, creando todo esto una sensación general, que puede calificarse como
caótica, en la que el individuo alucina con su propia sombra. En estos casos
concretos es en donde se ubica la patología transpersonal dentro de la cual, como ya
se ha mencionado, no se incluyen aquellas manifestaciones patológicas cuya
etiología se ubica en las primeras etapas del desarrollo del self, o aquellas otras
causadas por alteraciones bioquímicas y/o disfunciones orgánicas.
Wilber (
, p. 99) ofrece un parámetro más para diferenciar con claridad la
patología que tiene componentes espirituales, de aquella otra que corresponden a los
niveles psicótico y/o borderline, a la que se refiere como "...patologías más
mundanas...". Según Wilber, toda persona familiarizada con la filosofía perenne (17)
será capaz de reconocer de inmediato "...la presencia de elementos espirituales
universales en un determinado episodio psicótico". Estos elementos son los que
marcan la diferencia entre las patologías prepersonales (mas mundanas o terrenas),
de las transpersonales. Wilber sostiene que estas últimas tienen, en sí mismas, un
potencial y una energía autocurativa extraordinaria y constituyen la puerta de acceso
a niveles de conciencia más evolucionados.
Es importante señalar que los elementos disparadores de las crisis de transformación
espiritual pueden ser de carácter: físico, en cuyo caso se encuentran las
enfermedades, accidentes y operaciones quirœrgicas que han puesto en peligro la
vida, las experiencias de "casi muerte" y de resucitación, así como el cansancio
extremo y a falta de sueño y/o de alimento por períodos prolongados; psicológico,
entre los que aparecen: la pérdida de seres queridos por muerte o por abandono, el
divorcio, la pérdida del trabajo o del prestigio, las quiebras económicas y las
situaciones de injusticia y de violación a los derechos humanos o espiritual, en donde
los factores precipitantes pueden deberse a prácticas psicoespirituales que someten
al cuerpo físico emocional a tensiones y presiones excesivas, así como a prácticas
erróneas que provocan desórdenes crónicos (18), a depresiones provocadas por la
noche oscura del alma y a la dicotomía interna que impide u obstaculiza la
experiencia de la unidad total.
En el desarrollo de la dimensión espiritual al igual que en el caso de las dimensiones
menos evolucionadas existen diversos grados a los que podríamos clasificar como:
inicial, intermedio y avanzado. Cada uno de estos incluye distintas potencialidades a
ser realizadas, en las que el proceso de identificación integración desidentificación
sigue jugando un papel predominante. Como ya se ha mencionado, cuando este
proceso fracasa, se presentan las crisis propias de cada nivel o estadio de conciencia.
Esto significa que en la medida en que la conciencia se expande, las disfunciones y
manifestaciones patológicas van disminuyendo en cantidad, intensidad y
complejidad.
a) Nivel inicial o primario. Constituye el más reducido en la escala transpersonal, y
es en el que pueden llegar a presentarse las manifestaciones patológicas psíquicas
que resultan ser las más complejas, por tratarse de disfunciones que se derivan de
una mala metabolización de las experiencias pasadas.
La patología que corresponde al nivel inicial suele presentar mayor grado de
complejidad y de severidad, por tratarse de aquella que se genera por un despertar
espontáneo involuntario (19) de las energías e intuiciones espirituales. Esta
experiencia prematura, que en algunos casos llega a ocasionar episodios psicóticos o
pseudopsicóticos, se origina cuando el self no se encuentra aún sólidamente
constituido para poderla metabolizar adecuadamente. En otros términos, el individuo
que no ha logrado desarrollar un yo lo suficientemente fuerte y una identidad
personal diferenciada, tiende a presentar una sintomatología que se manifiesta de
diversas maneras: inflación del ego, desequilibrio estructural, división interna,
depresión psíquica y desórdenes psicosomáticos. Las manifestaciones patológicas de
esta naturaleza se encuentran cimentadas en contenidos espirituales distorsionados,
a diferencia de los episodios psicóticos y borderline cuyo origen se remonta a las
etapas prepersonales. Cuando el psicoterapeuta no logra hacer el diagnóstico
diferencial adecuado, suele confundir las patologías prepersonales con las
transpersonales, con las consecuencias negativas que ya han sido mencionadas
anteriormente.
Este nivel inicial se encuentra ubicado en lo que Wilber (1994) denomina nivel
psíquico o principiante. Wilber plantea que en este nivel se presentan crisis y
disfunciones espirituales inferiores ocasionadas por: a) un despertar espontáneo e
inesperado de las energías y potencias espirituales, b) brotes esquizofrénicos
pasajeros o episodios de naturaleza psicótica (especialmente la esquizofrenia
paranoide) que se presentan en las estructuras neuróticas, borderline o abiertamente
psicóticas del self que corresponden a los niveles prepersonales y c) por las
presiones abrumadoras a los que en ocasiones se somete a los principiantes de
cualquier disciplina contemplativa o a los participantes en ciertas prácticas y técnicas
psicoterapéuticas mal manejadas, mal aplicadas o mal procesadas.
La terapia psicosintética es altamente recomendable para este tipo de
manifestaciones patológicas, debido a que abarca las cinco etapas críticas en el
proceso del despertar espiritual que Assagioli plantea. Estas son: la crisis que
precede al despertar, la crisis que provoca el despertar, las reacciones que siguen al
despertar, las fases del proceso de transformación y la noche oscura del alma. Esta
práctica psicoterapéutica se dirige hacia la atención de los desórdenes propios del
ámbito transpersonal que se caracterizan por la complejidad resultante de la
variedad de experiencias que se presentan y la diversidad de las formas en que se
enfrenta la crisis de transformación, que como ya se ha mencionado, dependen del
nivel de desarrollo de la conciencia personal. Es decir, quienes están mejor
preparados para afrontar la crisis no experimentan la ansiedad, el sufrimiento y la
confusión que aquellos que aún se encuentran aferrados a los aspectos inferiores de
la personalidad. Estos últimos son los que desarrollan alteraciones neuropsicológicas.
Los elementos que la psicoterapia psicosintética considera como los más importantes
son: dar a la persona que sufre una información y una explicación clara de lo que le
está sucediendo y ayudarle a descubrir las actitudes más adecuadas para enfrentarse
a esta crisis; ofrecerle alternativas (a través de técnicas y estrategias adecuadas)
que le permitan reconocer, aceptar, integrar y trascender los apegos a elementos
que corresponden a niveles menos evolucionados de conciencia, cuidando que estos
no se repriman, sino que se trasciendan; acompañarla en el proceso de
transformación de las energías psicológicas, hacia las energías espirituales; ayudarla
a que reconozca, acepte, mantenga y desarrolle las energías espirituales que fluyen
en su conciencia y trabajar junto con la persona en la tarea de reconstrucción
integral de su personalidad, o en otros términos, en el camino de lograr la
biopsicosíntesis.
Tabla 1. Patología correspondiente al nivel inicial, psíquico o principiante
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/
$
"
Inflación del ego al imputarse a éste las energías y las intuiciones
Trastornos universales y transpersonales. Sumamente perturbadores cuando
psíquicos
existen en la conciencia residuos de trastornos de naturaleza
narcisista.
Se manifiestan en formas de ansiedad libre, de flotación o a través
Desequilibrio
de síntomas psicosomáticos de conversión. Cefaleas, arritmia,
estructural
malestar estomacal, mareos, etc.
Expresa una escisión profunda entre las necesidades deficitarias, las
División
de desarrollo y las metanecesidades. La sintomatología es similar a
interna
la que se presenta en las psiconeurosis.
Sentimientos de abandono y melancolía que se experimenta cuando
el alma que ha gozado la experiencia de Dios, se vive impotente
Depresión ante la necesidad que siente evitar que ésta se desvanezca o el
psíquica
deseo de revivirla (Noche oscura del alma). Sentimientos de
amargura ante la comprensión del sufrimiento y el dolor inherente a
la existencia que algunas prácticas espirituales.
a) los pránicos cuyos síntomas son espasmos musculares
prácticamente incontrolables, dolores violentos de cabeza y
dificultades respiratorias, provocados por la incorrecta canalización
de la energía kundalini en las primeras fases del despertar espiritual,
y (b) la enfermedad yóguica descrita por Aurobindo que se origina
Desórdenes cuando el desarrollo del nivel psíquico superior de la conciencia,
psicosomáticos domina y somete al cuerpo físico emocional a una presión y una
tensión excesiva. Los desórdenes psicosomáticos que se generan son
alergias, problemas cardíacos, trastornos estomacales y aun algunos
tipos de cáncer.
Una de las etapas más difíciles de superar es la de la noche oscura del alma, en la
que la persona se encuentra sumida en un profundo dolor por no ser capaz de lograr
que la luz del espíritu inunde su conciencia. La única forma de tratamiento es
acompañar a la persona en su sufrimiento, ayudarla a comprender que este
tormento temporal tiene un valor espiritual muy alto y ayudarle a sobrellevar su
dolor con paciencia y con paz. De Mello (1989a) nos dice al respecto: "Tú no podrás
llegar a la paz, si no descubres los obstáculos que te impiden llegar a ella".
Es importante señalar que difícilmente se encuentran personas que tengan total y
absolutamente resueltos los conflictos del nivel personal de conciencia. Aún las
personas más "sanas" o "normales" pueden llegar a presentar disfunciones
neuropsicológicas. Es muy frecuente encontrar que una persona que ha alcanzado un
desarrollo elevado de la dimensión espiritual, se encuentre en cierta medida
esclavizada por algunos apegos infantiles y/o adolescentes. Por ello es que resulta
muy importante que el terapeuta tenga un conocimiento profundo de las estructuras
de la conciencia y pueda llegar a detectar, comprender y atender los desequilibrios
que corresponden tanto a los estratos inferiores, como a los superiores de la psique
humana. Tanto Wilber, como Grof previenen a los psicoterapeutas de los peligros y
contraindicaciones que el tratamiento médico psiquiátrico presenta en estos casos.
Por lo tanto, el diagnóstico diferencial es de suma importancia.
"...la eficacia del tratamiento dependerá, en gran medida, de la exactitud del
diagnóstico inicial, lo cual, a su vez, exige una comprensión cabal del espectro
completo de niveles de conciencia, de los niveles de estructuración del self, de las
necesidades, las motivaciones, las cogniciones, las relaciones objetales, los
mecanismos de defensa y las patologías propias características de cada uno de los
diferentes estadios de organización y desarrollo estructural" (Wilber, 1994, p. 140).
Otras modalidades de tratamiento que se recomiendan para este primer nivel de
patología transpersonal son: la terapia junguiana, la terapia holotrópica de
emergencia espiritual, el Tai Chi Chuan y las prácticas de concentración, de
contemplación, de relajación y de reflexión filosófica que anteceden a las prácticas
meditativas. Asimismo se recomiendan ampliamente los ejercicios de purificación del
cuerpo físico y emocional, las dietas vegetarianas, el ejercicio físico, la abstención de
tóxicos tales como la cafeína, la nicotina, el alcohol, las drogas, etc.
b) Nivel intermedio o sutil. Este segundo grupo de manifestaciones patológicas
transpersonales corresponde a un nivel intermedio de desarrollo espiritual al que
Wilber se refiere como sutil, ya que tiene que ver con los trastornos sutiles, que
aquejan a los practicantes o meditadores y que son el resultado del fracaso en el
proceso de identificación integración consolidación del self, o como lo plantea
Assagioli, el fracaso en el proceso de identificación desidentificación (20). En este
caso la patología se origina directamente en el nivel transpersonal, por lo cual suelen
presentar mucho menor complejidad, debido a que las personas que sufren de
alteraciones pre personales muy rara vez llegan a alcanzar este nivel de desarrollo.
A este nivel corresponde la patología denominada "fracaso en la integración
identificación". Consiste en una contracción o resistencia sutil a la unidad, provocada
por una dicotomía apenas perceptible que impide al individuo despertar a su esencia.
En este caso, cuando el individuo experimenta ansiedad ante su dificultad de
enfrentar la muerte del ego, puede resultar conveniente un apoyo terapéutico
psicosintético o un apoyo asistencial como el que proporciona el modelo de
emergencia espiritual. Wilber (1994 p. 132) considera que el tratamiento más
conveniente es el "camino del santo" que consiste en "...emprender (o intensificar) el
camino contemplativo". Sostiene que éste constituye la modalidad más adecuada ya
que es la que conduce a la persona a descubrir en donde se encuentra ubicado el
bloqueo, para disolverlo y así alcanzar la consolidación del self transpersonal. El
camino del santo se encuentra en las tradiciones espirituales (misticismo cristiano,
hinduismo, budismo, taoísmo, etc.).
En este mismo ámbito se encuentra otras dos manifestaciones patológicas. A la
primera le hemos llamado hedonismo espiritual, por ser aquella en la que el
individuo busca la experiencia trascendente por el único y simple motivo del placer
que ésta le produce. En estos casos, el individuo presenta rasgos narcisistas de
diversa magnitud en los cuales se sobrevalora la estructura del self, se infravalora la
experiencia de otros seres humanos y se refuerza el síndrome de inflación egóica,
que distorsiona y obstaculiza el desarrollo espiritual. La segunda manifestación es la
denominada pseudoiluminación o pseudorealización, que consiste en la falsa creencia
de que una experiencia estática constituye la iluminación última o la santidad. En
este caso la recomendación es que la persona continúe e intensifique su práctica
contemplativa, de tal forma que ésta le permita comprender la diferencia entre las
experiencias cumbre, las estáticas y las místicas, así como lo que constituye la
experiencia real de iluminación.
Wilber sugiere que en cualquiera de estos casos la psicoterapia puede resultar
beneficiosa ya que permite la liberación de energías psicológico emocionales que se
encuentran aún reprimidas y que al liberarse se constituyen en estímulos que
tienden hacia la integración del nivel sutil del desarrollo. Asimismo, la psicosíntesis,
la terapia holotrópica y algunas prácticas meditativas como el camino del yogui, la
meditación mantrayana, el budismo zen y el Tai Chi Chuan, son recomendables.
Tabla 2. Patología correspondiente al nivel intermedio o sutil.
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Fracaso en la
integración
identificación
Hedonismo
espiritual
/
$
"
En la medida en que la práctica de la contemplación se
profundiza, la conciencia se desapega de sus cadenas
psicológicas y trasciende hasta despertar a la conciencia
unitaria o presencia arquetípica. Cuando este proceso no se
logra y la consolidación no se alcanza, se produce una fractura
entre el self y el arquetipo o conciencia unitaria y surge la
patología del alma. Al no aceptarse la muerte del ego, el self
se contrae, apareciendo entonces fragmentos de la presencia
arquetípica como objetos de una conciencia dual.
Consiste en la búsqueda desesperada de las experiencias
extáticas, no con fines de realización sino por el simple placer
que éstas proporcionan al practicante.
Pseudoiluminación
Consiste en la falsa creencia de que una experiencia extática
o
constituye la iluminación última o la santidad.
pseudorealización
Tabla 3. Patología correspondiente al nivel avanzado o causal.
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/
$
"
"Consiste en la incapacidad para aceptar la muerte final del self
Fracaso en la arquetípico... que atrapa a la conciencia en una identificación con
diferenciación algunos de los aspectos del reino manifiesto". (Wilber Op.cit. p.
105).
Fracaso en la Existencia de una leve fractura, dualismo o tensión de la
integración conciencia. Wilber se refiere a ésta como la "enfermedad del
Arhat". (
).
c) Nivel avanzado o causal. Este nivel que constituye el estadio más elevado de
conciencia, presenta una sola modalidad de patología. Esta consiste en una muy leve
fractura o separación que provoca tensión en la conciencia, al separarla de su origen.
Debido a que las personas que han logrado este nivel de desarrollo ya no presentan
problemáticas o conflictos de los niveles prepersonales y personales, no se requiere
de un tratamiento psicoterapéutico para resolver la dualidad aún existente. Lo
recomendable en estos casos son las prácticas espirituales contemplativas que
conducen a la reunión de los fenómenos superiores y los inferiores como partes
integrantes de la verdadera esencia o como Wilber (@ # . p. 136) lo expresa.
"...como una expresión n perfecta de nuestra verdadera naturaleza iluminada".
Como ya ha sido mencionado, las manifestaciones patológicas que abiertamente se
sitúan en el nivel transpersonal implican que la persona ha logrado consolidar el self
o sí mismo personal, a través del proceso de identificación integración
desidentificación en sus etapas pre egóica, egóica, prepersonal y personal. En otras
palabras, la persona que alcanza un nivel de conciencia transpersonal es aquella que
ha logrado una metabolización adecuada de las experiencias que se le presentan en
cada un de las etapas del desarrollo, lo que se traduce en una identidad personal
cimentada en un yo fuerte, autónomo, interdependiente y socialmente
comprometido. Sin embargo, cuando las energías espirituales se despiertan en una
persona cuyo self aún no ha conseguido digerir, asimilar, simbolizar y organizar en la
conciencia de ser y de existir algunas experiencias significativas de su historia
personal, se genera lo que en términos transpersonalistas se conoce como apegos, o
identificaciones parciales, que constituyen una de las fuentes más comunes de la
psicopatología transpersonal. Estos son el resultado del fracaso en el proceso de
identificación integración desidentificación consolidación al que Guntrip (1971) se
refiere como el "fracaso metabólico" responsable directo de la "indigestión
psicológica" o patología.
Grof (1989a) sostiene que cuando los sistemas de experiencia condensada contienen
(rasgos patológicos generados y no resueltos en etapas anteriores del desarrollo
(21), éstas tienden a provocar malformaciones que invaden y contaminan a las
etapas subsecuentes. Esto significa que una malformación de esta naturaleza en los
estadios prepersonales o personales provoca, en los estadios superiores
manifestaciones patológicas similares a las que se presentan en los niveles menos
evolucionados, lo que no quiere decir que deban de recibir el mismo tratamiento
psicoterapéutico.
Las manifestaciones patológicas que se presentan en el nivel de conciencia
transpersonal y que no corresponden directamente a este nivel de desarrollo por
tener su raíz en el pasado histórico del individuo, requieren de un proceso
terapéutico que a la vez que se dirige a la construcción o reconstrucción de la
estructura del self, atienda a las metamotivaciones, metanecesidades de las
metapatologías propias de este nivel de desarrollo. Para ello, es necesario que una
vez que el psicoterapeuta ha descartado la posibilidad de la existencia de problemas
orgánicos (infecciones, tumores, disfunciones cerebrales o circulatorias, etc.) que
pueden ser los que están provocando la sintomatología, deberá abocarse a atender
muy especialmente a: la creación de un ambiente de confianza que ofrezca a la
persona seguridad psicológica; el establecimiento de una relación abierta,
respetuosa, empática, aceptante y congruente, que se caracteriza por la confianza,
la integridad, la honestidad, la capacidad profesional, el conocimiento y comprensión
de la naturaleza humana, de los niveles y estados de conciencia y sus procesos de
desarrollo; la detección del nivel de desarrollo en donde se ubica el problema y la
definición de las estrategias más adecuadas a cada caso en particular.
Cuando se ha descartado la posibilidad de problemas orgánicos y se ha creado el
ambiente propicio, se inicia el trabajo terapéutico, que debe contemplar los
siguientes pasos y elementos: ofrecer información a la persona sobre la naturaleza
de su crisis personal, haciendo especial énfasis en que la crisis por la que está
pasando no cae dentro del ámbito de la enfermedad mental; ayudar a la persona a
comprender que las experiencias perinatales, biográficas o transpersonales que están
emergiendo, tienen un carácter eminentemente curativo; ser consciente de que la
confrontación con experiencias no ordinarias de conciencia debe limitarse solamente
a situaciones en las cuales la persona reciba un mensaje de apoyo y de aceptación
incondicional y diferenciar claramente el mundo de la realidad consensual del mundo
del inconsciente arquetípico, ya que si bien ambos mundos se complementan
mutuamente, pertenecen a distintos reinos.
Debido a la multitud de formas en las que se presentan las crisis espirituales, la
asistencia espiritual debe adecuarse a la situación específica, que puede ir desde el
apoyo y acompañamiento (que puede ser ofrecido por los amigos, la familia y los
orientadores), hasta el trabajo psicoterapéutico profesional, cuando los procesos
presentan cuadros dramáticos y caóticos muy similares a los episodios psicóticos
descritos por la psicología tradicional.
En el caso de personas que están experimentando crisis no extremas, no se requiere
de técnicas o ejercicios específicos. Grof sugiere que los siguientes procedimientos
son suficientes para ayudarlas a superar los conflictos y disfunciones leves por las
que en ese momento atraviesan: ofrecer a la persona en crisis un contexto positivo a
sus experiencias, dándole información suficiente sobre el proceso por el que está
atravesando, a través de buena literatura y de contacto con personas que
comprenden profundamente la dinámica de la emergencia de las energías
espirituales; ayudar a la persona para que logre comprender que la crisis que
experimenta no es una enfermedad mental y que pueda reconocer el poder y la
naturaleza curativa que tiene su experiencia; crear alrededor de la persona una
pequeña red de apoyo en la que idealmente se encuentren familiares, amigos y la
pareja, en su caso, a quienes se dará información completa sobre la situación , de
tal forma que brinden atención, seguridad, afecto y apoyo. Es necesario conscientizar
a las personas que forman la red de apoyo sobre la influencia negativa que el
rechazo, los prejuicios y las actitudes manipulatorias de las que muchas veces es
objeto el individuo en crisis; en algunos casos la guía espiritual individual o en grupo,
dirigida por un maestro espiritual reconocido, es favorable para la creación de un
contexto positivo que facilite el trabajo psicoterapéutico y e) resulta ideal ofrecer al
sujeto en crisis un grupo de apoyo en el que otras personas que han experimentado
este tipo de crisis espirituales compartan sus experiencias.
En el caso de individuos que presentan una sintomatología clara de naturaleza
psicótica, el tratamiento debe ser administrado por un psicoterapeuta calificado. Una
de las características indispensables para atender estos casos es que el
psicoterapeuta sea una persona que posea un elevado nivel de desarrollo de la
conciencia. No es posible ayudar a otro a descubrir aquello que se ignora, se
desconoce o se infravalora.
Por su parte, Assagioli, considera que existen dos niveles de desórdenes
neuropsicológicos: El primero corresponde al ámbito del self o sí mismo personal y
se encuentra provocado por los desequilibrios propios los aspectos inferiores de la
personalidad. Este nivel se refiere al hombre común que deja que la vida siga su
curso sin tomar en sus manos la responsabilidad de su propia existencia, y que se
preocupa únicamente por satisfacer sus necesidades, gratificar sus sentidos y
acumular conocimientos, bienes materiales, así como por alcanzar sus ambiciones,
siempre encaminadas al tener, no al ser. La persona se encuentra firmemente
apegada a los bienes terrenales a los que otorga primordial importancia. Cuando el
individuo profesa algún tipo de creencia religiosa, ésta por lo general tiene un
carácter externo de obediencia a las normas y preceptos y de prácticas ritualistas.
Por lo tanto, cuando en la vida de este hombre común se despiertan las primeras
manifestaciones de las energías espirituales, éstas provocan una crisis que varía de
intensidad dependiendo del nivel de expansión de la conciencia. Assagioli sostiene
que las crisis, que siempre anteceden a un cambio, se experimentan a lo largo de
todo el proceso de desarrollo (nacimiento, infancia, niñez, adolescencia, etc.) por lo
que sus manifestaciones son muy similares y sus resultados dependen del proceso
de identificación desidentificación en cada una de estas etapas.
El segundo nivel que propone Assagioli se refiere a los desórdenes y disfunciones
propias del campo de lo transpersonal. Estos se encuentran estrechamente
relacionados con la emergencia de las energías espirituales, y generados por el
desbalance entre la conciencia personal y la conciencia transpersonal, elementos que
constituyen la base y fundamento de la psicoterapia psicosintética.
Desde esta perspectiva, la aplicación de la terapia psicosintética es sumamente
amplia ya que abarca tanto el ámbito de lo personal, en cuyo caso el objetivo es la
estructuración o reestructuración del self o sí mismo personal, como el de lo
transpersonal que se centra muy especialmente en el desarrollo de una estructura
armónica del ser o self superior, al que Assagioli se refiere como "Yoidad" o "Centro
Espiritual". El desarrollo y armonización de la dimensión espiritual permite la
integración y la expansión de la conciencia, trasciende las limitaciones de la
existencia ordinaria y expande la comprensión, la asimilación y la integración de las
tendencias y las energías psicoespirituales.
D *
*
La juventud de la corriente transpersonal y la interdisciplina que la caracteriza, ha
conducido a psicólogos, filósofos, sociólogos, educadores, médicos y psicoterapeutas,
así como a científicos de la física moderna de oriente y de occidente, a realizar
investigaciones y estudios serios y profundos que abren nuevas posibilidades y
caminos en este campo del saber humano. Asimismo, las dificultades a las que este
enfoque se enfrenta como sucede a toda nueva disciplina que se abre camino en el
mundo de la academia ha provocado que teóricos, investigadores y académicos de
muy diversas partes del mundo, generen un sinnúmero de publicaciones, eventos y
foros con la finalidad de contrarrestar el escepticismo, el rechazo y los miedos de
aquellos que, aferrados al pasado, no se abren a nuevas teorías y nuevos
paradigmas.
Los avances más recientes, en el campo del desarrollo de la conciencia se deben
principalmente a Wilber, considerado como el teórico por excelencia de esta corriente
y como uno de los pensadores más grandes de nuestra era. Su extensa obra
presenta una visión del proceso evolutivo de la conciencia (22) en la que integra
magistralmente a la psicología, la psicoterapia, la filosofía, la teoría evolutiva, la
religión comparada, la física, la ontología y el misticismo. En su más reciente libro
titulado "Sexo, ecología y espiritualidad: el espíritu de la evolución", Wilber ofrece, a
lo largo de más de ochocientas páginas, un amplio mapa orientador sobre el papel de
la mujer y del hombre en el Kosmos (23), aborda un gran número de temas tales
como: la crisis ecológica, el feminismo, el significado de la modernidad y la
posmodernidad, la naturaleza de la liberación en relación al sexo, al género, a lo
racial, lo social, los credos y creencias, la naturaleza del desarrollo de la técnica y la
economía y su relación a las diversas concepciones del mundo, la sabiduría de los
caminos y tradiciones espirituales, entre otros.
En el marco de la ciencia, Grof, se erige como el científico más relevante de la
corriente transpersonal. Sus amplias y profundas investigaciones en torno a la psique
humana constituyen uno de los fundamentos científicos más importantes en este
campo. El modelo de la psique humana propuesto por Grof, es el resultado de más
de treinta años de investigación intensa y sistemática sobre territorios no explorados
de la psique humana. Grof propone la imperiosa necesidad que existe de un cambio
de paradigma científico que sustituya al modelo mecanisista del universo.
Retomando el pensamiento de filósofos e historiadores de la ciencia, de la talla de
Kuhn, Frank, Popper y Feyerebend, avanza hacia un concepto de la realidad y de la
naturaleza humana que tiende a reconciliar la sabiduría con la ciencia y la
espiritualidad con el pragmatismo. Junto con Cristina, su esposa, desarrolla la
terapia holotrópica, como un modelo psicoterapéutico congruente con el modelo de
psique humana que él propone.
No podemos dejar de mencionar en norteamérica, a Maslow, Sutich, Huxley, Watts,
Vaughan, Walsh, Tart, Alpert (Ram Dass) y Capra quienes entre otros, hacen
aportaciones que enriquecen el desarrollo de esta corriente psicológica. En México,
se cuenta con profesores investigadores que se destacan por sus contribuciones al
campo, así como por la difusión que realizan desde plataformas universitarias, entre
los que se encuentran Grinberg (UNAM), González Garza y Pintos (U.
Iberoamericana), Oblitas (U. Intercontinental) y Gallegos (UAG). En Inglaterra existe
un gran número de exponentes e investigadores de la talla de Lorimer, Vellmans,
LeShan, Dossey, Sheldracke, Fox y Fontana, entre otros; y en España cabe destacar
a Almendro, Pániker y a Fregtman. Es un hecho que día a día crece el número de
académicos e investigadores de todo el mundo que contribuyen importantemente al
desarrollo y la difusión de este enfoque que se caracteriza por la interdisciplina.
Los avances recientes, producto de proyectos de investigación en este campo son
innumerables, basta revisar las publicaciones de la Association for Transpersonal
Psychology, de la Scientific and Medical Network de Londres, de la American Holistic
Nursing Association, de la British Psychology Society, de la Jean Gebser Society, de
la Society for Physichal Research, del Instituto de Psicosíntesis en Italia y del Journal
of Human Values, entre otras muchas, para tener una visión panorámica del
acelerado ritmo de crecimiento de la corriente transpersonal.
Ante la crisis de un mundo que navega en el mar de la modernidad y la
posmodernidad, en el que la oscuridad parece ser el pan de cada día, los exponentes
que incursionan en el apasionante campo de lo transpersonal proponen una teoría
liberadora al afirmar que es precisamente a partir de la crisis, de la oscuridad y de la
profundidad de donde surgen las fuerzas que conducen a la verdad, a la liberación y
a la salud.
*
C
*
Para concluir este capítulo, no encuentro mejor manera de hacerlo que referirme a
De Mello, por considerar que en su extensa obra resume magistralmente los
principios que fundamentan y sostienen el ser y el quehacer de la psicología y de la
psicoterapia transpersonal.
En cuanto al concepto de naturaleza humana se refiere, De Mello (1989a) plantea
que cuando el ser humano es producto de su cultura, es decir, cuando no se
interroga ni se cuestiona, se convierte en un robot. Afirma que el ser humano tiene
unas energías fabulosas en reserva, para cuando necesita ponerlas en marcha, por lo
que lo primordial es descubrir lo que está ocurriendo en su interior. Sugiere que la
persona no puede caminar a la luz de una lámpara ajena, sino que debe aprender a
hacer su propia lámpara. Insiste en que sólo hay vida en el presente y que vivir en el
presente supone dejar los recuerdos, como algo muerto, y vivir las personas y los
acontecimientos como algo nuevo, algo recién estrenado, algo abierto a la sorpresa
que cada momento te puede descubrir.
Refiriéndose a la cultura, De Mello asevera la tierra es de todos y que la cultura no
es más que un conjunto de ideas que nos separan. Afirma en que las teorías, los
conceptos y las creencias cambian y sólo la esencia permanece. Por lo tanto, lo
verdaderamente importante es lo esencial, es decir, aquello que descubrimos dentro
de nosotros mismos y que nos conduce a la búsqueda de la verdad que es la de
todos.
En lo que toca a la ciencia, muy especialmente a la investigación científica, que
proclama que solamente existe aquello que puede verificarse con todo el rigor que
ésta exige, De Mello (1989b) sustenta que los seres humanos nunca vemos la
realidad, que lo que vemos es un reflejo de ella en forma de palabras y conceptos
que enseguida confundimos con la realidad. Ante esto, se pregunta, ¿puede un
hombre esperar ver una manzana perfecta con una mirada imperfecta? y se
responde diciendo, cuando el sabio señala la Luna, el necio se queda mirando el
dedo. Para descubrir la verdad, lo importante es mirar no al dedo, sino hacia donde
éste señala, y añade, cuando el ojo no esta bloqueado, el resultado es la vista,
cuando el oído no está bloqueado, el resultado es poder escuchar y cuando la mente
no está bloqueada el resultado es la verdad. Verdad que no suele encontrarse en la
estadística, ni en la lógica, ni en las abstracciones, sino en la integración de éstas
con otras formas de conocimiento que trascienden las fronteras del cuerpo y de la
mente. Lo que produce daño, nos dice De Mello, no es la diversidad de nuestros
dogmas, sino nuestro dogmatismo.
Desde la perspectiva transpersonal la salud se contempla como la autorrealización de
las potencialidades innatas que se encuentran latentes en cada una de las
dimensiones que conforman la naturaleza humana. Este proceso de conscientización
consiste en el reconocimiento, la aceptación, la simbolización, la organización y la
integración en la conciencia de todos los elementos, características y
subpersonalidades que corresponden a cada una de las etapas del proceso de llegar
a ser lo que se es en esencia. La meta última de la vida, a la que naturalmente
tiende el ser humano, es el despertar a la unidad de la conciencia. Estar despierto,
nos dice De Mello (1898b), es aceptarlo todo, no como ley, ni como sacrificio, ni
como esfuerzo, sino por Iluminación..., despertarse es la espiritualidad, porque sólo
despiertos podemos entrar en la Verdad...., estar despierto es no dejarse afectar por
nada, ni por nadie. Y eso es ser libre. El místico no es sino el hombre iluminado, el
que lo ve todo con claridad, porque está despierto.
Uno de los elementos que merecen atención especial es la formación capacitación de
los psicoterapeutas, entrar a este tema implicaría un capítulo aparte por la
importancia que ésta tiene y la responsabilidad que el trabajar con seres humanos
entraña. Entre los aspectos que hay que tomar en cuenta se encuentran: una
capacitación profesional seria en el campo de la psicología y la psicoterapia que
abarque los aspectos epistemológicos, cognoscitivos, metodológicos y éticos, el
entrenamiento práctico y experiencial, el conocimiento profundo de la naturaleza
humana, así como de los estados ordinarios y no ordinarios de conciencia (alternos y
alterados), el conocimiento de las estrategias de intervención, el manejo técnicas y
ejercicios, como medios y no como fines en sí mismos y el conocimiento y aplicación
práctica de los valores universales que fundamentan la acción psicoterapéuica
transpersonal y las actitudes básicas entre las que se encuentran la apertura a la
dimensión espiritual a la que el terapeuta contempla y reconoce como parte
importante de su vida, un profundo respeto por la persona y sus experiencias, la
aceptación positiva incondicional, la comprensión empática, la autenticidad,
transparencia y congruencia de vida, la confianza en la persona y en que sus
experiencias tienen una naturaleza constructiva, la apertura a la experiencia, al
cambio y al diálogo, así como la apertura para percibir la bondad que subyace a
cualquier manifestación patológica y la compasión y el amor.
Cuando De Mello (1989c) se refiere al maestro (terapeuta, educador, orientador,
consejero espiritual), se expresa diciendo: el hombre que es constantemente
consciente, el hombre que está totalmente presente en cada momento, ese es el
maestro..., hay que cortar la chaqueta de acuerdo con las medidas de la persona, no
al revés...., ¿de que te sirve limpiar tu comportamiento ético hasta sacarle brillo, si
no hay música dentro de ti? la música necesita de la oquedad de la flauta, las cartas,
la blancura del papel, la luz, el hueco de la ventana y la santidad, la ausencia del
yo..., estés donde estéis, mirad incluso cuando aparentemente no hay nada que ver
y escuchad aún cuando parezca que todo está callado...., no trates de animar a las
personas con doctrinas, devuélvelas a la realidad, porque el secreto de la vida hay
que encontrarlo en la vida misma, no en las doctrinas sobre ella...., nadie hay mejor
ni peor que tú, no enjuicies nada, sino comprende el porqué y el lugar de las
cosas..., oír un solo instrumento en la sinfonía del amor, es privarse del concierto.
Amar es escucharlos a todos. Busca siempre la Verdad, La Verdad es lo importante,
venga de donde venga, de la ciencia, de Buda o de Mahoma, lo importante es
descubrir la Verdad en donde todas las verdades coinciden, porque la Verdad es Una.
?
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*
0
1. Hasta hace relativamente pocos años, la psicología convencional consideraba que
los estados de conciencia normales eran: la vigilia, el sueño y el dormir sin soñar.
2. La individuación, que es el tema central de la psicología junguiana, se alcanza a
través del proceso de maduración o camino de realización plena del potencial
humano.
3. Jung describe al inconsciente colectivo como el recipiente que contiene los mitos,
las imágenes, las motivaciones, las experiencias, el folklore y las expresiones
artístico culturales de todos los pueblos a través de la historia de la humanidad.
4. Desde la perspectiva de la psicología científica de aquella época, el término
místico se consideraba casi un insulto para cualquier científico debido a que la ciencia
positivista consideraba al misticismo como un fenómeno irracional, mágico y aún
oscurantista. Heisenberg (1958) al hablar sobre las limitaciones del positivismo se
expresa diciendo: "La solución de los positivistas es muy simple: debemos dividir al
mundo en dos partes, aquello que podemos decir de él con toda claridad, y el resto,
con respecto a lo cual lo mejor que podemos hacer es no decir nada".
5. A partir de esta perspectiva, la conciencia de unidad se contempla como la
totalidad, la realidad original y última de la cual el ser humano, un proceso involutivo
de separación de su origen, inicia el proceso evolutivo de desarrollo, autorrealización
y trascendencia que lo conducirá a la unión fusión sin confusión con su verdadera
esencia.
6. Se habla de mapa de la conciencia, por constituir éste tan sólo una parte del
territorio total.
7. La Espiral de la Conciencia, en De la Sombra a la Luz, González Garza. Editorial
Jus, en prensa.
8. El pleroma, según el gnóstico Valentín (siglo II) es la totalidad de la vida divina en
cuanto plena o perfecta. Jung se refiere a éste como "la suma de un mundo divino y
espiritual que se destaca de la criatura" (Wehr, 1991, p. 191).
9. El proceso de identificación desidentificación en esta etapa del desarrollo no es
una operación consciente, sino se reduce al darse cuenta de la diferencia entre el
cuerpo y la mente. En otras palabras, el foco de atención pasa del cuerpo hacia la
mente.
10. La crisis, desde esta óptica, se entiende como un momento crucial en la vida del
hombre en el que la confusión que se experimenta es el primer paso para alcanzar la
síntesis de las polaridades en conflicto. La actitud con la que la persona se enfrenta a
la crisis puede conducirla a trascender el momento crítico, o a sumirse en la
desesperanza y el desaliento.
11. A partir de la formulación de la propuesta freudiana que se inicia en 1940, los
conceptos eros y thanatos cobran un nuevo significado. El eros se contempla como
una función dirigida hacia la conservación, la integración, la consolidación y la unión,
y el thanatos, por su parte, como "el impulso hacia la diferenciación, la separación,
la disgregación y la negación, siendo ambas funciones específicas de fase igualmente
necesarias para el desarrollo global" (Wilber 1994, p. 37).
12. El término organísmico se refiere a la unidad armónica de las dimensiones
biológica, psicológica y social, propios de la naturaleza humana.
13. Las subpersonalidades son descritas por Assagioli (1974) como subestructuras
dinámicas que tienen una relativa existencia separada y que ejercen, en
determinadas circunstancias, una fuerte influencia en el desarrollo de la
personalidad. La identificación con y la posterior desidentificación de éstas, permite
su integración a la conciencia lográndose así la psicosíntesis que se caracteriza por la
culminación del proceso de integración en un sólo centro unificador.
14. La parte oscura de la conciencia humana que surge cuando el individuo
desconoce características que le son propias por considerarlas indeseables o
negativas.
15. Assagioli, R. (1980). Psicosíntesis: armonía de la vida. México: Ed. Diana; El acto
de la voluntad (1989) México: Trillas; Técnica de la psicosíntesis individual, lecciones
1a. a 28 (1965) Roma: Instituto de Psicosíntesis, así como la obra de Piero Ferruci
Psicosíntesis (1987), Málaga: Sirio.
16. Los agentes externos a los que se hace referencia son: drogas, alucinógenos,
anestésicos, e hipnóticos, o bien las disfunciones orgánicas como: estados febriles,
tumores cerebrales, traumatismos físicos o psicológicos, etc.
17. Para el lector interesado en profundizar en este tema, se recomienda la lectura
de la obra de Aldous Huxley (1967). La filosofía perenne. Buenos Aires: Editorial
Sudamericana, S.A.
18. Los desórdenes pránicos son perturbaciones que originan síntomas de conversión
pseudohistóricos que, de no ser atendidos adecuadamente, llegan a provocar
enfermedades psicosomáticas serias.
19. Este despertar "involuntario" puede ser disparado por técnicas psicoterapéuticas
individuales o grupales equivocadas, así como por prácticas espirituales que no son
las convenientes para individuos que se encuentran en niveles prepersonales o
personales de desarrollo.
20. Desde la perspectiva de la psicosíntesis, el fracaso en el proceso de
diferenciación entre el mundo del ser (conciencia personal o sí mismo) y el mundo
del no ser (lo que se proyecta al exterior por no reconocerlo y aceptarlo como
propio) impide la integración de las polaridades en una identidad parcial y como
consecuencia la futura desidentificación o desapego de las mismas. Esto conduce a
una crisis de identidad no resuelta y a un tipo de manifestación patológica específica,
que puede ir de lo más simple a lo más complejo y severo.
21. Es importante mencionar que en este caso se está hablando de sistemas de
experiencia condensada que no han sido lo suficientemente severos como para
distorsionar y obstaculizar por completo el desarrollo.
22. Wilber define a la conciencia como un espíritu en acción que se desenvuelve y se
abre en un proceso creativo, en el que cada etapa trasciende e incluye a la anterior.
23. Wilber introduce la idea de la antigua Grecia sobre el Kosmos que incluye la
materia (fisiósfera), la vida (biósfera), la psique (noosfera)y la supraconsciencia
(teósfera).
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Alfonso Martínez Taboas
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La lectura de libros y tratados sobre la historia de las psicoterapias no deja lugar a
dudas de que ha habido una tendencia fuerte por parte de los psicoterapeutas a
aliarse o identificarse con una escuela en particular, teniendo esto como resultado un
compromiso más o menos purista con la ideología y premisas básicas de
determinado movimiento (Ellenberger, 1970).
Dentro del psicoanálisis, en particular, esta tendencia ha sido marcada (Kurzweil,
1989). Por ejemplo, casi desde los inicios del psicoanálisis Freud le exigía a sus
discípulos que siguieran sus ideas con un mínimo de discordancia. Intentos dirigidos
a cuestionar o revisar aspectos del psicoanálisis que Freud reprobaba, culminaban en
expulsiones de la escuela psicoanalítica. Adler, Jung, Ferenczi, Rank, Stekel y
muchos otros se enfrentaron a dichas dificultades cuando empezaron a cuestionar
premisas básicas freudianas (Kerr, 1993; Roazen, 1974). El resultado más común
era desafiliarse de una escuela, para entonces fundar otra más, proliferándose así el
número de éstas. Ante crisis como esta, Freud incluso constituyó un
de seguidores, a los cuales el propio Freud les puso un anillo en el dedo, con un
compromiso de lealtad inquebrantable ante los cánones del psicoanálisis ( / . a
Grosskurth, 1991 para un recuento histórico del comité secreto).
Datos como estos no son materia del pasado. Al contrario, varios estudiosos han
señalado que el cultismo y el separatismo son rampantes dentro del psicoanálisis
actual (Eisold, 1994; Kernberg, 1986). Por ejemplo, Rustin (1985) comenta cómo al
día de hoy los institutos psicoanalíticos que favorecen una determinada versión del
psicoanálisis crean un ambiente de animosidad y desdén hacia los psicoanalistas de
otras vertientes, produciéndose, aún dentro del mismo psicoanálisis, una verdadera
Torre de Babel. En este proceso, el graduado de dichos institutos usualmente sale
con la idea fija de que su perspectiva es la "correcta" y que todas las demás
versiones del psicoanálisis son fallidas y quiméricas. Esto sin tomar en cuenta su
opinión de otras escuelas psicológicas, a las cuales mostrará el mayor desdén
posible.
Hemos tomado el ejemplo del psicoanálisis quizás porque es el más dramático y el
más institucionalizado. Sin embargo, es conocido de todos que la intolerancia y el
proselitismo abundan entre los partidarios de diversas escuelas psicológicas que van
desde
los
humanistas,
existencialistas,
conductistas,
cognoscitivistas,
construccionistas, sistémicos, etc. El producto final de esta fragmentación es que al
día de hoy existen más de 400 tipos de psicoterapias (Kazdin, 1994), todas ellas
alegando poseer mayor efectividad que las demás. Sin embargo, lo curioso de este
asunto es que, al igual que ocurrió con el psicoanálisis, gran parte de estas
psicoterapias, técnicas y escuelas no tienen a su favor un bagaje empírico ni
científico. Lo típico es que la anécdota se convierte en ley y los discursos de los
líderes de determinadas escuelas se convierten en textos incuestionables que hay
que leer y releer hasta aprenderse a la saciedad lo que realmente dice o dijo el
fundador (veáse el fascinante libro de Turkle (1992) para ejemplos fehacientes de
cómo ocurre esto con la figura del psicoanalista francés Jacques Lacan).
Frente a esta tendencia a cosificar y petrificar el conocimiento psicológico, del 1900
al 1950 hubo intentos de resquebrajar las paredes insondables del separatismo
psicológico y entablar un diálogo tentativo con lo que hacían los colegas en otras
vertientes psicológicas. Estos intentos mayormente se ubicaron en tratar de
encontrar puntos de encuentro entre el psicoanálisis y teorías conductuales.
Ejemplos de esto los encontramos en los escritos de French (1933) y Kubie (1934).
Un evento significativo en esta dirección ocurrió con la publicación del influyente libro
de Dollard y Miller (1950) titulado "
*
* ( (
*9
*
/
( 5
el cual fuera dedicado a "Freud, Pavlov y sus
estudiantes". Sin embargo, estos intentos conciliatorios no fueron suficientes ante la
inflexibilidad y el empuje de las escuelas puristas.
A pesar de que en la década de los 60´s la situación no cambió marcadamente, sí
comienzan a notarse, con más abundancia y consistencia, voces resonantes de las
limitaciones inherentes de comprometerse con un solo marco teórico, en un área tan
compleja y divergente como lo es el tratamiento psicoterapéutico del ser humano.
London (1964), en un libro muy leído y citado, señalaba con mucha astucia la
existencia de un pequeño núcleo de clínicos que intentaban establecer un diálogo
entre el psicoanálisis y el conductismo: "Ya hay algunos terapeutas muy ingeniosos
que están mezclando técnicas de ambas escuelas: una mezcla que toma en
consideración el hecho de que la gente es considerablemente más simple de lo que
las escuelas psicodinámicas conceden, pero también reconociendo que son más
complejas que los que los conductistas quisieran creer" (p. 39).
En esta misma década otro influyente clínico, esta vez Lazarus (1967), comenzó a
hablar del "eclecticismo técnico" en donde se le da énfasis a utilizar en psicoterapia
aquellas técnicas que tengan un buen bagaje empírico y científico, sin identificarse
necesariamente con ninguna escuela o teoría en particular.
Asimismo, Frank (1961) publica la primera edición de su influyente libro "
, en donde expone la tesis de que la efectividad de las psicoterapias no
se debe adjudicar ni a la especificidad de sus técnicas ni mucho menos a sus
constructos teóricos de cambio. Frank sugiere que la gente muestra cambios en
psicoterapia a través de unos /
que permean en todo estilo
psicoterapéutico y que él identifica como devolver la moral, expectativas de cambio,
catarsis emocional y el uso de rituales (o "técnicas") que varían de escuela en
escuela.
Lo que clínicos como Lazarus, London y Frank estaban señalando era que el proceso
de cambio psicoterapéutico es exquisitamente más multidimensional y multicausal
que lo que las escuelas puristas ofrecían. Mientras que estas últimas hacían un
énfasis desmedido en tratar al paciente de tal y cual manera, con un mínimo de
flexibilidad para el clínico, Lazarus y colaboradores ofrecen romper con las barreras
impuestas por escuelas particulares y permitirse explorar y moverse con comodidad
entre diversas estrategias, técnicas y marcos teóricos.
En la década de los 1970 en los Estados Unidos varios estudios de muestreo entre
psicólogos comienzan a documentar el hecho de que las escuelas puristas empiezan
a perder terreno (en especial las psicodinámicas) y que el eclecticismo comienza a
tomar fuerza ( / . Mahoney, 1995). En este trabajo vamos a definir el término de
como aquella postura en donde el clínico se permite utilizar cualquier
estrategia de cualquier escuela psicológica con el propósito de no encajonar al cliente
al método, sino los métodos al cliente. Sin embargo, el eclecticismo fue rápidamente
identificado como una postura puramente pragmática sin un racional metodológico y
teórico científico. Eysenck (1970) se hizo eco de las críticas cuando describió al
eclecticismo como: "un mejunje de teorías, una mezcolanza de procedimientos, una
ensalada de terapias y una trivialidad de actividades las cuales no guardan ningún
racional lógico entre si" (p. 145).
Sin embargo, y aunque compartimos con Eysenck nuestro escepticismo hacia el
eclecticismo, este último sirvió para que los clínicos rompieran las barreras
anquilosadas que les imponía el discurso y la retórica purista. Desde este punto de
vista, pues, el eclecticismo abrió la puerta ancha para el movimiento integracionista
que es materia de este capítulo.
Durante las décadas de los 1970, 1980 y lo que va de la década actual, comienza a
desarrollarse un movimiento cuya meta es explorar la viabilidad de integrar de una
manera
+
el conocimiento psicoterapéutico y teórico que generan varias
escuelas psicológicas. En la próxima sección detallaremos dicho desarrollo.
+
+
D
*
*
:
*
En la década de los 70´s comienzan a aparecer de una manera más notable y
conspicua, diversos clínicos y teóricos abogando por un diálogo más productivo entre
diversas escuelas psicológicas que hasta ese momento se habían mantenido firmes
en justificar una postura purista y aislacionista. Por un lado, importantes clínicos
psicodinámicos comienzan a esbozar razones de peso para justificar un acercamiento
e incorporación de los aportes de las escuelas conductuales (Arkowitz y Messer,
1984). Wachtel (1977), muy en particular, en un texto que se convierte en un
clásico, expone de una manera sistemática los beneficios tanto conceptuales como
prácticos de integrar los aportes de las escuelas psicodinámicas con las
conductuales.
Por su parte, muchos autores conductistas comienzan a mostrar gran curiosidad con
el quehacer de psicoterapeutas cognoscitivos, dando así paso a lo que hoy en día se
conoce como el enfoque "cognitivo conductual". Este acercamiento ha sido muy
beneficioso para ambos. Tal y como lo intuyó Bergin en el 1970: "La importancia
sociológica e histórica de este acercamiento no debe ser minimizada ya que conlleva
tres importantes consecuencias. En primer lugar, reduce significativamente las
barreras del progreso debido a alianzas estrechas con ciertas escuelas. En segundo
lugar, aúna las energías de clínicos y experimentadores altamente talentosos para
que trabajen sobre el intrincado problema de objetivizar y manejar aspectos
subjetivos del ser humano. Por último, deja de una vez y para siempre en claro de
que no puede existir una terapia de la conducta pura" (1970, p. 207).
Por otro lado, y no menos significativo, Lazarus (1971, 1976) decide desligarse de
las terapias conductuales y elabora un sistema psicoterapéutico integrativo que él
tilda de
# Más adelante abundaremos más sobre esta
modalidad, pero bástese decir por el momento que Lazarus pretende ampliar los
horizontes técnicos y conceptuales del clínico ofreciéndole un sistema comprensivo y
abarcador con el cual pueda tratar a los pacientes desde parámetros conductuales,
afectivos, sensoriales, imaginerías, cognoscitivos, interpersonales y biológicos.
Obviamente esto requeriría del clínico moverse mucho más allá del entrenamiento
purista el cual, en demasiados casos, sólo le da primacía a uno o dos de dichos
aspectos.
Pero es realmente en la década de los 80´s cuando el movimiento integracionista
(MI) toma forma y cuerpo. Es aquí cuando innumerables clínicos, de diversas y
variadas escuelas, comienzan a adentrarse y a reconocer la promesa de la vertiente
integracionista.
Definir de manera clara y con delimitaciones específicas el MI no es tarea fácil. Y no
lo es debido a que los expertos consideran que actualmente hay tres acercamientos
integracionistas (Norcross y Goldfried, 1992). Antes de ir someramente sobre ellos,
quisiéramos dejar claro que el MI no es un tipo de terapia ecléctica. Al contrario,
dentro del MI se desdeña al eclecticismo como una postura excesivamente
pragmática, con poco anclaje científico y muy rudimientario en el nivel teórico. En la
Tabla 1 podemos ver algunas diferencias entre el eclecticismo y el integracionismo.
Las mismas reflejan diferencias profundas y marcadas, lo cual no justifica
considerarlas como partes de un mismo esfuerzo.
Decíamos que definir al MI no es tarea sencilla debido a que encontramos varios
enfoques sobre el mismo. En esta sección ofreceremos una sinopsis de cada una
(véase a Martínez Taboas, 1993 para un esbozo más detallado de cada una).
-)
&
%
"
"
Autores como Frank (1961), Lambert (1986) y muchos otros le han dado gran
énfasis a un hallazgo producto de la investigación psicoterapéutica. Este consiste en
que en un nutrido número de investigaciones en donde se compara una psicoterapia
contra otra, los resultados suelen ser muy parecidos (véase los estudios de Elkin
(1994) y de Sloane et al. (1975); y las revisiones de Lambert y Bergin, 1994). Este
resultado, el cual es bastante frecuente, ha hecho pensar a muchos integracionistas
que las teorías y técnicas específicas de escuelas particulares quizás no sean lo
importantes o más relevante en el cambio psicoterapéutico. Aquí se postula que lo
que realmente facilita dicho cambio son factores comunes que se encuentran, en una
u otra medida, en prácticamente todas las escuelas psicológicas.
En la Tabla 2 enumeramos algunos de dichos factores comunes. Los clínicos
integracionistas que simpatizan con la vertiente de los factores comunes han urgido
la investigación de los mismos. Un ejemplo de ello lo constituye la investigación de la
, la cual es un constructo metateórico que viene a reflejar tres
aspectos básicos en la relación paciente terapeuta: a) empatía de parte del
terapeuta al paciente; b) trabajar en unas tareas en conjunto; y c) trabajar por unas
metas en conjunto (Gaston, 1990). Hay evidencia que señala que la alianza opera en
un nutrido número de psicoterapias y que ésta facilita o mediatiza el cambio
psicoterapéutico. Claro está, la alianza en este sentido sería necesaria pero no
suficiente en el proceso de cambio. Sin embargo, la misma parece ser un factor
común metateórico, el cual había sido minimizado debido a los énfasis que habían
recibido los aspectos técnicos (interpretar sueños, ejercicios de relajación, retar
cogniciones) de cada escuela psicoterapéutica.
Tabla 1. Diferencias entre el Eclecticismo y el Integracionismo
"! " "
1. Énfasis en la actividad técnica
2. Poco interés en evaluar
empíricamente el proceso de
cambio.
3. Aplicar lo que existe al
momento.
4. Tomar muchas técnicas y
perspectivas
' "
1. Énfasis en compaginar la actividad
técnica con la teórica.
2. Interés marcado en evaluar
empíricamente el proceso de cambio.
3. Creación de algo nuevo más integrado.
4. Combinar muchas técnicas y
perspectivas.
La vertiente de factores comunes es importante dentro del MI debido a que intenta
que los clínicos de diversas escuelas teóricas se sienten con el ánimo de discutir y
reconocer las similitudes de su quehacer psicoterapéutico. Esto es vital, porque
demasiadas veces se magnifican las diferencias y se minimizan las similitudes entre
lo que hacen los clínicos en su práctica.
Sin embargo, la opinión general es que aunque la aportación de autores como Frank
es valiosa e integrativa, es limitada ya que tiende a desenfatizar procesos únicos
dentro de cada psicoterapia. Para efectos de este capítulo tildaremos de
=
/
a aquellos que enfatizan las diferencias entre las psicoterapias y de
=
a
los que minimizan cualquier diferencia. En el primer lugar estaría ubicado
cómodamente un autor como Freud (defendiendo la primacía y prioridad del
psicoanálisis) y en el segundo lugar un autor como Frank (defendiendo hasta sus
últimas consecuencias las similitudes). Pero tal parece que lo más justo y sensato es
ubicarse entre el medio de la posición alfa y beta. Arkowitz (1992a) se acerca a
nuestra propia postura cuando dice: "Mientras que muchas de las discusiones de los
factores comunes ignoran o minimizan los factores que diferencian a las diferentes
terapias, yo creo que esto constituye un error. El problema puede ser analizado de
una manera más productiva como uno en donde /
* /
B
(
!
N (pp. 283 284, itálicas nuestras).
Por su parte, Shoham Salomon (1992) ofrece un comentario análogo: "La hipótesis
de equivalencia no le hace sentido a los clínicos por lo que dudosamente se convierta
en una idea provocativa entre éstos. Más aún, la integración psicoterapéutica intenta
extraer lo mejor de cada terapia cuestión de integrar diferentes modelos terapéuticos
en modelos nuevos y coherentes. Esta meta va dirigida a descubrir diferencias
específicas" (p. 36).
Tabla 2. Factores comunes en el proceso psicoterapéutico
C( " " ,
Terapeuta
Paciente
Relación
terapeuta
paciente
Estructuras
? "
Empatía
Genuinidad
Apoyo incondicional
Esperanza
Expectativas de cambio
Sugestibilidad
"
Alianza terapéutica
Técnicas específicas y rituales
terapéuticas
Exploración del plano emocional
Adherencia y consistencia teórica
Catarsis
Adquisición y prácticas de nuevas conductas
Características
Aprendizaje emocional e interpersonal
del proceso
Exponerse a situaciones difíciles pero con más
autoeficacia Instigar introvisión.
)D
%
'
",
, "
Tal y como lo expuso Shoham Solomon en la cita anterior, los clínicos que
simpatizan con la vertiente de integración teórica conceden el importante hecho de
que así como hay similitudes entre terapias, también hay diferencias específicas
entre ellas. Estas diferencias deben ser aisladas y estudiadas ya que posiblemente
constituyen procesos idiosincráticos y valiosos de diversas escuelas psicológicas. Por
ejemplo, un integracionista teórico le interesaría integrar en el nivel clínico y teórico
cómo una técnica conductual como la sobresaturación ("/
") puede a su vez
activar contenidos y procesos inconscientes tales como sueños, memorias reprimidas
u otros contenidos intrapsíquicos (Wolfe, 1992). Otro ejemplo sería el estudio de
cómo terapias dirigidas a procesos cognoscitivos conscientes se traducen en cambios
afectivos, o cómo los cambios afectivos se traducen en cambios cognoscitivos
(Greenberg y Korman, 1993).
Dentro del MI esta vertiente es la más común, la más sofisticada y, a nuestro juicio,
la más valiosa. Lo creemos así porque no solamente facilita un diálogo ecuménico
sino porque pretende acrecentar unas bases teóricas, refinar nuestros fundamentos
epistemológicos y aunar esfuerzos para ir más allá de los prejuicios alfa y beta con el
propósito de realizar una verdadera integración teórica y práctica entre los aportes
más contundentes de diversas escuelas psicológicas. Obviamente, esta tarea apenas
comienza, pero sus frutos ya son plenamente visibles ( / . a Goldfried, 1995).
.) D
%
"! " "
#"
"
Dentro del MI esta vertiente pretende ser la menos teórica y es representada por
Lazarus (1992) y por Beutler (Beutler y Clarkin, 1990). La postura que se adopta
aquí es que el clínico debe de hacer esfuerzos para expander de una manera
científica, sistemática y rigurosa su armamentario de estrategias terapéuticas. Se
apoyan aquellos pasos dirigidos a que el clínico evalúe al paciente dentro de un
marco amplio multimodal y que el paciente se beneficie de recibir el tratamiento más
efectivo y eficaz para su condición emocional. La manera en que se decide cuál
tratamiento deberá escogerse no es a través de intuiciones o por anécdotas
personales ("esto me funcionó antes") sino a través del conocimiento que proviene
de la investigación psicoterapéutica.
Por ejemplo, no sería sorprendente si un paciente con un trastorno obsesivo
compulsivo recibiera una modalidad de sobresaturación combinada con prevención
de respuesta, ya que la literatura internacional fortalece y apoya la idea de que esta
terapia es exquisitamente efectiva con un gran número de estos pacientes (Steketee,
1993). A manera de otro ejemplo, un paciente con depresión mayor de intensidad
moderada recibiría un enfoque cognoscitivo estilo Beck o una terapia interpersonal
ya que las mismas han probado ser efectivas en estudios controlados (Haaga y Beck,
1992; Klerman y Weissman, 1992).
Por lo tanto, la idea cardinal en el eclecticismo técnico es ofrecerle al paciente una
variedad de estrategias psicoterapéuticas, provengan de donde provengan. Lo
importante y medular es que las mismas tengan una justificación empírica a través
de estudios controlados. Esta actitud rigurosa e implacable hacia la valoración de los
estudios controlados como guía última en el desempeño terapéutico es una
importante diferencia entre este tipo de clínico integracionista y el clínico ecléctico,
cuyo lema muchas veces es: "Yo uso lo que me parece que funciona".
Beutler y colaboradores parecen ser más sistemáticos que Lazarus en el sentido de
que se han dirigido a auscultar con más precisión cuáles variables cognoscitivas,
afectivas e intrapsíquicas mediatizan el éxito o fracaso con el uso de determinadas
técnicas psicoterapéuticas. Así, por ejemplo, en un estudio reciente encontraron que
los pacientes deprimidos con estilos de acoplamiento muy defensivos mejoraban más
en terapias experienciales que en las cognoscitivas. Pero los pacientes con
acoplamientos de externalización mejoraban más en terapia cognoscitiva que en
otros tipos de terapia (Beutler, Mohr, Grawe, Engle y MacDonald, 1991).
Por su parte, Lazarus (1976) emplea un perfil multimodal de cada paciente, en
donde se escudriñan los aspectos conductuales, afectivos, sensaciones, imaginerías,
cogniciones, relaciones interpersonales y factores biológicos. De acuerdo con el perfil
presentado, se escogen técnicas específicas para los problemas específicos,
lográndose una gran efectividad, al menos según lo documentan Lazarus y sus
colaboradores.
La meta que se han propuesto autores como Beutler y Lazarus es ir bosquejando
cuáles técnicas, con qué tipo de estilo terapéutico, y con qué tipo de paciente son
efectivas y maximizar los resultados. Curiosamente, dirigida a dicha meta podemos
mencionar la publicación de los sendos y voluminosos volúmenes de
5 /
//
* ( (
* (Giles, 1993) y el
5 /
/
(Hersen y Ammerman, 1994). Estas tres tendencias o vertientes son las que
amalgaman el MI. Las mismas, como se ha podido apreciar, presentan diferentes
énfasis. En la Tabla 3 realizamos un bosquejo de lo que a nuestro juicio constituyen
unas diferencias importantes.
Sin embargo, estas diferencias no deben empañar el hecho de que el MI
distintivamente valora y propicia el diálogo, la exploración y la curiosidad de lo que
sucede en el proceso psicoterapéutico de diversas escuelas. Si tomamos en cuenta
que el ser humano es un ente con componentes biopsicosociales y que
inherentemente los componentes afectivos conductuales cognoscitivos se influyen de
manera recíproca y sinérgica, entonces podemos percatarnos de la enorme limitación
que nos impone el seguir a paso firme los procedimientos de una sola escuela
psicológica. Ahí yace la fortaleza y la promesa del MI: hacerle justicia a la
complejidad multidimensional del ser humano e intentar abordarlo utilizando el
análisis de multiniveles (Cacioppo y Berntson, 1992).
Quizás debido a que los psicólogos nos hemos estado concientizando más de estos
hechos, es que el MI ha tomado tanto auge en las últimas dos décadas. En el 1983
se funda la
* /
(
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*
y una revista
especializada en la materia titulada 6
/" * ( (
*
# Adicional a
esto, el MI está tomando paulatinamente un giro internacional. Ya se encuentran
sociedades y organizaciones parecidas en España, Argentina, Chile, India, Holanda,
Inglaterra, y China. En el directorio de miembros de la SEPI encontramos miembros
en Australia, Austria, Bélgica, Finlandia, Francia, Alemania, Irlanda, Israel, Italia,
Japón, México, los Países Bajos, Noruega, Panamá, Portugal, Puerto Rico, Sur África,
Suecia, Suiza y Uruguay.
Por lo tanto, en los próximos años podemos adelantar progresos considerables
dentro de las diferentes áreas que comprenden el MI.
Tabla 3. Diferencias entre las tres vertientes integracionistas
%
#
En lo teórico
En las técnicas
En investigación
psicoterapéutica
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1
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3
2
2
Nota: 0 = actividad nula; 1 = actividad leve
2 = actividad moderada; 3 = actividad marcada
B *
Contrario a otros capítulos de este libro, en donde el/la autoría presenta las técnicas
que se han derivado de determinados enfoques o escuelas, en el MI
se han
diseñado técnicas específicas "integracionistas". Lo que sí se ha logrado hacer es
estudiar de manera concienzuda cómo lograr complementar un enfoque
psicodinámico con uno cognitivo conductual (enfoque de integración teórica) o cómo
escoger empíricamente determinadas técnicas para determinado paciente con X
problema (enfoque de eclecticismo técnico).
Para que el lector pueda comprender mejor cómo se da este proceso y la importancia
de interponer las técnicas en un proceso integrativo, vamos a escoger el modelo de
asimilación, el cual ha sido presentado en detalle por Shapiro
# (1992). Este
modelo lleva el nombre de
!
ya que toma sus bases en ideas
neopiagetianas de las ciencias cognoscitivas. En este modelo integrativo se asume
que el paciente que va a terapia presenta una experiencia problemática (o sea, un
deseo, memoria, actitud, sentimiento que es doloroso o molesto) la cual debe pasar
por un proceso de asimilación en sus esquemas mentales (o sea, narrativa o
modelos de mundo). Por asimilación debe entenderse que dicha experiencia
problemática pasa por una serie de etapas
que van en una dimensión;
desde no poder reconocer cuál es su problema (asimilación nula) hasta lograr
reconocer la fuente de su problema y haberlo manejado adecuadamente en el nivel
conductual (asimilación total). Al llegar a este último punto, la persona debe
considerarse que ha vencido o superado la experiencia problemática.
Se desprende de este modelo que diferentes psicoterapias serán más efectivas en
ciertos puntos del proceso. Shapiro y colaboradores proponen que las terapias
experienciales y psicodinámicas trabajarán mejor si la persona no ha asimilado casi
nada del problema y ni siquiera entiende el por qué de sus síntomas y reacciones. El
propósito con este tipo de persona es irlo trasladando terapéuticamente desde el
punto de no tener percepción hasta llevarlo al punto medio, en donde el paciente ya
reconoce el por qué de su problema, pero aún no sabe cómo lidiar con él. Es aquí
donde Shapiro y colaboradores recomiendan el uso de técnicas conductuales y
cognoscitivas. O sea, una vez la experiencia es entendida y comprendida sin la
necesidad de tantas defensas psicológicas, llega el momento de intervenir aplicando
soluciones racionales u ofreciéndole a la persona acoplamientos o estrategias
específicas que le faciliten la asimilación total del problema.
Dentro de este modelo, puede ser que un paciente entre en terapia con una buena
percepción de su problema. En este caso no sería necesario darle tanto énfasis a las
estrategias psicodinámicas, pero sí a las conductuales cognoscitivas. Por el contrario,
si una persona nos llega a terapia utilizando marcadamente mecanismos defensivos
primitivos que no le permiten entender lo que sucede, implicaría que deberíamos
comenzar con terapias psicodinámicas.
Un caso de nuestro consultorio privado ejemplificará el uso de este modelo. El Sr. S.,
de 27 años de edad y estudiante universitario, llega a nuestra oficina referido por
otro psicólogo. A través de diversos instrumentos diagnósticos y observaciones
clínicas se hizo evidente que el Sr. S., presentaba un cuadro de fobia social
generalizada y un trastorno de personalidad de evitación. De manera secundaria,
este paciente se quejaba de síntomas depresivos y minusvalía.
Tomando en cuenta su diagnóstico, decidimos de inmediato entrarlo de lleno en un
programa de terapia cognitivo conductual. La meta iba dirigida a que comenzara a
identificar y retar todo un andamiaje de creencias disfuncionales e irracionales, las
cuales lo cohibían marcadamente. Por ejemplo, en un diario que el propio paciente
comenzó a llevar, identificó una experiencia muy ansiógena. Estaba en la biblioteca
pidiendo un libro de referencia. En lo que esperaba, una muchacha bastante
atractiva se coloca al lado de él y se sonríe. Este evento fue interpretado de
inmediato con pensamientos automáticos tales como "se está burlando de mí", "todo
el mundo me ridiculiza", etc. El Sr. S., se sintió tan mal que comenzó a temblar y no
le pudo contestar el saludo a la joven. Su diario reflejaba que sucesos totalmente
inocuos como este eran muy amenazantes para él.
Durante el transcurso de 4 meses de terapia, el Sr. S. no hizo ningún adelanto
terapéutico. Sí identificaba algunas de sus reacciones disfuncionales, pero no lograba
entender por qué le sucedía todo esto. Nuestro enfoque, anclado en premisas
cognitivo conductuales, no le impactaban en el nivel clínico. Luego de unas 12
sesiones de terapia, el Sr. S., decidió comunicarnos que no regresaría a las mismas.
Recordamos que nos comunicó esto con mucha pena y llanto. No logramos
convencerlo de que insistiera con las psicoterapias.
Si utilizamos el modelo de Shapiro y colaboradores podríamos fácilmente ubicar al
Sr. S., en la etapa 1 ó 2, con muy poca percepción de sus dinámicas internas y con
muchas resistencias a saber. Sin embargo, en aquel momento, comenzamos a
trabajar con él ubicándonos en la etapa 6. Según este modelo integracionista esto
sería un error ya que el paciente no había asimilado lo que significaban sus síntomas
ni se exploró su contenido dinámico y experiencial.
Casi dos años más tarde, y sorpresivamente para nosotros, el Sr. S., vuelve a
nuestra consulta. En esta ocasión lucía muy desmejorado y mucho más deprimido.
Su fobia social lucía intacta. Esta vez decidimos seguir el modelo de asimilación. Por
lo tanto, comenzamos de lleno en un tipo de terapia que combinaba aspectos
experienciales y psicodinámicos. En primer lugar, comenzamos a identificar cómo la
relación con sus padres incidía en su configuración de personalidad. Ambos padres
siempre habían sido muy autoritarios y extremadamente dominantes. Desde niño se
le alejó de los juegos de otros niños ya que sus padres deseaban convertirlo en un
intelectual. Y lo habían logrado de cierta forma ya que el Sr. S., se graduó de la
Universidad
. Introyectó diversos mensajes tales como "siempre los
padres van primero que todo", "lo principal es hacer feliz a los padres", "todo lo
tienes que hacer perfecto", "lo peor y más abominable que hay en el mundo es tener
un mal hijo", etc.
En terapia el Sr. S., comenzó a crear percepción entre sus síntomas e inseguridades
actuales con los conflictos no resueltos que tenía con sus padres. Por un lado los
quería, pero por otro los odiaba y los aborrecía. Al darse cuenta de estas conexiones,
comenzamos a utilizar modalidades experienciales y afectivas: la silla vacía, el
escribir cartas con fuerte contenido afectivo a sus padres por lo desengañado que se
sentía y tratar de ponerse en contacto con sus sentimientos sin sentirse culpable. En
unas 10 sesiones el Sr. S. comenzó a conocer aspectos de él que desconocía y, por
primera vez en muchos años, a sentirse mucho más cómodo consigo mismo y menos
culpable contradiciendo a sus padres. Esto nos ubicó en la fase 4 y 5 del modelo
integracionista de Shapiro, en donde las asignaciones conductuales ahora tienen más
sentido para el paciente y las lleva a cabo con menos resistencia. Al preguntarle
recientemente porqué antes no había mejorado y ahora sí lo había hecho, nos dijo:
"Antes yo no sabía qué tenían que ver esas asignaciones conmigo. Entendí que era
un fóbico social y que mis sentimientos eran irracionales, pero esto no me aliviaba.
Esta segunda vez me he descubierto yo mismo. Ahora es que logro entender por qué
durante gran parte de mi vida reaccionaba como lo hacía".
Al momento de escribir estas líneas
demostrando mejorías adicionales.
el
paciente
continúa
en
psicoterapia,
*
La terapia integrativa ha sido expuesta como eficaz en un gran número de síndromes
y problemas emocionales. En esta sección ofreceremos algunos ejemplos de dichas
aplicaciones.
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H
Marsha Linehan
. (Heard y Linehan, 1994; Linehan, 1993) han presentado con
sumo detalle un programa integrativo para este difícil y retante trastorno de
personalidad. Recordemos que el paciente con TLP suele caracterizarse como
altamente impulsivo, con cambios anímicos rápidos, en donde reporta un gran vacío
existencial y donde abundan frecuentes actos o gestos suicidas y de automutilación
(Gunderson, Zanarini y Kisiel, 1995). En la Tabla 4 el lector puede apreciar cómo el
grupo de Linehan utiliza diversas estrategias de diferentes escuelas en el tratamiento
del paciente limítrote. Linehan hace hincapié en lo siguiente: "Un aspecto importante
de nuestro modelo es que la adopción de estas estrategias debe estar apoyada de
manera empírica y ser guiada por una teoría que hemos llamado dialéctica y
biosocial. Nosotros no abogamos por la combinación de técnicas sin que haya antes
una integración teórica" (Koerner y Linehan, 1992, p. 440).
En este modelo se toman como base las premisas del aprendizaje social en el sentido
de que gran parte de las conductas desviadas o problemáticas son entendidas como
deficiencias o excesos conductuales. Esto lleva a Linehan a darle énfasis en su
tratamiento a que el paciente logre incrementar conductas adaptativas, que hasta el
momento no había emitido por no encontrarse en su repertorio de conductas. Por lo
tanto, Linehan apunta que estos pacientes demuestran deficiencias en habilidades
interpersonales, lo que a su vez trae como consecuencia estilos de solución de
problemas que suelen ser impulsivos, dañinos e inefectivos.
Otra de las bases de este modelo integrativo toma sus raíces en aspectos
biosociales. Linehan entiende que la patología medular del TLP consiste de una
labilidad emocional crónica. Esto es importante ya que el control del coraje es una
característica importante del TLP. Esta labilidad y descontrol emotivo los
vulnerabiliza a presentar una predisposición fisiológica que a su vez se traduce en
estar hipersensibles a estímulos emotivos (regaños, críticas), en responder de
manera exagerada a los mismos (rabietas, corajes intensos, automutilaciones) y en
tardar considerablemente en regresar a un estado base de funcionamiento óptimo.
Otra base importante de este modelo es que integra la idea de lo crucial del
desarrollo evolutivo de la persona. Hoy sabemos que las personas con diagnóstico de
TLD usualmente tienen un historial extenso de abuso sexual, físico y negligencia en
la niñez. Linehan apunta que estos ambientes tienden a generar y exacerbar
vulnerabilidades emotivas y dificultades en lograr modular las emociones. En un
ambiente en donde la experiencia interna no se valida, los padres tienden a
minimizar o pasar por alto el sufrimiento interno del niño. Al contrario, se le envían
mensajes de que no sientan lo que están sintiendo, lo que trae como consecuencia
que la persona no aprende a modular sus sentimientos y sus emociones. Al no
aprender esta importante tarea, el niño va aprendiendo que sólo escalando la
expresión emocional de sus necesidades se le atiende.
Partiendo de dichas premisas es que Linehan integra las estrategias enumeradas en
la Tabla 4. Por lo tanto, el enfoque de Linehan puede ser ubicado dentro de la
vertiente integracionista teórica del MI, ya que se nutre de diversos discursos
teóricos y niveles de análisis. Adicionalmente, integra los recursos y técnicas más
apoyados en el nivel empírico de manera secuencial. Los datos empíricos que han
presentado Linehan y colaboradores sobre la eficacia de esta modalidad terapéutica
son impresionantes (Linehan
., 1991, 1993).
)
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La disociación como constructo psicológico ha regresado con toda fuerza al
vocabulario diario del psicólogo y del psiquiatra. Repelido del discurso psicológico por
el énfasis en procesos puramente observables durante las décadas del 1920 al 1970,
hoy día hay un interés saludable en dichos procesos (Véase los excelentes
volúmenes de Lynn y Rhue, 1994; Klein y Doane, 1994; Spiegel, 1994; Crabtree,
1993).
La disociación puede ser definida como un proceso por el cual la persona
experimenta alteraciones en su memoria, identidad y consciencia, las cuales a su vez
propician una desintegración de diversas subestructuras que componen lo que
experiencialmente llamamos "la consciencia". Estas alteraciones se convierten en
reacciones psicopatológicas cuando interfieren activamente con el funcionamiento
adecuado de una persona y comienzan a traer complicaciones o sufrimiento en su
vida.
Tabla 4. Técnicas o enfoques integrativos usados por Linehan (1993) en pacientes
con trastornos de personalidad limítrofe
#"
"
1. Empatía, genuinidad
2. Balancear polaridades y emociones
3. Analizar transferencia y contratransferencia
4. Comunicaciones paradógicas
5. Resolución de problemas y habilidades sociales
" !
Centrada en el
cliente
Gestalt
Psicoanálisis
Experienciales
Cognitivo
conductuales
Braun (1986) y Fine (1993) han propuesto modelos integrativos de psicoterapia para
pacientes con el trastorno disociativo más severo que nos podamos encontrar. Nos
referimos al Trastorno de Identidad Disociada (TID) (antes llamado Trastorno de
Personalidad Múltiple). En el mismo, el/la paciente llega a tal grado de disociación
que su yo ejecutivo no logra monitorear algunos subsistemas de conciencia que se
han desligado del control central ( / # Hilgard, 1977 para un recuento de cómo la
conciencia está compuesta de diversos subsistemas o módulos que usualmente
funcionan interactivamente). El resultado final es que la persona comienza a ser
recipiente de la manifestación de diversos estados de conciencia fragmentados, cada
uno con una autoimagen, deseos y necesidades idiosincráticos.
El modelo integrativo tiene perfecto sentido en casos como estos ya que es usual que
el paciente con un TID sufra de alteraciones profundas en los niveles afectivo,
conductual, cognoscitivo e intrapsíquico. En una psicoterapia integrativa, el
psicoterapeuta casi se ve obligado a trabajar con estos aspectos de una manera
secuencial. En el nivel intrapsíquico el terapeuta usualmente le dedica espacio a la
exploración de las circunstancias históricas y los mecanismos defensivos que dieron
paso y lugar al fraccionamiento. En el nivel afectivo, es muy recomendado que el
paciente se apropie de memorias de corte emotivo (por ser altamente traumáticas) y
que canalice las mismas para que logre un procesamiento emotivo adecuado. En el
nivel cognoscitivo, debido al trauma y al abuso, tanto el paciente como sus
personalidades alternas han formado mapas o esquemas mentales muy
distorsionados, los cuales subyacen a su interacción con el mundo interpersonal.
Las terapias cognoscitivas son muy oportunas en esta labor ya que logran el
propósito de dasactivar pensamientos automáticos e incluso visiones de mundo que
sólo responden a circunstancias extremas de abuso, pero que no son útiles en el
diario vivir de la persona. En el nivel conductual, el/la cliente con un TID casi
siempre es una persona tímida, y con pocas habilidades sociales. El marco
conductual puede aportar mucho en este proceso psicoterapéutico ya que permite la
utilización de estrategias específicas para que la persona sea más afirmativa,
asertiva y efectiva con su medio interpersonal.
Por lo tanto, el clínico integracionista puede impactar de una manera sistemática y
amplia toda la gama de complejidades que nos presenta el cliente con un trastorno
disociativo. Consonante con los modelos biopsicosociales y de multiniveles, el clínico
va auscultando cada una de dichas facetas y ofreciéndole al cliente las estrategias
más efectivas para cada área en particular.
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Aunque no tenemos el espacio suficiente para detallarlas, clínicos de inclinación
integracionista han hecho incursiones interesantes en trastornos de ansiedad
(Chambles, Goldstein, Gallagher y Bright, 1986; Scaturo, 1994), trastornos afectivos
(Arkowitz, 1992) y con niños y familias (Fauber y Kendall, 1992; Wachtel, 1994).
D *
*
El MI es en sí un enfoque novedoso dentro de la historia de las psicoterapias. Aunque
sí han habido precursores, no es sino hasta hace unos veinte años que el mismo se
ha convertido en una alternativa exitosa para muchos clínicos.
A la luz del creciente y masivo interés que este movimiento ha generado entre
muchos psicólogos, no nos parece que estemos ante una mera moda pasajera. Al
contrario, el MI parece abrir las puertas anchas para que al fin clínicos con diversos
bagajes se sienten en la mesa en una actitud ecuménica, reconociendo que gran
parte de lo que todos hacemos en nuestras sesiones psicoterapéuticas guarda
enormes similitudes y que aquellos aspectos específicos y únicos que sean
distintivamente valiosos los podamos integrar en modalidades más efectivas y
elegantes.
Un factor que posiblemente será pivote en el progreso de las terapias integrativas es
que las terapias cognoscitivas, las cuales también están siendo favorecidas por
muchos clínicos, pueden servir de punto de contacto con las terapias
integracionistas. Recordemos que las terapias cognoscitivas fueron desarrolladas por
Beck (1976) quien a su vez ha explicado que la raíz de su modelo proviene de un
sincretismo del psicoanálisis, las ciencias cognoscitivas, y el conductismo. De hecho,
recientemente Beck (1991) declaró, sin ambage alguno, que las terapias
cognoscitivas pueden servir de puente a las terapias integracionistas y propulsó un
acercamiento entre ambas. Tal y como ya lo preveía el propio Beck hace más de una
década atrás:
A pesar de las diferencias obvias a nivel filosófico, teórico y técnico entre las terapias
cognoscitivas, las conductuales, el psicoanálisis y la farmacoterapia, hay las
suficientes similitudes, leves pero importantes, que justifican el intento de construir
un metamodelo que albergue esos sistemas de terapia.... Estas perspectivas tienen
varios niveles de poder explicativo. Relacionando una con cada una podemos intentar
construir un modelo integral el cual posea un poder explicativo más robusto que el
que puedan poseer las perspectivas individuales (1984, p. 115).
Interesante también resulta el estudio reciente llevado a cabo por Norcross y
Freedheim (1992) en donde le preguntaron a 40 prominentes psicoterapeutas,
cuáles esperarían que fueran las tendencias teóricas principales para el año 2000.
