Valeriano. Publius Licinius Valerianus. ?, c. 200 – 260 post. Emperador de Roma.
Valeriano nació hacia el año 200 en el seno de una familia senatorial. De sus primeros años y de sus progenitores se ignora casi todo, ya que la noticia de la Historia Augusta, según la cual su padre se llamaba Valerius Flaccinus, no puede verificarse (Scriptores Historiae Augustae [SHA], Vita Probi, 5, 2). Podría haber recibido el apelativo “Colobius”, en referencia a una túnica de aspecto singular (Epitome de Caesaribus, 32, 1). Se casó con Egnatia Mariniana (probablemente muerta antes del ascenso de Valeriano al Trono) y tuvo dos hijos: Publius Licinius Egnatius Gallienus y Publius Licinius Valerianus.
Los comienzos de su carrera política son desconocidos hasta el año 238, cuando ya era un individuo de rango consular que, como princeps Senatus recibió a la embajada que venía de África a negociar la subida al Trono de Gordiano ([SHA], Vita Gordiani, 9, 7; Zósimo, 1, 14). Durante el gobierno de Trajano Decio (249-251), pudo desempeñar un alto puesto en la Caballería. Parece que en una sesión del Senado (27 de octubre de 251) se habría ofrecido a Valeriano el cargo de censor mientras éste se encontraba con Decio luchando contra los godos ([SHA], Vita Valeriani, 6, 1 y ss.), pero él se lo habría ofrecido al Emperador, aunque no es posible determinar su veracidad.
En verano del año 253 (entre junio y agosto), Valeriano fue nombrado Emperador. Por entonces detentaba el mando en las provincias de Raetia y Noricum, en la frontera danubiana. Volvió a Roma, adonde llegó a comienzos del otoño (septiembre u octubre) para ser ratificado por el Senado. Inmediatamente, asoció al Trono a su hijo Galieno. Durante sus años de gobierno, Roma tuvo que hacer frente a las invasiones de los pueblos del norte del Rin y Danubio, que atravesaron la frontera y se adentraron en territorio imperial. Una situación especialmente complicada se produjo en oriente, en donde el rey persa Sapor I invadió las provincias orientales, llegando a Siria y Asia Menor. Sus hazañas se quedaron para la posteridad en una inscripción de Naqs-i-Rustam, cerca de Persépolis, conocida como “Res Gestae divi Saporis”. Valeriano había llegado a Oriente al año siguiente de subir al Trono (254), para hacerse cargo personalmente de la defensa desde Antioquía (Siria), pero ya nunca volvió a Roma. En el año 260 (antes del 22 de julio), trató de entrevistarse con el monarca persa y fue apresado. Su cuerpo nunca fue devuelto y se desconoce la suerte que corrió ([SHA], Vita Valeriani, 8, 3). El escritor cristiano Lactancio, que incluyó a Valeriano en su obra sobre las muertes terribles de los perseguidores de esta religión por los decretos anti-cristianos que promulgó, decía que Valeriano había sido un prisionero humillado y que su piel y vísceras habían sido expuestas tras su muerte como recuerdo del triunfo (Lactancio, Sobre la muerte de los perseguidores, 5, 3-6).
En Hispania se conocen algunas inscripciones en honor de Valeriano en Ossonoba (Faro, Portugal) y en Castulo (Linares, Jaén), pero se trata de ejemplos aislados y de reducido peso para casi una década de gobierno. Una inscripción de Córdoba a la que le falta parte del texto ha sido también interpretada por A. U. Stylow como una dedicación a Valeriano y a su hijo Galieno. Junto a estos testimonios honoríficos, al gobierno de Valeriano pertenecen también algunos miliarios descubiertos en la Península Ibérica, lo que indica que en esa etapa se mantuvo activo el sistema de reparación de las calzadas.
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María Pilar González-Conde