Falta de dinero, infinitos retrasos, el protagonista Sergio Peris Mencheta acusando de moroso al productor Pau Vergara en su twitter… Está claro: el rodaje de El Capitán Trueno y el Santo Grial no ha sido un camino de rosas. El diario El Mundo habla, incluso, de furgonetas varadas por ausencia de presupuesto para gasolina, o retenidas a la fuerza por hoteles hartos de que el personal se alojase sin pagar. Si sumamos a estas historias de morosidad algunas técnicas más bien sucias para evitar que el equipo secundara la huelga del cine en 2010, podemos asegurar que nos encontramos ante un Apocalypse Now castizo. Si obviamos que los resultados del filme han estado bastante lejos de los obtenidos por Coppola.
Pero, ¿ha sido Capitán Trueno… la única película española aquejada por un rodaje de pesadilla? La respuesta, claramente, es “no”. Y si no te lo crees, consulta este informe, poblado en igual medida por la mala pata, el choque de egos y la siempre acuciante falta de fondos. Con todos vosotros, lectores, los rodajes más conflictivos del cine español.
La película: Durante los 60 y los 70, el cine español produjo una inacabable ristra de filmes de terror. Este filme de Claudio Guerín ha pasado a la historia como uno de los más sangrientos, y también uno de los mejores.
El conflicto: Inauguramos nuestro informe con una historia tenebrosa de verdad. Porque, aparte de algún contraste de pareceres con el protagonista Rénaud Verley (a quien persuadió para degollar reses vivas en un matadero), Guerín llevó a cabo su rodaje sin problemas… Hasta que, el último día de filmación, cayó al vacío desde el campanario de la iglesia de San Martín de Noya. Juan Antonio Bardem, todoterreno donde los haya, tuvo que terminar la película en tiempo récord, prefiriendo no aparecer en los créditos.
La película: ¿Es posible convertir la Guerra Civil Española en una comedia? Sí, siempre que la dirija Luís García Berlanga y la escriba Rafael Azcona.
El conflicto: ¿Cuál es el sello distintivo de las grandes obras de Berlanga? Exacto: los larguísimos planos-secuencia, repletos de actores y de acciones simultáneas. Algo que queda muy bonito en la pantalla, pero que puede acabar con la paciencia de técnicos, actores, extras y compañía. En ese inagotable tesoro que es su autobiografía, Alfredo Landa cuenta que el cineasta valenciano (“Un maestro, y un cabrón con ventanas a la calle”) le hizo subir a un cerro “cuarenta y una veces” en la población aragonesa de Sos del Rey Católico, a las cinco de la tarde de un día de agosto. Como para no perder los nervios.
La película: La delirante comedia con gazpacho y mambo-taxi que le valió a Pedro Almodóvar su primera nominación al Oscar.
El conflicto: Cuando Almodóvar y Carmen Maura se conocieron, ella era la actriz estelar de la compañía teatral Goliardos y él, en sus propias palabras, “un mindundi”. Pero, una década larga después, las cosas habían cambiado, y mucho, de ahí que este rodaje se convirtiese en una bronca continua entre la diva y un director aún más divo. Los detalles de sus enfrentamientos no han trascendido, pero se sabe que, antes de la gala de los premios de la Academia, Pedro solicitó que su ex musa y él fueran sentados lo más lejos el uno de la otra que fuese posible. La productiva asociación entre ambos se rompió fulminantemente: Maura y el cineasta sólo se reencontrarían en Volver.
La película: Un serio (muy serio) y realista (muy realista) relato sobre los gancheros que transportan madera por el curso del río Tajo.
El conflicto: El perfeccionismo obsesivo del director Antonio del Real llegó en esta película a cotas de infarto, obligando a repetir varias veces una escena (el derrumbe de una presa de troncos) que resultaba ser la más cara y difícil del filme. En sus memorias, el aquí protagonista Alfredo Landa (sí, otra vez él) jura que Del Real es el único director con el que jamás volvería a trabajar. Lo cual, tratándose de un actor que ha currado con todos los cineastas españoles habidos y por haber, es decir muchísimo.
La película: El inefable Fernando Fernán Gómez adapta el gran clásico de la novela picaresca española, con Rafael Álvarez ‘El Brujo’ como protagonista.
El conflicto: ¿Hemos dicho “Fernando Fernán Gómez”? Pues no es exacto: el actor y director enfermó gravemente durante el rodaje, y tuvo que ser reemplazado por partida doble. Paco Rabal, también algo cascado, se hizo cargo del personaje del Ciego (el más emblemático de la historia, que Fernán Gómez se reservaba para sí) mientras que José Luis García Sánchez se ponía detrás de la cámara para rematar el trabajo. Con tanto trajín, es normal que el filme no resultase gran cosa.