Los resultados fueron reveladores:
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*
# El lector reconocerá que ambas son parte constituyentes
importantes en el movimiento integrativo.
Un asunto medular que queda pendiente de implementarse es cómo entrenar clínicos
dentro de las universidades o las escuelas graduadas. Andrews, Norcross y Halgin
(1992) en una revisión concienzuda de esta temática, recomiendan un modelo
integrado de enseñanza. El mismo es constituido por cuatro pasos. En primer lugar,
los estudiantes deben de ser expuestos a cultivar y manejar una alianza terapéutica
con los pacientes, ya que hay un núcleo impresionante de datos empíricos que
señala que el establecimiento de una alianza es necesaria para la resolución de los
conflictos del paciente. En segundo lugar, los estudiantes deben ser familiarizados
con una variedad de modelos conceptuales. El propósito es que el estudiante se
sienta cómodo manejando un tipo de formulación de casos en donde se incluyan
diversos niveles de acción. Este proceso debe ser supervisado detenidamente ya que
el manejo multimodal de un paciente requiere un bagaje teórico y conceptual amplio.
En tercer lugar, se recomienda que el estudiante al menos domine dos de dichos
modelos de intervención. Finalmente, se apoya a que el estudiante activamente logre
integrar las diferentes perspectivas y que ofrezca formulaciones de caso de tipo
integrativo de acuerdo con el perfil que presenta su paciente. Andrews
. (1992)
reconocen que este tipo de entrenamiento es más exhaustivo y abarcador que el que
usualmente reciben los clínicos, por lo que anticipan algún tipo de resistencia, en
especial en institutos y escuelas con una fuerte orientación purista, en donde todos
los esfuerzos y recursos son dirigidos con exclusividad a la práctica de un solo
modelo psicoterapéutico.
No queremos finalizar este capítulo sin antes lanzar una nota de cuidado y sensatez.
Debe quedar claro que, independientemente de todas las bondades y virtudes que
posee el MI, necesita ser continuamente evaluado empíricamente. Los pocos datos
de estudios controlados son muy prometedores, pero resulta evidente que el MI
necesita documentar de una manera más rigurosa sus ventajas tanto teóricas como
empíricas. En este sentido apoyamos a Beitman (1994) cuando hace un llamado a
"dejar de explorar" y comenzar a definir los principios de una terapia integrativa.
Finalmente, creemos que este capítulo debe de servir como un aperitivo para
aquellos lectores que no estén familiarizados con el quehacer clínico dentro del MI.
Esperamos que la lectura del mismo y la abundante bibliografía que se presenta
faciliten una actitud de curiosidad intelectual hacia una vertiente cuyo derrotero
parece ofrecer considerables beneficios a nuestra ciencia psicológica.
?
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Psicólogo
Gabinete de Psicología y Análisis Transaccional
Madrid España
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( A
El Análisis Transaccional es "
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*
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según su creador Eric Berne (1), por cuanto abarca el estudio estructural de los
estados del yo, como realidades psíquicas y el estudio de las transacciones como
fenómeno de interacción. Es decir, que el objeto de estudio es tanto la conciencia
individual, la construcción a que da lugar la experiencia, como la conducta, los
fenómenos que la persona protagoniza en el seno de los diferentes grupos a los que
pertenece y que configuran la experiencia y sus significaciones.
Berne parte de una premisa pragmática: N
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N 0J1# Desde esta
perspectiva analítica, Berne encuentra que la unidad básica del comportamiento, el
elemento irreducible generador del mismo, es la transacción: los intercambios que se
producen entre un emisor y un receptor.
También el Análisis Transaccional es un modelo integrador de orientaciones
cognitivas y psicodinámicas de la psicoterapia, enriquecido con aportaciones que
conciernen a la terapia de la comunicación. En tanto que modelo integrador, combina
por igual, el incremento de la conciencia, análisis del argumento o guión de vida y
la estimulación del cambio de conducta, por regla general, mediante el
correspondiente contrato.
En la vertiente cognitiva, el análisis estructural de los estados del yo y la
confrontación tienen como objetivo la descontaminación del Adulto para que, libre de
prejuicios y estereotipias, pueda obtener mayor objetividad y eficacia en el
afrontamiento de los retos de la realidad.
El Análisis Transaccional es esencialmente un método de trabajo que permite
comprender la conducta humana, hacer patentes sus significaciones de una manera
fácil, al alcance de los usuarios, aunque estos carezcan de conocimientos
psicológicos. Como metodología busca intervenir y modificar la conducta, resaltando
la responsabilidad del cliente tanto sobre la emergencia de los trastornos, como
sobre el origen y causa del cambio de conducta. El analista no interpreta; observa,
hace lecturas fenomenológicas sobre lo que le ofrecen sus clientes; integra y
reincorpora las partes fragmentadas y excluidas de la representación interna que el
cliente tiene de su propio comportamiento y describe la conducta tal como tiene
lugar, redefiniéndola en los términos que plantea el modelo teórico, que es dado a
conocer al cliente, sin adoctrinamientos previos.
Algunos procedimientos terapéuticos transaccionales como la Terapia de Redecisión
de los Goulding, pueden describirse como experiencias emocionales correctivas, en la
línea recomendada por Franz Alexander y Friz Perls.
#
$
En 1958, Eric Berne publicó un artículo titulado " +
$
9
* /
", con el que daba origen a una serie de
publicaciones posteriores que han consolidado al Análisis Transaccional como un
modelo operativo, que muestra un considerable vigor para la descripción y
comprensión de la conducta humana.
Berne trabajó como psiquiatra residente en la Universidad de Yale y al servicio del
Ejército desde 1.941. En el Ejército, Berne comenzó a hacer terapia de grupo
trabajando con soldados repatriados desde el frente europeo. La finalidad de estos
grupos era conseguir que el soldado tuviera el suficiente grado de normalidad para
reintegrarlo al servicio activo. Las prisas de Berne por conseguir una curación rápida
eran debidas a que mientras el soldado estaba con baja psiquiátrica, no podía
reincorporarse a la vida civil, ni tampoco este tiempo le contaba como tiempo de
prestación a filas. Además, Berne, que se formó en Psicoanálisis, entre 1941 y 1949,
con Paul Federn y Erik Erikson, no aceptó ni la pasividad del psicoanalista, ni la
lentitud de la asociación libre, al igual que hicieran Ferenci, Stekel, Jung y otros.
En 1.946, comenzó a hacer terapia de grupo con personas que habían de tomar
decisiones más autónomas que las posibles en el contexto del Ejército, tomándose
muy en serio sus propias palabras de que N
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N041#
Berne trabajó para encontrar qué procedimientos curaban a sus clientes. El no
estaba a favor de "hacer progresos", sino solamente a favor de "hacer curaciones"
con la meta ideal de llegar a conseguir la curación en una sola sesión. Destacamos
este hecho porque, en aquella época, se consideraba que el trastorno psiquiátrico no
era curable, que sólo podía pretenderse una mejoría funcional.
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%
&
El esquema transaccional sobre la personalidad mantiene cierto paralelismo
morfológico con el esquema topográfico de Freud. Sin embargo, dice Berne "Padre,
Adulto y Niño no son ideas, sino que se refieren a
,
basados en realidades
(4)". Berne hace una declaración expresa: "el término estado del ego se emplea para
denotar estado de la mente y sus patrones de conducta relacionados, según ocurre
en la naturaleza y evita el uso de términos como instinto, cultura, superego,
ánimo..."(5). Pero, con mayor claridad Berne tajantemente afirma: "Ni los estados
del yo como tales, ni los órganos que les dan origen corresponden a las instancias
freudianas. El superyo, yo y ello son conceptos obtenidos por inferencia, mientras los
estados del yo son realidades vivenciales y sociales"(6).
Efectivamente, Berne se esfuerza a lo largo de toda su obra, por conseguir un cuerpo
teórico definible en términos fenomenológicos, mediante un lenguaje sencillo,
asequible y conceptos claros. En este sentido, representa el contrapunto del lenguaje
críptico, misterioso e intrincado de muchos textos del Psicoanálisis.
Otras divergencias profundas y sustantivas son las siguientes:
a) El Análisis Transaccional no trabaja con el concepto del inconsciente; su objeto de
estudio es la conducta aprehensible, bien sea por observación, bien por
introspección. Como teoría sobre el comportamiento atiende a las connotaciones de
éste; hace hipótesis sobre la etiología de cada síndrome de adaptación; verifica y
experimenta con esas hipótesis; hace análisis y establece expectativas de cambio.
b) En otro sentido, el Análisis Transaccional rescata la autonomía del Yo como
subjetividad, como centro organizado que integra la experiencia y tiene capacidad
decisoria sobre sus propias "normas, pulsiones y fantasías". El Yo es el canal, cauce
y árbitro de sus propias energías, tiene poder por sí mismo, integra los estados
anteriores y se orienta hacia el futuro.
En cambio, el Psicoanálisis constituye un concepto mecanicista del "YO",
determinándolo como una instancia agónica que se estructura sobre la confrontación
entre las fuerzas represoras (super yo), los impulsos libidinales eróticos y thanáticos
(ello), y el principio de realidad.
c) El concepto de energía, atada, desatada y libre, en Análisis Transaccional es lo
biológico heredado, la fuerza que impulsa las apetencias, las aspiraciones y las
inquietudes, es decir, es un concepto muy cercano al concepto griego de "energeia",
potencialidad, que se aleja considerablemente del sentido misterioso de libido como
fuerza que impulsa al sujeto objeto, incluso a su pesar.
d) Otra diferencia es la metodología de abordaje de los asuntos que plantea el
cliente: frente a la asociación libre, la interpretación de los sueños y de los actos
fallidos, características básicas del trabajo psicoanalítico, el Análisis Transaccional
establece contratos, es combinable con técnicas de experiencia, emplea el método
fenomenológico como procedimiento activo de búsqueda de las significaciones del
comportamiento humano y efectúa evaluaciones periódicas sobre el proceso de
terapia.
e) El rol del terapeuta transaccional es activo, "ex aequo" con el cliente, ambos
trabajan a la par desde la formulación del contrato. Hay un compromiso recíproco de
cooperar juntos para resolver los problemas del cliente, manteniendo, mediante las
transacciones, una cierta simetría en el grado de implicación en el proceso.
f) Es posible trabajar "aquí y ahora" con el Análisis Transaccional, ocupándonos del
problema actual que preocupa al cliente, de sus denotaciones y connotaciones, sin
necesidad de recurrir a la transferencia como fuente primordial de explicación. Para
el Análisis Transaccional, es más importante el proceso actual que las causas
biográficas, a sabiendas de que modificando el proceso actual, se termina por
modificar la estructura, aunque el análisis no la haya desmontado previamente.
&
#
En cada persona existen tres partes diferenciales por sus contenidos y
funcionamiento, a las que llamamos estados del yo. Los antecedentes del concepto
de estado del yo están en James, W. (1880) que él llama "estados de conciencia",
Weis, E. (1950) y Federn P. (1953) y G.H. Mead (1934).
Berne definió cada estado del yo como "un sistema de emociones y pensamientos
que se actúa mediante un conjunto de patrones de conducta"(7), y consideró que,
básicamente, son tres, a los que denominó Padre, Adulto y Niño.
1. Estado Padre del yo:
Contiene la conducta aprendida de los padres y sustitutos vicarios, tanto en las
formas como en los contenidos: los principios e ideas básicas que sustentan la
filosofía de la vida de la persona, los valores que informan sus patrones de moral, las
normas de convivencia, las reglas y leyes de la conducta en general, el sentido del
deber, creencias y estereotipias de pensamiento, el apoyo y consejos que
suministramos, advertencias que hacemos, tradiciones y convencionalismos que
respetamos, constituyen los contenidos del estado Padre.
En términos generales, podemos decir que el Padre contiene todas las pautas
aprendidas sin esfuerzo, que las adquirimos sin que mediara empeño ni método de
aprendizaje, porque vimos que las activaban así los papás y otras figuras de
prestigio y autoridad que nos rodearon cuando éramos chicos.
En el plano operativo, el Padre cubre dos funciones primordiales, claramente
diferenciadas entre sí:
a) Protector o padre crítico positivo: Marca límites. Es firme en la defensa de sus
planteamientos. Vigila y exige que los derechos y las normas sean respetados.
Señala "lo que hay que hacer", propulsando directivamente a los demás. Mantiene
en todo caso el respeto por la persona y los principios que informan la convivencia.
b) Permisor o padre nutritivo positivo: Se interesa por los demás, los cuida cuando lo
necesitan, presta ayuda, da cariño, aplaude y elogia los éxitos alcanzados; con su
aprobación explícita y su aliento estimula y refuerza las conductas eficaces; actúa
como un entrenador, favoreciendo el desarrollo y el crecimiento de las
potencialidades del otro.
2. Estado Adulto del yo:
Los contenidos del Adulto son los datos y señales de la realidad, la información en
general, las habilidades técnicas operativas, los métodos de pensamiento y de
elaboración de criterio, la experiencia personal, el saber que da sabiduría práctica y
puede ser transformada también en datos, en contenidos noéticos.
El Adulto contiene el juicio de realidad, la constatación, el razonamiento, el sentido
de la oportunidad, el pulso, el tiento y la compulsa sobre las posibilidades y la
adecuación de cada momento.
Operativamente, el Adulto transforma los estímulos en elementos de información,
comprueba su veracidad con arreglo a los datos e informaciones acumuladas
previamente y elabora los mensajes después de haber depurado la información
recibida, separándola de adherencias prelógicas y de percepciones indiferenciadas o
distorsionadas.
El Adulto recibe información del exterior y también de los otros dos estados del Yo,
del Padre y del Niño: Puede canalizar los sentimientos, las fantasías y los deseos de
forma congruente con los patrones y pautas que también configuran la personalidad
total.
Finalmente es ineludible añadir que al Adulto le corresponde la toma de decisiones,
cumpliendo un papel moderador y arbitral sobre la conducta.
3. Estado Niño del yo:
El sistema Niño son los sentimientos, la intuición, los impulsos, deseos y exigencias,
la captación y transducción de las necesidades vitales que cuidan de proteger la vida
individual y prolongar la especie, el afán hedonista, la curiosidad y la inquietud por
experimentar lo nuevo. Las expectativas del Niño siempre presentan la marca del
placer displacer, excitación calma, carencia satisfacción.
En el Niño no hay abstracción, ni entelequias; sus grabaciones son sensitivas,
emocionales, vívidas y pueden abarcar desde el recuerdo de un juguete entrañable a
la imagen de un paisaje. También son contenidos del Niño la ternura de una escena
vivida o fantaseada, el sentimiento de violencia, de gozo, el apocamiento, la
indiferencia, la ilusión, la rabia, el miedo ante el peligro amenazador, la tristeza por
la pérdida, la necesidad de expresión, la creatividad, la imaginación, la necesidad de
moverse.
Hay tres sub estados o partes del estado Niño que funcionan de forma diferenciada:
a) Niño Libre: Es el Niño Natural, la parte más biológica del aparato psicológico, que
detecta nuestras necesidades primarias y las transforma en señales de información.
El Niño Libre funciona con espontaneidad, mostrando sus necesidades y emociones
abiertamente y con franqueza: ríe ante la situación gozosa, rabia frente a la
frustración, siente miedo del peligro, llora y se entristece por las pérdidas y
despedidas, muestra entusiasmo cuando se siente atraído y expresa cariño como
muestra de cercanía y aceptación.
b) :
9 Funciona mediante conductas automáticas y
estereotipadas que utiliza para obtener lo que desea. Sus deseos y aspiraciones
suelen estar programados desde fuera y se acomoda aviniéndose y sometiéndose
con tal de conseguir aplauso y reconocimiento.
1 :
'
9 Es la manifestación opositora del Yo que ejercemos para
adaptarnos de forma contradependiente, cosechar reconocimientos, aunque sean
negativos, y lograr que se nos tenga en consideración, aun cuando sea porque digan
de nosotros que somos díscolos, difíciles y aun imposibles. Lo importante no es
obtener premios o castigos; nos esforzamos por adaptarnos, lo generamos porque
necesitamos influir en el campo de interacción social, producir impacto en los demás
y hacernos notar.
La transacción es el intercambio que se produce cuando la acción de una persona da
lugar a la reacción de otra. La intervención del primer agente, sea de tipo verbal o
conductual, constituye el estímulo que desencadena la respuesta que otorga el
segundo. Berne consideraba que la transacción o conciliación es la unidad de acción
social.
Una definición anterior y más completa de transacción social puede encontrarse en
Blumer, (8) psicólogo social de la escuela de Chicago, cabeza de fila junto con Cooley
y G.Mead, padres del interaccionismo simbólico. La influencia de este último sobre
Berne es patente en las referencias que el propio Berne pone en sus obras. Los
intercambios, o transacciones, los efectuamos con referencia a cuatro bienes, a
saber: información, caricias, bienes materiales y tiempo. Cuando no hay respuesta,
no hay transacción. De forma que, cuando alguien da alguno de los bienes
señalados, sin recibir nada a cambio, no está efectuando transacciones, no está
interactuando.
En toda transacción intervienen al menos dos estados del Yo, uno por cada uno de
los interlocutores. De esta forma, puede decirse que los estados del Yo actúan como
instrumentos emisores receptores, que intercambian señales en virtud de sus
códigos respectivos (marcos de referencia) y ateniéndose a los contenidos
estructurales que los singularizan.
Hay varios tipos de transacciones:
a) Transacción complementaria simple: Es aquella transacción cuya respuesta es
recibida por el mismo estado del Yo del cual partió el estímulo y, a su vez, proviene
del estado del Yo que recibió el estímulo. De esta forma, el estado carencial que dio
lugar a la emisión del estímulo es satisfecho por la respuesta. Son consideradas
simples todas aquellas transacciones en las que sólo interviene un estado del Yo por
cada uno de los sujetos que interactúan.
b) Transacción cruzada simple0 Se produce cuando la respuesta es recibida por un
estado del Yo distinto del que emitió el estímulo o proviene de otro diferente al que
fue sensibilizado por el estímulo. En cualquiera de los casos, el circuito abierto por el
estímulo original no se cierra; más bien se sucede un intercambio de estímulos que
da lugar a la apertura de una serie de circuitos que quedan inconclusos.
c) Transacción ulterior o encubierta: Consiste en emitir dos mensajes de forma
simultánea, que hacen intervenir al mismo tiempo a dos estados del Yo de ambos
interlocutores. Sin embargo, su peculiaridad está en que uno de los mensajes es
directo, verbal, manifiesto y congruente con la situación, mientras el otro mensaje es
no verbal, implícito y ambiguo, de forma que permite múltiples interpretaciones.
Por regla general, el mensaje directo se apoya en las palabras como vehículo
expresivo, mientras que el mensaje oculto lo transmitimos mediante los lenguajes no
verbales como son los gestos, el tono de la voz, las muecas, guiños, movimientos de
hombros, etc.
Leyes de la comunicación
"
: La comunicación es posible sobre la base de transacciones
complementarias, que se suceden hasta agotar el tema o el asunto que ha originado
la relación.
9 Las transacciones cruzadas sólo sirven para interrumpir la comunicación y
bloquear las posibilidades de entendimiento entre las personas.
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9 En las transacciones ulteriores, el mensaje más importante es el
encubierto, expresado de forma no verbal.
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"
La estimulación es absolutamente necesaria para la supervivencia. Una persona
privada de estímulos, comienza a tener alucinaciones entre las 24 y las 48 horas; se
autoestimula para seguir sintiéndose vivo.
El hambre de estímulos evoluciona al tenor del proceso existencial, promoviendo una
sublimación, mediante la cual una cierta dosis de estímulos será reemplazada por un
tipo de estímulos especiales a los que llamaremos "caricias". Caricia es toda señal de
reconocimiento mediante la cual una persona tiene en consideración a otra. Al igual
que la transacción es la unidad básica de comunicación, la caricia es la unidad básica
de interacción social.
Una caricia es toda muestra de reconocimiento que una persona da a otra; cualquier
conducta, por mínima que parezca, que implique tener en consideración la presencia
de otra persona. Por tanto, la caricia es un tipo de transacción, el estímulo
intencional dirigido de persona a persona, que puede ser gestual, verbal, físico y
simbólico y que tiene posibilidad de ser respondido por parte de quien lo recibe.
El hambre de caricias sigue las leyes del aprendizaje, abundantemente estudiado en
Psicología, con la siguiente secuencia:
1) Si el niño pequeño recibe abundantes caricias positivas incondicionales, aprenderá
a estar bien psicológicamente y percibirá que sus padres también lo están.
2. Si el niño no percibe las caricias incondicionales que necesita, las buscará:
anticipará conductas susceptibles de premio; será obediente, respetuoso, ordenado,
conforme con sus padres o tutores. Con tales comportamientos conseguirá caricias
positivas condicionales; aprenderá a estar bien, a condición de ganarse antes las
caricias necesarias.
3. Si con esta conducta adaptable tampoco obtiene las caricias que necesita,
anticipará conductas susceptibles de castigo: será díscolo, opositor, sucio, etc...
Estos comportamientos le proveerán caricias condicionales negativas, pero caricias,
útiles para nutrir su hambre básica. Aprenderá a estar mal (bien psicológicamente)
porque hacer en pro del bien no le da resultado.
4. Si con estos comportamientos también fracasa en su deseo de satisfacer el
hambre básica, es posible que entonces enferme, somatizando su desasosiego
interior, se lesione o accidente para, de este otro modo, obtener caricias
incondicionales de lástima o rechazo. Aprenderá a estar mal y que los demás están
mal.
Ahora bien, por cualquiera de estos procedimientos se establece un entrenamiento,
un aprendizaje condicionado que sucede de conductas anticipatorias. En este
sentido, podemos decir que aprendemos a estar y conducirnos en la vida,
aprendemos patrones morales de conducta que nos sirven inicialmente, para
satisfacer el hambre de caricias, las señales de reconocimiento que el Yo necesita
para sentirse vivo, vinculado social y afectivamente, confirmado en su valía,
capacitado y poderoso frente a los retos.
Las caricias, sobre todo las atributivas, tienen un enorme poder constructivista sobre
la identidad y el sistema de adaptación de la persona. Así pues, el tipo de caricias
que la persona sea capaz de conseguir durante su infancia, no sólo fija el
procedimiento para conseguirlas durante toda la vida, sino que contribuye a
consolidar su personalidad. Lógicamente, con la edad, cambia el soporte o el
vehículo de la caricia, pero la necesidad básica subyacente y el mecanismo para
satisfacerla permanecen idénticos, a menos que tercie un proceso de análisis.
Clasificación de las caricias
1. Por el soporte:
1.1. Físicas o de Contacto0 por ejemplo, un beso, un apretón de manos,...
1.2. Verbales: "¡Hola!"
1.3. Escritas: Una postal de recuerdo.
1.4. Gestuales: Una sonrisa de asentimiento.
1.5. Simbólicas: Una inclinación de cabeza.
2. Por su carácter:
2.1. Condicionales: Son las que se dan a una persona por su conducta, por algo que
ha hecho bien o mal. Ej. Me gusta cómo has trabajado hoy.
2.2. Incondicionales0 Se dan a una persona por el sólo hecho de existir; por ser
quién es y ser tal como es. Ejemplo: Te quiero.
2.3. De aproximación: Aquellas que se refieren a conductas que acercan a la persona
a la meta deseada. Son reconocimientos que atañen al proceso, a los avances que
hacemos para lograr el objetivo final y que constituyen un aliciente y una fuente de
motivación en pro de éxito. Ejemplo: Valoro el empeño que tienes por aprender.
2.4. Atributivas: Son los reconocimientos que aluden a características y
peculiaridades de la idiosincrasia de la persona. Ejemplo: Tu sensibilidad te hace
especialmente apto para la música.
2.5. De Orientación0 Son expresiones directas con las que sugerimos e indicamos
correcciones, bien a quien se ha equivocado, bien a quien no hace uso de sus
potenciales habilidades, bien a quien se muestra confuso y descuidado. Ejemplo:
Pienso que tú tienes experiencia suficiente para actuar de otra manera...
3. Por la sinceridad que comportan:
3.1. Auténticas: Aquellas que realmente nacen del pensamiento y sentimiento que
está experimentando quien las da y reflejan su vivencia verdadera.
3.2. Falsas: Son adulatorias, agresivas encubiertas que ocultan hostilidad.
3.3. Mecánicas: Son reconocimientos rutinarios, ritualizados.
4. Por su intención y efecto:
4.1) Positivas: Producen un buen sentimiento, sensación de bienestar y autoestima.
Invitan a comportarse en el sistema positivo de conducta, porque conllevan el
mensaje: tú estás bien.
4.2. Negativas: Son de contenido y alcance contrario a las anteriores; a su vez, se
subdividen en: Agresivas, que causan dolor, daño moral o físico y De lástima, que
favorecen la desvalía personal y disminuyen la autoestima#
Las caricias condicionales positivas y las de orientación son necesarias y útiles para
establecer aprendizaje. Las caricias negativas sirven para mermar la autoestima del
receptor.
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Según Steiner, (9) las Leyes de Escasez de Caricias son reglas paternas aceptadas
socialmente, que producen escasez de caricias positivas y obligan a las personas a
buscarlas de manera forzada, artificiosa y complicada. Estas reglas son cinco:
1. No des las Caricias Positivas que corresponde dar.
2. No aceptes las Caricias Positivas que necesitas.
3. No pidas Caricias Positivas.
4. No te des a ti mismo las Caricias Positivas que necesites.
5. No rechaces las Caricias Negativas destructoras.
En sustitución de estas leyes, Steiner propone que el comportamiento se rija por las
siguientes leyes de abundancia de caricias:
1. Da las Caricias Positivas que correspondan.
2. Acepta las Caricias Positivas que mereces.
3. Pide las Caricias Positivas que necesitas.
4. No aceptes Caricias Negativas destructoras.
5. Date Caricias Positivas.
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Una persona para sobrevivir, necesita completar una cierta cuota de Caricias; no
parece sino que, en su Niño, hay un depósito, con un polo positivo y otro negativo,
que demanda un cierto número de caricias hasta conseguir la cuota mínima de
caricias, cuya fórmula: Hambre de Caricias = ∑ (C+) + (C ). Es decir, se considera el
valor absoluto y no el signo; de manera que, una unidad de caricia positiva y una
unidad de caricia negativa suman dos caricias y no cero caricias que sería el
resultado algebraico.
La cantidad de caricias necesarias variará con el desarrollo psicológico de la persona;
pero en cualquier caso, si no se cubre la cuota mínima, la persona se ve obligada a
ser cada vez menos selectiva. Si no hay caricias positivas, las conseguirá negativas,
que pueden ser más fáciles de obtener.
En los primeros 30 meses de la vida, tienen mayor fuerza de carga las caricias
positivas de contacto. Las caricias incondicionales son las que mayor vigor muestran
en relación con la salud emocional de las personas. Su utilización también es
oportuna en la esfera laboral. La sobredosis de caricias positivas incondicionales
vuelve pasiva e irresponsable a la persona. Las caricias condicionales son necesarias
como instrumento para favorecer el aprendizaje, el asentamiento de valores y en
general todo el proceso de socialización.
El efecto de la caricia es independiente de la intención: de tal modo que una misma
caricia puede ser percibida como positiva por una persona y como falsa o negativa
por otra, en la misma circunstancia.
Las caricias positivas influyen considerablemente en la estimulación general del
comportamiento. Las caricias de orientación pueden servir como guía del
comportamiento.
En la administración de caricias hay que evitar la reiteración y la monotonía, ya que
la caricia mecánica se devalúa sola. En el sistema positivo de conducta, se
anteponen las caricias incondicionales a las condicionales, las positivas a las
negativas y las auténticas y espontáneas a las rutinarias o mecánicas.
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Toda persona tiene un concepto básico de sí mismo y de los demás, que juega un
papel importante a la hora de hacerse entender y entender a los demás. El concepto
positivo sobre sí mismo, equivale a decir: Soy trabajador, inteligente, sé valerme en
la vida, resuelvo mis problemas. El concepto negativo es: Soy un inútil, todo me sale
mal, no sirvo para nada. El primer caso es una forma de estar bien y el segundo de
estar mal.
Igualmente, sobre los demás cabe idéntica disquisición: puedo vivenciar que están
bien; esto es, que son felices, tienen valores, son personas aprovechables y útiles. O
por el contrario, están mal; es decir, son sanguinarios, vengativos, vagos o poco
inteligentes.
Para el Análisis Transaccional, esta forma de sentirse a sí mismo y a los demás
radica en una decisión temprana, posiblemente anterior a los ocho años de vida, que
se adoptó en virtud del ambiente estimular que conformó las grabaciones del Niño
Adaptado, las caricias recibidas y sus tipos, generando una posición existencial
concreta frente a la vida.
Esta nos lleva a mantener una perspectiva fija sobre las cosas; la panorámica que
contemplamos es siempre idéntica; los signos y señales que nos vemos precisados a
interpretar y entender son unívocos. Desde la posición existencial favorita
simplificamos el modo de estar frente al mundo y reducimos la gama de reacciones a
emplear.
La posición existencial viene a ser como el color del cristal de nuestras lentes, a
través del cual consideramos el mundo y sus gentes. Coherentemente, el sistema de
señales que emitimos para relacionarnos con los demás, ya esta condicionado, ab
initio, por el filtro mediante el cual han pasado los datos de entrada; cuanto
percibimos experimenta las refracciones que impone el filtro, y al emitir, vuelve a ser
operativa la posición existencial.
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Las posiciones existenciales generan cinco tipos de comportamiento o maneras de
estar en la vida:
1.
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(Yo+/Tú+): Esta persona es idealista, con un idealismo fatuo y fugitivo.
Mediante su optimismo gratuito, la persona trata de evitar la disciplina, la
responsabilidad que entraña la vida y los compromisos, mientras procura zafarse del
esfuerzo, de las notas de tristeza desagradables, de las imposiciones de todo género
y de las limitaciones, fallos y errores. Niega los aspectos negativos propios y de los
demás. Todo es maravilloso. Vive en un continuo estado de euforia. Es alegre y
confiado porque no teme que pueda pasarle nada malo.
Se considera capacitado para emprender cualquier hazaña, aun cuando no tenga
ninguna viabilidad, ni posibilidad de realización; pero es incapaz de evaluar las
dificultades, inconvenientes y hostilidad que la realidad le va a ofrecer. En la infancia
de estas personas, abundaron las caricias positivas adecuadas o inadecuadas; nadie
le puso límites, ni le facilitó conectar con la frustración, ni crear defensas frente al
dolor. Esta persona sólo suministra caricias positivas, aun cuando sean huecas y
rechaza las negativas de todo género.
2. Agresivo. (Yo+/Tú ): Este tipo de persona tiende a ver los aspectos negativos sólo
en los demás; por ello, se comporta de forma persecutoria, tiende a resaltar los
defectos y fallos ajenos y utiliza expresiones del tipo: no se puede confiar en nadie,
me las van a pagar, la gente es irresponsable, etc.
A veces inculpa a los demás de sus propios fracasos bajo una aparente posición de
víctima: Mira donde me has llevado... ¿Porqué tenías que hacerme esto a mí?, etc...;
en realidad, son otras formas de perseguir. El origen de esta posición arranca de la
interiorización de la posición que tenían los padres y/o educadores. Ante el exceso de
rigor de los progenitores, el niño se identifica con la posición básica de ellos para
aliviar la angustia que le produce el sistema educativo con el que está siendo
tratado.
La posición +/ rechaza todo tipo de caricias, puesto que descalifica la fuente, las
personas de quienes provienen; en cambio, suele administrar caricias negativas
incondicionales y condicionales. Tienden a sentirse responsables de la conducta
ajena; por eso, arrasan la capacidad de decisión de los otros, invitándoles a estar en
posición /+, su complementaria.
3. Depresivo (Yo /Tú+): Al contrario del caso anterior, estas personas tienden a ver
en sí mismos todos los aspectos negativos, mientras exculpan a los demás. Rehuirán
la responsabilidad y la competitividad; se alejarán antes que asumir el riesgo del
fracaso; tampoco tienen energía para decir "no" a lo que no les gusta o no les
conviene; adoptan actitudes de pasividad, de espera, dejándose traer y llevar a
merced de los otros.
Tienden a manifestar conductas intrapunitivas y autodestructoras, porque ellos
mismos se descalifican y humillan y sólo esperan que los demás les salven. Rechazan
las caricias positivas, pero aceptan las negativas; se alían con quien esté en posición
yo+/tú , su complementaria, para establecer simbiosis, reforzando así, mediante la
interacción, su propia desvalorización interna. Es como si operase con la idea
siguiente: Estaré bien (acariciado, protegido, amparado) mientras me muestre
inferior, incapaz, desvalido, inútil; es decir, mientras esté mal ante los demás. Ellos
están bien porque me ayudan, salvan, piensan en todo, saben todo...
4. Nihilista, (Yo /Tú ): Son personas que sufrieron el abandono de los padres o su
rechazo psicológico, por alguna razón: muerte de los progenitores, sexo indeseado,
embarazo prematuro, etc. Su comportamiento tiende a ser de retraimiento, apático,
desleído.
No sólo no dan caricias positivas, sino que rechazan las que les llegan; sin embargo,
dan y aceptan caricias negativas incondicionales y condicionales. Esta es la posición
del suicida y del homicida, del desesperanzado. Es una posición existencial muy
angustiosa de la que la persona tiende a huir mediante la alienación del alcohol, las
drogas, el consumismo, etc.
5. Realista (Yo +/Tú + ): Esta quinta posición ha sido postulada por Kertész (10),
quien resume su descripción de forma plástica como: "Yo estoy más o menos bien,
tu estás mas o menos bien"; o bien, "yo estoy básicamente bien, tú estás
básicamente bien".
Se corresponde con la actitud realista que identifica, atiende y maneja los datos de la
propia realidad interior y los del entorno; conoce los propios valores y las
posibilidades que ofrecen los demás; pero, además, reconoce las propias limitaciones
y las dificultades que pueden presentarse en la interacción con otras personas. En
consecuencia, procura apoyarse en las garantías que le brinda el comportamiento
ajeno y cimentar sobre ellas la cooperación; tiene en consideración las deficiencias
de aptitud, de capacitación o de actitud para:
a) No invitar a los demás a sentirse mal, pidiéndoles colaboraciones que no pueden
prestar por sus limitaciones.
b) No reforzar estas limitaciones, mediante la crítica a las mismas.
c) Mostrarse dispuesto a cooperar, utilizando sus propios recursos, cuando estos
complementan deficiencias ajenas, o desiste de hacerlo en atención a las limitaciones
propias.
"
Entendemos por emoción el estado de agitación o excitación que experimenta un
animal vivo y que le sirve para despertar, sostener y dirigir su actividad. Esta es una
definición amplia que además de las emociones naturales, abarca a los sentimientos,
los impulsos y los motivos.
Los impulsos están vinculados con señales fisiológicas (conducta neuro endocrina),
mientras que los motivos están relacionados con señales que provienen de la
estimulación exterior, tienen carácter social y son inducidos.
Las emociones naturales han sido observadas en animales superiores, que presentan
un alto desarrollo de su sistema nervioso. Son innatas en el ser humano.
Distinguimos ocho:
1. Alegría o placer: Activa comportamientos de gozo y disfrute, de entusiasmo y
entrega a la situación que se está viviendo.
2. Afecto o amor: Activa comportamientos que inducen al acercamiento entre
personas; mantiene la vivencia del bienestar por la compañía; favorece el
intercambio de caricias positivas y la entrada en relaciones de intimidad.
3. Poder: Es la sensación de fuerza, de energía que nos induce a poner en práctica
alguna cualidad o habilidad personal bien sea para desarrollarla, bien para intervenir
en el proceso social y enriquecerlo. El poder como emoción fue postulada por G.
Wilcox en 1982 (11).
4. Curiosidad: Ante estímulos desconocidos, suscitamos un estado de excitación, de
inquietud y alarma, que nos impele a indagar, buscar datos, inquirir, especular para
encontrar explicaciones, comprensión, o una nueva fórmula de adaptación ante las
novedades (12).
5. Miedo: Activa conductas de evitación, repulsa o rechazo, que pueden
manifestarse, bien huyendo del elemento estimular (conducta efectiva), bien
generando conductas desorientadas y caóticas (confusión o conducta ineficaz).
6. Ira o rabia: Es una emoción de defensa que desencadena comportamientos
agresivos, de ataque, a veces directo hacia el estímulo, a veces indirecto,
descargándose vicariamente.
7. Tristeza o pena: Genera comportamiento melancólico, pasivo, de añoranza y
resignación. Es la emoción necesaria para efectuar el duelo y la despedida.
8. Asco: Es una reacción defensiva de repulsión hacia objetos putrefactos,
situaciones morbosas, inmorales o antiestéticas, o hacia personas que suscitan
nuestra aversión por su toxicidad e incompatibilidad con nuestros planteamientos
existenciales (13).
Estas emociones naturales son propias del Niño Natural; tienen sus raíces en lo
biológico, puesto que obedecen a pautas de conducta neurofisiológica y endocrina.
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Fanita English, (1.972), definió el concepto de "rebusco" como: "conducta emotiva
inadecuada, patológica, modelada por los padres o figuras paternas de la infancia,
que sustituye a una emoción natural no permitida o prohibida". Se han dado otras
definiciones: Berne (1964) los definía como sentimientos utilizados para manipular a
los demás; Holloway (1973) los consideraba un sistema destructivo subyacente para
experimentar sentimientos desagradables; o Goulding (1972) los definía como
sentimientos fuera del contexto de aquí y ahora.
La disfunción psicológica del rebusco es doble:
1. Por una parte, el rebusco es un elemento manipulador de la conducta propia y
ajena; de aquí que también lo llamemos timo emocional, porque, en la medida que
el rebusco es una emoción falsa, su activación siempre confundirá, primero al propio
sujeto que activa el rebusco y luego a quienes le rodeen en ese momento. Ejemplo:
Alguien tiene un rebusco de inseguridad e inadecuación (falso miedo); la premisa
subliminar que da carácter manipulador al rebusco es: Si realmente aparezco
incapaz de realizar esta tarea, se la encomendarán a otro. Si esta premisa es
verificada una serie indeterminada de veces, el rebusco queda fijado para siempre;
el Niño Adaptado alegará que yo no valgo para hacer eso, siempre que quiera
endosarle a otro el asunto, o también iniciará con torpeza la tarea para demostrar
fehacientemente que no vale, que es inadecuado.
2. Por otra parte, el rebusco impide la expresión y/o activación de la emoción
auténtica, la suplanta y por tanto, el secuestro de la emoción auténtica revierte en
un mayor gasto de energía psíquica. Toda emoción tiende a su catarsis, pero si ésta
no se produce, se constituye un foco de tensión interna, recurrente en términos de
conducta.
La emoción liberada cierra la gestalt que abrió el estimulo que la produjo. Por el
contrario, la emoción que no llega a su catarsis mantiene abierta la gestalt, es por sí
misma un circuito recurrente, de ir y venir, de reiteración, de rebusco.
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F. English indica que el rebusco se establece cuando la emoción natural no se
permite o se prohíbe. El aprendizaje de los rebuscos proviene de alguna de las
cuatro modalidades siguientes:
a) Modelado de los padres: Las expresiones emocionales que estos activan u omiten
constituyen el troquel que moldea la conducta de los hijos. Por ejemplo, hay familias
en las que los padres nunca se irritan; ante cualquier contratiempo nunca muestran
la rabia que les produce esa contrariedad. Este comportamiento equivale a un no
permiso para sentir rabia por ausencia de modelo.
b) Descalificación de la emoción natural: Siguiendo con el ejemplo anterior, cuando
el niño pequeño siente rabia, los padres no le administran caricias de ningún género;
por tanto, esa conducta se extinguirá.
c) Administración de Caricias:Si se descalifica la emoción natural, es presumible que
aparezca el rebusco: el niño siente rabia y es descalificado; después, comienza a
llorar (falsa tristeza = rebusco) y entonces el papá o la mamá le administran caricias
de lástima, con las que refuerzan la incorporación del rebusco.
d) Órdenes expresas: También los rebuscos se incorporan a instancias sociales y
culturales. Cuando un niño varón siente tristeza o miedo, es posible que, en nuestro
ámbito cultural, se le indique: Los hombres no lloran, (reprime tu tristeza).
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Nuestra experiencia personal del tiempo dista considerablemente de la cronología.
Las horas que va marcando el reloj tienen la misma magnitud siempre, aunque a
veces nos parecen cortas y otras veces, eternas; lo mismo ocurre con los días, las
semanas, etc.
Berne dice que la necesidad de estructuración del tiempo tiene la misma importancia
que la necesidad de caricias. La programación y estructuración de nuestro tiempo
nos sirve para calmar la ansiedad y alejar el aburrimiento que se deriva de no saber
qué hacer con el tiempo.
Existen siete formas de estructurar el tiempo, que son las que terminan cristalizando
en esos hábitos de consumo del tiempo, a los cuales recurrimos persistentemente,
según las circunstancias y situaciones concretas. Estas siete formas de estructurar el
tiempo son:
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Aislamiento es la ausencia de transacciones. La persona aislada puede estar envuelta
en sus fantasías, en diálogos internos, meditando y planificando su actividad futura,
esto dependerá del estado del Yo que esté activado en ese momento. En cualquier
caso, la persona se muestra reflejada sobre sí misma, ensimismada, enajenada de lo
exterior y de quienes le rodean.
El aislamiento puede producirse cuando la persona está sola en su habitación, pero
también en una reunión y en medio de una multitud, siempre que desaparezcan las
transacciones y el intercambio de caricias.
El aislamiento puede estar requerido como una condición necesaria para realizar una
actividad como leer, estudiar, etc... En estos casos, la mente está ocupada, la
atención está centrada en su tarea, la energía está dirigida y orientada; es decir, el
estado Adulto del Yo está activo y no permite diálogo interno.
El aislamiento patológico es un tiempo de retraimiento social, que la persona llena
con diálogos internos que, por regla general, tienen un cariz persecutorio entre Padre
y Niño.
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Según la definición facilitada por el propio Berne, los rituales son un conjunto de
transacciones simples complementarias estereotipadas, programadas y determinadas
por fuerzas sociales externas. Provienen de pautas culturales, transmitidas de
generación en generación; por tanto, sus contenidos corresponden al estado del Yo
Padre, que los activa mecánicamente, en la circunstancia precisa. Pueden ser
simples, como un intercambio de saludos, y complejos, como una ceremonia
religiosa.
Los rituales proveen caricias estereotipadas cuando se utilizan y caricias negativas
cuando no se utilizan o se utilizan mal. Por ejemplo, los saludos entre conocidos es
una pauta de cortesía, nadie le otorga una especial importancia; sin embargo,
cuando alguien no corresponde al saludo recibido es objeto de crítica y rechazo. El
ritual, cuando menos, suaviza la relación entre personas, puesto que suministra
caricias que, si bien tienen escaso valor de reconocimiento, amortiguan el
distanciamiento y la indiferencia que sobrevendrían tras su desaparición.
Hay personas de quienes se dice que son ritualistas porque dan primacía a
cuestiones protocolarias y actúan acomodando sus actos según una secuencia fija,
reiterativa, descarnada y sin creatividad; es decir, han convertido sus acciones en
ritos. Determinadas profesiones como los políticos, los militares, los sacerdotes y los
funcionarios favorecen la eclosión de estos ritualistas, que no saben obtener caricias
fuera del rito.
Los pasatiempos están constituidos por series de transacciones complementarias,
que versan sobre un tema inocuo e intrascendente que suscita el interés de dos o
más personas. El objetivo básico del pasatiempo es, como indica su nombre, llenar la
máxima cantidad de tiempo, mantener un contacto social durante unos minutos o
varias horas, según sean las circunstancias y el interés que se profesen los
interlocutores. Hay pasatiempos específicos según la edad, el estatus social, el sexo
y la profesión.
Mediante los pasatiempos intercambiamos información sobre nuestras actitudes,
nuestra historia personal, nuestras ideas políticas, creencias religiosas, aficiones,
etc...Esto nos permite estudiar a nuestro interlocutor y decidir si nos conviene o no
continuar el contacto, estrecharlo o alejarnos de él.
También los pasatiempos proveen caricias, cuyo valor de reconocimiento es de
mayor cuantía, que el de las que aportan los rituales. No en vano, el compromiso
personal del pasatiempo es mayor al girar sobre opiniones y barajar experiencias,
aunque éstas sean someras y superficiales.
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Consiste en efectuar transacciones complementarias, programadas por el Adulto y
dirigidas hacia el contacto y transformación de la realidad. Puede ser ejemplo de
actividad el trabajo, el cuidado del cuerpo, las aficiones personales y el cultivo de las
amistades. Las actividades proveen bastantes caricias, especialmente condicionales,
vinculadas con la realización de la tarea.
Aun cuando es determinante la participación del Adulto, la actividad implica a los tres
estados del Yo: El Padre la juzga plausible, coherente con las pautas sociales,
honesta y prestigiosa; el Adulto la acepta como algo conveniente, al alcance de su
conocimiento y posibilidades de realización, útil para desarrollar las propias aptitudes
y en consonancia con el proyecto personal de vida; por último, el Niño se siente
atraído por la actividad a desarrollar, que le gusta, excita su creatividad y fantasía e
incentiva el sentido lúdico y hedonista de la vida, que le son característicos.
La importancia de las caricias que recibimos mediante la actividad puede calibrarse a
partir de la quiebra que suele representar la jubilación que, en ocasiones, conduce a
la muerte. También el ama de casa experimenta desajustes de comportamiento,
cuando sus hijos abandonan el hogar paterno para formar el suyo propio y ha de
cesar en las actividades de cuidado y protección que venía desarrollando, experiencia
que se conoce con el nombre de síndrome del nido vacío.
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El juego lúdico lo constituyen transacciones Niño Niño, mediante las cuales, las
personas comparten gozo, experimentan consigo mismos y disfrutan de la
creatividad y la espontaneidad mutua. El juego lúdico suministra muchas caricias
positivas incondicionales de aceptación, facilita la interiorización de límites y provee
esparcimiento.
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La intimidad implica intercambios de caricias, compartir pensamientos, experiencias
profundas y emociones en una relación honesta en la que cada uno confía en el otro.
En la intimidad hay espontaneidad y franqueza, manteniendo la propia autonomía.
No hay que explicar conductas, porque se responde libre y directamente a los
estímulos que nos llegan, sin temor a ser juzgado, criticado o rechazado.
Los estados
mientras el
sentimientos
considerable
del Yo activados durante la intimidad son el Adulto y el Niño Libre;
primero comparte la experiencia personal, el segundo despierta
de cordialidad, afecto, simpatía, y ternura. La intimidad provee un
contingente de caricias incondicionales positivas; sin embargo, es
evitada por el alto compromiso personal que exige, dado que las personas hemos de
mostrarnos sin defensas, tal cual somos, sin recovecos, ni tapujos.
La intimidad sólo es posible en la pareja, entre hijos y padres, entre hermanos y
entre amigos, es decir, entre personas que están recíprocamente muy
comprometidas entre sí, han realizado ya otros tipos de intercambios, pueden
garantizar la aceptación incondicional y alejar el fantasma del juicio.
Una condición importante para determinar cuándo hay intimidad es la simetría en la
entrega, que todos los implicados aporten información sobre sus vivencias y se
enriquezcan con las contribuciones ajenas.
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Un juego psicológico, según la definición de Eric Berne, es una serie de transacciones
complementarias ulteriores, que progresan hacia un resultado previsto y bien
definido. Los juegos son conflictivos, repetitivos y dramáticos. Se aprenden de las
figuras paternas y se reproducen posteriormente de la misma forma que fueron
aprendidos.
En el desarrollo de los juegos no participa el Adulto, sino el Niño Adaptado y el
Padre. Mediante los juegos, se satisfacen necesidades del Niño Adaptado que no ha
vivenciado otras fórmulas alternativas de dar cauce a las mismas. Pese a su
denominación, el Niño Libre no disfruta en los juegos; estos no tienen vertiente
lúdica, el beneficio no es gratificante, no hay diversión, ni placer; sólo aportan las
ventajas psicológicas que veremos más adelante.
Hay tres roles que activamos en el transcurso del juego: Salvador, Perseguidor y
Víctima, que alternamos, de forma sucesiva, en el transcurso de los juegos.
El
Perseguidor (Padre Crítico Negativo) necesita que los demás le teman para sentirse
menos mal; siente mucha rabia e indignación y necesita descargarla sobre los
demás; después se siente mejor, porque ha transferido el mensaje tú estás mal.
El Salvador (Padre Nutritivo Negativo) necesita que lo necesiten, hace más de lo que
le han pedido o más de lo que se precisa; ayuda, aun no queriendo hacerlo, a su
pesar, o sin que se lo hayan solicitado. Realmente, no quiere que el otro (la víctima)
se salve: le interesa destacar que tú estás mal y que lo necesitas. La salvación del
Salvador no es liberadora, porque éste espera que le quedes eternamente
agradecido; de lo contrario, además de desagradecido, puedes llegar a ser un
malnacido o puedes ser amenazado con un ya te llegará a ti la hora..., o ya te darás
cuenta.
La Víctima (Niño Adaptado Sumiso o Niño Adaptado Rebelde) se hace de menos,
busca que la humillen o que le den patadas. Transmite el mensaje yo no estoy bien,
desde que era pequeño; de esta forma consigue caricias de lástima y compasión, de
burla y sarcasmo o agresivas.
La peculiaridad de estos roles es su versatilidad, el sentido recurrente que pueden
presentar en una conversación o una relación de juego, que hace que una persona
pase por dos o por los tres roles, una o varias veces, en un pequeño lapso de
tiempo.
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Berne suministró la fórmula siguiente: Cebo + Flaqueza ⇒ Respuestas ⇒ Cambio⇒
Confusión ⇒ Ventaja psicológica.
Cebo: Es la trampa que subyace tras la primera transacción, el mensaje ulterior
encubierto, que pretende enganchar en la...
Flaqueza: Esta es la parte sensible que tiene el jugador contrincante de quien ha
puesto el cebo. La activación de la flaqueza hace que comience el juego.
Respuestas: Son las series transaccionales, recurrentes y reiterativas que producen
uno y otro jugador, una vez que han engarzado sus respectivos cebo y flaqueza.
Cambio: Es cualquiera de los trueques en la posición relativa de los jugadores. Estos
cambios pueden dar lugar a nuevas respuestas, reproduciéndose indefinidamente.
Confusión: Es una emoción que experimentan los jugadores cuando la situación ha
llegado al límite emocional, de forma que el juego está exigiendo apuestas
demasiado duras y de seguir jugando, pueden sobrevenir daños o perjuicios que no
están dispuestos a arriesgar los jugadores.
Ventajas:La ventaja es siempre el fruto o beneficio negativo de la trampa en la que
han incurrido los jugadores; en este sentido, viene a ser como un ajuste de cuentas,
que induce pesadumbre a ambos jugadores.
Los juegos provocan sufrimiento, privan a los jugadores de medios materiales y
emocionales positivos y les pueden llevar a la cárcel, al sanatorio o a la muerte,
cuando la apuesta es muy dura.
Las ocho ventajas psicológicas de los juegos son las siguientes:
1. Ventaja psicológica: Los juegos proveen caricias negativas que permiten la
supervivencia psíquica.
2. Ventaja existencial: Los juegos confirman la posición existencial.
3. Ventaja argumental: Confirman mandatos del argumento, expectativas infelices
que hacen avanzar el argumento de vida, cuyo concepto examinamos a
continuación.
4. Ventaja emocional: Los juegos permiten experimentar una y otra vez los rebuscos
aprendidos con los que nos chantajeamos y timamos a los demás.
5. Ventaja psicológica interna: Los juegos nos permiten la descarga de tensión que
proviene de diálogos internos.
6. Ventaja psicológica externa: Los juegos permiten evitar situaciones temidas,
denostadas por la estructura de adaptación: la intimidad es una falacia..., la gente
que tiene éxito lo consigue con malas artes...
7. Ventaja social interna: Permiten llenar tiempo.
8. Ventaja Social externa: Permiten confraternizar, producir
seleccionarnos mediante complementariedades patológicas.
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acercamientos,
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El argumento de vida es un plan pre consciente, elaborado en la infancia, al cual se
atiene el desarrollo posterior de todo el proceso vital. Con arreglo al contenido de
este programa interno, se toman las opciones importantes de la vida, las decisiones
que van configurando el quehacer diario y las que afectan al quehacer total con el
cual se identifica la propia vida de cada individuo.
Los antecedentes del concepto de argumento de vida hay que buscarlos en Adler A.
"El mundo de la Psicología", Campbell J. "El héroe de las mil caras", Erikson
E."Childhood and Society", Freud S. "Más allá del principio de placer", Glover E. "The
Tecnique of Psycho Alysis", Jung C. "Tipos psicológicos", Rank O. "The Myth of the
Birth of the Hero".
A mayor abundamiento, para comprender esta idea del argumento de vida, hay que
encuadrarla dentro del marco del quehacer intelectual en el que Berne trabajó. Entre
1940 y 1950, Lewin desarrolla los conceptos de campo psicológico, holismo y espacio
vital, que son fundamentales para entender la dinámica de la interacción familiar
(grupo primario) y sus consecuencias psicogenéticas. En la misma época, Reich
elabora la tesis de las corazas caracteriales, concepto parecido al de Berne, aunque
más intrincado por las componentes sexuales. Por esos años, E. Froom otorga al
hogar el carácter de agencia psíquica y usa conceptos como escenario de vida y
conformismo automático, que Berne apenas varía. Pero, quizás sea Sullivan, el padre
del Psicoanálisis Social, quien aporta conceptos como situación psicológica,
inadvertencia selectiva y modos de experiencia prototáxico, paratáxico y sintáxico
que circulan por la literatura berniana con términos más accesibles al usuario y al
profesional, aunque su sencillez resulte escandalosa académicamente. Berne (14)
quiso construir una teoría sistemática de la dinámica de la personalidad social,
derivada de las experiencias clínicas.
Puede parecer que, bajo la idea del argumento de vida, estamos propiciando una
concepción fatalista de la existencia humana, que quebranta la libertad de acción y la
responsabilidad privativa de cada ser humano, y, en cambio, hace recaer el riesgo de
elegir y de vivir sobre un difuso concepto psicológico, que puede parecer próximo a
otros conceptos mágicos ya arrinconados por el avance cultural, tales como pudieron
ser los conceptos de "Hado" y "Destino". Veamos cómo se diferencian entre sí, según
nos adentramos en la descripción de los aspectos denotativos del concepto de
argumento de vida.
Características del argumento de vida
A) Elaboración personal: Cada argumento es peculiar de la persona que lo tiene,
porque los elementos de su composición están en sus vivencias propias, en las
escenas y situaciones que le ha correspondido vivir, de las cuales fue seleccionando
aspectos parciales, para configurar su argumento. Recordemos que "el Destino" es
ajeno al individuo, porque lo definen y determinan fuerzas extrañas, como las diosas
Moira, Fortuna, o la Providencia. La persona no participa en la génesis de su destino,
se lo encuentra hecho.
B) Es pre consciente: Es decir, cognoscible; está en la sombra de la conciencia, pero
es susceptible de ser avistado por el propio sujeto que lo ha elaborado para sí. Igual
que el contenido de un libro no es patente cuando está cerrado; sin embargo,
podemos ir pasando sus hojas y conocer lo que hay escrito en él. El "Destino" no era
asequible para el individuo que lo sufría. A lo más era augurado mediante
procedimientos mágicos.
C) Es un plan o programa de vida: Es tanto como decir que es cambiable; cada uno
podemos rectificar y variar la evolución y el objetivo final de nuestro argumento.
También podemos prescindir de la utilización de ciertos medios, que son dañinos y
en los cuales nos venimos apoyando. Podemos utilizar otros medios diferentes, que
son saludables y pueden facilitarnos un sistema de equilibrio interno y/o de relación
con nuestro entorno, distinto del que veníamos manteniendo. También esta
característica aleja el concepto de argumento de vida de la creencia del destino,
cuyos contenidos son irrevocables y, por supuesto, quedan fuera de la intervención
personal del "destinado".
D) La vida, como proceso: Es una opción que la vida se desarrolle según un
argumento prefijado; pero la vida es creación, captación de la realidad y adecuación
a la misma, reflexión sobre lo aprendido para aplicarlo y aprovecharlo a la hora de
afrontar el riesgo del futuro. La vida se recrea en cada momento, puede ser nueva
segundo a segundo.
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El argumento de vida se gesta en etapas muy tempranas de la vida, antes de los
dieciséis años, sobre un protocolo o borrador elemental, cuyos componentes
esenciales son los mensajes paternos que, posteriormente, se transforman en
mandatos, a los cuales se ajustan las decisiones básicas (posición existencial, tipos
de juegos preferidos, etc...) que constituyen la estructura del argumento. Vamos a
examinar cada uno de estos componentes:
Mensajes paternos: Están constituidos por conductas verbales, pero sobre todo no
verbales, que el Niño observa y capta. Estas conductas contienen: las tradiciones
familiares, las expectativas que se formulan sobre cada uno de los miembros de la
familia, el contenido de lo que hacen los padres: cómo se comportan, sus relaciones
y amistades, la falta de éstas, sus ilusiones, la ausencia de ellas, su felicidad, su
displacer, sus muestras de cariño y ternura, su indiferencia. Todo cuanto es
comportamiento observable son mensajes paternos que percibe y asimila el niño.
Los mensajes provienen del Niño Adaptado de los padres, o del de sus sustitutos,
que contiene su propio programa: qué hacer y cómo hacer en cada situación y ante
cualquier circunstancia respecto a la religión, la política, la elección de carrera, el
matrimonio, etc...
La instancia receptora de los mensajes es el Niño del hijo, que contiene la dotación
biológica y natural con la cual llegamos a la vida, el instinto de supervivencia, las
necesidades básicas de asociación, pero, sobre todo, una incontenible necesidad de
crear una identidad para sí.
Mandatos: Una vez captados los mensajes, son analizados de forma sensual y
analógica. El funcionamiento del estado Niño del yo no tiene razonamiento lógico
deductivo; parte de una aprehensión sensitiva, cuyos contenidos son decodificados,
en lo que se llama lenguaje marciano. Este, no es otra cosa que un sistema de
comprensión de la realidad, desprovisto de símbolos, que corresponde a la
inteligencia senso perceptora y operacional; ni siquiera las palabras fonéticas tienen
cabida, ni valor, ni son utilizadas por su valor semántico, como representación
abstracta de sus correspondientes significados; a lo sumo, se utilizan por su fonética
o por su asociación inmediata con una realidad concreta. Mediante el lenguaje
marciano, el Niño, a través de sus experiencias directas, construye los mandatos del
argumento. A continuación, describimos algunos de ellos:
No crezcas: Los mensajes que lo apoyan implican Sobreprotección aquí y ahora,
amenazas en relación al futuro, caricias por conductas producidas durante la primera
infancia, descalificación de las conductas que significan crecimiento, desarrollo físico
o psíquico, caricias por comportamientos regresivos.
El programa argumental que deriva de este mandato supone relaciones simbióticas,
de dependencia, juegos de desvalimiento, miedos irracionales, torpeza e
insuficiencias, que generalmente se juegan desde el papel de víctima.
No disfrutes: Los mensajes provienen de un estilo de vida de los papás que trabajan
siempre, no se permiten solaz alguno, sufren estoicamente las exigencias de la vida
sin pedir ayuda, para encontrarse al final con una parca y exigua retribución a su
esfuerzo. En congruencia con tal modelo, cuando el niño disfruta, se ríe y juega, lo
dejan solo (descalificación); los padres no están disponibles para el asueto. Incluso
en el plano verbal, pueden verbalizarse expresiones del orden siguiente: "Te vas a
enfermar (Amenaza) de tanto jugar...", o "Diviértete ahora, que cuando seas mayor,
no te quedarán ganas..." (Amenaza); o comparan la felicidad y placer actual del
niño, con la infelicidad, desánimo o angustia de otras personas: "tu ahora de
pequeño te lo pasas bien, y aquí tu tía/o, abuela/o... sola/o sin que nadie venga a
verme..." (Culpabilidad).
Consecuentemente, el programa argumental va a entrañar la exclusión de las
emociones agradables y placenteras, que quedarán prohibidas y de la expresión de
cualquier tipo de deseo o necesidad lúdica o de diversión.
No lo logres: Los mensajes fueron El padre fracasó en sus múltiples intentonas de
éxito; de pequeño, le imponían tareas o deberes que estaban por encima de su
capacidad de logro; reiteradamente, le decían: "¡Qué mala suerte ha tenido este niño
desde que nació!", y a continuación hacían balance general de todas las desgracias.
Cada vez que obtenía un fracaso, era reforzado con caricias de lástima o agresivas.
Por tanto, va a desarrollar un programa de juegos que le garantice un resultado de
perdedor.
Goulding hace un inventario de catorce mandatos básicos, sobre la base de datos de
su experiencia clínica.
Decisiones básicas:
Los mandatos constituyen el fundamento de las decisiones básicas que el estado
Niño del Yo adopta en la infancia y que se refieren a las siguientes áreas:
1. Caricias: Decide qué tipo de caricias va a recibir, cuáles va a rechazar; y también,
qué caricias dar y pedir.
2. Posición Existencial: Decide cómo prefiere estar, según sea el contenido del
mandato sobre el cual gira la decisión. Igualmente, decide ver a los otros (tú bien o
mal) configurando así la posición existencial preferida.
3. Rebuscos: También el tipo de rebuscos que va a coleccionar viene determinado
por el contenido de los mandatos del argumento.
4. Estructuración del Tiempo: Del mismo modo, los pasatiempos, ritos, y, sobre
todo, los juegos, son elegidos en función del mandato que incorpora, de tal manera
que resulten coherentes con el mismo, así como el uso u omisión de la intimidad y el
aislamiento.
Programa:
Los elementos señalados componen la estructura argumental. El programa del Niño
Adaptado es el plan con el cual va a desarrollar su vida posterior, su relación con el
mundo, los objetivos que va a perseguir, los medios que va a utilizar,
procedimientos, maniobras y manipulaciones y el desenlace final que va a tener el
argumento.
Miniargumento
Como la palabra indica, el Miniargumento es un recorrido argumental que una
persona, una organización o una sociedad pueden hacer en un corto período de
tiempo. El origen del concepto fue esbozado por Berne, en su libro"Análisis
Transaccional en Psicoterapia", donde afirma que "en pocos segundos, puede
observarse cómo se desarrolla plenamente el contenido de un argumento" (15) y a
continuación, registra el recorrido que efectuó una paciente suya en un grupo de
psicoterapia:
1. Se encierra en sí misma: Muestra timidez, no se atreve a...
2. Se muestra torpe
3. Pide disculpas, mientras los demás ríen.
4. Se siente confundida, aturdida y vuelve a encerrarse en sí misma, más
profundamente.
Esta sucesión de hechos y sentimientos eran repetidos constantemente por esta
paciente, variando los roles, los escenarios y el tiempo de duración de cada
intervalo, de tal modo que el contenido argumental pudo averiguarse con base en
ese recorrido simple y breve en el tiempo.
Quienes más profundamente han estudiado el concepto y funcionamiento del
Miniargumento han sido Kahler y Capers, que han efectuado registros muy precisos
de sesiones de grupo y analizado posteriormente su contenido. De estos estudios, se
desprende que siempre estamos en algún circuito del argumento, de forma que hay
un micro proceso negativo que nos empuja a estar mal y otro micro proceso positivo
que nos invita a estar bien.
En resumen, el micro proceso negativo se desencadena tras una descalificación
interna y comprende cuatro fases reactivas y concatenadas entre sí.
A. Del impulsor: Es consecuencia de los consejos y orientaciones recibidas de los
padres y educadores, cuya intencionalidad era corregir los efectos apreciables de la
puesta en marcha del argumento de vida.
B. Del freno: Este segundo momento del micro proceso supone una cierta
profundización del efecto negativo del mandato del argumento de vida. La hipótesis
de Kahler es que el remedio del impulsor no es eficaz nunca y sólo sirve para
agudizar más el síndrome.
C. De rebeldía: Busca la rectificación de las consecuencias de la fase anterior,
recurriendo a la emotividad y apoyándose en ella principalmente.
D. Final: Representa un momento de constatación del carácter fallido de la acción
que ha arrojado un saldo negativo. Éste refrenda la descalificación interna previa a la
fase primera y abre la posibilidad de iniciar el circuito de nuevo. Tal posibilidad
otorga un carácter recurrente al micro proceso.
Impulsores
Kahler ha agrupado sus observaciones en cinco categorías que se enuncian
plásticamente mediante el imperativo de un verbo: Sé perfecto, Sé fuerte, Apúrate o
date prisa, Trata más o inténtalo otra vez, y Complace, que definimos a
continuación:
1. SÉ FUERTE: Su pauta de conducta se ajusta al mito griego de Hércules; cómo él,
quienes se conducen por este impulsor carecen de permiso para mostrar sus
emociones, tampoco pueden pedir ayuda, ni mostrar sus limitaciones. La conducta
observable que podemos referirle consiste en: No satisfacer las propias necesidades,
no pedir ayuda a otros, bastarse a sí mismo, no mostrar afecto, sino indiferencia y
distanciamiento.
2. SÉ PERFECTO: La pauta de comportamiento puede estar representada por
Casandra, cuyas profecías eran todas verdaderas y exactas, que nadie las tomaba en
consideración. El impulsor sé perfecto es observable porque la persona que lo sigue
se esfuerza en conseguir la perfección en todos sus actos y movimientos: modula
exactamente las palabras; éstas son elegidas para no incurrir en impropiedad de
ningún género; cuida y mima los detalles de su vestido, el orden instrumental de su
puesto de trabajo, la disposición y ornamentación de su cuarto, de su casa, del acto
que le haya correspondido organizar, etc.
Esto es, vive esclavo de la exactitud y precisión y, al igual que a Casandra, nadie le
hace caso de sus predicciones pormenorizadas y exactas; quienes tratan de ser
perfectos, en multitud de ocasiones, cosechan fracasos estruendosos ante la
imposibilidad de su empeño, cuando no ocurre que el afán perfeccionista es un
obstáculo en sí mismo.
3. DATE PRISA: Como el centauro Euritio, que intentó raptar a Hipodania el día de
sus bodas y terminó vencido por los Lapitas y desterrado, sin haber conseguido
satisfacer ninguno de sus deseos. Bajo este impulsor, la conducta observable es una
pura condensación para hacer ya todo cuanto haya que desarrollar; mientras hace
algo concreto, no está en lo que hace, sino en lo que va a hacer luego, más tarde; le
falta tiempo, hasta para hablar; sus palabras se agolpan y atropellan unas a otras;
muestran la impaciencia constituida en cualquier oportunidad; no escuchan a quien
les habla, interrumpen o tamborilean con los dedos, se adelantan a decir lo que va a
decir el otro, pasean agitadamente mientras escuchan. Su reloj, en lugar de ser un
indicador del tiempo, es un indicador de la ubicuidad que deberían tener, pues,
mientras están aquí, ya tenían que haber ido allí...
4. TRATA MÁS: El símbolo mítico que incardina este impulsor puede estar
representado en Jasón y la expedición de los argonautas, promovida por la conquista
del Vellocino de Oro y que terminó con la muerte de Jasón aplastado por la propia
nave (Argos) de la expedición, tras haber sufrido innumerables incidentes, luchas,
fracasos, éxitos parciales, más luchas y más fracasos, con las consiguientes demoras
e interrupciones. La expedición no terminaba nunca, ni consiguió su objetivo.
En el terreno concreto de la conducta observable, este impulsor conduce a estar en
acción permanente, continuamente tratando de hacer algo, consiguiéndolo pocas
veces, pero sin perder por ello el afán y el empeño de intentarlo de nuevo. Incluso
en el lenguaje, estas personas tratan de decir cosas pero se repiten, se pierden en el
marasmo de los vocablos, vuelven a comenzar las frases una y otra vez, vacilan y se
agotan sin haber logrado hacerse entender por sus interlocutores. En otros planos de
su vida, también comienzan muchas empresas y concluyen pocas o ninguna.
5. COMPLACE: Este impulsor cabe ser adjudicado a Edipo, quien, apenas nacido, fue
alejado del hogar paterno para evitar el maleficio augurado; posteriormente, vuelve
a huir de su hogar de adopción con el mismo propósito; más tarde, por satisfacer la
adivinanza de la esfinge, cumple fatídicamente su destino y termina arrancándose
los ojos y mendigando la compasión de los demás. En definitiva, los hechos
importantes de la vida de Edipo están promovidos desde fuera de él mismo; son los
temores de los demás los que condicionan inicialmente su destino, después su deseo
de no hacer daño y luego, finalmente, depende de la benevolencia ajena.
Del mismo modo, la conducta característica de este impulsor está representada por
la necesidad de caer bien a los demás, gozar de su aprobación y beneplácito; y este
empeño se manifiesta en no atreverse a contradecir, ni oponerse a las afirmaciones,
pretensiones o caprichos que le hayan manifestado los demás; anteponer las
necesidades e intereses ajenos a los suyos propios, que quedan insatisfechos y
asumir la responsabilidad de conseguir que los otros se sientan bien.
Micro proceso positivo
El micro proceso positivo se desencadena a partir de un momento de protección
personal, cuando activamos la parte sana del estado Padre del Yo, o el Adulto y nos
permitimos mostrarnos como somos realmente, sin hipérboles, ni afectación alguna,
utilizando nuestras habilidades, saberes y capacidad reales.
La segunda fase que Kahler y Capers llaman arrancador, moviliza energía y
permisos, motivación para llevar a cabo la operación y coronar con éxito. El tercer
momento es de asertividad, de afirmación del yo. La persona constata que está
desarrollando felizmente lo que puede hacer, que disfruta de su realización y que
cuanto va logrando es coherente con su pretensión y posibilidades iniciales. Por
último, la cuarta etapa es de consecución del beneficio final. La acción termina
arrojando el saldo esperado.
Corrientes
El proceso de intervención depende de la escuela transaccional que consideremos. A
vuelapluma, sin entrar en pormenores, cualquiera de las escuelas coincide en que el
proceso de intervención es un proceso de aletheia, de autodescubrimiento veraz,
subjetivo, pero veraz aunque sea doloroso, que suele serlo.
Berne, desde el principio planteó un requisito formativo previo, encaminado a que el
futuro practicante sea persona en sentido humanista y tenga un compromiso. Dice
Berne: "...lo que sucede (en la terapia)... depende tanto del método elegido por el
terapeuta como de su compromiso en lo que se refiere a su propio desarrollo. Las
sucesivas etapas en que se va concretando este compromiso se manifiestan por el
grado en que el terapeuta tiene conciencia de sí mismo como ser viviente en un
mundo real" (16).
La preparación de los terapeutas está formalizada a través de las diferentes
asociaciones privadas que operan en Norteamérica, Suramérica y Europa, que
otorgan las correspondientes acreditaciones, tras un cómputo prefijado de horas de
formación y supervisión, y la superación de un examen de aptitud que se rinde en
los congresos internacionales de la especialidad.
No obstante, en el plano teórico, podemos diferenciar modos de emplear el Análisis
Transaccional muy dispares:
1. Escuela de la Redecisión: Está encabezada por Robert y Mary Goulding, que
apuestan por reconfigurar las experiencias traumáticas mediante métodos
psicodramáticos, que varíen la situación emocional de la persona, de forma que ésta
pueda desarrollar habilidades de adaptación que no fueron posibles en la situación
original. Su sistema implica:
A. Límites externos: Procesos breves, de un mes de duración, intensos, en régimen
de internado y destinando seis horas diarias a psicoterapia grupal.
B. Límites internos: Los del contrato del grupo y los del contrato individual.
2. Escuela de la Reparentalización: Su institución emblemática, "Cathexis Institut",
fue creada por J. Schiff y está especializada en tratar esquizofrénicos. Usa un
sistema de tratamiento en comunidad, reproduciendo terapéuticamente los sistemas
de convivencia familiar y social en general, con la hipótesis de promover nuevas
vivencias, similares a las primarias, que sean susceptibles de neutralizar el impacto
negativo que éstas tuvieron, de forma que la persona sea capaz de reconstruir su
actitud existencial básica respecto a los demás y rectificar su propia identidad.
La diferencia fundamental entre esta escuela y la anterior es que Goulding, mediante
los contratos, mayor y menor, restituye el poder y la responsabilidad al cliente y la
regresión está limitada al acto terapéutico, que tiene lugar en grupo, con miras a que
el estado Niño del yo revise una decisión arcaica que ha promovido patología y
dificultado la adaptación. En cambio, Schiff hace una regresión más diacrónica, con
el riesgo de establecer dependencias, porque su hipótesis pretende que la persona
configure un modelo paterno materno nuevo, que sea acogedor, cálido y permisivo,
en sustitución del modelo interiorizado que era afectivamente frío, hostil, o
intrapunitivo.
3. Escuela de la fundación Asklepeion: Encabezada por Martin Groder, combina la
metodología original de Synanon y el Análisis Transaccional para tratar psicópatas
presos.
4. Seminario de Psiquiatría Social de San Francisco, donde se encuadraron, además
de Steiner y Karpman, Dusay, profesor universitario en Berkeley, y F. English,
también con actividad docente en sendas universidades alemana y suiza. Este grupo
enfatiza la importancia de analizar los egogramas, los sentimientos, los juegos y sus
opciones de conducta y el guión y sus alternativas existenciales.
Es destacable la derivada de Steiner que le llevó a implicarse en el movimiento de la
Psiquiatría Radical, en perfecta coherencia con los principios de Análisis
Transaccional que propugna que "tú estás básicamente bien, aun cuando tengas
problemas", confía en el poder de autocuración de la persona, en su implicación en el
proceso de cambio a través del contrato y, en cierto modo, socializa la patología
mediante el carácter constructivista que otorga al argumento de vida.
En otro sentido, es también remarcable la labor realizada por F. English por
enriquecer la comprensión funcional de los estados del Yo, especialmente del estado
Niño, asimilando la aportación del constructivismo epistemológico hecha por Piaget.
5. Neopsicoanalistas, grupo encabezado por los italianos Moiso y Novelino, que han
vuelto a la transferencia, buscando abreviar el lenguaje del Análisis Transaccional
con los conceptos psicoanalíticos. En esta misma línea, abunda Escribano, que
incluso encuentra el paralelismo entre las fases de evolución de Freud –oral, anal y
fálico genital y las que propuso P. Lewin dentro del Análisis Transaccional.
Si bien la práctica profesional de esta escuela se aleja, considerablemente, de la
asociación libre e interpretación de los actos fallidos, su contenido reduce al Análisis
Transaccional a una mera psicología del yo, prescindiendo del carácter de Psicología
y Psiquiatría Social que Berne pretendió darle.
6. Escuela fenomenológica, que lidera José Gregoire, cuyo rigor intelectual y
sistematización procuran dar precisión a la teoría y coherencia a la aplicación
práctica. Su pretensión es muy encomiable, toda vez que el desarrollo del Análisis
Transaccional es extraacadémico. A mayor abundamiento, la facilidad de su lenguaje
lo convierte en una teoría asequible incluso a los legos; consecuentemente, son
ciertos los riesgos de derivar hacia una práctica de charlatanes, desacreditada en el
mundo intelectual y científico.
7. Psicoterapia integradora, en torno a R. Erskine (17) que, en el plano teórico,
busca la conjunción de aquellas aportaciones psicoterapéuticas que estén orientadas
hacia el área afectiva, cognitiva, conductual, fisiológica y sistémica. En la práctica,
facilita el proceso de integración de la personalidad, ayudando a los clientes a tomar
conciencia de los estados del yo fijados, para integrarlos en un yo actual, que
desarrolle su propia mismidad, reduzca la dependencia respecto al argumento y
mecanismos de defensa, y se involucre en mantener relaciones plenas de sentido
con el mundo.
En cierto sentido, Erskine pretende la subsistencia de un solo estado del yo, el Adulto
integrado o integrador, que se contrapone a los elementos Niño y Padre, estados
fijos, que considera patológicos. Esta propuesta contraviene la idea berniana de que
los tres estados del Yo son sistemas potencialmente sanos y positivos, y cada uno de
ellos presenta un modo peculiar y diferenciado de captar la realidad y relacionarse
con ella.
8. Escuela cognitiva: Kertész, en Argentina, hace una combinación creativa del
Análisis Transaccional con la Terapia Multimodal de A. Lazarus, que pretende que el
cambio de conducta abarque aspectos biológicos, afectivos, sensoriales,
imaginativos, cognitivos, de comunicación y sociales. Detrás subyace la concepción
holística que Pichon Riviere promulgara sobre el hombre, como ser integrado por
componentes biológicas, psicológicas y sociales. Esta aportación, también
proveniente del Psicoanálisis, remarca cómo los roles desarrollados en el área social
constituyen identidad, en paridad con cualesquiera otra componente, y encaja,
perfectamente, con la idea de Berne del Análisis Transaccional como Psicología y
Psiquiatría Social.
Las diferentes sensibilidades transaccionales tienen en común varias pautas. A
saber:
1. El uso de contratos: Terapéutico, intermedio, de protección, etc., que fija el
objetivo de la terapia y precisa la demanda que hace el cliente.
2. La búsqueda del cambio de conducta, para aliviar el sufrimiento y lograr el cese
de las conductas inadaptadas.
3. La confrontación para conseguir la reestructuración cognitiva, o descontaminación
del Adulto y lograr "el desequilibrio psíquico necesario para provocar una
redistribución de la cathexis".Es decir, mayor flexibilidad de respuesta.
4. La facilitación de autonomía, bien sea mediante la técnica transaccional del
permiso, bien mediante ensueño dirigido, visualizaciones, modelado, etc.
5. La reintegración de poder a la persona, ayudándole a incrementar su autoestima y
a establecer un proyecto existencial coherente con sus competencias y circunstancia
real, su "ser en".
(1) Berne, E.: Análisis Transaccional en Psicoterapia, (orig. 1960), Buenos Aires:
Psique, 1976.
(2) Berne, E.: Ob. Cit., Buenos Aires: Psique, 1985, pág. 32
(3) Ibídem, pág. 28
(4) Berne, E.: Ibídem, pág. 32
(5) Berne, E.: Ibídem, pág. 28
(6) Berne, E.: "Introducción al tratamiento de grupo", Barcelona: Grijalbo. 1983,
pág.249.
(7) Berne, E.:
(8) Blumer, H: Interaccionismo simbólico, Barcelona: Edit. Hora. 1981, pág. 83.
(9) Steiner, C.: Libretos en los que participamos, México: Diana.
(10) Kertész, R.: Manual de Análisis Transaccional Integrado, Buenos Aires, IPPEM,
1985.
(11) Wilcox, G.: Transactional Analysis Journal, San Francisco, octubre, 1982
(12) Reeve, J.: Motivación y emoción, McGraw Hill, Madrid, 1992, pág. 140
(13) Reeve, J.: Ibídem, pág. 369
(14) Berne, E.: A.T. en Psicoterapia, Buenos Aires, Psique. 1976, pág. 21
(15) Berne: "A.T. en Psicoterapia", pág. 47.
(16 Berne, E.: "Introducción al Tratamiento de Grupos", Grijalbo, 1983, pág. 37 y
sigs. y 97
(17) Erskinne, R.: Nos. 7, 10 y 16 de "Actualités en Analyse Transactionelle",
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3
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Roberto Llanos Zuloaga
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El encuentro psicoterapéutico grupal es una forma especial de psicoterapia en la
cual, un número determinado de personas ayuda a otras con la guía de un experto
que es llamado "facilitador", "guía", "líder", "director" o "psicoterapeuta de grupo". El
psicoterapeuta selecciona a sus integrantes, los cuales van a beneficiarse con esta
forma de psicoterapia, sobre todo para resolver sus dificultades emocionales y para
trabajar en su desarrollo personal. Los participantes intercambian sensaciones
individuales, ideas y dificultades, resultando finalmente una interacción que
producirá efectos sobre sus patrones de conducta; especialmente porque ve en otros
lo que es difícil de ver en el propio * . El grupo brinda siempre soporte moral para el
que se siente aislado y solo, y también comenta acerca de alternativas útiles para el
que busca soluciones.
La terapia grupal ofrece a sus integrantes la oportunidad de experimentar y aprender
lo concerniente a relaciones interpersonales y a la interacción afectiva dentro del
contexto social. Cada integrante recibe resonancia en su intento de estar y actuar
con los demás, expresa sentimientos que estaban bloqueados, experimenta, analiza
y trabaja los conflictos interpersonales del pasado. La terapia grupal es la opción de
tratamiento para el que desea desarrollar su libertad emocional y ejercer las
relaciones interpersonales.
Los integrantes de un encuentro grupal son colaboradores en el proceso terapéutico
del grupo. El papel del psicoterapeuta es ostensiblemente no directivo; no usa un
plan de actividades preconcebido, aun cuando su influencia sobre el grupo es muy
alta. El psicoterapeuta participa en varios papeles a la vez: es conductor, árbitro,
animador, instigador, maestro e integrante del grupo.
Muchos de nosotros somos altamente dependientes de las palabras y otras formas
de comunicación, ellas son las que recargan las baterías de nuestros pensamientos y
sentimientos. Cualquier grupo produce estimulación y fuerza para considerar nuevos
caminos en el entendimiento de lo que somos o queremos ser. En cada instante que
transcurre un encuentro grupal, somos familia, académicos o psicoterapeutas en un
nivel consciente o inconsciente.
En un encuentro grupal podemos ver el mundo a través del cristalino de los demás.
El proceso de observación y cambio se da en forma íntima. El aprendizaje de la
relación interpersonal no puede conseguirse en la psicoterapia individual. La
participación en un grupo puede volver a una persona más afectiva, flexible; crea
maneras de pensar y sentir más intensas y productivas. Un "buen" encuentro grupal
puede iniciar la satisfacción de vivir, incrementa la espontaneidad y productividad,
conecta el "si mismo" personal con el de los otros y mejora la salud psicofísica.
