Abstract
Hablar de tradición cualitativa tiene un doble sentido, una doble vía. Primero, significa que después de múltiples polémicas,
el paradigma crítico reflexivo se ha consolidado sobre la base de argumentos epistemológicos y empíricos sólidos. Segundo, que comienza un camino de anquilosamiento, aparición de recetarios que serían el propio espejo de lo criticado al positivismo. Ya existen atisbos, síntomas de ese proceso en la elaboración de trabajos de grado y/o tesis.
Este posible estancamiento de las investigaciones cualitativas, en ocasiones obedece a la buena intención de mantener un estándar de rigurosidad científica, rigurosidad que se confunde con el endurecimiento en la forma, el recorrido y estructuración del informe final, en oposición a la flexibilidad que toda investigación dentro de este paradigma posee de suyo. En nuestra opinión, una de sus mayores fortalezas es la posibilidad que brinda para echar mano de distintos métodos producto de la necesidad misma de la investigación, cuando esta nos exige la revisión de formas alternativas para poder descubrir y describir el fenómeno estudiado. Es el río de Heráclito, o mejor, el de Cratilo (Aristóteles, IV, p. 191): no podremos bañarnos en el mismo río “ni siquiera una vez”.