En una fracción de segundo una búsqueda de “Javier Mascherano” por Internet devuelve 16.900 sitios donde, por alguna razón, figura ese nombre. El pedido vuelve acompañado con términos como River y selección argentina, pero también con Real Madrid, Deportivo La Coruña, Barcelona, Arsenal, Juventus y Ajax, en suma, gran parte de la elite de clubes europeos, que lo pretende. Afinando la zambullida virtual surgen calificativos: combativo, dinámico, estelar y humilde. Todas estos adjetivos y nombres propios forman parte del universo semántico de un joven de 20 años, señalado como el número cinco argentino de la próxima década.
Pese a que es hombre de selección desde los quince años, hasta hace un año y medio, Mascherano era prácticamente desconocido para el público masivo. Ahora, es un gran valor en River y se lo reconoce por haber sido el mejor jugador de la Copa América de Perú y por haberse destacado en los Juegos Olimpícos de Atenas. De hecho, constituye una de las fijas” para la aventura mundialista de Alemania 2006, más allá de que la llegada de José Pekerman al representativo nacional, lo haya puesto a competir por un lugar que tenía reservado con Marcelo Bielsa.
Nació en San Lorenzo, Santa Fe, la misma ciudad en la que San Martín les propinó una dura lección a las tropas realistas en 1813 para iniciar su campaña libertadora. Jugó en los clubes Cerámica San Lorenzo y Barrio Vila hasta que empezó a desempeñarse en cancha de once y después de un año se fue a Rosario, a Renato Cesarini, una especie de andador de grandes estrellas. “Ya había hecho la primaria, dentro de una infancia normal en la que no me faltó ni me sobró nada, cursé dos años del secundario y me fui para Rosario”, revive Mascherano en la sala de conferencias del Monumental.
–Y prácticamente, sin buscarlo, llegaste a la selección.
–Estaba en Renato y mi meta era jugar en un club de Buenos Aires. Apareció Hugo Tocalli (del cuerpo técnico de las selecciones argentinas), hizo una prueba y me convocó a la selección juvenil. Haber estado en el equipo nacional fue una ayuda terrible para mi carrera, porque durante cinco años seguidos jugué muchísimos torneos, hasta mundiales juveniles.
–¿Cómo llegaste a River?
–Vine en el 2000 porque me vieron jugar, hice una prueba y quedé. Entonces, River tenía un convenio con Renato, por el que habían venido Martín Demichelis (actualmente en Bayern Munich, de Alemania) y Javier Gandolfi. Después me
tocó a mí.

“un futbolista profesional tiene
que poner todo en la cancha y
mantener a resguardo su vida privada”

Sin embargo, este admirador de Edgar Davis, Patrick Vieira y Matías Almeyda, que parece más bajo que el 1.78 que describe su ficha técnica, volvió a necesitar de un primer empujón en el seleccionado –había sido líder de las formaciones sub 17 y sub 20– para triunfar en River.
Es que Bielsa lo hizo debutar en la selección mayor antes de que llegara a la primera del equipo millonario, de donde hasta había pensado en irse por la falta de oportunidades. El día bisagra en su vida fue el 16 de julio de 2003 en un amistoso contra Uruguay (2-2) que se jugó en el estadio Unico de La Plata.
–¿Te seguís preguntando por qué debutaste antes en la selección mayor que en la primera de River?
–Siempre digo que fue porque un técnico se la jugó por mí, Bielsa, a quien le estoy muy agradecido, porque había muchos jugadores y él me eligió. Después hice mi parte, porque no desaproveché la oportunidad.
–¿Pensás que de no haber jugado en la selección, quizá nunca hubieses tenido la oportunidad de hacerlo en River?
–Es la realidad. Son momentos que te cambian la carrera, te cambian la vida. Tal vez, si no hubiese sido llamado, a mí no me hubiese tocado debutar en River. Esa convocatoria fue una presión para el entrenador de ese momento (Manuel Pellegrini).
–¿Guardás rencor hacia Pellegrini?
–No, uno cuando pasa el tiempo se da cuenta de muchas cosas, comprende algunas y otras no, pero entiendo que había muchos jugadores delante de mí y se hacía difícil que jugara. Tengo que reconocer que después me dio la oportunidad y confió mucho en mí. La historia no empezó bien, pero terminó bien.
–Muchos jugadores manifestaron su dolor por la renuncia de Bielsa. En tu caso, ¿el sentimiento es más marcado?
–Me identifico con el fútbol que hacía Bielsa y además, fui uno de los jugadores que él impuso en la selección. Quizá no había hecho los méritos para estar ahí como otros jugadores, que incluso, tenían apoyo popular.
–Pero ahora con Pekerman hay que volver a ganarse el puesto.
–(La pregunta no le gusta, agacha la cabeza, la voz se esconde y sale con recortes). Ahora, me toca seguir luchando, pero está claro que primero te toca hacer bien las cosas en tu club, y así las posibilidades llegan.
–¿Cómo calificarías estos dos últimos años en tu carrera, desde que Bielsa te puso en ese amistoso contra Uruguay?
–Vertiginosos. He tenido la suerte de ganar cosas importantes con River y con la selección. Llevo un año y medio en primera y no puedo creer todo lo que pasó en ese período. En general, me pasaron cosas más felices que tristes, aunque también tuve golpes duros.
–¿A qué momentos te referís?
–Haber quedado fuera de la Libertadores con Boca y haber perdido la final de la Copa América, con la selección, principalmente.