El encuentro grupal en su forma moderna tiene su origen en los Estados Unidos
(Battegay, 1973); en 1905, el médico norteamericano Pratt promovió la psicoterapia
de grupo en pacientes tuberculosos utilizando el entonces denominado "método de
clases" (actualmente sería el de "interacción dinámica"). En la actualidad es
encuentro grupal la reunión de varias personas que trabajan sus problemas
personales bajo la dirección de uno o dos psicoterapeutas. Existen variantes donde el
grupo es un paciente y varios terapeutas.
Uno de los postulados para formar grupos consiste en la necesidad innata que tiene
el ser humano de reunirse para compartir: la pena compartida es más soportable y
la alegría cuando se comparte se hace más intensa. Todo ser humano relaja su
tensión y disminuye sus preocupaciones cuando satisface sus necesidades de
comunicación, en cambio cuando está a solas con sus preocupaciones surge el
peligro de la evolución psicopatológica provocada por los conflictos. Cuanto más
prolongada es la enfermedad, o cuanto más radical es el aislamiento humano, más
grave es el riesgo de enfermar.
La acción intensificadora del grupo sobre las emociones, la resonancia psíquica de
cada uno en asociación con otro, la activación de ideas y fantasías que hasta ahora
quizá habían permanecido ocultas, conduce a menudo a la comprensión, que
seguramente el integrante del grupo no lo había conseguido hasta ese momento.
Dentro de un grupo es posible reconocer las propias tendencias, comparar las nuevas
situaciones con las ya vividas, sobre todo en el nivel familiar o parental infantil.
El contexto grupal es la característica del grupo: sus costumbres, normas, leyes,
reglas, su forma particular de interacción, su historia, su idiosincrasia, su clima
permisivo, el grado de tolerancia, el grado de comprensión, todo lo cual establece el
clima terapéutico (Castilho, 1982). La catarsis como en ningún otro método
psicoterapéutico, resulta activada en el encuentro grupal, allí se encuentra en forma
diáfana a las emociones reprimidas o contenidas desde hace tiempo. Como las
acciones recíprocas intensifican las emociones, el grupo intensifica los sentimientos.
Existe el aislamiento deliberadamente escogido, que tiene múltiples causas,
oscilando desde la pobreza de contacto, continuando con el resentimiento, las
agresiones, el narcisismo y el fanatismo, hasta las fobias, las neurosis y las psicosis.
Existe igualmente otra conducta humana, más complicada, en la cual el hombre
utiliza su libertad, y termina decidiendo que la soledad es la única forma soportable
de seguir viviendo, la forma más llevadera de soportar la existencia humana, o que
esta soledad es el mal menor. Pertenecer a un grupo puede garantizar que sea
menos patológica esta evolución y decisión.
Las expresiones de tipo emocional de un integrante del grupo, provocan
inmediatamente la aparición de asociaciones y emociones similares en uno o varios
de los demás integrantes. La resonancia emocional en el encuentro grupal determina
además que los sentimientos de animadversión subliminales reprimidos, superen el
umbral y sean expresados (Battegay, 1973). Mediante la superación de los
sentimientos de aversión y la reactivación de los afectos reprimidos, los integrantes
se sienten aliviados de la carga que conllevan sus conflictos. Al observar a los
demás, el paciente puede evaluar mejor la intensidad de sus acciones.
Los integrantes de un grupo no se comportan necesariamente frente a los demás
como padre, madre, o los hermanos competidores o no (Battegay, 1973). Cada
integrante se da tal cual es, con su pasado y su presente, esto obliga a cada
integrante a revisar su pasado, sus reacciones y el trato vivido con aquellas
personas, al mismo tiempo, está identificando a las personas del grupo y a los que
participaron de su pasado. Esto le hace revisar y eliminar sus prejuicios, fijaciones, y
proyecciones como consecuencia de su "desilusión", aprendiendo de nuevo. Los
grupos no deben ser numerosos porque "masa" no es grupo.
En los tiempos antiguos, la religión y la filosofía producían tal satisfacción, que al ser
humano le bastaban para sentirse bien y no había necesidad de pensar en otra
cosas, pero, en los tiempos actuales, en los cuales hay una búsqueda incesante de
nuevas formulaciones, de nuevos sentimientos, símbolos y formas de vida, es lógico
que aparezcan sectas muy visitadas, profetas sin igual, grupos de encuentro,
predicciones sensacionalistas; todo esto buscando un sentido a la vida. Esto lo
escribió Hesse en 1927, y es increíble cómo es válido hasta hoy. Se ha acortado la
distancia entre lo real, el creer y la superstición.
Sirviendo el grupo para que el integrante se dé cuenta cómo ellos se comportaron en
la situación familiar original, comprueban la insuficiencia del grupo primario en el
cual habían nacido, y toman conciencia de superar esta deficiencia padecida,
compensarla de alguna otra forma, o redecidir una vida mucho más saludable. Si la
seguridad familiar le fue negada, comprueban entonces que ahora ya no necesitan
exigir a otros seres humanos demandas excesivas que no corresponden a la realidad.
Los grupos se forman para compartir y solucionar y no exigirse en demandas
inaceptables.
El grupo terapéutico es una "sociedad en pequeño" (Battegay, 1973), en ella se dan
leyes, fenómenos sociales y psicológicos que hacen recordar a la gran sociedad. Todo
aquel que ingresa a un grupo se ve obligado a aceptar las leyes de la convivencia
humana. Si la alteración de la convivencia humana fue manifestación de la neurosis,
la aceptación de aquella llevará al paciente a estar más cerca de la realidad, esto
obliga a una revisión de actitudes y aproximaciones, todo lo cual es terapéutico. En
la medida en que se corrigen las formas de comportamiento equivocadas, se produce
la autorrealización personal.
Existen también grupos masculinos y femeninos; cuando se estudia el estereotipo de
estos grupos exclusivos, se encuentra que ellos hacen lo posible, sin darse cuenta,
de impedir el ingreso de integrantes de personas del sexo opuesto. Los hombres
observan la formación de grupos femeninos como una provocación. Las mujeres
observan por su parte el ingreso de ellas a partidos políticos como una curiosidad,
sin llegar a la participación plena. El ingreso a la participación grupal política es en la
mujer más intenso como deseo de autorrealización. El estereotipo masculino hace
creer que de él dependen las grandes responsabilidades.
Moreno, en 1959 escribió lo siguiente: "Se puede hablar de tres revoluciones
psiquiátricas: La liberación de las cadenas a los enfermos mentales, hecho por Pinel,
y que simboliza a la primera revolución. El desarrollo del psicoanálisis por Freud y la
ubicación de la psicoterapia como parte de la medicina es la segunda revolución. El
desarrollo de la terapia grupal, el psicodrama, la sociometría, y la sociatría,
representa a la tercera revolución". El encuentro grupal sería el nuevo laboratorio
humano con fines terapéuticos.
El grupo sobrevive sólo cuando los participantes empiezan a renunciar a sus formas
de comportamiento equivocadas (Battegay, 1973). Esto obliga a un proceso de
adaptación, que realmente es un esfuerzo individual muy significativo. En la medida
en que sus integrantes van tomando conciencia de cómo se adaptan, aumenta su
deseo de permanecer en el grupo. Los grupos de adaptación democrática son
aquellos en los cuales sus integrantes tienen dentro del alcance de sus capacidades,
la facultad de reconocer, definir y resolver sus problemas comunes, satisfaciéndolas
en el trabajo conjunto.
La organización humana que inicia nuestra adaptación es la familia. Familia y terapia
grupal tiene el mismo principio de adaptación, con el cual se garantiza el crecimiento
y desarrollo individual de sus miembros a través de acciones humanas tales como
soporte, estimulación y reconocimiento. La familia y la terapia grupal están
organizadas de tal manera que otorga beneficios a sus miembros todo el tiempo.
Ambas organizaciones tienen dos líderes ó padres, por cuyas funciones pueden ser
llamados "facilitadores", "estructuradores" u organizadores, y que son vitales para
mantener vivo el sistema y brindar salud.
Cuando se coordina un grupo terapéutico, se aplica un saber teórico elaborado,
añadiendo al arsenal de conocimientos generales y particulares, el estudio concreto
de otras experiencias y observando aquello que surge de la dinámica (Cabral, 1985).
La teoría brinda la comprensión del aquí y ahora del grupo, y la práctica facilita las
interpretaciones y promueve los cambios en el ser, pensar y sentir de sus
integrantes. En las terapias grupales de liberación emocional, el contacto humano es
relevante y cada cual es lo que es, sin perder el optimismo.
En los grupos vivenciales, la característica distintiva es el método, a través del cual
las personas aprenden mediante la acción (Jordan y Querol, 1992), la experiencia y
el ensayo de las cosas, intentando aproximar sus sentimientos, y expresándolos a
otras personas, verbalmente o no. "Ensayar las cosas" le brinda la oportunidad al
integrante de comprender sus propios sentimientos, y cómo ellos afectan a otras
personas: si soy manipulador, me basta actuar, y seguramente los demás me lo
dirán al comentar mi actuación. El facilitador no da respuestas, sino simplemente
ayuda a mantener una atmósfera adecuada.
El proceso de formación de un grupo, genera en cada momento vivencias o
experiencias reales de la vida. Estas experiencias, traducidas en acciones,
interacciones y transacciones que se suceden en el "aquí y el ahora", son
susceptibles de observación, análisis, interpretaciones y conceptualización, de tal
manera que sirve a sus integrantes como aprendizaje. En la terapia individual sólo
puede el psicoterapeuta darse cuenta de cómo se comporta el paciente, cuál es la
comunicación que tiene en la sala de espera si se encuentra con otras personas
(Berne, 1969), conocer a sus padres y a algunos parientes.
Berne define al grupo como una agregación social, con un límite externo, y, por lo
menos, un límite interno. Límite externo es la distinción constitucional, psicológica o
espacial entre el ambiente externo (zona de no miembros), y los miembros del
grupo. El límite interno es la distinción constitucional, psicológica o espacial entre
miembros, miembros y líderes, y líderes. En un grupo se debe tomar siempre en
consideración: el aparato externo, el aparato interno, el liderazgo, la cultura de
grupo, las condiciones para el funcionamiento, y el trabajo de grupo.
+
C
Es sumamente difícil realizar una clasificación de las terapias grupales, debido a la
multiplicidad de los parámetros que se tiene en su teoría y práctica. Nosotros
tomaremos en cuenta primero que se pueden separar en: sus bases teóricas, forma
de participación del psicoterapeuta, técnica utilizada, orientación de las metas por
obtener, criterios formales, el grupo de clientes, y el grado de amplitud de los
mismos. Tomaremos en cuenta las clasificaciones de diversos autores, con el fin de
no confundir al lector y dejar que él mismo llegue a su propio criterio.
Battegay (1973), quien es de orientación psicoanalítica profunda, separa en: terapia
grupal de orientación analítica, terapia directiva sugestiva, psicodrama y de
metodología focal. El estilo directivo de las terapias grupales tiene en común su
deseo de que la psicoterapia empleada sea efectiva y breve (Haley, 1963). Uno de
los líderes de este método es Erickson, quién fue psicoterapeuta privado en Phoenix,
y a quien se le reconoció primero como médico hipnotizador. El estilo de su método
tiene sus bases en la técnica hipnótica, y entre el pasado y el presente no es
imprescindible la exploración de la infancia.
Cosini (1975), separa a los grupos en directivos y no directivos de la siguiente
manera: a) directivo verbal: terapia grupal analítica, análisis transaccional, grupos
de consejo, grupos didácticos y grupos conductuales; b) directivo accional:
psicodrama, gestáltica, juego de roles y conductual; c) no directivo verbal: grupo
centrado en el cliente y de autoayuda, y d) no directivo accional: grupos de
psicodrama y de actividades.
De acuerdo con sus parámetros, los grupos pueden separarse en los siguientes: De
apoyo, de orientación analítica, psicoanalíticos, transaccionales, conductuales,
psicodramáticos, gestálticos y centrados en el cliente.
Si clasificamos por el contenido, sería de la siguiente manera: Los grupos de apoyo
trabajan los factores del medio ambiente. Los analíticos, las situaciones pasadas y
presentes, dentro y fuera del grupo. Los psicoanalíticos, las experiencias primarias
del pasado y las relaciones interpersonales grupales. Los transaccionalistas, las
relaciones primarias interpersonales y el énfasis en el "aquí y ahora". Los
conductuales, los síntomas específicos sin dar énfasis a la causalidad. Los
psicodramatistas, las situaciones presentes y pasadas, y las relaciones dentro y fuera
del grupo. Los gestálticos, las situaciones presentes con énfasis en el "aquí y ahora"
y los grupos centrados en el cliente, en las situaciones presentes y la relación dentro
y fuera del grupo.
Si los separamos por la dependencia: Los grupos de apoyo la intensifican entre ellos
y sobre todo la dirigen al líder. Los grupos analíticos tiene dependencia interna y es
variable frente al líder. Los grupos psicoanalíticos no tiene dependencia interna, y es
variable frente al líder. Los grupos transaccionalistas valoran la dependencia interna
y tratan de no reforzarla hacia el líder. Los grupos conductuales no refuerzan su
dependencia interna, y aumentan su confianza hacia el líder. Los grupos
psicodramáticos no refuerzan su dependencia hacia el líder. Los grupos gestálticos
rechazan toda forma de dependencia. Los grupos centrados en el cliente refuerzan la
dependencia intragrupal. De la misma manera puede separarse el proceso del grupo,
la conducta del terapeuta, las interpretaciones, etc.
Los grupos de autoayuda, pueden clasificarse de la siguiente manera: a) grupos de
farmacodependientes y jugadores compulsivos (Ej., Alcohólicos Anónimos); b)
grupos de familias y amigos de farmacodependientes y jugadores compulsivos. (Ej.
Alanon, Gamanon); c) grupos de víctimas de abuso. (violación, incesto, prostitución,
etc.); d) grupos de apoyo para víctimas de enfermedades (cáncer, herpes,
paraplejía, cegueras etc.), y e) grupos de población en transición (separación y
divorcio, adolescencia, climaterio, etc.).
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La primera diferencia está en relación con el tiempo. La terapia familiar es
necesariamente breve, o trata de ser breve. En la terapia grupal, sus integrantes no
están presionados por finalizar la terapia lo más pronto posible, tampoco es el
problema principal el tiempo. Cuando un grupo familiar ingresa a terapia, tiene la
sensación de iniciarlo con dolor y temor; en la terapia grupal, la mayoría de sus
integrantes van percibiendo una fascinación en el proceso, reciben y brindan
resonancia (feedback), aprenden nuevos papeles (roles) y experimentan nuevas
conductas.
Las buenas terapias familiares tiene metas específicas, las cuales, cuando son
alcanzadas, hablan del éxito de la terapia. En las terapias de grupo son importantes
las metas y la resolución de las crisis, pero solamente como una parte de la
estructura caleidoscópica de la terapia. En el proceso de la terapia grupal, los
sueños, las personalidades, los estilos de vida, los valores y hasta los tipos
constitucionales van variando. Los integrantes aprenden a crecer, pelear, amar,
jugar, etc. La sensación de comunidad une al grupo en todo momento, y es el agente
principal de curación. El proceso de cambio puede ser "rápido" o "lento". Los
integrantes de grupos de autoayuda expresan sus sentimientos y se dan cuenta de
que no están solos en sus dificultades. En todas las formas de grupos de autoayuda,
los participantes reciben el calor y afecto de otros, tanto como para percibirlo como
apoyo y aliento frente a la resolución de sus problemas inmediatos. La potencia del
grupo no puede ser alcanzada por el psicoterapeuta en la terapia individual.
Para algunas personas que están experimentando una crisis vivencial, es suficiente la
acción del grupo de autoayuda y, cuando ha resuelto su problema inmediato, pide la
salida del grupo. Para las personas que tienen problemas personales severos o
difusos, y desean conocerse profundamente, o para los que deciden hacer cambios
importantes en sus vidas, es más apropiada la terapia grupal. En la terapia grupal,
los participantes reciben la misma forma de atención como la de los participantes en
grupos de autoayuda, pero las metas a alcanzarse van mucho más lejos que recibir
soporte e información.
Cuando una persona ingresa a un grupo terapéutico, es seguro que él ha
experimentado insatisfacción hacia sí mismo o hacia su vida, y se siente insuficiente
comparándose con los demás; él espera la ayuda del grupo para ser mejor, los
cambios serán individuales o microcambios, o grupales o macrocambios.
Berne (1983) clasifica al líder en tres formas: líder responsable, líder efectivo, y líder
psicológico. El responsable ocupa su lugar en la estructura, el líder efectivo es el que
toma las decisiones, y el psicológico es el carismático frente a los otros.
: C
*
J
El grupo psicoanalítico está basado en los principios del psicoanálisis (Cohn, 1983),
por ej. las asociaciones libres, la interpretación de los sueños y el análisis de los
mecanismos de defensa. El trabajo grupal está dirigido a la reorganización profunda
de las tendencias instintivas y de sus consecuencias en la vida de los participantes.
La teoría y práctica de la terapia individual se lleva a la situación de grupo. Es quizá
la forma más frecuente de terapia grupal.
En el grupo psicoanalítico, el terapeuta consigue una atmósfera que favorece la
exploración verbal y la interacción. Esta interacción dentro de los integrantes del
grupo ayuda a investigar las conductas, sensaciones y pensamientos, la historia de
su propio desarrollo, y la psicodinámica de la personalidad de los participantes. La
tarea del analista de grupo es conseguir tal interacción, que pueda diferenciar los
contenidos y su significado, en la alianza personal e interpersonal.
La teoría psicoanalítica acepta a una persona como enferma, mientras no pueda
percibir la realidad y no llegue a la autodeterminación (Cohn, 1983). En este caso, su
* , la percepción y la integración funcionan disminuidas, su pensamiento y
sentimiento están limitados debido a las fijaciones que tiene. Las causas de esta
problemática son múltiples, y frente a ellas, el neurótico cree que su percepción del
mundo es real.
La psicoterapia psicoanalítica tiene como finalidad mejorar la percepción y la
adaptación reales. Se trabajará entonces sobre los mecanismos defensivos de
abandono y omnipotencia. El paciente encuentra en el grupo a otras personas con
las cuales, cualitativamente va a interactuar benéficamente.
C
C
+
: C
En el estudio de los encuentros grupales podemos distinguir la siguiente estructura
(Castilho, 1982): objetivos, contenido, método, profundidad, tiempo, facilitador y
participantes. Quizá se puede entender mejor al establecer las diferencias entre
grupo de psicoterapia y grupo de desarrollo interpersonal:
% @ =
. El grupo de psicoterapia tiene como objetivo el ajuste individual de sus
integrantes, reorganizando sus valores, percepciones y necesidades. En el caso del
grupo de desarrollo interpersonal su objetivo es desarrollar las habilidades sociales
de sus integrantes, como son, por ejemplo, saber oír, hablar adecuadamente,
tolerancia, aprender y recibir reconocimiento (Castilho, 1982). Es importante para
los objetivos de un grupo, conocer la capacidad de trabajo y el éxito potencial de sus
participantes. Si existen integrantes que se aíslan, acuden irregularmente, o
destruyen, interfieren a todo el grupo (Schneider, 1980).
%
. El grupo de psicoterapia analiza las situaciones pasadas que interfieren
el presente de sus integrantes. En el grupo de desarrollo interpersonal, el contenido
es el "aquí y ahora" de sus integrantes, y el significado actual que produce en ellos.
Debe tomarse en cuenta el factor homogeneidad vs. heterogeneidad. Los grupos
homogéneos llegan más rápidamente al alivio de sus síntomas y sus integrantes se
protegen más, asisten más regularmente, tiene menos conflictos, y llegan más
fácilmente al contenido.
%
. En el grupo de psicoterapia se utilizan métodos para llegar a los planos
más profundos de la personalidad de sus integrantes. En el grupo de desarrollo
interpersonal, el método consiste en analizar y discutir actitudes y reacciones.
% " /
. El grupo de psicoterapia tiene como meta llegar igualmente a las
partes profundas de la personalidad. En el grupo de desarrollo interpersonal, el plano
de acción es superficial, centrando su atención en las relaciones interpersonales,
sobre todo de trabajo. El llegar a la profundidad es diferente según las variables que
tenga el grupo, estas variables pueden ser: edad, inteligencia, estatus
socioeconómico, etc. Cuando existe gran heterogeneidad de síntomas es muy difícil
llegar a una buena profundidad, y más bien las metas del grupo pueden fracasar. En
los grupos heterogéneos hay más inhibición para verbalizar.
% $
. El tiempo del grupo psicoterapéutico varía según la técnica y estilo del
facilitador (puede ser desde una a cinco horas sin interrupción). En el grupo de
desarrollo igualmente varía con la técnica empleada, pero el tiempo generalmente se
mide proyectándolo a todo el año. Cuando los problemas son comunes, se consigue
rápidamente una atmósfera cálida y propicia y, a través de la propia exploración, se
consigue el aprendizaje y el cambio. Todos lo grupos terapéuticos ofrecen
alternativas después de la confrontación. Si el grupo demográficamente no es muy
amplio, se conseguirán más logros en menor tiempo.
% ,
. En el grupo de psicoterapia, el facilitador dirige al grupo utilizando su
experiencia y el marco referencial teórico (Castilho, 1982), obteniendo primero la
atmósfera grupal y luego, la salida de conflictos por resolverse en la vida de cada
integrante. En el grupo de desarrollo interpersonal, el facilitador dirige al grupo,
ejerciendo su autonomía y procurando la aparición del líder espontáneo.
% "
. En el grupo de psicoterapia, las personas buscan a un facilitador con
el que puedan trabajar sus problemas, o "crecer", o desarrollar su personalidad.
(Castilho, 1982). El grupo de desarrollo interpersonal está conformado por personas
que actúan buscando soluciones a sus problemas de relación humana y los laborales
de toda índole. De lo expuesto se deduce que la persona que busca
espontáneamente integrar un grupo de psicoterapia, está más consciente de sus
necesidades personales y ofrecerá menores resistencias al proceso terapéutico. En el
grupo de desarrollo interpersonal habrá competencia laboral y social.
Los grupos terapéuticos son estructurados por el propio facilitador, generalmente
provienen de su propia clientela y de otras personas que desean incorporarse a uno
de ellos. El facilitador conoce a todos porque son personas en terapia individual o
han tenido una entrevista previa para ser aceptados a incorporarse a un grupo.
Cumplidas estas condiciones, se puede entonces conformar un grupo de acuerdo con
los objetivos del facilitador, pueden ser: de parejas, niños, adolescentes, personas
con desarrollo mental moderado, profesionales que desean hacer un seguimiento
terapéutico grupal, de uno o ambos sexos.
Pueden haber igualmente grupos "abiertos" o "cerrados". En un grupo abierto, al
salir un participante, otra persona ocupa su lugar. En un grupo cerrado se establece
el contrato grupal, mediante el cual se ubican plazos y, al iniciarse el grupo, ya no
ingresan otras personas. Los grupos psicoterapéuticos tienen a un psicoterapeuta
como líder, el cual maximiza con sus conocimientos el potencial terapéutico del
grupo. Los grupos de autoayuda no necesariamente tienen un psicoterapeuta como
líder, sino un experimentado en el problema. La forma más simple del encuentro
grupal es la clase o conferencia, en la cual los participantes reciben información y
motivación.
B *
+
* C *
: C
Algunos facilitadores realizan los encuentros grupales en su propio consultorio
(Castilho, 1982), adaptando la sala y su habitación de entrevistas, o habilitando una
sala especial, la cual puede tener sillas o almohadas. Estos grupos pueden reunirse
una a tres veces por semana. En cualquier lugar que se hubiera escogido, la técnica
del psicoterapeuta debe incluir la intervención didáctica y la aclaración (Schneider,
1980), sin desestimar los consejos entre los pacientes. Los consejos que se
intercambian van aumentando la fuerza interna de los grupos.
Los grupos que se encuentran los fines de semana, o para una maratón, o los $
grupos, se reúnen más frecuentemente en hoteles, seminarios, casas de retiro,
colegios, o locales especiales, útiles para este fin. El facilitador visitará primero estos
locales para conocer el espacio que tendrán él y los integrantes del encuentro. En los
locales pequeños, el paciente vivencia que no está solo en sus problemas, y que no
está aislado. La expresión de las preocupaciones propias y el descubrirlas también en
otros integrantes, es acompañante de la catarsis y de la cohesión grupal.
Durante el trabajo grupal, habrá siempre a disposición papel facial, papel higiénico,
almohadas grandes, o colchones pequeños como para descargar agresividad.
Igualmente es importante tener toallas, biberones, juguetes, tocacintas y vídeos.
Toda filmación debe tener la aceptación previa de los integrantes del grupo. No
debemos olvidar que algunos integrantes del grupo pueden presentar vómitos o
diarreas producto de la misma ansiedad, por lo que es importante poseer un servicio
higiénico cercano.
El sentarse sobre cojines es aparentemente la posición más cómoda. Sentarse en
círculo y cercanamente puede expresar identificación con el grupo. Sentarse frente a
frente podría interpretarse como desafío y lucha por el liderazgo. El más
desinteresado se sentará al costado de la puerta. Si se usan sillas, siempre deben
sobrar tres o cuatro si se va a trabajar con la técnica de la "silla vacía". Siendo un
grupo como una familia, se encontrará rivalidad fraterna y otras más, que hará
sentarse a sus integrantes en diferentes lugares según la repetición de antiguos
conflictos familiares.
El cambio de lugar de los integrantes, cualquiera que sea el pretexto que indique,
estará significando que desea expresar en ese momento alguna emoción y le resulta
difícil o que está incómodo al lado de un participante específico. Los participantes se
darán cuenta cómo sus costumbres sociales, sin que ellos lo sepan, pueden haber
malogrado sus relaciones sociales, ofreciendo el grupo al mismo tiempo un campo de
entrenamiento para nuevas conductas, nuevos desplazamientos, nuevas ubicaciones.
A todo este proceso se ha convenido llamarlo de "socialización".
Nunca se acepta ingresar a un nuevo integrante sin saber si está o no en tratamiento
psicoterapéutico (Castilho, 1982), y en qué consiste. Igualmente es importante saber
cuáles integrantes han estado hospitalizados por motivos psiquiátricos, y en qué
grado de recuperación se encuentran. Si el grupo está integrado por ejemplo, por
ejecutivos, es casi seguro que pedirán reunirse en horas de oficina, si son
selecciones o equipos deportivos, posiblemente tendrán que ser las reuniones en los
intervalos entre los entrenamientos. En los grupos clínicos, cualquier hora que sea
acordada, siempre tendrá interferencia con alguna actividad.
La mejor forma de disminuir la tensión de la interferencia será realizando el
encuentro grupal los fines de semana, por ejemplo, viernes a domingo, terminando
al mediodía. Estos encuentros técnicamente pueden hacerse en cinco bloques de tres
horas cada uno, que hacen un total de quince horas, con una frecuencia mensual. No
se aconseja que sean muy frecuentes, porque equivale a interferir con los
obligaciones familiares y sociales de cada participante, al mismo tiempo que, un
encuentro de fin de semana agota a los participantes y al facilitador. El ambiente
físico debe ser orientado a no agotar (Gibb, 1964).
En la práctica, la dinámica grupal ha servido para desarrollar las siguientes áreas
(Reyes, 1969): adiestramiento para la dirección, descubrimiento de nuevas técnicas,
desarrollo cultural grupal y relaciones comunales, y deber social. El adiestramiento
consiste en seleccionar personas y prepararlas para las acciones que van a
desempeñar. El descubrimiento de nuevas técnicas significa encontrar todo aquello
que aumente la profundidad y la participación. El desarrollo cultural significa utilizar
todo aquello que aumente el valor educativo, y las relaciones comunales es aprender
a mejorar los procesos sociales.
Toda interacción genera estructuras y brinda motivos para implementarlas (Cabral,
1985). Básicamente cualquier forma de terapia grupal podría ser útil para toda forma
de conflicto humano (Scheneider, 1980), en la práctica sin embargo, es importante
señalar que unas técnicas grupales ayudarán más que otras y que, en otros casos,
también pueden dañar si son mal aplicadas. El proceso grupal se mueve siempre con
base en técnicas (Beal, 1969), las cuales constituyen el medio para llegar al fin. Las
técnicas no se utilizan en todas las situaciones, sino en las específicas.
*
Las aplicaciones de la psicoterapia de grupo son múltiples, daremos como ejemplo
de ellas en la psicoterapia por el Análisis Transaccional y en Gestáltica.
-)
!
""
!
El
+
$
(AT) es una técnica psicoterapéutica individual y grupal que
fue creada por el psiquiatra canadiense
&
, quien vivió entre 1910 y 1970.
Berne publicó en 1958 el artículo: "Análisis transaccional, un método nuevo y
efectivo de terapia grupal". En este artículo, Berne da a conocer el modelo
estructural de la personalidad según su teoría, que comprende tres instancias:
"
*:
.
Desde 1958 hasta su muerte en 1970, Berne dirigió los Seminarios de Psiquiatría
Social en San Francisco, donde formó a la mayoría de sus discípulos, quienes han
seguido ampliando esta teoría psicoterapéutica.
El AT trabaja básicamente con 10 instrumentos (Kertesz. 1977) que son: análisis
estructural y funcional, análisis de las transacciones, caricias, posición existencial,
emociones y rebusques, análisis de los juegos, estructuración del tiempo, argumento
de vida, miniargumento y dinámica de grupos. A continuación describiré brevemente
cada uno de estos instrumentos:
%
+
* /
. La estructura de la personalidad está formada por
tres instancias: padre, adulto y niño. Según Berne (1981), cada uno de ellos es "un
sistema de emociones y pensamientos, acompañados de un conjunto de patrones de
conducta".
La descripción de estos estados del yo es la siguiente: (a) Estado del yo padre: es la
parte de la personalidad que contiene y transmite los elementos culturales, las
pautas sociales, morales y religiosas y las reglas de convivencia. Es el concepto
aprendido de la vida. (b) Estado del yo adulto: comienza a formarse a los dos años
de edad y continúa su desarrollo toda la vida. Mediante el uso de este estado, la
persona procesa la realidad utilizando el razonamiento lógico y el pensamiento
racional. (c) Estado del yo niño: es la parte de la personalidad que siente, piensa y
actúa como si se estuviera en la niñez. Aquí se encuentran las emociones, la
intuición, creatividad y espontaneidad, en otras palabras, todo lo sentido de la vida.
El análisis funcional de la personalidad considera cinco estados funcionales del Yo:
padre crítico, padre nutritivo, adulto, niño libre y niño adaptado. Describiremos
brevemente a cada uno de estos estados: a) Padre critico: presenta conductas
firmes, da orden y protección; sus manifestaciones negativas son los prejuicios, la
desvalorización y el autoritarismo. b) Padre nutritivo: presenta comportamiento
afectivo, nutricio, da ayuda, permisos para vivir, para disfrutar y para crecer;
negativamente brinda sobreprotección. c) Adulto: dentro de sus múltiples funciones,
las más importantes son las de pensar en forma abstracta y tomar decisiones;
igualmente forma la destreza del individuo y el conocimiento técnico e intelectual. d)
Niño libre: posee las emociones auténticas, la espontaneidad y la creatividad;
cuando es negativo es egoísta y grosero. e) Niño adaptado: cuando es adecuado, es
disciplinado y respetuoso; si es negativo puede ser sumiso: retraído, desvalorizado y
confuso y, si es rebelde, será desafiante, hostil y opositor.
% $
. Son intercambios de estímulos y respuestas entre estados
específicos del yo de diferentes personas (Kertész, 1977). Las transacciones pueden
ser: simples y complejas, complementarias y cruzadas, no ulteriores y ulteriores, y
éstas, a su vez, pueden ser ulteriores angulares y ulteriores dúplex. Las
transacciones cruzadas pueden ser: transferenciales, contratransferenciales,
deshumanizadas, exasperantes, de queja mutua, y finalmente "la transacción del
infinito".
%
. Es el estímulo intencional dirigido de una persona a otra, sea de orden
físico, verbal, gestual o por escrito. Las caricias pueden ser: positivas y negativas y
éstas a su vez agresivas y de lástima, mixtas, condicionales e incondicionales, con
sus combinaciones de positivas y negativas. Igualmente tiene sus "leyes de
economía de caricias" que son las siguientes todas ellas parentales: no dé las caricias
positivas que corresponda dar, no acepte las caricias positivas que merezca, no pida
las caricias positivas que necesite, no se de a sí mismo caricias positivas y no
rechace las caricias negativas.
%"
!
. Es la forma como el adulto del niño elige la forma de sentirse y
sentir a los demás. Esta decisión ha sido tomada en cada ser humano antes de los
ocho años y seguirá básicamente por toda la vida (Kertesz, 1977).
Todas las personas nacen en la posición ok y, según los estímulos que reciban del
ambiente, la conservarán o será el mismo ambiente quién las obligará a cambiarla.
Las posiciones existenciales son cinco: * 5%
5 (maníaca), * 5%
5
(paranoide), *
5%
5 (depresiva),
5% *
5 (nihilista), y yo+/ ok tu+/ ok
(real). Cada posición tiene relación con un estado funcional.
%
*
D
. Las emociones auténticas son cinco: alegría o placer,
afecto, tristeza, miedo y rabia. Todas ellas corresponden al estado funcional de niño
libre. Cuando una persona funciona en el sistema ok puede expresar emociones
auténticas. Si la persona sólo recibe caricias cuando la emoción es "rebusque", ella
actúa entonces en el sistema nook de conducta. El "rebusque es entonces una
conducta inadecuada, patológica, fomentada en la infancia, y que reemplaza a una
emoción auténtica no permitida. El adulto racionaliza el "rebusque", y cada uno de
ellos corresponde a una contaminación.
%6
!
# Son "series de transacciones ulteriores que progresan hacia un
resultado previsible y bien definido" (Berne, 1969). Tienen las siguientes
características: cebo, flaqueza, respuesta, cambio y beneficio final. Todo juego
comienza con una descalificación y el cebo descalifica alguna característica del que lo
envía, del destinatario, o de ambos (Kertesz, 1977). Flaqueza es el punto débil del
interlocutor que "enganchará en el cebo". Respuesta es la entrada en el juego.
Cambio es la modificación de los estados del yo de los participantes. Beneficio final
es la experimentación del rebusque.
%
!
# El ser humano posee una necesidad de programar el
tiempo disponible. Existen seis formas de estructurar el tiempo: aislamiento,
rituales, actividad, pasatiempos, juegos e intimidad. Aislamiento es la falta total de
transacciones. Rituales son conjuntos de transacciones simples y complementarias
originadas por pautas culturales y transmitidas de generación en generación y
programadas por el padre. Actividad son transacciones complementarias
programadas
por
el
adulto
y
dirigidas
hacia
el
contacto
con
la
realidad. Pasatiempos son transacciones complementarias que giran alrededor de un
centro de interés. Juegos psicológicos son transacciones ulteriores. Intimidad
significa intercambio de caricias, pensamientos, experiencias y emociones en una
relación de confianza.
%
# "Es un plan preconsciente de vida, decidido en la infancia, bajo
influencia parental y que dirige la conducta del individuo" (Berne, 1983). Sea bueno
o malo, evita la incertidumbre de tener que tomar decisiones a cada instante. El
argumento responde siempre a tres preguntas: ¿quién soy? ¿qué hago en este
mundo? y ¿quiénes son los demás que me rodean?. Si el argumento lo decidió la
persona siendo muy pequeño, fue seguramente porque el ambiente fue muy
negativo y tuvo que sobrevivir. La decisión temprana depende siempre del ambiente
familiar. El adolescente es más libre de este influjo.
%
# Es una secuencia de conductas observables, propias de cada
persona, que se repiten frecuentemente, y que pertenecen al sistema no ok. Kohler
(1959) observó cinco categorías de mensajes contraargumentales (impulsores) que
son: "sé perfecto", "sé fuerte", "apúrate", "complace" y "trata más". Las personas en
"sé perfecto" se esfuerzan por alcanzar la perfección y se descalifican pensando que
no hacen las cosas suficientemente bien. Las personas en "sé fuerte" no tienen
permiso para mostrar sus emociones auténticas ni para pedir ayuda. Las personas en
"apúrate" tienen que terminar las cosas "inmediatamente". Las personas en
"complace" se sienten responsables de conseguir que todos los demás se sientan
bien. Las personas en "trata más" están siempre esforzándose más, pero sin
conseguir resultados.
"
$%
"
%
'
Grupo es cualquier agregación social con un límite externo y por lo menos un límite
interno. Límite externo es la distinción entre el ambiente externo y los miembros del
grupo. El límite interno es la distinción entre los miembros, miembros y líderes y
líderes. Todo grupo tiene seis elementos básicos: Aparato externo, aparato interno,
liderazgo, cultura del grupo, condiciones para su funcionamiento, y el trabajo del
mismo. El aparato externo está conformado por los miembros del grupo en sus
relaciones externas. El aparato interno está conformado por los miembros del grupo
afectados por los límites internos. El liderazgo es la autoridad en el grupo. La cultura
del grupo está conformada por los puntos de vista normativo, técnico y emocional.
Las condiciones del grupo están conformados por el aparato externo, las bases para
ser miembro, y la información sobre actividades, objetivos y clase de miembros, y
finalmente el trabajo de grupo está formado por la actividad y el proceso. La
actividad es el trabajo grupal propiamente dicho y el proceso es el trabajo del grupo
sobre sí mismo.
% ! '/
El encuentro grupal en AT se realiza con personas que ya tienen conocimiento previo
elemental de esta técnica psicoterapéutica. Los grupos habituales son de 10 a 20
personas, aún cuando en los talleres grupales que se llevan a cabo en congresos por
ejemplo, participan entre 100 a 200 personas a la vez. La forma más práctica y
provechosa de utilizar grupalmente los conocimientos del AT es en el análisis y
escenificación de los juegos psicológicos, donde todos los integrantes del grupo,
directa o indirectamente se ven involucrados, a veces confrontados, e invitados
finalmente a tomar nuevas decisiones en su vida que redundarán beneficiosamente
en su crecimiento personal.
Después de haberse escenificado un juego (Steiner, 1982) siempre se recomienda
que se discutan las siguientes preguntas: ¿En qué consiste el juego? ¿Quiénes
intervienen en el juego? ¿Cuáles son los mensajes que se cruzan entre sí las
personas que están jugando? ¿Qué ventajas trae jugar? ¿Por qué cada uno de los
participantes realiza ese rol y no otro? ¿Cómo podemos salir de ese juego?
Como cada persona lleva al grupo el temperamento, que a cada cual le es innato, en
el encuentro grupal se pueden reproducir las capacidades, la lucidez, la
espontaneidad y la intimidad. Estas funciones, en el desarrollo del ser humano
pueden haberse convertido en desfavorables de acuerdo con las experiencias que en
su vida le ha correspondido vivir. En este sentido, el grupo es restaurador y
motivador. En el grupo se pueden analizar los argumentos destructivos que han
interrumpido el proceso normal de crecimiento. Al comienzo se aprende la
terminología del AT, luego el facilitador trata de hacer comprender la interacción del
yo de los integrantes y sus respectivos argumentos. Se refuerzan seguidamente las
transacciones en el estado del yo adulto. Los integrantes llegan finalmente a trazarse
metas desde el comienzo, y se comprometen a realizar tareas de tal manera que su
comportamiento fuera del encuentro grupal, representen paso a paso, los logros
terapéuticos.
" "
Las posibilidades de interacción que se puede tener en los encuentros grupales de AT
son numerosos; sólo describiremos a manera de ilustración algunos juegos
psicológicos comunes que se representan en ellos:
R 6
# Consiste en pedir siempre ayuda. Es empujar a los "otros" a
asumir con él, el rol de padre, obligándolos a complacer, complacencia nunca
satisfecha. En el fondo lo que se busca es el fracaso del padre. En este caso gana el
niño porque llega a la conclusión de que el padre es un incapaz, y, por lo tanto, no
puede imponerle nada. El niño está al acecho de las faltas o incapacidades ajenas,
("te agarré desgraciado") y cuando se producen, sale triunfante. En el fondo nunca
da una caricia positiva pura, no sabe afrontar sus responsabilidades, y llega a
expensas de los otros a desesperarlos porque nunca cumplirán.
R 6
(!
# Se lleva a cabo con cinco integrantes, como frecuentemente
el grupo tiene 11 ó más participantes, el resto de integrantes asumen la
responsabilidad de dar respuesta a los interrogantes que recomienda Steiner (1982)
resolver cada vez que se presenta una de estas acciones. Los roles son: el
alcohólico, su perseguidor (que generalmente es una mujer que lo llena de
reproches), su salvador (que puede ser un amigo, el terapeuta, o la misma mujer si
desempeña doble rol), el "tonto protector" (que puede ser la madre, que lo
comprende, hace como que no entiende el problema y le da el dinero para sus
borracheras), y el proveedor o contacto (que sería el bodeguero). El alcohólico repite
muchas veces que quiere dejar la bebida, que lo ayuden. El perseguidor dice
frecuentemente "tienes que", y el niño dice en voz baja, "trata de impedirme beber".
R
D
(
(
: Consiste en arreglársela para descargar la
responsabilidad sobre los otros, por ejemplo: el marido se encierra en la biblioteca
para acabar de escribir un trabajo, la esposa ingresa en ese momento para avisarle
que la cena está servida, él se distrae y se equivoca en el texto de la computadora,
entonces se enfurece, tira al suelo el cenicero, y le grita a la esposa diciéndole: "mira
lo que me has obligado a hacer". Otra forma sería la de pedir un consejo, lo cumple,
le salen mal las cosas, y le echa la culpa al que lo aconsejó. Una variante parecida
es: "Tu me metiste en esto"
R6
! # En el fondo es un resentimiento hacia los hombres (o hacia las
mujeres). La persona, en este caso una mujer, se deja cortejar por un desconocido,
y cuando él se insinúa sexualmente, lo rechaza diciéndole: "que se ha creído Ud. que
quién soy yo". Este sería el juego de la violación de primer grado. El juego de
segundo grado sería cuando ella lo increpa a él diciéndole que se ha equivocado, y
luego le cuenta a todos el incidente. El juego de tercer grado sería cuando ella se
deja violar, para después gritarle, insultarle y, a veces, matarlo. La variante
conyugal consiste en negarle la relación al cónyuge.
=
: Describiremos una práctica del juego del "alcohólico", realizado con
alumnas de psicología. El alcohólico es Gina, su perseguidor es Marianella, su
salvador Johanna, el tonto es Mónica, y el contacto es Cecilia. El diálogo fue más o
menos el siguiente:
%
: (ingresa sigilosamente con los zapatos en la mano, tratando de no hacer
ruido, con grandes dificultades abre la puerta de casa, al abrirla se prende la luz de
la sala y encuentra a su esposa). Qué haces levantada a esta hora, por qué no te
acuestas, mañana tienes que llevar a los chicos al colegio?
%
: (enfurecida) Tú eres el que tiene que responder porqué vienes a esta
hora, nunca has tenido respeto a tu hogar, no te importa la casa en donde vives, y
tu falta de responsabilidad hace que los chicos ya no sean aceptados en el colegio
por falta de pago, desde hace meses tengo que pedirle a mi madre para que me
preste dinero a fin de pagar las pensiones del colegio. No te importa nada, sólo
beber. Me arrepiento en el alma haberte conocido, y haberte creído y no haber hecho
caso a todos los que me dijeron la clase de hombre que tú eras, tu me has mentido y
me has hecho creer que cambiarías y que yo iba a ser la mujer más feliz del mundo
al lado tuyo.
%
: Tu no me entiendes, nunca me has entendido, nadie me entiende, no me
comprendes, nadie me comprende, tu me obligas a tomar para ser feliz, yo tomo
para olvidar, déjame en paz, tú a lo tuyo y yo a lo mío, que sería de ti sin mí, te
matarías con toda seguridad. (Se retira a su dormitorio, molesto, desafiante. Las
escenas que vienen son en los días siguientes).
% 6 (
a: No puedes continuar con este mismo sistema de vida, existen otras
formas mejores de vivir a las cuales tú tienes derecho, sólo por el hecho de haber
nacido. Tú puedes decidir ser una persona mejor, y en cuanto lo hagas te daré toda
la información necesaria para que puedas iniciar un tratamiento, o incorporarte con
tu familia a un grupo de trabajo.
%
: Lo pensaré.
% !
: Otra vez discutiste con esa mujer, ella no te comprende, la única que te
entiende es tu madre, si no fuera por mí no tendrías ni qué ponerte encima, te voy a
dar alguna cantidad de dinero para que te compres ropa nueva y puedas estar más
presentable, confía en mí.
%
: gracias mamá.
%
: Que gusto tengo que hayas venido a la bodega, tengo guardado para ti un
licor fino, de esos que a ti te gustan, y está a precio de oferta, aprovecha y
cómpralo, si no te alcanza el dinero, déjame en prenda la casaca de cuero que llevas
puesta y que parece nueva, yo la venderé y te daré el vuelto, confía en mí.
Este ejemplo es sumamente ilustrativo, el juego del alcohólico responde siempre a
un desafío: "atrévete a quitarme la bebida", y consiste en que el niño del alcohólico
invita a jugar a los otros participantes, saliendo siempre ganador, porque en el fondo
no quiere cambiar y se regocija de la desesperación de los demás integrantes del
grupo al que pertenece.
Los personajes que intervienen en el juego son de la vida cotidiana, generalmente
familiares que se sienten involucrados dentro del problema, unos con mayor o menor
culpa que los otros, algunos tratan de pagar su culpa, o comprará reconocimiento
con dinero, y otros haciendo el papel de víctima, pero tampoco sin la decisión de
dejar de serlo, cada transacción que realizan responde a un argumento de vida que
el grupo tendrá que analizar. Los mensajes que se cruzan son todos pertenecientes a
transacciones ocultas. Les trae ventajas jugar calmando su angustia, obteniendo
caricias negativas condicionales y manteniendo conductas no productivas. El juego
se realiza porque en el fondo es una competencia por el poder. Sólo se podrá salir
del juego mediante su análisis grupal. De ahí la importancia de los encuentros
grupales.
La capacidad de Berne para describir las formas de comunicación humana ha hecho
que el AT rápidamente se popularice. Los integrantes de esta escuela piensan que
siendo la psicoterapia una necesidad, al producirse su "desmitificación" se convertirá
esta necesidad en un recurso agradable. Aún cuando a veces el AT usa términos
"esotéricos", es de fácil comprensión y ha llegado a grupos populares, que a veces lo
entienden superficialmente y hacen de él un juego social. La fuerza del AT
seguramente radica en el determinismo de la calidad descriptiva del argumento de
vida y la actitud terapéutica optimista. Si el paciente no toma su psicoterapia como
un juego más, el éxito de ella como ayuda en su vida está garantizado.
)
9
:
! "
, "
El creador de la $
(TG) fue , - "
, quien primero fue psicoanalista,
y luego de separarse de la doctrina de Freud, comenzó a desarrollar su propio
sistema. El principio básico de la gestáltica es el siguiente: "Las carencias personales
y los deseos psicológicos precipitan al ser humano hacia la desesperación por
satisfacerlos, cada vez que se satisface un deseo, inmediatamente aparecen otros
nuevos en el mismo lugar. Cuando este proceso se desarrolla normalmente,
entonces el ser humano se adapta psicológica y biológicamente a su medio
ambiente. En el caso de que se encuentre disminuido el reconocimiento del propio
cuerpo o el reconocimiento de las necesidades psíquicas, el camino será hacia la
enfermedad." Desde el punto de vista terapéutico "cuerpo y alma" son dos aspectos
de la naturaleza humana íntimamente relacionados entre sí, de tal manera que la
riqueza de las capacidades intelectuales no es completa si no se desarrollan
igualmente la conciencia de los sentidos y el reconocimiento de la expresión corporal.
Todo esto es posible conseguirlo a través del trabajo gestáltico grupal.
$
+
(TGG) es rica en contenido humanístico. Utiliza en
primer lugar las capacidades creativas de cada ser humano, al mismo tiempo que
restituye la salud personal a través del mantenimiento de la autoregulación del
organismo. Cada ser humano debe aprender a
de que en el D ) *
(
tiene la capacidad de orientar su propia vida y tener bajo control a sus
emociones. Mientras el ser humano sea más neurótico, le será más difícil lograrlo
plenamente y tendrá entonces que aprender a conseguirlo.
Fritz (Frederic) Perls, nació en Alemania en 1893, después de graduarse de médico,
trabajó varios años en Sudáfrica, hasta 1946 en que se radicó en los Estados Unidos.
Los últimos diez años de su vida los dedicó enteramente a formar grupos en el
Instituto Esalen de Big Sur California. Falleció en 1970.
Una gestalt es un todo que incluye y trasciende a la suma de sus partes, haciendo
participar también al campo que le rodea. La teoría psicológica de la gestalt, que ya
tiene 70 años de antigüedad, hace recordar hoy en día a la teoría general de los
sistemas. Las necesidades, según los gestálticos, organizan el mundo psicológico
fenomenológico e integran armónicamente el comportamiento humano. La necesidad
central persiste hasta que esté satisfecha y luego desaparece para dar lugar a otra.
En cada momento esta necesidad organiza la relación entre la persona y su
ambiente.
Toda persona distingue en su vida lo que es /
y /
. Las personas neuróticas
según los gestálticos tienen dificultad para hacerlo, esto significa que no llegan a
satisfacer sus necesidades y reemplazarlas por otras, igualmente les es difícil
reconocer cuáles son, su motivación está confundida y no es real, y sus reacciones
son estereotipadas.
Algunas de las perspectivas novedosas más convincentes que sirven de fundamento
teórico a la TGG son las siguientes: a) el poder está en el presente, b) la experiencia
es lo que más importa, c) el terapeuta es su propio instrumento, y d) la terapia es
demasiado beneficiosa para limitarla a los enfermos.
La palabra gestalt puede significar muchas cosas, así por ejemplo puede ser:
"conjunto, continente, tamaño, configuración, forma, figura, integración, una
totalidad mayor que la suma de las partes". De una manera práctica se reconoce a la
palabra gestáltica, como a la escuela psicoterapéutica que utiliza los conocimientos
de la teoría psicológica de la gestalt y que se identifica con la obra de Perls. En el
mundo entero ocupa aproximadamente el sexto lugar dentro de las escuelas
terapéuticas.
La gestáltica tiene la influencia de cinco corrientes humanistas: el psicoanálisis, el
análisis del carácter según Wilhelm Reich, la filosofía existencial, la teoría psicológica
de la gestalt, y las religiones orientales, principalmente el budismo zen. La TGG toma
en cuenta lo que surge en el aquí y el ahora en el grupo, no lo que fue, o lo que
debería ser. La experiencia actual no necesita ser explicada o interpretada, sino debe
ser contactada, sentida, descrita en el aquí y ahora, basándose en la concienciación
de lo obvio.
En el encuentro grupal el interés está centrado en el cuerpo, mediante su percepción
total, y , sobre todo externa: sentidos, sentimientos, sensaciones, no existen
elementos cognitivos ni imágenes. Perls (1959) dijo: "Deje su mente, use sus
sentidos".
Las gestalt pueden destruirse por las siguientes interferencias: (a) mala percepción
del mundo, el cuerpo y sus interrrelaciones; (b) bloqueo en la percepción y expresión
de las necesidades, y (c) bloqueo muscular y corporal en el decir y hacer.
Darse cuenta en gestáltica significa darse cuenta del mundo exterior, del mundo
interior y de la fantasía. Toda fantasía tiene una realidad encubierta y toda idea del
futuro puede ser también ficción irreal.
% ! '/
La TG tiene como finalidad el reconocimiento de la realidad interna y externa. Desde
este punto de vista es de poca importancia el reconocimiento de las experiencias
infantiles en cada ser humano. El punto central de su acción está en la experiencia
de los nuevos modelos de reacción, que ejercitan el "aquí y ahora". Para poder
conseguir la propia responsabilidad del paciente, se trabajará su tendencia a usar el
"pero" a través del uso del: "yo", "yo no puedo", "yo no quiero". Es muy conocida la
técnica de la "silla vacía": el paciente se sienta en una silla, y tiene otra vacía
enfrente, sobre ella proyecta imaginariamente a una persona significativa, con la
cual hablará sobre sensaciones, personas, objetos o situaciones. Dentro de las
variaciones de este método puede el paciente presentar diferentes planos de sus
conflictos, aprendiendo a vaciar elásticamente sus roles personales, y dándose
cuenta cómo su propia persona tiene necesidades y obligaciones.
Es importante señalar que en gestáltica se tienen señales no verbales y
paralinguísticas, tales como: movimientos corporales, expresiones faciales, tono de
la voz, velocidad de la expresión verbal, y maneras de comunicarse con los demás.
En el grupo, el modelo de interacción se centraliza alrededor del director del grupo,
como si todos formaran una estrella y como si el grupo fuera el mediador del proceso
terapéutico. Son muy conocidos los talleres gestálticos, en los cuales no existen
fronteras rígidas entre "terapia" y "vivencias". Se trata fundamentalmente de que los
terapeutas y los participantes del grupo realizan un encuentro humano: "todos
juntos y bajo el mismo techo", y durante un tiempo limitado. En la TGG el terapeuta
conoce los problemas específicos de cada participante y trata de conseguir para cada
uno, un modelo positivo de creatividad y espontaneidad.
Ocho son los elementos que intervienen en toda metodología gestáltica, a saber:
desensibilización, introyección, confluencia, proyección, retroflexión, deflexión,
fijación y retención. Describiremos brevemente algunos de ellos:
% .
- ! . Es un proceso mediante el cual la persona bloquea su
sensibilidad a las sensaciones tanto del medio externo como del interior, esto
estimula el proceso de intelectualización, por lo cual la persona intenta explicar
racionalmente su ausencia de contacto sensorial. La metodología terapéutica grupal
consiste en facilitar al paciente el contacto con sus zonas de relación mediante el
método de completar la frase: "aquí y ahora me doy cuenta de...". El paciente debe
concentrar su atención en sus zonas de relación, desbloqueando su auto
interrupción.
%
*
! # Es el uso por la persona de conductas distónicas con su yo. La
persona está llena de "debes", a los cuales obedece por diversos motivos, pero con
los que no está de acuerdo. Como está su espacio personal lleno de órdenes
histórico vivenciales, le será muy difícil crear nuevas gestalts en su vida. La
metodología consiste en crear polaridades, trabajo con sillas, diálogos externos,
mitos y refranes, proverbios y cuentos. De esta manera, metodológicamente se
canaliza un proceso creativo que lleva al paciente a proponerse nuevos modelos de
vida más acordes con su realidad.
%
/
# Es la pérdida de los propios límites de "yo" con el fin de encontrar la
aceptación y reconocimiento del "otro". La metodología consiste en invitar al
paciente a expresar diferenciaciones, favoreciendo la separación del "si".
% " *
! # Es atribuir a otros las situaciones propias. Esto permite no asumir
responsabilidades sobre los actos propios, las palabras, los pensamientos y las
emociones. La metodología consiste en trabajar con sillas facilitando la re
identificación.
% '
/
! # Consiste en hacerse a sí mismo bajo la forma de agresividad, lo que
la persona quisiera hacerle a otros. De esta manera el paciente descarga su energía
sobre su "sí mismo" provocándose somatizaciones. La metodología consiste en
descargar la energía sobre objetos neutros, después de haber localizado los
introyectos.
%. /
! # Consiste en evitar el contacto una vez iniciada la acción que va a llevar a
cerrar la gestalt. La metodología consiste en: enfrentar, confrontar, manejar
fantasías, hacer diálogos externos, cambio de roles, y aclaraciones sobre fondo y
figura.
% , = ! # Es toda experiencia que se queda trunca y sólo produce molestias. La
persona puede encontrar uno de dos obstáculos en su vida: (a) la obsesión ó
compulsión que convierte a la solución del problema antiguo en necesidad rígida,
convirtiendo en rigidez a la figura fondo y (b) La mentalidad lábil que no permite la
experiencia de cierre de la gestalt. La metodología consiste en buscar figuras
alternativas y anclajes en fantasías.
% '
! # Es la interrupción de la continuidad de los acontecimientos, no llegando
a constituir unidades en nuestra vida. La metodología consiste en trabajar
polaridades, exageración y autoestima, aprendiendo lo que es sostener y retener.
" "
La primera parte de la práctica consiste en: observación, retroflexión, proyección,
interiorización y reanudación del proceso. Describiremos brevemente cada uno de
ellos.
%@
! # El grupo de gestáltica interviene siempre como espectador, se pide al
grupo que diga de la persona que interviene lo siguiente: ¿cómo anda?, ¿qué hace
con las manos?, ¿qué hace con los brazos?, ¿qué hace con los pies?, ¿cómo habla?,
¿cuál es el tono y el ritmo de la voz?, ¿sus palabras están o no de acuerdo con lo que
expresa?, ¿qué siente?, y ¿qué proyección puede desenmascarar el grupo?. En la
observación, el bloqueo del contacto visual se resuelve restaurando la voluntad de
ver y volviendo a sentir los efectos de mirar. El paciente debe aprender a mirar a su
terapeuta y a los demás integrantes.
% '
/
! # Será captada por el grupo en ciertos gestos y actitudes, por ejemplo
"encogerse"; encerrándose cuidadosamente detrás de los brazos y las piernas
cruzadas para que ninguna energía pueda franquear la barrera hacia el exterior. La
retroflexión se supera mediante la toma de conciencia de sus componentes, el
levantamiento del bloqueo y el despliegue hacia el exterior de la energía prisionera.
El retroflector dibuja siempre una línea demarcatoria entre él y su medio ambiente,
produce los cambios en el ambiente que satisfagan sus necesidades. Es una
permanente retirada patológica contactando errado con el mundo.
% " *
! # Se practica frente a la silla vacía, sobre la cual se proyectan los
elementos con los que se lucha. La práctica frente a la proyección, como toda
transferencia, se realiza con los circuitos de conducta. Cuando un paciente se queja
de que su padre no quiere hablarle (Polster, 1974), el terapeuta grupal no tiene que
tomar al pie de la letra sus impresiones. Puede indicar al hijo ofendido que de vuelta
a la frase y diga más bien que él no quiere hablar a su padre. Esto le permite al
paciente darse cuenta su juego en el distanciamiento.
%
- ! . Es un conflicto reprimido, que antes de haber sido llevado hasta su
conclusión, desemboca a menudo en la interiorización del "adversario", el cual
generalmente es el autor de la prohibición, al no poder vencerlo, el paciente se ha
asimilado a él, y juega al incapaz (soy torpe, lo intentaré mañana, etc.). Una
persona puede estar exageradamente consciente de sí misma sólo para no hacer
(Polster, 1975), por descuido, algo de lo que no "quisiera" tener conciencia. No
quiere hacer nada de lo que no desea darse cuenta y no desea darse cuenta de que
no está haciendo nada.
% '
!
# En el momento de esta práctica hay que abrir de nuevo
la herida, reanudar el conflicto e ir hasta el final, todo debe escenificarse hasta la
reintegración, vista con los propios ojos.
A continuación daremos una breve descripción de 15 técnicas usadas en gestalt
(Polster, 1975; Kertesz, 1977 y Kerman, 1990):
R & D
. Alguien se ofrece como voluntario para trabajar con el
facilitador, esta persona es figura contra el fondo del grupo. Se trata de una
experiencia en comunidad.
R& D
/
: Estando seguro el facilitador de las características de relación de
los integrantes del grupo, expone los dos lados de todas las historias, atacando
resistencias.
R
/
: Se resuelve volviendo a actuar la situación, haciendo presente la
falta de satisfacciones positivas, y la de recursos propios que llevan a la
manipulación del ambiente.
R@
!
: Se observan las partes cerradas y abiertas
del cuerpo: inferior (apoyo), superior (contacto).
R
!
= : Se dan estímulos verbales, físicos y gestuales,
estableciendo y reestableciendo el contacto.
* W
: Se observan las tres partes: zona interna (yo niño), zona
intermedia (padre adulto niño), y zona externa (modales).
R
! : Se trabaja la desesperación, los duelos, la autocompasión, el
autodesprecio, los temores y las dudas.
R
! : Se liberan las energías no usadas, encapsuladas o polarizadas,
consecuencia de las proyecciones.
R
la identificación.
: Se trabaja el contenido y el proceso de la conducta, es similar a
R .+
: Los diálogos pueden ser internos, imaginarios y externos. Es importante
encontrar quién determina lo bueno y malo.
R $
/
: La transferencia y la proyección son similares. El trabajo se hace
con los circuitos de conducta.
R
ejercicios anteriores.
: Se practica el contactarse y decir adiós, o resolverlos con los
R =
! : Pueden ser: (a) imaginación de estímulos, problemas,
u objetos, y (b) expresión no verbal e imitación.
R$
=
: Los sueños se practican relatándolos en el presente, se usa la
primera persona incorporando verbos, evitando sustantivos y adjetivos. Se
establecen diálogos entre las partes del sueño, sobre todo entre las polarizaciones.
R.
: Es importante señalar aquí las partes de la despedida que ha señalado
el norteamericano colombiano Brendson a raíz del desastre de Armero. Algunos de
los 40 ejercicios son reconocimiento, valorización del tiempo y del ser, etc.
=
: Brindaremos un breve relato de un encuentro grupal realizado en el año
1990 en la Universidad Femenina. Las participantes son: Elsa, Cecilia, Adelaida,
Giuliana,
Carol
y
Jéssica:
%
: (molesta) Estoy furiosa, también temerosa, ayer manejaba mi auto, mejor
dicho el de mi abuela por la avenida Benavides, en la curva con Diagonal entré a ella
correctamente pero, a mi costado se desplazaba un auto muy grande donde iba una
persona sentada atrás leyendo, y el que manejaba era prácticamente un anciano. No
se pueden imaginar la sensación de impotencia que se siente cuando ves que el otro
auto se te aproxima y no puedes hacer nada sino gritar, y el otro no te escucha por
la ventana cerrada. Total chocamos, al bajar fui insultada, me dijeron que no sabía
manejar. Además el otro propietario me dio su tarjeta y se fue.
% ,
r: Vas a repetir el diálogo que hubo con el propietario con Cecilia, y
después ambas dirán lo que sienten.
%
: Mire señorita, usted es muy joven para manejar, debería haber tenido mas
cuidado, yo sé que los trámites que vienen son muy complicados y usted es muy
joven para hacerlos, para poder ayudarla arreglaremos entre nosotros este
problema, aquí está mi tarjeta, búsqueme mañana en mi oficina y arreglaremos,
hasta luego.
%
: En ese momento quise decir: "que tal raza", me chocan, me insultan y me
dicen que no sirvo, no puedo aguantar la injusticia.
%
: Yo siento que aprovechó el momento y saco ventaja.
%,
9 Pueden hacerlo. Traigan dos sillas y hagamos el diálogo hasta agotarlo.
(Se realiza). Ahora continuemos con Elsa.
%
: El siguiente diálogo fue con la secretaria del propietario, fui a su oficina, me
hizo esperar dos horas y no me atendió.
%,
r: (Llamando a Giuliana) Hagamos ahora esa respuesta:
%
: Tenga la bondad de esperar, el Dr J. está muy ocupado, pero ha dicho
que de todas maneras la va a atender....El Dr. J. le pide disculpas pero no la puede
atender, regrese mañana.
% ,
r: Adelaida, Carol y Jessica son tus amigas y las personas que han visto
tus expresiones, gestos y actitudes, todo ello lo discutiremos en este momento (Se
realiza).
%
: Tengo mucho temor al regreso de mi abuela, ella es la dueña del auto,
siempre me ha dicho que cuide sus cosas, me parece que no cree en mí, que me irá
a decir esta vez.
%,
: Trae una silla y dialoga con ella (Se realiza).
Ahora trae cinco sillas: en la primera está el propietario, en la segunda su secretaria,
en la tercera el chofer, en la cuarta tu padre y en la quinta tu abuela. Dialoga uno
por uno con ellos:
%
: Ud no manejó bien, no ha podido darse cuenta que yo estaba a su costado, y
ahora quiere aprovecharse del momento, estoy en mi derecho de reclamar y de
exigir que se me repare el auto, exijo que se me atienda cuando voy a la oficina, y
que no se me haga esperar (llora)...Ud no sabe manejar,...es muy joven para
hacerlo.. debería practicar más. Te pareces a mi hija que tan joven como tú ya
quiere sacar brevete, me da risa....
% ,
r: En esa silla que tienes enfrente estás tú, háblale a tu persona... Tengo
rabia de lo que sucedió, tengo rabia de lo que me dijeron.... por más rabia que
sienta sé quien soy y que no cambiará a mi persona resintiéndola.... Sé que lo
sucedido me hace conectar con los momentos en que yo he escuchado dudas acerca
de mis capacidades, de mis posibilidades, pero por más que las escuche, se
valorarlas, y si me las dicen sobredimensionadas tengo capacidad para hacerlas cada
vez más pequeñas hasta que sean insignificantes... no tengo dudas de mí, sé como
hablarle a los míos, conozco mis emociones, las respeto y las quiero... Tú y yo
podemos llegar muy lejos juntos... Te invito a seguir el camino...
A pesar de que la PGG tiene algunas bases orgánico biológicas, sus métodos están
orientados psicológicamente. Igualmente la parte filosófica de su contenido estaría
en relación con la "sabiduría del cuerpo", la "unidad de las vivencias" y la "oración
gestáltica". La TG no tiene metas terapéuticas muy precisas, no usa exámenes
mentales muy estrictos, y no sigue un procedimiento sistemático. Está garantizado
su éxito en las personas intelectualizadas, o en pacientes psicosomáticos
principalmente.
Los cambios terapéuticos se consiguen directamente a través de la experimentación
de las sensaciones y de la posición optimista que puede llegar a alcanzar el paciente,
librándose de su atadura al pasado. Al mismo tiempo se brinda al paciente la
posibilidad de escoger bajo su propia decisión la nueva personalidad que se quiere
adquirir. Comparado con el psicoanálisis, lo valioso de esta técnica es el énfasis que
brinda a lo emocional y a lo no verbal. Si tuviera metas terapéuticas más precisas,
sería mucho más efectiva. En los últimos años, se ha presentado asociada a la
terapia conductual, el análisis transaccional, y a otros grupos de encuentro; se está
viviendo una etapa de transición, que esperamos sea para mejor.
En el Perú existe la
! "
+
, la cual está integrada por
psiquiatras y psicólogos. Las primeras enseñanzas fueron impartidas hace ya veinte
años por los esposos Huneus de Chile, quienes dejaron las bases para la formación
del primer grupo de trabajo. Aquí se realizan talleres de formación profesional en
forma continua.
D
+
: C
El grupo de terapia de adolescentes gestantes recibe aceptación o rechazo del
medio. En cualquiera de los dos casos se trata de un grupo patológico porque sus
integrantes están atravesando una situación de intenso conflicto humano que altera
su calidad de vida y su potencial futuro. La terapia grupal debe reemplazar el
rechazo de sus grupos significativos de soporte social y de las instituciones a las
cuales ha pertenecido hasta ese día.
El grupo anterior al cual perteneció la adolescente no siempre acepta su cambio de
condición humana, generando conflictos. Esta actitud obliga a la adolescente a
aislarse del grupo de pares. El grupo de madres adolescentes es siempre
dependiente y el embarazo profundiza aún mas la dependencia con los padres,
familia (Salaverry, 1994) y sociedad. El control de la natalidad es menos efectivo en
el grupo de madres adolescentes por lo que la repetición del embarazo es fácil y
frecuente. Un grupo de ellas se embarazaron por descuido (75% según Salaverry,
1994) y ninguna deseó quedar embarazada aunque hizo poco por evitarlo. Los
padres de los grupos de adolescentes generalmente están separados o son
convivientes siendo entonces sus hogares inestables. En los estudios de Salaverry
(1994) y González (1994), sólo el 20% pertenecieron a grupos religiosos y el 93 % a
ninguna clase de grupo. El padre es conocido en la calle, fiestas y colegio, no
habiendo agrupaciones juveniles previas.
La terapia grupal en estos grupos debe tener un programa que incluya el soporte
físico y emocional antes, durante y después del parto, dando énfasis a la depresión
%
(Black, 1985). Debe incluir la visita al hogar de los integrantes del
grupo (Konopka, 1966). Los miembros del grupo deben tener visitantes de grupos de
adolescentes no embarazadas (Smith, 1982). La dinámica en los grupos con
integrantes que poseen estudios secundarios o superiores puede consistir en una
exposición previa y la discusión posterior (Braen, 1982).
Las adolescentes embarazadas y sus padres no constituyen grupos homogéneos,
necesitando ambos psicoterapia individual complementaria a la grupal.
Generalmente el tutor escolar es el primero en enterarse del embarazo, el tutor es el
intermediario entre la adolescente y el grupo terapéutico. Tutores y facilitadores
mujeres son mejor entendidos que los masculinos. La facilitadora mujer puede ser
vista representante del modelo positivo y además en el grupo las mujeres aperturan
su problemática sexual y humana más fácilmente frente a una mujer.
La terapia grupal se irá ampliando en el futuro a diferentes campos de la conducta
humana en forma insospechada y sobre todo en aquellas actividades que
actualmente merecen sólo nuestra curiosidad. Por ejemplo, en el encuentro grupal
religioso, se ha iniciado el encuentro con participantes de dos ó más religiones (Cax,
1989) o entre matrimonios constituido por cónyuges de diferentes religiones, con
miras a obtener el mejor desarrollo personal e influir sobre la conducta de sus hijos.
Otra perspectiva actual de la terapia grupal es el trabajo con los llamados grupos
"marginales"; es cierto que los aspectos conflictivos de determinados grupos
caracterizados por exhibir comportamientos que se desajustan de las normas
sociales pueden ocasionar rechazo y marginamiento de la sociedad, obligando el
apoyo psicológico mediante la terapia grupal. En este aspecto se abren grandes
perspectivas.
En estos grupos existirían al interior núcleos patológicos y el ajuste a la norma moral
social les es sumamente difícil por la existencia de su propia subcultura. De ahí la
doble importancia de estudiar la patología por la pertenencia al grupo y la terapia por
la acción sobre el grupo de apoyo.
En cada subcultura se dan mitos específicos, por ejemplo la mujer terrorista,
aceptada en su grupo, lo cual refuerza su conducta antosocial; lo mismo sucede con
el delincuente. Podemos enumerar algunos de estos grupos: homosexuales,
adolescentes gestantes, prostitutas, enfermos de SIDA, cancerosos, niños de la calle,
delincuentes grupales, farmacodependientes, políticos y religiosos extremistas.
Si examinamos las perspectivas de la terapia grupal en homosexuales hombres y
mujeres podemos incluir lo siguiente: si aceptamos la definición de subcultura de
Bronski (1948): "Cualquier grupo que se excluye de la cultura dominante sea por
autodefinición u ostracismo", los homosexuales constituirían una de ellas. Los
homosexuales rechazan en su grupo a los afeminados por lo que su participación
grupal es hasta hoy mínima. El grupo homosexual que brinda aceptación y apoyo
colectivo a las tendencias de sus integrantes, desarrolla además un fuerte lazo
emocional que puede ser usado terapéuticamente. El tema central en las reuniones
terapéuticas no necesariamente es sobre el sexo, ofreciéndose gran variabilidad. El
denominador común es la amistad, pero no existen dos grupos iguales en su
temática. El soporte común se dirige a ofrecer comprensión y protección,
compartiendo información y socialización.
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Las terapias de familia constituyen actualmente uno de los enfoques más favorecidos
por muchos psicólogos, psiquiatras y trabajadores sociales. No importa si su uso se
inserta en un modelo psicodinámico, sistémico, conductual, feminista o cognoscitivo,
cada vez hay más interés y curiosidad en entrelazar los aportes de dichas escuelas
con un tipo de intervención que trascienda la postura clásica individual. Es por esta
misma razón que los libros, artículos, seminarios e institutos orientados a la
intervención familiar se hacen más conspicuos.
De entrada debe quedar completamente claro que no existe un monolito que
podamos llamar "terapia de familia". Con lo que sí nos encontramos es con una
diversidad multifacética y heterogénea de terapias de familia. Cada una con sus
pioneros y sus premisas particulares, las cuales en muchas ocasiones parecen
provocar en el lector una aparente confusión de variadas interpretaciones.
Como un claro ejemplo de esto, podríamos mencionar el interesante estudio de
Chasin, Gruenbaum y Herzig (1990). En el mismo, más de una docena de terapeutas
de familia, cada uno representando escuelas divergentes (psicodinámicas,
sistémicas, feministas, contextuales, conductuales, etc.), discuten a cabalidad el
caso de una pareja que busca ayuda para sus problemas maritales. Lo importante de
este estudio consiste en demostrar que cada terapeuta interpretaba el caso de esta
pareja de acuerdo con su formación teórica, llegando entonces a recomendar y
prescribir intervenciones y movidas contradictorias con la de los otros colegas. El
libro de Chasin, Grunebaum y Herzig (1990) demuestra fuera de toda duda que el
movimiento de terapias de familia es pluralista tanto en su parte teórica como en su
vertiente pragmática.
En este capítulo el autor se ha encomendado como una de sus metas el abundar en
dos tendencias teóricas particulares: (a) las escuelas estructurales y estratégicas
sistémicas; (b) las terapias de familia conductuales cognoscitivas. Esta selección no
es arbitraria. Deben su presencia a que al día de hoy éstas son las que cuentan con
más apoyo empírico y las que más han sido evaluadas de manera crítica. Adicional a
esto, ambas vertientes indudablemente han creado un impacto considerable en el
campo de las terapias de familia.
*
+ *
Muchos historiadores del tema ubican a los precursores de las terapias de familia en
los comienzos de la organización del trabajo social. En varios países ya para finales
del siglo XIX se defendía la idea de que no era suficiente trabajar con las personas
problemáticas, removidas de su contexto familiar. Al contrario, el énfasis iba dirigido
a la familia en su totalidad. Tal y como lo expresó Dubois en 1907: "No debemos de
limitar nuestros esfuerzos terapéuticos al paciente solamente, sino además extender
nuestro servicio a esas personas que viven con él también. Muchas veces esta es la
mejor manera de lograr resultados completos y duraderos" (citado en Broderick y
Schrader, 1991, p. 4).
No obstante, el movimiento de trabajo social y su énfasis en contextualizar las
intervenciones en un nivel más macro, no tuvo mucha resonancia dentro del trabajo
clínico con familias. Esto se ha atrubuido a varias influencias ideológicas que
permeaban a principio de siglo y que eventualmente continuaron ejerciendo gran
influencia por las próximas cinco o seis décadas. Una de las más importantes fue
constituida por la fuerte renuencia de los psicoanalistas a trabajar con familias. Freud
se mantuvo aferrado a la idea de que era contraproductivo trabajar clínicamente con
los familiares de los pacientes (Freud, 1912, 1915). Por tal razón, Freud nunca hizo
trabajo clínico de familia y evitaba entrar en terapia de parejas.
Tal y como ha sucedido con muchas otras posturas freudianas, las preferencias de
Freud rápidamente se convirtieron en cánones inflexibles, lo que trajo como
consecuencia que el trabajo clínico con familias se comenzara a ver como inefectivo
en el mejor de los casos y como peligroso en el peor de ellos. Por ejemplo, Glover
(1955) realizó una encuesta en el 1938 entre psicoanalistas británicos sobre el uso
de analizar miembros de la familia del paciente. Los resultados indicaron que, casi
sin excepción, los psicoanalistas veían como muy inadecuada la intervención con
familias.
Para la década de los 1940 algunos psicoanalistas comenzaron a considerar
seriamente la idea de incluir en el tratamiento al esposo (o esposa) del paciente,
pero de manera separada. Aunque esto era un avance, el mismo sólo era un paso
tímido en contra de toda una tradición dogmática que aseguraba de antemano lo
"peligroso" de dicho procedimiento.
Es en la década de los 1950 cuando definitivamente comienza a tomar forma un
movimiento organizado que ya tenía como agenda prioritaria un enfoque de familia.
Entre los pioneros tenemos que mencionar a Bell (1967), Ackerman (1950), Midelfort
(1957), Bowen (1976), Wynne (1961) y Whitaker (1958). Una mención muy especial
tiene que ser dirigida para lo que llegó a conocerse como el
"
(California) en donde tuvieron la oportunidad de compartir juntos varias de las
figuras más impactantes del campo, tales como Gregory Bateson, Jay Haley, John
Weakland, Don. D. Jackson y Virginia Satir.
Producto de este grupo se llegaron a entretejer varias posturas y acercamientos de
vanguardia, tal como lo sería la teoría de Bateson del "doble nudo" (
%
).
Esta teoría proponía que el origen y mantenimiento de la esquizofrenia se debía a
que los encargados del paciente esquizofrénico se comunicaban con él/ella de
maneras contradictorias, ofreciendo casi simultáneamente mensajes verbales que
cancelaban el anterior, produciéndose unos patrones confusos de comunicación en
dichas familias (Bateson, Jackson, Haley y Weakland, 1956).
Factores como estos dieron margen para que en la década de los 1960 se
estableciera la primera revista de terapia de familia titulada ,
* "
y varios
libros de texto que llevaban un mensaje claro y contundente: la familia es
importante y vital en el entendimiento y manejo de situaciones clínicas.
+
Tal y como lo indicamos al comienzo, nuestro énfasis va a ir dirigido a cubrir dos
enfoques de familia en particular. En esta sección expondremos su desarrollo y tesis
medulares. Comenzaremos con las terapias de familia sistémicas de tipo estructural
y estratégica.
-)
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!
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Aunque estas dos vertientes no son idénticas, sí guardan fuertes similitudes entre sí
para que puedan ser discutidas como modalidades de tipo sistémico. La similitud
esencial es que ambas parten de un paradigma sistémico. Un sistema es una serie
de unidades, organizadas e interdependientes, que se relacionan unas con otras.
Todo sistema está compuesto de subunidades o subsistemas, los cuales en su
totalidad y conjunto le dan configuración a la totalidad del sistema. Estas
subunidades suelen estar en relaciones continuas unas con otras y se organizan
alrededor de funciones cruciales que harán que el sistema en su totalidad continúe.
En terapia de familia sistémica, como veremos a continuación, se propone que la
familia es un sistema y que éste a su vez es constituido por varios subsistemas
(parental, de hijos, de hermanos, de esposos). Comenzaremos con la terapia de
familia estructural.
%
!
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!
El exponente principal de la corriente estructural lo es Minuchin (1974, 1993),
aunque también Aponte (1974) y Montalvo (1973) son prominentes. Dentro de esta
orientación, uno de los presupuestos básicos es que un sinnúmero de psicopatologías
y problemas familiares se deben a la manifestación disfuncional y desadaptativa del
sistema familiar. En vez de enfocar el problema de un niño en el nivel individual y
con énfasis en procesos internos del niño, el clínico sistémico arranca de la premisa
de que el problema de ese niño no es otra cosa sino la manifestación de un sistema
familiar desadaptado. ¿Y qué es un sistema familiar disfuncional? Básicamente a éste
lo caracteriza su inhabilidad de poder negociar los cambios de ciclo de vida familiar y
otros estresores internos. Por esto nos referimos a los cambios que son necesarios,
por ejemplo, cuando un niño entra a la adolescencia, o cuando una esposa tiene su
primer bebé.
Por lo tanto, si un niño presenta una conducta problemática, la intervención del
terapeuta sistémico no debe ir dirigida al niño, sino a todo el sistema familiar. El niño
en este caso es visto como el portavoz o el chivo expiatorio de la crisis de su hogar.
Para que quede más claro, tomemos el ejemplo de una adolescente de 14 años que
comienza a evidenciar unas convulsiones psicogénicas. Dentro del paradigma
sistémico dichas convulsiones tienen la función de mantener a esa familia unida, ya
que sin ellas habría una crisis familiar. En este caso, supongamos que los padres de
dicha joven han empezado a manifestar intenciones de renegociar su matrimonio o
incluso separarse. Las convulsiones no tienen otra función que restablecer que la
madre y el padre se unan en una causa común (su hija) y que posterguen
indefinidamente los planes de separación. Así, la comunicación y acciones de esta
familia comienzan a girar alrededor de la "enfermedad" de la hija desligándose así de
la crisis marital. Los clínicos sistémicos usan el término de homeostasis para
significar que toda familia necesita lograr un balance de funcionamiento. En el caso
hipotético de esta joven, sus ataques y convulsiones logran restablecer una
homeostasis en su familia. Claro está, el costo es muy alto ya que dicha homeostasis
se logra a través de un miembro de la familia que comienza a enfermarse.
Minuchin (1974) mantiene que niños y jóvenes con trastornos conductuales y
psicosomáticos usualmente toman el papel de chivo expiatorio, cuando en realidad lo
que sucede es que las familias de éstos son altamente disfuncionales en términos de
renegociar diversos cambios en el ciclo de vida familiar. Así analizan Minuchin,
Rosman y Baker (1978) el trastorno de anorexia nerviosa y Minuchin, Baker,
Rosman, Liebman, Milman y Todd (1975), jóvenes con ataques de asma.
Para el clínico familiar estructural, es vital lograr entender cuatro categorías de
funcionamiento familiar, ya que las mismas brindan la clave para conceptualizar el
comienzo de una disfunción familiar. El primero de ellos es denominado como
problemas de estructura jerárquica. Por jerarquías de poder nos referimos a cómo se
negocian las decisiones dentro de una familia y quien o quienes tienen poder
decisional sobre las mismas. En las familias saludables el poder jerárquico es
representado por el subsistema de los padres quienes son los encargados de velar
por sus hijos. En una familia disfuncional, es posible que una hija adolescente tome
las decisiones principales en su hogar junto a su madre, dejando desligado al padre.
Dentro del paradigma estructural, esta distribución de poder no es correcta y traerá
repercusiones sistémicas nefastas. Según los clínicos sistémicos, estos desbalances
de poder son muy frecuentes en familias en donde hay un niño o adolescente con
alguna dificultad física o mental, ya que los padres muchas veces le han permitido un
margen de poder decisional y de otra índole a éstos.