La película: Debutante tras la cámara, Liberto Rabal cuenta una historia de violencia, amor y adicciones definida por él mismo como “una pintura impresionista”. En fin…
El conflicto: El nieto de Paco Rabal debería tener alguna experiencia en cuanto a rodajes conflictivos: no en vano entró en Carne trémula después de que Almodóvar expulsase a Jorge Sanz tras una semana escasa de filmación. Pero, como suele decirse, “que si quieres arroz, Catalina”. Ansioso por emular a Lars Von Trier, Rabal inició su peli sin permisos de rodaje, algo problemático de por sí. Pero el clímax del desastre llegó cuando, tratando de cerrar una navaja golpeándola contra su pantalón, el actor Javier Albalá se seccionó su propia arteria femoral. Por suerte, Albalá sobrevivió y la película pudo estrenarse… Tres años después de su conclusión.
La película: De nuevo nos encontramos con Pedro Almodóvar, ajustando cuentas con su pasado en esta historia de travestismo, drogadicción y abusos sexuales en un colegio religioso.
El conflicto: Como ya vimos en el caso de Mujeres al borde de un ataque de nervios, Almodóvar se tiene bien ganada su fama de duro con los actores. En este caso, la ‘víctima’ fue Gael García Bernal: recién llegado de Londres, donde rodó la británica El punto sobre la “I”, y encomendado al papel más duro del filme, el mexicano padeció el método directoral del manchego, consistente en presionarle más allá de lo soportable. Según algunas fuentes, Gael acabó “llorando por los pasillos”, y su estrés llegó a tal punto que Almodóvar tuvo que parar el rodaje durante una semana para que se repusiera.
La película: Olvidándose por unos instantes de la sordidez, pero no del sexo, Vicente Aranda adapta un clásico de las novelas de caballerías fijándose en sus intríngulis eróticos.
El conflicto: A primera vista, Tirante el Blanco prometía transcurrir sin dificultades gracias a un abultado presupuesto. Pero, una semana antes del rodaje, Aranda se metió en problemas con su equipo y con el productor Enrique Viciano por quítame allá una falta de tiempo: "Ellos [el equipo] entendían que 12 semanas completas de rodaje eran 11, más los días de fiesta. Para mí, 12 son 12", se justificó un Aranda a quien aconsejamos ingresar en la CEOE. Por otra parte, las relaciones del director con Leonor Watling y con una recuperada Victoria Abril no fueron, se dice, precisamente cordiales.
La película: El británico Michael Radford adapta la novela de Juan Eslava Galán: Mario Casas es un soldado desertor en la Guerra Civil, María Valverde su amada, y una anónima mula… Pues eso, su mula.
El conflicto: Una semana antes del fin del rodaje, Michael Radford abandonó el rodaje por falta de fondos, ocupándose de rematar la producción un desconocido… tocado con un pasamontañas. La productora Gehko Films emprendió una demanda judicial contra las compañías Workhorse Films y Subotica, que también participaban en el filme, y contra el ex director del Instituto de Cinematografía Ignasi Guardans, mientras el cineasta daba conferencias en las que ponía a las partes implicadas a caer de un guindo. En el día de hoy, La mula sigue sin fecha prevista para su estreno.
La película: Basándose muy libremente en una novela de Thierry Jonquet y en el clásico Los ojos sin rostro, Almodóvar (again) entrega su película más visceral y sorprendente.
El conflicto: Tanto el oscarizado director como Antonio Banderas han desmentido fulminantemente esta noticia, pero hagámoslo constar: según la periodista del corazón Maria Eugenia Yagüe, la relación entre el manchego y el malagueño en su reencuentro tras veinte años de separación fue la de “dos extraños que se entendían fatal”, con los consiguientes desencuentros y problemas. Sabemos que la fuente no es del todo fiable, pero el hecho de que la prensa rosa ponga sus miras en un rodaje de cine nos resulta altamente peculiar, por no decir sospechosa. Además, el propio Banderas ha reconocido que Almodóvar “es tan cabezón que a veces dan ganas de cogerle por el cuello”.
2 comentarios
Jorge RT 25.10.2011 / 11:26 Os falta Manolete!! Paradigma absoluto.
Jose Miguel 25.10.2011 / 12:41 Manolete, Balada triste de Trompeta.. una pregunta ¿en las películas de Gerardo Herrero, todos cobran?