“Yo cumpli varios sueños dentro del futbol.
quiza, jugar un mundial, seria lograr algo
que no tengo. Pero primero, hay que estar
en la seleccion”.

–Ya habías ganado un campeonato sudamericano y un preolímpico con la selección, pero el título en Atenas fue una especie de desahogo tras varias frustraciones.
–Uno cuenta el sudamericano y el preolímpico como títulos, pero lo de Atenas fue lo más importante que me pasó en mi carrera, porque gané algo que la Argentina no tenía, y fue como quedar en la historia del fútbol argentino. Ninguno va a poder olvidarlo. Me siento un iluminado por eso.
Desde la ventana ubicada debajo de la platea San Martín se observa la opulencia del Monumental. En medio de la mole de cemento y cuando abruman las noticias sobre la inminente llegada de tropas realistas en procura de llevarse la gema de River a España, él estira una sonrisa que deja al descubierto sus dientes prominentes para reivindicar a la ciudad de San Lorenzo, donde viven sus padres y hermanos. “Estando lejos se extraña más que nada la familia, los amigos y los momentos. En Buenos Aires hay muchas cosas para hacer, pero uno siempre quisiera tener los afectos cerca y además, eso es lo que me permite alejarme de la vorágine del fútbol”.
–¿Qué cosas te molestan de este deporte?
–El acoso. El ambiente. El entorno. Todo lo que hay detrás cuando perdés dos partidos seguidos, las cosas que se inventan y que no le hacen bien al fútbol, pero lamentablemente, uno desde chico tiene que aprender a lidiar con eso.
–¿El acoso tiene que ver con la fama o con la prensa?
–Con las dos. Soy un tipo muy vergonzoso y me cuesta asimilar que la gente me reconozca, me salude o me pida autógrafos. Pero lo que más me molesta es el acoso de la prensa, que en cierto momento, no entiende que uno es una persona común y corriente. Y así como la prensa elige a quién hacerle una nota, el jugador también tiene el derecho de elegir cuándo y con quién hablar.
–En los últimos meses, estuviste en boca de todos en el ambiente del fútbol. Hablaron maravillas de vos grandes ex jugadores y tu entrenador Leonardo Astrada. ¿Cómo lo tomás?
–Soy un agradecido por todas las cosas que me pasan, por ser reconocido en el ambiente y quizá, también eso es porque uno se supo manejar. El fútbol tiene buenos o malos momentos. Por eso, uno tiene que entender que no hay que subirse al carro en las buenas, ni volverse loco en las malas.
–De todos modos, lo más probable es que en enero, Mascherano no esté en River.
–No sé. Son cosas que trato de no pensar. Porque uno se vuelve loco y al fin y al cabo, tengo que concentrarme en jugar y en “meter” cada pelota, porque si saco la pierna no me va a querer nadie. Puede pasar que me quede en River, donde estoy muy contento, o ser transferido. Si llegan las ofertas, se verá qué decisión tomo.
–¿Cuál es tu sueño dentro del fútbol?
–Mi sueño... Ya cumplí varios. Tal vez, jugar un mundial sería lograr algo que no tengo, así como ganarlo, pero primero hay que estar. No me olvido de la Copa Libertadores con River, que sería algo también muy importante para mí y para el club.
–¿Ya estás pensando en Alemania 2006?
–No voy a ocultar que me ilusiona estar. Pero hay que mantener un nivel, esforzarse. Falta mucho tiempo y depende de muchas cosas, como por ejemplo, las lesiones.