La segunda causa frecuente de disfunción se debe a peculiaridades en las fronteras
entre los subsistemas. Por fronteras nos referimos a que la familia es vista como una
microunidad social. Las divisiones o fronteras entre los individuos que componen
dicha unidad social son importantes en el funcionamiento de dicha familia. Las
fronteras son las que imponen las reglas tácitas del grado de permeabilidad entre los
diferentes subsistemas que componen una familia. Tengamos en cuenta que según
Minuchin
., el subsistema de los padres y el subsistema de los hijos debe quedar
nítidamente delimitado. Estas fronteras entre los subsistemas son las que al fin de
cuentas definen quienes participan del poder jerárquico y de qué manera. La función
de la frontera es asegurar la diferenciación y el buen funcionamiento familiar.
Cuando existen fronteras claras y bien definidas, se propone que el funcionamiento
familiar propiciará una autonomía saludable entre sus miembros y el propio
crecimiento del sistema. Cuando las fronteras son muy difusas, poco claras y muy
permeables, suele ocurrir que padres e hijos transgreden los respectivos subsistemas
y se propicie un ambiente de sobreprotección y de falta de separación psicológica y
emocional entre sus miembros. Por otro lado, cuando las fronteras se mantienen
muy rígidas y cerradas, la familia suele padecer de dejadez y de poca comunicación
entre sus propios miembros.
Como bien lo comenta Umbarger (1983): "Mientras que en una familia con fronteras
difusas un evento simple, como lo sería el estornudo de un niño, es suficiente para
producir una movilización inmediata de parte de los padres para buscar ayuda
médica, en la familia con fronteras rígidas se pueden tolerar cantidades marcadas de
patología en algunos de sus miembros sin que los padres se preocupen por ello". En
la Figura 1 el lector puede apreciar de forma gráfica diversos tipos de fronteras.
Un tercer factor importante en el entendimiento sistémico de familias es lo que se
conoce como las alianzas o coaliciones. Sobresalen dos tipos de alianzas
disfuncionales: a) la de desvío del conflicto a través de un chivo expiatorio; b) las
coaliciones transgeneracionales. En la primera se observa a la madre y al padre
uniéndose en común contra algunos de sus hijos. Esta estrategia suele desviar el
conflicto de la pareja, pero genera mucho estrés en los hijos. En la segunda
típicamente se forma una coalición entre uno de los padres y un hijo, formando un
frente antagónico contra el otro padre. Esto trae como consecuencia el alejamiento
de dicho padre y la unión transgeneracional de uno de los padres con uno de los
hijos. Desde el punto de vista sistémico este tipo de acomodo suele ser patológico.
El cuarto factor importante en la identificación de un sistema familiar patológico son
los triángulos. En este tipo de arreglo familiar, muchas veces dos miembros de la
familia se unen contra un tercero. Minuchin (1974) y Umbarger (1983) han
identificado varios tipos de triangulaciones. Las más comunes son: (a) la de una
madre que crea una alianza o coalición con su hija, aislando al padre del sistema; (b)
la de un padre y madre que para evitar enfrentarse a sus conflictos enajenan a uno
de sus hijos y lo convierten en el chivo expiatorio o el "enfermo" de la familia (véase
figura 2 para varios tipos de triangulaciones).
Como el lector habrá notado, estas cuatro categorías mayores de patología familiar
tienden a traslaparse entre sí, pero las mismas suelen ser útiles al momento de
realizar una formulación sistémica de una familia.
Otro constructo importante en las terapias sistémicas es el de causalidad recíproca.
En este caso, los problemas de los miembros de la familia no son interpretados en
términos de causalidad lineal o intrapsíquica, sino como procesos interdependientes
que logran el balance homeostático, el cual explicamos con anterioridad.
Asimismo, en las terapias sistémicas se utiliza el término resistencia para connotar
una tesis medular: toda familia se resistirá al cambio de las estructuras o procesos
sistémicos. Se entiende que esto es así ya que dichas familias se han mantenido
funcionando a través de una homeostasis particular y cualquier desbalance en la
misma crearía una crisis sistémica. Por tal razón, el terapeuta sistémico ya de
antemano previene resistencias al realinear los subsistemas o a cualquier tipo de
intervención que socave el funcionamiento desadaptativo anterior. En la sección de
técnicas elaboraremos cómo el terapeuta se las ingenia para lograr vencer las
mismas.
Figura 1 . Tres tipos de fronteras entre padres e hijos.
Triangulación en donde unos padres en conflicto le piden una alianza a su hijo.
Un triángulo en donde existe una coalición de la madre e hijo, en contra del padre.
Madre y padre crean una alianza y se usen contra un hijo "enfermo" (chivo
expiatorio) de la familia.
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Esta modalidad se identifica mayormente con autores como Jay Haley (1976) y Cloe
Madanes (1981). La premisa básica en la cual se engrana esta terapia familiar de
corte sistémico consiste en conceptualizar un síntoma como un acto de comunicación
familiar o como una secuencia de conductas que conllevan mantener la homeostasis
del sistema. Lo que todo terapeuta estratégico desea hacer es interrumpir y
desbalancear la homeostasis patológica anterior, lo que le permitiría a la familia
desarrollar y practicar nuevos estilos de comunicación. En esta modalidad sistémica
no se intenta que los miembros desarrollen intromisión de los patrones
desadaptativos anteriores; todo lo que se pretende es usar el síntoma del paciente
para crear un nuevo sistema o una nueva estructura. Sin embargo, y contrario a la
escuela estructuralista, no se le da énfasis ni estudio a la estructura familiar; las
familias son libres de reorganizarse como lo deseen. Asimismo, el terapeuta asume
un papel sumamente activo, iniciando o dirigiendo intervenciones estratégicas para
cada problema. Para lograr esto, el terapeuta establece metas claras, en donde
siempre queda explícita la necesidad de resolver el problema o síntoma actual. Este
es, por lo tanto, altamente pragmático, el cual le ofrece énfasis a los detalles de los
síntomas y mucho menos al crecimiento o reestructuración sistemática de la familia.
Una de las características de los clínicos estratégicos lo constituye su énfasis en
combatir la resistencia proveniente de la homeostasis familiar patológica. Para lograr
contrarrestar la resistencia, el terapeuta prescribirá síntomas o utilizará técnicas
paradójicas, en donde el terapeuta se coloca en la posición de no perder, no importa
lo que suceda. Abundaremos sobre esto en la sección de técnicas.
Al igual que otras escuelas sistémicas, los terapeutas de familia estratégicos ven la
familia como un sistema interpersonal análogo a otros sistemas cibernéticos. La
familia funcionaría a través de procesos circulares, en donde entrarían en función
mecanismos complejos que por su propia naturaleza se influyen de manera
interdependiente, los cuales se repiten en secuencias regulares entre tres o más
personas. Por ejemplo, en uno de sus libros Haley expone la siguiente interacción
circular: a) el padre se torna triste y se retira, b) el niño se comporta mal, c) la
madre no puede manejar al niño, d) el padre interviene con el niño y la madre, e)
esto trae que el niño se comporte bien, f) la madre se torna más efectiva, espera
más del padre, g) el padre se torna triste y se retira.
Como el lector habrá notado, este ciclo se repite continuamente entre tres o más
personas. Según Haley, el terapeuta estratégico no descubre "causas" lineales que
expliquen los síntomas que una familia trae al consultorio. En lugar de esto, se aboca
a ver las familias como implicadas en un juego, el cual tiene la función de mantener
la homeostasis del sistema.
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Contrario a muchos movimientos y escuelas de familia, este modelo no ha tenido
líderes carismáticos. En vez de esto, el terapeuta de familia conductual cognoscitivo
se ha nutrido más que nada de varias teorías de aprendizaje y en el estudio
minucioso y sistemático de las interacciones y transacciones familiares, tanto de
familias "normales" como de esas disfuncionales.
Gerald Patterson y sus innumerables colegas (Patterson, 1974; Patterson y Brodsky,
1966) durante la década de los 1960 y 1970 iniciaron una variedad de trabajos
empíricos y de conceptualización teórica, los cuales dieron paso al estudio de los
procesos familiares. Dentro de esta vertiente se trabaja con la premisa de que las
conductas disfuncionales son en gran parte aprendidas y otra porción de ellas se
adjudican a disfunciones de corte biológico. Un ejemplo de estas últimas sería la
conducta antisocial de un adolescente, la cual podría explicarse por un sistema
nervioso central hipoactivo (Parker, 1993).
Durante las décadas de los 1960 y 1970 el énfasis iba dirigido a la búsqueda de
explicaciones de corte operante o respondiente (Patterson, 1974; Liberman, 1970;
Stuart, 1969). La tesis medular consistía en postular que las transacciones de los
diversos miembros de la familia estaban regidos por contingencias de refuerzos y
castigos, modelaje, condicionamiento clásico, etc. Se desprende que en una familia
desadaptativa las transacciones entre sus miembros se enmarcan dentro de patrones
interactivos en donde se refuerza la conducta desadaptativa, se castiga o se extingue
la conducta prosocial, hay un extenso modelaje de conductas inadecuadas, etc. De
hecho, los estudios empíricos de diferentes investigadores enmarcados dentro del
paradigma del aprendizaje social, comenzaron a encontrar que este era el caso en
familias desadaptativas (Patterson,, 1982).
En particular, el terreno investigativo era muy fértil en lo que se refiere al estudio y
modificación de niños que son llevados a la clínica por conductas inadecuadas.
Y a mediados de la década de los 1960 Wahler, Winkel, Peterson y Morrison (1965)
presagiaban correctamente lo que se convertiría en un enfoque muy productivo.
Citamos:
La mayoría de los psicoterapeutas asumen que los padres componen la influencia
principal dentro del medio ambiente natural del niño. Desde el punto de vista del
aprendizaje social es probable que la conducta de los primeros sirva la función de
ofrecer una variedad de estímulos, los cuales controlan las conductas respondientes
y operantes de sus hijos. Por lo tanto, si algunas de las conductas de ese niño son
desviadas desde una edad temprana, sus padres probablemente son la fuente de los
estímulos y reforzadores que han producido y mantenido dichas conductas. Un
procedimiento lógico para lograr la modificación de la conducta desviada de ese niño,
implicaría cambiar la conducta de sus padres. Dichos cambios deberían de ser
dirigidos a entrenarlos para que eliminen las contingencias que actualmente apoyan
la conducta desviada del niño y proveerle a éste nuevas contingencias con el
propósito de producir y mantener unas conductas más normales las cuales ahora
competirían con la conducta desviada (p. 114).
Precisamente, este enfoque se le conoce hoy en día como "entrenamiento a padres"
(
), el cual ha sido estudiado y aplicado de manera extensa y con un
éxito resonante (Dangel y Polster, 1984). En el mismo, se le enseña a los padres una
variedad de técnicas e intervenciones conductuales y se les ofrecen unos módulos
psicoeducativos para que logren entender, de acuerdo con los modelos de
aprendizaje social, sus errores en la crianza anterior de su niño.
Estos modelos al principio se presentaron de manera algo lineales y simplistas, pero
con el pasar del tiempo y a tono con la complejidad de las interacciones de las
familias desadaptadas, los mismos tomaron un giro más circular, recíproco e
interdependiente. Por ejemplo, en los nuevos modelos de Patterson (1982;
Patterson, Reid y Dishion, 1992), los cuales él ha tildado de procesos familiares
coercitivos, se postula que gran parte de las dificultades entre hijos y padres se debe
a un ciclo repetitivo de interacciones coercitivas y de conductas negativas que se
retroalimentan entre ambos. Así, si la niña desea salir con sus amigas tarde en la
noche y su madre le contesta negativamente, la niña comenzará a protestar y a
emitir una serie de conductas aversivas para la madre (gritar, empujar muebles,
etc.), las cuales son terminadas cuando la madre no resiste más y le indica a ésta
que salga y se vaya con sus amigas. De esta manera, hubo un refuerzo positivo para
la conducta coercitiva de la niña y hubo un refuerzo negativo para la conducta
permisiva de la madre, quien así terminó los gritos aversivos de su hija. Por lo tanto,
ambas comienzan a jugar papeles importantes en mantener este ciclo negativo de
transacciones interpersonales.
Por otro lado, durante la década de los 1970 comienza a aparecer una literatura muy
abundante sobre terapia conductual de parejas (Jacobson, 1977; Jacobson y
Margolin, 1979). Esta literatura ha seguido creciendo y ahora abarca los procesos
cognoscitivos también (Dattilio y Padesky, 1990). Aquí se parte de la premisa de que
las transacciones maritales o de pareja no están funcionando cabalmente debido a
que los miembros de la pareja poseen deficiencias en habilidades de comunicación
de sentimientos, presentan dificultades en destrezas de solución efectiva de
problemas, tienden a darle énfasis y atención a las conductas indeseables del otro y
concomitantemente extinguen o no refuerzan las conductas deseables del otro, etc.
Paralelo a esto, surge todo un movimiento robusto dentro de los enfoques
conductuales cognoscitivos a las dificultades sexuales de la pareja, llegándose a
llamar esto como
# En la misma el énfasis iba dirigido a enseñarle a los
miembros de la pareja cómo comunicar gustos, intereses y sentimientos; emplear
técnicas específicas que propiciaran una ejecución sexual más placentera; cambiar
cogniciones desadaptativas e irracionales que cohibieran a uno o ambos miembros
de la pareja (Heiman, LoPiccolo y LoPiccolo, 1981).
Entrada la década de 1990, las terapias de familia conductuales cognoscitivas se han
alejado considerablemente de los modelos de condicionamiento puro y se han
acercado a enfoques más circulares, sistémicos y de interacción recíproca. Asimismo,
las áreas de las cogniciones y del afecto están siendo integrados paulatinamente
(Epstein, Schlesinger y Dryden, 1988).
B *
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#
"
Debido a las similitudes existentes entre los enfoques estructurales
estratégicos, hemos decidido entrelazar las técnicas de ambas.
y
los
Tal y como lo explicamos en la sección anterior, dentro de las terapias sistémicas de
familia se hace hincapié en lograr cambios en la homeostasis familiar patológica. En
el modelo estructural se desea lograr cambios sustantivos en una estructura
jerárquica en donde existen triangulaciones o coaliciones entre hijos y padres que no
son apropiados. Para lograr esto, es importante que el terapeuta logre realizar
exitosamente los siguientes tres tópicos: (a) el terapeuta se une a la familia en una
posición de liderazgo; (b) el terapeuta va realizando un mapa de la estructura
subyacente de dicha familia (coaliciones, triangulaciones, distanciamientos, enredos,
fronteras), y (c) interviene activamente para transformar esta estructura. Esta tarea
se hace viable utilizando técnicas como las siguientes:
%
*
! # Debido a que cada familia llega al consultorio con unos patrones
rígidos y una homeostasis inflexible, el terapeuta debe de acomodarse como un
experto empático entre los demás miembros de la familia. Una vez que este
acomodo se realiza, es importante confrontar y retar los estilos y hábitos
anquilosados de la familia. Esta labor es sólo posible si el terapeuta le demuestra a la
familia que él puede desarmar sus defensas, pero de tal manera en que no se
sientan amenazados y en donde cada miembro se sienta que el terapeuta los acepta
y los entiende. Por lo tanto, el terapeuta no debe aliarse de manera permanente con
un solo miembro o con un solo subsistema, sino que sus confrontaciones o alianzas
temporales están condicionadas de manera estratégica para ir debilitando coaliciones
disfuncionales y fortalecer subsistemas deteriorados.
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/
# Las familias disfuncionales usualmente presentan
dinámicas en donde sus fronteras o son muy flexibles (o abiertas) o muy inflexibles
(o cerradas). El terapeuta debe entonces de intentar realinear dichas fronteras
incrementando o la proximidad o la distancia entre los subsistemas familiares.
Si la familia está muy enredada, el terapeuta usará intervenciones que irán creando
fronteras donde no las había para ir creando la independencia de sus miembros. Por
ejemplo, en una familia con una joven de 25 años en donde sus padres no le han
permitido una vida de mujer adulta, el terapeuta fomentará activamente el que a ella
no la interrumpan al hablar, propiciará el que ella vaya tomando sus decisiones sin
consultar continuamente sus acciones y tratará de unir más a su padre y su madre,
para que de esta forma el subsistema marital se fortalezca, teniendo como resultado
la formación de un subsistema de hijos con una frontera adecuada con sus padres.
% '
)
# Aquí el terapeuta redefine el síntoma del paciente
identificado (el chivo expiatorio) dándole a su vez un nuevo significado, el cual el
terapeuta usará para lidiar con algún problema estructural. Por ejemplo, si un
paciente de 30 años viene a terapia con sus padres quejándose continuamente de
depresión y de que no puede manejar su vida, se podría reinterpretar el síntoma
como que él en realidad no está deprimido. Se le explicaría a su familia que lo que
sucede es que la queja de la depresión le permite quedarse en la casa con sus
padres y así velar para que éstos no discutan o peleen. El propósito de esta técnica
no es sólo remover o desenfocar el síntoma de la depresión, sino más importante
aún, el abrir nuevos canales que permitirán una nueva estructura de subsistemas en
la familia. En el caso del joven deprimido, a éste se le libera de vigilar que sus
padres no peleen, tarea que obviamente no le corresponde, y rehacer su vida más
independiente. Al quitarle todo este peso de encima, la depresión probablemente
desaparecerá.
%
# Para lograr cambiar la jerarquía imperante de relaciones
familiares, el terapeuta sistemáticamente se afilia en ciertos momentos con algunos
miembros, puede que ignore a otros o inclusive entre en una coalición de unos
miembros contra otros. Estas estrategias tienen el propósito central de desbalancear
y deshacer una estructura familiar sintomática, e ir creando nuevas relaciones de
poder entre sus miembros.
Debido al espacio reducido con que contamos, no nos es posible detallar todas las
técnicas que el terapeuta de familia estructural emplea. En la Tabla 1 se presenta un
bosquejo de algunas de las más importantes a la luz de los cambios sistémicos y
estructurales deseados. El lector interesado debe consultar las siguientes referencias
para más detalles (Aponte y VanDeusen, 1981; Colapinto, 1991; Minuchin y
Fishman, 1981; Nichols, 1984).
En cuanto a las terapias de familia estratégicas, ya habíamos mencionado que las
mismas no tienen como meta preeminente realinear de una manera tan sistemática
las estructuras de la familia. Sí se desea desbalancear la homeostasis prevaleciente y
crear nuevos patrones de relación, utilizando para ello el propio síntoma que se trae
a la sesión. Al igual que otras terapias sistémicas, aquí se da por supuesto que los
cambios importantes en los síntomas individuales del paciente solamente ocurrirán
cuando se logren cambios sistémicos familiares. Para lograr esto, el terapeuta toma
un papel muy activo, dando directrices y asignaciones constantes a la familia. Dichas
directrices tienen el propósito cardinal de cambiar las maneras en que la gente se
relaciona con otros y con el terapeuta. Las directrices pueden ser de tipo conductual
o paradójicas; pueden ser dadas a un solo individuo o a toda la familia a la vez.
Asimismo, el terapeuta es el responsable de planificar estrategias efectivas que
resolverán el problema o síntoma. La meta es mayormente pragmática. Entre las
técnicas utilizadas están:
%
!=
# Debido a que los clínicos estratégicos parten de la
premisa, para ellos inequívoca, de que todo cambio a la homeostasis implicará
resistencia de parte del sistema familiar, éstos se han ingeniado diversas maneras de
vencer dichas resistencias. Una técnica muy utilizada por los especialistas es la de
intervenciones paradójicas. Estas pueden ser definidas como la prescripción de
tareas a la familia que aparentan contradecir las metas de la terapia. Ejemplos
serían: a) decirle al paciente identificado que exagere o que esté más pendiente de
sus síntomas; b) indicarle a la familia que no pueden o no deben cambiar; c)
prescribirle al paciente y la familia la propia conducta o síntoma que se quiere evitar.
El razón detrás de las paradojas es la creencia de que la familia resistirá los intentos
del terapeuta de cambio. Al resistirlos, harán lo contrario de lo recomendado,
creándose así el cambio deseado. Por ejemplo, si el terapeuta prescribe que el
paciente continúe con su síntoma, éste y su familia tratarán de sabotear el intento
de ayuda del terapeuta. Pero este acto de sabotaje no trae otra cosa que la mejoría
o la pérdida del síntoma.
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( /
). Esta técnica se utiliza muy en especial para darle
una connotación ingenua o inocua a una conducta de algún miembro de la familia
que hasta ese entonces era visto como malévolo. Por ejemplo, si la esposa casi no es
comunicativa y se encierra en sí misma cuando su esposo le increpa algo, el
terapeuta puede reenmarcar la conducta de ella en términos positivos, tal como que
ella ha hecho esto porque ama demasiado a su marido y no ha querido herirlo. Al
redirigir sus energías al cambio y menos a la crítica mutua, las familias pueden
concentrarse mejor en lograr una homeostasis más funcional.
Tabla 1. Técnicas importantes en terapia de familia estructural.
______________________________________________
1. Creación de transacciones
Estructuralización
Inducir transacciones problemática
Imponer tareas dentro de la familia
2. Unirse con la transacción
Rastreo
Acomodación
3. Reestructurando la transacción
Añadir un nuevo sistema
Sustraer sistemas
Exagerar el síntoma
Minimizar el síntoma
Moviéndose a un nuevo síntoma
Reenmarcar el síntoma
Reorganizar el sistema
______________________________________________
% $
# Tanto los clínicos estructurales como los especialistas
utilizan libremente una diversidad amplia de técnicas conductuales. Por ejemplo, en
su estudio Minuchin, Rosman y Baker (1978) utilizaron técnicas de condicionamiento
operante con casi todas sus pacientes anoréxicas. El uso de éstas es más bien para
redirigir los esfuerzos de la familia y para aminorar síntomas. Los clínicos sistémicos
no estarían de acuerdo con la postura de que dichas técnicas son suficientes para un
cambio duradero. Éstas son un medio para lograr un cambio a la homeostasis. El
lector interesado en profundizar sobre técnicas estratégicas debe consultar las obras
de Haley (1976) y de Madanes (1981).
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#"
"
"
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" &
Dentro de la vertiente conductual cognostiva se pueden hallar docenas de diferentes
técnicas, por lo que aquí sólo bosquejaremos a grandes rasgos algunas de las
principales, en especial cuando se aplican en el nivel de intervención familiar.
% "
# No importa si es en el tratamiento de la esquizofrenia, en
trastornos de niños o en trastornos de ansiedad, en este modelo se trata de
garantizar que los miembros de la familia o la pareja tengan un entendimiento claro
de los principios del aprendizaje social y de la condición del paciente. Estos módulos
pueden incluir desde tópicos generales tales como teorías de condicionamiento,
cognición, características del desarrollo humano, manejo del estrés, hasta tópicos
más específicos del trastorno del paciente, tales como autismo infantil,
hiperactividad, esquizofrenia, etc. El propósito medular es que la familia despeje
mitos o malos entendidos acerca de la condición del paciente identificado y que
obtenga un bagaje del racional de las técnicas que se usarán.
%
# Las mismas se utilizan principalmente
en el manejo de niños y adolescentes. Por ejemplo, en casos de niños con trastornos
de conducta se recomiendan técnicas como el aislamiento (
%
) y la economía
de fichas ( 5
*). En el primero, los padres le enviarán sólo dos avisos al
niño para que emita o deje de emitir una conducta dada (ejemplo, pelear con el
hermano menor). Si al cabo de los dos avisos el niño no responde, uno de los padres
lo colocará sutilmente en una silla aislado de juguetes y otros entretenimientos por
un espacio que varía de 5 a 10 minutos. En el caso de la economía de fichas, se
utiliza un cartelón en donde se apuntan unas seis conductas que los padres desean
que el niño mejore. Diariamente las mismas van a ser monitoreadas con mucho
cuidado. Al final del día los padres se reúnen con el niño y se le entregan fichas de
colores que equivalen a diferentes puntos. Con estos puntos el niño crea un menú de
actividades placenteras (comer mantecado, correr bicicleta, ir al teatro, etc.) y
canjeará dichos puntos por las mismas. (Véase a Browning y Stover (1971) para un
listado de otras técnicas basadas en condicionamiento operante).
%
# Una variante del condicionamiento operante consiste en
realizar un contrato familiar (o marital) escrito en donde cada una de las partes se
compromete a eliminar unas conductas indeseadas y a aumentar unas conductas
deseadas. El propósito de estos contratos es reemplazar los patrones hostiles y
coercitivos anteriores por conductas de cooperación y de satisfacción mutua. Las
mismas suelen utilizarse más en adolescentes y entre adultos con dificultades
interpersonales. El lector interesado puede consultar a O´Leary y Turkewitz (1978)
para la implementación de diversos tipos de contratos.
%
! # Diversas investigaciones han arrojado el triste
hecho que en las familias disfuncionales predomina un ambiente en donde lo que
tiende a comunicarse y expresarse son los afectos negativos. En éstas pocas veces
se conversa o se hace énfasis en el compartir sentimientos positivos o en comunicar
los aspectos positivos de cada miembro. En este tipo de modalidad el terapeuta trae
a la sesión un tópico controversial en la familia y monitorea cómo la familia discute,
maneja y resuelve el mismo. Muchas veces se utiliza una máquina de vídeo para que
posteriormente los miembros de la familia se observen en ciclos coercitivos. El
terapeuta debe de ir instigando en esta familia otras prácticas de comunicación,
partiendo de la premisa de que dicha familia no ha desarrollado la habilidad de
negociar y solucionar conflictos de una manera adecuada. El terapeuta ofrece
entrenamiento, retroalimentación y refuerzo positivo a los nuevos estilos de
comunicación. Para que dichas destrezas se generalicen al medio familiar se han
generado manuales escritos que se usan en la casa, se realizan sesiones en el hogar
y se da énfasis en tareas extraclínicas.
%
!
# No sólo los estilos de comunicación
suelen ser deficientes en familias que buscan ayuda, sino que también su manera de
solucionar un conflicto no es adecuada. Para resolver o modificar estos estilos
anquilosados, el terapeuta expone a la familia a situaciones problemáticas y les va
enseñando y moldeando cómo utilizar técnicas basadas en solución de conflictos.
El modelo de D´Zurrilla (1986) es muy utilizado ya que es sistemático y
estructurado. En el mismo se toma un problema sin resolverse y se aplica el sistema
de D´Zurrilla. El mismo consiste en varios pasos: a) tormenta de ideas; b) eliminar
las alternativas o ideas ridículas o improbables; c) evaluar los pro y contra de las
alternativas o ideas que hayan quedado; d) identificar la alternativa con más
probabilidades a favor; e) exponer un plan sistemático para que esta idea se
implemente de inmediato; y, f) un periodo de seguimiento para auscultar si la misma
es viable y exitosa.
%
- !
# Terapeutas conductuales de familia y de
pareja (Baucom y Epstein, 1989; Bedrosian y Bozicas, 1994; Dattilio y Padesky,
1990; Weiss, 1984) han comenzado a incorporar estrategias provenientes de las
terapias cognoscitivas ya que han identificado que parte de los disturbios de pareja o
familiares se deben a que sus miembros demuestran una marcada proclividad a
interpretar diferentes acontecimientos cotidianos como amenazantes o conflictivos,
cuando en realidad son inocuos. Estas interpretaciones irracionales culminan en
discusiones dañinas e innecesarias. Para auscultar esta faceta se ha recomendado el
uso de la terapia cognoscitiva de Beck (1976), en donde se identifican los
pensamientos automáticos disfuncionales y atribuciones gratuitas que mediatizan
crisis familiares.
Por ejemplo, puede ser que una joven esposa presente un cuadro de inseguridad y
de celos injustificados con la figura de su esposo, lo que a su vez ha provocado
malestar en éste. Si se utilizara terapia cognoscitiva, el terapeuta identificaría los
pensamientos automáticos que llevan a la joven esposa a pensar que su esposo no la
quiere. Asimismo, tratará de detectar qué tipos de errores atribucionales comete
ésta. Una vez que se tenga un cuadro o mapa más claro de su procesamiento de
información, el terapeuta ayudará a la paciente a que rete, cuestione y se enfrente a
sus miedos e inseguridades. En todo este proceso se incorporará la figura del esposo
para que éste sea a su vez un agente de cambio en su esposa.
*
En esta sección haremos un breve recorrido de las aplicaciones de estas
modalidades, con un especial énfasis en lo que la investigación clínica ha aportado.
-) D
#
"
Las terapias de familia de tipo estructural han sido aplicadas con éxito en varios
trastornos psicosomáticos y alimenticios, tales como el asma (Minuchin, Baker,
Rosman, Liebman y Todd, 1975) y la anorexia nerviosa (Minuchin, Rosman y Baker,
1978). En estos trastornos el terapeuta de familia intenta desenfocar el síntoma del
paciente identificado (el chivo expiatorio) de la atención de la familia y en vez se
dirige a reestructurar la familia creando nuevas fronteras, eliminando triangulaciones
y coaliciones, reenmarcando el problema del paciente identificado e incluso podrían
utilizarse técnicas conductuales para promover cambios sistémicos.
En un estudio prospectivo, pero no controlado, Minuchin
., (1978) reportaron
una mejoría del 85% en pacientes jóvenes con anorexia nerviosa. Asimismo, Stanton
y Todd (1982) han reportado estudios en donde este tipo de terapia estructural ha
sido aplicada con bastante éxito en personas con adicción a drogas. Por su parte,
Szykula, Morris, Sudweeks y Sayger (1987) utilizaron exitosamente terapia de
familia de corte estratégico con familias que tenían niños con problemas de
conducta.
Otro tipo de aplicación sistémica la han reportado Henggeler, Melton y Smith (1992)
con adolescentes y sus familias en casos de conducta delincuente. Los resultados
indicaron que la terapia sistémica resultó mejor que un grupo control en la reducción
de días de encarcelación y decremento en la conducta criminal.
No pueden pasar desapercibidos los estudios de Szapocznik
., (Szapocznik y
Kurtines, 1989; Szapocznik, Kurtines, Foote, Pérez Vidal y Hervis, 1983; Szapocznik,
Kurtines, Santisteban y Río, 1990), quienes se han dedicado a trabajar con familias
latinas con problemas de drogodependencia y niños con problemas conductuales.
Estos terapeutas de familia usan como marco conceptual el modelo sistémico
estructural. Sin embargo, éstos han desarrollado diversas estrategias culturales que
vayan a tono con la ideología de las familias latinas, para lograr insertar a éstas en el
tratamiento. Una vez que las insertan es que comienza de lleno la terapia familiar.
Adicional a esto, debe hacerse hincapié en que este grupo de clínicos e
investigadores han documentado empíricamente la efectividad de las terapias
estructurales con las poblaciones anteriormente señaladas. Incluso, esta modalidad
ha resultado ser más efectiva que terapias de corte psicodinámico individual con
niños que evidencias problemas conductuales.
Aunque estos estudios ciertamente son altamente sugestivos, no menos cierto es
que la aplicación de las terapias sistémicas sólo ha sido evaluada de manera crítica y
rigurosa en unos pocos trastornos psiquiátricos. Desconocemos su potencial de éxito
en trastornos de ansiedad, disociativos, depresivos, y en toda una gama de otras
psicopatologías. Esto resulta lamentable ya que la implicación tácita es que el uso de
las terapias de familia sistémicas se basa más bien en recuentos de éxitos
anecdóticos y no en investigaciones de mayor envergadura y rigurosas (para críticas
adicionales véase a Martínez Taboas, 1986, 1988).
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Contrario a las terapias sistémicas, los enfoques de familia conductuales
cognoscitivos tienen a su favor un bagaje extenso de investigación empírica que
respalda su uso y efectividad (Gurman, Kniskern y Pinsof, 1986). Debido a lo
extensa de esta literatura, sólo haremos una sinopsis de hallazgos importantes:
% $
# Los estudios empíricos indican que las
modalidades anteriormente descritas de entrenamiento a padres son altamente
efectivas en diversos trastornos de niños, tales como niños con problemas de
conducta, hiperactividad, enuresis, encopresis, autismo, trastorno de identidad
sexual, y fobias escolares. Esta modalidad consiste en orientar y educar a los padres
sobre los parámetros y características de la condición y luego aplicar de manera
gradual y progresiva técnicas basadas en aprendizaje social. Los resultados indican
que las mejorías logradas son en muchos casos robustas y estables. Contrario a
miedos y dudas expresados en la década de los 60´s, no suele haber sustituciones
de síntomas. Al contrario, lo usual es que una vez el niño mejora, los padres a su vez
sienten un alivio emocional marcado (Dangel y Polster, 1984; Kazdin, 1994;
Martínez Taboas, 1986).
%
D - /
# Diversos estudios impecablemente diseñados revelan que las
intervenciones de familia de tipo conductual son altamente efectivas en reducir el
uso de medicamentos, recaídas y sintomatología en estos pacientes una vez
regresan a su hogar. Estas estrategias en parte van dirigidas para que los padres del
paciente reduzcan la sobreprotección, las críticas y la hostilidad al paciente (Fallon,
Boyd y McGill, 1984; Tarrier y Barrowclough, 1990).
% "
= # Los terapeutas de familia conductual entienden que si el
problema identificado es de la pareja, no hay necesidad de ver a otros subsistemas
(ejemplo, los niños). Jacobson
., (Holtzworth Munroe, Jacobson, Deklyen y
Whisman, 1989; Jacobson, 1978, 1984), han realizado una labor programática sobre
la efectividad de las terapias conductuales cognoscitivas en problemas de pareja. Los
resultados indican que esta modalidad, al momento de escribir estas líneas, es la
más apoyada en el nivel empírico, en donde se benefician de una manera u otra la
mayoría de las parejas (Jacobson y Addis, 1993). Sin embargo, si se adopta un
parámetro bien conservador de mejoría, como lo serían puntuaciones totalmente
normativas, el porcentaje de funcionamiento totalmente normativo estaría como en
el 40%. Por lo tanto, hay margen aún para cambio.
%
+
# Otros estudios reflejan aplicaciones exitosas de terapia familiar
conductual cognoscitiva en trastornos de tipo sexual (Whalen y Perlmutter, 1988),
en familias con niños con problemas de aprendizaje y del desarrollo (Harris y Bruey,
1988), en pacientes obsesivos compulsivos (Hand, 1988), etc.
D *
*
En esta sección deseamos darle énfasis a tres aspectos a saber: (a) énfasis recientes
en la investigación empírica de ciertos modelos de familia; (b) la elaboración del
individuo dentro del sistema; y, (c) críticas recientes a ciertos modelos de familia.
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De 1986 al 1996 han aparecido más de dos docenas de investigaciones clínicas
controladas y más de una docena de revisiones de dicha literatura ( / . Alexander,
Holtzworth Munroe y Jameson, 1994 para una exposición detallada de toda esta
literatura). En cuanto a las terapias de pareja se refiere, el consenso es que las
terapias de pareja de corte conductual cognoscitivo son las más investigadas y las
que más evidencia tienen a su favor de efectividad. Así, por ejemplo, Robinson y
Jacobson (1987) hacen el siguiente señalamiento: "Aunque la terapia conductual
marital bajo ninguna circunstancia puede ser presentada como la solución total a los
problemas maritales, ésta ha generado más investigación que todos los demás
enfoques de familia juntos. Más aún, hay evidencia que indica que esta modalidad es
viable para una proporción sustancial de parejas con problemas" (p. 155).
Dicha opinión es apoyada por estudios y revisiones más recientes (Jacobson y Addis,
1993; Dunn y Schwebel, 1995). Por ejemplo, Dunn y Schwebel (1995) en un
metaanálisis de 15 estudios clínicos de terapia marital, encontraron que las terapias
conductuales y las cognoscitivas eran efectivas en traer cambios significativos a la
relación de pareja. Más aún, la terapia conductual cognoscitiva, al momento, es la
única que logra cambios importantes en cogniciones disfuncionales relacionadas con
la pareja.
En cuanto a las terapias de familia, la reciente revisión de Alexander, Holtzworth y
Jameson (1994) parece dejar claro que las terapias de familia que más efectividad
han demostrado son las conductuales y las sistémicas de tipo estructural y
estratégico. En el metaanálisis más extenso y sofisticado hasta ahora realizado,
Shadish
., (1994) confirman lo ya expresado y añaden que las terapias de
familia de orientación psicodinámica y humanista hasta el momento sólo han
demostrado resultados erráticos. Sin embargo, lo que aún no ha quedado del todo
claro es si las terapias de familia son más efectivas que las terapias de tipo
individual. Hay muy pocos estudios para poder contestar esta importante pregunta
con alguna certeza.
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Una crítica que repetidamente se le ha hecho a las terapias de familia, en especial a
las de corte sistémico, es que el individuo parece disolverse en el sistema. Toda la
conceptualización y formulación del caso toma su base en coaliciones,
triangulaciones y otros procesos sistémicos, en donde hay muy poco o ningún
margen para explorar el nivel individual del niño o de los miembros de una pareja.
Sin embargo, en los últimos años en ciertas modalidades de terapia de familia se
están haciendo esfuerzos para retomar al individuo dentro del sistema (Feldman,
1992; Nichols, 1987; Wachtel, 1994). Este paso nos parece muy acertado ya que
una posición radical sistémica implicaría que todo lo que hemos aprendido de otras
modalidades de terapia individual simplemente no tendría sentido. Más aún,
variables individuales tales como las psicobiológicas (Chess y Thomas, 1986), las
intrapsíquicas (Horowitz, 1988) y las de procesamiento de información (Dobson y
Kendall, 1993) han resultado ser demasiado importantes e informativas como para
no tomarlas en cuenta o al menos integrarlas con modalidades sistémicas.
Definitivamente secundamos a Nichols (1987) cuando anota lo siguiente: "En las
familias casi ninguna interacción es simplemente el resultado de procesos grupales.
Aun cuando el proceso de interacción parece tomar una vida propia, ésta suele ser el
producto de las personalidades dentro del sistema.... Necesitamos esta visión dual
para poder ver los procesos de familia como moldeados por las propiedades
emergentes del sistema y también como originándose en las necesidades y acciones
individuales de los miembros de la familia" (p. 32).
A nuestro juicio, los modelos de familia más sofisticados son los que hacen esfuerzos
conciliatorios e integrativos entre los niveles individuales y los niveles más
macrosistémicos. Creemos que a esto se dirige lo que algunos autores tildan de
"psicología de la familia" en donde hay una preocupación por el individuo pero
insertado dentro del sistema familiar (Véase el voluminoso libro editado por L´Abate,
1985).
.)
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"
Resulta curioso que aún los gestores de un número considerable de terapias de
familia defienden tenazmente la idea de que para ofrecer un servicio efectivo de
terapia de familia, ésta en su totalidad debe de acudir a las sesiones. Inclusive,
algunos terapeutas de familia de corte intergeneracional, recomiendan que acuda
parte de la familia colateral. Sin embargo, esta recomendación no parece basarse en
los resultados de investigaciones de proceso, sino en la mera tradición que con el
tiempo se concretiza en posiciones dogmáticas.
A nuestro juicio, los innumerables estudios provenientes de las terapias de familia de
corte conductual han demostrado hasta la saciedad que es posible ser efectivo
trabajando sólo con ciertos subsistemas (ejemplo, el marital), sin tener que
necesariamente involucrar a toda la familia. Para remarcar aún más esta posición,
Szapocznik
., (1989) muchas veces trabajan con lo que ellos llaman terapia de
familia de una sola persona, en donde han notado que al haber cambios robustos en
el paciente identificado, los mismos comienzan a rebotar por el sistema familiar,
creándose así cambios sistémicos a su vez. Por lo tanto, estudios recientes no
parecen favorecer la idea de que es necesario e imprescindible la presencia de toda
la familia para crear cambios sistémicos familiares.
Otra observación que desearíamos hacer es que los terapeutas de familia, en
especial los de corte sistémico, minimizan de manera muy precipitada los aportes de
las terapias individuales (psicodinámicas, cognoscitivas, experienciales), llegando
incluso a veces a decirse que las mismas carecen de valor clínico duradero. Incluso
en ocasiones pronostican con mucha ligereza recaídas o hasta crisis si no se
profundiza en el nivel familiar. A nuestro juicio, esto puede ser cierto en algunos
casos, pero la investigación empírica no deja dudas de que las terapias de corte
individual muchas veces, lejos de provocar deterioro, traen en la vida del paciente
beneficios profundos que incluso pueden ramificarse en el nivel interpersonal.
Siendo congruente con nuestra contribución sobre terapia integracionista en este
mismo libro, creemos que el reto principal consiste en tratar de integrar diferentes
modalidades tanto en el nivel teórico como práctico. La noción ya apoyada
empíricamente de que los cambios sistémicos producen cambios individuales y que
los cambios individuales producen cambios sistémicos, definitivamente invitan a una
reflexión conceptual sobre cómo se manejan los cambios en niveles múltiples y cómo
éstos traen influencias interdependientes y recíprocas de un nivel a otro.
*
C
*
En unas cuatro décadas las terapias de familia han pasado de ser una modalidad
incipiente e innovadora, a una totalmente establecida con un respaldo empírico y
conceptual considerable. En este capítulo hemos expuesto al lector a dos
modalidades de terapia de familia, las cuales son favorecidas al momento por la
investigación clínica y empírica. Las mismas no dejan duda en el sentido de que hay
un núcleo de situaciones clínicas que ameritan una postura que vaya más allá de una
psicoterapia individual. Ciertamente, algunas condiciones clínicas (esquizofrenia,
autismo, problemas conductuales en niños, algunos trastornos psicosomáticos, etc.)
ameritan casi de manera obligatoria un enfoque de familia. Esperamos que la lectura
de este capítulo propicie en el lector la suficiente curiosidad intelectual como para
motivar, conocer o aplicar estas modalidades de tratamiento.
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BC
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*
Elisardo Becoña Iglesias
Universidad de Santiago de Compostela, España
Luis Armando Oblitas Guadalupe
Universidad Latinoamericana, México
*
+ *
La historia de las adicciones va unida a la historia del hombre. Fumar cigarrillos,
beber alcohol, mascar hojas de coca, esnifar preparados psicoactivos, beber
pócimas, fumar marihuana, utilizar el opio para el dolor, etc., son ejemplos bien
conocidos de algunas de las sustancias que el hombre ha utilizado o sigue utilizando
a lo largo de la historia. Más actualmente, junto a las anteriores, y sus derivados
industriales o químicos, destacan las nuevas adicciones, unas derivadas de
sustancias, como es el caso de la heroína, la cocaína, las drogas de diseño, el LSD,
entre las más importantes, y otras adicciones comportamentales, sin sustancia,
como resultado de nuestra sociedad tecnológica, como la adicción a Internet, al
juego de azar, al teléfono móvil, a los teléfonos eróticos, al sexo, a las compras y a
un amplio etcétera de conductas que pueden llegar a ser adictivas (Becoña, 1998b;
Oblitas, 2003).
Por ello, en los últimos años se incluyen distintas conductas bajo la denominación
genérica de adicciones o conductas adictivas. Basadas inicialmente en el concepto de
dependencia (física y psíquica), y evolucionando a partir del mismo, se aplicaban
inicialmente a sustancias psicoactivas que ingeridas por un individuo tenían la
potencialidad de producir dependencia. Con el transcurrir de los años, se observó
que también existían conductas, que sin haber sustancia de por medio, tenían la
capacidad de producir dependencia y el resto de las características que tenían las
dependencias a las sustancias psicoactivas.
Una característica central de las conductas adictivas es la pérdida de control. La
persona con una conducta adictiva no tiene control sobre esa conducta, aparte de
que la misma le produce dependencia, tolerancia, síndrome de abstinencia y una
incidencia negativa muy importante en su vida, que va a ser en muchos casos la
causa de que acuda en busca de tratamiento o la obliguen a buscarlo. Gossop (1989)
definió como elementos característicos de una adicción: (a) un fuerte deseo o un
sentimiento de compulsión para llevar a cabo la conducta particular (especialmente
cuando la oportunidad de llevar a cabo tal conducta no está disponible); (b) la
capacidad deteriorada para controlar la conducta (especialmente, en términos de
controlar su comienzo, mantenimiento o nivel en el que ocurre); (c) malestar y
estado de ánimo alterado cuando la conducta es impedida o la deja de hacer; y (d)
persistir en la conducta a pesar de la clara evidencia de que le está produciendo
graves consecuencias al individuo. En la misma línea, Echeburúa (1999) considera
como características principales de las conductas adictivas la pérdida de control, la
fuerte dependencia psicológica, la pérdida de interés por otras actividades
gratificantes y la interferencia grave en la vida cotidiana.
Si tuviésemos que hablar de diferencias entre las adicciones del pasado y las
actuales, nosotros consideramos que hay tres diferencias fundamentales entre unas
y otras. Estas son: (a) la disponibilidad y comercialización (sea de tipo legal o ilegal)
a lo largo de todo el planeta de sustancias o productos que producen adicciones en
los individuos, (b) la pérdida del sentido simbólico y del valor cultural que tenían en
el pasado muchas de las adicciones actuales, que en aquel contexto se consumían
controladamente de un modo normativizado y ritualizado, y (c) el cambio social que
facilita el individualismo, la búsqueda del placer inmediato y la satisfacción de todas
las necesidades que piensa el individuo que le son imprescindibles, facilitando con
ello caer más fácilmente en las adicciones.
Respecto a la primera, hoy es indudable que la disponibilidad de sustancias y
conductas con poder adictivo es enorme. Además, las sustancias se han
miniaturizado, en el sentido comercial y físico, consiguiéndose con ello una
posibilidad de transporte fácil de las mismas y casi ilimitado en cantidad
(Westermeyer, 1998). Por ejemplo, no es lo mismo el número de dosis para el
consumo que obtenemos de una tonelada de hoja de coca que de una tonelada de
cocaína. La segunda permite multiplicar el número de dosis para el consumo por
varias cifras respecto a la primera.
La pérdida del sentido simbólico de muchas sustancias ha facilitado un incremento de
las adicciones. En muchas culturas la sustancia o la conducta tenía un valor simbólico
o ritual, y como tal valor estaba sometida a las normas y al control social. Sin ese
control social, en muchos casos precisamente para evitar excesos, el exceso ritual
pasa a convertirse en un exceso frecuente. Esto lleva a que una parte de los
individuos de ese sistema social tenga problemas con esa sustancia.Y, finalmente,
los cambios sociales, económicos, tecnológicos y de todo tipo que hemos vivido en
los últimos 50 años, han facilitado el cambio de un tipo de hombre a otro, en el más
amplio sentido. Desaparece la ruralización y se incrementa la urbanización, se
cambia el modo de producción, de intercambio de bienes y el modelo económico,
produciendo falta de referentes en muchos individuos, entre otros. En otros casos,
ante la disponibilidad de dinero que permite adquirir bienes, algunos optarán por la
adquisición de aquellos más inmediatos que producen ese placer inmediato. Y, en
este placer inmediato, están la mayoría de las adicciones.
El mayor problema que tienen las adicciones no son habitualmente los efectos que
producen a corto plazo. El problema está en los efectos que producen a mediano y a
largo plazo. Así, muchos fumadores de cigarrillos morirán años después de fumar
ininterrumpidamente de cáncer de pulmón o de enfermedades cardiovasculares
(Becoña y Vázquez, 1998; Oblitas, 2002); muchos bebedores excesivos de alcohol o
alcohólicos morirán de enfermedades hepáticas o de accidentes; muchas personas
dependientes de la heroína o de la cocaína morirán de enfermedades causadas por
ellas, como ha ocurrido y está ocurriendo con el sida, la hepatitis, infecciones, etc.,
aparte de los problemas sociales que causan en forma de robo, extorsión, problemas
legales, familiares, etc. Lo mismo podemos decir de las otras adicciones, donde en
muchos casos la ruina económica es un paso previo al resto de los problemas
legales, familiares, físicos, etc.
+
C
Hoy el primer elemento relevante en las adicciones es delimitar qué entendemos por
una adicción. A pesar de que hay criterios específicos para los distintos trastornos,
como la dependencia de sustancias psicoactivas, el juego patológico, etc., todos
parten de los criterios de dependencia de sustancias psicoactivas, dado que además
en las adicciones, sean con o sin sustancia, se dan los fenómenos de pérdida de
control, tolerancia, síndrome de abstinencia, etc. En esta línea, para el DSM IV
(American Psychiatric Association, 1994) la dependencia de sustancias psicoactivas
se caracteriza por un patrón desadaptativo de consumo de la sustancia que conlleva
un deterioro o malestar clínicamente significativos, expresado por tres o más de los
síntomas que indicamos a continuación, y durante un período continuado de 12
meses. Estos síntomas son los siguientes:
1. Tolerancia, definida por cualquiera de los siguientes ítems: (a) una necesidad de
cantidades marcadamente crecientes de la sustancia para conseguir la intoxicación o
el efecto deseado; (b) el efecto de las mismas cantidades de sustancia disminuye
claramente con su consumo continuado.
2. Abstinencia, definida por cualquiera de los siguientes ítems: (a) el síndrome de
abstinencia característico para la sustancia; (b) se toma la misma sustancia (o una
muy parecida) para aliviar o evitar los síntomas de abstinencia.
3. La sustancia es tomada con frecuencia en cantidades mayores o durante un
período más largo de lo que inicialmente se pretendía.
4. Existe un deseo persistente o esfuerzos infructuosos de controlar o interrumpir el
consumo de la sustancia.
5. Se emplea mucho tiempo en actividades relacionadas con la obtención de la
sustancia (por ej., visitar a varios médicos o desplazarse largas distancias), en el
consumo de la sustancia (por ej., fumar un pitillo tras otro) o en la recuperación de
los efectos de la sustancia.
6. Reducción de importantes actividades sociales, laborales o recreativas, debido al
consumo de la sustancia.
7. Se continúa tomando la sustancia a pesar de tener conciencia de problemas
psicológicos o físicos recidivantes o persistentes, que parecen causados o
exacerbados por el consumo (por ej., consumo de la cocaína a pesar de saber que
provoca depresión, o continuada ingesta de alcohol a pesar de que empeora una
úlcera).
El DSM IV también considera el abuso de sustancias como una condición menos
grave que la dependencia. En el caso de la dependencia de sustancias, cuando nos
referimos a conductas sin sustancia, el diagnóstico sería el mismo sustituyendo
sencillamente la palabra sustancia por la "específica" conducta adictiva (ej., juego,
sexo, etc.), con los matices para esa específica conducta (Echeburúa, 1999).
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Son muchas las sustancias y conductas a las que las personas pueden adquirir
dependencia. En cualquier intervención terapéutica con una persona con adicción hay
varios objetivos a conseguir en el proceso de tratamiento. Estos van graduados en
función de la propia dependencia; esto es, poco se puede hacer con una intervención
psicológica si la persona está intoxicada cuando acude a consulta; o, poco se puede
hacer para intentar que mejore su estilo de vida saludable si no conoce medidas
adecuadas para hacerlo.
El primer objetivo del tratamiento es que la persona con una adicción asuma que
necesita el tratamiento. Tanto en las drogas legales como en las ilegales hay un
proceso de negación de muchos de los adictos a las mismas (Becoña, 1998a). La
drogas les producen placer, bienestar, satisfacción (reforzamiento positivo) y, al
mismo tiempo, la propia droga les permite evitar el síndrome de abstinencia
(reforzamiento negativo) cuando no consumen o no tienen suficiente dosis. Por ello,
la dependencia se mantiene en el tiempo y el proceso de reforzamiento hace que las
graves consecuencias que suelen acompañar a éste impidan al principio asumir el
problema. Asimismo, por los procesos de cambio, se sabe que la persona tiene que
pasar por distintas fases antes de asumir que tiene que hacer un cambio.
Una vez que la persona ha asumido que tiene que cambiar, va a solicitar distintos
tipos de ayuda. Y es entonces de gran importancia hacerle ver claramente que
precisa ayuda, que tiene que cambiar su conducta por las graves y evidentes
consecuencias que le están produciendo, pero que la persona no ve en ese momento
(por ejemplo, que lo han despedido del trabajo, que ha tenido que abandonar los
estudios, que tiene conflictos familiares, que lo ha detenido la policía, que tiene que
ingresar a prisión, que sus relaciones sociales han cambiado y ahora se relaciona
sólo con amigos consumidores, etc.). Superada la fase de negación de que el
consumo de drogas es un problema o la minimización del mismo, hay que delimitar
claramente por qué acude a pedir ayuda, factores relacionados y otras dificultades
que ha causado la dependencia. Esta es la fase de evaluación.
El tratamiento se va a orientar inicialmente a que la persona consiga la abstinencia.
Aquí va a variar el abordaje según se trate de una persona dependiente del alcohol,
la nicotina, la heroína, cocaína o el juego o internet, pero dentro de más aspectos
comunes que distintos en lo que atañe a las técnicas de tratamiento que utilizaremos
con unos o con otros. Hoy existen, especialmente en el tratamiento de la
dependencia de la heroína, junto a los programas orientados a la abstinencia,
también los programas de reducción de daños, fundamentalmente los de
mantenimiento de metadona.
En el caso de la heroína la desintoxicación cobra una gran relevancia, por estar
presente en las personas dependientes a la misma, tanto la dependencia física como
la psicológica. Para la primera, se desintoxica el organismo mediante una
interrupción brusca o paulatina de la sustancia. En la cocaína y drogas de síntesis,
como en el juego patológico y casi todas las adicciones comportamentales, lo más
importante es la dependencia psicológica, de ahí que la deshabituación psicológica se
convierte
en
el
aspecto
esencial
en
ellas.
Conseguida la desintoxicación, o lo que es lo mismo, que la persona deje de
consumir la sustancia, se pasa al proceso de deshabituación psicológica. Este es el
proceso más largo y complejo del proceso adictivo, con la excepción de cuando la
persona está en un programa de mantenimiento con metadona, en cuyo caso ambos
procesos van en paralelo.
La deshabituación psicológica pretende conseguir que la persona dependiente de una
sustancia psicoactiva o de una conducta adictiva sea capaz de afrontar la
abstinencia. Por ello, en el caso de la dependencia de la heroína y de otras
sustancias, se le entrena mediante distintas técnicas en afrontar la vida sin drogas,
en poder evitarlas, en rechazarlas y en reorganizar su ambiente de modo que pueda
estar sin ellas (Becoña y Vázquez, 2001). Esta es una de las partes más complejas
de todo el proceso dado que las personas que acuden a tratamiento en ocasiones
llevan un buen número de años consumiendo. Además, muchos han descubierto que
cuando sienten malestar pueden ponerse mejor rápidamente consumiendo drogas.
De ahí la relevancia que tiene el entrenamiento en estrategias de afrontamiento ante
las situaciones de riesgo para el consumo. Las drogas producen efectos inmediatos.
Entre el consumo y su efecto pasan pocos segundos. Hay también una gran
disponibilidad de ellas y la persona sabe cómo acceder a las mismas. Entrenarla
adecuadamente en que adquiera habilidades para vivir sin drogas, que se encuentre
bien subjetiva y anímicamente y que tenga apoyo en su ambiente, son algunas de
las claves del éxito de un tratamiento. No se debe olvidar que las drogas consiguen
no solo un efecto inmediato, sino que por el consumo previo se han hecho
claramente reforzantes. Hay que buscar alternativas de refuerzo para el individuo y
para que pueda contraponer las consecuencias negativas del consumo (ya que
cuando es adicto solo ve las positivas) a las ventajas que tiene no consumir en el
nivel personal, familiar, social, etc.
Dado que sabemos que la recaída es algo íntimamente unido a la dependencia de
cualquier sustancia, tanto sea de tipo legal como ilegal, o adicciones
comportamentales, entrenarlo en prevenir la recaída es un elemento de gran
relevancia una vez superadas las fases anteriores. Desde el modelo de Marlatt y
Gordon (1985) y los desarrollos hechos a partir del mismo, con técnicas efectivas
para que la persona no recaiga, la prevención de la recaída se ha convertido en un
componente más del tratamiento. Con él podemos conseguir que la persona se
mantenga abstinente y si recae pueda volver de nuevo a la abstinencia, o volver a la
misma en el menor tiempo posible.
Finalmente, si la persona cambia su estilo de vida anterior por un estilo de vida
saludable, es más probable que mantenga la abstinencia a largo plazo. Aunque ello
es hoy claro, la realidad nos muestra que un cambio en el estilo de vida no siempre
es fácil, especialmente en los adictos a opiáceos, y va a depender de múltiples
circunstancias, tanto del sujeto como de la familia y del medio social, oportunidades,
madurez, etc. Cuando conseguimos un cambio en el estilo de vida relacionado con la
abstinencia, entonces es más probable y fácil conseguir mantener la abstinencia
tanto a corto como a largo plazo. El análisis de la comorbilidad, relacionado con el
cambio en el estilo de vida, cobra una gran relevancia. Hacer un seguimiento de ella
y poder intervenir en los problemas asociados al consumo de drogas puede ser uno
de los factores que facilitan el mantenimiento de la abstinencia.
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A continuación exponemos un modelo general para el tratamiento de cualquier
adicción. Con ello se puede también ver que los aspectos en común entre las mismas
permiten partir de un modelo general de tratamiento, para luego continuar con
alguna técnica específica para adicciones concretas, como veremos en un punto
posterior.
Las fases de un tratamiento para una persona con una adicción constan de las
etapas de demanda del tratamiento, evaluación, tratamiento y seguimiento. A su
vez, dentro del tratamiento, se distinguen seis fases: desintoxicación o
mantenimiento; deshabituación psicológica o consecución de la abstinencia de la
sustancia o dejar de hacer la conducta; normalización, cambio de estilo de vida
anterior y búsqueda de nuevas metas alternativas a la adicción; prevención de
recaídas; programa de mantenimiento o programa de apoyo a corto, medio y largo
plazo; y, cuando sea necesario, programa de juego controlado o programas de
reducción de daños (ej., en la dependencia de la heroína). Además, en éste como en
otros trastornos, y por los problemas asociados al mismo, el psicólogo tiene que
poner en marcha todos los recursos terapéuticos disponibles que nuestra ciencia nos
proporciona.
En el Cuadro 1 (ver anexo) se exponen con detalle dichas fases, el objetivo básico a
conseguir en cada una de ellas, los elementos que debemos considerar y los
procedimientos técnicos necesarios. Se exponen también las técnicas de tratamiento
más importantes que se utilizan, prestando una atención especial a los aspectos
motivacionales antes del tratamiento, a la prevención de la recaída y al
mantenimiento a largo plazo. Las aplicaciones de este tratamiento pueden verse en
Becoña (1996a, 1998a, 2001) y Becoña y Vázquez (2001).
Queda claro, inicialmente, que lo que se pretende es que la persona consiga la
abstinencia. Este sigue siendo hoy el objetivo básico, aunque no se debe descartar
una mejora en las condiciones de vida del individuo manteniendo la realización de la
conducta a niveles bajos (ej., en el juego controlado o en los programas de
reducción de daños o de sustitutivos opiáceos, como pasa con la metadona),
pudiendo ser una meta desde el principio del tratamiento. De este modo se logra
retener a la persona en tratamiento, reducir o eliminar su conducta problema y
mejorar
su
funcionamiento
cotidiano.
A continuación se exponen las distintas técnicas para los objetivos anteriores:
Incremento de la motivación para el cambio. Hoy se sabe de la importancia que
tiene la motivación para el cambio. En las conductas adictivas es frecuente que
muchos de los pacientes no acudan a tratamiento. De los que acuden, una parte lo
abandona después de la primera o primeras sesiones y, de los que acuden, no
siempre siguen las instrucciones que se les dan. De ahí que en los últimos años este
aspecto se haya convertido en un elemento terapéutico más, bajo la denominación
de entrevista motivacional (Miller y Rollnick, 1999).
La entrevista motivacional, que se lleva a cabo en los primeros contactos entre el
terapeuta y el paciente, es el modo más idóneo para incrementar la motivación para
el cambio. No hay que olvidar que no todas las personas con una adicción acuden la
primera vez voluntariamente a tratamiento; más bien esto es la excepción. En
ocasiones acuden por causas externas, bien sean de tipo familiar o legal. En otros
casos, para buscar una ayuda puntual. Retener al sujeto en tratamiento, o más bien
retenerlo al principio para que luego inicie un tratamiento, es una cuestión
fundamental.
Muchas personas que acuden por primera vez a tratamiento piensan que no tienen
un problema, que el problema es superficial o que aún no alcanzó el suficiente nivel
de gravedad como para que haya que tratarlo. El objetivo de la primera entrevista, si
ocurre esto, es convencerla de que sí tiene un problema, o de que alguien cercano a
él lo tiene, y de que se le puede ayudar. Además, de poco sirve incluir a una persona
en tratamiento si no quiere realizarlo o no está motivada para llevarlo a cabo. De
hacerlo, probablemente el tratamiento va a ser inútil, lo va a abandonar a lo largo
del mismo o no va a acudir a las siguientes sesiones.
La entrevista motivacional permite abordar la cuestión de la falta de motivación en
aquellos sujetos en las fases de precontemplación (cuando no tienen ningún interés
en cambiar su conducta) o contemplación (cuando tienen algún interés en cambiar
su conducta pero no en este momento, sino en un futuro cercano). En ella se utilizan
varias estrategias motivacionales, que han demostrado que son muy eficaces para
motivar al paciente a cambiar su conducta. Son ocho: dar información y aconsejar,
eliminar obstáculos, dar diversas opciones al paciente para que pueda elegir,
disminuir los factores que hacen que la conducta de consumo sea deseable,
promover la empatía, dar retroalimentación, clarificar objetivos y proporcionarle
ayuda activa. Con la entrevista motivacional podemos no sólo motivar al sujeto para
que lleve a cabo el tratamiento sino a derribar las barreras y comenzar
efectivamente el proceso de cambio.
Exposición con prevención de la respuesta. La técnica de exposición con prevención
de la respuesta es una técnica esencial en el tratamiento de los jugadores
patológicos que acuden a tratamiento en España (Becoña, 1996b; Fernández
Montalvo y Echeburúa, 1997; González, Jiménez y Aymamí, 1999; Labrador y
Fernández Alba, 1998). Dado que el juego por el que acuden básicamente es por la
adicción a las máquinas tragaperras o el bingo, esta técnica se convierte en central
para conseguir dejar de jugar. Pero también es una técnica esencial en las otras
adicciones (ej., dependencia de la heroína, adicción al sexo, etc.). A modo de
ejemplo indicamos a continuación cómo se aplica a la adicción a las máquinas
tragaperras.
El objetivo de la exposición es exponer al jugador a la máquina tragaperras para que
mediante la presencia de los indicios que se han ido asociando a lo largo del tiempo
con la máquina, note las sensaciones molestas que, sin prevención de la respuesta, o
con dinero, le llevarían al juego. La prevención de la respuesta tiene como objetivo la
imposibilidad de consumar su conducta, en este caso su conducta de jugar.
Los indicios más frecuentemente asociados a la conducta de juego de una persona
con dependencia del juego en máquinas tragaperras es estar presente en el bar,
mirar a la máquina, notar cómo las luces de colores de la máquina van cambiando en
sentido hacia arriba, ver cómo otra persona introduce dinero en la máquina,
comprobar que a un jugador le ha tocado un premio, cómo otras personas se fijan en
la persona a la que le ha tocado un premio y comentan algo sobre ello, etc.
La exposición tiene que realizarse en vivo, bien acompañado por el terapeuta, un
coterapeuta o bien realizar el propio jugador autoexposición. En este caso es
conveniente que lo acompañe un familiar o persona de confianza. Cuando esto
último no es posible, tendría que autoexponerse por él mismo. Sin duda alguna, si se
puede realizar alguna exposición con el terapeuta podemos controlar mejor dicho
proceso, aunque es más costoso como procedimiento terapéutico.
En los últimos años, a partir del programa de Ladouceur (Ladouceur, 1993;
Ladouceur y Walker, 1998a, 1998b), se ha introducido también junto a la exposición
con prevención de la respuesta, el procedimiento de pensar en voz alta y la
reestructuración cognitiva cuando la persona está jugando. Con ello se pretende no
solo que la persona se exponga a la conducta de juego y no juegue, sino que con ello
cambie sus pensamientos y creencias irracionales por otros racionales, lo que le
facilitaría a largo plazo no jugar y mantener así más fácilmente la abstinencia.
Control de estímulos. Una técnica que se utiliza con frecuencia es la de control de
estímulos, que en el caso del juego patológico es esencial para el tratamiento del
individuo (Becoña, 1996b). En este caso, con ella restringimos el acceso a aquellos
lugares en donde la probabilidad de jugar es mayor (establecimientos comerciales
donde hay negocios instalados con máquinas de videojuegos, centros donde hay
bingos), u horas de mayor riesgo o de consumir una sustancia (ej., en la zona donde
se vende la droga). Esto lo hacemos entrenando a la persona en la búsqueda de
alternativas a sus anteriores costumbres o a que lo acompañe alguien en las
situaciones que son de mayor riesgo para jugar o a comprar heroína.
Es determinante en este caso el control del dinero, dado que es uno de los estímulos
más importantes para que la persona juegue o compre la droga. Si no tiene dinero,
su probabilidad de jugar o comprar droga disminuye mucho. En este caso, el jugador
tiene que transferir todo su dinero a algún familiar o a alguna persona cercana para
que se lo controle y para que le dé solo el dinero que precisa para cada día. Además
debe justificar todos los días, si fuera posible con tickets o facturas, en qué ha
gastado el dinero para que no utilice parte de ese dinero en el juego (Fernández
Montalvo y Echeburúa, 1997; Labrador y Fernández Alba, 1998).
En el caso de la dependencia a opiáceos esta técnica es muy útil en las primeras
fases del tratamiento. Algunos de los estímulos más relevantes asociados al consumo
son la conducta de búsqueda de drogas, amigos consumidores, lugares habituales de
consumo, indicios ambientales, material para el consumo etc. Junto a esta restricción
es importante que la persona sea capaz de generalizar dicho control para que en el
futuro no recaiga.
Entrenamiento en solución de problemas. El entrenamiento en solución de
problemas es un procedimiento por el que se entrena a las personas a reconocer sus
problemas, buscar soluciones adecuadas a los mismos e implantar la mejor solución
en la situación donde ocurre el problema. Este entrenamiento consta de cinco fases:
(a) orientación general hacia el problema; (b) definición y formulación del problema;
(c) generación de soluciones alternativas; (d) toma de decisiones; y (e) puesta en
práctica y verificación de la solución (D´Zurilla, 1986). En el entrenamiento en
solución de problemas, para pasar de una fase a otra, hay que superar previamente
la anterior. Cuando no hay suficiente información en una fase concreta, se ha
infravalorado o saltado una fase previa, se está en una fase de entrenamiento, o la
solución elegida no resulta la adecuada, hay que volver a la fase o fases previas para
que una vez haya sido realizada correctamente podamos continuar con las
siguientes.
En los últimos años el entrenamiento en solución de problemas se ha constituido en
un elemento de muchos de los programas de tratamiento por su racionalidad, ser
fácil de explicar al sujeto y su eficacia. Es, además, una estrategia incluida en casi
todos los programas de prevención de la recaída.
Terapia cognitiva. La terapia cognitiva parte de la premisa de que los trastornos se
producen y mantienen debido a una serie de cogniciones subyacentes distorsionadas
y a distintos errores en el procesamiento de la información. El tratamiento se orienta
a corregir tanto esas premisas distorsionadas como los errores cognitivos (Beck,
Wright, Newman y Liese, 1993). La importancia de las creencias y las urgencias son
muy relevantes en la terapia cognitiva. Para Beck, a partir del patrón cognitivo
desadaptativo, ocurre la conducta (ej., el consumo) y lo biológico (ej., síndrome de
abstinencia). Lo que la terapia cognitiva va a hacer es modificar los pensamientos y
creencias erróneas del individuo y enseñarle técnicas de autocontrol. Aunque el
planteamiento de la terapia cognitiva pueda parecer reduccionista, en la práctica no
lo es. Junto al peso que se le da a la parte cognitiva de la persona, como causa de la
explicación del consumo de sustancias, también se consideran como aspectos
esenciales sus actuales problemas vitales, evolución desde la infancia, supuestos,
estrategias compensatorias, elementos de vulnerabilidad, conducta, etc. De modo
semejante, el tratamiento se va a centrar en varios de los aspectos que se relacionan
con el problema (Beck et al., 1993). Se da gran relevancia a la relación terapéutica
dentro del tratamiento y se utilizan técnicas cognitivas como el diálogo socrático, la
reatribución, las tareas para casa, identificación y modificación de las creencias
relacionadas con las drogas, relajación, solución de problemas, etc. Conforme avanza
el tratamiento, junto al control de las urgencias y creencias asociadas a las mismas,
cobra más relevancia la práctica de la activación de creencias de control, los otros
problemas asociados a los problemas de consumo y la prevención de la recaída.
Entrenamiento en reducción de la ansiedad y del estrés. Uno de los problemas
asociados a la abstinencia del consumo de sustancias, como en el juego patológico, y
otras adicciones, es la ansiedad y el estrés asociados a dicho estado. Por ello, es
necesario evaluar esta problemática y aplicar técnicas para su control. Los
programas específicos pretenden alterar la percepción del grado de amenaza que se
le atribuye al estresor, su estilo de vida para reducir tanto la frecuencia como la
severidad de los estresores externos y capacitarles para usar estrategias de
afrontamiento activas que inhiban o reemplacen las respuestas de estrés
incapacitantes.
Como técnica de intervención general se puede utilizar cualquiera de las existentes
para este problema, como por ejemplo, el entrenamiento en manejo del estrés y las
técnicas de relajación, las técnicas cognitivas, la biblioterapia, el cambio del estilo de
vida, etc. En la práctica, el entrenamiento en relajación es una técnica ampliamente
utilizada junto a las de tipo cognitivo, para cambiar las creencias erróneas sobre las
causas de la ansiedad o de los elementos estresantes. Cuando padece un trastorno
de ansiedad específico (por ejemplo, ataques de pánico) es necesario aplicar aquellas
técnicas específicas que son eficaces para el tratamiento del mismo (Gutiérrez,
2003).
Entrenamiento en habilidades sociales. Muchas personas con dependencia de
distintas drogas y en otras adicciones comportamentales, se les proporciona
entrenamiento en habilidades sociales para mejorar su competencia social. Cuando
carecen de habilidades interpersonales e intrapersonales adecuadas, de habilidades
para controlar su estado emocional sin acudir a jugar o a consumir la sustancia y de
habilidades para manejar su relación de pareja, con los hijos, en el trabajo, etc., este
entrenamiento es imprescindible. El entrenamiento en habilidades sociales se
convierte de este modo en una parte importante del tratamiento cuando hay un
déficit en las mismas (Monti, Rohsenow, Colby, y Abrams, 1995). Además, con ello
se conseguirá disponer de una estrategia de prevención de la recaída para el futuro.
Las situaciones de recaída se dan cuando existe frustración e incapacidad de
expresar ira, incapacidad de resistir la presión social, estado emocional negativo
intrapersonal, incapacidad de resistir la tentación intrapersonal, entre otras.
La potencial relación entre las pobres habilidades sociales y las actividades de juego
o consumo de drogas es discutida con los pacientes. Es importante reconocer que las
personas con adicciones pueden necesitar más que las habituales habilidades
sociales para afrontar sus conflictos relacionales. Por ejemplo, algunos jugadores
necesitan entrenamiento en asertividad para mejorar su habilidad para rechazar las
invitaciones para jugar con sus amigos. El juego de roles puede ser utilizado para
mejorar las habilidades de comunicación. Este entrenamiento se focaliza sobre las
consecuencias negativas de jugar y cómo la carencia de adecuadas habilidades
sociales es un factor que contribuye a ello (Becoña, 1996ª).
Control de la ira y de la agresividad. En ocasiones, la persona con dependencia de
sustancias tiene problemas asociados de ira y agresividad. Los mismos, a su vez, le
acarrean distintos problemas en su medio familiar, social o policial. Si esto ocurre,
pueden incrementar aún más su problema inicial de dependencia o mantenerse su
dependencia en el tiempo por no tener un modo de solucionar el otro problema.
También, tanto la ira como la agresividad, están asociadas a la caída y a la recaída,
como estados emocionales negativos (Marlatt, Barrett y Daley, 1999).
Cuando este es el caso, es necesario utilizar estrategias de control de la ira y de la
agresividad tales como la técnica de inoculación de estrés, juego de roles,
entrenamiento asertivo, entrenamiento en relajación, solución de problema o
reestructuración cognitiva.
Manejo de contingencias. El consumo de drogas se mantiene por el reforzamiento
positivo que la sustancia produce en la persona (por ej., euforia, placer) y por el
reforzamiento negativo (consumo para evitar las consecuencias negativas del
síndrome de abstinencia). El consumo de drogas, por tanto, está influenciado por el
aprendizaje y por el condicionamiento. También, mediante los principios del
aprendizaje y del condicionamiento podemos cambiar esta conducta desadaptada por
otra adaptada sin consumo de drogas. Esto se hace mediante los principios básicos
del manejo de contingencias, el reforzamiento positivo y negativo, el castigo positivo
y negativo y las distintas técnicas derivadas de los mismos (por ej., extinción o
control de estímulos) (Graña, 1994).
Desde la perspectiva operante se sabe que el desarrollo de un trastorno por abuso o
dependencia de sustancias se debe tanto al poder reforzante de la droga como de
otros factores, como los biológicos, ambientales y variables conductuales (Becoña,
1999). Pero, sin negar esto, de cara al tratamiento, se propone un mecanismo de
intervención, la alteración de las contingencias conductuales, que es independiente
de los factores etiológicos específicos.
Técnicas como la aplicación de estímulos aversivos, reforzar conductas alternativas
incompatibles con consumir drogas, extinción o varias de las anteriores al mismo
tiempo, facilitan el cambio de la conducta de consumo. Otra extensión de las mismas
son los contratos de contingencias o las estrategias de prevención de recaídas. La
utilización de técnicas de manejo de contingencias, muchas veces, junto a otras
técnicas, nos permite tener un abordaje útil y eficaz para muchos pacientes que
acuden a tratamiento. Especialmente para que una persona lleve a cabo conductas
alternativas al consumo de drogas, el manejo de contingencias a veces es la técnica
principal para que la persona mantenga su abstinencia. Las técnicas de control de
contingencias, como la ya vista de control de estímulos, tienen una gran relevancia
tanto para el tratamiento de las personas con dependencia de la heroína como del
resto de las conductas adictivas.
Técnicas de autocontrol. Una de las estrategias en el tratamiento de las distintas
adicciones, tanto en un programa orientado a la abstinencia como al jugar controlado
o a la reducción de daños, es entrenar a los pacientes en técnicas de autocontrol
(Hester, 1995). Esto puede hacerse una vez que la persona ha aceptado participar
en un tratamiento orientado a la abstinencia, cuando tiene dificultades en
conseguirla o cuando su objetivo es el juego controlado o la reducción de daños. En
ocasiones el autocontrol se pone en marcha en la parte media del tratamiento
cuando ya se han conseguido los objetivos mínimos para que mantenga la
adherencia al tratamiento.
Las técnicas de autocontrol se orientan a que la persona conozca su conducta
problema y sea capaz de afrontar la misma mediante técnicas que ha aprendido sin
llevarla a la práctica. Con el autocontrol se enseña a la persona estrategias para
controlar o modificar su propia conducta a través de distintas situaciones, con el
propósito de alcanzar metas a largo plazo.
Para ello se entrena a la persona en distintas técnicas para que no realice la
conducta o, en caso de que se produzca la conducta, que lo haga de un modo poco
problemático y con la idea de poder llegar a conseguir la abstinencia total de la
misma. El terapeuta le ayuda a establecer condiciones favorables para el cambio, le
entrena en técnicas para conseguirlo y le refuerza por los avances conseguidos.
También le entrena en la aplicación de autorefuerzos, en buscar apoyo en otras
personas para mantener las ganancias conseguidas y que las personas de su
ambiente le refuercen su abstinencia. Existe una serie de técnicas que se utilizan
sistemáticamente cuando se aplica un programa de autocontrol (ej., autoregistros,
cambio de estímulos discriminativos, técnicas encubiertas). Para el buen diseño del
mismo hay que hacer una evaluación conductual adecuada del problema que tiene la
persona y adaptar el tratamiento a los avances que se van produciendo a lo largo del
mismo y a la consecución de los objetivos iniciales e intermedios.
Las técnicas de autocontrol también dan una gran importancia al mantenimiento de
los cambios, especialmente a través de la utilización del autorefuerzo, cuando la
conducta la realiza en la dirección esperada, y el autocastigo cuando se lleva a cabo
la conducta indeseada. Finalmente, cada vez cobran más importancia los
procedimientos cognitivos dentro del autocontrol, especialmente por las ideas,
creencias, pensamientos o atribuciones erróneas que la persona tiene sobre su juego
y el ambiente de juego, así como sobre el resultado del mismo.
El tratamiento de los problemas de comorbilidad. Aproximadamente el 90% de las
personas con dependencia de opiáceos tiene un diagnóstico psiquiátrico adicional y el
15% intenta suicidarse al menos una vez. No menos de un 25% de las personas
jugadoras patológicas va a tener un problema de depresión mayor y de un 15 a un
20%, problemas de dependencia del alcohol. También, otros problemas como
trastornos de ansiedad, trastornos de personalidad, u otros, pueden estar presentes
(Grant y Dawson, 1999). De ahí que diagnosticar y tratar estos trastornos asociados
es una parte integral del tratamiento.
Cuando se detecta este tipo de problemas, se abordarán con intervenciones
específicas de tipo cognitivo conductual, farmacológico o una combinación de ambas
modalidades, para cada uno de los trastornos y adaptadas jerarquía y de
comunicación dentro de la familia y que el padre se implique en la familia y en el
problema que tiene su hijo y no deje todo el peso en la madre, desentendiéndose del
problema. De ahí que, en algunos casos, la intervención se hace más amplia y
compleja de lo que puede parecer en un principio cuando otros miembros distintos al
individuo, como es en este caso la familia, facilitan o pueden mantener en parte su
problema. Por ello, en ocasiones, la terapia familiar se lleva a cabo solo con los
padres o en grupos de padres, para entrenar a éstos en el manejo adecuado de sus
hijos y para que tengan una adecuada implicación emocional con ellos y un
comportamiento que facilite la recuperación de su hijo o hija (Martínez, 2003).
Terapia de grupo. La terapia de grupo es una modalidad terapéutica que se utiliza
con frecuencia para el tratamiento de las personas con distintas adicciones
(Galanter, Castañeda y Franco, 1998). Junto al tratamiento individual, y las otras
intervenciones que pueda estar llevando a cabo, la terapia de grupo es de gran
relevancia en varios de los tratamientos específicos para las adicciones,
especialmente quizás en las personas que acuden a los centros de
drogodependencias y a las asociaciones de autoayuda, en donde la misma es una
parte esencial del tratamiento.
El objetivo que se pretende con la terapia de grupo es el mismo que el que se
pretende con la terapia individual pero en un formato de grupo y con las dinámicas
propias que se van desarrollando dentro de cada grupo. Le permite al paciente
compararse con otros, tener apoyo, aprender estrategias y técnicas de control,
adquirir habilidades y asumir normas de funcionamiento del grupo. Los objetivos
centrales del mismo son solucionar problemas y realizar tareas que le lleven a la
abstinencia o le permitan mantener la misma para, finalmente, poder cambiar su
estilo de vida.
Prevención de la recaída. El primer consumo de la sustancia o tener un episodio de
juego después de dejarlo no tiene por qué representar una recaída, puede ser sólo
una caída o un desliz puntual. Para Marlatt y Gordon (1985) la recaída se define
como cualquier retorno al comportamiento adictivo o problemático o al estilo de vida
anterior, después de un período inicial de abstinencia y de cambio en el estilo de
vida. Una caída es un retorno breve a la conducta adictiva en un momento concreto
del tiempo, es decir, una pérdida de control puntual sobre la conducta, que puede
llevar a la persona a realizar algún consumo esporádico. La recaída en las adicciones
se puede manifestar de distintas formas: volver al estilo de vida anterior, consumir
drogas sustitutivas, realizar actividades de azar y de riesgo o sexualidad compulsiva,
etc. En el caso del juego la forma más común de manifestarse es volver a jugar de
forma regular. Lo mismo ocurre en el caso de las sustancias psicoactivas.
Un concepto fundamental para comprender el proceso de recaída es el llamado
efecto de violación de la abstinencia. Este efecto se compone de dos elementos
cognitivos clave: la disonancia cognitiva (conflicto y culpa) y un efecto de atribución
personal (culparse a uno mismo como causa de la recaída), así como algunas veces
la anticipación de los efectos positivos con relación a la droga o al juego. La
combinación de estos tres componentes predisponen al paciente a una recaída total.
El modelo de prevención de la recaída considera a las adicciones como un hábito
adquirido que puede cambiarse aplicando los principios del condicionamiento clásico,
operante y vicario. Además da una gran importancia a los factores cognitivos
implicados en la recaída. Las estrategias de prevención de la recaída se orientan a
anticipar y prevenir la ocurrencia de recaídas después del tratamiento y a cómo
ayudar a los pacientes a afrontar la recaída, si se produce. Es un programa de
autocontrol donde se enseña a los pacientes a anticipar y a afrontar eficazmente los
problemas que aparezcan después del tratamiento o en el seguimiento. Por ello, la
prevención de la recaída se puede aplicar como estrategia de mantenimiento, para
prevenir la recaída o con un enfoque más general, para cambiar el estilo de vida.
Las causas principales de la recaída en las adicciones son los estados emocionales
negativos, conflicto interpersonal y presión social (ej., Marlatt y Gordon, 1985). Los
estados emocionales negativos son situaciones en las que los sujetos experimentan
un estado emocional, estado de ánimo o sentimientos negativos, como frustración,
ira, ansiedad, depresión o aburrimiento, antes o al mismo tiempo que la ocurrencia
de la primera caída. Los conflictos interpersonales son situaciones que incluyen un
conflicto actual o relativamente reciente, asociado con cualquier relación
interpersonal, como el matrimonio, los miembros de la familia, relaciones en el
trabajo, etc. La presión social se refiere a situaciones en las que el paciente responde
a la influencia de otra u otras personas que ejercen presión para involucrarlo de
nuevo en el consumo de sustancias.
