Crítica: 7 promenades avec Mark Brown
por Alfonso Rivera
- Vincent Barré y Pierre Creton acompañan al botánico del título en varias excursiones por la naturaleza normanda, donde los pequeños detalles cobran ese gran valor que la vida acelerada ha camuflado
7 promenades avec Mark Brown, la nueva colaboración entre el artista Vincent Barré y el también jardinero Pierre Creton (Un prince [+lee también:
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ficha de la película]), recibió en la 14.ª Muestra de Cine de Lanzarote dos menciones especiales: del jurado joven, y del oficial, que apuntó en su análisis público que los cineastas franceses, al filmar la minuciosidad de la vida real, han vuelto al espíritu de los hermanos Lumière, destacando esta cinta, por su luminosidad, sobre el resto de la competición del certamen, repleta de historias tenebrosas, dramáticas y terribles.
Es cierto que esta pequeña gran película, estrenada a nivel mundial en el FIDMarseille del pasado junio, donde obtuvo el premio French National Centre of Visual Arts (CNAP), es pura luz. Toda ella transcurre en exteriores, entre bosques, praderas y playas de Normandía, donde un grupo de personas y un perro labrador color chocolate acompañan al botánico británico Mark Brown mirando, filmando y aprendiendo de las plantas, desde la más sencilla flor a la más sofisticada –y camuflada– carnívora, pues hasta esta especie aparentemente exótica se encuentra más cerca de nosotros de lo que pensábamos.
Dividida en forma de díptico, la película regala una primera parte –filmada en digital– a modo de doméstico making of o “cómo se hizo” de un film posterior: muestra cómo ese rebaño humano, cargado con una cámara de cine, deambula por siete lugares diferentes, prestando cuidadosa y respetuosa atención a lo que crece libre alrededor. En la segunda parte del largometraje se disfruta del resultado: un glosario de imágenes frontales de vegetales que el científico del título va describiendo con su nombre, origen y características, cuya alma ha captado la cámara analógica; acción que vimos en la primera parte de este film de no ficción.
Alejado así de los espectaculares y épicos documentales de naturaleza que suelen tener gran acogida popular en las sobremesas de las televisiones y plataformas de todo el mundo, 7 promenades avec Mark Brown apuesta por la humildad, la sencillez y el sosiego, como si se tratase de una prolongación orgánica del festival canario.
Largometraje rabiosamente independiente, en el que los directores también se han ocupado del guion y el montaje –uno de sus personajes, en broma, lo compara con El jardín, de Derek Jarman–, 7 promenades avec Mark Brown invita al espectador a olvidarse de las prisas y abrazar la calma, volver a lo esencial y dejar de lado las pantallas, compartir tardes con amigos o vecinos y –como parece en algún momento del film– permitir que la naturaleza nos observe asimismo a nosotros.
Además, la película denuncia cómo la alteración climática y fungicida de los humanos está afectando a todos los seres vivos (hierbas, insectos, árboles…), algunos de ellos supersensibles que, tras lograr sobrevivir miles de años, pueden tener ahora los días contados; pero lo hace con el formato de una lección amigable de botánica, sosegada y minuciosa, mientras, durante las excursiones, alguien escribe sus impresiones en su “libro de los sueños”, otra persona dibuja flores en su cuaderno, y Mark Brown suelta perlas como “seamos humildes y simples como flores silvestres”, “dejemos que las plantas hablen” o, al finalizar el rodaje y mientras derrama lágrimas de emoción, describe este proceso cinematográfico como “siete días de felicidad”.
7 promenades avec Mark Brown es una producción de la compañía parisina Andolfi.