Si la persona es capaz de ejecutar una respuesta de afrontamiento eficaz en una
situación de alto riesgo, la probabilidad de recaída disminuye. Al afrontar
exitosamente una situación de alto riesgo es probable que la persona experimente
una sensación de dominio y percepción de control, generándose una expectativa de
ser capaz de afrontar eficazmente otras situaciones de riesgo que se le vayan
presentando (autoeficacia). Si esto se repite, adquirirá una mayor percepción de
control y disminuirá la probabilidad de recaída. Si, en cambio, no es capaz de
afrontar con eficacia una situación de alto riesgo y si tiene una expectativa positiva
de volver a consumir la droga o de volver a realizar la conducta adictiva, aumenta la
probabilidad de recaída.
Hay tres principales estrategias para utilizar en los procesos de prevención de la
recaída: la aproximación de apoyo social, la aproximación de cambio de estilo de
vida y la aproximación cognitiva conductual (Becoña, 1999). Las técnicas cognitivo
conductuales para la prevención de la recaída son las más eficaces. Se orientan a
aumentar la autoeficacia, mejorar el control de impulsos, favorecer la
reestructuración cognitiva y mejorar las estrategias de toma de decisiones. Las
estrategias dirigidas al cambio en el estilo de vida están dirigidas a fortalecer la
capacidad global de afrontamiento del paciente y a reducir la frecuencia e intensidad
de los impulsos y deseos irresistibles de jugar que a menudo son el producto de un
estilo de vida desequilibrado. Dentro de las técnicas de prevención de la recaída que
se aplican están los programas de reestructuración cognitiva, el entrenamiento en
identificación y control de estímulos, exposición a estímulos en vivo (reales) o en un
nivel imaginado, detención del pensamiento, condicionamiento encubierto,
programas de refuerzo externo, etc. Si en una situación de alto riesgo el paciente
anticipa lo que le puede ocurrir (por ejemplo, cuando pasa por delante del bar en el
que habitualmente jugaba o ante el barrio en el que adquiría la sustancia) y tiene
una sensación extraña semejante a cuando entraba y jugaba o consumía la droga,
puede poner en marcha distintas estrategias para afrontarla, especialmente cuando
tiene urgencias, para así poder hacerle frente y no caer o recaer de nuevo en su
problema adictivo.
D
Las conductas adictivas se han convertido en estos años en un grupo de trastornos
de gran relevancia. Tal relevancia viene motivada por su alta prevalencia en las
personas, tanto sean adultas, como adolescentes. El número de personas con
dependencia de la nicotina y del alcohol, solamente, nos lleva a contar el número de
personas en un país como el nuestro en millones (Becoña y Vázquez, 1998). Otras,
aunque lo son en menor grado, como la adicción a drogas ilegales, ocupan un lugar
nada despreciable, especialmente por los problemas asociados que acarrea su
consumo, especialmente en los últimos años en la esfera física, aparte de la gran
alarma social que ha producido en las últimas décadas el consumo de drogas como la
heroína, la cocaína y la marihuana, y todavía sigue produciendo en ésta y en nuevas
sustancias (ej., drogas de síntesis). Otras adicciones, las comportamentales, como el
juego patológico, las compras compulsivas, el sexo compulsivo, la adicción a internet
y otras, son adicciones que van en paralelo con el desarrollo de las sociedades
industrializadas, al ocio y tiempo libre (Calafat et al., 2001) y a una nueva forma de
vida, en comparación a lo que ocurría hace no más de 50 años.
El tratamiento de las adicciones ha cobrado una enorme relevancia en las últimas
décadas. Con la interrupción de las drogas ilegales, especialmente heroína y cocaína,
en los países desarrollados, desde los años 70 hasta el momento presente, la
demanda de tratamiento no ha dejado de crecer y los problemas causados por las
mismas son hoy de una gran relevancia. Además, el surgimiento del VIH y el SIDA
unida a las mismas, ha producido un vuelco inesperado a esta problemática y un
incremento del interés, de los medios y de los recursos para atajar tanto la epidemia
del SIDA como los problemas de drogadicción. Todo ello ha producido el surgimiento
de una nueva área de trabajo e investigación que no ha dejado de crecer. El
problema está en que el problema se mantiene en un nivel estable, o en fase de
crecimiento en algunos países; cada vez más tenemos que hablar de un trastorno
crónico o caracterizado por las frecuentes recaídas, lo que lleva a tener que plantear
programas de tratamiento complejos y a largo plazo (Becoña y Vázquez, 2001).
Realmente el mejor modo de atajar este problema es a través de la prevención
(Becoña, 1999), pero en nuestra sociedad no hay una idea preventiva bien asentada
y los recursos suelen proporcionarse al tratamiento y a la rehabilitación, ya una vez
que el problema existe. El incidir en actividades de tipo preventivo, como caracteriza
a la psicología de la salud, es un adecuado abordaje para este problema (Oblitas y
Becoña, 2000; Oblitas, 2003).
El éxito del abordaje psicológico de las adicciones ha estado en que el mecanismo
explicativo es primeramente social, en segundo lugar psicológico y en menor grado,
biológico (Becoña, 1999). Esto no significa que unos elementos sean menos
relevantes que otros, pero sí que ésta es su graduación. Como sobre el elemento
social es difícil intervenir, porque corresponde al desarrollo natural de las sociedades,
modulado por su sistema cultural previo, económico y político actual, la intervención
sobre la conducta del individuo en su contexto más cercano se ha convertido en el
campo de trabajo más relevante para ayudar especialmente a las personas que
tienen problemas de adicción a sustancias y de adicción a conductas. Además, en el
caso de la adicción a conductas, la mejor explicación es la psicológica, aunque,
insistimos, desde una explicación macro, el entorno social, la cultura y el tipo de vida
actual en muchas ocasiones están en la base del trastorno. Aunque es indudable que
el componente biológico existe y que sin él no habría adicciones, la evolución del
individuo a lo largo de la historia evolutiva y genética nos permite a la mayoría de
nosotros ser capaces de afrontar adecuadamente las distintas adicciones y
superarlas, aún en el caso de que tuviésemos contacto con ellas. De ahí que tener en
cuenta una visión comprensiva y global de este tipo de conductas es muy importante
para poder ayudar más efectivamente a las personas que acuden a nosotros en
busca de ayuda (Becoña, 1999).
Por suerte, en los últimos años se han hecho grandes esfuerzos y buen número de
investigaciones para conocer mejor este tipo de conductas, bien de modo general
(adicciones), o específicamente para cada una de ellas (ej., alcoholismo, tabaquismo,
dependencia de la heroína, juego, etc.). Ello ha favorecido el campo del tratamiento,
en donde también se han dado pasos muy importantes en las últimas décadas. Lo
anterior ha permitido y favorecido el que hayan surgido, o se hayan aplicado,
distintos tratamientos psicológicos y/o farmacológicos, muchos de ellos con una
buena evaluación y eficacia (Labrador, Echeburúa y Becoña, 2000). Dentro de los
tratamientos psicológicos han destacado los tratamientos cognitivo conductuales que
son el tratamiento de elección para las distintas conductas adictivas, bien en
exclusiva (ej., en el tratamiento del juego patológico, adicción al sexo o internet,
cocaína, etc.) o como una parte básica del mismo (ej., dependencia de la heroína,
alcoholismo, etc.). Y esto ha sido debido tanto por la eficacia del tratamiento
psicológico de tipo cognitivo conductual como por su racionalidad y escaso tiempo de
intervención, en comparación con otros abordajes terapéuticos. Pero aún así, hay
que saber que en ocasiones el tratamiento puede ser largo y lleno de avatares,
porque la recaída es una de sus características definitorias. Y, de lo que no tenemos
hoy dudas es que las conductas adictivas, como hemos insistido (Becoña, 1998b),
van a mantenerse en el futuro siendo optimistas o lo más probable es que el actual
nivel de prevalencia se incremente aún más. De ahí la necesidad de disponer cada
vez más de abordajes terapéuticos efectivos, que estén disponibles para los
afectados y convencerlos de que acudan a tratamiento lo antes posible para evitar la
cronificación del trastorno y para evitar que cuando acudan a tratamiento el abordaje
terapéutico sea más complejo y la recuperación más difícil.
Finalmente, como afirmábamos en otro estudio (Becoña, 1998b), consideramos que
las conductas adictivas serán el gran problema del siglo XXI, en el nivel cuantitativo,
porque los datos que tenemos en el nivel epidemiológico de personas dependientes
del alcohol, del tabaco, de las drogas ilegales y de las adicciones comportamentales,
nos muestran que un porcentaje muy significativo de la población, que puede ser a
veces de un tercio o un cuarto de la misma, tenga según los criterios diagnósticos
actuales un problema de dependencia a una adicción (ej., el porcentaje de personas
dependientes de la nicotina y del alcohol en nuestro país).
El que no sea más relevante este problema y no se dediquen más medios al mismo
está en los intereses, los enormes intereses económicos que subyacen a la mayoría
de estas conductas adictivas, que mueven diariamente muchos cientos de millones
de dólares.
*
C
*
Las conductas adictivas, sean con sustancia o sean comportamentales, constituyen
actualmente un problema de gran relevancia social y clínica en las sociedades
desarrolladas. Apenas existentes hace unas décadas, en el momento actual tienen un
nivel de prevalencia muy alto en la población. Ello ha llevado al desarrollo de
técnicas específicas de tratamiento para ellas, interés por parte de los profesionales,
y disponer de recursos importantes para el tratamiento. En los próximos años este
interés se mantendrá y puede que se incremente por la cronificación de los
trastornos en muchas de las personas que lo padecen, por las consecuencias
colaterales que puede producir (ej., SIDA) y por la necesidad de atajar un problema
que es epidemiológicamente desde la perspectiva clínica el más relevante que
tenemos actualmente. Por suerte, disponemos de adecuados tratamientos para estos
trastornos, aunque es necesario seguir perfeccionándolos para que de ese modo
podamos ayudar más efectivamente a este tipo de personas.
ANEXO
<C
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D
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*
9 Analizar la demanda y retener al paciente en tratamiento.
9 motivación para el cambio, estadios de cambio, recursos
disponibles, apoyo de su medio, tratamientos previos, conocimientos de los
tratamientos disponibles, tratamiento que desea, analizar quién está implicado en la
demanda, por qué, etc.
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9 entrevista motivacional, escalas para evaluar aspectos
motivacionales y estadios de cambio.
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9 Conocer las áreas donde es más necesario e inmediato realizar
cambios; conocer las áreas donde hay que realizar cambios a medio plazo; conocer
las áreas donde los cambios a través del tratamiento y la reinserción social le pueden
llevar a una vida normalizada. Con toda esa información disponible se realizará el
análisis funcional de la conducta de juego y otras conductas asociadas al problema o
problemas relacionados.
9 evaluación individual, familiar, social, etc.
"
psicofisiológicas, etc.
9 entrevista clínica, autoinformes, cuestionarios, medidas
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9 Desintoxicación física de la sustancia.
9 tipo de desintoxicación en función de su petición,
posibilidades asistenciales, recursos, etc., desde la ambulatoria a la hospitalaria.
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9 intervención médica frente a la hospitalaria para la
consecución de la desintoxicación sin sufrir los síntomas del síndrome de abstinencia
de los opiáceos.
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9 Lograr la completa deshabituación psicológica a los indicios que
conducen al paciente al consumo de la droga o a la realización de la conducta
adictiva.
9 adherencia al tratamiento, fase del tratamiento, aceptación
del tratamiento propuesto, etc.
"
9 técnicas conductuales y cognitivas para la consecución de
la abstinencia (por ejemplo, exposición con prevención de la respuesta, control de
estímulos, entrenamiento en solución de problemas, entrenamiento en reducción del
estrés, relajación, entrenamiento en habilidades sociales, técnicas de afrontamiento,
reestructuración cognitiva, etc.). Se utilizará terapia individual, grupal y familiar.
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9 Normalización en el sentido de ir adquiriendo más responsabilidades
en el trabajo, en los estudios, en la familia, con los amigos, con la pareja, etc.; pago
de las deudas; búsqueda de trabajo si no lo tiene, etc.
9 grado de deterioro, si trabaja o no, si está o no separado, si
padece enfermedades físicas (ej., VIH, hepatitis), etc.
"
9 planificación de metas y objetivos, entrenarlo en adquirir
nuevas habilidades, entrenamiento en asertividad, programa psicoeducativo,
entrenamiento en solución de problemas, etc)
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Objetivo básico: entrenarlo en técnicas de prevención de la recaída para que se
mantenga abstinente a lo largo del tiempo.
9 superación de las fases anteriores, mantenimiento de la
abstinencia, efecto de la violación de la abstinencia.
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autoinstrucciones,
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9 técnicas de prevención de recaídas (por ejemplo,
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en
solución
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problemas,
etc.).
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9 Entrenarlo en estrategias de mantenimiento de la abstinencia a
largo plazo y en cómo mejorar su calidad de vida.
9 apoyo familiar, visitas de seguimiento a largo plazo, asistir a
asociaciones de autoayuda, etc.
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9 entrenamiento en relajación, programación de actividades,
procedimientos de manejo de estrés, etc.
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En el caso de la dependencia de la heroína, reducir la prevalencia de
VIH y mejorar los problemas causados por las drogas; en el juego patológico reducir
la conducta de juego a un nivel donde no le acarree graves problemas.
9 grado de deterioro de la persona, falta de adherencia al
tratamiento psicológico, problemas psiquiátricos asociados, aceptación de este tipo
de programa.
"
9 intervención mínima, programa psicoeducativo, educación
para la salud y prácticas de seguridad ante la transmisión de enfermedades (VIH,
hepatitis, etc.), técnica de control de estímulos, educación sobre el juego y las leyes
de la probabilidad, educación a nivel familiar, laboral y de tiempo libre.
1)
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*
+
9 conocer la evolución de la persona después del alta terapéutica.
9 modo de realizarlo (personalmente, en su casa, teléfono).
"
9 entrevista, autoinforme, uroanálisis, etc.
?
*
American Psychiatric Association (1994). .
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/
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Ana C. Rivas Veray; José R. Rodríguez y Orlando Pedrosa
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Los conceptos espiritualidad y religión se encuentran íntimamente relacionados; sin
embargo, difieren grandemente. Por espiritualidad se entiende aquellas experiencias,
creencias o fenómenos que trascienden los aspectos existenciales de la vida. Es la
relación trascendental entre una persona y un ser supremo (Richards
, 1997).
La espiritualidad conlleva una serie de valores a los cuales la persona se ha dedicado
para lograr un sentido de conexión, de significado a la vida y de sentirse como parte
de un todo (Elkins,1999). Esto se puede lograr dentro o fuera de una religión
organizada.
La religión por su parte, son creencias dogmáticas, prácticas y sentimientos que en
muchas ocasiones, aunque no siempre, están influenciadas por una institución con su
estructura particular (Richards
, 1997). La religiosidad y la espiritualidad están
relacionadas, pero a su vez se pueden distinguir en diferentes dimensiones. Las
expresiones religiosas tienden ser descritas en términos sociales. La religión tiende a
estar constituida por un grupo de personas que comparten las mismas creencias y
realizan los mismos rituales por lo que se consideran instituciones sociales. Mientras
las experiencias espirituales tienden a ser universales, lo que significa que no están
ligadas a una sola creencia, son internas y privadas.
Estas dimensiones también fueron estudiadas por Allport (1950). Él mostró interés
en cómo las personas utilizan la religión de diferentes formas y distinguió la
expresión religiosa entre algunas inmaduras y otras maduras. La religión madura
(que corresponde a la intrínseca) es donde una persona puede realizar un
acercamiento hacia la religión de forma dinámica, con mente abierta y capaz de
mantener unión entre las inconsistencias. Mientras la religión inmadura (la cual
corresponde a la extrínseca) es de auto servicio, y normalmente representa los
estereotipos negativos que las personas tienen acerca de la religión (Nielsen, 1998).
La orientación religiosa intrínseca y extrínseca pueden corresponder a la dimensión
espiritualidad y religión. Las definiciones expuestas pudieran sugerir que la
espiritualidad tiene una visión intrínseca, mientras la religión es más extrínseca. Esto
no necesariamente es cierto ya que la orientación religiosa puede variar de persona
en
persona
y
de
creencia
religiosa
a
creencia
religiosa.
Existe una gran confusión con relación a las definiciones y distinciones entre
espiritualidad y religiosidad (Shafranske,1996). Por este motivo Dean Hoge citado en
Shafranske (1996), distingue cinco entidades: a) Preferencia religiosa es cuando una
persona siente que pertenece a un grupo religioso. b) La afiliación a una iglesia; es
cuando una persona es miembro de una iglesia donde está escrito su nombre. c)
Participación en una iglesia; es la persona que no solo asiste a la iglesia sino que
participa de las actividades o en algún comité. d) Creencia religiosa; esto incluye
creer en Dios y en sus sagradas escrituras. e) Conducta religiosa incluye rezar,
lecturas devotas, estudiar textos religiosos, meditar y hasta mantener una dieta
específica
que
puede
beneficiar
espiritualmente
.
Un estudio realizado por Wade Clark Roof de la Universidad de California demostró
que la mayoría de los americanos desean la espiritualidad pero no de una forma
religiosa (Elkins, 1999). En éste se encontró que entre el 1960 y 1970 el 84% de los
Judíos, 69% de los Protestantes de primera línea, 61% de los Protestantes
conservadores y 67% de los católicos, han abandonado la religión organizada. Por
otra parte, en una encuesta realizada por Gallup (1991), citado en Wolf & Stevens
(2001), se reportó que el 94% de los adultos americanos creen en Dios o en algún
ser supremo, 68% son miembros de alguna iglesia, sinagoga o lugar religioso y 58%
de esta población ven la religión como algo importante en sus vidas. Este interés
puede ser observado en el aumento en la cobertura de asuntos de espiritualidad y
religiosidad en las publicaciones de los periódicos, las revistas, libros y especiales en
la televisión.
A medida que pasan los años, las personas tienden a volverse más espirituales y
aceptar la existencia de Dios dándole más importancia a la religión (Shafranske,
1996). La búsqueda de la espiritualidad lleva al individuo a buscar alternativas
instrumentales como el yoga, filosofías de la nueva edad, programas de los doce
pasos (i.e., alcohólicos y narcóticos anónimos) y otras prácticas relacionadas.
Muchos también encuentran la espiritualidad a través de la música, la poesía,
literatura, arte y la naturaleza. De igual forma también se utilizan en terapias donde
se trabajan técnicas de sanación. Estas son nuevas tendencias para la búsqueda de
la espiritualidad (Elkins, 1999).
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En la psicoterapia y en la consejería ha surgido un interés por los asuntos religiosos
y espirituales. Por tal razón se ha incorporado en algunos procesos de psicoterapia el
término de integración clínica. Según la definición de Hall y Hall (1997), citado en
Wolf & Stevens (2001), la integración clínica se refiere a la incorporación de
creencias, valores y métodos religiosos o espirituales en los procesos de la
psicoterapia, y como resultado se visualiza en una forma diferente al terapeuta, la
forma de entender al cliente y realizar la terapia. Wolf
(2001) argumenta que la
integración clínica de la espiritualidad y la religión puede tener efectos positivos en la
salud física y psicológica como en la depresión, ansiedad, ajuste y problemas
maritales. Por otra parte, la Asociación Psicológica Americana (APA) (1992) ha
destacado la importancia de incorporar la espiritualidad y la religión a la psicoterapia.
También ha reconocido en su Código de Etica que la religión es un componente de
diversidad cultural al igual que en el de la Asociación de Consejería Americana (ACA)
y en el de la Asociación Americana para la Terapia Familiar y de Matrimonio (AAMFT)
(Wolf
., 2001). En un estudio realizado por Cashwell, Young, Cashwell & Belaire
(2001), se examinó la importancia de incluir el proceso espiritual en el proceso de
consejería. Cashwell
(2001), concluyó que un acercamiento espiritual puede ser
igualmente efectivo que una psicoterapia para la depresión que haya sido estudiada.
A pesar de este nuevo surgir, históricamente la psicología y la ciencia han rechazado
los estándares religiosos y/o espirituales (Wolf
, 2001). La psicología por su
parte ha tratado a través de los años de distinguirse como una ciencia. En un
principio no se utilizaban conceptos religiosos o espirituales ya que se consideraba
que no eran observables ni medibles objetivamente, por lo tanto no se estudiaban.
Esta visión ha llevado a través de los años a que exista una barrera para practicar
efectivamente la psicoterapia utilizando unos elementos espirituales o religiosos.
Muchos terapeutas desconocen y no están debidamente preparados para trabajar
asuntos relacionados con estas perspectivas. Además pueden existir barreras
personales (i.e., estereotipos preconcebidos) que limiten a algunos terapeutas a
integrar la espiritualidad o la religión a su práctica clínica. Estas barreras han ido
cambiando en los últimos años debido a la influencia que ha tenido en la profesión de
la psicoterapia los descubrimientos físicos, cambios en la filosofía de las ciencias, el
nuevo interés de la sociedad en el fenómeno de la espiritualidad y estudios
realizados sobre la religión y la salud mental (Richard
#, 1997). Tal es así que,
en un estudio donde se compara la relación entre religión y salud mental, se
encontró una relación positiva entre las creencias religiosas y el bienestar en general
(Longo & Peterson, 2002).
En el campo de la psicología, la psicoterapia, además de poseer una dimensión
científica, posee un alto contenido moral y religioso (Bergin, Payne & Richards,
1996). Los psicólogos practicantes y científicos son seres humanos, por lo tanto las
actividades realizadas como profesionales están conectadas a todas las dimensiones
de la persona lo cual incluye sus creencias religiosas tal y como son. Los valores del
psicólogo y del cliente deben tomarse en consideración en una relación terapéutica.
En las últimas décadas ha cambiado la premisa de que la psicoterapia debe estar
libre de valores, o ser neutral. En la actualidad se recomienda que los valores sean
discutidos abiertamente entre los participantes de la terapia (Shafranske & Malony,
1990). Se ha encontrado que expresar abiertamente valores tanto religiosos como
espirituales, ha afectado positivamente la relación entre la salud mental y personas
comprometidas con la religión (Shafranske
, 1990). El terapeuta debe conocer
sus valores y hasta qué punto éstos deben ser revelados a sus clientes. Puesto que
la meta principal es establecer mayor libertad personal al cliente en un ambiente
terapéutico, no haciendo que éste se limite a aceptar las creencias personales del
clínico si éstas le son manifestadas, es necesario tener una introspección de lo
anterior. Por tal razón el acercamiento religioso que se ofrece en terapia es uno
sensitivo, responsable y profesionalmente competente. La apertura a los valores
religiosos y espirituales ha exaltado nuevos asuntos relacionados al entrenamiento
profesional y a la competencia para lidiar con respeto estas dimensiones del ser
humano (Bergin
, 1996).
Las guías de ética de los profesionales de la salud mental promueven el respeto a las
diferencias individuales en cuanto a los valores. En las guías de ética de la APA
(1992), principio C, dice que los psicólogos deben respetar la dignidad, los derechos
y los valores de las personas. Todo individuo tiene derecho a la privacidad, la
confidencialidad, la autodeterminación y la autonomía. Los psicólogos deben estar al
tanto de las diferencias de papeles sociales, culturales e individuales, incluyendo la
edad, sexo, raza, etnicidad, origen nacional, religión, orientación sexual,
incapacidad, lenguaje y estatus económico. Es un hecho que la práctica de la
psicología es un proceso donde se involucran los valores y todos los psicoterapeutas
de una forma u otra expresan sus valores. Esta apertura puede ser positiva o
negativa dependiendo del grado y la forma en que se expresan los mismos.
Los terapeutas que utilizan estrategias espirituales no están en mayor riesgo de
violar las guías éticas de la profesión (Richards
., 1997). Sin embargo, es
importante que el terapeuta tenga en cuenta, antes de realizar alguna intervención
espiritual, que sólo debe utilizar esta estrategia para uso único de las necesidades
del cliente, no promoviendo su agenda personal o creencias individuales y evitando
hacer proselitismo. Se deben considerar el papel del terapeuta, el lugar de la terapia
y la razón por la cual el cliente busca ayuda para promover una terapia
espiritualmente sensitiva (Chappelle, 2000).
La estrategia espiritual enfatiza en que el terapeuta en un momento adecuado en la
terapia de a conocer sus valores de forma explícita. Esto hace que no se impongan
los valores del terapeuta de forma inadecuada, aunque siempre existe el peligro de
que esto suceda. Por tal razón, Bergin
, (1996) expone que es necesario brindar
mayor atención en el adiestramiento clínico a los aspectos filosóficos, éticos y a las
dimensiones de la psicología. Se debe hacer más esfuerzo para incrementar el
conocimiento de la dimensión de los valores, la metafísica y la moral en las teorías y
la práctica clínica. Estas diferencias requieren sensibilidad, adiestramiento y especial
atención. También manifiestan que debe existir honestidad hacia el público por parte
de los clínicos acerca de la expresión de valores en la salud mental. Esto es
necesario para que las personas no malinterpreten la práctica de la psicología. El
terapeuta debe evitar exponer sus valores a través de enseñar o persuadir al cliente
que su ideología o creencia religiosa o espiritual es la más correcta.
Otra forma es que el terapeuta abiertamente refiera que las creencias y valores de
su cliente son perjudiciales o erróneos. Para evitar esto se recomienda que durante
la terapia no se reparta material o literatura que tenga el propósito de convertir a los
clientes a las creencias del terapeuta. Es favorable que antes de comenzar alguna
intervención religiosa o espiritual se le ofrezca a la persona una descripción clara de
la intervención y como ésta puede ser de beneficio (Chappelle, 2000). Si las
creencias tanto del terapeuta como las del cliente no pueden mantener concordancia,
entonces es preferible que el terapeuta considere realizar un referido.
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La perspectiva espiritual así como los valores expuestos dentro de la terapia tienen
implicaciones en cómo el clínico conceptualiza la personalidad humana y los procesos
de cambio que surgen durante el crecimiento, desarrollo y sanación. Los asuntos
religiosos y espirituales para muchas personas son una parte integral del desarrollo
de sus vidas. Este desarrollo puede ser espiritual, moral, cognitivo y psicosocial
(Burke, Hackney, Hudson Miranti
1999). Estos factores van a depender unos
de otros para establecer una salud mental positiva.
La relación entre salud mental y espiritualidad/religiosidad no siempre ha sido
positiva. Exline, Yali & Sanderson (2000) han indicado en su estudio que la tensión
religiosa está asociada al estrés psicológico. Este estrés se visualiza en forma de
depresión y suicidio. La mayoría de las personas presentan una visión de Dios
positiva pero otras pueden verlo como un ser punitivo, que castiga por los pecados
cometidos. Esta visión de Dios en combinación con conflictos religiosos puede hacer
que la persona no se sienta aceptada. Además, en algunas ocasiones, el tema de la
religión puede ser controversial entre personas de diferentes creencias. Esto significa
que la religión no siempre une a las personas, lo que puede provocar discordia social
y por lo tanto podrían desarrollarse síntomas depresivos u otras patologías en
personas
vulnerables.
La depresión no sólo va a ser causada por problemas interpersonales sino que esta
alineación social puede llevar a la persona a conductas suicidas. Existe literatura que
aporta la asociación entre la tensión religiosa y la depresión y el suicidio. Exline
(2000), predicen en su estudio que esta asociación existe en la persona sin importar
el nivel de religiosidad. Su razonamiento es que la tensión religiosa es parcialmente
dependiente del bienestar religioso y de la religiosidad en general.
Para unas personas puede ser confortante mientras que para otras puede ser
estresante.
En su estudio Exline
(2001), concluyó que algunas percepciones religiosas, en
especial aquellas que envuelven sentimientos de culpa y alienación, pueden ser un
factor en la tensión religiosa. Esta tensión puede coexistir con prácticas y creencias
religiosas que están asociadas con esperanza y bienestar. A pesar de que las
personas experimentan mayor bienestar que tensión dentro de la religión, la tensión
religiosa continuaba siendo un factor asociado con depresión y suicidio. La depresión
y el suicidio por su parte podrían estar correlacionados con otros aspectos de la vida
de la persona que los hace tener mayor vulnerabilidad con respecto a los asuntos
religiosos.
La relación que tiene la espiritualidad con la salud mental va a depender de la
persona. Según Gartner (1991), de 27 estudios 22 han encontrado que asistir a
servicios religiosos afecta de forma positiva la salud física. Por lo tanto, sufren menos
de muertes por problemas cardiacos, pulmonares, cirrosis en el hígado y suicidio
(Koenig, Hays, Larson & George, 1990). Esto también puede ser el resultado de que
estas personas que asisten a servicios religiosos tenían menos conductas
perjudiciales para la salud como fumar e ingerir bebidas alcohólicas. Además se
encontró que las personas que poseen buena salud acudían más a servicios
religiosos que los enfermos. Esto es a causa de que su enfermedad dificultaba la
asistencia. La asistencia a servicios religiosos también ha sido asociada
positivamente a la abstinencia de sustancias controladas (Shafranske, 1996). En
cuanto al abuso del alcohol se ha encontrado que los judíos poseen la tasa más baja
de alcoholismo, en comparación con los católicos que poseen la más alta. En un
estudio realizado en Puerto Rico por Gartner, Hohman, Larson, Canino & Allen
(1988), citado en Shafranske (1996), se encontró que las personas que proclamaron
ninguna afiliación a alguna entidad religiosa poseían mayor tasa de alcoholismo. En
este estudio, los hombres fueron los que reportaron mayor consumo de alcohol y
ninguna
afiliación
religiosa.
Benson & Stark, (1997) realizaron estudios sobre la respuesta de la relajación
fisiológica y encontraron un efecto positivo de la mediación en la salud. Estos
reportaron que las personas que aumentaron su espiritualidad luego de meditar
tenían más beneficios positivos en su salud que los que no buscaban una
espiritualidad activa.
El compromiso religioso ha demostrado su efectividad en mejorar el funcionamiento
psicológico y el bienestar del ser humano. Diferentes estudios han demostrado
evidencia que la religiosidad está asociada a bajos niveles de síntomas depresivos,
menos ansiedad, menos suicidios y menor mortalidad (Koenig
., 1999). También
se reportó que personas con creencias religiosas presentaban menos impulsos
suicidas y una actitud negativa hacia esta conducta (Shafranske,1996). Según
Robinson (2000), la asistencia a la Iglesia puede predecir mejor la tasa de suicidio
que cualquier otro factor.
Muchos investigadores han enfocado sus estudios en el compromiso religioso en vez
de la integración religiosa. La clave en la asociación de religión e ideas suicidas es la
frecuencia en que una persona asiste a los servicios religiosos en vez de la
denominación de una religión en particular. La literatura acerca de la religiosidad y el
suicidio apoyan la hipótesis de que la asistencia a la iglesia correlaciona
favorablemente con el suicidio. Por lo tanto, las religiones en donde sus fieles asisten
a los servicios religiosos tienen la mayor influencia preventiva del suicidio (Siegrist,
1996). El mismo Siegrist (1996), evaluó el efecto de los dos factores: asistencia a la
iglesia y denominación religiosa, con la actitud hacia el suicidio en diferentes
sociedades y religiones como católicos, protestantes y personas sin ninguna afiliación
religiosa que presentaban una opinión diferente sobre el suicidio. Los resultados de
este estudio proveyeron evidencia de que la religión afecta la actitud acerca del
suicidio que tienen los creyentes. La visión sobre el suicidio también se vio afectada
por la afiliación religiosa. La ideación suicida por su parte estuvo influenciada tanto
por la asistencia a la iglesia como por la denominación religiosa. A través de este
estudio se llega a la conclusión que la religión en general interviene en la ideología
suicida de forma favorable.
Por otro lado se ha encontrado que la asistencia a servicios religiosos y el apoyo
social están positivamente asociados con el bienestar de la persona, aunque en
algunas ocasiones se ven amenazados por la depresión. Las personas con
enfermedades mentales reciben normalmente poco apoyo social por lo que se
sienten solas y aisladas. La asistencia a los servicios religiosos es una forma de
apoyo social y de contacto interpersonal. Por tal razón se presume que la asistencia
a los servicios religiosos aumenta el apoyo social.
Existe bases, tanto clínicas como de investigación psicosocial, que demuestran el
potencial positivo de la espiritualidad en, por ejemplo, la recuperación y la
rehabilitación de pacientes psiquiátricos (Fallot, 2001). En muchas ocasiones los
profesionales de la salud mental se han preguntado si el papel de la espiritualidad es
positivo en pacientes con trastornos tales como esquizofrenia, trastorno
esquizoafectivo, bipolar y depresión mayor. Esta preocupación se basa en que
muchos delirios y alucinaciones pueden tener contenido religioso, además de que la
rigidez de algunas creencias y rituales podrían incrementar los síntomas. Por otro
lado, el papel de la espiritualidad influye en la salud y sirve para lidiar con el estrés,
disminuyéndolo. Lo estipulado nos conciencia sobre la importancia de tomar en
cuenta los factores culturales del individuo y su sistema de valores, especialmente
los religiosos y espirituales.
La preocupación religiosa al extremo se puede considerar como un desorden mental.
El contenido cultural de la persona puede contribuir en el contenido de los síntomas
como alucinaciones y delirios. Los asuntos religiosos no son considerados por sí solos
como un desorden mental pero sí merecen atención clínica. El DSM IV (1994)
estableció un código V62.89 para establecer problemas religiosos o espirituales.
Personas con problemas mentales pueden expresar síntomas parecidos a una
persona sin problemas mentales severos. Muchas personas expresan preocupación
por el significado de la vida, culpabilidad por actos cometidos, pérdida de fe o
soledad. Por tal razón es importante conocer el historial y la cultura de la persona
para poder distinguir estos problemas de trastornos más severos.
Según Fallot (2001), en muchas culturas la espiritualidad y la religión son factores
importantes para entender las dificultades personales y poder distinguir entre lo que
es normal y lo que no lo es. En algunas culturas puede ser aceptable que sus males
provengan de espíritus, como para otras esto no ser normal. La expresión religiosa
cambia de cultura en cultura como también de religión en religión. Este no es el
único factor para poder establecer un juicio adecuado sobre el individuo; sin
embargo, es necesario tomarlo en consideración tal y como hemos demostrado. Es
importante tomar en cuenta el funcionamiento total de la persona, las habilidades
sociales, familiares, aspectos psicológicos y biológicos. Tomando en cuenta estos
factores, el clínico puede ejercer un juicio adecuado que sirva para el reconocimiento
de psicopatología y mejorar su proceso de evaluación clínica.
Se ha encontrado que el compromiso, las creencias y las prácticas religiosas son
igualmente fuertes en pacientes psiquiátricos como en los no psiquiátricos. Muchas
personas con problemas mentales utilizan la espiritualidad y la religión como recurso
de ayuda para trabajar con sus problemas (Hintikka
, 1998). Sullivan (1998),
citado en Fallot, (2001), realizó una serie de entrevistas a personas diagnosticadas
con enfermedades mentales que no habían sido hospitalizadas en un periodo de dos
años. En estas entrevistas se encontraron tres factores espirituales que
contribuyeron a la rehabilitación de estas personas. Primero se encontró que la
espiritualidad jugó un papel importante al lidiar con el estrés y en la toma de
decisiones. De igual forma, la oración ayudó a rechazar actividades negativas como
el consumo de sustancias controladas. Luego se encontró que el involucrarse en
círculos religiosos aumentó el apoyo social y emocional. Por último, la espiritualidad
refuerza en la persona el sentido de coherencia y de bienestar. Es por esto que la
espiritualidad en muchas ocasiones se considera como un elemento clave para la
rehabilitación.
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La espiritualidad se ha comenzado a utilizar en servicios para la rehabilitación
psiquiátrica (Fallot, 2001). El primer paso que se toma para utilizar la espiritualidad
como recurso terapéutico es realizar una evaluación espiritual. La evaluación
espiritual se realiza para aportar al terapeuta un entendimiento de cuál es la visión
espiritual del individuo y como ésta afecta los asuntos y las relaciones de este
individuo (Powell Standard, Singh Sandhu & Painter, 2000). Se utiliza para que el
terapeuta pueda diferenciar entre problemas mentales con contenido religioso y
aquellos problemas psicoespirituales que no se atribuyen a desórdenes mentales.
Además
ayuda
a
determinar
qué
pensamientos
orientados
a
la
espiritualidad/religiosidad son saludables o no saludables y como están afectando los
problemas que presenta.
La psicoterapia espiritual no es indicada para todos los clientes o problemas. Sería
contraindicado y perjudicial realizar una intervención espiritual con clientes con
delirios o alucinaciones severas, psicóticos u obsesivos compulsivos. Otro beneficio
que tiene la evaluación espiritual es que puede ayudar al terapeuta a determinar si el
cliente tiene dudas o preocupaciones en un nivel espiritual que se puedan trabajar en
terapia (Richards
. 1997).
La evaluación facilita al clínico tener un mayor entendimiento del problema y poder
realizar un diagnóstico y un plan de tratamiento adecuado, por lo que se considera
de mucho valor en hospitales psiquiátricos. Fitchett (1993), citado en Fallot, (2001)
realizó una evaluación en donde utilizó siete dimensiones: el significado y creencias
(cómo la persona desarrolla su significado y propósito en la vida); la vocación y sus
consecuencias (cómo la persona entiende sus obligaciones y el resultado de
realizarlas o no); experiencias y emociones (el tono afectivo de la vida espiritual de
la persona); valentía y crecimiento (cómo la persona expresa el cambio y la duda);
rituales y práctica (cómo la persona establece sus creencias); comunidad (cómo la
persona interacciona con grupos); autoridad y guía.
Las siete dimensiones que presenta esta evaluación son de beneficio ya que se
enfocan mayormente en las funciones de las creencias, más que en su contenido.
Además la evaluación espiritual va más allá de una evaluación de síntomas, por lo
que ayuda a explorar áreas significativas para la recuperación del paciente, siendo
de gran ayuda en lugares con diversidad de creencias y culturas. Por consiguiente, la
necesidad de que se pueda medir dichos conceptos es imperiosa. A tales efectos,
existen diferentes instrumentos que miden diferentes vertientes del concepto
espiritualidad, entre ellos, el de bienestar espiritual. Uno de estos instrumentos es la
Escala de Bienestar Espiritual de Ellison (1983). La misma ofrece una medida de la
calidad de vida y también es apoyada por la relación positiva y consistente que se ha
observado con medidas de auto estima, y la relación negativa entre bienestar
espiritual y soledad. La Escala de Bienestar Espiritual (SWBS) consta de 20
aseveraciones de auto reporte con dos sub escalas (Bufford, Pauloutzian & Ellison,
1991). La sub escala de Bienestar Religioso (RWB) contiene 10 aseveraciones
referentes a Dios y a la evaluación de la dimensión vertical de la espiritualidad. La
sub escala de Bienestar Existencial (EWB) incluye 10 aseveraciones que miden la
dimensión vertical de bienestar que se relaciona al propósito de vida y la satisfacción
de vida. Cada aseveración medida por la modificación de 6 puntos de la escala
Likert fluctúa entre completamente de acuerdo a completamente desacuerdo
(Bufford et al ,1991). La evaluación espiritual es importante para el beneficio del
paciente que busca una satisfacción espiritual y que siente que puede afectar su
bienestar tanto psicológico como espiritual. Luego de realizar una evaluación por
medio de estas escalas, en donde se presentan cuáles son las creencias del cliente y
si éstas intervienen de forma positiva o negativa; se crean intervenciones en grupo
que van dirigidas a discutir los asuntos religiosos y espirituales. En la terapia grupal
las personas tienen la oportunidad de responsabilizarse y enmendar conductas
pasadas que han herido a otras personas.
Las terapias espirituales pueden promover el crecer en la fe practicada por el
sujeto y fortalecer el compromiso en sus valores y creencias religiosas.
Las intervenciones expuestas por Richards
(1997) buscan el crecimiento
interior del ser humano. Estas intervenciones de enfoque psicoespiritual han sido
utilizadas para trabajar casos de depresión, luto, conflicto matrimonial, abuso sexual,
baja auto estima, ideación suicida, desórdenes alimenticios y sexuales. Muchas
personas con problemas emocionales, como la depresión, carecen de esta fuerza
espiritual y de valor propio. Esto produce síntomas de soledad, desesperanza,
minusvalía y fracaso. Son estos mismos síntomas los que llevan a la persona a tener
pensamientos y conductas suicida. Las personas con ideología suicida en muchas
ocasiones tienen cogniciones negativas de sí mismas. Las intervenciones espirituales
pueden ayudar al individuo con problemas (i.e., ideas o conductas suicidas),
a buscar significado a su vida. El proceso psicoterapéutico en conjunto con el sistema
espiritual, ayuda al cliente en la búsqueda de su yo interior y permite que muchas
veces éste se fortalezca. Es un proceso de aprendizaje y crecimiento personal donde
el cliente tiene que estar dispuesto a recibir, pero también a abrirse para poder
desarrollarse y crecer. Con este propósito, el proceso psicoterapéutico centrado en
una intervención espiritual, ofrece la posibilidad de desear vivir, fortaleciendo el
"yo" y creando deseos de superación a través de la espiritualidad. En este proceso el
cliente también aprende a sentir y a expresar sus sentimientos. Este factor es
importante ya que esta expresión hace que la persona comience el proceso de
adaptación y sanación. Además, es una forma que el terapeuta posee para conocer y
entender las intenciones del cliente.
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Existe una diferencia entre las intervenciones religiosas y las espirituales. La
espiritualidad y la religiosidad son términos difíciles de diferenciar. Las
intervenciones religiosas son aquellas que están más estructuradas, conductuales,
cognitivas y ritualistas (Miller, 1999). Estas intervenciones exhortan al cliente a
asistir a la iglesia, a utilizar los recursos de esa religión, y a seguir con sus rituales y
tradiciones. Otra de las técnicas utilizadas en estas intervenciones incluye realizar
lecturas de las escrituras y en ocasiones interpretarlas. Las intervenciones
espirituales incluyen las experiencias, espontáneas y personales, así como técnicas
para orar, meditar, perdonar, utilizar imágenes espirituales que son significativas
para el cliente y realizar un diario espiritual (Richards
, 1997). Es importante
reconocer las diferencias ya que pueden facilitar y satisfacer las necesidades del
cliente. Las intervenciones espirituales han sido bien efectivas en terapia individual
para clientes adultos. Además también se han utilizado en terapias grupales y
terapia marital y familiar, aunque se utilizan con menos frecuencia en niños y
adolescentes quizás porque éstos están centrando y todavía desarrollando su grupo
de creencias espirituales.
En la terapia espiritual también se utilizan intervenciones de carácter afectivo,
conductual e interpersonal. Este tipo de intervenciones se utilizan dependiendo de la
necesidad o situación problemática del cliente. La intervención espiritual afectiva es
la designada para ayudar al cliente a cambiar sus sentimientos y emociones
religiosas o espirituales. Esta intervención se utiliza en pacientes vulnerables que
utilizan las emociones para resolver sus problemas. La espiritual conductual está
diseñada para ayudar al cliente a cambiar su conducta y su estilo de vida en un nivel
espiritual y religioso. Esta terapia es de beneficio para aquellos clientes que son
activos y tienen unas metas establecidas. La interpersonal ayuda a los clientes a
cambiar la cantidad y la naturaleza de su envolvimiento con las personas de su
comunidad religiosa. Esta intervención se utiliza por aquéllos que tienen buenas
destrezas sociales y que están abiertos a relacionarse con otras personas. La
espiritual cognitiva está descrita como que ayuda a los clientes a cambiar sus
creencias y su entendimiento religioso y espiritual (Richards
, 1997).
En la terapia espiritual se pueden utilizar técnicas de modelos ya establecidos como
lo es la terapia cognitiva, la existencial humanista y la psicodinámica. La terapia
cognitiva, por su parte, se dirige a aquellas creencias y asunciones que los clientes
religiosos traen a la terapia psicológica. El término cognitivo incluye creencias acerca
de sí mismo y de otros. También se refiere al diálogo interior que puede ser tanto
abstracto como de imágenes mentales (Propst,1996). El modelo cognitivo está
basado en que los pensamientos van a determinar cómo una persona siente y actúa.
Estas respuestas emocionales van a proveer una retrocomunicación continua
independientemente de si la persona está preparada para involucrarse en el medio
ambiente. Por lo tanto, el modelo cognitivo de psicoterapia presume que cambios
positivos en las distorsiones cognitivas y en los esquemas van a producir alivio a los
síntomas psicológicos (Engler, 1999).
La terapia cognitiva da importancia a las creencias de las personas y por esta razón
esta terapia ha sido aceptada por religiosos (Propst,1996). Los procesos cognitivos
en donde se modifican las asunciones del individuo se asemejan a algunos aspectos
de la expresión religiosa. La semejanza se encuentra en algunas ideas donde se
busca transformar esquemas con ideas presentadas en el pensamiento cristiano
(Propst,1996). Propst (1996), sugiere que la reestructuración cognitiva puede
definirse como un tipo de transformación espiritual de la mente. En un estudio que
realizó, encontró que la terapia cognitiva conductual fue significativamente efectiva y
que al finalizar el tratamiento los clientes habían experimentado reducción en sus
síntomas depresivos y de perfección, además de aumento de la auto estima y el
bienestar religioso y existencial. Por su parte, Miller (1999) dice que la terapia
cognitiva aporta a la fortaleza de la espiritualidad y a la calidad de vida. Además
señala que la espiritualidad debe ser promovida sin utilizar medios que sean de una
religión en específico para poder brindar mayor universalidad. Según Miller y Martin
(1988), citado en Bergin
(1996), la combinación de las técnicas conductual
cognitivas y espirituales ha demostrado ser eficaz para lidiar con trastornos
psicopatológicos. Por tal razón la integración de estas técnicas es de beneficio para
trabajar con pacientes con ideación suicida.
La terapia existencial es un marco teórico que se puede utilizar para trabajar con
personas con desórdenes depresivos o ideación suicida (Ivey & Downing, 1987). Esto
se debe a que el existencialismo está dirigido a desarrollar la existencia humana y a
reconocer los aspectos positivos de la vida (Ivey et al, 1987). La teoría
existencialista se funda en la creencia de que cada persona ve al mundo de forma
única y construye su propia realidad a través de su experiencia por el mundo. Por lo
tanto, las personas se conocen a sí mismas por su experiencia con el mundo. La
psicoterapia existencial trabaja con técnicas y preguntas que van dirigidas a la
esencia del ser humano, como son preguntas relacionadas con la naturaleza de la
ansiedad, el sufrimiento y la soledad. Según Schafranske (1996) estas
variantes pueden ser parte de las características de personas con desórdenes de
depresión o ideación suicida.
Según Corsini & Wedding (1995), la tarea del terapeuta en la terapia existencial es
entender al paciente y a su mundo y dirigirlo a ser responsable en la toma de
decisiones. El terapeuta debe ayudar al cliente a ponerse en contacto con sus
experiencias, a vivir en el presente y no en el pasado, a disminuir sus niveles de
ansiedad, a ser responsable por la construcción del mundo y por lo tanto, a ser
responsable en su toma de decisiones (Ivey
, 1987).
Otras técnicas que se pueden integrar al concepto de espiritualidad son las del
modelo psicodinámico (Richards
, 1997). El psicoanálisis es una terapia que
enfatiza en la importancia de las fuerzas del inconsciente en la vida mental. Por lo
tanto estudia las dinámicas del consciente como del inconsciente y promueve la
introspección. (Ivey
, 1987). El fundamento principal del psicoanálisis es la
búsqueda del placer y el rechazo del dolor (Corsini
, 1995). Este fundamento
podría ser de beneficio para los pacientes con ideación suicida ya que según
Shneidman citado en McIntosh (1995), los que intentan el suicidio son personas que
los caracteriza el dolor. Esta terapia también puede ser útil ya que promueve que el
paciente exprese libre y espontáneamente sus pensamientos y sentimientos en un
ambiente libre de críticas. El terapeuta es un observador receptivo que promueve la
introspección en el cliente a través de sus interpretaciones y que además está
consciente del poder de la transferencia en la relación psicoterapeútica. El proceso
psicoanálitico también puede ser beneficioso en los pacientes con ideación suicida ya
que entra en contacto con los conflictos intrapsíquicos de la persona. Estos conflictos
pueden ser trabajados a través del manejo de los mismos y los mecanismos de
defensa. La terapia psicoanalítica es un proceso largo, por lo que no es de beneficio
en terapia grupal.
*
C
*
Las dimensiones de espiritualidad y religión deben ser exploradas y consideradas al
momento de realizar intervenciones psioterapéuticas, sobre todo si el tipo de
creencias que pueda tener el sujeto afecta, positiva o negativamente, el bienestar
del individuo. Los terapistas deben ser culturalmente sensitivos a las
manifestaciones de elementos espirituales o religiosos, demostrando tolerancia y
comprensión hacia estas expresiones. Intervenciones psicoterapéuticas que tomen
en consideración los elementos religiosos o espirituales que un paciente expresa,
pueden
generar procesos
de
intervención
terapéutica favorables
que
promuevan la sanación, adaptación o felicidad de dichos sujetos.
Como hemos podido demostrar, los conceptos de espiritualidad, religión y salud
mental se han convertido en un factor de suma importancia al promover el desarrollo
y el bienestar personal. En las últimas décadas ha surgido un renacer en las
actividades espirituales y en cómo éste influye en el diario vivir de las personas. La
exploración de la espiritualidad ha llevado al individuo a buscar alternativas
instrumentales para llegar a este bienestar. Las intervenciones psicológicas que
toman en consideración lo anterior surgen como una alternativa eficaz ya que el ser
humano es un ente psico espiritual.
Teóricos de la personalidad como Allport (1950), Maslow (1970), Freud (1901), han
examinado el rol de la espiritualidad en el desarrollo del ser humano y han
cuestionado el impacto que tiene en la salud mental (Engler, 1999). Las
investigaciones realizadas han encontrado una asociación positiva entre la
espiritualidad /religiosidad y la salud mental. Estudios como los de Koening
,
(1990), Hitikka et al, (1998), Siegrist, (1996), Gartner, (1991), Martin, (1984),
Stack (1983), han comprobado que la asistencia a instituciones religiosas y el uso de
técnicas espirituales dentro de la psicoterapia han tenido un resultado favorable en
las condiciones mentales. La asistencia a servicios religiosos ha sido beneficiosa ya
que esto provee apoyo social al individuo y alivia los sentimientos de soledad y
aislamiento. Además, las técnicas utilizadas, tales como la visualización y
la relajación, tomando en consideración elementos religiosos, han sido de beneficio
al individuo en la búsqueda de su yo y de su integridad. Las técnicas espirituales
asisten al individuo en la búsqueda de un ser superior al igual que promueven un ser
interior saludable. Éstas también proveen fortaleza para aliviar el dolor emocional a
través del desarrollo de destrezas de manejo. Estos son factores esenciales para
promover la salud mental.
Según la revisión de literatura expuesta, las intervenciones espirituales pueden ser
utilizadas en combinación con diferentes técnicas psicoterapéuticas. Una de éstas es
la terapia cognitiva conductual y espiritual. Esta terapia ha demostrado ser eficaz
para lidiar con los trastornos psicopatológicos. La terapia cognitiva conductual va
dirigida a trabajar directamente con el sistema de creencias del individuo. Por esta
razón, la misma, ha sido aceptada por religiosos (Propst, 1996). Estas técnicas son
de mucha ayuda ya que contribuyen a una salud mental positiva. Debemos y
exhortamos a continuar explorando más profundamente las relaciones que puedan
existir entre religión, espiritualidad y sus efectos en la salud mental de diferentes
poblaciones, especialmente en el mundo Hispano, en el que existe una tradición
sumamente rica en los niveles religioso y espiritual.
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D *
*
:
*
*
+ +I
B
José Gutiérrez Maldonado
Universidad de Barcelona
Se exponen, en primer lugar, las principales teorías sobre la ansiedad como
componente de la personalidad normal. A continuación se resumen las principales
características de los trastornos de ansiedad. Una vez descrita la ansiedad clínica, se
exponen los principales hallazgos y teorías sobre las causas de la ansiedad
patológica, haciendo mención de modelos biomédicos, cognitivos y conductuales.
Posteriormente se discute acerca de la relación entre ansiedad y rendimiento, que no
siempre es negativa; terminando con un apartado en el que aparecen las principales
técnicas de intervención psicológicas sobre la ansiedad.
*
+ +I
B
La ansiedad es una sensación experimentada por todos, en mayor o menor medida,
en diferentes momentos de la vida cotidiana. Cuando se da con niveles moderados,
facilita el rendimiento, incrementa la motivación para actuar, anima a enfrentarse a
una situación amenazadora, hace estudiar más para ese examen que preocupa, y
mantiene alerta cuando se está hablando en público. En general, ayuda a
enfrentarse a las situaciones.
Pero si alcanza niveles exagerados, esta emoción normalmente útil puede dar lugar
al resultado opuesto: impide enfrentarse a la situación, paraliza y trastorna la vida
diaria. Los trastornos de ansiedad no son sólo un caso de "nervios". Son estados
relacionados con la estructura biológica y con las experiencias vitales de un
individuo. Con frecuencia son tendencias hereditarias, pero el aprendizaje juega un
papel decisivo en el control o la falta de control de las mismas. Cuando es excesiva y
no se controla, la ansiedad hace que el individuo sufra lo que en Psicopatología se
denomina un
.
Tiende a aceptarse cada vez más la idea de que el objeto de estudio de la
psicopatología son los trastornos mentales. De esa manera se intentan sortear los
problemas de estigmatización que conllevan términos como "anormal", o
adscripciones demasiado evidentes a determinados enfoques puestas de manifiesto
por expresiones como "enfermedad mental". Pero denominar trastornos mentales al
objeto de estudio de la psicopatología no resuelve todos los problemas, puesto que
se corre el peligro de dar a entender que se admite, implícitamente al menos, alguna
clase de dualismo mente cuerpo, estableciendo una separación más aparente que
real entre la patología mental y la patología somática. El problema más grave de
cualquier denominación que se emplee para referirse al objeto de estudio de la
psicopatología es que no existe una definición conceptual única (ni mucho menos
operacional) que se aplique de manera general a todos los trastornos; algunos son
definidos mejor por conceptos como "malestar", otros por conceptos como
"descontrol", "limitación", "incapacidad", "inflexibilidad", "desviación", etc. Cada uno
es un indicador útil para un tipo de trastorno mental, pero ninguno equivale al
concepto general. Es por ello que se adoptan soluciones de compromiso abarcando
todas esas posibilidades en definiciones como las que ofrece el sistema clasificatorio
de la Asociación Psiquiátrica Americana, DSM IV (APA, 1995, p. XXI):
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De manera similar, el
Organización Mundial
comportamiento o un
acompaña de malestar
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término general "trastorno" se usa en la clasificación de la
de la Salud, CIE 10, para señalar la presencia de un
conjunto de síntomas que, en la mayoría de los casos, se
o interfiere con la actividad del individuo (OMS, 1992).
Existen diferentes tipos de trastornos de ansiedad, cada uno con sus características
propias. Algunas personas se sienten ansiosas casi todo el tiempo sin ninguna causa
aparente. En otros casos las sensaciones de ansiedad pueden ser tan incómodas
que, para evitarlas, pueden llegar a suspenderse algunas actividades diarias. Otros
trastornos se caracterizan por sufrir ataques ocasionales de ansiedad tan intensos
que aterrorizan e inmovilizan.
Muchas personas entienden mal estos trastornos y piensan que deberían
sobreponerse a los síntomas que experimentan usando tan sólo la fuerza de
voluntad. El querer que los síntomas desaparezcan no da resultado, pero hay
estrategias que permiten aprender a controlar la ansiedad llevándola hasta niveles
razonables, y aprovechar su carácter activador como motivación para que, en lugar
de deteriorar el rendimiento, lo facilite.
En las páginas que siguen se estudiará la ansiedad normal y la ansiedad patológica;
se diferenciará la ansiedad que se experimenta en situaciones concretas, como un
estado transitorio, de aquella otra más relacionada con tendencias estables y
consistentes de conducta, es decir, con rasgos de personalidad. Diferentes
situaciones provocan diferentes grados de ansiedad. Situaciones de amenaza o
peligro suelen ser muy ansiógenas; también lo son en general las situaciones de
evaluación. Pero no todo el mundo reacciona con el mismo nivel de ansiedad en una
sitación dada. Hay personas que responden con tranquilidad en situaciones
complicadas, y otras a las que basta un peligro moderado para experimentar altos
niveles de ansiedad; otras incluso sienten ansiedad en ausencia de amenazas o
peligros objetivos. Las diferencias individuales juegan un papel muy importante en
las respuestas de ansiedad. Estas diferencias tienen que ver con la personalidad.
Cuando la ansiedad es exagerada y supone un obstáculo significativo para la vida
cotidiana (laboral, familiar, etc.), se habla de trastornos de ansiedad. Más adelante
se expondrá la clasificación de estos trastornos, se ofrecerán datos epidemiológicos,
se hablará de su evolución y se comentarán las técnicas de intervención apropiadas.
Las principales teorías que intentan explicar la ansiedad son de tres tipos: biológicas,
conductuales y cognitivas. Los modelos biológicos buscan las causas de la ansiedad
en los niveles bioquímico, psicofisiológico y neuroanatómico del organismo. Se
proponen a veces, en esos modelos, que determinados sistemas de neurotransmisión
funcionan inadecuadamente, ya sea por exceso o por defecto. Los neurotransmisores
son liberados por la neurona presináptica, a través de la cual se está desplazando el
impulso nervioso y, cuando son captados por la neurona postsináptica, hacen que
ésta transmita el impulso a otras neuronas conectadas con ella. Eso es lo que se
denomina neurotransmisión excitadora. Otros neurotransmisores hacen justo lo
contrario, es decir, impiden que el impulso nervioso pase de una neurona a otra.
Este segundo mecanismo se denomina neurotransmisión inhibidora. Hay teorías
biológicas que relacionan la ansiedad tanto con mal funcionamiento de la
neurotransmisión excitadora como de la inhibidora.
En niveles neurofisiológicos y neuroanatómicos se ha buscado la implicación de
determinadas áreas del cerebro en las respuestas de ansiedad. La amígdala, por
ejemplo, parece estar en la base de ésta, así como el sistema límbico y el sistema
septohipocámpico. Estas estructuras tienen relación con las emociones en general, y
con la ansiedad en particular. Algunas teorías proponen que en personas con
trastornos de ansiedad estas estructuras entrarían en funcionamiento con umbrales
de estimulación menores que en personas normales.
Algunos de los principios más sólidos de la psicología se han encontrado al estudiar
el aprendizaje. El condicionamiento clásico, el condicionamiento operante y el
aprendizaje por observación son procesos que se conocen en la actualidad con gran
profundidad, están en la base de modelos de muchas formas de comportamiento
normal y patológico. La ansiedad se explica desde estos modelos como el resultado
de la formación de hábitos desadaptativos, aprendizajes que han dado lugar a
conductas ineficaces o perjudiciales. No todo lo que se aprende es beneficioso para el
organismo. Si, ante una mala experiencia con determinado animal, se asocia éste
con consecuencias aversivas, en el futuro el sujeto tenderá a evitarlo y, si debe
enfrentarse a él, lo hará sufriendo elevados niveles de ansiedad. En este caso, la
adquisición de la fobia se explica bastante bien en virtud de las leyes que gobiernan
el condicionamiento clásico; aunque un modelo más completo considerará también
conceptos y principios correspondientes a otras formas de aprendizaje, tales como el
condicionamiento operante.
Se tratarán también algunas teorías de tipo cognitivo. Si las anteriores aludían a
mecanismos biológicos o conductuales, los modelos cognitivos van a proponer como
causas de la ansiedad formas de pensamiento inadecuadas. Tienen una estrecha
relación con las teorías conductuales que se acaban de comentar, porque también
presuponen que esas formas inadecuadas de pensamiento son básicamente
aprendidas. La diferencia estriba en que la conducta observable (motora) no es el eje
de la explicación, sino constructos no observables directamente (pensamiento,
atención, etc.). La "mente" se entiende en la mayor parte de estos modelos como un
sistema de procesamiento de información; algo formalmente similar a un ordenador,
pero de tipo biológico. Aquellos constructos pueden ser de diferentes tipos:
estructurales, cuando se refieren a la arquitectura del sistema de procesamiento
(memoria a corto plazo, memoria a largo plazo, etc); proposiciones, que son los
contenidos almacenados; procesos, para referirse a las operaciones que se realizan
con la información (codificación, almacenamiento, recuperación, etc.); y productos,
que son los resultados finales del procesamiento (imágenes, pensamientos, etc.).
Diferentes teorías cognitivas recurren a alteraciones en una o más clases de los
anteriores constructos para explicar la ansiedad y los trastornos de ansiedad:
memoria a corto plazo sobrecargada, sesgos en la codificación o recuperación de
información que hacen seleccionar con preferencia estímulos amenazadores (o
interpretar equivocadamente estímulos neutros como señales de peligro),
pensamientos automáticos inapropiados, etc.
Las teorías pertenecientes a esos tres niveles de explicación no son contradictorias,
sino complementarias. Cada modelo enfoca la ansiedad desde una perspectiva
diferente y, por tanto, considera distintas variables como causas posibles. Los
modelos son siempre representaciones simplificadas del referente real, de manera
que abstraen algunas características esenciales y eliminan otras. Inicialmente los
modelos de la ansiedad, como cualquier otro tipo de modelo científico, son muy
esquemáticos, consideran simultáneamente sólo unas pocas variables y, en
consecuencia, se parecen poco al referente real. Pero con el tiempo el avance de la
investigación hace que se puedan introducir más variables y el modelo se hace más
complejo y más parecido a la ansiedad real.
Los modelos animales de la ansiedad, por ejemplo, toman en consideración la
conducta motora y medidas fisiológicas, pueden así ser suficientes para explicar
algunos aspectos de la ansiedad humana, pero no todos. Se precisa complicarlos un
poco más para que incluyan variables como la conducta verbal o el pensamiento. La
ciencia avanza aquí, como en cualquier otro campo, acumulativamente. Puede haber
teorías que se contradicen, pero lo habitual no es eso sino que unas complementan a
otras. Integraciones interdisciplinares que incluyan variables bilógicas, conductuales
y cognitivas son las que permiten formular modelos y teorías más parecidos a la
ansiedad real, y con mayor poder predictivo. Pero no siempre se quiere formular
modelos complejos. A veces es mejor trabajar con modelos sencillos porque es más
fácil manejar unas pocas variables. Los modelos simples son elegantes, incluso
estéticos, y más fáciles de integrar con otros modelos de disciplinas afines. Sin
embargo, su capacidad predictiva en situaciones específicas es menor que la de los
modelos complejos.
Más adelante se hablará de la influencia de la ansiedad sobre el rendimiento. Como
se decía al principio, la ansiedad no siempre es perjudicial; de hecho es un
mecanismo normal de activación del organismo que le permite prepararse y
enfrentarse a situaciones que exigen un esfuerzo especial. En situaciones nuevas
puede no resultar adaptativo responder impulsivamente, dado que tal vez sea
necesario organizar una respuesta no del todo disponible en el repertorio de
conducta del sujeto. En esas circunstancias la ansiedad es adaptativa, puesto que
inhibe temporalmente el comportamiento motor y permite reestructurar
perceptivamente la situación para dar con la respuesta más adecuada. Una vez
encontrada ésta, la ansiedad puede proporcionar el nivel de activación suficiente
para ejecutar la respuesta con el control adecuado de todos los detalles. El problema
puede surgir cuando la ansiedad inicial no se transforma luego en esfuerzo, y el
sujeto permanece inmovilizado. Determinados niveles de ansiedad son positivos,
pero si son excesivos se convierten en perjudiciales porque no permiten el paso a la
acción una vez se ha reestructurado la percepción de la situación de manera
adecuada y se ha seleccionado la respuesta pertinente. El umbral a partir del cual los
niveles de ansiedad se convierten en perjudiciales varía en función de la situación.
Para acabar se expondrán algunas técnicas y procedimientos prácticos encaminados
a manejar la ansiedad ante diferentes situaciones de estrés. Entre las estrategias
generales para el control de la ansiedad se encuentran las que inciden sobre la
activación fisiológica, las que lo hacen sobre el autoconcepto y la autoestima, el
entrenamiendo en habilidades sociales y el entrenamiento en resolución de
problemas. La experiencia más llamativa para la persona que experimenta ansiedad
es la elevada activación fisiológica. Algunas personas explican que tienen dificultades
para respirar, otras que sienten su corazón latir fuerte y rápidamente, otras tienen la
sensación de marearse, la boca seca, dolor en el aparato digestivo, temblor en las
piernas, etc. Hay procedimientos para controlar estas reacciones hasta cierto punto,
pero más importante es el cambio de actitud que la persona que las sufre ha de
desarrollar ante ellas. Es más importante dejar de sentir temor ante estas reacciones
que intentar controlarlas. De hecho, muchas personas las buscan como fuente de
estimulación y para sentir que viven la vida con intensidad. Para ello practican
deportes de riesgo, se lanzan en paracaidas, suben a montañas rusas o buscan
conocer gente nueva. ¿Por qué intentar evitar esas sensaciones en lugar de aprender
a disfrutar de ellas, sin que interfieran con el rendimiento? No menos importante es
la intervención sobre la imagen que se tiene de uno mismo, y el juicio de valor que
se hace de ella, de manera que también se expondrán técnicas para modificar el
autoconcepto y la autoestima. En continuidad con lo expuesto en un apartado
anterior, se describirán ahora procedimientos para el aprendizaje de habilidades
sociales. Otro tipo de técnicas generales se encaminan al entrenamiento en
habilidades de resolución de problemas. La ansiedad puede aparecer cuando se
pretende resolver situaciones complicadas de una sola vez. Es mejor dividir una
tarea compleja en componentes más sencillos, y resolver cada uno de ellos por
separado o secuencialmente. Las habilidades implicadas en la descomposición de
problemas complejos en componentes simples pueden ser entrenadas.
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En psicología de la personalidad se denominan rasgos a las tendencias estables y
consistentes de comportamiento. Con ello se quiere decir que un individuo que
"tiene" tal rasgo, tiende a comportarse manera similar en diferentes momentos
(estabilidad) y en diferentes situaciones (consistencia). La persona con extroversión
tiende a ser sociable durante la mayor parte del día, y casi todos los días; y también
en diferentes entornos como el trabajo o una fiesta. La persona con elevada
ansiedad rasgo tiende a reaccionar con altos niveles de ansiedad en diferentes
momentos y en gran variedad de situaciones. En cambio, la persona con baja
ansiedad rasgo se mantiene tranquila habitualmente en casi todo momento y en la
mayor parte de situaciones.
El estado hace referencia a cómo se encuentra una persona en un momento dado. Es
el resultado de la interacción entre rasgo y situación, es decir, entre la predisposición
que viene dada por factores constitucionales, por un lado, y las características de la
situación, por otro.
Ambos conceptos (rasgo y estado) son interdependientes, pues las personas con un
elevado rasgo ansioso están más predispuestas al desarrollo de estados de ansiedad,
al interactuar con los estímulos ansiógenos del entorno. Spielberger (1966) describía
el estado de Ansiedad como un estado emocional transitorio caracterizado por una
percepción subjetiva de sentimientos de temor y una alta activación del Sistema
Nervioso Autónomo; aquellas situaciones que fuesen percibidas como amenazantes,
con independencia del peligro real, suscitarían estados de ansiedad. El rasgo de
ansiedad constituiría una predisposición, por parte del individuo, a percibir las
circunstancias ambientales como amenazantes y por tanto una tendencia a
responder, con frecuencia, con fuertes estados de ansiedad. Para Spielberger, el
mecanismo fundamental es, pues, la valoración cognitiva de amenaza que realiza la
persona a cerca de los estímulos externos (estresores) e internos (pensamientos,
sentimientos o necesidades biológicas). Los factores fisiológicos o constitucionales,
cognitivos y motivacionales que predisponen al individuo a hacer interpretaciones
amenazantes a cerca de la situación (rasgo), unidos al significado psicológico que
tienen ciertas características ambientales que se están produciendo en este
momento (situación), son ambos factores determinantes de la reacción ansiosa
(estado).
Desde una concepción multidimensional del rasgo, existirían diversos rasgos de
ansiedad específicos, cada uno caracterizado por su sesgo cognitivo propio. Así por
ejemplo, las personas con ansiedad interpersonal presentarían una tendencia a
percibir las situaciones sociales (o cualquier circunstancia que tuviese implícita una
evaluación social) como amenazantes, desencadenando sólo entonces su respuesta
emocional ansiosa. De la misma forma, los sujetos con alta ansiedad ante
situaciones de la vida cotidiana pueden mantener la calma en situaciones
extraordinarias, pero sufrir ansiedad ante situaciones corrientes.
Desde una perspectiva más constitucionalista los rasgos son entendidos como
características dela personalidad que, en gran parte, son hereditarias. Éstas
características se han relacionado a lo largo de la historia con la constitución física de
los organismos.
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Actualmente, para el especialista en la materia el concepto de personalidad engloba
tanto la inteligencia como el temperamento, pero el conjunto de fenómenos que
engloba el concepto de personalidad no estuvo siempre claro, produciéndose
desacuerdos entre los investigadores más relevantes.
La definición de personalidad puede estar sujeta a diferentes propuestas, pero lo que
subyace a las diversas concepciones es la referencia a aspectos relativamente
estables de la conducta. La estabilidad de la conducta es puesta de manifiesto
incluso por las teorías del estímulo respuesta, según las cuales aquella viene dada
por los procesos de aprendizaje (incluyendo aquí los procesos de generalización a
situaciones análogas a la de adquisición de la conducta). Pese a ello,
tradicionalmente se ha atribuído al conductismo un punto de vista opuesto al de la
estabilidad y la consistencia de la conducta.
El hábito se refiere a modos de conducta directamente enraizados en lo observable.
Un nivel superior de abstracción viene dado por el concepto de rasgo. La agrupación
de los hábitos da lugar a la construcción de una serie de propiedades disposicionales
que son los rasgos; así, se dice que una persona es honesta (tiene el rasgo de
honestidad) si en diferentes situaciones muestra modos de conducta relativamente
estables (hábitos) que permiten calificarlo como tal. Los rasgos deben diferenciarse
de los estados por cuanto éstos, pese a situarse en el mismo nivel de abstracción
que los rasgos, se definen por su caracter temporal. La distinción entre rasgos y
estados se debe a Allport (1937), quien definió los estados como "situaciones
temporales de la mente y el ánimo", aunque ya Marco Tulio Cicerón en el año 45 a.
de C. distinguía entre estos dos conceptos: "No todos los hombres que están en
algún momento ansiosos tienen un temperamento ansioso (...) al igual que existe
una diferencia entre la intoxicación y la borrachera habitual (o entre) ser galante y
estar enamorado.
Todavía a un nivel superior de abstracción al de los rasgos
y los estados se encuentran los tipos, que los griegos y
Kant conceptualizaban categóricamente pero que en la
actualidad tienen un significado análogo al de los rasgos
aunque de mayor inclusividad. Los rasgos corresponden a
lo que en análisis factorial se denominan factores primarios
y los tipos a factores secundarios, resultantes de las
correlaciones observadas entre rasgos.
Los tipos básicos se remontan a la distinción que hizo
Hipócrates, según el predominio de uno de los cuatro
humores corporales, entre sanguíneos, flemáticos,
coléricos y melancólicos. Wundt utilizó esta descripción
clásica de los tipos de temperamento, pero no de manera
categorial sino dimensional, y Eysenck, además, aportaría procedimientos de medida
de estas dimensiones. En la base de estas clasificaciones del temperamento se
encuentran, por lo tanto, las referencias a características corporales. Entre los
autores que han seguido esta tradición a lo largo de la historia se encuentran Porta
(1540 1615), Sulzer (1720 1779), Lavater (1741 1861), Carus (1789 1869), y Gall
(1758 1828), fundador de la frenología, disciplina que intentaba inferir a partir de la
forma exterior del craneo las características de las áreas cerebrales subyacentes,
consideradas como sede de diversos sentidos.
",
$
El tema de la relación entre las características corporales y el temperamento ha sido
abordado desde muchos años atrás, Eysenck (1970) ofrece una lista de los
principales autores y de sus respectivas clasificaciones:
Hipócrates
(430a.c.):
Habitus
apoplecticus Habitus
phitísicus
Halle
(1797):
Abdominal Muscular Cefálico
Rostan
(1828):
Digestivo Muscular Cerebral/respiratorio
Walker
(1852):
Nutritivo Locomotivo Mental
Carus
(1852):
Flemático Atlético Cerebral/Asténico
Wells
(1869):
Vital Motor Mental
Beneke
(1878):
Hiperplástico Normal Hipoplástico
Huter
(1888):
Tipo
comida Tipo
fuerza Tipo
sensación
Virenius
(1904):
Conectivo Muscular Nervioso/epitelial
Sigaud
(1914):
Digestivo Muscular Cerebral/respiratorio
Stockard (1923): Lateral Intermedio Lineal
Kretschmer (1921,1955), más recientemente, distinguió entre los tipos pícnico
(tronco pequeño y encorvado, extremidades cortas, cabeza grande y redonda),
leptosomático (tronco y extremidades delgadas, rostro estrecho y puntiagudo,
tendinoso) y atlético (tronco trapezoide, osamenta y musculatura pronunciadas,
manos y pies grandes, rostro perfilado).
Relacionó cada uno de estos tipos con la propensión a padecer determinados tipos de
enfermedades mentales (pícnicos con trastornos maniaco depresivos, leptosomáticos
con esquizofrenia y atléticos con epilepsia); por ello, asignó a los pícnicos un
temperamento "ciclotímico", a los leptosomáticos "esquizotímico" y a los atléticos
"viscoso". Se propuso incluso un índice para sustituir la categorización a ojo de la
apariencia corporal por un criterio objetivo (índice de Wertheimer Hesketh: longitud
del esqueleto por 100 / perímetro por profundidad por altura torácica); o el índice de
Piguet: altura (peso+ perímetro torácico).
Otro autor, Sheldon, formuló una nueva tipología, aunque equivalente a la de
Kretschmer, en la que se diferenciaba entre endomorfos, ectomorfos y mesomorfos,
atribuyéndoles respectivamente los temperamentos viscerotónico, cerebrotónico y
somatotónico, siendo los dos primeros análogos a los temperamentos ciclotímico y
esquizotímico, respectivamente, y caracterizando al somatotónico por la tendencia al
esfuerzo y a la actividad enérgica, al viscerotónico por la laxitud y la complaciencia y
al cerebrotónico por las tendencias introvertidas e intelectuales. Los resultados de
algunos estudios mostraron que la psicosis maniaco depresiva se asociaba con el
tipo endomorfo, la esquizofrenia con el ectomorfo y la paranoia con el mesomorfo
(Eysenck, 1970).
De todas las tipologías, las de Kretschmer y Sheldon han
sido, sin duda, las más influyentes. Sheldon, en particular,
tiene el interés de que introduce una concepción
dimensional, considerando que el tipo corporal es el
resultado de la influencia de los tres componentes en que se
basa su clasificación, y utiliza una escala de 1 a 7 para
describir la importancia de cada uno de estos componentes
en la determinación de la constitución física total; así el tipo
711 corresponde a una persona con dominancia del
componente endomorfo y ausencia de los componentes mesomorfo y ectomorfo. En
teoría, por tanto, existen 343 posibilidades de combinación de estos componentes,
aunque Sheldon informa que únicamente ha encontrado 76 en la realidad. Otros
índices introducidos por Sheldon son el índice "d", que se refiere al grado de
inconsistencia en la mezcla de los tres componentes básicos en diferentes regiones
del cuerpo; el índice "q", que se refiere al grado en que una constitución física
presenta rasgos asociados ordinariamente al sexo contrario; y el índice "t", que se
refiere a variaciones textuales.
Otros investigadores, como Ekman, se interesaron por la posibilidad de reducir la
tipología tridimensional de Sheldon a una bidimensional. Todos ellos llegaron, a
partir de sus análisis de correlaciones, a la conclusión de que era posible reducir las
dimensiones básicas a dos, puesto que el tipo endomorfo y el mesomorfo no
aparecían como factores independientes sino como manifestaciones opuestas de un
mismo factor.
La línea de investigación en este campo, fundamentada en el análisis factorial de
medidas corporales, se diferencia, por cuanto hace uso principalmente de datos
empíricos, de la intuitiva y, en gran parte, subjetiva, de Sheldon y sus predecesores.
Eysenck (1970) destaca en este área de la antropometría a Spearman (1927).
Los
factores
más
contrastados
empíricamente
permiten
representar
esquemáticamente el cuerpo humano como un rectángulo que puede describirse a
partir de las medidas de altura y anchura. Un índice que se deriva de estas medidas
puede ser, por ejemplo, la multiplicación de la altura por la anchura.
Eysenck (1947) supuso que los introvertidos altos en neuroticismo (distímicos)
deberían tener mayor tendencia al tipo endomorfo que los extrovertidos altos en
neuroticismo (histéricos) y obtuvo resultados que coincidían con estas predicciones.
Los estudios sobre la relación entre constitución física y temperamento han
proliferado, como se ha visto, desde los inicios de las investigaciones sobre la
personalidad. Una de las características de la evolución histórica de esos estudios,
como de la psicología de la personalidad en general, ha sido el progresivo abandono
de las concepciones categoriales y su sustitución por las dimensionales. Los
representantes más destacados de las teorías dimensionales de la personalidad han
sido J.P. Guilford, R.B. Cattell y H.J. Eysenck. Tienen en común que ofrecen sistemas
descriptivos generales de la personalidad basados en el análisis factorial, es decir,
que intentan detectar todos los ámbitos de la conducta y mostrar la estructura y
dependencia recíproca de las dimensiones descritas. Les diferencia, no obstante, su
mayor o menor tendencia a limitarse a un enfoque puramente empírico del problema
o a recurrir a la formulación de teorías explicativas y, por tanto, a la proposición de
mecanismos fundamentalmente biológicos de la personalidad.
Otros autores menos citados, pero que según Eysenck y Eysenck (1987) son los
auténticos pioneros en este modo de hacer (los primeros en utilizar correlaciones
para medir factores de personalidad, los primeros en utilizar tests objetivos de
laboratorio, etc.) son Heymans y Wiersma, quienes ya en 1909 descubrieron dos
factores equivalentes a los factores posteriormente establecidos por Eysenck de
extroversión y neuroticismo.
Los trabajos de Heymans y Wiersma fueron continuados por la escuela de Spearman.
J
!!
+
@ I
* SI:
I
Los investigadores más relevantes de la ansiedad desde
el enfoque de la personalidad son, sin duda, R.B. Cattell
y H.J. Eysenck. El objetivo inicial de las investigaciones
de Cattell sobre la ansiedad era dilucidar si este
constructo tenía un carácter unidimensional o, por el
contrario, multidimensional. Entre 1948 y 1960 se
realizaron bajo su dirección una larga serie de trabajos
en los que se tomaron, mediante pruebas objetivas
aplicadas en grupos heterogéneos de personas, medidas
de variables que tradicionalmente se habían considerado
como indicadores de ansiedad (poca firmeza de la mano,
incapacidad de mirar a los ojos a otras personas,
sensación de vacio en el estómago, irritabilidad, tensión
muscular, disminución de la concentración, elevada
respuesta eléctrica de la piel, etc.). Las correlaciones
entre estas medidas tendían a ser fuertes y positivas, y
apuntaban hacia la existencia de un único factor de ansiedad.
Otro foco de interés de R.B. Cattell y sus colaboradores fue ver cómo emergía la
ansiedad a partir, no ya de medidas objetivas del comportamiento, sino del relato
introspectivo que el sujeto da de sí mismo al responder un cuestionario. Entre los 16
factores de personalidad extraídos mediante cuestionario parecía haber varios cuyo
contenido se asemejaba al concepto de ansiedad. Ello planteaba un problema,
puesto que parecía una contradicción que entre las medidas objetivas apareciera un
único factor de ansiedad mientras que entre los datos de autoinforme se extraían
varios factores con ese mismo contenido. No obstante, al calcular las correlaciones
entre estos factores primarios obtenidos en las medidas de autoinforme y analizarlas
factorialmente sí que aparecía un solo factor de ansiedad.
Esta manera de analizar la ansiedad correspondería a un concepto de la misma como
rasgo de personalidad. Pero R.B. Cattell, además, estaba interesado en el estudio de
la ansiedad como un estado fluctuante, que varía en la misma persona en diferentes
momentos. Esta cuestión también fue explorada mediante la técnica del análisis
factorial; ahora lo que había que correlacionar eran las medidas de ansiedad
tomadas en las mismas personas en diferentes momentos. Si las diferentes medidas
se refieren a un único constructo, entonces todas ellas deben variar de la misma
manera a través de la serie cronológica. Esto fue exactamente lo que se encontró.
Según la distinición entre ansiedad rasgo y ansiedad estado, la intensidad de la
ansiedad experimentada por un individuo en un momento dado (estado de ansiedad)
depende de la interacción entre el grado de estrés presente en la situación y la
susceptibilidad del individuo a la ansiedad (rasgo de ansiedad). En consecuencia, el
estado de ansiedad se ve afectado directamente por el estrés situacional, pero no
ocurre lo mismo con el rasgo de ansiedad. Éste es una predisposición estable (en el
tiempo) y consistente (en situaciones similares), más relacionado con determinantes
de tipo hereditario, especialmente con la constitución fisiológica del organismo.
$
"P
Las dimensiones de neuroticismo (N) y extroversión (E) fueron establecidas a partir
de evaluaciones que diferentes técnicos hicieron sobre 700 soldados con diagnóstico
de neurosis durante la segunda guerra mundial (Eysenck, 1947).
El análisis factorial descubrió cuatro factores y los dos más
importantes
fueron
denominados
neuroticismo
y
extroversión. En trabajos posteriores se analizaron
también personas normales y se utilizaron además
cuestionarios y tests objetivos, extrayendo de nuevo los
dos factores mencionados. La extroversión se caracteriza
por rasgos como sociabilidad, búsqueda de animación,
espontaneidad, tendencia al riesgo, impulsividad etc. En el
polo opuesto, la introversión se caracteriza por
introspección, planificación, cautela, autocontrol, etc.. Los
altos en N por la labilidad emocional, trastornos somáticos
propios de la ansiedad como el insomnio, dolor de espalda,
cefálgias, preocupaciones, etc.; y los bajos en N por la
estabilidad emocional, despreocupación, etc.
La base biológica del neuroticismo está en el cerebro
visceral o sistema límbico (hipocampo, amígdala, cíngulo e hipotálamo).
El sistema límbico tiene conexiones con el tálamo, con la corteza cerebral y con la
formación reticular. Las personas con puntuación alta en N se caracterizarían por
umbrales bajos de excitación de las estructuras del sistema límbico, y las personas
estables, en cambio, por umbrales altos; en consecuencia, los inestables necesitan
menores intensidades de estímulación que los estables para provocar la activación de
este sistema.
A nivel neuroanatómico, la estructura responsable de las diferencias en E es la
formación reticular (más concretamente, el sistema reticular activador ascendente
SRAA ) cuyo umbral de excitación es menor en los introvertidos que en los
extrovertidos; ello hace, por ejemplo, que los extrovertidos prefieran, en general,
una mayor intensidad de estimulación que los y que su tolerancia a los estímulos
dolorosos sea mayor.
La contrastación experimental de la teoría de Eysenck ha dado lugar a una gran
cantidad de investigaciones, sobre todo relacionadas con la dimensión de
extroversión, en diferentes áreas. Así, se comparan extrovertidos e introvertidos en
variables referentes a la influencia farmacológica como el umbral de sedación, el
rendimiento en tareas de vigilancia (atención sostenida durante largos períodos de
tiempo), la frecuencia crítica de fusión de destello (el intervalo entre destellos
luminosos por debajo del cual éstos se perciben como uno solo). Se comparan
también en relación con el rendimiento en tareas motoras, estudiando tareas de
"tapping" (rapidez y ritmo de pulsaciones sobre un panel) y tareas de seguimiento
con el rotor de prosecución que permite observar los efectos de reminiscencia (en
tareas motoras que generan fatiga). Los procesos eléctricos del cerebro han ocupado
también a un elevado número de investigadores, buscando indicadores de la
activación en parámetros como la amplitud alfa del electroencefalograma.
El estudio de la condicionabilidad es otra área muy investigada. Más cerca ya del
ámbito de las variables sociales se encuentran también comparaciones entre
extrovertidos e introvertidos en cuanto a comportamiento delincuente, actitudes
sociales y políticas, hábito de fumar y conducta sexual.
*
"
$
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Como Cattell, H.J. Eysenck también desarrolló su teoría de la personalidad y, en
particular, su concepto de ansiedad, a partir de estudios factoriales. El factor de
neuroticismo (N), de Eysenck, y la ansiedad comparten características semejantes,
pero hay otras que los diferencian. Puede haber individuos altos en N, pero no altos
en ansiedad. No obstante, probablemente son más las similitudes entre ambos
constructos que las diferencias.
N se relaciona con la intensidad de las respuestas emocionales; y éstas se reflejan
en la activación del Sistema Nervioso Autónomo (SNA). Una manera de estudiar el
neuroticismo, por tanto, es a través de las respuestas del SNA. Una de ellas es el
reflejo de orientación. Ante un estímulo se produce una clase de respuestas en el
organismo que facilitan su percepción: la mirada se orienta hacia el lugar de donde
procede, se activan zonas del sistema nervioso encargadas de procesarlo, etc. Estas
respuestas tienen componentes tanto observables como no observables
directamente. Uno de los componentes del reflejo de orientación no observable
directamente, pero sí gracias a instrumentos adecuados, es el descenso de la
resistencia eléctrica de la piel. Éste se produce como consecuencia de una mayor
sudoración, resultante de la activación del SNA, que hace que la piel ofrezca menor
resistencia al paso de una corriente eléctrica. A menor resistencia, mayor respuesta
de orientación. Se ha comprobado que las personas con alto N manifiestan
respuestas de orientación de mayor magnitud que las personas con bajo N. Esa
característica hace que sean más distraibles y perturbables, puesto que señales de
baja intensidad en el ambiente son suficientes para provocar su reflejo de
orientación. Están más alerta ante los estímulos del entorno que las personas con
bajo N.
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Además de describir las características asociadas al neuroticismo y la ansiedad, H.J.
Eysenck se ocupó de formular teorías para explicarlas. En 1967 propuso la que se
denomina "teoría del arousal". Según ésta, las dos principales dimensiones de la
personalidad (extroversión y neuroticismo) tienen sus bases biológicas, como se
comentaba anteriormente, en sendas estructuras del sistema nervioso, a saber, la
extroversión en el Sistema Reticular Activador Ascendente (SRAA) y el neuroticismo
en el Sistema Límbico (SL). El SRAA es una estructura nerviosa que se encuentra en
el tronco del encéfalo, que recibe proyecciones procedentes de las vías sensoriales y
que proyecta otras sobre la corteza cerebral. Su función es la de enviar impulsos a la
corteza para activarla y facilitar así el procesamiento que ésta debe hacer de las
señales sensoriales que también recibe. Se trata de un sistema de activación
relacionado con los ritmos sueño vigilia. Las personas con baja extroversión
(introvertidas), se caracterizan por umbrales de activación menores en el SRAA que
el correspondiente a las personas con alta extroversión. Esto es, su SRAA se pone en
marcha y activa la corteza cerebral ante estímulos de baja intensidad, mientras que
las personas extrovertidas precisan estímulos de mayor intensidad para activar su
SRAA y para que éste, en consecuencia, envíe señales de activación a la corteza
cerebral.
Esas diferencias biológicas están en la base de las diferencias
en la personalidad de unos y otros. Existe una relación entre
activación y rendimiento que tiene forma de U invertida; es lo
que se conoce como Ley de Yerkes Dodson. Esta ley propone
que para cada tarea existe un nivel óptimo de activación en el
que se obtiene el máximo rendimiento, por encima y por
debajo del cual éste empeora. Tareas fáciles tienen un nivel
óptimo de activación superior al de tareas difíciles. Se necesita
más activación para encontrar la motivación necesaria que
permita realizar una tarea fácil; en cambio las tareas difíciles
requieren más tranquilidad para su afrontamiento.
En relación con la personalidad, las personas introvertidas se
encuentran crónicamente más activadas que las extrovertidas,
debido a los menores umbrales de su SRAA, por ello, se
encuentran ya de manera natural muy cerca de su nivel
óptimo de activación. Eso hace que eviten situaciones de estrés o activadoras,
puesto que hacen que sobrepasen su óptimo de activación y su rendimiento se
deteriore. En cambio, las personas extrovertidas se encuentran crónicamente
subactivadas y buscan situaciones estimulantes que les lleven cerca del óptimo de
activación. La interacción social es una de las situaciones que generan mayores
niveles de activación; en consecuencia, las personas introvertidas prefieren
actividades que se puedan realizadas en aislamiento, prefieren leer que ir a fiestas,
etc. Los extrovertidos buscan estimulación y encuentran ésta muchas veces en la
relación social. También son dados a actividades de riesgo, búsqueda de
sensaciones, etc.
La base biológica del neuroticismo, como se decía más arriba, se encuentra en el
Sistema Límbico (SL). Ésta es una estructura nerviosa directamente relacionada con
la experiencia de las emociones. El temor, la ansiedad, tienen su origen en el
funcionamiento del SL. Las personas altas en N se caracterizan por necesitar
umbrales de estimulación menores que las personas bajas en N para activar su SL.
En consecuencia, situaciones que a una persona baja en N no le producirían temor o
ansiedad, pueden hacer que una persona alta en N sí las experimente. El SRAA y el
SL son sólo parcialmente independientes, puesto que existen conexiones entre
ambos. Eso hace que el SL también pueda producir activación cortical. Pero su
principal efecto es la activación del Sistema Nervioso Autónomo (SNA).
La línea explicativa de Eysenck basada en la apelación a mecanismos del nivel
biológico ha hecho que proliferasen los estudios en los que se ha sometido a prueba
empírica mediante la utilización de variables psicofisiológicas. Algunas de estas
investigaciones
han
empleado
medidas
centrales
como
la
actividad
electroencefalográfica (EEG) o los potenciales evocados, otras han estudiado
medidas autonómicas como la tasa cardíaca, la actividad electrodermal, etc.
Otros indicadores del arousal también han sido estudiados, aunque en menor medida
que los anteriores. Por ejemplo, la dilatación de la pupila. Ante la presentación de un
estímulo luminoso
se produce normalmente una contracción de la pupila de
origen parasimpático, seguida por una lenta dilatación
causada por la actividad simpática. Se ha observado una
más lenta contracción pupilar de los extrovertidos, que
ha sido interpretada como indicadora de un menor
arousal
que
en
los
sujetos
introvertidos.
tras la presentación
emocionalmente.
:
Así mismo, se ha observado que la dilatación pupilar
previa a la estimulación es mayor en los introvertidos
que en los extrovertidos, al igual que la que se produce
de estímulos auditivos, tanto neutros como cargados
$
Gray (1982) propuso una teoría de la personalidad semejante a la de Eysenck,
puesto que también consideraba dos dimensiones básicas de personalidad. Pero las
dimensiones de Gray corresponden a las diagonales del modelo de Eysenck. Las
dimensiones de Gray son Ansiedad e Impulsividad. Las personas altas en ansiedad
en el modelo de Gray son aquellas que en el modelo de Eysenck puntúan alto en N y
bajo en E, y las bajas en ansiedad son bajas en N y altas en E. Las personas muy
impulsivas son altas en N y en E, y las poco impulsivas son bajas en N y en E. Es
decir, las dimensiones más importantes de la personalidad corresponden, según
Gray, a una rotación de 45º de los ejes del modelo de Eysenck. Esta nueva
consideración de las dimensiones fundamentales de la personalidad permitía predecir
mejor, argumentaba Gray, el resultado de algunos experimentos de aprendizaje
animal y fisiología.
Pueden distinguirse dos etapas en la evolución de la teoría de Gray; una inicial muy
cercana a Eysenck y otra más distanciada. Gray partió de la observación de que los
barbitúricos y el alcohol tenían efectos similares a la extroversión, así como efectos
específicos en estudios de aprendizaje, en particular en paradigmas de castigo y de
extinción de conductas, que no se producían en paradigmas de reforzamiento
positivo o evitación activa. Efectos análogos se observaban en las lesiones del
hipocampo y del área septal medial. En consecuencia, supuso que las estructuras
neuroanatómicas relacionadas con la extroversión eran, además del SRAA, las que
forman el que denominó Sistema Septohipocámpico (SSH).
Con todo ello reformuló el concepto de introversión extroversión como dimensión de
susceptibilidad al castigo (a mayor introversión, mayor susceptibilidad al castigo), y
el de neuroticismo como susceptibilidad a todo tipo de reforzamiento (tanto a la
recompensa como al castigo). Por consiguiente, la mayor susceptibilidad al castigo
debería darse en los individuos con alta introversión y alto neuroticismo, y la mayor
susceptibilidad a la recompensa debía darse en los individuos con alta extroversión y
alto neuroticismo.
Si en esta primera formulación la teoría de Gray mantenía los factores de E y N como
dimensiones básicas, más adelante propuso las dimensiones de Ansiedad e
Impulsividad como fundamento alternativo de la personalidad. Estas dimensiones se
encontraban desviadas 45 grados con relación a las de Eysenck y se vinculaban con
estructuras neuroanatómicas propias así como con constructos hipotéticos de
caracter psicológico: el Sistema de Inhibición Conductual (SIC) para la ansiedad y el
Sistema de Activación Conductual (SAC) para la impulsividad. El SIC se pondría en
marcha ante señales de castigo o de no recompensa y ante estímulos nuevos y
ejercería su influencia en tres niveles: conductual, cognitivo y fisiológico, inhibiendo
la conducta, incrementando la atención y aumentando la activación cortical. Algunas
de estas funciones se han encontrado efectivamente en el SSH, y se supone que los
fármacos ansiolíticos influyen sobre esta estructura disminuyendo su actividad.
En la base de la ansiedad se encuentra un sistema que responde a las señales de
castigo o de falta de recompensa; y en la base de la impulsividad se encuentra un
sistema que responde a las señales de recompensa. El primero de los sistemas
mencionados se encarga de la inhibición de la conducta ante aquellos tipos de
señales, así como de la activación del SNA. Ésta función corresponde al Sistema
Septo Hipocámpico (SSH). La susceptibilidad a la recompensa depende
fisiológicamente del haz anteromedial cerebral y del hipotálamo lateral, que se
encargan de las conductas de exploración.
Algunos estudios experimentales se ajustan mejor a la teoría de Gray, pero otros
siguen respaldando la teoría de Eysenck. En realidad no son teorías contradictorias,
sino complementarias, puesto que prestan atención a aspectos diferentes del
comportamiento. La impulsividad, por ejemplo, predice mejor la condicionabilidad del
sujeto que la extroversión; pero ésta predice mejor que aquella algunos aspectos del
comportamiento social.
*
+ +
J*
En el tema anterior se ha tratado la ansiedad como componente de la personalidad
normal. En éste se va a describir la ansiedad patológica.
Desde la psicopatología interesa el estudio de la ansiedad como entidad clínica, es
decir, de los trastornos por ansiedad, pero como ciencia básica debe ocuparse
también de los modelos de la ansiedad que se han formulado desde esos diferentes
enfoques. Se pueden diferenciar, por tanto, dos niveles de análisis. Un primer nivel
es descriptivo. El segundo nivel de análisis es explicativo, y comprende modelos de
la ansiedad patológica procedentes de diferentes tradiciones de investigación. De
ellos se hablará en el siguiente tema.
Los trastornos por ansiedad son uno de los motivos de consulta más frecuentes en
los centros de salud mental. Diferentes encuestas muestran que hasta una tercera
parte de los adultos sufren molestias debidas a trastornos por ansiedad. Esta
proporción varía, no obstante, en diferentes grupos de población; así, hay menos
incidencia entre los hombres que entre las mujeres, entre las clases de nivel
económico alto que entre las de escasos recursos económicos, y entre los jóvenes
que entre las personas de avanzada edad.
La ansiedad patológica se asocia frecuentemente con las exigencias que plantea la
sociedad urbana actual: alto nivel de competitividad, hacinamiento, urgencia,
contaminación, ruido. Los remedios cotidianos que se aplican para combatir la
ansiedad son múltiples y variados, desde el ejercicio físico hasta los psicofármacos,
pasando por una amplia lista de remedios placebo como colgantes, aparatos que
"generan ondas" para conciliar el sueño, etc.
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% %
A partir de la forma como se manifiestan los síntomas y signos que las
caracterizan, es posible distinguir básicamente entre dos tipos de ansiedad
patológica: una en la que la sintomatología aparece de manera súbita, en forma de
crisis, y otra en la surge de manera más gradual y duradera. En la ansiedad que
aparece en forma de crisis el paciente siente el brusco e intenso temor de que algo
malo le va a suceder de modo inmediato. Tal experiencia subjetiva puede expresarse
de diversos modos: miedo a volverse loco, a marearse y perder el conocimiento o
incluso a morir. El miedo a marearse, desmayarse o perder el control de alguna otra
manera conlleva el temor a que la crisis pueda producirse en circunstancias donde no
sea posible recibir ayuda, o a que otras personas sean testigos de esta situación de
debilidad, lo que puede facilitar el desarrollo de una agorafobia (más adelante se
describirá con detalle este trastorno). Otras personas tienen la sensación
desagradable de que algo se ha modificado en su cuerpo o en el entorno. Junto con
este componente cognitivo aparecen síntomas de activación vegetativa en diferentes
sistemas: cardiovascular, respiratorio, digestivo, muscular, etc., que son
interpretados como extremadamente desagradables y que refuerzan la creencia del
sujeto en la gravedad de su situación. La duración de las crisis varía de unos
individuos a otros y en un mismo individuo en diferentes momentos. En algunos, los
períodos entre las crisis son asintomáticos, mientras que en otros permanece un
fondo de ansiedad crónico. Esta forma de aparecer guarda cierta similitud con la
evolución fásica de los cuadros de depresión mayor, y llama la atención el hecho de
que ambos trastornos responden a un mismo tipo de psicofármacos antidepresivos.
La tabla 1 recoge los síntomas más frecuentes en las crisis de pánico según Aronson
y Logue (1988).
Tabla 1. Sintomas más frecuentes en la crisis del pánico ( De Aronson y Logue,
1988)
Aturdimiento
76.1%
Irritabilidad
71.7%
Nerviosismo
71.7%
Taquicardía
71.7%
Disnea
65.2%
Palpitaciones
60.9%
Oleadas de Calor
60.9%
Temblor
58.7%
Desrealización
58.7%
Miedo a Morir
58.7%
Sintomas Depresivos
58.7%
Hiperventilación
56.5%
Desmayo
56.5%
Sensación de
Volverse loco
50.0%
Otro tipo de ansiedad patológica tiene un caracter menos intenso que la anterior en
su manifestación, pero la sintomatología se mantiene de forma persistente en el
tiempo. Como en la ansiedad que se presenta en crisis, la ansiedad crónica tiene
componentes cognitivos y vegetativos. La preocupación exagerada, vaga e
indefinida, la hipervigilancia sobre el medio y la tensión motora se mantienen en
niveles percibidos como desagradables durante largos períodos de tiempo.
Las manifestaciones somáticas destacan entre los signos y síntomas de los diferentes
tipos de ansiedad. En el sistema cardiovascular suele presentarse taquicardia,
palpitaciones y opresión precordial. En el sistema respiratorio se refieren dolores
torácicos que a veces se extienden hacia el brazo izquierdo, así como sensaciones
subjetivas de dificultades respiratorias que pueden llevar a complicaciones
hiperventilatorias, debido a la aceleración de la frecuencia respiratoria que se
produce con la finalidad de compensar la insuficiencia subjetiva de ventilación. En el
sistema gastrointestinal puede producirse tanto sequedad de boca como salivación
incrementada, espasmos faríngeos o esofágicos, flatulencia y, alternativamente,
diarreas y estreñimientos. Son frecuentes también los síntomas neurológicos, como
dolores y temblores. En el aparato urinario se producen poliurias y dolores pelvianos.
En la piel se detecta una intensa sudoración y ruborización. En cada paciente suelen
predominar característicamente los síntomas correspondientes a algún o algunos de
estos sistemas. La sintomatología descrita suele acompañarse de signos como la
inquietud motora; no es rara la elevación transitoriade la tensión arterial. A nivel
bioquímico se detectan elevaciones de cortisol, adrenalina y noradrenalina en sangre.
Las exploraciones físicas complementarias adquieren una importancia fundamental
cuando se formulan hipótesis diagnósticas que hacen pensar en un posible trastorno
por ansiedad, puesto que otras enfermedades se manifiestan con signos y síntomas
muy semejantes. Esta manera de proceder es especialmente necesaria en los casos
con edad superior a los 35 años y en los que no hay antecedentes familiares de
trastornos por ansiedad. Si no se descartan adecuadamente estas posibles causas
ligadas a condiciones médicas generales, puede condenarse al paciente a recibir
tratamientos, ya sea psicológicos o farmacológicos, que, en el mejor de los casos,
serán absolutamente ineficaces y, en otros, producirán perjuicios importantes que
hubieran sido fácilmente evitables mediante sencillas exploraciones complementarias
previas al diagnóstico.
La exploración física complementaria debe incluir, al menos, un análisis de
sangrecompleto, análisis de orina, función renal y hepática,, pruebas de función
tiroidea y un electrocardiograma.
Las principales enfermedades generales que pueden provocar sintomatología ansiosa
son: los trastornos tiroideos o paratiroideos, la hipoglucemia y diferentes
cardiopatías. Aunque es frecuente no comprobar los niveles de hormonas tiroideas si
no aparecen otros síntomas o antecedentes que puedan hacer pensar en una
patología de tiroides, la práctica más recomendable es realizar siempre esta
determinación de niveles. Para descartar una tiroidopatía, el paciente debe
someterse únicamente a una simple extración de sangre, por lo que es poco
justificable excluir esta prueba.
En pacientes diabéticos pueden producirse descensos de hasta 40 mg/100 ml de
glucemia (glucosa en sangre), suficientes para provocar la aparición de crisis de
pánico. Para descartar que la causa de la ansiedad sean estos descensos de los
niveles de glucosa en sangre, debe determinarse la glucemia, a ser posible durante
una crisis. En general en cardiopatías como las arritmias y la taquicardia paroxística
supraventricular la frecuencia cardíaca suele ser superior a 140 pulsos por minuto,
valor que no se alcanza durante las auténticas crisis de pánico; por otro lado, la
taquicardia supraventricular no es afectada por la relajación inducida o por fármacos
ansiolíticos, y presenta un electrocardiograma típico. También los episodios de
insuficiencia coronaria pueden confundirse con crisis de pánico (en este caso el
riesgo que entraña un error diagnóstico es evidente).
Otros procesos en los que se produce sintomatología
ansiosa
secundaria
son
los
síndromes
de
abstinencia, algunos fármacos, el comienzo de
algunas
infecciones,
la
anemia
aguda
posthemorrágica, el embolismo pulmonar, la
retención urinaria y el cafeísmo.
En la ansiedad que aparece ante estímulos fóbicos
se encuentran características semejantes a las de la
ansiedad que aparece en las crisis por pánico, tanto
en sus aspectos cognitivos como en los somáticos.
Al igual que sucede en los restantes trastornos por
ansiedad, esta vivencia subjetiva se expresa con
grandes diferencias individuales. Algunas de las personas con trastornos fóbicos
pueden tener sensaciones de desrealización o despersonalización, si bien suelen ser
breves y la falta de criterios unívocos para definirlas hace sus porcentajes de
incidencia varíen mucho según los autores. Otros enfermos no se caracterizan tanto
por el temor ante amenazas a la propia integridad física como por sentimientos de
vergüenza y de lesión al amor propio (por ejemplo en las fobias relacionadas con
algún defecto físico, o a hablar en público). El propio sujeto que lo padece, tiene
conciencia de que su miedo es exagerado o irracional, desproporcionado en relación
con el riesgo real que presenta el estímulo o la situación. A pesar de ello, le resulta
incontrolable voluntariamente.
Otra característica fenomenológica de estos trastornos es la intensa tendencia a
escapar de la situación fóbica y a evitarla por todos los medios. Ello puede conducir a
un deterioro significativo en las áreas laboral, social o familiar, aunque el sujeto llega
a desarrollar estratagemas que reducen la reacción fóbica a límites tolerables
(acompañándose de alguien o de un animal, llevando un bastón, bolsas, etc.).
!
" ",
+
D
En la sección sobre trastornos por ansiedad del DSM IV se distinguen 12 subtipos:
trastorno por pánico sin agorafobia, trastorno por pánico con agorafobia, agorafobia
sin antecedentes de crisis de pánico, fobia específica, fobia social, trastorno
obsesivo compulsivo, trastorno por 7estrés postraumático, trastorno por estrés
agudo, trastorno por ansiedad generalizada, rastorno de ansiedad debido a una
condición médica general, trastorno de ansiedad inducido por droga o tóxico y
trastorno por ansiedad no especificado
Dos trastornos adicionales son clasificados en otros apartados: el trastorno de
ansiedad por separación, incluido entre los trastornos diagnosticados habitualmente
por primera vez en la infancia, niñez o adolescencia, y la evitación fóbica limitada al
contacto genital con una pareja sexual, clasificado entre los trastornos sexuales.
Algunas manifestaciones ansiosas fueron ya descritas por Hipócrates con el término
de histeria, atribuyendo su causa a las migraciones del útero, que comprime los
vasos aferentes al cerebro. Otras descripciones posteriores serían las de Burton, en
el siglo XVII, y de Boissier de Sauvage en los siglos XVII y XVIII. En el siglo XIX se
encuentran una gran cantidad de descripciones de diferentes trastornos neuróticos y
de intentos clasificatorios, como el de Morel, en 1860, quien reune a las fobias y
otras neurosis en la categoría de "délire émotif". El término neurastenia fue acuñado
por Beard en 1868 para referirse a pacientes ansiosos, depresivos no psicóticos,
fóbicos y obsesivos. En 1870 Benedikt describe un cuadro agorafóbico, al que
denomina "mareo en lugares públicos", y al año siguiente Westphal define ese
cuadro como el miedo a la imposibilidad de encontrar ayuda en caso de enfermedad
o indisposición imprevista en múltiples situaciones. En 1892 Oppenheim describe la
neurosis traumática; dos años más tarde Freud define la neurosis de ansiedad, y en
1896 Kraepelin establece la categoría de neurosis psicógenas, incluyendo en ella a la
psicosis epiléptica, la psicosis histérica y la neurosis traumática.
Ya en nuestro siglo, el sistema clasificatorio propuesto en el Manual Diagnóstico y
Estadístico de los Trastornos Mentales distinguiría, en su primera edición (APA,
1952), entre dos tipos básicos de trastornos por ansiedad: la reacción de ansiedad y
la reacción fóbica. Posteriormente el DSM II (APA, 1968) subdivide los trastornos por
ansiedad en ocho tipos de neurosis (de ansiedad, histérica, fóbica, obsesivo
compulsiva, depresiva, hipocondríaca, de despersonalización y neurasténica). En los
años sesenta y setenta cobra fuerza en los Estados Unidos el denominado
movimiento neokraepeliniano; en este contexto aparecen los criterios diagnósticos
operativos, primero con objetivos de investigación y que, a continuación, serían
adoptados con finalidad clínica.
En el DSM III (APA, 1980) se abandona el término "neurosis", dado que presenta
connotaciones etiológicas no comprobadas, y se introducen criterios diagnósticos
operativos para los diferentes trastornos. Las anteriores neurosis son ahora
distribuídas en diferentes categorías: las neurosis fóbicas, de ansiedad y obsesivo
compulsiva son agrupadas en la categoría de trastornos por ansiedad junto con un
cuadro añadido que es el estrés postraumático. La neurosis depresiva pasa al grupo
de los trastornos afectivos. Aparecen tres nuevas categorías: los trastornos
somatoformes y los trastornos disociativos, donde se incluyen las anteriores neurosis
histérica e hipocondríaca, y los trastornos adaptativos con ánimo ansioso.
En 1987 aparece la edición revisada del DSM III, reduciendo los criterios de
exclusión y haciendo algunos cambios en los criterios diagnósticos. En la categoría
general de trastornos por ansiedad aparecen el trastorno por angustia (también
denominado trastorno por pánico), con o sin agorafobia, la agorafobia sin crisis de
pánico, la fobia social, la fobia simple, el trastorno obsesivo compulsivo, el trastorno
por estrés postraumático y la ansiedad generalizada. Persisten prácticamente sin
modificaciones los trastornos somatoformes y los disociativos, así como el trastorno
adaptativo. Se incorpora en esta edición revisada el trastorno orgánico de ansiedad.
Como consecuencia de diferentes revisiones y estudios, en el DSM IV (APA, 1994) se
han realizado nuevas modificaciones en relación con el DSM III R. Algunos de estos
cambios afectan al diagnóstico del trastorno por pánico sin agorafobia; mientras que
en el DSM III R se requerían al menos cuatro crisis en un plazo de cuatro semanas,
o una crisis seguida de miedo persistente a sufrir otro ataque que se mantenía
durante un mes, en el DSM IV se establece la necesidad de crisis recurrentes no
esperadas, acompañadas de un mes o más de preocupación acerca de la posibilidad
de sufrir nuevos ataques o sobre sus implicaciones, o bien un cambio significativo en
el comportamiento. Por otro lado, el DSM III R describía el suceso provocador de
estrés en el trastorno por estrés postraumático como "fuera del rango de la
experiencia humana normal". Esta frase ha sido eliminada en el DSM IV puesto que
incide negativamente sobre la fiabilidad de las clasificaciones; en cambio, se requiere
que la respuesta al suceso provocador de estrés conlleve miedo intenso,
desesperanza u horror. Así mismo, se ha incluido un criterio requiriendo que los
síntomas causen un deterioro clínico significativo, y se especifican los tipos agudo y
crónico en función de la duración de los síntomas.
Otras novedades del DSM IV son la inclusión, entre los tipos de trastorno por
ansiedad, del trastorno por estrés agudo, que también se encuentra en el ICD 10
(Clasificación de la Organización Mundial de la Salud); el trastorno por ansiedad
excesiva en la niñez queda incluído en el DSM IV en el trastorno por ansiedad
generalizada. En este último, además, se requiere ansiedad y preocupación excesiva,
en contraste con el DSM III R, que requería preocupaciones no realistas. Además, el
sujeto debe encontrar que tal preocupación es difícil de controlar, y se ha reducido la
lista de 18 síntomas presentes en el DSM III R hasta seis. El trastorno orgánico de
ansiedad aparece ahora entre los trastornos por ansiedad en el DSM IV, para facilitar
el diagnóstico diferencial, distinguiéndose las categorías: trastorno de ansiedad
debido a una condición médica general y trastorno de ansiedad inducido por la
administración de una sustancia.
Con respecto a la ansiedad que aparece en las fobias, entre los antecedentes
históricos inmediatos de su estudio se encuentra Benedickt, quien describió en 1870
un cuadro agorafóbico al que denominó "mareo en lugares públicos". En 1871
Westphal describió también tres casos de agorafobia, definiéndola como el miedo a
la imposibilidad de encontrar ayuda en caso de enfermedad o indisposición
imprevista. A principios de nuestro siglo tuvieron cierta difusión los estudios de
algunos autores franceses que intentaron distinguir entre diferentes trastornos
clínicos en los que podían encontrarse manifestaciones fóbicas. Pitres y Regis, en
1902, reconocieron dos clases de fobias: la fobia difusa y la fobia especial o
sistemática (éste último tipo se caracterizaba por la focalización en objetos
específicos, cosa que no ocurría en la fobia difusa); por otro lado, Pitres y Regis
pensaban que las fobias y las obsesiones no eran condiciones diferentes sino dos
grados de un mismo trastorno.
Pese a que años antes (en 1895), Freud ya había propuesto que las fobias y las
obsesiones son fenómenos distintos, y a que en el análisis del caso "pequeño Juan",
en 1909, aisló dentro de las neurosis la neurosis fóbica, denominada posteriormente
histeria de angustia, la idea de la identificación de las fobias con las obsesiones se
mantendría vigente todavía durante bastante tiempo. Así acurría en el manual de
Kraepelin (1913), y también Bleuler (1920) incluiría las fobias bajo el título de
neurosis obsesiva. No sería hasta la aparición de la clasificación ICD (Clasificación
Internacional de Enfermedades) de la OMS (Organización Mundial de la Salud), en el
año 1947, que se reconocería mayoritariamente la pertinencia de distinguir las fobias
como una etiqueta diagnóstica propia.
La primera edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales
(APA, 1952) diferencia la reacción fóbica de la reacción de ansiedad, si bien en
ambas se encuentra la característica común de la sintomatología ansiosa. En el DSM
II (APA, 1968) los trastornos fóbicos (con el nombre de neurosis fóbica) quedan
incluídos entre los diferentes tipos de neurosis. Tras un intervalo de 12 años
aparecería el DSM III, en el que se distinguirían diferentes clases de trastornos
fóbicos: la agorafobia, la fobia social y la fobia simple. Durante ese tiempo medió
entre la segunda y la tercera edición de los manuales de la APA apareciron trabajos
que influirían en esa tendencia a la subdivisión de las fobias; entre ellos se
encuentran el de Marks (1969), que distinguió entre agorafobia, fobia social, fobia
animal y otras fobias específicas, y el de Torgersen (1979), quien encontró mediante
análisis factorial cinco tipos de temores: miedo de separación, miedo a animales,
miedo a la mutilación, miedos sociales y miedos a estímulos de la naturaleza (repare
el lector en la estrecha relación existente entre esta clasificación de miedos y la
clasificación de las fobias que propone el DSM IV). En 1988 aparecería el DSM III R,
en el que se distinguen dos tipos de agorafobia: con o sin crisis de pánico, y se
mantienen las categorías correspondientes a la fobia social y la fobia simple.
Los diferentes tipos de alteraciones fóbicas son incluídos en la cuarta versión del
Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM IV, APA, 1994)
entre los trastornos por ansiedad. Según este sistema clasificatorio los tipos de fobia
son: la
/
, que puede presentarse con o sin historia de trastorno por pánico;
las /
)/
y la /
.
"
'
(
Para el diagnóstico de este trastorno deben producirse crisis de pánico recurrentes e
inesperadas (una crisis de pánico consiste en un período limitado de tiempo durante
el cual el paciente sufre un miedo intenso acompañado de síntomas somáticos o
cognitivos).
No existe en el DSM IV un código específico para las crisis de pánico, sino para
diferentes trastornos en los que se producen tales crisis:
+
/
/
/
)/ ,
+
/
*
.
Una crisis de pánico consiste en un período limitado de tiempo durante el cual el
paciente sufre un miedo intenso acompañado por, al menos, cuatro de una lista de
trece síntomas somáticos o cognitivos: palpitaciones o ritmo cardíaco acelerado,
sudoración, temblor o sacudidas , falta de aliento o sensación de ahogo , sofocación ,
dolor o molestias precordiales, nauseas o molestias abdominales , mareo o sensación
de inestabilidad o de pérdida de conciencia, sentimientos de desrealización o
despersonalización, miedo a perder el control o a volverse loco, miedo a morir,
parestesias y escalofríos
Estos síntomas aparecen brúscamente y alcanzan el nivel de mayor intensidad
durante los primeros 10 minutos. Para el diagnóstico del trastorno por pánico (ya sea
con o sin agorafobia) se requiere que la crisis se produzca de manera inesperada, sin
relación aparente con ningún desencadenante situacional. Las crisis que se producen
casi invariablemente ante señales situacionales específicas (o ante su anticipación)
son características, en cambio, de las fobias sociales o específicas.
Al menos uno de los ataques debe haber sido seguido, durante un mes por lo menos,
por preocupación persistente respecto a la posibilidad de sufrir nuevos ataques,
preocupación por las implicaciones o consecuencias de los ataques, o un cambio
significativo en el comportamiento.
No se diagnostica este trastorno si va acompañado de agorafobia; tampoco si las
crisis son debidas a drogas o abusos de medicamentos, a alguna condición médica
general (como el hipertiroidismo), o si otro trastorno mental puede dar cuenta de
ellas (p.ej. una fobia, un trastorno obsesivo compulsivo, un trastorno por estrés
postraumático o un trastorno de ansiedad por separación).
Aproximadamente un 60% de las personas con este trastorno recibe también el
diagnóstico de trastorno depresivo mayor. Otra complicación frecuente es la
aparición de dependencias de sustancias como el alcohol o medicamentos
autoadministrados. Por lo demás el curso se caracteriza por una edad de aparición
entre la adolescencia y la tercera década, los casos en que el trastorno se inicia más
allá de los 45 años son raros y, en general, el trastorno evoluciona hacia una
agorafobia durante el primer año desde el inicio de los ataques.
"
"
'
(
La característica principal de la agorafobia es la ansiedad ante situaciones en las que
sea difícil o embarazoso escapar, o en las que no sea posible recibir ayuda en caso
de sufrir una crisis de pánico o síntomas similares a los que se producen en estas
crisis. Las situaciones típicas ante las que se presenta agorafobia son estar solo lejos
de casa, entre una multitud, sobre un puente, en un ascensor o viajando en autobús,
tren o automovil. Estas situaciones son evitadas en la medida de lo posible; si no hay
más remedio que afrontarlas, el sujeto siente miedo muy intenso que puede
reducirse notablemente si está acompañado.
En la tabla se encuentran las principales situaciones evitadas en los sujetos con
agorafobia y el porcentaje de sujetos en los que se encuentran, a partir de un
trabajo de Marks (1969) realizado sobre 900 sujetos con agorafobia.
Para diagnosticar alguno de los dos tipos de agorafobia (con o sin historia de crisis
de pánico), la evitación no debe limitarse a una o unas pocas situaciones, en tal caso
se trataría de fobia específica, o a situaciones exclusivamente sociales (fobia social).
También debe distinguirse del trastorno obsesivo compulsivo, donde puede darse,
por ejemplo, una intensa tendencia a evitar la suciedad en personas con obsesiones
sobre contaminación. Por otro lado los estímulos que se evitan no deben ser señales
de (o estar relacionados de alguna manera con) un suceso traumático, como ocurre
en el trastorno por estrés postraumático, ni con el abandono de hogar o la
separación de familiares, como en el trastorno de ansiedad por separación.
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
Hablar en público 60%
Viajar en metro 50%
Viajar en tren 47%
Teatros 39%
Viajar en autobús 38%
Alturas 36%
Túneles 36%
Peluquero 31%
Ascensores 30%
Dentistas 28%
Multitudes 28%
Lugares abiertos 23%
Fiestas 21%
Los dos trastornos por ansiedad en los que se presenta la agorafobia son los
trastornos por pánico con agorafobia y la agorafobia sin historia de crisis de pánico.
Para el diagnóstico del primero, además de cumplirse los criterios de la agorafobia,
deben producirse crisis de pánico recurrentes y una o más de estas crisis debe ser
seguida por un intervalo de, al menos, un mes con preocupación persistente acerca
de la posibilidad de sufrir nuevas crisis o de sus consecuencias, o un cambio
significativo en el comportamiento. Estas crisis de pánico no han de ser consecuencia
directa de los efectos fisiológicos de alguna sustancia ni producirse en el marco de
otro trastorno mental.
En la agorafobia sin historia de crisis de pánico el temor no se produce ante la
posibilidad de sufrir crisis de pánico completas sino ante la posibilidad de sufrir las
denominadas crisis de pánico limitadas. En las crisis de pánico limitadas aparecen
alguno o algunos de los síntomas descritos en las crisis de pánico, pero no se
cumplen los criterios completos para su diagnóstico.
Además de respecto al trastorno por pánico con agorafobia, el diagnóstico diferencial
debe hacerse en relación con las fobias sociales o específicas, con el trastorno
obsesivo compulsivo y con el trastorno de ansiedad por separación de la manera
indicada anteriormente. También debe descartarse el trastorno depresivo mayor, en
el que el sujeto puede evitar salir de casa debido a apatía, pérdida de energía o
anhedonia, y el trastorno delirante, en el que pueden aparecer temores
persecutorios. Asimismo, hay que diferenciar la evitación que aparece en la
agorafobia sin historia de crisis de pánico de la que se produce en ciertas condiciones
médicas generales; en estas la evitación de determinadas situaciones es realista (por
ejemplo, en algunas enfermedades generales, por temor a sufrir diarreas u otro tipo
de síntomas que pueden resultar embarazosas).
El trastorno por pánico con agorafobia es diagnosticado con mayor frecuencia en
mujeres que en hombres, y aproximadamente entre un tercio y la mitad de las
personas con crisis de pánico son diagnosticadas también con agorafobia. La
prevalencia de la agorafobia sin historia de crisis de pánico es mayor que la del
trastorno por pánico con agorafobia, aunque se ha encontrado que al revisar el
diagnóstico de sujetos con agorafobia sin crisis de pánico, mediante entrevistas
estructuradas, en un elevado número de casos lo que se encuentra realmente son
fobias específicas.
La agorafobia puede desarrollarse en cualquier momento, pero su inicio se presenta
habitualmente durante el primer año de la ocurrencia de crisis de pánico repetidas.
La evolución de la agorafobia en relación con el curso de las crisis de pánico es
variable, en algunos casos la disminución de la frecuencia de las crisis se acompaña
de una disminución de la evitación agorafóbica, pero en otros la agorafobia deviene
crónica independientemente de la presencia o ausencia de las crisis de pánico.
Además de cumplirse los criterios de la agorafobia, deben producirse crisis de pánico
recurrentes y una o más de estas crisis debe ser seguida por un intervalo de, al
menos, un mes con preocupación persistente acerca de la posibilidad de sufrir
nuevas crisis o de sus consecuencias, o un cambio significativo en el
comportamiento. Estas crisis de pánico no han de ser consecuencia directa de los
efectos fisiológicos de alguna sustancia ni producirse en el marco de otro trastorno
mental. El trastorno por pánico con agorafobia es diagnosticado con mayor
frecuencia en mujeres que en hombres, y aproximadamente entre un tercio y la
mitad de las personas con crisis de pánico son diagnosticadas también con
agorafobia
Se ha observado que los parientes de primer grado de los pacientes con trastorno
por pánico tienen una probabilidad hasta siete veces mayor de sufrir el mismo
trastorno que la población general, y estudios con gemelos indican que existe una
contribución genética a su desarrollo.
Los datos epidemiológicos indican una prevalencia a lo largo de la vida entre un
1.5% y un 3.5%. El trastorno se ha encontrado en diferentes entornos culturales en
todo el mundo, y con mayor frecuencia en mujeres que en hombres.
!
*
+
"&
La característica principal de la agorafobia es la ansiedad ante situaciones en las que
sea difícil o embarazoso escapar, o en las que no sea posible recibir ayuda en caso
de sufrir una crisis de pánico o síntomas similares a los que se producen en estas
crisis. Las situaciones típicas ante las que se presenta agorafobia son estar solo lejos
de casa, entre una multitud, sobre un puente, en un ascensor o viajando en autobús,
tren o automovil. Estas situaciones son evitadas en la medida de lo posible; si no hay
más remedio que afrontarlas, el sujeto siente miedo muy intenso que puede
reducirse notablemente si está acompañado.
En la agorafobia sin historia de crisis de pánico el temor no se produce ante la
posibilidad de sufrir crisis de pánico completas sino ante la posibilidad de sufrir las
denominadas crisis de pánico limitadas. En las crisis de pánico limitadas aparecen
alguno o algunos de los síntomas descritos en las crisis de pánico, pero no se
cumplen los criterios completos para su diagnóstico.
Además de respecto al trastorno por pánico con agorafobia, el diagnóstico diferencial
debe hacerse en relación con las fobias sociales o específicas, con el trastorno
obsesivo compulsivo y con el trastorno de ansiedad por separación. También debe
descartarse el trastorno depresivo mayor, en el que el sujeto puede evitar salir de
casa debido a apatía, pérdida de energía o anhedonia, y el trastorno delirante, en el
que pueden aparecer temores persecutorios.
Asimismo, hay que diferenciar la evitación que aparece en la agorafobia sin historia
de crisis de pánico de la que se produce en ciertas condiciones médicas generales;
en estas la evitación de determinadas situaciones es realista (por ejemplo, en
algunas enfermedades generales, por temor a sufrir diarreas u otro tipo de síntomas
que pueden resultar embarazosos).La prevalencia de la agorafobia sin historia de
crisis de pánico es mayor que la del trastorno por pánico con agorafobia, aunque se
ha encontrado que al revisar el diagnóstico de sujetos con agorafobia sin crisis de
pánico, mediante entrevistas estructuradas, en un elevado número de casos lo que
se encuentra realmente son fobias específicas.
' *
" ,
La característica principal de las fobias específicas es el miedo intenso y persistente
ante determinados objetos o situaciones. La exposición ante el estímulo fóbico
provoca casi invariablemente respuestas inmediatas de ansiedad, cuya intensidad
está relacionada con la proximidad o con la posibilidad de escapar. Aunque el sujeto
reconoce que su miedo es excesivo o irrazonable (excepto en niños), el estímulo o la
situación es activamente evitado siempre que sea posible. Es posible que el sujeto no
deba enfrentarse en su vida cotidiana ante ese estímulo o situación (p.ej., miedo a
volar en una persona que no debe realizar largos desplazamientos, o miedo a las
serpientes en una persona que vive en un entorno urbano), en tal caso no se hace el
diagnóstico de fobia específica, puesto que la evitación, miedo o anticipación ansiosa
ante ese estímulo no interfiere significativamente con la actividad normal.
Existen cuatro tipos de fobias específicas en función del
estímulo o situación fóbicos:
,
(p.ej.
tormentas),
(se incluyen también los procedimientos
médicos invasivos como las inyecciones), y
(p.ej.
transportes públicos, túneles, puentes, ascensores, vuelo,
conducción, lugares cerrados). En un quinto grupo se incluyen
otros tipos de estímulos o situaciones fóbicas no recogidas en
los tipos anteriores (p.ej. situaciones en las que exista la
posibilidad de contagiarse de una enfermedad). En muchos
casos se presentan simultáneamente varios tipos de fobias, debiendo especificar en
el diagnóstico todos los que aparecen.
La frecuencia con que se presentan las fobias específicas en hombres y mujeres varía
en función del tipo de fobia, aunque siempre son más frecuentes en mujeres; así
entre el 75% y el 90% de las personas con fobia animal, medioambiental o
situacional son mujeres, y en la fobia a la sangre se encuentra entre un 55% y un
70% de mujeres. Se calcula que la prevalencia a un año es del 9%, con tasas a lo
largo de la vida de aproximadamente un 10%.
La edad de inicio del trastorno también depende del tipo de fobia. Para la fobia
situacional se encuentra una distribución bimodal, con un pico en la niñez y otro
mediados los 20 años. Las fobias medioambiental, animal y a la sangre aparecen
habitualmente en la infancia. Los agentes iniciadores del trastorno suelen ser
experiencias traumáticas (p.ej. ser atacado por un animal), la observación de otras
personas sufriendo algún trauma o demostrando temor, la transmisión de
información (p.ej. mensajes repetidos de los padres indicando el peligro de
determinadas situaciones), o la experiencia de crisis de pánico ante lo que después
se constituirá en estímulo fóbico.
' *
En este tipo de fobia el temor está relacionado con una o más situaciones sociales en
las que el sujeto se exponga a ser observado por los demás y pueda comportarse de
manera humillante o embarazosa. Como en los otros tipos de fobia, la persona
reconoce que su miedo es excesivo o irracional, pero la exposición a la situación
temida provoca casi invariablemente una respuesta inmediata de angustia. Tal
situación tiende a ser evitada o es afrontada con un intenso malestar, lo que provoca
un deterioro significativo en las actividades habituales.
Las situaciones sociales ante las que se desarrolla la fobia pueden ser muy
específicas (comer en público, escribir ante otras personas, etc.) o más
generalizadas, siendo éstas últimas las más frecuentes.
Pese a que en ediciones precedentes de los manuales de la APA se calificaba a la
fobia social como un trastorno poco frecuente, en la actualidad este juicio ha sido
reconsiderado. Se estima que puede afectar al 2% de la población general, sin
distinciones entre ambos sexos, y es el segundo trastorno fóbico más frecuente tras
la agorafobia.
A diferencia de lo que ocurre en la agorafobia, la evitación de las situaciones sociales
en la fobia social suele ser parcial. El sujeto asiste a reuniones sociales, pero no
inicia una conversación, no se sienta al lado de alguien desconocido, etc. Por otro
lado, el contenido del pensamiento del sujeto con fobia social está relacionado con la
opinión que se puedan formar de él otras personas, y no tanto con el miedo a sufrir
crisis de pánico completas o limitadas como ocurre en la agorafobia. El curso de la
fobia social es más estable que la agorafobia, en la que la intensidad de los síntomas
acostumbra a ser fluctuante.
La preocupación excesiva acerca de la opinión que los demás puedan tener de uno es
también una característica del trastorno de personalidad por evitación. No obstante,
en éste se encuentra un mayor porcentaje de varones afectados que de mujeres, los
déficits de habilidades sociales son más intensos que en la fobia social y se inician ya
en la infancia, mientras que los primeros síntomas de la fobia social tienen un
comienzo más repentino en la adolescencia.
*
"
El individuo que padece de trastorno obsesivo compulsivo (TOC) se ve atrapado en
un esquema de pensamientos y conductas repetitivas que carecen de sentido y que
son angustiantes y muy difíciles de vencer.
Durante muchos años se pensó que el TOC no era muy común, porque sólo una
pequeña minoría de los pacientes que acudían a consulta tenían esta condición. El
trastorno frecuentemente no era reconocido porque aquellos que padecían de TOC
no buscaban tratamiento para así poder ocultar sus manías y pensamientos
repetitivos. Esto llevó a subestimar el número de personas con el trastorno. Sin
embargo, una encuesta hecha a principios de los años ochenta por el Instituto
Nacional de Salud Mental (NIMH)
la agencia federal que apoya investigaciones a
nivel nacional sobre el cerebro, enfermedades mentales, y salud mental en Estados
Unidos
proporcionó nuevos conocimientos acerca de la prevalencia TOC. La
encuesta de NIMH mostró que el TOC afecta a más del 2 por ciento de la población,
lo cual significa que el TOC es más común que otros trastornos como la
esquizofrenia, el trastorno bipolar, o el trastorno de pánico. El TOC afecta a personas
de todos los grupos étnicos. Hombres y mujeres son afectados por igual.
A pesar de que los síntomas del TOC típicamente empiezan en la adolescencia o en la
edad adulta temprana, investigaciones recientes muestran que algunos niños
desarrollan la enfermedad a edades más tempranas, aún durante los años
preescolares. Los estudios indican que al menos una tercera parte de los casos de
TOC en adultos empezó durante la niñez. El padecimiento de TOC durante las etapas
tempranas del desarrollo de un niño puede causar problemas severos.
- #
#
Estas son ideas o impulsos no deseados que surgen repetidamente en la mente de la
persona con TOC. Temores persistentes de que pueda ocurrirle algo malo a uno o a
un ser querido, una preocupación sin razón de contaminarse, o una necesidad
excesiva de hacer cosas correctamente o perfectamente. Una y otra vez el individuo
siente un pensamiento inquietante, tal como "Mis manos deben estar contaminadas
me las debo lavar" ; "Puedo haber dejado el gas abierto" ; o "Voy a causarle daño
a mi hijo". Estos pensamientos son intrusos y desagradables y producen un alto nivel
de ansiedad. A veces las obsesiones son de naturaleza violenta o sexual o están
relacionadas con enfermedades.
"
Muchas personas con TOC recurren a conductas repetitivas llamadas compulsiones a
raíz de sus obsesiones. Las más comunes de éstas son lavar y verificar. Otras
conductas compulsivas incluyen contar (muchas veces a la vez que se raliza otra
acción compulsiva tal como lavarse las manos), repetir, guardar, y arreglar objetos
infinitamente de manera que estén en alineamiento preciso los unos con los otros.
También es común repetir frases mentalmente o hacer listas. Estas conductas van
encaminadas a defender a la persona con TOC o a otros contra algún daño. Algunas
personas con TOC tienen rituales reglamentados mientras que otros tienen rituales
que son complejos y cambiantes. Desempeñar rituales puede darle a la persona con
TOC algún alivio de ansiedad, pero sólo es temporal.
A menudo, especialmente cuando no están sufriendo una obsesión, las personas con
TOC pueden reconocer que sus obsesiones y compulsiones no son realistas. Otras
veces pueden estar inseguros acerca de sus temores o creer profundamente en su
validez.
Muchas personas con TOC luchan para desterrar sus pensamientos no deseados y
obsesivos y para evitar entrar en conductas compulsivas. Algunos pueden mantener
sus síntomas obsesivos compulsivos bajo control durante las horas de trabajo y
escuela. Pero la resistencia puede debilitarse con el pasar de los meses o años y,
cuando esto ocurre, el TOC puede volverse tan severo que los rituales que llevan
tiempo pueden tomar posesión de la vida de los pacientes, lo cual impide que
continúen desempeñando actividades fuera del hogar.
Los que padecen de TOC tratan de ocultar su trastorno en vez de conseguir ayuda.
Muchas veces logran ocultar sus síntomas obsesivos compulsivos a sus amigos o
colegas. Una consecuencia desafortunada de este secreto es que por lo general no
reciben ayuda profesional hasta años después del comienzo de su enfermedad.
Llegado ese punto, pueden haber aprendido a manejar sus vidas
y la vida de sus
familiares
en torno a estos rituales.
El TOC tiende a perdurar años, incluso décadas. Los síntomas pueden volverse
menos severos de tanto en tanto, y pueden haber intervalos largos con síntomas
leves, pero para la mayoría de los individuos con TOC los síntomas son crónicos.
"
.
!
Los criterios para el diagnóstico del trastorno por estrés agudo requieren la
exposición a un evento traumático en el que se diera una seria amenaza de la
integridad física de uno mismo o de otras personas, y que la respuesta ante tal
evento implicara un miedo intenso, desesperanza u horror. Durante el suceso o
después de éste, el sujeto debe presentar al menos tres de los siguientes síntomas
disociativos: sensación de insensibilidad, alejamiento o ausencia de respuesta
emocional, reducción de la conciencia de sus circunstancias, desrealización,
despersonalización y amnesia disociativa
La experiencia del suceso, por otra parte, reaparece de manera persistente ya sea a
través de imágenes recurrentes, pensamientos, sueños, ilusiones, episodios
retrospectivos o sensaciones de revivir la experiencia. Por otro lado, se encuentran
síntomas intensos de ansiedad o de arousal elevado, tales como dificultad para
dormir, irritabilidad, concentración pobre, hipervigilancia, respuesta de alerta
exagerada o inquietud motora.
Además, debe darse deterioro en áreas importantes como la social o la ocupacional,
o un impedimento en las habilidades para obtener asistencia o para movilizar
recursos personales.
Los criterios de duración de los síntomas requieren un mínimo de dos días y un
máximo de cuatro semanas, así como su aparición no más tarde de cuatro semanas
tras el suceso traumático.
"
. "
&
Cuando los síntomas descritos en el apartado anterior se mantienen durante más de
un mes, debe considerarse el cambio del diagnóstico de trastorno por estrés agudo
al de trastorno por estrés postraumático. El resto de criterios son similares para
ambos trastornos.
El trastorno por estrés postraumático es un cuadro
clínico que también se produce tras un acontecimiento
extremadamente traumatizante (que suponga daño
real o amenaza de la propia integridad física o de otras
personas) ante el que el sujeto responde con un miedo
intenso, horror o desesperanza. Tal suceso es
reexperimentado de manera persistente a través de
imágenes o pensamientos sobre el mismo, sueños
recurrentes, sensaciones de revivir la experiencia; o
bien se produce una activación fisológica intensamente
desagradable ante señales relacionadas con el suceso.
También se observa una marcada evitación de
estímulos asociados con el trauma, y síntomas de
arousal crónicamente incrementado tales como hipervigilancia, dificultad de
concentración, irritabilidad, alteraciones del sueño y respuesta de alerta exagerada.
Los acontecimientos que producen este trastorno con mayor frecuencia son las
experiencias de guerra, agresiones personales violentas, secuestros, atentados
terroristas, torturas, desastres naturales, accidentes de automovil o diagnósticos de
enfermedades que pongan seriamente en peligro la vida.
El pronóstico es peor cuando el acontecimiento traumático es producido por otras
personas (torturas, etc.), en estos casos pueden desarrollarse síntomas asociados
como dificultades en la modulación afectiva, conductas autodestructivas, abandono
de creencias previas, hostilidad o evitación social.
Las personas con este trastorno pueden tener sentimientos de culpabilidad por haber
sobrevivido si en el acontecimiento traumático se ha producido la muerte de otras
personas. La evitación de estímulos que recuerden el suceso puede conducir al
desarrollo de fobias y, en general, se incrementa el riesgo de sufrir otras
alteracciones: trastornos por pánico, obsesivo compulsivo, depresión mayor, por
somatización y por administración de sustancias. El curso más probable supone un
comienzo de la manifestación de los síntomas dentro de los tres primeros meses tras
el trauma, y con frecuencia la alteración comienza como un trastorno por estrés
agudo. La duración de los síntomas es muy variable, aunque en aproximadamente la
mitad de los casos se produce una recuperación completa durante los tres meses
siguientes a su aparición; en esta evolución influyen variables tales como el soporte
social, la historia familiar, experiencias infantiles, rasgos de personalidad y los
trastornos mentales preexistentes.
La prevalencia a lo largo de la vida en la población general está entre el 1% y el
14%, con grandes variaciones en función de la actividad desarrollada; en personas
con actividades arriesgadas y en zonas con conflictos bélicos estos porcentajes se
incrementan notablemente.
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La característica esencial de este trastorno son niveles de ansiedad y preocupación
excesivos, relacionados con uno/a o más acontecimiento/s o actividad/es, que se
presenta durante al menos seis meses.
El sujeto tiene la sensación de no poder controlar tal preocupación, y se manifiestan
al menos tres de los siguientes síntomas: fatigabilidad, dificultad de concentración,
irritabilidad, inquietud, tensión muscular y sueño alterado
Algunas personas pueden no calificar subjetivamente los niveles de ansiedad y
preocupación que experimentan como excesivos, pero suponen un deterioro objetivo
en algún área de funcionamiento como la social o laboral.
Frecuentemente los asuntos que generan preocupación excesiva son situaciones
cotidianas (reparaciones en la casa o en el coche, finanzas, la salud de algún
miembro de la familia, etc.). Durante el curso del trastorno el foco de preocupación
puede variar de un asunto a otro.
Síntomas asociados que pueden presentarse junto con los anteriores son temblores,
tensión motora, sudoración, náuseas, diarrea y síntomas depresivos.
La prevalencia a lo largo de la vida es del 5% aproximadamente, siendo
diagnosticado con más frecuencia en mujeres que en hombres. La expresión de la
ansiedad es variable en diferentes culturas (en algunas preferentemente a través de
síntomas somáticos y en otras a través de síntomas cognitivos).
El curso es crónico aunque con fluctuaciones, y tiende a agravarse ante situaciones
de estrés.
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Los síntomas presentes en este trastorno pueden ser los propios de la ansiedad
generalizada o de las crisis de pánico, o bien obsesiones o compulsiones, pero existe
evidencia de que son consecuencia de una alteración médica general. Algunas de las
condiciones médicas generales que pueden causar síntomas de ansiedad incluyen,
como se ha expuesto anteriormente, alteraciones endocrinas, cardiovasculares,
respiratorias, metabólicas o neurológicas. Siempre debe existir, aunque sea
hipotéticamente, un mecanismo fisiológico que explique la conexión entre la
alteración médica y los síntomas de ansiedad.
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Los criterios de esta categoría incluyen síntomas de ansiedad,
crisis de angustia, fobias, obsesiones o compulsiones producidos
por la administración de una sustancia (abuso de drogas,
medicación o tóxicos).
Algunas de las sustancias que pueden producir síntomas de
ansiedad son: anestésicos, analgésicos, simpaticomiméticos,
broncodilatadores, anticolinérgicos, insulina, preparados tiroideos,
anticonceptivos orales, antihistamínicos, antiparkinsonianos,
corticosteroides, antihipertensivos, anticonvulsivos, carbonato de
litio, antipsicóticos y antidepresivos. Otras sustancias, como algunos metales
pesados y toxinas (sustancias volátiles como la gasolina y la pintura, insecticidas,
gases nerviosos, monóxido de carbono y dióxido de carbono), también han sido
descritas como productoras de síntomas de ansiedad.
En el diagnóstico diferencial hay que tener en cuenta que en la intoxicación o
abstinencia de algunas sustancias pueden producirse síntomas de ansiedad (alcohol,
anfetamina y derivados, cafeína, cannabis, cocaína, alucinógenos, inhalantes,
hipnóticos, ansiolíticos). El diagnóstico adicional de trastorno por ansiedad debido a
la administración de sustancias sólo se dará cuando los síntomas de ansiedad
excedan a aquellos asociados propiamente con los síndromes de intoxicación o
abstinencia, y sean lo suficientemente severos para requerir tratamiento específico.
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En esta categoría se incluyen aquellos cuadros de ansiedad o evitación fóbica que no
cumplen con los criterios de los trastornos por ansiedad ni de los trastornos
adaptativos con sintomatología ansiosa. Por ejemplo, los cuadros con sintomatología
mixta ansiosa y depresiva, los cuadros con síntomas fóbicos sociales relacionados
con determinadas condiciones médicas generales o trastornos mentales (p.ej.
enfermedad de Parkinson o anorexia nerviosa), y los cuadros en que no es posible
determinar si se trata de un trastorno primario, debido a una condición médica
general o inducido por una sustancia.
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.
Este enfoque caracteriza los trastornos mentales a partir de criterios
fundamentalmente biológicos. Tiene sus raices en los mismos orígenes de la
medicina, con Hipócrates; fue respaldado por algunos descubrimientos realizados en
el siglo XIX, como la relación existente entre la sífilis y determinadas alteraciones
psicopatológicas, y ya en nuestro siglo se consolidó en gran parte gracias a la
investigación y las aplicaciones de la psicofarmacología.
El modelo biomédico actual en psicopatología tiene sus premoniciones en Griesinger,
Wernicke, Flechsig, Kalbhaum, Morel, y muchos otros autores que coincidieron en la
premisa de que los trastornos mentales han de ser considerados como enfermedades
cerebrales, ya sean primarias o secundarias (enfermedades somáticas que afectan
secundaria y eventualmente al cerebro, como el paludismo, la fiebre tifoidea, etc.).
Los síntomas de los trastornos mentales son psíquicos en su manifestación, pero
fisiológicos en su naturaleza. Kraepelin es probablemente el autor que mejor
sistematizó inicialmente este enfoque: a cada factor etiológico ha de corresponder un
cuadro clínico particular, un curso determinado y una anatomía patológica precisa.
Los diferentes tipos de enfermedad pueden ser clasificados en tres grandes grupos,
en función de que su causa sea un agente externo (como un virus) que ataca al
organismo (enfermedad infecciosa), un mal funcionamiento de algún órgano
(enfermedad sistémica), o un trauma (enfermedad traumática). De estos tres
modelos, el de enfermedad sistémica ha sido el que ha alcanzado una aplicación más
extensa a una gran variedad de trastornos mentales. En el modelo sistémico se
enmarcan las investigaciones sobre alteraciones bioquímicas, que han dado lugar a
una extensa literatura sobre la relación existente entre los neurotransmisores
(sustancias que transmiten el impulso nervioso entre las neuronas) y los trastornos
mentales.
En el enfoque biomédico se da también gran importancia al estudio de la
predisposición genética a padecer determinados trastornos, adoptando en muchas
ocasiones una perspectiva interaccionista (modelo de vulnerabilidad estrés) que
toma en consideración tanto la predisposición genética como la incidencia de agentes
patógenos externos.
Se distinguen dos clases de indicadores de anomalías orgánicas o funcionales, los
signos y los síntomas. Los signos son indicadores objetivos de procesos orgánicos
alterados, es decir, públicamente observables, mientras que los síntomas son
indicadores subjetivos de procesos orgánicos anómalos, es decir, percibidos por el
propio sujeto. Al conjunto de signos y síntomas que forman un cuadro clínico
determinado se le denomina síndrome.
La investigación sobre los aspectos biológicos de la conducta anormal y la industria
organizada en torno al desarrollo de psicofármacos ha propiciado que el enfoque
biomédico goce de gran prestigio en la actualidad, aunque se han criticado algunos
inconvenientes asociados al mismo. Por ejemplo:
Puede favorecer un reduccionismo radical que limite un conocimiento completo de
todos los factores implicados en la determinación y el mantenimiento del
comportamiento anormal. Las relaciones de causa efecto no van sólo desde el nivel
biológico hacia el nivel psicológico, puesto que las variables psicológicas (hábitos,
cogniciones, etc.) pueden ser también causas de determinados procesos biológicos.
Estas relaciones de determinación recíprocas entre niveles no se fundamentan en
presupuestos dualistas, sino que se apoyan en una filosofía monista emergentista
según la cual pueden distinguirse distintos niveles de organización de la realidad
(físico, químico, biológico, psicológico y social) en función de la complejidad de los
sistemas propios de cada uno de ellos.
Otro problema asociado con este enfoque tiene relación con el tipo de modelos que
se utilizan preferentemente. Al ser éstos modelos de laboratorio, y frecuentemente
modelos animales, la posibilidad de generalización a la patología humana es menor
que en enfoques en los que se tiende a trabajar preferentemente con humanos.
Tiende a considerar al paciente como un sujeto pasivo, al no ser responsable del
inicio, curso o desenlace del trastorno.
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Los modelos animales son elaborados a partir de estudios experimentales. Cuando
consideraciones éticas hacen impracticables determinados tipos de estudios en
humanos, las dos únicas posibilidades que quedan son utilizar animales como sujetos
experimentales o hacer uso de modelos de simulación. La investigación con animales
permite el control de variables genéticas y ambientales, el uso de técnicas invasivas
o tóxicas y el estudio detallado de mecanismos que no serían posibles en estudios
con humanos. La cualidad principal de los modelos animales es su capacidad para
poner de manifiesto los mecanismos subyacentes a ciertos síntomas. De la
investigación con animales procede gran parte del conocimiento disponible sobre los
cambios fisiológicos producidos por los fármacos, así como sobre los efectos de
diferentes factores etiológicos.
Pese a las indudables aportaciones que ha realizado la investigación con animales a
la psicopatología y a la Ciencia en general, su utilización ha supuesto una gran
controversia que se mantiene aun en la actualidad. En este tema hay posturas
radicales para todos los gustos, desde los que defienden la libertad absoluta para
realizar investigación con animales, hasta quienes prohibirían cualquier tipo de
experimentación con ellos. Hay quien sugiere que la actitud subyacente a la defensa
de la experimentación con animales es equivalente a las actitudes racistas y sexistas,
dado que todas ellas suponen un sesgo en favor de los intereses de un grupo (una
raza o una especie). Atendiendo a estas críticas, Bond (1984) propone llevar a cabo
la experimentación con animales bajo una serie de condiciones como: star
convencidos del valor del estudio que se va a poner en marcha. Haber determinado
que no hay otra manera de obtener la información que se precisa. Utilizar el menor
número posible de sujetos. Evitar al máximo el sufrimiento de los sujetos.
Existen multitud de trastornos del comportamiento en animales (estereotipias,
agresividad, trastornos del estado de ánimo, alimenticios, de ansiedad, del sueño,
hiperactividad, etc.) que aun no han sido explotados como modelos del
comportamiento anormal humano. En cambio, una estrategia muy utilizada ha sido
la de producir experimentalmente en animales signos psicopatológicos similares a los
que se presentan en los trastornos mentales humanos. Estas investigaciones han
llevado a la construcción de varios modelos animales alternativos o complementarios
para los mismos trastornos humanos. Por ejemplo, los modelos animales de
depresión van desde aquellos centrados en la separación social hasta los que
focalizan su atención en el estrés (como el de la indefensión aprendida), pasando por
los que proponen determinadas lesiones cerebrales. En trastornos de ansiedad
algunos estudios realizados con animales se han basado en la administración de
sustancias, otros han inducido estrés por diferentes medios, y otros se han basado
en diferentes modelos de aprendizaje.
Pavlov puede considerarse como el pionero de la investigación
psicopatológica mediante modelos animales. En un experimento
realizado en su laboratorio se observó que unos perros
sometidos a discriminaciones difíciles entre círculos y elipses
mostraban un comportamiento extraño, aullaban en la cabina,
destrozaban el material del laboratorio y fallaban incluso en
discriminaciones fáciles que anteriormente resolvían sin
problemas.
Otro fenómeno que llamó su atención ocurrió durante una gran
riada que afectó a Leningrado en 1924. El edificio en el que se
encontraba el laboratorio se inundó, estando los perros
atrapados en un recinto que se iba llenando de agua lentamente. Tras este suceso
los perros mostraron una pérdida acusada de aprendizajes previamente establecidos.
Pavlov sugirió que existía una analogía entre estos comportamientos extraños de los
perros y la neurosis humana. La explicación de esta "neurosis experimental" (hoy se
denominaría ansiedad) tenía en cuenta tanto la intervención de factores situacionales
como de variables organismicas relacionadas con diferencias individuales en la fuerza
del sistema nervioso.
A partir de los años cuarenta comenzaron a aparecer estudios experimentales con
animales en Estados Unidos directamente inspirados por las investigaciones pioneras
de Pavlov. Otro autor que se interesó por el estudio experimental de fenómenos
psicopatológicos con animales fue Liddell (1944). Según Liddell la repetición
monótona de estímulos o la restricción de movimientos a que se ven sometidos los
animales durante los estudios de laboratorio son suficientes para provocar lo que hoy
se entiende como ansiedad. Para demostrar la similitud de su modelo con la
ansiedad humana, estudió una serie de personas a las que sometía a condiciones
parecidas de restricción de movimientos en ambientes monótonos, y también realizó
estudios de campo en ambientes con esas características (tales como diferentes tipos
de instalaciones militares).
Masserman (1943) estudió la neurosis experimental en gatos, intentando demostrar
que cuando deficiencias físicas, estrés ambiental o conflictos ambientales exceden la
capacidad de adaptación de un organismo, entonces la conducta adquiere rasgos
neuróticos (propios de la ansiedad), esto es se vuelve indecisa, ineficaz, inapropiada
o excesivamente simbólica. En algunos de sus experimentos creaba un conflicto
entre dos motivaciones sometiendo a los gatos a estimulación aversiva durante la
comida. La consecuencia era que los gatos mostraron respuestas fóbicas ante la
comida tales como agazaparse, intentos de escape, pulso y respiración acelerados, y
conductas no pertinentes tales como el cuidado de su piel y el juego.
Posteriormente Maier (1956) intentó explicar la neurosis experimental como el
resultado de la frustración. Su teoría fue desarrollada a partir de una serie de
experimentos en los que se presentaban problemas insolubles a ratas de laboratorio.
La conducta neurótica que se generaba en sus animales de esta manera era
compulsiva y carecía de meta.
El desarrollo de teorías biológicas de los trastornos de ansiedad ha sido consecuencia
en gran medida del éxito obtenido de manera empírica con la utilización de
psicofármacos. Pitts y McClure (1967) observaron que la adminstración de lactato
sódico a individuos que sufrían ataques de pánico inducía su aparición en gran
número de ellos. Estos ataques podían ser aliviados mediante un agonista
adrenérgico como la clonidina. Ésta es capaz de aliviar el síndrome de abstinencia a
opiáceos, lo que ha llevado a pensar que opiáceos endógenos pueden estar
implicados en los mecanismos reguladores de la ansiedad.
Otros antidepresivos, que actuan sobre vías reguladas por la serotonina, también son
eficaces en el tratamiento de los ataques de pánico, por lo que parece que este
sistema neurotransmisor también está implicado en las respuestas de ansiedad.
Uno de los neurotransmisores que más estrechamente se ha relacionado con la
ansiedad es el ácido gammaaminobutírico (GABA). El GABA es un neurotransmisor
inhibidor. La fijación del GABA a su receptor provoca la apertura del canal de cloro y,
en consecuencia, la hiperpolarización de la membrana neuronal, bloqueándose la
transmisión del impulso nervioso. Los descubrimientos relacionados con el
mecanismo de acción de las benzodiacepinas (ansiolíticos que actúan aumentando la
neurotransmisión gabaérgica) hacen suponer que en la base de los trastornos de
ansiedad podría estar una alteración de este sistema de neurotransmisión.
Otro tipo de modelos son los neuroanatómicos y neurofisiológicos, entre los que
destaca el de Gray (1982), quien propone que en la ansiedad se encuentran
involucradas diferentes estructuras del sistema límbico, en particular el hipocampo y
los núcleos septales.
Zuckerman (1991) afirma que la amígdala también se encuentra implicada en la
regulación de estados afectivos desagradables como la ansiedad. Las neuronas de la
amígdala responden a estímulos nuevos y a estímulos emocionalmente significativos;
por otra parte, esta estructura se halla en un punto de encuentro de proyecciones
sensoriales tanto exteroceptivas como interoceptivas. Es decir, la función de la
amígdala parece ser integrar la información sensorial y responder a ella en base a su
significado emocional. Las proyecciones que tienen su origen en la amígdala
controlan diferentes indicadores de la ansiedad, como son la inhibición del
comportamiento ante una situación de conflicto, la activación cardiovascular, la
expresión facial y el grado de alerta.
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El extraordinario desarrollo de la psicología del aprendizaje durante este siglo ha
propiciado la extensión del enfoque conductual a gran cantidad de áreas de
investigación e intervención, entre ellas la psicopatología. Las técnicas de
modificación de conducta, en particular, como área de aplicación de los principios de
la psicología del aprendizaje al tratamiento de la conducta anormal, constituyen
probablemente el factor facilitador más importante de la difusión del enfoque
conductual de los trastornos mentales (trastornos de conducta, en la terminología
propia de este enfoque). Autores como Eysenck y Wolpe, que se encuentran entre
los pioneros de la terapia de conducta, son responsables también por tanto de las
primeras formulaciones del comportamiento anormal realizadas desde el enfoque
conductual, aunque sus antecedentes pueden situarse aun antes en el tiempo, con
los experimentos de Watson y Rayner (1920) sobre adquisición de fobias mediante
condicionamiento clásico, y de Pavlov sobre neurosis experimentales. H.J. Eysenck
(1957) había observado que la efectividad de las psicoterapias al uso a mediados de
los años cincuenta era más que cuestionable, lo que le llevó a interesarse por la
posibilidad de desarrollar técnicas terapéuticas derivadas de los principios del
aprendizaje.
El principio básico del enfoque conductual en psicopatología es que la conducta
trastornada consiste en una serie de hábitos desadaptativos condicionados (clásica o
instrumentalmente) a ciertos estímulos. En consecuencia, el tratamiento adecuado
consistirá en la aplicación de los principios del aprendizaje para extinguir esos
hábitos.
La principal objeción que se ha hecho al enfoque conductual se
basa en la necesidad de considerar, además de las relaciones
funcionales entre los estímulos y las respuestas, la participación
de variables no observables directamente, como pueden ser las
de tipo cognitivo, para optimizar la explicación del
comportamiento anormal y mejorar la intervención sobre el
mismo. Ello dió lugar a nuevos desarrollos que, aun
enmarcándose todavía en el enfoque conductual, incluyen
conceptos cognitivos en sus teorías sobre el comportamiento
anormal (p.ej. Bandura, 1969). Estas formulaciones, que
podrían denominarse conductistas ampliadas o neoconductistas,
aceptan pues la inclusión de elementos cognitivos en sus
planteamientos, pero éstos no son todavía el eje vertebrador de
las teorías que se construyen.
La problemática del conductismo se limita al comportamiento, desentendiéndose de
la mente; fija sus objetivos en la descripción, predicción y control del
comportamiento de los organismos.
La ansiedad patológica se refiere, desde el enfoque conductual, a una clase de
respuestas aprendidas; el tratamiento, por tanto, debe encaminarse a su extinción y
al aprendizaje de las respuestas correctas. Se considera a la ansiedad como una
respuesta de temor condicionada. Tras una perturbación emocional ante un peligro o
un trauma real, o tras una exposición repetida ante una situación o clase de
situaciones en las que se produzca la alteración emocional, las respuestas
emocionales quedan condicionadas a algunas señales contextuales que, en el futuro,
son suficientes para producir una respuesta emocional muy resistente a la extinción.
Tal respuesta emocional puede generalizarse a nuevos estímulos en función de su
semejanza con los estímulos presentes en la situación traumática.
Esta hipótesis procede del trabajo de Watson y Rayner
(1920), en el que demostraron experimentalmente que era
posible
hacer
aprender
una
conducta
fóbica,
por
condicionamiento pavloviano, asociando un estímulo neutro
(una rata blanca) con un estímulo aversivo (ruido intenso), a
un niño de 11 meses en sólo cinco ensayos.
En consecuencia, el proceso de condicionamiento clásico
parecía ser un buen modelo para las fobias. Siguiendo esta
linea de razonamiento, otros investigadores sugirieron que el
temor puede transferirse a continuación a otros estímulos a
través de diferentes procesos de generalización
Otros modelos formulados desde este mismo enfoque, proponen que el aprendizaje
de una fobia podría hacerse por observación directa de un modelo o, incluso, por
instrucción verbal sin necesidad de observación directa (por ejemplo, cuando la
madre indica al niño que tal animal es peligroso.
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Si bien algunos conceptos cognitivos ya habían entrado a formar parte de teorías
psicopatológicas conductuales, aun no habían alcanzado en éstas el estatus de
conceptos centrales, determinantes fundamentales del comportamiento anormal, que
continuaba reservado para las relaciones funcionales entre estímulos y repuestas.
Gran parte de los modelos de trastornos mentales elaborados
desde este enfoque están basados en la analogía mente
ordenador. La mente es entendida como un sistema de
procesamiento de información que, como los ordenadores, recibe,
selecciona, transforma, almacena y recupera datos; y los
trastornos mentales pueden ser explicados a partir de un mal
funcionamiento de algunos componentes de ese sistema
Pueden destacarse tres teorías de la ansiedad en el contexto del enfoque del
procesamiento de información: la teoría de Lang sobre procesamiento de imágenes y
afectos, la teoría de red asociativa de Bower, y la teoría del esquema de Beck. A
éstas puede añadirse la de Tous (1986).
Lang (1968) propone que toda la información es codificada en el cerebro de manera
abstracta y uniforme, incluso las imágenes (rechazando por tanto la idea
comunmente aceptada de que éstas son representadas en el cerebro de forma
icónica o análoga. Las imágenes no son representaciones sensoriales sino estructuras
proposicionales que, en consecuencia, pueden incluir características semánticas
asociadas a los estímulos (p.ej.: "volar en avión es peligroso"). De manera más
detallada, Lang propone que la memoria emocional contiene tres tipos de
información:
Información sobre estímulos externos. Referente a sus características físicas.
Información sobre las respuestas asociadas a los estímulos. Incluyendo la
expresión facial, la conducta verbal, respuestas de aproximación o evitación y
cambios viscerales y somáticos.
Proposiciones semánticas. Que definen el significado de los estímulos y de las
respuestas asociadas a ellos (probabilidad de ocurrencia, consecuencias de las
respuestas, etc.).
Las proposiciones se agrupan en la memoria en redes, que constituyen una especie
de programas afectivos, produciendo una expresión afectiva determinada cuando se
activa un número suficiente de proposiciones de una red.
Tanto la teoría de Bower (1981) como la de Beck (1976) han sido formuladas
fundamentalmente para intentar explicar la depresión, pero son aplicables también a
la ansiedad. Coinciden en proponer que la ansiedad es resultado de una estructura
cognitiva disfuncional que lleva a un sesgo en el procesamiento de información. Este
sesgo consiste en que se presta más atención a los aspectos amenazadores del
entorno que a otros. La señales de peligro (real o posible) son amplificadas por la
atención de la persona que sufre ansiedad, de manera que ocupan la mayor parte de
su conciencia.
Tous (1986) también plantea un modelo de ansiedad basado en el procesamiento de
información. Sugiere la necesidad de diferenciar la ansiedad patológica de la
ansiedad no patológica; ésta constituye un mecanismo adaptativo para el individuo,
priorizando los procesos de percepción sobre los de respuesta ante situaciones que
pueden suponer novedad o peligro, y permitiendo con ello la selección de una
respuesta no impulsiva sino adecuada a la complejidad de la situación. La ansiedad
patológica consistiría en un funcionamiento exagerado de este mecanismo, llevando
a una inhibición desproporcionada de la respuesta ante situaciones en las que no es
necesario tal grado de inhibición.
En los años 60 surgen los que se suelen considerar como los primeros modelos
cognitivos de la emoción, en los que se empieza a suponer que hace falta cierta
actividad cognitiva (procesos de atribución de causalidad, o valoración de las
consecuencias de la situación, por ejemplo) para que se desarrolle una reacción
emocional.
En general se suele decir que las situaciones son sólo potencialmente ansiógenas
porque no siempre producen reacciones de ansiedad. Desde los modelos cognitivos
se considera que lo que genera la reacción es el significado o la interpretación de la
situación que hace el individuo.
En ocasiones el individuo reconoce (es consciente) de que la situación no supone una
amenaza objetiva para él, pero no puede controlar voluntariamente su reacción de
ansiedad. De entre todos aquellos factores de tipo cognitivo que se han estudiado,
destacan los sesgos en el procesamiento de la información.
Las personas con vulnerabilidad para el desarrollo de trastornos de ansiedad, tienden
a pensar en asuntos relativos amenaza reales o posibles, sobre todo en torno a tres
temas: aceptación, competencia y control. En situaciones ansiógenas donde está
implícita una evaluación social o un potencial rechazo de los otros, posibles críticas
laborales o una pérdida del control ejercido sobre el ambiente, se desencadena el
estado emocional ansioso. Las formas de pensar ansiógenas dirigen el procesamiento
hacia los aspectos internos y externos congruentes con ellos, de manera que el
individuo atiende selectivamente a los estímulos amenazantes del ambiente, da
interpretaciones amenazantes a los estímulos ambigüos y recupera de la memoria
información relativa a la amenaza en mayor medida que información neutra o
positiva.
La preocupación es una de estas formas de pensar sesgadas, y uno de los síntomas
característicos de diferentes cuadros de ansiedad. Puede definirse como una cadena
de pensamientos e imágenes, relativamente incontrolables, acompañados de un
estado afectivo negativo. Constituye una tentativa de solucionar un problema, cuyo
resultado es incierto y que contiene la posibilidad de una o más consecuencias
negativas.
Diversas teorías han contribuido al esclarecimiento de las características de este
sesgo de interpretación del entorno, tan característico de la ansiedad.
Según la teoría del aprendizaje, las preocupaciones se desencadenarían ante
determinados estímulos del entorno, que habrían adquirido su carácter de amenaza a
través del condicionamiento clásico por su asociación con circunstancias vitales
frustrantes (aquellas en las que se produce discrepancia entre el rendimiento real del
sujeto y sus expectativas). La preocupación, además, se constituiría como una
conducta cognitiva de evitación con la propiedad de reducir la activación fisiológica,
con lo que la persona invertiría cada vez más tiempo en esta actividad reforzante,
por sus efectos reductores de la activación fisiológica excesiva y desagradable.
Es posible identificar la preocupación con una conducta cognitiva evitativa de tipo
lingüístico, caracterizada por reducir o inhibir las actividades: imaginaria y fisiológica.
Las preocupaciones ponen en marcha un ciclo capaz de retroalimentarse. Producen
una autofocalización de la atención, que consiste en un estrechamiento atencional o
hipervigilancia que impide redirigir la atención sobre los estímulos externos, lo que
lleva a una sensación de incontrolabilidad de las preocupaciones. Por efecto de esta
hipervigilancia se desencadena un estado afectivo negativo que produce un aumento
de la activación fisiológica. Esa activación fisiológica hace que la autofocalización sea
cada vez mayor, y que también aumente la incontrolabilidad de las preocupaciones.
La hipervigilancia consistiría, inicialmente, en un constante rastreo de los estímulos
ambientales, con motivo de la detección de cualquier posible amenaza. En esta
primera fase, el espectro de atención es muy amplio, es fácil que el sujeto evalúe un
gran número de estímulos neutros como potencialmente amenazantes y que su
procesamiento se vea interferido por numerosos estímulos irrelevantes, redundando
en una elevada distracción.
Posteriormente, una vez que el individuo focalizase su atención en los estímulos
amenazantes, el sesgo selectivo atencional, centrado en la amenaza, impediría que
pudiese fijar su atención en cualquier otro aspecto del input sensorial más positivo,
que hubiese ayudado a solventar las actuales circunstancias. En esta segunda fase
se aprecia, entonces, un estrechamiento del espectro de atención, con una fuerte
focalización sobre el peligro y la imposibilidad de redirigir la atención a cualquier otra
parte del campo estimular.
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En 1908 Yerkes y Dodson establecieron de forma experimental la relación de "U"
invertida que existía entre el grado de activación del sujeto y su nivel de rendimiento
en una tarea, de modo que éste era mayor cuando aquel descendía.
Tras un largo periodo de casi 50 años, Saranson y Mandler,
introducen un nuevo concepto: el de ansiedad de prueba,
causante de la emisión de respuestas interferentes en el
momento en que un sujeto es expuesto a situaciones de
evaluación. A partir de este momento, son diferentes las
variables que se van estudiando en relación con el
rendimiento y la ansiedad de prueba, entre otras: las
autoinstrucciones o diálogo interno del sujeto, el feedback
sobre la ejecución, la dificultad de la tarea, la presión del
tiempo, etc.
La conclusión general a la que llegan estos trabajos es que los sujetos con alta
ansiedad suelen mostrar pensamientos autodepreciativos y rumiativos sobre su
ejecución, centrándose más en sí mismos que en la tarea, situación esta que es
activada por la presión que la propia situación genera.
A partir de los años 60 se inicia una serie de investigaciones encaminadas a delimitar
cuales son los componentes de la ansiedad de prueba y como influyen en el
rendimiento. Entre ellos se encuentran la preocupación y la emocionalidad. La
preocupación se refiere a aspectos cognitivos tales como expectativas negativas a
cerca de uno mismo, de la situación, de las consecuencias de una mala ejecución,
etc. en tanto que la emocionalidad se refiere a la percepción que el sujeto tiene de
su activación fisiológica ante la situación, manifestada ante todo por síntomas físicos
de ansiedad: tensión muscular, aumento de las pulsaciones, sudoración, tensión en
la zona gástrica, etc.
En los años 70 80 se intenta explicar el proceso cognitivo por el cual la ansiedad
produce deterioro en el rendimiento, indicando que la dificultad proviene de que el
sujeto focaliza su atención en aspectos internos tales como pensamientos
autoevaluativos y despreciativos, en sus propias reacciones autonómicas, y no en la
tarea. Este modelo explicativo señala básicamente que el deterioro en el rendimiento
se produce por la interferencia en el momento de la recuperación del material
aprendido. Las técnicas de entrenamiento atencional y de reducción de la ansiedad
avalan estas hipótesis al mejorar sensiblemente el rendimiento.
Por último, los estudios más recientes desde los modelos del procesamiento de la
información parecen indicar que el deterioro en el rendimiento de las personas con
alto nivel de ansiedad es debido tanto a problemas en la recuperación del material
(fase de prueba o examen), como a problemas de almacenamiento y organización de
la información (fase de aprendizaje).
En la actualidad existe gran cantidad de evidencia en respaldo de la idea de que los
efectos perjudiales de ansiedad sobre el rendimiento se deben fundamentalmente a
la preocupación que aparece en los estados de ansiedad, que lleva a actividades de
procesamiento irrelevantes para la tarea. En el apartado siguiente se comenta con
más extensión la relación entre preocupación y rendimiento.
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"
De los diferentes trastornos de ansiedad, aquel que se caracteriza principalmente por
la presencia de preocupaciones es el trastorno de ansiedad generalizada (TAG).
Bados (2000) ofrece algunos ejemplos de preocupaciones en pacientes con TAG:
a) Una madre se preocupaba por si la comida que preparaba a su bebé estaba muy
caliente y este podía quemarse, por si no lo oiría llorar por la noche y podría
ahogarse, por si se le pasaba por alto algún signo o síntoma de enfermedad y el
bebé podía enfermar gravemente o morir.
b) Un periodista estaba preocupado por si a la gente que entrevistaba lo consideraba
inepto, por si su jefe rechazaba sus artículos, por si los lectores desaprobaran lo que
escribía, por si sus compañeros podían estar juzgando todo lo que hacía y por si
podía cometer un error grave que condujera a su despido.
c) Un psicólogo clínico en formación se preocupaba por si trataba inadecuadamente a
sus pacientes, por si una llamada telefónica sería porque un paciente había recaído o
se había intentado suicidar y por si su supervisor desaprobaba lo que hacía.
d) Una estudiante estaba preocupada porque creía que no rendía lo suficiente, que
no estaba a la altura de sus compañeros, que no tenía tiempo suficiente para
prepararse, que no lograría superar los exámenes y que tendría que abandonar la
carrera.
e) Un paciente se preocupaba por comentarios que había hecho a los amigos, por lo
que estos pudieran pensar de su forma de vestir, por no tener opiniones tan
fundadas como ellos y por si podían dejarle de lado.
f) Otro paciente estaba preocupado por la posibilidad de que él o alguien de su
familia cayera gravemente enfermo y por la posibilidad de quedarse sin trabajo y de
que su pareja le abandonara.
Existen dos componentes en la vulnerabilidad psicológica ante la preocupación
patológica: la percepción de amenaza generalizada (o la visión del mundo como
peligroso) y el sentirse incapaz de afrontar los eventos amenazantes.
Los sujetos con TAG presentan a menudo características de personalidad tales como
perfeccionismo, dependencia y falta de asertividad, las cuales pueden haber sido
favorecidas por haber sido educado por padres sobreprotectores, muy exigentes y/o
ansiosos. Pueden presentar también una vinculación o apego más inseguro a su
principal ser querido en la infancia.
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Con la finalidad de concretar más las relaciones entre ansiedad y rendimiento es útil
diferenciar dos conceptos: eficacia y efectividad. La efectividad del rendimiento se
refiere a la calidad de éste. La eficacia se refiere a la razón entre la efectividad y el
esfuerzo puesto en la tarea. Dos personas pueden llegar a rendimientos de calidad
equivalente en una tarea, y por tanto su efectividad es la misma; pero si una de ellas
ha debido poner más esfuerzo que la otra para alcanzar el mismo nivel de
resultados, entonces su eficacia es menor.
Esta distinción es importante porque diferentes
estudios muestran que la ansiedad tiene un efecto más
adverso sobre la eficacia que sobre la efectividad. Es
decir, para compensar sus efectos negativos sobre el
rendimiento, los sujetos que sufren ansiedad
desarrollan un mayor esfuerzo que los que tienen
niveles menores de ansiedad.
En una investigación sobre este tema en la que se
evaluaba el rendimiento en una prueba de lanzamiento de peso (Weinberg y Hunt,
1976) se observó que los sujetos con más ansiedad se preparaban para el
lanzamiento tanto con los músculos no antagónicos como con los músculos
antagónicos, es decir, se preparaban con todos los músculos, mientras que los
sujetos con poca ansiedad se preparaban únicamente con los músculos antagónicos.
Eso implica que los sujetos con elevada ansiedad empleaban más energía de la
necesaria, y la gastaban durante más tiempo.
Aunque su lanzamiento fuera igual de bueno que el de los sujetos con poca ansiedad
(misma efectividad), su esfuerzo era mayor (menor eficacia).
En consecuencia, aunque las personas con ansiedad elevada puedan alcanzar el
mismo rendimiento en diferentes tareas al de las personas bajas en ansiedad, eso se
hace a costa de un mayor esfuerzo y, por tanto, un mayor desgaste para el
organismo.
M.W. Eysenck comparó a las personas con elevada ansiedad con un coche que
arrastra un pesado remolque, y a las personas con baja ansiedad con un coche sin
remolque. Para ir a la misma velocidad, el coche con remolque debe acelerar más.
Aunque la ansiedad en general deteriore el rendimiento, sería incorrecto pensar que
afecta a todas las tareas de la misma forma o en la misma medida.
Hay gran cantidad de estudios que muestran que la ansiedad interactúa con la
dificultad de la tarea. Su efecto es más perjudicial en tareas difíciles que en tareas
fáciles. Incluso algunas tareas fáciles pueden verse beneficiadas por la ansiedad, que
ejerce una función activadora y motivadora. Tales resultados son consistentes con la
ley de Yerkes Dodson, según la cual el nivel óptimo de activación es menor para
tareas difíciles que para tareas fáciles.
Para explicar por qué ocurre esto se han formulado diferentes teorías. Una de ellas
propone que el ingrediente crucial en la dificultad de la tarea es la competición entre
respuestas. Esta teoría propone que la ansiedad actúa como un impulsor que
aumenta la probabilidad de la respuesta más fuerte en una situación dada. Por ello,
la ansiedad debería facilitar el rendimiento en tareas fáciles, es decir, aquellas en las
que la respuesta correcta es más fuerte que las incorrectas, pero debería dificultar el
rendimiento en tareas difíciles puesto que en éstas la probabilidad de las respuestas
incorrectas es más fuerte que la de las respuestas correctas.
Otra hipótesis propone que la ansiedad reduce la capacidad de la memoria a corto
plazo (algo parecido a la memoria RAM de un ordenador, puesto que es la que
mantiene la información activa para la realización de una tarea). Las tareas difíciles
requieren mayores recursos de memoria a corto plazo que las tareas fáciles.
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Las técnicas empleadas con más frecuencia y de mayor eficacia incluyen, en la
mayoría de los trastornos de ansiedad, diferentes tipos de exposición y paquetes con
diversas técnicas cognitivo conductuales, tales como: educación sobre el trastorno,
respiración controlada, reestructuración cognitiva, etc.
Entre los trastornos de ansiedad de más difícil tratamiento se encuentra el trastorno
obsesivo compulsivo (TOC). La exposición con prevención de respuesta (EPR) es el
tratamiento psicológico de elección en estos momentos para el TOC. Las variaciones
de la EPR que incluyen técnicas cognitivas no han mostrado superioridad respecto a
aquella. También se emplean con frecuencia inhibidores de la recaptación de
serotonina (Vallejo, 2001).
Para el tratamiento de la ansiedad generalizada, las técnicas más eficaces son
aquellas que combinan procedimientos cognitivos y conductuales (Capafons, A.,
2001).
En las fobias específicas el mejor resultado se obtiene con la exposición en vivo. La
combinación de la exposición con técnicas cognitivas alcanza también buenos
resultados; en cambio los psicofármacos no aportan efectos beneficiosos
significativos (Capafons, J.I., 2001).
La exposición en vivo y la combinación de técnicas conductuales y cognitivas son
procedimientos bien contrastados de intervención sobre la agorafobia. La
farmacoterapia con antidepresivos o benzodiacepinas es más fácil de administrar y
de seguir, pero tiene más efectos secundarios y produce más abandonos (Bados,
2001).
Los tratamientos para el trastorno de pánico con mayor evidencia de eficacia son el
paquete propuesto por Barlow, y el programa de terapia cognitiva de Clark (Botella,
2001). En el programa de Barlow se incluye un componente educativo, exposición a
sensaciones interoceptivas, reestructuración cognitiva destinada a modificar las
creencias erroneas del paciente respecto al pánico y la ansiedad, y entrenamiento en
respiración y relajación. El programa de Clark se basa en la modificación de las
interpretaciones catastrofistas de las sensaciones corporales (p. ej.: "voy a tener un
ataque cardíaco, no podré respirar y me moriré, voy a perder el control, voy a
desmayarme, voy a volverme loco", etc.).
En el tratamiento del estrés postraumático se recomienda exposición, si bien con
algunas consideraciones a tener en cuenta, entre ellas que sus resultados son peores
en casos de abuso de alcohol, o si hay comorbilidad con otros trastornos que puedan
ser exacerbados por ella. También es recomendable la combinación de exposición y
reestructuración cognitiva (Báguena, 2001).
En general, la modificación de los niveles excesivos de ansiedad requiere intervenir
en tres frentes: fisiológico, cognitivo y conductual; si bien, como se ha visto, no
simpre la combinación de intervenciones resulta más efectiva que centrarse en uno
de estos ámbitos exclusivamente.
El componente fisiológico de la ansiedad se refiere a las alteraciones y sensaciones
físicas como la tensión muscular, la hiperventilación, etc. Aplicando técnicas de
intervención sobre la activación fisiológica, como la técnica de relajación progresiva
de Jacobson, la respiración controlada, etc., es posible aprender a reducir esos
niveles excesivos de activación fisiológica.
Los componentes cognitivos son las preocupaciones y los pensamientos
autodevaluativos. Para controlarlos pueden aplicarse técnicas que inciden sobre el
autoconcepto y la autoestima; así como técnicas de reestructuración cognitiva.
El componente conductual se refiere a todos los comportamientos de evitación que
aparecen ante estímulos o situaciones relacionados con la ansiedad. Para cambiar la
evitación por un afrontamiento activo de la situación puede aplicarse técnicas de
resolución de problemas y de entrenamiento en habilidades sociales, en apoyo de las
técnicas usuales de exposición.
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La relajación se define como la ausencia de tensión o activación en el estado de un
organismo, y se manifiesta a tres niveles: Fisiológico: incluye los cambios somáticos,
viscerales y corticales (cambios en la tensión muscular, tasa cardiaca, ritmos
electroencefalográficos). Conductual: hace referencia a los actos externos
directamente observables del organismo (expresiones corporales y faciales, actividad
motora). Subjetivo: se refiere a la experiencia interna consciente del propio estado
emocional o afectivo del sujeto (calma, tranquilidad).
Estos tres niveles o tipos de respuesta se encuentran íntimamente ligados, formando
una unidad integral, de modo que cualquier cambio observado en una de ellas
repercute en las otras.
La relajación produce efectos fisiológicos beneficiosos reduciendo la frecuencia del
pulso y la presión de la sangre, la transpiración y la frecuencia respiratoria. Consigue
excelentes resultados en el tratamiento de la tensión muscular, el insomnio, la
depresión, los espasmos musculares, el dolor de cuello y espalda, la hipertensión y,
por supuesto, la ansiedad. Además, disponer de una respuesta de relajación sirve
para ayudar a hacer frente a diversas situaciones de una forma más efectiva,
incrementando el éxito de futuras actuaciones y reduciendo las evitaciones.
La relajación no es aplicable a todas las situaciones y personas. Existen situaciones
en las que la tensión y un cierto nivel de ansiedad resultan respuestas adaptativas
muy efectivas, y otras en las que el arousal fisiológico se debe a falta de habilidades
para realizar una determinada tarea. Los objetivos más apropiados para el
entrenamiento en relajación son las respuestas molestas de alto nivel de tensión que
interfieren con la ejecución de otra conducta.
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Edmond Jacobson publicó en 1938 el libro titulado "Relajación progresiva" en el que
describía su técnica de relajación muscular profunda. Esta técnica se basa en la
premisa de que la ansiedad que experimenta una persona se traduce en
pensamientos y actos que comportan tensión muscular, y que haciendo desaparecer
la tensión desaparece también la ansiedad. La relajación muscular es el opuesto
fisiológico de la tensión. Tensando y relajando sistemáticamente varios grupos de
músculos y aprendiendo a discriminar las sensaciones resultantes de la tensión y la
relajación, una persona puede eliminar, casi completamente, las contracciones
musculares y experimentar una sensación de relajación.
La ventaja de la relajación progresiva es que puede practicarse en cualquier parte,
sin que nadie se dé cuenta. Se llama progresiva porque comienza con los músculos
de una parte del cuerpo y progresa hacia otras partes. Se enseña al individuo a
contraer y relajar los músculos alternativamente, de manera que la tensión pueda
ser reconocida y autocontrolada inmediatamente. La premisa es que si el individuo
reconoce cuándo el músculo se encuentra tenso y cuándo el músculo se encuentra
relajado, entonces podrá aprender a buscar un estado de relajación.
La técnica de Jacobson implica tensar un grupo muscular específico en ambos lados
del cuerpo, sostener esa tensión de cinco a diez segundos y luego relajarla durante
treinta o cuarenta segundos. Este proceso se repite varias veces para cada grupo
muscular principal.
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Esta técnica fue desarrollada originalmente por H.H. Shultz. El témino autogénesis
(auto generativo) describe casi todo tipo de ejercicio de relajación; sin embargo, el
nombre autogenia se refiere aquí a una forma de relajación que emplea imagenes
mentales de estados de relajación. Esta técnica se centra en patrones de respuestas
condicionadas asociadas a pensamientos particulares. Utiliza la imaginación y
sentimientos sugeridos de pesadez y calor en las extremidades, de manera que el
sujeto aprenda a reconocer un estado de relajación y lo evoque cuando lo necesite.
Esta técnica es útil para personas con buena capacidad de imaginación. Si puede
imaginar una sensación de calor o de sensación pesada en sus extremidades, su
cuerpo tratará de reproducir ese estado. Como respuesta hacia la demanda
consciente, se aumentará el flujo sanguíneo hacia las áreas deseadas, lo cual
produce el calor imaginado.
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La meditación representa uno de los métodos sistemáticos más antiguos utilizados
para la relajación. Se introdujo a gran escala en nuestro ámbito cultural durante los
años sesenta. Produce un estado de relajación mediante la concentración de la
atención. Las siguientes características son comunes a la mayor parte de los
métodos de meditación:
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! ) Es importante evitar distracciones. Algunas personas
acuden a la iglesia para mitigar los ruidos del exterior. Cuando se adquiere práctica,
puede realizarse en cualquier lugar.
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" ) No es preciso contorsionarse para ponerse en la tradicional
posición del loto. Si no se está suficientemente cómodo, no podrá dejar de pensarse
en la incomodidad y los músculos se tensarán. Sin embargo, si se está demasiado
cómodo puede caerse en sueño, de manera que no es conveniente meditar
rescostado sobre el suelo o en una cama. Una posición de sentado normal puede ser
adecuada. También puede optarse por caminar en un entorno tranquilo y sin
excesivos estímulos, como un claustro.
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como el "Tic Tac" de un reloj) o que no cambie (p. ej. una piedra). Puede ser real o
imaginario.
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!) En las formas de meditación tradicional se canturrean
expresiones como
(un mantra), que contribuyen a centrar la atención y a apartar
los pensamientos que distraen. Se puede utilizar cualquier palabra corta que venga a
la mente. Muchas personas utilizan palabras como
o
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palabra en voz alta o bien mentalmente cada vez que se respira.
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& ) Esto implica que el pensamiento transcurra de manera que la
persona que medita no se preocupe por ello. Los momentos de meditación son
aquellos en los que hay que dejar que la mente se relaje, deteniendo la voluntad de
pensar o resolver cosas. Inevitablemente, cuando se comienza a meditar acuden a la
mente pensamientos que distraen. Antes que preocuparse por ellos, es mejor dejar
que se dispersen: no hay que prestarles atención, ni preocuparse porque aparezcan.
La pronunciación de la palabra de meditación puede ayudar a apartar esas
distracciones de la mente.
Entre las formas de meditación más comunes practicadas en nuestra sociedad se
encuentra la técnica de Benson. Herbert Benson observó que la meditación reduce la
frecuencia cardíaca y el consumo de oxígeno, dos fenómenos que suceden de forma
natural durante el sueño. También aumenta la actividad de las ondas alfa cerebrales.
En general, los meditadores tienen la presión arterial baja y reducidos los niveles de
lactato, un subproducto del metabolismo muscular que puede acumularse en la
sangre y provocar ansiedad.
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Mediante aparatos especiales conectados en diferentes partes del cuerpo (mientras
se llevan a cabo ejercicios de relajación) se recibe información de retorno de
reacciones físicas involuntarias (pulso, temperatura, presión sanguínea y otras), con
el fin de aprender a ejercer una influencia voluntaria sobre ellas en el sentido
deseado.
La retroalimentación ayuda a controlar las funciones biológicas automáticas del
organismo. Algunas personas consideran muy difícil relajarse porque no se dan
cuenta de hasta qué punto se encuentran tensos. La retroalimentación biológica o
"biofeedback" puede ofrecerles información sobre cómo está reaccionando su
organismo y sobre cómo relajarlo.
Esta técnica requiere la utilización de ciertos instrumentos. Miden cambios
fisiológicos (potenciales eléctricos, presión arterial, frecuencia cardíaca o pulso,
tensión muscular, temperatura de la piel, ondas cerebrales, entre otros). Esta
información es retransmitida hacia el individuo, de manera que éste pueda controlar
esos cambios fisiológicos o aprenda a dominarlos. Cuando el instrumento detecta
cierto grado de tensión, emite un sonido o proporciona algún otro tipo de señal (por
ejemplo visual) que pueda ser percibida por el sujeto. A continuación, el terapeuta
ofrece instrucciones para que se haga desaparecer el sonido mediante relajación. A
medida que se reduce la tensión, el sonido va bajando de volumen, hasta que
desaparece por completo. Gracias al sonido, el proceso de aprendizaje de la
relajación es mucho más rápido, ya que ayuda a controlar el progreso. Los aparatos
de biofeedback también pueden ayudar a descubrir qué tipo de situaciones, personas
o actividades son estresantes para un individuo. Las técnicas de retroalimentación
biológica se emplean, también, como función terapeútica ante ciertas condiciones
patológicas (enfermedades). Por ejemplo, es posible enseñar a personas que
padecen migraña a dominar total o parcialmente el dolor utilizando esta técnica.
También se puede utilizar para ayudar a algunas personas a controlar funciones
fisiológicas como la presión arterial y la secreción ácida del estómago.
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La técnica consiste en viajar con la imaginación a lugares que se han visitado
anteriormente y en los cuales se ha experimentado un estado de relajación y paz.
Hay que tratar de visualizar la mayor cantidad posible de detalles. Por ejemplo, si el
practicante viaja hacia la playa, debería sentir el sonido de las olas, el calor del sol al
atardecer y una refrescante brisa marina sobre su piel. Todos estos detalles
ayudaran a la relajación.
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Uno de los procedimientos más a mano para controlar la ansiedad en el momento en
que ésta se produce es la respiración profunda. Al inhalar profundamente y exhalar
lentamente, se experimenta un estado de relajación. Cuando la gente se encuentra
en situaciones de tensión, tienden a respirar de forma rápida y llana (poco
profunda). Al inhalar conscientemente de forma profunda, el diafragma es forzado a
expadirse y tensarse, y el estómago tiende a expandirse. Cuando se exhala, el
diafragma se relaja y el estómago se contrae, de ahí el término de "respiración
diafragmática". Cantar puede ser un excelente método reductor de estrés. Cantar
también obliga a respirar profundamente, lo que ayuda a liberarse de la tensión.
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El tipo de yoga más popular es el "Hatha Yoga". Promueve la fuerza, flexibilidad, y
reducción de la tensión muscular, y se utiliza como una técnica para tranquilizar el
cuerpo y prepararse para la meditación. Adoptar ciertas posturas y controlar la
respiración aumenta la capacidad vital de los pulmones, flexibilidad y relajación.
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En situaciones de estrés, las hormonas producidas por la respuesta de
enfrentamiento huída (fase de alarma), unidas a las sustancias metabólicas de
desecho, pueden hacer que los músculos se tensen hasta alcanzar el umbral del
dolor. Sin una correcta relajación, esta tensión muscular puede hacerse crónica,
situación particularmente problemática en el cuello, los hombros y la parte superior
de la espalda. Una de las formas más placenteras y eficaces de aliviar la tensión
muscular y elevar el ánimo es un masaje. Existe gran variedad de técnicas de
masaje. Por ejemplo, el (
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profundo en puntos de presión específicos. En algunos casos, el masajista de shiatsu
se pone de pie sobre la espalda del paciente para deshacer nudos difíciles. El
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se basa en masajear y golpear los músculos para relajar los nudos y mejorar
la circulación sanguínea.
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Aunque no es comunmente utilizado como un medio de relajación, el ejercicio físico
regular promueve tanto la salud mental como la física. Al integrase el individuo en un
programa de entrenamiento físico, los efectos a largo plazo producen una mejor
autoestima, lo cual favorece la salud mental y permite afrontar más efectivamente
las situaciones de tensión. Además, el ejercicio físico regular elimina diversos
desechos metabólicos que resultan de experiencias de tensión. Más aún, fortalece
todos los sistemas orgánicos y ayuda a que se alcance una autoimagen positiva. Los
tipos de ejercicios recomendados son de 1) flexibilidad (estiramiento), 2) aeróbicos
(caminar, trotar, nadar, correr, bicicleta, patinar, remar, bailar, subir y bajar
escaleras o un banco, y deportes que implican correr [baloncesto, tenis, fútbol, entre
otros]), 3) fuerza, y 4) actividades físicas recreativas y deportes.
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En general las diferentes técnicas de reestructuración cognitiva siguen los principios
de Beck. Se explica el concepto de pensamientos negativos, la influencia de las
situaciones en estos, el impacto de las interpretaciones y predicciones en los
sentimientos y las acciones, y la necesidad de identificar interpretaciones y
predicciones específicas para poder cuestionarlas. Para ello se utilizan preguntas,
imaginación o simulación de situaciones, así como procedimientos de autorregistro.
No es fácil identificar aquellos pensamientos que son reponsables principales de las
emociones negativas, puesto que la atención suele centrarse en pensamientos
menos importantes.
Los errores cognitivos que caracterizan el pensamiento de las personas con ansiedad
de manera más frecuente son la sobreestimación de la probabilidad de los sucesos
negativos y las predicciones catastróficas. A contiuación el terapeuta debe resaltar la
importancia de cuestionar esos pensamientos negativos. Para ello, hay que examinar
la validez de las predicciones y suposiciones, con el objetivo de sustituirlas por otras
más realistas. Una forma de cuestionar los pensamientos catastróficos es pedir al
paciente que suponga que se llega efectivamente a la peor situación posible, por él
temida, y que evalúe a continuación si es tan negativo como había supuesto. Una
manera de atenuar las consecuencias negativas de tales situaciones imaginarias, es
mostrar que se tienen recursos para afrontar los acontecimientos, y que el impacto
de éstos tiene una duración limitada.
El entrenamiento en resolución de problemas también es adecuado en este punto,
puesto que está indicado mostrar al paciente que en lugar de centrarse en los
aspectos negativos de los sucesos, debe aprender a buscar soluciones a los mismos.
Finalmente, es muy útil que el paciente formule tantas causas hipotéticas como
pueda de los sucesos negativos; por ejemplo, si siente el pulso del corazón muy
acelerado, puede sustituir la interpretación de que se debe a un ataque inminente
por la de que está nervioso por algo o que ha tomado demasiado café.
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El autoconcepto es el conocimiento que se tiene de uno mismo. Al igual que
cualquier otro concepto, es una representación cognitiva que incluye los
conocimientos aprendidos por cualquier medio acerca de alguna cosa (en el
autoconcepto, sobre uno mismo). La autoestima es un componente del
autoconcepto, y se refiere a los aspectos afectivos relacionados con el objeto de
conocimiento (uno mismo); es el grado en que se valora la propia identidad, con
todos los aspectos positivos y negativos que se perciben en ella.
En cierta medida, el autoconcepto y la autoestima se ven influidos por el concepto
que otros tienen de nosotros y por el grado en que nos valoran. Si estamos con
personas que no nos aceptan, que nos ponen condiciones para querernos, entonces
disminuye la autoestima.
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La baja autoestima está relacionada con una distorsión del pensamiento (forma
inadecuada de pensar): la autodevaluacion.
Si se han vivido muestras de falta de aprecio, de desconfianza, los mensajes
devaluativos pueden llegar a interiorizarse y hacerse propios. Se incorporan al
autoconcepto como creencias.
Para cambiar esas creencias se aplican procedimientos de reestructuración cognitiva:
1.
Detectar
los
pensamientos
de
autodevaluacion
Por ejemplo: ante una situación de prueba, un examen, una entrevista, un trabajo
difícil. ¿Qué pensamientos aparecen?. Quizás: "No voy a poder". "Los demás son
mejores que yo". "La otra vez me salió mal, luego ahora tengo pocas posibilidades".
"Siempre me equivoco". "Nunca seré capaz"..
2.
Discutir
los
pensamientos
activamente
Deben ser refutados, es decir, confirmar que no son realistas: "¿Realmente todo me
sale mal?"."¿Quizás estoy exagerando?".
3.
Buscar
alternativas
de
pensamiento
"¿No es mejor intentarlo?". "Puede que me salga mal y puede que me salga bien".
"No soy perfecto, puedo equivocarme y aprender de mis errores". "Tengo
limitaciones, pero también capacidades".
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Hipergeneralización: a partir de un hecho aislado se crea una regla
universal, general, para cualquier situación y momento: "He fracasado
una vez" (en algo concreto); "!Siempre fracasaré!" (se interioriza
como que se fracasará en todo).
Designación global: se utilizan términos peyorativos para describirse a
uno mismo, en vez de describir el error concretando el momento
temporal y la situación concreta en que sucedió: "!Que torpe (soy)!".
Filtrado: se presta atención selectiva a lo negativo y se desatiende lo
positivo.
Pensamiento polarizado: pensamiento de todo o nada. Se llevan las
cosas a sus extremos. Se tienen categorías absolutas. "Es blanco o
negro". "Estás conmigo o contra mí". "Lo hago bien o mal". No se
aceptan ni se saben dar valoraciones relativas. "O es perfecto o no
vale".
Autoacusación: uno se encuentra culpable de todo. "Tengo la culpa,
!tendría que haberme dado cuenta!".
Personalización: se supone que todo tiene que ver con uno mismo y la
persona se compara negativamente con todos los demás. "!Tiene mala
cara, qué le habré hecho!".
Lectura del pensamiento: se supone que los demás no tienen interés
en uno , que no se les gusta, que piensan mal de uno sin evidencia
real de ello. Son suposiciones que se fundamentan en cosas peregrinas
y no comprobables.
Falacias de control: se siente que se tiene una responsabilidad total
con todo y con todos, o bien que no se tiene control sobre nada, que
se es una víctima desamparada.
Razonamiento emocional: "si lo siento así es verdad". Se siente
soledad , sin amigos y se cree que este sentimiento refleja la realidad
sin parar a contrastarlo con otros momentos y experiencias.
Estas distorsiones de pensamiento o trampas son aprendidas y llevan a confundir la
percepción de la realidad. Es bueno reconocerlas como distorsiones y, por tanto, no
aceptarlas como verdaderas, para evitar que influyan negativamente sobre el
autoconcepto y la autoestima.
Algunas frases constructivas, que cambian estereotipos de pensamiento, pueden ser
incluidas en el vocabulario:
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Una conducta socialmente apropiada es aquella que expresa sentimientos, actitudes,
deseos, opiniones o derechos de un individuo, de modo adecuado a la situación y
respetando esas mismas conductas en los demás.
Las habilidades sociales son esenciales para obtener dos tipos de objetivos:
•
•
Afectivos: conseguir relaciones satisfactorias con los demás, establecer
vínculos de amistad.
Instrumentales: realizar con éxito actividades en la comunidad,
incluyendo comprar, vender, la utilización de instituciones sociales y
prestaciones, entrevistas de trabajo, trabajar, estudiar y hacer
exámenes.
La impresión global que unas personas se forman de otras se compone de conductas
"moleculares" específicas, que pueden ser no verbales, paralingüísticas y verbales.
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( !
% ) El contacto ocular se define objetivamente como mirar a otra persona a
los ojos, o de forma más general a la mitad superior de la cara.
La mirada mutua implica que se ha establecido
"contacto
ocular"
con
otra
persona.
Los significados y funciones de las pautas de mirada
son múltiples:
•
•
•
Actitudes: la gente que mira más es
vista como más agradable, pero la forma
extrema de mirada fija es vista como
hostil y/o dominante. Ciertas secuencias de interacción tienen más
significados: por ejemplo, ser el primero en dejar de mirar es señal de
sumisión; la dilatación pupilar, señal de interés por el otro.
Expresión de emociones: mirar más intensifica la expresión de algunas
emociones, como la ira, mientras que mirar menos intensifica otras,
como la vergüenza.
Acompañamiento del habla: la mirada se emplea, junto con la
conversación, para sincronizar o comentar la palabra hablada. En
general, si el oyente mira más, genera más respuesta por parte del
que habla, y si el que habla más mira más, es visto como persuasivo y
seguro.
>
,
" !. La cara es el principal sistema de señales para mostrar las
emociones. Hay seis emociones principales y tres áreas de la cara responsables de
su expresión. Las emociones son:
)
*
. Las tres regiones faciales implicadas son:
/
M =
= M +
/
. Una conducta socialmente habilidosa
requiere una expresión facial que esté de acuerdo con el mensaje. Si una persona
muestra una expresión facial de miedo o de enfado mientras intenta iniciar una
conversación con alguien, es probable que no tenga éxito.
. Puede utilizarse como gesto de pacificación. También puede servir para
transmitir el hecho de que a una persona le gusta otra; puede suavizar un rechazo,
comunicar una actitud amigable, y animar a los demás a que le devuelvan a uno una
sonrisa.
'
) Un gesto es cualquier acción que envía un estímulo visual a un
observador. Son básicamente culturales. Las manos y, en menor grado, la cabeza,
pueden producir una amplia variedad de gestos. Constituyen un segundo canal de
comunicación; aquéllos que sean apropiados a las palabras que se dicen servirán
para acentuar el mensaje añadiendo énfasis, franqueza y calor. Los movimientos
desinhibidos pueden sugerir también franqueza, confianza en uno mismo (salvo que
fuera un gesto nervioso) y espontaneidad por parte del que habla.
. La posición del cuerpo y de los miembros, la forma en que se sienta la
persona, cómo está de pie y cómo pasea, reflejan sus actitudes y sentimientos sobre
sí misma y su relación con los otros. Los significados y funciones de la postura son
múltiples:
•
•
•
Actitudes. Las posturas que reducen la distancia y aumentan la
apertura hacia el otro son cálidas, amigables e íntimas. Las posiciones
cálidas incluyen el inclinarse hacia delante, con los brazos y piernas
abiertas, las manos extendidas hacia el otro. A su vez, apoyarse hacia
atrás o entrelazar las manos sosteniendo la parte posterior de la
cabeza pueden ser reflejo de dominación o de sorpresa. La timidez
puede expresarse por medio de los brazos colgando y con la cabeza
hundida y hacia un lado. Por el contrario, las piernas separadas, los
brazos en jarras y la inclinación lateral expresan determinación.
Emociones. La postura refleja emociones específicas. Así, la
indiferencia se expresa por medio de hombros encogidos, brazos
erguidos o manos extendidas; la ira, por medio de puños apretados,
inclinación hacia delante o brazos extendidos; el coqueteo, por medio
del cruzar o descruzar las piernas, etc.
Acompañamiento del habla. Los cambios importantes de la postura se
emplean para marcar amplias unidades del habla, como cambiar de
tema, dar énfasis y señalar que se toma o se cede la palabra.
" , ) El tipo de orientación espacial denota el grado de
intimidad/formalidad de la relación. Cuanto más cara a cara es la orientación, más
íntima es la relación y viceversa.
%
" T ! "
"
/ " . El grado de proximidad expresa claramente la
naturaleza de cualquier interacción y varía con el contexto social. Dentro del
contacto corporal existen diferentes grados de presión y distintos puntos de contacto
que pueden señalar estados emocionales, como miedo, actitudes interpersonales o
un deseo de intimidad.
"
!) El desarrollo tecnológico actual permite modificar mucho el
aspecto exterior de una persona (maquillaje, cirugía estética, peluquería, régimen de
adelgazamiento, etc.). La ropa y los adornos desempeñan un papel importante en la
impresión que los demás se forman de un individuo. Los componentes en los que se
basan el atractivo y las percepciones del otro son el físico, la ropa, la cara, el pelo y
las manos. El objeto de la modificación de la apariencia es la autopresentación ante
los demás. El cambio de estilo del pelo es uno de los aspectos que más influyen en la
apariencia personal.
El atractivo físico puede ser un elemento importante en un primer momento, pero a
la hora de establecer una relación más duradera son otros los elementos que tienen
más peso.
!
'U/
"
!& !
% ! & E) La función más básica del volumen consiste en hacer que un
mensaje llegue hasta un oyente potencial. El volumen alto de voz indica seguridad y
dominio. Sin embargo, hablar demasiado alto (que sugiere agresividad, ira o
tosquedad) tiene también consecuencias negativas
la gente podría marcharse o
evitar futuros encuentros . Los cambios en el volumen de voz se emplean en una
conversación para enfatizar puntos. Una voz que varía poco de volumen no resulta
muy interesante.
" , . La entonación sirve para comunicar sentimientos y emociones. Las
palabras pueden expresar esperanza, afecto, sarcasmo, ira, excitación o desinterés,
dependiendo de la variación de la entonación del que habla. Una escasa entonación,
con un volumen bajo, indica aburrimiento o tristeza. Un tono que no varía puede ser
aburrido o monótono. Se percibe a las personas como más dinámicas y extrovertidas
cuando cambian la entonación de sus voces a menudo durante una conversación. Las
variaciones en la entonación pueden servir también para ceder la palabra. En
general, una entonación que sube es evaluada positivamente (es decir, como
alegría); una entonación que decae, negativamente (como tristeza); una nota fija,
como neutral. Muchas veces la entonación que se da a las palabras es más
importante que el mensaje verbal que se quiere transmitir.
! % E) Las vacilaciones, falsos comienzos y repeticiones son bastante normales
en las conversaciones diarias. Sin embargo, las perturbaciones excesivas del habla
pueden causar una impresión de inseguridad, incompetencia, poco interés o
ansiedad. Demasiados períodos de silencio podrían interpretarse negativamente,
especialmente como ansiedad, enfado o incluso, una señal de desprecio. Expresiones
con un exceso de palabras de relleno durante las pausas ( por ejemplo, "ya sabes",
"bueno") o sonidos como "ah" y "eh" provocan percepciones de ansiedad o
aburrimiento. Otro tipo de perturbación incluye repeticiones, tartamudeos,
pronunciaciones erróneas, omisiones y palabras sin sentido.
"!
% %. La claridad a la hora de hablar es importante. Si se habla arrastrando
las palabras, a borbotones, con un acento o vocalización excesivos, uno se puede
hacer más pesado a los demás.
& ! " % %) Hablar lentamente puede hacer que los demás se impacienten o se
aburran. Por el contrario, si se hace con demasiada rapidez, uno puede no ser
entendido.
!
% ; (! ) Este elemento se refiere al tiempo que se mantiene hablando
el individuo. El tiempo de conversación de una persona puede ser problemático por
ambos extremos, es decir, tanto si apenas habla como si habla demasiado. Lo más
adecuado es un intercambio recíproco de información.
&
( !
0
!"
%
! "
% . El hablar se emplea para una variedad de propósitos como, por
ejemplo, comunicar ideas, describir sentimientos, razonar y argumentar. Las
palabras empleadas dependerán de la situación en que se encuentre una persona, su
papel en esa situación y lo que está intentando lograr. El tema o contenido del habla
puede variar en gran medida. Puede ser íntimo o impersonal, sencillo o abstracto,
informal o técnico. Algunos elementos verbales que se han encontrado importantes
en la conducta socialmente habilidosa han sido, por ejemplo, las expresiones de
atención personal, los comentarios positivos, hacer preguntas, los refuerzos
verbales, el empleo del humor, la variedad de los temas, las expresiones en primera
persona, etc.
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"
!
; (!% %
"
!
Componentes del adiestramiento en habilidades sociales:
•
•
•
Modelamiento
Representación de papeles
Generalización
% !
Se puede definir como un aprendizaje por medio de la imitación. El modelamiento
será más efectivo cuando el modelo (es decir, la persona a imitar) aparezca como
muy cualificada y con experiencia, tenga un status importante, controle las
recompensas que desea el paciente, sea del mismo sexo, tenga una edad similar y
pertenezca a la misma clase social, sea simpático y amable y si recibe recompensas
por lo que hace. El modelo suele ser el terapeuta y la actuación se puede grabar en
video. El modelamiento será mucho más efectivo cuando la situación presente las
conductas a imitar con claridad y con precisión, gradualmente de menor a mayor
dificultad, con las suficientes repeticiones que permitan su sobreaprendizaje, con la
menor cantidad posible de detalles innecesarios y empleando diferentes modelos en
lugar de uno solo. La persona que observa el modelo debe: saber que tiene que
imitarlo, asumir una actitud similar, tener simpatía o que le guste el modelo y ser
recompensado
por
realizar
las
conductas
observadas.
El modelado tiene la ventaja de ilustrar los componentes
paralinguisticos de una determinada conducta interpersonal.
",
%
no
verbales
y
!
Se trata de una situación en la que a un individuo se le pide que desempeñe un
papel, es decir, se comporte de determinada manera. Se le pide al cliente que
describa brevemente la situación problema real y a las personas reales que están
implicadas en ella (se le pide que las nomine por el nombre real). Si las otras
personas están disponibles es mucho mejor para resolver el problema. Se le dice al
cliente que reproduzca el papel lo mejor posible.
En cada una de estas sesiones es necesario:
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
Descripción de la situación problema.
Identificación de un objetivo adecuado para la respuesta del cliente.
Sugerencia de respuestas alternativas por los otros miembros del
grupo.
Demostración de una de estas respuestas por algún miembro del
grupo o por el terapeuta.
Selección de una estas respuestas
Práctica encubierta por el actor como paso.
Ensayo de una respuesta competente por el cliente
Evaluación de la efectividad de la respuesta del cliente por otros
miembros.
Sugerencias de otros miembros.
Reensayo y nueva evaluación.
El éxito será más probable si la persona que representa el papel cuenta con la
suficiente información sobre el contenido del papel a desempeñar y si ha prestado la
atención necesaria a determinados potenciadores. Estos últimos incluyen: acuerdo
por parte del sujeto a participar, compromiso con la conducta u opinión que va a
simular, improvisación y recompensa, aprobación o reforzamiento por llevar a cabo
la representación de las conductas.
Las instrucciones o aleccionamiento (coaching) intentan suministrar al individuo
información correctiva sobre la naturaleza y el grado de discrepancia entre su
ejecución y el criterio. Puede distinguirse entre retroalimentacion y reforzamiento.
La retroalimientación consiste en suministrar al sujeto información sobre cómo ha
representado el papel asignado. Se deben tener en cuenta cuestiones tales como la
recompensa, el refuerzo, la crítica o el volver a repetir el aprendizaje. Debe
destacarse la importancia que tiene el refuerzo social, es decir, el elogio, la
aceptación y el estímulo. Salvo algunas excepciones, cuanto mayor es la cantidad de
refuerzos, más se intensifican los efectos positivos.
Se deben especificar por adelantado las conductas sometidas a retroalimentación de
modo que durante la representación los observadores puedan concentrarse en las
respuestas relevantes.
La retroalimentación debe concentrarse en la conducta y no en la persona. Debe de
ser detallada y especifica. No debe de darse retroalimentación de mas de 3
conductas. Debe concentrarse en lo positivo, con sugerencias para la mejora y el
cambio. Hay que recordarle al cliente que la retroalimentación es un juicio subjetivo
del terapeuta basado en sus propias normas, que podrían diferir de las del cliente.
El reforzamiento es un componente motivacional y su intención es la de moldear la
conducta y/o aumentar la tasa de respuesta y es importante enseñar a los clientes a
auto recompensarse si practican bien sus nuevas habilidades.
:
!E ",
El interés principal de cualquier programa de adiestramiento no es el rendimiento
obtenido en el lugar donde se ha realizado, sino en la vida real. Para conseguir una
buena generalización, el entrenamiento se deberá dar en situaciones cada vez más
parecidas a las situaciones reales.
Para mejorar la generalización se hace necesario:
•
•
•
•
•
Utilizar situaciones relevantes múltiples
Entrenamiento con personas múltiples y/o relevantes
Entrenamiento de personas significativas para ofrecer reforzamiento
Entrenamiento en lugares múltiples
Programar sesiones regulares de apoyo después del tratamiento.
Mandar tareas para casa es un buen entrenamiento porque la mayoría de las nuevas
habilidades necesitan ser practicadas repetidamente y ser llevadas a cabo en lugares
diferentes. Implica un mayor autocontrol por parte del individuo y supone ir
transferir lo aprendido en consulta al ambiente real del individuo.
Las tareas para casa deben elaborarse y acordarse junto con el cliente, deben ser
detalladas y tener una alta probabilidad de éxito para que éste no se frustre, ya que
los éxitos pueden mejorar en gran medida la motivación e implicación en el
tratamiento.
Los procedimientos que se acaban de exponer para el adiestramiento de aptitudes no
son efectivos por si solos. Así por ejemplo, el modelamiento funciona en el
aprendizaje de conductas nuevas, pero sin la suficiente práctica los antiguos
comportamientos tienden a reaparecer. La práctica o representación de papeles
constituye una ayuda importante en el aprendizaje, pero se debe tener en cuenta
que son las conductas correctas las que hay que practicar y que sin un modelo
anterior o una situación similar, el rendimiento casi no mejorará en relación al nivel
inicial. Una vez realizado el modelamiento y la representación de papeles, las
conductas recién aprendidas tienen una gran probabilidad de mantenerse, pero esto
no sucederá a menos que se vivan esas conductas como experiencias
recompensadas.
! ",
%
(!
Una persona se enfrenta a un problema cuando acepta una tarea que no sabe de
antemano cómo resolver. Los problemas difieren en el grado de complejidad y
dificultad.
?
!
-)
! ",
Análisis de datos, restricciones, criterios de solución.
Resultado: división del problema en otros más sencillos, elementales.
Ignorar
información para simplificar el problema.
•
% "" ,
•
Operaciones: recuperación desde la memoria de situaciones similares
en el pasado.
Exploración de la información ambiental.
Elaboración de posibles soluciones.
•
•
.)
(!
"
•
•
)
% !
" "
%
•
!
! ",
Una única intervención
•
1)
& !
Seriación de posibles soluciones.
",
•
•
Evaluación de resultados. Contraste con el criterio inicial.
Modificaciones.
Para la resolución de problemas es esencial afrontar éstos con una actitud positiva.
No hay que verlos como amenazas sino como retos o desafíos que van a poner a
prueba nuestras capacidades y, por ello, van a permitir también desarrollarlas. La
actitud correcta ante los problemas consiste en /
, verlos como
oportunidades de desarrollo personal y evolución. Se ha comprobado que, de esa
manera, los problemas no generan ansiedad sino motivación y estímulo. Incluso en
personas que padecen una enfermedad grave, reconocer su existencia y afrontarla
activamente disminuye la ansiedad, proporciona una mayor calidad de vida, y se
asocia a una mayor esperanza de vida. En cambio, las estrategias evitativas se
asocian a un mayor malestar físico.
>
",
Los diferentes procedimientos de exponsición constituyen, hoy por hoy, la técnica de
mayor eficacia para el tratamiento de la ansiedad. A continuación siguen una serie
de recomendaciones sobre la aplicación de esta técnica, siguiendo a Bados (1995).
En primer lugar, es aconsejable que la exposición sea gradual. Las situaciones a que
se expone el paciente deben ser pertinentes y significativas; es decir, situaciones
reales que debe afrontar en su vida cotidiana. Debe practicarse con frecuencia.
Aunque no está claro que sea mejor hacerlo diariamente, la guía clínica es practicar
cada día, sea un día bueno o malo. Practicar en los días malos es importante, ya que
permite aprender a hacer frente al malestar experimentado. Siempre que sea
posible, el sujeto practicará solo. En casos de situaciones difíciles, un compañero o
un terapeuta pueden acompañarle la primera vez o unas pocas veces, pero el
paciente debe completar por lo menos dos prácticas por sí solo en la misma
situación. Si debe recibir asistencia de un compañero, éste debe ser entrenado, para
lo cual puede observar alguna exposición asistida por el terapeuta.
Antes de comenzar cada práctica, el paciente debe pensar en los beneficios que le
supondrá realizarla. Debe prestar atención a los avances que va consiguiendo, por
pequeños que sean, y elogiarse por ellos. Inicialmente, una exposición exitosa es
aquella en que se afronta la situación temida a pesar del miedo.
Es normal experimentar ansiedad durante la exposición. El paciente debe tener claro
que su objetivo es tolerar la ansiedad, no eliminarla. Es más fácil controlar la
ansiedad en sus primeras fases, por ello, hay que aprender a reconocer los inicios de
la tensión y lo que se piensa cuando uno comienza a preocuparse. Estas son las
primeras señales de aviso que indican la necesidad de aplicar las estrategias de
afrontamiento. En el caso de que las estrategias no funcionasen porque la ansiedad
hubiera alcanzado ya niveles excesivos, el paciente no debe desanimarse sino
intentarlo de nuevo cuando se sienta mejor. Si el paciente abandona una situación
antes de que la ansiedad haya disminuido lo suficiente, lo que debe hacer es alejarse
un poco, tranquilizarse y volver a la situación cuando se encuentre mejor.
El progreso no será lineal. Aunque se irá avanzando, es normal que haya altibajos y
contratiempos. Esto es inevitable y no hay que preocuparse por ello. Lo importante
es seguir practicando, con lo que el terreno perdido se recupera con rapidez.
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TERAPIA DE POSIBILIDADES
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*
N
El título del capítulo, así como la frase inicial, puede dar al lector una clara idea del
enfoque que presentamos a continuación. Se trata del enfoque terapéutico de Bill
O'Hanlon, uno de los fundadores de la terapia breve, un excelente terapeuta e
instructor. Los apartados presentados, darán al lector interesado en esta área una
excelente oportunidad de abrir posibilidades de cambio en su estilo terapéutico.
Iniciamos con un esquema en el que se concentran los elementos por desarrollar en
el capítulo. El primer punto que se va a abordar son los antecedentes de la terapia
de posibilidades, sin profundizar demasiado, ni pretender incluir un desarrollo
histórico de la psicoterapia. Antes de pasar al modelo de posibilidades, presentamos
brevemente los supuestos en los que se basa, la postura recomendada para el
terapeuta y 2 áreas importantes por considerar: la motivación y las áreas para crear
cambio.
Dentro del modelo de posibilidades consideramos 6 puntos centrales: 1)
reconocimiento y validación, 2) clarificar problemas y abrir posibilidades, 3) cambiar
la manera de ver, de hacer, 4) evaluar el progreso y resultado, 5) planear los
próximos pasos y 6) terminar la terapia. Cada uno de estos puntos se desglosa en
técnicas específicas con ejemplos y de manera sencilla para que el lector pueda
iniciar la práctica del modelo de posibilidades de inmediato. Cabe aclarar que las
diferentes técnicas no son exclusivas de un momento en el modelo de posibilidades,
aunque para facilitar la lectura se clasifican en uno u otro apartado.
Una aclaración importante es que a lo largo del capítulo se utilizan como sinónimos
las palabras "cliente" y "paciente". Aunque Bill O'Hanlon usa preferentemente el
término cliente, en algunos contextos no se acostumbra, por lo tanto, sin pretender
ofender a quienes defienden el uso preferente de uno y otro término, nosotras lo
utilizaremos como sinónimos.
" %
A principios del siglo XX, el psicoanálisis intentaba contestar una pregunta: NE +
FN Durante los años 50, la psicoterapia se concentró en
contestar una pregunta distinta: NE<
D
FN (Algunos
de los modelos enfocados en responder esta pregunta son el modelo estructural de
Minuchin, la terapia estratégica de Haley, entre otros). Durante los últimos 20 años,
el mundo de la terapia ha intentado responder a la pregunta: NE !
FN Esta pregunta presupone que hay más de una solución, y que ésta
puede estar construida por el terapeuta y el paciente. El modelo terapéutico de Steve
deShazer (Terapia enfocada a las soluciones) intenta contestar esta pregunta. Bill
O'Hanlon (Terapia de Posibilidades) va más allá de esta cuestión, e intenta no solo
contestarla, sino ampliarla preguntándose, NE !
FN
Aunque en principio puedan parecer similares, estos dos modelos están marcados
por diferencias significativas. Una gran diferencia entre el modelo de Bill O'Hanlon y
el de Steve deShazer es la importancia que O'Hanlon da a la experiencia interna de
los pacientes. En otras palabras, O'Hanlon hace hincapié en la importancia del
reconocimiento y validación de la experiencia interna, de los sentimientos, y propone
que los pacientes deben, ante todo, sentirse entendidos y escuchados antes de que
se pueda hablar de soluciones o se produzcan cambios en sus acciones, en el
contexto, las percepciones, o los sentimientos (experiencia interna).
La segunda diferencia es en la forma de utilizar las sutilezas del lenguaje para
producir o facilitar el cambio terapéutico. Por ejemplo, O'Hanlon interviene con
palabras como N*" en lugar de N
N, o hablando del problema en el pasado, en
/
lugar del presente (N ) D
(
/
N, en lugar de N ) D
N). Esta forma sutil de utilizar el lenguaje hace que el
problema se transforme en algo con mayor posibilidad de solución, ya que con esta
intervencion la mayoría de los clientes llegan a percibir un mayor control de la
situacion o problema.
La tercera diferencia marcada entre los dos modelos es la visión de O'Hanlon de que
los pacientes no solo se quedan "estancados" o atorados en la manera como "hacen"
un problema (por ejemplo, comunicarse con la esposa), sino también en como
perciben el problema o su contexto. La idea es ir abriendo puertas a posibilidades
distintas de apreciar un problema, su contexto, las acciones o los sentimientos
relacionados con el problema.
Como todo enfoque terapéutico, existen algunos principios, premisas o supuestos, en
los que se basa el trabajo terapéutico. A continuación se describen los supuestos del
enfoque:
3#
#
Todo ser viviente está en cambio continuo, nada puede permanecer estático; al
interactuar con otras personas, al iniciar proyectos nuevos, al discutir una idea, es
decir, en cada cosa que hacemos se van generando cambios. Cuando la persona
decide asistir a terapia, ya ha iniciado un cambio, tal vez ha hecho cambios o ajustes
en sus actividades para lograr asistir a la cita con el terapeuta y esto, ya es un
cambio.
Por lo tanto, ¿por qué pensar que los cambios son poco posibles?, todo lo que el
terapeuta piensa influye en su manera de hacer terapia así, es más productivo
pensar en cuándo ocurrirá el cambio y no si ocurrirá (Selekman, 1996), y por lo
tanto, "Si admites que el cambio es constante, te comportarás como si el cambio
fuera inevitable" (O'Hanlon y Weiner Davis, 1990:46). Es por esto que decimos, "el
cambio no es solo posible, sino probable" y más aún, es imposible que no suceda
(O'Hanlon y Weiner Davis, 1990).
J#
*(
Influido por el trabajo de Milton Erickson, quien creía que las personas tienen las
capacidades necesarias para superar dificultades y resolver problemas (O'Hanlon,
2001), O'Hanlon considera que los pacientes, abrumados por las dificultades de la
vida, pierden de vista sus propios recursos (O'Hanlon y Weiner Davis, 1990). Si el
terapeuta solo ve el problema desde el punto de vista del paciente, es posible que
llegue a verlo como imposible de ser resuelto, por el contrario, si el terapeuta busca
los recursos que tiene el paciente, las posibilidades de cambio se incrementan. Tal
vez el paciente solo requiera recordar como ha hecho antes para resolver problemas
similares; o bien, cómo puede aprovechar todas sus experiencias, habilidades y
recursos para afrontar esta situación que lo trae a terapia. Cuando una persona llega
a terapia, trae consigo todos sus recursos y habilidades. La idea es que cuando el
terapeuta facilita que el cliente pueda apoyarse en sus recursos o habilidades, podrá
apoyarse en ellos.
4#
/
*
El paciente va a terapia en busca de soluciones, cambios o respuestas, en busca de
algo diferente, algo que no ha podido encontrar; de haber encontrado esas
respuestas ¿qué estaría haciendo en terapia? Sin embargo, esto no quiere decir que
el paciente no haya logrado cambios antes de llegar a la terapia, por lo que el
terapeuta debe estar atento al discurso del paciente y, entre toda la información que
comunica, es útil centrarse en lo que parece que está funcionando (O'Hanlon y
Weiner Davis, 1990).
Entre sesiones, es posible que los pacientes reporten que los cambios se limitan a
pocas ocasiones. En estos momentos el terapeuta puede aprovechar para ampliar el
cambio y averiguar los detalles acerca de cómo se lograron esos cambios. Preguntas
como "E<
/
/
! FN NE !
! D
FN NE<
( +
D
+ /
FN son útiles para ampliar el cambio.
Asimismo, comentarios como "
D
( *
N, pueden ayudar a esta tarea. Cuando la actitud del terapeuta está orientada
en buscar soluciones y ampliar posibilidades, éste tipo de comentarios resultan
naturales y espontáneos en la conversación con el paciente.
2#
*
/
Como ya se mencionó, es útil centrarse en lo que está funcionando, es decir, en las
veces que no ocurre el problema. A muchos terapeutas, durante su periodo de
formación, se les enseña que deben conocer todos los detalles en torno al problema
(cuando sucede, donde, con quien, con que frecuencia), además de esta
información, es importante saber qué hacen los pacientes (que da buenos
resultados) en los momentos en que el problema no ocurre o no parece tan molesto.
"Sea lo que fuere diferente en esos momentos, puede identificarse y el cliente puede
aprender a repetir una y otra vez lo que funciona, hasta no dejar espacio al
problema" (O'Hanlon y Weiner Davis, 1990:50). Una de las formas de llegar a esta
información es utilizando las preguntas de la excepción, las cuales serán descritas
posteriormente.
A#
)
+
Cuando las personas logran un pequeño cambio en sus vidas, se sienten estimulados
para realizar más cambios. Una vez iniciado, el cambio es difícil detenerlo, Erickson
empleaba la metáfora de la bola de nieve que se hacia cada vez más grande al rodar
por una montaña para describir la importancia de los cambios pequeños (O'Hanlon y
Weiner Davis, 1990); además, el cambio es contagioso. Se ha comprobado que es
posible cambiar el sistema familiar a través de un solo miembro (Selekman, 1996).
Es decir, cuando una persona realiza cambios en su comportamiento, las personas a
su alrededor responderán a ese cambio; si al levantarse por la mañana la persona
dice "Buenos días" con una sonrisa, los demás responderán de manera muy diferente
que si al levantarse dice con gesto de enojo que el día es horrible, y que está seguro
de que todo saldrá mal. Este es un ejemplo de cómo las personas reaccionan al
cambio de un integrante de la familia.
?#
*
+
N
N
Una historia puede explicar fácilmente este supuesto: cuatro ciegos están alrededor
de un elefante y se les pide que lo describan. El primero, sujetando la oreja del
elefante dice, "
/
* grande"; el segundo, que estaba
tocando la pata del animal replica "
/
+
*
NO el tercero tenía a su alcance la trompa y comenta "
+
D
/
NO y por último, el ciego que
sujetaba la cola del elefante indica "
*
D
N. Todos tenían razón, cada uno desde su perspectiva describió
verdaderamente una parte del elefante. En muchas ocasiones las personas solo ven
la "verdad" desde una perspectiva, sin embargo, hay más de una manera de ver las
cosas.
En terapia, a veces lo único que falta para iniciar el cambio es ver la situación desde
una perspectiva diferente (O'Hanlon y Weiner Davis, 1990).
I# Z /
!
(
/
* N
= N
*
La terapia de posibilidades considera que el paciente es tan experto como el
terapeuta (O'Hanlon, 2001). El cliente es experto en la situación que lo trae a
terapia, en sus propias creencias, sentimientos, e intentos de solución; el terapeuta
es experto en las formas de facilitar el cambio terapeutico. Por lo tanto, es
conveniente adecuar las preguntas, tareas y comentarios a cada paciente, tomando
en cuenta su estilo al hablar, sus creencias, etc. Además, todo lo que trae el paciente
a terapia puede ayudar: sus fuerzas, recursos, palabras clave, creencias y conductas
no verbales (Selekman, 1996).
Selekman (1996) menciona algunas herramientas para fomentar la cooperación:
Rotular positivamente: por ejemplo un adolescente "retraído" puede rotularse
positivamente como un adolescente "reflexivo"
Autoconfesión intencional: en algunas ocasiones se logra cooperación del paciente
revelando alguna información personal. Por ejemplo, O'Hanlon (2001) ante el
comentario de una paciente con depresión acerca de la dificultad para levantarse por
las mañanas, revela que el tenía esa misma dificultad en la universidad, por lo que
se dio cuenta de que no podía inscribirse en ninguna clase antes de las 11:30 a.m. A
esta herramienta también se le puede considerar una forma de "normalizar" el
problema, es decir, que el paciente se dé cuenta de que no es el único que pasa por
esa situación. La diferencia entre normalizar e invalidar es, a veces, muy sutil. Se
recomienda explicar el por qué de esta intervencion a los clientes. Por ejemplo, N
D
(
*
D
B
D
D
*
D
#
)
!
D
FN
El uso del humor: Algunos estudiantes de psicología llegan a preguntar si está
permitido reírse con el paciente dentro de las sesiones terapéuticas, no solo está
permitido, es recomendable "el humor puede reducir la tensión, alejar al paciente
des sus preocupaciones y curar a los que sufren" (Selekman, 1996: 38).
La inclusión del problema dentro de la normalidad: esto es recomendable sobre
todo cuando nos enfrentamos a cambios en la etapa del ciclo vital, por ejemplo,G
cuando los niños entran a la escuela o llegan a la adolescencia, o bien, cuando uno
de los padres está por jubilarse. En estas ocasiones, al comentar que es una etapa,
un ajuste al cambio, los miembros de la familia pueden aliviarse y comenzar a
ensayar nuevas formas de hacer frente a la situación.
La sensibilidad cultural y el respeto por la igualdad de sexos: el modelo de
O'Hanlon mantiene que no es apropiado que el terapeuta imponga ideas sobre el
problema, o abra puntos de discusión que el paciente/cliente no ha puesto en la
mesa. Sin embargo, cuando el psicólogo tiene sospechas acerca de malos tratos, u
opresión de cualquier tipo, el terapeuta no sólo indagará sobre el asunto, sino que
hará lo posible para informarse del contexto social del problema o asegurarse que el
paciente esté a salvo.
Elogios: una manera de usar los elogios es cuando se reportan excepciones
(momentos en los que se ha manejado adecuadamente el problema), además, al
finalizar la sesión un elogio sincero puede ser de gran ayuda, palabras como "Lo
felicito por su avance", "Hoy ha logrado mucho", son ideales para cerrar una sesión
exitosa.
=
!
/
!
*
El modelo de Bill O'Hanlon no es un conjunto de técnicas para intervenir
terapéuticamente, sino una forma de hablar, de estar con los clientes. Es una
actitud, un conjunto de ideas o creencias. Es una manera de ser del psicólogo, y esta
manera de ser la trae el terapeuta a las reuniones con los clientes. Es una forma de
relacionarse con los clientes y una forma de estar con los clientes. Las creencias
personales y profesionales del psicólogo forman parte de su práctica clínica. Estas
ideas o creencias, también hablan de quienes somos como personas, y como
terapeutas, y marcan la clave de lo que ocurre en terapia. En otras palabras, el
modelo de terapia que escogemos para trabajar con nuestros pacientes, las
intervenciones que escogemos, todo habla o responde a "quienes somos" como
personas. Si creemos que el cambio no solo es posible, sino probable, daremos
mensajes muy sutiles a los pacientes de que van a conseguir sus metas. Si, por el
contrario, pensamos que el problema del paciente es muy arraigado y difícil de
transformar, nuestras preguntas, intervenciones, o la forma en la que establecemos
la relación, indicará a los clientes que no tenemos muchas esperanzas para ellos.
Z /
-
/
!
El número medio de sesiones en que se atiende un paciente es entre 6 y 10,
independientemente del tipo de terapia breve utilizada. La mayor parte del progreso
ocurre durante las 6 u 8 primeras sesiones. Este es uno de los motivos por los que el
modelo de O'Hanlon pone un énfasis especial en maximizar la eficacia de cada
sesión. En general, el terapeuta empieza la sesión con las preguntas: NE<
D
D
( *
! FN NE<
D
+ D
(
!
( *FN Sin embargo, algunas veces esto no es
posible, y el terapeuta debe observar y escuchar con cuidado las respuestas del
cliente, que le indicaran si para él es o no importante maximizar la eficacia en cada
sesión.
% !
#
El modelo de O'Hanlon se basa en la colaboración, flexibilidad y curiosidad con un
énfasis en las competencias de los clientes. La postura del terapeuta es parecida a la
de Carl Rogers. Parecidas porque utiliza las técnicas de Rogers: empatía, respeto,
interés genuino y sin juicios. Sin embargo, O'Hanlon va más allá, e incorpora la
atención a las posibilidades, el balance entre el pasado, presente y futuro, con una
orientación hacia el cambio terapéutico. Para ello es importante que el terapeuta
observe como el cliente utiliza el lenguaje y que es lo que tiene significado o
importancia en su vida. El terapeuta trabaja con el cliente para solucionar sus
conflictos, no para diagnosticar el por que los tiene; utiliza las explicaciones o ideas o
teorías que tiene el paciente acerca de sus problemas, y añade las suyas. Juntos
llegarán a una explicación que no invalide la experiencia interna del paciente, sino
que abra el camino hacia posibilidades de cambio, creando pequeños "agujeros" o
"dudas" en las descripciones negativas de su vida.
!
A continuación se describen brevemente estos estadios:Precontemplación:
típicamente esta persona no se da cuenta de que existe un problema (por ejemplo:
una joven viviendo con anorexia que no se da cuenta del estado de gravedad; una
persona deprimida que no se da cuenta que su estado perjudica la relación con su
esposa). Muchos de estos clientes llegan a terapia obligados por algún familiar (por
ejemplo: "Si no vas a terapia, ¡me divorcio!"), y es importante que, con un paciente
que se encuentra en este estadio, el terapeuta no fuerce a hacer nada, ni siquiera a
establecer conversaciones acerca de acción o soluciones al problema, o resultados.
Por el contratrio, las conversaciones deben basarse en hacer que el cliente se sienta
escuchado, entendido, y así pueda empezar a considerar los beneficios del cambio.
Intervenciones que facilitan sentir y reflexionar son las adecuadas para este estadio,
ya que no invitan a la resistencia del cliente. Por ejemplo, inclusión, normalización,
predicción, y empatía.
Contemplación: los clientes reconocen que tienen un problema y que cambiar es
necesario, pero quizás no saben como cambiar las cosas, o cómo obtener su meta, o
tal vez piensan que no están capacitados para hacer ningún cambio. Este estadio
está marcado por la ambivalencia, y frecuentemente se oye a los clientes decir: "Si,
pero..." Por ejemplo: "Si, yo me doy cuenta de que estoy muy triste y que mi
tristeza perjudica mi relación con mi esposa porque estoy de mal humor y enseguida
me enojo con ella por cualquier cosa; pero no sé qué hacer. He probado relajarme,
salir de la casa, pero no funciona. No sé si voy a poder conseguirlo y tampoco sé si
vale la pena pues no tengo mucha energía". Para ayudar a los clientes en este
estadio, el terapeuta tiene que demostrar paciencia y no empujar hacia el cambio,
sino sugerir que vayan tan despacio como necesiten o tan rápido como necesiten. La
cuestión principal es no evocar resistencia, sino trabajar con el paciente de manera
conjunta, colaborando. Una de las intervenciones terapéuticas típicas en este estadio
es la de hacer una lista de cuáles son las cosas "a favor" y "en contra" del cambio, a
largo plazo (por ejemplo, a 6 meses) y a corto plazo (por ejemplo, en los próximos
días). El mismo tipo de intervenciones utilizadas en el estadio inicial son indicadas
para este estadio. También se pueden utilizar, entre otras: mapa del problema,
predicción, usar el pasado, declaraciones parciales, declaraciones de percepcion.
Preparación: Los clientes están menos ambivalentes, y más abiertos a colaborar con el
psicólogo. Durante este estadio, el trabajo se centra en ayudar al cliente a identificar
el cambio que desea lograr y a considerar estrategias para lograr esa meta. Algunos
pacientes empiezan por experimentar con diferentes métodos para resolver sus
problemas. El terapeuta puede ayudar al paciente a identificar diferentes maneras en
que el cliente pudo lograr similares metas anteriormente (utilizando por ejemplo
preguntas de la excepción, que serán descritas más adelante). Otras intervenciones
que se van a usar son: presuposición, milagro, bola de cristal, la máquina del tiempo
y observación, así como concretar metas.
! 9 El cliente ya está preparado para crear cambios positivos en su vida, y el
terapeuta puede ayudar a implementar y modificar estrategias. Es importante
informar al paciente de que es normal ir hacia adelante y también experimentar
algunos momentos en los cuales parece que las cosas vuelvan a ir mal. A los
pacientes en este estadio pueden dárseles ejemplos como: "Es como cuando
empezaste a caminar, una vez que diste tus primeros pasos ¿nunca volviste a caer?,
incluso ahora que tienes muchos años de práctica caminando, puedes tropezar y
caerte ¿eso significa que has olvidado cómo caminar?, es probable que te suceda
algo similar y que haya ocasiones en que tropieces y creas que no podrás levantarte,
entonces podrás recordar este ejemplo y sabrás que solo es un tropezón". Las tareas
entre sesiones, presuposición, escalas, porcentaje, excepción, son algunas de las
intervenciones que se pueden utilizar en este estadio.
9 El paciente ya ha solucionado los problemas que le llevaron a
terapia. Ahora la atención debe centrarse en cómo mantener los cambios positivos
que le llevaron a lograr sus metas. Una de las formas como el terapeuta puede
ayudar al cliente en este estadio de cambio, es anticipando posibles obstáculos más
adelante. Cliente y terapeuta pueden desarrollar planes de prevención. Por ejemplo:
"¿Cuál será la primera señal que te indicará que la depresión podría está volviendo a
ser parte de tu vida? ¿Cómo vas a reaccionar si eso ocurre? ¿Qué es lo que te ayudó
antes? Algunas intervenciones que se pueden utilizar en este estadio son: escalas,
porcentaje, subrayar cambios, escalas, porcentaje, ritaules, cartas, certificados, y
prevención de recaídas.
Algunas intervenciones que se pueden utilizar en este estadio son: escalas,
porcentaje, subrayar cambios, escalas, porcentaje, ritaules, cartas, certificados, y de
prevencion. En resumen, es importante que el terapeuta observe con cuidado cuál es
el estadio de cambio en el que se encuentra el paciente. Durante etapas de
precontemplación, contemplación, y preparación, es imprescindible que el terapeuta
no lleve la conversación al campo de la acción, sino que se centre en ayudar al
cliente a pensar, observar, y darse cuenta de cuáles son sus sentimientos respecto a
su situación o problema. Los estadios de acción y mantenimiento abren la puerta a
conversaciones acerca de estrategias y resultados.
"
"
(
Todos los modelos de psicoterapia tienen su forma de explicar cómo se desarrollan
los problemas y cómo se producen los cambios. Algunos modelos ponen énfasis en la
parte afectiva (Emotionally Focused Therapy), cognitiva (Terapia Cognitiva), o de
comportamiento (Terapia Conductual). Basado en el supuesto de que los terapeutas
deben utilizar lo que el cliente trae a terapia, y en la importancia de la flexibilidad del
terapeuta, el modelo de Bill O'Hanlon pone énfasis en todas las áreas. Cada cliente
es distinto de los demás y cada uno de ellos, probablemente, pondrá más énfasis en
alguna área y menos en otra. El terapeuta debe "seguir" y "utilizar" lo que tiene más
sentido para el paciente y también cementar el cambio en todas las áreas. A
continuación se describen las áreas por considerar en el modelo de O'Hanlon
(Alfonso, 2001).
El área de la experiencia tiene que ver con la experiencia interna de los clientes. Esto
incluye sentimientos, sensaciones del cuerpo, intuiciones, fantasías, y pensamientos
automáticos. La experiencia interna del cliente debe ser normalizada, validada, y
aceptada (ver apartado de reconocimiento y validación). Una cosa es validar la
experiencia interna del cliente y otra validar el comportamiento. Como terapeutas
debemos tener presente que el cliente es responsable por su comportamiento, y así
también lo deben saber los clientes.
El contexto se refiere a cuándo y dónde existe el problema, su frecuencia, duración,
y quien esta presente cuando el problema ocurre. También se refiere al contexto
cultural, histórico, familiar, espiritual, genético, etc. del paciente. La idea es
identificar cuáles son los aspectos contextuales que pueden estar implicados en la
creación o perpetuidad del problema. Terapeuta y paciente tienen conversaciones
terapéuticas acerca de cómo el contexto puede estar implicado en la duración,
creación, o mantenimiento del problema.
Los puntos de vista, creencias, supuestos, interpretaciones y explicaciones forman
parte del área de la percepción. Los clientes llegan a terapia con sus ideas sobre el
problema y también ideas sobre posibles soluciones. Estas ideas son, simplemente,
ideas acerca de cómo el paciente percibe el mundo, no verdades. El modelo de
O'Hanlon parte de la base que hay muchas maneras de percibir los problemas, y que
esas percepciones se pueden cambiar.
Finalmente, el área de la acción o comportamiento se refiere a lo que el cliente hace.
Algunos comportamientos son aceptables y otros no lo son. El terapeuta cree en la
responsabilidad del paciente en cuanto a su comportamiento, y acepta todo tipo de
acción legal, positiva, saludable, y ética. Por el contrario, todas las acciones o
comportamientos que sean ilegales o dañinos, no son aceptables. Esto no quiere
decir que el terapeuta sea crítico de la persona, sino que el terapeuta adopta una
postura genuina y transparente al entablar conversaciones acerca de lo que es
aceptable y no aceptable en cuanto a comportamientos dañinos o ilegales.
!
% !
%
(!% %
O'Hanlon desarrolló la terapia orientada a soluciones (véase O'Hanlon y Weiner
Davis, 1990), que como su nombre lo indica, se orienta en la búsqueda de soluciones
a la queja del paciente desde el momento en el que éste llega a terapia; es un
método que se centra en los recursos de las personas más que en sus limitaciones.
Desde nuestro punto de vista, éste enfoque no es solo útil y efectivo, sino flexible, ya
que puede ser combinado con otras herramientas terapéuticas. Sin embargo, hubo
algunos escépticos ante este modelo, el mismo O'Hanlon comenta:
N
D
+
(
*
)
/
+
*
D
#
D
D =
-
D
#
+
+
0@S
/
/
/
* D
/
)
#
/)
D
D
)
+
[N
JKK39 3H31#
O'Hanlon (2001) explica que había quienes confundía su enfoque terapéutico con el
de Steve de Shazer (modelo centrado en las soluciones), sin embargo, enfatiza que
hay una diferencia importante en el trabajo de ambos, O'Hanlon considera que una
piedra angular de su trabajo es la necesidad de reconocer y validar los sentimientos
y puntos de vista de los pacientes, ante la necesidad de diferenciar ambos enfoques
y enfatizar esta necesidad de reconocer y validar, nace el nombre de terapia de
posibilidades, perspectiva centrada en las capacidades y soluciones, en el presente y
el futuro, y considera con respeto el pasado, los problemas, los diagnósticos, los
medicamentos,
etc.
N(
JKK31
0@S
N
*
/
N
*
N
A continuación se presentan lo que consideramos los puntos esenciales de éste
modelo (Alfonso, 2001):
Reconocimiento y validación
Clarificar problemas y direcciones, abriendo posibilidades
Cambiar la manera de ver, de hacer…
Evaluar el progreso y resultados
Planear los próximos pasos
Terminar la terapia
'
*
!
En éste modelo, se considera necesario reconocer, validar e incluir la experiencia de
quienes solicitan terapia; si únicamente hacemos esto la mayoría de los pacientes no
avanzarán mucho, sin embargo, hacerlo es esencial para que alguien pueda abrirse a
las posibilidades (O'Hanlon, 2001). "Para poder invitar al cliente a progresar con
rapidez, es necesario que tenga la sensación de que es escuchado y comprendido"
(O'Hanlon, 2001:199).
Reconocer es hacer que el paciente sepa que hemos tomado nota de sus
experiencias y puntos de vista (O'Hanlon, 2001). Una manera de lograr el
reconocimiento es atender a lo que los pacientes han comunicado verbalmente y no
verbalmente, además de hacérselo saber, con comentarios tales como: "Mm"; "Ya
veo"; "Estas triste"; "Puedo ver las lágrimas"; "Estabas temblando cuando hablabas
de"
Validar lo que el paciente siente o piensa es dar valor al ser humano y a su
experiencia. Hacer que el paciente sepa que sus experiencias son apreciadas es
validar (O'Hanlon, 2001). Antes de proceder a facilitar cambios terapéuticos es
básico que el terapeuta valide la experiencia del cliente y que ésta sepa qué sentir y
pensar no es lo mismo que hacer.
Paciente: N
Terapeuta: N;
*
D
#N
(
#
+
D
(
/
!
-N#
En este comentario, el terapeuta está utilizando cuatro intervenciones típicas de este
modelo: (1) el terapeuta está utilizando el lenguaje del paciente ("
N), lo cual es una manera de reconocer y validar; (2) está poniendo el
problema en el pasado ("esta cosa de comer te ha estado molestando"); (3) esta
haciendo rotulación: de N
N a N
NO (4) invita a pensar en algún
cambio que pueda hacer el cliente (una vez se ha asegurado que el cliente este en el
estadio de acción o mantenimiento).
Dos técnicas muy útiles para validar son: inclusión y normalización, ambas se
describen a continuación:
!
Incluir es incorporar a la conversación las inquietudes, experiencias, objeciones o
barreras que exprese el paciente, sin que esto sea un obstáculo hacia la solución
(O'Hanlon, 2001). Cambiar "pero" por "y", en la conversación con el paciente puede
ser suficiente para incluir posibilidades:
Usar "y" puede servir para incluir todo que podrá haber estado invalidado o excluido.
También puede servir para juntar experiencias. Un ejemplo es:
Paciente: N$
D
Terapeuta: N
(
D
D
#N
D
* D -+
#N
( *
En el ejemplo, el paciente le indica al terapeuta que tiene algo qué decirle, al enlazar
esta idea con la siguiente mediante la palabra "pero" invalida el hecho de tener que
comunicar algo y resalta que no puede hacerlo. El terapeuta ni confronta ni
considera que el cliente sea resistente, sino que incluye. Esta inclusión la hace
reformulando el comentario e indicando que cuando esté preparada podrá
comunicarle eso que siente que no puede decir. Además, el terapeuta "da permiso"
al cliente a sentir y pensar lo que siente y piensa (miedo a decir algo), lo cual es una
forma de validar y aceptar los sentimientos y los pensamientos del paciente.
En el lenguaje cotidiano solemos utilizar "pero" para conectar frases, al utilizar esta
palabra, invalidamos lo anterior: N
+
=
N puede expresarse
esta idea cambiando "pero" por "y": N
+
*
=
N# Esta sutileza en el
lenguaje abre posibilidades de cambio para el cliente y se asemeja al uso del
lenguaje hipnótico de Erickson (Alfonso, 2001).
:
-
!
Cuando el paciente describe su problema, puede presentarlo de tal manera que
parezca la cosa más terrible y difícil de resolver, tal vez el paciente considere que es
único, que a nadie le ha sucedido algo similar. Utilizar la normalización puede
resultar muy tranquilizante para el paciente; O'Hanlon y Weiner Davis (1990)
explican que se produce un efecto tranquilizador cuando el experto parece
imperturbable ante la descripción del problema que hace el paciente. Comentarios
como "naturalmente", "por supuesto", "eso me resulta familiar" son suficientes para
normalizar.
Por otro lado, es conveniente que los comentarios del terapeuta dejen claro que sean
cuales fueren los sentimientos del paciente, son aceptables.
Paciente: N
# .
D
#N
D
Terapeuta: N
D
=
*
=
D
D
#
*
/
)
D
/
( *
D
/
*
.
/
!
(
#
N#
*
Algunas formas para clarificar problemas y direcciones, al mismo tiempo que se
abren posibilidades son: Mapa del problema Objetivos Excepciones Usar el
pasado Normalización (descrita en el apartado anterior) Declaraciones parciales
Declaraciones de percepción Utilización Leyendo todo el lenguajeCada una de ellas
será descrita a continuación. Mapa del problemaEn la primera entrevista con el
paciente se necesita conocer la explicación del problema que lo trae a terapia, en
este momento son útiles preguntas como: NE<
D
D )FNNE !
D )FNNE<
D
!
*
FNNE<
!
D
D )FNPara clarificar el problema,
conocer qué sucede y cómo se da la secuencia del problema, podemos utilizar
preguntas como:NE
D
NGN
D
D
) FN NET
D FN NE<
)
FNNE<
D
(
FN NE<
D
FN NE<
D
F
NAsimismo, preguntar por detalles de pensamientos, sentimientos y acciones:NE<
D
FNNE<
- =
FNNE !
FNNE<
D
(
FNE<
FNNE !
FNET
D
FNPor
otro lado, detalles de cómo podrían empeorar o mejorar el problema, nos dará
información acerca de cómo sucede el problema, qué hace la persona y en dónde
puede iniciar el cambio:NE
D
(
!
( ) FNNE *
D
( *
( ( D
*
+
*
FNNE
B
)
=!
D
*
D
= FNNE
D
) (
*
*
)
(
F NE<
FOtra
forma es preguntar por detalles de cómo reproducir el problema:NE !
(
! FNNE !
FNN
)
D
! /
D
N(
N# E !
( ) FNSin embargo, si solo nos centramos en como sucede el
problema, estaremos viendo la situación desde la misma perspectiva que ha tenido
el paciente y a través de la cual no ha logrado resolver el problema. Para ampliar
posibilidades no sólo debemos (como terapeutas) ver las cosas desde una
perspectiva diferente, debemos enseñar al paciente a ver desde otro punto de vista.
Para esto es útil lo que se ha llamado
/!
! la cual
ha demostrado su utilidad tanto en trabajo individual como familiar y en una
variedad de contextos (O'Hanlon y Weiner Davis, 1990). Su nombre se debe a que
suele utilizarse al término de la primera sesión y suele formularse de la siguiente
manera:N
(
*
!
- D
) D
D
D
0
=
/
[1 D
) D
#N
(A
&
Como primer paso para lograr un cambio es necesario saber la dirección hacia donde
se dirige el cambio. ¿
!
+
(
F Esta
frase aplica perfectamente a la terapia. Cuando no se acuerda con el paciente hacia
dónde vamos con el tratamiento, ¿cómo sabrá el cliente que ya ha llegado a su
meta? ¿Cómo sabrá el cliente y el terapeuta que ya pueden dar por finalizada la
terapia? Por lo tanto, es importante fijar objetivos para el tratamiento. O'Hanlon y
Weiner Davis (1990), explican que como terapeutas influimos mucho en el curso de
la entrevista, lo que decidimos preguntar o no preguntar, va guiando la entrevista, si
un terapeuta decide pedir detalles del inicio del problema recibirá información
diferente del terapeuta que decida preguntar sobre los intentos de solución o las
interacciones de la familia en torno al problema. Conforme se va dando la entrevista,
terapeuta y paciente van negociando los objetivos del tratamiento, así, los objetivos
se crean en la entrevista, por esto consideramos que no hay pacientes difíciles, sino
objetivos mal especificados.
Schlippe y Schweitzer (2003) comentan que las realidades se construyen (visión
constructivista), que en la terapia, paciente y terapeuta construyen los objetivos o
direccion de la terapia.
En terapia de posibilidades se recomienda que los objetivos o metas tengan varias
características, entre ellas, que sean
, es decir que sean objetivos a los
que se pueda llegar a través de la terapia. Que sean
negociados entre el
paciente y el terapeuta, y que también sean
*
/
#
*
)/
En síntesis, las metas deben quedar diseñadas de tal manera que pueda identificarse
cuando han sido alcanzadas. Para lograr objetivos con estas características se
pueden utilizar las intervenciones de escala y de porcentaje, que serán explicadas
posteriormente. Asimismo, el terapeuta supone que la terapia tendrá éxito, ayuda al
paciente a identificar cómo reconocer el progreso y traduce palabras imprecisas a
lenguaje de acción. Algunos ejemplos de preguntas que ayudan a llegar a objetivos
solucionables y al mismo tiempo ayudan a identificar el cambio son:
NE<
D
D
NE !
+ D
NE
+ D
FN
FN
=
NE<
D
+D
NE<
D
+D
NE<
+
NE<
+
FN
[FN
( *
FN
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NE !
NE
FN
= FN
D
+
* (
D
+ D
-
FN
(
! FN
NE<
)
(
!
)
D
+
FN
En caso de que el paciente haya sido enviado por otra persona; por ejemplo, un
adolescente enviado a terapia por el consejero escolar, pueden utilizarse preguntas
como:
NE<
+
NE<
D
/
(
D
D
+
FN
D
NE !
*
+
D
FN
+
( *
=
FN
Mediante la entrevista, el terapeuta convierte los problemas del paciente a objetivos,
o resultados preferentes. Algunos ejemplos se presentan a continuación:
Si el paciente indica N *
B N
9 N@
D
D -+
D
D
D )
/
*
%
N# .e esta manera modifica el problema del
paciente a una meta a la cual se enfocará la terapia.
Cuando los problemas son presentados por el paciente de manera que parecen
difíciles de resolver, el terapeuta puede modificar un poco la manera en que se habla
de los problemas. Por ejemplo, ante una definición del problema por parte del
paciente como: N:
)
N el terapeuta puede replantearlo
indicando: N ) D
)
(
N#
En este ejemplo, el terapeuta cambia el enfoque del presente al futuro, sustituyendo
problemas (discutirse sin cesar) por preferencias (una mejor comunicación).
Otro ejemplo es cuando el terapeuta menciona la presencia de algo en lugar de la
ausencia de algo:
Paciente: N
(=
(
Terapeuta: N$
D
) D
(=
(
Paciente: N
!
*
#N
#T
Terapeuta: N$
D
C
#N
)
#N
()
/
*
#N
%
Cuando se está especificando el problema, el paciente suele referirse a la situación
en tiempo presente. Usar el tiempo pasado implica reconocimiento y validación, a la
vez que se introduce una posibilidad de cambio en la conversación terapeutica.
Un ejemplo de cómo usar el pasado en lugar del presente es:
Paciente: N
#N
*
Terapeuta: N\
!
=
(
(
=
*
D
#N
D
"La utilización cuidadosa de los tiempos verbales puede crear una realidad en la que
el problema está en el pasado y existen posibilidades para el presente y el futuro"
(O'Hanlon y Weiner Davis, 1990: 80), Sin embargo, el terapeuta debe estar muy
atento a la respuesta del cliente. Si este responde con un N:
(
D
)
! D
N quizás eso quiere decir
que el paciente se siente invalidado porque el terapeuta ha utilizado la intervención
inapropiada. Cuando el cliente responde de esta forma quizás su experiencia no
había sido suficientemente validada y reconocida anteriormente. Es importante que
el terapeuta tome en cuenta las respuestas del cliente y modifique sus
intervenciones (Alfonso, 2002).
+ "!
"
"
!
Encauzar el lenguaje del paciente es una herramienta cotidiana en terapia de
soluciones, poco a poco le mostramos al paciente, a través del ejemplo, la utilidad de
modificar su lenguaje; utilizando adverbios de tiempo: "recientemente", "muchas
veces", intensidad: "mucho", "un poquito menos", o parcialidad: "muchos", "mucho".
También se pueden usar palabras como "aún" y "por ahora."
Al sintetizar la información del paciente, empleamos esta herramienta. Supongamos
que el paciente comenta: N
(=
N. El terapeuta puede
responder: N
D
(
D
(=
D
N# Otro ejemplo es cambiar el comentario:N
+
N por N"
(
#N
+ "!
"
%
"
",
Como ya se mencionó, el terapeuta busca una percepción diferente de la situación
que el paciente trae a terapia. En este punto nos referimos a la utilidad de traducir
las "verdades" o "realidades" que expresa el paciente, a "realidades subjetivas".
Nuevamente, el uso del lenguaje es esencial.
Si el paciente comentara: N *
N podemos responder: N ) D
D
N# Así, se modifica la realidad presentada por el
paciente de que "es" una madre terrible, por la realidad subjetiva de que "le parece"
que es así.
Otro ejemplo es comentar: N$
", en lugar de N
!
D
N#
C !E ",
Estar abierto a posibilidades, no solo implica ver soluciones hacia el futuro; también
es, entre otras cosas, detectar las experiencias que ha tenido el paciente, que lo han
llevado a tener los recursos y habilidades que tiene ahora. Además de ver ventajas
donde el paciente no las ve. En esta ocasión, modificamos el comentario hecho por el
paciente, pasando de inhabilidades a ventajas que pueden ser utilizadas para
cambiar:
Paciente: N$
(
D
(=
Terapeuta: N
NE !
$
(
%
) D
(=
+ #
*
# NE<
)
%
D
N
D
!!
'
(
)
D
FN
D
)
B
F
A
Al decir "todo el lenguaje", nos referimos tanto al lenguaje verbal como al no verbal,
es decir, el terapeuta debe prestar atención a los comentarios del paciente y a la
forma de hacer los comentarios, tomando en cuenta su postura, su tono de voz, todo
su lenguaje corporal.
El paciente tiene la cabeza baja y se mira los pies. Después sube la cabeza y mira a
un lado, sin contacto visual con el terapeuta. El terapeuta: tiene la impresión de que
el cliente esta frustrado o que quizás hay algo que no ha entendido de la
conversación anterior.
El paciente: mira al terapeuta y le dice:
Paciente: N
*
D
# :
D
D
N
Terapeuta:N
) *
# E
D
! D
(
(
# T D
(
(
(
(
(
) FN
La intervención aquí se basa en el lenguaje no verbal del cliente (la mirada baja o
hacia un lado), y el lenguaje verbal (lo que le dice al terapeuta). El terapeuta N
N introduciendo una N
!
! N 0### ND
(
(
(
( (
! ###N# También incluye su persona, esa transparencia
genuina y abierta 0N
###N1 que es la postura básica del
terapeuta en el modelo de O'Hanlon.
(
[
Para ayudar a cambiar la forma de ver la situación, pueden utilizarse preguntas
orientadas al futuro. En este tipo de preguntas se pide a los pacientes que imaginen
un futuro sin el problema y describan detalladamente como es (O'Hanlon y Weiner
Davis, 1990). a
,
pregunta del
y
+D
son
formas de preguntas orientadas hacia un futuro preferente, que incluye las metas
terapéuticas del paciente.
La
, invita a un cliente a mirar por una bola de cristal que representa el
futuro sin el problema. Puede utilizarse una secuencia de preguntas para guiar al
paciente en la descripción:
NE
(
+ FNO NE !
FN NE<
!
FNO NE<
(
(
(
(
(
D
* (
( FNO NE<
(
( (
FNO NE !
FNO NE +
FN
Es importante el manejo de los tiempos verbales. Por ejemplo, es muy diferente
preguntar E !
) F o E<
)
/
F, que preguntar E<
+
/
F Esta última intervención tiene la tendencia a abrir posibilidades, ya que el
lenguaje utilizado presupone cambios positivos.
La otra opción en preguntas orientadas hacia el futuro es la
,
cuyo objetivo es facilitar la formulación de metas, direcciones u objetivos de la
terapia. Es muy importante centrarnos en lo que será diferente,
es conveniente
preguntar cuáll sería el milagro, si lo hacemos, podemos centrarnos en algo
imposible de que sea realizado.
Un ejemplo de la correcta utilización de la pregunta del milagro es:
N
D
D
(
)
(
(
F E<
+
/
*
+
# E !
FN
La mayor parte de los terapeutas que utilizan este modelo consideran que la
pregunta del milagro es la más terapéutica. Parece que responder a esta pregunta es
poco comprometedor para el paciente, ya que puede fantasearse sobre el cambio sin
necesidad de sentirse responsable de concretarlo. La ventaja de esta intervención es
que a menudo el paciente se da cuenta de lo distinta que sería su vida después de
un milagro. Este tipo de intervención suele ser acompañado de preguntas como:"
E *
( *D
D
*
D
FN
Una tercera alternativa, que brinda las mismas ventajas que la bola de cristal y la
pregunta del milagro es
+D
# 9 Esta intervención suele ser muy
popular entre los niños y adolescentes (Alfonso, 2004).
N.
D
D
#
+D
(
/
/
D
NE.!
FN NE.
NE
(
D
F 0D
+D
*
B D
(
D
+ FN
#
D
+ FN
NE<
(
FN NE !
D
[N
+
FN
#1N
(
*
NE !
FN
NE<
/
Se ha repetido constantemente que el uso del lenguaje es muy importante para
desarrollar posibilidades,
=
! tiene como objetivo llevar el diálogo
con el paciente de problemas poco descriptivos a preferencias claras. La manera de
lograrlo es invitar al paciente a que haga una descripción de sus preocupaciones con
un lenguaje basado en acción: N
N se traduce a N
*
N, en otras palabras, cambiamos las "etiquetas" por descripciones
concretas de las acciones que se hacen.
Otro ejemplo es preguntarle al paciente a que se refiere con Q>Q) Así, podemos
decir: N: D
!
) D
D
/
N
N# O bien, podemos utilizar al mismo tiempo
el lenguaje de acción y la identificación del cambio: NE +
+
D
D
) D
N +
NFN
*
Anteriormente planteamos la idea de que los objetivos deben ser alcanzables y
cuantificables. Una herramienta para definirlos de esta manera son las preguntas de
escala y de porcentaje. Estas preguntas también nos ayudan a evaluar el progreso y
los resultados.En las
se pide a los pacientes que valoren sobre
una escala de 1 al 10 su situación (se aclara si 10 es lo mejor o lo peor), también
puede preguntárseles en que lugar de la escala tendrían que situarse para sentirse
satisfechos. En otras palabras, cual seria su meta (O'Hanlon y Weiner Davis,
1990).Utilizando las preguntas de la escala para valoraciones iniciales diríamos: N
3
3K
3K
E !
+
( *FN Después
pedimos una descripción de lo que sucede en ese lugar en la escala: NE<
D
+
)/
-FN N" D
4 *
4#A
JFN Es importante que el terapeuta "ancle" la respuesta del cliente con
este tipo de preguntas, ya que asi se tiene la idea clara de lo que tiene sentido para
el paciente. En otras palabras, cuanto mas especifica sea la descripcion del cliente,
más información podrá ser utilizada para abrir posibilidades. (Alfonso, 2002,
2004).Para determinar objetivos y resultados preferentes podemos usar la misma
escala: N@
3
3K E.!
D
D
+ FN o bien: NE<
+
)/
0D
+ /
1
FN
En algunas ocasiones la distancia es muy grande entre el lugar de la escala donde se
sitúa el paciente actualmente y el ideal; aquí es conveniente ir paso a paso, y
preguntar por pequeños cambios y progresos:N
(
( D
(
+
* D
( # E<
D
*
FN
Las
#
NE<
D
+
= pueden ser usadas con los mismos propósitos que las
), para ayudar a reconocer cambios podríamos preguntar:
D
*
D
FN NE<
)
FN
Además, este tipo de intervención puede ayudar a saber qué porcentaje de tiempo
está interfiriendo el problema en la vida del cliente. Ejemplos de las preguntas del
porcentaje son:
NE<
D
+ *
D
BD
FNNE<
D
BD
FNNE<
D
*
D
( FN * NE<
/
*
FNEn general, a los clientes no se les hace dificil hablar del
problema, pero si se les hace más difícil hablar de las cosas positivas que están
pasando en su vida, incluyendo pensamientos o sentimientos. El modelo de O'Hanlon
intenta balancear los dos, y darle mensajes implícitos y explícitos a los clientes en
este sentido (Alfonso, 2002). Parte importante del lenguaje en terapia de
posibilidades es el uso de
, dentro de una frase o una pregunta se
incluye una presuposición, es decir, hay un mensaje implícito que ayuda a abrir
posibilidades. Un ejemplo sencillo es preguntarle al paciente: E<
F, esta pregunta presupone que han sucedido cosas positivas
y es más útil que preguntar E
!
F Para evaluar el
progreso y los resultados se puede asumir el cambio o el progreso hacia los
objetivos, utilizando palabras como "cuando" y usando el futuro (sabrás, usarás…)
Paciente: N:
/
#:
D
N
Terapeuta: N@
D
)
+ D
+
(
=
N#NComo terapeuta de
posibilidades debemos estar convencidos de que la persona no es el problema, el
problema es el problema. Además, debemos hacérselo saber al paciente y una forma
útil es presuponer en nuestras preguntas que el problema tiene identidad propia, así,
en lugar de preguntar E +
!
! F preguntamos: E +
.
!
F O E +
!
.
!
FN
Esta herramienta se conoce como
.También puede lograrse
externalizar el problema de las siguientes formas: (1) preguntando por los recursos
de la persona en momentos de éxito "E<
D
*
.
!
FNO 0J1 buscando excepciones u ocasiones
cuando las cosas estaban mejor, o eran diferentes con respecto al problema:
"C
D
(
)
(
D
)
NO pidiendo al paciente que haga el papel de asesor:
"E<
)
D
D
/
FN En síntesis, externalizar el problema es simplemente hablar del problema
como si tuviera identidad propia. Esto no quiere decir que el cliente no tenga que
asumir responsabilidad de su comportamiento. Como cualquier otra intervención, la
externalización no siempre es adecuada (Alfonso, 2002).Independientemente de la
magnitud del problema hay situaciones u ocasiones en las que, por alguna razón, el
problema simplemente no ocurre, o –si ocurre el paciente sienta el problema de
forma mas leve. Preguntar sobre estas ocasiones es preguntar por
. La
pregunta de la excepción lleva a los clientes a buscar soluciones en el presente y en
el pasado, en lugar de en el futuro, como se hace con las preguntas del milagro
(O'Hanlon y Weiner Davis, 1990). Las preguntas de la excepción pueden utilizarse
para abrir posibilidades y frecuentemente se usan cuando se está clarificando el
problema; sin embargo, las describimos en este apartado porque son una excelente
forma de evaluar el progreso. Veamos algunos ejemplos de sus aplicaciones:
Comparar y contrastar las veces, los momentos cuando el problema es palpable y
cuando no lo es (" (
D
*
D
+
*
)
D
D -+
+
+N1
Identificar y hacer hincapié en las acciones que están bajo control del individuo
(NE !
) )
*
)
= FN N (
)
!
)
N# NE +
/
F E<
(
/
FN1
Resaltar y subrayar diferencias y habilidades
/
( *
(
=
(
(
FN NE !
(
( (
/) FN1
comparar y contrastar ("E<
( * *
! D
)
Encontrar detalles de los éxitos (NE<
D
(
M
M
+FNO NE !
D
FN NE<
D
B
)
(
D
+
FN1 Detectar intentos de
solucionar el problema (NE !
(
FN NE<
(
/
FN NE<
D
( /
( /
FN1Buscar
evidencia de cambio terapéutico, investigando en detalle como consiguieron cambiar
algo, por pequeño que sea, y cómo influyeron en el proceso ("
! # E !
F E<
D
* !
(
FN1Otra alternativa para que el paciente se percate de sus avances y podamos
evaluar el progreso es
*
, es decir, hacer énfasis en los éxitos del
paciente a través de los comentarios o preguntas del terapeuta, en otras palabras,
ayudar al paciente a construir historias nuevas. Algunos ejemplos de cómo hacerlo
son:NE !
D
D
(
/
FNNE<
/
+
!
(
FNNE
0
= 1
D ) D
)
( ( D
3I
) *
&
FNUna última opción de evaluar y
estimular los progresos es a través de
lo que también ayuda a
plantar una semilla de nuevas ideas y a modificar creencias que no ayudan. En esta
técnica es importante observar lenguaje no verbal del paciente, para evaluar su
reacción ante el comentario.
Un ejemplo de cómo introducir dudas es retomar el comentario del paciente,
validándolo y después plantear una pregunta: N
!
!
#
+
%
) * %
/
!
#N
"
!
Cuando el cambio ha iniciado, no debemos detenerlo, sino que es conveniente
plantear cómo continuará. Algunas formas de hacerlo es
formas de
actuar, hacer un plan de acción con
o utilizar la técnica de
!
)
#
Con
, nos referimos a la manera de presentar nuevas posibilidades
de acción al paciente. En lugar de "recetar", preferimos
. Así, en
lugar de decir N$
*
D
(
[#N le invitamos, N
(
FN o le sugerimos: NE<
)
FN, o bien, "ED
)
)
D -+
FN
Esto va de la mano con las
en nuestra experiencia, la manera
de presentar las tareas al paciente tiene mucha relación con que éste las lleve a
cabo. Así, preferimos colaborar con los pacientes para crear tareas entre sesiones.
Retomando las preguntas por la escala, podemos decirle al paciente: NE<
D
*
2
A
!
FN NE$B
D
FE !
F E$
FN Ambas técnicas suelen
utilizarse simultáneamente, es decir, invitamos al paciente a que haga tareas entre
sesiones, o le sugerimos qué hacer, y es el propio paciente quien decide cómo,
cuándo, o si lo va a hacer.
Cuando los cambios se dan, solemos preocuparnos por qué sucederá en el siguiente
obstáculo, o bien, recibimos comentarios de los pacientes como N@
(
)
!
/
- N# Una estrategia
terapéutica es adelantarnos a esto y, como parte de planear los próximos pasos,
) #
Para lograr la
!
)
debemos anticiparnos, normalizar, y planear la
marcha atrás; podemos asumir que las cosas van a funcionar bien a largo plazo y
que encontrar dificultades de vez en cuando es normal en esta vida. El momento de
la terapia en que se utiliza esta técnica debe ser seleccionado cuidadosamente; antes
de dar fin a la misma y una vez que los cambios han iniciado podemos hablar sobre
todos los NET FN9
Paciente: NET
FN
Terapeuta: N$
)
*
D
D #
"
D
B
*
# "
(
D
*
=
###N Aquí el
terapeuta puede recordar algunas de las cosas que previamente han ayudado al
paciente, y de las cuales ambos han hablado durante la terapia (Alfonso, 2004).
Mejor aún es adelantarnos al paciente y preguntarle que pasaría ante una recaída:
NE<
)
D
D
! FN
Otras opciones para utilizar la prevención de recaídas son:
NE<
D
NE<
D
NE
D
D
+
*
(
+ FN
B
FN
D
-
(
+ FN
La pregunta "¿Qué tiene que pasar" es una pregunta global, que incluye todas las
áreas en las que el cambio terapéutico es posible: contexto, pensamientos,
sentimientos, y acción. En contraste, si el terapeuta pregunta, por ejemplo, "¿Qué
vas a tener que hacer para prevenir la marcha atrás?", el paciente probablemente
responderá en términos de "acción", y no incluirá en la respuesta su experiencia en
el área de la emoción o pensamiento (Alfonso, 2002, 2004).
N
D
NE !
) D
NE<
D
NE
E
-FN
D
)
(
*
D
+
FN
+
!
!
)
D
FN
!
!
FN
$
La terapia tiene que tener una "vida natural", es decir, acabar cuando las metas del
cliente se hayan conseguido. A veces, los pacientes se benefician con asistir a
sesiones de terapia semanales (al comenzar la terapia) y después cada dos semanas
o incluso cada mes. La colaboración con el paciente es básica en este modelo de
terapia, así que también en la fase de terminación se hace evidente este supuesto (o
premisa). Una forma de colaborar con el paciente es acordando con cuanta
frecuencia quiere asistir a terapia. Esto no quiere decir que el terapeuta no explique
su punto de vista si éste difiere del que presenta el paciente. Por ejemplo, el
terapeuta puede "sugerir" la frecuencia y explicar el por qué de la sugerencia. El
cliente puede estar o no de acuerdo, y explicar el por qué. Así, en colaboración,
acuerdan la frecuencia de las sesiones.
Parte del proceso de terminación incluye llamadas telefónicas de seguimiento o
conexión con el cliente unos tres meses después de la última visita para charlar unos
minutos sobre como siguen las cosas. Esta llamada se hace generalmente cuando
terapeuta y paciente se habían puesto de acuerdo en que habría un contacto de
seguimiento al acabar la terapia. Consideramos que la terapia no debe ser finalizada
de manera repentina. Citar al paciente con menor frecuencia ayudará a terminar el
tratamiento, asimismo, ponernos a sus órdenes asegurándonos que tiene el número
de teléfono donde localizarnos, suele tranquilizar al paciente. Cada paciente es
distinto; cada terapeuta es distinto. Las relaciones entre terapeuta y cliente son
también todas distintas. En muchas ocasiones, finalizar la terapia se puede llegar a
sentir como una pérdida, ya que la relación –tal como se había tenido se acaba, y
cliente y terapeuta construyen una relación basada en el recuerdo. El terapeuta
puede usar sus conocimientos de los gustos o necesidades del cliente para acabar la
terapia con un ritual que tenga significado positivo para el cliente y que sirva para
poner un punto final a las conversaciones terapéuticas mantenidas hasta el
momento, y también para evaluar el progreso. Un ejemplo de ritual es escribir una
carta donde el terapeuta identifique todos los cambios observados, todo lo que ha
aprendido del cliente, ya sea para su formación personal o profesional, o las
cualidades que admira del paciente. Otro ejemplo de ritual es el presentar al cliente
con un certificado de buen estudiante para un adolescente que ha conseguido no
saltarse ni un día de escuela, ha mejorado sus calificaciones, y ha impresionado a
sus padres y maestros.
En general, cuando existe una buena relación terapéutica entre cliente y terapeuta, y
la dirección o metas de la terapia es suficientemente especifica, ambos intuyen o
estan de acuerdo cuando la terapia llega a su fin. Si esto no es así, si hay un
pequeño desacuerdo, terapeuta y cliente deben hablar sobre ello de manera honesta
y respetando las diferencias.
"
",
%
,
Después de que el lector ha visto de manera aislada la forma de intervenir en el
Modelo de Posibilidades, consideramos que ver de manera integrada muchas de las
intervenciones comentadas, contribuirá en motivarlo a que inicie la aplicación del
Modelo.
A continuación presentamos la trascripción de una sesión inicial con un paciente de
31 años de origen canadiense, que se dedica a la construcción y diseño de páginas
web. Iniciamos la trascripción con la descripción de la situación que le trae a terapia.
Nos referiremos como "Cl" al cliente o paciente y como "T" al terapeuta. Para facilitar
al lector la identificación de las diferentes estrategias utilizadas, intercalamos
comentarios referentes a las mismas.
Cl Lo más importante para mí es quitarme de encima este miedo al fracaso.
Pero la verdad es que parece más fácil de lo que es. No tengo ningunas ganas
de estar siempre con miedo a no hacer bien las cosas.
T Ya entiendo. Estas cansado de estar con miedo. ¿Me puedes explicar un
poco más acerca de este miedo al fracaso que has estado teniendo
últimamente?
Aquí el terapeuta valida el comentario del paciente y pide más información acerca de
lo que el paciente trae a consulta; es decir, esta solicitando información sobre
. Posteriormente el lector podrá identificar que el terapeuta
retoma los gustos del paciente para ayudar a clarificar el problema, cuidando mucho
el uso del lenguaje. Además, el terapeuta no presupone que ya entienda de qué se
trata el problema, sino que pide más información. La premisa es que la misma
situación puede afectar de forma distinta a cada persona. El terapeuta necesita saber
de que manera, esta situación afecta a este cliente. Es una forma de atender a lo
que tiene sentido para el cliente, de respetar sus experiencias, y de colaborar.
El terapeuta hace uso del lenguaje de forma sutil: en lugar de utilizar el presente (ej.
este miedo al fracaso que sientes), lo pone en contexto del pasado. La idea es abrir
posibilidades de cambio para el cliente.
Cl Pues me encuentro que cada vez que voy a hacer algo pienso en lo peor
que puede pasar, y que eso es lo que seguro que me va a pasar a mí.
T Ya, o sea, que te encuentras en situaciones donde te da la impresión de
que va a suceder lo peor.
Aquí el terapeuta utiliza la sutileza del lenguaje para
. En lugar de
responder en el mismo tono que "eso es lo seguro que te va a pasar", incluye una
declaración de percepción para abrir posibilidades de cambio en su respuesta "te da
la impresión". Si vemos las premisas del modelo, veremos que una de ellas es que
hay más de una verdad o manera de ver las cosas.
Cl Si, exacto.
T Muy bien. Esto es muy interesante. Explícame un poco más acerca de este
miedo. Me dijiste el otro día que a ti te gustaba mucho hacer fotos y videos
de tus hijos, ¿verdad?
Cl Si, me encanta.
T Bueno, pues imagínate que estás haciendo un video de ti mismo en la
situación en que tienes miedo al fracaso, en la situación en la que estas
pensando en lo peor, y sintiendo todas esas cosas que te hacen pasarlo mal.
Imagínate que, cuando has acabado de tomar el video, lo ponemos en la TV y
lo miramos. ¿Qué es lo que veríamos en el video?
El terapeuta dirige al cliente hacia el área de la acción, una de las áreas del
cambio terapeutico. La idea es que –en principio esta es un area mas fácil de
explicar (para el cliente) y quizás mas fácil de empezar a hacer pequeños
grandes cambios. Si el cliente responde con un "pues pienso que..." o "siento
que...", el terapeuta cambia rápidamente de dirección para reflejar y trabajar
con lo que el cliente parece que considera más importante en su experiencia
(por ejemplo: sentimientos, pensamientos).
El terapeuta recuerda algo que el cliente dijo durante la sesión telefónica
inicial. En general, esto hace que el cliente se sienta escuchado, lo cual ayuda
a fortalecer la relación terapéutica. Otra de las intenciones del terapeuta es la
creación de una intervención que tenga sentido para el cliente y esté
relacionada con sus habilidades.
Cl Pues lo primero que veríamos es que estoy yendo de un lado a otro, sin
hacer lo que tengo que hacer (por ejemplo, una página web), porque estaría
obsesionando acerca de lo mal que me iba a salir, o de los problemas que iba
a tener
T Ya, o sea, que estarías dando vueltas, y yo me daría cuenta de que quizás
estás obsesionando un poco porque no estarías haciendo la pagina web, ¿no?
El terapeuta utiliza una declaración parcial al incluir la palabra "quizás"
cuando habla de objetivos.
Cl Si.
T ¿Alguna otra cosa más, que podría indicarme a mí, o a cualquier otra
persona que viera el video, de que estás obsesionando?
Cl Seguramente me marcharía de la oficina, apagaría la computadora, y me
iría para el café de la esquina a obsesionar y pensar un rato más.
T ¿Y qué es lo que harías en el café?
Cl Pues me tomaría un café y estaría mirando hacia la calle viendo pasar los
coches, y pensaría y pensaría.
T Ya, o sea que estarías allí sentado. Si alguien te viera, que no sabe lo que
te está pasando, no notaría nada. ¿Es eso?
Cl Si, otros no notarían que estoy obsesionando.
T Ya. Y si yo, por ejemplo, estuviera dentro de tu mente con una cámara de
video y sacara video de tu obsesión, ¿qué vería?
Cl Pues nada, que no dejo de pensar, y que todos los pensamientos son de
que voy a hacerlo mal, que voy a fracasar.
T Muy bien. Déjame ver si entiendo bien lo que estas pasando. Cuando
sientes que el Miedo al Fracaso te hace una visita y pone en tu cabeza ideas
de que vas a fracasar, tú te has dedicado a ir yendo de un lado a otro de la
habitación y a pensar una y otra vez en cosas negativas, generalmente en
que
ibas
a
fracasar.
Cl Si.
En este último comentario, el terapeuta resume la información
proporcionada por el paciente, además, está
al decir "que el miedo te hace una visita", es algo externo
que viene y visita al paciente. El paciente acepta fácilmente esta
externalización del problema
T Y por lo que dices, el Miedo al Fracaso ha conseguido afectar tu vida
porque últimamente no has acabado todas las paginas web que dijiste
acabarías este mes.
Cl Exacto.
T ¿Hay alguna otra forma en que el miedo al fracaso haya afectado tu vida,
últimamente?
El terapeuta es consciente de que cuando el cliente ha hablado de su experiencia, se
ha referido únicamente a acciones y pensamientos, y no ha hablado de cómo se
siente. Aquí el terapeuta intenta ampliar la información, pero lo hace sin preguntar
directamente por los sentimientos del cliente. Este modelo se basa en
toda la
experiencia del cliente (sentimientos, acciones, pensamientos). El terapeuta escucha
con cuidado cuáles son los aspectos de la experiencia que tienen mas sentido para el
cliente, y se concentra en ellos aunque siempre esta consciente de lo que el cliente
no ha dicho.
Cl No estoy ayudando mucho a mi esposa. Pero lo que más me molesta es
no hacer mi trabajo. Tengo miedo de que me echen. Mucho miedo. Sería
espantoso porque ahora mi esposa no trabaja (nuestro bebé tiene 4 meses) y
no nos podemos permitir el lujo de que yo tampoco gane nada. Tengo que
parar de obsesionarme con este miedo.
T Muy bien. Así que lo más importante en este momento es hacer tu trabajo
porque no puedes perder tu empleo.
Cl Si.
A continuación el terapeuta se centra en el futuro, consideremos esta intervención
como una alternativa de
+D
, el paciente está viendo su futuro a
través de un video.
T Dime, imagínate que hacemos un video, otra vez. Pero esta vez el video es
distinto. Esta vez, en el video sales tú en el futuro, cuando las cosas están
yendo de la manera que tú prefieres. O sea, estas acabando tus páginas Web
y entregándolas a tiempo. ¿Qué es lo que estará pasando en este video que
nos indica que estas haciendo tu trabajo? ¿Qué es lo que está en la primera
"toma" de este video? ¿Qué sale?
Cl Pues lo primero que veríamos en el video es que estoy acabando todo el
papeleo, o sea, todos los datos de lo que tiene que incorporarse en la pagina
Web. Y la segunda toma sería una llamada telefónica confirmando los datos.
T Bien. Y cuando esto pase, ¿que diferencia hará esto en tu vida?
Aquí también se utiliza la sutileza del lenguaje. El terapeuta no
pregunta "si esto pasara" (en forma condicional), sino que asume que
el cambio, la preferencia va a suceder y que el cliente puede
conseguirlo.
Cl ¡Muchísima! Si hago esto, ya figura que estoy en marcha y es más difícil
que deje de hacer las cosas porque ya todo ha comenzado a marchar.
Además, si todo empieza a marchar y yo hago mi trabajo, mi jefe no tendrá
excusa para sacarme porque me ha dicho muchas veces que soy el mejor de
todos... ¡y somos 10!
T ¡Felicidades! Esto de ser el mejor debe ser muy confortante para ti. Al
mismo tiempo, me pregunto si…. ¿esto también te ha podido poner un poco
de presión?
Cl Si. Lo he pensado bastante. Yo creo que tengo miedo a que un día no vaya
a ser el mejor y mi jefe me lo diga y yo pase vergüenza con los demás
compañeros porque ya no soy el mejor.
T Si. La verdad es que muchas veces las cosas que son importantes para
nosotros son las que nos ponen más nerviosos. Lo que quiero decir es, si
hacer las cosas bien (las paginas web) a ti no te importara, lo más probable
es que tampoco te obsesionarías con hacerlo bien o no.
El terapeuta
- la experiencia del paciente, haciendo ver que es
común que las cosas importantes nos pongan nerviosos, al mismo
tiempo que reinterpreta el "miedo", dándole el nombre de "nervios".
Cl Pues sabes, tienes razón. No lo había pensado nunca de esa manera, pero
es verdad. Ahora que pienso, solo las cosas que para mí han sido importantes
son las que me han dado más miedo. Cuando estaba de novio con mi esposa,
me obsesionaba continuamente de que ella no se querría casar conmigo.
Estuve a punto de perderla porque me ponía tan nervioso y retraído cuando
íbamos solos.
T Explícame un poco más, si no te importa. ¿Cómo supiste que el miedo a
perder a tu futura esposa estaba interfiriendo en su relación?
Cl Pues porque un amigo me comentó que estaba raro, que no hablaba.
T Ya, y ¿cómo supiste que es lo que tenías que hacer distinto para que el
miedo no ganara la batalla al deseo de casarte con ella?
Detrás de estas dos últimas intervenciones está la intención del
terapeuta de ayudar al cliente a buscar y a encontrar sus habilidades.
El terapeuta
que el paciente resolvió la situación y por lo
tanto
que le paciente tiene habilidades. Asimismo, el
terapeuta ayuda al paciente a identificar excepciones a la situación de
"sentir miedo", donde ha podido manejar la situación.
Cl Pues vi clarísimo que si hacía caso a lo que decían mis pensamientos, ella
me iba a decir que no, porque mis pensamientos siempre eran negativos,
como los que he tenido hasta ahora con mi trabajo. Siempre veía la imagen
de María, mi esposa, diciendo "No".
T Y ¿cómo hiciste el cambio? ¿Qué es lo que te convenció de que tenías que
hacer las cosas distintas si querías que tu novia continuara contigo? ¿Fue algo
que pensaste, o que sentiste, o que hiciste?
El terapeuta sugiere o invita a considerar que hay más de una forma de
vivir la experiencia, y esa forma incluye sentimientos, acciones, y
pensamientos.
Cl Pues no se. Creo que pensé en lo que me dijo mi amigo, y vi que tenía
razón, que estaba callado. Ella también me lo había comentado y se que no le
gustaba porque pensaba que no estaba a gusto con ella. Yo creo que me di
cuenta de que deseaba casarme con ella y el miedo a perderla me hacia hacer
cosas que no iban conmigo, por ejemplo, estar callado. Y que si continuaba
así la iba a perder seguro. Yo no estoy seguro ahora de lo que pensé
entonces, pero creo que me dio muchísimo miedo a perderla y eso me motivo
a hacer cualquier cambio para que no sucediera.
T Y te fue fantástico, ¿no?
Cl Sí.
En este último comentario, el terapeuta ha
*
,
haciendo énfasis en lo bien que le fue al paciente al resolver una
situación similar en el pasado
T Bueno. Si me permites, ahora te voy a hacer una pregunta que quizás
encuentres un poquito rara, o quizás no. ¿Te parece?
Cl ¡Uy, que curioso que estoy!
T ¿Qué es lo que hay similar (parecido) o distinto entre la situación con tu
novia entonces, y la situación en la que te has encontrado últimamente?
El terapeuta interviene para ayudar al cliente a comparar y contrastar
situaciones algo similares, y encontrar en ellas alguna posible explicación o
solución a sus problemas basado en su experiencia anterior.
Cl ¡Que buena! Pues yo creo que lo que es parecido es que las dos
situaciones están relacionadas con el miedo. Miedo a perderla y miedo a no
hacer las cosas bien y perder mi empleo. También es parecido la manera en
la que hago las cosas: pensando cosas negativas. Lo distinto es que... pues
no se. Tendría que pensar más.
T Lo comprendo. Esto es muy importante para hacerlo tan rápido. ¿Tienes
curiosidad por saber por qué te hice esa pregunta, o prefieres no hablar de
eso?
El terapeuta es consciente de que los clientes, en general, tienden a aceptar
mejor las intervenciones cuando se les explica el por que de ellas. No solo
eso, sino que los clientes también se sienten más a gusto cuando el terapeuta
presenta las intervenciones de una manera transparente y colaborativa. Un
gran número de proyectos de investigación han concluido en que la
colaboración entre terapeuta y cliente está relacionada con la efectividad de la
terapia, el progreso del cliente, y su continuación en terapia.
Cl No, no, si quiero que me lo digas. Me lo imagino, pero no estoy seguro.
T No sé si recordará que la primera vez que tú y yo hablamos por teléfono,
cuando me preguntaste cómo hacia terapia, etc., yo te explique que de
verdad yo creo que las personas tienen muchas habilidades. Y que a veces,
estas habilidades, por el motivo que sea (miedo, depresión, ansiedad...) se
quedan como encerradas en un hoyo y no las podemos ver.
Cl Sí, me acuerdo.
T Pues esta pregunta está relacionada con tus habilidades, las que quizás no
has podido ver últimamente. En una situación similar, tú pusiste en marcha
un proceso consciente o inconsciente que hizo que consiguieras tu deseo de
una forma positiva: casarte con tu esposa. Yo me pregunto, ahora, ¿qué clase
de habilidades puedes encontrar en esa situación similar, de forma consciente
o inconsciente, para ayudarte a solucionar el problema que te trajo a mi
oficina: el miedo al no hacer las cosas bien y, como consecuencia, a perder tu
empleo?
Cl Ya veo.
T ¿Qué te parecería si, de aquí a la próxima vez que nos veamos, pensaras
un poco en eso? Y cuando nos veamos, lo hablamos. ¿Te parece bien? ¿Crees
que esto te podría ayudar a alcanzar tu meta?
El terapeuta no impone la tarea,
con una buena
introducción a esta tarea, logra que el paciente se comprometa y se
interese en realizarla
Cl Si, eso me gusta. Pensaré en ello. Yo creo que si me puede ayudar porque
si consigo encontrar la motivación ahora, se que puedo cambiar las cosas. Y
cuando las cambio, me siento mejor.
T Fantástico. ¿Nos vemos la próxima semana?
Cl Muy bien.
T Antes de que te vayas, me gustaría hacerte una última pregunta: ¿Qué es
lo que te llevas hoy de nuestra conversación que crees que te va a ayudar en
los próximos días?
Nuevamente, el terapeuta utiliza la
! , presupone que el
paciente va a recordar cosas de la conversación y que estas cosas le
ayudarán en los próximos días. Esta intervención está relacionada con
la premisa basada en la importancia de colaborar con los clientes. El
terapeuta está interesado en saber cuáles son las cosas que han
impactado positivamente al cliente. El terapeuta tomará nota de ello e
intentará crear intervenciones similares a lo que el cliente ha
encontrado beneficioso, en próximas sesiones.
Cl Yo creo que la idea de que las dos situaciones son similares y que si gane
una vez, puedo ganar la otra.
T Muy bien. Gracias por venir. Ha sido un placer charlar contigo.
Cl Gracias a ti. Hasta el próximo martes.
Como puede notarse, gran parte de los comentarios del terapeuta
del paciente, identificando las habilidades con las que
cuenta el paciente y las formas en que puede aplicar lo que ya sabe
hacer en esta situación que ahora le trae a terapia.
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Alfonso, V. (2001). .
didáctico.
*
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9
# Material
Alfonso, V. (2002, Junio). .
"
# Taller de
entrenamiento para el Centro de Terapia Familiar NOOS, Palma de Mallorca,
Espana.
Alfonso, V. (2004, Marzo).
8 (
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(
*9
:
( # Taller de entrenamiento para el grupo de agencias de
terapeutas Warren Shepel, Vancouver, Canada.
Durrant, M., y Kowalski, K. (1993). Enhancing views of competence. En S.
Friedman (ED.), $(
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# España: Gedisa
#
LAS CONSTELACIONES FAMILIARES
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Se presenta a continuación una descripción de los elementos que constituyen La
Terapia de Constelaciones Familiares, así como su aplicación en el ámbito familiar,
social e institucional. La Técnica de Constelaciones Familiares fue desarrollada por el
terapeuta alemán Bert Hellinger, y está circunscrita en los marcos teóricos de La
Teoría Psicoanalítica 1980, La Terapia Sistémica Familiar (Hernández, 1998) y La
Terapia de La Gestalt (Perls, 1976), entre otras.
La técnica, da explicación a fenómenos relacionales entre las parejas, las familias,
los grupos sociales; aporta alternativas de solución a situaciones de conflicto, a la
violencia, el maltrato, asesinatos y suicidios. Así, como también, brinda solución a
problemáticas de la salud física y emocional, trastornos alimenticios, adicciones,
enfermedades auto inmunes que aquejan a la población en general.
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Bert Hellinger nos explica que la manera más sencilla y la solución para todas las
dificultades que encontramos en nuestra vida diaria, ya sea por las dificultades de
relación intra familiar, en el ámbito laboral o estudiantil o inclusive con nuestra salud
física, emocional y espiritual se halla en el respeto a los órdenes del amor o el
respeto a las condiciones naturales de la vida. Por ejemplo: entre padres e hijos, el
orden natural es que el hijo reconozca, "yo tengo la vida de ustedes, ustedes son mis
padres y yo los tomo a ustedes así como son, como mis verdaderos padres". Con
esto el hijo queda en paz. Entonces, el hijo toma de sus padres lo que de ellos viene,
es decir la vida y los honra por este hecho. Honrarlos significa reconocer que así es.
Lo que nos enferma, especialmente a los hijos, es la idea desenfocada de que
podríamos haber tenido otros padres o que los padres tendrían que haber sido
distintos de lo que son, en ese instante, el hijo está completamente limitado.
Aquí encontramos un primer gran elemento de las constelaciones familiares, y es
que cuando se habla de respetar el orden natural de las relaciones en la familia,
quien vela porque esto sea así, es el alma de la familia o alma familiar. Algunos
terapeutas han dado explicación desde el ámbito de la biología y la teoría atómica a
este hecho, uno de ellos es (Rupert Sheldrake, 2004), quien conceptualiza el alma
familiar como un campo energético invisible o lo que él ha llamado campos
morfogenéticos. Cuando un hombre y una mujer se unen sexualmente, con amor o
sin él, o cuando un asesino le ha quitado la vida a otro ser humano se crea entre
ellos un vínculo (Hellinger, 1999) que es indeleble. La teoría de los campos
morfogenéticos nos explica que sucede tal cual como cuando hay un choque de
energía atómica, y aun cuando mi cuerpo ya no está en el lugar inicial algunas partes
atómicas todavía permanecen allí. Otro nombre para esto sería "información". La
información permanece con el estado inicial, aun cuando el cuerpo ya haya cambiado
de espacio.
El alma lucha por preservar el orden en la estructura familiar y, según ese orden, las
personas deben vivir. Leído así, esto suena arbitrario y determinista. Sin embargo,
Hellinger ha logrado extraer estas leyes luego de 45 años de trabajo terapéutico, y
16 años de observación directa del funcionamiento familiar entre la comunidad zulú
de Sudáfrica. La conclusión es que la no observancia de las leyes naturales o el
irrespeto por el orden natural del amor es lo que hace que se presenten lo nudos
sistémicos o enredos en la familia y, de allí pase a la sociedad.
Muchos de estos órdenes son secretos; no pueden ser escudriñados. Obran en lo
hondo del alma y frecuentemente los tapamos con nuestras ideas, objeciones,
deseos o rodeos.
]
Los órdenes del amor entre padres e hijos se presentan de la siguiente manera: el
primer orden es tomar la vida que los padres han dado a los hijos; segundo, lo que
los padres han dado es lo correcto; tercero, los padres cargan con sus propias culpas
y responsabilidades, así como con sus propios méritos; y cuarto, los padres son
grandes y los hijos pequeños.
1. El orden del amor se inicia con la vida misma, con tomar la vida. Los padres son
quienes dan la vida a sus hijos, además del alimento, la protección, la educación.
Para el hijo, lo adecuado es que lo tome todo, tal como le es dado. Cuando el hijo lo
toma de buena gana, por regla general es suficiente. También hay excepciones,
todos las conocemos, pero por regla general es suficiente. En este contexto, el orden
implica que el hijo les diga a los padres: "He recibido mucho. Sé que es muchísimo y
es suficiente. Lo tomo con amor." Así, el hijo se siente lleno y rico. Además, añade:
"El resto lo hago yo mismo".Después, el hijo aún puede decirle a los padres: "Y
ahora los dejo en paz." El efecto de estas frases llega muy hondo, ya que ahora el
hijo tiene a sus padres, y los padres tienen a su hijo, al mismo tiempo. Ambas partes
están separadas y libres. Los padres han concluido su obra y el hijo es libre de vivir
su vida, con respeto ante los padres y sin dependencia.
2. Lo que los padres han dado es lo correcto, esto significa que un hijo nunca puede
decirle a sus padres: "Lo que me dieron, primero, fue lo equivocado y segundo,
demasiado poco. Aún me deben un montón". Aquí encontramos que el alma de este
hijo sufre, ya que no acepta lo que ha recibido de sus padres. Al no aceptar lo que ha
recibido de sus padres, tampoco acepta a sus padres y, por ende, tampoco se acepta
él o ella misma. Así este hijo no puede desligarse de sus padres. El reproche y la
exigencia le ata a sus padres, pero de manera negativa. Se siente vacío, pequeño y
débil.
3. El tercer lugar de los órdenes del amor entre padres e hijos comprende que se
respete aquello que personalmente les pertenece a los padres y lo que ellos saben
que tienen que hacer solos. Los hijos no pueden reclamar los laureles de sus padres,
ellos mismos tienen que labrarse su vida y ganar sus propios méritos. No
corresponde a los padres crear un falso talento sobre sus hijos. Por ejemplo, que el
padre o la madre sean muy importantes en las ciencias o en las artes y ellos
impongan sobre sus hijos sus propios méritos. A los hijos mismos, les corresponde
trabajar por descubrir sus dotes. Algo similar se aplica a la riqueza material de los
padres, por ejemplo, a la herencia. El hijo no tiene ningún derecho a reclamarla; si
recibe algo, se trata de un mero regalo.
Sucede, igualmente, con la culpa personal de los padres. También ésta les pertenece
a ellos solos. A veces, un hijo se arroga el derecho de cargar con esta culpa, por
amor y para llevarla en lugar de los padres. También esto contradice el orden. De
esta manera, el hijo se arroga algo que no le corresponde. Por ejemplo, cuando los
hijos pretenden expiar algo en lugar de los padres, se elevan por encima de éstos.
Entonces los padres son tratados como hijos y los hijos tienen que cuidarlos como si
ellos fueran los padres.
4. Y, por último, el cuarto elemento que forma parte de los órdenes del amor entre
hijos y padres: los padres son grandes y los hijos pequeños. Por tanto, corresponde
que los hijos tomen y que los padres den. Dado que el hijo recibe tanto, siente la
necesidad de compensarlo. Nos resulta difícil recibir algo sin que nosotros mismo
demos. Pero con nuestros padres nunca podemos compensar lo que recibimos; ellos
siempre dan muchísimo más de lo que nosotros podamos devolver.
Algunos hijos esquivan la presión de compensar, esquivan la obligación o la culpa
que sienten por recibir, sin tener la obligación de dar a cambio algo. En un caso así
dicen: "Prefiero no tomar nada, así tampoco siento ninguna obligación ni culpa". El
orden sería que dijeran: "Lo tomo todo, con amor". Ésta es una manera de tomar
que al mismo tiempo compensa, porque los padres se sienten valorados a través de
este tomar con amor.
En el fondo, la compensación entre dar y tomar en la familia consiste en pasar lo
recibido a otros. Cuando el hijo dice: "Lo tomo todo y, cuando sea mayor, lo pasaré
a otros", los padres se sienten felices. Así, pues, el hijo, al dar, no mira hacia atrás
sino hacia delante.
Al fin y al cabo, los padres hicieron lo mismo: tomaron de sus padres para pasarlo a
sus propios hijos. Precisamente por haber tomado tanto, sienten la presión de pasar
mucho a otros y pueden hacerlo.
Como vemos hasta aquí, el orden para cada persona es que tiene un padre una
madre y que muchos tienen además hermanos menores o mayores o se es el hijo
único; esta es la familia y debo responder a las exigencias que ella me hace a mí.
Más adelante veremos cómo esto se regula por medio de la conciencia familiar. Pero
discutamos una situación actual: hoy en día, muchas veces las mujeres se
comportan como si pudieran tener hijos sin un hombre o sin un padre. O los hijos se
comportan como si pudieran tener su vida sin sus padres. Esto es totalmente
desproporcionado. Cuando esta realidad tan sencilla puede ser reconocida, el hecho
de que yo tengo padres y que son los únicos verdaderos; que si ellos fueran
distintos, yo también lo sería y que yo no puedo estar en consonancia conmigo
mismo, si rechazo a mis padres, porque rechazándolos a ellos me rechazo a mí
mismo. Cuando reconozco estas cosas tan sencillas, entonces se ha ganado el
derecho de estar en la vida y entre los vivos.
Gracias a este antecedente podemos ahora decir cuál es la razón de ser de la terapia
familiar sistémica en su presentación de constelación familiar. Con ella se descubre
el foco de enganche o entrampamiento en que se encuentra una persona en el
ámbito de la familia extensa; es decir, la persona en cuestión repite, porque se
encuentra identificada (Laplanche, 1987) con un miembro anterior de la familia quien
fue expulsado, olvidado o no tenido en cuenta. Es decir, se pasó por alto alguno de
los órdenes del amor. Al dar con ese foco de "enredo" como lo llama Hellinger
(www.centroberthelllingerdeargentina.com) o nudo sistémico, es decir donde se ha
producido una alteración en las leyes de pertenencia, equilibrio y orden, se adelantan
los cambios en la estructura familiar para así llegar a la imagen solución.
Este proceso se lleva a cabo de una manera silenciosa y sin intención. Es importante
anotar aquí, que fue éste uno de los principales descubrimientos de la teoría
psicoanalítica. Freud hizo uso de la atención flotante o "no intención del terapeuta",
en su propio análisis, en el análisis de los sueños y durante el tiempo que realizaba
sus investigaciones sobre la histeria, por allá en 1895.
Ahora explicaremos quiénes son los integrantes de la red familiar y por qué se
presentan los "movimientos interrumpidos" (Del Pozo, 1999) así como explicaremos
las condiciones para el desarrollo de la red familiar.
Por regla general pertenecen a la red familiar (sin tener en cuenta si aún viven o han
muerto):
El hijo y sus hermanos;
Los padres y sus hermanos;
Los abuelos;
A veces alguno de los bisabuelos;
y todos aquellos que hicieron sitio para otros en el sistema, por ejemplo un primer
marido o una primera mujer de los padres o de los abuelos, novios anteriores, una
mujer o un hombre con la / el que un miembro de la red familiar tenga un hijo y,
finalmente, todos aquellos cuya desgracia, desaparición o muerte hayan supuesto
una ventaja para otros en el sistema (quien dejó una herencia o regaló una casa).
,
La conciencia familiar se ocupa de los excluidos, de los que no son apreciados
justamente, de los olvidados, de los no valorados y de los muertos por medio de la
verificación de las condiciones básicas como son: el derecho a la pertenencia, la ley
del número completo y la ley de la prioridad de los anteriores y el reconocimiento de
que todo es pasajero. Además de que se encuentren las condiciones básicas para las
relaciones en general: la vinculación, equilibrio entre tomar y dar, y el orden.
(Weber, 1999).
Explicaremos, entonces, que hay tres clases de conciencia:
1. En el área del Yo, la conciencia personal o del primer plano, que es la parte del
sujeto infantil que ama con intención, es decir, busca pertenecer al grupo o familia.
Esta conciencia nos permite sentir lo que llamamos culpa o inocencia. Culpa, si
hemos transgredido las reglas internas del grupo e inocencia si, en aras de
pertenecer al grupo, hacemos lo que según allí está bien. Por ejemplo, en una familia
de atracadores la conciencia familiar indica que lo adecuado es engañar al
transeúnte, si lo hacemos obramos con inocencia para nuestra familia. Obramos
según sus reglas, culpable sería si yo empezara a juzgar como deshonesto o ilegal
este acto. Como vemos, este sentido de conciencia nos la dicta el grupo del cual
hacemos parte; así tenemos una conciencia en el lugar de trabajo, otra con nuestros
amigos, otra para la pareja, otra para el grupo religioso, otra para con nuestros
padres.
2. En el alma infantil obra la conciencia sistémica u oculta: la conciencia del alma
familiar, la cual no tolera a los excluidos u olvidados, así algún nieto representará a
un abuelo olvidado o abandonado. Y, por último,
3. El alma tiene dimensiones distintas: también incluimos la instancia del alma de un
pueblo o un país. (Lier, 2003) Así, muchas veces las conciencias se encuentran en
contradicción unas de otras, como dijo Hellinger en uno de sus videos (Movement of
the Soul, 2001) "uno no puede fiarse de la conciencia" ya que ella busca el bien del
grupo, no mira al individuo en particular.
A continuación se explicarán las condiciones por las que vela la conciencia.
a) La vinculación: o el derecho a pertenecer a una familia. Es en el caso del infante,
de la necesidad básica de relación con un otro que nos contenga. Inicialmente es la
madre quien ofrece al niño la protección total, es en esta etapa cuando se
desarrollan los aspectos de conocimiento, confianza y valoración. Es lo que
llamaríamos Yo Receptivo (Otero, 2004). Gracias a este vínculo incondicional, estas
capacidades nombradas anteriormente se pueden presentar; sin embargo,
encontramos que es sumamente difícil hallar una persona que no tenga carencias en
este aspecto ya que por ser tan dependientes y, debido a que las madres y
cuidadores son personas con vida normal, además de múltiples ocupaciones y
problemas, es frecuente que tengamos baches en el área de la confianza básica,
como lo llamaba Guex (Guex, 1963), y por supuesto, estamos llenos de
inseguridades, lo que nos lleva más adelante a que nuestras propias relaciones de
pareja y las familias que establezcamos, nosotros como padres, estén también llenas
de dificultades. No podemos brindar apoyo y respaldo cuando nosotros mismos no
nos hemos sentidos lo suficientemente apoyados en la infancia que es cuando se
forma la confianza básica. Es decir, si como hombre o mujer no estoy bien edificado,
no tengo forma de brindar una imagen completa para mis propios hijos; si no tengo
padre o madre interna no podré brindar una buena imagen de padre o madre para
mis propios hijos.
En la familia, es la conciencia familiar quien verifica que una vez una que persona
fue incluida en la familia, siempre conserve su lugar. Este derecho de vinculación
puede verse afectado por nuestros actos, en la medida en que lo que hagamos
puede golpear nuestro derecho a la pertenencia, ya sea porque vayamos en contra
de los preceptos de nuestra familia o porque queramos hacer parte de otra familia y
olvidamos los que son tenidos en cuenta en nuestra familia de origen. El derecho a
formar parte del grupo familiar se vive como inocencia por los actos cometidos, ya
que están de acuerdo con los preceptos básicos de esta familia. El otro sentimiento
es de culpa, ya que hicimos algo que nos expulsa de esta familia. Este sentimiento
de vinculación ofrece muchas dificultades, como todo entre las interrelaciones.
Por ejemplo, entre más seguridad se les da a los hijos, tanto más miedo tiene ante la
pérdida de esta seguridad, ya que la seguridad no puede experimentarse sin el
miedo a lo contrario. Por tanto, hay que volver a ganar la pertenencia una y otra
vez, nunca es una propiedad segura. Dado que el vínculo del hijo con los padres es
más fuerte que el vínculo de los padres a los hijos, éstos también están más
fácilmente dispuestos a sacrificarse por sus padres.
b) El equilibrio: con relación al intercambio positivo entre dar y tomar,
experimentamos la culpa como obligación y la inocencia, como libertad de cualquier
obligación. Por lo tanto, no hay "tomar" que no tenga su precio. El que está libre de
toda obligación, se siente ligero y libre, pero ya no conserva tampoco ninguna
vinculación.
c) El orden: la conciencia está al servicio de las conveniencias sociales que rigen
entre unos y otros, sentimos la culpa como infracción y como miedo al castigo, y la
inocencia como lealtad a la conciencia, y como fidelidad.
Vemos también las condiciones o leyes para un desarrollo de la red familiar, éstas
moduladas por la conciencia familiar:
d) El derecho a la pertenencia: como se dijo anteriormente, toda familia tiene unos
integrantes y cada uno de ellos tiene igual derecho a estar en ella; no tiene más
derecho a pertenecer a la familia el hijo mayor sobre el hermano menor; inclusive,
un asesino entra a formar parte de la familia de su víctima y en el corazón de él y de
la familia de origen propia ya deja de formar parte de esta. Esto, por las órdenes del
amor, o como lo ha explicado Hellinger, el destino de perpetradores y víctimas se
une, si no en lo humano si en lo divino y en lo que está por encima de nosotros como
es la muerte.
e) La ley del número completo: esto tiene relación específica con el lugar que
ocupamos en la familia. Si por ejemplo, por los nudos sistémicos que se presentan,
el hijo menor ejerce funciones de padre, muy seguramente este hijo caerá enfermo o
no podrá formar su propia familia. Por dos razones principalmente: la primera,
porque es una tarea muy pesada para él ejercer de padre y esto le acarreará más
dificultades; y segundo, porque siguiendo el orden natural de la vida, quienes
nacieron primero fueron los padres, yo como hijo vengo después.
f) La ley de la prioridad de los anteriores: el ser se califica por el tiempo. Se obtiene
el rango y se estructura por el tiempo. Muy relacionado con el aspecto anterior quien
está primero tiene unos derechos y privilegios que no se pueden usurpar, entre otras
porque la conciencia familiar vela porque sean respetados. Así, como hijo mayor
debo servir de apoyo a mis padres pero no por encima de alguno de ellos y yo como
hermano menor les debo mi atención a mis padres, porque es de suponer que recibí
más atención de parte de mis hermanos mayores. Entonces, como forma de
equilibrar en el dar y recibir, mis padres le dieron más a mi hermano mayor, este le
dio su apoyo al segundo, yo como hijo menor recibí de mi hermano mayor y de mi
segundo hermano; yo entonces, doy apoyo a mis padres en la vejez, como gratitud
por lo recibido.
g) Reconocer que todo es pasajero: esto quiere decir aceptar que la vida tiene sus
ciclos y que nosotros no podemos impedir o alargar los ciclos o la vida de los demás
por más que lo queramos. Por ejemplo, si una pareja ha tenido dificultades y desea
empezar de nuevo, debe aceptar de corazón empezar de cero sin reproches y sin
"guardados" para la otra persona. "Lo que pasó, pasó" y no nos brinda ninguna cosa
buena traerlo al presente una y otra vez.
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Aquí es muy importante explicar el nombre de la técnica. En alemán la se denomina
Auf stellum Families lo que quiere decir "poner en su lugar". En español, los
primeros traductores le dieron el nombre de "constelar" en el sentido de que es toda
la familia y sus implicaciones lo que se representa sin ser por esto una obligación
que tengan que sacar representantes para todos los miembros de la familia, sino
solamente y en aras de la mínima información, las personas implicadas directamente
con la problemática del cliente.
Por lo general, en los grupos de trabajo para realizar constelaciones se pueden reunir
desde 10 hasta 200 personas. Quien va a constelar su familia, debe ante todo tener
una pregunta muy específica sobre su problemática actual, entonces, le comunica al
terapeuta su pregunta y elige de entre los demás participantes del grupo a
representantes para cada uno de los miembros de la familia actual y para sí mismo.
Es importante anotar aquí, que aunque sabemos que nuestras dificultades actuales
vienen desde nuestra familia de origen, lo trascendente para el terapeuta y para el
cliente mismo es reconocer la manera como esta persona, en especial, se vincula con
su pareja o hijo o hija o hermana y así proceder hacia atrás. Sin embargo, depende
de cada caso particular la forma como finalmente se desarrolle la constelación.
Después de que la persona ha seleccionado de entre el público a las personas con las
que tiene la vinculación cercana y ha elegido a un representante para él o ella, en
silencio y muy dedicadamente debe colocarlas unas a otras con relación a la cercanía
o distancia con respecto a los otros. Luego de esto la persona debe tomar distancia y
tanto el terapeuta como el cliente darán un tiempo, unos pocos minutos, a quienes
están representando para que ellos empiecen a manifestar en sus cuerpos lo que sus
representados sienten en la vida real, y cambien de posición si es que ese es su
sentir. El terapeuta entonces, hará los análisis pertinentes de lo que se va
presentando, es decir explicará el nudo sistémico que se está haciendo visible. Por
último, el terapeuta presentará al cliente la imagen solución o, lo que es lo mismo, la
manera como deberían relacionarse las personas respecto a cercanía o distancia
entre unas y otras. En algunos casos el terapeuta le pide al cliente que ocupe su
propio lugar en la constelación, dependiendo del caso, hace que el cliente repita
algunas frases que buscan descargar o delegar las funciones o responsabilidades en
los personajes a quien les corresponde, estas son frases y rituales sanadores. Es
importante recordar lo que indica Hellinger acerca de la imagen solución en las
constelaciones. Él dice que las constelaciones son imágenes, estaciones en el camino
y que, por tanto, no son estáticas y están sujetas a cambios por el desarrollo e
interacción de los miembros de la familia. De esta manera, sacar conclusiones
definitivas de una constelación no necesariamente es constructivo. Es importante
recordar que la idea con la constelación es que ella quede impresa en el corazón de
la persona quien la configuró, que no haga comentarios acerca de ella y más bien la
deje "flotando" en su interior. Aquí volvemos a recordar a Freud y su atención
flotante. No debemos ponerle una intención a la constelación, sencillamente verla,
sentirla y dejarla para que haga su trabajo.
Cuando se trabaja con las constelaciones, y en general en el quehacer
psicoterapéutico, se hace importante reconocer los sentimientos que afloran y
distinguir cuáles son aquellos que permiten a las personas elaborar los duelos. Son
sentimientos que favorecen la acción o son sentimientos que hacen que el paciente
se regodee en su dolor sin permitirse ninguna solución a su problemática.
Según Lier (2003), existen cinco tipos diferentes de sentimientos:
1. Los sentimientos primarios o verdaderos. Son sentimientos intensos, cortos, se
resuelven relativamente rápido, son sentimientos sin drama.
2. Sentimientos secundarios o de reemplazo. Se llaman de reemplazo porque le
restan vigor a la persona que le impiden resolver su problemática. La expresión del
dolor es exagerada, casi teatral. Esto porque lo que se intenta es convencer al otro
de que el dolor es superior a las fuerzas. Pero en realidad, lo que muestra es que se
prefiere, inconscientemente, sentir la rabia que no el dolor por una pérdida.
3. Los sentimientos sistémicos o sentimientos transmitidos o desplazados. Son los
sentimientos que provienen de algún miembro de la familia que ha sido olvidado y
son los que nos permiten dar cuenta de los nudos sistémicos.
4. Los sentimientos infantiles que no pudieron ser resueltos porque esos niños no
contaron con el apoyo necesario y luego se quedan para ser repetidos en el futuro,
en el tiempo adulto y, finalmente,
5. Los sentimientos meta. Son expresiones de nuestra conexión hacia la totalidad
superior y sostenida. El hombre se siente conectado con el otro y siente compasión
de su dolor.
D)
,
A
El hombre nace de la madre y tiene un vínculo de total dependencia; la presencia del
padre es necesaria para que estimule el desarrollo de la masculinidad, por encima de
la feminidad. Si el hombre se queda en el ámbito de la madre la experimenta como
poderosa y no puede tomar el padre, entonces lo masculino queda restringido y no
puede ser un hombre adulto que haga pareja. Queda invadido de feminidad y
termina compitiendo con la mujer. El hombre que no se vincula con el padre, es el
favorito de las mujeres, el amante, el Don Juan, el seductor, el héroe.
La mujer nace de la madre y asume la feminidad, luego se acerca al padre con quien
conoce el mundo masculino. Este recorrido finaliza cuando vuelve a la madre, quien
se convierte en su modelo de identificación. La mujer que se queda en el ámbito del
padre se llena de masculinidad y no puede identificarse con la madre, se convierte
entonces en la favorita, la amante perfecta, la seductora, pero no en la mujer adulta
que tiene una relación de pareja estable.
Cuando se hace el recorrido completo, se trata al otro sexo como un igual, no se
compite, ni se envidia a la pareja, se es complemento.
El hijo que está al lado del padre respeta a la madre y a la mujer; el que se queda en
la madre, domina, subyuga y abusa de la mujer. La hija que vuelve a la madre
respeta al padre y al hombre; la que se queda en el padre, manipula, controla,
domina y maltrata o explota al hombre.
A lo largo de su trabajo terapéutico, Hellinger muestra que la elección de pareja
depende exclusivamente de la manera como nos hemos relacionado en nuestro
hogar y si estamos o no implicados en algún enredo familiar. Esto, por supuesto, lo
ha dicho también la terapia sistémica. Ellos lo explican de la siguiente manera:
cuando una mujer se casa con un hombre, éste la percibe con su sistema, es decir,
según la imagen interior de mujer que tiene en su sistema. Lo mismo ocurre a la
inversa.
Ahora bien, si ambos cónyuges configuran sus constelaciones, los dos tienen también
la posibilidad de ver en qué puntos percibían de manera diferente al otro; por tanto,
si esta imagen se corrige, la percepción del cónyuge se vuelve más real.
Así, si nos ha sido difícil formar pareja estable, ya sea porque somos
compulsivamente infieles o porque a quien elegimos se muestra, a la larga,
inadecuado, esto depende de la relación que establecimos con nuestra madre o
padre en la infancia y, adicionalmente, es importante tener en cuenta si estamos
suplantando una función de estos personajes.
El estar cumpliendo con una función que no nos corresponde debilita nuestra alma y
cuerpo, además de que nos mantiene muy ocupados; así por ejemplo, para no ser
desleal con la madre y hermanas luego de que el padre ha muerto, el hijo,
inconscientemente, puede decidir que no formará pareja estable y para evitar la
tentación caerá en enredos emocionales aunque, por supuesto, esto lo deja vacío e
insatisfecho.
La profundidad del vínculo puede deducirse de sus consecuencias. La separación del
primer amor es la más difícil, es la que más duele. Vínculo no equivale a amor. El
amor puede ser escaso y el vínculo profundo. O, por otra parte, el amor puede ser
profundo y el vínculo, ínfimo. Para que un nuevo vínculo pueda ser llevado con éxito,
el primero debe ser resuelto de una manera positiva. El vínculo se resuelve
reconociéndolo y valorando a la primera pareja. Quien rechaza y desprecia el primer
vínculo, impide el vínculo siguiente.
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Hellinger recalca el orden como criterio de importancia en el análisis del sistema
familiar y asevera que entre más desorden haya, más conflictos se dan. Cuando no
se consigue comprender un destino o cambiar de lugar para asumir el que nos
corresponde, nos enfermamos. Ante la enfermedad, Hellinger encontró que se siguen
tres dinámicas de fondo, lo significa los enredos o situaciones sin resolver de las
generaciones anteriores. Así las tres dinámicas que encontramos son:
1. La tendencia de "Te sigo hasta la muerte, o a la enfermedad, o a tu destino", por
ejemplo, una hermana gemela muere muy pronto en el transcurso de la vida y ella
es olvidada; su hermana sobreviviente no siente que tenga el derecho de vivir
alegremente ya que la otra ha muerto, inconscientemente ella misma se dice "no
tengo derecho a estar viva";
2. La de: "Prefiero morir yo antes que tú", o "Prefiero marcharme yo antes que tú",
este caso lo encontramos, por ejemplo, cuando un abuelo, ya sea por cuestiones
políticas, participó en el asesinato de algún grupo étnico o social, él como tal no
asume la responsabilidad de estas muertes, ya que como vimos antes estaba
cobijado bajo el manto de la conciencia de grupo ( su grupo militar, por ejemplo), sin
embargo, un nieto o nieta posteriormente padecerá una enfermedad grave o tendrá
accidentes graves que muy probablemente lo conducirán a la muerte;
3. y la tercera: La expiación de una culpa personal, aquí por ejemplo, encontramos
el caso de mujeres que han abortado pero nunca pudieron relacionarse con este hijo
muerto, no reconocieron el valor de la muerte de este hijo para su propio bienestar.
Más adelante es probable encontrar mujeres con depresiones graves o metrorragias.
(Ten Hövel, 1999).
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La Violencia es una Consecuencia de Alteraciones de la Vinculación
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En este enfoque, se considera que las causas de la conducta violenta se hallan en el
ámbito de la historia de los afectados y que la disminución o corrección de las
conductas violentas dependen del reconocimiento sobre la necesidad de poner en
orden algo en la psiquis o el alma de la familia de origen o en la familia actual de uno
de los integrantes de la pareja.
Elaboración de Situaciones Traumáticas por la Violencia
La persona víctima de violencia, el desplazado, secuestrado, reinsertado, es alguien
que se encuentra en estado de deshumanización, no es reconocido, no tiene miradas
de comprensión y reconocimiento, no tiene un lugar es decir no es nadie para el otro
a nivel social.
El otro social me ayuda a definir: quién soy, qué seré mañana, qué quiere el otro de
mí. El vínculo establecido con el otro me construye o me deshace.
Es una lenta desintegración del núcleo del yo o del sistema familiar o social.
Lo traumático es vincular, se da en relación con otros y se repite generacionalmente.
El terror causa profundos desarreglos, rompe los vínculos de seguridad; desapegados
de los vínculos se rompen los lazos de solidaridad y colaboración. Si olvido los
hechos del terror, estos se pueden convertir en fascinación.
El traumatismo acumulativo insensibiliza y acostumbra a esas situaciones de
sometimiento, maltrato o dolor.
El trabajo con grupos familiares afectados en diversos grados por la violencia intra
familiar, o intra social, debe estar libre de juicios morales o éticos.
No se trata de desmentir los hechos violentos, hay que hablarlos y pensarlos. Deben
ser vistos, incluido el perpetrador del maltrato, o el guerrillero, como niños que
obedecen estándares válidos que han sido legitimados en su familia de origen o
grupo sustitutivo de la familia y sin los cuales no hubieran sido aceptados dentro del
grupo. La mayor dificultad se presenta cuando dichos estándares no solo se
presentan en la familia sino en grupos sociales o comunidades más amplias,
entonces la presión por seguir esos estándares es aún mayor.
Es preciso estar conscientes de que la gente está identificada con los perpetradores,
entre sus antecesores, que fueron condenados sin reconocer que estaban implicados
sistémicamente.
Ya vimos que nunca las tres leyes internas de la familia podrán estar al tiempo
perfectamente equilibradas; sin embargo, es el obrar en consonancia con el orden y
el amor lo que nos lleva a la paz y a la armonía.
En los casos de los grupos al margen de la ley, cualquiera sea, las víctimas tendrán
que incluir en su grupo al grupo perpetrador o en especial al personaje violento. De
lo contrario, algún miembro de la familia querrá buscar venganza por la muerte de
su familiar. Pero en el ámbito de la muerte, a los muertos no les interesa la revancha
sino encontrarse unos a otros en esta dimensión donde todos son iguales, las
víctimas y los victimarios
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Frente a este caso en particular, Hellinger nos advierte acerca de que el reino de los
muertos es más grande que el de los vivos, y que la vida y la muerte es un continuo.
La vida viene de la muerte y hacia ella se dirige nuevamente. Sólo en la medida que
reconozcamos que la muerte hace parte de nuestra existencia podremos elaborar
con tranquilidad la muerte de nuestros seres queridos y odiados, ya que ambos,
como hemos dicho anteriormente encuentran su paz en el mundo de los muertos y
allí lo que interesa es que los sobrevivientes los mantengan en un lugar en su
corazón, que honren su memoria, reconociéndoles el lugar que les corresponde en el
núcleo familiar.
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Considera, a sus padres y a su niñez en casa, como la primera, mayor y principal
influencia de todo su trabajo. Su particular manera de vivenciar la fe le proporcionó a
toda su familia una inmunidad en contra de las creencias distorsionadas del
Socialismo Nacional. Debido a sus repetidas ausencias a las reuniones de La
Organización de Hitler para la Juventud y a su participación en una organización
ilegal católica para la Juventud, fue eventualmente clasificado por la GESTAPO como
"Sospechoso por ser un enemigo de la gente". Su escape de la GESTAPO fue
paradójicamente posible cuando fue emboscado. Con tan solo 17 años, se volvió
soldado, experimentó la realidad del combate, la captura, la derrota y vivió como un
prisionero de Guerra en un campo de Bélgica con los aliados.
A los 20 años, entró en una orden católica religiosa y empezó un nuevo y largo
proceso de purificación silenciosa del cuerpo, mente y espíritu; estudiando,
contemplando y meditando.
Sus 16 años en Sudáfrica como misionero del pueblo zulú también labraron
profundamente su trabajo. Allí dirigió una escuela grande, enseñaba y era el
sacerdote de una parroquia. Dice con satisfacción que el 13% de todos los negros
africanos asistían a la universidad en Sudáfrica, y que en ese tiempo eran
estudiantes de esta escuela misionera. Aprendió el lenguaje zulú y así logró enseñar
y ministrar, también cuenta con divertidas anécdotas acerca de la cortesía de los
zulúes, como cuando inadvertidamente dijo algo grosero sin saber que lo decía. Con
el tiempo empezó a sentirse como en casa con ellos hasta donde es posible para un
europeo. El proceso de dejar una cultura para vivir en otra, labró sus conocimientos
sobre la relatividad de muchos valores culturales.
Su peculiar capacidad de percibir sistemas de relaciones interpersonales y su interés
en la concordancia humana en contraste con la diversidad cultural, se hicieron notar
en esos años; vio que muchos de los rituales zulúes y sus costumbres tenían una
estructura y una función similar a los elementos de la masa; señalando las
experiencias comunes humanas, experimentó la integración de la música zulú y el
ritual dentro de la masa. Su compromiso con la variedad cultural y humana es
mucho más profundo, con lo cual afirma que hay diferentes maneras de hacer las
cosas. Llegó a comprender de corazón que lo sagrado es omnipresente.
La siguiente mayor influencia fue su participación en un entrenamiento inter racial
ecuménico en un grupo dirigido por clérigos anglicanos. Ellos trajeron de América
una nueva forma de trabajar en grupos que valoró el diálogo, la fenomenología y
experiencias individuales humanas.
Él experimentó por primera vez una nueva dimensión de cómo cuidar de las almas.
Cuenta cómo uno de los entrenadores le preguntó al grupo, "¿Qué es más
importante para ti, tus ideales o la gente? ¿Cuál sacrificarías?" Le siguió una noche
sin dormir, debido a la profundidad de la pregunta. Hellinger dice, "Le estoy muy
agradecido a ese ministro por haberme hecho eso pregunta. En un sentido, la
pregunta cambió mi vida. Pues esa orientación fundamental hacia la gente ha
formado todo mi trabajo desde entonces. Una excelente pregunta digna de todo."
Su decisión de dejar la orden religiosa después de 25 años fue amigable. Describe
cómo gradualmente se dio cuenta de que ser un sacerdote no era la expresión mas
apropiada para su crecimiento interno. Con una característica impecable y como
consecuencia del tomar la decisión de renunciar a la vida que bien conocía desde
hacía mucho tiempo, volvió a Alemania y empezó un entrenamiento psicoanalítico en
Viena, conoció a su primera esposa, Herta. No tuvieron hijos.
El psicoanálisis fue su siguiente mayor influencia. Así como lo había hecho con todo
anteriormente, se metió de lleno en su entrenamiento psicoanalítico, leyendo el
trabajo completo de Freud y muchas de las literaturas relevantes. Pero con un igual
amor por el cuestionamiento diario. Luego, su entrenador analista le ofreció una
copia de El Grito Primal de Janov y Hellinger se interesó por saber más de esto, pues
no le bastaba con sólo leerlo sino ponerlo en práctica. Visitó a Janov en los Estados
Unidos y luego terminó un completo entrenamiento de 9 meses con él y su jefe de
formación en los Ángeles, California; y en Denver, Colorado.
La comunidad psicoanalítica en Viena estaba mucho menos entusiasmada con
respecto a esta manera de incluir una experiencia basada en el cuerpo con fines
terapéuticos. Una vez más, Hellinger cuestionó: ¿Qué es más importante, lealtad a
un grupo o el amor, la verdad y la pregunta? El amor a preguntar con libertad, ganó
y la separación del psicoanálisis se hizo inevitable; no obstante, calificó mas tarde
para entrar en un instituto diferente. Su habilidad en la psicoterapia basada en el
cuerpo, le recordó de una o de otra, manera que debía permanecer como un
elemento esencial en el trabajo con Janov.
Muchas otras escuelas terapéuticas tuvieron influencia en su trabajo. Se pueden
adjuntar la orientación fenomenológica de los grupos dinámicos de los anglicanos, la
necesidad fundamental de los seres humanos de alinearse a sí mismos con las
fuerzas de la naturaleza que aprendió de los anglicanos y de los zulúes en Sudáfrica;
el psicoanálisis que aprendió en Viena y el trabajo del cuerpo que aprendió en
América.
Se interesó en la terapia de Gestalt a través de Ruth Cohen y Hilaron Perzold. Más
tarde combinaría dichos trabajos. Conoció a Fanita Enlgish durante este período y a
través de ella y con el trabajo de Eric Bern, se introdujo en el Análisis Transaccional.
Junto con sus colegas, integró lo que el ya había aprendido de los grupos dinámicos
y el psicoanálisis con la terapia de Gestalt, Terapia Principal y Análisis Transaccional.
Su trabajo con el análisis de guiones lo llevó a descubrir que algunos de los guiones
pasan de generación a generación y se manifiestan en sistemas de relación familiar.
Las dinámicas de identificación también se hicieron más notables durante este
período. El libro de Ivan Boszormenyi Nagy Invisible Bonds (Lazos Invisibles), su
reconocimiento de las lealtades ocultas y su necesidad por mantener un balance
dando y tomando en familias, también fueron importantes.
Se capacitó en Terapia Familia con Ruth McClendon y Leslie Kadis. Ahí fue donde por
primera vez encontró las constelaciones familiares. "Yo estaba muy impresionado por
su trabajo, pero no podía entenderlo. Sin embargo, decidí que yo quería trabajar
sistémicamente. Después empecé a pensar en el trabajo que había estado haciendo
y me dije, también es bueno. No voy a renunciar a eso antes de que realmente haya
entendido la Terapia Sistémica Familiar. Así que seguí haciendo lo que había hecho.
Un año después pensé de nuevo en eso, y me sorprendí de descubrir que estaba
trabajando ya de una manera sistémica."
El leer el artículo de Jay Haley acerca de "El triángulo perverso" le permitió descubrir
la importancia de la jerarquía en las familias. El trabajo adicional en Terapia Familiar
con Thea Schönfelder seguido del entrenamiento con Milton Erickson en Hipnoterapia
y Programación Neurolingüística (PNL) fueron de gran influencia junto con Frank
Farelly y su Terapia Provocativa. Así como también La Terapia del Abrazo Sostenido
desarrollado por Irina Prekoff. El elemento más importante que tomó de la PNL fue el
énfasis en el trabajo con recursos en vez de con problemas. El uso de historias en
sus terapias se debe a Milton Erickson.
Hellinger ha hecho un nuevo aporte a la terapia, gracias a la integración de todas las
terapias anteriormente nombradas. Su insistencia en ver lo que realmente es, es lo
opuesto a aceptar ciegamente lo que se nos ha dicho, combinado con la constante
lealtad y confianza en su propia alma; todo esto es el fundamento en el cual se ha
construido este gran trabajo.
A lo largo de este proceso, su compañero filosófico ha sido Martín Heidegger y la idea
de enfrentar el peligro constante que ofrece la falsa autoridad.
La búsqueda profunda de Heidegger por las verdaderas palabras que resuenan en el
alma, hacen concordancia con las frases que dicen los pacientes en las
constelaciones que anuncian el cambio para algo mejor, señalando el flujo renovado
del amor.
Una última influencia o más bien, una eterna influencia, ha sido el amor por la
música alemana, en especial, la ópera y de entre sus exponentes, Wagner.
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